Autor: Ing. Silvia Distéfano. INTA Estación Experimental Agropecuaria Marcos Juárez. Córdoba

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Impacto en rendimiento de “mancha ojo de rana” (Cercospora sojina) y susceptibilidad varietal Autor: Ing. Silvia Distéfano. INTA Estación Experimental Agropecuaria Marcos Juárez. Córdoba

Durante la campaña agrícola 2008/2009 a partir de primeros focos detectados a fines del mes de diciembre en el departamento Unión de la provincia de Córdoba la mancha ojo de rana (MOR) se presentó con carácter de epidemia en gran parte de la región pampeana central, En el mes de febrero, la enfermedad progresó rápidamente y afectó también las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y en menor medida Entre Ríos. Esta enfermedad, ocasiono severas pérdidas de rendimiento en aquellos lotes sembrados con cultivares susceptibles que no fueron tratados con fungicidas a tiempo. Se advierte a técnicos y productores de soja que el 76% de los cultivares de soja del mercado son susceptibles a MOR. MOR es una enfermedad fúngica de la soja, con razas, reportada por primera vez en la zona centro de nuestro país en 1983 (Giorda y Justh, 1983) y en la zona norte en la campaña 1997/98 (Ploper et al., 1999). El hongo sobrevive durante el invierno en la semilla y en el rastrojo infectado. Una vez que el patógeno se introduce en un área, el rastrojo constituye la principal fuente de inóculo primario. Además desde la semilla el patógeno se transmite hacia los cotiledones y hojas Las esporas producidas en las manchas de los cotiledones sirven también de inoculo primario para infectar las hojas jóvenes El desarrollo de la enfermedad se ve favorecido por el tiempo cálido y húmedo, en especial temperaturas nocturnas superiores a 20º C, lluvias abundantes y formación de rocío, monocultivo de soja y siembra directa. MOR es una enfermedad policíclica (con varios ciclos de infección durante la campaña) y las esporas producidas por el hongo son diseminadas a plantas sanas por el viento y el salpicado de las lluvias (Distéfano y Giorda, 1997). Debido a que las esporas producidas son pesadas dicha diseminación es a corta distancia. Cuando las precipitaciones no son continuas los síntomas aparecen sólo en algunos estratos de hojas, generalmente en el medio y en la parte superior. Los síntomas son principalmente foliares aunque también se puede observar en tallos, vainas y semillas. Las lesiones en hojas son manchas angulares o circulares, de color castaño rojizo cuyo centro se torna castaño más claro cuando avanza la enfermedad (Fotos 1 y 2) . Tienen un tamaño de 1 a 5 mm, pudiendo coalescer formando lesiones grandes e irregulares. (Foto 3). Cuando se presenta un gran número de lesiones, las plantas pueden perder las hojas prematuramente o enrularse desde los bordes hacia el centro. Las lesiones en tallos y vainas aparecen al final del ciclo del cultivo como manchas alargadas deprimidas, castaño oscuras en los bordes y más claras en el centro (Fotos 4 y 5). Las semillas presentan su tegumento con rajaduras y manchas de color pardo claro (Foto 6)(Ploper et al., 2000).

