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Desarrollo, crecimiento, la distribución del ingreso y movilidad social: una discusión teórica (Primera versión) Elaborado por: Beatriz Muriel Hernández Osvaldo Nina Baltazar Enero - 2003
1.
Introducción
La conceptuación del desarrollo económico en la historia se suscita de múltiples interpretaciones sobre las características e interrelaciones socio-económicas de los individuos y la sociedad. En su comprensión esencial, sin embargo, el desarrollo debe abarcar no solamente una mera valoración de aspectos cuantitativos, como ingresos o gastos, sino también identificar las mejoras de las condiciones y calidad de vida, las que muchas veces conllevan a apreciaciones particulares y subjetivas. A pesar de las dificultades en la valuación de ciertos progresos cualitativos en los patrones de vida, la literatura económica se ha preocupado históricamente por caracterizar, modelar, definir y medir la mayor parte de ellos. Esto ha permitido concebir al desarrollo económico más objetivamente, aunque en un contexto parcial, con los procesos (interrelacionados) de reducción de pobreza, mejoras en el nivel y distribución del ingreso, y aceleración de la expansión productiva. Sobre este contexto, se plantea la generación de un crecimiento económico equitativo, para lo cual se hace necesario contar con un ámbito teórico consistente, de forma a identificar fundamentadamente una agenda de políticas socioeconómicas. El presente documento se divide en tres secciones. La primera corresponde a esta parte introductoria. La segunda realiza inicialmente un breve análisis entre desarrollo y crecimiento, para posteriormente discutir detalladamente los componentes fundamentales del crecimiento así como los factores de medio ambiente. Finalmente, la tercera sección presenta la relación del crecimiento con la distribución del ingreso, pobreza y movilidad social. 2.
Desarrollo y crecimiento económico
El crecimiento económico es concebido como parte primordial del desarrollo de un país, no obstante, no lo describe en su totalidad. Es definido simplemente como el aumento porcentual del producto per capita de largo plazo, medido a través de la producción bruta
A.2 interna o nacional, PIB o PNB. La sencillez en su interpretación ha permito su rápido avance teórico, incluyendo temáticas intrínsecamente relacionadas con la calidad de vida del individuo, como educación, salud, derechos individuales, entre otras. Así, la teoría del crecimiento ha venido aproximándose cada vez más a la noción del concepto de desarrollo. El crecimiento es esencialmente un fenómeno de oferta; caracterizado a través del proceso productivo y sus transformaciones, los que son sintetizados en una función de producción agregada. Bajo este contexto; son básicamente el capital físico, el trabajo (capital humano), el progreso técnico y los recursos naturales sus componentes fundamentales. Otros factores y/o políticas socio-económicas serán relevantes para expandir la producción de un país en la medida que afecten, directa o indirecta, dichos componentes. Si los fundamentos del crecimiento son esencialmente los factores de producción, entonces qué papel juega las políticas destinadas a aumentar la demanda agregada. La teoría macroeconómica señala que las medidas fiscales y monetarias expansionistas son limitadas en este contexto. Bajo la corriente keynesiana, éstas afectan la economía solamente en el corto plazo: con rigidecez en los precios de bienes y/o factores de producción, una mayor demanda provoca inicialmente una expansión del producto. En el medio y largo plazo, sin embargo, los precios aumentan desestimulando la demanda hasta que la producción retorne a su nivel de largo plazo. Bajo el pensamiento clásico, los precios son flexibles, por lo que cualquier política expansionista se reflejaría instantáneamente en un aumento en estos, sin que la economía pase por un proceso de transición de corto plazo. Las políticas que buscan modificar cualquier componente de la demanda agregada son usualmente recomendadas para disminuir los ciclos económicos en períodos recesivos o expansivos, y tienen el objetivo de suavizar la trayectoria del producto en el tiempo. Es evidente, sin embargo, que ciertas medidas gubernamentales pueden impactar la oferta de largo plazo, ya que afectan los fundamentos; tales son los casos de los gastos en tecnología y educación y construcción de carreteras. Los desequilibrios macroeconómicos también pueden distorsionar fuertemente las decisiones de los agentes económicos sobre el ahorro e inversión. A pesar de que la expansión del producto es un problema de oferta; la teoría moderna del crecimiento económico plantea como el objetivo principal de un país la maximización del bienestar de su sociedad, y sitúa al crecimiento como un medio para alcanzar tal propósito y no como un fin en sí mismo. El carácter normativo del bienestar dentro de la teoría económica es, no obstante, controversial, principalmente por que debe tomar en cuenta a todos los individuos de una sociedad. Las corrientes parten desde un extremo con Nozick, cuyo planteamiento sobre las relaciones económicas se desenvuelve con un Estado mínimo, encargado únicamente de la seguridad ciudadana. Sin embargo, aquí es posible mejorar la distribución del ingreso en el sentido de Pareto cuando las preferencias de los individuos (representadas a través de una función de utilidad) son interrelacionadas entre sí; y tomando en cuenta las valoraciones individuales sobre el consumo de los distintos bienes y servicios. En el otro extremo, se encuentra el principio igualitario, donde, y a pesar de las posibles heterogeneidades en las selecciones individuales, se plantea la igualdad de satisfacción o utilidad; aquí también es
A.3 factible obtener mejoras en el sentido de Pareto (ver p.e. Atkinson y Stiglitz (1980) para una discusión sobre el tema). En su aplicación positiva, sin embargo, se supone que los individuos son idénticos; así, el bienestar de una sociedad puede ser fácilmente modelado a partir de las preferencias de un individuo (o familia) representativo. Dichas preferencias son determinadas para todos los años de vida del individuo, a través de la sumatoria de las utilidades presente y futuras del consumo per capita, ponderadas bajo la hipótesis de que existe una mayor satisfacción de consumir hoy que mañana. En algunos casos, se incluye también la desutilidad que le representa al individuo trabajar versus el beneficio de obtener ingresos laborales, conforme el supuesto neoclásico. La preocupación de los padres por el bienestar de sus hijos es usualmente incluida en la estructuración de la función objetivo, lo que da al problema una perspectiva temporal infinita en la búsqueda por mejorar el bienestar socio-económico; es decir, el ámbito de análisis no está sujeto solo al hoy o al mañana, sino al siempre. Es importante hacer aquí un paréntesis para discutir la relevancia de la función objetivo bajo el contexto de desarrollo económico, ya que se encuentra íntimamente relacionado con la calidad de vida. El bienestar es expresado a través de la satisfacción que le genera al individuo el consumo de bienes (alimentos, ropas, bienes inmuebles, etc.) y servicios (educación, turismo, servicios básicos, etc.) bajo la premisa de que mayores niveles de consumo causan mayor utilidad (aunque con tasas marginales decrecientes). Así, problemáticas que hayan sido históricamente relacionadas con componentes subjetivos en la conceptuación de desarrollo pueden ser analizadas utilizando el instrumental metodológico de la teoría moderna del crecimiento, en la medida de que sea posible cuantificarlos o modelarlos. Por ejemplo, si la violencia fuese un tópico importante en términos de calidad de vida (como en algunos países), podría ser identificada como un factor de desutilidad, cuya minimización se daría al costo de mayores derogaciones en seguridad ciudadana. La búsqueda por mejorar el bienestar de una sociedad se encuentra, sin embargo, limitada por la disponibilidad de recursos; las selecciones intertemporaless óptimas conducen a un sacrificio del consumo presente para alcanzar niveles de ahorro e inversión de forma a generar mayor producción y renta posteriormente y, por lo tanto, gozar de niveles de consumo futuro más elevados. Si se concibe a la economía bajo la responsabilidad de un planeador central que asigna los recursos eficientemente al sector productivo y a la población de forma a maximizar la función objetivo; entonces la restricción presupuestaria será simplemente determinada igualando la oferta con la demanda agregada. Bajo este contexto, siempre será posible encontrar la solución óptima para la sociedad (first best). Ya en una economía descentralizada se podrá alcanzar el óptimo social cuando no existan externalidades o imperfecciones el mercado de bienes y factores de producción. Con base en los elementos discutidos anteriormente, la evolución de la teoría del crecimiento económico se ha desenvuelto con la generación de varios estudios, fundamentados microeconómicos y macroeconómicos, realizando análisis profundos sobre cada uno de los componentes del crecimiento, aunque en algunos casos íntimamente relacionados entre sí. Los modelos teóricos más relevantes en esta línea de investigación son explicitados en las siguientes subsecciones.
