con voz propia www.convozpropiaenlared.blogspot.com Pies, ¿para qué os quiero si tengo alas para volar? Frida Kah Kahlo
revista literaria de edición mensual y distribución gratuita
nº 29 - abril 2009 Edición y dirección: Analía Pascaner Suscripción y colaboraciones:
[email protected] San Fernando del Valle de Catamarca Catamarca – Argentina
Y yo soy un fanático de la razón humana (…) aunque me doy cuenta todos los días de adónde nos ha llevado el uso que estamos haciendo de la razón. Ahora, lo que pienso es que ninguna razón puede sustentarse si no parte, si no arranca de un principio: el respeto del otro. Y eso lo tengo clarísimo. Y hay algo que es fruto de la razón, que es la ética, pero si la razón no sirve a la ética, se convierte en un arma destructiva. Creo que, de entrada, tenemos un problema ético: el problema de la ética en la existencia. Desde luego que a muchas personas les da risa hablar hoy de ética. Pero yo creo que hay que volver a ella. Y no a la ética represiva. No tiene nada que ver con la moral utilitaria, práctica, la moral como instrumento de dominio. No. Es algo más serio que eso: el respeto por el otro. Y eso es una postura ética, y fuera de eso yo no creo que tengamos alguna salvación. José Saramago
Dime que era verdad Dime que era verdad aquel sendero que se perdía entre la paz de un prado; aquel otero puro que he mirado yo tantas veces con candor primero. Dime que era verdad aquel lucero que se incendia casi a nuestro lado. Di que es verdad que vale un mundo amado y un cuerpo roto en un vivir sincero. Di que es verdad que vale haber sufrido y haber estado entre la mar sombría; que vale haber luchado, haber perdido. Haber vencido a la melancolía, haber estado en el dolor, dormido, sin despertar, cuando llegaba el día. Carlos Bousoño - Boal, Asturias (España), 1923
Jardín de canal He tenido que llegar a edad avanzada para aprender a amar el silencio. Conmueve a veces más que la música. En el silencio aparecen señales emocionadas y en las encrucijadas de la memoria detectas nombres que el tiempo pretendía ahogar. Por la noche, en las copas de los árboles, puedo oír hasta el corazón de los pájaros. Y al caer el día, una vez, en el cementerio, oír de lo hondo de una tumba el crujir de un ataúd. Jaroslav Seifert - República Checa, 1901-1986 Traducción: Clara Janés Tomado de: Aera - Revista de Poesía
El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio. Italo Calvino
Andrés Bohoslavsky Desde algún lugar del mar Milena a Milena y sus ojos Cuando cruzo la puerta del infierno pienso en los ojos silenciosos de Milena y en su dulce abrazo que retiene mi cuerpo frágil devorado por la boca del abismo y en la eterna caída hacia el fondo sus ojos no dejan de mirarme pero esta vez, no callan se acercan y me dicen que no caiga que el sueño de caer no es mío sino de otro. Milena este poema es para vos para tus ojos tan callados. De El pianista del Black Cat y otros poemas
Jaulas II Hicimos un cambio por una semana fui a su casa y él vino a la pensión desayuné café con tostadas y dulces almorcé y cené manjares me vestí con trajes italianos perfumes de Kenzo tenía una American Express fui a las librerías compré libros y CD´s a la noche iba a lugares caros a tomar lo que me gusta el chofer me esperaba y me subía al Jaguar llevé a mi familia al Topkapi y a mamá le llené la heladera le puse mayordomo, ama de llaves, un chef, dos enfermeras rusas, una ucraniana dos mucamas con postgrado en Harvard un profesor de La Sorbona que hacía mandados un ingeniero para cambiar lamparitas
luego algo pasó decididamente perdí la cabeza me compré tres bancos dos consultoras internacionales una terminal portuaria en Estocolmo quinientas mil hectáreas en el sur también compré las empresas donde había trabajado y se las regalé a mis amigos después compre el pueblo le pagué mil dólares a cada habitante y una beca para que estudien música, poesía, pintura cualquier cosa menos religión ese fue el problema el padre de mi amigo era obispo entonces me embargó todo y volví a la pensión. Por las noches voy a la iglesia por favor, que no se entere una monja me pasa comida en el confesionario.
Casa 19 Desde el 73 que lo pienso todas las noches, un instante hacia allá viajan mis pensamientos nocturnos incendiarios llenos de luz naranja llego a este día, pleno de paz correr hasta la esquina podés entender que estoy apurado tengo que llegar antes que el poema verle la cara al tipo que nos desalojó y decirle que pena espero que tenga un lugar donde pasar la noche. Los dos últimos poemas pertenecen al libro Casi un asesino y otros poemas
Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento. Viktor Frankl
D.R.Mourelle Buenos Aires (Argentina) De una pose hasta una pose y de vuelta a casa
-Lo que pasa es que vos no sólo no tenés la más mínima conciencia social, sino que tampoco tenés piedad -dicho lo cual, se dio media vuelta de una manera que sonó como un portazo dado en el aire. Mientras lo miraba irse, pensé en la suerte que tenía ese muchacho: una vida sin problemas en lo inmediato, sin ningún apremio familiar, ni de salud ni por accidentes ni por culpa de la maldad; tanto que le permitía hablar y escribir para condenar las injusticias y los crímenes que ocurrían al otro lado del mundo, y a quienes no levantaban su voz para imitarlo. No obstante y por algún motivo que permanecía oculto para mí, no lograba envidiarlo; era una sensación visceral. Supongo que las tripas saben algo que yo no, recuerdo que pensé. Y me fui para el hospital a ver cómo andaba la Sofi.
