Adventista en Dios
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El Segundo Mandamiento, ídolos, dioses extraños e imágenes
Parte II
VII. Adorando a Dios y a nuestros Ídolos Uno de los casos más extraños que pudo haberse dado dentro de Israel, es justamente el que vamos a tratar en este punto. Este caso es quizás el que más se ajusta, a una de las Iglesias del cristianismo, muy antigua por cierto. Una que practica el culto a las imágenes. Decimos que es un caso extraño, porque a pesar de ser creyentes en Jehová Dios, se dejaron llevar por la tradición y las costumbres de los pueblos con los que se habían mezclado, e introdujeron la adoración de los ídolos de esas naciones. Veneraban en forma conjunta, según ellos, a Dios y a las imágenes de los ídolos de las naciones con las que se habían mezclado. Estos acontecimientos ocurrieron en el reinado de Oseas, cuando Salmanasar rey de los Asirios, tomó Israel. Dios había sido explicito en dar ordenes con respecto a la idolatría de otras naciones. Había dicho: Éxodo 34: 12 “Guárdate que no hagas alianza con los moradores de la tierra donde has de ingresar, para que no sean por tropiezo en medio de ti. Sino que derribarás sus altares y quebrarás sus estatuas y talarás sus imágenes de Asera. Porque no te has de inclinar a dios extraño; que Jehová cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es. Por tanto no te pondrás de acuerdo con los moradores de aquella tierra, porque fornicarán en pos de sus dioses y sacrificarán a sus dioses y te llamarán y comerás de sus sacrificios. O tomando de sus hijas para tus hijos y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán también fornicar a tus hijos en pos de los dioses de ellas.” Veamos los antecedentes de este caso extraño: 2 Reyes 17: 7 “Porque como los hijos de Israel pecasen contra Jehová su Dios, que los sacó de la tierra de Egipto, de mano de Faraón rey de Egipto, y temiesen a dioses extraños, y anduvieron en los estatutos de las naciones que Jehová había lanzado de delante de los hijos de Israel y en los estatutos que hicieron los reyes de Israel. Y como los hijos de Israel comenzaron a investigar, cosas que no eran rectas para con Jehová su Dios, edificando en lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de los atalayas hasta las ciudades fuertes y levantaron estatuas e imágenes de Asera en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso y quemaron alli incienso en todos los lugares altos a la manera de las naciones que Jehová había transpuesto delante de ellos, e hicieron cosas muy malas para provocar a ira a Jehová. Pues servían a los ídolos de los cuales Jehová les había dicho: ‘Vosotros no habéis de hacer esto’.” A pesar de que Dios constantemente llamó la atención, por medio de sus siervos, hacia el mal comportamiento de su pueblo, ellos no obedecieron, antes hicieron lo que hicieron sus padres ateos:
2 Reyes 2: 13, 14 “Jehová protestaba entonces contra Israel y contra Judá, por mano de todos los profetas y de todos los videntes, diciendo: ‘Volveos de vuestros malos caminos y guardad mis mandamientos y mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que yo prescribí a vuestros padres, y que os he enviado por mano de mis siervos los profetas. Pero ellos no obedecieron, antes endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en Jehová su Dios.” Luego de esto, Dios desechó totalmente a Israel, quedando solo la tribu de Judá. Finalmente ni Judá permaneció en pie. De esta manera todo Israel fue removido de su tierra. Toda la mayoría de Israel fue transportada a Asiria. Entonces el rey de Asiria llevó gente de Babilonia, Cutha, Ava, Hamath y Sepharvaim, y los puso en las ciudades, en lugar de los hijos de Israel. Toda esta nueva gente que pobló las ciudades de Israel, era totalmente pagana, adoradora de dioses extraños. Una vez en el lugar, porque no tenían temor de Dios, Él envío contra ellos leones para que los matasen. ¿Qué ocurrió entonces? 