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2.1. Capital físico La acumulación del capital físico, resultado de las inversiones, ha sido considerada desde los primeros economistas clásicos como el motor del crecimiento económico. En la época, se introdujo también la idea de los retornos marginales decrecientes; es decir, manteniendo los restantes factores de producción fijos, trabajo y tierra, llegaría un nivel donde el aumento de una unidad adicional de stock de capital conduciría cada vez a una menor expansión del producto. El modelo básico de crecimiento económico fue desenvuelto de forma independiente por Roy Harrod e Evsey Domar, y fue especificado simplemente con los aspectos de oferta. El aporte más importante fue la introducción del acelerador en conjunción con el multiplicador. Ellos postularon que el aumento del producto per capita (dy) depende de la razón capital-producto (k=k/y) supuesta constante en el tiempo, y del volumen de inversión per capita (i), donde it = dkt cuando no existe depreciación del capital. Los autores estaban preocupados en explicar como deberían ser las relaciones de equilibrio entre el producto, el ahorro y la inversión, para obtener un crecimiento compatible con el pleno empleo (ver Mikesell, 1968; y Sala-i-Martin, 1990a). El problema del modelo, sin embargo, como señala Solow (1956), radica en que el equilibrio no es estable, lo que implica que posiciones fuera de él pueden causar desempleo o inflación prolongada. Para comprender esta observación, el modelo de Harrod-Domar puede ser aproximado con una función de producción de tipo Leontief (con coeficientes fijos), donde no es posible sustituir capital por trabajo o viceversa. Así, es factible tener ciertas cantidades de factores redundantes (desempleadas) independientemente de los movimientos de los precios de los bienes o factores, los que por excelencia limpian los mercados. Posteriormente, Solow (1956) y Swan (1956) desarrollaron un modelo de crecimiento de largo plazo considerando la sustitutibilidad entre los factores a través de una función de producción neoclásica. La dinámica de la economía es determinada a través de la ecuación de evolución del stock de capital, dkt, establecida en ultima instancia por la proporción del ingreso destinado al ahorro, sy, (dkt =syt – hkt, donde h es la tasa de crecimiento de la fuerza laboral). El modelo presenta dos resultados relevantes. El primero muestra que la economía se mueve a su nivel de largo plazo (o estado estacionario) acelerando el crecimiento inicialmente y siguiendo a una tasa decreciente en el tiempo hasta llegar al equilibrio. Esta idea de convergencia es explicada por la participación cada vez menos productiva del capital en el proceso de producción. Así, si los países cuentan con tecnologías y propensiones al ahorro semejantes, aquellos que poseen inicialmente stocks de capital per capita bajos tendrán tasas de retorno más altas (productividades marginales más elevadas) y, por lo tanto, tasas de crecimiento mayores que otras economías que inicialmente gozaron de capitales substanciales. De esta forma, los países pobres tenderían a igualarse a los ricos
A.5 en términos de ingreso per capita y “desarrollo económico” (Solow, 1956; véase también Barro y Sala-i-Martin, 1995). La premisa de convergencia, sin embargo, ha sido ampliamente cuestionada en la literatura empírica actual: si ella se cumpliese, se esperaría entonces una relación inversa entre el stock de capital per capita físico inicial y la tasa de crecimiento del producto per capita. No obstante, los datos no apoyan la existencia de una correlación significativa entre las variables (ver p.e. Barro, 1991). La mayor crítica es el tratamiento igualitario a los países, pareciendo más adecuado pensar que las fuerzas de convergencia se aplican en un sentido condicional, después de controlar por las asimetrías entre las economías. La diferencia más importante introducida en los análisis empíricos es el stock de capital humano inicial, que conduce a una versión modificada de la hipótesis: los países pobres crecen más rápido que los ricos solamente cuando tienen un nivel lo suficientemente elevado de capital humano inicial. El segundo resultado importante es que, y debido también a los retornos marginales decrecientes, la tasa de crecimiento del producto per capita de largo plazo es nula y el producto agregado se incrementa a una tasa igual a la poblacional. Como se verá más adelante este resultado ha sido ampliamente cuestionado empírica y teóricamente. Fueron Cass (1965) y Koopmans (1965), sin embargo, los que introdujeron al modelismo de crecimiento económico neoclásico el problema de optimización del consumidor postulado por Ramsey (1928). Es decir, consideraron que la preocupación esencial de un país es maximizar la función de bienestar social. La principal diferencia con el modelo de Solow-Sawn radica en que ahora la tasa de ahorro está endógenamente determinada debido a la inclusión de factores de demanda en el modelo; no obstante, las conclusiones cualitativas explicitadas anteriormente son mantenidas (Cass, 1965; véase también Barro y Sala-i-Martin, 1995). - Modelos de crecimiento endógenos Fue Romer (1986) que, utilizando datos para Estados Unidos e Inglaterra, observó que las productividades medias laborales son monotónicamente crecientes en el tiempo, al contrario de lo que se esperaría teóricamente. Con información para once países de la OECD, encontró también que existe una tendencia positiva en las tasas de crecimiento del producto per capita en el tiempo. Esta evidencia empírica, junto a otras, llevó a cuestionar fuertemente la postulación teórica de una tasa de crecimiento per cápita nula (o positiva más exógena), conduciendo a la generación de nuevos estudios en la búsqueda de un resultado más intuitivo. Así, se desarrolló una clase de modelos que permitían una tasa de crecimiento per capita positiva en el largo plazo generada de forma endógena al modelo; es decir, derivada del proceso de maximización. Para que esto sea posible, la función de producción debe exhibir retornos constantes de escala en los insumos acumulables, como el capital físico. En su versión más simple, la función de producción se encuentra determinada como: Yt = AKt, donde Y y K son el producto y capital agregados y A es una constante, (ver Sala-i-Martin, 1990a; Barro y Sala-i-Martin, 1995).
