El español sefardí (judeoespañol, ladino) Puede extrañar que en una

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El español sefardí (iudeoespañol, ladino) (y 3.3. Y junto a lo que tiene de español, ¿qué de judeo- tiene el judeoespañol? Ante todo tiene la tradi­ c

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El español sefardí (judeoespañol, ladino)

P

uede extrañar que en una serie sobre el «hoy» de la lengua española me ex­ tienda sobre el ayer; pero creo que para presentar la situación terminal en que se encuentra el español sefard í es menester tener presente su desarrollo histórico. Lo que se sabe hoy de la lengua sefardí procede en buena parte de la bibliografía tenida por clásica, en especial los estu­ dios de M. L. Wagner en las pri­ meras décadas del siglo y los de C. Crews en las centrales, en los que se hallan la mayoría de los datos luego resumidos en el «canónico» capítulo XVI de la Historia de la lengua española de R. Lapesa. Pero hasta llegar a la situación que refleja la bi­ bliografía clásica, la lengua se­ fardí había pasado por un desa­ rrollo histórico de siglos.

l.

Orígenes

lacob M. Hassán

Doctor en Filología Se estudió Filología Rom la Universidad Complu Lengua Hebrea en la dad Hebrea de Jerusa sido profesor de Hebr Universidades Complu Pontificia de Comillas Lengua y Literatura S en la Autónoma de Ma investigador numerari CSIC . Su más reciente cación es la edición fa e introducción de la B Ferrara.

Como en ot ras comunida­

~ BAJO la rúbri ca de «Ensayo» , e l Boletín Inform ati vo de la Fund ación public a cada mes la colaboración ori gin al y exclusiva de un especiali sta so br de un tema general. Anteriormente fueron objeto de estos ensayos tema s r Cienc ia, e l Lenguaje, el Arte, la Historia , la Prensa, la Biología, la Psicología Europ a, la Literatura , la Cultura en las Autonomías, C ienc ia modern a: pionero Teatro Español Contemporáneo y La mú sica en España , hoy . El tema de sarro mente es «La lengu a español a, hoy». ** La segunda y última parte de este ensayo se publ icará en el próxim o nú Boletín.

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des judías hasta la era moderna, también entre los h de la España medieval (denominad a convencionalme 1») puede afirmarse que el conocimiento activo del h limitado a la minoría de quienes habían seguido est co s. El resto tenía del hebreo un conocimiento eleme salvo excepciones, supiera leerlo para poder cumpli de meldar ('rezar, leer ' ) las oraciones aun sin enten térm inos hebreos designara las festividades y los co cionados con la práctica re ligiosa y la ética judías. Algunos judeolingüistas (S. Marcus, D. Gold , P. W nen que la lengua de los judíos en la España medieval tema lingüístico diferente del de la población no judía. responsables estudios recientes (A. Várvaro, L. Minerv que, aun con algunos rasgos específicos, su lengua er gión esencialmente la mi sma que la de sus convecinos

