CURSO DE FORMACION EN VIOLENCIA FAMILIAR Y PERSPECTIVA DE GENERO

PROVINCIA DE FORMOSA PODER JUDICIAL CURSO DE FORMACION EN VIOLENCIA FAMILIAR Y PERSPECTIVA DE GENERO MODULO 1: LA VIOLENCIA FAMILIAR COMO VULNERACION

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PROVINCIA DE FORMOSA PODER JUDICIAL

CURSO DE FORMACION EN VIOLENCIA FAMILIAR Y PERSPECTIVA DE GENERO MODULO 1: LA VIOLENCIA FAMILIAR COMO VULNERACION DE LOS DERECHOS HUMANOS DOCENTE: Dra. VIVIANA KARINA KALAFATTICH JUEZA DEL TRIBUNAL DE FAMILIA DE FORMOSA FUNDAMENTACION La violencia familiar vulnera el conjunto de derechos humanos y obstruye la capacidad de elección de las personas para llevar adelante una vida saludable y creativa. Este tipo de violencia se encuentra atravesada por las relaciones de poder que operan al interior de los hogares entre mujeres y varones, y entre adultos y niños, conjugando las desigualdades de género y las de generaciones. Tanto en el plano internacional, como en América Latina y en la Argentina, existe un sofisticado andamiaje legal que apunta a sancionar y prevenir la violencia familiar y de género. Sin embargo, a pesar de estos instrumentos legales, la violencia familiar es una modalidad difundida de violencia contra las mujeres. En la Argentina, como en otros países, esta problemática se ve reforzada por la disparidad de trato en los servicios públicos y el acceso inequitativo a la justicia. Con frecuencia, las mujeres que padecen violencia reportan ser prejuzgadas e indebidamente tratadas en las estaciones de policía y los juzgados de turno; es decir, en los propios organismos estatales que deberían resguardar sus derechos. Si bien las ineficacias judiciales suelen vincularse con carencias de recursos materiales y humanos, en el caso de la violencia familiar el acceso a la justicia se ve afectado por prejuicios que sustentan la discriminación de género. A menudo, la violencia contra las mujeres no es considerada prioritaria en las policías y juzgados, y la desconfianza que experimentan las víctimas hacia las instituciones judiciales

suele

llevarlas

a

desestimar

la

realización

de

las

denuncias

correspondientes. La sensación de desprotección, junto a la desconfianza en la justicia, colabora en perpetuar la reproducción de la violencia en el hogar. Es por ello que la prevención y erradicación de la violencia familiar requieren de una respuesta idónea del Poder Judicial, en el marco una política que garantice el efectivo acceso a la justicia. El diagnóstico elaborado en 2008 por la UNFPA sobre la violencia hacia las mujeres en la Argentina destaca el déficit de formación que refuerza los problemas de acceso a la justicia y de sostenimiento del proceso judicial y señala los escasos recursos humanos capacitados en el ámbito policial y en los tribunales para lidiar con estos casos de violencia. La conjunción de esto con la poca atención especializada y refugios temporarios disponibles, la ausencia de políticas sociales de ayuda económica, en muchos casos conlleva a una falta de respuestas idóneas que resulten en una salida de la situación de violencia, lo que suele denominarse la doble victimización de las mujeres. Por estas razones, una adecuada formación de los operadores del sistema de justicia desde un enfoque de género y derechos humanos es una pieza indispensable para modificar las prácticas que naturalizan y perpetúan la violencia familiar, y evitar la victimización secundaria e institucional. El programa de formación en violencia familiar que aquí se propone acentúa dos factores: Primero, que la violencia familiar está atravesada por las relaciones de poder y las desigualdades que operan tanto en clave de género como entre generaciones. Segundo, que una perspectiva de derechos humanos consistente con la normativa internacional apunta a proteger los derechos de todas las personas con independencia de su sexo, edad, orientación sexual, nacionalidad, etnia, u otra forma de diferenciación social que se torne en desigualdad. CONCEPTO DE DERECHO: Conjunto de leyes, normas y principios que rigen la convivencia de las personas en una sociedad, y que deben ser cumplidos y respetados por ellas. (Diccionario de la Real Academia Española).