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Dos aspectos relevantes merecen aquí ser discutidos. El primero cuestiona el supuesto de que los rendimientos marginales del stock de capital son constantes. Sin embargo, el capital puede ser concebido en un sentido más amplio, considerando también el capital humano y/o público. El segundo se relaciona con el formato de la función de producción que resulta en una productividad marginal y media del capital siempre constantes, lo que implica que no existe la propiedad de convergencia. Sin embargo, la introducción de capital humano y/o público prevé movimientos en la tasa de crecimiento debido a los desequilibrios en los factores de producción acumulables. La existencia de costos de instalación adiciona a estos desequilibrios la idea de convergencia discutida en los modelos neoclásicos. - Inversión y ahorro externo Cuando la economía es cerrada, la inversión es limitada por los niveles de ahorro interno. Si el país es abierto, sin embargo, puede obtener beneficios a través del acceso al mercado internacional de capitales, los que pueden financiar las inversiones y, por lo tanto, aumentar la capacidad productiva más allá del nivel que seria posible internamente. Existen, sin embargo, costos asociados a estos recursos que son expresados en pagos de servicio de deuda (intereses y amortizaciones) cuando se trata de deuda externa, y dividendos en el caso de inversión extranjera directa. El país debe ser entonces capaz de satisfacer igualmente la demanda por inversión interna y las obligaciones externas. Cuando el problema de endeudamiento pasa a ser discutido bajo un contexto de optimización intertemporal, es posible llegar a una relación positiva entre deuda y crecimiento económico (ver p.e. Bardhan, 1967; y Hamada, 1966). Sin embargo, los recursos externos pueden estar limitados por restricciones de solvencia, liquidez y/o el riesgo de repudiar la deuda, lo que lleva a menores posibilidades de expansión del producto (ver p.e. Cooper e Sachs, 1985; Cohen e Sachs, 1986). Empíricamente, sin embargo, se aprecia una relación negativa entre endeudamiento externo y crecimiento económico. Muriel (1998) observa que dicha correlación es explicada esencialmente por una participación relevante de créditos externos destinados a gastos gubernamentales corrientes, los que pueden ser considerados como “no productivos.” Así, los costos de la deuda estarían superando a sus beneficios, los que serian pagados con mayores impuestos u otros ingresos, afectando así de forma negativa al crecimiento. Por otro lado otra fuente de acumulación de capital son los flujos de capitales extranjeros, especialmente aquellos que tienen la naturaleza de inversión directa extranjera (IED). La evidencia empírica a mostrado que los efectos de la IED sobre el crecimiento son ambiguos (Carkovic y Levine, 2002). Este resultado son por la falta de las condiciones para que las ventajas de la IED se presentan en el país receptor. Estos factores son un alto nivel de educación (Borensztein, De Gregorio, y Lee, 1998) y el nivel de desarrollo del mercado financiero (Alfaro et al, 2002) - Inversión y sistema financiero
A.7 Otro aspecto relevante discutido en la literatura son los efectos de la calidad y eficiencia de los bancos, mutuales, etc., sobre el desempeño economía. Teóricamente, los servicios que proveen los intermediarios financieros, movilizando ahorro, facilitando transacciones, evaluando proyectos, etc., son esenciales como formas de innovación tecnológica para facilitar las inversiones y la acumulación del capital (King y Levine, 1993). Por otro lado, sistemas financieros más democráticos y competitivos, pueden reducir los costos de las inversiones, así como crear mayores facilidades en la captación de recursos para nuevas industrias. 2.2. Capital Humano La acumulación del capital humano de una economía es concebida a partir de las mejoras cualitativas y cuantitativas en salud y educación de su población. Índices adecuados de nutrición, tasas de mortalidad infantil bajas y de esperanza de vida al nacer altas, entre otros, reflejan poblaciones más sanas y, por lo tanto, más capaces de desempeñar tareas y labores. Los años de escolaridad, la capacitación técnica, el entrenamiento, la adquisición de conocimientos adicionales fuera de la escuela, el aprendizaje obtenido de la experiencia, etc., son componentes esenciales que determinan las habilidades de los individuos en el trabajo que desempeñan y en su mejor receptividad frente a nuevas tecnologías de producción. Como se mencionó anteriormente, el capital humano representa un insumo en el proceso de producción de los bienes y servicios: los trabajadores bien nutridos, más saludables y educados aportan mejor al desempeño económico de una sociedad. Ranis et al. (2000) resumen los efectos del capital humano sobre el crecimiento en cuatro puntos: i) la salud y la educación aumentan la productividad del individuo en el trabajo; ii) la educación secundaria permite la adquisición de habilidades y mejora la capacidad empresarial; iii) la educación universitaria permite el desarrollo de las ciencias, la selección y adaptación de tecnologías de interés y el desarrollo de otras; iv) la instrucción secundaria y terciaria genera elementos críticos en el desarrollo de las instituciones, el Gobierno y el sistema financiero, entre otros. Arrow (1962) estudió las implicaciones económicas del capital humano en lo que se conoce como learning-by-doing. La adquisición de conocimiento es determinada a través del aprendizaje; éste es el producto de la experiencia que se desenvuelve con la continua búsqueda en la resolución de problemas. EL aprendizaje, sin embargo, aumenta el desempeño en el proceso productivo solamente cuando se confronta con situaciones de estimulo, ya que la repetición presenta retornos decrecientes. Dicho estimulo puede ser producido con la acumulación de capital físico innovador. Como señala Lucas (1988), la relevancia del learning-by-doing (así como otras formas de entrenamiento laboral) para el capital humano es al menos tan significante como la educación escolar. La forma más sencilla de incluir estas mejoras de capital humano en los modelos de crecimiento económico es suponiendo una tasa de progreso técnico labor-augmenting (Barro y Sala-i-Martin, 1995). Dicho modelo sustenta una tasa de crecimiento positiva en
