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Colección Revista BCV R E V I S T A Vol. XII N° 2, 1998 BANCO CENTRAL DE VENEZUELA R E V I S T A Consejo Editorial Asdrúbal Baptista Miguel I. P

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Colección Revista BCV

R E V I S T A Vol. XII N° 2, 1998

BANCO CENTRAL DE VENEZUELA

R E V I S T A

Consejo Editorial

Asdrúbal Baptista Miguel I. Purroy Carlos Hernández Delfino Manuel Lago Rodríguez Angelo Lucenti Oswaldo Rodríguez Larralde Luis Zambrano Sequín Maritza Reyes Santana

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Asdrúbal Baptista

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Suscripciones Para Venezuela y el exterior: Bs. 9.000 / US$ 20 Unidad de Distribución y Ventas, Departamento de Publicaciones Banco Central de Venezuela Esquina de Las Carmelitas, Avenida Urdaneta Teléfonos: 801 8380 / 5235 Fax: 861 1646 Los artículos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen en forma alguna al Banco Central de Venezuela ni a su directorio.

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Índice Índice

Artículos

9 El marco institucional de la industria petrolera noruega, el papel del Estado y su evolución a lo largo del tiempo Luis Roberto Rodríguez

47 El cambio estructural Carlos Domingo

84 Una visión del proceso de crecimiento Arnold C. Harberger

135 Credibilidad y persistencia de la inflación en Venezuela Miguel Dorta, José Guerra y Gustavo Sánchez

Documentos Simposio: El oro en Venezuela

158 La participación del Banco Central de Venezuela en el mercado del oro: Germán Utreras

163 Aspectos recientes de la comercialización del oro en Venezuela (1995-1997) Jesús Arvelo

Segunda reunión sobre comunicaciones de bancos centrales

168 Tres excelentes razones para que un banco central se comunique con el público Manfred J. Körber

Índice Índice 179

El manejo de la comunicación en la Reserva Federal Peter Bakstansky

Reseña bibliográfica

183 Asdrúbal Baptista, Teoría Económica del Capitalismo Rentístico y Bases Cuantitativas de la Economía Venezolana: 1830-1995, Juan Carlos Boué

Artículos Artículos

El marco institucional de la industria petrolera noruega, el papel del Estado y su evolución a lo largo del tiempo

Rodríguez

Luis Roberto Rodríguez1

La evolución de la estructura institucional que intermedia la participación del Estado en la actividad petrolera en Noruega, puede dividirse a grandes rasgos en tres etapas: los años formativos (1962-72), el crecimiento y adaptación a la bonanza petrolera (1973-86), y el ajuste frente a la caída de los precios del petróleo (1986-96). Cada etapa puede ser caracterizada mediante la evaluación de cuatro aspectos, cuyo devenir puede servir de hilo conductor para el análisis, a saber: la capacidad y competencia estatal para gerenciar la industria petrolera, la percepción sobre la participación de compañías petroleras multinacionales, el peso de los actores nacionales, tanto públicos como privados, y finalmente, los sucesos externos tales como cambios bruscos en los precios del petróleo (al alza o a la baja) o la importancia de la OPEP.

Los años formativos (1962-72) Durante el otoño de 1962, y para sorpresa del gobierno noruego, la compañía petrolera norteamericana Phillips Petroleum solicitó una concesión exclusiva de exploración y explotación petrolera para toda la plataforma continental submarina de ese país. En ese momento, el gobierno no contaba con la preparación para manejar la solicitud de la Phillips y de todas las demás compañías petroleras internacionales que pronto la emularon. De modo que optó por tomarse su tiempo, cumpliendo tres pasos preliminares antes de proceder a dar respuesta a las compañías petroleras extranjeras. Primero, en mayo de 1963 proclamó la soberanía y los derechos de propiedad del Estado noruego sobre los recursos que se

1

El presente trabajo forma parte de la tesis doctoral en Economía Política que adelanta el autor en la Universidad de Oxford, Inglaterra.

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encontraran dentro de su plataforma continental submarina.2 Segundo, en 1965 fueron concluidos sendos acuerdos bilaterales para la delimitación de la plataforma continental submarina noruega con Gran Bretaña y Dinamarca, basados en el principio de la línea media.3 Y tercero, mediante Decreto Real del 9 de abril de 1965, se estableció el marco regulatorio para la concesión de licencias de exploración y explotación de los recursos naturales noruegos costa afuera. La primera ronda para el otorgamiento de licencias petroleras se realizó en 1965. 91 compañías extranjeras y 9 nacionales presentaron solicitudes,4 y en total, se otorgaron 22 licencias de producción que comprendían 78 bloques. Esta constituye por mucho la ronda más extensa de la historia noruega, puesto que en las rondas subsiguientes, tanto el área de bloques individuales como el número de bloques otorgados fue menor. En esta primera ronda, no hubo participación estatal. En la segunda, celebrada entre 1969 y 1971, el gobierno introdujo ciertas demandas durante la etapa de negociación, aun cuando dichas demandas no fueron mencionadas durante el anuncio inicial de la ronda en 1968. Sin embargo, el gobierno logró asegurar diversos grados de participación estatal minoritaria mediante contratos de exploración a riesgo (carried interest).5 Ello sentó un importante precedente en la participación estatal directa, que se haría mucho más significativa en rondas posteriores y que constituiría la base de recursos para la futura compañía petrolera estatal.

2

El Decreto Real de fecha 31/05/63 estableció la soberanía noruega sobre el lecho marino y autorizó al gobierno a emitir licencias para la exploración y explotación de los recursos minerales en la plataforma continental. Fact Sheet 97, pp. 2.

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El acuerdo firmado con Gran Bretaña, en marzo de 1965, definía la latitud 62º como el punto más septentrional de las vecinas plataformas continentales submarinas británicas y noruegas. Hasta el presente, la mayoría de la exploración y explotación se ha concentrado al sur de esta latitud en el sector noruego del Mar del Norte. Más al norte, entre las latitudes 62º y 68º se encuentra el Mar Noruego, donde no se concedieron licencias sino hasta 1980 y la producción apenas comenzó en 1993. Todavía más al norte, después de los 70º, está el Mar de Barents que finalmente se encuentra con las aguas territoriales rusas. Ahí, las primeras licencias de producción fueron emitidas en 1980, pero no se ha encontrado petróleo y las estructuras de gas identificadas no han alcanzado atractivo comercial. 4 Para detalles sobre las rondas iniciales ver Andersen (1993), p. 58-64. 5

Inicialmente la posición negociadora del Estado era bastante débil debido a la incertidumbre geológica y los altos costos de producción en un contexto internacional de precios declinantes. La primera vez que el Estado logró una participación del 50 por ciento fue en 1973, con la licencia No. 37 para los bloques 33/9 y 33/12 otorgada a Statoil/Mobil por dos bloques bastante atractivos junto al campo Brent, descubierto hacía poco en aguas británicas. Los contratos bajo la modalidad carried interest implican que el inversionista toma la totalidad del riesgo exploratorio. Sólo en el caso que se encuentren reservas con valor comercial, el Estado toma una participación y reembolsa al inversionista por sus costos de exploración.

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Después de tres años de perforaciones y un total de 32 pozos exploratorios terminados, no se había encontrado ningún depósito con valor comercial. El pesimismo comenzaba a embargar a la mayoría de las compañías petroleras cuando justo antes de las Navidades de 1969, la Phillips Petroleum hizo el primer descubrimiento significativo en el campo Cod, situado en el área Ekofisk. De la noche a la mañana, el poder negociador del gobierno ante las compañías petroleras aumentó considerablemente. En este período inicial, el tema de la soberanía y el control sobre los recursos naturales acaparaba la atención. El gobierno veía con suspicacia a las compañías petroleras foráneas, pero a la vez reconocía la necesidad de su participación en el desarrollo de la explotación de los recursos costa afuera, dada la ausencia de una adecuada capacidad nacional para emprender dichas actividades. En consecuencia, la decisión fue marcar una distancia frente a las compañías petroleras foráneas, no permitiendo su participación en el proceso de formulación de políticas.6 La ausencia en esta etapa temprana de actores nacionales directamente relacionados con la industria petrolera, le permitió mayor autonomía al gobierno para diseñar el marco regulatorio correspondiente. La incertidumbre vinculada a los efectos que podría tener la riqueza petrolera sobre la industria noruega generó una división dentro del sector industrial privado. Por una parte estaban las industrias que esperaban beneficiarse del desarrollo petrolero y por la otra las empresas que temían las distorsiones económicas y sociales asociadas con la riqueza petrolera, además de una creciente influencia sobre la economía general del sector conexo a la industria de los hidrocarburos.7 Este enfrentamiento dentro del sector privado le dio aun mayor espacio al gobierno laborista para diseñar un sistema de amplia participación estatal en las actividades petroleras. En general, el gobierno hizo uso de su ya larga experiencia acumulada en cuanto a la regulación de la industria hidroeléctrica para elaborar el marco regulatorio para el sector petrolero. De hecho, pueden sentirse ecos de la “Ley de Concesiones” de 1909 en cuanto a la insistencia en la propiedad del gobierno sobre el recurso natural, la creación de empresas mixtas entre el Estado y las compañías extranjeras y el fomento de la participación de la industria local como proveedo-

6

Ver Svein S. Andersen (1993), p. 58.

7

Øystein Noreng (1980), The Oil Industry and Government Strategy in the North Sea, p. 212.

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res de las nuevas empresas.8 En términos prácticos, el texto de las concesiones iba a tono con “la legislación y disposiciones establecidas por el gobierno británico en 1964 para casos similares de reconocimiento y concesión de licencias en la plataforma continental submarina británica”.9 Ambos mecanismos estaban basados en un sistema de concesión de licencias de corte discrecional, más que en base a reglas tales como un mecanismo de subastas, lo cual aumentó el poder del Estado y le permitió proteger los intereses nacionales y a las compañías pequeñas. Para ese momento, la concesión discrecional de licencias parecía contrarrestar el poder de las multinacionales y la competencia imperfecta dentro de la industria petrolera. Con todo, existía una diferencia fundamental con el Reino Unido: en el caso noruego, las compañías extranjeras no podían agruparse para participar en la solicitud de licencias. Cada compañía debía presentar una oferta individual y luego las autoridades las agrupaban y nombraban al operador para cada licencia en forma discrecional.10 “Al aumentar el elemento de competencia entre compañías, el sistema contenía un elemento más fuerte de limitaciones y contrapesos internos que resulta característico del contexto noruego”.11 La estrategia inicial del gobierno estuvo mayormente en manos del Consejo Petrolero en su papel asesor del Ministerio de Industria, mientras que los asuntos administrativos recayeron sobre una pequeña Oficina Petrolera del Departamento de Minas del Ministerio de Industria.12 En esta etapa, la preocupación fundamen8

Noruega logró su independencia de Suecia en 1905. Sin embargo, inversionistas extranjeros poseían el 75 por ciento de las cataratas alrededor de las cuales, gracias a la energía hidroeléctrica barata, se habían conformado enclaves de industrias intensivas en el uso de energía tales como fertilizantes, aluminio, acero, química, pulpa y papel. Así, para 1909, compañías extranjeras controlaban el 80 por ciento de la minería en Noruega, 85 por ciento de la industria química y 44 por ciento de las industrias de papel y textiles. Estas industrias importaban la mayor parte de sus insumos y exportaban casi toda su producción en un estado semiprocesado. Poco después de la disolución de la unión con Suecia en 1905, el Estado noruego inició un proceso para asegurar el control de los recursos naturales tales como cataratas y bosques que eventualmente logró una participación estatal directa en la industria procesadora. La legislación clave en este proceso fueron las “Leyes de Concesión” de 1909. Para más detalles ver, Lars Mjøset (1993); A. Stonehill (1965); Helge Hveem (1992).

9

Informe Storting No. 76 (1970-71), p. 20.

10

El requisito de ofertas individuales comenzó en la tercera ronda de licencias. En las dos rondas iniciales, hubo solicitudes de grupos en los que las compañías petroleras internacionales invitaban a compañías noruegas de los sectores naviero o industrial para que participaran y así poder presentar un “frente” noruego. 11 12

Andersen (1993), Ibid. p. 58.

El Consejo Petrolero Noruego fue nombrado como órgano asesor del gobierno para la formulación de la estrategia petrolera en el mismo Decreto Real del 04/09/65 que estableció el marco del proceso de concesión de licencias para las actividades costa afuera. Jens Evensen, quien jugaría un papel fundamental en la futura reestructuración de la participación gubernamental, fue nombrado presidente del Consejo Petrolero mediante decreto gubernamental de fecha 11/06/69. Informe Storting No. 76 (1970-71), Apéndice 3.

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tal en relación a la soberanía noruega se reflejaba en dos objetivos fundamentales: aumentar la capacidad nacional con el fin de lograr una mejor supervisión de las actividades cotidianas de la industria, y asegurar que el gobierno recibiera la mayor proporción posible de los ingresos generados por la explotación de los yacimientos petroleros. Se nombró un comité, encabezado por Jens Evensen, para que elaborara propuestas sobre un nuevo sistema administrativo para el sector petrolero. Después de estudiar un buen número de experiencias internacionales, el comité presentó sus recomendaciones, que fueron incorporadas por el Ministerio de Industria a la Proposición al Storting No. 113 (1971-72) y luego aprobadas.13 La nueva estructura se basaba en la separación de las distintas responsabilidades funcionales en tres aspectos fundamentales: formulación de políticas, control técnico y participación comercial. En consecuencia, se recomendó la creación de organizaciones específicas para cada uno de los tres aspectos funcionales. Fue así como la Oficina Petrolera del Ministerio de Industria se fortaleció para convertirse en un nuevo Departamento de Petróleo y Minas dentro del mismo ministerio. Departamento que se responsabilizaría de la formulación de la política petrolera noruega y prepararía los asuntos a ser sometidos a la consideración del Storting. Se creó un nuevo Directorio Petrolero Noruego que se encargaría del control técnico, con funciones regulatorias y de asesoría técnica al ministerio. El Directorio contaba con su propia junta directiva y reportaba administrativamente al Ministerio de Industria.14 Adicionalmente, se fundó la compañía nacional petrolera Statoil, que fungiría tanto de instrumento de política gubernamental como de agente promotor de los intereses comerciales del Estado. Está claro que existe una contradicción potencial entre los dos roles asignados a la empresa, y su equilibrio fue establecido de la siguiente forma: “si bien Statoil representa un importante instrumento para la realización de la política industrial del Gobierno en el sector petrolero, su responsabilidad fundamental es la de proteger los intereses comerciales del Estado”.15 En un inicio, Statoil fue concebida como contrapeso al poder de las multinacionales petroleras, pero existían visiones divergentes en cuanto a cómo debía desarrollarse la compañía. Por una parte, las recomendaciones oficiales planteaban una

13

Noruega es una monarquía parlamentaria dirigida por un primer ministro. El parlamento noruego es conocido como el Storting. 14

Actualmente, el Directorio Petrolero Noruego está adscrito al Ministerio de Petróleo y Energía (que hasta 1978 fue el Ministerio de Industria). En materia de seguridad industrial el Directorio reporta al Ministerio de Gobierno Local y del Trabajo. La junta directiva del Directorio fue eliminada a principios de los 90, porque el gobierno sentía que no tenía una función real. 15

Informe Storting No. 30 (1973-74), p. 25.

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compañía petrolera estatal que básicamente funcionaría como organismo instrumentador de políticas, con capacidad operativa limitada, y que sólo podría expandirse en áreas que fuesen “rentables y necesarias”.16 Por la otra, un grupo de tecnócratas con experiencia en el sector industrial estatal deseaba que Statoil se convirtiera en una compañía petrolera integrada con competencia operativa en todas las facetas de la industria petrolera. Este grupo venía principalmente del Ministerio de Industria, bajo el liderazgo de quien fuera ministro para aquel entonces, Finn Lied. Su postura tenía fuertes visos ideológicos, siguiendo la línea del sector más estatista del Partido Laborista. Según planteaban, Statoil no sólo debía servir de contrapeso a las multinacionales y conformar un instrumento de implementación de políticas, sino que también debía convertirse en la viva muestra del activo papel desempeñado por el Estado en la economía interna. Con el tiempo, los tecnócratas consolidaron su posición y se esperaba que Statoil se fuera convirtiendo en una compañía plenamente operacional. Ahora bien, a mediados de los 60 había ocurrido el desastre minero de Spitsbergen en una mina de carbón de propiedad estatal, lo que provocó la caída del gobierno laborista de aquel momento. La lección estaba clara; Statoil debía tener suficiente autonomía como para que un revés en las operaciones de la petrolera no pusieran en tela de juicio la supervivencia del gobierno. Por tanto, Statoil fue constituida como una compañía anónima según las regulaciones generales del mercado de valores, para así asegurarse de que tuviera una relación formal y patrimonialmente autónoma del gobierno.17 Ello liberaba las finanzas de Statoil de las limitaciones impuestas a otras dependencias gubernamentales incluidas dentro del presupuesto nacional.18 Esta flexibilidad tuvo efectos importantes, como por ejemplo, la liberación de Statoil de la estructura salarial estatal, cosa que le permitió reclutar personal y servicios en el mercado internacional. La persona escogida para manejar la naciente compañía fue Arve Johnsen, quien combinaba su experiencia en el sector industrial estatal con su experiencia política y extensos contactos dentro del Partido Laborista. Desde el mismo comienzo, incluso antes de que se tuviera clara la forma que iba a tomar Statoil, Johnsen

16

Køre Willoch, entrevista del 11/04/97.

17

Willy Olsen, entrevista del 11/06/97.

18

Dependencias como las de Telecomunicaciones y servicios postales forman parte del presupuesto nacional y por lo tanto están sujetas a la estructura salarial general del Estado. Las únicas ocasiones en las que las finanzas de Statoil han formado parte del presupuesto es cuando la compañía ha requerido capital adicional, ya sea por planes de expansión o para apuntalar su balance. Sin embargo, existen limitaciones en la cantidad de deuda que pueda asumir Statoil, puesto que tal endeudamiento suele estar garantizado por el Estado a fin de obtener mejores términos. Estas limitaciones intentan mantener el control estatal tanto sobre el nivel de deuda externa como sobre la expansión de los agregados monetarios.

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comenzó a construir una sólida base política que apoyase el desarrollo de la compañía estatal. Con este propósito, estableció estrechas relaciones con dos grupos de influencia: la incipiente red de proveedores y contratistas de la industria petrolera y las autoridades y representantes de las comunidades locales. El primero de estos grupos se venía formando prácticamente de la nada, puesto que no existía una industria petrolera previa en Noruega. Para ello, Johnsen forzó activamente a las compañías y a los contratistas petroleros foráneos a subcontratar compañías locales en los sectores de construcción naval e ingeniería civil. De esta forma se conjugaba el doble objetivo de crear capacidad técnica nacional en la industria petrolera y de formar un nuevo conjunto de intereses económicos que sustentaran la base política para la expansión del sector petrolero.19 Este fue el origen del llamado “complejo industrial-petrolero”20 que llegaría a alcanzar una creciente importancia en los años subsiguientes. En contraste, el otro grupo de presión, las autoridades locales, contaba con una larga trayectoria de fuerte peso en la política noruega.21 Mediante el ofrecimiento de construir instalaciones en comunidades específicas, Statoil podía asegurarse que los representantes locales apoyarían sus planes de desarrollo, incluso por encima de sus lealtades partidistas. Ese mismo año de 1972, en que tanto Statoil como el Directorio Petrolero fueron creados, el Ministerio de Industria tomó la iniciativa de coordinar y concentrar los intereses privados que habían proliferado en forma anárquica, a través de un gran número de pequeñas empresas con recursos técnicos y financieros sumamente limitados y cuyas acciones eran objeto de una desbordada especulación bursátil. Como resultado, se logró la consolidación de buena parte del sector privado mediante la creación de una nueva compañía petrolera noruega privada, Saga Petroleum.22 Durante esta etapa de formación, el entorno internacional se mantuvo estable bajo el dominio de las compañías petroleras multinacionales que en buena medida controlaban el mercado internacional de hidrocarburos. Dentro de este contexto, Noruega era sólo un productor marginal tanto en costos como en volúmenes. A pesar de la creación de la OPEP en 1960, esta organización no jugó un papel relevante hasta la primera crisis petrolera de 1973-74.

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Incluso en la actualidad, según la opinión de Arve Johnsen, la contribución fundamental a la economía noruega de la industria petrolera en general, y de Statoil en particular, no han sido los ingresos petroleros en sí, sino la capacidad técnica desarrollada en este sector. Arve Johnsen, entrevista del 11/05/97. 20

Andersen (1993), p. 155.

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El ensayo clásico sobre los clivajes políticos en la sociedad noruega y que aún conserva vigencia es: Stein Rokkan (1966). 22

Noreng (1980), p. 45.

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Crecimiento y adaptación a la bonanza petrolera (1973-86) Con un nuevo sistema regulatorio y administrativo en marcha, Noruega ya se encontraba en capacidad de empezar a generar nuevas capacidades nacionales en el área de operaciones petroleras. El referéndum sobre el acceso a la Comunidad Europea en 1972 había acaparado el primer plano de la agenda política, pero una vez superado, la política petrolera volvió a la palestra. Durante la campaña electoral de 1973, los laboristas propusieron aumentar la participación estatal en la industria petrolera, limitar el crecimiento de las compañías privadas “especulativas” e imprimirle un ritmo moderado de desarrollo al sector petrolero para minimizar su impacto sobre el resto de la economía. La contundente victoria electoral de los laboristas y del bloque socialista, aunada al impacto internacional generado por la primera crisis petrolera a finales de 1973, concedió al recién instalado gobierno gran espacio de maniobra. En 1974 fueron publicados dos informes que habían sido previamente comisionados por el gobierno anterior. Uno de ellos fue encomendado por el Ministerio de Finanzas, y el otro por el Ministerio de Industria.23 La forma final de estos informes se vio fuertemente afectada por la visión del nuevo gobierno laborista y los efectos de la primera crisis petrolera. Ambos presentaban una amplia descripción de las políticas propuestas y han ejercido gran influencia sobre los debates de política petrolera subsecuentes. El informe del Ministerio de Finanzas hacía un estudio exhaustivo de los cambios estructurales que generaría el aumento en la producción petrolera. Preveía en claros términos económicos lo que posteriormente sería definido como la “enfermedad holandesa” e incluso llegó a cuantificarla en términos del empleo en los diversos sectores de la economía.24 En cuanto al aspecto social, el informe planteaba: “el mayor bienestar social que pudiera alcanzarse bajo la forma de mejores oportunidades de trabajo, reducciones impositivas, mejoras en los servicios públicos, etc., debe también sopesarse en relación con los efectos desfavorables ocasionados por los cambios en los patrones de empleo y el incremento en la migración interna. Es éste el problema más importante a considerar en relación a las operaciones petroleras.”25 23

Informe Storting No. 25 (1973-74), elaborado por el Ministerio de Finanzas; Informe Storting No. 30 (1973-74), elaborado por el Ministerio de Industria. 24

El término “Dutch disease” (“enfermedad holandesa”) fue acuñado por la revista The Economist en un artículo publicado en 1977 sobre los efectos de las exportaciones de gas sobre la industria manufacturera holandesa. La base teórica del mismo fue planteada posteriormente por Corden y Neary en una serie de artículos que comenzaron a aparecer en 1982. Por tanto, vale decir que el informe del Ministerio de Finanzas estaba sumamente adelantado a su época y antecedió a desarrollos teóricos posteriores. 25

Informe Storting No. 25 (1973-74), p. 9. Nótese la diferencia con Venezuela, donde el petróleo ha sido percibido como un instrumento para promover cambios que conduzcan al progreso y desarrollo. Por lo contrario, en Noruega, los cambios producidos por el petróleo se veían como amenazantes y negativos.

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Según el informe, uno de los dos instrumentos fundamentales para controlar los efectos negativos era una tasa moderada de extracción, limitando la producción a 90 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep).26 Una tasa moderada de extracción se vinculaba a un ritmo moderado de exploración, puesto que “una vez descubiertos los yacimientos, múltiples razones técnicas, económicas y políticas dificultan limitar su explotación... La actividad exploratoria es, en la práctica, el instrumento regulatorio de más peso. Es por ello importante evitar que se realice una mayor exploración que la indicada por una tasa moderada de extracción”.27 El otro instrumento fundamental era limitar la proporción del ingreso petrolero utilizada internamente. Por lo tanto, “una proporción considerable de los ingresos públicos producidos por las operaciones petroleras debe ser invertida en el exterior”.28 La propuesta planteaba gastar internamente la mitad de dichos ingresos y ahorrar el resto en el exterior. En la práctica no se atendió esta sugerencia, ya que el gobierno gastó incluso más de lo que efectivamente le ingresaba al poner en práctica políticas anticíclicas para preservar el nivel de empleo, lo que condujo a un aumento de la deuda externa, que eventualmente se transformó en la más alta entre los países de la OCDE para 1978 (47 por ciento del PIB). Si bien el informe reconocía la necesaria participación de las compañías petroleras foráneas, también recomendaba el fortalecimiento de la compañía petrolera estatal y la cooperación con otras compañías estatales a fin de limitar la participación de las multinacionales en el largo plazo. El informe también contiene una marcada postura estatista dentro del contexto nacional, sugiriendo “usar parte de los ingresos gubernamentales para adquirir participaciones patrimoniales en la industria privada noruega. El aumento en el ingreso de divisas posibilitaría también la adquisición de participaciones en industrias en el extranjero”.29 La conclusión más importante de este informe era que Noruega debía limitar su producción de acuerdo con su capacidad de absorción económica, asegurando un fuerte control estatal sobre la industria petrolera y evitando, en tanto fuera posible, la redistribución regional del empleo y los cambios en los patrones de vida.

26 90 millones de tep terminó siendo un nivel de producción más bien optimista para la primera mitad de los 80. Para ese momento y debido al incremento de los costos y de los retrasos, la producción apenas llegó a cerca de la mitad de esta cifra. Después de 1986, la producción efectivamente aumentó de forma vertiginosa, alcanzando los 186 millones de tep en 1996, cantidad que duplica con creces el tope propuesto en 1974. 27 Informe Storting No. 25 (1973-74), p. 16. Debe recordarse que para este momento las actividades de exploración eran realizadas únicamente por compañías privadas cuyas decisiones de producción eran generalmente autónomas del gobierno. 28

Informe Storting No. 25 (1973-74), p. 20.

29

Informe Storting No. 25 (1973-74), p. 16.

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El informe del Ministerio de Industria tenía un carácter más técnico. Contenía una revisión de las diversas modalidades de contratación para la concesión de licencias de exploración y explotación. En este sentido, el reporte hacía recomendaciones en relación a las nuevas condiciones que debían plantearse en los contratos venideros, en los que el Estado tendría una participación de por lo menos 50 por ciento con opción de aumentar la proporción según una escala ajustable en base a la importancia de los descubrimientos. También analizaba en detalle la relación entre el Estado y Statoil, reconociendo la necesidad de lograr un equilibrio en el doble papel jugado por Statoil como instrumento de política (control político) y como empresa comercial (autonomía comercial). En este sentido, proponía una modificación del acta constitutiva de Statoil para aclarar el punto de rendición de cuentas por parte de la compañía. Este punto ha sido luego conocido como los requisitos del Artículo 10, que conforman la base de la responsabilidad política de Statoil. Su texto reza como sigue: “La junta directiva deberá presentar a la asamblea general, ordinaria o extraordinaria, todos aquellos asuntos que se presuman relacionados con planteamientos políticos de importancia o planteamientos de principios y/o tener efectos importantes sobre la comunidad o su economía.”30 En lo que concierne a las otras compañías noruegas aparte de Statoil, el informe las dividía en dos clases. Primero, las compañías bien establecidas, de cierto tamaño y capacidad, refiriéndose a Norsk Hydro y Saga. Segundo, la gran cantidad de compañías privadas pequeñas que habían surgido para participar en las operaciones petroleras. El informe consideraba a este último grupo como compañías de carácter especulativo que debían ser desincentivadas y a las que, en general, no se les debía otorgar licencias. El aumento en los precios resultante de la primera crisis petrolera de 1973-74 causó un súbito aumento de las utilidades provenientes de las operaciones petroleras y el gobierno noruego se sintió con derecho a tener acceso a este incremento de las ganancias. Era posible incorporar nuevos términos para capturar parte de este ingreso adicional en las licencias venideras. Ahora bien, el verdadero problema radicaba en cómo captar el excedente adicional en las licencias que ya habían sido otorgadas. ¿Debían acaso modificarse las licencias existentes? Ello afectaría la inviolabilidad de los contratos y expondría al Estado noruego a someterse a acciones compensatorias con repercusiones internacionales. La decisión fue no tocar los términos de las licencias existentes sino, haciendo uso de la soberanía tributaria del Estado, se creó un nuevo impuesto a las ganancias adicionales, el “impuesto especial”. La primera propuesta del gobierno fue de pechar las ganancias adicionales con una tasa de 40 por ciento. A pesar de la supuesta

30

Informe Storting No. 30 (1973-74), p. 43. La asamblea general de Statoil está conformada por la persona del Ministro de Industria (hoy en día Ministro de Petróleo y Energía), representante del único accionista que es el Estado.

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soberanía estatal en asuntos tributarios, la proposición fue rechazada por las compañías y el gobierno tuvo que enmendarla a finales de 1974.31 Las compañías aceptaron una nueva propuesta de 25 por ciento de impuesto sobre las ganancias adicionales, que además permitía una serie de deducciones. La nueva propuesta fue aprobada por el Storting durante la primavera de 1975. Durante la tercera ronda de licencias que comenzó en 1974, fue incorporado por primera vez de forma sistemática el requisito de un mínimo de 50 por ciento de interés compartido (carried interest) para el Estado.32 No se anunciaron nuevas rondas de licencias hasta 1978, mientras que las negociaciones propiamente dichas se realizaron en medio de la segunda crisis petrolera de 1979-80. El intervalo de 1974-78 fue utilizado para conformar una capacidad técnica nacional relacionada con las operaciones petroleras antes de abordar una próxima ronda de licencias. El gobierno noruego consideraba que “establecer una fuerte posición negociadora era más importante que la obtención de ingresos inmediatos”.33 En este aspecto encontramos un marcado contraste con la Gran Bretaña, donde el desarrollo en el sector petrolero y del gas fue a toda marcha. En cambio, Noruega decidió asumir un “nivel moderado de desarrollo” que le permitió el tiempo necesario para generar experiencia y capacidad nacional, tanto en el aspecto técnico como organizacional. Si Noruega hubiera escogido un ritmo acelerado de desarrollo, los vínculos con los contratistas y proveedores nacionales habrían sido menores y, por tanto, una mayor proporción de las inversiones se hubiera dirigido a insumos y servicios importados. De esta manera el efecto multiplicador sobre la economía interna se habría visto reducido. Esta decisión también tuvo sus repercusiones en la esfera política, puesto que la consolidación de un complejo petrolero-industrial, con su fuerte capacidad de negociación política, muy probablemente se habría visto coartada de haberse optado por una desenfrenada política de producción. Desde una perspectiva externa, Noruega fue muy afortunada en cuanto a que las negociaciones para la tercera y cuarta rondas de licencias coincidieran con los booms petroleros, lo cual favoreció notablemente la posición negociadora del Estado ante las compañías multinacionales. La primera mitad de la década de los 80 estuvo signada por una gran confianza: se había establecido un sólido marco institucional y logrado condiciones más favorables frente a las petroleras multinacionales, dentro de un contexto de marcados aumentos en los precios del petróleo y en los volúmenes de producción. La tasa

31

Noreng (1980), Ibid., p. 52.

32

La tercera ronda se extendió por varios años, en parte, porque las autoridades noruegas plantearon requisitos más exigentes. Esta ronda se realizó entre 1974 y 1977, y se otorgaron veinte bloques en total durante los años 1974, 1976 y 1977. Fact Sheet 1997, p. 47. 33

Øystein Noreng (1997), p. 48

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impositiva especial aumentó de 25 por ciento a 35 por ciento en junio de 1980. El optimismo nacional se vio reflejado tanto en la mayor actividad en el sector petrolero como en el ingreso que el mismo generaba. Las actividades aumentaron enormemente debido a la cantidad de bloques asignados durante la cuarta ronda. Mientras en el período de 1974-79 se habían otorgado 30 bloques en concesión, en el período de 1980-85 se concedieron 70 bloques.34 La producción petrolera aumentó de 0,50 millones de barriles diarios (Mbd) en 1980 a 0,79 Mbd en 1985.35 El ingreso generado por el sector petrolero, en términos del PIB, se disparó de 9,4 por ciento en 1979 a 19,1 por ciento en 1984, y las exportaciones del sector sumaron 37,9 por ciento de todas las exportaciones en 1984.36 Los ingresos fiscales se multiplicaron, pasando de NKr 18,6 millardos a NKr 46,7 millardos en el período 1980-85.37 Durante esta promisoria primera mitad de los 80, se discutieron básicamente dos puntos de importancia en cuanto al sector petrolero: la posible creación de un fondo de estabilización para atenuar los desequilibrios macroeconómicos, y el creciente poder de Statoil en relación a la formulación de políticas y la pérdida de control por parte del Estado. Como ya mencionáramos, la necesidad de ahorrar parte del ingreso petrolero fuera del país para prevenir un recalentamiento de la economía ya había sido reconocida en el informe presentado por el Ministerio de Finanzas en 1974.38 El informe del llamado Comité Tempo, publicado en 1982, sugería un modelo para el establecimiento de un fondo petrolero, además de nuevas recomendaciones en cuanto a la política de producción. Sin embargo, y a pesar de la existencia de un amplio consenso para la restricción del gasto, así como de claras señales de debilidad del mercado petrolero internacional, las presiones sobre el gobierno conservador, que no contaba con una mayoría absoluta en el Storting, distorsionaron el argumento: “En lugar de preguntarse cuánto gastar, la pregunta planteada fue en qué gastar el dinero”.39 Ahora bien, las sucesivas devaluaciones hechas por el 34

Fact Sheet 1997.

35

Fact Sheet 1988.

36

Fact Sheet 1989.

37

El primer shock negativo sobre los precios del petróleo en 1982, que redujo los ingresos del Estado venezolano en más de un tercio, no afectó a Noruega. Ello se debió a dos factores fundamentales. Primero, la depreciación de la corona noruega ante el dólar, lo cual significó que a pesar de que el precio internacional del barril de petróleo cayó de US$ 38 en 1980 a US$ 28 en 1983, éste aumentó en términos de moneda local de NKr 200 a NKr 250 en el mismo período. Segundo, como muestra el Gráfico 2, la producción noruega aumentaba fuertemente, mientras que la de Venezuela, y en general la de la OPEP, descendía en un intento por estabilizar los precios a nivel mundial. Además, el inicio de la crisis de la deuda en 1982 sirvió para exacerbar los efectos de la baja de los precios del petróleo en Venezuela. 38

Ver cita anterior del Informe Storting No. 25 (1973-74), p. 20.

39

Andersen (1993), Ibid., p. 145.

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gobierno conservador a partir de 1981 en pos de mayor competitividad sirvieron, gracias a la relativa fortaleza del mercado petrolero, para generar un superávit sostenido tanto en las cuentas fiscales como en las externas. Estos recursos adicionales no fueron ingresados a la economía nacional, sino que más bien fueron utilizados mayormente para amortizar la deuda externa, lo cual produjo un efecto neto similar al de la creación de un fondo petrolero. De hecho, parece más bien curioso que la utilidad de un fondo petrolero en la reducción del impacto negativo generado por una abrupta caída en los precios mundiales del petróleo no fuera considerada durante las discusiones. Este elemento de riesgo no fue cuidadosamente analizado, puesto que se asumía que la tendencia de los precios no podía sino ser ascendente. La creciente importancia económica de Statoil y el hecho de que su posición frente al sector político no fuera considerada como transparente creó un cisma en el ámbito político. Por una parte, el partido Laborista insistía en que era necesario contar con una Statoil fuerte que sirviera de contrapeso al poder de las multinacionales petroleras. Por la otra, el partido Conservador, apoyado por el Directorio Petrolero Noruego, hacía hincapié en la necesidad de que hubiera control político y de que las cuentas estuvieran claramente expuestas ante el avasallante dominio de Statoil sobre el sector más importante de la economía. En contraste con la experiencia británica y con algunas sugerencias en el caso de Venezuela, no hubo propuesta alguna, incluso entre sus más acerbos críticos, en el sentido de privatizar parcial o totalmente a Statoil.40 El debate inicial condujo al nombramiento del Comité Mellbye en 1982, que posteriormente presentaría un informe en 1983, el cual fue sujeto de amplias discusiones.41 El informe final incorporó varias de las observaciones hechas por las organizaciones consultadas, fue presentado al Storting y aprobado como Informe Storting No. 73, “Sobre la Organización de la Participación Estatal en la Actividad Petrolera”. El informe ratificaba el objetivo general de la política petrolera: “... que los recursos petroleros que se encuentran en la plataforma continental sean utilizados para el beneficio de Noruega, y que ello beneficie a la sociedad noruega como un todo”.42 Dicho objetivo comprendía tres implicaciones fundamentales: la primera radica en la necesidad de fortalecer la posición de los cuerpos elegidos, el gobier40

Andersen (1993), Ibid., p. 148.

