Christine Marguet. Universidad de Vincennes-Saint-Denis, Paris VIII

CRITICÓN, 76,1999, pp. 9-22. De Leucipa y Clitofonte de Aquiles Tacio a la Historia de los amores de Clareo y Florisea de Alonso Núñez de Reinoso: un

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CRITICÓN, 76,1999, pp. 9-22.

De Leucipa y Clitofonte de Aquiles Tacio a la Historia de los amores de Clareo y Florisea de Alonso Núñez de Reinoso: un caso de reescritura novelesca entre traducción y creación

Christine Marguet Universidad de Vincennes-Saint-Denis, Paris VIII

La novela de Aquiles Tacio es, con La historia etiópica (o Teágenes y Cariclea), de Heliodoro, representante de la llamada novela griega, género del que han llegado hasta nosotros unas cuantas obras, compuestas en los primeros siglos de nuestra era1. Dichas novelas desarrollan una temática amorosa en una acción acompasada por cambios de fortuna, separaciones y reencuentros para los dos amantes castos que son protagonistas del relato, hasta el final feliz que coincide con el reencuentro definitivo, el retorno a la patria y el casamiento. La narración usa de procedimientos aptos para despertar el interés del lector como el desajuste cronológico o la ilusión perceptiva. Ahí tenemos a grandes rasgos las características de estos relatos, tales como los imitaron los novelistas españoles de los siglos xvi y xvn, en la llamada novela bizantina2. Se piensa hoy que la novela de Tacio fue compuesta en la segunda mitad del siglo 11 y, por lo que se puede suponer del hallazgo de papiros, gozó de una gran popularidad. Se refieren a ella autores bizantinos de los siglos ix y x, y es imitada abundantemente en el siglo XII3. Vuelve a estar de moda en el siglo xvi, en el que se redescubren también las 1 Además de las dos ya mencionadas, Quéreas y Calirroe, de Caritón de Afrodisias (siglo i antes o después de nuestra era), Efesíacas, de Jenofonte de Éfeso (siglo n). También cabe añadir la pastoril Dafnis y Cloe de Longo, muy distinta por su estructura de las demás novelas «griegas». 2 Véase Javier González Rovira, 1996 (sobre el Clareo, pp. 165-182) ; Christine Marguet, 1997. 3 Véase la introducción de M. Brioso Sánchez y E. Crespo Güemes a la edición de la novela de Tacio, 1982. Esta es la traducción a la que me refiero.

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Etiópicas. Su primera traducción al latín por Annibale della Croce, en 1544, es incompleta, así como la primera al italiano en 1547, por Lodovico Dolce. Hay que esperar 1551 para ver una traducción del texto completo, al italiano, por A. Coccio. Alonso Núñez de Reinoso, español exiliado en Italia, publica en 1552, en Venecia, su versión española 4 . Según el propio autor, es reescritura a partir del texto en toscano incompleto de Dolce, traducción éste de la primera traducción incompleta al latín. Entre el texto de Tacio y el de Núñez de Reinoso median pues dos traducciones parciales. No es lícito hablar de traducción literal para aquella época. Pero si cotejamos el texto de Dolce, modelo inmediato, con el de Tacio, nos hallamos ante una traducción sin añadidura alguna de episodios, sin supresiones tampoco, y sin notables cambios de tonalidad o ambientación. Las modificaciones de las que hablaré a continuación se deberán pues al autor español y no al traductor italiano. En todo caso, cuando cite el texto de Tacio junto con el de Reinoso también daré la versión de Dolce5. Así, La historia de Clareo y Florisea se sitúa entre la traducción y la creación de un material nuevo a partir de este material primitivo. La novela del español puede ser considerada como el primer brote de lo que se va a clasificar como novela bizantina. En la dedicatoria, Reinoso expone las circunstancias de su descubrimiento de la obra griega: Habiendo en casa de un librero visto entre algunos libros uno que Razonamientos de amor se llama, me tomó deseo, viendo tan buen nombre, de leer algo en él; y leyendo una carta que al principio estaba, vi que aquel libro había sido escrito primero en lengua griega, y después en latina, y últimamente en toscana; y pasando adelante hallé que comenzaba en el quinto libro. El haber sido escrito en tantas lenguas, el faltarle los cuatro primeros libros, fue causa que más curiosamente desease entender de qué trataba, y a lo que pude juzgar, me pareció cosa de gran ingenio, y de viva y agraciada invención. Por lo cual acordé de, imitando y no romanzando, escribir esta mi obra [...] en la cual no uso más que de la invención y algunas palabras de aquellos razonamientos.6 Imitar, es decir recrear, adaptar a un nuevo gusto —a las nuevas expectaciones supuestas de un público nutrido de novela sentimental, libros de caballerías y novella— y no traducir: tal es el propósito confesado por el autor. El nuestro es poner de relieve este trabajo de reescritura. La novela de Tacio consta de ocho librbs y sólo los últimos cuatro aparecen en la versión de Núñez de Reinoso, lo mismo que en la traducción de Dolce. Clareo está compuesto de treinta y dos capítulos, de los cuales sólo los diecinueve primeros son adaptación de la novela de Tacio. Los siguientes, creación propia de Reinoso, relatan 4 No se conoce otra edición de la obra antes de la del siglo xix, en la BAE. La edición por la que citaré es la de José Jiménez Ruiz: Alonso Núñez de Reinoso, 1997. Para datos biográficos sobre el autor, véanse, además de la introducción del Clareo por José Jiménez Ruiz, la de M. Á. Teijeiro Fuentes, 1991 y el libro de Constance H. Rose, 1971. Sobre el Clareo, véase también Armando Duran, 1973. 5 Para la traducción de Lodovico Dolce, remito al texto transcrito como apéndice a la edición del Clareo por José Jiménez Ruiz, 1997, pp. 373-439. 6 Dedicatoria, p. 95.