Breve historia de la navegación Vieron que la madera flotaba. Y les pareció lógico construir con ella sus barcos. Y así lo hicieron hasta que Arquímedes hizo flotar el hierro. No obstante. Unos cuantos barcos se hundieron. Tanto hechos de hierro como de madera. Leo e investigo. Y vuelvo a leer sobre el tema. Pero no he conseguido. Aún. Saber de cuál de esos materiales está hecho tu amor.
Aunque hoy no sea Sentado en el banco de madera observo. La bici. El tobogán que hizo Adolfo. El monopatín. El cantero del costado con las plantas que otra vez se están saliendo de madre. El mueble esquinero sobre los caballetes y su vitrina siempre sucia. Los dos autos que desde hace tiempo no se usan. La manguera mal enroscada hacia el final de la tierra. Las piedras repartidas sin orden. El enano lavado por las lluvias que hace como si no supiera de mí. Las vainas que el único árbol arroja cada tanto (un árbol cuyo nombre alguna vez supe y ya no). La sillita en tonos de rosa y decorada con florcitas y perdida de su mesa. El otro banco tan distinto de éste y sin respaldo. Las dos macetas inmensas y vacías. Los cuatro faroles ganados por el óxido y uno solo capaz de encenderse. Aunque hoy no sea el día. Observo casi con voracidad. Para ver si descubro ese detalle entre la novedad y la ruina. Ese detalle que hace del valor lo que la polilla de un abrigo viejo.
El cuadro en la pared Llora un dios y llora otro dios y llora otro más y las mujeres del barrio apuradas juntan el agua en un tacho y la sal en otro y dan gracias por el amor y bailan una sonrisa que los dioses levantan y usan para separar la tarde y la noche. Textos tomados del sitio web del escritor: http://figuscuad.blogspot.com
Nada grande en el mundo se hizo sin pasión. Georg Hegel
Víctor Hugo Tissera Santa Fe (Argentina) Mi homenaje con estos dos poemas de tu libro Detrás de la mirada (junio 2005) y mis deseos que descanses en paz, querido amigo. Analía Pascaner
Transición VIDA, hazme un favor. No te arranques de mí, no me abandones donde abrevan las sombras el líquido venal de lo inexplicable. Déjame seguir un poco más en este peregrinar que a veces duele, y otras, es un cielo de increíble ascensión. Concédeme el milagro de tus horas con los soles en la acodadura del viento, para recoger la tempestad o la brisa realidad de tu tiempo. Deja que la piel se me racime en el rostro anquilosado del invierno, y que mis manos escarpadas de siglos escriban sobre la transición del hombre humanizado. Sólo entonces VIDA, llévame a volar junto a los pájaros de la noche, después que haya dejado emancipado el último poema de amor, para mi pueblo amado.
Amo Amo todo lo que tengo que no es poco. Amo el amor porque el amor es todo. Amo a los que amé y no me amaron. Amo lo que perdí y ya es pasado. Amo la plenitud de los que aman. Amo la sencillez de la palabra, y el silencio vitral de la mirada. Amo la vida porque ella es canto. Amo la noche con su ataúd de plata, y amo la muerte, porque ha de llegar y es mía.
Demasiadas obras concluyen mucho después del final. Igor Stravinski
Elena Caricati Pennella
Buenos Aires (Argentina), 1935-2009 Y no quise ver más Me saqué lentamente los zapatos me hundí en el barro, los cabellos se fueron cubriendo con la hierba, llegué profundo, a las raíces, es desde abajo la mirada oscura… Volvían los carritos con trapos desteñidos, un anciano y su nieto empujaban cansados, en la basura sórdida caminaban los jóvenes, recogían cartones, parecían vencidos. La noche en las taperas iluminó faroles, despacio, las entrañas se empapaban en vino, gemían las guitarras, en la penumbra rancia y en un abrazo hastiado, se concebía un niño que nacerá mendigo. Y no quise ver más, en la tierra morena se quedaron mis ojos, eran ruegos dispersos, vergüenzas que brotaban. Como aquel que se ha muerto y vuelve, caminé, en las cuencas abiertas una lágrima verde empezaba a crecer. Poema ganador del 1º Premio de la Sociedad de Escritores de Avellaneda (1997) y que diera título al libro Y no quise ver más, publicado en 2003 Texto enviado por Blas O. Pennella
La tristeza es un don del cielo, el pesimismo es una enfermedad del espíritu. Amado Nervo
Analía Pascaner Catamarca (Argentina) Un soplo de luz Para KB, en mi alma La supremacía del leopardo la sorprendió sobre una de las ramas bajas del roble. Sus ojos verdes destilaban odio y sus gruñidos abundaban en reproches. De un zarpazo la derribó y jugueteó con ella, arrancó algunas de sus plumas y prosiguió ultrajándola. Sus punzantes garras se ahondaron una y otra vez en su corazón. La calandria se derrumbó y sangró. La arrogancia del leopardo la destrozó y desparramó esos pedazos a su alrededor sin compasión. Luego colocó su pata encima del menudo pecho blanquecino, clavando todas sus dagas en aquél que suponía su oponente. Y cuando creyó acabada su tarea, el felino se marchó arrojándole sus propias culpas y miserias. La calandria permaneció unos instantes en el suelo y, con extremada suavidad y admirable compostura, desplegó sus maltratadas alas mientras ocurría la transformación. Una mujer de mediana edad recogía los trozos de su integridad, esparcidos por doquier. Una mujer que en esa contienda inútil llorara aunque ni una sola lágrima brotara de sus ojos, y gritara aunque ni un solo sonido traspasara sus labios. Un profundo dolor abatía su alma. Se inclinó y descansó todo el peso de su maltrecho cuerpo sobre
