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EL ESTILO DE PENSAMIENTO DE FREUD NOTAS SOBRE LA PERSONALIDAD Y EL ESTILO DE PENSAMIENTO DE FREUD x Ernest G. Schachtel
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se consideraba como médico yque le gustaría poder abandonar su consultorio Esta actitud se halla reflejada en sus escritos. Cabría objetar a esto señalando sus escritos clínicos y sus historias clínicas, pero concuerdo con Holt6 con todo, en el punto de vista de que Freud ponía un interés emocional mucho mayor en la teoría general del psicoanálisis, conocida también como metapsicologia, y en sus teorías filogenéticas de vasto alcance sobre el hombre que en su teoría clínica. Estaba interesado mucho más profunda y apasionadamente en descifrar el enigma del hombre que en los diversos estados clínicos, si bien
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tenia mucho interés, por supuesto, en servirse ya sea de sus observaciones clínicas El estilo del pensamiento (el estilo cognoscitivo) constituye un aspecto im portante de la personalidad. Del mismo modo que podemos acaso reconocer intuitivamente la impronta de una personalidad particular en cualquiera de sus actitudes, así puede también el pensamiento impresionarnos como característico de una persona y, además, como relacionado con algunas tendencias especí ficas de la personalidad. Semejante impresión podrá ser acaso perfectamente válida, aun si no comprendemos todavía, en su detalle, los complicados proble mas teóricos de las relaciones entre el estilo cognoscitivo y los controles cog
noscitivos por una parte, y los impulsos, las defensas y los modos de adaptación por la otra.2 Voy a especular a continuación sobre algunos aspectos de la per sonalidad de Freud y su relación con ciertas cualidades de su estilo cognos citivo descrito por Holt en el artículo citado.
No podemos apreciar plenamente los resultados logrados por Freud sin atender a la cualidad apasionada de sus intereses intelectuales. De hecho, toda la pasión de su vida adulta —aparte del periodo del noviazgo con su futura esposa— pasó prácticamente a su obra teórica y su destino.3 En una carta enternecedora a Pfislcr, escribe en 1910:
"La vida sin trabajo no me la puedo imaginar agradable. Soñar y traba jar son para mí lo mismo; ninguna otra cosa me divierte. Esto sería un signo
flde felicidad, si no tropezara con la idea terrible de que la productividad de pende totalmente de una disposición sensible. ¿Qué se puede emprender en. un día o en una época en que las ideas fallan o las palabras no acuden? No deja uno do estremecerse frente a esta posibilidad." * -Puede apreciarse en las cartas de Fieud a Fliess hasta qué punto esto cons
tituye una autodescripción. En ellas, en efecto, se ponen de manifiesto la búsqueda apasionada, la exaltación del descubrimiento, pero también la duda, la depresión —algunas voces vecina do la desesperación— y la ausencia de cualquier otra satisfacción que se aproxime, ni con mucho, a la que le propor-
cicaa su labor teórica. Freud ha dicho y escrito reiteradamente que se hizo mé dico contra su voluntad, que no sentía deseo alguno de curar a la gente, que no
como camino hacia sus teorías mas vastas, o de su teoría general de la psico logía para explicar los fenómenos clínicos. Conservó este interés toda su vida
desde el Proyecto de una psicología científica, de 1895, hasta sus últimas publi caciones metapsicológicas, y desde Tótem y tabú (1912) hasta Moisés y el
monoteísmo (1939), al final de su existencia.