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las aventuras de Isea —Melita, personaje segundario en Tacio—, que llega a ser, en Clareo, además de narradora principal, verdadera protagonista. Nos atendremos aquí a la primera parte, salvo alguna alusión a la segunda. Ésta, en efecto, aunque se da como continuación del modelo griego sigue ya otros derroteros. Presenta el interés de entrecruzar elementos de libros griegos y de caballerías, pero ya no es reescritura a partir de Tacio. Se ha emitido la hipótesis de que Reinoso, a pesar de lo que indica en su dedicatoria7, sí tuvo conocimiento de la traducción italiana integral de Leucipa, la de 1551 por A. Coccio. Quienes lo afirman se fundan sobre todo en las similitudes estructurales entre el libro III de Leucipa y el capítulo XX de Clareo, o sea el capítulo inicial de la segunda parte de la novela, que ya no atañe a las aventuras de LeucipaFlorisea y Clitofonte-Clareo8. Se explicaría por otra parte la ausencia de los cuatro primeros libros de Tacio en Núñez de Reinoso por un descubrimiento tardío del texto completo, ya que la dedicatoria del español lleva la fecha del 24 de enero de 1552. En cualquier caso, las bases en las que se asienta el relato de Núñez de Reinoso son distintas. Y no sólo a causa del desconocimiento. Así, el hecho de hacer de un personaje forzosamente segundario en la novela griega, ya que no pertenece a la pareja heroica, el narrador principal de la novela. Isea, en efecto, sustituye en esta función al protagonista del texto de Tacio, Clitofonte. Salvo en muy contadas ocasiones, es narradora omnisciente de hechos que no ha presenciado y de sentimientos íntimos de los demás personajes. La narración en primera persona se caracteriza sobre todo por la presencia reiterada del «yo» y la expresión patética. El confiar la voz narrativa primera a un personaje abocado a la frustración y la desesperanza, lo cual no es el caso del protagonista Clitofonte en el modelo, es fruto de una voluntad estética, sobre la que volveremos. Faltan en el español los cuatro libros inicíales de la novela griega (es decir la mitad) que relataban con prolijidad el cortejo erótico de la pareja en Tiro, ciudad de Clitofonte (lo cual ocupa dos libros), su huida, tras una cita nocturna del héroe en el cuarto de su amada interrumpida por la llegada de la madre de Leucipa, y a continuación sus primeras aventuras marítimas y terrestres, en Egipto. A Núñez de Reinoso, unas pocas páginas (ocho en la edición de Jiménez Ruiz), cuatro capítulos de muy corta extensión, le bastan para llegar al punto de acción en que empieza el quinto libro de Tacio. No le importa en absoluto describir el nacimiento del sentimiento y del deseo amoroso en Clareo y Florisea, y su decisión de huir de las casas paternas, la justifica por una voluntad aventurera de poner a prueba su amor: Y avino ansí que, habiendo pasado muchos tiempos que estos amantes se querían, concertaron de salirse y irse donde su ventura llevallos quisiese, porque adonde hay amor verdadero ningún peligro se teme y todo se intenta.9 7

Ver Stanislav Zimic, 1967; Miguel Ángel Teijeiro Fuentes, 1991, pp. 33-37, 8 También aduce Teijeiro Fuentes la similitud de tratamiento de una tormenta marítima en el libro IIIo de Tacio y el capítulo X del Clareo. Parece olvidar que la tormenta es un motivo codificado, retórico : véase Jean-Louis Flecniakoska, 1979. 9 P. 98.