- > En números anteriores se han publicado en sayos sobre La unidad d ria y act ualidad de un problema, por Ange l Lopcz García , ca tedr ático d neral de la Unive rsid ad de Valencia; Lo ens e ñan za del espa ñol en Espa Marsa. catedráti co de Filología Española y d irector del Inst ituto de Est de la Universidad de Barcelon a; Lengua col oqui al y lengua literaria, p bre, catedrático de Teoría de la Literatura de la Universidad de Salam americano, por José G. Moren o de Alba, profe sor de la Universidad Na de México; Lo historia del español, por Rafael Cano Aguilar, ca tedrátic pañola de la Univer sidad de Sevill a; Anglicismos . por Emilio Lorenzo de la Universidad Co mplutense y acadé mico; La Real Academia Espa ñ varez Miranda, profesor del Depart amento de Filología Esp añol a de la U nom a de Madrid ; La lengua española en Filipinas y en Guin ea Ecuato Qui lis , ca te drá tico de Lengu a Española ; El l nstit uto Caro y Cue espa ñota. por José Joaquín Montes G iralda. investi gador en e l Institut El estudio del español en el extranje ro , por Juan R. Lod ares, profe sor de Filología Es pañola de la Universid ad Autónom a de Madr id; El libr España . por Hip ólito Escolar Sobr ino, ex-director de la Bibli oteca Nacio versos libros sobre bibliotecas y la historia del libro; El Colegio de M españ ola , por Juan M. Lope Blanch , profe sor em érito de la Universidad xico y director del Ce ntro de Lingü ística Hispánica de la misma; El len técnico , por Julio Ca longe, cat edr át ico jubil ado de Grie go del Instituto de Madrid , y vicepreside nte de la Sociedad Española de Lingüística; Lo español, por Manu el Alvar Ezquerra, catedrático de Filología Española de Málaga; La corr ecc ión idiom ática en el «Esbozo de una nueva gram españ ola", por Am bro sio Raban ale s, profe sor de Lingüísti ca Teórica C ientíf ica Española de la Universidad de Chile y miembro de número Chilena de la Lengua; El lenguaje de los medi os de comunicac ión. po Velarde, catedrático de Filol ogía Española de la Universidad de La Co del español en España, por Antonio Llorente Maldonado de Gucvara, p la Universidad de Salamanca; El lar go camin o hacia la ofici alidad d paña , por Fernando González Oll é, catedrático de Historia de la Lengu Universidad de Navarra; El españ ol , lengua interna cional, por Francisc rín, catedrático de Lingü ística Ge neral de la Universidad Autónom a d ción La Casa de Bello, en Cara cas , por Pedro G rases Gonz ález , catedrá Universidad Central de Caracas y asesor de la Fundación La Casa de mias americanas , por Humberto Lóp ez Morale s, catedrático de Lingüís sidad de Puerto Rico y secretario y académico de la Academia Puertorr g ua Española ; y El espa ñol y s us gramática s , por Ofeli a Kov acc Gramátic a y Sin taxis de la Universidad de Buenos Aires. La Fundaci ón Juan March no se identifica necesariamente co n las o das por los autore s de estos Ensayos.

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Fuera el que fuere el uso del hebreo entre los «erudito blación judía -tanto los hebraizantes como los que no usaba la lengua del país para comunicarse, no sólo con los sino también entre sí. En España esa lengua de comunicac árabe hispano en Al-Andalus, y luego lo fueron los diferent ces en los reinos cristianos, según determinaba en cada m avance de la frontera entre aquéllos y los reinos musulmane No vaya ocuparme aquí de la lengua de los judíos en medieval; pero conviene a nuestro propósito señalar do uno, que cuando a finales de la Edad Media se produce masivo, la población judía estaba ya romanizada, si bien p en muchos casos su conocimiento del árabe (recuérdese s participación en las llamadas escuelas de traductores) segu mayor que el de los cristianos; y dos, que como ocurre en guas judías (o variedades judías de otras lenguas), era habi bir el romance en aljamía, con letras del alfabeto hebreo nada de extraño hay en ello dada la familiaridad con la le que imponía el sistema tradicional de educación judía. Esa grafía aljamiada hebraica, en la que se han cons llegado a nosotros los textos sefardíes castizos, les da u ñosa apariencia de estar escritos en lengua hebrea; pero no es en absoluto patrimonio exclusivo de quienes hay dido en su infancia la grafía hebraica o sepan hebreo: los fardíes aljamiados puede descifrarlos cualquiera sin más cer la pereza mental y aplicarse a conocer el valor fonéti grafemas hebraicos; y puede leerlos correctamente co unas pocas reglas. Para el estudioso no nativo la lectura supuesto, tanto más correcta cuantos más textos hay cuanto más familiarizado esté con los rasgos de la lengua bargo, lo cierto es que hasta tiempos recientísimos las edi literatura sefardí han sido mayoritariamente de textos or cuya obtención no es menester sortear el escollo -más que real- de la grafía aljamiada, sino que basta con dar c mantes suficientemente conocedores de su tradición lite apuntar (antes) o grabar (ahora) sus testimonios.