sus manos temblorosas, aferradas al borde de una mesa como a la vida misma. En ese momento, profusos lagrimones empaparon su rostro impidiéndole poseer una clara visión, sin embargo logró distinguir una luminosa figura. La contempló con cuidado: apenas sobrepasaba la altura de la mesa, la mirada reluciente clavada en sus propios ojos. Las lágrimas comenzaron a diluirse mientras apreciaba su cabello brillante, sus pupilas renegridas, sus pestañas imperceptibles, su menuda nariz, sus mejillas rozagantes, sus labios húmedos, su cuello redorgete, su ropa impecable, su frágil cuerpecito, sus manitos apoyadas sobre la mesa. La imagen, borrosa hacía apenas segundos, adquirió absoluta nitidez. La luz emanada de ese pequeño ser colmaba la habitación. La mujer soltó sus manos de la mesa sin apartar su mirada de los ojos de la niña. Procuró y consiguió mantener su entereza física y anímica y se arrodilló para estar frente a esa criatura que la observaba atentamente. La tomó entre sus brazos, la alzó y le pidió un abrazo de ésos que sólo ellas dos saben darse. Los brazos de la mujer rodearon por completo esa espalda pequeña y la estrechó con la fuerza del cariño, con el poder de la comprensión, con la urgencia de recibir su ternura. La mejilla de la pequeña junto a la suya, las suaves manitos reposando en su nuca, la respiración inocente y agitada tranquilizándola poco a poco. Esos dos corazones palpitaban a un mismo ritmo de entendimiento y amor, un ritmo de necesidad mutua de detener todos los relojes y permanecer unidas para siempre. Se abrazaron durante un tiempo infinito, placentero, cálido, dulce. La mujer se agachó lentamente, depositó con delicadeza a la niña sobre el suelo y volviendo a esos ojitos curiosos y brillantes, expresó con voz tranquila: -Todo está bien, mi amor, creeme que todo está bien, ¿si? La pequeña asintió mientras su mirada se hundía en el alma malherida de la mujer, y ésta continuó hablando: -Ahora andá, te esperan para salir de paseo. Todo va a estar bien. Siempre todo estará bien. El beso espontáneo reconfortó a la mujer de rostro salado y ojos melancólicos. Le dio una palmadita en la cola para animarla a marcharse y se incorporó. Sus ojos se humedecieron cuando la pequeña se dio vuelta, ya cerca de la puerta, y le regaló una sonrisa repleta de redondos dientes de leche, balbuceando un saludo. La mujer guardó esa sonrisa en su corazón y comprobó que jamás habría situación o persona alguna que pudieran destruir la conexión que la unía a ese imponente y poderoso ser. Finalmente, el canto de la calandria resonó triunfal.
Perseverar en el cumplimiento del deber y guardar silencio es la mejor respuesta a la calumnia. George Washington
Graciela Wencelblat Buenos Aires (Argentina) Ausencia Manos buscando a tientas ese cuerpo. Implacable presencia del desierto. Y la boca puro llanto.
Lo que no volverá
Me encendías en la sombra de las plazas enhebrábamos latidos para seguir el viaje. Eran de cereza nuestros besos anhelábamos el alba para detenernos junto al café ese olor que existía como música. Añoro esos espacios la brisa en el columpio de tu abrazo. ¿La comprensión de lo inasible? Lo que no volverá. Los dos poemas anteriores son inéditos
* * * Para que no se mojen los gestos, retira el dolor con la yema de los dedos. Conspira con las palabras e insiste en trenzar rejas de flores. Amanecer con caricias de aromas.
Los que están siempre de vuelta de todo son los que nunca han ido a ninguna parte. Antonio Machado
Gustavo Córdoba Catamarca (Argentina) Oda a Emegidio Perea El hombre, al parecer, no era tan viejo, al menos por adentro; sin embargo los años le caminaban por afuera en el rostro y en las manos arrugadas por el trajín diario, ritual antiguo de cosecha y viento… Su corazón de trigo era de todos y para todos, y lo daba a comer a todos todo el tiempo. El hombre, era así, la ternura le crecía como el agua vertiente de su cerro; era recio por fuera y puro pan, por dentro…
El hombre, era así; Emegidio Perea, era su nombre y nativo de El Puesto y la Romelia, su mujer, guardadora eterna de su sombra, su guitarra y su verso. Ahora, de buen seguro, allá en el Cielo, su copla de albahaca enharinada en su garganta vendrá desde el recuerdo para gritarnos: ¡soy Emegidio Perea! nací en El Puesto y vuelvo en carnaval con las vidalas guardadas en el pecho para cantarlas, todas juntas, ¡esta noche, de nuevo! El hombre era así, Emegidio Perea se llamaba, y nativo de El Puesto…
Oda para mi ausencia Me iré, de buen seguro cuando el tiempo del agua, y florezcan rosales los días de mi tarde; me iré llevando a cuestas tu nombre a flor de labios y ha de oler a ternura la seda de tu mano… Solo será un recuerdo el calor de tu abrazo, y la sal de tu lágrima y tu párpado herido y algún remordimiento mojando mi cansancio. Me iré, cuando la noche despunte madrugadas, con tu nombre pequeño en mi mano guardado, con tu voz, tu recuerdo, padrenuestro para el último viaje, con tu adiós de distancia caminando mis calles… ................... Me iré, de buen seguro cuando el tiempo del agua, ¡y florezcan rosales, los días de mi tarde!
