El sentimiento de culpa

1 GOCE, CULPA, IMPUNIDAD El sentimiento de culpa Paradojas de sujeto contemporáneo, situado entre el goce, la corrupción, la impunidad, la vergüenza

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1 La ira de Dios (Miguel Ángel – La capilla Sixtina -) SOBRE LOS ORÍGENES DEL SENTIMIENTO DE CULPA. (Una referencia mitológica) 2 Jaume Cardona.

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GOCE, CULPA, IMPUNIDAD El sentimiento de culpa Paradojas de sujeto contemporáneo, situado entre el goce, la corrupción, la impunidad, la vergüenza y el perdón | Los países luteranos, donde no basta la confesión para obtener la absolución, son los menos corruptos | La ciencia hecha discurso nos desresponsabiliza; todo se da por leyes de las que no tenemos culpa Fuente: Culturas / La Vanguardia / MIQUEL BASSOLS | JOSÉ R. UBIETO | ENRIC BERENGUER

Carlos Rolando. LOS AUTORES Miquel Bassols es psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, vicepresidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis José R. Ubieto es psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Profesor de la Universitat Oberta de Catalunya Enric Berenguer es psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y la Nueva Escuela Lacaniana. Ha traducido los libros IV, V, VIII y X de El seminario de Jacques Lacan (Paidós) ¿Cómo se vive hoy el sentimiento de culpa, en esta época de escándalos públicos? ¿Y el perdón? ¿Hasta qué punto ha cambiado nuestra noción de la responsabilidad, en una época que prima el goce y la satisfacción inmediata? El sentimiento de culpa está ligado, en nuestra tradición judeocristiana, a un obrar en oposición a la moral convenida que conlleva el castigo. En cuanto a la impunidad, en esta perspectiva quedaba vinculada a una vivencia clandestina y mal vista. Pero hoy el goce, satisfacción que empuja a su máximo logro, otorga otro estatuto a la impunidad. Ya no se trata de los viejos vicios privados, y discretamente practicados, que quedaban sin reprimenda. Ahora, el no ser castigado se presenta a menudo precedido de un investimento social positivo: la idolatría de ciertos personajes –algunos enjuiciados– como ejemplos públicos resulta muy significativo al respecto.

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¿Dónde queda pues la culpa y que tratamientos observamos para aliviarla? Por un lado la ciencia ofrece argumentos de disculpa ligados a las explicaciones causales de muchos actos vitales (infidelidad, fracaso escolar, trastornos mentales, inversiones especulativas) que dejarían de implicar la responsabilidad del sujeto para reducirse a aspectos ‘moleculares’ (genética, neurotransmisores) sobre los cuales el sujeto nada tendría que decir. La paradoja es que ese sentimiento de culpa arrojado por la puerta, retorna por la ventana de las imputaciones hereditarias (padres con antecedentes genéticos). ¿No será la angustia la que toma el relevo de ese sentimiento de culpa y de la vergüenza que, en ocasiones, la acompañaba? La prevalencia actual de los cuadros de angustia (desde el estrés postraumático hasta el ‘panic attack’) así parece atestiguarlo. En este dossier, tres psicoanalistas discuten estas cuestiones. Culpa y corrupción Por Miquel Bassols Los vínculos inconscientes que existen entre la corrupción y los sentimientos de culpa son más bien paradójicos y fuente de toda suerte de hipocresías. Son tan secretos que terminan por ser secretos para cada uno. La historieta contada per el cómico americano Emo Philips lo resume muy bien: "Cuando era pequeño solía rezar cada noche para tener una bicicleta. Un día me di cuenta de que Dios no funciona así, de modo que robé una y recé para que me perdonara." Así de paradójica es la relación del sujeto de nuestro tiempo con el goce y con la culpa. El cinismo del argumento no excluye la mísera verdad escondida en la operación: mejor creer en la absolución de la culpa, en la impunidad del goce inmediato, que en el deseo que me haría merecer por mí mismo este objeto de goce. Es una ecuación que el psicoanálisis descubre en los entresijos del sentimiento de culpa: sólo la certeza y la constancia de un deseo me hacen responsable de un goce que nunca obtendré de manera impune. Es sin duda una de las razones por las que, según los rankings internacionales, los países con menos corrupción son los más influidos por la tradición luterana, una tradición que no confía en modo alguno en la simple confesión de los pecados para lograr la absolución y la impunidad del goce. Es una tradición que ha criticado duramente la costumbre del tráfico de indulgencias la compra del perdón-, principio de toda corrupción. No hay goce impune, responde el sentimiento de culpa al argumento utilitarista del cómico americano, tu deseo de bicicleta tiene un precio que no puedes negociar. Si a este argumento añadimos la creencia en la reciprocidad del goce -si el otro lo hace, también puedo hacerlo yo- la lógica del virus de la corrupción está asegurada hasta en el mejor de los mundos posibles. No es de extrañar entonces que todos los historiadores del fenómeno de la corrupción lo conciban como un hecho irreductible e inherente al ser humano, en todas las sociedades y culturas, a veces como un mal menor, a veces como el principio mismo de su funcionamiento. La corrupción sería así "un fenómeno inextirpable porque respeta de forma rigurosa la ley de reciprocidad", tal como indica Carlo Brioschi en su Breve historia de la corrupción. Siguiendo esta ley, no hay ningún favor desinteresado y gozar de una prebenda quedará siempre justificado. A la vez, esta ley de reciprocidad autoriza a cada uno a gozar de lo que otro goza sin sentirse culpable por ello. A partir de aquí, todo parece una cuestión de grado, de la mayor o menor suposición del goce del otro, del mayor o menor intercambio recíproco de prebendas, de más o menos concesiones para obtener el objeto de goce, esa bicicleta que cada uno exige como derecho propio. La creencia en el Otro que perdona y en el Otro que contabiliza el goce está en el principio del mercantilismo y de una parte de los vínculos sociales. En realidad, es una creencia tan religiosa como cualquier otra. En nombre de esta creencia puede admitirse toda corrupción como algo relativo al tiempo y a la realidad en la que vivimos. ¿Quién se atrevería a sostener hoy, por ejemplo, como políticamente correcta la frase del gran Winston Churchill: "Un mínimo de corrupción sirve como un lubricante benéfico para el funcionamiento de la máquina de la democracia"? Sólo una