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En su Autobiografía, Freud escrihe que, siendo todavía alumno de escuela, se sentía poderosamente atraído por "las teorías de Darwin, porque presentaban esperanzas de un avance extraordinario en nuestra comprensión del mundo"
pero que fue "oyendo el magnífico ensayo sombre la naturaleza, de Goethe, leído" en voz alta por el profesor Cari JJrühl, poco antes de dejar la escuela, que
me decidí a hacerme estudiante de medicina".» Dicho ensayo es un himno en
prosa de la naturaleza, lleno de profundos pensamientos aforísticos sobre la misma, muy apartados de lo que comúnmente suele entenderse por la observa ción o la explicación científicas. Pero ejerce un vigoroso atractivo sobre todos
aquellos que sienten el deseo de descifrar los enigmas de la naturaleza, del mundo y del hombre y tienen, como la tenía el joven Freud, una inclinación filosófica o artística, y no sólo rigurosamente científica. Como ha sido señalado por luncr, treud conocía íntimamente, por propia experiencia, el conflicto
en re la forma intuitiva, filosófica, y la forma científica de expresar sus desks personalidades Z„ntfli;//ntlCiPraCÍ°ne9; de ca9Ua». P"C3.solicitados, que le fascinaran las de Leonardo 7n"da,ticnc y Goeüic, quienes se vieron ambos por las formas científica y artística y poética de percibir y comunicar ló que contemplaban en la naturaleza yel hombre." Yefectivamente, pese a que el objetivo consciente fuera toda su vida el descubrimiento científico, el estilo literario de Freud, la fuerza yprecisión de algunas de las imágenes que emplea y su preocupación frecuente por la literatura y el arte muestran, con todo que la comunicación de sus descubrimientos o sus especulaciones se ve ala
ciada muy amenudo con el don del escritor yaun, en ocasiones, con el poder vivido y evocador peculiar al lenguaje de la poesía y el mito. Freud se sentía obligado a excusar sus grandes dotes literarias, que le parecían fuera de luKar
en un científico. Escribe: "No siempre he sido un psicoterapeuta. Al igual que 1 Estas notas son una versión algo ampliada de los comentarios del autor a un artículo de Robert R. Holt, FreutTí Cognitive Style (véanse ref. 9 y Addendum, p. 60). 2 Véase reí. 7 (capítulo 11).
s Esto no pretende en modo alguno negar el significado de sus relaciones con algunos do sus amigos, discípulos y contrincantes tales como Orcucr, Friess, Jung, etc. No obstante, también en estas relaciones desempeñaron las ideas teóricas de Freud y su identificación coa ellcs un papel control. * Carta del 6 do marzo do 1910, Correspondencia Freud-Pfister, Fondo de Cultura Económica, México, 1966. [E.] 50
6 Véase ref. 10 (p. 368). 0 Véase reí. 2a.
. TVéo".?*• ¡? (,PI'- 48-9' 93' 182>- H- W- P«"« cita asimismo a Witiels (véase reí 14> qmen escnb.o: "En la mentalidad de Freud, el don místico del vidente está constantemente
en confhcto con la necesidad de la descripción mecánica... Está asustado de suS talentos exccpconales y duranio toda su vida de investigador se impuso un freno a «í Husmo. Él, que por temperamento era un vidente, se dedicó con fervor al estudio de ln ciencia exacta por los métodos ordinarios de la investigación científica "
Schachtel, E. G., 1966: Notas sobre la personalidad y el estilo de pensiamiento de Freud, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatria y Psicología, México No. 2 (1966), pp. 50-61.
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muchos otros neuropatólogos, aprendí a servirme de diagnósticos locales y de
mí mismo con la reflexión de que esto se debe obviamente a la naturaleza del sujeto, y no acaso a preferencia alguna de mi parte".8
• Pese a que Freud no parezca haber vacilado nunca en su búsqueda de la verdad y el conocimiento, ni haber intentado nunca, o haber pensado nunca
periosa de comprender algo de los enigmas del mundo y de contribuir tal vez yo mismo en algo a su solución".11 En su correspondencia con Fliess describía este objetivo como filosofía. Así, por ejemplo, escribió en 1896, a los cuarenta años de edad: "En mis pensamientos más íntimos alimento la esperanza de volver (a través del rodeo de ser un médico) a mi objetivo ori ginal de la filosofía", y unos meses más tarde: "De joven no conocí mayor
en intentar, servirse de formas literarias o artísticas en la persecución de sus fines, no cabe duda alguna que, durante la mayor parte.de su vida, sintió un
deseo que el de la comprensión filosófica (Erkenntnis), y ahora estoy a punto de lograr este deseo, pasando de la medicina a la psicología. Me hice tera peuta contra mi voluntad".12 Estos fueron los amplios y arrebatadores obje tivos de su adolescencia, que había de perseguir, una vez abandonada defi
la intuición y la especulación profunda y de vasto alcance porcuna parte, y la
conflicto entre dos modos de pensar y escribir: el conflicto entre su genio para
nitivamente la fisiología, a lo largo de su existencia entera. Al mismo tiempo, Freud insistía en su falta de conocimiento e interés
electroprognosis, y sigue sorprendiéndome todavía a mi mismo, como algo
