Desempleo y ciclo económico en España,

Desempleo y ciclo económico en España, 1977-2012. Una aproximación a las causas del alto nivel de desempleo y de su casi total sincronización con el c

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Desempleo y ciclo económico en España, 1977-2012. Una aproximación a las causas del alto nivel de desempleo y de su casi total sincronización con el ciclo. Joseba Lebrancón Nieto Universidad de Santiago de Compostela Departamento de Historia e Instituciones Económicas Avda. Burgo das Nacións s/n. 15782 Santiago de Compostela [email protected] 881 811 504 – ext. 11704

Palabras Clave: Ciclos económicos; Desempleo; Crisis Códigos JEL: B41; B51; J64; N34

1 – Introducción Con el paso de los meses, de los años, nos hemos ido dando cuenta de que la crisis iniciada en 2007 es distinta y particular. Por su duración, profundidad y alcance difiere del bache de la primera mitad de la década de 1990 y, sobre todo, de la recesión de comienzos de siglo. La depresión actual cierra una etapa abierta con una hecatombe similar, la crisis posterior al shock energético de 1973. Personalmente, ansiaba el momento en el que se cerrara este período para que quedara automáticamente acotado y tuviera su propia consistencia interna. Desde un punto de vista histórico se trataba de poder iniciar su estudio, al igual que nuestros mayores habían hecho con la etapa posterior a 1945. Lo que semejaba una propuesta científica audaz no era sino simple insensatez. Hay que tener mucho cuidado con lo que se desea: se puede hacer realidad. Uno de los primeros interrogantes que ha surgido al iniciar el análisis del ciclo y de las características de la etapa 1970’s – c. 2010 ha sido la explosión de desempleo desencadenada en España al final de la misma. ¿Por qué el nivel de desocupación inicial era tan alto, en pleno cénit del ciclo en 2007? ¿Por qué ha subido tanto en los años siguientes? Y, sobre todo ¿por qué parece no poder detenerse nunca? Al poner en relación el desempleo y el ciclo, al profundizar en la dimensión temporal del fenómeno, destacaron dos nuevos elementos. Por una parte la existencia a lo largo de todo el período de un paro muy elevado y volátil, superior en ambas características a las de cualquier otro país 1

de la OCDE. Por otra, una sincronización casi perfecta entre la evolución del ciclo y la del desempleo, también única en el contexto internacional. ¿Por qué la desocupación ha sido tan elevada en España a lo largo de estos últimos 35 años? ¿Por qué el desempleo ha sido tan sensible a la evolución económica? Expresado de otra manera, ¿por qué en nuestro país los vaivenes del Producto y de la Renta se trasladan inmediata y casi íntegramente a la ocupación? En el presente estudio se va a intentar aproximar una respuesta a estas preguntas, desde la óptica de la historia económica. Se trata de ofrecer un acercamiento alternativo, mediante series temporales y otras herramientas propias del análisis diacrónico a largo plazo, a un campo competentemente estudiado como es el del mercado de trabajo y las relaciones laborales. Esta comunicación aspira a convertirse en un recurso complementario a los resultados ya alcanzados, entre otros, por los profesores García Serrano, Malo, Pérez Infante o Toharia Cortés. En el próximo apartado, el segundo, tras exponer brevemente la metodología empleada, se procederá a hallar y calcular la tendencia y el ciclo económico español entre 1970 y 2012. A continuación en el tercer epígrafe se diseccionará la relación entre el ciclo y el desempleo, pormenorizando las principales características de este último. La búsqueda de las causas del comportamiento del paro ocupará los apartados cuarto y quinto, centrados respectivamente en los mecanismos de adaptación externa e interna del mercado de trabajo a las oscilaciones económicas. Por último se presentarán unas conclusiones con los principales resultados hallados y, sobre todo, con los nuevos interrogantes que suscite esta investigación.

2 – El cálculo del ciclo Disponemos de diferentes metodologías para el hallazgo y cálculo de los ciclos. Pero antes enunciemos:  =  + 

(1)

Donde yt es la serie temporal, xt la tendencia y ct el componente cíclico. Los métodos para su cálculo se pueden dividir en dos grandes estrategias. Por una parte están 2

los ajustes por regresión mínimo cuadrática y por otra los filtros. Esta segunda estrategia es la más utilizada actualmente en economía y, en especial, por los estudios sobre Ciclos Económicos Reales1. No es este el lugar para pormenorizar las características de estos métodos, que ya han sido extensamente estudiadas y de los que se ha incluido una breve nota en los apéndices. Todos ellos tienen en común una serie de elementos un tanto problemáticos. El más importante es la adopción arbitraria del valor para el parámetro del que, al final, depende la tendencia. Puede ser λ en el Hodrick-Prescott, ρ en el Harvey-Jaeger o las amplitudes de banda en el Baxter-King. La otra gran estrategia son los ajustes por regresión mínimo cuadrática. Retomando la función inicial (1):  =  −  (2) Conocida yt por ser la serie empírica, sólo falta determinar xt como una función del tiempo:  = () (3) La dificultad radica precisamente aquí: en definir la forma de la función. Se puede optar por una recta, por una curva exponencial o por una polinómica. Esta decisión se puede tomar reflexionando sobre la forma que debería tener el crecimiento teórico de la economía capitalista, que no otra cosa es la tendencia. Los economistas que se ocuparon de las diferentes teorías del ciclo nada dijeron de la curva que debía trazar un desarrollo normal. Así, la opción más satisfactoria es la que deja la elección de la forma en manos de un R2 que mida el grado de ajuste entre la serie empírica y la tendencia. Cuanto más próximo se halle a la unidad, mejor. El ajuste entre la curva de datos original y la tendencia se realiza mediante mínimos cuadrados. Una función lineal, que establece un crecimiento con una aceleración constante, aunque puede ser adecuada en algunos casos, normalmente arroja unos R2 relativamente bajos2. Una tendencia exponencial puede representar muy bien los momentos iniciales de la expansión, pero se ajusta peor a la etapa final, cuando el crecimiento se desacelera. 1

KYDLAND y PRESCOTT (1977a), (1977b) y (1990). En el caso de Alemania, el ajuste entre una tendencia (xt) lineal y la serie empírica 1970-2011 arroja un R2 muy elevado: 0,9899. Aunque, como veremos más adelante, teniendo en cuenta otros elementos se ha optado por tomar también para este país una forma polinómica para f(t). 2

3

Esta necesidad de introducir diferentes ritmos de crecimiento, aceleraciones y deceleraciones, se puede alcanzar con una función polinomial. El mismo Kondratiev introdujo lo que él llamaba “parábolas de tercer orden” para sus análisis estadísticos. En efecto, un polinomio de tercer grado permite a la tendencia cambiar dos veces de ritmo y, al acomodarse así a la evolución real de la serie, arroja unos R2 muy cercanos a 1. Incrementando el polinomio hasta un cuarto, quinto o sexto orden se aproxima más el coeficiente a la unidad, pero a costa de aproximar la tendencia a la serie empírica. Cuanto más coincidan ambas, más se suavizará y achatará la variación cíclica. El ajuste por mínimos cuadráticos y, concretamente, la función polinómica de tercer orden guarda una gran fidelidad con la serie empírica, al tiempo que ofrece versatilidad para su análisis. Este procedimiento se ha escogido fundamentalmente por su simpleza de cálculo y por su sencilla implementación. Para realizar este estudio se ha tomado como serie empírica (yt) el PIB per cápita de España entre 1970 y 2012. El Producto Interior Bruto anual es, a pesar de sus limitaciones, el mejor indicador sintético del nivel de realización material, económica, alcanzado por un país. Para medir más adecuadamente sus variaciones en el tiempo se ha elegido el PIB per cápita, a precios constantes y en paridad de poder adquisitivo constante para eliminar los efectos distorsionadores que sobre la riqueza real pudieran tener el incremento poblacional, la inflación y las alteraciones en los tipos de cambio. Se han utilizado los datos de la OCDE, que los ofrece en dólares de 2005 y homogeneizados, posibilitando una ulterior comparación internacional. La tasa de variación del PIB per cápita entre 1970 y 2012 fue de 124,6 por ciento. Si ponemos como término final 2007, cénit del crecimiento, la tasa asciende hasta un 140,8 %. Entre 1970 y 2007 la riqueza material realizada se multiplicó por algo más de 2,4. El crecimiento ha sido innegable en estas cuatro décadas pero ¿qué forma adopta su tendencia? En el cuadro posterior se han expresado algunos indicadores que van a ayudar a elegir entre las diferentes funciones ensayadas, desde una lineal hasta una polinómica de sexto orden. Como se puede ver, la mayor bondad de ajuste corresponde a este último, apenas a cuatro diezmilésimas de la unidad. Pero hay que prestar atención a los siguientes indicadores, puesto que se está intentando encontrar no una función perfecta sino una tendencia adecuada que permita luego hallar unos ciclos lo más significativos posibles.