El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer. Mariano José de Larra
Rolando Revagliatti Buenos Aires (Argentina) Noche de las cosas, mitad del mundo Vendrán días de turbulencia refugiada en mis álbumes fotográficos y en esas otras cosas que prosiguen en las avenidas Vendrán días de itinerarios pergeñados por mis amigos en postas donde corrigen sus más arduos secretos hasta trocarlos en ventiladas emergencias Vendrán días de preguntones profesionales imantados por mi crudeza los que conmigo subirán desaprovechándome interminables escaleras atestándome con la especie de miel de sus obviedades y sólo para perdurar a través de los micrófonos empalagados y en sus filmaciones Vendrán días de enfermarse en alta mar líricamente o en una prosa chicha sitiados por la redundancia de los siguientes días que vendrán.
Hopper En las noches se han refugiado Dentro de las mañanas de domingo que caben en este libro un pintor y su aldea.
Poemas joviales Por lo que me aman todas tanto a mí he sufrido de jovencito por aturullado sin respetar mis tiempos de goce estético y aunque no incurrí en adocenamiento y venta de fiambre al público
el alma se me percudía Ahora sé lo qué hacer con las que me aman tanto las tengo a raya, las persuado transformándolas en más y más versos a veces, con rima Por lo que me aman todas tanto a mí es por la concepción Y el goce.
Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección. William James
Julio R. Hernández Ituzaingó, provincia de Buenos Aires (Argentina) Espera Un café. El último café. ¿Será el último? Quizá… No, que quizás. Vamos, con fe, con confianza. Seguro va a venir. Caminando despacito, como siempre, con una gran sonrisa. Se va a sentar y al mirarme, va a contestar a mi eterna pregunta, con un Chiquito… como siempre me dice, y a continuación las palabras que yo tanto espero; para después entregarme todo, tal como lo he soñado, casi a escondidas, con ese permanente temor, con tímido desenfado, observando como gozo el momento. Qué estúpido, ya estoy navegando como si fuera Internet. En realidad es el último café, otra cosa es fantasía, un estado de deseo con pocas posibilidades de concreción. Jamás me dijo las palabras que yo espero, ni me dio, a pesar de mi insistencia, lo que deseo. ¿Por qué va a ser distinto ahora? ¡Qué negativo! ¿Por qué no? Es mujer y caprichosa, que sé yo, en una de esas… Ella sabe cuanto ansío tenerla a mi lado, que me abrace y me mime. Sabe que yo sería su esclavo, buscaría cosas superiores, que si me respalda sería un triunfador, y con la seguridad que me daría me jugaría con todo… Pero ya lo veo, es el último café… Ahí entra, con qué seriedad viene caminando. Me pasa por esperarla, lo peor, sabiendo que es en vano. Llega a mi lado, me mira y sin sentarse, con voz aguarrentosa y desafinada dice: -La suerte te sigue esquivando Chiquito, le jugaste al borracho y salió La Niña Bonita, que vas a hacer, la suerte es una mina caprichosa. Ahora sé que es el último café… -Gallego, ¿lo anotás? Mañana te lo pago.
Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda. Martin Luther King
Gabriel Velozo Partido de la Costa, provincia de Buenos Aires (Argentina) Tu sos temido El unicato monosílabo no es soledad de primera persona mucho menos racionalidad… Millones de moléculas propias nunca se aburren, suspiros apareados existen en toda mi galaxia. Lo que nadie sabe en todo caso es que mi adn está clasificado dodecafónicamente. Para el que no entiende eso lo aclaro: mi ser tiene jerarquía musical y yo soy el director de la orquesta..... Eso sí no me pidan muchos bises mi partitura imperfecta desafina en otoño y lo peor me hace ególatra aquello que, ni la sordera pudo acallar.
Libertad Han encapsulado la furia roja, han aislado el retroceso, han resetiado el movimiento han puesto el sol al medio día, han aconsejado traición dulce, han merecido el ocaso añejo, han inoculado el virus el virus del deseo....
Epílogo El que amanece soy yo; ahogado en emoción como héroe creado en la remington y fusilado por ella…
Es difícil hacer a un hombre miserable mientras sienta que es digno de sí mismo. Abraham Lincoln
Carlos Ernesto García Santa Tecla (El Salvador) Yo no tengo casa La mitad de lo que amaba ya no está conmigo Unos (casi todos) se han quedado Otros simplemente partieron Mi hermano urgentemente me escribe de México: La casa se derrumba hay que venderla y pienso: ¿es qué aún tenemos casa? Mi padre se quedó sin comprarse aquella camisa o aquel pantalón que tanto le gustaba sin ir al cine los domingos sin viajar al país con el que tanto soñó y se conformó con visitar un parque en donde mirarle el rostro al caballo y al general que lo montaba en una estatua Todo por comprarnos una casa Una pequeña y modesta casa donde vivir y a la que hoy solamente se le ocurre derrumbarse Por mí que se derrumbe si quiere Si la mitad de lo que amaba ya no está conmigo si los niños no se amelcochan frente a la ventana y si a mi hermana se le quebró la sonrisa frente al espejo aquella terrible noche de junio antes de la tormenta y el canto del gallo si el llanto metálico de un niño no me provoca una tremenda ternura que haga nacer una canción de amor entre mis manos por mí que se derrumbe; y que vuelvan a construir un día si quieren pero será sobre cenizas Mi voz no vibrará más en sus paredes Tus cartas de amor Mariana no llegarán con su olor a perfume hasta mis manos Al caer la Navidad estaré siempre lejos y solitarias habitaciones poblarán la casa que según cuenta mi hermano en su carta: ya perdió sus primeros cristales Está bien que se derrumbe si quiere si es así olvidarla será mi venganza porque yo hace tiempo mucho tiempo que no tengo casa.