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cuestión de grado la distingue de las afirmaciones que sostenía hace poco Luis Roldán, ejemplo de corrupción de la sociedad española de nuestro tiempo, en una contundente entrevista: "La corrupción era y es estructural". Es, me dirán, sólo un problema de lenguaje, de la significación que demos a las palabras para sentirnos más confortables en la justificación intelectual del fenómeno de la corrupción. Pero entonces, será más cierta todavía aquella afirmación de Jacques Lacan: "El más corruptor de los conforts es el confort intelectual, del mismo modo que la peor corrupción es la del mejor". Lo que quiere decir también que la primera corrupción a la que cedemos es la corrupción del lenguaje que modula y determina nuestros deseos. Porque a todo esto ¿por qué y para qué quería usted una bicicleta? Culpa, vergüenza y perdón Por José R. Ubieto La culpa tiene diversas causas, la primera es la que los clásicos resaltaron: el dolor de existir. Aún sin haber pedido venir al mundo, paradójicamente, nos sentimos culpables de habitarlo. Freud habló luego del sentimiento de culpa por gozar y transgredir los límites, sea bajo la forma de una compulsión, una infidelidad o un desafío. Lacan añadió otra vertiente de la culpa, más compleja pero más actual, ahora que los límites se difuminan: la culpa por no gozar lo suficiente, por no ser felices con todos los objetos que pueblan nuestra existencia. El mito del padre edípico, agente de la prohibición, ya no sirve para explicar el hecho de que uno se siente culpable de gozar poco, lo que obliga al sujeto a hacerse cargo de esa falta sin poder culpar al otro castrador de esa insuficiencia. El goce está limitado al hombre por su condición de ser hablante -ya Hegel se refirió al lenguaje como asesinato de la cosa- y la respuesta a esta falta de gozar es la culpa que deviene así estructural. El nothing is impossible, lema global, vela esa imposibilidad con su ilusoria promesa. Culpa secreta y causa del imperativo superyoico que exige de nosotros un esfuerzo más y un sacrificio que hoy toma formas diversas, muchas de ellas ligadas a la gestión xtreme de los cuerpos. Informaciones recientes de The New York Times nos hablan de que el 35 por ciento de los estudiantes universitarios toman psicoestimulantes para combatir el estrés de los periodos de exámenes y circunstancias similares. Otros consumos compulsivos (tóxicos, cibersexo, comida) muestran como ese empuje al "¡Goza!" (Enjoy!) certifica que lo que no está prohibido es obligatorio, en la búsqueda imposible de ese goce perdido cuya culpa (falta) no cesa de agitar al sujeto. El reverso de todo ello es la prevalencia actual de la angustia como pathos. Basta como muestra los 500.000 soldados americanos (de los dos millones desplazados a Iraq y Afganistán) que padecen secuelas graves postraumáticas. Diversidad de la culpa a la que corresponden también modos distintos de tratarla. Uno es el autocastigo, fijación a un síntoma que nos produce malestar consciente si bien implica un alivio de esa culpa inconsciente. ¿Cuántos varones infieles se hacen castigar por ello de diferentes maneras? ¿Cuántos conductores demasiado veloces se hacen multar o limitar por otros motivos? Otro modo clásico, y hoy de renovada actualidad, es pedir perdón y mostrar arrepentimiento. Lo practican políticos, líderes religiosos, empresarios e incluso países enteros. Algunos -no todos- añaden a la petición los signos de otro afecto: sentir vergüenza por sus actos. Otra manera de dar salida a la culpa, que implica un grado de subjetivación mayor que el simple perdón. Que extrañas suenan hoy las palabras de Vatel, cocinero del Gran Condé: "Señor, no sobreviviré a esta desgracia. Tengo honor y una reputación que perder". Pronunciadas como