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raro, que las historias clínicas que escribo se lean como novelas oortas y que les falte, podría decirse, la impronta seria de la ciencia. Debo consolarme a
necesidad de la disciplina de la ciencia, de la prueba rigurosa y paso a
paso por la otra. Holt ha señalado este conflicto y lo atribuye a la influencia, por un lado, de la Naturphilosophie germánica y, por el otro, a la de sus maes
tros de fisiología, especialmente de Bruecke.0 Cualquiera que fuera el papel
desempeñado por estas influencias —y no dudo que hubieron de desempeñarlo— y cualesquiera que fueran las predisposiciones ya presentes en el joven Freud que h» permitieran desempeñar un papel importante, subsiste, con todo, la pregunta acerca de ios orígenes del interés apasionado y de la búsqueda, por parte de Freud, de una respuesta a los enigmas de la psique humana, de la
mente humana, y a propósito de los orígenes de los diversos modos y estilos
de pensar con los que la buscó. Creo que podemos ver, tanto en el estilo
especulativo como en el estilo riguroso, una intensidad y una energía operan tes de pensamiento que pueden acaso deberse no sólo a la pasión por el obje tivo, sino también al contenido emocional, a ia catequis de las actividades me
diante las cuales dicho objetivo era perseguido. Esto plantea la cuestión de la relación, en la personalidad de Freud, entre el estilo cognoscitivo y los con troles conscientes de los impulsos, entre las adaptaciones' y las defensas. Y del mismo modo que no conocemos la respuesta al problema general de la na turaleza de estas relaciones, así. tampoco puedo dar yo nada que se parezca a
una respuesta a esta cuestión. Lo más que puedo hacer es plantearla y especu
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por la filosofía, llegando inclusive a expresar menosprecio por la misma, especialmente por la metafísica; se abstenía de leerla, e insistía en que no había leído, ni deseaba leer, la obra de autores como Schopenhauer, Nietzsche y otros, pese a que se diera cuenta de que éstos habían anticipado algunas de su3 ideas y concepciones centrales. La exigencia e impaciencia de com prender y resolver los enigmas del mundo, él enigma del hombre, se enfrenta una y otra vez a los postulados y los ideales de la ciencia con sus demandas
de razonamiento y prueba rigurosos y paso a paso. La actitud ambivalente frente a la filosofía es una de las diversas formas en que este conflicto halla expresión. La actitud ambivalente hacia los métodos rigurosos de la ciencia y de la formulación científica es otra.
En tanto que en 1927 consideraba el regreso a sus intereses primeros, esto es, a contribuir en algo a la comprensión y la solución de los enigmas del mundo en que vivimos, como el triunfo de su vida, en 1935, en cambio, juzga su retorno a los problemas culturales, "después de un rodeo de toda
la vida a través de las ciencias naturales, la medicina y la psicoterapia", como "una evolución regresiva".13
Si alguien intentara clasificar los escritos de Freud según el predominio del estilo de pensamiento más especulativo o más riguroso y consecuente, en
lar sobre uno o dos de sus aspectos, susceptibles, tal vez, de contribuir u una
contraría —creo yo— que la distribución tiene menos que ver con la finali
mejor comprensión de la misma.
dad perseguida, con el objetivo intrínseco de la materia, que, en grandes líneas,, con la época de su vida en la que fueron redactados. Así, por ejemplo, los primeros escritos, el Proyecto, La interpretación de los sueños, están razo nados'con mucho rigor, en tanto que los grandes ensayos posteriores, tales como Más allá del principio del placer, El yo y el ello, El porvenir de una ilusión y El malestar en la civilización se caracterizan tanto por la fuerza como por la profundidad de pensamiento. En los últimos años de su vida, Freud se sintió por lo visto menos impedido por los métodos y las tradiciones científicas de redacción y pensamiento y dio rienda suelta, en mayor grado,
Freud mismo se daba perfecta cuenta de lo ambicioso de su objetivo y de su persecución de este objetivo a lo largo de toda su existencia. Ya en 1910,
nos dice Jones, Freud expresó "el deseo, con un suspiro, de que pudiera
dejar Ja práctica de la medicina para dedicarse por completo a descifrar los
problemas culturales e históricos y, en última instancia, el gran problema de
cómo ha llegado el ser humano a ser lo que es".10 En 1927 escribe, después de mencionar que sólo se hizo médico por haberse visto obligado a desviar se de su propósito original, "el triunfo de mi vida consiste en haber encon trado, después de un gran rodeo, el camino que me recondujera a mi senda
primera". ¿Y cuál era esta senda? "En mi juventud sentía la necesidad im-
a su genio especulativo. Es en los primeros escritos donde, la lucha con la 11 Véase ref. 2c.
8 Véase ref. 2b. 8 Véase ref. 10.
ao Véase ref. 11, vol. 1, p. 27.
u Cartas aFliess, del 1* de enero y 2 de abril de 1896, de S. Freud, Aus den Anjüngen
der Psychoanalyse, pp. 152 y 175. Véase ref. 3. is Véase ref. 2a.