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Se ha interiorizado así el carácter necesario del alejamiento, del exilio amoroso de los protagonistas. El trasferir la narración a un personaje externo a la pareja inicial, que no nos da cuenta de las premisas del amor de sus protagonistas, y que es rival de la heroína Florisea, desplaza singularmente el protagonismo de la novela. Si ya en el relato de Tacio pesaba más el héroe, por su estatuto de narrador que privilegiaba su propio punto de vista y sensibilidad, aquí, el personaje de Florisea apenas si es protagonista de la novela. Leucipa compartía la acción con su amado. Desaparecía en algunos episodios, cuando la raptaban y hasta creía Clitofonte, con el lector, que había muerto (así en el libro V). Pero su presencia en la acción era casi igual a la de Clitofonte. En la versión de Núñez de Reinoso, Florisea es una heroína más episódica. Está ausente de los capítulos VIII a XIII, o presente sólo en el discurso de Clareo, y a partir de este capítulo comparte el protagonismo femenino con Isea. Tal ambigüedad o complejidad aparece desde el título en su versión integral: Historia de los amores de Clareo y Florisea y las tristezas y trabajos de la sin ventura Isea, natural de la ciudad de Éfeso. Este personaje de Isea no es creación propia de Núñez de Reinoso sino, como ya mencionamos, amplificación de un personaje secundario en Tacio. Es de notar que su papel en la acción no es mayor que en el modelo griego. En éste, Melita desempeña el papel, imprescindible en la novela griega, de rival. Cuando se enamora de Clitofonte se cree viuda y hace seis meses que Leucipa ha sido matada ante los ojos del héroe. Éste accede finalmente a su deseo de casarse. Antes de la reaparición de Leucipa, Melita es, pues, protagonista, sustituyéndose a ella. Núñez de Reinoso no modifica este esquema sino con la inserción de dos episodios en la navegación de los nuevos esposos rumbo a Éfeso (caps. X a XII). La amplificación del personaje de la rival infeliz y patética estriba en su nuevo estatuto de narradora. Desde el incipit, la sensibilidad de Isea invade la narración para infundir en el lector tanto la simpatía como un clima de espera: la narradora anuncia el relato de sus desventuras y las sitúa en un camino de desesperanza en la que el pasado es menos desgraciado que el presente a su vez menos infeliz que el futuro. Así empieza la novela: Si mis grandes tristezas, trabajos y desventuras por otra Isea fueren oídas, yo soy cierta que serán no menos lloradas que con razón sentidas [...]. Esta mi obra, que solamente para mí escribo, es toda triste, como yo lo soy; es toda de llanto y de grandes tristezas, porque ansí conforme con todas mis cosas y tenga el hábito que yo tengo, f...] De quien leyere esta obra que escribo, no pido remedio, sino piedad, si para mí hay alguna [...].10 A lo largo de su relato, Isea seguirá expresándose con patetismo. Esta función emotiva es lo que más la caracteriza como narradora, y le da a la novela una tonalidad que sin ser totalmente ajena a la de Tacio no prevalecía en ella.

io P. 97.

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La imitación, término que emplea el autor en su dedicatoria, supone esbozos de adaptación o actualización y, sobre todo, modificaciones debidas, las más interesantes de ellas, a la aportación de otros géneros, contemporáneos de Núñez de Reinoso. Antes de estudiar las aportaciones del español al texto inicial, veamos qué es lo que desecha del texto griego. Significativa, sin duda, para la evolución del género bizantino es la castidad impuesta ya no sólo a la heroína, como en Tacio y Dolce, sino también al héroe, como en la novela de Núñez de Reinoso. En Tacio, la apasionada Melita, en un último intento desesperado, cuando han reaparecido o «resucitado» ya su propio marido y Leucipa, y se vuelve nulo su casamiento con Clitofonte, logra enternecer al hasta entonces casto héroe para que tenga, una sola vez, trato carnal con ella. Para Clitofonte, se trata de aliviar a un alma enferma, que deja de ser un estorbo en su relación con Leucipa, administrándole un remedio placentero para ambos, pues Melita es tan hermosa como enamorada y generosa. Movido, al fin, por la piedad y el temor de desagradar al dios Amor, se entrega de buen grado Clitofonte a los deleites de Afrodita: En fin, [tan pronto como me desató y me abrazó entre lágrimas} experimenté un sentimiento de lástima hacia ella y tuve de verdad miedo de que el dios Amor me guardara rencor. Por lo demás, estaba el hecho de haber recobrado a Leucipa, de que después de este episodio iba a verme libre de Mélite, y de que lo que hiciésemos no era ya una boda sino una medicina para una alma enferma. Y así me resigné a que me rodease con sus brazos y no puse reparos a sus abrazos. Y ocurrió cuanto Eros quiso que ocurriera, sin que precisáramos ni de cama ni de ningún otro pertrecho habitual en el rito de Afrodita. Amor es maestro de sí mismo y sagaz improvisador que cualquier lugar convierte en santuario de su culto secreto. En el trance de Afrodita lo más elemental sabe mejor que lo más elaborado, pues él mismo es su fuente de placer.11 El español conserva este episodio modificándolo de forma que la relación sexual esté aplazada, una vez más, y ya no se cumpla 12 . Tocamos aquí una modificación esencial, que anuncia la eufemización del erotismo en los «imitadores» españoles de la novela griega13. 11