Ciudad de hierro Ahora sé que eres vulnerable. Que pueden tocar tu corazón y derrumbarte. Sé que no sólo es abatible el verde en la montaña el árbol en la sierra. Sino también tú ciudad de hierro donde apenas sí germinan las hojas de la hierba. Este último texto pertenece al poemario Parte de guerra
Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza. Alfred Tennyson
Horacio Laitano Pergamino, provincia de Buenos Aires (Argentina) El Vigésimo Primero Designado el Vigésimo Primero, se abocó a ordenar su portafolio. A las nueve menos cuarto sería la penúltima entrevista. Un jefe encargado del ingreso se ocuparía de evaluarlo: la forma de tomar la lapicera o el timbre de voz que se exigía para atender las llamadas importantes. No obstante sus temores, él pensaba que esta vez lo aceptarían. Aún recordaba los consejos de su padre y todo lo aprendido en los cursos anteriores. Cuando escuchó que lo llamaban, una rara sensación se coló por sus oídos. Su apellido sonaba diferente. De tanto escucharlo en otras entrevistas, parecía una palabra apolillada. Una suma de letras sin sentido que apenas lograba convocarlo. Al oírlo nuevamente, una duda feroz atenazó su cuerpo. Sin saber hacia dónde dirigirse, giró sobre sus pies hasta perderse.
El mayor de los hermanos El mayor de los hermanos siempre lucubraba. Disponía regímenes y dietas, a los cuales se ataban sus parientes. Ordenaba con cuidado los títulos y acciones, en los que luego sus padres invertían. Cuando la bolsa de valores vibraba de contenta, la familia entera se reunía. El mayor de los hermanos presidía los encuentros. Mojaba en el tintero la pluma de los días y armaba silencioso su propio calendario. Semanas inquietantes cubiertas de papeles y meses enroscados en su oscuro maletín. Una forma pertinaz de darle a cada cosa el sello personal de sus hermanos.
Lamento de Azucena Lamento estar tan sola – murmuró Azucena… Y sin hacerse esperar se desgranó en el aire. Sus brazos recorrieron la distancia que luego la separó del
cuerpo. Sus piernas se agitaron por un rato hasta apagarse con el viento. Una figura lívida y acuosa ocupó el espacio de su ausencia. Al cabo de unas horas, su voz atravesó la sonrisa de todos los presentes y se alejó riendo.
Sopa de hortalizas Cuando cuento historias truculentas las ancianas se horrorizan. Se cubren los oídos con sus manos y corren a través de los pasillos. Del otro lado de la casa, mi madre las aguarda con paciencia. A medida que sus cuerpos se desplazan, prepara silenciosa su sopa de hortalizas. Un aroma persistente se expande por la casa, aplacando las voces y los gritos.
La esperanza, no obstante sus engaños, nos sirve al menos para llevarnos al fin de la existencia por un camino agradable. François de la Rochefoucauld
Roxana Rajmilchuk Nació en Santa Fe y reside en El Bolsón, Río Negro (Argentina) Detrás del ventanal, caramelo transparente que apacigua la mirada veo gente vestida de mediodía paseando sus pausas o sus ajetreos. El clima entre frío y templado regocija al árbol de alegre iridiscencia. Una paloma camina cabizbaja en traje gris dirigiéndose al palacio de justicia donde los antiguos ascensores la esperan para llevarla hasta el juzgado de turno: uno de tantos trámites que el invierno realiza mientras, aquí en el bar, las sombrillas plegadas me hablan de un sol fenecido.
* * * En las oficinas del sueño acomodo carpetas forradas con lentejuelas.
Mi secretaria la musa atiende los llamados silbadores. Extraigo papel carbónico del lado oscuro de la luna y mi laptop es un pájaro carpintero dejando marca en los árboles. Administro la locura de dimensión ingrávida en estantes y ficheros fabricados en las nubes. Un ángel cadete hace los trámites deslizándose a pura energía eólica proveniente de las órdenes emitidas por mi voz de gerenta embrionaria. Los empleados salen a fumar silencio en un pasillo atestado de almohadas. En las oficinas del sueño se tipean cartas con letra ilegible. Sólo los abedules del ensueño contestan con señales abrillantadas.
Nuestra razón suele ruborizarse ante ciertas inclinaciones de la Naturaleza por no lograr advertir las razones profundas que la asisten. Luis Franco
Marta Julia Ravizzi Turdera, provincia de Buenos Aires (Argentina) Humo de una lámpara Nadie mira esos pasadizos que guarda la memoria hay un sueño que derrama cansancios antiguos humo de una lámpara ilumina huecos por donde pasó el tiempo. El día se estanca, no progresa como un reloj sin manecillas. El alma se acongoja llora la rabia por la pena la savia se hace espesa hasta teñirse en sangre. el olvido es un buen recurso
aunque no siempre llene los espacios y deje al descubierto recuerdos escondidos en la intemperie.
Ausencia Una silla. Con almohadones y respaldo. Vacía. Un plato hondo, donde hay sopa evaporada. Y una cuchara, totalmente inútil. Está el vaso. Es el que uso. Porque aun tiene tu aliento.
Cuervos (… En lo alto los cuervos pacientes aguardan……Brillo, ante todo brillo…) Griselda García Son pocos los momentos de triunfo. Uno quiere estirarlos, hacerlos interminables. Allá, después del agua, en la otra orilla, está la risa. Sobre la arena, desprolijo, el brillo ceniciento, que no se puede atrapar. En círculos, los cuervos festejan.