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preludio de su posterior suicidio, al no poder cumplir con sus obligaciones en el festín con el que el príncipe quería seducir al rey francés, evocan el afecto de la vergüenza. Pretender hacerse perdonar por los daños causados implica la existencia de un discurso moral, teñido de religiosidad, que busca más la absolución del pecador que su rectificación efectiva. El problema es que esa petición de perdón no es seguro que confronte al sujeto con su responsabilidad. Y si no lo hace sabemos que la única consecuencia posible será la repetición de ese exceso. Es lo que la clínica nos enseña: cuando un sujeto no elabora la culpa respondiendo de sus actos, queda entonces fijado a la búsqueda de ese perdón sin que su posición se modifique lo más mínimo. La responsabilidad queda entonces del lado del Otro que es quien puede/debe perdonar. "Lo que tú haces sabe lo que eres", aseveración de Lacan que indica que un sujeto ético no es aquel que se disculpa sino el que testimonia de lo íntimo de su ser que se halla comprometido en sus actos y decide qué hacer con ello, lo cual no va sin una pérdida, sea en bienes, en imagen, en afectos. Cuando el sujeto no consiente a esa pérdida, y si además se trata de un personaje público, el mensaje que transmite es la impunidad por el goce obtenido. Culpa y responsabilidad en el tiempo de la ciencia Por Enric Berenguer De leer un día en el diario que alguien importante se mató tras ser acusado de corrupto, ¿qué diríamos? ¿Que era un enfermo, con una grave depresión más o menos latente? Quizás alguien precisara, alegando datos sobre tiempos mejores del finado, que era bipolar. Antaño se hubiera hablado del honor perdido. Hoy los hechos predominan sobre las palabras. Y ¿qué es el honor, sino una palabra? Reducido todo a puro hecho, la transgresión de una ley es un tema práctico: importa si hay una condena, si grande o pequeña, la fianza. El condenado, si lo es, saldrá de prisión, venderá sus memorias. En un mundo objetivado, cierto discurso sobre la ciencia tiene mucho peso. Claro, no se trata de la ciencia misma, a la que esto no le importa, sino de un uso que de ella se hace en la construcción de una racionalidad hoy imperante. Según esta, la culpa y la responsabilidad no son relevantes, son sentimientos y como tales no importan tanto. Si uno está sano, son pasajeros. Si le duran o le pesan demasiado, debería medicarse. Cosa de autoestima y de serotonina. Leímos hace poco este descubrimiento: "Científicos comprueban por qué los hombres son infieles". Argumentos así, buenas coartadas, quizás lleguen a ser plausibles en una discusión de pareja. Ya se sabe... O quizás se olviden hasta la próxima gran noticia. Descubren la sopa de ajo cada semana, pero no es novedad: el ya se sabe existió siempre. Y, como mínimo desde el siglo XVIII, la divulgación de la ciencia tuvo un lugar notable en la producción de yasesabes para todos los gustos. Desde entonces toda una reflexión, inspirada en la ciencia, sobre lo que era lo real se volvió un argumento autorizado para decir cómo deben ser las cosas. Así lo ético tiende a reducirse a un "debe ser como es realmente más allá de las apariencias". Es una creencia en la naturaleza: de un modo u otro, el ser humano debe adaptar su comportamiento a sus leyes ineludibles. Una de las realidades que se quiso fundamentar enseguida en tal apetito científico generalizado fue la del mercado. Tanto es así, que se dijo podía ser objeto de una ciencia económica. Bentham consideró al interés motor de todo lo humano susceptible de cálculo, como la gravedad, al modo de Newton. Ciencia supuesta en cuyo nombre luego se ha querido acabar con la política. Que se haya diluido la responsabilidad (por ejemplo, con la responsabilidad limitada de las corporaciones y los accionistas) y que esto haya contribuido a

