LAS PROPOSICIONES SUBORDINADAS SUSTANTIVAS

Unidad 4 de 2º de Bachillerato Lengua Castellana y Literatura Contenidos -Las proposiciones subordinadas sustantivas. -La lírica del siglo XX hasta
Author:  José Vega Juárez

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Oraciones subordinadas sustantivas
Oraciones subordinadas sustantivas Las oraciones subordinadas sustantivas desempeñan las mismas funciones que un elemento nominal (sustantivo, prono

Story Transcript

Unidad 4 de 2º de Bachillerato

Lengua Castellana y Literatura

Contenidos -Las proposiciones subordinadas sustantivas. -La lírica del siglo XX hasta 1939.

LAS PROPOSICIONES SUBORDINADAS SUSTANTIVAS. En la unidad anterior se definieron las proposiciones subordinadas como proposiciones que desempeñan una función (sujeto, CD, CI, adyacente, CCT, etc.) dentro de otra proposición. En esta unidad, estudiaremos las proposiciones que realizan las mismas funciones que el sintagma nominal (salvo las del complemento circunstancial, con la excepción del de compañía): sujeto, CD, CI, atributo, vocativo, CN, complemento del adjetivo, suplemento (complemento de régimen preposicional), complemento circunstancial de compañía, complemento agente. Ejemplos: FUNCIÓN SUJETO

ATRIBUTO

C. DIRECTO

C. INDIRECTO C. DEL NOMBRE

C. DEL ADJETIVO C. DEL ADVERBIO VOCATIVO SUPLEMENTO

C. C. DE COMPAÑÍA C. AGENTE

Le sorprendió que no estuviera allí. Le agrada pasear. Quienes lo saben no lo dirán. Los que lo saben no lo dirán. Dónde va es asunto tuyo. Cuándo lo hará no me preocupa lo más mínimo. No me interesa cuánto cuesta. No me importa si viene o no. Manolita está que trina. Pensar eso es pensar mal. Mi problema no es cómo se lo dirás. El duque ha anunciado que vendrá. Todos sabemos dónde estará antes. Vimos a quienes lo hicieron. Dime quién te lo dijo. Pregúntale cuánto cuesta. Hacen rebajas a quienes compran hoy. Hacen rebajas a los que compran hoy. Aún tiene esperanzas de que apruebes. Aun tiene esperanzas de aprobar. Éste es el coche de los que llegaron ayer. Estábamos seguros de que lo lograrías. Estábamos cansados de intentarlo. Estuvo cerca de ser atropellado por un coche. Estuvo lejos de creérselo. El que está a la derecha, avanza dos pasos. Me extrañé de que se riera tanto. Me alegro de saberlo. Me informó de dónde estaba. Me enteré de quién se lo contó. Vino con quien tu sabes. El paquete fue recogido por quien recibió el aviso.

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Como equivalen a un sintagma nominal, pueden ser sustituidas por un sustantivo o por un pronombre. Ejemplo: -Necesitamos que hagas una copia de este documento (proposición subordinada sustantiva en función de CD). -Necesitamos una copia. -Necesitamos esto. -Díselo a quien te dé la gana (proposición subordinada sustantiva en función de CI). -Díselo a cualquiera. -Díselo a todo el mundo.

Por el modo en que se unen a la oración de la que dependen, las proposiciones subordinadas sustantivas son de tres tipos:

-Proposiciones subordinadas sustantivas con el verbo en infinitivo:  Estoy harto de ver siempre el mismo programa (proposición subordinada sustantiva en función de complemento del adjetivo “harto”).  Les gusta comer a deshoras (proposición subordinada sustantiva en función de sujeto).

-Proposiciones subordinadas sustantivas con nexo:  Estoy harto de que siempre veamos el mismo programa (proposición subordinada sustantiva en función de complemento del adjetivo “harto”).  No le interesaba dónde lo llevaban (proposición subordinada sustantiva en función de sujeto).

-Proposiciones subordinadas sustantivas yuxtapuestas:  Le preguntó “¿Dónde vas?” (proposición subordinada sustantiva en función de CD).  Te lo digo: vete (proposición subordinada sustantiva en función de CD).

Las proposiciones subordinadas sustantivas yuxtapuestas son, en buena parte de los casos, proposiciones de estilo directo en función de CD: -Me comentó: “Estoy segura de que no trabaja aquí”. -Se lo ordenó claramente: “Coloca los bolígrafos rojos en el vaso azul”.

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Los nexos de las sustantivas son:

QUE (conjunción) Es probable que lleguen hoy Sujeto Creo que llegarán hoy CD Me alegro de que estés bien Suplemento Estoy harto de que lleguéis tarde C. del Adjetivo El problema de que lleguen tarde no es asunto mío C. del Nombre Lo que quiero es que lleguen a su hora Atributo

QUIEN/QUIENES (pronombre) QUIÉN/QUIÉNES (pronombre interrogativo que precede a interrogativas indirectas) En este tipo de proposiciones, quien, además de nexo, tiene una función dentro de la subordinada, pues es un pronombre. Quien no lo sepa te llamará. (Quien es nexo y sujeto de la subordinada.) Sujeto Quién lo hizo importa poco. (Quién es nexo y sujeto de la subordinada.) Sujeto Veo a quienes saludaste ayer. (Quienes es nexo y CD de la subordinada.) CD Desconfía de quien siempre te adula. (Quien es nexo y sujeto de la subordinada.) Suplemento Estoy cansado de quienes llegan tarde. (Quien es nexo y sujeto de la subordinada.) C. del Adjetivo El camino fue abierto por quienes fundaron la ciudad. (Quienes es sujeto.) C. Agente Vienen con quien menos te imaginas. (Quien es CD de la subordinada.) C. C. de Compañía

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EL QUE/LA QUE/LOS QUE/LAS QUE/LO QUE (determinante más pronombre de relativo)

Este tipo de proposiciones sustantivas son, en realidad, proposiciones adjetivas sustantivadas, en las que se ha eliminado el sustantivo al que se refiere la proposición adjetiva: -El perro que te mordió (proposición subordinada adjetiva) está sano. -El que te mordió (proposición subordinada sustantiva) está sano. El que, la que, los que, las que y lo que tienen dos funciones; una de nexo; otra, equivalente a la de un sintagma nominal, dentro de la subordinada. El que no lo sepa te llamará. (El que es sujeto de la subordinada.) Sujeto Veo a los que saludaste ayer. (Los que CD de la subordinada.) CD Pregúntaselo a la que mejor conoces. (A la que es CD de la subordinada.) CI

SI (conjunción) Introduce proposiciones interrogativas indirectas (subordinadas sustantivas de Sujeto, CD, Suplemento, C. del Nombre, C. del Adjetivo o Atributo): No me importa si esta dirección es correcta Sujeto Quiero saber si esta dirección es correcta CD No me preocupé de si la dirección era correcta Suplemento No estoy muy seguro de si la dirección es correcta C. del Adjetivo El problema de si la dirección es correcta no es asunto mío C. del Nombre La cuestión es si esta dirección es la correcta Atributo

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DÓNDE (adverbio) Introduce proposiciones interrogativas indirectas (subordinadas sustantivas de Sujeto, CD, Suplemento, C. del Nombre, C. del Adjetivo o Atributo). Como es un adverbio y no una conjunción, además de la función de nexo desempeña la de complemento circunstancial de lugar de la subordinada: No me importa dónde estabas ayer Sujeto Quiero saber dónde estabas ayer CD No me preocupé de dónde estabas ayer Suplemento No estoy muy seguro de dónde estabas ayer C. del Adjetivo El problema de dónde estabas ayer no es asunto mío C. del Nombre La cuestión es dónde estabas ayer Atributo

