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Demanda Potencial de la Vivienda Social: lnterrelaciones entre alojamiento y pobreza
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA: Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU): Focalización en la Vivienda Social. Santiago, Noviembre 1995.
Este primer capítulo está destinado a caracterizar la demanda potencial de vivienda, estableciendo con ello un parámetro para el análisis de localización que se presenta a partir del capítulo 2. Para esta caracterización se aplica el método integrado de medición de pobreza al segmento de hogares potencialmente demandantes de vivienda social. La base de datos disponible para estos efectos fue la CASEN 90. Si bien la relativa obsolencia de esta fuente de información afecta los resultados en sus aspectos cuantitativos, desde una perspectiva cualitativa los antecedentes consignados en este capítulo permiten graficar con claridad la compleja interrelación que existe entre insuficiencia de ingreso y carencia habitacional en el caso analizado. Este aspecto es importante de considerar en la discusión sobre los criterios para evaluar localización.
1.1
ASPECTOS CONCEPTUALES
1.1.1 Definición de demanda potencial Para efectos del estudio se definió como demanda potencial los hogares urbanos de la Región Metropolitana que reunían las condiciones de no-propietarios de sitio, y que la Encuesta CASEN 90 clasificaba como pertenecientes a los tres primeros quintiles de la distribución del ingreso autónomo (1). _____________________________________________________________________________________ 1 Ingresos autónomos: corresponden a los pagos que reciben los hogares por concepto de sueldos, salarios y ganancias del trabajo independiente. No considera subsidios monetarios, ya que constituye un indicador del ingreso autogenerado por el hogar.
Cabe señalar ciertas precisiones respecto de la definición adoptada. La Encuesta CASEN esta dirigida a hogares, por lo que en cada vivienda la encuesta se aplica en forma separada a cada uno de los hogares que comparten alojamiento, permitiendo el análisis de aquellas unidades autónomas en materia de consumo alimentario (2). En términos de distribución del ingreso, si bien el enfoque de los programas de Vivienda Básica y Progresiva es atender prioritariamente las necesidades de los dos primeros quintiles (enfatizando el beneficio del quintil más pobre), se consideró pertinente incorporar al tercer quintil dada la presencia efectiva de hogares de este estrato dentro de los beneficiarios de vivienda social, como lo indican los estudios de CASEN 1987 y 90 (Mercado, 1993). En relación a la tenencia, cabe indicar que si bien se puede utilizar como indicador la condición de no-propietario de la vivienda; desde el punto de vista de la estabilidad de la ocupación, la condición de no-propietario del sitio indica de manera más clara que un hogar está expuesto a la posibilidad de desalojo por parte del dueño del predio (3). 1.1.2 Sistema de clasificación aplicado Focalizar involucró concentrar los recursos disponibles en una determinada población objetivo, afectada por carencias cuya corrección depende de la solución prevista. Se hablaría de desfocalización cuando los beneficios son captados por sectores no previstos como grupo objetivo, cuando la población beneficiada no es afectada por los problemas que dieron origen al programa, o bien si la solución podría
haberse logrado sin desviar recursos del Estado (CEPAL, 1995). En este sentido existe acuerdo que la evaluación de localización no opera con criterios universales, dependiendo estos del tipo de programa en estudio y de los déficits que estos buscan solucionar. De este modo cobró especial interés realizar una caracterización exhaustiva de la demanda potencial de vivienda, específicamente en los aspectos interrelacionados de alojamiento y capacidad económica. Si bien una caracterización acabada de este segmento de hogares requiere establecer factores relativos a la composición familiar e incluso intangibles (como la calidad de la convivencia y el deseo de constituir familia autónoma), la situación física y económica del hogar constituye el marco más objetivo de evaluación. En su especificidad, la solución de vivienda corrige carencias concretas de habitabilidad y tenencia que afectan a la población de menores recursos, constituyendo estos aspectos las coordenadas elementales de definición de los grupos objetivos. _____________________________________________________________________________________ (2)
Si bien un hogar puede incluir núcleos familiares secundarios (potencialmente desagregables dentro de un hogar ), estos predominantemente constituyen una demanda latente mientras no adquieran mayor autonomía económica.
(3)
En términos cuantitativos, los estudios de CASEN 90 indican una fuerte consistencia entre ambos conceptos de tenencia (sitio y vivienda). En la práctica, de total de hogares controlados por CASEN, sólo un 9% declaró ser dueños de la vivienda, sin ser dueños del sitio (por lo general, cesiones).