2 Reyes 17: 26 “Entonces dijeron ellos al rey de Asiria: ‘Las gentes que tu transportaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no saben las costumbre del Dios de la tierra y el ha echado leones sobre ellos y he aquí los matan, porque no saben la costumbre del dios de la tierra’.” Nótese, que toda esta gente que no tenía conocimiento de los principios de Dios; es decir, que no conocía los mandamientos de Jehová, se les iba a permitir ahora darles conocimiento de los mismos. Ellos tenían costumbres paganas. Si se buscaba un cambio, lo justo era tener que lograr, que ellos erradiquen esa práctica de sus costumbres. Por esto el rey de Asiria mando sacerdotes, para que educasen a esta gente: 2 Reyes 17: 27, 28 “Y el rey de Asiria mandó diciendo: ‘Llevad a allí a alguno de los sacerdotes que trajisteis de allá, y vayan y habiten allí, y enséñenles la costumbre del Dios del país’. Y vino uno de los sacerdotes que habían transportado de Samaria, y habitó en Betel, y les enseño como habían de temer a Jehová.” Una vez instalado el sacerdote en Betel, empezó su labor de instrucción de los principios de Jehová. No nos olvidemos que la gente a la que llegaba ahora un sacerdote israelita, eran totalmente paganos. La aceptación obviamente iba ha ser una cuestión difícil, tanto más si estos paganos estuviesen bien aferrados a sus dioses. Esta historia nos muestra la dificultad, más no la imposibilidad, de llegar a una persona que tiene una creencia opuesta muy arraigada. Cada grupo de gente que fue transportado traía su propia divinidad: 2 Reyes 17: 29- 31 “Pero cada nación se hizo sus dioses y los pusieron en los templos de los altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en la ciudad donde habitaba. Los de Babilonia, hicieron a Succoth-benoth; los de Cutha, hicieron a Nergal; los de Hamath, hicieron a Asima; los Heveos, hicieron a Nibhaz y a Tharthac y los de Sepharvaim quemaban sus hijos al fuego a Adramelech y a Anamelech, dioses de Sepharvaim.” Cada pueblo hacía lo que le era más conveniente. Cada uno de ellos seguía en las costumbres o tradición, que cargaban desde su lugar de origen. La Sagrada Escritura, como ejemplo, nos muestra el caso de Sepharvaim. Esta gente traía su creencia a estas nuevas tierras para ellos, la creencia y adoración en Adramelech y Anamelech, dioses de Sepharvaim. Una vez que se les hubo dado el conocimiento de Dios, no lo asimilaron tal como se les presentó. Cada nación, sabiendo por los acontecimientos de los leones que los mataban, que necesitaban de honrar a Dios directamente, decidieron hacerlo pero con sus imágenes. Se refugiaron en sus creencias y costumbres: 2 Reyes 17: 32, 33 “Y temían a Jehová, e hicieron del pueblo común sacerdotes para los lugares altos, quienes sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos. Temían a Jehová y honraban a sus imágenes según la costumbre de las gentes de donde habían sido trasladados.” A las costumbres que ya cargaban, el conocimiento que ahora recibieron, de cómo temer a Jehová, por medio del sacerdote enviado, ¡lo añadieron! No dejaron sus costumbres, sino que ahora las mezclaron con el conocimiento de Dios. Para esto se pusieron sacerdotes a su medida, que les pasasen por alto sus costumbres y tradición, pues no querían desecharlas. ¿Creerían ellos en el folklore y tener que protegerlo? Muchos hoy en día al conocer los principios de Dios, hacen lo mismo. Su tradición no les permite dejar las imágenes, las cuales van en contra de los principios de Dios. El conocimiento recibido lo añaden a sus costumbres. Es decir, dicen amar a Jehová Dios, pero a la vez tienen sus imágenes. Ellos decían temer a Dios; pero, ¿en verdad tenían temor a Jehová Dios?: 2 Reyes 17: 33- 39 “Hasta hoy hacen como al principio que, ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos, ni sus ordenanzas, ni cumplen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel. Con los cuales Jehová había hecho Pacto y les mando diciendo: ‘No temeréis a otros dioses, ni los