A.8 el largo plazo igual a la tasa acumulación de conocimiento. El problema es, sin embargo, que la forma de dicho progreso es determinada de una manera ad hoc y exógena. El modelo Uzawa-Lucas introduce una forma alternativa de conocimiento en los modelos de crecimiento. Aquí, los trabajadores acumulan capital humano; para esto, sacrifican el consumo presente para educarse y capacitarse con el objetivo de adquirir mayores habilidades productivas en el futuro y, por lo tanto, contar con un mayor ingreso. Así, en términos agregados el nivel de conocimiento representa el stock medio del capital humano que se acumula en el tiempo a partir de mayores inversiones, de forma semejante al capital físico. En este caso también es posible obtener una tasa de crecimiento positiva sustentable en el tiempo, ya que se trata de un modelo de crecimiento endógeno donde los retornos marginales son constantes en los factores de producción acumulables (Lucas, 1988; ver también Topel, 1999). El capital humano, sin embargo, puede contribuir al proceso de producción también de forma indirecta. Nelson y Phelps (1966) observan que los trabajadores cualificados, con niveles de educación elevados, tienen mayor probabilidad de innovar nuevas tecnologías o asimilaras y adoptarlas de otras economías produciendo innovaciones tecnológicas; es decir, se hace relevante no solamente la acumulación del capital humano, sino su nivel. Los esfuerzos en materia de investigación y desarrollo, R&D, también pueden tener una mayor probabilidad de suceso en la medida de que los trabajadores envueltos en la actividad sean más y mejor educados. Finalmente, los mayores niveles de educación afectan sobre las decisiones de tener hijos: con mayores niveles de instrucción, los costos de oportunidad de criar aumentan debido a la mayor demanda en tiempo y dedicación. Así, los niveles de fertilidad tienden a disminuir; provocando tasas más altas de ahorro per capita y, por lo tanto, de inversión. La menor tasa de crecimiento de la población conducirá también a un mayor crecimiento económico vía su impacto en el denominador (ver p.e. Barro, 1991; y Barro, 1997). La causalidad del capital humano sobre el crecimiento, sin embargo, se genera también en sentido contrario. Familias con ingresos más altos tendrán mayores recursos para mandar a sus hijos a la escuela y mejores posibilidades de cuidar su salud y nivel de nutrición; así los futuros trabajadores contarán con mayores habilidades productivas. - Ciclos virtuosos, viciosos y e intermedios (lop-sided) Ranis et al. (2000) señalan que una fuerte causalidad en ambos sentidos entre crecimiento y capital humano pueden llevar a un ciclo virtuoso en el proceso de desarrollo: con altos niveles de capital humano conduciendo a altas tasas de crecimiento económico que, en su turno, promocionan la acumulación de capital humano. Contrariamente, sin embargo, la economía puede encontrarse en un ciclo vicioso, cuando cuenta con un deficiente nivel de desarrollo humano, lo que resulta en tasas de crecimiento bajas que generan pocos recursos para la futura acumulación en capital humano. El desempeño de un país puede también situarse en niveles intermedios; con fuerte desarrollo humano y bajo crecimiento - que se genera, por ejemplo, cuando la tasa de
A.9 inversión en capital físico es baja -, o con bajos niveles de capital humano y altas tasa de crecimiento - que se genera por el aprovechamiento de otros factores de producción. Empíricamente, la primera posición intermedia tiene más éxito en llegar a un circulo virtuoso; así se hace siempre imprescindible desplazar recursos a la salud y educación. 2.3. Progreso Técnico Las ideas en torno al progreso técnico y crecimiento económico han sido propuestas desde los primeros economistas clásicos. Adam Smith postulaba la relevancia de la división del trabajo como un proceso de producción más eficiente: existiría una mayor destreza en el trabajo con la especialización en actividades reducidas y, al mismo tiempo, una menor pérdida de tiempo. Esto llevaría a un aumento de la productividad y, consecuentemente, del ingreso. (ver Hagen, 1984). Schumpeter observó que los cambios técnicos e institucionales son los factores importantes del desarrollo económico. El autor postuló que una economía en un “flujo circular” (estado estacionario) inicial se desarrolla cuando existe algún cambio tecnológico en el proceso productivo (nuevas técnicas, mejoras organizacionales, etc.). La empresa sujeta al cambio goza de lucros monopólicos por la innovación hasta ser imitada y alcanzada por sus competidoras; en el proceso, la economía se mueve a un nuevo “flujo circular” (ver Taylor y Arida, 1995). Posteriormente, los economistas neoclásicos modelaron los avances tecnológicos en el proceso productivo. El producto fue determinado como un factor de escala, creciente en el tiempo, multiplicado por la función de producción neoclásica; dicho factor representa el progreso técnico (neutro) y es implementado de forma exógeno al modelo. Con este formato, la tasa de crecimiento económico es positiva e igual a la tasa de evolución porcentual del progreso técnico (Solow, 1956; Barro y Sala-i-Martin, 1995). A pesar del importante aporte en el modelismo de los avances tecnológicos, el supuesto de exogeneidad fue ampliamente cuestionado en la literatura. Romer (1986) desarrolló un modelo que permite determinar el progreso técnico de forma endógena. Supuso que una empresa dada invierte en investigación tecnológica produciendo conocimientos; estos sin embargo, no pueden ser mantenidos en sigilo y son esparcidos sobre otras firmas. De la misma forma, recibe conocimientos de la economía, lo que le permite aumentar su productividad. Así, los retornos marginales del conocimiento se tornan crecientes al ser determinados de forma agregada, lo permite una tasa de crecimiento económico positivo en el largo plazo. Otra forma de tornar endógeno el progreso técnico es a través de los modelos de Investigación y Desarrollo, R&D. Existe una heterogeneidad de modelos en esta línea, los que permiten el ingreso de nuevos tipos de capital en el proceso productivo que son diferentes por variedad y calidad; así como efectos de esparcimiento sobre el stock de conocimiento agregado. También es posible encontrar modelos donde las firmas desarrollan nuevas variedades o nuevas calidades en bienes intermedios o de consumo (Sala-i-Martin,1990b). La intuición de los modelos se basa en que el progreso técnico es
A.10 determinado a partir del aumento de la mayor necesidad económica de expandir las variedades o calidades de los productos, lo que requiere de invenciones, innovaciones o adaptaciones de la forma de R&D. 2.4. Recursos naturales Históricamente, los recursos naturales han sido fundamentales para el crecimiento de los países. Previo a la revolución industrial, la producción agrícola representaba la base productiva de las economías. Posteriormente, el carbón y el hierro fueron utilizados para la fabricación del acero, permitiendo la generación del transporte férreo; lo que facilitó el desarrollo de países como Inglaterra, Alemania, Francia y Rusia. En las últimas décadas, el petróleo ha permitido en crecimiento de algunos países como los árabes. A pesar de que los recursos naturales contribuyen en la expansión del producto; la evidencia empírica señala que los países abundantes en dichos recursos crecen menos. Cuatro razones básicas han sido señaladas para explicar dicha relación. La primera considera que los recursos naturales son asociados con grupos de poder que buscan extraer la mayor renta de estos factores de producción, aprovechándose de las imperfecciones en los mercados y de las estructuras impositivas. La segunda se relaciona con fallas políticas, la abundancia de recursos puede crear un falso sentido de seguridad, mientras que los países más pobres en tales recursos pueden percibir la necesidad de trabajar sobre su organización económica y sus políticas (Gylfason, 2000). La tercera considera que la explotación de dichos recursos demanda generalmente trabajadores con poca calificación, en comparación con otros sectores económicos. Esto desincentiva la acumulación de capital lo que incide negativamente a la expansión del productos. La última razón se relaciona con el problema de Dutch disease; la explotación masiva de algún recurso (como ocurrió con el gas natural en Holanda) tiende a rezagar la producción en los otros sectores vía aumentos en los salarios y distorsiones en el tipo de cambio (Gylfason, 2000). El contra argumento a dichos resultados empíricos, sin embargo, observa que el periodo de análisis es corto (20 años), considerando que el crecimiento es principalmente un fenómeno de largo plazo. Tomando en cuenta un periodo mayor (1820-1989), Maloney (s.f.) concluye que no existe una relación negativa entre recursos naturales y crecimiento económico. Más allá de los resultados empíricos, sin embargo, los países abundantes en recursos naturales con suceso económico parecen haber adoptado explícita e implícitamente ciertas políticas conjuntas. Muchas economías, por ejemplo, desarrollaron la industria y los servicios gracias a la explotación de ciertos recursos naturales. Un segundo argumento es que los países se preocuparon por desarrollar técnicas que permiten la explotación de los recursos (como la agricultura) de forma más eficientemente y productiva.