CUÁNDO (adverbio) Introduce proposiciones interrogativas indirectas (subordinadas sustantivas de Sujeto, CD, Suplemento, C. del Nombre, C. del Adjetivo o Atributo). Como es un adverbio y no una conjunción, además de la función de nexo desempeña la de complemento circunstancial de lugar de la subordinada: No me importa cuándo pienses hacerlo Sujeto Quiero saber cuándo piensas hacerlo CD No me preocupé de cuándo vendrías Suplemento No estoy muy seguro de cuándo pasó C. del Adjetivo El problema de cuándo lo hagas no es asunto mío C. del Nombre La cuestión es cuándo vas a decírselo Atributo

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CÓMO (adverbio) Introduce proposiciones interrogativas indirectas (subordinadas sustantivas de Sujeto, CD, Suplemento, C. del Nombre, C. del Adjetivo o Atributo). Como es un adverbio y no una conjunción, además de la función de nexo desempeña la de complemento circunstancial de lugar de la subordinada: No me importa cómo se va a ese pueblo Sujeto Quiero saber cómo se va a ese pueblo CD No me preocupé de cómo vendrías Suplemento No estoy muy seguro de cómo pasó C. del Adjetivo El problema de cómo lo hagas no es asunto mío C. del Nombre La cuestión es cómo vas a decírselo Atributo

Oraciones sustantivas para el análisis:

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Es necesario que todos hagamos un esfuerzo. Tengo miedo de que tu hermano no llegue a tiempo. El problema es que nos falta tiempo. Todos los aspirantes a ese empleo eran conscientes de que tenían pocas posibilidades. Prefiero acompañaros. Presta tu bolígrafo al que lo necesite. Ayer me acordé de que hoy es tu cumpleaños. El premio fue entregado por quienes ganaron el concurso el año anterior.

9. 10. 11. 12. 13.

Él tiene absoluta confianza en que tú solucionarás ese problema. Mi hermana es la que está junto a la ventana. La función gustó mucho a quienes la vieron. ¿Te gustaría aprender italiano en diez días? Los alumnos terminaron la reunión seguros de haber conseguido parte de sus aspiraciones. 14. Iré con quien me quiera acompañar. 15. Confórmate con que te pongan un notable en el examen. 16. La noticia ha sido difundida por quien tenía autoridad para ello. 6

17. Nadie conocía a los que llegaron al pueblo esa mañana. 18. Yo seré quien dé la salida.

19. Nos tranquilizaba la seguridad de no haber olvidado ningún detalle. 20. Me inquieta cómo se está desarrollando ese proceso. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65.

Levantad la mano todos los socios conformes con que se retrase la excursión. Confiábamos en pasar las vacaciones contigo. El alcalde ofrecía su casa al que visitaba el pueblo por primera vez. ¿Te gustaría que nosotros nos marcháramos? Tú fuiste la causa de que viniera a vivir a Salamanca. Mi hermana es la que está junto a la ventana. Le agradezco mucho que me haya dado esa información. ¿Pensarás detenidamente en lo que te he dicho? Los dos hermanos, encantados de haber cruzado el Atlántico, contaron sus peripecias a todo el mundo. Expón tu punto de vista a quienes participen en las reuniones. Desconfío de la palabra de quienes prometen constantemente. Todavía no se ha confirmado si hemos ganado las elecciones. Reconoce que te has equivocado. Una cosa es decirlo y otra cosa es hacerlo. Trataron de quién sería el autor del texto. Las bicicletas deben ser reparadas por los que montan en ellas. Es paciente con los que ella quiere. Todos comprendimos que aquel día estuvieses nervioso. Alfredo está que muerde. No tiene idea de quiénes asistirán a la reunión. La que te sustituye ahora dio clases de violín en Barcelona. La gigantesca paella será degustada por quienes viven en el barrio. El juego consistía en cambiar las fichas continuamente de lugar. Miguel es ágil en contestar preguntas difíciles. Aún no se ha aclarado qué pretendía conseguir con ello. Tiene complejo de que lo persiguen. Aquellos chicos parecen tener interés. Hay personas acostumbradas a que todos las admiren. Te garantizo que seré totalmente neutral. Es lógico en los padres y madres el deseo de que sus hijos sean felices. El que quiera presentarse a la elección, que levante la mano. Asegúrate de que el perro tiene suficiente comida. Marta mandará información a quienes la soliciten. Aquel enfermo fue el que cuidó a mi abuelo. Dijo que no se retrase. Ese libro sólo interesa a los que ya tienen conocimientos básicos sobre la materia. Los fugitivos terminaron contentos de haber conocido tantos países. Aconseja a tu hermano que no haga ese viaje. Esta tarde hablaremos de cómo giran los satélites alrededor de los planetas. El que canta, sus males espanta. ¿Quién fue quien formuló la teoría de la relatividad? ¿No hay posibilidad alguna de que sobren entradas? Hemos visto a tu madre muy orgullosa de que hayas aprobado la oposición. No hay que desanimar a los que están ilusionados por algo. Escucha con atención a los que tengan algo que decir.

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66. Con sus observaciones trató de convencernos de que replanteáramos nuestras hipótesis de trabajo. 67. Confiemos en la promesa de quienes tienen la máxima responsabilidad. 68. Julia es la que ha llegado antes a la meta. 69. Quien bien te quiere no te hará llorar. 70. No te creas que me ha molestado tu broma. 71. Me pareció enterada de lo que ocurrió el otro día. 72. Enviarán el catálogo a los que manifestaron interés en recibirlo. 73. Ana está que se sube por las paredes. 74. Él será testigo de lo que voy a hacer. 75. Ya te has olvidado de que en estas operaciones los signos deben cambiarse. 76. No me gusta que me llamen por teléfono a esas horas. 77. ¿Haz sido capaz de decirle que no venga? 78. Nos interesaría que la reunión se celebrase la semana próxima. 79. Los erizos de mar son los que pueblan las costas rocosas. 80. Ha demostrado su inocencia a los que dudaban de ella. 81. No quiero que me llamen por teléfono a esas horas. 82. Nos convencieron de que la mejor solución era ésa. 83. El asunto está que arde. 84. No tenía ningún deseo de que las cosas cambiaran. 85. No se sabe si va a haber puente. 86. Nadie sabe si va a haber puente. 87. Tenía esperanzas de que su hermano aprobase la oposición. 88. Parecía empeñado en que le reconocieran sus méritos. 89. Me imagino qué estarás pensando. 90. Siempre se ha preocupado de tener todo a punto para las clases. 91. Tiene la suerte de que no está solo. 92. Leonor está que se comería el mundo. 93. ¡Cómo me gustaría que nos dieras tus opinión! 94. Hagános el favor de alcanzarnos aquellos libros. 95. Fue mi madre quien resolvió la siutación. 96. Hallaron que el suceso había ocurrido hacía trescientos años. 97. Algunos dicen que somos lo que nuestros padres nos han enseñado de niños. 98. La única respuesta fue el aviso de que teníamos que salir de nuestras casas. 99. Era falso que aquellas huellas nos condujeses a un oso. 100. ¿Os han convencido ya de que la realidad supera muchas veces a la ficción? 101. ¿Sabes quién inventó el teléfono? 102. “¿En qué trabaja usted?”, me preguntó una noche. 103. Crecía con la idea de que las personas no cambian mucho de un país a otro. 104. No estaba enterada de que la hubieran nombrado directora general. 105. Ignoro lo que cuesta esta casa. 106. Es necesario para nosotros que escribas rápidamente ese reglamento. 107. Llegó la hora de los que siempre están callados. 108. Se mostró solícito en ayudar a cualquier persona enferma. 109. Buscaba alguna prueba de que su amistad fuese sincera. 110. Desde ese momento se supo en el barrio que construirían un centro de salud. 111. ¿Has averiguado ya lo que ocurrió el otro día? 112. ¿Es posible que nos coloque usted en la segunda fila? 113. Mantiene la opinión de que todas las enfermedades son de origen nervioso. 114. Está que no hay quien pueda con él. 115. Habla siempre como deseoso de que le den la razón todos. 116. Ayer me anunció lo que piensa hacer hoy. 8