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la extensión de la impunidad no es un hecho casual: está, permítanme la metáfora científica, en el ADN del invento del mercado. Mas, curiosamente, el sentimiento de culpa no desaparece. Se transforma, se desplaza, se niega, se proyecta. Persiste en expresiones que surgen, también del inconsciente, como cuando alguien dice, o piensa: "si le ocurre esto a mi hijo no es por mi culpa, son los genes de mi marido". La negación apasionada de la culpa, en cosas en las que nadie ha dicho que la haya, lleva a cosas extrañas, como la culpa genética. Fantasía sin consecuencias en una pareja, si quien la tiene puede escucharse y acaba riéndose de lo que dice. Pero socialmente es más complicado y ha demostrado a qué conduce. La culpa vuelve tozudamente, más cuando nadie es responsable. Vuelve por donde menos se piensa: por ejemplo, se dice que todo es por las leyes del mercado... pero sean austeros, vivieron por encima de sus posibilidades. Y en todo caso... ¡la culpa es del Otro! ¡Que pague! ¡Arrepentíos! ¿Les suena? Ahora parece que les toca a las mujeres, también a los médicos que las ayuden en un momento tan difícil de sus vidas. Quizás dentro de poco haya mujeres expiando con su dolor quién sabe qué crímenes de otros. Y más buenos médicos en la cárcel que malos banqueros. El discurso de la ciencia, la ciencia hecha discurso, nos desresponsabiliza. Todo se da por leyes de las que no tenemos culpa. Pero los fundamentalismos, que siempre andan cerca, ya se encargan de poner los puntos sobre las íes. Quizás el uno y los otros formen, sin saberlo, una extraña pareja.

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER El rechazo a la ley del aborto espolea las marchas del Día de la Mujer Las manifestaciones corean lemas contra la reforma de Gallardón y la violencia machista Fuente: EL PAÍS / AGENCIAS

Manifestación por el Día Internacional de la Mujer en Madrid / LUIS SEVILLANO El proyecto del Gobierno para cambiar la legislación sobre el aborto dio alas a las manifestaciones conmemorativas del Día Internacional de la Mujer que se celebraron ayer en España, en las que se advirtió una participación mucho más elevada que en años anteriores. Miles de personas secundaron las diversas marchas, con dos temas principales: su oposición a la reforma que promueve el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, y la necesidad de acabar con la violencia de género, que este año se ha cobrado ya 15 víctimas mortales. Lemas como En nuestros úteros, no se legisla, Nuestros cuerpos no se maltratan y Nuestros derechos no se recortan fueron repetidos en Madrid. En Barcelona la marcha partió al grito de Yo decido, yo desobedezco. Aborto libre y gratuito.

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La marcha madrileña partió por la tarde de la plaza de Cibeles y ha culminado en la Plaza de España tras recorrer la Gran Vía en un ambiente festivo. Grupos de mujeres jóvenes y familias han coreado lemas reclamando al ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que no ponga en marcha la reforma del aborto o a la Conferencia Episcopal que no se "inmiscuya en las libertades de las mujeres". La manifestación de Madrid tuvo una asistencia excepcional: por primera vez en la historia de España, la masonería española, a través de una orden mixta de mujeres y hombres, ha comparecido como tal en un acto masivo celebrado en Madrid y un amplio grupo de sus integrantes se ha identificado de manera abierta provistos de las bandas masónicas rituales.

En Barcelona se puso más el foco en la discriminación laboral. Al finalizar el recorrido, los sindicatos han leído un manifiesto conjunto en el que han pedido que la negociación colectiva impulse planes de igualdad en las empresas y acabe con la discriminación salarial y el acoso sexual en el ámbito laboral. El texto ha señalado la importancia de la formación y el compromiso político para favorecer "la corresponsabilidad, el reparto de los trabajos y el fin de los estereotipos". En Valencia, según informa Ferrán Bono, una manifestación muy numerosa llegó a ocupar toda la calle de Colón, como señalaba un policía local, que aventuraba casi 10.000 participantes — 20.000, según el organizador Movimiento Feminista. La gran mayoría de gritos reclamaba “no dar ni un paso atrás”. Se vertieron críticas y consignas contra el PP, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, y la Conferencia Episcopal: “Dónde están, no se ven, las que abortan del PP”, “Gallardón, dimisión” o “Al PP la sotana se le ve”.