A.11 2.5. Factores de medio ambiente Como se señaló anteriormente, los factores de entorno o medio ambiente se encuentran íntimamente relacionados con las condiciones productivas de las regiones, afectando directamente o indirectamente a los componentes del crecimiento. Varios factores son estudiados en la literatura bajo este contexto; sin embargo, aquí se explicitan simplemente los más relevantes para el caso de Bolivia. - Entorno macroeconómico Un entorno macroeconómico estable es deseable y necesario para un crecimiento económico sustentable. Permite una mayor certidumbre sobre el rumbo económico, lo que incentiva las inversiones, tanto internas como extranjeras. Conduce, a menores distorsiones en las trayectorias de las variables macroeconómicas, como ser: salarios reales, tasa de intereses, tipo de cambio, etc., afectando positivamente el desempeño de la economía. Facilita la aplicación de políticas que incentivan el desarrollo; ya sea porque los esfuerzos públicos se reacomodan a la elaboración de medidas relacionadas con el crecimiento, o por que es más probable contar con gastos gubernamentales que, como se verá más adelante, pueden incidir directamente sobre el proceso productivo. Ames et al. (2000) definen la estabilidad macroeconómica como “una situación donde las relaciones económicas claves se encuentran en balance – como la demanda y la oferta, la balanza de pagos, los ingresos y gastos fiscales y el ahorro y la inversión. Las relaciones, sin embargo, no deben ir en un exacto balance; ya que ciertos niveles de déficit son compatibles con la estabilidad económica en la medida de que sean financiados de una manera sostenible.” Existen dos fuentes relevantes de inestabilidad. La primera es el resultado de shocks externos; por ejemplo, cambios drásticos en los precios internacionales que pueden deteriorar fuertemente los términos de intercambio, cambios en las reglas de juego crediticias (como sucedió en la crisis de deuda), desastres naturales (como el efecto del niño), etc. (véase Ames et al. 2000). La segunda es el resultado de políticas económicas inapropiadas que pueden conducir en un futuro a problemas de crisis de confianza u otros. En general las dos fuentes de inestabilidad coinciden o son consecutivas; los problemas de deuda de la primera mitad de la década de los 80s en Bolivia, por ejemplo, vinieron acompañados de una serie de políticas inadecuadas que condujeron a la hiperinflación; las crisis financieras que conducen a importantes fugas de capitales son el resultado muchas veces de políticas fiscales y monetarias inapropiadas. Dentro de la literatura económica, el indicador que mide por excelencia la inestabilidad macroeconómica es la tasa de inflación. Altas tasas de inflación son generalmente asociadas con una menor acumulación del capital físico, debido a la incertidumbre que viene asociada con esta. La inflación puede ser también regresiva, distorsionando los impuestos y desincentivando la expansión productiva.
A.12 En las apreciaciones de Fischer (1993), existen aún dos indicadores básicos de la política macroeconómica. El déficit fiscal, que se encuentra también negativamente relacionado con la acumulación de capital, por dos motivos: primero, por el efecto crowding out; segundo, por que el déficit representa un indicador de perdida del control de las acciones del Gobierno. El premio de del tipo de cambio en el mercado negro es considerado como una variable proxy de las distorsiones del mercado del cambio, (aunque no mide adecuadamente la insustentabilidad de un régimen cambiario) y es entendida como un factor adverso al crecimiento. - Contexto externo El libre comercio ha sido defendido desde tiempos de Adam Smith. En su libro, “An Inquiry in to the Nature and Causes of the Wealth of Nations,” formuló que el comercio externo es provechoso para los países, ya que los excedentes de producción que no tienen demanda interna pueden ser cambiados por otras mercancías necesarias; el libre comercio y la competencia empresarial son requisitos indispensables para aumentar el crecimiento. Una de las ventajas de las relaciones comerciales entre bienes y servicios radica en las diferencias de los factores de producción en los países. Una primera idea de lo señalado es postulada en el modelo de Ricardo: los países son más productivos en la producción de ciertos bienes y menos productivos en otros; cuando las productividades relativas son diferentes entre ellos, entonces la apertura permite aumentar la oferta de los bienes producidos más eficientemente en cada país debido al aumento en el tamaño de mercado y a las variaciones relativas de los precios. La segunda premisa es postulada en el modelo del Heckscher-Ohlin-Samuelson, donde se supone que las dotaciones de los factores de producción en los países son diferentes, la apertura permite entonces aprovechar el factor relativamente más abundante y más barato, valiéndose de las ventajas comparativas. En los dos casos, los términos de intercambio de modifican de forma que el bienestar económico aumenta. En segundo lugar, cuando la producción está sujeta mercados de bienes imperfectos y economías de escala (es decir, los costos medios son decrecientes en el producto), los países aún iguales pueden beneficiarse del comercio por los siguientes motivos. Primero, la mayor competencia induce a las firmas a bajar los precios y producir más. Segundo, los países pueden concentrarse en la producción de algunos bienes provocando una ganancia en términos de escala lo que puede llevas a una caída en los precios (con mercados contestables). Tercero, la tendencia a la competencia internacional reduce el número de firmas provocando mayores ganancias en términos de escala. Finalmente, el comercio aumenta el bienestar debido a que los consumidores se benefician por la mayor variedad de productos (Helpman y Krugman, 1985). Adicionalmente a la mejora del bienestar, la teoría postula que los mayores flujos comerciales afectan positivamente a la tasa de crecimiento a través de las transformaciones tecnológicas; ya que se tiene acceso a insumos importados que traen nuevos conocimientos (ver p.e. Harrison, 1996). El comercio también a permitido que en algunos países la industria manufacturera se desarrolle vía promoción de exportaciones.