Foto 1: Primeras manchas

Foto 2: Manchas foliares típicas

Foto 3: Lesiones foliares grandes e irregulares

Foto 4: Síntomas en tallos

Foto 5: Síntomas en vainas

Foto 6: Síntomas en semilla Las pérdidas que produce son variables dependiendo del cultivar y del momento de infección, con registros máximos de alrededor del 35% (Mwase & Kapooria, 2000; Ploper, 2001). Durante la última campaña las estimaciones realizadas en algunos lotes del sudeste de la provincia de Córdoba evidenciaron pérdidas promedio de alrededor del 22% en cultivares con los mayores niveles de severidad. Situación observada durante la campaña 2008/2009 En diciembre de 2008, MOR se detecta en lotes del sudeste de la provincia de Córdoba con niveles de incidencia que iban desde trazas al 100% de las hojas infectadas y severidades que no superaban el 10% en los casos más graves. A partir de ese mes y hasta finalizar la campaña, según un relevamiento realizado sobre 150 lotes en los departamentos Unión y Marcos Juárez, la enfermedad progresó hasta alcanzar niveles de prevalencia e incidencia del 100%, con severidades que iban desde trazas hasta el 90% dependiendo del cultivar utilizado y la fecha de siembra (Distéfano y Gadbán, 2009a) (Fotos 7 y 8). En Santa Fe y Buenos Aires se detectaron trazas durante el mes de febrero. Al finalizar la campaña los niveles de incidencia llegaron al 100% en ambas provincias, con severidades que alcanzaron el 80% en Santa Fe y 30% en Buenos Aires. Tucumán registró incidencias de un 25% y Entre Ríos, 18%; con severidades menores al 1% en ambos casos (Sinavimo, 2009)

Foto 7 y 8: Lotes afectados en el departamento Marcos Juárez. Febrero de 2009 Manejo de la enfermedad El tratamiento de las semillas con fungicidas curasemillas es la medida utilizada para evitar la introducción del hongo en lotes libres de esta enfermedad o con bajo inóculo y en el caso de estar presente, reduce la posibilidad de introducir una nueva raza. También con ello se reduce la producción del inoculo primario. Respecto al control con fungicidas en semilla, Scandiani et al. (2009) evaluaron el control químico del patógeno en muestras de semillas determinando que los curasemillas con bencimidazoles en sus mezclas, resultaron tener acción erradicante del patógeno.

La rotación de cultivos con gramíneas estivales por dos o más años se sugiere para la reducción de inóculo. El uso de variedades resistentes es la principal medida de control pero como se trata de un patógeno que presenta razas, las variedades con el tiempo pueden cambiar su reacción. En campañas anteriores, se evaluó en el NOA la reacción de cultivares de GM V al VIII y se identificaron variedades de gran potencial de rendimiento y buen comportamiento frente a la enfermedad. Durante el ciclo 2008/2009, dados los altos niveles de intensidad detectados y las diferentes reacciones varietales observadas, fue posible diseñar una escala y clasificar los cultivares comerciales de GM II al VII incluidos en la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja según su respuesta a MOR. Considerando la incidencia a campo (número de hojas con manchas) y la severidad obtenida en el laboratorio (promedio de manchas/ cm2) la escala quedó conformada por cinco grados: Grado 1: hojas sin manchas; 2: 1 a 25% de incidencia, severidad < 0,5; 3: 100% de incidencia, severidad ≅1,5; 4: 100% de incidencia, severidad ≅3,5 y 5: 100% de incidencia, severidad ≅6. El 23,6% de los cultivares evaluados se incluyó en el grado 1; el 67,8%, en el grado 2 y el 8,6% en el grado 3 (Distéfano y Gadbán, 2009b). En caso de no disponer de variedades de buen comportamiento y ante la presencia de síntomas y condiciones climáticas predisponentes, la aplicación de fungicidas foliares es una alternativa viable para disminuir el impacto de la enfermedad. Son numerosos los productos registrados para el control de MOR y la decisión de aplicación y del tipo de producto a utilizar debe ser tomada junto a un asesor dependiendo de los niveles de incidencia y severidad, el estado fenológico del cultivo, estado general del lote y las condiciones ambientales. Las aplicaciones químicas efectuadas con mezclas de estrobilurinas y triazoles, resultaron efectivas tanto en las aplicaciones preventivas como cuando se realizaron con las primeras manchas observadas en los lotes. Con el objeto de determinar las pérdidas causadas por MOR en variedades con diferentes comportamientos frente a la enfermedad, se realizó un ensayo con 24 cultivares de soja de GM III al VI. Se aplicó una mezcla de triazol+estrobilurina en la mitad de los surcos de las cuatro repeticiones de cada cultivar. Llegado el estadío R6, se clasificó cada cultivar según la escala de MOR. El 12,5% de los cultivares se incluyeron en el grado 2; el 37,5%, en el grado 3 y el 50%, en el grado 4. La aplicación del fungicida provocó diferencias significativas de rendimiento en los cultivares de grado 3 y 4 (p

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