Las cifras analizadas son resultado del procesamiento de la Encuesta CASEN 90. Si bien, durante los años transcurridos, las estimaciones debieran haber experimentado modificaciones importantes como consecuencia de la reducción de la pobreza 4 ; grafican la situación base sobre la que ha operado la política habitacional dirigida a los sectores de menores ingresos durante el último quinquenio. El sistema aplicado es el método integrado de medición de pobreza que combina la clasificación de pobreza según ingresos, con la resultante del enfoque de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Este procedimiento permite definir con mayor precisión el cuadro de las necesidades habitacionales y las respectivas aplicaciones en materia de aplicación de programas (Recuadro l). _____________________________________________________________________________________ (4)
Debe considerarse que el periodo 1990-92, la pobreza se redujo del 34% del total de hogares urbanos del país al 27,4% experimentando la indigencia una caída del 10,8% al 7,1 %. En el caso de la Región Metropolitana, las cifras del bienio 1990-92 indican una disminución del porcentaje de población pobre del 34,6% al 25,5%, mientras la indigencia se redujo del un 10,3% del total de la población al 6,3, (CEPAL, 1993).
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Recuadro 1 MEDICIONES DE POBREZA Y CARENCIAS HABITACIONALES Existe acuerdo en que la pobreza se refiere a grupos de población impedidos de satisfacer sus necesidades básicas, afectados por la privación de bienes y servicios que debieran ser de acceso universal en una sociedad. No obstante esta convención, existen variaciones en su definición operacional según la metodología de medición que se adopte. Los perfiles de pobreza distinguen entre enfoque coyuntural y estructural. El primero dice relación con el método de la línea de pobreza que permite conocer la proporción de hogares con ingresos insuficientes para cubrir el costo de una canasta de consumo normativo (pobres), y aquellos cuyo nivel de ingreso impide satisfacer las necesidades nutricionales de todos sus integrantes (indigentes). Este sistema se verla limitado por restringir el concepto de necesidades básicas al monto de ingreso corriente, y por la sensibilidad del dato base (ingreso) a las variaciones de corto plazo de la economía y el mercado de trabajo. Por su parte, el enfoque estructural dice relación con Insatisfacción de indicadores de bienestar elemental, definiendo pobreza como Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Constituye un método indirecto, basado en la constatación que, dentro de la pobreza existen carencias inherentes y que pueden presentar cierta independencia de¡ nivel de ingreso en un momento dado. Este sería el caso, entre otros aspectos, de la nutrición, el clima educacional, la inserción productiva, y la participación. En este enfoque, las carencias relativas a infraestructura habitacional cumplen un papel destacado, siendo de hecho el set de indicadores más recurrido por los estudios realizados bajo el enfoque de NBI (entre estos los mapas de extrema pobreza). Las NBI de vivienda son definidas como de carácter estructural, experimentando difícilmente modificaciones en el corto plazo. La insuficiencia habitacional sería consecuencia de la pobreza, dando
paso a su vez a limitantes objetivas para el mejoramiento de las condiciones de vida y movilidad social de los miembros del hogar. El método integrado plantea la combinación de ambos enfoques, posibilitando discernir dentro de¡ grupo de hogares pobres, si su clasificación es circunstancial o de carácter más permanente. En efecto, al interior de los hogares clasificado como pobres (por ingresos) es posible distinguir, por un lado, pobres Acrecientes» (sin carencias de NBI) de aquellos en condición de «pobreza crónica» (combinan pobreza por ingresos con carencias infraestructurales). Junto con ello, existiría un tercer grupo («carentes inerciales») que pese a estar situados sobre la línea de pobreza al momento de encuesta, son afectados por problemas de habitabilidad. Si bien se ha reconocido la mayor precisión de este sistema, este debe considerar que los resultados son sensibles al tipo y número de Necesidades Básicas Insatisfecha, debiendo explicitarse el diferente grado o intensidad de las carencias.
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Este método complementa el recuento de la pobreza con la medición de carencias de infraestructura habitacional según sus distintos componentes (Recuadro 2). El cruce de ambas dimensiones entrega por resultado los siguientes cuadrantes (definidos por CEPAL):
Con al menos 1 carencia Sin carencia Hogares con ingresos bajo Línea de Pobreza pobreza crónica pobreza reciente __________________________________________________________________________ Hogares con ingresos sobre Línea de Pobreza carencias inerciales integración social
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Recuadro 2 INDICADORES DE CARENCIAS EN INFRAESTRUCTURA HABITACIONAL En materia de vivienda, la medición de Necesidades Básicas Insatisfechas se refiere a insatisfactores en las condiciones básicas que debe cumplir todo alojamiento: protección de] ambiente y saneamiento. La primera alude a las características de materialidad, y la segunda a los servicios básicos. Para efectos del estudio se definieron como carencias las siguientes situaciones: Materialidad de los muros: barro, quincha o pirca, tabique sin forro interior, desecho, mixto deficiente, mixto aceptable. Materialidad de techo: desechos, paja, fonolita, zinc sin cielo, mixto aceptable y materiales mixto deficiente. Indíce de Materialidad: sintetiza los datos sobre materialidad de muros, techo y piso. Para definir carencia se considera que los atributos determinantes son muro y techo, otorgándose una menor ponderación al material de¡ piso: carencias conjuntas en los 3 componentes o al menos simultáneamente en techo y piso. Dísponibilidadde agua: carencia de agua potable dentro de¡ sitio pero fuera de la vivienda, llave de agua fuera del sitio, acarreo y abastecimiento no proveniente de red pública. Eliminación de excretas: letrina sanitaria, pozo negro, no disponer de sistema de evacuación de excretas. Energía eléctrica: sin medidor, no disponer de electricidad. Indice de saneamiento: combina los datos sobre abastecimiento de agua potable, eliminación de excretas y energía eléctrica. La definición de carencia implica deficiencias simultáneas en los tres componentes o, al menos, en agua y alcantarillado.