A.13 A pesar de que el libre comercio es positivo para la economía, existen algunas razones teóricas para creer que las políticas comerciales activas pueden, algunas veces, mejorar el desempeño económico. Primero, muchos países desarrollados (como Alemania, Francia y Estados Unidos principalmente) han utilizado restricciones comerciales en la búsqueda de desarrollar sus propias industrias. Estas políticas fueron seguidas por muchos países en desarrollo en los últimos cincuenta años (aproximadamente), con la idea de expandir la producción de manufacturas de forma a abastecer el mercado nacional, creando una sustitución de importaciones. El principal argumento de la sustitución de importaciones es de la industria naciente: donde los países presentan una ventaja comparativa potencial en la producción de ciertos bienes, mas que no pueden competir inicialmente con las ya establecidas en otras economías. Así los Gobiernos, deberían apoyar temporalmente las nuevas industrias, hasta que puedan enfrentarse a la competencia internacional. La sustitución de importaciones no constituye un objetivo en si mismo, sino un media para alcanzar un desarrollo económico (Krugman y Obstfeld, 2001). Otro argumento a favor de las restricciones comerciales se basa en los problemas de economía dual, donde existe un sector moderno (industrial) y otro tradicional (agricultura), siendo la productividad del trabajador mucho mayor en el primer sector que en el segundo y, por lo tanto, los niveles saláriales. Así, las restricciones incentivarían la industria moderna haciendo posible transferir trabajo del sector menos al más productivo, mejorando los niveles de ingreso medio e incentivando el crecimiento económico. - Políticas Públicas El sector público influencia el desempeño de una economía a través de dos canales. Primero, el Gobierno interviene en el desarrollo de un país a través de las inversiones y de los gastos públicos: las inversiones en infraestructura están estrechamente relacionadas con el desempeño del sector privado; los gastos en educación, salud y otras áreas sociales hacen con que el capital humano sea más productivo. Existen también ciertas políticas públicas que pueden ser consideradas inductoras del desarrollo, algunos ejemplos son: los incentivos al ahorro y a la acumulación del capital doméstico; las promociones de los sectores económicos más rentables con mayores ventajas comparativas; las reglas claras y atractivas para las inversiones domésticas y extranjeras; los sistemas de defensa nacional; y las promociones al mejoramiento de las instituciones financieras. Por otro lado, el Gobierno precisa de recetas para ejecutar los diversos proyectos. Las fuentes de recursos pueden ser internas – a través de impuestos o crédito interno – y / o externas – a través de deuda externa. Los impuestos disminuyen los niveles de consumo e inversión óptimos, y pueden distorsionar la evolución de la economía en el tiempo, dependiendo de las características tributarias. Un nivel de stock de deuda elevado puede ser también un factor de desequilibrio macroeconómico, provocando una caída en el crecimiento. En el modelismo teórico, la relación de las actividades teóricas con la expansión del producto ha sido extensamente estudiada en los modelos de crecimiento (ver p.e. Arrow y
A.14 Kurz, 1970; Aschauer, 1989; Barro, 1989; y Barro, 1990). En algunos casos, el capital público (o alternativamente el flujo de servicios públicos) es incluido directamente en la función de producción como un nuevo factor, que complementar a los insumos privados debido a que mejora las productividades marginales del trabajo y del capital privado. En otros casos, se supone que el nuevo factor de producción incide directamente sobre el parámetro tecnológico incluido en la función de producción. 3.
Crecimiento Económico, Distribución, Pobreza y Movilidad: Crecimiento con equidad
El concepto de desarrollo aun está siendo un tópico de discusión y tiene varias implicaciones filosóficas. Como la preocupación es el bienestar económico de las personas, que tiene muchas dimensiones. En esta sección se concentrará sobre cuadro dimensiones del bienestar económico: ingreso per cápita, distribución del ingreso, pobreza y movilidad social. 3.1. Distribución del Ingreso Los primeros trabajos teóricos en formalizar la relación crecimiento económico y distribución del ingreso fueron los modelos de crecimiento post-keynesianos de Kaldor (1956) y Pasinetti (1962). Estos trabajos, con base en las concepciones del crecimiento desarrollado por Harrod (1939) y Domar (1946), analizan el papel que juega la distribución del ingreso en el crecimiento económico en el largo plazo. Mediante la llamada “ecuación distributiva fundamental”, ellos muestran que los cambios de la participación de los beneficios en el ingreso, que dependen de las propensiones al ahorro de los trabajadores y de los capitalistas y la tasa de inversión, afectarán la distribución del ingreso (Aguilera, 1998). La primera aportación neoclásica sobre esta relación fue analizado por Stiglitz (1969) con base al modelo desarrollado de Solow. Este modelo muestra el efecto del crecimiento económico sobre la distribución del ingreso, donde la diferencia en la tasa de acumulación de riqueza, que son diferentes entre individuos, explicarían el grado de la dispersión, cuanto sea mayor a la unidad mayor será la desigualdad. El modelo de Adelman y Morris (1973) cambia la causalidad de la relación, ellos argumentan que la desigualdad del ingreso afecta al crecimiento económico. Una de las más difundidas hipótesis respecto a la relación crecimiento – distribución, es la de Kuznets (1956). La hipótesis atribuyo que la desigualdad en la distribución del ingreso tiene un comportamiento intertemporal descrito por una “U” invertida, incrementándose en las partes tempranas del desarrollo económico, estabilizándose luego y mejorando en etapas posteriores. De acuerdo a Bruno, Ravallion & Squire (1995) existen varios estudios que han corroborado los resultados obtenidos por Kuznets, pero también han sido objeto de críticas, especialmente al utilizar datos de corte transversal y no series temporales en la evidencia empírica.