4

Cuadro 1 Diferentes formas de Función e indicadores Forma de la Función xt = f (t)

Bondad del Ajuste R

2

Lineal 0,9546 Exponencial 0,9631 Polinómica 2º O. 0,9576 Polinómica 3º O. 0,9745 Polinómica 4º O. 0,9914 Polinómica 5º O. 0,9916 Polinómica 6ª O. 0,9926 Fuente: elaboración propia

Amplitud del Rango max   =1





− min   =1

0,215 0,197 0,190 0,221 0,098 0,095 0,086





Desviación ∑=1 

∑=1  (10-5) 2,28 72,81 -1,49 2,93 54,42 -27,97 -28,26

Primero la amplitud de rango, entendida como distancia que alcanzan los cénit y nadir del ciclo (ct) respecto de la tendencia (xt). Aquí se ha medido la diferencia entre el valor máximo de la serie ct y su valor mínimo, en relación a la magnitud de la tendencia. El objetivo es obtener la función que permita al ciclo trazar las ondas más significativas o, si se prefiere, más acusadas tanto por arriba como por debajo del nivel cero marcado por xt, y más amplias respecto al eje temporal. En este sentido, las opciones más interesantes son, con diferencia, la lineal y la polinómica de tercer orden. Mientras, las polinómicas de mayor orden tienen una amplitud de rango muy reducida, muy inferior a la de las anteriores. Segundo, la desviación de los resultados de ct. En una reconstrucción perfecta del ciclo que lograse una distribución normal entorno a xt, quedaría la misma cantidad

de información por encima de la tendencia que por debajo. En ese caso ∑  =

∑  , con lo que ∑  = 0. Pero en la práctica esto no se ha logrado. Esos valores

que quedan por encima o por debajo de xt, medidos en relación a la magnitud de esa

misma tendencia, constituyen otro indicador de calidad: cuanto más se acerquen a cero, mejor. Así, las desviaciones son menores en las funciones lineal y polinómica de tercer grado, en positivo, y en la polinómica de segundo orden en valores negativos. Esta última, aunque presenta la menor desviación, no alcanza tanta amplitud de rango como las dos anteriores. Además, tanto ésta como la función lineal tienen los R2 más bajos. Así, se ha elegido un polinomio de tercer orden como forma para la función de la tendencia. Esta opción es la que arroja una de las mayores bondades de ajuste, la mayor amplitud de rango de todas y una muy baja desviación respecto a 0. En esto coincidimos con una de las soluciones alcanzadas por Kondratiev en sus estudios. En el cua5

dro 2 podemos ver juntas la evolución del PIB per cápita de España y la tendencia asociada. Es necesario señalar que en la leyenda del gráfico y es la función f(t) y las x son nuestras t. Cuadro 2 PIB per cápita (yt) y Tendencia (xt), España 1970-2012 USD, precios Ctes 2005, PPA Cte

30,000.0 25,000.0 20,000.0 15,000.0 10,000.0 y = -0.4558x3 + 32.171x2 - 215x + 13875 R² = 0.9745

5,000.0

Serie Empírica (yt)

2012

2009

2006

2003

2000

1997

1994

1991

1988

1985

1982

1979

1976

1973

1970

0.0

Tendencia (xt)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos OCDE.

Cuadro 3

Variaciones interanuales   − 1 del PIBpC (yt) y de la Tendencia (xt), 1970-2012 

0.08 0.06

(t/t-1) - 1

0.04 0.02 Var. yt 0.00

Var. xt

-0.02 -0.04

2010

2007

2004

2001

1998

1995

1992

1989

1986

1983

1980

1977

1974

1971

-0.06

Fuente: Elaboración propia a partir de datos OCDE

6

La tendencia dibuja una curva en “S” con un tramo inicial muy corto de descenso, de apenas cuatro años de duración, y un posterior crecimiento cuya aceleración se va agotando hacia el final de la serie. Desde 1974 el crecimiento de la tendencia presenta una aceleración creciente hasta 1988 y decreciente entre 1989 y 2012. Las tasas de incremento se sitúan en torno a un 3 % entre 1983 y 1994, descienden a un 2 % hasta 2003 y sólo pierden el 1% tras 2010. La tendencia presenta así un movimiento de cuarenta años de duración entre dos momentos de crisis, representados por sendas inclinaciones casi planas de la curva. En el cuadro 4 se presenta el ciclo resultante de restar la tendencia a la serie em-

pírica ( =  −  ) que dibuja, si se me permite el símil ciclista, una etapa de montaña

con tres grandes puertos. Tres oscilaciones muy distintas entre sí. La primera no sería sino la parte final de la etapa de crecimiento precedente3. La expansión terminaría en 1974, pero las políticas llevadas a cabo en plena transición para tratar de impedir un muy temido estallido social retrasaron el inicio del derrumbe hasta 1977-78. Desde entonces hasta 1985 España atravesó una profunda depresión, con cierres de empresas e, incluso, la liquidación de sectores enteros4. Cuadro 4 Ciclo económico (ct), España 1970-2012

USD, precios Ctes 2005, PPA Cte

2,000.0 1,500.0 1,000.0 500.0 0.0 -500.0 -1,000.0 -1,500.0 2012

2009

2006

2003

2000

1997

1994

1991

1988

1985

1982

1979

1976

1973

1970

-2,000.0

Ciclo (ct) Fuente: elaboración propia a partir de datos OCDE

3

Cuyo comienzo podemos situar, provisionalmente, en 1960. Este ciclo extendido será objeto de un próximo estudio pues implica el uso de fuentes distintas y plantea retos metodológicos diferentes. 4 MUÑOZ DE BUSTILLO y ESTEVE MORA (1992), BUESA BLANCO (1992), BUESA Y MOLERO (1998) y FERNÁNDEZ DE PINEDO (2003).

7

En 1985 se inicia un nuevo ciclo, de unos once años de duración de nadir a nadir. La expansión está ligada a la recuperación y crecimiento internacional de los ochenta y, en clave interna, a las oportunidades brindadas por la adhesión española a la CEE, tanto por la mayor apertura de mercados que supuso como por la llegada de transferencias y ayudas del Mercado Común. El cénit de esta oscilación se alcanzó en 1990. La depresión posterior está relacionada inicialmente con la crisis internacional y, sólo en su última fase, con factores internos que explican la prolongación de la crisis hasta mediados de la década. Desde 1996 hasta 2012 se desarrolla un tercer ciclo que no es sólo el más largo de la etapa estudiada, sino que es también el que durante más años, diez, mantiene la serie por encima del cero tendencial. Se puede subdividir en dos fases menores. La primera concentra el gran crecimiento entre 1996 y 2001, expansión interrumpida brevemente por la recesión de 2001-02. Al año siguiente se recuperó el crecimiento, continuado hasta alcanzar en 2007 el cénit absoluto de esta onda y de toda la serie. La depresión iniciada al año siguiente ha llevado el ciclo hasta niveles muy inferiores a los de la recesión de los 90. Además, como todavía no se conoce el momento de inflexión, ese en el que se reactive la economía, la caída puede ser incluso más profunda. Hasta aquí el cálculo del ciclo sólo nos ha permitido bosquejar una sucinta descripción que, por lo menos, es consistente con lo que ya sabemos de la economía española de los últimos cuarenta años.