2.

Algo de historia

2.1.

Los judíos salieron de España hace entre seis y ca siglos (medio milenio suele decirse en números redon

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desde las primeras emigraciones a raíz de los disturbio de 1391 y hasta cuando, ya entrado el siglo XVJI, salie mos criptojudíos o marranos hispanoportugueses para España retornar abiertamente al judaísmo. La lengua marranos, salidos de España hasta más de un siglo d expulsión de 1492, era ya evidentemente el españo Frente a ellos, la lengua de los sefardíes salidos de E judíos era todavía el español preclásico en sus distinta des peninsulares. En su salida siguieron los sefardíes rumbos difer por tierra pasaron a Portugal o al sur de Francia. De l ron por mar, los hubo que prefirieron la ruta más corta el Estrecho de Gibraltar y el mar de Albarán, llegaron del norte de Africa. Por vía portuguesa -y por el v una no siempre sincera conversión al cristianismo-que, tras años y décadas de criptojudaísmo, establecie dades en el noroeste de Europa y luego en América central ; la de estos últimos, por muy de sefardíes qu lengua sefardí -ya lo he dicho--, sino española en el la mayoría de los expulsas se dirigió hacia el este. Italia fue punto de destino y a la vez estación de los muchos que siguieron más hacia levante, por donde entonces el Imperio otomano en la época de su mayor poderío (recuérdese Lepanto). Sea o no cierta la repet sultán Bayaceto II de que la torpeza de los Reye s Cat pulsar a los judíos empobrecía sus estados para enriqu lo cierto es que bajo los sultanes hallaron sefardíes y conversos no ya refugio seguro, sino favorable acog doble condición de occidentales y de no cristianos. Constantinopla, Salónica y luego Esmima fueron tables de los múltiples asentamientos esparcidos por r tras la desmembración del Imperio otomano, han form dos de Turquía, Grecia, Albania, Bulgaria, Yugosla Rumanía: Adrianópolis (Edirne), Yarnbol , Sliven, Ja ven, Ruschuk (Ruse), Vidín, Belgrado, jalonaban la ru tantinopla al Danubio, dejando al oeste Sofía, Filipó div) , Pazardzhik y, más al norte, Craiova, Bucarest, Plo parte, Monastir (Bitolj), Escopia (Üsküb, hoy Skop (Dubrovnik), Sarajevo, Espalato (Split) unían Salónic cia, mientras que Serre, Veria, Castoria, Larisa, Vol abrían el camino hacia Jíos, Cos, Rodas y otras islas