adoraréis, ni les serviréis, ni les sacrificaréis; mas a Jehová que os saco de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, a este temeréis y a este adoraréis y a este haréis sacrificio. Los estatutos y derechos y ley y mandamientos que os dio por escrito, cuidaréis siempre de ponerlos por obra y no temeréis dioses extraños; mas temed a Jehová vuestro Dios y él os librará de mano de todos vuestros enemigos.” La respuesta es clara, no temían a Dios. Ellos se imaginaban temer a Dios, porque lo aceptaban junto a sus imágenes, pero no dejaban su costumbre de honrar a esas imágenes. Como en la mayoría de los casos, cuando tenemos una costumbre o tradición, esta costumbre o tradición termina por imponerse en nuestra vida espiritual. Somos nosotros, quienes podemos, si queremos optar por las cosas de Dios, desechar esas costumbres y tradiciones. Pero también somos nosotros mismos quienes podemos desechar las cosas de Dios por nuestras costumbres y tradiciones. De acuerdo con la palabra de Dios, dada a Isaías el profeta, recordada y explicada por Jesucristo, muchos llegamos a cambiar el mandamiento de Él, justamente por la tradición. Al mandamiento que pide una cosa lo sujetamos a nuestras costumbres: Mateo 15: 1- 3 “Entonces llegaron a Jesús ciertos escribas y Fariseos de Jerusalén diciendo: ‘¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan’. Y Jesús respondió y les dijo: ‘¿Por qué también vosotros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?’.” Esto es natural para el corazón carnal, pero eso no significa que debamos dejarnos dominar por nuestros gustos y deseos. Nuestra condición entonces será calificada, como lo hizo Cristo con los Fariseos: Mateo 15: 7- 9 “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías diciendo: ‘Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres’.” Esta gente de antaño, no cambió de su posición. Siguieron a sus deseos. Se aferraron a sus costumbres: 2 Reyes 17: 40, 41 “Pero ellos no escucharon, antes hicieron según su costumbre antigua. Así temieron a Jehová aquellas gentes y juntamente sirvieron a sus ídolos; también hicieron lo mismo sus hijos y sus nietos, así como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy.” No olvidemos que todo lo que nos ha sido dado en la Sagrada Escritura, tiene un fin, el de convencernos de pecado de justicia y de juicio. Si no lo hiciera, por otro lado se nos anticipa, por el apóstol Pablo, al considerar el becerro que hicieron en el tiempo de Moisés: 1 Corintios 10: 7, 11 “No seamos honradores de ídolos, como algunos de ellos, como está escrito: Se sentó el pueblo a comer y beber y se levantó a jugar… Y estas les acontecieron como ejemplo y han sido escritas para nuestra admonición, en quienes los fines de los siglos han venido a parar.” VIII. Imágenes sin condenación: En este apartado, lo que veremos, son algunos casos de los que se intenta sacar ventaja, para excusar o disculpar tener imágenes y rendirles culto. Estos casos son los siguientes: - El Santuario - La Serpiente de Bronce a. El Caso del Santuario: En este primer caso, presentado en la Escritura, vemos un cumplimiento de la ley cabal, concreto, correcto y exacto. Podemos ver la exactitud de lo que Dios presenta en su Palabra sin contradicción. Si lo que hemos visto hasta ahora es correcto, no caeremos en ningún extremismo. Veamos un ejemplo, el “Arca del Pacto” y su cubierta: Éxodo 25: 17- 20 “Y harás una cubierta de oro fino cuya longitud será de dos codos y medio y su anchura de codo y medio. Harás también dos querubines de oro, labrados a martillo los harás en los dos cabos de la cubierta. Harás pues un querubín al extremo de un lado y un querubín al otro extremo del lado opuesto; de la calidad de la cubierta harás los querubines en sus dos extremidades. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas la cubierta; sus caras la una enfrente de la otra, mirando a la cubierta las caras de los querubines.”