41

El informe del Comité Mellbye fue sometido a la revisión de: el Ministerio de Finanzas, el Ministerio de Industria, el Ministerio de Gobierno Local y del Trabajo, el Sindicato de los Trabajadores Metalúrgicos, la Organización Nacional de Sindicatos, la Federación de Compañías de Ingeniería, la Federación Industrial Noruega, la empresa mixta Norsk Hydro, el Directorio Petrolero Noruego, la empresa privada Saga Petroleum y Statoil. Además, como se planteara en el Informe No. 73 (83-84), el gobierno ya había consultado al Comité de Industria del Storting con el fin de lograr una solución concertada en relación a los principios fundamentales para la organización de la participación estatal. 42

Informe Storting No. 73 (1983-84), p. 4.

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no y el Storting, en la administración del sector petrolero de forma que su poder pueda ser ejercido “no sólo desde un punto de vista formal, sino también en términos reales”.43 La segunda es “que la mayor parte posible de las ganancias generadas mediante la explotación del recurso natural debe ser asignada al Estado”.44 La tercera de estas implicaciones es que a fin de asegurar una explotación eficiente de los recursos naturales es necesario, por una parte, contar con una compañía estatal fuerte, “para asegurar que la contraparte noruega tenga capacidad suficiente como para que el poder nacional de toma de decisiones sea un poder real”,45 y por otra parte, el concurso de compañías extranjeras que promuevan la incorporación de las tecnologías más avanzadas. Este objetivo general, así como sus implicaciones, ya formaban parte de la política petrolera noruega desde su mismo inicio y conformaron la base del patrón organizacional inicial de la participación estatal en la industria petrolera en 1972.46 Sin embargo, después de una década de experiencia, y particularmente en vista del rápido crecimiento previsto para la industria petrolera, se consideraba que debían hacerse algunos ajustes. El creciente poder de Statoil, tanto en términos financieros como en su papel de proveedor de premisas para el establecimiento de la política petrolera, era considerado como algo inconveniente. Por lo tanto, se planteaba que: “Si continuamos otorgándole a Statoil, como lo hemos venido haciendo y sin limitaciones, la participación general del Estado en la actividad petrolera, la compañía logrará una posición demasiado dominante. La combinación de la magnitud económica de Statoil junto con su posición preponderante dentro del proceso de toma de decisiones conducirán a una concentración de poder en una compañía de naturaleza comercial, situación que debiera evitarse”.47 Pero al mismo tiempo, se reconocía la necesidad de darle a Statoil un grado de autonomía comercial similar al que disfrutaban el resto de las compañías petroleras privadas. En teoría se trataba de la necesidad de separar el requisito de control político sobre la formulación de políticas, así como de los procesos de regulación y supervisión, del requisito de autonomía comercial para gerenciar una compañía petrolera integrada como Statoil. En la práctica, se trataba de una difícil separación, puesto que Statoil fue originalmente concebida como uno de los instrumentos para la conducción de la política petrolera nacional a la vez que como una empresa comercial.

43

Informe Storting No. 73 (1983-84), p. 3.

44

Informe Storting No. 73 (1983-84), p. 4.

45

Informe Storting No. 73 (1983-84), p. 4.

46

Proposición al Storting No. 113 (1971-72).

47

Informe Storting No. 73 (1983-84), p. 19.

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Esta dificultad inherente se vio agravada por la continua acumulación de poder político por parte de la gerencia de Statoil a través de la manipulación de los dos grupos ya mencionados: la red de proveedores y contratistas de la industria petrolera y los políticos locales.48 Esta fue una situación fuertemente resentida, tanto en términos ideológicos como prácticos, por el gobierno conservador que a la sazón se encontraba en el poder.49 Ideológicamente, los conservadores resentían que el ingreso petrolero adicional, básicamente generado por el favorable ambiente internacional y las operaciones de las compañías petroleras extranjeras bajo los acuerdos de “participación compartida” (carried interest) para el Estado, se estaba presentando ante la opinión pública como un resplandeciente ejemplo de cuán deseable resultaba que el Estado se involucrara activamente en operaciones industriales. En términos prácticos, las expectativas generales del momento apuntaban a un acelerado aumento de los precios del petróleo con el incremento subsecuente del poder económico de Statoil. Este creciente poder económico, aunado a un astuto manejo político, era percibido como una amenaza no sólo para el gobierno conservador en funciones, sino también para la distribución tradicional del poder dentro del sistema político noruego.50 Adicionalmente, el marcado dominio ejercido por Statoil dentro del sector petrolero encontraba oposición, aunque no abierta, por parte de las otras compañías petroleras tanto a nivel nacional como internacional.51 La situación llegó a su punto álgido en 1984, la junta directiva y la gerencia de Statoil habían rechazado por unanimidad las sugerencias del Comité Mellbye, pero al mismo tiempo tenían muy claro que la imposición de ciertas limitaciones al poder político y económico de Statoil se había hecho inevitable. Así pues, la gerencia de la petrolera asumió una nueva postura que intentaba consolidar los logros obtenidos y limitar los reveses, contando con el apoyo del partido Laborista. Ello desembocó en un proceso de negociación a través del cual Statoil logró asegurar la mayoría de sus objetivos estratégicos, sobre todo minimizando el efecto que la creación de la “Participación Financiera Directa del Estado” (PFDE) tendría sobre la compañía. La PFDE se trataba de una nueva entidad que recibiría

48 La actitud avasallante y el estilo personal del Presidente de Statoil, Arve Johnsen, también contribuyeron a aumentar esta tensión. 49

Køre Willoch, entrevista del 11/04/97.

50

Køre Willoch, entrevista del 11/04/97.

51

El presidente de Norsk Hydro, Johan B. Holte, le comentó al Primer Ministro Willoch: “Johnsen nos tiene a todos (las compañías petroleras) comiendo de su mano”. En el caso de Mobil, Statoil la presionó para que comenzara con las operaciones en el campo Statfjord antes de la fecha pautada en la licencia que se le otorgara. Køre Willoch, entrevista del 11/04/97. Para ser justos, debe acotarse que existía una antigua e intensa rivalidad entre Holte y Johnsen que se remite a la época en que Johnsen trabajaba para Norsk Hydro antes de la existencia de Statoil. Willy Olsen, entrevista del 11/06/97.

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aproximadamente las tres cuartas partes de la participación estatal en las licencias existentes. La totalidad de los ingresos y los gastos relativos a dicha participación irían directamente al Estado. Statoil no pudo impedir la creación de la PFDE. Lo que ciertamente sí logró fue influir en los términos de conformación de la misma. El acuerdo alcanzado con el gobierno de Willoch consolidó los siguientes beneficios para Statoil: a) Statoil mantuvo el 100 por ciento de su participación en el campo Statfjord.52 Se trataba del campo más lucrativo de la plataforma continental noruega y hacía poco se había iniciado su etapa de producción. Por lo contrario, los campos que pasaron a formar parte de la PFDE se encontraban mayormente en la etapa de desarrollo, y por lo tanto exigían una fuerte inversión inicial.53 b) La PFDE no sería más que una cuenta separada dentro de la contabilidad de Statoil a nombre del Ministerio de Finanzas en donde ingresaría el flujo de efectivo del PFDE, y no una compañía aparte con una junta directiva independiente, como se había sugerido.54 c) Statoil seguiría a cargo de las decisiones operativas y de gastos relacionadas con la gerencia del aspecto productivo de la PFDE. d) Statoil comercializaría, en representación del Estado, la eventual producción de la PFDE. e) A Statoil se le daría mayor autonomía comercial, lo cual le permitiría extenderse aguas abajo dentro de la industria petrolera e iniciar un programa de internacionalización a través de inversiones en el extranjero. Al mismo tiempo, ello le concedería acceso al financiamiento externo, liberándola de las restricciones impuestas dentro del presupuesto nacional. f) Finalmente, a Statoil se la utilizaría menos como un instrumento de política del Estado. En la práctica, este era un punto básicamente formal, puesto que Statoil siempre había seguido sus propios intereses y sólo en muy raras ocasiones había sido utilizada explícitamente como un instrumento de política petrolera.55 Esta posición fue confirmada dos años después en el Informe Storting No. 46 (1986-87) que rezaba: “Ha habido 52

Statoil logró mantener la totalidad de su participación de 50 por ciento en Statfjord, mientras que la PFDE no obtuvo ningún porcentaje en este campo. La operadora inicial de la licencia era Mobil, pero Statoil comenzó a presionar antes de lo acordado inicialmente para tomar las operaciones bajo su control. Cosa que eventualmente sucedió en 1987. 53 Como parte del acuerdo, Statoil mantendría también la propiedad del sistema de oleoductos principal Statpipe. 54 La creación de otra entidad autónoma para gerenciar la PFDE, era percibida como capaz de crear nuevas confrontaciones dentro del sector petrolero público noruego que terminaría debilitándolo. Es más, este nuevo ente eventualmente recibiría un ingreso mucho mayor que Statoil, ingreso que sería también sumamente considerable en relación al tamaño de la economía noruega (sobre todo en vista de que se esperaba que los precios del petróleo continuarían aumentando). Este inmenso poder económico era susceptible de traducirse en un nivel de influencia política que podría rebasar el control directo de las autoridades electas. En definitiva, el Estado tomó directamente una porción importante del flujo de caja de Statoil pero sin crear otra entidad, ésto pareciera haber sido un caso de “más vale malo conocido…”. Willy Olsen, entrevista del 11/06/97. 55

Willy Olsen, entrevista del 11/06/97.

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amplio acuerdo político en cuanto a que Statoil debe jugar un papel de liderazgo en la actividad petrolera noruega y por tanto debe también ser considerada como un instrumento a disposición de las autoridades para la implementación de la política petrolera. Ello implica que Statoil tendrá privilegios, le serán asignadas responsabilidades especiales y estará sujeta a un marco de referencia distinto al de las compañías privadas. Dentro del marco de condiciones que se desprende de ello, es la opinión del gobierno que Statoil podrá actuar, en la medida de lo posible, con el mismo grado de autonomía comercial que otras compañías”.56 En este sentido, “las autoridades deben administrar y controlar las actividades petroleras en primer término mediante la aplicación de la Ley de Petróleo, las regulaciones pertinentes y los contratos de concesión”.57 Es decir, Statoil debería utilizarse como un instrumento de política sólo en casos excepcionales. Los reveses para Statoil consistían de dos asuntos fundamentales: a) la pérdida del flujo de caja eventual generado por la PFDE, que era, por mucho, el más relevante de los dos puntos. b) Ciertas limitaciones en el ejercicio del voto de las acciones mayoritarias del Estado dentro de los consorcios existentes. El proceso de negociación antes mencionado condujo a la aprobación del Informe Storting No. 73 (1983-84), que establecía los términos de la reorganización de la participación estatal en la industria petrolera a partir de comienzos de 1985. Esta reforma contenía dos objetivos principales. Primero, reducir el poder económico de Statoil, canalizando parte de los ingresos directamente hacia el Estado a través del establecimiento de la PFDE.58 Segundo, la creación de un amplio y variado entorno petrolero noruego que asegurara la pluralidad de “proveedores de premisas para las decisiones de las autoridades”.59 En este sentido, el informe planteaba que: “Es importante que el proceso de toma de decisiones se organice de forma tal que presente diversos puntos de vista, de forma que se exponga, en la medida de lo posible, las verdaderas razones de quienes están a cargo del proceso. … Sin embargo, los intereses del Estado y de Statoil no siempre irán en paralelo. … es importante evitar situaciones en las que Statoil pueda promover

56

Informe Storting No. 46 (1986-87), versión en idioma inglés, p. 80. Nótese que este informe, a diferencia del No. 73 (83-84), fue presentado por un gobierno laborista. 57

Recomendación del Comité de Energía e Industria del Storting No. 82 (1985-86).

58

Inicialmente el PFDE sirvió para fortalecer, más que para restringir, la posición financiera de Statoil, ya que la participación estatal se concentraba básicamente en campos en fase de desarrollo que requerían de grandes inversiones antes de poder producir ingreso alguno. Estos recursos debían ser directamente financiados por el Estado, incluyéndolos dentro del presupuesto nacional. Al mismo tiempo, Statoil recibía mayor libertad para buscar alternativas de financiamiento en los mercados de capitales nacionales e internacionales. 59

Informe Storting No. 73 (1983-84), p. 5.

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sus propios intereses bajo la ficción de estar salvaguardando los intereses de la sociedad”.60 Esta pluralidad de puntos de vista debía ser promovida mediante el suministro de mayores oportunidades a las otras compañías petroleras noruegas, Norsk Hydro y Saga Petroleum, y fortaleciendo las capacidades y competencias del Directorio Petrolero Noruego. Al mismo tiempo, las normas de votación de los contratos de asociación existentes fueron modificadas con el propósito de limitar los poderes de veto de Statoil sobre las decisiones operativas y lograr una mayor contribución de los socios extranjeros a fin de mejorar la eficiencia operativa.61 En general, las reformas de 1985 y la creación de la PFDE más bien beneficiaron de múltiples maneras a Statoil en lugar de debilitarla. Primero, como Statoil podía escoger en primer término, pudo incluir dentro de su cartera los mejores campos petroleros, dejándole el resto a la PFDE. Segundo, en el corto plazo, las ganancias de Statoil no se vieron fuertemente afectadas puesto que los campos del PFDE estaban mayormente en etapa de desarrollo. Ello también implicaba que la cuota de inversión que Statoil debía financiar de sus propios recursos se vio significativamente reducida y la mayoría de las inversiones fueron financiadas vía presupuesto estatal, lo cual tuvo vital importancia durante los apremios económicos que encaró Statoil después de 1986.62 Tercero, Statoil fue liberada de las limitaciones del presupuesto estatal en cuanto a los aumentos de su patrimonio y podía captar financiamiento para sus operaciones en los mercados nacionales e internacionales. A pesar de todo ello, el nivel de endeudamiento de Statoil es aún considerado a la luz de la política general de crédito público, dado su impacto sobre la base monetaria nacional. Cuarto, a pesar de que Statoil perdió el control de los ingresos correspondientes a la PFDE, sí mantuvo control sobre todas las decisiones del gasto como operadora de los yacimientos pertenecientes a la PFDE, por lo cual también retuvo el poder asociado a la adjudicación de un gasto de semejantes proporciones. Asimismo, Statoil siguió siendo responsable de la comercialización de toda la producción de la PFDE. Si bien Statoil no recibe una remuneración por la colocación de la producción de la PFDE, hacerlo le proporciona una importante ventaja en cuanto a su peso negociador en el mercado mundial, ya que de este modo controla una producción de cerca de dos millones

60

Informe Storting No. 73 (1983-84), pp. 19-20.

61

La participación estatal de 50 por ciento en todas las licencias a partir de la tercera ronda le dieron a Statoil un poder efectivo de veto sobre la mayoría de las decisiones. El nuevo acuerdo eliminó este poder de veto bajo condiciones normales. Si Statoil quería ejercerlo, debía notificar sus razones al Ministerio. 62 Como se explicará luego más detalladamente, Statoil requirió de una importante operación de rescate financiero por parte del gobierno después de 1986. Si la PFDE no hubiera sido directamente financiada mediante recursos gubernamentales, el desarrollo de estos campos habría sido pospuesto o el rescate de Statoil por parte del gobierno hubiera sido más costoso, a fin de evitar la quiebra de la compañía debido a su alto nivel de endeudamiento y a su iliquidez en el corto plazo.

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de barriles diarios en vez de menos del medio millón de barriles que corresponde a su propia producción.63 Quinto, a Statoil se le permitió expandir sus operaciones internacionalmente. Se le concedió mayor libertad de decisión en cuanto a las inversiones en el extranjero, pero debe llevar una contabilidad aparte para las actividades nacionales e internacionales de modo “que los resultados económicos de las inversiones de Statoil en el exterior puedan siempre separarse de su actividad en Noruega”.64 Desde un punto de vista formal, la creación del PFDE conllevó un cambio fundamental en la relación entre el Estado y Statoil. Antes, el régimen de licencias era análogo a una relación del tipo terrateniente-medianero. Con la PFDE, el Estado se convirtió en un propietario capitalista mientras que Statoil asumió el papel de trabajador asalariado. Este cambio teórico esencial se ve diluido en la práctica por dos factores. Primero, Statoil es de la exclusiva propiedad del Estado y por lo tanto resulta difícil distinguir los roles del Estado como accionista de Statoil y sus otros roles como propietario del recurso natural, como formulador de la política petrolera y como regulador de la principal industria nacional a la cual le son inherentes significativas rigideces de mercado. Segundo, Statoil cuenta con mucho más conocimiento de los intríngulis de la industria petrolera y por tanto está en capacidad de orientar las políticas estatales en función de sus propias preferencias.65 En cuanto al ambiente externo, desde el comienzo, Noruega había tenido poca necesidad de preocuparse por las condiciones de los mercados petroleros internacionales. De hecho, Noruega era un proveedor pequeño y el petróleo no representaba, en un inicio, una parte especialmente significativa de los ingresos noruegos. Además, todas las sorpresas que le habían deparado los mercados internacionales habían sido favorables. Todo esto cambió drásticamente en 1986.

El ajuste frente a la caída de los precios (1986-96) La decisión de la OPEP en 1986 de defender su participación en el mercado en lugar de apuntalar los precios condujo a un descenso en los precios del petróleo que superó todas las expectativas. La caída tomó a Noruega por sorpresa y sin previsiones, con lo cual se vio severamente afectada. Los precios se desplomaron de US$ 28 por barril (pb) a menos de US$ 9 pb en un cierto momento. 63

Cifras de 1997.

64

Informe Storting No. 46 (1986-87), versión en idioma inglés, p. 81. Este punto fue instituido para evitar la práctica de Statoil que consistía en cargar intereses sobre préstamos para su expansión internacional a los ingresos de las operaciones noruegas, lo cual reducía los ingresos tributarios estatales. En ese momento se sugirió, aunque nunca llegó a ponerse en práctica, que para aumentar la transparencia, Statoil debía colocar toda su participación internacional en una corporación separada, cosa que permitiría conocer directamente los resultados consolidados de todas las operaciones internacionales. 65

Ello conforma un típico problema de principal-agente en teoría económica.

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Gráfico 1 Impuestos petroleros, flujo de caja neto PFDE, Ingreso petrolero total

Fuente: Ministerio de Petróleo y Energía.

La caída en los ingresos fiscales petroleros fue proporcionalmente mayor a la de los precios, puesto que el sistema tributario había sido diseñado para captar el excedente adicional causado por un aumento de precios, pero no se habían tomado medidas para asegurar un ingreso mínimo en caso de una caída de precios. Los ingresos fiscales por operaciones petroleras colapsaron de alrededor de 30 por ciento de los ingresos fiscales totales en 1985 a cerca de 3 por ciento en 1988, transformando el superávit fiscal en déficit.66 Como muestra el Gráfico 1, esto se debió a una combinación de una reducción en el total de la recaudación tributaria, producto de la dramática caída de los precios del petróleo en 1986, con el flujo de caja negativo de la PFDE hasta 1988. La cuenta corriente cayó de un superávit de casi 5 por ciento del PIB en 1985 a un déficit de 6,5 por ciento del PIB en 1986. Repentinamente, la dependencia noruega de la industria petrolera y su vulnerabilidad a las fluctuaciones del mercado petrolero internacional se hizo dolorosamente clara. El gobierno aplicó un fuerte programa de ajuste macroeconómico mediante una devaluación y un endurecimiento de las políticas monetarias, fiscales y de ingresos, lo cual sirvió para reducir los déficit en cuenta corriente y fiscal, pero a costa de un notable aumento del desempleo. Existía un amplio consenso en cuanto a la necesidad de promover una diversificación de las exportaciones a fin de reducir la vulnerabilidad de la economía a los vaivenes del sector petrolero. En este sentido, se proponía reorientar la inversión, dirigiéndola hacia los sectores exportadores tradicionales en vez de hacia la industria petrolera. Sin embargo, en la práctica esto no era políticamente posible. Una nueva alianza de diversos intereses nacionales que había surgido desde los años formativos de la industria

66

Fact Sheet 1997, Ministerio de Petróleo y Energía.

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petrolera había reducido la autonomía del gobierno en la formulación de la política petrolera. La alianza estaba conformada por Statoil, la red nacional de proveedores y contratistas de la industria petrolera, las autoridades regionales y las compañías petroleras extranjeras. Como mencionáramos anteriormente, este complejo petrolero-industrial había sido inicialmente estimulado por Statoil para establecer una base política de apoyo a sus planes de expansión. Pero ya para 1986, este complejo se había convertido en una poderosa red de intereses políticos y económicos con capacidad de neutralizar los intentos gubernamentales de restarle peso al sector petrolero dentro de la economía. El grupo ejerció una efectiva presión política cuando el gobierno propuso un sistema de “cola por orden de presentación” para la aprobación de los nuevos proyectos de desarrollo, a fin de racionalizar la actividad en el sector petrolero. Pero la iniciativa generó el efecto contrario al esperado, ya que los operadores se apresuraron a introducir sus propuestas de desarrollo para así ser los primeros en la cola, y el sistema fue rápidamente desechado.67 Así pues, a pesar de todo el discurso sobre diversificación de las exportaciones y sobre la reducción de la dependencia petrolera, fue precisamente el sector petrolero el mayor receptor de inversiones, tanto públicas, a través de la PFDE, como privadas, a través de la aceleración de los planes de desarrollo presentados para evitar el sistema de cola. En lugar de una reducción de la producción petrolera como respuesta a los menores márgenes de ganancia, como esperaba la OPEP, la producción creció a más del doble durante el período 1986-90, como muestra el Gráfico 2. Gráfico 2 Producción petrolera / Venezuela y Noruega

Fuente: BP Statistical Review of World Energy. 67

En aquella oportunidad, sólo se pospuso un proyecto por un año como resultado del sistema de cola. El gobierno minoritario que llegó al poder en 1997 quiso a su vez reducir el ritmo de actividad en el sector petrolero. Nuevamente se ha introducido un sistema de cola. Está aún por verse qué resultado tendrá el sistema en esta oportunidad.

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El gráfico ilustra el contraste entre el incremento ininterrumpido de la producción noruega y la caída de la misma en Venezuela, que estaba sometida al sistema de cuotas de la OPEP.68 Este aumento en la producción ocurrió precisamente cuando Noruega estaba supuestamente coordinando la misma con la OPEP, mediante restricciones voluntarias a fin de apoyar los precios. La reacción de Noruega al colapso petrolero de 1986, a pesar del llamado de los sectores público y privado no-petroleros a reducir la dependencia del petróleo y a la retórica coordinación con la OPEP, terminó aumentando la inversión en el sector así como la producción. Esto no sólo con la intención de defender la participación noruega del mercado internacional sino incluso para aumentarla.69 No es fácil dilucidar si esta reacción fue el producto de una política deliberada para aprovechar la oportunidad brindada por la OPEP en su esfuerzo por estabilizar los precios del petróleo a través de la reimposición de cuotas de producción a sus miembros y la posposición de inversiones petroleras en otros países como respuesta a una menor rentabilidad o si, más bien, se trataba de la continuación, por inercia, de las inversiones previamente planificadas, aunada a la pérdida de autonomía del gobierno debido a la creciente influencia del complejo industrialpetrolero. Gráfico 3 Producción petrolera relativa mundial, OPEP y Noruega

Fuente: BP Statistical Review of World Energy.

68 Por cierto, los Gráficos 2 y 3 también demuestran claramente cómo después de 1989, Venezuela comenzó a producir por encima de su cuota OPEP, marcando así un cambio substancial en su política petrolera. 69 Hubo también un esfuerzo sustancial, coordinado por el DPN, para aumentar la eficiencia de la producción noruega y así mejorar su competitividad en términos de costos.

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En cualquier caso, el planteamiento oficial era que Noruega limitaría los aumentos en sus planes de producción en 10 por ciento con la intención de estabilizar los precios.70 Por lo tanto, el gobierno recurrió a la disposición legal relativa a “apremiantes razones sociales”71 para forzar cortes de producción en las instalaciones de las compañías privadas. Ello condujo a la acusación, dentro de los medios petroleros internacionales, de que Noruega se había convertido en “el mejor miembro de la OPEP”. Los datos de producción mostrados en el Gráfico 3 ponen en evidencia que en lugar de ser “el mejor miembro de la OPEP”, Noruega más bien se convirtió en el mejor aprovechador de los esfuerzos de la OPEP para apuntalar los precios del petróleo. El Gráfico 3 indica cómo la producción de la OPEP cayó consistentemente entre 1979 y 1982 y luego cómo siguió de cerca la producción mundial. En cambio, la producción petrolera noruega, después de 1986, acelera la tendencia ascendente que traía previamente, aumentando significativamente su participación en la producción petrolera mundial. De esta manera, vemos cómo Noruega pasa de ser un pequeño exportador de petróleo a mediados de los 80 a ser el segundo exportador mundial, sólo precedido por Arabia Saudita en 1995. Al mismo tiempo, Statoil se convirtió en la principal compañía exportadora de petróleo fuera de la OPEP para 1991, avanzando al cuarto lugar en términos de producción después de BP, Exxon y Shell. Las restricciones a la producción de los campos existentes, que básicamente afectaron a las compañías extranjeras que operaban en Noruega, fueron finalmente eliminadas en 1990. A fin de hacer más atractiva comercialmente la exploración de la plataforma continental noruega, el gobierno eliminó los pagos de regalías sobre la producción que había sido aprobada con posterioridad al 1 de enero de 1986.72 La mayor volatilidad del ingreso fiscal en relación a los precios petroleros que resulta de la tributación sobre ganancias netas en comparación con la tributación sobre ingresos brutos73 fue amortiguada, inicialmente, por las regalías sobre la producción aprobadas antes de 1986, y después, por los ingresos de la PFDE, que funciona como una regalía del 100 por ciento sobre parte substancial de la producción actual. Este es un punto de importancia crucial en el diseño del sistema tributario, pues en la práctica no sólo cuenta el nivel global de tributación sino la

70

Informe Storting No. 46 (1986-87).

71

Acta del Storting No. 11, de marzo de 1985, sobre las actividades petroleras. Sección 20.

72

Fact Sheet 1997, Ministerio de Petróleo y Energía, p. 5. Se ha dicho que una de las principales razones para la eliminación del pago de regalías fue el deseo de acelerar el desarrollo del campo de gas Troll. Este campo revestía una importancia estratégica para las negociaciones entre gobiernos con relación al suministro a largo plazo de gas a Europa, pero no resultaba comercialmente atractivo con la carga que representaba el pago de regalías. Como el gobierno noruego quería evitar la creación de un caso especial para el campo Troll, eliminó el cobro de regalías para todas las explotaciones subsecuentes. Willy Olsen, entrevista del 11/06/97.

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conformación de la base imponible, ya que esto, además de atenuar o magnificar el impacto de la volatilidad de los precios sobre el ingreso fiscal, influye decisivamente sobre los incentivos que existen para la elusión impositiva y los costos de transacción asociados al control tributario. Adicionalmente, a partir de la 11a. ronda de licencias en 1987, el Ministerio de Petróleo y Energía eliminó el requisito de financiar la participación gubernamental durante la fase exploratoria de las licencias (carried interest). Asimismo, el uso de una escala ajustable, que aumentaba la participación estatal dependiendo del tamaño de los yacimientos descubiertos, fue eliminado a partir de la 14a. ronda de licencias en 1993. Sin embargo, no se extendieron ninguno de estos beneficios fiscales a las concesiones existentes, ya que estos beneficios estaban dirigidos a promover nuevas inversiones. En 1991, se llevó a cabo una reforma general del impuesto sobre la renta que disminuyó la tasa corporativa de 50,8 por ciento a 28 por ciento, pero la tasa del impuesto especial sobre las ganancias de las compañías petroleras aumentó de 30 por ciento a 50 por ciento, acción que arrancó protestas de las compañías, que consideraban que ello equivalía a un incremento neto de la presión fiscal. En general, el sistema impositivo noruego discrimina a favor de las compañías con campos en etapa operativa, puesto que todos los costos de inversión en los nuevos campos pueden ser cargados al ingreso corriente generado por los campos productivos.74 Este sistema tiende a disuadir la entrada de nuevos participantes, de modo que el grupo de compañías que operan en la plataforma continental noruega se ha convertido en un club bastante restringido de unos veinticinco miembros. Desde el punto de vista positivo, bien puede argumentarse que este sistema tributario ha fomentado un compromiso de largo plazo por parte de las compañías extranjeras con respecto a los yacimientos de la plataforma continental noruega, cosa que se traduce en fuertes inversiones en tecnología, infraestructura, así como nueva exploración que son específicas a la zona. La creación de la PFDE en 1985 sirvió para mantener el ritmo de inversión durante los años difíciles que siguieron al colapso de los precios del petróleo en 1986. El Informe Storting No. 46 (1986-87), “Actividad petrolera en el mediano plazo”,

73

La tributación basada en las ganancias netas aumenta el efecto de la volatilidad de los precios del petróleo sobre los ingresos fiscales. Dado que la ganancia es la diferencia entre dos números grandes (ingresos y costos), una pequeña variación en el ingreso puede transformarse en una variación mucho mayor proporcionalmente en la ganancia. Por otra parte, la tributación sobre las ganancias brutas varía linealmente con los precios del petróleo, ya que los costos son relativamente estables. 74

No existen restricciones en torno a los campos (ring fence), como en el caso del Impuesto sobre los Recursos en Gran Bretaña (Petroleum Resource Tax -PRT). El ring fence se refiere a que la contabilidad fiscal en cuanto a costos e ingresos se lleva por unidades de físicas de producción, constituidas cada una por un campo. No se permite transferir costos o ingresos de un campo a otro.

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planteaba: “…la participación financiera directa del Estado (PFDE) arrojará un saldo negativo hasta 1990, independientemente de las diversas alternativas de precios previstas. Ello se debe a que la mayoría de los campos en donde el Estado tiene intereses financieros directos están aún en fase de desarrollo”.75 De hecho, estas proyecciones resultaron bastante acertadas, ya que el flujo de caja neto de la PFDE apenas si llegó a ser positivo en 1989, haciéndose francamente positivo sólo a partir de 1996.76 Así pues, los recursos del presupuesto nacional se utilizaron para mantener el ritmo de la inversión en el sector petrolero, incluso ante un creciente déficit presupuestario. La inversión inicial en la PFDE fue la semilla de lo que eventualmente se convertiría en el Fondo Petrolero.77 Se trataba de fuertes desembolsos anticíclicos, que ya habían sido preasignados por vía de los planes de desarrollo anteriormente aprobados para los campos que pasaron a formar la cartera de la PFDE. En consecuencia, las decisiones de inversión correspondientes se mantuvieron en buena parte fuera del poder discrecional de los políticos.78 Una vez alcanzada de lleno la etapa de producción, después de 1996, el inmenso flujo de caja positivo que se generó no podía inyectarse de lleno a la economía sin generar distorsiones y fue acumulado en activos extranjeros a través del Fondo Petrolero. En relación al marcado aumento en la producción posterior a 1986, en un momento en que existía un consenso nacional en cuanto a que debían diversificarse tanto las exportaciones como la inversión, restándole peso al área petrolera, y cuando el país tenía supuestamente un acuerdo de reducción de las exportaciones petroleras con la OPEP, la explicación oficial del Ministerio de Petróleo y Energía, del Directorio Petrolero Noruego y de Statoil, es que no se trató de un aumento verdaderamente planificado sino que fue el resultado de una combinación de factores. Primero, un drástico aumento en el factor de recuperación gracias a los avances tecnológicos, particularmente en los cuatro campos gigantes: Statfjord, Ekofisk, Oseberg y Gulfaks, en donde el factor de recuperación pasó de 30 por ciento a más de 50 por ciento. Segundo, el impacto de la PFDE como un inversionista sin restricciones de naturaleza comercial. Esto sirvió para mantener el ritmo de la inversión, mientras que las compañías privadas (e incluso Statoil) postergaban nuevos desembolsos frente a una situación de rentabilidad reducida como resultado de la caída de los precios después de 1986. Tercero, los retardos, así como los sobrecostos incurridos a principio de los años 70 habían generado una tendencia a formular estimaciones de costos, tiempo de entrega y metas de producción sumamente conservadores para los futuros proyectos. En la medida 75

Informe Storting No. 46 (1986-87), p. 47.

76

Fact Sheet 1997, Ministerio de Petróleo y Energía, p. 5.

77

Más adelante se explica con detalle la creación y funcionamiento del Fondo Petrolero.

78

Petter Nore, entrevista del 11/05/97.

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en que se fue acumulando experiencia y la nueva tecnología se fue consolidando, se pudieron exceder ampliamente las estimaciones iniciales.79 Cuarto, la rápida relajación del régimen tributario posterior a 1986 (eliminación de regalías, carried interest y escala ajustable) ayudaron a mantener la inversión privada en explotación y exploración de yacimientos en la plataforma continental noruega. Mientras tanto, las inversiones en otras naciones productoras de petróleo quedaron rezagadas debido a la reducción de las ganancias o a políticas restrictivas explícitas, como en el caso de los países de la OPEP. La situación financiera de Statoil se vio afectada por el colapso de los precios petroleros de 1986. Las ganancias cayeron de NKr 8,5 millardos en 1987 a NKr 5,8 millardos en 1989, lo cual significó una drástica reducción en el pago de dividendos al Estado y un aumento en la deuda de Statoil. Este debilitamiento de las finanzas de Statoil, junto al escándalo causado por los sobrecostos y retrasos relacionados con la construcción de la refinería Mongstad80 causó la renuncia del presidente y de la junta directiva de Statoil y la designación de un presidente más orientado hacia los aspectos comerciales de la empresa.81 Por primera vez, el partido Conservador propuso una privatización parcial de Statoil, propuesta que encontró una firme oposición por parte del partido Laborista y tampoco logró el apoyo de las otras fuerzas políticas. Bajo el mando del nuevo presidente, Statoil fue reorganizada, para lo cual fue necesaria una inyección de efectivo por parte del Estado y, posteriormente, el traspaso de parte de la deuda de Statoil al Estado para consolidar la posición financiera de la compañía. La relación entre el Estado noruego y Statoil muestra un claro contraste con el caso de Venezuela. En éste último, el Estado tomó control de las reservas acumu-

79

El Programa NORSOK, desarrollado con la colaboración del Ministerio de Petróleo y Energía, el Directorio Petrolero Noruego, compañías operadoras, proveedores y sindicatos, redujo los costos de producción en cerca de 40 por ciento y mejoró la eficiencia. Ahora que se han ajustado los nuevos presupuestos haciéndolos más estrictos en términos de costos y tiempos de entrega, ha reaparecido la posibilidad de sobrecostos y retrasos en las previsiones actuales. 80 El costo de la refinería Mongstad, que era la primera inversión importante de Statoil en refinación en territorio noruego, superó el doble de los cálculos originales y su inauguración se retrasó más de un año. 81 Como mencionáramos anteriormente, Arve Johnsen, como presidente fundador de Statoil, fue factor fundamental en la formación de la influencia económica y política de Statoil. Johnsen renunció durante el primer trimestre de 1988 y Harald Norvik, un ejecutivo con mayor orientación empresarial, fue nombrado presidente de Statoil para realizar una reorganización interna de la compañía. Statoil fue reestructurada en tres divisiones, que serían manejadas como fuentes de ingresos separados. Las unidades eran: exploración y producción (ingresos por US$ 210 millones); petroquímica (ingresos por US$ 40 millones); y refinación y mercadeo (ingresos por US$ 20 millones). Fuente: Economist Intelligence Unit (EIU) Informe de país, tercer trimestre, 1988.

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ladas de PDVSA, que eran de US$ 5,5 mil millones en 1982, y luego se apropió de todo el superávit acumulado, así que para 1988, PDVSA tuvo que recurrir al endeudamiento por primera vez, simplemente para mantener el nivel de producción existente, al tiempo que los planes de expansión eran postergados. Esta diferencia en las reacciones oficiales en los dos países pudiera deberse a varias razones. Primero, la existencia del complejo petrolero-industrial en Noruega que podía ejercer influencia sobre la política gubernamental. No existe un grupo de presión equivalente en Venezuela, puesto que no existen compañías petroleras privadas en Venezuela y PDVSA no ha desarrollado una red de proveedores locales lo suficientemente extensa. Segundo, la relación de confianza mutua entre el Estado y Statoil, particularmente en el caso de los gobiernos laboristas, no existe en Venezuela. Esto se debe en gran medida a los diferentes orígenes de Statoil y PDVSA. Como hemos visto, Statoil fue creada inicialmente por el gobierno noruego con el objeto de desarrollar capacidades nacionales en el área petrolera y balancear el poder de las compañías extranjeras. Por el contrario, PDVSA fue el resultado de la nacionalización de las compañías concesionarias existentes, en contra de la voluntad de la mayoría de los empleados y directivos que más bien temían las consecuencias de la nacionalización. La actitud de desconfianza que siempre había existido entre el Estado y las concesionarias extranjeras fue heredada en buena parte por PDVSA. Luego de un breve período de distensión, la relación entre el Estado y la petrolera ha sido de creciente y mutua desconfianza que se acentuó a partir de que el gobierno tomara las reservas de PDVSA en 1982. Tercero, la falta de políticas efectivas de ajuste económico por parte del gobierno venezolano y la presencia de una deuda pública ya bastante alta, limitaron las alternativas de financiamiento externo del déficit fiscal. En el caso noruego, rápidamente se puso en práctica un paquete de políticas de ajuste que incluía una devaluación y un endurecimiento de las políticas fiscales, monetarias y de ingresos.82 Adicionalmente, los recursos que habían sido preasignados para inversión a través de la PFDE se preservaron, protegiendo así el nivel de actividad en el sector petrolero. Para 1990, el mercado petrolero internacional se había estabilizado y Noruega había logrado cancelar la cuantiosa deuda externa que había acumulado durante la segunda mitad de los 70. Los superávit en las cuentas externas de la primera mitad de los 80 se mantuvieron fuera del país y se utilizaron para reducir la deuda externa, aunque ésta aumentó temporalmente a raíz de la caída de los precios del petróleo en 1986. Así tenemos que el manejo de la deuda externa jugó un papel similar al de un fondo de estabilización, manteniendo los ingresos adicionales fuera de la economía nacional en tiempos de abundancia (al utilizarlos para reducir el acervo de deuda), mientras que durante los períodos de menor ingreso

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Para detalles en cuanto a las políticas de ajuste ver Mjøset (1993).