HUMANO/NA: Relativo o perteneciente a la especie humana, o propio de ella. DERECHOS HUMANOS: Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles. (Naciones Unidas) La expresión “derechos humanos” (también citada con frecuencia como DD.HH.) hace referencia a las libertades, reivindicaciones y facultades propias de cada individuo por el sólo hecho de pertenecer a la raza humana. Esto significa que son derechos de carácter inalienable (ya que nadie, de ninguna manera, puede quitarle estos derechos a otro sujeto más allá del orden jurídico que esté establecido) y de perfil independiente frente a cualquier factor particular (raza, nacionalidad, religión, sexo, etc.). CONCEPTO DE VIOLENCIA: Arrebato producido por la ira o el uso de la fuerza. VIOLENTO/TA: Que se deja dominar por la ira o el uso de la fuerza. Que obra con gran ímpetu o intensidad. Que está fuera de su estado natural o modo.

VIOLENCIA FAMILIAR O DOMESTICA: Ley 26.485 Art. 6 inc. a) Violencia doméstica contra las mujeres: aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo familiar, independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad, comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo familiar el originado en el parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o finalizadas, no siendo requisito la convivencia;

VIOLENCIA DE GENERO: Ley 26.485 ARTÍCULO 4º — Definición. Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes. Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta, acción omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón. (Artículo 4 .- Se entiende por relación desigual de poder, la que se configura por prácticas socioculturales históricas basadas en la idea de la inferioridad de las mujeres o la superioridad de los varones, o en conductas estereotipadas de hombres y mujeres, que limitan total o parcialmente el reconocimiento o goce de los derechos de éstas, en cualquier ámbito en que desarrollen sus relaciones interpersonales). MULTIPLES FORMAS DE DISCRIMINACION: La discriminación hacia la mujer es parte de la discriminación que los “fuertes” ejercen con los “débiles en defensa de sus privilegios. Unos privilegios que a lo largo de la historia se han pretendido justificar con “razones” étnicas, de sexo, de edad o de mérito; pero hoy sabemos que no tienen fundamento alguno y que los desequilibrios perjudiciales para todos, aunque algunos sigan pensando que esos desequilibrios constituyen algo natural. Y esas referencias que se hacen al pasado las consideran un apoyo a su punto de vista: “siempre ha habido ricos y pobres y siempre los habrá”, “el hombre es superior a la mujer”, etc. La erradicación de la discriminación de las mujeres entronca así con los objetivos de la educación para la sostenibilidad, la reducción de la pobreza y en definitiva, la universalización de los derechos humanos.

Ban.ki.moon, Secretario General de Naciones Unidas, sintetiza la cuestión refiriéndose a “una verdad universal, aplicable a todos los países, culturas y comunidades: la violencia contra la mujer nunca es aceptable, nunca es perdonable, nunca es tolerable”. La cuestión se agrava cuando la discriminación interactúa con otras formas de desigualdad, por ejemplo mujer-aborigen; mujer-niña, mujer-negra, o, lo que es más grave cuando se la discrimina solo por pertenecer a una raza y se dice “las negras no tienen derechos en nuestro país ya que son consideradas esclavas” o a una etnia “las indias no quieren trabajar, les gusta pedir”; o por la edad “las niñas deben obediencia a sus padres” razón por la cual se configura una doble victimización. LA FAMILIA COMO INSTITUCION SOCIAL: Desde que nacemos los seres humanos viven rodeados de muchas personas. El primer grupo humano al que pertenecemos es la familia (del latín familĭa), célula fundamental de la sociedad. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado. La familia es la célula básica en la cual los seres humanos adquieren los primeros rasgos para el desarrollo del carácter y de la identidad personal, así como los hábitos y los valores que determinarán, en un inicio, su pensamiento y su desarrollo social. De esta manera, se le considera como una institución de gran relevancia para la sociedad y su perpetuidad, al ser señalada por varios autores como el primer contacto del hombre con la sociedad. Las familias están clasificadas en 4 partes que son las siguientes: •Familia

nuclear, formada por los padres y su descendencia.