Schachtel, E. G., 1966: Notas sobre la personalidad y el estilo de pensiamiento de Freud, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatria y Psicología, México No. 2 (1966), pp. 50-61.
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EL ESTILO DE PENSAMIENTO DE FREUD
necesidad do la prueba paso a paso de sus descubrimientos resulta más ma
conocer es una manifestación del deseo de adquirir dominio y del placer de mirar, por una parte, y la noción de que tal impulso es puesto en movimiento realmente por la preocupación, por otra parte, acerca de la cuestión del "de dónde vienen los niños". La primera idea misma que Freud introduce aquí no es la de que el impulso del conocimiento sea básicamente la curiosidad sexual o derive de ésta, sino que se trata de una forma sublimada de Bemüch-
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nifiesta.14
La dificultad tanto de ésta como de otras luchas que Freud 'libró con tal
valor y persistencia se halla tal vez expresada de la manera más impresionante en su interpretación de la escultura de Moisés, de Miguel Ángel. La mayoría de los historiadores son del parecer que el escultor muestra a Moisés en el momento en que desciende del Monte Sinaí y, viendo a su pueblo adorar
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el becerro de oro, está a punto de perder el control y de romper en su cólera, las Tablas con los Diez Mandamientos. En contraste con ello, Freud cree que el artista modificó el relato bíblico y muestra en su obra la "expresión concreta de la suprema conquista espiritual de la que es capaz el hombre, esto es, la de la lucha venturosa contra una pasión interna, por amor de una causa a la que se ha dedicado por entero".15 Sabemos que Moisés era una de las grandes figuras históricas con la que Freud se identificaba,16 y yo creo que, en el pasaje citado, éste hablaba no sólo de Moisés, sino también de sí mismo.
¿Cuáles fueron las fuentes, las energías que alimentaron de-por vida la busca apasionada de la verdad por parte de Freud, de la respuesta al enigma del hombre, y hallaron expresión en el objetivo de su obra conjunta y en Ja profundidad de las cuestiones que planteó, especialmente en sus ensayos espe culativos? Si examinamos las opiniones del propio Freud al respecto, se nos dice que sitúa los inicios de su deseo de conocimiento, de descubrimiento y exploración entre los años tercero y quinto de su vida, esto es, en el "mismo momento en que la vida sexual de los niños alcanza su primera cima", y que el instinto de conocimiento {Wisstrieb) "no puede clasificarse ni entre los componentes instintivos elementales ni como perteneciente, con carácter ex clusivo, a la sexualidad. Su actividad corresponde, por una parte, a una ma nera sublimada de obtener dominio, y se sirve, por la otra, de la energía de la 'scopofilia'; sus relaciones con la vida sexual son particularmente impor tantes", y es posible quo resulte excitada en primer lugar por los problemas sexuales.17 De aquí, Freud pasa a suponer que las actividades exploradoras del niño arrancan del interés práctico por la cuestión del "de dónde vienen los niños", la cual se plantea, a su vez, ni sentirse el niño amenazado por la lle gada de un hermanito y el temor consiguiente de la pérdida del amor paterno.
El pensamiento de Freud parece oscilar entre la idea de que el impulso de 14 No es puramente accidental que, en la Interpretación de los sueños, Freud siguiera la tradición acudúmicn do muí revixión duinlltida y itxliniirtiiva de la literatura (en ol primer
capitulo). Lo deprimía htir.rr tul ron::, pi-ni rvMn i|iui debía linearlo. Encrlbia ul respecto a Fliess: "Por desgracia, Iob dioses han puesto lu (oxigenan de una revisión do la) litera tura, a manera de elemento intimidante, al piincipi» del tratado. La primero vez me atasqué en ello. Esta vc« voy o abrirme |in«u nmictim noa con !« dienten; do lodos inodon, no hay en alio nada que viiIk» la punu" y, en otro liiKiir: "El hecho de vurmu inundado por la literatura psicológica me deprime; me, da ln impresión de que no sé nada, cuando ya creía tener lo nuevo al alcance dt¡ la mano". Cartas a Fliess de los días 28 de mayo y
9 de junio de 1899. En sus obras posteriores, Freud ya nn se sintió cohibido por esta costumbre académica. « Véase ref. 2d.
19 Cf. Erich Fromm, La misión de Sigmund Freud (ref. 6), pp. 67-71; Emcst Jones, The Life and Work of Sigmund Freud (ref. 11), vol. 2, pp. 363-367. « Véase ref. 2c.