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petrolero se permitía el aumento de la deuda. Después de 1990, ya no se pudo recurrir a este mecanismo, puesto que la deuda externa había sido completamente cancelada para ese entonces. Aunque el establecimiento de un fondo de estabilización del ingreso petrolero ya había sido recomendado mucho antes (1982) por el llamado “Comité Tempo”, no se planteó una propuesta formal al Storting para su creación hasta 1990. El Fondo Petrolero fue creado en 1991, aunque los primeros depósitos no fueron hechos hasta 1995, lo cual coincidió con la primera vez que el flujo de caja de la PFDE se volvió francamente positivo. Los recursos que se acumularían en el Fondo debían proceder de los impuestos y tasas provenientes de las operaciones petroleras, las ganancias directas generadas por la PFDE, los dividendos anuales de Statoil, y la venta de ciertas participaciones estatales en las operaciones petroleras. El Fondo Petrolero es manejado por el Norges Bank (Banco Central) en representación del Ministerio de Finanzas. Los lineamientos iniciales pautaban que estos recursos se invertirían en bonos denominados en moneda extranjera, emitidos por el Norges Bank. En octubre de 1997, dada la rápida acumulación de recursos en el Fondo y el hecho de que las proyecciones actuales indican que “es poco probable que haya que girar sobre el Fondo por mucho tiempo”,83 los lineamientos de inversión establecidos por el Ministerio de Finanzas al Norges Bank fueron modificados. En otras palabras, se hizo claro que la función principal del Fondo sería más de acumulación que de estabilización. Por ello, los lineamientos de inversión se flexibilizaron de modo que el Fondo pudiera invertirse en un portafolio diversificado de títulos foráneos (bonos y acciones) teniendo en cuenta un horizonte de inversión de mediano y largo plazo con el objeto de optimizar el rendimiento ajustado al riesgo. No se estableció ningún tipo de norma de gasto, ya sea en cuanto al monto o el destino, para la utilización de los recursos del Fondo. Cada año, el gobierno decide el monto del déficit no petrolero (el déficit fiscal excluyendo todos los ingresos provenientes del sector petrolero), y este déficit es cubierto con los recursos del Fondo Petrolero.84 Ahora bien, el gobierno está obligado a financiar los déficit fiscales acudiendo a la bolsa de valores nacional en vez de hacerlo directamente del Fondo, para no soslayar la carga que representan los intereses del déficit. Dada esta estructura, el papel del Fondo apunta, más que a la estabilización en el corto o mediano plazo, a la acumulación de recursos para proveer ingresos a futuro, cuando mengüen los ingresos petroleros. El Fondo es percibido también como un mecanismo para diversificar los activos nacionales de reservas petroleras en inversiones externas no-petroleras. Así pues, el planteamiento del gobierno es que las cuentas fiscales no-petroleras eventualmente se equilibren,85

83

Carta del Norges Bank (Banco Central) al Ministerio de Finanzas, el 22 de agosto de 1997.

84

En principio, la responsabilidad del gasto público está compartida entre el gobierno y el Storting. El gobierno decide el monto del déficit y el Storting la asignación del gasto. 85

The Economist Intelligence Unit, Perfil nacional, Noruega, 1995-96, p. 29.

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lo que implica que el grueso de los ingresos fiscales petroleros serán acumulados en el Fondo Petrolero como ahorro externo. En 1996, el debate nacional sobre la futura política de extracción volvió a retomar fuerza. Por una parte, el partido Centralista (centro) y el partido Socialista (izquierda) hicieron un llamado a establecer restricciones voluntarias en la producción petrolera noruega a fin de prolongar la vida útil de los yacimientos, reducir la dependencia económica del petróleo y limitar el daño ambiental. Por la otra, la posición del partido Laborista, que coincide con la política efectivamente seguida hasta ahora, era que Noruega produjera al máximo de su capacidad en el futuro previsible y guardara los excedentes de ingresos en el recientemente creado Fondo Petrolero, para ser usados cuando los yacimientos se agotaran.86 El argumento de los laboristas era que si no se explotaban las reservas en los próximos años, su valor podría perderse debido a los avances tecnológicos en el campo energético que podría resultar en un substituto del petróleo. Vale la pena resaltar el drástico cambio de actitud del partido Laborista con respecto a su tradicional política de limitar la producción de acuerdo con la capacidad de absorción de la economía nacional y utilizar el ritmo de las actividades exploratorias como mecanismo regulador del nivel de producción petrolera.87 Ahora bien, debe acotarse que los recientes incrementos de las reservas y de la producción se deben fundamentalmente a los avances tecnológicos que han permitido mayores tasas de recuperación de los campos existentes y no a la aprobación de nuevos proyectos de explotación. Los laboristas siguen reconociendo los efectos negativos que una excesiva tasa de producción puede tener sobre la economía nacional, pero argumentan que dos circunstancias fundamentales han cambiado en relación a los años 70. Primero, que hoy en día existe mucho más holgura en el mercado laboral, el cual además se ha hecho más flexible. Por lo tanto, hay más espacio para la utilización de los ingresos petroleros sin causar una pérdida de competitividad y otros efectos sociales negativos. Segundo, el Fondo Petrolero es percibido como un medio efectivo de esterilización de los recursos fuera de la economía nacional para su uso futuro cuando se agote el petróleo. Los recursos del Fondo son también considerados como un activo menos riesgoso que el petróleo en el subsuelo, puesto que los recursos financieros pueden diversificarse en los mercados internacionales reduciendo así tanto la volatilidad como el riesgo. El argumento de la irresistible tentación de usar o malgastar estos recursos, que se mencionaba anteriormente, ya no se trae a colación. Al final, la variable crucial pareciera ser la expectativa que se tenga del futuro valor del petróleo más bien que los efectos distorsionantes asociados a un ritmo acelerado de producción o la posible efectividad de las medidas utilizadas para contrarrestar esos 86 Esta postura fue presentada por el Ministro de Petróleo y Energía, Jens Stoltenberg, a comienzos de 1996. EIU, Informe nacional, primer trimestre, 1996. 87

Ver Informe Storting No. 25 (1973-74), véase también la discusión anterior.

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efectos negativos. Si la expectativa fuera que el petróleo será más valioso en el futuro, entonces existe un sólido argumento para que Noruega no liquide su petróleo a precios bajos. Pero, si por el contrario, prevaleciera la actual percepción laborista de que el hallazgo de un substituto comercial del petróleo está en el horizonte, entonces el curso a tomar sería el de una producción acelerada. Así pues, la perspectiva sobre el futuro valor del petróleo aparece ahora como el factor decisivo en el debate sobre la política de extracción y no las consideraciones tradicionales relativas al efecto de los ingresos petroleros sobre la sociedad o la economía. La extensión de las reservas probadas es también otros de los factores relevantes en el debate sobre extracción en países petroleros. Sobre todo, si el tamaño de las reservas es tal que incluso a la tasa de producción actual pudieran durar un largo período, digamos, de más de cincuenta años.88 Bajo estas circunstancias, la consideración sobre vender a bajos precios o esperar por un alza de los mismos pierde en parte su significación, ya que las reservas son consideradas como virtualmente inagotables. Sin embargo, el valor del petróleo en el futuro está fuertemente influenciado por la percepción de que éste constituye un recurso agotable y por los efectos sobre los precios que un exceso de suministro tiene al enfrentarse a una demanda inelástica. En el caso noruego, no hay duda de que las reservas comerciales son limitadas, pero su monto está directamente relacionado a la capacidad tecnológica disponible. Por lo tanto, mantenerse al día con los adelantos tecnológicos en exploración y producción de petróleo se ha convertido en una de las prioridades fundamentales de la industria petrolera noruega. De hecho, fue gracias a las nuevas tecnologías que el tamaño de las reservas recuperables existentes fueron substancialmente incrementadas por el Directorio Petrolero Noruego en 1991, e incluso estos estimados parecieran ser tímidos, de acuerdo a los cálculos de las compañías operadoras.89 Las compañías petroleras multinacionales juegan un papel central en la incorporación de los avances tecnológicos en la industria petrolera noruega. De modo que la percepción sobre las compañías petroleras multinacionales en Noruega ha evolucionado y ahora se las percibe menos como adversarios y más como socios en la promoción del desarrollo tecnológico.

Las condiciones actuales En concordancia con sus anuncios preelectorales, la nueva coalición de centro que llegó al poder en las elecciones de 1997 preferiría limitar la producción. Sin embargo, está descubriendo que hay más bien poco espacio de maniobra en el

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Este es el caso de Venezuela.

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Norwegian Oil Review, 1991, No. 6.

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corto plazo para alterar los volúmenes de producción programados. En el mediano plazo, la próxima ronda de licencias probablemente sea pospuesta por un año. Adicionalmente, la posibilidad de dilatar la aprobación de planes de desarrollo para descubrimientos comerciales ya realizados está bajo estudio. Así como la plataforma continental noruega se ha convertido en un área petrolera madura, la estructura institucional de la industria ha madurado hacia una condición estable. Ello no implica que no haya cambios a futuro, particularmente si el mercado petrolero internacional entrara en crisis, sino que es más probable un ritmo de evolución mesurado que súbitos e inesperados cambios. El Estado noruego ha desarrollado la capacidad de entender y regular la industria petrolera nacional, así como de manejar el riesgo relativo a la volatilidad de los ingresos petroleros, lo cual le permite un nuevo grado de confianza en su trato con las compañías petroleras, tanto nacionales como extranjeras. En relación a Statoil, el Estado está dispuesto a darle mayor libertad comercial y a percibirla menos como un instrumento para la implementación de la política oficial, por lo menos durante épocas normales. Ello se refleja en la nueva libertad otorgada a Statoil de escoger su nivel de participación en las concesiones existentes o nuevas, en lugar de fijar estos niveles por la vía legal. Como resultado, Statoil ha intercambiado algunas de sus participaciones con otras compañías a fin de optimizar su cartera de participaciones entre las distintas concesiones, de acuerdo a sus propios objetivos y capacidades. Aún más significativa es la posibilidad de que Statoil se convierta cada vez más en una compañía internacional integrada, con una menor obligación de rendirle cuentas al gobierno en relación a sus inversiones extranjeras tanto aguas arriba con la alianza estratégica con BP, como aguas abajo con las adquisiciones que ha realizado por su cuenta en otros países.90 Otra señal de una relación madura entre el Estado y Statoil es el reconocimiento de que la compañía necesita tener una posición financiera sólida, incluso si esto implica una reducción de los dividendos recibidos por el Estado. Ello explica la aceptación gubernamental de una política de dividendos diseñada para fortalecer el nivel del capital social de Statoil a 40 por ciento de sus activos. Esta política consiste en limitar los dividendos a 30 por ciento de las ganancias después del pago de impuestos hasta alcanzar la meta del capital social.91 Esta es una clara señal por parte del Estado de que se ha logrado una división estable del excedente producido por la industria petrolera entre el Estado y la compañía petrolera

90

Aunque las decisiones de inversión de las filiales extranjeras de Statoil no están sujetas a los requisitos de rendición de cuentas del Artículo 10, toda transferencia de Statoil a sus filiales extranjeras sí está sujeta a los requisitos del Artículo 10. Debe llevarse contabilidad separada para las operaciones nacionales y foráneas. 91

Storting White Paper No. 26 (1993-94), Sección 17.3.3.

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nacional, lo cual aporta un elemento vital para cimentar una relación de confianza mutua entre el Estado y Statoil.92 La división del excedente entre impuestos y ganancias que resulta del sistema impositivo también se aplica, sin discriminación, a otras compañías nacionales con participación privada como lo son Norsk Hydro y Saga, así como a las compañías multinacionales. Como mencionáramos anteriormente, éstas últimas son cada vez más reconocidas como socios en el desarrollo de la tecnología necesaria y menos como adversarios. Desde el punto de vista de Statoil y su relación con el Estado, ha habido una evolución de su papel, pasando de haber sido concebida en parte como un instrumento para la implementación de la política oficial para convertirse en una compañía petrolera internacional integrada manejada con filosofía comercial. Es por ello que su visión corporativa actual es: “Statoil será una compañía petrolera internacional de primera línea, sólidamente basada en los recursos petroleros y de gas noruegos, con capacidad para generar valor, tanto para su accionista como para la sociedad”.93 Este es el resultado de las nuevas realidades que surgieron en los 90. Primero, una renovada confianza en el mercado y la creciente popularidad de políticas estatales que permiten el libre juego de los mercados (“market friendly”). Segundo, la necesidad de desarrollar e incorporar las últimas tecnologías en exploración y producción como elemento esencial en la creación de valor. Tercero, la necesidad de movilizar recursos financieros externos adicionales para la expansión de las operaciones.94 Cuarto, la necesidad de incorporar los mejores métodos gerenciales internacionales para poder competir eficientemente en los cada vez más disputados mercados energéticos mundiales. Finalmente, las directrices sobre el otorgamiento de licencias de la Unión Europea (UE) ha tenido un impacto directo en Noruega a través del Acuerdo de Energía Europeo (EEA).95 A partir de la 15a. ronda de licencias, se eliminó la participación mínima obligatoria de 50 por ciento por parte del Estado que estuvo vigente entre 1974 y 1996. Statoil debe concursar para todas las concesiones en los mismos términos que los otros solicitantes, ya sean nacionales o extranjeros. Asimismo, la PFDE ha renunciado a tener

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No hay completa estabilidad. La política de dividendos fue modificada en el otoño de 1997. El gobierno propuso un dividendo de 50 por ciento y el Parlamento lo aumentó aún más. La Junta Directiva de Statoil reaccionó con desagrado ante la decisión y dijo estar en capacidad de pagar 50 por ciento de las utilidades en dividendos, pero solicitó más coherencia en el proceso de toma de decisiones. Willy Olsen, 01/11/98. 93

Johan Nic. Vold, Vicepresidente Ejecutivo del Grupo Statoil, XVII Seminario de Energía de Oxford, septiembre, 1995. 94

Statoil adquiere préstamos en los mercados financieros internacionales contando con la garantía directa del Estado noruego para así obtener unas mejores condiciones de préstamo. 95 Noruega no forma parte de la Unión Europea pero sí es miembro (junto con Suiza) del tratado de área comercial europea, así como signataria del Acuerdo de Energía Europeo.

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participación en un pequeño número de nuevas concesiones. Por otra parte, los entes legales de la Unión Europea pueden ahora ejercer acciones legales si se llega a percibir que Statoil está recibiendo un trato preferencial.96 A diferencia de Gran Bretaña, donde las nuevas realidades condujeron a la privatización de la Corporación Nacional Petrolera Británica (BNOC),97 y a pesar de la propuesta del partido Conservador de privatizar parcialmente Statoil, el gobierno laborista logró consenso en cuanto a la redefinición del papel de Statoil, dándole mayor libertad comercial al mismo tiempo que mantenía la plena propiedad estatal. Ello fue posible gracias a que el Estado había desarrollado otros instrumentos de control y formulación de su política energética como el Ministerio de Petróleo y Energía, el Directorio Petrolero Noruego98 y un sólido marco regulatorio. En este sentido existe una clara divergencia con el caso de Venezuela, donde PDVSA ejerce una influencia dominante en la formulación de la política petrolera, mientras que el Estado cuenta con una muy limitada capacidad técnica y con escasos controles efectivos o instrumentos regulatorios a su disposición. Bajo estas circunstancias, cualquier privatización parcial de PDVSA sería muy problemática. Hoy en día en Noruega, la percepción general es que la privatización de Statoil sencillamente no está planteada.99 Y hay varias razones para pensar de este modo. Primero, se percibe a Statoil como un ente bastante eficiente, puesto que tiene que enfrentarse a un entorno de competencia nacional e internacional. Segundo, el capital privado, tanto nacional como multinacional, participa en la industria petrolera del país y disfruta de un tratamiento imparcial por parte del Estado. Tercero, no hay escasez alguna de recursos financieros en el sector público, por el contrario, los recursos se acumulan con rapidez en el Fondo Petrolero, ya que no

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El asunto fundamental sin resolver en este momento es si las negociaciones referentes al gas, que hasta ahora se han realizado a nivel intergubernamental, deben modificarse a fin de que se ajusten a las normas de la Unión Europea. 97

Para Gran Bretaña, la privatización de la BNOC tenía un significado distinto al del caso noruego, puesto que existen dos compañías petroleras internacionales líderes (BP y Shell) fuertemente controladas por capital británico y con antiguas relaciones con las autoridades británicas. En el caso de Noruega, como en la mayoría del resto de los países productores de petróleo, la principal petrolera suele ser la compañía estatal y su privatización implicaría poner el control de la industria en manos extranjeras. 98 La eliminación de la junta directiva del Directorio Petrolero Noruego (DPN) a principios de los 90 a pesar de todo el discurso sobre el fomento de la diversidad y el fortalecimiento del papel del DPN en el Informe Storting No. 73 (1983-84) es una demostración de lo difícil que resulta mantener la pluralidad de puntos de vista. La eliminación de su junta directiva eliminó la voz independiente del NPD en el debate público sobre política petrolera. Todas las opiniones generadas dentro del NPD deben ahora canalizarse a través del Ministerio de Petróleo y Energía. Incluso la publicación anual del valioso Petroleum Outlook fue suspendida. 99

Entrevistas con Køre Willoch, Arve Johnsen, Willy Olsen y Petter Nore, noviembre, 1997.

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hay suficientes oportunidades de inversión dentro de Noruega. Cuarto, los recursos que se necesitarían para adquirir aunque fuera una modesta participación en Statoil sobrepasan la capacidad financiera del capital nacional, así que probablemente las acciones terminarían en manos extranjeras, como es el caso de una porción significativa de Norsk Hydro. Sin embargo, hacia finales de 1997, la compañía nacional de telecomunicaciones ha estado promoviendo su propia privatización parcial para poder financiar su expansión, y esta discusión sobre privatizaciones parciales ha alcanzado la esfera de Statoil, aunque sin contar con propuestas definitivas. La junta directiva de Statoil se ha abstenido de opinar al respecto, si bien ha planteado la necesidad a corto plazo de que la compañía incremente su capital social para poder acometer una serie de proyectos que considera de importancia estratégica. Desde la perspectiva de los vínculos con las empresas locales, la red de proveedores locales de la industria petrolera se ha desarrollado convirtiéndose en un sector altamente competitivo que exporta la mayoría de su producción. Ahora bien, estos proveedores necesitan, en cualquier caso, una fuerte base doméstica. Ellos han adquirido una creciente importancia en el proceso de formulación de políticas, gracias a su influencia sobre el gobierno central y los gobiernos locales, debido al empleo y los ingresos que generan. Otro aspecto que ejercerá una gran influencia sobre la industria petrolera noruega es el hecho de que cada vez más se han venido descubriendo nuevos yacimientos de gas y menos de petróleo. Así pues, actualmente, las reservas de gas tienen un horizonte de producción mucho más distante que el de las reservas petroleras. Debido a esto, en el futuro, Noruega se irá convirtiendo progresivamente en un exportador de gas más que de petróleo. Una de las diferencias claves entre el gas y el petróleo es el marco contractual a través del cual se comercializan. En el mercado petrolero participa una diversa pluralidad de compradores privados y se trata de un mercado volátil donde predominan los contratos a corto plazo. Mientras que en el caso del mercado del gas, éste tiende a fundamentarse en contratos de largo plazo con precios fijos que son negociados de gobierno a gobierno o entre entidades públicas. En este respecto, el Estado noruego también ha desarrollado una capacidad negociadora a través de los acuerdos para la colocación de la producción de los campos Sleipner y Troll en varios países europeos. Entenderse con otros gobiernos soberanos es un proceso muy distinto que hacerlo con compañías petroleras multinacionales, como sucedió en el pasado, cuyo interés radicaba en explotar los recursos petroleros noruegos y por lo tanto estaban sujetas a la soberanía noruega en el proceso de extracción. En este caso, Noruega se ha beneficiado del nuevo interés europeo por el gas natural entendido como un combustible ambientalmente más limpio. También la han favorecido la turbulen-

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cia imperante en la antigua Unión Soviética, así como el desafío fundamentalista en Argelia, siendo ambos países los principales proveedores tradicionales de gas natural a Europa.

Conclusiones El Estado noruego ha manejado competentemente, en términos generales, los retos de convertirse en un exportador petrolero de primera magnitud y administrar la creciente riqueza petrolera. En este sentido, ha logrado articular coherentemente los tres roles principales de un Estado petrolero. Primero, en cuanto al Estado como dueño del recurso natural, el objetivo del Estado consiste en maximizar el ingreso obtenido por la liquidación del activo conformado por el recurso natural, en concordancia con un proceso de producción y tecnología tal que permita descubrir y extraer los mayores volúmenes posibles de las reservas existentes. Aunque los ingresos se obtienen a través del sistema impositivo, es importante resaltar que estos impuestos difieren fundamentalmente de los impuestos pagados por las actividades productivas normales, ya que el grueso de los impuestos petroleros corresponden a una compensación por la merma patrimonial que significa la cesión del recurso natural. Segundo, el Estado como accionista de la compañía petrolera nacional. En este caso el interés del Estado es similar al de cualquier otro accionista, es decir, maximizar el valor de sus acciones, el cual depende del flujo esperado de utilidades. Existe un posible conflicto entre este rol del Estado y los intereses de otros agentes relacionados con la empresa petrolera nacional, tales como gerentes, empleados, contratistas y proveedores. Además existe una cierta tensión entre los roles del Estado como accionista y como dueño del recurso. Tercero, el Estado como regulador de la principal industria nacional. Entre los grandes exportadores de petróleo, la industria petrolera aporta una parte sustancial del producto nacional, el ingreso fiscal y las exportaciones. Por lo tanto, la industria tiene un impacto determinante sobre la estabilidad macroeconómica de la nación. Al mismo tiempo, la industria ofrece vastas oportunidades de generar nuevas capacidades productivas en el país mediante su vinculación con otros sectores de la economía nacional. La materialización de este potencial constituye normalmente un interés fundamental de los estados petroleros. Por otra parte, la estructura de mercado petrolero internacional presenta importantes rigideces. Por estas razones, el Estado procura establecer un marco regulatorio que permita utilizar productivamente los ingresos petroleros, al tiempo que mitiga los efectos negativos generados por la volatilidad del mercado petrolero. Conjuntamente promueve la generación de nuevas capacidades nacionales e intenta regular el mercado para reducir las distorsiones causadas por las rigideces inherentes al mercado petrolero.

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En relación a la industria petrolera, el Estado noruego ha seguido tres principios orientadores. En primer lugar, el pluralismo. Existen cuatro tipos de empresas petroleras: estatal (Statoil), mixtas (Norsk Hydro), privada nacional (Saga) y multinacionales (Shell, Exxon, etc.). Todas están sometidas al mismo régimen regulatorio e impositivo sin discriminaciones. Más aún, el Estado estimula la pluralidad entre los “proveedores de premisas” para así obtener una visión objetiva de la situación sobre la cual basar la formulación de la política petrolera nacional. El segundo principio orientador es la participación activa del sector privado tanto nacional como extranjero en todas las etapas de la industria. Esto ha permitido contemporizar los posibles conflictos entre el Estado y Statoil, ya que contribuye a que se valore a la industria petrolera no sólo como generadora de recursos fiscales sino también como creadora de empleo, inversiones y nuevas capacidades nacionales. El tercer principio orientador ha sido el fomentar una relación de confianza mutua entre el Estado y Statoil que permita implementar estrategias cooperativas, tales como la creación de la PFDE, que serían inalcanzables bajo una relación de desconfianza o conflicto. Para lograr sus objetivos el Estado ha desarrollado una capacidad técnica independiente de Statoil para la evaluación y seguimiento de la industria petrolera así como para la implementación de la política petrolera oficial. De esta manera, el Estado dispone de una capacidad de diagnóstico imparcial sobre la situación de la industria sin depender tan sólo de las apreciaciones de Statoil. Por otra parte, el Estado ha sido capaz de realizar los ajustes económicos pertinentes para manejar eficazmente la volatilidad del ingreso petrolero. Gracias a la influencia del sector privado, representado en el complejo industrial-petrolero, el peso de estos ajustes no se ha concentrado exclusivamente sobre el sector petrolero, evitando así daños duraderos y el socavamiento de la confianza de la industria en la política oficial. Con una etapa de declinación en el horizonte, el reto más importante de cara al futuro para la estructura institucional de la industria petrolera noruega es prepararse para el momento en que tanto su producción como sus ingresos comiencen a declinar.

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El cambio estructural*

Domingo Carlos Domingo**

La presente exposición tiene un carácter provisorio. Hemos considerado conveniente publicarla así para provocar la discusión sobre este importante tema y no porque consideremos que se resumen conclusiones definitivas. Gran parte del material expuesto aquí son ideas ya elaboradas provenientes de pensadores de todos los tiempos que se han planteado, en diversas áreas, el problema del cambio estructural. También hay una repetición de ideas discutidas en nuestros trabajos anteriores (68-70). Si este trabajo tiene algo nuevo es esencialmente el énfasis sobre el problema del cambio estructural y la indicación de la posibilidad de expresar leyes comunes de aplicación a una gran diversidad de campos de la actividad humana. El análisis de sistemas, que ya se ha constituido en una serie de reglas y actitudes mentales de tantos especialistas, ha hecho muy poco por tratar este problema. Tal vez porque su interés ha sido optimizar el comportamiento de sistemas cuya estructura no se desea cambiar, o de diseñar sistemas totalmente nuevos a partir de elementos disponibles, no ligados a un sistema anterior. El origen del análisis de sistemas en países industriales desarrollados explica en gran parte esta actitud. La teoría de los sistemas auto-adaptativos toca el problema sólo en sus aspectos más simples. Por otra parte, la literatura del cambio de estructuras se halla dispersa en numerosas obras de política, psicología, ciencias sociales, filosofía, biología, historia de la cultura y puede asociarse, entre otros, a

* Este artículo fue escrito en 1975 y circuló privadamente. Su importancia, sin embargo, es enorme, y 23 años más tarde conserva vivos su vigor y la rica significación de su contenido. ** Profesor Titular de la Universidad de Los Andes, Venezuela.

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los nombres de Heráclito, Hegel, Marx, Toynbee, Kuhn, Freud, Janov. Aparte de su dispersión, los principios enunciados por estos pensadores se aplican a sistemas particulares y no forman (como el análisis de sistemas en el caso de los cambios cuantitativos) un conjunto de reglas para la comprensión y diseño de sistemas con estructura cambiante. Las páginas que siguen pretenden hacer una descripción de lo que hemos podido pensar en forma más general sobre el cambio estructural de los sistemas. Es posible y no muy difícil dar un formalismo matemático a estas ideas, pero en las actuales circunstancias no tendrían ningún valor práctico ni teórico. En efecto, las ideas sobre el cambio estructural están en una etapa descriptiva y es muy poco probable que de una formalización puedan extraerse conclusiones que no fueran obvias sin ellas.

1. Sistemas, elementos, interacciones Llamamos sistema a una parte del universo. Está compuesto de elementos que tienen relaciones entre ellos. Cuando aislamos una parte del mundo real y decimos que esa parte constituye un sistema, queremos significar que exhibe una cierta autonomía y su comportamiento puede ser comprendido por la interacción mutua de sus elementos y unas pocas (aunque esenciales) relaciones con el resto del universo fuera del sistema. No entraremos en una discusión detallada de las varias definiciones de sistema. Es un concepto muy general y al definirlo en relación con otros (universo, parte, elementos, relaciones), siempre queda la posibilidad de definiciones circulares o hechas con base en elementos menos intuitivos. Por ejemplo, para Ashby un sistema es un “conjunto cualquiera de variables con el tiempo como variable independiente” (Ashby, 1963, p. 40). Aunque en principio no hay inconveniente en aceptar esta definición, ella implica entrar a discutir los conceptos no tan primitivos de variable, valor, medición, etc. Además, en el contexto de las definiciones de Ashby, no hay términos especiales para distinguir entre el sistema real y su representación. Una objeción a nuestra definición es la imprecisión de los términos “cierta autonomía” “pocas aunque esenciales”, etc. Como en tantos casos, si hiciéramos desaparecer la ambigüedad o imprecisión, sería a costa de hacer nuestra definición desprovista de contenido. Es decir, haría que no pudiéramos encontrar ejemplos concretos de ella y al tratar de aplicar la teoría correspondiente a dicha definición deberíamos hacerlo a entes que sólo aproximadamente son sistemas. Reaparecería así la ambigüedad.

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Ashby, (1965, p. 39) llama “sistema natural” a aquél en el cual el “estado”, o sea el conjunto de valores de sus variables en un cierto instante, y la “entrada” (variable exógenas), determinan unívocamente las variables en el instante próximo. Esto se corresponde con nuestra exigencia de “cierta autonomía”. Pero la condición que impone es muy fuerte. Con esta exigencia se quita la arbitrariedad a la definición de sistema como conjunto “cualquiera” de variables. Por supuesto, si uno se pone riguroso y exige un ejemplo de “sistema natural”, se hace difícil o tal vez imposible darlo. Pues dado el estado actual y la entrada, la predicción del próximo estado está afectada de error, debido principalmente a variables no tenidas en cuenta. La redefinición del sistema incluyendo las nuevas variables no siempre puede hacerse debido al desconocimiento de cuáles son. Además, no resuelve el problema pues sólo se mejora la predicción. El nuevo sistema es “más natural” que el anterior, pero no “natural”. Con lo cual reaparece la ambigüedad. Parece ocioso detenerse en estas consideraciones, pero es bueno recordar que lo importante no es ser estrictamente riguroso –eso es impracticable o inoperante– sino cuidarse de la apariencia de rigor estricto. El sistema puede describirse, en su nivel más general (sin entrar en detalle de sus elementos y relaciones) mediante sus relaciones con el mundo externo, en particular la relación entre las acciones que se ejercen sobre él (procesos originados en el mundo externo y que se propagan al sistema) y las reacciones del sistema (procesos que se originan en el sistema y se propagan al exterior). En la terminología de la teoría de sistemas se llama “entrada” a las acciones del mundo exterior sobre el sistema, y “salida” a las acciones del sistema sobre el mundo exterior. Una descripción más profunda entra en la enumeración de los elementos y sus relaciones. Los elementos son a su vez sistema. Pero cuando estamos describiendo el sistema, los elementos sólo se describen en su nivel más general (entradas y salidas), sin que se entre en su estructura interna. Podemos entrar en la descripción interna de los elementos, obteniendo así una descripción más detallada del sistema. Decimos que esta descripción es de un nivel más profundo. Las relaciones son las acciones de unos elementos sobre otros. Esta acción es transferencia de materia, energía, o como se suele decir, información. Esta acción recíproca hace relativa dentro del sistema la noción de causa y efecto, pues el cambio en una relación puede ocasionar el cambio en otra, y el de ésta volver a cambiar la primera. En estos casos, no es posible decir cuál es causa y cuál es efecto. Este punto es sumamente importante pese a su aparente trivialidad. No se insistirá nunca suficientemente sobre la idea de la casualidad circular. Gran parte de las discusiones sobre “qué es lo determinante” en un proceso, se apoya en poner

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énfasis diferentes en diversos eslabones de la cadena causal circular. La idea de relación lineal causa-efecto está arraigada antropomórficamente, y es la que surge primero en cualquier análisis. Muchos filósofos (vide. Hegel, 1973, p. 257), han insistido en que esta noción se disuelve en la noción más esencial de acción recíproca, que es el ladrillo básico de la construcción de las estructuras. Un punto importante es la relación del elemento con el sistema. Es un tema repetido por las diversas corrientes organicistas (vide Von Bertalanffy, 1968, chap. 3) que el sistema tiene propiedades que no pueden deducirse analizando las propiedades de sus elementos, sea que se interprete esta imposibilidad como absoluta o como imposibilidad práctica debido al número astronómico de combinaciones posibles entre elementos con muchas posibilidades de relación (vide Simon, 1968, chap. IV). Es imposible no estar de acuerdo con esta afirmación en uno de los dos sentidos –la imposibilidad práctica se convierte en absoluta si admitimos una infinitud de relaciones posibles para cada elemento–. Es también imposible no admitir que los esfuerzos para explicar las propiedades del todo a partir de los elementos, son válidos y fructíferos para el conocimiento de los elementos y los sistemas. Otro punto de la relación sistema-elemento que nos interesa es la observación de que un elemento en un sistema revela sólo algunas de sus posibilidades de conexión. Un ladrillo en una pared no revela su inercia que sólo aparece en su relación con fuerzas cuando no está inmovilizado por los otros ladrillos. Si quitamos el elemento del sistema se revelarán nuevas propiedades o capacidades de relación con otros elementos. Esta observación es importante al referirnos al cambio de estructuras que discutiremos más adelante.

2. Modelos Un modelo de un sistema es otro sistema cuyos elementos y relaciones se corresponden con los del sistema original. La correspondencia no es uno a uno. En el sistema hay siempre propiedades y relaciones que no tienen correspondiente en el modelo y viceversa. Esto origina discrepancias entre el comportamiento del sistema y el del modelo. Otra fuente de discrepancia es la diferente naturaleza de los elementos y relaciones entre los dos sistemas. Esta diferencia es importante al referirnos al cambio estructural. Descripciones verbales, metáforas, gráficos, modelos matemáticos, maquetas, fotografías, son ejemplos de modelos. Evidentemente, sistema y modelo son conceptos recíprocos, aunque en el discurso siempre se aclara cuál se denominará sistema y cuál modelo. En general, llamamos modelo al que es más manejable, más fácil de manipular y experimentar. En muchos casos el sistema se ha

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formado “naturalmente” (sin planeamiento o premeditación humana) mientras que el modelo es un producto artificial. No intentaremos una clasificación de los modelos. El interesado en clasificaciones puede consultar obras disponibles (vide, Echenique, 1968; Emshoff, 1970, pp. 11-13). La diversidad es tal que siempre alguien nos mostraría un ejemplo fuera de la clasificación. Una serie de sumas y restas son un modelo de la operación de un negocio sencillo; un árbol es, para algunos filósofos de la historia, un modelo de una cultura; un mapa es un modelo de un país; una distribución de probabilidad que se mueve en el espacio es un modelo de electrón; un personaje de una obra de teatro es un modelo de algunas personas que conocemos. Así podemos continuar con los ejemplos más dispares en cuanto a sus propiedades. Es también sabido que puede haber muchos modelos de un mismo sistema, pues los elementos y relaciones de cada elemento pueden corresponderse con conjuntos diferentes de elementos y relaciones del sistema original. La distinción nítida entre sistema y modelo que hacemos aquí está claramente discutida en Varsavski (1971, passim) y no es usual en los libros sobre sistemas, aunque siempre está implícita una diferencia entre la realidad y su representación.