•Familia

extensa, formada por parientes cuyas relaciones no son únicamente entre

padres e hijos. Una familia extensa puede incluir abuelos, tíos, primos y otros parientes consanguíneos o afines. •Familia

monoparental, grupo familiar compuesto por un solo progenitor (puede

ser padre o madre) y un hijo único o varios hijos.

•Familia

ensamblada, es la que está compuesta por agregados de dos o más

familias (ejemplo: madre sola con sus hijos se junta con padre viudo con sus hijos), y otros tipos de familias, aquellas conformadas únicamente por hermanos, por amigos (donde el sentido de la palabra "familia" no tiene que ver con un parentesco de consanguinidad, sino sobre todo con sentimientos como la convivencia, la solidaridad y otros), etc, quienes viven juntos en el mismo lugar por un tiempo considerable. En muchas sociedades, principalmente en Estados Unidos y Europa occidental, también se presentan familias unidas por lazos puramente afectivos, más que sanguíneos o legales. Entre este tipo de unidades familiares se encuentran las familias encabezadas por miembros que mantienen relaciones conyugales estables no matrimoniales, con o sin hijos. La familia es la institución universal, la única que se desarrolla en todas las sociedades. Todos los individuos nacen en una familia y la mayoría crean una propia; a menos que se hable de un abandono, pero aun así estos conviven con personas que llegan a formar una familia, aunque claro ya no por consanguinidad, sino por la cultura que los une e identifica. La familia de acuerdo a al Instituto Interamericano del niño es: “un conjunto de personas que conviven bajo el mismo techo, organizadas en roles fijos (padre, madre, hermanos, etc.) con vínculos consanguíneos o no, con un modo de existencia económico y social comunes, con sentimientos afectivos que los unen y aglutinan. Naturalmente pasa por el nacimiento, luego crecimiento, multiplicación, decadencia y trascendencia. A este proceso se le denomina ciclo vital de vida familiar” . El modelo tradicional de familia respondía a un estilo de vida familiar: el de un papá que trabajaba tiempo completo en el mercado laboral, una mamá exclusivamente dedicada al cuidado de los hijos y a las actividades del hogar (alimentación, limpieza, compras), que ya no es la forma más predominante. Sin embargo, este “modelo” de

familia sigue apareciendo no solo en las publicidades y en las películas sino también en las percepciones de muchas personas y también de diversas instituciones. Ciertamente, las familias han atravesado grandes cambios en los últimos años y esto implica que no hay un modelo único de familia. Las transformaciones que han tenido las familias son muy diversas y, además, complejas. Las familias han disminuido su tamaño porque existe una tendencia a tener menos hijos (o a no tenerlos) y se posterga la maternidad y la paternidad. También encontramos familias extendidas: aquellas en las que el núcleo familiar (madre o padre con hijos) viven con otros parientes (abuelos, abuelas, tíos, etc.). Existen familias ensambladas, que se constituyen cuando dos adultos -luego de una separación, divorcio o viudez- deciden iniciar una nueva convivencia con otra pareja, que incluye los hijos de cada uno y, a veces, de ambos (la frase “los míos, los tuyos y los nuestros” es una expresión que refleja esta forma de familia). Hoy podemos hablar de familias monoparentales, familias integradas por parejas de hecho, divorciados, parejas heterosexuales o del mismo sexo, familias interraciales, etcétera. RELACIONES DE GÉNERO Y DE AUTORIDAD EN LAS FAMILIAS (RELACIONES DE PODER) Las relaciones de género y las de autoridad están profundamente imbricadas. Se hace referencia a la autoridad cuando un miembro tiene el reconocimiento que confiere legitimidad al e j e rcicio del poder. La legitimidad de la autoridad familiar, aún hoy, en muchas familias es masculina y paterna. Socialmente se ha construido como una autoridad moral, social y económica, por la capacidad que tiene esa persona de proveer económicamente al grupo y de proteger a sus integrantes moral y físicamente de los posibles peligros del mundo externo. Aunque sólo los hombres de algunos sectores sociales puedan estar representados en esta descripción, los discursos sociales extienden estas atribuciones a todos los hombres. Las madres y las mujeres adultas ejerce n un poder derivado de la protección afectiva, de cuidar a niños y niñas, a personas mayore s y enfermos, pero este poder femenino