A.15 Los trabajos de Anand & Kanbur (1993) y Deininger & Squire (1998) encontraron una relación débil sobre la hipótesis de Kuznets. La explicación para resultado puede deberse a los cambios que puede presentarse en la distribución del ingreso, el cual cambia a través del tiempo (Bourguignon, 1995). Por otro lado, algunas investigaciones han soportado la hipótesis de Kuznets, como son Oswag (1994), Ali (1998), Milanovic (1994) y Fishlow (1995). La hipótesis de Kuznets considera relacionando la distribución del ingreso con los niveles del ingreso per cápita. En cambio, los trabajos sobre crecimiento del ingreso per cápita, muestran que no existe una relación entra las tasas de crecimiento y desigualdad. Este resultado es confirmado por los trabajos realizados por Bruno, Ravallion & Squire (1995). Aunque, a nivel de países los resultados fueron variados (Stewart, 2000). La literatura reciente ha respaldado la conclusión de Adelman y Morris (1973). Muchas teorías se han construido dentro de este marco. Estas teorías pueden clasificarse dentro de tres categorías: imperfecciones en el mercado de crédito, economía política, y entorno social. Los trabajos de Aghion y Bolton (1997) y Galor y Zeira (1993) apelan a la imperfección de mercados financieros para explicar los efectos de la desigualdad del ingreso sobre el crecimiento. Las imperfecciones de los mercados son importantes en un mundo donde crecimiento es aumentado por la inversión en el capital del humano, esto implicaría que muchos individuos pobres no tendrían los ingresos suficientes para invertir en la educación y tener no acceso a pedir prestado financiarlo, dando lugar a tasas de crecimientos bajas. Por otro lado, otros modelos tratan en lugar para construir un puente entre teorías del crecimiento y teorías endógenos de la economía política. Una desigualdad más alta implicaría, según el teorema del votante de mediana, una redistribución más fuerte por el proceso electoral. La redistribución afectaría el ingreso neto de la inversión y presionaría el crecimiento. (Alesina y Rodrik 1994; Bertola 1993; Perotti 1992; Persson y Tabellini 1994). Bénabou (1996) desarrolla un modelo para combinar las dos teorías previas. En cambio, otros modelos enfocan en las consecuencias sociopolíticas de la desigualdad. La desigualdad alta tendría los efectos que presionan en la inversión y el crecimiento porque causaría la confusión política y la inestabilidad social. Una formalización de estos modelos puede ser funda en el al de Asesina et al. (1996), Bellettini (1996), Benhabib y Rustichini (1996). Aunque un modelo que trabe estas tres variables aun no fueron formalizado, la base se puede convocar como sigue: con tal de que el costo de la educación sea representado principalmente por los ingresos renunciados para no trabajar, la sociedad no igualitaria es el uno donde un porcentaje más ancho de las familias no puede invertir en capital humano se ve en la educación. Por consiguiente, ellos invertirían en la cantidad de niños antes que la calidad. Desde que el crecimiento proviene de principalmente la inversión en la capital física y humana, la fecundidad alta se valora debido a la desigualdad alta dirigiría a menos inversión en la capital humano y menos crecimiento. Becker y Barro (1988) y Becker, Murphy y Tamura (1990) han colonizado la investigación en la teoría de la fecundidad y el crecimiento. Además, Perotti (1996) sugiere que las decisiones de tasas en la fecundidad y
A.16 la educación podrían proporcionar el canal por lo cual la desigualdad negativamente impactos en el crecimiento. Por otro lado, Deininger y Squire (1996) usaron también sus datos para probar el eslabón de la desigualdad al crecimiento, y encontrar que el nivel de la desigualdad inicial de ingresos no era un factor explicativo robusto del crecimiento, aunque la desigualdad alta en la distribución de la tierra tuvo un efecto significativamente negativo en el crecimiento futuro. Los desarrollos más recientes de este hilo productivo de la literatura sugieren que las comparaciones sociales, venida de la percepción de la sociedad de la desigualdad, dirigen a tasas bajas de crecimiento, este efecto es más pertinente en economías ricas. Cualquier sea el enfoque, el eslabón entre la desigualdad y el crecimiento se ha probado en estudios locales que dieron resultados algo contrastantes. Mientras el coeficiente de la desigualdad a menudo ha surgido negativo y significativo (Alesina Rodrik 1994; Clarke 1995; Perotti 1994 y 1996; Persson Tabellini 1994), el eslabón entre redistribución y crecimiento está aun oscuro. Según modelos de mercado, la redistribución debe tener los efectos positivos en el crecimiento (aumentaría la posibilidad para el pobre para invertir en la capital del humano) mientras la teoría de Economía Política indica que las normas fuertemente progresivas de redistribución presionarían el ingreso del capital , el crecimiento así disminuiría. Algún hallazgo empírico de estudios un coeficiente positivo para la redistribución mientras los otros muestran el coeficiente para ser negativo, así acentuando la divergencia en la teoría. (Perotti 1994 y 1996, Persson Tabellini, 1994).