Para una explicación más detallada sobre el enfoque adoptado en la definición de carencias véase Anexo Metodológico.
1.2 COMPOSICION DE LA DEMANDA POTENCIAL El sistema recién expuesto permitió realizar las estimaciones de pobreza crónica, reciente, e inercial, según los diferentes atributos de la vivienda. Los cuadros 1 y 2 en la siguiente página presentan los porcentajes de hogares de acuerdo a las distintas tipologías de clasificación. Se detallan los porcentajes obtenidos tanto para el conjunto de hogares controlados como divididos según quintil de ingreso. Es importante hacer notar que, basta solamente que una familia presente un componente habitacional deficitario para clasificar la familia en condición de necesidad básica insatisfecha. En la práctica, ello determina que existan variaciones de los porcentajes, dependiendo del indicador o criterio utilizado para definir carencia. Se debe distinguir entre los indicadores que hacen alusión a alguna carencia específica (abastecimiento de agua, alcantarillado, electricidad, o material de muros, techo y piso) de otros que reflejan carencias simultáneas al menos en dos componentes (situación detectada mediante los índices de materialidad y saneamiento). 1.2.1 Perfil de la demanda habitacional promedio En relación a la medición de la línea de pobreza, los datos extraídos de la encuesta CASEN 90 dieron como resultado un 74% de hogares pobres sobre el total de hogares no-propietarios controlados por este estudio. Esta clasificación cruzada con la medición de carencias habitacionales permite entonces una caracterización más acabada de la demanda potencial. Dada su mayor prioridad como grupo objetivo de la política social, conviene examinar en detalle los porcentajes de hogares en «pobreza crónica» (con ingresos insuficientes y a la vez afectados por carencias de habitabilidad). Los cuadros 1 y 2 en la siguiente página señalan que esta tipología alcanzó sus cifras más altas por concepto de las deficiencias en materialidad de muros y en el acceso a agua potable dentro de la vivienda (31,5% y 29% del total de hogares potencialmente demandantes al sistema). Los índices de saneamiento y materialidad muestran, respectivamente, porcentajes de pobreza crónica del 9,5% y 14,5% del total de la demanda potencial. En este escenario, los casos más críticos comprenderían entre 30 y 40 mil hogares que se concentran en los dos primeros quintiles de ingreso. Respecto de estos casos cabe resaltar que la provisión de una solución habitacional logra efectivamentete modificar los insatisfactores de necesidades básicas y produce mejoramientos concretos de la pobreza medida por NBI; no obstante ello no modifica, necesariamente, la expresión económica de la pobreza o insuficiencia de ingreso. A este respecto destaca la importancia de acciones intersectoriales tendientes a un tratamiento más integral del problema de pobreza que afecta a estas familias. Excediendo las magnitudes de pobreza crónica, destaca la «pobreza reciente» (pobres sin carencia), que constituye la categoría predominante o moda¡ según los ocho indicadores controlados. Ello significa que una importante proporción de la demanda potencial estaba constituida por hogares que si bien satisfacían requerimientos de habitabilidad, percibían un ingreso insuficiente. Según los índices de saneamiento y materialidad las frecuencias de pobreza reciente exceden el 60% de la demanda potencial existente a 1990. La mayor frecuencia entre las carencias controladas se encuentra en el abastecimiento interno de agua potable y en la materialidad de muros, dando desde esta perspectiva porcentajes de pobreza reciente del 43% de la demanda potencial. Por lo general se atribuye a esta categoría de pobreza un carácter circunstancial, como resultado de eventos que afectan la capacidad económica de una familia de menores recursos (pérdida de empleo del jefe de hogar o cambios en la composición y número de los integrantes de la familia). Específicamente, el allegamiento puede involucrar la incorporación de nuevas cargas familiares y disminuir la disponibilidad de ingreso per cápita. Debe notarse que, si bien en estos casos la condición desmedrada de ingresos puede favorecer el deterioro de su vivienda, en el corto plazo la pobreza reciente refleja un problema de ingreso monetario y de capacidad de consumo que no se altera sustancialmente con el acceso a una solución habitacional. De las restantes dos tipologías, es importante consignar las denominadas «carencias inerciales». Por lo general, estos hogares han sido afectados por un historia¡ prolongado de pobreza, habiendo
experimentado mejorías recientes en sus ingresos. Como resultado de esta situación, si bien los recursos de la familia permiten satisfacer un consumo mínimo, persisten viviendo en condiciones de alojamiento deficientes (Teitelboim, 1992). Por concepto de las carencias de muro y abastecimiento de agua, su incidencia asciende al 7% (alrededor de -20 mil hogares). En términos de los efectos de la política, el acceso a la vivienda de este segmento de población soluciona de manera muy directa su problema, transfiriéndolos a una condición de integración social.