de los afectos carece de legitimidad social para ser considerado como autoridad. Las creencias patriarcales fueron conformando la identidad masculina para el ejercicio de la autoridad principal, más jerarquizada, y la identidad femenina, para el ejercicio de un tipo de poder sin autoridad. Si el discurso familiar ha sido fundado en torno a las relaciones de poder patriarcales, ante la ausencia del hombre adulto en el grupo familiar, la autoridad que antes ocupaba éste es posible que la ocupe el hijo varón. Es de gran importancia el desarrollo de los criterios de legitimidad en las relaciones de poder e n t re los miembros de los grupos familiares, ya que, a partir de éstas, se genera el sistema de autoridad en el grupo familiar. Algunos de los aspectos de esa construcción son los modos como se comparte la autoridad, si se aceptan las diferencias de género en el ejercicio de la autoridad, si se trata de participar y consensuar las decisiones, si se asumen responsabilidades y decisiones conjuntas acerca de los hijos e hijas y con ellos/as cuando su edad y maduración lo permite n. La legitimidad del ejercicio del poder es lo que permite hablar de autoridad. Ésta puede ser ejercida con modalidades que respeten simultáneamente la autonomía y la interdependencia de cada uno de los miembros de la familia, en un contexto de cuidado recíproco, en relaciones no jerárquicas. La confianza y el respeto por los derechos de cada integrante del grupo familiar están en la base de un modelo más democrático de convivencia. A partir de algunas actividades, en este módulo se verá y se podrá experimentar cómo se tejen las relaciones de género y de autoridad familiar. RELACIONES DE CONFLICTO ENTRE SUS INTEGRANTES. A lo largo de su vida, las familias deben hacer frente a diversas situaciones de dificultad, que si no se resuelven adecuadamente producen mucho malestar entre sus integrantes. El conflicto forma parte inevitable de la convivencia, e imaginar una familia en la que no existan conflictos no es posible ni deseable, puesto que bien gestionado, el conflicto nos permite crecer y desarrollar nuevas y mejores maneras de relacionarnos. De todos los conflictos sociales, los conflictos familiares son los más

habituales y los que suelen provocar mayor dolor ya que sus integrantes sufren no sólo por ellos mismos, sino por las personas a las que quieren. Muchas veces, las familias no saben cómo resolver esos conflictos porque no cuentan con las habilidades para buscar y encontrar soluciones. El conflicto es un hecho cotidiano al que todos nos enfrentamos en nuestro trabajo, en nuestras relaciones de vecindad, en nuestra familia… Se produce de muchas formas, con distinta intensidad y en todos los niveles del comportamiento. Se origina en situaciones propias de la convivencia y de las relaciones humanas, y por ello se ha afirmado que el conflicto es connatural a la vida misma. En efecto, el conflicto no es ni bueno ni malo en sí, y el hecho de que intentemos evitarlo se debe a que el modo en que habitualmente lo gestionamos no nos satisface y esto ocurre en todo tipo de conflictos. ¡Sí, también en los familiares!, pero con una diferencia, los conflictos familiares son los más personales de todos los conflictos. El vínculo que se crea entre los miembros de la familia permite tener herramientas suficientes para establecer relaciones positivas o destructivas, es decir, para generar espacios donde las personas nos sintamos queridas y valoradas o, por el contrario, nos sintamos incomprendidas o no reconocidas. Nadie como las personas más próximas a nosotros son capaces de hacernos sentir bien o hacernos sentir mal… La cercanía y la continuidad de las relaciones familiares hacen más intensos los conflictos que se generan en la familia. Un dato a tener muy en cuenta es que el contexto familiar es el que más perdura a lo largo del tiempo aunque se transforme en su estructura, pero las personas que lo componen cambian y los ciclos que atraviesa la familia también, por ello, no es de extrañar que conflictos que se creían resueltos en una época anterior cobren nueva vida en otra etapa. Por otro lado, no hay que olvidar que las confrontaciones familiares afectan, como ningún otro conflicto, además de a la identidad de sus miembros, a la de la familia como sistema interpersonal, económico y social, de ahí su importancia y complejidad. •El conflicto es una oportunidad para crecer.