Editan una unidad didáctica para prevenir violencia de género desde las aulas entre jóvenes de 14 a 18 años Fuente: MURCIA / EUROPA PRESS La Consejería de Presidencia, a través de la Dirección General de Prevención de Violencia de Género, Juventud, Protección Jurídica y Reforma del Menor, promueve estrategias educativas para prevenir la violencia de género entre jóvenes y adolescentes, con edades comprendidas entre los 14 y 18 años, a través de la formación y la sensibilización en igualdad en derechos. Así lo recoge la unidad didáctica 'Prevención de la violencia de género en jóvenes y adolescentes', editada por la Consejería de Presidencia con el objetivo de afrontar la erradicación de la violencia de género desde las aulas. Según el consejero de Presidencia, Manuel Campos, "las relaciones de pareja son importantes en cualquier ciclo vital pero aún lo son más en la adolescencia, cuando los sentimientos son más intensos y se idealiza el amor, lo que hace que ésta sea una etapa proclive a tolerar determinadas relaciones abusivas, como chantajes, amenazas e insultos, que no son considerados por ellos como actos de violencia".

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Así, apunta que la etapa de la adolescencia "es el momento de llamar la atención sobre aquellas cuestiones que pueden llegar a suponer un peligro si no se hacen visibles o no se toman medidas que conduzcan a mantener relaciones positivas, basadas en la igualdad". Por ello, Campos señala que la edición de este instrumento pedagógico "responde a la enorme sensibilización del Gobierno regional contra la violencia de género y a poner en marcha todas las medidas que permitan velar por los principios y valores que permitan fomentar la igualdad real entre hombres y mujeres". En este sentido, considera que la unidad didáctica es "una herramienta sencilla", diseñada para facilitar el trabajo del profesorado en su interés por contribuir a la prevención de este tipo de violencia desde el ámbito educativo. LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA DESDE LAS AULAS La unidad didáctica 'Prevención de la violencia de género en jóvenes y adolescentes' contempla un paquete de 16 actividades, con metodología de carácter práctico, organizadas en tres bloques a desarrollar en cualquier momento del curso. Sus contenidos permiten educar a las nuevas generaciones en un modelo de relaciones entre mujeres y hombres basado en la igualdad y el respeto, a través de la desnaturalización de roles y estereotipos diferenciales en función del género, la desactivación del modelo idealizado del amor y la visibilización de las relaciones de pareja conflictivas. El primer bloque se dirige a desarrollar siete actividades de sensibilización en igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, analizando con los jóvenes los conceptos de sexo y género, los roles y estereotipos de género, los diversos mitos del amor romántico que transmiten, perpetúan y llegan a justificar la violencia, y el sexismo en la publicidad. En las cinco didácticas del segundo bloque, los adolescentes adquirirán un mayor conocimiento de la problemática de la violencia de género: los distintos tipos de violencia, la escalada de esta lacra social y los mitos de la violencia. Se trata de fomentar una mayor sensibilización frente a cualquier tipo de violencia de género y concienciar sobre la responsabilidad que todos los ciudadanos tienen frente a este tipo de violencia y la necesidad de tomar una postura activa en su erradicación. Por último, el tercer bloque reúne cuatro actividades encaminadas a la detección e identificación de situaciones de violencia de género, así como a la reflexión sobre las actitudes y valores positivos que deben de estar presentes en una relación igualitaria y saludable. «Lucho con mi arte por una convivencia en paz y verdadera» Mohamed Younssi. Pintor

Fuente: laverdad.es / Murcia Mohamed Younssi, natural de Marruecos, lleva 23 años viviendo en España, ahora en el barrio murciano de Vistabella. Ha tenido múltiples oficios, entre ellos, el de vendedor ambulante. Desde hace doce años se dedica a la pintura. Ha expuesto en Alemania y en distintas ciudades