3. Estructura Llamamos estructura de un sistema a la parte del sistema que tiene correspondiente en un cierto modelo. Este es, en el fondo, el uso común de la palabra estructura. La diferencia entre estructura y modelo es que aquélla se refiere a elementos y relaciones del sistema que se está discutiendo. Así, por ejemplo, para el ingeniero las vigas, muros portantes, columnas y placas forman las “estructuras” de un edificio y su modelo es una maqueta que tiene esos elementos o un plano o un sistema de ecuaciones que los representa. Algunos elementos y relaciones del sistema no tienen correspondiente en el modelo, el cual tiene otras relaciones y elementos que no tiene el sistema. Los elementos del sistema que tienen representación en el modelo constituyen la estructura. Hay que hacer notar que el término “estructura” es utilizado de modo diferente en diversos autores, valga el ejemplo, por los estructuralistas. Para Levy Strauss (1962, p. 322) el término estructura no se refiere al sistema real sino que es un modelo que cumple determinadas condiciones. a) interrelación mutua de sus partes; b) existencia de una serie de transformaciones capaces de generar un grupo de modelos análogos; c) predictibilidad de las consecuencias de las alteraciones (que el modelo haga inteligibles

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los hechos). Piaget (1970, p. 7) resume esto en tres características: totalidad, transformaciones y homeostasis. Comparada con nuestra definición vemos que nosotros llamamos estructura a componentes del sistema real, y no del modelo. De todas maneras como llamamos estructura a la parte del sistema real representada en el modelo las definiciones aparecen aproximadamente equivalentes. La característica de totalidad está implícita en nuestra definición ya que la estructura representa las relaciones más importantes del sistema real. La característica homeostática preferimos no incluirla. Al omitirla no habría inconveniente en hablar de “estructuras desequilibradas” o “en transición” cuando discutamos el cambio de estructuras. Creemos precisamente que el énfasis en la homeostasis ha sido el defecto del actual análisis de sistemas y estructuras y ha resultado en su inaplicabilidad a los procesos esenciales y usuales de dinámica estructural. Por último, la existencia de transformaciones (rasgo distintivo del estructuralismo cuando se lo compara con las demás teorías que admiten “totalidades”) no consideramos necesario incluirlo. Estas transformaciones son concebidas como reglas que, dada una estructura o modelo, permiten transformarla en otro del mismo tipo. Aunque no está muy claro qué se quiere decir con “el mismo tipo” hay ejemplos concretos suficientemente explícitos (Levy Strauss, 1968, p. 40). Estas reglas pueden ser muy útiles como herramienta de investigación que ilumine sobre otras posibilidades de conexión de los elementos que forman la estructura, pero a nuestro entender es altamente dudoso que se correspondan con el mecanismo real de transformación cuando el sistema cambia estructuralmente. Hasta donde sabemos, no han aportado nada al esfuerzo de conceptualizar, aclarar o simular el proceso de cambio estructural y del origen de las estructuras. Por eso preferimos no incluirlas en nuestra definición. Otra exigencia de los estructuralistas es que la serie de transformaciones que generan la familia de estructuras formen grupo. Esto implica, entre otras cosas, la reversibilidad de la transformación que da una posibilidad de homeostasis de las estructuras. Tal exigencia, si bien tiene una serie de ventajas de tipo descriptivo y representativo excluye de la consideración la gran cantidad de transformaciones irreversibles del mundo real. Como veremos, la reorganización estructural implica casi siempre pérdida o ganancia de elementos lo cual hace sumamente discutible la reversibilidad del cambio. Un mismo sistema tiene tantas estructuras como modelos tengamos de él. Este carácter relativo de las estructuras debe tenerse en cuenta en toda la discusión que sigue. Es importante darse cuenta que no todas las partes de la estructura tienen la misma importancia. Esto no llevaría a distinguir entre estructura básica y estructura periférica pero esta distinción se entenderá mejor cuando hayamos discutido la propagación del cambio estructural.

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4. El modelo matemático Es posible hacer la discusión del cambio dinámico y el estructural sin recurrir a un modelo determinado, pero es mucho más cómodo tener presente un modelo. Tomaremos el modelo matemático, debido a su poder descriptivo y a su importancia actual, debida ésta a la posibilidad de extraer de él predicciones sobre el sistema, gracias a los métodos modernos de computación. En el modelo matemático: • Las relaciones se representan mediante variables cuyos valores (aritméticos, lógicos, o elementos de un conjunto definido) son medidas de las relaciones. • Un elemento se representa mediante una función que relaciona las acciones de los demás elementos y el exterior con sus reacciones sobre los otros elementos y el exterior. Acciones y reacciones son relaciones, y se representan como variables cuyos valores constituyen respectivamente el dominio y el rango de la función descriptora o representativa del elemento. La estructura del sistema está formada por aquellas relaciones representadas por las variables y los elementos representados por las funciones del modelo matemático. Las variables que describen las relaciones externas se llaman exógenas. Las que describen relaciones entre elementos del sistema se llaman endógenas. La técnica de construcción de modelos matemáticos está expuesta en numerosos textos (vide, Domingo, 1971; Emmshof & Sisson, 1970; Gordon, 1969). Basta decir aquí que se siguen los pasos siguientes: • Determinación de las variables y sus relaciones o ecuaciones. Esto es, de la estructura del sistema. • Asignación de valores a los parámetros (constantes de las ecuaciones) y de valores iniciales de variables endógenas, que resumen la historia anterior del sistema. • Asignación de los valores históricos de las variables exógenas, que resumen la relación del sistema con el resto del universo. • Cálculo de los valores de las variables para períodos sucesivos del tiempo. • La validación implica por lo general el cálculo con el modelo de una serie histórica conocida y conduce a la aprobación o rectificación del modelo. • Experimentación cambiando parámetros o valores exógenos.

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En todo este proceso observaremos: a) Que nuestra imagen o “teoría” sobre el sistema está reflejada no solamente en las variables y funciones, sino en los valores cuantitativos de los parámetros y aun de los valores iniciales. Esta relación íntima entre los aspectos cuantitativos y cualitativos de los modelos matemáticos no es siempre bien entendida por los no especialistas que interpretan que los valores numéricos representan sólo propiedades cuantitativas. b) Se supone que la estructura determina la historia. Es decir, dado el modelo, las condiciones iniciales y las variables exógenas, el comportamiento histórico del modelo queda definido, esto es, está representado por las series históricas de sus variables.

5. El cambio dinámico o cuantitativo El cambio temporal más simple de un sistema es aquél en el cual cambian los valores de las variables al transcurrir el tiempo. La estructura del sistema no se altera. Las variables son siempre las mismas y las funciones descriptoras, incluyendo los valores de los parámetros que aparecen en ellas no cambian. Una propiedad de muchos sistemas es que ciertas variables mantienen sus valores dentro de un cierto rango muy estrecho. Esta propiedad analizada en detalle muestra que: a) Si los valores de dichas variables salen de ese rango ocurren en el sistema cambios generalizados y a veces irreversibles. Se les llama por eso variables críticas. b) El mecanismo por el cual dichas variables se mantienen dentro de estos límites mientras las otras varían, contiene esencialmente: i) Un detector del valor de las variables críticas o de las que pueden alterarlas. ii) Información almacenada sobre el valor deseado de las variables referidas en i), y un mecanismo que estima la diferencia entre el valor actual y el deseado. iii) Un mecanismo de control que, con base en esa diferencia, altera otras variables que compensan las posibles alteraciones de las variables críticas. Estos mecanismos se denominan mecanismos de control, de retroalimentación o de pre-alimentación, según los casos. El resultado general de la existencia de estos mecanismos es el comportamiento estable del sistema como totalidad ante perturbaciones externas. Es decir, el mantenimiento de la estructura. Evidentemente la división de variables en críticas y no críticas es relativa. Estas últimas son

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también críticas pero su rango de variación es más amplio. Estrictamente deberíamos decir que, para todas las variables, existen ciertos límites críticos.

6. El cambio estructural o cualitativo Este tipo de cambio es de un orden superior al cambio cuantitativo. En el cambio estructural ocurren una o varias de las transformaciones siguientes: a) Aparecen o desaparecen elementos del sistema; b) Aparecen o desaparecen relaciones entre los elementos; c) Se altera el comportamiento de los elementos del sistema. Esto implica que en el modelo matemático: a) Se agregan o son eliminadas ecuaciones; b) Se agregan o son eliminadas variables; c) Se alteran las ecuaciones. Se pueden distinguir cambios más o menos profundos. Refiriéndonos al modelo matemático, pueden cambiar algunos parámetros de las ecuaciones que representan los elementos, pueden agregarse o quitarse una pocas variables representativas de relaciones, pueden agregarse conjuntos grandes de variables o ecuaciones.

7. Origen y propagación del cambio estructural El cambio estructural se origina cuando por causas internas o externas al sistema se eliminan o agregan algunas relaciones o elementos, o se alteran algunos de éstos. Esta perturbación implica por lo general, que los mecanismos de autocontrol del sistema han sido excedidos, o no existen para los factores perturbadores. Desde el punto de vista del modelo matemático el cambio por causas internas comienza cuando una o más variables sobrepasan sus límites críticos. La consecuencia de este cambio cuantitativo es la ruptura o aparición de interconexiones, o de cambios en los elementos. Es decir, de un cambio de estructura o cualitativo. Este cambio estructural puede destruir ciertas interacciones, en especial ciertos mecanismos de control, y eso causa que nuevas variables se salgan de sus límites críticos, con nuevos cambios de estructura, etc. Es el proceso de propagación del cambio estructural. Este proceso continúa hasta que se alcanza una nueva estructura estable. El proceso así descrito, como una serie de cambios cuantitativos y cualitativos, es la expresión más general y abstracta de la transformación de estructuras.

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El desencadenamiento y propagación del cambio estructural ha sido descrito en la vida diaria y en la literatura, científica o no, por una serie de principios, parábolas y metáforas. El efecto de la “última gota” que desencadena el derrame total; el “vino nuevo en odres viejos” de la parábola bíblica que utiliza Toynbee (1955, tomo IV, p. 147) para describir el efecto profundamente perturbador de un elemento extraño en una cultura; el cambio cuantitativo que se hace cualitativo en los filósofos hegelianos y marxistas (vide Hegel, 1956, tomo I, pp. 469–474) todos éstos son diversas formas y aspectos de expresar el proceso. En cuanto a los puntos de vista estructuralistas y funcionalistas, se limitan a registrar el cambio estructural como un accidente o anomalía sin intentar explicar el fenómeno. Ferdinand de Saussure (1967, p. 167) ha expresado categóricamente este punto: “los hechos diacrónicos –así llama a los que implican transformación de estructuras en el tiempo– son particulares; la alteración de un sistema se cumple por la acción de sucesos que no sólo le son extraños sino que están aislados, sin formar sistema entre sí”. (Subrayado nuestro, C.D.) Según esta posición, que se repite más o menos explícita en los estructuralistas, no puede haber ciencia del cambio estructural. Para nosotros el cambio estructural puede predecirse teniendo en cuenta los cambios cuantitativos de las variables del propio sistema y la articulación en un sistema de diversos factores de cambio, tal como veremos más adelante. En cuanto a los funcionalistas, aunque discuten el proceso, el énfasis de su estudio está en los mecanismos de estabilidad e integración del sistema. Una característica notable en el proceso de propagación del cambio estructural es la aparición de nuevas propiedades de los elementos. Como ya señalamos, al estar un elemento vinculado con un sistema, sus propiedades aparecen restringidas. En la desvinculación que aparece en el cambio estructural los elementos revelan nuevas propiedades, o sea nuevas posibilidades de articulación que dan una variedad potencial muy grande a la deriva estructural. Una de las dificultades de predecir el cambio estructural está en que exige un conocimiento muy profundo de las propiedades de los elementos que no son obvias en su estado actual vinculado.

8. Origen de las estructuras El origen de las estructuras ha planteado siempre un problema filosófico sumamente difícil. No escapó ni al hombre primitivo la maravillosa organización de las estructuras naturales, y en el asombro experimentado al considerarlas, está implícito el reconocimiento de su alta improbabilidad.

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En las soluciones teológicas se supone que las estructuras son formadas de un golpe por una inteligencia superior, de forma análoga a las estructuras artificiales. Para nosotros todo sistema se origina por cambio estructural de un sistema anteriormente existente, de modo que el problema del origen de las estructuras es el problema de cambio estructural. Sin embargo, es importante el caso en el cual existen elementos dispersos y un sistema unificador que podemos llamar campo estructurante. Este sistema unificador actúa sobre los elementos y los ensambla en un sistema. El campo estructurante puede estar originado en los mismos elementos o en el medio exterior. Puede haber una modificación recíproca de los elementos y el campo durante el proceso de formación del sistema. Los procesos de fabricación y ensamblaje, tanto los artificiales como los naturales, son ejemplos de este modo de fabricación de estructuras que es tal vez más impresionante, pues el sistema resultante es notablemente diferente de los elementos dispersos y del campo estructurante que constituyen la estructura anterior. La parte de la teoría de sistemas llamada “síntesis de sistemas” da algunos principios y reglas para construir sistemas que cumplen una función dada. Su principio es el célebre axioma de los arquitectos organicistas “la función determina la forma” (vide Wright, 1963, p. 319). Aparte del problema evidente de que una función puede ser satisfecha por una infinidad de formas, la síntesis de sistemas siempre parte de la hipótesis de que los elementos que van a formar parte del futuro sistema están “libres” y es posible combinarlos a voluntad del diseñador. El gran problema de provocar cambios estructurales consiste en que los elementos forman parte ya de una estructura y manejarlos implica enredarse con los mecanismos de homeostasis estructural de la estructura vieja. En cuanto a las dificultades de definir “la función” y sacar de ella “la forma”, o sea del sistema, pueden verse en los intentos de Alexander (1963). En su exposición se ve que los diseños que funcionan bien son los articulados históricamente, es decir, por cambios estructurales. Otra teoría de aplicación difundida del origen de las estructuras es la que postula la intervención continua del azar y la selección natural. Es la sostenida por los antiguos atomistas (Lucrecio Caro, 1973) y por el darwinismo, sobre todo en su forma posterior de neodarwinismo (Ehrlich & Holm, 1963). La dificultad de esta posición ha sido señalada por biólogos teóricos en especial organicistas, sistemistas (Bertalanffy, 1971, pp. 125-135) y filósofos (Bergson, 1960). Éstos señalan que un órgano complejo es un cúmulo de subsistemas, cada uno de los cuales no proporcionará ventaja especial al individuo que lo adquiera aisladamente por azar. Si, por otra parte, suponemos que aparecen todos simultáneamente por azar, esto es tan improbable como la aparición mutacional de todo el órgano. Volveremos sobre este problema al hablar de las revoluciones estructurales.

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Es interesante notar que al pasar un elemento a pertenecer a un sistema se modifica la función que lo describe. Esto es debido a las relaciones que se establecen con los demás elementos que originan cadenas causales cerradas sobre el elemento. Así, un ladrillo en una pared no responde igual a una fuerza horizontal que un ladrillo libre en el suelo, pues éste puede moverse mientras que aquél interactúa con el resto de la pared, y ésta ejerce sobre él una fuerza que lo inmoviliza. Cuanto más variadas son las propiedades de los elementos, es decir, más complejas sus funciones descriptoras, mayor es la variedad posible de las estructuras resultantes. Sin embargo, es notable la inmensa variedad de combinaciones posibles de unos pocos elementos con un número pequeño de propiedades.

9. Sistema con estabilidad estructural Decimos que un sistema es estructuralmente estable con relación a un cambio estructural cuando este último, al propagarse, lleva al sistema original a uno que es prácticamente equivalente, es decir, que tiene las acciones recíprocas con el exterior sensiblemente iguales. El sistema puede resultar estable en dos sentidos: a) Debido a que el cambio estructural, aunque quede permanentemente implementado en el sistema, no altera el comportamiento básico, es decir, el sistema resultante queda equivalente al anterior. Diremos que ha sido afectada la estructura periférica y no la básica. Esto nos da un criterio de distinción entre estructura básica y periférica. Mientras se altere esta última el comportamiento del sistema en su relación con el exterior no es sensiblemente afectado. b) El sistema tiene mecanismos de reconstrucción de la parte de la estructura dañada. Este es el caso más interesante. El sistema tiene homeostasis estructural. De modo análogo a la estabilidad dinámica la estabilidad estructural exige: i) Un mecanismo detector de los cambios de estructura; ii) Información almacenada sobre la estructura deseada y mecanismos que la comparen con la actual. Esta información no es una simple colección de “valores deseados” –ver 5 ii, supra– sino un verdadero “subsistema de información” muchas veces con capacidad de “simulación”. iii) Mecanismos que, con base en la diferencia anterior, provoquen los cambios estructurales compensatorios.

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Nótese que, aunque estos mecanismos son formalmente análogos a los descritos en 5 supra, su complejidad es de un orden superior. En particular i) implica un reconocedor de estructuras en vez de un simple medidor; ii) implica un sistema evaluador de las estructuras para juzgar su diferencia, en vez de un simple mecanismo de resta, y iii) implica un sistema muy complejo capaz de ensamblar subsistemas (elementos). Los sistemas biológicos y sociales con regeneración muestran ejemplos de estos mecanismos. No es difícil proseguir la analogía entre la estabilidad dinámica y la estructural, lo cual nos informa de muchas condiciones que deben cumplir los sistemas estructuralmente estables. El concepto de sistema con estabilidad estructural se corresponde en parte con el de sistema ultraestable de Ashby (1965, p. 147). La ubicuidad del cambio de tipo estructural aparece no bien uno deja de pensar en meras relaciones funcionales y mira los cambios bruscos en relaciones básicas. En muchas ocasiones, inclusive, el mantenimiento de una estructura se hace a través de una colección de cambios estructurales de los elementos, es decir, en el nivel inferior. En una sociedad los elementos constitutivos (individuos) desaparecen y son reemplazados por otros que fabrica la propia sociedad mediante un complejo proceso de estructuración física y mental. Las células pierden continuamente proteínas y fabrican continuamente sus reemplazos en un proceso de ensamblado continuo (Smith, 1971, p. 404). Estos sistemas mantienen su estructura mediante un proceso de reestructuración continuada que implica un flujo continuo de materia y energía. Bertalanffy (1968, p. 146) los ha llamado sistemas “abiertos”, y comprenden un gran número de sistemas físicos, biológicos y sociales. Acerca del sistema de aprendizaje es notable ver cómo la idea de una “máquina que aprende” es concebida como una red de elementos con capacidad de variar sus interconexiones de acuerdo con las circunstancias. Es decir, y en nuestros términos, un sistema (o subsistema) en el cual los cambios estructurales ocurren con facilidad, dirigidos por un mecanismo de recompensa y castigo según la reacción. Existe una teoría abstracta de estos sistemas (Cainello, 1961, p. 204) y se han hecho simulaciones del proceso (Naguno, J. I., 1971).

10. Evolución y revolución estructural El tratamiento de sistemas muy complejos como los sociales, psíquicos y culturales exige una consideración más concreta que la vista en 7 (cambios cuantitativos y cualitativos). Para ello es necesario tener en cuenta la distinción ya señalada entre la estructura básica y la periférica. La distinción no es siempre nítida, pero

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en la consideración de casos concretos pueden verse conexiones y elementos cuyo cambio o desaparición no producen una propagación apreciable del cambio estructural. El sistema resultante queda equivalente al anterior. Estos elementos y conexiones son la estructura periférica. Hay otros cuya alteración lleva a un cambio total en el comportamiento del sistema. Estos forman parte de la estructura básica. Hemos visto que los sistemas pueden tener homeostasis estructural. Esto es en general una característica de los sistemas de complejidad elevada. Una manera tal vez algo antropomórfica pero adecuada de expresar esto, es diciendo que el sistema “resuelve problemas”. El “problema” son las alteraciones en las variables o en la estructura. Una alteración no estructural (cambios en los valores de las variables) puede resolverse alterando otras variables como se vio en 5, supra. Una alteración estructural puede resultar en la restauración del sistema original como se vio en 9, supra. Pero a veces sucede que la perturbación, de origen interno, lleva a la modificación de la estructura, produciéndose un sistema que difiere del anterior ya sea en la estructura periférica o en la básica. Estas son esencialmente las maneras que tiene el sistema de “resolver el problema”. Este proceso es de gran interés en la evolución de los sistemas complejos, de modo que es importante tratar de llegar a una descripción más exacta del mismo. Durante el funcionamiento “normal” del sistema los “problemas por resolver” requieren tan sólo cambios cuantitativos (en los valores de las variables), o alteraciones en la estructura periférica. En este último caso el sistema se transforma estructuralmente pero en una forma evolutiva. Un ejemplo interesante es el indicado por Toynbee en el crecimiento de las civilizaciones por una sucesión de “incitaciones” y “respuestas” adecuadas, que exigen desarrollos estructurales de nuevas instituciones (1956, tomo II). El desarrollo estructural evolutivo requiere una serie de mecanismos semejantes pero más complejos a los enunciados en la homeostasis estructural, y cuyo éxito no está asegurado por no existir una “estructura de referencia” que haya que fabricar. Es cierto que muchas veces el problema mismo y la meta (estabilidad de la estructura final) indican las vías posibles de solución, y hacen que las articulaciones estructurales intentadas estén muy lejos de ser totalmente aleatorias.1 El resultado de estos procesos es un aumento de la complejidad, riqueza de estructuras y capacidad del sistema en resolver problemas. El desarrollo es particularmente notable si el sistema aumenta su “radio de operaciones” es decir, aumentar no sólo su capacidad de resolver problemas sino que se relaciona con “nuevos problemas” cuya posterior solución produce nuevos desarrollos.

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Este proceso está facilitado por el subsistema de información y la capacidad de “simulación” de muchos sistemas complejos.

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Los “paradigmas científicos” como sistemas destinados a buscar y resolver enigmas nos dan un ejemplo notable de este tipo de proceso (Kuhn, 1971). Por último, puede ocurrir que el problema exceda la capacidad del sistema. Esto es, que no pueda ser solucionado mediante cambios cuantitativos o estructurales periféricos. Hay entonces dos alternativas: a) Se entra en la modificación de la estructura básica y en un proceso de propagación de cambio estructural. b) No se resuelve el problema en el sentido de que se lo excluye, se lo aísla o se demora su solución. Esto se hace mediante cambios cuantitativos o estructurales periféricos. Expresado en el lenguaje de la teoría del control (Ashby, 1963, p. 111), el sistema mantiene su estabilidad disminuyendo la “variedad” de la entrada en vez de aumentar la variedad de los mecanismos de control. La proliferación y, en un grado más avanzado, la articulación de mecanismos para “rechazar” problemas, hace que el sistema vaya anulando sus posibilidades de evolución. Es el anquilosamiento del sistema, del cual se pueden encontrar numerosos ejemplos biológicos, psicológicos y sociales. En este estado el sistema puede permanecer largo tiempo, o puede ser finalmente destruido por acciones externas que sobrepasen sus sistemas defensivos. Una perspectiva de cambio sumamente importante es aquélla en la cual se forma un contra-sistema. Describiremos el proceso con cierto detalle. Los problemas rechazados (acciones perturbadoras provenientes del sistema o del exterior a las cuales no se da una respuesta evolutiva) no desaparecen por el hecho de no ser controlados por el sistema. Quedan en una situación en que “están y no están” en el sistema. Este hecho se ha expresado de diferentes formas en diferentes tipos de sistemas. Ideas subconscientes; recuerdos reprimidos; proletariados alienados; problemas científicos no resueltos por los paradigmas vigentes; poblaciones marginales; ideologías proscritas; países atrasados; problemas sociales que no es permitido mencionar; defectos crónicos de las organizaciones. Todas estas expresiones designan elementos o articulaciones de elementos y procesos que se reconocen ligados a un sistema, pero que no forman estrictamente parte de él. Podrían ser suprimidos y el sistema no sólo seguiría “funcionando” sino que funcionaría mejor. Cuando un sistema entra en el camino de “rechazar problemas”, sus mecanismos de defensa se multiplican y articulan en complejos sistemas defensivos, y el número de problemas marginales no resueltos puede crecer peligrosamente. La

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crisis tiene lugar cuando comienza la articulación de los elementos y procesos marginados, y se empieza a formar un contra-sistema. Los problemas se refuerzan mutuamente y el sistema original se halla ante los mismos problemas agigantados con lo cual las alternativas a) y b) anteriores se plantean de manera cada vez más apremiante. Este es el proceso que los dialécticos de todos los tiempos han caracterizado como “lucha de contrarios”, expresión que les ha valido la crítica de antropomorfismo. Basta recordar la expresión de Heráclito “El combate es padre de todas las cosas” (1963) o la expresión de Hegel: “...Alguna cosa, lo finito... es en sí lo otro que sí mismo, y por lo tanto cambia. En el cambio se manifiesta la contradicción interna inherente a la existencia, y que la estimula a ir más allá de sí misma” (1973, p. 150). O bien la de Lenin (1967, tomo 38, p. 358): “el desarrollo es la lucha de contrarios”; o más específicamente en los términos de V.G. Afanasiev: “Los objetos y los fenómenos se desdoblan en tendencias contrapuestas, constituyen una unidad de contrarios. Las tendencias contrapuestas no existen simplemente, sino que se encuentran en estado de contradicción y lucha permanente entre ellas. La lucha de contrarios constituye el contenido interno y la fuente del desarrollo de la realidad” (1963, pp. 111-113). Todas estas afirmaciones de los dialécticos enfatizan el mecanismo de lucha interna como fuente del cambio de estructuras. Cuando no se desentraña la operación detallada de este mecanismo –cosa que los dialécticos casi nunca hacen a nivel abstracto, sino en ejemplos y aplicaciones– el principio aparece como algo misterioso: “El objeto o sistema se divide en un par de contrarios que ‘luchan’ entre sí originando la dinámica del sistema”. Ni que decir que hay cambios del sistema que pueden manejarse perfectamente sin acudir a esta ley: éste es el caso en que el sistema mantiene su estructura, y en que los analistas de sistemas tienen éxito con sus modelos. Los dialécticos –también desde Heráclito– sostienen que la contradicción está enmascarada en la forma de “unidad de contrarios”, y la evolución lógica es su transformación en “lucha de contrarios”. La habilidad del pensador está, según ellos, en descubrir unidad de contrarios donde el observador superficial sólo ve un sistema absolutamente coherente u homeostático. “No comprenden –dice Heráclito– cómo conspira consigo mismo lo que es diferente: armonía por tensiones opuestas como las del arco y la lira” (1963). El mecanismo de control de un sistema con homeostasis es el ejemplo más simple de “contrasistema” en unidad con el sistema original no controlado. Es típico que en el análisis detallado de los procesos se pierda esta perspectiva de unidad y lucha de contrarios, de ahí que haya sido criticada y ridiculizada por los que

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reducen un proceso a una sucesión detallada de interacciones causales. Véase Monod (1970, p. 46) para una crítica de estos principios, que a veces han sido tan mal expuestos y ejemplificados que se los tiende a tomar como propiedades misteriosas de la realidad con cierto sabor antropomórfico y finalista. En realidad lo que se tiene es un conjunto de elementos cuyas características individuales hacen que sea muy probable su ensamblaje en un sistema único, pero, por las razones históricas apuntadas, están ensamblados en dos sistemas, cada uno de los cuales actúa sobre el otro como perturbador, destructivo y causante de cambios estructurales que se propagan. El final más probable de esta situación es la desarticulación del viejo sistema –que había dejado de resolver problemas fundamentales (problemas que el nuevo resuelve)– y la formación de un nuevo sistema, por lo general igual al contra-sistema con cambios estructurales más o menos profundos. Hay muchas formas en que se desarrolla este tipo de cambio revolucionario, dependiendo de condiciones concretas del sistema. En todo caso, las fases sucesivas son distinguibles más o menos nítidamente en estos procesos: proliferación de los problemas sin resolver (“contradicciones” en el lenguaje de los dialécticos), articulación del sistema defensivo, articulación de los procesos excluidos, formación del contra-sistema, interacción mutua con propagación activa del cambio estructural, consolidación de la nueva estructura mediante una serie de cambios estructurales periféricos. El cambio no es anárquico, pues en cada sistema hay una cierta estructura; anquilosada y defectuosa en el viejo, incipiente y poco organizada en el nuevo. Un caso importante es aquél en que el sistema está dividido en forma más o menos nítida en subsistemas. En estos casos es frecuente que la nueva organización estructural se manifieste en ciertos subsistemas y la vieja en otros. Así, un individuo puede cambiar radicalmente en sus opiniones, pero muchos procesos de comportamiento seguirán correspondiendo a sus opiniones anteriores. Una transformación social radical puede ganar ciertas áreas geográficas o institucionales. Un nuevo paradigma científico puede imponerse en un área explicando una serie de fenómenos mientras que otros se siguen explicando únicamente por la vieja teoría. Hay que hacer notar que el nuevo sistema resuelve primeramente los problemas que el viejo había rechazado. Casi nunca resuelve satisfactoriamente todos los problemas incluyendo los que el viejo resolvería. Este defecto puede irse corrigiendo durante el proceso de crisis o en etapas posteriores de la consolidación de la nueva estructura. El desenlace es, por lo general, la formación de un nuevo sistema capaz de resolver más problemas que el anterior. En este sentido el cambio es evolutivo.

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11. Estructura y entropía Un sistema es un dispositivo para resolver problemas. La solución de un problema o es un procedimiento rutinario que sólo exige cambios momentáneos en las variables, o bien es un procedimiento que exige pequeños cambios estructurales. Estos cambios son modificaciones, en general pequeñas, de ciertas estructuras y el proceso por el cual cambian se llama “aprendizaje”. Una vez realizado el cambio de estructura la solución de otros problemas análogos se vuelve rutina. Es fácil encontrar ejemplos de sistemas que sólo admiten el primer tipo de cambios y de los que admiten ambos tipos. Compárese, por ejemplo, el proceso de solución instintiva y el de solución inteligente en los animales. El sistema que resuelve problemas por el segundo método aumenta su organización, su improbabilidad. En otras palabras, baja su entropía. Esto se hace a costa de subir la entropía en un sistema de menor jerarquía (por ejemplo, degradando energía). Por otra parte, como hemos visto un sistema es un selector de problemas. La estructura casi siempre se mantiene si ciertos problemas son rechazados y no se los soluciona. Es decir, el sistema se protege en muchos casos no enriqueciendo su capacidad de reacción, sino disminuyendo el número de “entradas” posibles (Van Court Hare, 1971). Cuando esto pasa el sistema divide al universo en una parte “organizada” integrada al sistema, y en otra desorganizada. Así, una sociedad divide a sus miembros en integrados (desde el punto de vista económico, de decisiones, de información) y en marginales. Una estructura psicológica defensiva divide los recuerdos y percepciones en conscientes y subconscientes; un paradigma científico divide los problemas en abordables y excluidos; una organización divide a las personas en las que están “in” y las que están “out”. Así, la estructura selectiva es no sólo un mecanismo de resolver problemas sino un mecanismo de producir bajas locales de entropía a costa de subirla entre elementos análogos a los componentes de la estructura. Es decir, hay aumento de entropía en un sistema de jerarquía igual a la del sistema que la baja. La evolución de esta situación es una fuente de inestabilidad de un orden superior a la simple deriva de variables críticas. La crisis, como hemos visto, comienza cuando los elementos excluidos llegan a ser importantes por su número y naturaleza y comienza a articularse en un contra-sistema. Ya hemos discutido cómo se produce la situación de crisis revolucionaria y la formación de la nueva estructura. En esta nueva estructura el principio de selección y baja relativa de entropía comienza a actuar nuevamente hasta la próxima revolución.

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12. Ejemplos de un proceso del cambio estructural En lo que sigue daremos algunos ejemplos de cambios estructurales estudiados por especialistas de diversos campos. Se puede ver como estas descripciones coinciden en sus líneas generales con el esquema expuesto en los párrafos anteriores. I) Cambios en las teorías Este es uno de los procesos de cambio estructural que está mejor documentado, gracias al notable trabajo de Kuhn (1971). El sistema de que tratamos está formado esencialmente por la comunidad científica y sus teorías, conceptos del mundo y aparataje de investigación. No se tiene en cuenta el trasfondo socioeconómico en que se mueve este sistema, aunque en los casos de crisis se reconoce su influencia.2 Precisamente una característica notable es que el sistema cambia de estructura en gran medida por una dialéctica interna, y salvo casos aislados es poco notable la correlación detallada entre las revoluciones científicas y las causas socioeconómicas. Hacemos notar que Kuhn no trata de justificar el método científico ni decir cómo debiera proceder el científico ideal, sino describir, a partir de un análisis histórico, la forma en que se comporta la comunidad científica. En los períodos en que no hay crisis en las teorías científicas se tiene la “ciencia normal”. A los nuevos miembros de la comunidad científica se les enseña los principios y métodos de las ciencias como si fueran verdades bien establecidas y se ilustran esos principios con ejemplos que los confirman. En cada rama de una ciencia hay un conjunto de esos principios que Kuhn denomina “paradigmas”. Cuando el científico comienza a trabajar, su tarea es encontrar y solucionar “enigmas”. Un enigma es un hecho empírico o teórico que no parece deducirse obviamente del paradigma. El trabajo científico es demostrar que el enigma es explicable por el paradigma, o sea que es una consecuencia suya. Cuanto menos obvia sea esta deducción y menos alteraciones haya que hacer al paradigma, más meritorio es el trabajo. A veces el paradigma debe ser levemente modificado, casi siempre por la adición de nuevas hipótesis que no alteran la estructura básica original. La evolución de la “ciencia normal” consiste en la ampliación del campo de aplicación y en la articulación cada vez más sofisticada del paradigma que es capaz de resolver más y más enigmas.

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En otro nivel de cambio más sustancial, las causas socieconómicas pueden ser determinantes. Por ejemplo, en el actual estancamiento de las ciencias físicas debido tal vez al proceso de fragmentación señalado por ciertos autores (vide Van Court Hare, 1972), o quizá también la eliminación de los científicos marginales debido a una ciencia subvencionada y organizada.

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Pero el paradigma no es sólo un aparato de buscar y resolver enigmas. La búsqueda tiene hasta cierto punto un carácter selectivo. En forma más o menos consciente los científicos seleccionan aquellos enigmas que aparecen como candidatos que deben ser resueltos por el paradigma vigente. Una gran cantidad de enigmas son excluidos del campo de atención de los investigadores. A veces se da algún tipo de explicación: se considera que el problema es poco importante desde el punto de vista científico (aunque lo sea desde el punto de vista práctico o tecnológico) o que es demasiado complejo para la articulación actual del paradigma. Pero nadie opina que el paradigma es inválido porque no pueda explicar tal o cual enigma particular. Los problemas surgen cuando una consecuencia directa del paradigma es francamente descartada por la observación empírica. Si dicha consecuencia se refiere a un enigma juzgado “pertinente” por el paradigma vigente, la situación es grave. El enigma se ha transformado en “anomalía”. Sin embargo, el paradigma no es abandonado pues es la única guía que permite continuar con el trabajo científico. Así se registra la persistencia de la teoría geocéntrica de Ptolomeo, la teoría del flogisto o la teoría clásica ondulatoria de la luz, aun después que observaciones muy claras daban resultados absolutamente inexplicables y aun contradictorios con el paradigma. Cuando las contradicciones son muy fuertes, la actividad de muchos científicos se concentra alrededor de los enigmas responsables de la crisis. Pero se observa que no son la mayoría ni están todos a la espera de un nuevo paradigma, sino que casi todos se esfuerzan en analizar mejor los enigmas recalcitrantes para tratar de reducirlos al viejo paradigma. Las excepciones son muchas veces científicos jóvenes o procedentes de áreas limítrofes o lejanas a la ciencia que está en crisis. Dalton era fundamentalmente meteorólogo (aparte de ser poco “sociable” con la comunidad científica); Víctor Meyer era médico; el conde Rumford, administrador y militar, y Einstein tenía veinticinco años cuando hizo sus aportes revolucionarios a la química y la física. Puede verse que en los intentos de articulación del nuevo sistema no sólo los enigmas o anomalías son marginales, sino que muchas veces también lo son los que exploran las nuevas áreas. Esta concentración de actividad lleva en general al descubrimiento de nuevas anomalías, pues se está explorando el área de fenómenos en los cuales el paradigma funciona mal. La concentración de los trabajos de física a fin de siglo pasado y comienzos del actual en el área de emisión y absorción de la energía radiante, es un ejemplo de esta actividad. Era en esa área donde la teoría clásica predijo una ley para la radiación del cuerpo negro en función de la longitud de onda (ley de Raleigh Jeans), que estaba en total desacuerdo con la evidencia empírica (Feyman-Leighton, Sands, 1963, pp. 41-48).

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Pero en general hay una resistencia enorme a reconocer el estado de crisis y explorar el área crítica. Esta exploración sólo se hace en medida significativa cuando hay un paradigma alternativo. Es interesante tratar de ver cómo surge este nuevo paradigma. La materia prima se ha venido preparando. Hay problemas sin resolver. Hay científicos heterodoxos por su generación y formación. Más aún, se van creando versiones anómalas del viejo paradigma –el átomo de Bohr, por ejemplo, es una deformación monstruosa de los “osciladores” de la teoría clásica de la emisión de radiación–. Se van creando teorías ad-hoc para explicar las anomalías. Se empiezan a reconocer conexiones entre las anomalías. Antes del surgimiento del nuevo paradigma hay un trabajo previo de articulación de todo este material. A este respecto es reveladora la declaración de Einstein sobre sus especulaciones anteriores a sus trabajos de teoría cuántica: “antes de que dispusiera de un sustituto para la mecánica clásica, podía ver la interrelación existente entre las anomalías conocidas de la radiación de un cuerpo negro, el efecto fotoeléctrico y los calores específicos” (Einstein, 1949). Estos tres fenómenos no podían explicarse en sus aspectos cuantitativos por medio de la teoría clásica de la radiación; en efecto, ésta da resultados absolutamente discordantes con la observación. Basta suponer que la emisión, propagación y absorción de la radiación se hace en “quanta” o fragmentos de energía para que las anomalías se transformen en corolarios evidentes de la nueva teoría. Cuando surge el nuevo paradigma la crisis está planteada. Los miembros de la comunidad científica deben pronunciarse por el nuevo o el viejo paradigma. Como observa Kuhn, esta selección se hace con base en causas no deducibles de principios científicos. La generación, nacionalidad, ideas filosóficas y hasta religiosas de los científicos tienen peso en esta circunstancia. El paradigma, que era el conjunto de ideas, métodos y normas para dirimir cuestiones entre los científicos, es precisamente lo que está en tela de juicio. Como el conjunto de problemas que resuelve cada paradigma no es exactamente el mismo, la discusión adquiere la forma de “cuál problema es más importante”. Otra discusión menos abierta pero más profunda es cuál de los paradigmas ofrece más oportunidades para la práctica científica. En esto el nuevo paradigma es incuestionablemente superior, pues aparte de los nuevos enigmas que el anterior no podía explicar ofrece la interesante perspectiva de reinterpretar los enigmas ya explicados por el viejo. No es raro que el nuevo paradigma se haga atractivo a los científicos jóvenes o recién llegados a la disciplina científica que deben luchar institucionalmente con la jerarquía de personal científico ya establecido en las instituciones de investigación. Otra característica de los períodos de crisis es la discusión sobre el método. Los fundamentos del método científico son poco discutidos en las ciencias naturales3 3

Lo contrario ocurre en ciencias sociales, tal vez porque debido a razones exógenas (antagonismos socioeconómicos) estas ciencias están en crisis permanente. Si esta es la causa es utópico esperar que mientras la sociedad sea antagónica los científicos sociales puedan lograr un paradigma común.