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Magnesia (Manisa), Cásaba (Turgutlu ) Pérgamo (Bergama comunicaban Esmirna con el interior de Anatolia y con D los (Canakkale) , Gal ípolis (Gelibolu) , Rodosto (Tekirda mar de M ármara; a ellos han de añadirse Damasco y Alep ria, El Cairo y Alejandría en Egipto, Safed y Jeru salén en tina otomana, y aun Viena en pleno corazón de Europa. zona del Estrecho, Tetuán, Tánger, Larache; más al est más al sur, Fez ... Es en esta amplia zona (denominada convencionalme farad 2») donde durante siglos se mantuvo la lengua se cabo de un siglo tras la expulsión, los sefardíes balcánico bían impuesto a la población judía anterior (Jos «rorna que -salvo en Ioanina y toda la región del Epiro- se «s ron » integrándose en la comunidad sefardí, lo mismo q comunidad lingüística se integraron turcos, griegos de Sa españoles de Tetu án o Tánger. En esa llamada por B «magna Sefarad», que cubría en tupida red las costas anat islas egeas y casi toda la península balcánica, hubo una de que intermitente comunidad hablante, que cuando alcanzó geo numérico en el umbral de este siglo contaba, probab según estimaciones fiables, entre doscientas y trescientas sonas. Muy inferior hubo de ser la comunidad hablante de en la zona del Estrecho, que no parece que haya tenido nu de unas cuantas decenas de millares. 2.2. Para entender debidamente el mantenimiento extrat de su lengua hispana por los sefardíes hay que tener en c circunstancias políticas y sociales del Imperio otomano en de su instalación, cuando con una actitud pragmática y si sito de «romanizar» (valga la metáfora) a la pobl ación som descentralizada autoridad del sultán se extendía sobre d naciones residentes en sus vastos dominios y permitía o propiciaba el mantenimiento por cada una de su propio lid sus señas de identidad; éstas consistían a veces en una his mún (por ejemplo, los albaneses), podían ser un territori (por ejemplo, los griegos) y eran siempre una creencia re una lengua propias. Del mismo modo, pues, que esa autonomía cultural cional permitió a los búlgaros conservar su lengua esla griegos su lengua helénica y a unos y otros su religión cris todoxa, así también los sefardíes conservaron como seña d dad su religión judía y su lengua hispana, no por fidelid

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raíces o por amor a la «madrastra» patria España, co cho y se repite, sino por fidelidad a sí mismos o por pio». Buena prueba de ello son las denominaciones j 'judío', o incluso ocasionalmente judesmo 'judaísm dado a su lengua. Pero cuando el cambio de las circun tóricas habría hecho necesaria una firme voluntad para fue entonces cuando la lengua sefardí inició su irremed Los pocos textos sefardíes no bíblicos que nos han siglo XVI nos muestran una lengua apenas diferente contemporáneo. Del siglo XVII casi no tenemos docum en el siglo XVIII cuando encontramos la lengua en su los primeros tomos (1732ss) del extenso y enciclopédi rio bíblico Me'am lo'ez iniciado por Jacob Julí, y en especímenes del género de las coplas, que muy razona tienen por capitales de la literatura sefardí clásica. Conviene recordar la situación cultural en Sefarad ras de ese renacimiento literario. En el siglo XVII los s perdiendo su ventajosa singularidad respecto a sus c no musulmanes, y cada vez más los griegos y los arrne reemplazando en las relaciones del Imperio con com políticos europeos. El declive económico acaba con mecenazgo a las escuelas rabínicas, en las que ya no ras equiparables a los afamados rabinos José Caro, L bib, Samuel de Medina o Moisés Mitrani del siglo ambiente de ignorancia y de depresión surge y se ab comunidades el tormentoso movimiento seudomesián tay Cev í y sus seguidores: su estrepitoso fracaso provo ción de rigidez en el rabinazgo sefardí; y, tras la dece fallidas esperanzas mesiánicas, se acentúa la decadenc cuelas rabínicas y del conocim iento del hebreo, que as autor de la época: «Agora baavonot ['por (nuestros) p rió y discrepó el mundo en cantidad que muy pocos so ven meldar un passuc ['versículo'] a las derechas ... s tienden laxón hacódex ['lengua santa' = hebreo] », Esa es la razón de que las historias clásicas de los ñalen el siglo XVIII como época de «decadenc ia» . L mente en la producción hebraica; pero no se ha seña mente que esa decadencia hebraica suscita un intelectual. .. en judeoespañol. Abraham Asá, Jacob Ju binos se proponen remediar la ignorancia a la que est nación sefardí facilitándole su acceso al saber judai