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españolas, también ha cosechado varios premios. Hasta el próximo día 15 puede contemplarse su obra 'Malos tiempos, buenos colores', en la taberna El Jumillano, de Vistabella. -¿Por qué pinta? -Me expreso con ello. Desde pequeño tenía la caligrafía árabe y escribía carteles luminosos y después los pasaba a la pintura para contar algo, con mi creación, con mi pintura. -¿Qué estilos realiza? -Toco todos los estilos, el paisaje, abstracto, etcétera; ahora estoy con el realismo, con la lucha de la primavera árabe, algo que inicié ya en Alemania. Soy autodidacta, nunca he estudiado y me ayuda mi mujer. -Usted ha recorrido mucho mundo, ¿influye ello en su pintura? -Sí. Siempre vas aprendiendo y eso lo plasmas en tus cuadros. Todo lo que sé es gracias a mis amigos, tengo muchos y de cada uno cojo algo. Este es el papel de un artista, observar, y el arte es del pueblo y para el pueblo porque todo lo que transmitimos lo hemos cogido de la calle y hay que devolvérselo a la gente. -¿Qué quiere expresar con su exposición 'Malos tiempos, buenos colores'? -Estamos en malos tiempos, por eso utilizo colores alegres, tienen un color que me identifican, colores cálidos y en Alemania se sorprendieron al verlos pues están muy acostumbrados a cuadros grises. -El color es fundamental en toda su pintura, ¿cuáles prevalecen? -Naranjas, morados, azules, verdes; los colores vivos. -¿Qué significan? -Intento transmitir alegría, calor, buena sensibilidad, son cuadros que transmiten ánimo. -¿Qué mensajes transmiten sus obras? -No sé pintar un cuadro solo, hago colecciones y utilizo distintas técnicas y cada cuadro en sí transmiten algo, la calma, fuerza, rabia o lucha. Cada cuadro tiene un mensaje. Ahora me he centrado en la temática de lo que está pasando en el mundo, la lucha de los pueblos árabes y los pueblos en general. -¿Qué relación tiene su pintura con la lucha de los pueblos árabes? ¿Qué manifiestan? -Transmiten lo que vamos viendo día a día; leo mucho y lo que leo lo transmito. La rabia de los manifestantes. Lo que hago tiene mucha rabia y fuerza que es lo que sienten los pueblos árabes por la acumulación de tanta incapacidad. Ésta, cuando se acumula, fabrica rabia y fuerza. Una buena parte de mis cuadros transmiten mensajes políticos. -¿Qué mensajes? -El levantamiento de los pueblos, la corrupción y la persecución en todos los ámbitos. La inmigración, pues aunque soy medio español vivo mis orígenes que hacen que siga en un camino de lucha, pero a la vez humano. No hay diferencias entre una persona del norte y otra del sur, las diferencias las marcan nuestros políticos, nosotros somos iguales, somos personas. Tengo una parte de árabe, otra judía y otra cristiana. Tengo muchos amigos de todos los ámbitos. Me ha tocado el papel de inmigrante, lucho por una convivencia en paz y verdadera. Yo aporto mi grano de arena y lo hago con el arte.

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-¿Qué son sus cuadros de caligrafía? -Son mensajes en árabe y dicen 'Respeta, que respetan'. Primero tienes que respetar tú y tendrás una respuesta positiva. 'Sé bello y verás el universo bello'. El universo lo verás como tú eres por dentro. Pinto mucha caligrafía en árabe. "El poder utiliza la biopolítica para controlar la felicidad de la gente" En el 30 aniversario de la muerte del filósofo Michel Foucault, la facultad de Psicología de la Universitat de Barcelona revisa la vigencia de su obra Fuente: publico.es / ROGER XURIACH / Barcelona