¡Oh amor poderoso! Que a veces hace de una bestia un hombre, y otras, de un hombre una bestia. William Shakespeare
Elsa Hufschmid Santa Fe (Argentina) De la vieja Suiza Mientras corto, prolijas, las rodajas de pan que había sobrado estos últimos días, la cocina se inunda del aroma de la manteca en la sartén. Uno a uno voy dorando los redondeles mientras, por la ventana del departamento, se desliza el anémico sol invernal.
En una ollita está hirviendo un buen vinito tinto con el azúcar de un desbordado tazón y dos preciosas y enigmáticas ramitas de canela. Disuelvo cuidadosamente tres gordas cucharadas de harina en una taza de agua y las agrego a la pócima de vino, convirtiendo todo en una inquietante jalea del color de las violetas. Acomodo los dorados pancitos en una fuente honda y les zampo la crema caliente. Primero se resisten, pero, luego, alertados del perfume y sabor del regalo, van absorbiendo, conformando un exquisito budín de pan borracho. ¡Qué rico, el postre de la Oma! -dirán mis niños, mientras guardan sus útiles escolares. Y volverán, rápido, a sus vasos de leche y al dulce trozo que los espera. Sé que por aquí cerca, un duende menudo e inquieto, de blanco rodete y ojos celestes, detendrá su andar y sonreirá feliz. Su nieta, como su madre allá en las montañas suizas, gozaba en recibir a sus pequeños con aquel dulce. Ya no recordaba como lo llamaba, el idioma natal se escapó tras la nebulosa de los años, pero el olorcito la atraía del más allá y compartía en espíritu la reunión familiar. Mientras recogía las migas, una tibia brisa olor a manzana y lavanda rozó mi cara. Chau, Oma, ya nos encontraremos, lo sé, estarás sentada en aquel sillón de mimbre leyendo, debajo del limonero. Espérame.
La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón? Proverbio chino
Rosa Lía Cuello Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe (Argentina) Alguna tarde Alguna tarde la vida traspasará los límites que la retienen se desenredará el tiempo en antiguos relojes oxidados un coro de pieles se apareará detrás de los espejos los gritos treparán gargantas cerradas buscando atajos las risas estallarán en la geometría de las mutaciones. Alguna tarde la vida absorberá los ocres de algún otoño en primavera y será la nostalgia una sombra en las catedrales del silencio.
Ese instante Ese instante que se filtró en los espejos desanda abecedarios clandestinos cuando danza en el cerebro tu voz que se diluye en los desiertos. Ese instante es un viaje sin puntos de partida
sin puntos de llegada una Odisea sin héroes sin secretos que entorpecen el lento y rutinario abismo de la nada. Ese instante es solo eso una porción mínima de tiempo que se diluye entre las manos.
Dicen que los poetas podemos hacer ciertos milagros, torcer el dolor de los otros en el espinazo del nuestro, encender la alegría con un poncho marrón de viento; dicen que frotando las palabras en un papel siempre algo sucede. Será por eso que hoy me confiaron reconstruir tu voz desde este lado, como si la vida fuera un hilo solo que nunca se corta? Carlos Kuraiem
Zulma Prina Buenos Aires (Argentina) Tartagal Tierra mía tierra grande herida milenaria sobre el ombligo de este mundo silencio agresivo cuerpos en sombra. Estalla tu vientre conjuro de muertos tu volcán encendido arroja greda sobre el cuerpo en llamas que arrase ladinos con manos voraces: hasta la carroña despierta avaricia. Ruge el Tigre su lamento viejo mientras se esconde el Cóndor allá en el eco profundo de los cerros para morir otra vez y renacer un día en alas nuevas.
El talento no ha de servir para saberlo y decirlo todo, sino para saber lo que se ha de decir de lo que se sabe. Mariano José de Larra
Jaime Icho Kozak Madrid (España) Medianoche en tus ojos Amante de plazos de la muerte, prolijamente no disimulo la verdad de los sueños ni me escandaliza: la red que rompo, la prisión que reviento en la tiranía que amé. Harto de la queja y del dulce patíbulo que cumplen tus caprichos, cuando razono contigo de un calabozo a otro, amanece. Desde la medianoche, sin otro deseo que amarte viviendo, en el tiempo de los encuentros, mis gustos y cuidados oscilan en tramas de pasión, crecen en el humo ciego. Y en tus ojos los cantos se diluyen, son recuerdos escondidos que no dejan de gozarte. Mientras mi amor, como las aves y las rocas, elocuentes y mudas, se detiene frente a la sed intacta y la sequía de tus labios. Poema inédito
Tal como lo escribimos es el mundo En otro tiempo vivimos un mundo en común sin saber, influjo y miel fueron suficientes. Pasados los eclipses remonto quimeras y la crueldad del viento destroza mi silencio. Exhumado el espíritu animal mi futuro cicatriza, circunstancial. De acuerdo al hambre.