•Es difícil solucionar los problemas cuando utilizamos la descalificación, la crítica destructiva y los dobles mensajes. •En un conflicto familiar no hay ganadores ni perdedores. O todos ganan o todos pierden •Incluso en las situaciones más complicadas, la cooperación es la salida •El problema surge cuando no aceptamos que ambos podemos tener diferentes formas de ser y de expresar sentimientos, o cuando no tenemos en cuenta las opiniones del otro, imponiendo las propias •La distribución de responsabilidades domésticas es uno de los temas de discusión habituales en las parejas •Es importante ser honestos con nuestra pareja, hablar abiertamente y compartir nuestros sentimientos y verdaderas necesidades. •Los padres que actúan como un equipo alcanzan puntos de encuentro entre sus distintos estilos de crianza, negociando y consensuado normas razonables en los aspectos de la educación que consideren fundamentales. Considerar a la violencia como un flagelo que hay que erradicar aporta una mirada esperanzadora para fortalecer el trabajo que desde algunas décadas viene desarrollándose para la prevención de la violencia doméstica. Cuando somos víctima de violencia nuestra vida se sitúa alrededor de esa situación. Nos cuesta mucho esfuerzo trabajar, estudiar, crear, disfrutar. Todo nuestro tiempo y nuestra creatividad se diluyen debido a la violencia cotidiana, que tiende un círculo a nuestro alrededor. Para ROMPER EL CIRCULO es necesario recibir ayuda, contención y posibilidades concretas para sostener la vida. Pero también conviene desarrollar una nueva perspectiva empoderada de nosotras mismas. Tenemos el poder de cambiar. Necesitamos activar un cambio cultural que se sostenga desde los PROGRAMAS ESTATALES y que tenga por objetivo desnaturalizar y desinstalar la violencia cotidiana en una de sus caras más dramáticas - pero no excluyentes-, que es la

violencia doméstica. Es en la vida cotidiana donde se reproducen de manera silenciosa la violencia física y simbólica. Es necesario que las mujeres, los varones, las niñas y los niños podamos pensar desde nuestra cotidianidad un estatuto legal que no sea de adaptación a lo que existe sino de transformación hacia un ESTATUTO DE EQUIDAD que se convierta en una base sustentable para el ejercicio cotidiano de nuestra ciudadanía. UN ABORDAJE QUE DESARME ESTEREOTIPOS No es posible trabajar la violencia y el género como temas separados, porque en la vida cotidiana son problemáticas que surgen en relación. Y es en esa forma integral e integrada como tienen que trabajarse. Para promover el buen trato y las relaciones de equidad entre los sexos es indispensable desnaturalizar los estereotipos de varón y de mujer presentes en nuestra cultura. Es necesario trabajar en forma mancomunada e interdisciplinaria para abordar de manera integral la problemática de la violencia, que tiene su raíz en el imaginario de cómo debería actuar cada persona según su sexo y las relaciones de inequidad que encarnan un reparto desigual de tareas tanto en el ámbito público como en el privado (doméstico). EL ROL DEL ESTADO EN EL CAMBIO CULTURAL Preguntarnos sobre lo que la sociedad espera de nosotras y nosotros como niños, niñas o mujeres, lo que se espera en una institución como es la familia que en la Argentina aún es fundante de la estructura estatal, constituye un paso importante para acompañar transformaciones reales en nuestra sociedad. Para construir políticas públicas hacia la transformación social, debemos estar dispuestas y dispuestos a interpelarnos como sujetos y como sociedad. Indagar en lo más profundo de nuestra persona para desnaturalizar nociones y prácticas sociales que reproducen las opresiones de género. El Estado debe ejercer un control responsable de los medios de comunicación para