Los conferenciantes durante el evento. ROGER XURIACH En el 30 aniversario de su muerte, la obra del psicólogo, historiador, filósofo y escritor Michel Foucault (Poitiers, 1926 - París, 1984) sigue vigente. Así lo ha puesto de manifiesto este viernes la facultad de Psicología de la Universitat de Barcelona que, en colaboración con la Fundació Pere Claver y este diario, ha organizado un acto en el que se han abordado algunos de los pensamientos de Foucault y el encaje de éstos en la realidad tan cambiante de hoy. La jornada, que ha contado con tres ponencias y se ha podido seguir en directo a través de Publico.es, ha servido para reivindicar la figura de uno de los personajes más relevantes del siglo XX, por su aporte al mundo de la psicología pero también en la consolidación de un concepto, el de la biopolítica, cada vez más presente en las políticas de estado de las sociedades actuales. El activista libertario y Catedrático de Psicología Social de la UAB, Tomás Ibañez, ha sido el primero en inaugurar la jornada, a través de una ponencia donde ha remarcado la volubilidad de los pensamientos de Foucault, quien inició su andadura profesional en el mundo de la psicología para posteriormente enfocar sus investigaciones al terreno de la historia y la filosofía: "Sus disertaciones sobre las relaciones con el poder estaban en constante movimiento. En su obra se observan incitaciones evidentes a cambiar en todos los aspectos de la vida. Y él era el propio ejemplo: trabajaba para cambiar su pensamiento porque, según su teoría, "pensar era cambiar de pensamiento". Aunque pueda parecer contradictorio, la obra de Foucault no ha dejado de crecer desde su muerte. De hecho, se han publicado más libros, documentos, investigaciones y transcripciones de sus clases que libros se editaron estando él en vida. "Su archivo no sólo sigue teniendo recorrido, sus ideas también siguen vivas, en movimiento", concedía Ibañez. La relevancia del intelectual se observa a través de algunos de sus últimos textos, en los que uniformaba un discurso a través de conceptos como la ética, el poder, la libertad y la insumisión. Así lo resumía Ibañez: "Su aportación más valiosa, por encima de todas, es la enseñanza de que, por imposible que pueda parecer, podemos subvertir el a priori histórico de

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la experiencia posible". Esta reflexión, donde aparece matizado el concepto del 'a priori' de Kant, abarca un procedimiento del intelectual francés que se basaba en "dinamitar espejismos para posibilitar insumisiones y escapar del dominio de la verdad o aquello que se ha establecido como verdadero". Ibañez también ha hecho hincapié en algunas de las herramientas que Foucault ha dejado como legado: "El arte de preguntar por el cómo y no por el qué; reconstruir las apariencias para saber cómo fueron construidas; convertir aquello que damos por evidente en problemático para repensarlo, interrogarlo y descubrir porqué ha adquirido el estatus de obvio y evidente; y revisar la relación entre las verdades heredadas y sus efectos". Según Foucault, "la locura es una sabiduría alternativa silenciada por la modernidad" En el reto de extrapolar la obra de Foucault a los tiempos actuales, Ibañez ha introducido el ejemplo de la disidencia política: "La disidencia política enfatiza la importancia de ser distintos, de querer cambiar el mundo". En 1978, Foucault describía así el neoliberalismo norteamericano: "busca generalizar la forma económica del mercado a todo el sistema social". La oferta y la demanda, la rentabilidad y la inutilidad, la mercantilización del campo social y psicológico... "Todo se ha acentuado desde entonces, configurando masivamente nuestro presente. El modelo de empresa es el de nuestras vidas: somos eficientes empresarios de nosotros mismos", matizaba Ibañez. Gubernamentalidad y biopolítica La concepción del poder también fue un eje primordial en los estudios del filósofo francés, de pasado comunista aunque no pertenecería demasiados años al partido debido a su homosexualidad. "Cada individuo debe llevar su vida de tal forma que los demás puedan respetarla y admirarla", manifestó Foucault en una ocasión. Ibañez ha conectado las ideas que el intelectual tenía sobre la libertad y la ética: "El poder no puede existir sin la libertad. Si hay relaciones de poder en cualquier campo social es porque hay libertad. Y la resistencia para evitar que el poder la doblegue, es también consustancial a este poder. Del mismo modo, Foucault se preguntaba: '¿Qué es la ética si no la práctica de la libertad? Si no hay libertad, tampoco hay ética". Para Foucault, "el poder es acción sobre otros cuando estos tienen un margen de decisión sobre estas acciones. Si estos márgenes se convierten en dispositivos, el poder pasa a ser dominación". En su última etapa como escritor, el filósofo desarrolló dos conceptos que han marcado a fuego su obra: el de 'gubernamentalidad' y 'biopolítica', términos asociados al control que hace el estado de las personas o, dicho de otro modo, "la vida como objeto de gobierno". Para Ibañez, "ambos están relacionados y conectados pues se regulan entre ellos y han contribuido al desarrollo del neoliberalismo. Cada vez más, en nuestro sistema, cuando se necesita que la libertad se manifieste, se vuelve necesaria una vigilancia permanente. Libertadseguridad, es el corazón del neoliberalismo". Las investigaciones y teorías de Foucault, recogidas por muchos sectores del anarquismo, están en sintonía con muchas cadenas de protestas sociales, ha concluido Ibañez, aunque no detecta influencias directas en la reivindicación masiva de Francia en mayo de 1968. Psiquiatrización de la vida cotidiana En la segunda parte de la jornada, el debate ha tomado un nuevo rumbo: la faceta como psicólogo de Foucault y su crítica feroz a la psiquiatría que él conoció. De nuevo algunas de sus interpretaciones se postulan hoy como acertadas, según los organizadores. Miguel Morey, catedrático emérito de la Facultad de Filosofía de la UB, así lo ha reflejado en su comparativa sobre el primer libro del francés, Historia de la locura, y la reedición de Enfermedad mental y psicología, donde se aprecia la evolución crítica de Foucault hacia un terreno al que él le añadió una concepción temporal obviada hasta el momento: "Foucault entendió que el hombre está alienado no en el sentido clásico, porque la alienación ya no es psicológica si no que posee un contexto histórico".