¿Quién es sabio? Aquél que aprende de todos. ¿Quién es poderoso? Quien gobierna sus pasiones. ¿Quién es rico? Quien está satisfecho. Benjamin Franklin
Salomé Moltó Alcoy, provincia de Alicante (España) Recuerdos del ayer no tan lejanos Ingresé en el hospital por una dolencia que nunca fue aclarada; contaría, unos once años. Recuerdo vagamente aquellos días, en los que la fiebre había hecho presa en mí, estaba sola en la habitación o quizás la insistente fiebre así me lo hacía sentir. El fantasma de una posible tuberculosis se ceñía sobre las familias, el recuerdo de los miles de tuberculosos muertos en los años cuarenta pesaban sobre el ánimo de las personas de la posguerra española, una posguerra que más que larga fue interminable. Se abrió la puerta y de pronto apareció un hombre con bata blanca, de un blanco luminoso, no era la imagen de dios que las monjas me habían inculcado, pero estaba segura que dios no sería ni tan dulce, ni tan majestuoso como aquel médico que, con palabras mágicas, auscultaba mi pecho, me decía que tosiera, que sacara la lengua y apoyando su dedo sobre la parte inferior de mi ojo escudriñaba en su interior. Sus palabras me parecieron música celestial, la caricia de su mano al frotar mi frente me hizo exhalar un suspiro placentero. Dio alguna recomendación a mi madre y a la enfermera y después desapareció por la misma puerta que al cerrarse me dejó hundida en una angustiosa oscuridad. Cogí la mano de mi madre y apretándola le exhalé: “Madre quiero ser médico, cuando sea mayor”. Mi madre hizo una mueca y me aconsejó que durmiera. Días después, ya en casa insistí en mi demanda. Mi madre pensó que había vuelto a tener una subida de fiebre y al insistir me dijo: “mi preocupación es darte de comer todos los días y que no te me mueras de hambre”. El tono de su voz y las lágrimas que afloraban a sus ojos me causaron una impresión inolvidable. Un mundo de miseria, de represión, un mundo oscuro y siniestro, tan profunda y silenciosamente sentido emergía con toda su brutalidad. Tuve aun fuerzas para replicar: “Pues si no puedo ser médico por lo menos enfermera”. Me volvió a mirar pero ya no me dijo nada, en su rostro asomó la desesperación, el desencanto y todo el sufrimiento que mis pocos años no llegaban a calibrar, pero que quedaron indeleblemente impresos en mi recuerdo. Fue años después y recordando aquella profunda triste e impotente mirada que comprendí que estábamos en los años cincuenta y que el terror que emanaba del dictador desde Madrid iba destilándose en cada uno de nosotros, por la sola razón de que éramos el pueblo. Estos tristes recuerdos, tan lejanos para mí, no dejan de atormentarme, pues mi vida ha dependido de ellos inexorablemente, ya que pasamos una larga y represiva posguerra. Las “sacas” para los fusilamientos duraron hasta muy entrada la década de los cincuenta, las muertes por tuberculosis sumaron miles. Ahora viendo las imágenes de las madres iraquíes, no puedo más que comprobar que las atrocidades de las guerras, las invasiones y los expolios no tienen fin. Yo fui una víctima más de aquella incivil guerra del 36-39 y de una posguerra tan cruenta como sin duda es la que está viviendo el pueblo iraquí, tanto por el antiguo dictador como por la invasión americana. Habrá muchísimos niños que no podrán estudiar, muchos otros que morirán por enfermedades que provoca la miseria, cuando no por los atentados promovidos por la depredación y el fanatismo. Y dentro de mí no puedo más que preguntarme: ¿cuándo esta humanidad será capaz de vivir en paz y con respeto a todas las etnias? Los recursos bien distribuidos sobrarían para una vida óptima para todos.
Empieza por hacer lo necesario, luego, lo que es posible. Y de pronto, te encontrarás haciendo lo imposible. San Francisco de Asís
Javier Cabrera Islas Canarias (España) Miedo, de nuevo el miedo: todo el miedo I. Animal exhausto el miedo va ¿De dónde llegas miedo que da lástima el rictus que traes de tanto miedo? Del espanto vuelvo y entender intento por qué el hombre en sí tanta insidia amasa. Vengo del esperpento y me rebasa por qué el hombre destroza todo aquello que le es ajeno o no cuadra en su cieno. Del caos que causa en todo cuanto abrasa. ¿Y a dónde vuelves miedo que da miedo lo abatido que partes? A lo ignoto corro, a engendrarme en ser tan pavoroso que cause en el hombre el mayor tormento. Lejos de él y la miseria que instiga ansío ser. Donde la luz mitiga su presencia. Ser donde no den miedo las razones del hombre por causar la aflicción donde su mirada fija. ¿Queda acaso lugar no descubierto, frontera última, donde se logre estar a salvo del miedo que el hombre anima?
II. El miedo llega animal… Regresa el miedo de nuevo a mi cita y las tardes languidecen exhaustas: abatidas por patios y solanas bajo el peso lerdo de su ‘sorimba’. Herido animal de luz amarilla se asoma a la noche desvencijada y tras las cortinas deja espaciadas, por los rincones, noticias furtivas de antiguos miedos en todas mis dudas. De nuevo tú, miedo: cómo arrasabas convocando en ti la imagen abrupta
que agita en tu mal recuerdo la casa. ¿A qué regresas? ¿Por qué esta burla si tú sólo abrumas nuestra morada? Te tiento a solas, temeroso indago la revelación de tu regazo: abro la estancia y con medrosa voz te llamo.