3 – Ciclo y desempleo en España, 1977-2012 El siguiente paso a dar consiste en poner en relación el ciclo económico con la evolución del desempleo en España. A tal fin se han tomado los datos de la EPA. El INEM es un registro de parados, no siendo éste sino un contrato social entre el individuo y el Estado bien para percibir una prestación por desempleo, bien para que los servicios públicos le ayuden a encontrar nueva ocupación. La EPA, por su parte y como indica su nombre, es una encuesta sobre la actividad, el empleo y el desempleo en un momento dado, que son situaciones económicas. Además de las características ya apuntadas por la literatura, es necesario señalar que las comparaciones internacionales, como

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las de la OCDE, se construyen a partir de la EPA española y de series homologables de otros países5. Cuadro 5

30

1,600.0 1,200.0

27 24

800.0 400.0

21 18

0.0

15

-400.0

12

Ciclo (ct)

2012

2009

2006

2003

2000

1997

1994

1991

1988

1985

1982

0 1979

-2,000.0 1976

9 6 3 1973

-800.0 -1,200.0 -1,600.0

Porcentaje

2,000.0

1970

USD, precios Ctes 2005, PPA Cte

Evolución del Desempleo (EPA) y del Ciclo (ct) en España, 1970-2012

% Desempleo EPA

Fuente: elaboración propia a partir de datos EPA y OCDE

En el gráfico superior se puede apreciar cómo ambas curvas evolucionan en una casi perfecta sincronía opuesta. La correlación, inversamente proporcional, entre el ciclo y el desempleo entre 1977 y 2012 alcanza un R2 de 0,9186. Aunque disponemos de datos del ciclo y del paro desde 1970, se ha preferido analizar la correlación entre estas dos variables desde 1977. Primero por motivos económicos, al ser ese el año en el que la economía española entró en crisis. Segundo por comenzar entonces una larga etapa caracterizada por el profesor Pérez Infante como de “concertación y diálogo social”, al menos hasta 20076. La primera característica es, como ya ha dejado ver el alto grado de correlación antes señalado, la elevada sincronización entre el ciclo y el desempleo. Éste comenzó a subir en España ya a comienzos de los Setenta, pero sólo se disparó a partir 1977, precisamente cuando el ciclo económico inició su caída hasta el nádir de 1985, alcanzando ese año el desempleo su máximo histórico, con un 21,6 % de desocupados. El mesociclo 1986-1995 produjo un nuevo movimiento reflejo en el desempleo. En la fase de creci-

5 6

GIRÁLDEZ NÚÑEZ y ALLONA ALBERICH (1999), PÉREZ INFANTE (2000) y (2008a). PÉREZ INFANTE (2009).

9

miento, la ocupación creció hasta situar en el cénit de 1990 el desempleo en un 16,3 por ciento. A partir de ese año la recesión y posterior crisis provocaron un rápido incremento del paro hasta un nuevo máximo histórico, fijado en 1994 en el 24,2 %. En la nueva etapa de crecimiento, el desempleo volvió a reducirse sensiblemente, hasta un 10,6 en 2001. La breve recesión habida entre ese año y 2003 tuvo su inmediata correlación en un leve e igualmente breve incremento del paro. La expansión final de 2003-07 se tradujo en un incremento del empleo, que redujo la desocupación hasta el 8,3 %, un mínimo histórico, que en España no se había visto desde 1978-79, casi treinta años antes. A partir de 2007, el horror. La crisis económica iniciada en ese año ha destruido empleos a un ritmo alarmante, elevando el desempleo hasta el 26 % en 20127. La segunda característica hace referencia precisamente al muy alto nivel del desempleo en España. Y no sólo en las etapas de crisis. Entre 1977 y 2012 la tasa de desempleo media ha sido superior al 16 %. Desde 1980 sólo durante tres ejercicios, de 2005 a 2007, dicha tasa bajó de los dos dígitos. En ese momento de menor desocupación de España en los últimos treinta años, cuando tantas campanas se lanzaban al vuelo y parecía que se rozaba el pleno empleo, el porcentaje de desempleados era algo superior al 8 %. Esto representaba a más de 1.830.000 personas en edad activa, que buscaban trabajo y no lo encontraban. Incluso en cifras del INEM, había más de 2 millones de parados registrados. En los anteriores momentos de bajo desempleo, 1990 y 2001, las personas desempleadas eran 2,5 y 1,9 millones respectivamente, con datos de la EPA8. Con casi un 16 % de desempleo promedio entre 1977 y 2011, España ha estado muy por encima del resto de países de la OCDE9. Estas economías han transitado entre una media de casi un 11 % en el caso irlandés a otras inferiores al 3 % en Islandia, Suiza y Luxemburgo. La situación se repite en cuanto al paro natural, la tasa mínima de empleo existente en el año cenital del ciclo económico de cada país. España ha tenido la tasa natural de desempleo más elevada, cercana al 8,3 %. Aunque en este caso se halla menos distanciada de las demás economías. Un primer grupo de países, Grecia, Francia, Alemania y Bélgica, se han situado entre el 8 y el 7,5 %, mientras Finlandia, Canadá, Suecia e Italia han transitado del 7 al 6 %. Por debajo del 5 por ciento quedan el resto, desde el 4,7 de Irlanda hasta el 2,7 y 2,3 % de Noruega e Islandia, respectivamente. Hay

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Sobre la sincronía entre coyuntura y desempleo en la construcción, ver GARCÍA SERRANO (2012). PÉREZ INFANTE (2008b). 9 De las que quedan excluidas las economías del bloque socialista por no ofrecer datos para todo el período. 8

10

que señalar que casi la totalidad de estas cifras se alcanzaron en el cénit de 2007, salvo Holanda y Alemania que lo hicieron en 2008, y México y Portugal en 2000. Cuadro 6 Correlación entre la sincronía ciclo-desempleo y la tasa máxima de desempleo alcanzada en la crisis en los países de la OCDE

Tasa de Desempleo Máxima (2008-2011)

25 ESP 20

15

IRL PRT

10 ITA DEU CH

5

NOR

MX AT JPN LU

SWE USABEL GBR DNK NZL AUS NLD KOR

FRA ISL CA

FIN

0 0.0

0.1

0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 R2 Ciclo económico - Evolución del desempleo 1977-2011

0.8

0.9

Fuente: elaboración propia a partir de datos OCDE

Peor comparación se extrae al contemplar las cifras de máximo desempleo. En el cuadro 6 se representa para varios países de la OCDE el grado de correlación existente entre la sincronización del desempleo y el ciclo entre 1977 y 2011 y el nivel máximo de paro alcanzado en la crisis, desde 2008. Para este análisis se han tomado los 24 países para los que hay información continua para todo el período. Fuera quedan, fundamentalmente, las economías emergentes y los países del antiguo bloque soviético. El último año es 2011 por no estar en algunos casos aún disponibles, a la realización de este trabajo, los datos de 2012. Cada uno de esos países fue sometido a un proceso similar al realizado para España de cálculo de ciclo y comparación con la evolución del paro, que por motivos de brevedad queda expuesto en el Apéndice. A nivel general existe una relación positiva y creciente entre sincronización cíclica del desempleo y nivel máximo alcanzado en la actual crisis. En la parte más baja 11

de la recta se encuentran un primer subgrupo de países, desde Noruega a Japón, en los que una casi inexistente sincronía se acompaña de los menores niveles de desempleo máximo. En el extremo opuesto Irlanda, Portugal y, sobre todo, España, acompañan su sincronía pro-cíclica con las cotas de paro cenital más altas. No obstante, en la zona intermedia quedan una serie de economías, desde Italia a Finlandia, que forman una nube casi horizontal. Incluso Holanda y Corea del Sur, con una sincronización cíclica menos irrelevante tienen desempleos máximos inferiores a los de Japón o México, del primer subgrupo. Así, la relación entre ambas variables, sincronía y desocupación crítica alcanzada, no es todo lo cerrada que sería necesario para extraer conclusiones más potentes. Lo que sí se puede concluir, contundentemente, es que España es un caso único y extraordinario entre todas las economías OCDE tanto por su nivel de desempleo como por su sensibilidad a la evolución del ciclo. Cuadro 7 Creación y destrucción netas de empleo en países OCDE, 1977-2011 Total Creación Total Destrucción Destrucción 2007-11 Nº Empleos % sobre Nº Empleos % sobre Nº Empleos % sobre (x 1.000) Activos (x 1.000) Activos (x 1.000) Activos Estados Unidos 44.172,5 1,72 18.455,0 1,14 7.747,0 1,66 8.778,3 3,10 7.185,9 2,23 3.164,0 3,46 España R. Unido 7.149,0 1,19 3.728,0 1,17 831,0 0,88 Alemania 6.929,0 1,18 5.383,0 0,97 92,0 0,22 Canadá 5.976,9 2,03 1.629,2 1,21 437,4 1,20 Italia 4.728,2 0,77 2.225,0 0,55 596,4 0,80 Australia 4.601,0 2,51 900,5 1,43 166,3 1,44 Francia 4.018,7 1,67 2.937,0 0,56 572,0 0,99 Holanda 3.330,9 2,55 917,2 0,87 146,9 0,83 N. Zelanda 1.012,1 3,33 279,9 0,97 69,0 1,00 Portugal 996,9 1,77 739,1 0,81 279,0 1,67 Austria 885,6 1,14 187,9 0,55 42,1 0,99 Bélgica 770,2 1,16 579,9 0,94 72,2 0,75 Irlanda 633,1 2,86 351,6 1,81 209,9 2,35 Noruega 540,0 2,41 189,6 0,42 31,0 0,40 Dinamarca 500,0 0,93 434,0 1,18 123,0 1,41 Finlandia 474,0 1,30 380,0 2,07 52,0 0,96 Luxemburgo 106,4 3,50 17,1 0,37 6,3 0,58 Fuente: Elaboración propia a partir de datos OCDE