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en los períodos de ciencia normal. En los períodos de crisis se reabre la discusión, pues cuando hay paradigmas opuestos hay muchas veces oposición sobre los métodos y normas utilizados y esta discusión se propaga a niveles superiores de la metodología. Un ejemplo es cómo al surgir la mecánica cuántica con el principio de incertidumbre muchos científicos se enredaron en discusiones filosóficas sobre el cuestionamiento de las ideas de causalidad y aun la cognoscibilidad del universo (Schrödinger, 1936). Cuando por fin el nuevo paradigma se impone, está por lo general bastante modificado y se abre ante él la tarea de reinterpretar una enorme masa de hechos empíricos, muchos de los cuales el viejo paradigma interpretaba perfectamente. A veces se abandona provisoriamente la explicación de hechos importantes. Antes de la mecánica ondulatoria la difracción era inexplicable para la primitiva teoría de los cuantos. La teoría copernicana con su veloz movimiento de la tierra se exponía a paradojas mecánicas que Galileo aclaró varias décadas más tarde. El paradigma nuevo debe sufrir todavía una serie de articulaciones y cambios estructurales periféricos para llegar a ser la base del nuevo período de ciencia normal. Cuando está suficientemente articulado se vuelve a tomar como “verdad establecida”. Sus orígenes, así como el paradigma anterior, se borran de los textos y cursos científicos y pasan a ser objeto de los estudios de historia de la ciencia, tan poco apreciados por los científicos “productivos”. Un hecho importante es que los ‘hechos’, la realidad objetiva que es presumiblemente la materia prima de la ciencia, cambian cuando el paradigma ha cambiado. Al estar ensamblados de una forma diferente en el sistema, sus propiedades aparecen como diferentes. Otro aspecto interesante del proceso es su condicionamiento histórico. A pesar de que las teorías científicas deben explicar una ‘realidad’ independiente del proceso cognitivo, del esquema anterior se deduce que la dependencia es bastante fuerte. Condiciones sociales generales, ideologías, intereses económicos, organización social de la investigación, influyen en dos sentidos: o bien orientan en la elección de problemas dentro de la gama permitida por el paradigma, o bien son decisivas en la articulación del nuevo, tanto en su forma como en sus posibilidades históricas de desarrollo y afianzamiento. Circunstancias socioeconómicas diferentes hubieran llevado a enigmas diferentes, anomalías diferentes y revoluciones diferentes. La ciencia que tenemos es ‘una’ de las ciencias posibles. Aunque no debe exagerarse esta posición hasta llegar a pensar en que la estructura de la ciencia debe explicarse únicamente con base en las condiciones sociales. Hasta ahora, salvo un caso extremo como Spengler (Spengler, 1948), la exageración ha sido en sentido contrario, suponiéndose que la “forma” de las ciencias naturales está condicionada totalmente por su referente objetivo.

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II) El cambio psicológico La formación de la neurosis básica y su desarticulación mediante procesos de terapia son ejemplos muy significativos de cambios estructurales. La teoría de cómo suceden estos cambios no es objeto de acuerdo general entre los especialistas, pero algunos autores, como Janov (1970), han desarrollado interesantes hipótesis reportando una gran cantidad de observaciones de casos en apoyo de las mismas. Seguiremos en líneas generales su modelo del proceso, aunque aspectos importantes del mismo ya habían sido desarrollados por psicólogos anteriores (Freud, 1973; Horney, 1968). La articulación de la neurosis básica se forma en los primeros años de la vida del individuo, en los cuales su funcionamiento como ‘mecanismo de resolver problemas’ no puede ser autónomo. El lento desarrollo del cuerpo y del sistema nervioso, en especial el proceso de mielinización de las fibras nerviosas, hacen al niño dependiente de sus padres. El sistema padres-niño, que debe resolver los complejos problemas del desarrollo, presenta en nuestra sociedad graves fallas que no entraremos a discutir en detalle. Nos bastará mencionar la falta de adaptación del medio físico del hogar a las posibilidades físicas y mentales del niño, la ausencia más o menos obligatoria de los padres durante períodos de tiempo largos, la perturbación introducida por los hermanos, por los conflictos entre los padres, su enfermedad o muerte, el carácter traumático de muchas normas y limitaciones sociales que los padres deben imponer al niño, y, por último, aunque no menos importante, las neurosis y desequilibrios de los padres, cuando no sus ‘teorías’ sobre la educación infantil. Todas estas circunstancias hacen que las necesidades del niño puedan no ser satisfechas. Estas necesidades abarcan una variada gama de funciones: alimentación, limpieza, grado apropiado de estímulos, contacto físico, libertad en la expresión emocional, respeto al ritmo propio de desarrollo. Cuando algunas de estas necesidades no se satisfacen, se produce una reacción dolorosa que busca sus vías naturales de salida en la acción y la expresión del dolor. Pero la vía de la acción no siempre es posible por la falta de desarrollo y autonomía del niño, y la expresión emocional en vez de incitar la acción apropiada de los padres es ignorada o reprimida. En nuestros términos, el problema queda sin resolver, y el desarrollo, que sería producido por la solución adecuada, es sustituido por un intento de ‘supresión’ del problema. El cuerpo del niño trata de suprimir la sensación dolorosa mediante procesos nerviosos de inhibición (olvido del episodio, insensibilización física). Pero, como observa Janov y como demuestran numerosas observaciones neurológicas (1970), el dolor no sentido queda de todos modos registrado en el

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sistema. Como todo registro neurológico queda probablemente en la forma de circuitos neuronales cerrados reverberantes. Sólo que estos circuitos quedan desconectados de las áreas en que se manifiestan la sensación y el pensamiento conscientes. Toda asociación posible es inhibida por el dolor que provoca la evocación. Algún autor llama a este proceso “encapsulamiento” de las emociones. La articulación de todos estos mecanismos represivos aislados en un sistema neurótico de represión, se produce cuando su número ha crecido suficientemente y el proceso de mielinización ha hecho posible una integración más completa de las diversas áreas del sistema nervioso. A veces un episodio más o menos traumático es la causa esencial o desencadenante del proceso de articulación. Hay que tener en cuenta que la intensidad posible del dolor es desmesurada en el niño, debido a su extrema situación de dependencia y a su incapacidad de ver las verdaderas dimensiones del problema que lo afecta. Muchos episodios que en la mente de sus padres carecen de importancia, en la percepción fragmentaria del niño pueden provocar la sensación de un peligro mortal. Es de observar el carácter particular e históricamente condicionado de la forma que adquiere esta neurosis básica. Cada individuo tiene ‘su’ neurosis a pesar de que todas provienen de causas generales similares. Janov llama a esta articulación el ‘yo’ irreal. Se corresponde en parte con el concepto de ‘yo’ y ‘super-yo’ de los psicoanalistas clásicos. La situación puede expresarse en forma general diciendo que el ser consciente y actuante está desconectado de sus emociones. En forma más concreta puede decirse que se han formado mecanismos neuronales bien articulados que inhiben un conjunto importante de recuerdos (los dolorosos y sus asociados). Además, estos mecanismos impiden la concientización de las propias emociones y filtran las percepciones sensoriales que podrían hacer aflorar el dolor a la conciencia. Una evidencia notable de la existencia de estas barreras y de la persistencia de los ‘problemas o contradicciones’ encapsuladas es la perforación circunstancial que en el sistema defensivo pueden hacer las drogas psicodélicas, la hipnosis y la excitación eléctrica de ciertas áreas de asociación de la corteza cerebral. La persistencia subconsciente de las emociones desconectadas es una fuente de perturbaciones en el comportamiento fisiológico y psicológico del individuo. Como hemos señalado en general, al respecto de los problemas marginados la conexión con el resto del sistema no puede cortarse totalmente. Las conexiones de los centros emocionales del hipotálamo con la hipófisis y, por tanto, con todo el sistema endocrino pueden producir alteraciones fisiológicas de todo tipo inclusive en el desarrollo físico. Como el proceso de inhibición es un proceso activo que implica la acción permanente de sistemas de neuronas inhibidoras (la palabra

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“desconexión” es tal vez engañosa), debe ser mantenido con un estado de excitación general. El individuo está tenso. Hay tensión muscular, temperatura elevada, pulso acelerado, presión sanguínea alta. Puede también estar apático cuando los procesos inhibitorios se generalizan. La tensión psicológica se revela por una infinidad de síntomas que van desde simples fobias o caprichos aislados hasta articuladas ideologías aberrantes. No entraremos en una enumeración detallada de síntomas psíquicos y somáticos que se presentan en estas condiciones. Como en tantos casos de articulación de estructuras, están históricamente condicionados y su variedad es infinita. También es grande la variedad de recursos para aliviar o descargar la tensión: tranquilizantes, alcohol, juegos neuróticos de situación, confesiones, drogas, agresividad, sobrealimentación, sobretrabajo, deportes violentos, ambición de fama o poder, y toda una serie de actitudes mejor o peor consideradas según engranen mejor o peor en el sistema social patológico en que se mueve el individuo. El sistema neurótico continúa desarrollándose y tratando de resolver los problemas que se van presentando en la vida del individuo. Pero es evidente que la capacidad de crecimiento, la flexibilidad para reorganizarse y hacer frente a las nuevas situaciones, está muy disminuida por la rigidez y la tensión. Hay una serie de problemas tabú que el individuo no puede abordar, desde problemas afectivos o sexuales hasta simples situaciones de afrontar pequeñas responsabilidades. Aparte de esto los síntomas neuróticos crean una serie de conflictos y dificultades. La situación del neurótico se mueve, como la de todo sistema que rechaza problemas, en una serie de callejones sin salida que terminan por hacer su evolución imposible. Puede ser que la enfermedad del neurótico coincida con la social. Por ejemplo, una personalidad autoritaria puede encontrar un lugar adecuado en una sociedad brutalmente jerarquizada. Una persona absolutamente desconectada de toda sensibilidad puede ser un intelectual altamente especializado o un torturador. En todos estos casos, para insistir en el lenguaje de la teoría de control, la estabilidad se logra disminuyendo la variedad de las situaciones y del comportamiento. Pero también puede ocurrir que no se logre esta situación protegida y el sistema sufra un colapso. Las psicosis, el suicidio, la criminalidad, la adicción aguda a toda clase de drogas, son ejemplo de la disolución total o parcial del sistema. Las terapias que buscan la desarticulación del sistema neurótico se originan con Freud. Aquí nos referimos a las terapias emocionales de Janov (1970) y otros. Este tipo de terapias, en vez de ayudar al individuo en su propósito de aliviar el dolor y sobrellevar las contradicciones, busca una forma de sacarlas a la luz, articularlas y llegar a su raíz. Las técnicas utilizadas son varias, pero en casi todas se trata de incitar al individuo a sumergirse en sus experiencias más dolorosas,

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revivir y reconectar los recuerdos por largo tiempo sepultados y expresar plenamente todas sus emociones de dolor, odio y temor. La expresión emocional es necesaria, pues hace que el organismo retome su manera normal de reaccionar, manera que fue reprimida por inútil o peligrosa en el episodio pasado. Ahora, aunque se reviva la sensación angustiosa de aquella experiencia, el yo maduro sabe que no hay ningún peligro grave. Las defensas aparecen así algo inútil. Al sistema del ‘yo irreal’ (organización de mecanismos defensivos y de insensibilización) se le opone el ‘yo real’, una organización a medio desarrollar de necesidades, sensibilidad y expresividad emotiva. El proceso de terapia adquiere un carácter agudo de ‘lucha con uno mismo’. En el curso de este proceso los elementos de la personalidad son analizados, transformados y articulados en una nueva personalidad. Esta nueva personalidad es la de un individuo con escasos mecanismos defensivos. Por esa razón su ‘radio de acción’ aumenta. Según los informes de los propios pacientes la tensión desaparece y aumenta la posibilidad de manejar situaciones que antes producían angustia. Esto implica en general la desaparición de una serie de síntomas síquicos y somáticos. En los términos de la dinámica estructural que hemos venido utilizando, el proceso de terapia consiste en incorporar los elementos excluidos y promover su articulación natural, lo cual lleva a la lucha contra la estructura vigente y la formación del nuevo yo. III) El proceso del diseño No conozco una investigación exhaustiva sobre el pensamiento creativo. Hay importantes trabajos que tratan de describir el proceso o tratan de dar reglas para provocarlo. Con todo, es evidente que se trata de un proceso de formación y cambio de estructuras. Vamos a restringirnos al problema del diseño, es decir, a la creación de una forma que cumpla una función dada. ¿De qué parte el diseñador? Se ha dicho que su punto de partida es ‘la función’, es decir, las relaciones del sistema por diseñar con el resto del universo. La idea de esta posición es que la función determina la forma del diseño. Así está dicho explícitamente por los arquitectos de la escuela orgánica (Wright, 1963). Citan en su apoyo analogías bibliográficas. Sin embargo, cualquiera que haya trabajado en inventar diseños sabe que no se puede crear un diseño a partir de los requerimientos que deberá cumplir el sistema una vez creado. El ingenioso esfuerzo de Alexander en este sentido no ha rendido los resultados que se esperaban de él. La ‘función’ especifica sólo una parte –a veces ínfima– de las relaciones externas de los elementos del sistema, y es imposible que determinen una forma. ¿Cómo

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vemos el proceso del diseño? El diseñador parte siempre –implícita o explícitamente– de un diseño anterior, tal como una forma orgánica ante una nueva situación debe construir con lo que ya tiene hecho. Si se desea diseñar un teatro o una lámpara, parte de los diseños ya hechos. La función que deben llenar los sistemas por diseñar es diferente que la de los diseñados antes. De otra manera la mera copia sería suficiente. El teatro debe tener un tamaño o un costo determinado, la lámpara debe poder soportar vibraciones o lluvias o alta temperatura. El diseñador somete este diseño primitivo al proceso de resolver problemas. Simula las diferentes situaciones que ‘recargan’ peligrosamente el sistema y los cambios destructivos originados por ellas en la estructura diseñada. Trata de compensarlos por cambios estructurales periféricos. Estos cambios exigen otras variaciones estructurales compensatorias en otras partes del diseño original. El diseño puede así acumular una serie de “contradicciones”, puntos débiles, dificultades, restricciones que pueden expresarse en limitaciones generales del funcionamiento: decir, por ejemplo, que la lámpara sólo puede funcionar con bombillos incandescentes, o que el teatro exigirá un sistema de parlantes muy complicados para compensar deficiencias en la acústica. Si estas limitaciones, ya sean algunas restricciones grandes o una acumulación de pequeñas dificultades, resultan intolerantes, el sistema está en crisis. Después de todos los intentos de remendar y salvar la estructura básica, el diseñador puede decidirse a aceptar la situación de crisis y centrar su atención en las dificultades, reconocerlas, unirlas y ver toda su profundidad en lugar de evitarlas, separarlas y minimizarlas. Es decir, comienza a trabajar críticamente contra su diseño original. Todo creador conoce la angustia de este proceso. En esta situación puede aparecer la nueva alternativa. Para que esto suceda es importante, como lo señala De Bono (1990): -Ser capaz de dar pasos en falso, es decir, de hallar estructuras transitorias o defectuosas que solucionen los problemas que produjeron la crisis, aunque no solucionen otros resueltos por la estructura original. -Hallar las “limitaciones implícitas” del diseño original: suposiciones ocultas, ideas dominantes, en una palabra ‘las contradicciones básicas’, cuya solución exige un campo de toda la estructura. Tratar de librarse de ellas poniéndolas en tela de juicio. -Usar las técnicas más conocidas para provocar el cambio estructural. Éstas se expondrán más adelante (desagregación, y recomposición, variaciones al azar, analogías insólitas, etc.)

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El proceso puede resultar en una nueva estructura que resuelve en parte los problemas que produjeron la crisis y, por cambios periféricos de esta estructura llegar a una solución satisfactoria de todos los problemas. En el proceso descrito se distinguen los pasos ya discutidos de la evolución estructural: nuevos problemas, cambios peligrosos, reajustes periféricos, acumulación de contradicciones, articulaciones de éstas, surgimiento de la nueva alternativa, lucha y transformación de ambas, imposición y evolución posterior de la nueva. IV) El cambio en la estructura social En este tema la diversidad de teorías y de matices diferentes de las mismas teorías es desconcertante. Esto se debe probablemente a que el sistema social está en crisis, y las ideas sobre él son herramientas en los esfuerzos por reproducir la estructura actual o articular una nueva. No creo posible ‘salirse’ de la situación, pues aun suponiendo que uno se pusiera en la situación más ‘científica y objetiva’ posible, ateniéndose sólo a las afirmaciones más seguras, su actitud no dejaría de tener un carácter partidista dentro del conflicto social; estaría atacando y será atacado por grupos, individuos o partidos. La estructura social consiste en una compleja red de relaciones entre los seres humanos que se ha formado a partir de la necesidad básica de trabajar en común para subsistir. La estructura preexistente era la organización familiar y grupal de los antropoides, en la cual se fue desarrollando el uso de herramientas, la transmisión social de las habilidades, la división del trabajo y sus consecuencias, a saber, el reparto desigual de los bienes del trabajo, la división de la sociedad en clases, la distribución desigual del poder, la formación de aparatos represivos y el conflicto social crónico en su sentido más amplio (desde la prisión y el robo hasta la revolución y la guerra). Toda esta evolución es una sucesión de cambios estructurales, y la contradicción básica radica, por una parte, en la casi igualdad potencial de los seres humanos, es decir, su posibilidad de realizar –con leves diferencias– cualquier función dentro de la sociedad y de poder gozar de todos los beneficios que genera la actividad humana, y por la otra parte, la enorme diferencia en la distribución actual de las tareas y de los beneficios por ellas producidas. Las diversas organizaciones sociales de la historia se han ido estructurando por el esfuerzo de distintos grupos con el objeto de mantener su posición privilegiada o de sustituir a los privilegiados en este reparto desigual. En general, un sistema social consiste en una estructura básica formada por recur-

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sos naturales, recursos técnicos materiales acumulados, conocimientos y habilidades diversas de un conjunto de individuos. Estos realizan la producción de bienes de todo tipo –materiales y espirituales– . Lo importante para comprender la estructura es, por un lado, las relaciones entre los individuos, entre ellos y con los recursos y habilidades en este proceso productivo. Esta relación es una herencia histórica y, en general, la distribución es desigual y las relaciones son de dominio y subordinación. Por otra parte, existe un aparato social, formado por individuos e ideas estructuradas en instituciones encargadas de mantener y reproducir aquellas relaciones. Esto último se da no obstante los cambios cuantitativos en el proceso productivo, los cambios generacionales, las interacciones externas (provenientes de otras sociedades, de la alteración del medio físico o biológico, etc.) y las tensiones sociales internas. El sistema está pues abocado en todo momento a resolver una serie de problemas ante incitaciones internas y externas. Si las situaciones son de rutina, bastan los mecanismos usuales: educación familiar y estatal, aparato ideológico, represión de toda clase (social, grupal, policial, militar, religiosa, dependiendo del tipo de sociedad). Si la situación es más grave, se acude a cambios estructurales periféricos en el sistema: destrucción, creación o readaptación de instituciones e ideologías. Esto exige rearticulaciones en otras partes del sistema y, a veces, articulación de varios aparatos defensivos en un sistema rígido, autoritario y excluyente. Las situaciones críticas se originan usualmente por una articulación de todas las contradicciones internas originadas en las relaciones de despojo (mala distribución de los productos sociales) y de autoridad (mala distribución del poder). Esta articulación se desarrolla cuando ciertos grupos sociales, en general los más despojados, subordinados y excluidos, van construyendo una crítica de la situación, reuniendo todos los problemas y contradicciones en un sistema que es al mismo tiempo una crítica a la sociedad vigente, una proposición alternativa de organización social y una guía para la lucha por el cambio. Tal sistema es la ideología revolucionaria que puede adoptar formas históricas muy diversas pero en todas hallamos los tres elementos anteriores. Una vez que se articula esta ideología, el dilema de todo individuo o grupo es adoptarla o rechazarla. Los problemas que la sociedad vigente no soluciona, pasan a ser los más importantes y alrededor de ellos se plantea la lucha. Se abre un período de crisis y revoluciones en que todo se cuestiona, se imaginan nuevas organizaciones sociales híbridas y transitorias, se descubren nuevas potencialidades de los individuos y los grupos y ocurren cambios estructurales importantes. Cuando termina este proceso, se tiene una sociedad con nuevas relaciones de producción, distribución y poder. En general, esta sociedad soluciona muchos de los problemas que la anterior no resolvía aunque puede dejar otros subsistentes y

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abandonar otros que la anterior solucionaba. Por lo general, la nueva estructura abre muchas más posibilidades de desarrollo, que los anteriores mecanismos de control tenían obstruidas.

13. La estrategia del cambio estructural El cambio estructural se presenta como sumamente concreto y específico. Como hemos visto, la propagación del cambio y la rearticulación del sistema dependen de características ‘nuevas’ (no advertidas previamente) de los elementos del sistema anterior. Esto produce la impresión de que el proceso de cambio estructural es extremadamente dependiente de particularidades únicas e imperfectibles de los elementos y subsistemas. Con todo, la práctica humana ha desarrollado ya una colección de métodos que necesitarían un análisis sistemático para generalizarse en reglas y principios a los fines de lograr el cambio estructural. Sin pretender hacer ese análisis trataremos de enunciar algunas reglas que han dado resultado en diversas áreas. I) Conocimiento de los elementos De lo expuesto se deduce que puede ser de gran utilidad el conocimiento detallado de los elementos del sistema, sobre todo de aquellas propiedades de los elementos que el sistema actual oculta o mantiene latentes. Eso da una idea de las nuevas posibilidades de articulación. No se puede elaborar una utopía social de cierto realismo sin un conocimiento profundo de las potencialidades de la naturaleza humana. Para lograr la integración económica de varios países es necesario un estudio detallado de sus estructuras económicas. II) Elaboración teórica del nuevo sistema Es fundamental tener cierta claridad de cuál es la estructura objetivo. Si se exige mucho detalle, esto es sumamente complicado pues las posibilidades de organización de los elementos son demasiadas y es difícil ver cuáles son variables. Es muy frecuente en los cambios sociales que los revolucionarios desprecien la utopía, es decir, la clarificación de los objetivos con la idea de que los objetivos se forman en la marcha. Sin embargo, al proceder así muchas veces se transforman más bien en elementos del proceso de propagación del cambio que en artífices de la nueva organización social. Hasta cierto grado, la elaboración de la utopía es factible y no se puede prescindir de ella.

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III) Articulación de las contradicciones Las dificultades y problemas sin resolver que hay en el sistema deben observarse cuidadosamente y buscar sus posibilidades de articulación. Al organizarse las contradicciones se refuerzan y agudizan las crisis. Nótese que I y II constituyen el conocimiento teórico fundamental, y III es la estrategia básica. En lo que se refiere al fundamento teórico, nótese la enorme diferencia con el enfoque del análisis de sistemas actual. Este pone el énfasis en analizar la estructura ‘tal cual es’, y en representar los elementos por sus ‘acciones y reacciones actuales’ sobre el resto del sistema. Este es también el enfoque del funcionalismo. Los revolucionarios de todos los tiempos han insistido, en contraposición con esto, en las potencialidades de los elementos que el viejo sistema tiene reprimidas y en la ‘utopía’, o sea en las nuevas posibilidades de reorganización de los elementos.4 Sobre la estrategia general indicada en III, pueden implementarse una serie de tácticas más o menos circunstanciales. A continuación enumeramos las más conocidas. IV) Ataques al sistema defensivo Todo sistema que haya evitado sistemáticamente el cambio, ha tenido que formar defensas que se articulan en un sistema defensivo. Este puede ser muy difícil de destruir si se lo ataca directamente apoyándose en unas pocas contradicciones. La táctica correcta consiste en centrar los esfuerzos en articular las contradicciones. V) Disgregación y recombinación En este proceso se trata de disgregar el sistema viejo para reunir sus elementos en otra forma y construir el sistema nuevo. El proceso puede a veces aparecer confuso o contradictorio. Por ejemplo, después de contribuir a la disolución de un imperio colonial apoyándose en los nacionalismos de las diversas regiones las naciones recién formadas, debe superarse el nacionalismo buscando una integración económica que facilite su desarrollo. VI) Introducción de perturbaciones El corte o establecimiento de ciertas relaciones (por ejemplo, vías de comunicación) o la introducción o eliminación de ciertos elementos del sistema, pueden desatar la propagación del cambio estructural. Pero, como casi siempre sucede, estas perturbaciones tienen carácter anárquico, o bien no son capaces de mante-

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Es muy útil para elaborar alternativas, el estudio histórico y la especulación de las historias posibles, reconociendo las “elecciones” realizadas por la evolución del sistema en cada encrucijada y considerando las alternativas no elegidas.

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ner el cambio (el sistema se restaura) o bien no pueden dirigirlo adecuadamente. También puede ocurrir que las perturbaciones no lleguen a datar cambios estructurales, pero que sí sean suficientes para facilitar la articulación y refuerzo de los mecanismos defensivos. Hay que recordar que cuanto más poderosos son los mecanismos defensivos más duro y destructivo es el proceso de cambio. En todo caso la introducción de perturbaciones debe ser una técnica subordinada a la estrategia general de articulación de las contradicciones. VII) Aprovechamiento de las crisis Cuando un sistema está en crisis (problemas internos graves que no pueden resolver en ese momento), es la oportunidad adecuada para aplicar las diversas técnicas de cambio estructural sin esperar a la organización de nuevos mecanismos defensivos. VIII) Destrucción de las reservas Todo sistema con estabilidad estructural tiene reservas (elementos no usados) que permiten los procesos de reconstrucción. La destrucción de esas reservas debilita la estabilidad y hace, en principio, más fácil el cambio. Sin embargo, no hay que olvidar que no se desea disgregar el sistema sino reestructurarlo y esas reservas pueden ser indispensables en el momento de reconstruir el sistema nuevo. IX) Construcción simultánea del nuevo sistema Muchas veces es posible comenzar la construcción del nuevo sistema antes de que el viejo esté destruido. Esto tiene la ventaja de que el nuevo sistema propuesto deja de ser una alternativa utópica y pasa a ser un ejemplo vivo y concreto. Por otra parte, la incapacidad momentánea del nuevo sistema para resolver todos los problemas resulta más evidente. X) Modificación de la función La función de un sistema viene especificada por sus entradas y salidas. En algunos casos modificando las entradas cambia la estructura del sistema. Para que esto sea posible el sistema debe tener algún mecanismo que varíe las respuestas (salidas) ante un mismo estímulo (entradas), y detecte como entrada una consecuencia de la respuesta: las variaciones de salidas ante las mismas entradas según tipo de cambio de estructura interna. Cuando las consecuencias de estas salidas reaccionan a su vez manteniendo la estructura del sistema, el cambio de estructura queda fijado.

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La selección natural es un mecanismo espontáneo de esta clase, y su resultado son los cambios estructurales de las especies. Con todo debe notarse que en este procedimiento se pierde el control de cómo se articula la estructura interna. La psiquiatría del comportamiento es un ejemplo de este procedimiento aplicado al ser humano. Se le ha criticado observando que el individuo ‘adaptado’, es decir, cuyas salidas están en armonía con el medio, puede tener graves tensiones internas que afloren al menor cambio de dicho medio.

14. Otros procesos de cambio estructural Procesos de cambio estructural cuyo estudio detenido puede aportar mucho a la teoría del cambio de estructura pueden encontrarse en muchos campos. Mencionaremos aquí los siguientes: ·El proceso de aprendizaje en los animales y el hombre, desde el punto de vista psicológico y neurológico; ·La evolución de las formas biológicas (evolución); ·La formación de moléculas complejas; ·Las transformaciones de un sistema ecológico; ·La evolución de los estilos artísticos; ·El cambio en las organizaciones empresariales; ·La dinámica de grupos pequeños; ·El proceso de desarrollo de un organismo. Creemos que cada campo de estudio puede aportar nuevos elementos a la teoría general del cambio de estructuras.

15. La superación de las revoluciones estructurales No podríamos cerrar este ensayo sin discutir una pregunta que, después de todo lo que hemos dicho, puede resultar paradójica: ¿son inevitables las revoluciones estructurales? Vimos que el tratar de evitar el cambio de las estructuras mediante mecanismos de defensa, sólo puede llevar a que las resoluciones estructurales sean más catastróficas incluyendo hasta la disgregación total del sistema. Pero la pregunta aquí tiene otro sentido: ¿Es posible crear un sistema cuya estructura sea tan flexible que haga innecesarias las revoluciones? Es decir, lograr que cualquier contradicción que aparezca sea resuelta sin construir mecanismos generales de defensa, que excluyan otros elementos y contradicciones cuya articulación posterior produce el contra-sistema y la revolución. Creo que esto no sólo es teóricamente posible, sino que muchos han pensado en estos problemas y han sugerido soluciones.

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Tratemos de guiarnos mediante casos concretos. Tomemos el ejemplo de las revoluciones científicas antes citado (12.I). El argumento del positivismo es que, si la ciencia no hiciera hipótesis generales e imágenes del mundo que agregan a la experiencia lo que ésta no contiene, entonces no habría revoluciones en las teorías científicas. Simplemente porque no habría teorías científicas. Esta solución, llevada a sus últimas consecuencias, es inaceptable como lo observa Kuhn. El científico no puede existir sin hacerse una imagen del mundo extrapolada de la organización de la experiencia, y es inevitable que tenga en ella cierto grado de confianza pues es la guía para la búsqueda de nuevas experiencias. De una posición positivista consecuente no sale nada. Por eso nadie la tiene en la práctica. Otro problema se presenta cuando el paradigma se convierte en una verdad aceptada dogmáticamente, desconectada de su origen histórico y causante de la selección de los enigmas por resolver. Esto es lo que debería evitarse. La enseñanza de una rama de la ciencia debería incluir una discusión histórica y crítica de los principios de la misma. A este respecto un libro como el de Mach (1989) puede ser un modelo y los comentarios de Einstein al respecto revelan la fecundidad de aquel esfuerzo. Deberían señalarse siempre las otras alternativas de explicación de los fenómenos que fueron abandonados en el camino y señalar explícitamente todas las anomalías y dificultades del paradigma vigente. En vez de cultivarse tanto la habilidad del joven científico en aplicar ingeniosamente el paradigma vigente, sería beneficioso dedicar algún esfuerzo a fomentar el pensamiento creativo (aun a riesgo de “redescubrir” como ejercicio resultados ya conocidos). En otras palabras, en vez de preparar a los científicos para la ‘ciencia normal’ también habría que capacitarlos para las ‘renovaciones’. Con esto se evitarían éstas, con el correspondiente ahorro de energías en la producción científica. Para pensar lo costosa que puede ser una revolución científica basta recordar la frase de Max Planck: “una nueva verdad científica no triunfa por medio del convencimiento de sus oponentes haciéndoles ver la luz, sino más bien porque sus oponentes llegan a morir y crean una nueva generación que se familiariza con ella”. Por lo demás, esta nueva forma de encarar la enseñanza choca naturalmente con muchas de la pedagogía vigente y de sus profesores que hacen del conocimiento de los paradigmas heredados la base de su prestigio, respetabilidad y medio de vida. En el campo de la psicología individual estas ideas coinciden con las características del ‘individuo normal’ de Janov. Este es esencialmente un ser que ‘siente’. No arma barreras contra su sensibilidad ya sea que esto le produzca placer o desagrado. Acepta las experiencias de muy diverso tipo y reacciona en forma específica (no con mecanismos generales) ante las situaciones. Su estabilidad no está en la solidez de sus defensas sino en la naturalidad de su actividad vital y en sus reacciones para manejar situaciones.

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La extensión de estos principios al campo social es mucho más difícil y choca con intereses muy fuertes. Una sociedad sana debería ser abierta, aceptar la semejanza básica de todos los seres humanos en vez de ser un sistema amplificador de las diferencias naturales (en general insignificantes) y creador de barreras por las que mantiene excluidos a la mayoría de sus miembros de los centros de apropiación, decisión e información. Utopías como la de Huxley, o planes como el de Varsavsky (1975) deberían ser desarrollados y podría intentarse su implementación. Los mecanismos básicos de creación de diferencias como la división del trabajo ya señalados por los primeros socialistas y olvidados por sus seguidores, deberían ser objeto de más atención. Debería verse qué es aceptable en nombre de la eficacia de un sistema y que probablemente hace inevitable el conflicto social, las revoluciones periódicas y las guerras con lo cual la eficacia queda eliminada. En fin, es probable que la larga, dolorosa y frustrante experiencia de los cambios revolucionarios, de la construcción y destrucción de estructuras más o menos rígidas sea indispensable, y deba continuarse por mucho tiempo para que pueda aclararse el proceso de implementación y funcionamiento de la estructura completamente flexible.

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Una visión del proceso de crecimiento†

Harberger Arnold C. Harberger*

Uno de los grandes placeres de pertenecer a mi generación de economistas es que pudimos vivir el nacimiento y subsecuente evolución del enfoque moderno del análisis del crecimiento económico. Puede que el pivote de tal enfoque sea la contabilidad del crecimiento, pero no debemos nunca olvidar que la contabilidad del crecimiento está firmemente enraizada en la teoría económica. Mi modo de contar las cosas es el siguiente. Muchos, quizá incluso la mayoría de los economistas, esperaban que los incrementos en el producto se explicaran en virtud de los incrementos en los insumos, pero cuando pusimos en práctica nues-



Discurso de orden con motivo de la reunión 110 de la Asociación de Economistas de los Estados Unidos (American Economic Association), 4 de enero de 1998, Chicago, Ill. * Departamento de Economía, Universidad de California, Los Ángeles, CA 90095. Esta ponencia es sólo un elemento más dentro de la serie de ensayos y conferencias que he presentado en relación al proceso de crecimiento. En este trabajo conté con la valiosa ayuda de varios asistentes de investigación: Luis Alvarado y Harald Beyer en las etapas iniciales; Alfonso Guerra y Edgar Robles en la intermedia; así como Enrique Flores y Leonardo Torre en la final, durante la misma preparación de esta ponencia. Igualmente, notarán los lectores que la presente se nutre de las tesis de doctorado de Beyer, Robles y Torre. En el decurso del proceso que acabo de mencionar, presenté ponencias y recibí valiosos comentarios en el seno de foros tales como seminarios en las universidades de Clemson, Stanford, Texas A&M y la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) en los Estados Unidos; también algunos en el exterior, en la Universidad Católica de Chile, la Universidad de Chile y el Centro de Estudios Públicos (CEP) en Santiago, el Centro para Estudios Macroeconómicos Argentino (CEMA), el Instituto Torcuato Di Tella, la Universidad de San Andrés y el Instituto Superior de Economistas del Gobierno (ISEG) en Argentina, así como el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), en México. Adicionalmente, participé en conferencias organizadas por la Universidad de Cornell, el Centro Este-Oeste (Universidad de Hawai), la Asociación de Economistas Asiáticos (Kuala Lumpur, 1996), la Asociación Económica de Occidente (Seattle, 1997), la Sociedad Econométrica (Reuniones Latinoamericanas, Santiago, 1997), y la Asociación Argentina de Economía Política (Bahía Blanca, 1997).

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tro mejor esfuerzo táctico descubrimos que los insumos tradicionales por lo general no nos servían para explicar el crecimiento del producto observado. El esfuerzo consistía en atribuir a cada factor un producto marginal medido en función de su retribución económica. De modo que: (1)

p*.∆y = w*.∆L + (r + d)∆K + R.

Donde: ∆y = cambio en el producto (PIB), ∆L = cambio en el factor trabajo, p* = valor inicial de los precios, w* = tasa real de salarios inicial, r = tasa real de rendimiento del capital inicial d = tasa real de depreciación del capital, ∆K = cambios en el acervo de capital, y R = “el residual” del crecimiento, no explicado por los aumentos en los insumos tradicionales. Muchos economistas están quizás más familiarizados con una variante de (1) (1’)

(∆y/y) = (w*L/ p*.y)(∆L/L) + [(r + d)K/ p*.y] (∆K/K) + (R/y) = sl (∆L/L) + sk(∆K/K) + (R/y).

En cualesquiera de estas formas, el residual medido implicaba por lo general una fracción importante del crecimiento del producto observado; de hecho, con bastante frecuencia la mitad o más.

Quiero hacer mención especial a una conferencia sobre formación de capitales y crecimiento económico organizada por Michael J. Boskin en la Institución Hoover en octubre de 1997. A dicha conferencia asistieron una verdadera constelación de serios estudiosos del crecimiento, hecho que me motivó a redactar una muy extensa ponencia (Harberger, 1998) escudriñando aspectos metodológicos respecto a la medición y análisis del crecimiento, así como a temas más substantivos que enfatizo en la presente ponencia. Aprovecho la oportunidad para recomendar a mis lectores ese trabajo (en breve a ser publicado en un volumen editado por Boskin) en caso de que les interese un tratamiento más detallado de los aspectos metodológicos. También quiero agradecer muy especialmente a Zvi Griliches, Dale W. Jorgenson y Paul Romer, así como a mis colegas Sebastian Edwards, Jean-Laurent Rosenthal y Carlos Végh, cada uno de los cuales leyó la ponencia con particular atención y me presentaron comentarios extremadamente útiles. Quiero agradecer particularmente a Lorraine Grams, que hizo milagros traduciendo los garabatos manuscritos que el fax escupía, provenientes de cuatro continentes, en la ponencia que ven ante sus ojos.