Indudablemente un querubín es un ángel, un ser que se encuentra en el cielo, por tanto es un elemento sobre el que se cumple el mandamiento que dice: “…ni ninguna cosa que este en el cielo…”. Si realmente el mandamiento prohibiera en una forma extrema, cosa que no se ve en este caso, sino más bien considerando la condición que ya hemos visto, una vez labrados los querubines se daría una contradicción terrible entre el mandamiento y su cumplimiento. Se habría incurriendo en un camino de pecado, ya que Juan nos dice: 1 Juan 3: 4 “Cualquiera que hace pecado traspasa la ley, pues el pecado es la trasgresión de la ley.” En la construcción del Santuario no se ve ningún fanatismo extremo, ya que no se sujeta solo en una sola porción de la Escritura, sino en el todo. No solo consideramos el mandamiento sino, la forma de cumplimiento que se le dio. Es decir no solo conocemos la teoría sino la forma práctica del mismo. Lo cierto hasta aquí, es que no es pecado hacer aun una imagen de un ser celestial, como lo es un querubín, siempre y cuando se cumpla la condición: que no se le adore, honre o venere. Pero de allí a concluir, que si se puede hacer imágenes para tenerlas en la Iglesia, es otra cosa como veremos. Muchos al llegar a este punto preguntan: O sea, ¿podemos también hoy tener imágenes en la Iglesia? Nuevamente consideremos el todo. Si solamente considerásemos el mandamiento y la forma práctica hasta aquí conocida cometeríamos errores. Necesario es que conozcamos las razones que envuelven dicha construcción del Santuario y sus figuras. Primeramente, todas las figuras del Santuario son consideradas tan solo como una sombra o bosquejo, como un simple modelo; pero no, la realidad misma: Hebreos 8: 5 “Los cuales sirven de bosquejo y sombra de las cosas celestiales, como fue respondido a Moisés cuando había de acabar el Tabernáculo: ‘Mira, -dice- haz todas las cosas conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte’.” Estas figuras en si mismas según la Escritura no tenían ninguna otra particularidad sino la de ilustrar. Estas imágenes o figuras no tenían poder de intercesión, ya que ellas no podían purificar o justificar, ya que esta purificación o justificación se le otorgaba a aquel que considerase el objetivo del bien venidero, es a saber Cristo. Además esta ilustración solo tendría cierto tiempo de duración, hasta el tiempo de la corrección de este sistema, como veremos. Leamos el siguiente texto: Hebreos 9: 8- 10 “Dando en esto a entender el Espíritu Santo, que aun no estaba descubierto el camino para el Santuario, entre tanto que el primer Tabernáculo estuviese en pie. Lo cual era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían ofrendas y sacrificios que no podían hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que los practicaba; consistiendo solo en comidas y en bebidas y en diversos lavamientos y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de la corrección.” ¿Cuándo se daría esta corrección? El versículo siguiente muestra claramente que el tiempo de la corrección se da una vez introducido Cristo. Hebreos 9: 11, 12 “Pero, estando ya presente Cristo pontífice de los bienes que habían de venir, por al más amplio y más perfecto Tabernáculo, no hecho de manos, es a saber no de esta creación; y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una sola vez el Lugar Santo, habiendo obtenido continua redención.” Esta corrección, específicamente, ¿cuándo se da? Al recurrir a la Profecía, esta nos muestra por medio del profeta Daniel, que esta corrección, se daría cuando el Mesías fuese muerto: Daniel 9: 26, 27 “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida la Mesías,… Y en la última semana confirmará el Pacto a muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofenda…” Daniel nos dice que confirmaría el Pacto o Testamento. Volviendo a Hebreos 9, donde se habla de la corrección, el apóstol nos muestra que esta confirmación solo se daría con la muerte del pactador o testador. Hebreos 9: 16, 17 “Porque donde hay Pacto necesario es que intervenga muerte del pactador, porque el Pacto con la muerte es confirmado; de otra manera no es válido entre tanto que el pactador vive.” Es así que hoy no estamos bajo el cumplimiento de los rituales y sacrificios. Todo lo que era figura y sombra ya feneció. El tener imágenes que ilustren “dentro” de la Iglesia no tiene ya más sentido. Ya se dio la corrección. Las imágenes eran parte del Tabernáculo o Santuario cuando estaba en la tierra. Una vez que ingresó Cristo al escenario, y una vez dada su muerte, todo
aquello culminó. Las imágenes están en el Santuario pero en el del cielo. El objetivo de todas estas cosas era señalar a Cristo. Si de acuerdo con la Palabrada Dios todo este sistema ritual ha acabado, y quisiéramos tomar una parte de ello, como es el tener imágenes en el templo, estamos obligados a cumplir con todo, obviamente sin ningún fin de salvación hoy. Veamos lo que nos dice el apóstol Pablo si recurrimos a la ley de los rituales, aunque sea en un punto, como lo es la circuncisión: Gálatas 5: 2- 4 “He aquí yo Pablo os digo, que si os circuncidáis, Cristo no os aprovechará nada. Y otra vez vuelvo a protestar a todo hombre que se circuncidare, que está obligado a cumplir toda la ley. Vacíos sois de Cristo los que por la ley os justificáis, de la gracia habéis caído.” Por tanto, si alguna parte de la ley de los rituales tomamos para seguir cumpliéndola, estamos obligados a cumplir con todo. Pero, ¡mucho ojo!… perdiendo la gracia, que es por medio de la cual somos salvos.