LA LÍRICA DEL SIGLO XX HASTA 1939 EL MODERNISMO Desde finales del siglo XIX, tanto en Europa como en América, surgen corrientes de ideas de tipo disidente o inconformista. Los primeros signos de una renovación poética aparecen a fines del XIX. La primacía de esta renovación corresponde a los autores americanos: hacia 1890, Rubén Darío y otros adoptan provocadoramente el calificativo de modernistas (que antes era un mote despectivo que les lanzaban sus adversarios). El Modernismo es en buena medida una síntesis de Parnasianismo y Simbolismo. Del primero viene el gusto por el poema con una forma muy cuidada, los temas exóticos, los valores sensoriales (relacionados con el placer de los sentidos). De los simbolistas toman el arte de sugerir (los símbolos) y el sentido de la musicalidad. 1. Los temas del modernismo La temática modernista presenta dos campos diferentes: -La exterioridad sensible. La realidad es captada, frecuentemente, por una sensibilidad que buscaba sobre todo el goce de los sentidos: paisajes exóticos, mujeres hermosas… El mundo real no les bastaba a estos poetas para satisfacer esta sensibilidad, de ahí el llamado “escapismo”, la evasión en el tiempo o en el espacio para soñar mundos de gran belleza: lo clásico, con su mitología y su vitalismo pagano, lo medieval, lo legendario, lo renacentista, etc.; o lo exótico, como lo oriental. Del mundo contemporáneo se prefiere lo cosmopolita (de ahí la devoción por París). -La intimidad del poeta. Esta intimidad es a veces vitalista, sensual, y se expresa mediante la descripción de un ambiente particularmente hermoso, como habitaciones llenas de flores, libros, jarrones y donde se escucha la música de un piano, o como parques donde la primavera está en su esplendor. Otras muchas aparece marcada por la tristeza, la melancolía y la nostalgia. Hay cierto malestar propio de quienes se sienten frustrados por el mundo. La intimidad dolorida del poeta se proyectará en ocasiones hacia la naturaleza, y así aparecerán paisajes que son símbolos de su estado de ánimo, como parques al atardecer en pleno otoño, jardines que parecen cementerios o grandes espacios abiertos cuyo horizonte parece atraer al poeta hacia un lugar lejano. 2. El estilo y la métrica El Modernismo significa una profunda renovación del lenguaje, tanto por la brillantez y los grandes efectos de su lenguaje, como, en otras ocasiones, por la capacidad para sugerir lo delicado, lo leve. Tales efectos son posibles gracias a un manejo prodigioso del idioma:  

Son variadísimos los recursos fónicos como la aliteración o la repetición de sonidos. El léxico se enriquece con términos cultos, exóticos y evocadores. A esto se añade una abundante adjetivación, ya ornamental y plástica, ya cargada de valores sentimentales.

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 

Se emplean con originalidad e imaginación las imágenes y los símbolos. La preeminencia de lo sensorial se manifiesta en ricas sinestesias.

Por otro lado, la búsqueda de la musicalidad lleva a ampliar considerablemente los ritmos y las formas métricas:   

El verso preferido es el alejandrino. Se acude a versos por usados, como el dodecasílabo o el eneasílabo. Fundamental es el gusto por la versificación a base de pies acentuales, especialmente los ternarios, con su marcado ritmo. También renuevan las estrofas, tanto las conocidas, como nuevos tipos de sonetos, como otras inventadas. 3. Los escritores modernistas en España Nuestros grandes poetas modernistas serán los hermanos Manuel y Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez (en su poesía anterior a 1915). Machado definirá la poesía como “palabra esencial en el tiempo”, con lo que quiere decir que se propone expresar las realidades más profundas del hombre sin desligarlas del tiempo en el que vive. La poesía de Machado tiene su raíz en el modernismo intimista y simbolista, evidente en su primer libro, Soledades, Galerías y otros poemas (1903), cuyos versos tratan sobre el tiempo, la muerte o Dios. Estos temas se desarrollan a través de símbolos que expresan el pasado ido y el final de la vida (los parques o los jardines en ruinas, el agua estancada, el ocaso), la monotonía (la noria, la lluvia), el fluir del tiempo (el río, el camino) o la intuición de un mundo diferente al real (los sueños, las galerías del alma). En su siguiente obra, Campos de Castilla (1912). Los poemas son menos simbólicos, pues se centran en la descripción del paisaje soriano. Las preocupaciones anteriores son sustituidas ahora por las obsesiones del 98, de modo que el poeta busca en este paisaje la explicación del pasado castellano y de la esencia misma de España y de su decadencia. Junto a estos poemas, tienen también una gran importancia los dedicados a la enfermedad y muerte de Leonor, su esposa. En sus siguientes libros, Nuevas canciones y De un cancionero apócrifo, las preocupaciones filosóficas de Machado se imponen al lirismo de su poesía anterior y los poemas son a veces breves reflexiones o sentencias sobre el comportamiento humano o la sociedad española del momento. Para Juan Ramón Jiménez, la poesía responde esencialmente a tres impulsos: sed de belleza, ansia de conocimiento y anhelo de eternidad. Comenzó escribiendo una poesía “pura”, con claras influencias de Bécquer. Adoptó luego los “ropajes” modernistas: valores sensoriales, ritmos amplios, decorados lujosos, escenas sensuales, espacios simbólicos, como los parques o los jardines… Aunque su modernismo es de tipo intimista, con una marcada tendencia a expresar melancolía y ansias de escapar a un mundo que está más allá de la realidad material, como se aprecia en La soledad sonora o Sonetos espirituales. Su afán de renovación lo lleva hacia una “poesía desnuda” en Diario de un poeta recién casado (1916), 10

donde el estilo modernista es sustituido por una concentración conceptual y emotiva, es decir, una poesía donde las ideas sustituyen a las metáforas sensoriales y la búsqueda de la esencia de la realidad y del ser humano son ahora el tema principal . Será esta última poesía la que influya decisivamente en la Generación del 27 y la que el poeta continúe desarrollando en sus últimas obras: La estación total, En otro costado o Dios deseado y deseante.

LA GENERACIÓN DEL 27 En la década de los veinte, un grupo de poetas alcanzará su madurez: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego y Dámaso Alonso. Para referirse a estos poetas, se ha impuesto el nombre de Generación del 27 porque, en esa fecha, se celebra el tercer centenario de la muerte de Góngora, poeta que reivindicaron por su intento de crear un lenguaje poético autónomo, desligado de la realidad. En los poemas de la Generación del 27 se encuentran la influencia de la poesía popular y de la vanguardia. Su trayectoria de unas características comunes:  La poesía pura. Hasta 1929, se inclinan por la concepción del poema como un “artefacto” elaborado con precisión, donde la metáfora y la imagen desempeñan un papel esencial en la construcción del poema.  Surrealismo y rehumanización. A finales de los veinte, se comienzan a asimilar las novedades del movimiento surrealista por parte, sobre todo, de Aleixandre, Cernuda, Lorca o Alberti. El mundo onírico e inconsciente y las pulsiones de los deseos escondidos se traducen en un lenguaje sorprendente, pero calculado y controlado.  La guerra y el exilio. Al declararse la guerra en julio de 1936, Lorca fue asesinado y sólo Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso permanecieron en España. El exilio, la nostalgia, la vejez y la soledad se irán imponiendo progresivamente en sus poemas. De los poetas del 27, destacamos aquí sólo a tres: Federico García Lorca, Rafael Alberti y Luis Cernuda. Federico García Lorca representa la fusión entre tradición y vanguardia. La lírica popular, el cante andaluz, las formas métricas de la poesía clásica y el Surrealismo, a partir de 1928, dan cauce a temas como la frustración y el destino trágico del ser humano. Las metáforas sorprendentes, la Naturaleza animada y un sistema simbólico propio definen su estilo. La línea andalucista y popularista está presente en Poema del Cante Jondo (1931) y en Romancero gitano (1928); el Surrealismo, como expresión de una crisis personal y del encuentro con un mundo deshumanizado, en Poeta en Nueva York (1929-1930).