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tigung ("apoderamicnto"). El matiz exacto de esta palabra no lo reproducen ni la expresión "obtención de dominio", ni la traducción de Billis como "ad quisición". Su raíz es la palabra alemana, Machí, equivalente a poder. El diccionario la traduce por captura, ocupación, usurpación, etc., términos apli cados en conexión, por lo regular, con la guerra, la revolución o el golpe de Estado. "Adquirir poder sobre" reproduce el significado de Freud, pero la cualidad del empleo de-la fuerza en semejante adquisición se refleja en la pa labra Bemachtigung, y hemos de suponer que, en el pensamiento de Freud, la sublimación consiste en sustituir por el poder de la .mente, del conoci miento, el poder físico. En forma análoga, al llegar a los diecisiete años, sus tituyó sus fantasías primeras de ser un general o un ministro y de adquirir
asi poder sobre los individuos, por lá decisión de estudiar la naturaleza y adquirir así, según la formulación de Bernfeld, "el poder más sublime sobre la naturaleza, a través de la ciencia".18
El tema del poder y la conquista es efectivamente, en el pensamiento y la vida de Freud, un tema recurrente: la busca de poder, o de sus formas sublimadas, constituye un rasgo importante de su personalidad, y existen razones para suponer que su búsqueda apasionada de la verdad derivaba algo de su energía del deseo de adquirir poder a través del conocimiento. En 1900, dos meses después de la publicación de La interpretación de los sueños, Freud escribía la siguiente autocaracterización: "En realidad no soy un cien tífico, un observador, un experimentador o un pensador. Por temperamento no soy ni más ni menos que un conquistador [la cursiva es del autor], un aventurero, con la curiosidad, la audacia y lu tenacidad propias de este tipo de individuo".10 Y en 1938, cerca del final de su existencia, cuando viajaba ya viejo y enfermo, como fugitivo de los nazis, en el tren de París a Londres, soñó que desembarcaba en Pevenscy; hablando con su hijo de este sueño, explicó que fue allí donde había desembarcado, en 1066, Guillermo el Con
quistador.30 Llego no como un refugiado, sino como un conquistador, con el poder de su intelecto y su voluntad intactos. Fromm ha mostrado el papel importante que el general, el conquistador, el reformador, el jefe de un movimiento casi político desempeñó en la perso nalidad de Freud.21 Esto destaca también en el estilo de su pensamiento y de sus escritos. El espíritu del conquistador se refleja en el lema que Freud puso abajo del título do La interpretación de los sueños: "Fleclcre si ncquc.o su peras, Achcronta movebo" (Si no logro doblar a los de arriba —los dioses— 18 Véase ref. 1.
10 Cita publicada en la cubierta de S. Freud, Driefe 1873-1939. Ref. 4. s° Véase ref. 11, vol. 3, p. 228 .sl Erich Fromm, La misión de Sigmund Freud (véase ref. 6), especialmente los
caps, vn y vin: "Freud, reformador del mundo" y "Carácter semipolítico del movimiento psicoanalitico".
Schachtel, E. G., 1966: Notas sobre la personalidad y el estilo de pensiamiento de Freud, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatria y Psicología, México No. 2 (1966), pp. 50-61.
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.convenceré al infierno). Este verso, de la Eneida de Virgilio, había ocupado su mente por espacio de varios años. Estuvo ya pensando servirse de él en
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'A
1896, en un ensayo o capítulo sobre la formación de los síntomas neuróticos.22
Resulta difícil concebir un lema más adecuado al orgullo del conquistador o del revolucionario por el poder de sus descubrimientos. Tiene un dejo prometeico.
•4
Los escritos de Freud abundan en metáforas tomadas de la guerra y el arte railitar, de ataque, defensa, etc. En lugar de muchos ejemplos, me limito
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como un instrumento "para poner al yo en condiciones de conseguir la con
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a mencionar la frase de El yo y el ello, en la que el psicoanálisis se describe quista progresiva del ello".23
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aunque a menudo describe bien el dinamismo de las luchas de una deter
minada persona consigo misma y de los triunfos sobre sí misma.