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Este fue un resultado sorpresivo para la profesión de los economistas, aunque quizá en menor medida para quienes habían llegado al mismo, o a algo muy parecido, mediante una ruta alternativa. Ellos habían abordado el problema a partir de una medición de la productividad laboral, complementada en algún momento con una medición de la producción por unidad de capital, para así llegar a crear, uniendo ambas medidas, a una medición de la productividad factorial total (PFT). La idea de que el factor de productividad total aumentaba con el tiempo resultó menos sorprendente para este grupo de lo que fue el “crecimiento residual” para quienes basaban sus mediciones en la ecuación (1) o (1’). (vide Abramovitz (1952, 1956) y Salomon Fabricant (1954). En cualquier caso, al mismo tiempo que el residual recién descubierto cobraba excesiva importancia dentro de nuestras reflexiones profesionales, nuestra discusión se centró en dos explicaciones potenciales: el ‘capital humano’ y el ‘progreso técnico’ (Vide Solow, 1957), que podemos tomar como explicaciones complementarias, por lo menos hasta cierto punto. En ellas el progreso técnico representa formas verdaderamente novedosas de hacer las cosas, y la acumulación de ‘capital humano’ representa aumentos en la ‘calidad’ del factor humano típico. No pasó mucho tiempo, sin embargo, antes de que se intentara cuantificar la contribución de la calidad laboral mejorada. Cosa que fue el resultado de un movimiento general hacia la desagregación de los dos factores, y que puede representarse de la siguiente manera: (2)

p*.∆y = Si w*i ∆Li + Sj ( r j + d j) DKj + R’.

Donde el índice i puede variar dependiendo de cada uno de los niveles educativos y las habilidades específicas de cada grupo, así como de las categorías género, edad, ocupación, región, etc. Todos éstos son elementos que pudieran señalizar distintos mercados salariales. Del mismo modo, el índice j podría variar según categorías tales como sectores corporativos, no corporativos y vivienda. Donde, en virtud de los impuestos, sino por otras razones, se presume prevalecerían diferentes tasas de rendimiento (utilidades brutas antes de impuestos), incluso bajo condiciones de equilibrio pleno. En una ecuación como (2), el presunto producto marginal de cada categoría laboral se mide en función del sueldo w*t. La calidad promedio puede medirse por Qt = Si w*i Lit/Si Lit, y la contribución a Dy del cambio en la calidad entre t y t + 1 puede calcularse como Lt w*t (DQt + 1 / Qt). Así pues, la contribución del cambio en la calidad ya está incorporada a la primera suma en (2), pero puede ser identificada separadamente si así lo prefiriéramos.

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Enfocar el capital humano podría llevarnos a una forma ligeramente diferente de desglosar SwiDLt. Podríamos escoger algún ‘salario básico’ w’, es decir, idealmente el sueldo de alguna categoría bien definida de mano de obra relativamente no calificada. Entonces estaríamos en capacidad de dividir la remuneración w, de cualquier categoría dada en una parte w’, que implicaría una remuneración por ‘trabajo burdo’, y otra parte (wt – w’), que identificaríamos como la remuneración al capital humano de un trabajador típico del tipo i. Economistas cuidadosos han venido utilizando por mucho tiempo ecuaciones del tipo (2) a manera de norma. Planteada inicialmente por Zvi Griliches (1960, 1963), fue utilizada por Edward F. Denison (1967) y John W. Kendrick (1973, 1976, 1977), entre otros. Este enfoque ha sido perfeccionado en alto extremo por Dale W. Jorgenson y Griliches (1967), Jorgenson et al. (1987), y Jorgenson (1995). El punto fundamental en este aspecto es que una vez que se mide el residual utilizando un referente como (2) o su equivalente, la contribución medida y directa del capital humano se capta en el término laboral Sw*iDLi. Refiriéndome por contribución directa a lo que la gente recibe como pago. Los doctores ganan más que las enfermeras, y los ingenieros más que los dibujantes. Tales diferencias y otras similares son captadas por Sw*iDLi, ecuación que puede ser positiva incluso cuando SDLi es igual a cero, por un reacomodo hacia arriba de la misma fuerza laboral. Una medición realmente precisa del tipo (2) mostraría todas las sutiles diferencias de calidad existentes en una fuerza laboral moderna, y le proporcionaría a cada una el peso correspondiente a las remuneraciones (brutas de impuestos) observadas. Ahora bien, puede que no estemos sacando esta cuenta del todo bien, pero, por lo menos teóricamente, el residual R’, tal y como se mide mediante (2), no contiene ningún elemento de cambio de calidad o contribución directa del capital humano al crecimiento. Se trata de un aspecto bastante relevante en tanto nos permite concentrarnos en el residual como una representación del ‘progreso técnico’, de las ‘mejoras de la PFT’ , y de la ‘reducción del costo real’. No hay razón analítica para preferir ninguno de los tres términos anteriores como referencia del residual R’. Pero, y con lo que sigue me coloco un tanto al descubierto, un término como “progreso técnico” lleva a la mayoría de los economistas a pensar en inventos, en el producto de la investigación y el desarrollo (I & D), y en lo que podríamos llamar innovaciones técnicas. Por otra parte, cuando deslindamos el término mejoras de la PFT de los cambios en la calidad y/o de las contribuciones directas aportadas por el capital humano, pensamos en distintos tipos de externalidades: economías de escala, beneficios indirectos, y complementaridades sistemáticas. Finalmente, la reducción del costo real, me parece que le hace pensar a uno como un empresario, como el presidente de una compañía, o como un gerente de producción.

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Bien, mi ponencia de hoy podría ser perfectamente calificada de alabanza a la expresión “reducción del costo real” como rótulo o etiqueta general para R’. Las etiquetas no modifican la realidad subyacente, pero puede que varíen la forma en que la percibimos. También nos pueden ayudar a comprenderla mejor. Pensar en términos de reducción del costo real ciertamente me ha permitido todo esto, en la medida en que he tratado de sortear los muchos acertijos y complejidades que envuelven el proceso del crecimiento económico. Permítanme desandar con ustedes el camino por mí transitado. En primer lugar, la expresión reducción del costo real (RCR) probablemente acuda a las mentes de la mayoría de los ejecutivos empresariales, gerentes de producción, etc., en muchos momentos durante cualquier semana, sin mencionar cualquier mes o año. Es un importante sendero hacia la rentabilidad en los buenos tiempos y una importante defensa contra la adversidad en los malos. La mayoría de las compañías estadounidenses que han reducido su tamaño en los últimos años, lo han hecho en función de la RCR, al igual que las que computarizaron sus nóminas así como otras cuentas. Fue ésta también la chispa que motivó el cambio de las empresas que introdujeron lo que consideraban técnicas gerenciales más modernas. Recuerdo estar recorriendo una fábrica de ropa en Centroamérica mientras el propietario me contaba cómo había reducido los costos reales en 20 por ciento después de haber puesto música de fondo mientras las costureras trabajaban. También está la historia de las dos compañías chilenas que se dedicaban a la fabricación de neveras y que terminaron siendo parte de un solo consorcio. La nueva gerencia redujo el número de modelos de unos 24 a dos, acordando importar otros modelos mientras exportaban esos dos. El resultado final fue que la producción se incrementó en más del doble, mientras que la fuerza laboral se redujo a menos de la mitad, e incluso el acervo de capital (a costo de reposición) se redujo considerablemente. Todo esto suena como (y de hecho lo es) economías de escala, que por cierto no podrían ser detectadas por nuestras mediciones usuales, puesto que tanto la fuerza laboral como la masa de capital se redujeron. También están los casos conocidos por todos en los que, por ejemplo, los costos reales de una oficina disminuyeron después del reemplazo de un supervisor muy estricto por otro más razonable. Pero igualmente sabemos de casos en los que los costos reales bajaron al reemplazar a un gerente muy laxo por alguien más estricto. Por mucho tiempo he venido repitiendo que hay por lo menos mil y una maneras de reducir los costos reales, y que la mayoría de ellas son de hecho puestas en práctica en alguna parte de las complejas economías modernas por un período plausible de tiempo (digamos, una década). Una vez aceptada la veracidad de esta proposición, se nos plantea la siguiente pregunta: ¿cuál es la razón por la que alguien intentaría conformarse con solamente una de las causas subyacentes de la

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reducción del costo real? La respuesta es, creo, la mentalidad, es decir, la forma en que uno piensa en cierto momento. Podría decirse, en mi opinión, que los primeros trabajos de la nueva bibliografía del crecimiento endógeno reflejan cierto disgusto ante la consideración de R o R’ como elemento exógeno. Urgía, entonces, superar tal falta de elegancia haciendo de alguna manera que el residual fuera endógeno y, además, mediante un modelo de crecimiento simple que implicara la generación de una reacción (feedback) hacia el residual a partir del resto del modelo. No se trataba de conseguir mil y una reacciones, ya que con una era suficiente. Así pues, Paul Romer (1986) se centró en una reacción a través del “conocimiento”, en la que el inventario de conocimiento modificaba las funciones de la producción en toda la economía, y Robert E. Lucas (1988) se centró en el “capital humano”, pero no en su productividad directa y remunerada, sino en las externalidades que cada aumento en el inventario de capital humano debía generar. Estas dos reacciones alcanzaron el limitado propósito de endogenizar R o R’ dentro de un modelo específico, pero no representaban del todo la naturaleza multifacética de la reducción del costo real, tal y como la observamos en la actualidad. Para hacer honor a la verdad, en sus trabajos más recientes ambos autores plantean un profundo reconocimiento de las sutilezas y complejidades del proceso de crecimiento, que no puede ser realmente captado a través de un simple mecanismo de reacción. (Ver Romer, 1990, 1994a, b; Lucas 1993). Tenemos pues que la reducción del costo real es multifacética y omnipresente. Entonces, ¿hacia dónde nos lleva esta aseveración? O, ¿cuál puede ser el resultado ante semejante complejidad? El próximo paso es reconocer que a pesar de su complejidad, la reducción del costo real puede resumirse en una simple métrica, y puede hacerse aditiva. Para poder apreciar rápidamente lo anterior, supongamos que el factor de productividad total haya crecido 80 por ciento en una industria a lo largo de una década, 60 por ciento en otra y 50 por ciento en una tercera. Si el valor agregado inicial de las mismas era de US$ 100 mil millones, US$ 200 mil millones y US$ 300 mil millones, respectivamente, entonces la reducción del costo real para la primera fue de US$ 80 mil millones, para la segunda de US$ 120 mil millones y de US$ 150 mil millones para la tercera. Podríamos, pues, decir que, medida en los precios iniciales, la reducción del costo real de las tres industrias juntas fue de US$ 350 mil millones durante la década en cuestión. Honestamente, creo que la noción de la reducción del costo real como un elemento aditivo del modo antes presentado vino a mi mente, y es fácilmente percibido por los demás, justamente como una consecuencia de la etiqueta utilizada. La idea de lo aditivo no es tan explícita en el caso de las etiquetas “progreso técnico” y “factor de productividad total”.

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De cualquier manera, esta visión del proceso de crecimiento nos abre muchas nuevas perspectivas y nos propone muchos retos novedosos. Para mí, le da vida al residual, visto como reducción del costo real, mucho mejor de lo que las remotas externalidades macroeconómicas jamás pudieron hacerlo. Le da cuerpo al residual, en tanto la cantidad de dólares ahorrados gracias a la reducción del costo real es tangible y mensurable. Le da un nombre al residual (reducción del costo real), una dirección (la compañía del caso), y una cara (la del empresario, el presidente de la compañía, el gerente de producción, etc.) Y finalmente, veremos que puede haber expresiones inmensamente diferentes en esa cara, incluso al ir de compañía en compañía dentro de una industria dada, en la medida en que la experiencia de RCR de un período varía de fuertemente positivo a terriblemente negativo.

I. Levadura versus hongos. Parte I La Tabla 1 se basa en el ejemplo numérico que acabo de dar, más el dato de que todas las industrias restantes (refiriéndonos a la economía) tenían un valor agregado inicial de US$ 1.400 trillones y experimentaron una reducción del costo real de US$ 150 mil millones durante el período. Al ordenar los datos en un formato como el de la Tabla 1, podemos hacer aseveraciones tales como “15 por ciento (US$ 300 millardos / US$ 2.000 millardos) de las industrias (medidas por valor agregado inicial) alcanzaron 40 por ciento (US$ 200 millardos / US$ 500 millardos) de la reducción del costo real (RCR) del período”, y “30 por ciento (US$ 600 millardos / US$ 2.000 millardos) de las industrias lograron 70 por ciento (US$ 350 millardos / US$ 500 millardos) de la RCR del período”. Tabla 1. Elementos del crecimiento para una reducción del costo real considerada como aditiva

Indust. 1 2 3 Todos los demás

Crecimiento de la PFT durante el período (1.0 = 100 por ciento) (1) 0.800 0.600 0.500 0.107

Cantidad absoluta de reducción del costo real [(1) x (4)] (Millardos) (2) $ 80 $ 120 $ 150 $ 150

Suma acumulada de (2) (Millardos) (3) $ 80 $ 200 $ 350 $ 500

Valor agregado inicial (Millardos) (4) $ 100 $ 200 $ 300 $ 1.400

Suma acumulada de (4) (Millardos) (5) $ 100 $ 300 $ 600 $ 2.000

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Me topé con esta forma de presentar los datos sobre reducción del costo real cuando redactaba un trabajo (Harberger, 1990) para el Informe sobre el desarrollo mundial (World Development Report) del Banco Mundial de 1991. Cuando me di cuenta, lo adopté de inmediato, porque me ayudaba a transmitir lo que he dado en llamar el caso de la “levadura versus los hongos”. La analogía proviene del hecho de que la levadura hace que el pan se expanda muy parejamente, como cuando llenamos un globo de aire, mientras que los hongos tienen el hábito de brotar casi de la noche a la mañana, de forma muy poco predecible. Soy de la opinión de que un proceso de “levadura” cuadra mejor en el caso de externalidades muy amplias y generales, como las vinculadas al crecimiento del inventario total de conocimiento o de capital humano, o las que generan las economías de escala sujetas a la escala económica integral. En cambio, un proceso de “hongos” es el que mejor funciona con una visión como la nuestra de reducciones de costo real causadas por 1.001 causas diferentes, aunque reconozco que podemos construir escenarios en los que incluso estas causas podrían obrar bastante acompasadamente sobre la economía en general. En lo personal, siempre he girado en torno al extremo “hongos” de esta dicotomía. Recuerdo la impresión que me causó la primera vez que vi algunos estimados iniciales de la industria sobre la mejora de la PFT debido a su tendencia a la concentración industrial. Por largo tiempo le he dicho a mis alumnos que los años 20 fueron la década de los carros y los cauchos, los 30 la década de las neveras, los 40 la de los productos farmacéuticos (especialmente los antibióticos), y los 50 la de la televisión, mientras que las telecomunicaciones y las computadoras han venido tomando la escena en las últimas décadas. Pero no se trataba de más que meras impresiones sin sustento en un enfoque sistemático. Mi verdadera conversión ocurrió mientras escribía mi trabajo de 1990, donde presentaba una serie de tablas basadas en los aportes de Kendrick y Elliot S. Grossman (1980). La Tabla 2 es un ejemplo de ello. La Tabla 2 tiene el mismo formato que la Tabla 1. La columna 1 presenta la medición que ya conocemos del porcentaje en que creció la PFT, o en el que se redujo el costo real, durante el período en cuestión (nótese que los porcentajes aplican al período 1958-1967 en general, y no son tasas anuales). Para convertir estos porcentajes en dólares ahorrados en costo real durante el período, se multiplican por el PIB real del período base [columna (4)]. Los resultados aparecen en la columna (2). Las columnas (3) y (5) son las sumas acumuladas de las columnas (2) y (4), respectivamente. Si trabajamos con estas cifras, podemos hacer planteamientos como los que aparecen al pie de la tabla, por ejemplo, que el 10 por ciento superior de las industrias aportaba 30 por ciento de la reducción del costo real total o que el 22 por ciento superior de las industrias (medidas en términos de valor agregado inicial) aportaba más del doble de la reducción del costo real total.

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Tabla 2. Concentración del crecimiento de la PFT en las industrias estadounidenses, 1958-1967 [columnas (2) a (5) en millardos de dólares de 1958]

Madera y productos madereros Transporte ferroviario Productos textiles Maquinaria eléctrica Equipo de transporte Químicos Servicios públicos Petróleo y carbón Caucho y productos derivados Minería Comunicaciones Comercio Siguen 18 industrias adicionales, cuyos resultados combinados son

Crecimiento durante el período (1,0=100 por ciento) (1) 0,72 0,63 0,61 0,55 0,46 0,44 0,42 0,41 0,41 0,41 0,40 0,33

Cantidad absoluta de reducción del costo real [(1) x (4)] (2) 2,51 5,52 2,49 5,10 7,05 3,97 4,65 1,27 1,23 5,20 3,61 24,93

Suma acumulada de (2) (3) 2,51 8,03 10,52 15,66 22,71 26,68 31,33 32,60 33,83 39,03 42,64 67,57

PIB por industria 1958 (4) 3,50 8,70 4,10 9,30 15,20 9,10 11,00 3,10 3,00 12,60 9,00 76,40

Suma acumulada de (4) (5) 3,50 12,20 16,30 25,60 40,80 49,90 60,00 64,00 67,00 79,60 88,60 165,00

0,03

7,53

75,10

239,8

404,80

Notas: El 10 por ciento superior de las industrias (estos porcentajes expresan las contribuciones de las industrias al PIB, clasificadas según su tasa actual de crecimiento del PFT durante el período) aporta 30 por ciento de la PFT. El 22 por ciento superior de las industrias (estos porcentajes expresan contribuciones de las industrias al PIB, clasificadas según su tasa de crecimiento del PFT durante el período) aporta 52 por ciento de la PFT. El 40 por ciento superior de las industrias (estos porcentajes expresan contribuciones de las industrias al PIB, jerarquizadas de acuerdo a su tasa de crecimiento del PFT durante el período) aporta 70 por ciento de la PFT. Fuentes: Kendrick y Grossman (1980). Los datos del PIB vienen de las cuentas nacionales de los EE.UU.

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Los lectores podrán notar que al pie de cada columna en la tabla hay un recuadro asignado a 18 industrias adicionales que conjuntamente sólo aportaban 10 por ciento de la PFT, en tanto su cuota combinada inicial de producción fue de casi 60 por ciento del total. Si utilizamos la analogía de la levadura y los hongos, los resultados de mis cálculos en base a los datos de Kendrick-Grossman, apuntan muy claramente a una interpretación de “hongos”. Aparte de que los aportes a la RCR estaban claramente concentrados en relativamente pocas industrias, éstas eran también muy diferentes si considerábamos década por década. Las cuatro ramas superiores en porcentaje de reducción de costo real durante 1948-1958 fueron las comunicaciones, servicios públicos, agro, y manufacturas varias. En el período 1958-1967 fueron madera, transporte ferroviario, productos textiles, y maquinaria eléctrica. En 1967-1976 se trató de finanzas, seguros e inmuebles, confección textil, comunicaciones y químicos. Sólo comunicaciones se repite en esta lista de 12. Así pues, desde mi punto de vista, ya esto nos proporciona evidencia por considerar sobre una serie de posibles hipótesis respecto a la naturaleza de la mejora del la PFT. No hay duda de que la evidencia de este tipo no nos sería particularmente útil a la hora de justificar ciertas interpretaciones de una externalidad generalizada como resultado de mejoras educativas. Mientras que una marcada vinculación entre el término residual y los gastos en I & D1 podrían sugerir un alto nivel de persistencia entre los líderes en la mejora de la PFT. Caso que (probablemente) también abarcaría a las economías de escala asociadas a la escala particular de una compañía o de la industria. No es de esperar que estas economías anden saltando anárquicamente de industria a industria, según el período en cuestión. Uno más bien esperaría que muestren características relativamente estables, temporalmente hablando, del proceso productivo, por lo cual deberían mostrar un nivel de persistencia temporal razonablemente alto, en términos de la experiencia relativa a la PFT en las industrias particulares. No hay economista que al ver la Tabla 2 no piense en su parecido a la curva de Lorenz. De hecho, fue ese mi paso siguiente al tratar de representar el grado de concentración de la reducción de costo real. El Gráfico 1 (vide Edgar Robles, 1997) muestra las cuasi-curvas de Lorenz para una clasificación de 20 industrias del sector manufacturero de los Estados Unidos durante cinco períodos sucesivos de cinco años.

1

Para un estudio del estado actual del análisis de los gastos en I & D y su impacto sobre el crecimiento económico, ver Griliches (1994).

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Gráfico 1. Perfiles de crecimiento del PFT entre ramas manufactureras estadounidenses.

Lo que de inmediato nos impacta del Gráfico 1 es el “salto (overshooting)” característico que observamos. Usé la primera línea vertical para marcar el punto donde la curva ascendente cruza 100 por ciento sobre el eje vertical. La interpretación es que en 1970-1975 la reducción de costo real acumulativa de sólo 25 por ciento de las industrias manufactureras (medida por el valor agregado inicial) fue igual a la RCR total de todo el sector manufacturero. Después de ello tenemos otras industrias que producen un 40 por ciento adicional del total, pero su contribución se ve menoscabada por aquellas con una RCR negativa durante el período. En correspondencia con la cifra de 25 por ciento para 1975, tenemos alrededor de 12 por ciento para 1975-1980; 48 por ciento para 1980-1985, y 40 por ciento para 1985-1991. Se trata de los segmentos de la industria manufacturera que por cuenta propia aportaron la cantidad total de la reducción del costo real para el período respectivo de toda la industria manufacturera. La segunda línea vertical en cada panel del Gráfico 1 señala el punto máximo de la curva. La interpretación es que cerca de 64 por ciento de las industrias se

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beneficiaron de una reducción de costo real durante el período 1970-1975, mientras que el 36 por ciento remanente padeció de aumentos del costo real (PFT decreciente). Para los períodos posteriores, las cifras correspondientes son 65 por ciento (35 por ciento), 78 por ciento (22 por ciento), y 82 por ciento (18 por ciento). Donde la primera cifra es el porcentaje de industrias que se beneficiaron de reducciones de costo real, y las cifras en paréntesis representan a las que experimentaron una PFT decreciente. Podemos asignarle también cierto interés al ordinal del punto máximo de cada curva. Durante el primer período, el crecimiento de la PFT terminó representando cerca del 170 por ciento de la RCR para todo el sector manufacturero. En 1975-1980, la cifra fue de aproximadamente 240 por ciento; en 1980-1985, de apenas cerca de la mitad, y en 1985-1991 de un poco más de 125 por ciento. El problema es que cuando el aporte agregado de la PFT es relativamente pequeño, el total acumulado de los aportes positivos es un múltiplo grande de ese agregado, mientras que si el agregado en sí es grande, el múltiplo tiende a ser menor. Vemos entonces que para 1970-1975 y para 1975-1980, el total de la RCR en el sector manufacturero en general fue de sólo cerca de 2,3 por ciento del valor agregado manufacturero inicial. En contraste, la RCR total para todas las manufacturas fue de casi 10 por ciento del valor agregado manufacturero inicial en 1980-1985, y de cerca de 7,5 por ciento en 1985-1991. El problema sin duda se complica mucho más si la reducción de costo real para el agregado (en este caso las manufacturas totales) resulta negativa. Deberían establecerse convenciones especiales para clarificar las interpretaciones de los diagramas de tipo Lorenz en tales casos. Creo haber conseguido una buena manera de resolver todos estos problemas, y al mismo tiempo crear una mejor y más clara representación visual del grado de concentración y dispersión de la reducción de costo real entre los componentes de un agregado. La idea es re-etiquetar el eje vertical del diagrama tipo Lorenz, haciéndolo representar una tasa de crecimiento anual. A los fines de simplificar, pensemos en una línea de 30 grados que represente 1 por ciento anual de crecimiento de la PFT. El resto del eje vertical se calibraría con base en esto. De modo que de una simple ojeada a la pendiente se pueda evaluar la rapidez del crecimiento del agregado en cuestión. El Gráfico 2 no se presenta más que para propósitos didácticos. Aquí tenemos una rama industrial hipotética conformada por cuatro industrias: A, B, C y D. Primero agrupamos las industrias en orden descendente, dependiendo de sus tasas de aumento de la PFT en el período. Entonces, calculamos la reducción de costo real acumulada (una cantidad en dólares reales) y la trazamos encima del valor agregado real inicial acumulado. Luego, graduamos el eje vertical para ajustarnos a la escala que hayamos escogido para la tasa de crecimiento de la PFT (en el ejemplo tenemos una línea de 30 grados que representa un 1 por ciento de crecimiento anual de la PFT), así como el eje horizontal a fin de llegar hasta 100 por ciento.

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Gráfico 2. Perfiles ilustrativos del crecimiento del PFT (diagramas del tipo amanecer-ocaso).

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En el panel inferior del Gráfico 2, doy ejemplos para demostrar cómo estos diagramas resuelven los problemas relativos a una baja tasa de crecimiento de la PFT (la subida brusca del caso del crecimiento de 0,25 por ciento llegaría a un tope de 400 por ciento en un diagrama tipo Lorenz) y a un crecimiento negativo de la PFT (en los que incluso resulta difícil conceptualizar un planteamiento del tipo Lorenz). La primera vez que presenté estos diagramas fue ante una gran audiencia durante las reuniones de la Western Economic Association en Seattle (julio de 1997). Para esa ponencia acuñé el término “diagramas del tipo amanecer”, con base en su parecido con el sol cuando sale detrás de una colina. Ese mismo día, Yoram Barzel sugirió que cuando la pendiente del agregado fuera negativa aplicáramos el término “diagramas del tipo ocaso”. Cosa que yo acepté de inmediato. El Gráfico 3 representa un conjunto de diagramas del tipo amanecer-ocaso basados en Jorgenson et al. (1987, pp. 188-190). Los diagramas cubren 32 sectores industriales (es decir, los 35 del estudio menos agricultura, comercio y empresas gubernamentales). Creo que no hace falta mayor explicación a favor de la utilidad de los diagramas tipo amanecer-ocaso, después de haber examinado y digerido estas imágenes. Estos casos reales representan prácticamente todas las variantes posibles: bajo crecimiento de la PFT con un inmenso y súbito salto (1953-1957 y 1969-1973); crecimiento negativo con grandes y moderados saltos (1966-1969 y 1973-1979); crecimiento moderado con pequeños (1979-1985), medianos (19601966), y grandes (1948-1953) saltos.

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Gráfico 3. Perfiles de crecimiento del PFT para el sector manufacturero en EE.UU.

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Un hecho impactante que surge de este conjunto de imágenes es cuán variable es el aporte negativo de los perdedores a través de los períodos. Si los perdedores hubieran aportado cuando menos un cambio cero en la PFT, hubiéramos alcanzado aportes acumulados del factor de alrededor de 0,8 por ciento anual en 19481953, en 1957-1960, y en 1960-1966. Los otros períodos no se hubieran diferenciado demasiado: cerca de 0,7 por ciento en 1953-1957 y en 1969-1973, 0,6 por ciento en 1966-1969, y 0,5 por ciento en 1973-1979 y 1979-1985. En lugar de este reducido rango de aportes acumulados, tenemos una distribución que va de -0,9 por ciento en 1973-1979 hasta aproximadamente 0,1 por ciento en 1953-1957 y 1969-1973 hasta más de 0,5 por ciento en 1960-1966 y 1979-1985. ¿Acaso no nos sugiere este panorama que hagamos un fuerte esfuerzo de investigación para tratar de mejorar nuestra comprensión del fenómeno del crecimiento negativo de la PFT? ¿Cuáles son los síntomas que caracterizan a las compañías e industrias que lo experimentan? ¿Hasta qué punto es el resultado de crisis externas, como la de los precios internacionales, o de la competencia entre las mismas industrias? ¿Hasta qué punto representa dicho fenómeno la lucha por la supervivencia de las compañías que, sin embargo, experimentan niveles de producción muy por debajo de sus picos previos (e incluso podríamos presumir que por debajo de su capacidad instalada)? ¿Hasta qué punto representa cosas como “acaparamiento laboral”, en la medida en que las compañías atraviesan períodos de adversidad?

II. Levadura versus hongos. Parte II Espero haber sido suficientemente convincente en la sección previa respecto de: a) la utilidad de los diagramas del tipo amanecer-ocaso, b) lo adecuado de la dicotomía “levadura versos hongos”, y c) la capacidad de incidencia con la que la parte de los hongos, dentro de esa dicotomía, pareciera brotar cuando desglosamos el PIB en industrias o ramas industriales a fin de analizar la PFT. El imponente diseño que surge de los estudios aquí reportados, así como de todas las otras clasificaciones industriales que recuerdo haber visto es que: (i) una fracción de pequeña a modesta de las industrias puede representar el 100 por ciento del agregado de la reducción de costo real en un período dado; (ii) la fracción complementaria de las industrias contiene ganadores y perdedores, y sus aportes a la PFT se cancelan unos a otros; (iii) por lo general, los perdedores conforman una parte muy importante de la historia y contribuyen ampliamente a las variaciones que observamos en el desempeño agregado de la PFT; y (iv) hay poca evidencia de la persistencia inter-periódica de los líderes en el desempeño de la PFT.

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Según mi punto de vista, los resultados anteriores son muy interesantes (en tanto estimulan nuestra curiosidad), muy fuertes (en términos de sus implicaciones acerca de la naturaleza del proceso de crecimiento), y muy sólidos (en cuanto tienen amplia aplicación sobre distintos grupos de datos analizados por diferentes autores utilizando métodos que resultan por lo menos de algún modo distintos). Ahora bien, estos resultados, hasta ahora, son bastante compatibles con lo que yo llamaría una “perspectiva industrial” de la historia de la PFT. De hecho, es ésta la forma en que yo mismo percibía el proceso de crecimiento hasta hace muy poco -una visión que se reflejaba en mis cuentos sobre los cauchos y los automóviles en los años 20, los refrigeradores y otros electrodomésticos en los 30, los productos farmacéuticos en los 40, etc. La imagen que tenía en mente implicaba un escenario de levadura dentro de cada industria y hongos entre las industrias -un hecho común de la PFT experimentado por las compañías dentro de una industria dada, dependiendo por una parte de la suerte de esa industria en la rifa tecnológica, y por la otra de las grandes diferencias experimentadas entre las industrias debido a que hubo una amplia dispersión de la distribución de los avances tecnológicos, incluso por períodos tan largos como de una década. Si tuviéramos acceso a la información relativa a las compañías podríamos averiguar si esta perspectiva es compatible con las experiencias reales vividas por las compañías y las industrias. Nos encontramos apenas en las fases iniciales de esta averiguación, pero considero que el resultado ya se muestra bastante claro, a saber, que la versión de los “hongos” se impone tanto entre las compañías dentro de una industria específica como entre las industrias dentro de un sector o incluso en agregados más amplios. Voy a presentarles apenas una pequeña evidencia sobre los Estados Unidos (sobre el cual recién comenzamos un trabajo sistemático). El grueso de nuestra evidencia proviene del sector manufacturero mexicano, respecto al cual Leonardo Torre (1997) había analizado datos de una muestra de más de 2.000 compañías. La información respecto de una pequeña fracción de estas compañías se perdió por problemas informáticos, pero quedaron unos 1.900 casos conformando la muestra con la que Torre finalmente trabajó. Las compañías fueron clasificadas dentro de 44 ramas industriales, de modo que en promedio tenemos unas 43 compañías por rama. Hay, en verdad, infinidad de maneras de presentar una masa de información tal como la que aparece en el estudio de Torre. Lo que voy a hacer es suministrar una imagen agregada en el Gráfico 4, para luego mostrarles tres ramas de crecimiento acelerado en los Gráficos 5A – C: tres de crecimiento medio, y tres seleccionadas de las ramas de crecimiento más lento.

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Gráfico 4. Perfil del crecimiento del PFT en el sector manufacturero mexicano (1.892 establecimientos, 1984-1994)

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Gráfico 5A. Perfiles de crecimiento del PFT para las ramas de crecimiento acelerado (Manufacturas mexicanas, 1984-1994)

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Gráfico 5B. Perfiles de crecimiento del PFT para las ramas de crecimiento medio (Manufacturas mexicanas, 1984-1994)

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Gráfico 5C. Perfiles de crecimiento del PFT para las ramas de crecimiento lento (Manufacturas mexicanas, 1984-1994)

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Para complementar estos gráficos, finalmente presentaré, en los Gráficos 6A–D, ciertas estadísticas resumidas provenientes de los diagramas del tipo amanecerocaso de las 44 ramas estudiadas por Torre. Donde el Gráfico 6A presenta la distribución de las tasas promedio del crecimiento de la PFT entre las 44 industrias. El gráfico 6B muestra la distribución del pico de aportes acumulado, es decir, lo que hubiera sido el aporte de la PFT si todos los negativos hubieran sido cero. El Gráfico 6C exhibe el percentil de las compañías (por valor agregado inicial) estableciendo la línea divisoria entre crecimiento positivo y negativo de la PFT. Y finalmente, el Gráfico 6D presenta, para aquellas ramas con crecimiento positivo de la PFT, el percentil de las compañías que aportan por sí solas el 100 por ciento del crecimiento de la PFT de la industria. Gráficos 6A-6B-6C-6D. Frecuencia 12 10 8 6 4 2 0 -6

-4.5

-3

-1.5 0 Tasa de crecimiento de PFT

1.5

3

4.5

6

-6

-4.5

-3

-1.5 0 Tasa de crecimiento de PFT

1.5

3

4.5

6

Frecuencia 24

20

16

12 10 8 6 4 2 0

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Esta evidencia casi pareciera repetir, en el caso de las compañías de una misma industria, lo que descubrimos en la sección previa respecto de las industrias dentro de la economía -saltos desenfrenados de los diagramas del tipo amanecerocaso, gran influencia de las compañías con un crecimiento negativo de la PFT en la determinación del resultado de la PFT para una industria, y una pequeña o moderada cantidad de compañías que representan el 100 por ciento del crecimiento de la PFT dentro de una industria (cuando se trata de crecimiento positivo), en tanto la fracción complementaria está compuesta de ganadores y perdedores cuyos esfuerzos terminan contrarrestando al otro. Sigue pendiente tratar de darle alguna interpretación a esos resultados.