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Rafael Alberti ha escrito una obra que asombra por la gran variedad de temas, tonos y estilos. Sus inicios neopopularistas, reflejados en libros como Marinero en tierra, dejaron paso a una vena gongorina y futurista, Cal y canto. El Surrealismo le sirve de medio de expresión de su crisis profunda en Sobre los ángeles y en Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, dedicado a los actores cómicos del cine mudo. El compromiso político ocupa una larga serie de títulos: Un fantasma recorre Europa o El poeta en la calle. La nostalgia del exiliado está presente en Retornos de lo vivo lejano. Más de treinta libros suma su obra poética, en los que el poeta adapta constantemente su obra a las circunstancias de cada momento. Luis Cernuda se caracteriza por una personalidad solitaria y dolorida, por una sensibilidad exacerbada y vulnerable. Lo singulariza, ante todo, el sustrato romántico de su mundo poético. Su centro temático es un doloroso divorcio entre su anhelo de realización personal (el deseo) y los límites impuestos por el mundo que le rodea (la realidad). Sus temas dominantes serán, por ello, la soledad, la añoranza de un mundo habitable, el ansia de belleza perfecta y, sobre todo el amor (Cernuda es uno de nuestros grandes poetas del amor, ya exaltado, ya insatisfecho). De su estilo, destaca su inconformismo, que lo hará separarse de las modas y emprender un camino solitario que se caracteriza por: el rechazo de los ritmos marcados; el cultivo del versículo largo; y el desprecio de un lenguaje brillante y rico en imágenes, para ceñirse a un aparente tono coloquial bajo el que se esconde un lenguaje depurado, perfecto y denso. Reunió toda su obra poética, (Los placeres prohibidos, Donde habite el olvido, Desolación de la quimera, etc.), bajo un solo título: La realidad y el deseo.

TEXTOS POEMAS DE ANTONIO MACHADO

De Soledades V (RECUERDO INFANTIL) Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de lluvia tras los cristales. Es la clase. En un cartel se representa a Caín fugitivo, y muerto Abel, junto a una mancha carmín. Con timbre sonoro y hueco truena el maestro, un anciano mal vestido, enjuto y seco, que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil va cantando la lección; mil veces ciento, cien mil, mil veces mil, un millón. Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de la lluvia en los cristales.

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VII El limonero lánguido suspende una pálida rama polvorienta, sobre el encanto de la fuente limpia, y allá en el fondo sueñan los frutos de oro... Es una tarde clara, casi de primavera, tibia tarde de marzo que el hálito de abril cercano lleva; y estoy solo, en el patio silencioso, buscando una ilusión cándida y vieja: alguna sombra sobre el blanco muro, algún recuerdo, en el pretil de piedra de la fuente, dormido, o, en el aire, algún vagar de túnica ligera. En el ambiente de la tarde flota ese aroma de ausencia. que dice al alma luminosa: nunca, y al corazón: espera. Ese aroma que evoca los fantasmas de las fragancias vírgenes y muertas. Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara, casi de primavera, tarde sin flores, cuando me traías el buen perfume de la hierbabuena, y de la buena albahaca, que tenía mi madre en sus macetas. Que tú me viste hundir mis manos puras en el agua serena, para alcanzar los frutos encantados que hoy en el fondo de la fuente sueñan... Sí, te conozco, tarde alegre y clara, casi de primavera. XI Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adonde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... —La tarde cayendo está—, "En el corazón tenía

la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el corazón." Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se obscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea, se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir: "Aguda espina dorada, quién te pudiera sentir en el corazón clavada." XXII Sobre la tierra amarga, caminos tiene el sueño laberínticos, sendas tortuosas, parques en flor y en sombra y en silencio criptas hondas, escalas sobre estrellas; retablos de esperanzas y recuerdos. Figurillas que pasan y sonríen —juguetes melancólicos de viejo—; imágenes amigas, a la vuelta florida del sendero, y quimeras rosadas que hacen camino ... lejos... XXXII Las ascuas de un crepúsculo morado detrás del negro cipresal humean... En la glorieta en sombra está la fuente con su alado y desnudo Amor de piedra, que sueña mudo. En la marmórea taza reposa el agua muerta.

De Campos de Castilla VI ¡Soria fría, Soria pura, cabeza de Extremadura, con su castillo guerrero

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arruinado, sobre el Duero; con sus murallas roídas y sus casas denegridas! ¡Muerta ciudad de señores soldados o cazadores; de portales con escudos de cien linajes hidalgos, y de famélicos galgos, de galgos flacos y agudos, que pululan por las sórdidas callejas, y a la medianoche ululan, cuando graznan las cornejas! ¡Soria fría! La campana de la Audiencia da la una. Soria, ciudad castellana ¡tan bella! bajo la luna. VII ¡Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roquedas por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, obscuros encinares, ariscos pedregales, calvas sierras, caminos blancos y álamos del río, tardes de Soria, mística y guerrera, hoy siento por vosotros, en el fondo del corazón, tristeza, tristeza que es amor! ¡Campos de Soria donde parece que las rocas sueñan, conmigo vais! ¡Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roquedas!.. VIII He vuelto a ver los álamos dorados, álamos del camino en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio, tras las murallas viejas de Soria —barbacana hacia Aragón, en castellana tierra—. Estos chopos del río, que acompañan con el sonido de sus hojas secas el son del agua, cuando el viento sopla, tienen en sus cortezas grabadas iniciales que son nombres de enamorados, cifras que son fechas.

¡Álamos del amor que ayer tuvisteis de ruiseñores vuestras ramas llenas; álamos que seréis mañana liras del viento perfumado en primavera; álamos del amor cerca del agua que corre y pasa y sueña, álamos de las márgenes del Duero, conmigo vais, mi corazón os lleva!

CXV (A UN OLMO SECO) Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas. Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera. Soria 1912

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CXIX Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería. Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar. Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. Señor, ya estamos solos mi corazón, y el mar. CXX Dice la esperanza: un día la verás, si bien esperas. Dice la desesperanza: sólo tu amargura es ella. Late, corazón... No todo se lo ha tragado la tierra.

CXXI Allá, en las tierras altas, por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, entre plomizos cerros y manchas de raídos encinares, mi corazón está vagando, en sueños... ¿No ves, Leonor, los álamos del río con sus ramajes yertos? Mira el Moncayo azul y blanco; dame tu mano y paseemos. Por estos campos de la tierra mía, bordados de olivares polvorientos, voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo.

CXXII Soñé que tú me llevabas por una blanca vereda, en medio del campo verde, hacia el azul de las sierras, hacia los montes azules, una mañana serena. Sentí tu mano en la mía, tu mano de compañera, tu voz de niña en mi oído como una campana nueva,

como una campana virgen de un alba de primavera. ¡Eran tu voz y tu mano, en sueños, tan verdaderas!... Vive, esperanza, ¡quién sabe lo que se traga la tierra! CXXIII Una noche de verano —estaba abierto el balcón y la puerta de mi casa— la muerte en mi casa entró. Se fue acercando a su lecho —ni siquiera me miró—, con unos dedos muy finos, algo muy tenue rompió. Silenciosa y sin mirarme, la muerte otra vez pasó delante de mí. ¿Qué has hecho? La muerte no respondió. ¡Mi niña quedó tranquila, dolido mi corazón. ¡Ay, lo que la muerte ha roto era un hilo entre los dos!