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biendo que no es posible hacerlo en hebreo, optan por h la única lengua que entienden: la sefardí. La decisión podría parangonarse -en lo atrevida efectos- con la que medio milenio antes había adoptado lla el rey Alfonso X el Sabio, cuando en el siglo XIII tuvo miento de escribir o mandar escribir en lengua vulgar la que hasta entonces se había escrito en latín, dando con el pulso decisivo a la consolidación del castellano como le raria ; así también los rabinos sefardíes del siglo XVIII tu atrevimiento de poner en lengua vulgar sefardí la sabidu que lo normal era escribir en hebreo, consagrando la sefa lengua de creación literaria. De la primera mitad del siglo XVlIl son las primeras ciones originales y traducciones del hebreo de Abraham 1732 Jacob Julí inicia el Me'am lo'ez ; un compendio encic de comentarios bíblicos y tradiciones religiosas compues afán de educar y llevar enseñanza moral a las masas no Por los mismos años , Abraham Toledo, Jacob Usiel, Hay Tob Magula y otros autores de coplas consagran el jude como lengua poética. Con ello y con ellos se inicia la ed de las letras sefardíes. El desarrollo de la lengua sefardí clásica continuó durante siglo y medio. La lengua literaria está sobradame mentada en un sinnúmero de ediciones, que bien pueden millar. La temática de las obras es mayoritariamente «re pero para entender rectamente esa denominación convi en cuenta que para el judío tradicional -yen el siglo X sefardí lo era- lo religioso ha sido y es una categoría qu allá de lo que hoy entendemos por tal y que se extiende tan alejados de lo espiritual como la historia, el derecho nas maneras o el folclore gastronómico (por no menci que unas muestras), es decir, todo lo que constituye el pa mental y vivencial del judaísmo elaborado a lo largo de g nes y recogido en la vasta literatura hebrea (y aramea) del el Midrás y otras fuentes clásicas del judaísmo. De la len quial pueden damos una idea los diálogos insertos en las terarias y las de autores que escriben en estilo «popular». 2.3 . En el siglo XIX concurren una serie de hechos qu profundamente la vida de las comunidades sefardíes del otomano y, lo que aquí nos importa, su situación lingüístic Ya en las primeras décadas del siglo comienza a adve

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ascendente influencia de los países occidentales en la mica, cultural y política, que se traduce en ciertas refo cas y sociales y en la implantación de escuelas extra que el porcentaje de asistencia de la población sefar que el de la población otomana en general. Tras las r Tanzimat, el estado centralizado napoleónico se convi delo a seguir, el cual da paso a un nuevo concepto de en el que la comunidad sefardí ve trocarse su estatus protegida, según los fundamentos del estado islámic súbditos de la nueva nación a todos los efectos. En la segunda mitad del siglo tiene lugar en el mu turco-balcánico, y mutatis mutandis en el norteafrican funda renovación cultural determinada por razones his líticas y sociales que aquí sólo puedo apuntar. El na (luego independencia) de las naciones balcánicas y miento (luego desaparición) de la autoridad política van compartimentando lo que fuera una unidad polí piendo la contigüidad cultural de siglos pasados . A los telectuales sefardíes llegan ecos del movimiento asqu Haskalá, que busca salir de un mundo mental y vivenc a los valores de la tradición religiosa. Y, principalmen mántico interés de occidente por oriente y la lucha d occidental por los derechos civiles determinan la creac cia de la Alliance Israélite Universelle y el establecimi das las áreas de Sefarad 2 de una red de escuelas «a la que van dando al traste con el sistema tradicional de en ticulado en escuelas comunitarias anejas a las sinagog en los conceptos y valores del judaísmo. El conocimiento de las costumbres y de las lengu dente fue considerado esencial por la élite comercial salir de la crisis económica suscitada por la competen gos y armenios. Como bien ha señalado A. Rodrigue, l occidental acabó constituyendo para Jos sefardíes un m mental para el restablecimiento de los perdidos vínculo cos con occidente y su consiguiente inclusión en la cla no musulmana (en la Salónica del siglo XIX llegaron por completo la vida económica). Asisten también los escuelas católicas y protestantes creadas por misioner nas de las cuales (el asunto no está bien estudiado) J texto que se utilizaban parecen estar escritos en un sin ñol aljamiado más que en judeoespañol. Pero el hecho

