EL SENTIMIENTO TRAGICO DE NIETZSCHE

EL SENTIMIENTO TRAGICO DE NIETZSCHE Desde sus inicios como filólogo clásico, Nietzsche establece un vínculo espiritual con el pensamiento trágico de l

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EL SENTIMIENTO TRAGICO DE NIETZSCHE Desde sus inicios como filólogo clásico, Nietzsche establece un vínculo espiritual con el pensamiento trágico de los griegos, que nunca se extinguirá hasta el momento en que pierda su lucidez. De alguna manera había encontrado la respuesta a la razón de la existencia en el pensamiento de aquellas mentes preclaras, pero especialmente en Heráclito, que fue la máscara en quien Nietzsche “vio la ley en el devenir y el juego en la necesidad” 1. El encuentro con Heráclito determina, en adelante, su pensamiento filosófico, dándole un carácter trágico, que para pensadores como Rafael Gutiérrez Girardot, prueba que en Nietzsche cabe un pensamiento dialéctico, que es negado por pensadores como Deleuze, para quien es impensable un pensamiento dialéctico en el pensamiento Nietzscheano. Por otro lado, está el hecho de que el pensamiento de Nietzsche ha sido considerado opuesto al pensamiento de Hegel, dialéctico por antonomasia. Sin embargo, Gutiérrez Girardot, defienden la tesis de un antecedente dialéctico hegeliano de la tragedia de nietzscheana, aduciendo como prueba la interpretación que Hegel le da al concepto de tragedia en la fenomenología del espíritu, concepto que, a su vez había tomado de Goethe. “Efectivamente en el apartado sobre la razón cita Hegel la Antígona de Sófocles, y en los párrafos que se refieren al orden ético hace una detallada interpretación de la tragedia de Sófocles. Según Hegel, el conflicto en el que consiste lo trágico no está constituido solamente por la conocida contraposición Antígona-Creón (Hegel no menciona en la fenomenología a Creón) sino por el más amplio sentido de lo general y lo particular: ley-individuo, estado-familia; esto es por la estructura dialéctica que se pone de presente en el momento en que la conciencia entra a actuar, en el momento, pues, en que esta sabe de la contraposición”. 2 1GUTIERREZ GIRARDOT, Rafael. Nietzsche y la filología clásica. Panamericana Editorial,2000 p. 76.

Si bien en el concepto de tragedia de Hegel y Goethe no estaba presente el concepto de Dionisos, que lo hereda Nietzsche de la tradición filológica, forma la base en la cual desarrollará su pensamiento ya presente en su primer libro “El origen de la tragedia”, que le permitirá dar un carácter específico a su filosofía futura, en contradicción con la filosofía del modernismo o posthegelianismo, marcada por una moral platónica, la cual había creado un abismo entre ella y la filosofía de aquellos que la precedieron, es decir, la filosofía de los presocráticos, donde el problema de lo trágico estaba presente. Por ello, en sus inicios como profesor en Basilea, su pensamiento sobre la tragedia tenía relación con lo que Hegel había planteado, tal como lo refiere Gutiérrez Girardot: “En el ejemplo de Antígona ésta se hace portavoz de las leyes, cuyo rasgo esencial es el de su simple ser, esto es, el de su invariabilidad e inmodificabilidad. En nombre de este nomos, Antígona, quien reconoce que la ley y el poder de Creón son injusticia y violencia, viola a sabiendas la ley injusta impuesta por el tirano. En esta violencia se muestra con toda su luz el orden ético: la violación es consciente, en la violación yace la toma de consciencia y es culpa. La culpa o reconocimiento de la violación significa para la conciencia culpable el reconocimiento de una alteridad (la ley violada), es decir, la conciencia culpable abandona en el reconocimiento su propia realidad, su mismidad, y por ello se anihila”.3 La coincidencia de los dos pensadores se presenta en la medida en que la tragedia, para Hegel, no sólo es una interpretación estética de la realidad, sino que consiste en un estado de conciencia, al que se llega a partir del reconocimiento de una realidad, de un conocimiento del mundo. Para Nietzsche, la figura de Dionisio está muy ligada con esta interpretación, ya que el sentimiento de lo trágico tiene 2Ibíd. p.93.