Asociada a las dos primeras características, se encuentra el tercer atributo del desempleo en España: su elevada volatilidad10. En el cuadro 7 se exponen las cifras de creación y destrucción netas de empleo en 18 economías de la OCDE, tanto en términos 10

GARCÍA SERRANO (2011)

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absolutos como relativos, a lo largo de todo el período analizado. Para calcular la creación, se ha tomado para cada país el incremento del empleo en los años de expansión económica y, para la destrucción, el aumento del desempleo en los de crisis. Las cifras relativas surgen de dividir el total de empleados o desempleados entre el promedio de activos en esos años11. Como se puede observar, España es la economía que más empleo ha creado y destruido en términos absolutos, tan solo por detrás de Estados Unidos, cuyo tamaño poblacional es entre 6 y 7 veces mayor. En términos relativos España es la tercera economía que más empleos ha creado desde 1977, tras Luxemburgo y Nueva Zelanda. Pero el liderazgo en la destrucción es indiscutiblemente hispano, tanto a lo largo de todo el período como en la crisis posterior a 2007. Únicamente Finlandia se aproxima a sus cifras pero, mientras el país austral sólo destruyó empleos durante 7 de los 35 años del período, España lo ha hecho durante 18. En la depresión actual nuestro país ha destruido casi tantos empleos como las 16 economías restantes en conjunto, excepción hecha de Estados Unidos. Así, en España han desaparecido 3,16 millones de empleos netos, las otras naciones han perdido un 18 por ciento más, 3,73 millones en total12. Esta inmensa capacidad de crear y destruir empleos, que sería incluso mayor si hubiéramos considerado los flujos brutos y no los saldos netos, pone en tela de juicio el supuesto desincentivo que la legislación laboral española ha impuesto a la contratación y al despido. El discurso oficial establece que una cierta rigidez administrativa del mercado laboral se ha venido traduciendo en altos costes de extinción de contrato, que han reprimido y retrasado tanto las decisiones de despido como las de contratación13. Este razonamiento ha sido seguido por los gobiernos, independientemente de su pretendido color político, para justificar sus últimas reformas en la legislación laboral. A la luz de los datos anteriores esto es, al menos, discutible. Primero, porque en todo el período 1977-2012 ha habido distintas normativas laborales, respecto de las cuales la evolución a largo plazo de los grandes agregados de contratación y despido se ha mostrado indiferente14. Segundo, porque de ser cierto que los costes de despido han desincentivado el movimiento laboral, cabría preguntarse qué niveles hubieran alcanzado la creación y destrucción neta de empleos de no existir tales obstáculos.

11

Ver Apéndice. REICH (2012) y GARRIDO MEDINA (2012). 13 MALO y TOHARIA (2002) y MARTÍNEZ MATUTE y PÉREZ DOMÍNGUEZ (2012). 14 TOHARIA CORTÉS (1996), MALO OCAÑA (2005) y PÉREZ INFANTE (2009). 12

13

Históricamente, España ha podido crear tantos empleos porque previamente los había destruido. Hay que tener en cuenta que el ciclo económico aquí estudiado se inició con una gran crisis de ocupación, común a todas las economías capitalistas. ¿Por qué la economía española es capaz de generar un movimiento tan grande de entrada a la ocupación y, sin embargo, no ha conseguido absorber en ningún momento a toda la población que busca empleo, al menos en niveles similares a los del resto de economías? ¿Por qué el desempleo mínimo en España se mantiene tan alto, incluso en el cénit del ciclo? Y, por último, ¿por qué el volumen de empleo ha sido y sigue siendo tan sensible al movimiento económico? Vamos a intentar responder a estas tres cuestiones en los dos siguientes epígrafes.

4 – La flexibilidad externa del trabajo: temporalidad y despido Una economía, como la española, capaz de crear tanto empleo neto ha de generar obligatoriamente un gran volumen de contratos. Cuadro 8 Número de contratos registrados (INEM) y Ocupación, 1995-2012 1,500

1,000 Total de Contratos (nº)

1,500,000 500

1,000,000

0

-500 500,000

∆ Interanual Ocupados (datos trimestrales) -1,000

Total contratos

Var. Interanual de Ocupados (10^3)

2,000,000

Total contratos (media movil 12 meses) jul-11 jun-12

sep-09 ago-10

dic-06 nov-07 oct-08

feb-05 ene-06

jun-01

may-02 abr-03 mar-04

-1,500 ene-95 dic-95 nov-96 oct-97 sep-98 ago-99 jul-00

0

Fuente: Elaboración propia a partir de datos INEM y EPA.

14

En el cuadro 8 se pueden observar el número de contratos registrados mensualmente en el INEM y la variación interanual del stock trimestral de ocupados según la EPA. Se comparan así dos procesos distintos, un flujo de contratos y una acumulación de empleados, para observar un fenómeno intrigante. Desde 1995 hasta 2000 el número de contratos creció de unos 600.000 mensuales a 1,1 – 1,2 millones, en promedio, rango en el que se mantuvo hasta el verano de 2003. A partir de entonces los contratos crecieron hasta 1,6 millones en el verano de 2007. A lo largo de esos 4 años se firmaron más de 70 millones de contratos. Esta dinámica es consistente con la expansión del mercado de trabajo desarrollada entonces, cuando la tasa de desempleo descendía de niveles cercanos al 24 por ciento en 1994 al 8 % de 2007. Cada trimestre se creaban aproximadamente entre 500.000 y un millón de puestos de trabajo netos. A partir del otoño de 2007 el volumen de contratos se redujo, al tiempo que estallaba la crisis económica y de empleo. Pero a diferencia de estas últimas, los contratos pronto encontraron su suelo. Desde el verano de 2009 se han vuelto a estabilizar en torno a los 1,2 millones mensuales, en promedio. Esto es lo interesante. La economía española ha sido capaz de generar desde mediados de 2009 hasta 2012 un flujo mensual de contratos muy similar al existente en 2000-03. La diferencia estriba en que mientras en el primer momento se estaba creando empleo, en el segundo se han destruido hasta un millón y medio de puestos de trabajo cada trimestre, casi 3,6 millones en total. Cuadro 9

300.0

250.0

200.0

150.0

Nº de Contratos (datos trimestrales)

2012T1

2011T1

2009T1 2010T1

2007T1 2008T1

2006T1

2003T1 2004T1 2005T1

1999T1 2000T1 2001T1 2002T1

100.0 1995T1 1996T1 1997T1 1998T1

Nº Contratos x 1.000 Ocupados

Evolución del número de contratos por cada 1.000 ocupados, 1995-2012

Media móvil (4 trimestres)

Fuente: elaboración propia a partir de datos INEM y EPA

15

Parte de esta paradoja se resuelve si, en vez de contemplar los contratos en términos absolutos, los dividimos por el total de contratados que tiene la economía española, como queda expuesto en el cuadro 9. Aunque el ahondamiento de la crisis ha provocado que en el último trimestre de 2012 se hayan perdido el nivel de los 17 millones de ocupados, volviendo así a cifras anteriores a 2003, los promedios de empleados de 2009-11 sólo han sido inferiores a los de 2005-07, cénit económico y de empleo del país. Así, durante los cuatro primeros años de la crisis el número total de empleados ha continuado siendo superior a los del período 2003-2005. Así mientras en la etapa 200003 el número de contratos por cada mil empleados se sitúa en un rango entre los 200 y los 230 contratos por cada 1.000 ocupados, entre 2009 y 2012 ha oscilado entre 170 y 220, con un perfil claramente ascendente. Pero esta puntualización, que permite diferenciar mejor los niveles, no aclara la paradoja. Antes bien, la fortalece. Desde finales de 2006 se produjo una caída en el número relativo de contratos, pasando de los 243,3 por mil ocupados a los 167,8 del primer trimestre de 2009. Pero desde entonces la serie no ha hecho sino crecer. Sólo parte de este incremento se debe a la regresión del divisor pues, como se puede observar en el cuadro 8, el flujo bruto de contratos también ha crecido en estos últimos cuatro ejercicios. Entonces, ¿por qué un país que está en la crisis de empleo más grave de su historia y que está marcando máximos a nivel internacional, dentro de las economías desarrolladas, mantiene un nivel de contratos no sólo tan alto sino además creciente? ¿Por qué ese gran volumen de contratos, propio de una época anterior de crecimiento económico, no se ha traducido en una creación neta de puestos de trabajo? Como se puede ver en el cuadro 10, la inmensa mayoría de los contratos en España, tanto durante la etapa final de expansión como en la posterior crisis, han correspondido solo a dos modalidades: el contrato por obra o servicio y el eventual sujeto a las “circunstancias de la producción”. Ambas reunieron el 78,5 % de todos los contratos creados entre enero de 2006 y agosto de 2007, y han concentrado un 78,7% entre septiembre de ese año y diciembre de 2012. Poco ha variado la situación, a la vista de estos datos, entre un escenario y otro.