El gráfico a continuación muestra la composición de la demanda potencial promedio según indicadores seleccionados por su frecuencia y mayor capacidad de discriminación: Las cifras consignadas en los cuadros 1 y 2 permiten arrojar un conjunto de conclusiones importantes de considerar en la discusión acerca del tipo de criterio a utilizar para efectos de evaluar la localización habitacional.
Específicamente, los resultados del procesamiento permiten confirmar que no necesariamente existe coincidencia entre insuficiencia de ingresos y carencia habitacional. A la fecha de CASEN 90, las cifras indican que al menos un 42,6% de la demanda potencial (1 20 mil hogares) clasifica en condición de "pobreza reciente" (pobres por ingresos, pero sin carencia habitacional). Asimismo, no se puede desconsiderar el caso de hogares que, si bien no clasifican técnicamente como pobres por la metodología de la canasta alimentaria, arrastran carencias habitacionales en aspectos sustantivos de su habitabilidad (alrededor del 7% por concepto de los indicadores de acceso a agua potable dentro de la vivienda como de materialidad de los muros). En relación al grupo afectado por necesidades más agudas ("pobreza crónica"), su incidencia y gravedad es mayor dentro de la demanda del primer quintil. Sin embargo, resulta posible detectar porcentajes considerables a nivel del segundo quintil. En la práctica ello establecería la necesidad de precauciones a la hora de asimilar localización sólo con el margen de soluciones asignado a familias del primer quintil de hogares (aspectos que se ve adicionalmente complejizado por el tema del allegamiento y los arreglos familiares de subsistencia). Este conjunto de situaciones muy particulares del diagnóstico habitacional de la región metropolitana- ponen de manifiesto la conveniencia de una evaluación de localización mediante el criterio de necesidad habitacional, enfoque que se desarrolla en los siguientes capítulos.
Focalización de los Programas según Carencias de Habitabilidad
Los problemas de habitabilidad afectan, por una parte, a las familias que habitan viviendas semipermanentes ( por ejemplo, mediaguas), y por otra incluyen, aquellos casos en que los servicios básicos son compartidos en el sitio con familias de allegados, configurando atributos propios del segmento de población de menores recursos (5). En este marco, el objetivo de este capítulo es comparar los tres universos de estudio (demanda potencial, postulantes y seleccionados), según los porcentajes de familias afectadas por necesidades básicas insatisfechas en materia de infraestructura habitacional (en aspectos de materialidad, saneamiento, y hacinamiento domiciliario). Se consideró una correcta localización cuando el indicador de carencia de los seleccionados, excedía el observado para los postulantes, y para la demanda potencial. Este ejercicio se describe a continuación según los distintos indicadores. Las respectivas definiciones de carencia, para CASEN (demanda potencial) y CAS 2 (Fuente de los datos de postulantes y seleccionados) se describen en Anexo Metodológico. Si bien este sistema permite evaluar la intensidad o incidencia de las carencias dentro de cada grupo, es importante recordar que la comparación se refiere a universos de distinta magnitud. De hecho la demanda potencial, alcanza según los datos de CASEN 90 los 283 mil hogares, mientras los postulantes inscritos suman 160 mil en Vivienda Básica y 4.700 en Vivienda Progresiva SERVIU a la fecha de investigación. Finalmente, las muestras de seleccionados son respectivamente 5.200 y 520 familias. _____________________________________________________________________________________ 5 Véase Mercado (1992), Serie de Documentos CASEN 1990 donde se consigna para la Región Metropolitana, que del total de hogares en viviendas con déficit de materialidad, el 50,5% correspondía al tipo semipermanente. Así también, del total de mediaaguas, el 30,6% presentaba deterioro en la materialidad.
2.1
MATERILIDAD DE LAS VIVIENDAS
Los indicadores utilizados para analizar las condiciones de materialidad de la vivienda son: muros, techos, pisos. El cuadro Nº3 analiza los resultados según las tres envolventes de la vivienda.