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III. “Simples errores” o “¿qué es esto, una selva?” La primera pregunta que se hacen muchos de los economistas expuestos a la evidencia presentada hasta ahora es: ¿hasta qué punto todo lo que hemos visto y enfatizado pudiera ser simplemente el resultado de errores de observación? No se trata, en lo absoluto, de una pregunta sin sentido, puesto que efectivamente podemos crear distribuciones de frecuencia de tasa de crecimiento de la PFT que contengan exactamente la misma información que la presentada por los diagramas del tipo amanecer-ocaso antes expuestos. El único truco es tomar como unidad de frecuencia no una sola compañía (de un agregado industrial) o una industria (de algún agregado mayor), sino más bien, un 1 por ciento del valor agregado total del agregado. De este modo, una compañía con 20 por ciento del valor agregado de una industria aparecería con un peso 10 veces mayor que el de una compañía que represente 2 por ciento del valor agregado de esa industria. En un cuadro como el descrito, la frecuencia acumulada (digamos, 68 por ciento) por encima de DPFT = 0 representaría la proyección sobre el eje horizontal del punto máximo en el diagrama del tipo amanecer. Su complemento (32 por ciento) representaría el valor agregado inicial asociado con el desempeño negativo del PFT durante el período. Así pues, si toda la información pudiera generarse por vía de una distribución de frecuencia de las tasas de crecimiento de la PFT acertadamente diseñada, ¿no sería entonces posible que todo esto no fuera más que el resultado de la casualidad, y más específicamente, de los errores de medición? En verdad no creo que sea el caso. Es más, mi salida favorita al respecto es “rumores no hacen clamores”. Es decir, poder racionalizar lo que vemos en términos de un marco analítico que comprenda principios económicos bien fundamentados, así como conjeturas sensatas sobre las relaciones y hechos subyacentes, constituye en sí mismo fuerte evidencia contra la hipótesis del rumor. Ahora bien, tenemos que aceptar el hecho de que sí existen errores de observación de cierta magnitud, y debemos reconocer que éstos pueden llegar a obnubilar nuestra percepción y sesgar nuestros resultados. Lo que voy a hacer es considerar las distribuciones de frecuencia de las compañías. La PFT se mide de dos maneras: por una parte, utilizando el valor agregado de un conjunto de compañías, y por la otra, usando la “producción” de esas mismas compañías, medida a través de la división del valor agregado entre los índices separados pj (del valor agregado) de los precios, estimados compañía por compañía. A estos fines, podemos pensar, para nuestra conveniencia, en términos de logaritmos, de modo que:

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yj = valor agregado observado de la compañía; pj = índice de precios estimado a nivel de compañía; gj = yj - pj = producción estimada; yj = Tj + ej [Tj = valor agregado verdadero]; [pj = índice de precios verdadero]; y pj = pj + uj qj = Tj - pj [producción verdadera de la compañía]. Nos gustaría tener datos sobre qj y su varianza: s2qt = s2T - 2spT + s2p Si simplemente usamos el valor agregado observado como nuestra variable cuantitativa, vemos que s2y = s2T + s2e (suponiendo que sTe = 0). Si usamos la gj cuantificada, vemos que s2g = s2T + s2e + s2p + s2u - 2sTp (suponiendo u y e son estrictamente aleatorios). Mis conjeturas son las siguientes: (i) Podemos estimar el valor agregado con bastante precisión a nivel de compañía. De ahí, la conjetura de que s2e es pequeño. (ii) En la mayoría de las industrias hay una variedad considerable entre las compañías y sus productos. De ahí que, con la excepción de las industrias con productos muy homogéneos, no debiéramos esperar que s2p sea pequeño. De ahí, yo espero que s2p > s2e. (iii) Finalmente, nos planteamos la conjetura de que, por lo menos a nivel de compañías dentro de una industria, 2spT < 0. Sabemos que las compañías prefieren operar en regiones de la curva de demanda en las que piensan que la elasticidad que enfrentan es mayor que uno. Pero asimismo, en un análisis del proceso de crecimiento, se esperaría que las grandes ganancias en valor agregado se acumularan a favor de aquellas compañías dentro de una industria dada que traspasen a sus clientes algunos de los frutos de las reducciones de costos real actuales o pasadas. Estas tres conjeturas me llevan a la conclusión de que s2y probablemente subestime la verdadera varianza del producto s2m (ya que -2spj > 0 y s2p > s2e.), y que s2g probablemente sobreestime s2m (sólo los términos de covarianza con e y u, que suponemos eran cero, pudieran hacer que esto varíe). Y como Torre usó el valor agregado real como su variable cuantitativa, tendríamos que en todo caso la substitución de la “variable cuantitativa verdadera” q por el valor agregado observado v nos hubiera dado resultados con una mucha mayor dispersión de la PFT,

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y por lo tanto un mucho mayor salto en sus diagramas del tipo amanecer-ocaso. La demostración anterior debe ser tomada como una mera sugerencia. No es importante para mis efectos que los resultados de Torre subestimen la variabilidad de la experiencia relativa a la PFT de las distintas compañías. Lo único que sí resulta importante es que el error de medición no sea el principio determinante de esos resultados. Y en este sentido, me siento muy confiado. Desde mi punto de vista, esto es en verdad “una selva”, con ganadores y perdedores en cada período (tanto en los buenos, como en los malos). Como dije anteriormente, apenas acabamos de comenzar con un estudio sistemático de la PFT entre las compañías de los Estados Unidos, de modo que no puedo ofrecerles un despliegue comparable al de Torre. Sin embargo, Robles (1997) sí examinó la experiencia de 12 compañías en la industria petrolera estadounidense. Sus resultados están resumidos en el Gráfico 7, pero lo que Robles nos cuenta es básicamente lo mismo que Torre. Apenas tres compañías de las 12 estudiadas fueron suficientes para generar la reducción real de costo experimentada por todo el grupo. La mitad (o casi la mitad) de las compañías tuvieron un crecimiento negativo de la PFT en cada período. Y la cantidad acumulada de este crecimiento negativo de la PFT fue considerable al compararla con el desempeño total de la PFT de la industria. Lo que observo en el caso de la PFT es bastante análogo a lo que observo en las páginas dedicadas a los mercados de capitales en el periódico. Hay ganadores y perdedores cada día, cada mes y cada año, mientras que las ganancias y las pérdidas son el resultado de todo tipo de causas. Así, la crisis de los precios petroleros puede hacer que las compañías experimenten un desempeño negativo de la PFT si las reducciones de la producción generadas fueran mayores que las reducciones de los insumos. Lo mismo puede ocurrir en el caso de los seculares o cíclicos bajones de la demanda, incluyendo aquellos causados por las estrategias exitosas de la competencia. Al estar bajo presión, las compañías suelen hacer todo lo posible por sobrevivir. Quizá, en algunos casos, lo que hacen es prolongar demasiado su lucha por la supervivencia. Lo que quiero decir es que la sociedad perdería menos recursos si tales compañías renunciaran más rápido a enfrentar aquellos retos que eventualmente producirán su desaparición. Pero como no perciben que el reto en cuestión será mortífero, siguen luchando por sobrevivir. Lo que es más, creo que este comportamiento forma parte de la naturaleza de los empresarios, presidentes de compañías y líderes comerciales en general. De hecho, no estarían donde están,

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ni haciendo lo que hacen, si fueran a renunciar apenas encontraran la primera señal de reto. Son guerreros por naturaleza, y es muy probable que no hubieran alcanzado el éxito si no fueran de ese modo. Las compañías con crecimiento de la PFT negativo pueden hasta llegar a ser innovadoras. Siempre aparecen nuevos retos y cada compañía ingenia una manera diferente de enfrentarlos. Algunos (como Intel y Microsoft) terminan ganando, mientras que otros (como Montgomery Ward y Apple) terminan perdiendo. Pero puede que no se trate sencillamente de que se sentaron a esperar pasivamente e intentaron sobrevivir sólo cuando se encontraron de frente con la crisis. Puede que hayan tenido ideas bastante innovadoras, con buenas probabilidades iniciales de éxito, pero que finalmente no se concretaron. Por ello, el desempeño negativo de la PFT puede ser, y soy de la opinión de que por lo general es, simplemente la causa de “apostar al caballo perdedor”. Para mí, la visión de Joseph A. Schumpeter (1934) de la “destrucción creativa” retrata las cosas en buena medida. Lo que plantea es que sí, que esto es una selva, pero los procesos de esa selva están en la médula de la dinámica de la economía de mercado. Son los que nos han traído hasta donde estamos, y representan la mejor promesa de progreso a futuro2 . En mi opinión, Schumpeter llegó a la esencia del problema, pero no es de sabios, en nuestro caso, ser fatalistas aceptando su visión. No hay manera de que perdamos el tiempo al realizar un gran esfuerzo en comprender el proceso de mejora de la PFT donde efectivamente tiene lugar, es decir, a nivel de la compañía. Podemos comprobarlo aún más dada la capacidad de incidencia del desempeño tanto negativo como positivo de la PFT entre los componentes de casi cualquier agregado. En la medida en que más aprendemos sobre este aspecto de los agregados, podríamos tropezar con formas de “acentuar las partes positivas y eliminar las negativas” de esta historia sobre la PFT. Pero, aceptémoslo, se trata de un objetivo muy quijotesco como para asumirlo como el núcleo de interés en este momento. En lo que a mí concierne, la tarea en este momento es simplemente tomar la gran masa de información que existe a nivel de compañía y exprimirla al punto de sacarle todo lo que pueda enseñarnos.

2

La idea de destrucción creativa ha aparecido en la bibliografía reciente en un contexto de modelos formales a diferencia del enfoque de este trabajo sobre la contabilidad del crecimiento y la interpretación económica intuitiva de sus resultados (ver Gene M. Grossman y Elhanan Helpman, 1991, 1994; Phillips Aghion y Peter Howitt, 1992). Para un estudio econométrico enfatizando la variabilidad del desempeño entre las compañías, ver Jacques Mairesse y Griliches (1993, pp. 200–204?).

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IV. Algunas observaciones sobre los métodos y la investigación Lo que voy a plantear en esta sección no tiene por objeto convertirse en implicaciones directas de lo que hemos visto anteriormente. Más bien pienso en las partes precedentes de este trabajo como la propuesta para plantearnos cierta visión de la economía, y cómo las fuerzas del crecimiento operan en sus entrañas. Visión que a su vez nos conduce a pensar en forma diferente, no sólo en relación con el proceso de crecimiento en sí mismo, sino sobre cómo nosotros, como economistas, debiéramos más bien avanzar en nuestro estudio y comprensión del mismo, y cómo debieran diseñarse mejor las políticas a fin de fomentarlo mejor. a) Siempre resulta acertado estudiar los componentes del crecimiento por separado. La tasa de inversión, la tasa de rentabilidad del capital, la tasa de crecimiento de la fuerza laboral en números o en horas trabajadas, la contribución del capital humano o el incremento en calidad promedio del trabajo, y el residual representando la reducción de costo real, son suficientemente diferentes y en potencia suficientemente desarticulados entre sí como para ameritar un trato diferenciado. Yo haría particular énfasis en los tres puntos que paso a enumerar. (i) Lo provechoso que sería medir la tasa de rentabilidad y enfatizar su papel dentro del proceso de crecimiento. (ii) La importancia de centrarnos en la inversión en lugar de en el ahorro al estudiar el proceso de crecimiento. El ahorro es en sí mismo un tema sumamente interesante, pero en la medida en que más nos queramos sumergir en la “economía abierta”, menos conexión presenta el ahorro con la inversión. El ahorro adquiere gran importancia en aquellos modelos de economía centrados en el crecimiento agregado, en cuyo caso es igual a la inversión. Pierde casi todo significado cuando nos circunscribimos al crecimiento de las ciudades y las regiones, o de las compañías e industrias. (iii) La importancia de entender el residual como un elemento globalizador que cubre las reducciones de costo real de todo tipo, y de reconocer que nos acercamos a nuestro objetivo en tanto pensemos que la RCR acoge 1001 formas en lugar de creer que podemos representarla eficientemente mediante una, dos o tres variables tipo agregados. b) En principio, la acumulación de capital humano por parte de la fuerza laboral debiera estar representada en el aporte laboral de la ecuación relativa al crecimiento, o en una bifurcación de este aporte hacia otro generado por el trabajo bruto, el otro elemento del capital humano. El término que nos permite atrapar la cambiante composición de habilidades de la fuerza laboral es Si.vi.DLi. Lo que concentramos aquí, en particular, son los sueldos más altos, es decir, los frutos de la inversión en educación y capacitación técnica, que son los beneficios que

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perciben los trabajadores en sí, y debieran aislarse de las externalidades que pudiera tener la educación. Es relevante tratar de dejar esta parte internalizada del relato fuera del residual, para poder interpretar directamente el residual como la reducción de costo real. c) A la hora de estudiar las externalidades provenientes de la educación, la capacitación técnica o el capital humano, no debemos conformarnos con generalizaciones de corte amplio del tipo “el crecimiento de la PFT es mayor en aquellas entidades con grandes cantidades de capital humano por trabajador”. Debiéramos tratar de comprender cómo funciona esta externalidad. ¿Es mayor en el caso de las compañías con una alta incidencia de capital humano? ¿Es mayor en el caso de industrias o de sectores? ¿O será que las externalidades del capital humano tienen una naturaleza de corte más espacial y por tanto hace que sea más eficiente la vida económica de las ciudades, provincias, estados o naciones que albergan mayores concentraciones de capital humano? Y si fuera ésta una vía prometedora que transitar, ¿en qué tipo de unidades geográficas, y de qué tamaño, operan generalmente tales externalidades? d) Igual ocurre con las economías de escala. No debiéramos conformarnos con vagas atribuciones de las economías de escala, como por ejemplo, a nivel de la economía nacional. Más bien debiéramos buscar la raíz del asunto. Si las economías de escala son nacionales, ¿cuáles son los canales por los que funcionan, y cuál es la evidencia a nuestra disposición para observarlas en funcionamiento? Particularmente, ¿cuál es su conexión con las reducciones de costo real en donde efectivamente se presentan, es decir, a nivel de la compañía? Las economías de escala a nivel de las compañías o de la industria son más fáciles de visualizar. También en este caso, sin embargo, el objetivo es seguirlas de cerca, a fin de ver si las reducciones de costo real de las compañías están vinculadas con las dimensiones iniciales de las compañías mismas, o de las industrias dentro de las cuales funcionan, y de la dirección (ascendente o descendente) en la que se mueve la producción. e) Quizá el punto más importante de todos, es que realmente debiéramos tratar de sacarle el mayor provecho a la evidencia existente a nivel de compañía. Pienso, específicamente, en identificar un número considerable de casos notables tanto de mejoras como de disminuciones de la PFT, y estudiarlos uno a uno para tratar de hallar la razón de sus reducciones e incrementos de costo real. Pueden tener la certeza de que si en una compañía hubo grandes reducciones de costo real, hay gente dentro de la misma con una idea bien clara de la fuente de esas reducciones y de cómo se lograron. Al ser capaces de captar esta evidencia elemental, podremos ponerle algo más de disciplina a nuestras reflexiones sobre la naturaleza de la PFT a nivel del agregado. De hecho, lo que debemos es continuar el trabajo pionero de Jacob Ashmookler (1966) y Edwin Mansfield (1995). En líneas genera-

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les nuestro relato sobre los agregados debiera ser compatible con lo que observamos a nivel básico. Y en particular, nuestro relato general sobre la mejora de la PFT debiera aceptar sin inconvenientes la abrumadora evidencia de que este proceso es más bien del tipo “hongos” que del tipo “levadura”. f) Abriga especial urgencia el estudio del declive del factor de productividad total tanto a nivel de compañía como de industria. Puede que la capacidad de incidencia del declive de la PFT sea la más profunda conclusión por sacar de todas las vinculaciones empíricas que he presentado. Como conglomerado profesional, hemos estado sin duda al tanto de su existencia a nivel de la industria, puesto que podríamos decir que todos los estudios que presentan un desglose a ese nivel lo revelan. Sin embargo y hasta donde lo sé, apenas rasguñamos la superficie de este fenómeno con nuestros estudios. De hecho, me cuesta detectar un terreno más fértil que éste para las investigaciones por venir sobre el proceso del crecimiento económico. g) No creo que logremos mucho tratando de expresar la relación entre las políticas y el crecimiento económico mediante una serie de regresiones. Las regresiones de crecimiento entre naciones parecieran irreductiblemente ingenuas a los ojos de experimentados observadores del proceso de crecimiento, como yo mismo. Para nosotros son altamente cuestionables las líneas regresivas que sacan la mayor parte de su pendiente de las diferencias existentes entre Sudán y Suiza, entre Bangladesh y Brasil, o entre Ceilán y Canadá. Más bien, pareciera mucho más sensato estudiar los países individualmente y buscar aquellos elementos comunes que caractericen la transformación de las experiencias de crecimiento de negativas a positivas dentro de cada uno de los países seleccionados, así como de aquellos elementos que parecieran describir las experiencias de crecimiento positivas por un lado y las negativas por el otro. Creo que de esta forma podemos lograr una buena perspectiva de la naturaleza del proceso de crecimiento, sin recurrir a la camisa de fuerza de las líneas regresivas que parecieran concluir, a partir de comparaciones entre países muy dispares, lecciones que se suponen significativas para países como Bangladesh, Ceilán y Sudán (así como para otros a un nivel diferente) en tanto luchan por dar el próximo paso en la cuesta hacia la modernización. Mi percepción de las regresiones del crecimiento entre países es de algún modo menos negativa en la medida en que enfoquen componentes del crecimiento (tasa de inversión, tasa de rentabilidad, y reducción de costo real en particular) en vez de la tasa general de crecimiento. Existe también una sutil distinción que establecer entre dos modos de presentar las regresiones entre países: (i) la que “explica” por qué y cómo algunos países crecen más rápido que otros (no recomendable), e (ii) la de simple resumen de una serie de “hechos estilizados” que describen la experiencia que observamos (muchísimo más preferible, y no sólo porque sea más modesta en sus aseveraciones).

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Gráfico 7. Perfiles de crecimiento del PFT para compañías petroleras estadounidenses

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V. Algunas implicaciones relativas a las políticas Cuando nos planteamos la influencia de las políticas sobre la reducción del costo real en particular e incluso, y hasta cierto punto, sobre el crecimiento económico en general, soy de la opinión de que las palabras clave son “obstrucción” y “facilitamiento”. Lamentablemente hemos tenido que aprender cuán sencillo es que los gobiernos adopten políticas que obstruyan el crecimiento económico, llegándolo a volver negativo. También estamos al tanto de que no hay “bala de plata” ni llave mágica que por sí solas abran la puerta de un paraíso de prosperidad y crecimiento. En términos generales, la manera más fácil de dar inicio a una experiencia de crecimiento próspera es una economía que alguna vez ya hubiera sido próspera pero que haya padecido malas políticas. Si liberamos esa economía de trabas, corrigiendo un cúmulo de errores pasados, puede que demos marcha a un prolongado episodio de impresionante crecimiento. Un cambio de políticas en favor del crecimiento económico, facilitan en lugar de obstruir el crecimiento, pareciera ser la base de los “milagros” que en este sentido se han visto, como el de Taiwán, España, Corea, Brasil, Indonesia, Malasia y China (entre otros). El motor de arranque de la siguiente lista de implicaciones de políticas es la interpretación de que el residual del crecimiento efectivamente representa la reducción de costo real y la clara aceptación de que en el mundo real, la RCR se presenta de mil y una formas diferentes. a) La primera observación fundamental es que la gente debe percibir los costos reales para poder reducirlos. Así pues, las políticas que impiden la precisa percepción de los costos reales son ipso facto hostiles al crecimiento. La inflación es la más obvia, probablemente la más dañina, y casi que seguramente la más nociva de dichas políticas. Si hay alguna área donde pueda decir que me he vuelto un experto gracias a mi experiencia en el campo económico, debe ser en el área de la observación de primera mano de serios procesos inflacionarios. Así que les pido fe en lo que voy a decirles: el mayor costo de la inflación no es un triángulo o un trapecio debajo de la curva de la demanda de los saldos de efectivo reales, tampoco se trata del impuesto inflacionario. El costo mayor de la inflación es la distorsión de la percepción de los agentes económicos en relación con los precios relativos. Y esto sucede porque los precios individuales se ajustan de distintas maneras y a tasas muy diferentes. En situaciones normales, cuando tenemos un producto con un precio elevado e insumos de bajos costos, estamos al frente de una invitación muy grande a realizar nuevas inversiones, lo cual no sucede durante los procesos de inflación pronunciada. En esos casos, esa señal es altamente volátil, del tipo “aquí hoy, el mes que viene quién sabe”, puesto que tanto los precios del producto como de los insumos siguen sus caminos separados de ajuste a la inflación en proceso. Sin excepción, según mi propia experiencia,

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mientras más alta sea la tasa de inflación, peor será su efecto de distorsionar la percepción de los precios relativos por parte de los agentes. En una inflación de, digamos, 20 por ciento a 50 por ciento anual, la gente percibe los precios como a través de una neblina mañanera, mientras que en otra de entre 20 por ciento y 50 por ciento mensual, la perciben como a través de una niebla londinense. Hay gran cantidad de estudios empíricos que demuestran que las inflaciones pronunciadas son fuertemente hostiles al crecimiento (ver William Easterly, 1996). La obnubilación de la percepción de los precios relativos es una razón de peso, puesto que limita las reducciones exitosas de costo real a nivel de las compañías individuales. La inflación también inhibe el crecimiento en otras maneras quizá más obvias: (i) al desviar las energías necesarias para actividades más productivas a la búsqueda de mecanismos para protegerse de la inflación; (ii) al reducir (por lo general muy drásticamente) los saldos monetarios reales de la gente, impactando así negativamente la cantidad real de crédito suministrado por la banca al sector productivo; y (iii) hasta cierto punto relacionado tanto con a) como con b), al hacer que la gente (tanto “aquí” como en el exterior) invierta en el exterior algunos de los fondos que en otras circunstancias habrían invertido “aquí”, o (muy parecido a la misma cosa) al acumular grandes cantidades de moneda dura como salida a la inflación. b) Una segunda implicación de políticas es, en palabras de mi amigo y colaborador de larga data, Ernesto Fontaine, evitar los precios mentirosos. Al hablar de inflación, nos centramos en la distorsión de las señales emitidas por el sistema de precios; aquí más bien nos centramos en el hecho de que emita señales equivocadas como resultado de las distorsiones introducidas, generalmente como consecuencia directa de la políticas gubernamentales. No puede haber, ni ha habido, efectos provechosos, en términos de eficiencia económica, como resultado de los aranceles de 50 por ciento y 100 por ciento y más, que generaban una protección efectiva generalmente de 200 por ciento y 300 por ciento y más. Tampoco puede fomentarse el crecimiento por la vía de férreos controles de precios e intervenciones en los mercados crediticios. No pretendo ser un purista religioso con esto: así como las grandes distorsiones generan grandes costos, las pequeñas distorsiones generalmente implican pequeños costos, y todas las economías están distorsionadas hasta cierto punto. El mensaje aquí es que las economías pagan un precio dependiendo del nivel de distorsión que hayan escogido, y que uno de los componentes importantes de ese precio es que las distorsiones crean situaciones en las que lo que funge como ahorro verdadero de costos privados no constituye un ahorro genuino de costos desde el punto de vista de la economía en general.

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c) Tan malos, e incluso peores que las distorsiones directas, son los costos excesivos impuestos a una economía por regulaciones mal concebidas y trabas burocráticas. Hernando DeSoto (1989) ha dedicado prácticamente todo su trabajo a la denuncia de estos obstáculos en Perú. La existencia de reglas claras de juego es parte esencial e integral de una economía de mercado funcional, pero es muy fácil suplirlas con otras reglas que hagan que la inversión, la producción, el mercadeo, las ventas, el desarrollo de nuevos productos, etc., sea más costoso. Las regulaciones laborales han sido particularmente problemáticas, ya que por lo general incrementan el costo de mano de obra artificialmente y crean un fuerte incentivo para que las empresas eviten la contratación de nuevos trabajadores, simple y llanamente debido a los altos costos asociados con un despido futuro. Ahora, existen montones de otros rubros. A saber, la necesidad de permisos, en ocasiones de hasta más de una docena, antes de poder comenzar alguna inversión o un nuevo negocio; regulaciones específicas que impiden de alguna manera nuevos actores, con la intención de proteger fuertes intereses privados (como los pequeños minoristas que son protegidos de los grandes supermercados en muchos países); así como complicados códigos tributarios y su aplicación, que imponen grandes costos de cumplimiento tanto para los entes jurídicos como naturales. Los países interesados en promover su crecimiento debieran buscar el modo de condensar su marco regulatorio en las normas y requisitos que sean realmente justificables, en términos de costos y beneficios a la economía y a toda la sociedad. d) Aunque las distorsiones del comercio internacional (aranceles, cuotas, licencias, prohibiciones, etc.) podrían incluirse en los puntos b) y c), su importancia amerita mención aparte. Los procesos de apertura (de un proteccionismo que en ocasiones bordeaba la autarquía) han sido uno de los sellos de los milagros de crecimiento económico del pasado medio siglo [ver Sebastian Edwards (1993) y Anne O. Krueger (1985, 1997)]. Así como la inflación genera costos más allá del área bajo la curva de demanda en los saldos de efectivo reales, el proteccionismo pareciera producir cargas más allá de las mediciones convencionales tipo triángulo-trapecio-rectángulo de los costos de las distorsiones del comercio. Para ello existen por lo menos dos explicaciones naturales: primero, esa apertura ayuda a engrasar las ruedas de la transferencia internacional de tecnologías más modernas; y segundo, las empresas que se daban el lujo de solazarse detrás de las altas barreras proteccionistas terminan hundiéndose o nadando al verse forzadas a competir en un escenario económico mucho más abierto. Bajo cualquiera de las dos explicaciones, la liberalización comercial abre nuevas puertas a la reducción de costo real, suministrando así nuevos impulsos al crecimiento económico. e) La reciente ola de privatizaciones que hemos presenciado tanto en las economías desarrolladas como en aquéllas en vías de desarrollo, pudiera tener

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implicaciones importantes, dando pie a reducciones de costo real que de otra forma hubieran sido retrasadas, o no hubieran ocurrido jamás. Creo justo decir que en la mayoría de los países, las compañías estatales funcionan bajo una serie de restricciones que obstaculizan severamente la minimización de costo real en un sentido comparativo-estático, y la reducción de costo real en un sentido dinámico. Se trata de restricciones que algunas veces limitan los salarios de los ejecutivos, o imponen costosas condiciones de empleo para la mano de obra menos calificada a la empresa, usualmente limitan la capacidad de la empresa para cerrar líneas de producción ineficientes, y casi siempre complican el despido de trabajadores, etc. Pero en mi opinión, la peor característica de las empresas estatales es la lógica que suele desarrollarse en su interior. Una lógica según la cual la gerencia media tiene claro que “deje las aguas correr”, “no alborote las cosas” y “no cree problemas”. Semejante lógica se enfrenta a la visión del proceso de crecimiento que atribuye un papel fundamental a la búsqueda de reducciones de costo real a nivel básico y que reconoce el caos que acompaña a la “destrucción creativa” en todas sus formas. Debo, por ello, aplaudir la tendencia contemporánea hacia la privatización. Si abrigo algún escrúpulo al respecto, tiene que ver más bien con la rapidez y el descuido con que se han llevado a cabo muchas privatizaciones, por lo general motivadas únicamente por consideraciones fiscales, en vez de por una búsqueda general de eficiencia económica. Ello pudo haber conducido a transferencias injustificadas de riqueza, en algunos casos, así como a la implantación de empresas privatizadas en tierras sin preparación adecuada (por ejemplo, donde falte un marco regulatorio sensato de la tarifas eléctricas, o normas inteligentes de promoción de la competitividad en por lo menos algunos aspectos de las telecomunicaciones, etc.) f) No podemos dar por terminada una lista de esta índole como la presente sin mencionar algo que la mayoría de nosotros da por sentado: un marco legal e institucional sólido en el que los individuos estén protegidos de las incursiones arbitrarias en contra de su propiedad y de otros derechos económicos. Este punto tan elemental, muy resaltado recientemente por Douglass C. North (1990), Robert J. Barrow y Xavier Sala-i-Martin (1994), Mancur Olson, hijo (1996) y Barro (1997), es al menos potencialmente, un elemento vital dentro de un proceso sostenido de crecimiento económico exitoso. Si bien es cierto que se han presentado algunos repentinos y breves episodios de crecimiento en ausencia de un marco como el anteriormente referido, también lo es que la mayoría de los casos de crecimiento sostenido por largos períodos de tiempo se han visto beneficiados por un sólido ambiente institucional y legal. g) De algún modo vinculado con el punto anterior está el elemento del consenso político en relación con los lineamientos generales de la política económica. La

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experiencia nos ha demostrado que pueden ocurrir reformas políticas admirables que, sin embargo, terminan teniendo muy poco efecto. Ello puede ocurrir porque se elige un nuevo gobierno que revierte las reformas. Pero también puede ser el resultado de que la gente tema que llegue un nuevo gobierno que dé marcha atrás a las reformas. Actualmente, la economía chilena es una de las joyas del crecimiento económico (y del éxito económico general) en América Latina. Muchos comentan el detalle y la penetración de las reformas económicas chilenas durante las últimas dos décadas, más o menos. Pero son menos los que comentan el hecho de que el paquete de reformas haya permanecido esencialmente intacto, a pesar de varios cambios ministeriales, y como si fuera poco, de dos elecciones presidenciales en las que los ganadores pertenecían a la oposición del gobierno que había iniciado las reformas. La confianza en el esquema económico aportada por este apoyo sistemático al marco elemental de política económica tiene que ser una de las razones de peso para la continua y muy impresionante actuación económica chilena. También constituye un argumento de peso dentro del contexto de este trabajo. En un mundo en el que las reducciones de costo real conforman una fuerza dinámica clave en la generación del crecimiento económico, debemos estudiar las motivaciones y las preocupaciones de quienes deben tomar las decisiones fundamentales a nivel de la compañía. Para ello, no sólo es importante que el marco de políticas sea bueno actualmente, sino que también cuenta la expectativa de que seguirá siendo bueno en el futuro. De lo contrario, las inversiones tienden a limitarse al corto plazo y a reducidos períodos de pago, y mucho terreno fértil para oportunidades económicas de mayor plazo no será sembrado.

VI. Una visión del proceso de crecimiento Permítanme ahora tratar de resumir mi propia visión del proceso de crecimiento, cuyos principales elementos han sido expuestos en esta ponencia. En primer lugar tenemos los cinco pilares conocidos del crecimiento: la tasa de incremento de la fuerza laboral, la tasa de incremento del acervo de capital humano, el incremento del acervo de capital (inversiones netas como una fracción del valor agregado), la tasa de rentabilidad que producirá esa inversión (o se espera produzca) y, finalmente, aunque para nada menos importante, las reducciones de costo real provenientes de mil y una fuentes diferentes. Por cierto, quisiera comentar que el aumento en la fuerza laboral ha ganado un nuevo significado en muchos países en la medida en que las tasas de participación laboral (particularmente la femenina) han aumentado. Puesto que si tenemos una tasa de participación constante, la tasa de crecimiento de la fuerza laboral no funge más que de representación de la tasa de crecimiento de la población. Los grandes incrementos en la participación laboral nos pueden conducir, en sí

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mismos, a incrementos significativos en la medición del ingreso real per cápita. En cuanto a los incrementos en el acervo de capital humano, estoy convencido de que su mayor contribución al crecimiento, en general, puede ser perfectamente medido mediante los salarios del mercado, como sucede en la expresión Si w*i DLi. Ello no niega la existencia de externalidades debido a un mayor inventario del capital humano, sino que simplemente considera modesta su influencia sobre la tasa de crecimiento en comparación con los efectos de la educación, la capacitación técnica, pasantías, etc., que pueden ser internalizados (cosa que generalmente ocurre) por quienes participan en estas actividades. Por lo tanto, básicamente buscamos los efectos de la acumulación del capital humano en el término Si w*i DLi, y exclusivamente (por la vía de las externalidades) como uno de los muchos elementos subyacentes al crecimiento residual R’. La tasa de inversión está por demás tradicionalmente vinculada al análisis del crecimiento. Lo que enfatizaría en este punto es la importancia de mantener una clara separación entre la tasa de inversión y la tasa de ahorro. Los modelos donde el ahorro y la inversión son siempre iguales (como en los del consumidor representativo) no sirven de mucho, ni siquiera para el análisis a nivel nacional dentro del moderno mundo interdependiente en el que vivimos. Sirven aún menos a la hora de enfocar regiones geográficas más pequeñas, y se vuelven del todo inútiles cuando estudiamos el proceso de crecimiento a los niveles de la industria y de las compañías. La tasa de rentabilidad de la inversión ha sido la gran huérfana, en muchas maneras, de nuestro análisis del crecimiento, habiendo estado oculta a nuestra vista por nuestra representación general del aporte del capital a la tasa de crecimiento como sk(DK/K). Donde la tasa de rentabilidad (r + d) está totalmente oculta. Hago un serio llamado a que más de nosotros nos acostumbremos a presentar el mismo término como (r + d) (DK/y). Me gustaría que se le prestara más atención a la tasa de rentabilidad debido al papel principal que juega en la motivación de los agentes económicos, así como también porque sus cambios conforman un importante elemento en la comprensión y explicación del residual del crecimiento R’. La Tabla 3 expone las razones por las que pienso de ese modo. La Tabla ha sido adaptada del trabajo de Harald Beyer (1996). Se trata de un análisis de los casos de crecimiento en 32 países, que iban de Sri Lanka a los Estados Unidos, desde el punto de vista del ingreso, y de Islandia a Australia, desde una perspectiva geográfica. En la Tabla 3 presentamos los resultados de 10 países con las más altas y los 10 países con las más bajas tasas de crecimiento del PIB entre 1971 y 1991. En la segunda columna mostramos la tasa de rentabilidad anual estimada promedio. En la tercera, tenemos el aporte del capital a la tasa de crecimiento [= (r + d)(DK/y)], y en la última columna podemos ver la tasa de crecimiento anual de la PFT promedio durante el mismo período temporal.

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Tabla 3.- Tasas de crecimiento, tasas de rentabilidad, y tasas de mejora de la PFT (Seleccionadas de una muestra de 32 países, 1971-1991). Los 10 países con crecimiento más rápido Taiwán Corea Tailandia Hong Kong Ecuador Chipre Zimbabwe Colombia Islandia Irlanda Mediana Media Los 10 países con crecimiento más lento Austria Francia Alemania Bélgica Países Bajos Estados Unidos Sudáfrica Dinamarca Reino Unido Suecia Mediana Media

Tasa de crecimiento del PIB 8,83 8,47 7,65 7,91 5,58 5,12 4,62 4,43 4,35 4,12

Tasa de rentabilidad 15,0 13,2 12,5 20,0 14,0 10,6 13,6 11,3 9,4 6,7

Aporte del capital a la tasa de crecimiento 3,81 4,30 3,68 3,56 2,70 2,99 2,42 1,99 1,95 1,70

Tasa de crecimiento del PFT 3,68 2,38 2,96 2,28 0,36 1,92 0,97 0,74 1,77 0,36

5,35 6,10

12,85 12,63

2,84 2,91

1,83 1,74

Tasa de crecimiento del PIB 2,87 2,80 2,60 2,56 2,52 2,52 2,16 2,15 2,12 1,84

Tasa de rentabilidad 5,1 6,1 6,3 6,8 7,0 9,1 7,5 7,5 9,6 4,3

Aporte del capital a la tasa de crecimiento 1,13 1,21 0,97 1,06 1,12 1,20 1,58 1,01 0,95 0,66

Tasa de crecimiento del PFT 1,29 0,99 1,29 1,60 0,83 0,23 -0,97 0,82 0,22 0,24

2,52 2,41

6,90 6,93

1,09 1,09

0,825 0,661

Fuente: Beyer (1996), Tablas de la III.1.1 a la III.1.32; también el Apéndice I de las tasas de rentabilidad.

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La Tabla 3 muestra una tendencia inequívoca por parte de los países de crecimiento acelerado a experimentar altas tasas de rentabilidad así como de aportes de capital y altas tasas de mejora de la PFT. Esto se torna aún más interesante porque en los cálculos de la PFT, opera un mayor nivel de la tasa de rentabilidad para reducir la PFT calculada (es decir, la Dr es un componente positivo del R’ y debiera estar corrrelacionado positivamente con el mismo,3 pero R’ se consigue restando rDK de Dy; de ahí que, de alguna forma, el nivel de r esté supuestamente correlacionado negativamente con R’ ). Lo que vemos aquí, en mi opinión, es un verdadero síndrome en el que todas las cosas buenas van juntas. Las reducciones de costo y las altas tasas de rentabilidad crean oportunidades de inversión atractivas que, de ser aprovechadas, generan altos aportes de capital al crecimiento. No debiera, entonces, sorprendernos que ante tales circunstancias, el crecimiento de la tasa del PIB tienda a ser alta. Tampoco debiera hacerlo que en un síndrome opuesto de bajas reducciones de costo real y bajas tasas de rentabilidad que, a su vez, produzcan menos oportunidades de inversión interesantes, la situación termine siendo asociada con una baja contribución del capital y una baja tasa de crecimiento del PIB. Finalmente llegamos al mismísimo residual R’ . Para mí, el mensaje más importante en este punto es que reconozcamos la multiplicidad de fuentes de las que puede desprenderse (yo soy de la opinión de que efectivamente se desprende), y la aditividad que de todos modos resulta como su atributo. Creo que el término reducción de costo real capta muy claramente ambos aspectos, haciéndolo preferible ante otros términos como el de mejora de la PFT y progreso técnico (preferible no como una definición mecánica -en cuyo caso los tres funcionan igualmente bien-, sino en cuanto a comunicar mejor la naturaleza subyacente del proceso a nuestros oyentes o lectores). El próximo paso es reconocer que de los cinco pilares fundamentales, por lo menos tres (la tasa de inversión, la tasa de rentabilidad, y la reducción de costo real) constituyen el foco principal de los procesos de toma de decisiones a nivel de compañía. No puedo evitar concluir que la mayor parte de la acción asociada con el proceso de crecimiento se presenta a nivel de compañía. Por lo cual, siento que debiéramos dirigir nuestra línea de investigación, mucho más de lo que lo

La expresión corriente del residual R = p*. dy - w*. dL - (r + d)dK tiene una representación “dual”, que es: R = Ldw + Kd(r + d) - ydp. Esta forma simplemente nos dice que los frutos de la reducción de costo real tienen que ir a algún lado: bien sea a los trabajadores (Ldw) o a los propietarios del capital [Kd(r + d)] o, en la forma de precios más bajos, a los clientes del ramo (-ydp).