CXXIV Al borrarse la nieve, se alejaron los montes de la sierra. La vega ha verdecido al sol de abril, la vega tiene la verde llama, la vida, que no pesa; y piensa el alma en una mariposa, atlas del mundo, y sueña. Con el ciruelo en flor y el campo verde, con el glauco vapor de la ribera, en torno de las ramas, con las primeras zarzas que blanquean, con este dulce soplo que triunfa de la muerte y de la piedra, esta amargura que me ahoga fluye en esperanza de Ella...

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CXXV En estos campos de la tierra mía, y extranjero en los campos de mi tierra —yo tuve patria, donde corre el Duero por entre grises peñas, y fantasmas de viejos encinares, allá en Castilla, mística y guerrera, Castilla la gentil, humilde y brava, Castilla del desdén y de la fuerza—, en estos campos de mi Andalucía, ¡oh tierra en que nací!, cantar quisiera. Tengo recuerdos de mi infancia, tengo imágenes de luz y de palmeras, y en una gloria de oro, de lueñes campanarios con cigüeñas, de ciudades con calles sin mujeres bajo un cielo de añil, plazas desiertas donde crecen naranjos encendidos con sus frutas redondas y bermejas; y en un huerto sombrío, el limonero de ramas polvorientas y pálidos limones amarillos, que el agua clara de la fuente espeja, un aroma de nardos y claveles y un fuerte olor de albahaca y hierbabuena; imágenes de grises olivares bajo un tórrido sol que aturde y ciega, y azules y dispersas serranías con arreboles de una tarde inmensa; mas falta el hilo que el recuerdo anuda el corazón, el ancla en su ribera, o estas memorias no son alma. Tienen, en sus abigarradas vestimentas, señal de ser despojos del recuerdo, la carga bruta que el recuerdo lleva. Un día tornarán, con luz del fondo ungidos, los cuerpos virginales a la orilla vieja. Lora del Río, 4 abril 1913 CXXVI (A JOSÉ MARÍA PALACIO) Palacio, buen amigo, ¿está la primavera vistiendo ya las ramas de los chopos

del río y los caminos? En la estepa del alto Duero, primavera tarda, ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!... ¿Tienen los viejos olmos algunas hojas nuevas? Aun las acacias estarán desnudas y nevados los montes en las sierras. ¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa, allá, en el cielo de Aragón, tan bella! ¿Hay zarzas florecidas entre las grises peñas, y blancas margaritas entre la fina hierba? por esos campanarios ya habrán ido llegando las cigüeñas. Habrá trigales verdes, y mulas pardas en las sementeras, y labriegos que siembran los tardíos con las lluvias de abril. Ya las abejas libarán del tomillo y el romero. ¿Hay ciruelas en flor? ¿Quedan violetas? Furtivos cazadores, los reclamos de la perdiz bajo las capas luengas, no faltarán. Palacio, buen amigo, ¿tienen ya ruiseñores las riberas? Con los primeros lirios y las primeras rosas de las huertas, en una tarde azul, sube al Espino, al alto Espino donde está su tierra... Baeza, 29 abril 1913

CXXX (LA SAETA) ¿Quién me presta una escalera, para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno? SAETA POPULAR ¡Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar! ¡Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras

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anda pidiendo escaleras para subir a la cruz! ¡Cantar de la tierra mía, que echa flores al Jesús de la agonía, y es la fe de mis mayores! ¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar, ni quiero a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar!

Este hombre no es de ayer ni es de mañana, sino de nunca; de la cepa hispana no es el fruto maduro ni podrido, es una fruta vana de aquella España que pasó y no ha sido, esa que hoy tiene la cabeza cana.

CXXXI (DEL PASADO EFÍMERO) Este hombre del casino provinciano que vio a Carancha recibir un día, tiene mustia la tez, el pelo cano, ojos velados por melancolía; bajo el bigote, gris, labios de hastío, y una triste expresión, que no es tristeza sino algo más y menos: el vacío del mundo en la oquedad de su cabeza. Aun luce de corinto terciopelo chaqueta y pantalón abotinado, y un cordobés color de caramelo, pulido y torneado. Tres veces heredó; tres ha perdido al monte su caudal: dos ha enviudado. Sólo se anima ante el azar prohibido, sobre el verde tapete reclinado, o al evocar la tarde de un torero, la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta la hazaña de un gallardo bandolero, o la proeza de un matón, sangrienta. Bosteza de política banales dicterios al gobierno reaccionario, y augura que vendrán los liberales, cual torna la cigüeña al campanario. Un poco labrador, del cielo aguarda y al cielo teme; alguna vez suspira, pensando en su olivar, y al cielo mira con ojo inquieto, si la lluvia tarda. Lo demás, taciturno, hipocondríaco, prisionero en la Arcadia del presente le aburre; sólo el humo del tabaco, simula algunas sombras en su frente.

El crimen fue en Granada A Federico García Lorca. I

Poesías de la guerra (1936 – 1939)

(El crimen) Se le vio, caminando entre fusiles, por una calle larga, salir al campo frío, aún con estrellas, de la madrugada. Mataron a Federico cuando la luz asomaba. El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara. Todos cerraron los ojos; rezaron: ¡ni Dios te salva! Muerto cayó Federico. -sangre en la frente y plomo en las entrañas-. ...Que fue en Granada el crimen sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada... II (El Poeta y la Muerte) Se le vio caminar solo con Ella, sin miedo a su guadaña. Ya el sol en torre y torre; los martillos en yunque - yunque y yunque de las fraguas. Hablaba Federico, requebrando a la muerte. Ella escuchaba. "Porque ayer en mi verso, compañera, sonaba el golpe de tus secas palmas,

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y diste el hielo a mi cantar, y el filo a mi tragedia de tu hoz de plata, te cantaré la carne que no tienes, los ojos que te faltan, tus cabellos que el viento sacudía, los rojos labios donde te besaban... Hoy como ayer, gitana, muerte mía, qué bien contigo a solas, por estos aires de Granada, ¡mi Granada!" III Se le vio caminar… Labrad, amigos, de piedra y sueño, en el Alhambra, un túmulo al poeta, sobre una fuente donde llore el agua, y eternamente diga: el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

POEMAS DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

RIMAS (1902). 1 Aquella tarde, al decirle que me alejaba del pueblo, me miró triste, muy triste, vagamente sonriendo. Me dijo: ¿Por qué te vas? Le dije: porque el silencio de estos valles me amortaja como si estuviera muerto.

La pobre hundió su mirada allá en los valles desiertos y se quedó muy triste, vagamente sonriendo.

ARIAS TRISTES (1903)

2 Mi alma es hermana del cielo gris y de las hojas secas; sol enfermo del otoño, ¡mátame con tu tristeza! Los árboles del jardín están cargados de niebla: mi corazón busca en ellos esa novia que no encuentra; y en el suelo frío y húmedo me esperan las hojas secas: ¡si mi alma fuera una hoja y se perdiera entre ellas! El sol ha mandado un rayo de oro viejo a la arboleda, Un rayo flotante, dulce luz para las cosas muertas. ¡Qué ternura tiene el pobre sol para las hojas secas! Una tristeza infinita Vaga por todas las sendas, lenta, antigua sinfonía de músicas y esencias, algo que dora el jardín de ensueño de primavera. Y esa luz de ensueño y oro que muere en las hojas secas alumbra en mi corazón no sé qué vagas tristezas.