2 1. 1 Materialidad de los muros: En el caso de la demanda potencial, destaca que, en promedio, uno de cada cuatro hogares de¡ tercer quintil reside en una vivienda con deficiencias en su componente estructura¡ de muro. Esta cifra
aumenta a casi la mitad de los hogares no propietarios del quintil más pobre, lo que señala que esta deficiencia constituye un rasgo propio de las viviendas ocupadas por los segmentos más pobres. Al examinar las familias postulantes a Vivienda Básica y las seleccionadas, se aprecia que el indicador de esta carencia alcanza alrededor de dos tercios (58.9%) en los postulantes inscritos, y un 69.1 % en los asignados. Estos valores son netamente superiores a los observados en la demanda potencial, ya sea que se comparen con el porcentaje promedio o con el observado en los hogares del quintil más pobre. En esta perspectiva, sería posible apreciar una tendencia correcta según esta variable. En el caso de la Vivienda Progresiva SERVIU, si bien el porcentaje de carencias que afecta a los seleccionados (un 65,5%) es superior a la apreciada en el quintil más pobre de la demanda potencial resulta menor al observado de postulantes (71.0%). 21.2 Materialidad de la techumbre: El cuadro Nº3 muestra, en primer término, que los porcentajes de hogares de la demanda potencial afectados por este déficit son relativamente similares a los descritos para el caso de los muros (46.9% en el primer quintil, 35.6% en el segundo y 23% en el tercero). En relación a la demanda potencia¡, los dos programas de vivienda se logran localizar en un porcentaje elevado de familias con carencias (54.2% de los seleccionados). En los postulantes, estas cifras alcanzan un 43.8% de los inscritos a Vivienda Básica y cerca del 60% del registro de la vivienda Progresiva. Si bien la tendencia es que ambos programas focalizan, la disminución que muestra el indicador desde los postulantes a los asignados de Vivienda Progresiva, puede estar señalando que la menor capacidad económica de¡ grupo más pobre de postulantes interfiere en el acceso a beneficios. 2.1.3 Materialidad de los pisos: El examen de la demanda potencia¡ por quintiles arroja, al igual que en los dos envolventes anteriores, una tendencia inversamente proporciona¡ al nivel de ingreso (37.4% de carencia en el primero, 27.0% en el segundo, y 18.3% en el tercer quintil). La vivienda básica beneficia en casi un 40% a familias con deterioro, siendo esta proporción sólo levemente superior a la observada en los postulantes (38,7%), y algo mayor a la apreciada en la demanda potencia¡ de¡ quintil más pobre. En el Programa de Vivienda Progresiva, los porcentajes deficitarios son de un 45,7% para postulantes, y de 39,1 % en las familias seleccionadas. Si bien esta última cifra supera a la del quintil más pobre, existe nuevamente una diminución respecto del indicador de los postulantes. 2.1.4 índice de materialidad de la vivienda Una función básica de la vivienda es permitir a sus habitantes contar con un ambiente interior protegido por un envolvente cualitativamente adecuado a las condiciones del medio. Desde este punto de vista, interesó establecer determinar categorías agregadas que detectaran inadecuaciones entre la envolvente y el medio. Para esto se determinó el peso de las situaciones carenciales conjuntas según los tres envolventes de la vivienda. (Recuadro Nº3).
Según el cuadro Nº4, la distribución del ingreso muestra que cerca de un cuarto de la demanda potencial del quintil más pobre habita viviendas con problemas simultáneos de materialidad (23,5%). Esta situación decrece a un 10,1 % en los hogares del tercer quintil. Conviene precisar que el porcentaje de carencias conjuntas en el primer quintil es mucho menor que lo observado separadamente por componente. Las cifras observadas en postulantes muestran una clara diferencia entre los inscritos a Vivienda Básica y a Progresiva. Mientras los primeros son afectados por esta carencia en un 19,5% de los casos, esta cifra asciende a cerca del 30% en la postulación al segundo programa. El indicador de los seleccionados (23.1% en Vivienda Básica y 24.1% en Vivienda Progresiva) muestra que el porcentaje de familias con deterioro se incremento en relación a los respectivos registros de postulantes. No obstante, las cifras comparadas con el indicador del quintil más pobre son casi equivalentes.
2.2
SANEAMIENTO
Para el estudio sobre las condiciones de saneamiento se usaron las variables abastecimiento de agua potable, sistema de eliminación de excretas, y disponibilidad de energía eléctrica. Los altos niveles de cobertura alcanzados en la provisión de servicios básicos en áreas urbanas6, determinan que las carencias en saneamiento constituyan en el caso de Chile un claro predictor de los casos de más extrema marginalidad habitacional. El cuadro Nº5 resume los porcentajes de carencia, según los distintos indicadores y grupos de estudio:
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Los datos de Censo de 1992 para el área urbana arrojan que un 84,7% del parque habitacional dispone de agua potable dentro de la vivienda y que un 12,3% cuenta con agua fuera de la vivienda pero dentro del sitio (estándar sanitario). Asimismo un 81% del stock dispone de alcantarillado o fosa séptica.