16

Cuadro 10 Total de contratos iniciales por tipo de contrato, 2006-2012 2,000,000 1,800,000

Nº de contratos

1,600,000 1,400,000 1,200,000 1,000,000 800,000

Eventual (circ. prod.)

600,000 400,000

Obra o Servicio

200,000 sep-12

abr-12

jun-11

nov-11

ene-11

ago-10

mar-10

oct-09

may-09

dic-08

jul-08

feb-08

sep-07

abr-07

nov-06

jun-06

ene-06

0

Fuente: elaboración propia a partir de datos SEPE

Aunque ambos tipos de contrato se han reducido en términos absolutos un 23 % en 2011-12 respecto de 2006-2007, se han mostrado bastante estables desde 2009. En los últimos cuatro ejercicios se han mantenido en conjunto en torno a los 11 millones de contratos al año. Esta elevadísima temporalidad y eventualidad nos indica que en el mercado de trabajo español el contrato ha dejado de ser equivalente a la contratación, entendida como reclutamiento o captación de trabajadores por parte de una empresa. Así, progresivamente, el volumen de contratos tiene que ver cada vez menos con el volumen de contratados. Mientras el primero se mantiene en niveles de comienzos de siglo, años de expansión económica y del empleo, o incluso crece levemente, el segundo no hace sino descender. De este modo, se acercaría cada vez más a una estrategia de gestión interna de una plantilla ya constituida. Esto, no obstante, no es sino una hipótesis para futuras investigaciones. En todo caso, el proceso por el cual un volumen significativamente elevado de contratos se vincula a un número decreciente de empleados o, al menos, sensiblemente inferior al de apenas unos años antes, se debe a un doble fenómeno. En primer lugar se está profundizando en la dualidad entre trabajadores indefinidos y temporales. La temporalidad en España ha tenido desde sus inicios, con la reforma del Estatuto de 1984, un fuerte carácter de segmentación del mercado laboral, articulado fundamentalmente en torno a la edad y al género; esto es, jóvenes y mujeres. Durante estas tres últimas déca17

das se han multiplicado los contratos a corto plazo. Por una parte es un mecanismo para reclutar personal eventual, para cubrir picos puntuales de actividad. Por otra, se trata de una forma de gestionar una plantilla estable pero discontinua. Esta gestión se ha podido dar por medio de una rotación de empleados entre ocupaciones muy distintas, cuando la cualificación no es un elemento crucial, entre empresas de un mismo sector o en el seno de una misma firma. Esta última mediante reiteradas renovaciones o incluso admisiones de un mismo personal previamente separado o despedido15. Cuadro 11

≥ 2 años

1 - 2 años 6 m. - 1 año

Menos de 1 mes

De 1 mes a 1 año

2012TIII

2012TI

2011TIII

2011TI

2010TIII

2010TI

2009TIII

2009TI

2008TIII

2008TI

2007TIII

2007TI

1-3 meses

2006TIII

2,000 1,800 1,600 1,400 1,200 1,000 800 600 400 200 0

2006TI

Parados (10^3 Personas)

Parados que han trabajado anteriormente por duración del desempleo, 2006-12

Más de 1 año

Fuente: elaboración propia a partir de datos EPA

En segundo lugar, estamos asistiendo a la irrupción de una nueva dualidad, tal vez mucho más importante, esta vez entre los desempleados y los que mantienen su puesto de trabajo. Una prueba de este fenómeno se puede encontrar en la evolución diferencial de los distintos tipos de desempleo según su duración. En el cuadro 11 quedan registrados los desocupados que han trabajado anteriormente clasificados en función de los meses que llevan parados. Se puede observar aquí cómo el paro estrictamente friccional, el inferior a un mes de duración, apenas se ha incrementado, excepción hecha de una ligera alza en el bienio 2008-09, permaneciendo después en los mismos niveles previos a la crisis.

15

TOHARIA CORTÉS (1996), ARRANZ y GARCÍA SERRANO (2007) y REICH (2012).

18

Los desempleos de 1 a 3 meses, de 3 a 6 y de 6 meses a un año han tenido una suerte completamente distinta al paro friccional. Comenzaron a crecer desde la segunda mitad de 2007, cada uno con su retardo propio, hasta situarse en niveles entre un 60, un 150 y un 300 % superiores a los anteriores a la crisis, para cada una de estas tres duraciones. Dentro de ellas se ha producido una inversión en su importancia relativa. Si antes de la crisis, el desempleo más generalizado era el de uno a tres meses, tras la crisis se ha visto sobrepasado por el de 3 a 6 meses y, sobre todo, por el de seis a doce meses. Una evolución similar ha experimentado el desempleo superior a un año e inferior a 2, aunque con un retardo y una magnitud mayores. Éste comenzó a crecer a finales de 2008 hasta sextuplicar los niveles iniciales. No obstante, la mayor parte de este incremento se produjo entre ese año y 2010, quedando a partir de entonces relativamente estabilizado. Esta estabilización es común a los desempleos superiores a 1 mes e inferiores a los 2 años. Pero no sucede con el paro de muy larga duración, que continúa creciendo sin freno ni límite aparente. Los techos anteriores parecen deberse así a una transferencia de los desempleados de un paro al siguiente, antes que a un reingreso a un puesto de trabajo, hasta alcanzar el epígrafe definitivo. Éste, la desocupación superior al bienio, era antes de la crisis el rubro que menos desempleados acogía, empatado con el epígrafe inmediatamente anterior y sólo por detrás del paro friccional. Desde 2009 ha crecido hasta multiplicar casi por ocho aquellos niveles iniciales. Asistimos pues a lo que parece una expulsión muy prolongada del mercado de trabajo de cientos de miles de personas. Esperemos que no sea definitiva. En el último trimestre de 2012 hay ya aproximadamente 3.207.000 desempleados que perdieron su puesto de trabajo más de un año atrás. Entre éstos y el paro friccional se sitúan otros dos millones. A todos ellos hay que sumarles el casi medio millón que busca su primer empleo y no lo encuentra.

5 – La flexibilidad interna: la extensión de la jornada laboral En el epígrafe anterior nos hemos aproximado a la flexibilidad externa del mercado laboral, a su capacidad para responder a las oscilaciones en la carga de trabajo por medio del volumen de mano de obra empleada. La economía española ha demostrado tener una altísima y casi inmediata elasticidad para ajustar tanto al alza como dramáticamente a la baja, el tamaño de su plantilla. Así el agregado de trabajadores empleados 19

ha oscilado al ritmo del ciclo con una sorprendente sincronización. Es ahora momento de analizar los mecanismos de flexibilidad interna. Cuadro 12 Contratos registrados según la duración de la jornada, 1995-2012 (%) 100

100 Tiempo parcial

90

80

80

70

70 Tiempo completo

60

60

ene-12

ene-11

ene-10

ene-09

ene-08

ene-07

0 ene-06

0 ene-05

10 ene-04

10 ene-03

20

ene-02

20

ene-01

30

ene-00

30

ene-99

40

ene-98

40

ene-97

50

ene-96

50

ene-95

Porcentaje

90

Fuente: elaboración propia a partir de datos INEM

Países como Alemania, Bélgica o Austria han destacado por su capacidad para alterar la cantidad de trabajo efectivo no por medio del volumen de trabajadores sino variando las horas aportadas por cada empleado. Así, una empresa puede reducir su carga de trabajo, haciendo uso de las herramientas institucionales adecuadas, repartiendo un número decreciente de horas entre una plantilla relativamente estable. Uno de esos instrumentos es la contratación a tiempo parcial. En España el contrato a jornada parcial, está disponible desde los años ochenta. Podemos ver en el cuadro 12 cómo esta modalidad contractual ha crecido en las últimas dos décadas. En 1995 el tiempo parcial apenas representaba un 17% del total de los contratos firmados. En 2007, cénit del ciclo económico, había ascendido hasta un 24 % y en los cinco años de crisis posteriores ha crecido otros once puntos, hasta situarse en un 35 % en 2012. En España el contrato parcial está ya plenamente consolidado institucionalmente y se encuentra a disposición de todo empleador que quiera hacer uso de él. No obstante, hay que hacer dos observaciones cruciales. Primero, se trata de contratos y no de contratados. Así, cuanta mayor sea la incidencia de la temporalidad o la eventualidad sobre los contratos a jornada parcial, menor repercusión tendrán éstos sobre el conjunto de em20