No es ésta la ocasión de estudiar en detalle el interesante a- la par que importante problema de los orígenes y la evolución del impulso hacia el-co nocimiento y la exploración,- ni la cuestión de hasta qué punto estemos do acuerdo o en desacuerdo con el punto de vista de Freud. Lo único que me interesa decir es que dicho impulso se origina ciertamente antes de los años tercero a quinto y que, según creo, el deseo de poder y el goce del poder
no son más, a menudo —y aun tal vez siempre—, que uno de los aspectos del mismo, pudiendo además tratarse del poder en el sentido de la competencia y el dominio, pero sin que deba ser necesariamente, aunque a menudo lo
Es interesante que la imagen del hombre que arranca los secretos de la
sea también, el poder en el sentido de la guerra y la conquista. Freud, el conquistador, lo mismo que todo general digno de este nombre, contaba no sólo con una, sino con diversas estrategias para la consecución
relaciones del hombre, y en particular del hombre de ciencia, con la naturaleza. Los pasajes ¡significativos de este ensayo son: ."Vivimos en medio de ella (la Naturaleza) y le somos extraños. Nos habla continuamente y, sin embargo, no nos revela su secreto. Actuamos cons tantemente sobre ella, y no tenemos poder alguno sobre ella.
destacados de ello. Si nos limitamos a escuchar simplemente su estilo litera rio, nos percatamos de la diferencia llamativa entre los estilos en que están
naturaleza con el arma poderosa del conocimiento contraste vigorosamente con el ensayo sobre la naturaleza, de Coethe, que fue el que decidió a Freud a- estudiar medicina, así como con la actitud general de Goethe frente a las
Es prudente y tranquila. Nadie le arranca explicación alguna, ni obtiene
de ella don alguno, que ella no entregue voluntariamente".24 Cabría acaso argüir que la actitud de Freud, del conquistador que fuerza
la naturaleza a entregar el secreto del hombre, se debe por completo a las cualidades específicas del objeto estudiado por el psicoanálisis. Es cierto que los conflictos interiores del individuo, especialmente los conflictos incons
cientes, constituyen el sujeto y la materia del psicoanálisis, y podríamos acaso vernos inducidos a decir que el lenguaje bélico y de la conquista es, por con siguiente, el más apropiado. Sin embargo, yo creo que el uso frecuente de tales
imágenes guardaba una relación directa con la experiencia, personal de Freud y con su autoimagen como conquistador con el arma de la verdad y el conoci miento. Esto se hace más patente todavía si comparamos a Freud con otro psicoanalista que comparte con él las dotes del escritor, Georg Groddeck, de quien Freud tomó el término "Id" ("el ello") y a propósito de quien escribe
que él, Groddeck, "sostiene vanamente, por motivos personales, que nada tiene que ver con los rigores de la ciencia pura".25 Sin embargo, en contraste con Freud, Groddeck no se sentía dividido por el conflicto entre los requi sitos estrictos de la ciencia y una inclinación especulativa y algunas veces poética. Además, sus escritos y su actitud conjunta no están penetrados del
espíritu de la lucha contral el id y por la conquista de éste, sino de un espíritu de maravilla, humor y reverencia por el id como esencia verdadera de la vida. Así, pues, la imagen de la conquista no es en modo alguno la única posible, " Carta a Fliess, del 12 do diciembre de JÜ96. En la misma earla anuncia que el lema
de la psicología de la histeria sera la "orgulloso palabra: íntroite et hic dii sunt". 28 Véase ref. 2f.
-* Die Natur, de J. W. Goethe (ref. 8). 28 Véase ref. 2Í., p. 23.
de sus fines. Los estilos especulativo y riguroso constituyen dos ejemplos
escritos, por ejemplo, el Proyecto o^tel Capítulo VII de La interpretación de los sueños por una parte, y El porvenir de una ilusión o aun El yo y el ello por la otra. Los primeros requieren una labor ardua por parte del lector, en tanto que los segundos, pese a que sus materias no sean menos difíciles, lo
arrastran con su flujo persuasivo. Y si se nos pregunta cuál de los dos tipos suene más libre, no vacilo, en cuanto a mí, en pronunciarme a favor del estilo especulativo de los ensayos. El estilo de las dos primeras obras mencionadas recuerda la ardua expedición del escalamiento de una montaña, en el que cada paso ha de conquistarse y afirmarse antes de llegar a la cima. Pero es, con todo, el ímpetu audaz del pensamiento el que proporcionó los primeros atisbos del nuevo continente a conquistar. Hizo posible asimismo, una vez que la conquista paso a paso se hubo logrado y afianzado, el pensa miento de amplio vuelo y el estilo de curso libre de los ensayos ulteriores.
Estos audaces vuelos fueron los puntos de partida de las vistas panorámicas ulteriores de la tierra. Es probable que, para este tiempo, Freud se sin tiera ya suficientemente seguro en el dominio de su nuevo territorio como
para dar rienda suelta, en mayor grado, a sus ideas. Dicho estilo especulativo
se había convertido en la forma principal de su obra, y creo yo que expresa de la manera mejor, más directa y sin tanto conflicto la busca de toda la vida, por parte de Freud, de una respuesta a los enigmas de. la existencia, de su busca de \n verdad.