3Ibid.p.93.

que ver con una forma de conciencia que se corresponde con una realidad, no metafísica a la manera de Platón, sino una realidad material, presente en el devenir de Heráclito y en el pensamiento de Demócrito, otro de los filósofos de la considerada época trágica de los griegos, en quien nuestro pensador se inspiró. En este sentido, es necesario aclarar que la tragedia de Nietzsche no es dialéctica en el sentido de tener una estructura dialéctica, en la que se llegue a la verdad mediante la negación de la negación. Por tanto, se puede decir que no tiene un pensamiento dialectico como tal. El pensamiento trágico es el reconocimiento de las fuerzas contradictorias que operan en el ámbito social y natural del mundo: el uno como nomos y el otro como physis. Lo trágico es la negación de una moral, que debilita los instintos de lucha presentes en el hombre; es decir, es el reconocimiento de unas fuerzas activas, que permiten engrandecer al género humano. La figura de Dionisos, como aquello que representa la fuerza, el instinto, es parte fundamental para entender el pensamiento trágico de Nietzsche. Dionisos es un dios que rompe con las normas morales, que reivindica la fortaleza, necesaria para la supervivencia; que desprecia la debilidad, por su condición degeneradora de los instintos necesarios para vivir. Podría decirse que el sentimiento trágico es una actitud de defensa de la vida, que la potencializa, en lo que posteriormente Nietzsche denominará voluntad de poder: “Es una religión de la vida” 4, como el mismo lo refiere, en su libro “La visión dionisiaca del mundo”. Por ello la moral cristiana es contraria a este sentimiento trágico, en la medida en que debilita los instintos, que permiten incrementar la voluntad de poder, y desprecia la vida. Por ello, el pensamiento trágico de Nietzsche es el primer paso de una filosofía que se irá desarrollando con el pasar del tiempo, y que servirá de precedente para 4Nietzsche, Friedrich. La visión Dionisiaca del mundo, fuente electrónica (en línea), Nietzsche en castellano, http://www.nietzscheana.com.ar/textos/la_vision_dionisiaca.htm, 26/01/2012.

la transvaloración de los valores, que propondrá en Más allá del bien y del mal . En esta etapa de Nietzsche es muy notable la influencia de pensamiento idealista, del cual se ira desprendiendo a medida que vaya encontrándose con su devenir, lo mismo puede decirse de un atisbo de romanticismo, que se trasluce

en su

oposición al pensamiento ilustrado, a cuyo principal representante, Kant, considera un ejemplo de la decadencia del pensamiento filosófico alemán, y quien será uno de los blancos de sus dardos verbales. La razón del desprecio de Nietzsche hacia Kant se pone en evidencia cuando, como nos dice Rafael Gutiérrez Girardot, formula una “revalorización de la vida; la protección de la misma contra todo valor aparente y falsificador, lleva a Nietzsche a descargar y vaciar la vida tan radicalmente que al fin, de ella sólo queda la vida pura, la carencia total del valor, el vacío. La vida por la vida misma, el puro instinto de existir es lo que Nietzsche llamó la inocencia del devenir (physis) y que él contrapone al “orden moral del mundo” kantiano, que fue el fundamento de la concepción de la tragedia en Schiller”5. De esto se desprende su lucha contra el humanismo, en quien ve, en su modelo del hombre, una antítesis del hombre trágico; es decir, los griegos de la época trágica, en quienes encuentra el prototipo del hombre libre, por su vínculo con la naturaleza, en quien la embriaguez de lo apolíneo y lo dionisiaco está presente, formando un vínculo insuperable. Que en palabras de Gutiérrez Girardot “El hombre ideal para Nietzsche: talento en plenitud y equilibrio en máximo grado: hondo, suave, artístico, político, bello, de nobles formas” 6.El hombre surgido del humanismo, esta desvinculado de la naturaleza, considerándola como algo aparte del hombre; una visión contraria del hombre trágico como lo refiere Gutiérrez Girardot: 5Op.Cit. Nietzsche y la filología clásica p. 98.

6Op.Cit. Nietzsche y la filología clásica p.102.

“Nietzsche va más allá. Afirma la unidad del hombre con la naturaleza, el desarrollo de la subjetividad libre, es decir, no sujeto a sociedad o religión, en el terreno de lo natural que es el verdadero hogar del hombre” 7. Esta visión del hombre como naturaleza, resultado de su pensamiento trágico, que lo contrapone a la concepción moral que alimenta la modernidad, es evidencia de su rechazo al pensamiento moderno, cargado de una falsa imagen e interpretación de la realidad, que viene desde el socratismo de los griegos, que se da cuando el sentimiento trágico desaparece, ante la arremetida del pensamiento idealista de Platón; es decir, cuando la moral debilitadora de los instintos naturales del hombre desplaza al hombre trágico, para crear un hombre artificial, endeble, superficial, sin ningún sentimiento de grandeza, un tipo de hombre nacido para ser esclavo. Esta ruptura con el hombre trágico la quiere superar Nietzsche, en su búsqueda de lo apolíneo y dionisiaco, como aquellas naturalezas que dieron al arte griego su magnificencia, donde razón y locura, naturaleza y hombre, eran dos fuerzas que, en lugar de negarse, se complementaban; donde las fuerzas de la naturaleza permanecen en constante lucha, para forjar un hombre consciente de la condición trágica, donde la muerte es necesaria, al igual que la violencia, como condiciones de la naturaleza, que para Gutiérrez Girardot: “Ello es lo que Nietzsche, preferentemente, llama crueldad. La dinamis de la naturaleza, la vorágine de los átomos son el mundo de la guerra y de la lucha en la ética. “La lucha en esta atmósfera hirviente (de la humanidad griega tal como la ve Nietzsche en las tremendas leyendas teogónicas), la salus y la salvación; la crueldad de la victoria es la cumbre del júbilo de la vida”; nombres como el de Orfeo muestran “hasta donde lleva el incesante espectáculo de este mundo en lucha y crueldad… a la fe en la identidad de existencia y culpabilidad”, a la convicción de la identidad de ethos (existencia) y physis (aitía)”. 8 7Op.Cit. Nietzsche y la filología clásica p. 102 y sigs.