22 1 Abastecimiento de agua La definición de carencia adoptada en materia de abastecimiento de agua deficitario corresponde a no disponer de agua potable dentro de la vivienda. Incluye tanto los casos que disponen de red pública dentro del sitio pero fuera de la vivienda, como aquellos que carecen de conexión domiciliaria. Vale la pena consignar que, por lo general, los mapas de extrema pobreza han definido como carencia no disponer de red a nivel del sitio, Ello deriva de un concepto sanitario del suministro aceptable que se vincula con la situación existente en los años 60 y 70, cuando los altos volúmenes de déficit de servicios llevaron a contemplar como dotación mínima una llave de agua en el patio. No obstante, dada la alta cobertura que presenta en la capital el sistema de agua potable (7), el presente estudio definió como estándar aceptable disponer de suministro dentro de la vivienda. De acuerdo a esta definición se destaca, en primer término, una notable diferenciación según quintil de ingreso de la demanda potencial. Los valores de carencias son un 42,6% para el quintil más pobre un 40% para el segundo, descendiendo al 26,8% en el tercer quintil. Como se señalara en el capítulo 1, las cifras del abastecimiento de agua denotan una estrecha relación entre la intensidad de los déficits y el nivel socio-económico. En el caso de los postulantes a Vivienda Básica, el porcentaje de carencias (44,3%) excede el observado dentro del primer quintil. Dicho indicador aumenta notablemente a dos tercios (59,6%) dentro de la población seleccionada. En las familias que postulan al Programa de Vivienda Progresiva, el 55,9% carece de agua potable dentro de la vivienda. El proceso de selección favorece a más de un 65% de familias en esta condición, indicando una muy sustantivo localización de los beneficios en la corrección de los problemas de consumo percápita de agua potable que, en las ciudades, se concentran en los grupos más pobres. Cabe establecer que las altas frecuencias de familias postulantes y seleccionadas de ambos programas que deben abastecerse de agua potable dentro del sitio _____________________________________________________________________________________ 7 En el caso del Gran Santiago, del total de 1.1 13.000 viviendas particulares que registra el Censo de 1992, un 89,5% estan conectadas a red pública dentro de la vivienda, mientras la principal categoría restante le constituye un 9,1 % que dispone de instalación en el sitio pero exterior a la vivienda. Ello constituye un factor de diferenciación socio-económica entre comunas y que se vincula con las densidades de pobreza y presencia de segundas viviendas (Mac Donald, Botteselle y Arriagada, 1994)
pero fuera de la vivienda denotarían una presencia importante en el sistema de allegados externos o de fondo de patio (8). Esta tendencia predomina por sobre la participación de familias que deben acarrear agua o no tienen ningún acceso a ella (5,8% de los seleccionados para Vivienda Básica y 16,9% de los
beneficiarios del Programa de Vivienda Progresiva) las cuales pueden asimilarse a situaciones de asentamiento precario o campamento (Cuadro Nº6).
2.22 Sistema de eliminación de excretas
En el cuadro N2 7 se observan los porcentajes de utilización de los distintos sistema de eliminación de excretas. Se consideró como situación deficitario la de aquellas viviendas no conectadas a alcantarillado o fosa séptica. El indicador de sistema de excretas deficitario (Cuadro N95) permite apreciar que la focalización del sistema es aún más acentuada en el caso de este servicio. Es así como un 44,8% de los postulantes inscritos a Vivienda Básica carecen de alcantarillado o fosa séptica (de los cuales un 38% no tiene W.C). En los seleccionados, el porcentaje deficitario alcanza el 63%, lo que excede considerablemente el indicador de la demanda potencial más pobre (20,3% del quintil I). _____________________________________________________________________________________ 8
En esta materia resultan relevantes los resultados de la Tercera Encuesta de Poblacionesaplicada por el Programa de Economía del Trabajo (U rmeneta, Aguilar y Espíndola, 1994) que para el período19911993, detecta en diversos tipos de poblaciones populares del Gran Santiago que el allegamiento a sitio pasa a ser más relevante de este tipo de casos en la postulación al sistema.
En la Vivienda Progresiva, la focalización en relación a este tipo de déficit es más significativa aún: 57, 6% de los postulantes y más del 70% de los seleccionados caen en la clasificación de carencia.