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cionario ocurrido desde la instalación de las comunidade también las hijas de familias acomodadas empiezan a asi cuelas extranjeras, con lo cual una parte al menos de la sefardíes dejan de ser vehículo para la transmisión del ju ñol como lengua materna. El resultado de esas reformas docentes es que el ante mundo sefardí se abre a la cultura europea en general y a cesa en particular, de modo que a partir de entonces el fra francés van a influir decisivamente en la literatura sefar versiblemente en la lengua. Porque paralelamente a la adopción de nuevos géner menos literarios -novela, teatro, publicística- y a un au rial de periódicos, folletos y libros , lo que se produce ent una pérdida de consideración de los sefardíes por su propi al estimar que la lengua de cultura era la que se les enseña escuelas francesas de la Alliance. Ello llevó a la pérdida por la lectura de las obras clásicas de la literatura sefard ven como pertenecientes a un pasado caduco, y al releg del judeoespañol al nivel doméstico y al uso de las gente truidas. A partir de esa pérdida de estima y del hábito de clásicos, su extinción era sólo cuestión de tiempo. En ese judeoespañol tardío que Sephiha ha rebautiza «judéo-fragnol», la influencia del francés se nota en u plano: como lengua de enseñanza y de cultura, supone ceso en el uso de la sefardí; mientras que como lengua cu mayoría de los escritores, ejerce una notable influenc judeoespañol que escribían, e indirectamente en el de l que consumían lo que ellos publicaban en libros y periódi 2.4. Ocurren por entonces los primeros «desc ubrimiento ñoles del judeoespañol, que tuvieron imprevistas conse sociolingüísticas, ya que tomando como referencia los fil otros descubridores los orígenes de la lengua en tiempos pulsión, se va forjando el gran mito de que el judeoespa el español de tiempos de la expulsión «impurificado» po mos de otras lenguas. Del mito participan entusiastas los eruditos y, a través de ellos, la gente del pueblo; y la op por supuesto, compartida y fomentada por los sabihondos res de las escuelas francesas, para quienes el hermoso esp tiempo de los Reyes Católicos, [hélasl, se ha «bastardead convertirse en un jargon . Los propios sefardíes con est dan cuenta de que su lengua es un «mal » español; y ante e

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que se les plantea entre un mal españolo un buen fra por el francés y el sefardí va quedando relegado a len y subestándar. Faltó entonces, entre tanto purista, alg dijera que si su lengua era, en efecto, un «mal» espa embargo un buen, un buenísimo judeoespañol. Otra consecuencia de la introducción de escuelas italianas fue la progresiva dejación de la grafía aljamia titución por otras en caracteres latinos, en las que los sefardí se representan según la norma ortográfica de a las lenguas conocidas. A esta razón interna se une o cuando, entre las reformas de la nueva Turquía republ años '20 de este siglo , se incluye la obligación de usar publicaciones el alfabeto latino . Son sistemáticas las grafías que se atienen al siste fico de lenguas con escritura próxima a la fonética, co o el serbocroata. Pero éstas son las menos; las más e correspondencias fonéticas con algún que otro prurito según criterios del francés o del italiano, de modo que en ocasiones le resulta más difícil interpretar correctam tura de un texto sefardí en caracteres latinos que uno hebraica. Hay que tener en cuenta también la fragmentación la comunidad lingüística sefardí resultante del desme del Imperio otomano, y una continua corriente mig desde finales del siglo pasado va menguando la pobla de las antiguas zonas de residencia, con la consiguien ción de los emigrantes en sus nuevos países de Europa De esas migraciones resulta que se forman nuev (convencionalmente denominados «Se farad 3») de ha nos al de la primera Sefardia, entre los que destacan los Unidos , en especial el de Nueva York, y los de Israel , el de Jaffa (Yafo) y el de Haifa. Al principio la identida los inmigrantes se mantenía asociada a la lengua; per miento se fue perdiendo en las generaciones siguiente que lo que se da en los países de inmigración no es ya nidad lingüística, sino, a lo sumo, redes sociales débile el judeoespañol ocupaba el lugar que la lengua de orig general entre inmigrantes decididos a integrarse cultura Con el tiempo esas redes fueron diluyéndose, trocá nudo en círculos familiares limitados a la casa o a grupo de amigos. Ello trajo consigo una incesante dismi