pleados y, por lo tanto, sobre el total de horas trabajadas. Segundo, cabe preguntarse por la extensión horaria efectiva de esta clase de contratos. Habría que establecer hasta qué punto se han podido dar abusos tendentes a igualar los tiempos realmente trabajados en la jornada parcial con la jornada completa, pero con una retribución menor. Una primera respuesta a estos interrogantes, exige conocer la evolución del total de horas efectivamente trabajadas en España. En el cuadro 13 se presenta la evolución del promedio de horas trabajadas por cada empleado. Se han tomado los trabajadores por cuenta ajena porque, en principio, pueden representar mejor los cambios horarios debidos a decisiones tomadas por sus empleadores. Se ha optado además por dividir el total de horas anuales ofrecido por las estadísticas de la OCDE entre las 48 semanas que tiene, generalmente, un año laboral. Así mismo, es necesario señalar que se trata de horas declaradas y de un promedio. Este segundo aspecto es importante porque el presente cuadro no representa ni refleja ninguna jornada típica. Cuadro 13 Promedio de horas trabajadas por trabajador a la semana en España, 1984-2011 (Trabajadores por cuenta ajena; años de 48 semanas laborables)

Horas de trabajo / Semana

37

36

35 Horas/Sem. Contraf. 1

34

Contraf. 2 33

2010

2008

2006

2004

2002

2000

1998

1996

1994

1992

1990

1988

1986

1984

32

Fuente: elaboración propia a partir de datos OCDE

Desde 1984, año de entrada en vigor de un nuevo estatuto de los trabajadores y nádir a partir del cual arrancó la fase alcista de un nuevo mesociclo, la jornada laboral se mantuvo relativamente estable en torno a las 35 horas semanales. Durante la etapa de crecimiento se redujo la duración media desde las 35,5 horas de 1984 hasta las 34,7 de 21

1994. Los años siguientes y el cambio de siglo estuvieron caracterizados por un leve incremento de la jornada, hasta las 35,3 horas por semana registradas en 2002. A partir de entonces y hasta el final de la etapa de crecimiento económico, la jornada laboral se redujo notablemente, hasta alcanzar las 33,8 horas en 2007. Las causas de este descenso, de hora y media en apenas un lustro, sólo se pueden atribuir en parte a la expansión en aquellos años de los contratos a tiempo parcial. Mayor importancia debió de tener la evolución horaria de la jornada completa, consecuencia de convenios sectoriales o de prácticas en el seno de cada empresa. Pero profundizar en este extremo excede los límites del presente estudio. Cuadro 14 Variación de las horas anuales trabajadas por empleado, en promedio, 2007-2011 Variación Tasa Var. Promedio Variación Horas % Horas 2011 Horas Luxemburgo 64,0 4,16 1.601,0 -17,8 España 32,0 1,93 1.690,0 -22,0 Suecia 26,0 1,61 1.644,0 -34,0 Bélgica 17,0 1,09 1.577,0 -36,0 Suiza* -0,7 -0,04 1.632,2 -42,0 N. Zelanda -4,0 -0,23 1.762,0 -43,0 Grecia -6,0 -0,29 2.032,0 -51,0 México -12,3 -0,55 2.249,9 -48,0 Francia -9,0 -0,61 1.476,0 -52,0 EE.UU. -11,0 -0,61 1.787,0 -57,0 Alemania -9,0 -0,63 1.413,0 -67,4 Holanda -9,0 -0,65 1.379,0 -91,0 Fuente: Elaboración propia a partir de datos de OCDE

Tasa Var. % -1,04 -1,29 -1,78 -2,07 -2,31 -2,45 -2,86 -3,06 -3,10 -3,19 -4,04 -5,57

Promedio Horas 2011 1.692,8 Australia 1.684,0 Finlandia 1.877,0 Turquía 1.701,9 Canadá 1.774,0 Italia 1.711,0 Portugal 1.732,0 Islandia 1.522,0 Dinamarca 1.625,0 R. Unido 1.728,0 Japón 1.599,7 Austria 1.543,0 Irlanda (*) Último dato: 2010

Pero a partir de 2007, con el estallido de la depresión, la tendencia se invirtió. Entre ese año y 2011 la jornada media ha aumentado hasta aproximarse a las 34 horas y media semanales. Esta evolución puede sorprender primero porque la crisis se centró inicialmente en sectores muy intensivos en trabajo que hacían uso de largas jornadas, a veces literalmente de sol a sol, como la construcción. Cabría esperar que, al disminuir la actividad y reducirse el peso laboral de esas ocupaciones, la jornada hubiera continuado acortándose o, al menos, se hubiera mantenido estacionaria. El segundo motivo de sorpresa es que España es uno de los pocos países de la OCDE que ha incrementado su jornada durante la crisis. Como se puede observar en el cuadro 14, sólo Luxemburgo, Suecia y Bélgica, de un total de 24 casos, la han acompañado. Y de estos cuatro, la española es la economía que tiene la jornada más elevada. España se sitúa un poco por 22

encima de la jornada media del conjunto de la OCDE, mientras los otros tres estados se hallan bajo ella, y un 5 % sobre el promedio del subconjunto de países de la UE pertenecientes a la Organización. Excepción hecha de Grecia, Italia y Portugal, en España se trabajan más horas anuales por trabajador que en el resto de países de la Unión, y entre un 11 y un 23 % por encima de Dinamarca, Francia, Alemania u Holanda. Cuadro 15 Evolución contrafactual del desempleo, España 2011 Total Horas Población Jornada Media Ocupados Trab. Semana Activa / Trabajador Caso (miles Horas) (miles pers.) (Horas / Sem.) (miles pers.) Real 2011 620.061,3 23.002,3 34,44 18.005,4 Contraf. 1 620.061,3 23.002,3 33,77 18.360,9 Contraf. 2 620.061,3 23.002,3 32,52 19.066,0 Fuente: elaboración propia a partir de datos de la OCDE

Desocupados (miles pers.) 4.996,9 4.641,4 3.936,3

Tasa Desempleo % 21,72 20,18 17,11

Mientras en casi todas las economías ha continuado la disminución de la jornada laboral media y en las otras ésta sigue siendo relativamente baja, en España se ha optado por incrementarla. Esto puede haber resultado crucial para la evolución del conjunto del empleo. El cuadro 15 está construido sobre la base de los dos contrafactuales introducidos en la evolución de la jornada media, representados en el cuadro 13. En la primera hipótesis se establece que la duración de esa jornada permaneciese constante desde 2007, en 33,8 horas semanales. En la segunda hipótesis se plantea que hubiese seguido disminuyendo al mismo ritmo que en el lustro anterior, hasta situarse un poco por encima de las 32 horas y media semanales en 2011. Ambas representan los límites superior e inferior de un horizonte de posibilidades que se habrían podido dar si la jornada se hubiese continuado recortando. Suponiendo que tanto el total de horas trabajadas cada semana, y por lo tanto la carga de trabajo, como la población activa permaneciesen inalterados, en ambos contrafácticos se hubiera verificado una considerable disminución del desempleo. En el primer caso, con cerca de 355.000 ocupados más, la tasa de desempleo se hubiera reducido hasta un 20,2 %. En el segundo la desocupación hubiera caído hasta el 17 %. Así, en principio, sólo de haberse mantenido una disminución de las horas trabajadas por cada empleado, el desempleo habría descendido entre 1,5 y 4,6 puntos porcentuales. Incluso en el mejor de estos casos, la tasa de desempleo hubiera seguido siendo en 2011