fortalecer el cambio social a partir la promoción de modelos no estereotipados, sexistas y violentos. La educación formal y el campo educativo en general conforman un espacio clave para incluir la reflexión transversal sobre los valores sociales que generan la violencia, para incluir la promoción del buen trato y la equidad de género. Para seguir formándonos… lectura sugerida: -“No te líes con chicos malos. Guía no sexista dirigida a chicas”. Urruzola, María José. –“La mujer y la violencia invisible”. Giberti, Eva y Fernández, M (comp.) Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1992). Concepciones de violencia de género a través del tiempo 1980 Matriz común de la violencia de género •Estado: Reconoce la violencia pero la conceptualiza como “violencia familiar” o “intrafamiliar”. – •Instalación de la violencia conyugal o violencia doméstica en los ámbitos de salud 1990 Focalización y fragmentación en distintas manifestaciones de la violencia de género •Primeros programas estatales de asistencia a “violencia familiar” a nivel municipal. – •Escasas políticas de prevención. – •Visibilidad a la violencia sexual y al acoso sexual. - Primeros proyectos sobre violencia conyugal. 2000 - Camino a superar la fragmentación. - Mayor comprensión del problema. Reconocimiento a la raíz estructural de la violencia de género. - Búsqueda de respuestas integrales, interdisciplinarias e interinstitucionales. •Políticas públicas orientadas a la prostitución infantil y la trata en niñas y adolescentes. •Denuncia del femicidio y la prostitución como violencia de género. - Se reclama reconocer la trata no sólo contra niñas sino también en mayores de edad.

En la actualidad estamos en una etapa de ampliación de la comprensión de la violencia de género, superando la sectorización de la década pasada y planteando la necesidad

de

intervenciones

más

complejas,

que

requieren

abordajes

interdisciplinarios e interinstitucionales. INTERDEPENDENCIA

E

INDIVISIBILIDAD

DE

DERECHOS

E

INTERRELACION DE SUJETOS DE DERECHOS. La ONU llevó a cabo un estudio especializado sobre violencia contra la mujer, “Estudio a fondo sobre todas las formas de violencia contra la mujer”. Luego de exponer los tipos de violencia, aborda las causas de la violencia y los factores de riesgo, donde señala además del patriarcado y la cultura, las desigualdades económicas: Las desigualdades económicas pueden ser un factor causal de la violencia contra la mujer tanto a nivel de los distintos actos de violencia como a nivel de las tendencias económicas de amplia base que crean o exacerban las condiciones propicias para dicha violencia. Esas desigualdades económicas pueden encontrarse en los niveles local y nacional, así como a nivel mundial. Las desigualdades económicas que afectan a las mujeres y la discriminación contra la mujer en esferas tales como el empleo, los ingresos, el acceso a otros recursos económicos y la falta de independencia económica reducen la capacidad de las mujeres para actuar y tomar decisiones, e incrementan su vulnerabilidad a la violencia. (…) Algunas políticas, como las de ajuste estructural, la desregulación de las economías y la privatización del sector público, han tendido a reforzar la desigualdad económica y social de las mujeres, en especial en las comunidades marginadas. La reestructuración económica ha reducido la capacidad de numerosos gobiernos nacionales de promover y asegurar los derechos de la mujer por conducto de programas del sector público y gastos sociales. En el ejercicio desigual de los derechos entre mujeres y hombres, la exclusión de las garantías de los derechos humanos conocidos como económicos, sociales y culturales amplía y refuerza las condiciones de vulnerabilidad, incluso en cuanto al ejercicio de