Lo que hace falta es someter a las circunstancias, no someterse a ellas. Quinto Horacio Flaco
Graciela María Casartelli Unquillo, Sierras de Córdoba (Argentina) Tras los vidrios Si ya nada queda por decirte y ni tampoco, cabría que lo haga… Si no tiene sentido hablar de ti… y de mí. Tras los vidrios; hacia el ocaso… las lágrimas resbalan al vacío. Qué queda por pensar… o soñar… Lo mismo es, si ansío tu presencia, o la de nadie. Nadie, en quién podría confiar… ni amar. El plomizo cielo augura todo lo que nos sucedió. Aquello sobre lo que ya no se podrá tender ningún lazo. Sobre lo que absorta contemplaré… Contemplaré el olvido… Tu vida, mi vida… rumbos dispersos, en los tiempos del destino. Otro olvido que mis pies caminarán, sin arrepentirse. En la distancia lo podré advertir, cual cristal. (Cristal roto entre mis manos). Por mucho tiempo sufriré, extrañaré tu presencia. Seguramente pronto serás feliz otra vez, no importa lo que hoy yo sienta… Si ya nada queda por decirte y, ni tampoco, cabría que lo haga… Pero sí cabe que sepas cuánto te he amado. Sin mezquindades ni intereses; sólo entrega, que nunca pudiste confesar. Tras los vidrios; hacia el ocaso, las lágrimas resbalan al vacío…
Tras ellos, no podías ver el reflejo de la luz, que te encegueciera entre tus errores sombríos. Qué queda por pensar o soñar… Sólo un cariño inmenso, desbordado de aquel sentir, como una llama penetrante que ha fugado de la muerte. Pero quién dijera, que lo mismo es ahora, si ansío tu presencia, o la de nadie. Nadie, en quién podré confiar, ni amar… Si ya nada queda por decirte y, ni tampoco, cabría que lo haga… Si no tiene sentido hablar de ti… y de mí…
La razón se compone de verdades que hay que decir y verdades que hay que callar. Antoine de Rivarol
Carlos Esteban Cana Puerto Rico Acéfala La muerte causó la debacle. El director nunca nombró quien habría de sucederle en caso de cualquier emergencia. Y un ataque fulminante al corazón dejó a la agencia acéfala. A partir de ese momento en el registro demográfico no se emitió ningún documento más. Incluso el documento que certificaba la defunción del fenecido funcionario fue imposible tramitarla. No hubo quien firmara el acta.
La chica de la tauromaquia Se asustó de ver tanta verdad en sus ojos.
Para paliar El gobierno, para paliar la crisis económica que azotaba particularmente a la clase trabajadora, decidió aumentar de tres a seis días los sorteos de la lotería electrónica.
Top-tueni ¡Soy una perra!, le dijo. Afirmación en la que reconocía lo mal que había tratado al hombre que abandonaba. ¡Soy una perra!, se dijo cuando conducía a toda velocidad por el expreso. Por alguna razón que ella desconocía era inevitable no disimular en su rostro, durante el trayecto, una amplia sonrisa. También, esporádicamente, su mente acudía hacia una época, hacia otro hombre (aquel que la había dejado años atrás en el altar) mientras cantaba, a viva voz, el más reciente éxito en el Top 20 que se escuchaba en la radio.
Pretensión
Con los años, nadie, ni siquiera los teólogos, que esgrimieron teorías de diversos escribas interviniendo en el corpus literario, pudieron darse cuenta. Cuando decidí recoger las leyendas dispersas de nuestro pueblo, los viejos testimonios que remontaban a mitos antiquísimos, no resistí la tentación de insertarme en la valiosa antología que iba recogiendo. Por eso imaginé, magnifiqué mis andanzas y minimicé mis errores. Busqué la forma de atribuir a otros mis fracasos (en cuanto lo anterior, utilizar a Dios como comandante en jefe solucionó la situación). Y de manera un poco melodramática -tengo que confesarlo- imaginé hasta mi propia muerte. Solitario, en el umbral de una montaña. Ahora, en esta dimensión, veo los frutos de mi pretensión.
Aunque todo lo demás falle, siempre podemos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular. John Kenneth Galbraith
Encuentros 14 al 16 de mayo: V Encuentro Nacional de Narrativa - Cuento Corto - “Bialet Massé” 2009, en la localidad de Bialet Massé, Córdoba (Argentina). Convocado por “La Hora del Cuento”, con el auspicio de la Municipalidad de Bialet Massé y la adhesión de SALAC (Sociedad Argentina de Letras Artes y Ciencias).
[email protected] 14 al 17 de mayo: IV Encuentro de Escritores “Esquel Literario 2009”, a realizarse en el Centro Cultural Esquel Melipal y proyectando numerosas iniciativas en diversos ámbitos de la ciudad de Esquel, Río Negro (Argentina). http://www.esquelliterario.blogspot.com/ 14 al 17 de mayo: III Festival Palabra en el mundo. “… llamamos a organizar una o muchas lecturas de poesía, que unidas a otras en distintos puntos del planeta, darán forma al Festival de Poesía: Palabra en el mundo. En: escuela, teatro, café, restaurante, anfiteatro, playa, parque, plaza, calle, casa particular, casa de cultura, estación de radio, canal de televisión, sala de conferencia, centro comercial, o donde sea imposible…”. Convocado por Proyecto Cultural SUR Internacional y Revista Isla Negra.
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Concursos Premio Platero de Cuento y Poesía, convocado por el Club del Libro en Español de las Naciones Unidas en Ginebra (Suiza). Cierra: 1 de mayo.
[email protected] Concurso 2009 Cuento y Poesía “Imaginación y Palabras” (Morón, Buenos Aires, Argentina). Cierra: 9 de mayo.
[email protected] XV Premio Lengua de Trapo de Novela (Madrid, España). Cierra: 15 de mayo.
[email protected] - http://www.lenguadetrapo.com Primer certamen de cuentos cortos “Del Cordobazo” (Córdoba, Argentina). La temática de los cuentos literarios se ajustará al título de la presente convocatoria, y tendrán relación con esa gesta histórica, ocurrida en Mayo de 1969. Cierra: 29 de mayo.
[email protected] V Premio Tusquets Editores de Novela 2009 (España - México - Argentina). Cierra: 30 de mayo. http://www.tusquets-editores.es/bases/Bases_V_Premio_Novela.pdf -
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Encontrás más información información de Encuentros y Concursos en:
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