Pero no se niega que el estilo riguroso forma también parte de Freud, y que es muy posible que él no se hubiera atrevido a fiarse de sus ¡deas y a pu blicarlas, si no hubiera puesto previamente sus fundamentos por medio do ese estilo riguroso de pensamiento y ese estricto razonamiento paulatino. Esto estilo formo, parte, do la tradición del pensamiento científico occidental y, en la medida en que es precisamente esto, no nos interesu en conexión cou la cuestión de sus raíces más profundas en la personalidad de Freud. No obstante, al leer a Freud y al estudiar especialmente La interpretación de los sueños, algunos de sus escrito?! de la primera época y algunas partes de Ja Psicópata-
Schachtel, E. G., 1966: Notas sobre la personalidad y el estilo de pensiamiento de Freud, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatria y Psicología, México No. 2 (1966), pp. 50-61.
EL ESTILO DE PENSAMIENTO DE FREUD
EL ESTILO DE PENSAMIENTO DE FREUD
logia d; la vida cotidiana, he tenido a menudo la impresión de estar presen ciando una lucha en que el buscador, Freud, arrancaba algo, con gran tena cidad y con toda la energía de su pensamiento, de alguna materia resistente.
pensamiento.27 Freud era, él mismo, un hijo de su época, y esto se refleja, por supuesto, en sus escritos. Siendo un hijo de su época, había de arrancar la verdad de sí mismo, paso a paso, de lo que descubría en sí mismo y aun, en el periodo de sus primeros escritos, contra la obstinada resistencia de la ma yoría de sus contemporáneos y la condena por parte de éstos. Puner supone que las complejidades de la familia de Freud, especialmente la posición de su hermanastro Emmanuel y del hijo de éste —John, sobrino
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Lo que estaba haciendo no se dejaba describir como contemplación de lo que veía, ni tampoco como pensamiento, pensamiento profundo y prolongado, acerca de lo que estaba contemplando. Era, más bien, la lucha empecinada para arrancar algo de mi adversario que se negaba a ceder una sola pulgada y que finalmente, pese a su máxima resistencia, era dominado, con todo, por la tenacidad mayor y la fuerza mayor del pensamiento de Freud. Por supuesto,
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de Freud, que le llevaba un año de edad—, desempeñaron un papel importante en cuanto a desarrollar en él la predisposición para penetrar la realidad y
esto nos trae inmediatamente a la mente que la lucha con la verdad desagra dable y la resistencia contra la verdad odiosa es aquello de que nos ocupamos
practicar su disección.28 Si esto constribuyó o no a las cualidades de arrancar y desenmascarar que yo encuentro en su estilo, no lo sé. En todo caso, creo
todos, 3n nuestro propio análisis y en el análisis de nuestros pacientes. Es lo qué huoo de hacer el fundador del psicoanálisis, primero en su autoanálisis —a lo que dedicó mucha atención en su labor clínica—, y luego en su descubriasLato del fenómeno de ia resistencia. Sin embargo, hay una diferencia entre la resistencia, en el sentido clínico, y el estilo de un proceso de pensamiento
que la superación paulatina de la resistencia y el modo de pensar y de escribir que reflejan esta superación muestran las trazas de un contenido emocional, de una catequis de su actividad particular, que formaba un aspecto
importante tanto del Freud como héroe solitario y conquistador, como del Freud como hombre e hijo de su época y su sociedad.
que parece arrancar la verdad de su objeto reluctante.
Consideremos la interpretación de los sueños. Creo que todos nosotros hemos hecho reiteradamente la experiencia do que un sueño nuestro o de nuestros
pacientes nos hablaba con claridad y trasparencia inmediatas y aun, de hecho,
Referencias
como en el caso de algunas obras de arte, con mayor fuerza de iluminación
y en forma más convincente do lo que solomos oír o decir en nuestras vidas
1)
cotidi&Las. No hubimos de arrancar de uquél, con el esfuerzo laborioso de asociaciones con cada una de sus partes, la verdad. El lenguaje del sueño no
Hernfeld, S., "Freud's Scicntific lieginnings", The American Image, VI, 1949, pp. 163-196.