3.2. Pobreza De acuerdo a la revisión de la literatura económica, se puede notar que se ha analizado extensamente, teórica y empíricamente, la relación crecimiento y distribución con resultados bastantes dispersos. En cambio, para la relación crecimiento – pobreza no se tiene desarrollos teóricos que puedan definir su correlación, pero se cuenta con evidencias empíricas que podrían insinuar la posible relación inversa entre ambas variables. La relación entre crecimiento económico y pobreza tienen varios aspectos. En primer lugar está la pregunta de si el crecimiento económico beneficia a los pobres y en qué medida. En la abundante literatura sobre el tema la conclusión es que el crecimiento económico es el determinante más importante de la reducción de pobreza, es decir, la pobreza no se reduce si el crecimiento no ocurre, pues la pobreza tiende a variar en igual dirección que el ingreso medio. Si esto es así, desde el punto de vista de la pobreza es importante analizar cuáles son los determinantes del crecimiento económico sostenido (de largo plazo). Pero, si bien el crecimiento económico es el motor de la reducción de la pobreza, el impacto sobre la pobreza de un incremento dado del nivel de ingreso nacional dependerá de como el mayor ingreso es distribuido a la población. El patrón o composición sectorial del crecimiento y los patrones distributivos determinan el impacto sobre la pobreza del crecimiento económico. La literatura económica enfatiza que el crecimiento económico es el más importante prerrequisito para la reducción de la pobreza, habiendo encontrado una fuerte asociación entre ingreso nacional per cápita e indicadores monetarios y no-monetarios de
A.17 pobreza (mortalidad infantil, mortalidad bajo 5 años, matricula secundaria, expectativa de vida, entre otros). El trabajo de Dollar & Kraay (2000) encuentra evidencia robusta de que para 80 países y en el curso de cuatro décadas, el ingreso de los pobres (medido como la proporción del ingreso nacional del último quintil de ingresos), presenta relación uno a uno con el crecimiento del ingreso nacional. En efecto, al considerar América Latina, el trabajo de Wodon (2000), para el período 1986-96, muestra que el incremento del 1% en el ingreso per cápita disminuye en 0,94% y 1,30% la incidencia de la pobreza y la extrema pobreza, respectivamente. Además, comprobó que aumentos en la desigualdad incrementan la incidencia de la pobreza, y que la brecha y la severidad de la pobreza son sensibles a cambios en la desigualdad. Aunque, el estudio encuentra que el efecto de la desigualdad sobre el crecimiento es estadísticamente nulo. El impacto del crecimiento en el pobre depende de obviamente cómo los beneficios se distribuyen a través de la población. Mirando la participación del ingreso y en el crecimiento de grupos diferentes, Deininger y Squire (1998) investigaron cómo la desigualdad inicial y los cambios contemporáneos en la desigualdad influyen en la evolución de la pobreza. El pobre eran la mayoría del funda claramente sufrir de efectos de reducir de crecimiento de la desigualdad, y para beneficiar también de las medidas que estimulan el crecimiento. Deininger y Squire argumentan que la desigualdad inicial perjudica a los pobres vía el racionamiento en el crédito e la incapacidad para invertir. La desigualdad inicial baja es doblemente benéfica para el pobre, desde que no sólo aumenta el crecimiento, pero también su propio ingreso genera oportunidades. En la misma línea, Ravallion y Chen (1997) encontraron también una relación muy fuerte entre crecimiento y reducción de la pobreza. Ellos distribuyeron sus observaciones en cuatro cuadrantes, según la dirección de cambios en el consumo y en la tasa de la pobreza. Virtualmente todas observaciones cayeron en los cuadrantes donde la pobreza crece y el ingreso promedio cae o donde cae la pobreza y los ingresos medios son crecientes. La literatura encuentra que un crecimiento intensivo en capital, sustitutivo de importaciones y con sesgo urbano no es óptimo desde el punto de vista del alivio a la pobreza, a diferencia del crecimiento agrícola, con tecnologías intensivas en mano de obra. Existen razones en la literatura y evidencia empírica que apoyan la idea de que alta desigualdad del ingreso no es buena ni para reducción de la pobreza ni el crecimiento económico. No sólo la distribución inicial del ingreso puede afectar de manera importante los prospectos de crecimiento y alivio a la pobreza, sino que la pobreza persistente de una parte sustancial de la población puede recortar los prospectos para el crecimiento sostenido. Empíricamente, hay entonces una relación muy fuerte entre el crecimiento del ingreso per cápita y la reducción de la pobreza, como los demuestran también los trabajos de Ravallion (1993), Ravallion y Datt (1994) y Bell y Rich (1994). Sin embargo, mientras los ingresos del más pobre son sensibles al crecimiento, esto puede esconder dinámica importante entre el pobre. Por otro lado, el énfasis de considerar a los pobres como un grupo de homogéneo puede llevar a sobreestimar los cambios dentro del bienestar.
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3.3. Movilidad Social Un factor que aun no está siendo considero cuando se discute las políticas de reducción de la pobreza y el crecimiento con equidad es la movilidad social. Este componente es importante para explicar la dinámica de la desigualdad del ingreso y la pobreza. De acuerdo a la literatura económica, un individuo nace con dos tipos de ventajas: las ventajas innatas y sociales. Estas ventajas aumentan las ganancias esperadas de un individuo, pero dependerá de la distribución entre individuos, que no es independiente entre generaciones. En el juego de asignar la habilidad intelectual, la madre naturaleza favorece a los individuos con padres talentosos, se puede denominarlo como la herencia genética. Semejantemente, la educación de uno proporciona un mecanismo poderoso para transferir las ventajas sociales entre generaciones. Esto es la herencia social. Dentro de este marco, Hasller y Rodríguez (1998), asumen en su trabajo que inteligencia individual muestra un grado relativamente bajo de la correlación entre generaciones, mientras las ventajas sociales que vienen con cierta educación son determinadas sumamente por la posición social de padres. La movilidad social entonces dependerá de si el mecanismo social que clasifica acentúa los rasgos y las habilidades determinados por ventajas innatas o por ventajas sociales. Si la inteligencia es importante para una posición social del individuo, la movilidad social será alta. Si la educación del individuo, determinado por sus padres, es más importante, la movilidad social es alta. En los últimos trabajos empíricos tratan de demostrar que mecanismos económicos determinan la importancia relativa de las habilidades innatas y herencia social cuando a los individuos se asignan los papeles económicos en la sociedad. Hasller y Rodríguez (1998) demostraron que este mecanismo es afectado por crecimiento económico. Cuando el crecimiento el alto, el ambiente económico cambia rápidamente, aquellos que tienen mayores ventajas innatas y sociales podrán aprovechar las oportunidades que proporcionan los cambios entre generaciones, pero caso contrario cuando el crecimiento es bajo. Así, una sociedad que asigna los individuos inteligentes e innovadores a posiciones donde ellos producen externalidades grandes deben tener las tasas más grandes del crecimiento que uno que coloca los individuos medianos en estas posiciones. Esto es el punto principal en el trabajo de Murphy, Scheifer y Vishny, (1991), ellos muestran también la evidencia empírica para la hipótesis que individuos talentosos son más importantes para el crecimiento si ellos son ingenieros antes que abogados. Semejantemente, Baumol (1990) usa la evidencia histórica para sostener la idea de que los aumentos del crecimiento serán mayores si la sociedad logra dirigir el talento más empresarial al sector productivo antes que alquilar a las actividades que buscan renta. Los trabajos Galor y Zeira (1993) Bénabou (1996) tratan de relacionar el crecimiento con la distribución social de la movilidad e ingresos ha enfocado en el efectos de las imperfecciones de mercado de financiero en la acumulación de capita humano. En cambio,
A.19 Hassler y Rodríguez (1998) considera la clasificación en el mercado laboral para explicar la mobilidad social, Galor y Tsiddon (1997) muestran que los cambios tecnológico influyen el la movilidad intergeneracional. La evidencia empírica de la relación entre el crecimiento y la movilidad social es escasa, pero parece consistente con la teoría. Eriksson y Goldthorpe (1992) proporcionan evidencias empíricas que son consistentes con la sabiduría convencional que hay un salto en la movilidad social intergeneracional en algún punto en el desarrollo de economía.