23

muy elevada, superior a la de los demás países, pero considerablemente mejor que la que realmente se tuvo. Pero la capacidad de la economía española parar repartir una carga de trabajo dada es muy limitada. El primer factor que limita esta flexibilidad es la escala empresarial. Supongamos que se trata de distribuir una carga de trabajo dada entre un cierto número de trabajadores. Una empresa necesitaría 51 empleados en el primer contrafactual y 17 en el segundo, para poder incrementar su plantilla con un nuevo trabajador. Esta operación se ha realizado suponiendo que la firma no pueda alterar su carga horaria total y que todos los trabajadores cedan el mismo tiempo hasta conseguir dotar un nuevo puesto con un horario idéntico al suyo. No se contemplan aquí combinaciones de puestos con distinta carga horaria. En el primer contrafactual, con una jornada media de 33,8 horas, una plantilla de 52 operarios sumaría el mismo número total de horas que otra de 51 con la jornada real: 1.756 horas. En el segundo contrafactual 18 trabajadores a 32 horas y media alcanzarían la misma carga que 17 a 35,4: 585 horas semanales16. En 2011 en España únicamente entre un 6 y un 6,5 % de las empresas con asalariados tenían una plantilla igual a superior a las 17 personas. Las firmas con más de 50 empleados eran incluso menos: apenas un 1,7 por ciento. Hay que tener en cuenta que el 55 % de las empresas eran unipersonales en 2011, no disponían pues de empleados, y que en los años anteriores de expansión ese porcentaje nunca había bajado del 51%. Además, de las firmas que cuentan con asalariados, casi un 80 % de ellas ha dispuesto de una plantilla de 5 personas o menos. Estas dimensiones limitan drásticamente la capacidad de las empresas para redistribuir internamente y de una forma flexible su carga de trabajo. De hallarnos en uno de esos escenarios alternativos, no se trataría sólo de distribuir las horas de trabajo sino también la nómina para que la masa salarial total de una empresa se mantuviera inalterada. A esto último pueden ser renuentes incluso los trabajadores en una etapa de crisis y ajustes recesivos como la actual. Este es el segundo factor que puede limitar la flexibilidad interna del mercado laboral español. Es muy probable que las congelaciones o incluso rebajas previas de salarios, junto con una inflación constante y las subidas de impuestos hayan hecho muy poco atractivo, desde un punto de vista personal, renunciar a una parte del sueldo. Si cabe, se están empezando a extender conductas en las que los trabajadores, ante la erosión de su capacidad adquisitiva, se

16

El cálculo es una simple regla de tres entre la jornada media y el número de trabajadores.

24

muestren partidarios de trabajar más horas. Incluso algunos ocupados están empezando a buscar un segundo empleo ante el temor a perder el primero17. No obstante, la carga de trabajo se puede mantener en empresas con plantillas inferiores a 17 o 51 personas recurriendo a contratos a tiempo parcial. Al incluir un nuevo trabajador a media jornada harían falta bien menos empleados para sumar la carga horaria necesaria para dotar ese puesto, bien que el mismo número de empleados renunciara a una parte menor de sus horas de trabajo y/o de su sueldo. Pero esta solución depende de los criterios, actitudes y hábitos del empresario, cuyo conjunto es el tercer factor que limita la flexibilidad interna del mercado de trabajo. Factor tanto más importante cuanto es el empresario, como empleador, el sujeto de cuyas decisiones a nivel micro se derivan los resultados a nivel macroeconómico. El recurso de los empresarios al contrato a tiempo parcial y a otras fórmulas de flexibilización interna, que impliquen una distinta distribución de tiempos y cargas, puede estar viéndose limitado por tres clases de motivos. El primero se refiere al hábito o costumbre por el cual una jornada parcial es propia de ciertos sectores, ocupaciones y colectivos. El contrato a tiempo parcial tiene mayor prevalencia en mujeres y jóvenes de entre 16 y 24 años, e incide sobre todo en los servicios personales, desde las empleadas de hogar a la hostelería. Así, extenderlo se podría considerar impropio y, directamente, en muchos casos ni siquiera se ha tomado en consideración. Además, la jornada parcial no es para muchos empleadores un recurso para gestionar horas de trabajo entre una plantilla, sino una herramienta para ahorrar salarios. Cuanto mayor sea la extensión horaria de esta jornada, dentro o incluso fuera de los márgenes legales, más prevalecerá este mecanismo. El segundo motivo está relacionado con la sencillez de cálculo e implementación del despido como mecanismo de ajuste. Cuando un empleador tiene que reducir bien carga horaria bien masa salarial es mucho más fácil e inmediato dejar extinguir algún contrato temporal o despedir a uno o varios empleados que empezar a recalcular horas y nóminas para mantener la plantilla incólume. El tercer motivo está relacionado con esto último. La posibilidad del despido puede tener un efecto disciplinante sobre los trabajadores. Algunos podrían renunciar a derechos y condiciones, o a parte del sueldo a cambio de asegurarse el puesto y alejar el riesgo de expulsión.

17

Ver INE, Encuesta de Población Activa, Nota de Prensa del primer trimestre de 2013.

25

En todo caso, las actitudes de empleados y empleadores escapan a los límites y a la aproximación cuantitativa y macro de esta comunicación. Resolver los interrogantes que han quedado pendientes exige un ulterior acercamiento más centrado en casos concretos y recurrir al utillaje propio de la sociología o, incluso, de la antropología.

Conclusiones En el presente estudio se ha optado por calcular los ciclos económicos mediante un método alternativo, basado en el hallazgo de la tendencia por regresión mínimocuadrática. Conocida la serie empírica y hallada la tendencia, sólo queda restar la segunda a la primera para conocer el ciclo. El ciclo resultante para España entre 1970 y 2012 arroja tres oscilaciones consistentes con lo que ya conocemos de la evolución económica del país y coincidentes en extremo con otras tantas crisis de desempleo. A la luz de su contrastación con el ciclo económico, entre 1977 y 2012 el desempleo en España ha tenido tres características principales. Primero, su muy elevada sincronía con las oscilaciones cíclicas: cada bache, cada recesión se ha traducido en un alza del paro hasta marcar nuevos máximos históricos. En esto se diferencia notablemente de otros países, miembros tradicionales de la OCDE. En segundo lugar, el alto nivel del paro tanto en promedio como en cotas máximas, muy por encima de las cifras de esas otras economías de la OCDE. Por último, la extrema volatilidad del desempleo en España. La capacidad de destrucción y creación de empleo que tiene nuestra economía es superior a cualquier otra con las que se pueda comparar. En términos absolutos sólo Estados Unidos, un país mucho más grande, ha generado o destruido más empleos. En términos relativos, España ha sido capaz de crear más empleos por cada persona activa que ninguna otra economía de la OCDE… pero sobre todo ha sido capaz de destruirlos y especialmente en esta última crisis. La explicación de estas tres características hay que buscarla primero en la excesiva flexibilidad externa del mercado laboral español. El volumen de contratos en España desde 2009, aunque inferior al culmen de 2003 a 2007, casi iguala al existente en los primeros años de siglo. La diferencia entre ambas situaciones estriba en que mientras entonces se creaba empleo, durante esta crisis se está destruyendo. Este se comportamiento se debe fundamentalmente a que los contratos han dejado de ser equivalentes no 26

ya a los contratados, sino a la contratación. Y esta es una gran novedad en la presente crisis económica y de empleo. Este alejamiento entre contratos y contratación se debe en primer lugar a la dualidad entre trabajadores indefinidos y temporales. La contratación temporal, con especial incidencia en jóvenes y mujeres, y preferentemente bajo las fórmulas de “eventual” y “obra y servicio”, ya no sería tanto un mecanismo para contratar personal. Habría mudado en un instrumento para gestionar una plantilla ya constituida. En segundo lugar, se está asistiendo al surgimiento de una nueva dualidad, esta vez entre desempleados y personas que mantienen su puesto de trabajo. La expulsión del empleo, alarmante pues semeja definitiva, queda atestiguada por el incremento exponencial de la duración del desempleo, sobre todo del de larga y muy larga duración. Mientras, el paro friccional, inferior a un mes, se mantiene inalterado. La segunda parte de la explicación del desempleo en España hay que buscarla en la casi inexistente flexibilidad interna del mercado de trabajo. Ésta queda atestiguada por la limitada redistribución de la carga de trabajo entre los empleados, a diferencia de países vecinos, y por el particular uso del que es objeto el contrato a tiempo parcial. Efectivamente, desde mediados de los Noventa, los contratos a jornada parcial han crecido pero, cuanto mayor haya sido la incidencia de la eventualidad en ellos, menor peso habrán alcanzado sobre el total del empleo. Así, de todas las economías de la OCDE analizadas, la española es una de las pocas que ha incrementado las horas de trabajo por cada ocupado durante estos años de crisis. En esta situación sólo le han acompañado otros tres países que no obstante tienen cargas horarias menores a la española. La redistribución de una carga horaria dada entre los trabajadores, para impedir despidos cuando disminuye aquella, está limitada en España por el reducido tamaño de sus empresas. Más de la mitad de ellas son unipersonales o carecen de asalariados y, de las que cuentan con plantilla, un 80% tiene menos de 5 empleados. Además, es un contexto de recortes o congelaciones salariales, inflación e incremento de la presión fiscal, los empleados se han podido mostrar reticentes a renunciar a una parte de su nómina. Obviamente, cuando se redistribuye en el seno de una empresa la carga de trabajo, hay que repartir tanto horas como salarios. Pero el principal elemento que está limitando la flexibilidad interna es la utilización que de la jornada a tiempo parcial están haciendo los empresarios. Primero porque muchos la consideran propia de ciertos colectivos y ocupaciones, como mujeres y jóvenes en los servicios personales, y se muestran renuentes a extenderla a otras situaciones. 27

Segundo, porque como mecanismo para reducir carga de trabajo o costes salariales, el despido es un recurso mucho más fácil de implementar. Tercero, porque la propia posibilidad de ser despedido tiene efectos disciplinantes sobre los trabajadores. Además, no hay que olvidar que, al menos en este país, la jornada parcial no es una herramienta para redistribuir o flexibilizar horarios, sino un expediente para reducir salarios.