-¿Por qué te vas? –He sentido que quiere gritar mi pecho, y en estos valles callados voy a gritar y no puedo. Y me dijo: ¿Adónde vas? Y le dije: a donde el cielo esté más alto y no brillen sobre mí tantos luceros.

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JARDINES LEJANOS (1904)

que rondaba mi jardín al caer la tarde?... Miro

3 JARDINES LEJANOS (1904) Hay un oro dulce y triste en la malva de la tarde, que da realeza a la bella suntuosidad de los parques. Y bajo el malva y el oro se han recogido los árboles verdes, rosados y verdes de brotes primaverales. En el cáliz de la fuente solloza el agua fragante, agua de música y lágrima, nacida bajo la hierba entre rosas y cristales... ...Ya el corazón se olvidaba de la vida...; por los parques todo era cosa de ensueño, luz de estrellas, alas de ángeles... Sólo había que esperar a los luceros; la carne se hacía incienso y penumbra por las sendas de rosales... Y, de repente, una voz melancólica y distante, ha temblado sobre el agua en el silencio del aire. Es una voz de mujer y de piano, es un suave bienestar para las rosas soñolientas de la tarde; una voz que me va haciendo llorar por nadie y por alguien en esta triste y dorada suntuosidad de los parques. 4 Soy yo quien anda esta noche por mi cuarto, o el mendigo

en torno y hallo que todo es lo mismo y no es lo mismo… la ventana estaba abierta? yo no me había dormido? El jardín no estaba blanco de luna?... El cielo era limpio y azul… Y hay nubes y viento y el jardín está sombrío… Creo que mi barba era negra… Yo estaba vestido de gris… Y mi barba es blanca y estoy enlutado… ¿Es mío este andar? tiene esta voz que ahora suena en mí, los ritmos de la voz que yo tenía? Soy yo?... o soy el mendigo que rondaba mi jardín al caer la tarde?... Miro en torno… Hay nubes y viento… El jardín está sombrío… …Y voy y vengo… Es que yo… no me había ya dormido? Mi barba está blanca… Y todo es lo mismo y no es lo mismo…

ELEGÍAS (1908-1910) 4 Oh rosas, que, en la sombra del muro [abandonado volvéis a abrir, llorando, vuestras sangrientas [hojas, volveos a abrir en mi corazón arruinado, [aunque os abráis de rojas! La frangancia hace dulce la sombra, y yo he [ perdido aquella claridad que me embelleció un día…, una rosa a mi alma es un beso al olvido, rosas, ¡sed galardón de mi olvido, rosas, sed galardón de mi melancolía!

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Rosas de sangre, rosas de llanto, pero rosas que evoquen, corazón, tu doliente realeza… ¡La ilusión tornará, como las mariposas, y me perfumaré mi lúgubre belleza!

Igual que un oleaje crepuscular y ardiente, tu carne de mimosa se levanta, arrullando, y eres tan fujitiva cual un agua entre yerba bajo el anhelo loco de las calientes manos.

POEMAS AGRESTES (1910-1911)

LIBROS DE AMOR (1911-1912)

5 “El viaje definitivo”

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…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando; y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco. Todas las tardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario. Se morirán aquellos que me amaron; y el pueblo se hará nuevo cada año; y en el rincón aquel de mi huerto florido y [encalado, mi espíritu errará, nostáljico… Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido… Y se quedarán los pájaros cantando.

Una pena insondable, de la vida y la muerte, te dibujaba en la desidia de tu boca no sé qué dejadez que entristecía el blanco mate en que mis caricias convirtieron tus [rosas… Dejabas, sobre mí, que tus muslos de plata, descubiertos, besados, encantaran la hora y, cerrando los ojos, sin cuidarte de ti, te ibas por no sé qué laberintos de sombras… Te ibas lentamente, cual si la vida fuera el sueño que soñabas, entre orillas de gloria, y la tarde caía, melancólica y vaga, y el sol manchaba el césped mojado de oro y [rosa…

ETERNIDADES (1916-1917) 7

LABERINTO (1910-1911) 5 En camisa pareces un jazmín… Por tu carne morena hay olor de jazmín soleado… Son como dos serpientes que salen, entre rosas, los chorros apretados y tibios de tus besos. Tu pasión enervante, doliente y prolongada, evoca las livianas lujurias del verano; en tus ojos profundos hay regueros de estrellas, hay rumores de aljibe bajo tus pechos pálidos…

¡Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas! … Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente. Que por mí vayan todos los que no las conocen, a las cosas; que por mí vayan todos los que ya las olvidan, a las cosas; que por mí vayan todos los mismos que las aman, a las cosas… ¡Intelijencia, dame el nombre exacto, y tuyo, y suyo, y mío, de las cosas!

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POEMAS DE LA GENERACIÓN DEL 27

8 Vino, primero, pura, vestida de inocencia; y la amé como un niño. Luego se fue vistiendo de no sé qué ropajes; y la fui odiando, sin saberlo. Llegó a ser una reina, fastuosa de tesoros… ¡Qué iracundia de yel y sin sentido! …Mas se fue desnudando. Y yo le sonreía. Se quedó con la túnica de su inocencia antigua. Creí de nuevo en ella. Y se quitó la túnica, Y apareció desnuda toda… ¡Oh pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre! ... Rit de la fraîcheur de l’eau. V. HUGO DIARIO DE UN POETA RECIÉN CASADO (1917) Cielo Te tenía olvidado, cielo, y no eras más que un vago existir de luz, visto –sin nombrepor mis cansados ojos indolentes. Y aparecías, entre las palabras perezosas y desesperanzadas del viajero, como en breves lagunas repetidas de un paisaje de agua visto en sueños... Hoy te he mirado lentamente, y te has ido elevando hasta tu nombre.

BELLEZA (1923) EPITAFIO IDEAL DE UN MARINERO

UNDERWOOD GIRLS Quietas, dormidas están, las treinta redondas blancas. Entre todas sostienen el mundo. Míralas aquí en su sueño, como nubes, redondas, blancas y dentro destinos de trueno y rayo, destinos de lluvia lenta, de nieve, de viento, signos. Despiértalas, con contactos saltarines de dedos rápidos, leves, como a músicas antiguas. Ellas suenan otra música: fantasías de metal, valses duros, al dictado. Que se alcen desde siglos todas iguales, distintas como olas de la mar y una gran alma secreta. Que se crean que es la carta, la fórmula como siempre. Tú alócate bien los dedos, y las raptas y las lanzas, a las treinta, eternas ninfas contra el gran mundo vacío, blanco en blanco. Por fin a la hazaña pura, sin palabras sin sentido, ese, zeda, jota, i... Pedro Salinas

Hay que buscar, para saber tu tumba, por el firmamento. (Llueve tu muerte de una estrella. La losa no te pesa, que es un universo de ensueño.) En la ignorancia, estás en todo (cielo, mar y tierra) muerto. 21

ÁNGELUS A Antonio Machado. Sentado en el columpio el ángelus dormita Enmudecen los astros y los frutos

Bajo sus cuerdas los ríos pasan y los pájaros beben agua sin mancharla

Y los hombres heridos pasean sus surtidores como delfines líricos Otros más agobiados con los ríos al hombro peregrinan sin llamar en las posadas La vida es interminable

un

único

En medio la guitarra Amémosla Ella recoge el aire circundante Es el desnudo nuevo venus del siglo o madona sin infante

Después de ver el cuadro la luna es más precisa y la vida más bella El espejo doméstico ensaya una sonrisa y en un transporte de pasión canta el agua enjaulada en la botella.

verso Gerardo Diego

Nadie llegó a su fin Nadie sabe que el cielo es un jardín Olvido.