8 Op.Cit. Nietzsche y la filología clásica p. 103

El pensamiento trágico de Nietzsche, no sólo es un sentimiento ético de la realidad; también es estético, pues allí el arte juega un papel muy importante, hasta tal punto de ser considerado como lo único que proporciona una salida al nihilismo, el cual es el resultado de romper con el mundo moral del modernismo, presente en la metáfora del “Dios ha muerto”. La visión dionisiaca es una visión artística de la realidad; por ello el arte, como contraposición a la ciencia moderna, se presenta como una actualización de un sentimiento trágico. De ello se desprende una contraposición entre la modernidad y la antigüedad, viendo, en esta última, un paradigma de validez. Al nutrirse de la antigüedad, Nietzsche rechaza el canon estético de la modernidad, producto de un sentimiento decadente, forjado por una moral cristiana, presente subrepticiamente en la filosofía moderna. Su visión del arte está más relacionada con una lírica, tal y como la concebían los griegos, ya que, nos dice Gutiérrez Girardot, “la lírica fue para los griegos, canción, poesía mélica (melós) y coral, acompañada por la lira y flauta, es decir, música; traduciendo al lenguaje de Nietzsche la lírica es música, lo popularmente musical, “lo patológico del tono”, la “masa del pueblo en extática situación; lo instintivo que se expresa inmediatamente”. La lírica dionisiaca es, en otras palabras, “la fiesta de conciliación de la naturaleza con el hombre” 9. Al darle este carácter, es un arte libre, acorde con el sentimiento trágico, producto de una actitud reafirmadora de la vida, donde lo bueno y lo malo no caben como criterio de verdad, en el que naturaleza y hombre se funden en uno solo. Contra esta lírica, opone un epos, que “en cambio, designa ya en su nombre (verso) por lo menos la ausencia de la musicalidad pura. El epos es la presencia de una estructura con ley y textura arquitectónica propias y por ello es la distinción precisa de lo individual.”

9Op.Cit. Nietzsche y la filología clásica p106

Todos estos aspectos le proporcionan una impronta imborrable al pensamiento trágico de Nietzsche, en quien como se ha dicho, el arte determina su visión del mundo, al que entiende como una obra de arte, donde el juego configura una realidad, sin límites ni imposiciones externas a él; por ello propone una “metafísica de artista”, la única capaz de entender este juego. Tal como lo vio Nietzsche en Heráclito: “el mundo es juego de Zeus…el bello e inocente juego del Eón”, el juego del artista en el que la inocencia constituye la ley eterna del devenir: en una palabra el mundo considerado como obra de arte. Su armonía rechaza los imperativos morales, es la incesante armonía de los contrarios, la lucha de la que emerge el arte, la dialéctica madre de la historia” 10. Como se ha visto, el pensamiento de Nietzsche se adapta a una interpretación dialéctica; claro está, no en el sentido de una contradicción bipolar, como únicas dos fuerzas de la realidad; más bien es la lucha agonal, de varias fuerzas de contrarios; que configuran un mundo, donde lo apolíneo, visto como la medida, y lo dionisiaco, como lo desmesurado, se unen para dar forma a un mundo más acorde con la naturaleza, una naturaleza representada por Dionisos, el dios de la embriaguez, reconocimiento del pueblo griego de la naturaleza salvaje del hombre, con instintos de destrucción y violencia, pero, al mismo tiempo con, capacidad de dominar estos instintos, por la sobriedad que supone lo apolíneo, algo que la moral judeo-cristiana no considerara posible, de ahí su rechazo categórico a los instintos humanos. Esa es la diferencia del sentimiento trágico que propone Nietzsche, que no rechaza los instintos, al considerarlos connaturales a los hombres.

10Op.Cit. Nietzsche y la filología clásica p116

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