Leucipa..., p. 312. As! reza en la traducción italiana de Dolce: «{...] poscia ch'io fui slegato, et che la giovane piagendo m'abracciô, non potei non sentir di lei qualche pietà. E per dire il vero, temei che amore non si sdegnasse meco; massimamente perche, havendo io Leucippe ricuperata, era fra poco per lasciar Melite, ne haveva perô fornito il debito ufficio délie nozze, ma all'animo infermo recato solamente certo quasi alleggiamento d'affanni. Lei adunque che me abbraciava e basciava, con pari abbracciamenti e con altre tanti basci raccolsi. E in questa guisa tra poco spatio tutta l'aspettation del suo desiderio adempiei, non facendo a noi dibisogno ne di letto, ne di tapeto, ne di altro apparecchio solenne a ricevere i dolci diletti di Venere; percioche Amore è a se medesimo buono artefice et pronto sophista ad ogni improviso accidente. Et certo è verissimo che gli amorosi piaceri sonó alia sproveduta piu soavi che queglialtri non sonó, che vengono con molta cura apparecchiati: si come quelli che tengono la naturale dolcezza» (Clareo, p. 396). !2 «Aviendo dicho todas estas cosas lo desaté [yo = Isea] y comencé de bañar con tristes lágrimas; pero ninguna de mis razones pudieron ablandar su duro coracón, diziendo que él se determinava de hazer todo lo que yo quería, pero con tanto que no fuesse en mi casa, y que prometía que, si lo pusiesse en salvo, que en casa de aquel mi amo obedesccería mi voluntad y mandado; y que, porque viesse que él no faltaría, que esto que pidía fuesse con tal condición que yo no embiasse allá a Florisea hasta tanto que él cumpliesse su palabra y juramento» {Clareo, pp. 152-153). 13 Ver M. Á. Teijeiro Fuentes, 1990, pp. 311-321. Véase también A. Rey Hazas, 1990, pp. 271-282.

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La escena en ambas novelas se termina por un trueque de vestidos entre los dos personajes para que Clitofonte pueda escapar de la cárcel haciéndose pasar por Melita. En la de Tacio, el vestir la ropa del amado es prolongación del abrazo: «Conserva este ropaje como recuerdo y déjame el tuyo para ponérmelo y sentirme entre tus brazos»14. En la versión española, también desaparece, no sin lógica, el significado erótico del intercambio de ropa. Dado que faltan en Núñez de Reinoso los libros iniciales del modelo en los que se evocaba el nacer del deseo amoroso en los héroes, desaparece del todo la sensualidad que caracterizaba algunos episodios de la obra griega. Es el caso del primer beso robado lúdicamente por Clitofonte a la joven, o el de un estudio comparativo del placer que experimenta un hombre con un efebo o con una mujer. El amor en Núñez de Reinoso ha perdido su dimensión sensual, del que sólo queda alguna huella en el discurso de Isea, para expresarse únicamente como sufrimiento o puesta a prueba. Ha conservado y desarrollado el español el imperativo de castidad al que acaban por someterse los héroes de Tacio, atemorizados por un sueño de Leucipa en el que aparece Artemisa y otro de Clitofonte en el que Afrodita le niega la entrada a su templo. La castidad hasta la celebración del casamiento está asentada desde un principio en Núñez de Reinoso, que afirma así el motivo de los hermanos amantes, amantes que se portan como hermanos hasta el final de sus «trabajos», cuando ya se pueden casar15. Este motivo aparece en la novela, más tardía, de Heliodoro, pero no en la de Tacio. El español también elimina o reduce digresiones que debieron de parecerle enfadosas, no corresponder al gusto del público contemporáneo, o más seguramente porque desviaban el argumento de su cauce. El ejemplo más destacado de tal actitud, lo encontramos al final de la obra. Los libros VII y VIII de Tacio, que aparecen en su integralidad en Dolce, están alterados en Núñez de Reinoso. Tratan del juicio de Clitofonte, acusado de adulterio, por el marido de Melita, y del asesinato de Leucipa. Convencido de que su amada está muerta, una vez más, se quiere morir y se acusa a sí mismo de haberla matado. Los discursos de la acusación y de la defensa ocupan buena parte de los dos libros finales, en los que es patente la influencia del arte oratorio16. El autor español reduce su extensión, suprimiendo las intervenciones del acusador Tesiandro, marido de Isea. Tampoco aparece el personaje del sacerdote de Artemisa, orador brillante que debe tanto a la retórica judiciaria como a Aristófanes. En varias ocasiones, Tacio teoriza las emociones experimentadas por sus personajes. Analiza las pasiones con una terminología (seudo)científica, que frecuentemente pretende expresar verdades universales. Cuando conserva tales disquisiciones Núñez de Reinoso las reduce. Es lo que hace en un encuentro de Tesiandro y Florisea, en el que ^Leucipa, p. 313. En la traducción de Dolce: «[...] e serba appresso di te questa vesta per memoria di me, lasciandomi in iscambio i tuoi parmi, de iquali vestendomi mi parra d'essere nelle tue braccia» (Clareo, p. 397). 15 Véase C. Marguet, 1995, pp. 167-176; Id., 1997, pp. 292-312. 16 Para la influencia de la Segunda Sofística en la novela de Tacio, véase Massimo Fusillo, 1991, pp. 7681.