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hiciéramos anteriormente, a lo que sucede a ese nivel. Y cuando no nos ocupemos del nivel de las compañías, debiéramos prestarle mucha atención a lo que sucede en niveles de desagregación menores como el de la industria y sus ramas. Este enfoque nos permite discernir aspectos de gran significación. Muy pocos economistas están conscientes del impacto con que los saltos caracterizan los diagramas amanecer-ocaso, o de la importancia que tienen las compañías o las industrias que presentan aumentos en el costo real (es decir, reducciones en la PFT), en la determinación de las tasas agregadas de reducción de costo real que observamos en esos diagramas. Y apenas hemos comenzado a digerir la evidencia disponible. Y aun así, considero ya suficientemente impresionante cómo los datos de la Tabla 3 parecieran apuntar hacia un síndrome de crecimiento en el que las altas tasas de rentabilidad, así como de inversión, de reducción de costo real, y de crecimiento de la producción van todas de la mano. Este resultado me indica la posibilidad de que las reducciones de costo real sean la gran fuerza propulsora, generadora de altas tasas de rentabilidad y promotora de altas tasas de inversión, así como de un alto crecimiento de la producción. Interpretación que resulta compatible con muchos ejercicios que he realizado durante años, en los que he tratado de contrastar experiencias de alto crecimiento con otras de bajo crecimiento. En esos ejercicios, así como en la Tabla 3, la diferencia en las tasas de reducción de costo real ha sido, por lo general, una relevante ‘fuente’ generadora de diferencias en las tasas de crecimiento. Igualmente impresionante resulta, al analizar los datos de Jorgenson, la medida en que las diferentes experiencias del sector manufacturero en los Estados Unidos a lo largo de las décadas estudiadas proviene de los distintos grados de malas experiencias (aumentos de costo real) en vez de hacerlo de los distintos grados de buenas experiencias (reducción de costo real). Es como si la parte creativa del planteamiento schumpeteriano de la “destrucción creativa” fuera más estable (por lo menos durante estas décadas en la manufactura estadounidense) que la de la parte destructiva, estimulando nuestro apetito (por lo menos el mío) de saber más, averiguando por qué sucedió de ese modo. La evidencia mexicana a nivel de compañía fue incluso más recalcitrante que la de Jorgenson a nivel industrial, pero de todos modos nos deja ver claramente que

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hay una cantidad de ganadores y de perdedores, donde éstos se caracterizan fuertemente por un valor agregado descendente y/o por tasas de rentabilidad real también descendentes4 . El papel de las políticas dentro de esta visión del proceso de crecimiento es de ‘habilitador’. Al crear circunstancias en las que las compañías puedan predecir rápida y acertadamente las oportunidades de reducir el costo real y actuar en consecuencia, los gobiernos pueden guiar la economía hacia una mayor contribución del crecimiento de la RCR. Al racionalizar y/o eliminar las barreras y los controles, también pueden conducir hacia un ritmo más rápido de inversión, así como a mayores tasas de rentabilidad. Bajo esta perspectiva, la vinculación entre buenas políticas y el crecimiento no es mecánica, por lo cual no puede captarse fácilmente en los análisis con regresiones, lo cual no deja de conferirles importancia vital. Quiero darle un peso especial a otro de los papeles jugados por las políticas como “habilitadoras del crecimiento” y que tiene que ver con cómo las políticas, cuyos efectos con frecuencia pudieran ser considerados comparativamente estáticos, pueden sin embargo terminar influenciando las tasas de crecimiento económico durante extensos períodos de tiempo.

4 En las observaciones de Torre podemos ver que con crecimiento negativo de la PFT, más de tres cuartos tuvieron crecimiento negativo en el valor agregado real, y más de un medio tuvo tasas de rentabilidad real descendentes. Menos de 15 por ciento mostró aumentos en ambos casos: en el valor agregado real y en su tasa de rentabilidad real. Muchas de las “anomalías” reportadas por Torre de movimientos negativos de la PFT junto a crecimiento de producción real positivo se derivan de tasas sumamente altas de rentabilidad (r) imputadas a los aumentos observados (DK) en la masa de capital. Ello señala un problema que se extiende a todos (o a casi todos) los marcos de contabilidad del crecimiento. De forma implícita, atribuyen a las nuevas inversiones un producto marginal basado en la tasa de rentabilidad bruta promedio observada (r + d) o en la participación de capital promedio observada Sk. Esto no tiene mucho sentido en aquellos casos en los que la r observada está muy por encima o por debajo de las tasas de mercado para el momento. Las compañías que tengan 50 por ciento de rentabilidad real en el recuento de sus inversiones probablemente no “necesiten” un rendimiento tan alto de sus nuevas inversiones. Igualmente, las compañías que atraviesan períodos de pérdidas contables por lo general siguen invirtiendo, pero es absurdo pensar que esperen (o tengan) una rentabilidad negativa de sus nuevas inversiones (DK). Creo que existen buenas razones para que experimentemos con formas alternativas de seleccionar la tasa de rentabilidad (r) imputada a las nuevas inversiones. Pudiéramos pensar en argumentos que nos lleven a utilizar tasas arbitrarias pero “sensatas” (como 10 por ciento, 15 por ciento o 20 por ciento) o las inversiones de compañías individuales y/o tasas de rentabilidad industriales r que se obtengan no de esas compañías o industrias específicas, sino de amplios promedios sectoriales (ej. manufacturas) o de la economía en general. En la actualidad, transito estas vías con el fin de informar sobre sus resultados posteriormente.

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Tal planteamiento comienza con el reconocimiento de que la mayoría de los países en desarrollo han tendido a utilizar técnicas de producción ‘atrasadas’ en relación a las utilizadas por las economías avanzadas. Una manera de verificar lo planteado es imaginarnos que reproducimos íntegramente una fábrica estadounidense, por ejemplo, en la India, y la dotamos de trabajadores hindúes con una capacitación equivalente a la de sus contrapartes en los Estados Unidos. La combinación de unos menores costos de construcción y aun menores costos operativos (básicamente sueldos), le permitirían a esta nueva e hipotética compañía hindú aventajar los precios de ambos casos, tanto de la compañía estadounidense que copió como de la típica compañía hindú activa en la misma industria. Esto implica que la típica compañía hindú trabaja con base en una función de producción “inferior”. Si, como sostengo, la diferencia en eficiencia entre las compañías de los Estados Unidos y las de los países en desarrollo es generalmente grande, entonces hay mucho espacio para mejoras bastante expeditas en los países en desarrollo en la medida en que aprendan cómo ‘adoptar y adaptar’ técnicas ya conocidas en los países avanzados. Yo supondría que los incentivos para la ‘convergencia’ siempre existen, pero que por lo común han tenido que enfrentar barreras y trabas de muchos tipos en los países pobres del mundo. Cuando reducimos las barreras y aflojamos las trabas, permitimos una mayor convergencia de técnicas que están más cercanas a la frontera del conocimiento. Desde mi visión de la influencia de las políticas en el crecimiento, no es cierto que la puesta en práctica de políticas habilitadoras permita un salto cuántico de lo obsoleto a lo realmente moderno. Es más acertado describirlo como un proceso que acelera lo que en cualquier caso sería un proceso muy largo. A mí me gusta la analogía con un sistema hidráulico en el que un recipiente de gran tamaño con una alta capacidad de agua y mucha agua dentro, está conectado a un recipiente mucho más pequeño y angosto, con una capacidad mucho menor. Según las leyes de la física, los niveles de agua tenderán finalmente a equipararse. Ahora bien, ello puede tomarse muchísimo tiempo si la tubería conectora de los dos recipientes fuera mínima, o si estuviera obstruida por cuerpos extraños. Las políticas que consideramos buenas para el crecimiento tienen la capacidad, según esta analogía, de eliminar los cuerpos extraños y/o aumentar el tubo conector. Pero no importa cuan modernizadoras sean las políticas puestas en práctica, el tubo sigue siendo demasiado pequeño y se necesitan muchas décadas para que un país pase de tener muy bajos ingresos a disfrutar de ingresos medios, o de ese nivel a convertirse en un país rico. Si hubiera algún modo de hacer que la conexión hidráulica fuera tan grande como para lograr un ajuste instantáneo total del nivel de agua, entonces podríamos decir que las buenas políticas son las

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representantes principales de los ajustes de nivel. Pero, incluso a la luz de las mejores experiencias reales de crecimiento, yo diría que tenemos que concluir que el ajuste siempre se va a extender por un largo período de tiempo, haciendo que el resultado más visible de esas mejores políticas sea una tasa de crecimiento mayor por un extenso período, en lugar de un salto discreto hacia un nivel totalmente diferente. Esta percepción del mundo también nos conduce hacia algunas observaciones sobre la bibliografía existente en relación con la convergencia. Desde hace mucho me confunden las referencias a una convergencia final entre las tasas de crecimiento de todos los países, o a una convergencia final de los niveles de producción per cápita. Para mí, la convergencia natural es de producto por producto y no de país por país. Y entre los productos debe haber algunos en los que las técnicas actuales no podrán mejorarse. Esos productos no experimentarán reducciones de costo real a futuro, ni mejoras en la PFT, mientras que habrá otros que disfruten de altos avances en su productividad. Lo que se me ocurre es que algunos países con mala suerte (¿Bhután? ¿Nepal? ¿Mongolia?) probablemente siempre se queden sumamente rezagados, mientras que algunos más sortarios (¿Taiwán? ¿Argentina? ¿Brasil?) puede que algún día aspiren a estar entre los líderes mundiales. De modo que la convergencia viene a presentarse como una tendencia general, y muy probablemente como una posibilidad general, de que las técnicas de producción de un producto dado mejoren en la medida en que las empresas que usan técnicas ‘atrasadas’ aprendan de otras mejores, y lo que es más importante, aprendan sobre cómo ponerlas en práctica. No creo que se pueda decir mucho más de la convergencia, entendida como una fuerza real. Las tasas salariales para ciertos tipos de trabajo tienden a ser similares dentro del contexto regional de un país, debido a la facilidad de movilización como respuesta a las diferencias salariales perceptibles. Las fuerzas que operan a nivel internacional son ciertamente más débiles y más complejas que esto, pero el mensaje verdaderamente relevante aquí es que las mejoras técnicas en cualquier industria no ayuda al mejoramiento de los salarios en esa industria específica. Después de una mejora, la industria en cuestión puede que termine contratando más o menos mano de obra, pero lo más probable es que escoja tener la cantidad de mano de obra necesaria para que la productividad marginal se corresponda con los sueldos del mercado. Podemos entonces concluir en que el progreso tecnológico tiene un efecto sobre los sueldos por la vía de la oferta y la demanda en el mercado nacional laboral, y no por la de una vinculación directa de los avances técnicos con los sueldos (por capacitación, etc.) al nivel de la industria o de la compañía. Como punto final, permítanme retomar la idea de que la justificación para perfeccionar el funcionamiento del sistema de mercado no sólo radica en la reducción

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de los costos de eficiencia asociados con la operación económica de cada período. El perfeccionamiento de la política económica de un país no sólo hace que ésta se desplace de un escenario con 90 por ciento, por ejemplo, de producción potencial, a otro igual con 95 por ciento de potencial, en el que el ritmo temporal de la producción potencial es pautado a priori. Ya poder lograr esa mejoría vale ciertamente la pena, y justifica con creces la cantidad de trabajo necesario para lograrla. Lo que sucede es que esa mejoría sigue siendo fundamentalmente de naturaleza estático-comparativa. Lo que espero haber podido insinuar con esta ponencia es la sensación de que el perfeccionamiento de los procesos económicos también puede ser justificada, en casi todos los casos, como la grasa de los engranajes de la búsqueda incansable de nuevas vías hacia la reducción de costo real. En la medida en que las reformas económicas se adaptan a esto, se convierten en vehículos para que la economía alcance un punto en el que, año tras año, se encuentren nuevas, mejores y más baratas maneras de hacer las cosas, no sólo en la llamada “producción”, sino también en áreas tan mundanas como mercadeo, ventas, finanzas, seguros, y muchas otras. Hace algunos años, en un libro que edité y que se titulaba El crecimiento económico mundial (World Economic Growth–1984), escribí un ensayo llamado “Políticas económicas y crecimiento económico” (Economic Policy and Economic Growth), en el que presentaba una lista de ‘13 lecciones’ que yo pensaba se desprendían de los trabajos constitutivos del libro referentes a las experiencias de crecimiento de países tan dispares como Ghana y Taiwán, o Japón y Suecia. Dichas lecciones –básicamente enfocadas a la visión de las políticas en términos de su costo y beneficio económico– podrían fácilmente leerse como una repetición del viejo cuento estático-comparativo. Aunque no tenían tal propósito, es bastante relevante que hayan aparecido en un ensayo sobre el crecimiento económico mundial. El punto es que estas políticas, entendidas como sensatas, surgieron como parte de un consenso de economistas serios, cada uno de ellos un experto en la historia particular de su país, que centraron su atención en el proceso de crecimiento económico. Unos años después, John Williamson (1990) acuñó, como tema de un concepto diferente, el término ‘Consenso de Washington’. Williamson presentó una lista de 10 puntos que cubrían un área muy similar a la de mis 13 lecciones. Asimismo produjo un resumen conciso que capta la fuerza motora esencial de ambas listas: “Prudencia macroeconómica, orientación externa, liberalización interna”. Tampoco él, ni los miembros del establishment profesional de Washington, cuyo aparente consenso condujo a la formación de la lista de Williamson, estaban únicamente pensando en las ganancias estático-comparativas cuando planteaban sus conclu-

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siones sobre las políticas. No. Ellos pensaban en cómo lograr que las economías dejaran de padecer crecimiento lento, estancamiento e incluso en algunos casos crecimiento negativo, y se hicieran saludables, prósperas, mostrando un floreciente progreso económico. Stanley Fischer (1993) planteaba una visión similar recientemente. Para mí, la dinámica de la reducción de costo real constituye, por decir lo menos, una pieza importante de lo que la gente tiene en mente cuando incluye las políticas orientadas hacia una mayor eficiencia entre los ingredientes fundamentales de un programa de fomento al crecimiento económico. Son las políticas de este tipo, las que suministran las señales apropiadas a los presidentes de las compañías y a los estratos gerenciales subsiguientes para eliminar las trabas que obstruyen el logro de las reducciones de costo real, y así crear un ambiente en el que el proceso schumpeteriano de “destrucción creativa” pueda obrar milagros.

Apéndice sobre la metodología La visión del proceso de crecimiento presentada en este trabajo virtualmente nos obliga a algunas peculiaridades metodológicas, que si bien no son nuevas, por lo menos difieren significativamente de los usos que considero más comunes al desglosar el crecimiento económico en componentes. a) Para medir la tasa real de rentabilidad del capital, debemos expresar el numerador (dólares reales de rentabilidad) y el denominador (el acervo de capital) en la misma unidad. La manera más eficiente de hacerlo es midiendo tanto la producción (valor agregado) como la masa de capital en unidades del deflactor del PIB. De ese modo nos aseguramos de que los resultados de todos los subagregados en la economía se sumen al PIB, y también llenamos el requisito de que el capital y la rentabilidad sean medidos en la misma unidad. Este es también el modo en que se deflactan los flujos de efectivo en una evaluación de proyectos convencionales ex post. Cuando hacemos lo mismo a nivel del agregado, la contribución del capital al crecimiento es (r + d)DK, en donde r es una tasa agregada de rentabilidad del capital, d la tasa de depreciación (incluyendo la obsolescencia), y DK el incremento neto de la masa de capital durante el período en cuestión. A nivel de subagregados, el aporte del capital al crecimiento en la actividad j es (rj + dj)DKj. En ambos niveles, descubrimos que las altas tasas de rentabilidad constituyen un importante componente de los más exitosos episodios de crecimiento. b) Con el fin de captar la gran diversidad del factor trabajo, preferiríamos lograr un desglose muy fino del trabajo en categorías (indexadas por i). Entonces, la contribución laboral es Si w*i DLi en donde w*i representa el salario real de la categoría i y DLi el cambio en horas trabajadas por la categoría i. Como el número de

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categorías relevantes del trabajo es inmenso, cualquier desglose de este tipo es complicado, y se complica aún más cuando desagregamos de la economía al sector, a la rama, a la industria y a la compañía. Este nudo gordiano puede ser disuelto mediante una simple premisa, similar a lo que se hace en la mayoría de los países para convertir la construcción residencial a términos reales: se construye el índice de precios de una ‘casa estándar’ p*h, y luego sacamos un quantum de construcción C* dividiendo los gastos totales de construcción entre el precio de la casa estándar. En el agregado resultante, a cada residencia individual (i) le es atribuida una cantidad del ítem residencial igual a pi/p*h. En este trabajo, yo defino un salario convencional w**, el cual asigno al “trabajo convencional” o “trabajo bruto”. El excedente salarial real de cualquier persona por encima de w** es atribuido al capital humano. La rentabilidad de las habilidades naturales, así como de la educación formal, la capacitación técnica y la experiencia son incluidas en este ítem, según la presente interpretación. Una alta rentabilidad producto de una estructura salarial distorsionada no es acertadamente atribuible al capital humano, pero aún así la metodología funcionaría correctamente al atribuirle al trabajo afectado una productividad marginal que es medida a través del alto salario distorsionado. La ‘contribución salarial’, medida mediante w**DL* es igual a w** (Si (wi / w**) DLi + Si Li D(wi / w**). El segundo término será cero, si la estructura de salarios relativos se mantiene constante o incluso si la prima promedio ponderada no cambia. Todo cambio en la prima promedio ponderada hará que el residual calculado sea diferente al producido mediante otros métodos. El ‘método de dos índices de deflación’ se caracteriza por el uso de un solo deflactor-numerario (numeraire-deflator), por ejemplo, el deflactor del PIB, mediante el tratamiento de la cantidad del producto como valor agregado dividido entre el deflactor-numerario, y mediante el uso de un salario convencional w** y una cantidad del trabajo L* igual a la factura salarial dividida entre w**. Este es el método utilizado por Beyer (1996), Robles (1997) y Torre (1997) en los trabajos incluidos en esta ponencia. No hace falta decir que el método de los dos índices de deflación es más bien burdo, pero debe también admitirse que es muy sólido y de fácil aplicación. Lo considero verdaderamente diseñado para su uso a nivel de compañía, donde por lo general conseguimos data en valor agregado, sobre inversión bruta, y sobre la factura salarial, pero no logramos conseguir nada (por fuentes convencionales) sobre la cantidad de producción o sobre el número de horas totales de trabajo (o incluso el número total de empleados laborando). Esta apertura de nuevas y más amplias perspectivas, de nuevos e inmensos grupos de datos, es lo que considero el mejor argumento de apoyo al enfoque de los dos índices de deflación.

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Ahora bien, hay todavía más puntos a favor. Primero, a nivel de la economía agregada, el enfoque de los dos índices de deflación se acerca considerablemente al tradicional. En términos de la tasa de crecimiento, tenemos (R*/y) = gy – sk gk* – sl gl*, comparado con (R/y) = gy – sk gk – slgn, donde g se refiere a la tasa de crecimiento, e y al PIB. K* difiere de K en que se construye a partir de la inversión bruta deflactada mediante el índice de deflación del PIB, en tanto que K se construye a partir de la inversión bruta deflactada por el índice de deflación de inversión del PIB. L* es, en principio, mucho más refinado que N (número de trabajadores), pero su medición puede ser influida por una creciente o decreciente prima de calificación. Asimismo, (R*/y) difiere del residual de Jorgenson (R’/y) = gy – Sjskj gkj - Stslgli sobre todo en su uso de índices de deflación del capital diferentes para las distintas categorías del capital. (La clasificación implícita del trabajo en L* es mucho más fina, más incluso que la de Jorgenson, pero él no debe enfrentar las posibilidades de primas crecientes o decrecientes de calificación, por lo menos no en las categorías con las que él trabaja, que generalmente están clasificadas por género, edad, educación, ocupación, industria y nivel de empleo). El aspecto determinante es que cuando Beyer compara los resultados que obtuvo con el método de los dos índices de deflación a nivel del agregado nacional, con los de otros investigadores que utilizaron otros métodos, se da cuenta de que, en general, las diferencias son de tono modesto. [Ver Beyer (1996); Harberger (1998)]. Cuando usamos el método de los dos índices de deflación a nivel industrial, comúnmente tenemos la posibilidad de ajustar la variable cuantitativa para que corresponda con la de los enfoques más tradicionales. De esta manera, podemos comenzar usando dyj* (= pjdyj + yjdpj) como la variable cuantitativa y calcular un residual Rj* utilizando ese concepto. Entonces, podemos conseguir un residual ajustado mediante Rj* - yjdpj. Esto podemos hacerlo sin dificultad siempre y cuando tengamos datos decentes sobre el dpj, el precio relativo de j, datos que suelen estar disponibles a nivel de la industria o de ramas específicas. Cuando comparamos los residuales de Jorgenson con los de los dos índices de deflación, con y sin ajuste de precios, noto que las diferencias sin el ajuste son suficientemente pequeñas, como para resultar bastante aceptables. Con el ajuste, la similitud de los dos enfoques es bastante notoria (85 por ciento menos de diferencias que un punto porcentual de crecimiento anual). [Ver Robles (1997); Harberger (1998)]. Es al nivel de la compañía cuando sentimos que el enfoque de los dos índices de deflación está en su elemento. Es muy raro cuando tenemos una serie temporal decente del índice de precios de la producción de una compañía. Cuando trabajamos con muchas compañías en una industria, podríamos decidir asignarle a todas el mismo índice de precios, es decir, el de la industria. Llegados a este punto, la distribución de los residuales del PFT ajustado entre las compañías

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terminaría difiriendo de la distribución por dos índices de deflación original únicamente por una constante. Al expresarlo en términos porcentuales tendríamos (Rj* / yj*) = gyj* - skj gkj* - sljgl*i para cada compañía j sin ajuste, mientras que con ajuste tendríamos Rj* / yj = la misma expresión menos gp*, la tasa de crecimiento del índice de precios relativo de la industria (el mismo para todas las compañías). En la gran mayoría de los casos, terminamos con algo muy parecido al método de los dos índices de deflación al trabajar al nivel de la compañía individual. El consuelo es los términos del residual de las compañías individuales, calculados para toda la economía, se suman a un término residual para el agregado, es decir, en la medida en que las producciones se suman al PIB, Lj* se suma a L* para la economía, Kj* a K* para la economía, etc. Para más detalles metodológicos, ver Haberger (1998).

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Credibilidad y persistencia de la inflación en Venezuela

Dorta Guerra Sánchez Miguel Dorta

José Guerra y

Gustavo Sánchez

Introducción1 El estudio de la persistencia de la inflación2 en Venezuela se ha tornado de fundamental importancia para el Banco Central, dado que el esfuerzo estabilizador emprendido desde abril de 1996 ha implicado la definición de una política cambiaria que privilegia el anclaje del tipo de cambio con el propósito de abatir la inflación. Se argumenta que la estabilidad del tipo de cambio o, en el caso extremo, su fijación, contribuye a bajar la inflación debido a la acción combinada de tres efectos. El primero se refiere al hecho que la viabilidad de un régimen de tipo de cambio fijo obliga a las autoridades fiscales a consolidar el presupuesto, por cuanto en caso contrario déficit fiscales permanentes se expresarán en una acumulación insostenible de deuda pública y/o en una desmejora del sector externo. En segundo término, la estabilidad del tipo de cambio tiende a abaratar los bienes importados con su consiguiente efecto deflacionario sobre los precios internos. Finalmente y relacionado con el aspecto anterior, la apreciación real que acompaña a la estabilización o fijación del tipo de cambio nominal causa una reorientación del gasto hacia los bienes importados, con lo cual se drena hacia el exterior parte de las presiones de demanda sobre el sector transable.

1 El presente documento forma parte del programa de trabajo «Determinantes de la inflación en Venezuela» que se adelanta en la Gerencia de Investigaciones Económicas del BCV. 2 En muchos casos se habla de persistencia de la inflación e inercia inflacionaria indistintamente. Aquí se prefiere utilizar el término persistencia en vez de inercia debido a la ausencia de mecanismos formales de indexación que caracterizan a las economías con elevado componente inercial. Sobre este particular los autores se beneficiaron de un comentario de Guillermo Calvo. Igualmente se agradecen las sugerencias de Albert Marcet. En todo caso los autores son los únicos responsables del contenido del trabajo.

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Sin embargo, conceptualmente no es obvio que la fijación del tipo de cambio per se induzca mayor disciplina fiscal que cualquier otro arreglo cambiario, y la evidencia empírica reportada por Tornell y Velasco (1994) no es concluyente al respecto. En realidad, un régimen de tipo de cambio fijo propende a una mayor disciplina financiera cuando las autoridades fiscales son suficientemente pacientes, de manera que la tasa de preferencia por el tiempo utilizada para descontar los costos inflacionarios futuros de la indisciplina fiscal hoy, es muy elevada. En otras palabras, la fijación del tipo de cambio encubre los costos inflacionarios del futuro y la falta de equilibrio de la gestión pública se expresaría más bien en una disminución de las reservas internacionales. En el intento de estabilizar la economía, Venezuela ha ensayado una diversidad de planes de ajustes macroeconómicos, gran parte de ellos basados en el anclaje del tipo de cambio nominal. Así, en 1979 para enfrentar las presiones inflacionarias originadas en el boom de gasto de 1974-76, se define una política de liberación de precios, contención de la demanda agregada a través de una reducción del gasto, liberalización y reducción arancelaria y mantenimiento del régimen de tipo de cambio fijo. Después de un salto en 1979 y 1980 (12,3 por ciento y 21,3 por ciento, respectivamente), la inflación muestra una tendencia de descenso gradual, aunque sin alcanzar los niveles promedios de la primera mitad de la década de los setenta. En 1984 se avanza en un programa de ajuste relativamente tenue, encaminado a reducir el déficit fiscal, mejorar la competitividad externa y mitigar los efectos de la devaluación sobre la inflación al abandonarse el sistema de cambios fijos en febrero de 1983 y adoptarse ulteriormente un control de cambios. La tasa de cambio para las principales transacciones de la economía se mantuvo controlada administrativamente, sugiriendo que el tipo de cambio continuaba siendo el ancla nominal de la economía. No obstante la corrección fiscal instrumentada, la inflación se aceleró en 1984 resultado de la devaluación de la tasa de cambio preferencial para posteriormente mostrar una clara tendencia hacia el alza una vez que la política fiscal retomó su rumbo expansivo. La acumulación de desequilibrios macroeconómicos, causados en parte por la aplicación del control de cambios, condujo en 1989 a la puesta en marcha de un severo plan de ajuste con el apoyo del FMI. Liberación de precios, reducción del gasto público, desmontaje y simplificación de la estructura arancelaria y paraarancelaria, liberalización financiera y una política cambiaria de flotación manejada del tipo de cambio, formaron parte del paquete de medidas que se puso en marcha con el objeto de conferirle viabilidad al sector externo y sentar las bases para un crecimiento no inflacionario. Este programa significó, por primera vez, la renuncia al ancla cambiaria como instrumento para estabilizar los precios. Después de un pronunciado aumento de la inflación en 1989 (84,5 por ciento), ésta

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comenzó a declinar muy lentamente para situarse durante 1990-1992 en el entorno del 30 por ciento, a pesar que los fundamentos de la economía estaban alineados. Esta evolución de la inflación expresaba muy claramente las tendencias inerciales que se venían acumulando en la economía venezolana, las cuales se acentuaron a raíz de la ruptura del esquema de cambio fijo en 1983. Estas tendencias se reforzaron después de octubre de 1992 cuando la política cambiaria privilegió el sostenimiento del tipo de cambio real mediante un régimen de minidevaluaciones del tipo de cambio nominal con base en la inflación pasada. La definición de una nueva política económica en abril de 1996 condujo a la instrumentación de un sistema de bandas cambiarias en julio de 1996, luego de aproximadamente dos meses de flotación administrada del tipo de cambio. Bajo el esquema de fluctuación entre bandas, el papel asignado al tipo de cambio fue el de fungir de nuevo como ancla nominal de los precios. A juzgar por las cifras de inflación y de la variabilidad del tipo durante el lapso agosto 1996-diciembre de 1997, los resultados del anclaje no han sido enteramente satisfactorios. Efectivamente, en ese período la tasa de depreciación nominal fue 6,1 por ciento en tanto que la tasa de inflación se situó en 57,6 por ciento. Más aún, a lo largo de 1997 se ha observado un ensanchamiento de la brecha entre la tasa de inflación internacional, medida por la inflación de los Estados Unidos, y la inflación doméstica. Ello revela que la inflación exhibe resistencia a bajar independientemente de la estabilidad que muestra el tipo de cambio. Identificar las causas generadoras de esa persistencia inflacionaria es importante para el diseño de la política económica, toda vez que permite seleccionar apropiadamente los instrumentos a ser aplicados. Así, cuando el componente inercial es debido a la existencia de cláusulas que contemplan la indexación salarial basada en la inflación pasada, la política debe orientarse a desmantelar tales mecanismos de indexación y basar las negociaciones salariales en la inflación esperada, con lo cual se rompe el vínculo que perpetúa la inflación. Esto constituyó el primer paso de los planes antiinflacionistas de algunos países con inflaciones crónicas que condujeron a esas economías a adoptar esquemas de indexación generalizados para evitar cambios abruptos en los precios relativos. Cuando la inercia de la inflación se asocia al comportamiento del tipo de cambio, como suele suceder en un régimen de minidevaluaciones o cuando los precios domésticos están atados fuertemente a una moneda de reserva, la prescripción de política consiste en fijar el tipo de cambio para quebrar las expectativas devaluacionistas y devolverle a la economía el referente necesario para la fijación de los precios internos. Obviamente que ello es posible solamente en un contexto de consolidación fiscal.

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Una fuente menos explorada y más compleja de persistencia inflacionaria está relacionada con la falta de credibilidad en la política económica. Al anunciarse una política de estabilización en un contexto de baja credibilidad, los agentes económicos actúan como si las autoridades fuesen a incumplir con la política acordada y, en consecuencia, anticiparán gasto para deshacerse de los saldos monetarios y de esa forma evitar el impuesto inflacionario. Como resultado, la inflación persistirá no obstante el anuncio de estabilizar. La ausencia de credibilidad y su efecto sobre la persistencia inflacionista ha tenido tres posibles interpretaciones (Fontes y Silva, 1994 y Ágenor y Taylor, 1992). La primera considera la credibilidad en la política misma. Ello se refiere a la consistencia del anuncio y, básicamente, guarda relación con el necesario respeto a los equilibrios macroeconómicos. En segundo término está la credibilidad en los encargados de formular y ejecutar la política económica, lo cual está directamente asociado a la reputación antiinflacionaria de las autoridades económicas. Finalmente, la credibilidad en la capacidad política de supervivencia de los gobiernos para adelantar programas de ajustes basados en políticas fiscal y monetaria estrictas. Este aspecto ha merecido la atención en recientes investigaciones donde se estudia el vínculo entre déficit fiscal y fortaleza institucional (Alesina y Perotti, 1995). Entre los elementos que influyen en la falta de credibilidad en la política económica resaltan dos: la inconsistencia temporal y la asimetría de la información. El primero se refiere a la práctica, sistemáticamente observada, de anunciar una política que en un momento t es óptima y después en t+s renegar de ella, y asumir otra política óptima. Esto tiende a ser más frecuente en aquellas situaciones donde las autoridades tienen objetivos económicos que pueden resultar contradictorios. Por ejemplo, si el programa de ajuste crea recesión por períodos prolongados o si la preocupación de las autoridades es el crecimiento económico y la preservación del nivel de empleo, éstas estarán tentadas a producir una sorpresa inflacionaria para aumentar el nivel de actividad económica. Lo segundo, la asimetría de la información, tiene que ver con la calidad de la información que poseen los responsables de la política y el resto de los agentes económicos. Esa asimetría se observa cuando los agentes privados no tienen certeza sobre el alcance y la determinación del esfuerzo estabilizador del gobierno. En estas circunstancias los agentes anticiparán el gasto ante la incertidumbre que generan tanto el resultado de aplicar una determinada política como por el desconocimiento de la política aplicada. Adicionalmente, existe el problema para los agentes económicos de creer o no creer en el anuncio hecho, particularmente, cuando se han intentado planes en el pasado que al final resultaron en disminuciones del salario real. La interrogante "¿por qué

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creer en esta oportunidad?" expresa la información diferencial que pueden tener, por un lado, los diseñadores de la política y, por el otro, los agentes económicos. Este estudio intenta precisar la relación entre credibilidad de la política económica y persistencia de la inflación en Venezuela, con el objeto de ayudar en el diseño de una política antiinflacionaria que disminuya los costos del ajuste. La hipótesis principal de este trabajo es que la persistencia de la inflación en Venezuela es atribuible a la baja credibilidad para sostener el arreglo cambiario anunciado. Cuando los agentes anticipan que la tasa de cambio va a experimentar una modificación, incrementan su nivel de gasto para protegerse del aumento de precio que suele acompañar a los cambios en la paridad cambiaria y como resultado de ello la inflación tiende a perpetuarse. La experiencia venezolana reciente es abundante en lo relativo a cambios frecuentes y abruptos de los esquemas cambiarios y sus consiguientes incidencias sobre la persistencia de la inflación. Esos cambios han llevado a que los agentes económicos tiendan a ser cautelosos sobre la permanencia de la política anunciada. Esto es lo que se podría deducir después de revisar los reiterados experimentos de política cambiaria que siguieron al abandono del sistema de cambios fijos en febrero de 1983. Situaciones aparentemente puntuales como las de 1990-92 o la de 1996-97, en las cuales a pesar de que los fundamentos de la economía parecían estar en línea, se registraron tasas de inflación considerablemente más elevadas que las internacionales y con fuerte resistencia a disminuir, son expresión del grado de incertidumbre de los agentes ante arreglos cambiarios que estiman como transitorios. En este documento se exponen algunos aspectos sobre la naturaleza del fenómeno de la persistencia de la inflación, así como su gestación en Venezuela y los resultados de las estimaciones econométricas. En la primera parte se avanza una explicación de la persistencia de la inflación y se exploran sus posibles causas. En la segunda se da cuenta de las técnicas a ser utilizadas en el trabajo, en la tercera parte se analizan los resultados de las estimaciones, para finalmente, en la cuarta parte, relatar las conclusiones de la investigación.

I. Persistencia de la inflación: definiciones y causas Existen varias definiciones de inflación inercial o persistencia inflacionaria. Cada una de ellas enfatiza el hecho de que los precios son renuentes a la baja, independientemente de la situación macroeconómica. Según Parot (1993) existe persistencia inflacionaria cuando la inflación de un período está fuertemente influida por la de períodos anteriores, lo cual implica

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que la inflación tiende a perpetuarse. Taylor (1991) argumenta que si la inflación inercial ocurre, el salario real se ajustará plenamente para permitir que los trabajadores mantengan un salario real objetivo, cuando la inflación se acelera. Para Kiguel y Liviatan (1990) la persistencia está asociada a los casos donde la inflación parece tener vida propia. Novaes (1993) asocia la inflación inercial con aquellas situaciones en las cuales la variación de los precios no responde a la brecha del producto. Tratando de identificar las razones del surgimiento del proceso de inflación inercial, Arida y Lara Resende (1985) argumentan que la inflación se hace inercial cuando hay contratos que contienen cláusulas de indexación que intentan mantener el valor real de los contratos durante determinados períodos. Dado que los acuerdos salariales usualmente se encaminan a proteger las remuneraciones reales, es frecuente asociar la persistencia de la inflación con la existencia de acuerdos que permiten reajustes salariales basados en la inflación de períodos anteriores. Similarmente, para el caso de Brasil, Novaes (1993) discute que los arreglos salariales que institucionalmente establecían la indexación con base en la inflación desfasada (backward looking indexation), contribuyen a explicar la persistencia de la inflación en ese país. Una forma sencilla de expresar lo anteriormente expuesto es acudiendo a una ecuación de mark-up sobre los costos domésticos y externos: (1) donde P son los precios, W los salarios nominales y e el tipo de cambio nominal. El punto sobre la variable denota la variación en el tiempo, dx/dt. Suponiendo que los salarios se fijan con base en la inflación pasada, tenemos que: (2) Sustituyendo (2) en (1) se obtiene una expresión que da cuenta de los componentes del proceso inflacionario: (3) ó (3') Así, los precios varían según su comportamiento en el pasado inmediato y de acuerdo a la evolución del tipo de cambio nominal. Aun si el tipo de cambio es

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fijo, el crecimiento de los precios persistirá, lo cual tiende a comprometer el equilibrio externo y la viabilidad del esquema cambiario mismo. El parámetro aC (=b) define el grado de persistencia de la inflación. En el caso extremo en que b > 1, la ecuación diferencial (3') divergirá en el tiempo, reflejando una permanente aceleración de la inflación.3 En la medida en que la indexación salarial tiende a ser completa (C = 1) rige la ecuación (3) y los precios crecerán conforme a las ponderaciones de los salarios y el tipo de cambio en los precios internos. Contrariamente, si no existe indexación basada en la inflación pasada, (C=0), todo el crecimiento de los precios será atribuible a las fluctuaciones del tipo de cambio. De esta forma, el parámetro b será mayor en la medida en que la indexación sea más elevada. Es decir, la inflación es más persistente cuando los salarios están más indexados. De acuerdo a (3'), si los salarios muestran un bajo nivel de indexación, la fijación del tipo de cambio es una política antiinflacionaria razonable. Sin embargo, la introducción en el modelo de un arreglo donde el tipo de cambio se ajusta conforme a una regla de diferencial de inflación, arroja resultados diferentes, una vez normalizados a la unidad los precios externos: (4) Luego, combinando (4), (2) y (1) se obtiene: (5) Con base en este resultado puede afirmarse que si la política macroeconómica contempla una indexación completa de los salarios y el tipo de cambio en la misma magnitud que la inflación pasada (C =f= 1), los precios crecerán conforme a la variación de los precios en el período anterior. Adicionalmente, cuando las tasas de ajuste de los salarios y el tipo de cambio son iguales, pero sin plena indexación, de acuerdo con (5) los precios variarán según la tasa de deslizamiento del tipo de cambio, f. El gran inconveniente con esta forma de modelar la persistencia de la inflación lo representa el hecho que tanto las variaciones de los salarios como las del tipo de cambio han sido muy inferiores al incremento de los precios, lo cual se verifica con la fuerte disminución de los salarios reales y la apreciación real promedio del tipo de cambio durante el período bajo estudio.

3

La solución analítica de (3') presenta un grado de complejidad importante, debido a la presencia de Pt-1. Para que (3') converja debe cumplirse que -1,b

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