2) Freud, S., Obras completas: Biblioteca Nueva, Madrid, 2 vols., 1948.
se caresteriza siempre, como supuso Freud, ni aun principalmente, por el disfraz, la distorsión y su carácter oculto, de tal modo que la labor de inter
2a) 2b)
pretación tonga que luchar con la verdud y extraerse del tejido onraoruñado do
2c)
disfraces, un número considerable de sueños huhlun más claramente y más
, Autobiografía. Ed. cit., vol. II, pp. 921-950. , La histeria. Ed. cit., vol. /, pp. 25-130.
, "Postcripí' lo the Quesliun of Lay Analysis (1927). Standard Edition, Hogarth Press, Londres, 1955.
sabiamente que el lenguaje "racional" de nuestra vida despierta,20 a condi ción de que nos dispongamos a escucharlos. No obstante, huy muchas ocasiones, especialmente en la vida del niño psqüsño, en que la verdad le es sustraída, ya sea debido a las convenciones
: 1948, vol. II, pp. 977-989. 2e) , Una teoría sexual. Ed. cit., vol. I, pp. 767-818.
sccialmente dominantes compartidas por sus padres, sus educadores o sus compañeros, o' a causa de las vulnerabilidades particulares, los tabús y las
2/)
, El "yo" y el "ello". Ed. cit., vol. 1, pp. 1191-1212.
3)
, Aus den Anfangen der Psychoanalyse. Imago Publ. Co., Londres,
áreas de pudor y secreto de los 'primeros. Si el niño hubiera de perseguir la verdad a medida que va creciendo, la habría de arrancar, efectivamente, de
4)
urna oposición formidable y bajo la amenaza de la pérdida de cariño, de enojo, de angustia y aun de ostracismo. ; Freud se encontraba en una posición similar. Esto era así en relación con el tabú social contemporáneo do la sexualidad, que juega en su pensamiento un papel tan central. Pero era cierto, asimismo, porque, para el respetable individuo adulto de aquel tiempo y aquella sociedad, era inconcebible que hubiera en él algo que fuera idéntico con lo que el bebé o el niño había sen
tido, pensado o hecho. Lo que a mí me daría por llamar la autoimagen social del varón occidental adulto de fines del siglo pasado y principios del presente, la idea de la dignidad que le correspondía, era incompatible con semejante 26 Erich Fromm, El lenguaje olvidado (ref. 5), cap. H y iv.
2d)
, El "Moisés" de Miguel Ángel. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid,
1950.
5)
6)
-, Briefe 1873-1939. S. Fischer, Berlín, 1960. Fromm, E., El lenguaje olvidado. Hachette, Buenos Aires.
, La misión de Sigmund Freud. Fondo de Cultura Económica, Mé xico, 1960.
í1
7) Cardner, R., Holzman, R. S., Klein, G. S., Linton, H. y Spence, D. P.; Cognitive Control. International Universilies Press Nueva York, 1959. 8) Goethe, Johann Wolfgang von, "Die Natur", en Sammtlichc Werke, Cotta, Stuttgart, 1858.
9)
Holt, R., "Freud's Cognitive Style", trabajo leído el 4 de diciembre de 1964 en la reunión de la William Alanson White Psychoanalytic Society. 27 Cf. al respecto E. Schachtel, Metamorphosis (ref. 13), pp. 318-319. 28 Ref. 12, pp. 25-26.
Schachtel, E. G., 1966: Notas sobre la personalidad y el estilo de pensiamiento de Freud, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatria y Psicología, México No. 2 (1966), pp. 50-61.
60
10)
EL ESTILO DE PENSAMIENTO DE FREUD
, "Two Influences of Freud's Scientific Thought -r- A Fragment of
extendió el concepto de las zonas erógenas hasta abarcar todas las partes de la piel y de los órganos internos sensibles. Y finalmente, Freud dijo: "Es muy posible que nada pueda ocurrir de considerable importancia en el orga
York, 1963.
nismo, sin aportar algún elemento a la excitación del instinto sexual."
York, 3* ed., 1957.
12) Puncr, HI W., Freud, His Life and His Mind. Dell Publ. Co., Nueva York, 1959.
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fil
InteJiectual Biography", en R. W. While (ed.), TVie Study of Lives, Essays on Personality in Honor of Henry A. Murray. Atherton, Nueva
11) Jones, E., The Life and Work of Sigmund Freud. Basic Books, Nueva
13) 14)
EL ESTILO DE PENSAMIENTO DE FREUD
Schachtel, E., Metamorphosis. Basic Books, Nueva York, 1959. Wittels, F., Freud and His Times. Liveright, Nueva York.
Addendum: Extracto de la reunión de la William Alanson
White Psychoanalytic Sociely, 4 de diciembre