ROMANCE DE LA PENA NEGRA A José Navarro Pardo

El ángelus ha fallecido Con la guadaña ensangrentada un segador cantando se alejaba Gerardo Diego, Imagen.

CUADRO El mantel jirón del cielo es mi estandarte y el licor de poniente da su reflejo al arte Yo prefiero el mar cerrado y la sol le pongo sordina Mi poesía y las manzanas hacen la atmósfera más fina

ROMANCE SONÁMBULO A Gloria Giner y a Fernando de los Ríos. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura, ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas. Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha

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vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga. -Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando, desde los puertos de Cabra. -Si yo pudiera, mocito, este trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. -Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, Con las sábanas de holanda. ¿No ves la herida que tengo desde el pecho a la garganta? -Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. -Dejadme subir al menos hasta las altas barandas, ¡dejadme subir!, dejadme hasta las verdes barandas. Barandales de la luna por donde retumba el agua. Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de lágrimas. Temblaban en los tejados

farolillos de hojalata. Mil panderos de cristal Herían la madrugada. Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento, dejaba En la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. -¡Compadre! ¿Dónde está, dime, dónde está tu niña amarga? -¡Cuántas veces te esperó! ¡Cuántas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda! Sobre el rostro del aljibe se mecía la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Un carámbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche se puso íntima como una pequeña plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo en la montaña. Federico García Lorca. Romancero gitano. VUELTA DE PASEO Asesinado por el cielo, entre las formas que van hacia la sierpe y las formas que buscan el cristal, dejaré crecer mis cabellos. Con el árbol de muñones que no canta y el niño con el blanco rostro de huevo.

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Con los animalitos de cabeza rota y el agua harapienta de los pies secos. Con todo lo que tiene cansancio sordomudo y mariposa ahogada en el tintero. Tropezando con mi rostro distinto de cada día. ¡Asesinado por el cielo! Federico García Lorca. Poeta en Nueva York.

EL LLANTO POR IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS La cogida y la muerte A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde. Lo demás era muerte y sólo muerte a las cinco de la tarde. El viento se llevó los algodones a las cinco de la tarde. Y el óxido sembró cristal y níquel a las cinco de la tarde. Ya luchan la paloma y el leopardo a las cinco de la tarde. Y un muslo con un asta desolada a las cinco de la tarde. Comenzaron los sones del bordón a las cinco de la tarde. Las campanas de arsénico y el humo a las cinco de la tarde. En las esquinas grupos de silencio a las cinco de la tarde. ¡Y el toro, solo corazón arriba! a las cinco de la tarde. Cuando el sudor de nieve fue llegando a las cinco de la tarde, cuando la plaza se cubrió de yodo

a las cinco de la tarde, la muerte puso huevos en la herida a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde. A las cinco en punto de la tarde. Un ataúd con ruedas es la cama a las cinco de la tarde. Huesos y flautas suenan en su oído a las cinco de la tarde. El toro ya mugía por su frente a las cinco de la tarde. El cuarto se irisaba de agonía a las cinco de la tarde. A lo lejos ya viene la gangrena a las cinco de la tarde. Trompa de lirio por las verdes ingles a las cinco de la tarde. Las heridas quemaban como soles a las cinco de la tarde, y el gentío rompía las ventanas a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde. ¡Ay qué terribles cinco de la tarde! ¡Eran las cinco en todos los relojes! ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

GACELA DEL AMOR DESESPERADO La noche no quiere venir para que tú no vengas, ni yo pueda ir. Pero yo iré aunque un sol de alacranes me coma la sien. Pero tú vendrás con la lengua quemada por la lluvia de sal. El día no quiere venir para que tú no vengas, ni yo pueda ir. Pero yo iré entregando a los sapos mi mordido clavel.

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Pero tú vendrás por las turbias cloacas de la oscuridad. Ni la noche ni el día quieren venir para que por ti muera y tú mueras por mí. Federico García Lorca. Diván del Tamarit. EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena pues de palbras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura. Federico García Lorca, Sonetos del amor oscuro.

UNOS CUERPOS SON COMO FLORES Unos cuerpos son como flores, Otros como puñales, Otros como cintas de agua; Pero todos, temprano o tarde, Serán quemaduras que en otro cuerpo se [agranden, Convirtiendo por virtud del fuego a una piedra

[en hombre.

un

Pero el hombre se agita en todas direcciones, Sueña con libertades, compite con el viento, Hasta que un día la quemadura se borra, Volviendo a ser piedra en el camino de nadie. Yo, que no soy piedra, sino camino Que cruzan al pasar los pies desnudos, Muero de amor por todos ellos; Les doy mi cuerpo para que lo pisen, Aunque les lleve a una ambición o a una nube, Sin que ninguno comprenda Que ambiciones o nubes No valen un amor que se entrega. Luis prohibidos.

Cernuda.

Los

placeres

QUÉ RUIDO TAN TRISTE Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman, parece como el viento que se mece en otoño sobre adolescentes mutilados, mientras las manos llueven, manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas, cataratas de manos que fueron un día flores en el jardín de un diminuto bolsillo. Las flores son arena y los niños son hojas, y su leve ruido es amable al oído cuando ríen, cuando aman, cuando besan, cuando besan el fondo de un hombre joven y cansado porque antaño soñó mucho día y noche. Mas los niños no saben, ni tampoco las manos llueven como dicen;

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así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños, invoca los bolsillos que abandonan arena, arena de las flores, para que un día decoren su semblante de muerto. Luis Cernuda, Los placeres prohibidos (1931)

UN HOMBRE CON SU AMOR Si todo fuera dicho Y entre tú y yo la cuenta Se saldara, aún tendría Con tu cuerpo una deuda. Pues ¿quién pondría precio A esta paz, olvidado En ti, que al fin conocen Mis labios por tus labios? En tregua con la vida, No saber, querer nada, NI esperar: tu presencia Y mi amor. Eso basta. Tú y mi amor, mientras miro Dormir tu cuerpo cuando Amanece. Así mira Un dios lo que ha creado. Mas mi amor nada puede Sin que tu cuerpo acceda: Él sólo informa un mito En tu hermosa materia. Luis Cernuda, Vivir sin estar viviendo (1949)

DESPEDIDA Muchachos Que nunca fuisteis compañeros de mi vida,

Adiós. Muchachos Que no seréis nunca compañeros de mi vida, Adiós. El tiempo de una vida nos separa Infranqueable: A un lado la juventud libre y risueña; A otro la vejez humillante e inhóspita. De joven no sabía Ver la hermosura, codiciarla, poseerla; De viejo la he aprendido y veo a la hermosura, mas la codicio inútilmente Mano de viejo mancha El cuerpo juvenil si intenta acariciarlo. Con solitaria dignidad el viejo debe Pasar de largo junto a la tentación tardía. Frescos y codiciables son los labios besados, Labios nunca besados más codiciables y frescos aparecen. ¿Qué remedio, amigos? ¿Qué remedio? Bien lo sé: no lo hay. Qué dulce hubiera sido En vuestra compañía vivir un tiempo: Bañarse juntos en aguas de una playa caliente, Compartir bebida y alimento en una mesa. Sonreír, conversar, pasearse Mirando cerca, en vuestros ojos, esa luz y esa música. Seguid, seguid así, tan descuidadamente, Atrayendo al amor, atrayendo al deseo. No cuidéis de la herida que la hermosura vuestra y vuestra gracia abren En este transeúnte inmune en apariencia a ellas.