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Tesiandro arde de amor y cólera frente a la frialdad de la heroína. El conflicto de sentimientos está analizado detenidamente en Tacio, según una teoría mecanista, y aparece de forma muy resumida en el español17. Se da otro ejemplo cuando Clitofonte, en la cárcel, se entera —por enésima vez— de la muerte de Leucipa. Tan grande es la turbación del héroe, que a poco se desmaya, que las lágrimas no hallan en seguida un cauce. Sigue una comparación con la sangre que no surge inmediatamente de la herida. Núñez de Reinoso elimina tal comparación, tal vez porque irrumpe en un momento de climax de la emoción, que siempre es lo que prevalece en su novela18 . También prescinde de las pruebas de virginidad para Leucipa y de inocencia para Melita, acusada de adulterio, pruebas comparables a la ordalía, que eran ocasión de contar sendas leyendas mitológicas. La inclusión de las leyendas en la obra de Tacio no se justificaba por ninguna necesidad estructural, sino por el placer de contar. La novela griega incorporaba además varios excursos paradoxográficos o digresiones sobre zoología, esencialmente. Han desaparecido de la versión española, pero no podemos deducir nada al respecto ya que se situaban en los cuatro primeros libros, ausentes del Clareo (y de la versión de Dolce). El argumento del Clareo elimina pues este tipo de digresiones «curiosas», más propias del gusto de la miscelánea, para centrarse en una narración que privilegia la tonalidad patética. Al contrario de lo que harán a continuación los imitadores españoles de la novela griega, Núñez de Reinoso sólo esboza la adaptación de la acción y los personajes a su propia época y espacio geográfico. El espacio sigue siendo el del Mediterráneo oriental, igual que en las novelas griegas. La geografía, por cierto, queda poco menos que reducida a la presencia de topónimos, ya que no le preocupa valerse de información enciclopédica o dar en el tipismo19. Los toques realistas20 son los conservados de Tacio, por ejemplo la descripción de Alejandría o de una fiesta religiosa en el Egipto helenístico. El único episodio de la acción principal que transcurre en España aparece en la segunda mitad de la novela. Pero en la parte imitada de Tacio, inserta el español un relato, hecho por un personaje segundario, que tiene como decorado Barcelona y Valencia, y como protagonistas jóvenes nobles contemporáneos del autor. Se alude, en un esbozo de realismo que anuncia la novela ulterior, a los fueros que le permiten a un criminal huir de la justicia pasando de un reino a otro21. La onomástica ha sido modificada sin ser hispanizada. Se la puede comparar a la onomástica codificada, de corte idealizante, de los libros de caballerías o de las novelas pastoriles. En ella se nos da una clave para valorar el papel de Isea. Doble de la heroína, 17 p p . 329-330 en Leucipa, 161-163 en Clareo, 408-409 en Dolce. 18 P. 337 en Leucipa, 166 en Clareo, 413 en Dolce. 19 Para el espacio geográfico, los novelistas «bizantinos» hispanizarán parcial (como Cervantes, Enríquez de Zúñiga) o totalmente (Lope, Quintana) la acción principal. En cuanto a la época, es contemporánea del autor. Véase C. Marguet, 1997, pp. 104-128. Los imitadores franceses de la novela griega, en cambio, prefieren ubicar sus obras en un espacio exótico y un tiempo antiguo. 20 «Realista» en el sentido en que puede leerse como destinado a producir, además de la adtniratio, sobre todo en el caso de la descripción de Alejandría (Clareo, p. 107), el «effet de réel» tal como lo define R. Barthes. 21 Pp. 126-131 (ausente en Dolce).

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es una Florisea sin la «flor», una mujer casada, o viuda, que no tiene la pureza imprescindible como para ser protagonista de novela bizantina. Los héroes ya no son patricios de Bizancio, pero el autor tampoco hace de ellos jóvenes nobles del siglo xvi: se quedan en una identidad intermedia, que fluctúa acorde con los episodios. En los que son creación propia de Núñez de Reinoso, se vuelven jóvenes cortesanos. La adaptación de la que son objeto aparece sobre todo, en efecto, en el tratamiento de la sociabilidad. El novelista del siglo xvi parece preocupado por las reglas que deberían regir las relaciones en una sociedad civil. Curiosamente, tratándose de una novela del viaje, la sociabilidad de corte es la más desarrollada, en un episodio que ocupa dos capítulos —XI y XII— y que no está inspirado en Tacio-Dolce22. Estos capítulos exaltan la figura renacentista por antonomasia del Cortesano, en una corte ideal, la del duque de Atenas. Se describen caballeros y damas en una sociedad regida por la armonía, el amor al próximo, la hospitalidad. La presentación de tal sociedad nos recuerda las utopías: se trata de un lugar aislado y lleva un nombre emblemático: la ínsula de la Vida, «porque quien no trata entre gente sabia, siempre muere y nunca vive». La sabiduría exteriorizada tanto por la conversación como por la actitud general hacia el otro es así savia de la vida de corte. El movimiento hacia el otro es gracioso y espontáneo: «salieron muchos caballeros y damas a recibirnos con amorosas palabras». Una familiaridad apacible rige desde un principio las relaciones entre gente bien criada: «nos hablaban tan amorosa y agraciadamente como si nos hubiésemos criado juntos [...] eso tiene la gente noble que luego ama y favorece». La gracia acompaña todas las actividades cotidianas; los modales en la mesa nos dan buena ilustración de ello: [...] pero lo que más me hacía maravillar era ver cuan diligentemente unos y otros se servían, y con cuánta crianza y reposo, honestidad y demasiada gracia lo hacían Los hombres comparten su tiempo entre el estudio de las letras y los ejercicios que desarrollan el cuerpo: esgrima, caza, juegos, torneos, mientras las mujeres se ocupan en sus labores. Ambos sexos se reúnen para cazar y, sobre todo, conversar. Conversación casi informal o actividad organizada, como lo son los enigmas, la disputa se caracteriza así: [disputaban] sotilmente y sin ningún perjuicio, con mucha cordura y discreción, no porfiando ni dando voces ni gritos, [...] no se tractaba allí quién come bien, quién viste mejor, quién gasta más; porque de todas estas cosas, el' buen cortesano huye más que de ponzoña, o rejalgar. Allí finalmente, hablaban poco, y no incitaban a hablar mucho, gastando más tiempo en pensar en lo que decían que no en decirlo. Tenemos aquí un breve manual, en forma de relato, de las virtudes y los modales del cortesano, en el que aparecen de forma evidente las preocupaciones de un contemporáneo de Castiglione23. 22 Otros novelistas griegos ponen a sus protagonistas al contacto de príncipes, como Caritón o Heliodoro, pero no lo hace Tacio. 23 Para una historia de los modales y de los manuales de cortesía puede consultarse el estudio de Norbert Elias, 1973.