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Apéndices Métodos de cálculo del ciclo: los filtros El más conocido de todos es el Filtro Hodrick-Prescott que, bajo un modelo determinista, calcula xt mediante 





+

min (( −  ) + ) ( !(* −  ) − ( −  )$+ , - = 0 → ∞ (2)

!"# $' #%&

31

El primer sumando hace referencia a la componente cíclica, mientras el segundo se centra en la tendencia, modulado por un parámetro λ que tiene por objeto suavizar la misma. Si se tomase para λ el valor 0, desaparecería toda tendencia y el ciclo se igualaría a la serie empírica18. Al descansar este filtro sobre una función lineal, cuanto más se acercase el parámetro a infinito, más se aproximaría la tendencia a una recta. Si los datos son anuales se toma para λ un valor de 100, si son trimestrales 1.600 y 14.400 si son mensuales. El motivo de esta elección es eliminar oscilaciones inferiores a 10 años19. Pero resulta arbitraria y corre el riesgo de subestimar ciclos medios que, en una determinada etapa, se puedan acelerar y acortar dos o incluso tres años. Las limitaciones del Hodrick-Prescott, derivadas de su estricta determinación endógena, han intentado ser superados por técnicas estocásticas como la de Beveridge y Nelson, basada en un proceso ARMA, o la de Harvey y Jaeger, basada en un ARIMA. Esta última, además, incorporaba a la función inicial un componente de irregularidad єt. Mayor repercusión ha tenido el Filtro de Baxter-King, o “de paso de banda”, basado en el dominio de la frecuencia, mediante funciones trigonométricas también conocidas como series de Fourier. Este método tiene la ventaja de salvar la atribución previa determinista o estocástica del modelo. Pero incrementa la dificultad o, si se prefiere, la sofisticación técnica. Para empezar plantea tres pasos de banda distintos en virtud de otros tantos escenarios, que difieren según la frecuencia de los períodos escogidos: alta, baja o media20. Correlación entre la sincronía ciclo-desempleo y tasa máxima de desempleo En el cuadro Apéndice I están expuestos los datos con los que se ha construido el cuadro 6. Para cada país se ha expresado la forma de la función escogida, junto con sus indicadores críticos. Primero la bondad del ajuste de la función tendencial respecto de la serie empírica. En 13 de los 24 casos R2 ha quedado por encima de .98 e incluso por encima de .99 siete de ellos. Los más bajos son Japón e Islandia, ambos con sendas funciones lineales, y sobre todo México. En segundo lugar la amplitud de rango, donde hay un grupo de 14 países con una amplitud de 0,10 ± 0,02 puntos y otros siete, entre los que se encuentra España, con 0,22 ± 0,03 puntos de oscilación. Por último se han expresado las desviaciones respecto a cero. La desviación máxima es inferior a las 9 18

Si λ = 0, entonces xt = 0; si ct = yt – xt resulta ct = yt Si los datos fueran decenales, λ = 1. Puesto que una década tiene diez años, λ = 102. Un año tiene cuatro trimestres y doce meses, entonces λ = 100*42 y λ = 100*122, respectivamente. 20 Un mejor y más detenido análisis, junto con una profusa bibliografía se puede encontrar en FLORES (2001), AVELLA y FERGUSSON (2004), DE LUCAS, ÁLVAREZ y DELGADO (2009a) y (2009b) y VÁSQUEZ, RESTREPO y LOPERA (2010).

19

32

APÉNDICE I

País

Forma de la Función

Bondad del Ajuste

xt = f (t)

R2

Alemania (DEU) Polin. 3º O. 0,9919 Australia (AUS) Polin. 3º O. 0,9926 Austria (AUT) Polin. 3º O. 0,9928 Bélgica (BEL) Polin. 3º O. 0,9908 Canadá (CA) Lineal 0,9695 Corea (KOR) Polin. 2º O. 0,9949 Dinamarca (DNK) Polin. 3º O. 0,9848 España (ESP) Polin. 3º O. 0,9757 Estados Unidos (USA) Polin. 3º O. 0,9862 Finlandia (FIN) Polin. 2º O. 0,9586 Francia (FRA) Polin. 3º O. 0,9882 Holanda (NLD) Polin. 3º O. 0,9861 Irlanda (IRL) Polin. 3º O. 0,9584 Islandia (ISL) Lineal 0,9366 Italia (ITA) Polin. 3º O. 0,9911 Japón (JPN) Lineal 0,9376 Luxemburgo (LU) Polin. 3º O. 0,9860 México (MX) Polin. 3º O. 0,8959 N. Zelanda (NZL) Polin. 3º O. 0,9416 Noruega (NOR) Polin. 5º O. 0,9960 Portugal (PRT) Polin. 2º O. 0,9586 Reino Unido (GBR) Polin. 3º O. 0,9826 Suecia (SWE) Polin. 3º O. 0,9722 Suiza (CH) Polin. 3º O. 0,9613 Fuente: Elaboración propia a partir de datos OCDE

Amplitud del Rango max   =1





− min   =1

0,080 0,075 0,094 0,096 0,115 0,423 0,108 0,212 0,098 0,207 0,083 0,116 0,484 0,240 0,079 0,235 0,243 0,220 0,166 0,075 0,286 0,127 0,132 0,112





Desviación ∑=1 



 =1  -5

10 3,81 3,93 -0,10 4,04 -0,02 0,35 -0,57 2,21 -2,41 -1,81 2,83 -1,06 -3,65 -0,06 -5,79 1,22 2,82 8,54 -6,72 1,68 -0,38 1,74 -0,77 0,69

Correlación Ciclo-Paro 1977-2011

Tasa de Desempleo Mínima

R2

u(ĉt) %

0,1741 0,3097 0,1128 0,3971 0,5311 0,2400 0,4101 0,8555 0,3647 0,5779 0,4873 0,2451 0,6029 0,4752 0,1549 0,1751 0,0915 0,0934 0,2674 0,0429 0,6553 0,3189 0,2855 0,0499

7,56 4,38 4,42 7,46 6,32 3,23 4,01 8,29 4,62 6,86 7,84 2,75 4,67 2,30 6,15 3,85 2,81 2,56 3,68 2,53 3,96 5,30 6,16 3,42

Máxima

Promedio (1977-2011)

(2008-11)

%

%

7,25 7,07 3,69 9,73 8,54 3,56 6,97 15,83 6,38 8,20 8,43 6,27 10,55 2,63 9,60 3,37 1,99 3,92 5,48 3,58 6,98 7,50 5,42 2,23

7,78 5,59 4,79 8,29 8,27 3,72 7,78 21,72 9,63 8,42 9,21 4,45 14,38 7,56 8,51 5,08 4,25 5,25 6,54 3,63 12,81 7,85 8,38 4,24

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cien-milésimas. La tasa de desempleo mínima u(ĉt) es una aproximación a la tasa natural y corresponde a la obtenida en el año cénit del ciclo económico. Hay que tener en cuenta que la función se ha escogido para cada país teniendo en cuenta cada caso, independientemente de los valores arrojados para otras economías, y también la consistencia histórica ofrecida por el ciclo resultante. Creación y destrucción netas de empleo: cálculo El cálculo de la creación y destrucción de empleo se ha realizado sobre las cifras de ocupados (O) y desempleados (D), a lo largo de las etapas de crecimiento y decrecimiento del empleo. Éstas se han fijado entre la fecha de máxima tasa de desempleo (tM) y la de mínima tasa (tm) para el crecimiento y al revés para los momentos de crisis de empleo. Así, (012 − 13 4 ; (063 − 62 4 Para el total de la creación y destrucción se suman todas las etapas de crecimiento y crisis. Finalmente, para las cifras relativas se dividen las magnitudes de cada etapa entre el promedio de ocupados o desempleados existentes en esa fase. 01 − 13 4 06 − 62 4 (7 2 9 ; ( 7 3 9 1 2 1 3 ∑ (1) ∑  (6 ) 8 3 8 2

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