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Morey también ahondó en una de las conclusiones de Focault, el de separar la locura de la enfermedad mental: "No son una misma unidad antropológica. En la enfermedad mental se asume algo no natural y propiciado por una coyuntura histórica perteneciente al presente del afectado". En su revisión de la psiquiatría, el francés añadía unos nuevos actores al proceso de estigmatización de la locura: las instituciones médicas, jurídicas y políticas. Tres roles que vuelven a conectarse con el concepto de biopolítica, tal y como ha abordado Joseba Achotegui, profesor de la Facultat de Psicologia de la UB y secretario de la Sección de Psiquiatría Transcultural de la Asociación Mundial de Psiquiatría, en su intervención. "Tras investigar cómo se había tratado la locura en la historia, Foucault encontró motivos para creer que el loco era tratado como tal para no disturbar la moral de la sociedad. Y que silenciando su voz, se privilegiaba la del experto. Cuando el loco pasó a enfermo mental, esto se agravó: porque la autoridad del médico no es científica, lo confiere la sociedad. No es lo mismo un tipos de tos que valorar la racionalidad de un sujeto". ¿Cómo un saber tan escaso puede arrastrar tanto poder?, se preguntaba Foucault. Y fue más allá: ¿Por qué la homosexualidad es considerada una enfermedad mental?, siguió cuestionándose. Su orientación sexual tal vez fue un impulso para seguir rebelándose con el tratamiento de la locura en la psiquiatría y la sociedad. Para Achotegui, esto acabó derivando en su desarrollo del concepto de biopolítica, un intento por parte del estado de controlar la salud, el higiene y también la felicidad. Foucault veía conexiones entre el poder y la psiquiatría, llegando incluso a afirmar que "la locura es una sabiduría alternativa silenciada por la modernidad". "No estaban muy alejadas sus interpretaciones con la realidad de hoy. En la época del totalitarismo, hay casos de disidentes que fueron diagnosticados como enfermos mentales por querer otro tipo de sociedad. Y en la actualidad la influencia social también afecta en el ideario de la locura. El pobre es psicótico, el rico es extravagante", concedía Achotegui antes de abordar uno de los aspectos más determinantes de la jornada: la psiquiatrización de la vida cotidiana en la sociedad del rendimiento. La locura, aseguraba Achotegui, es negada en nuestra sociedad, en buen parte por razones económicas. "La psiquiatría está en crisis. Hoy la tristeza se equipara a la depresión, cualquier cosa se patologiza: el orgullo, la ira, la timidez, las conductas, los pecados, el vicio... El DSM, que es el manual estadístico de diagnósticos de trastornos mentales, no se rige por ninguna teoría. Y actúa a medida para compañías de seguros o beneficio de las farmacéuticas. En España, por ejemplo, es delito tratar la homosexualidad como enfermedad pero el estado luego controla el aborto, la natalidad, los intereses de los jóvenes... El estado ya no se preocupa de que la gente tenga casa o trabajo. Se preocupa de su felicidad, y para ello utiliza la biopolítica. Es como el marxismo: en el fondo lo estudian más los bancos que los que lo defienden. Con la biopolítica ocurre igual", concluía el profesor. Según los organizadores, trasladar la obra del francés a la actualidad ha sido un ejercicio arriesgado. Sin embargo, son muchos los investigadores que siguen utilizando los planteamientos de Foucault en sus estudios. Uno de ellos es el filósofo coreano-alemán ByungChul Ham, citado por el propio Achotegui como uno de los impulsores de la teoría que asegura que "la sociedad genera ahora depresivos y fracasados en pos de incrementar la productividad en la sociedad de consumo". Una sociedad que Foucault no conoció pero que probablemente fue capaz de proyectar a través de sus estudios. "La psicología debe liberar a la persona, no normalizarla", resumió alguna vez. Libertad, ética, poder... ¿Intereses?

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