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número de hablantes, que se vio acentuada por la gradual ción de la endogamia intersefardí. Porque si un sefardí se una sefardí, lo normal es que los «sefarditas» que les nazc en condiciones de mantener el uso de la lengua. Pero no o cuando un o una sefardí forma familia con un judío o jud dente de otra comunidad lingüística o con persona no jud tanto ocurre en Israel, en los Estados Unidos y en otros país y con la disminución numérica, empezó también a tarse el proceso, intensificado en las décadas siguientes nado en la última generación, de que haya sefardíes para la sefardí no sea ya su primera lengua. El golpe de gracia de la comunidad lingüística fue la ción y exterminio de millares de sefardíes de Salónica áreas balcánicas durante la ocupación nazi, que supuso la rición de la «nación» sefardí. Los restos de ella , menguado mero y en acelerado proceso de de-sefardización cultura integrado en otras naciones : en la israelí, los muchos que incorporarse a la consolidación de una nación judía en la promisión; en la norteamericana, en la francesa ... o en la e los que escogieron países del llamado mundo occidental; y vas naciones surgidas tras la desmembración del Imperi quía, Bulgaria-, aquellos que prefirieron permanecer en res de residencia en Sefarad 2. En todas ha operado el naci cultural-y también político-, para dar por resultado qu ciencia de ser sefardí no se traduzca ya en el mantenimie lengua que durante siglos ha sido la propia de la nación.

3.

La lengua

3.1 . En el español preclásico está ciertamente la base del judeoespañol, y su sistema fonológico es bastante sem de aquél ; pero el judeoespañol no es el español preclásic dice el tópico, sino que ha sido una lengua dinámica que biado como cambia toda lengua viva (las que no cambia lenguas muertas) y que a lo largo de los siglos ha experi una evolución no menor que la del español, sólo que dife tampoco es cierto que los cambios del judeoespañol se re la «impura» adopción de préstamos de otras lenguas. La evolución empieza en época temprana, como lo m los testimonios coetáneos. En el siglo XVI Gonzalo de IIles

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maba que conoció en Veneci a «j udíos de Salónica har blavan castellano, con ser bien mocos, tan bien y mej Pero medio siglo de spués Bernardo de Aldrete (1614) que «los que fueron de España hablan aun tod avía el l llev aron della, y se reconoce que es de aquell a edad d de sta ». La determinación «de aquella edad » puede ind sar en un conservad uris mo sefardí frente al «mode rnis sular; pero los testimonios internos mue str an que no m lengua española ha variado la sefardí respe cto a la de generación de expulsas. No otro sentido tienen las pala tado Julí a comienzos del siglo XVIII cuando, refiriénd del siglo XVI, de una de las antiguas traducc iones dice «lo escrivió con modos de avlas españolas que para la estas partes de Turquía y Anadol y Arabi stán so n muy rada s», y del Regim ient o de la vida de Moi sés Alm «que es un livro muy luzio pero sus avlas son muy cera La evolución del sefard í a veces sigu e la tendenc como ilustra, por poner un ejemplo, el caso del dipton form a como giiérfana , escrita con guímal [g] inicial , m el reforzamiento de la arti culación consonánti ca del d biovelar en posición inicial de palabra, que se da en normativo (güevo , giier ta) , se ha hecho normativo en que permite una errada cons iderac ión del se fardí como conservador y marginal. Pero tal consideración ignora preta debidamente que en sefard í el reforzamiento arti más allá en su desarrollo, y de la posición inici al de pa tiende a inicial de sílaba interior en casos como tugüe jug üe ves 'jueves '. di g üeteldug üele 'duele ' . atcuendo análogos. Es decir, que en el desarrollo fon éti co intern ha llegado a soluciones má s avanzadas que el ca stellan es o vamos a decir qu e el conservadur ismo del español c mantenido un estado arc aico del sefardí. Algo análogo ocurre con la regularización en -í( -) de personas del pretérito simple de los verbos en -ar. En pl como quedimos 'quedamos' podrían considerarse como más avanzado en la debilitación vocálica que el que e aparec e ocasionalmente en vulgarismos meridion ales com 'quedamos'. En singul ar, en textos vocalizados del sigl mos todavía la forma canté; pero en el siglo XVIII ya ha comí. lo que sabemos no sólo por algún que otro texto sino porque se halla en palabras de rima en alguna copla