2.2.3 Disponibilidad de energía eléctrica
La provisión de electricidad es una meta altamente concretada en los centros urbanos, presentando deficiencias de cobertura menores que los servicios de agua potable y alcantarillado. Para este estudio se consideró como carencia a las viviendas con energía eléctrica sin medidor (colgados de vecinos), y viviendas que directamente no disponen de electricidad. (Cuadro Nº5). En el Cuadro Nº5 se aprecia que para la Vivienda Básica existe una similitud entre los porcentajes observados en postulantes y seleccionados (respectivamente 9.5% y 13.4%) cifras que están por sobre lo observado en el promedio de la población demandante (8.7%), superando los beneficiarios el grado de las carencias de electricidad que existe en el primer quintil de ingresos (1 1.6%).- Respecto del Programa de Vivienda Progresiva, las carencias de electricidad muestran su porcentaje más significativo en los postulantes (1 8,1 %). Si bien esto disminuye a un 15% en los seleccionados, el índice excede la intensidad de esta carencia dentro del quintil más pobre de la demanda potencial. 2.2.4 Indice de saneamiento A fin de obtener un indicador agregado de saneamiento se construyó un índice que combinó los componentes de agua potable, sistema de eliminación de excretas y electricidad.
De acuerdo a este índice, se aprecia que los postulantes a Vivienda Básica incluyen una proporción importante de familias en situación precaria de saneamiento (39,6%). En el caso de los postulantes a Vivienda Progresiva la cifra aumenta a más de la mitad de las familias inscritas (51,9%). Los indicadores
suben sustancialmente dentro de los seleccionados de ambos programas (respectivamente, 55,8% y 63,4%) constituyendo porcentajes muy superiores al observado en la demanda potencial más pobre (15%). Estas cifras permiten asegurar una poderosa localización de¡ sistema en las carencias sanitarias. En el marco de una demanda urbana de vivienda caracterizada por un alto acceso a servicios de agua y alcantarillado; los programas habitacionales analizados estarían incorporando como efecto una importante cuota de los beneficios socio-económicos y de salubridad propios de las acciones de saneamiento. Entre estos beneficios se incluyen los relacionados con posibilitar el consumo de agua en niveles adecuados la disminución de riesgos de enfermedad infantil, y un mejor empleo del tiempo productivo (antes interferido por tareas vinculadas al abastecimiento de agua en condiciones no óptimas).
2.8 INDICE DE HABITABILIDAD La situación antes descrita ha proporcionado una visión desagregada de los indicadores y componentes de protección ambiental y saneamiento. Si bien este análisis individualiza la importancia de cada factor en las poblaciones en estudio se consideró necesario estimar una medida agregada de habitabilidad (materialidad y saneamiento). El índice de habitabilidad se construyó a través del cruce de las tres categorías: buena, regular y deficitario del índice de protección ambiental con las categorías dicotómicas (bueno y deficitario) del índice de saneamiento, lo que lleva implícitas las ponderaciones utilizadas para la construcción de dichos índices. Finalmente se calculó el porcentaje de familias con déficit o carencia en cada grupo (Cuadro Nº9).
Operacionalmente, la categoría crítica de este índice refleja el caso de familias afectadas simultáneamente al menos por 4 carencias. Conviene tener presente que las carencias tienden a comportarse desigualmente según los distintos componentes de habitabilidad (en este caso seis indicadores), lo que redunda en que la situación extrema (todos los componentes deficitarios) sea escasa. No obstante, esta tendencia constituye una realidad ajustada al cuadro habitacional actual 9. Para efectos de este estudio esto ha permitido conocer el nivel con que los programas hacen atención efectiva de deficiencias extremas en materia habitacional. Los datos muestran que el 8,6% de las familias postulantes y el 13,3% de las seleccionadas del Programa de Vivienda Básica caen en esta situación.- En el Programa de Vivienda Progresiva, el porcentaje en condición crítica de habitabilidad es de un 15,7% de los postulantes, manteniéndose constante esta magnitud para el caso de los seleccionados. Tales cifras -si bien pueden considerarse moderadas exceden en varios puntos las observadas en la demanda potencial: 6,1% de la demanda del primer quintil se encuentra en rango crítico.