los derechos civiles debido a la exposición a situaciones de violencia – tanto en el ámbito doméstico y familiar como en el público – sufrimiento y hasta la muerte. Con la globalización y sus consecuencias para la garantía de los derechos humanos, las mujeres masifican los movimientos migratorios y son expuestas a violencia de género; expreso en los registros de violaciones y prostitución forzada en las zonas fronterizas; o aún en el ámbito interno, captación de mujeres para la trata y explotación sexual –situación que también se ha intensificado con la globalización. Por lo tanto, la negación de los DESC incrementa la vulnerabilidad de la violación de los derechos civiles (integridad física, vida). Un ejemplo de la indivisibilidad de los derechos humanos se evidencia en la muerte de mujeres brasileñas por la práctica de aborto ilegal e inseguro. A pesar de la ilegalidad del aborto, las mujeres con recursos económicos pueden financiar métodos seguros y, por ende, las muertes de mujeres por aborto están vinculadas con la privación socioeconómica. Además, pone de manifiesto una desigualdad regional y étnica en el país, que se suma a la desigualdad de género. En este contexto, propongo pensar tres temas en función de la intervención pública: 1.- ¿Qué casos de violencia “familiar” deben derivarse inmediatamente a la Justicia y cuáles pueden ser abordados en primera instancia por los servicios locales? Las leyes establecen algunas prioridades, pero es necesario definir protocolos de intervención para los servicios. Para ello se tiene que tener bien en claro lo siguiente: - ¿Cuándo hacer inmediatamente la denuncia judicial? - ¿Sólo en casos de delitos o frente a graves hechos reiterados de violencia doméstica que no llegan a constituirse en delitos? - ¿Cómo interactuar con los servicios de protección de derechos de infancia para garantizar un mejor y más eficaz abordaje, independientemente de la intervención judicial? Las normas internacionales no exigen necesariamente la intervención judicial cuando no hay comisión de un delito, pero sí exigen la implementación de procedimientos

eficaces y de participación activa de la victima para fortalecer el sentido de oportunidad e inmediatez de la respuesta. 2.- Es importante avanzar en la construcción de un diálogo sostenido para la articulación de intervenciones entre el poder judicial y el poder políticoadministrativo local, a pesar de las relaciones de confrontación y tensión que pueda existir. Es necesario establecer un mecanismo de respuesta, entendimiento y coordinación de intervenciones en territorio. 3.- ¿Quiénes están obligados a denunciar? La Ley de Violencia Familiar amplía y obliga a todos los ciudadanos que pueda tomar contacto con el hecho de violencia; además, aumenta las cargas cuando quien tiene conocimiento está en contacto con la víctima por sus funciones. Las leyes de protección permiten también la intervención de los servicios en forma articulada con otros sectores desde ámbitos preventivos y de promoción. Es importante clarificar las obligaciones, responsabilidades y deberes de cada órgano frente al conocimiento de un hecho de violencia “familiar” de los sectores de salud, educativos, municipales. Las autoridades policiales están obligadas a tomar las denuncias sobre estos hechos cuando son comunicados. Algunas reflexiones para seguir discutiendo... ? ? ? ? 1.La violencia familiar es la violencia simbólica y física contra ciudadanos y ciudadanas que pareciera que no gozan de los mismos derechos a pesar de las leyes que así lo dicen. Tiene como principales afectados a las mujeres, niños y niñas, ancianos. 2.Es necesario reconocer que vivimos una cultura profundamente desigual que le cuesta asumir que el problema de la inequidad de género es un problema fundante de la inequidad social. 3.Hay formas de violencia toleradas y legitimadas socialmente, hay sujetos a quiénes se les atribuye históricamente el derecho de ejercer la violencia y hay destinatarias y destinatarios históricos de esa violencia. 4.Problematizar sobre cómo se relacionan las políticas de protección local con la

Justicia; cómo armonizar el diálogo entre el ámbito municipal, ejecutivo y el poder judicial; reflexionar sobre las posibilidades de intervención de informantes aunque no sean víctimas directas; cuál es la legitimación para denunciar y la importancia de una comunicación eficaz son clave para construir un abordaje eficaz de los equipos de trabajo en violencia. Estos elementos se proponen como un aporte a la construcción de un abordaje holístico, totalizador, ante el problema de la violencia de género. Se pretende con estos conceptos contribuir a pensar la política pública, para la erradicación de la violencia y la desigualdad social, y para avanzar en la construcción vínculos fraternos y equitativos.

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