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De forma general, las modificaciones que aporta Reinoso al texto inicial, supresiones o añadiduras, son reveladoras de la evolución del género —o de los géneros— novelesco(s)24. Se ha escrito de la novela griega que es una «enciclopedia de todos los géneros literarios de la Antigüedad»25, es decir de géneros no novelísticos. Encontramos en Tacio, igual que en otros novelistas griegos, influencias o imitaciones de la epopeya, la historiografía, la comedia, la tragedia, la lírica, el arte oratorio, así como excursos de carácter enciclopédico y descripciones de obras de arte figurativas (ékfrasis). De tal heterogeneidad nació la novela. En Clareo tenemos otras influencias genéricas, que también son reveladoras de la convergencia de distintas tendencias —novelísticas ya casi todas— en una época de renacimiento de la novela. El texto de Núñez de Reinoso no es menos heterogéneo que el de Tacio, ya que en él notamos la presencia, además de la novela griega, de la égloga o literatura pastoril, las novelas de caballerías y sentimental, la novella italiana. A pesar de su estatuto de traducción-adaptación, apenas nos atrevemos a decir que domina en la primera parte de Clareo la componente griega. Otras marcas genéricas, claramente identificables a veces, torpemente integradas, también, contribuyen a la elaboración de un todo bastante heterogéneo. Las «torpezas» o irregularidades son precisamente dignas de interés porque resultan de la intertextualidad o más bien aquí de la intergenericidad. La novela de Núñez de Reinoso, aunque se asienta en una traducción de la de Tacio, de la que es, en muchas de sus páginas, traducción a su vez, se elabora también a partir de la incorporación de materiales de distintas procedencias, imperfectamente asimilados26. La influencia de la literatura sentimental —en un sentido muy extenso, pues podemos incluir a Ovidio y Séneca, fuentes citadas por el propio Núñez de Reinoso en el paratexto— es perceptible sobre todo en el personaje de Isea, y su voz, que privilegia el pathos, expresa el amor como frustración y sufrimiento, y un malestar sin fin27. Núñez de Reinoso hace suyo el final feliz para la pareja heroica, lo cual es la regla en las novelas griegas y luego bizantinas, condenando a los demás personajes, si es que porfían en su amor a uno de los protagonistas, a la desesperación. El desenlace de la primera parte, que sólo lo es para los dos amantes, se caracteriza, en efecto, por el final feliz obligado y es, a la vez, punto de arranque del exilio de la abandonada Isea en la segunda parte. Así lo relata la narradora:

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Aunque sea anacrónica la palabra «novela», se emplea aquí por cómoda. Juan Bautista Avalle-Arce, acerca del episodio de la ínsula Deleitosa en el Clareo, habla de «curiosa mezcla de elementos de procedencia tan distinta, de gran interés en la historia de la novela española» (1975, p. 44). 2 ^ M. Fusillo, 1991, p. 67. Sobre la polifonía en la novela griega, véase pp. 23-97. 26 Véase Alain Tournon, 1987. 27 Para Constance H. Rose (1971) y Antonio Prieto (1975), el relato autobiográfico, femenino y dirigido a un público de quien se requiere simpatía es un rasgo heredado de la Fiammetta, de Boccacio. Para un estudio del yo personaje-narrador en la novela sentimental, véase Françoise Vigier, 1992. Núñez de Reinoso, en una carta dirigida a Juan Micas, en la que habla de su obra en prosa, señala como modelos los Tristia de Ovidio y las tragedias de Séneca (Clareo, p. 197).