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Adiós, adiós, manojos de gracias y donaires. Que yo pronto he de irme, confiado, Adonde, anudado el roto hilo, diga y haga Lo que aquí falta, lo que a tiempo decir y hacer aquí no supe. Adiós, adiós, compañeros imposibles. Que ya tan sólo aprendo A morir, deseando Veros de nuevo, hermosos igualmente En alguna otra vida. Luis Cernuda, Desolación de la quimera (1962)

El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¿Por qué me desenterraste del mar? En sueños, la marejada me tira del corazón. Se lo quiere llevar. Padre, ¿por qué me trajiste acá? Rafael Alberti, Marinero en tierra

Si mi voz muriera en tierra, llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera. Llevadala al nivel del mar Y nombradla capitana de un blanco bajel de guerra. ¡Oh mi voz condecorada con la insignia marinera: sobre el corazón un ancla y sobre el ancla una estrella y sobre la estrella el viento y sobre el viento la vela! Rafael Alberti, Marinero en tierra

LOS ÁNGELES MUERTOS Buscad, buscadlos: en el insomnio de las cañerías olvidadas, en los cauces interrumpidos por el silencio [de las basuras. No lejos de los charcos incapaces de [guardar una nube, unos ojos perdidos, una sortija rota o una estrella pisoteada. Porque yo los he visto: en esos escombros momentáneos que [aparecen en las neblinas. Porque yo los he tocado: en el destierro de un ladrillo difunto, venido a la nada desde una torre o un carro. Nunca más allá de las chimeneas que se [derrumban ni de esas hojas tenaces que se estampan en [los zapatos. En todo esto. Más en esas astillas vagabundas que se [consumen sin fuego, en esas ausencias hundidas que sufren los [muebles desvencijados, no a mucha distancia de los nombres y [signos que se enfrían en las paredes. Buscad, buscadlos: debajo de la gota de cera que sepulta la [palabra de un libro o la firma de uno de esos rincones de cartas que trae rodando el polvo. Cerca del casco perdido de una botella, de una suela extraviada en la nieve, de una navaja de afeitar abandonada al [borde de un precipicio. Rafael Alberti.

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Se equivocó la paloma. Se equivocaba. Por ir al norte, fue al sur. Creyó que el trigo era agua. Se equivocaba. Creyó que el mar era el cielo; que la noche, la mañana. Se equivocaba. Que las estrellas, rocío; que el calor, la nevada. Se equivocaba. Que tu falda era tu blusa; que tu corazón, su casa Se equivocaba. (Ella se durmió en la orilla. Tú, en la cumbre de una rama.) Rafael Alberti, Entre el clavel y la espada.

Tal vez, oh mar, mi voz ya esté cansada y le empiece a faltar aquella trasparencia, aquel arranque igual al tuyo, aquello que era tan parecido a tu oleaje. Han pasado los años por mí, sus duras olas han mordido la piedra de mi vida, y al viento de este ocaso playero ya la miro doblándose en las húmedas arenas. Tú, no; tú sigues joven, con esa voz de siempre y esos ojos azules renovados que ven hundirse, insomnes, las edades.

iba a tu mar robándole caracoles y [algas! Bien lo merecería, yo sé que tú lo [sabes, por haberte llevado tantos años conmigo, por haberte cantado casi todos los días, llamando siempre Cádiz a todo lo [dichoso, lo luminoso que me aconteciera. Siénteme cerca, escúchame igual que si mi nombre, si todo yo [tangible, proyectado en la cal hirviente de tus [muros, sobre tus farallones1 hundidos o en los [huecos de tus antiguas tumbas o en las olas te [hablara. Hoy tengo muchas cosas, muchas más [que decirte. Yo sé que lo lejano, sí, que lo más lejano, aunque se llame Mar de Solís o Río de la Plata2, no hace que los oídos de tu siempre dispuesto corazón no me [oigan. Por encima del mar voy de nuevo a [cantarte. Rafael Alberti: Ora marítima.

Rafael Alberti, Poemas de Punta del Este

POR ENCIMA DEL MAR, DESDE LA ORILLA AMERICANA DEL ATLÁNTICO ¡Si yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu [vera, hoy, junto a ti, metido en tus raíces, [ hablarte como entonces, como cuando descalzo por tus verdes [orillas

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Madrid es una ciudad de más de un millón [de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me [incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me [pudro, y paso largas horas oyendo gemir al [huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. Y paso largas horas gimiendo como el [huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente [de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente [mi alma, por qué se pudren más de un millón de [cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se [pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con [nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales [del día, las tristes azucenas letales de tus noches?

Dámaso Alonso. Hijos de la ira

LAS ÁGUILAS

El mundo encierra la verdad de la vida, aunque la sangre mienta [melancólicamente cuando como mar sereno en la tarde siente arriba el batir de las águilas libres. Las plumas de metal, las garras poderosas, ese afán del amor o la muerte, ese deseo de beber en los ojos con un [pico de hierro, de poder al fin besar lo exterior de la [tierra, vuela como el deseo, como las nubes que a nada se oponen, como el azul radiante, corazón ya de [afuera

en que la libertad se ha abierto para el [mundo. Las águilas serenas no serán nunca esfinjes no serán sueño o pájaro, no serán caja donde olvidar lo triste, donde tener guardado esmeraldas u [ópalos. El sol que cuaja en las pupilas, que a las pupilas mira libremente, es ave inmarcesible, vencedor de los [pechos donde hundir su furor contra un cuerpo [amarrado. Las violentas alas que azotan rostros como eclipses, que parten venas de zafiro muerto, que seccionan la sangre coagulada, rompen el viento en mil pedazos, mármol o espacio impenetrable donde una mano muerta detenida es el claror que en la noche fulgura. Águilas como abismos, como montes altísimos, derriban majestades, troncos [polvorientos, esa verde hiedra que en los muslos finge la lengua vegetal casi viva. Se aproxima el momento en que la dicha [consista en desvestir de piel a los cuerpos [humanos, en que el celeste ojo victorioso vea sólo a la tierra como sangre que gira. Águilas de metal sonorísimo, arpas furiosas con su voz casi humana, cantan la ira de amar los corazones, amarlos con las garras estrujando su [muerte. Vicente Aleixandre. La destrucción o el amor.

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MANO ENTREGADA Pero otro día toco tu mano. Mano tibia. Tu delicada mano silente. A veces cierro mis ojos y toco leve tu mano, leve toque que comprueba su forma, que tienta su estructura, sintiendo bajo la piel alada el [duro hueso insobornable, el triste hueso adonde no [llega nunca el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa [del amor hermoso. Es por la piel secreta, secretamente [abierta, invisiblemente entreabierta, por donde el calor tibio propaga su voz, su [afán dulce; por donde mi voz penetra hasta tus venas [tibias, para rodar por ellas en tu escondida [sangre, como otra sangre que sonara oscura, que [dulcemente oscura te besara por dentro, recorriendo despacio como [sonido puro ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío [poblado de mis voces profundas, oh resonado cuerpo de mi amor, oh [poseído cuerpo, oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndole.

[vida, hasta tus venas hondas totales donde [bogo, donde te pueblo y canto completo entre tu [carne. Vicente Aleixandre: Historia del corazón.

El olvido No es tu final como una copa vana que hay que apurar. Arroja el casco, y muere. Por eso lentamente levantas en tu mano un brillo o una mención, y arden tus dedos, como una nieve súbita. Está y no estuvo, pero estuvo y calla. El frío quema y en tus ojos nace su memoria. Recordar es osceno, peor: es triste. Olvidar es morir. Con dignidad murió. Su sombra cruza. Vicente Aleixandre. Poemas de la consumación.

Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que [sólo el hueso rehúsa mi amor -el nunca incandescente hueso [del hombre -. Y que una zona triste de tu ser se rehúsa, mientras tu carne entera llega un instante [lúcido en que total flamea, por virtud de ese lento [contacto de tu mano, de tu porosa mano suavísima que gime, tu delicada mano silente, por donde entro despacio, despacísimo, secretamente en tu

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