2.4
HACINAMIENTO
La densidad de ocupación del espacio habitacional constituye un factor sustancial en la caracterización del nivel de habitabilidad. A través de la medición de los niveles de hacinamiento es posible evaluar la localización respecto de una de las manifestaciones más críticas de la pobreza. Para medir los niveles de hacinamiento se construyó el indicador de personas por recinto. Para estos efectos se consideraron los recintos habitables registrados por la CASEN 90, y el total de piezas
de la vivienda en el caso de la información CAS II (que incluye dormitorios, estar-comedor, comedor, estar y cocina cuando son utilizadas como estar-dormir). Para distinguir el porcentaje de carencias (Cuadro N2 10), se recurrió a los siguientes puntos de corte (CELADE-UFRO, 1 990): - Población normal: - Hacinamiento medio: - Hacinamiento crítico:
2 y menos personas por recinto 2,1 a 3,0 personas por recinto Más de 3 personas por recinto
Es importante establecer que estudios recientes de CEPAL (1990), demuestran que el hacinamiento constituye uno de los principales factores explicativos del bajo desempeño y logro escolar que afecta a los niños pobres en Latinoamerica (10). La no corrección de tales carencias operaría como freno a la adquisición de capital educativo y como un factor neto de transmisión intergeneracional de la pobreza. En Chile, los problemas de hacinamiento y falta de privacidad se concentran intensamente en determinadas tipologías de allegamiento, siendo esta variable un predictor neto de sus casos más críticos (11). _____________________________________________________________________________________ 9 El análisis de habitabilidad realizado por MIDEPLAN con los resultados de la Encuesta CASEN 90 (Mercado, 1992), arrojó que, considerando el total de hogares residentes en áreas urbanas del país, las deficiencias de materialidad representaban el 10,5%, las de saneamientos el 2,3%, y los problemas más graves de habitabilidad menos del 1 %. Para el caso de la Región Metropolitana este último porcentaje se reducía al 0,5% de los hogares. 10 La falta de espacio y el hacinamiento dificultan la realización de tareas escolares, debilitando la capacidad de los hogares de complementar el entrenamiento educativo de los niños. Datos de Buenos Aires y de Uruguay y Venezuela Urbano, comprueban que dentro de cada cuartil de ingresos, los casos de regazo escolar son entre 2 y 4 veces más frecuentes en los niños de hogares con problemas de hacinamiento (CEPAL, 1990). 11 A partir de 1990, el MINVU emprendió cambios en los sistemas de postulación y selección de los programas de marginalidad habitacional. Estos se enmarcaron en un enfoque general de atención preferencial de las familias allegadas que por condición socioeconómica no lograban integrarse al sistema habitacional. El allegamiento -antes ignorado en la operación de los programas- se incorporó como factor de selección expreso en Vivienda Básica y Vivienda Progresiva (Cortinez, 1993).
Las distribuciones porcentuales según cada tramo indican, respectivamente,. un porcentaje de hacinamiento crítico (más de 3 personas por pieza) de 12,3% y 13,7% en las familias postulantes a Vivienda Básica y Progresiva. Dichas cifras muestran fuerte similitud con el indicador del quintil más pobre (11,2%). A nivel de seleccionados, la Vivienda Básica eleva el porcentaje a 19% y el Programa de Vivienda Progresiva al 13,8%. Los datos de hogares en el tramo de hacinamiento medio (2 a 3 personas por recinto), grafican una tendencia también correcta en la focalización. Mientras un 13,8% de los hogares demandantes del quintil más pobre son afectados los postulantes y beneficiarios de ambos programas presentan porcentajes superiores al 20%.
2.5
TENENCIA DEL SITIO
La situación de tenencia configura el factor de estabilidad residencial, complementando las características de habitabilidad de los postulantes y seleccionados. Cabe considerar que en Chile las cifras del Censo de 1992 arrojan que una gran mayoría (68,4%) del parque habitacional está constituido por viviendas en propiedad, alcanzando el arriendo un 18% del stock. No obstante ello, la tenencia en propiedad presenta una correlación negativa con el nivel de ingreso, dando por resultado según las cifras de CASEN 90 (Mercado, 1992) que mientras un 69% de los hogares del quintil superior habitan en su vivienda, esta cifra desciende al 50% en el caso de los hogares del primer quintil.
Para efectos de examinar la situación de postulantes y seleccionados se recurrió a la información de la Ficha CAS 2 que identifica tres categorías de tenencia del sitio en el caso de los no propietarios: arriendo, uso del sitio y uso del sitio con posible desalojo (Cuadro Nº11)
En el caso de los postulantes, el uso del sitio constituye la categoría más predominante (poco menos del 70% de los postulantes de ambas líneas de acción) situación que dentro de las tres categorías disponibles se asocia más claramente al allegamiento. Dichas cifras desplazan a una frecuencia secundaria las situaciones de arrendamiento (21,7% de los postulantes a Vivienda Básica y 19,6% en Vivienda Progresiva). La forma de ocupación más inestables identificada mediante la categoría «uso del sitio con probable desalojo» (por lo general el caso de campamento, y eventualmente situaciones de allegamiento en un nivel crítico de convivencia) no representan más del 11 % de las familias postulantes en ninguno de los dos registros. A nivel de seleccionados, ambos programas tienden a aumentar la participación de familias que usan el sitio (particularmente la Vivienda Progresiva), disminuyendo la frecuencia de arrendatarios (18% en la Vivienda Básica y 17% en el Programa de Vivienda Progresiva). Los casos de uso del sitio con amenaza de desalojo aumentan levemente con la asignación de beneficios de la Vivienda Básica (cerca de 2 puntos porcentuales), pero ven reducido su peso relativo en los beneficiarios del Programa de Vivienda Progresiva.