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Los préstamos de otras lenguas son abundantes: del he todo tiempo; en la época clásica, del turco y otras lenguas cas en oriente y del árabe marroquí en la jaquetía de la zon trecho; del francés, en el último siglo y medio; del inglés breo israelí y, de nuevo, del español, en las últimas décad ellos el sefardí ha aprovechado al máximo una de las legíti de enriquecimiento léxico (¿sería tan rica lengua el inglés sus abundantes romanismos?), integrándolos en el sistema. digmático el ejemplo léxico purinliques 'aguinaldos de Pur funde elementos del hebreo (Purim 'fiesta de Ester') y d (sufijo -/ik 'propio de ') con el moderna hispánico de plural Según la caracterización de Wagner, que es la que h lecido en la bibliografía al uso , las diferencias entre las des dialectales del judeoespañol se explicarían por el ori tellano de los sefardíes establecidos en la zona sudorie área turcobalcánica, frente al leonés o aragonés de los de noroccidental. Bastantes años después I. S. Révah pudo cer que, fuera cual fuere el origen de los emigrados, a l décadas ya se había establecido una koiné en la que pre ban los rasgos del castellano meridional, y que las dif dialectales son mucho más tardías por desarrollos diver por influencia de las diferentes lenguas en contacto . C mentariamente M. Sala ha mostrado que el desarrollo de español se atiene a una norma en última instancia hisp últimamente R. Penny ha puesto de manifiesto cómo la de las redes sociales tras la expulsión fue determinante e neralización de rasgos no castellanos en la koiné de los p tiempos. El análisis de los textos permite añadir que lo que pa vertirse en el desarrollo histórico de la lengua sefardí es un semejanza entre variedades periféricas frente a las centra talinas; y nada de extraño hay en que también en la que s nominar Sefardia se dé una distribución de variedades ce periféricas comparable a las que se dieron en Hispania y e mania. 3.2. Con el advenimiento de los tiempos modernos ya lantado que la lengua sefardí sufre una transformación p Palabras hispánicas del fondo tradicional (cumplir, golpe, cer) se sustituyen por sus paralelas románicas más o meno dizadas » (acomplir, colpo, aparten ir) o gratuitamente p más de moda (adovar por aranjar, demandar por questi

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reciben nuevo significado (acordar 'conceder'); otr nuevo romanismo refuerza el uso de un hispanismo ob var 'llegar', exprim ir 'expresar'); y otras, el neolog simplemente a ocupar un lugar vacío (pI. xemendeferes min de fer). Ni que decir tiene que el nuevo léxico de bién palabras tradicionales de origen no hispánico (fac chile [it.] por colay [te. kolay] = liviano 'fácil') . Aunque ese desplazamiento es relativo, puesto qu bras mencionadas coexistían en un mismo corte sincró niveles de habla trad icional y moderna (

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