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después de tantos trabajos aportó [Clareo] a Bisanzo alegre y prósperamente, y de sus padres fue bien recebido [...] se holgaron con él y lo casaron con Florisea [...] y todos alegres y contentos viven en su tierra y natural, sino yo a quien fortuna, no harta de mis trabajos ni de mi contraria suerte, aflige y de un trabajo en otro mayor lleva, alongándome de mi tierra. 28 El carácter patológico del amor está presente en los héroes griegos y luego bizantinos, pero sólo como una etapa de puesta a prueba, luego premiada 2 9 . Son trágicos los amores de personajes segundarios pero en ningún caso protagonistas 3 0 . El conferir a la voz narrativa principal esta dimensión es rasgo nuevo, intergenérico. También lo es el léxico empleado: el amor es servidumbre, locura; Isea vive sin vida y muere con ella, anhela la muerte 3 1 . El locus amcenus es el decorado del m o m e n t o presente de la narración. En la ínsula Pastoril, en efecto, es donde Isea se ha refugiado cuando escribe el relato de sus desventuras. El universo pastoril es uno de los lugares del exilio de Isea, en el cual halla cierto descanso, pero no el sosiego a n h e l a d o 3 2 . Su queja suena primero en una naturaleza empática, expresión del paisaje interior, antes de convertirse en escritura: Yo, viendo tan deleitoso lugar, acordé de quedarme allí, haciendo otro prado de mis trabajos, siendo los árboles mis grandes suspiros, y los arroyos las lágrimas que de mis ojos salen, y las rosas mis penas, y las flores mis cuidados, y las sombras mis tristezas, y las yerbas mis enojos. Acompañada de las cuales cosas, confieso que vivo de la suerte que juzgarse puede, ablandando con mis lágrimas las duras peñas destos prados y valles, adonde estaré hasta que mi ventura quisiere, y adonde me pareció escribir esta mi obra[...]. 33 Aunque este espacio de la narración sólo viene identificado en la segunda parte de la novela, rasgos pastoriles aparecen desde la primera parte, en la ínsula Deleitosa. También tenemos, en la primera parte, una novella trágica y el esbozo de una novella cómica, episodios todos creados por N ú ñ e z de Reinoso. M á s q u e enumerar las influencias genéricas, nos interesa estudiar c ó m o se incorporan al relato básico, que es el heredado de la novela griega, desde la mera superposición hasta una integración más esmerada. Este género i m p o r t a d o puede presentarse, en relación con la narración primera de Isea, como un relato inserto, a cargo de u n narrador episódico. Así en el capítulo X, que tiene como marco la ínsula de la Crueldad, un personaje cuenta la trágica historia de amantes infelices en la España contemporánea. Un triángulo amoroso se forma: Falange ama a Belesinda que ama a Casiano que no ama a nadie. Estos amores mal correspondidos desembocan en varios asesinatos y la ejecución de Belesinda. Este relato se sitúa en un plano narrativo 28

Pp. 173-174.

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Véase lo escrito sobre el Persiles de Cervantes por Aurora Egido, 1991. 3 " Amores trágicos, en Tacio, son los de un personaje amigo de Clitofonte, Clinias, homosexual cuyo amante muere tras un accidente. En la novela bizantina, lo son los del portugués Manuel de Sousa Coitiño, que muere del desdén de su amada (Cervantes, Persiles y Sigismunda). 31 Así en el capítulo IX, antes de que Clareo se resuelva a casarse con Isea. 32 En opinión de Constance H. Rose (1971), Clareo es un relato bizantino en un marco pastoril. Lo que sí es pastoril es el marco de la narración. 33 P. 194.

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segundo y no implica ninguno de los personajes de la intriga primera. Su relación a ésta es analógica: la historia de Isea también es la de amores triangulares, y desgraciados en parte, para la tercera protagonista. Esta incorporación anuncia novelas más complejas, como las bizantinas de Lope y Cervantes. Mejor integrado en la economía narrativa de la novela es un breve episodio cómico de seducción de una mujer casada34. Su protagonista es Rosiano, compañero de Clareo, que viste de viuda para tener hospedaje en la posada de la dama, Ibrina, y acercarse a ella sin despertar sospechas. Este episodio pertenece al plano primero de la narración y cumple una función en los amores de Isea y Clareo: Ibrina es amiga de Isea y encargará a Rosiano que haga de tercero. El episodio está bien integrado en la medida en que responde a una necesidad dramática, lo cual no impide que al lector le llame la atención por su tonalidad jocosa, que contrasta con la tonalidad general de la obra, y el hecho de que celebre un adulterio. Recordemos que Núñez de Reinoso borra de su texto el adulterio cometido, en el modelo griego, por Melita con Clitofonte. Aquí, como en el episodio trágico que mencionamos antes, la influencia de la novella italiana es evidente. Aparece característico de la reescritura de Núñez de Reinoso el aislamiento de los distintos rasgos genéricos contemporáneos de los que se vale. Hasta tal punto que recurre a la isla, como espacio no sólo de un episodio, sino de un universo literario o genérico. La ínsula Pastoril, con su locus amcenus, es el espacio arquetípico de la égloga, ya en prosa; la ínsula de la Vida es el espacio de la representación de una Corte ideal; la ínsula de la Crueldad, con su decorado simbólico, el de la novella trágica. Estas islas corresponden a otras tantas direcciones genéricas, y son reveladoras de una escritura novelesca en sus albores, en la que las distintas herencias no se funden todavía para elaborar un texto homogéneo35. Notemos el papel de cohesión desempeñado por la protagonista-narradora Isea, como instancia narrativa casi única, tanto de sus aventuras como de las ajenas. Justifica la diversidad de aventuras narradas incluyéndolas en un proyecto autobiográfico unitario: «[mi obra] cuenta aventuras ajenas, porque mejor se vea cuan grandes fueron las mías»36. El personaje de Isea es suficientemente atípico como para hacer de puente entre los distintos géneros sin ser alterado apenas. Es un personaje genéricamente errabundo. Otros personajes, en cambio, se metamorfosean, cambiando el atuendo arquetípico o la actitud vital frente a una situación genérica nueva. Así en la ínsula Deleitosa donde príncipes y caballeros, que han revestido el hábito pastoril, se entregan a su cuidado amoroso. Cuando irrumpen tres gigantes para raptar unas damas, el pastor arroja su hábito cediendo el paso al caballero:

54 p. l i é . 35 Juan Bautista Avalle-Arce escribe, acerca de la mezcla de géneros en la ínsula Deleitosa: «[son] elementos que ofrecen cuatro ventanas abiertas al vasto panorama de las posibles temáticas novelescas que confronta al escritor de la primera mitad del siglo xvi. Núñez de Reinoso no se sabe decidir y tampoco las sabe integrar, y otea el paisaje de ventana a ventana» (1975, p. 44). Las cuatro ventanas de las que habla Avalle Arce son, además de los elementos caballerescos, pastoriles y bizantinos, el imram céltico. 36 p. 97.

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vieron venir dos pastores, los cuales echando de presto los pastoriles hábitos, quedaron armados; y [...] comenzaron a combatirse bravamente con los gigantes.37 Mediante las metamorfosis del pastor en caballero y del caballero en pastor —incluyendo el cambio de nombre, pues el pastor llamado Arquesileo se vuelve el caballero Constantino— los dos universos intercambian sus características. El disfraz pastoril es aquí una de las expresiones, torpe tal vez pero significativa, de la elaboración del personaje mediante la intergenericidad. Un personaje puede cambiar también de caracterización según el contexto genérico de una situación específica. Lo cual es otra manifestación de la fluctuante o compleja identidad genérica de la novela. Clareo, en la cortesana ínsula de la Vida, topa con Menelao, autor del rapto y del supuesto asesinato de Florisea. Su actitud en ese momento es la de un caballero: reta al malvado, según la fórmula del «mentís»: dijo que a él [Clareo] convenía hacer aquella batalla, y que lo que había dicho era la pura verdad [...] y ansí lo mantenía para lo cual lo desafiaba, y decía que él [Menelao] había robado y muerto a Florisea, lo cual había fecho cautelosamente como traidor y malvado que era; y que esto se lo haría conocer en campo a uso de bueno y leal caballero.38 Este episodio no se encuentra en el texto de Dolce. En una situación heredada de la novela griega, en cambio, el protagonista de Núñez de Reinoso se comporta como el de Tacio, es decir de forma totalmente opuesta. Cuando reaparece el marido de Isea, a quien se creía muerto, Clareo se deja maltratar sin reaccionar: echóle mano de los cabellos, y comenzólo a tratar, no de otra manera que si lo quisiese sacrificar al dios Apolo [...]. Después que Tesiandro estuvo cansado, se levantó [Clareo] en pie, y muy humildemente le preguntó la causa de así rratallo.39 Alternan pues en el personaje de Clareo la mansedumbre heredada del héroe de Tacio —lo mismo se podría decir de otros protagonistas de la novela griega, como Teágenes en Heliodoro— y la belicosidad del héroe de libros de caballerías. Si podemos tachar tales variaciones de torpezas o incoherencias, no es menos lícito considerarlas como intentos de superar la supeditación de las características del personaje y de la acción a unas normas genéricas40.

37 P. 105. P. 140. 39 P. 149. 40 Sobre el personaje como arquetipo en los distintos géneros novelescos del Renacimiento, recuérdense las palabras de Antonio Vilanova (1949, p. 97): «[...] es claramente perceptible a partir del nacimiento del género, la existencia de unos moldes inalterables en cuanto a la caracterización del héroe de la narración novelesca como perfecto arquetipo de su condición humana, y una tendencia insoslayable hacia la representación de este arquetipo en el marco de un ambiente fijado. Paradigma de heroísmo caballeresco, de tercería, de amor bucólico, de galantería morisca o de vida picaresca, el héroe novelesco del Renacimiento tiene trazada su ruta a través de paisajes armónicos con la ficción de su vida». 38

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En el Clareo tenemos pues un caso de reescritura que parte de unos cimientos: la novela de Tacio en la traducción de Dolce, con su argumento, sus personajes y hasta su literalidad, a los que se incorporan nuevos elementos que podemos adscribir a géneros novelescos contemporáneos del imitador. Géneros ya en el declive, como las novelas sentimentales y de caballerías, o destinados a un buen porvenir, como la novela pastoril y la novela corta. Al estar en contacto unos con otros ven modificarse sus características. Aunque es menos esmerada y amena la obra del español que la de Tacio, estas modificaciones, reflejo de la evolución de la novela, suponen un enriquecimiento. Contiene en germen novelas bizantinas más acabadas, como el Persiles de Cervantes. La influencia de Núñez de Reinoso fue probablemente poco más que nula, por su escasa difusión, pero su Clareo no deja de ser un eslabón digno de interés en la evolución de la novela española del Siglo de Oro.

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