MARIA VIRGEN Y MADRE DE CRISTO, TIPO DE LA IGLESIA SEGUN SAN AGUSTIN

MARIA VIRGEN Y MADRE DE CRISTO, TIPO DE LA IGLESIA SEGUN SAN AGUSTIN S. FOLGADO FLOREZ, O.S.A. 1. Sentido actuante de su tipología mariana Bajo un

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MARIA VIRGEN Y MADRE DE CRISTO, TIPO DE LA IGLESIA SEGUN SAN AGUSTIN

S. FOLGADO FLOREZ, O.S.A.

1.

Sentido actuante de su tipología mariana

Bajo un doble aspecto presenta san Agustín el quehacer histórico­ salvífico que la Virgen ejercita para con la comunidad de los cre­ yentes: de acuerdo con las determinaciones divinas actúa a su modo el principio de la Iglesia, relación de origen; después y consiguien­ temente es el prototipo y síntesis de la misma, relación de ejempla­ ridad. Este proceder analítico de los distintos momentos lógicos de actuación sobre la Iglesia de fa «llena de gracia» llegará claramente con el tiempo a evidenciarse pletórico de consecuencias y de posibi­ lidades mariológicas inherentes a la iniciativa. A partir de la mater­ nidad concreta del Evangelio, cuya plenitud atributiva de Madre alcanza la dimensión eclesial del Verbo hecho hombre - predestinado también desde siempre a ser Cabeza del Cuerpo místico y suprema razón conformadora, única, dd presente orden de la gracia- 1, María aparece como presupuesto opeirante de la Iglesia, algo personal que está ahí como exigencia emergente de la estructura dada al orden sobrenatural de la vida, completando el esquema teológico de la mediación2• En fórmula desarrollada de contenidos equivalentes I «Le Christ est done prédestiné a erre le Médiateur universel de tous les élus qui, dans la pensée et la volonté du Pere, se rattachent a Lui, comme les membres d'ún meme corps se rattachent a la tete . . . AugustiI). ne considere done pas seulement la prédestination indivi­ duelle, mais aussi celle de la communauté des élus, solidaires entre eux comme les membres d'un meme corps et liés au Christ comme a la tete de ce corps» (BERNARD, R. , La prédes­ tination du Christ Total, en «Recherches Augustiniennes» , vol. III, Pañs, 1 96 5 , p. 30). 2 Cfr nuestro anterior trabajo, publicado en el número 11 de este mismo Anuario, 1 97 9 , pp. 59-96, y q u e lleva por título L a Virgen María e n e l esquema agustiniano d e la mediación. En él se analizan, estudian y concretan los principios teológicos que dan consistencia y sentido

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quiere esto decir que el contorno maternal de la Virgen expresa un carácter teológico definido, abierto a lo comunitario y se traduce a categorías válidas de lo funcional salvífica al amparo de la «figura­ ción» que encarna: es «tipo» de la Iglesia, modela el misterio de la fecundidad virgen de la Iglesia y ejemplariza, por lo mismo, las ac­ ciones de la propia Iglesia en cuanto prolongación de la solicitud maternal, primera, de María3• A tono con su doctrina enseñada sobre la maternidad específica de la Virgen, que incide desde el momento de la encarnación en el ser de la Iglesia, resultan del todo consecuentes las explicaciones y comentarios mediante los cuales intenta justificar el Ohispo de Hipo­ na la eficiencia y viabilidad en la práctica de los principios teoló­ gicos formulados. Sobre una larga serie de textos y apelaciones lími­ tes al correspondiente paralelismo entre una y otra realidad alarga la argumentación hasta las últimas implicaciones doctrinales con el propósito inmediato de esclarecer el misterio de la mediación mater­ nal de la Iglesia. Y en este contexto, de clara intencionalidad soterio­ lógica, María es el punto obligado de referencia, la razón aclarativa y la clave teológica ineludible para comprender de algún modo la naturaleza y cometido de la «Societas sanctorum», el nivel eclesioló­ gico que condiciona el ser sujeto de la mediación eclesial4• María Vir­ gen y Madre de Cristo personaliza, ella sola, el por qué y cómo de la virginidad fecunda de la Iglesia5• Con absoluta precisión enunciativa de los términos propone san Agustín la tesis que está a la base de su eclesiología mariana en lo que tiene de más incitante a la hora de programar el vivir en cris­ tiano de los fieles que se sientan verdaderamente Iglesia, la Esposa de Cristo: «In ipsius (Ecclesiae) typus - proclama- Maria virgo prae­ cessit»6. Bajo el supuesto de los antecedentes teológicos que inscriben orgánico a la mariología agustiniana. Al margen de Ias conclusiones a las que allí llegábamos este segundo capítulo se encontraría desrelacionado y nada o muy poco consistente al pres­ cindir de las premisas primeras que sustentan la argumentación. Porque la verdad es que de hecho se trata de la segunda parte de un mismo estudio. 3 El concepto de maternidad virginal de la Iglesia lo estudia, en consecuencia, san Agustín en relación con el destino y función que la Virgen desempeña en la historia salutis; cfr FoL­ GADO FLóREZ, S., Dinamúmo católico de la Iglesia en san Agustín, El Escorial, 1977, pp. 254 ss. 4 Con ello aludimos a la concepción típicamente agustiniana sobre la Iglesia; cfr FoLGADO FLóREZ, S. , ob. cit . , pp. 96 ss. ; CONGA R , Y. M .-J. , Introduction aux Traz'tés antz'donatistes, en «Traités antidonatistes» , vol. I , Desclée de Brouwer, 1963, p. 115; íd. , L'Eglise de Saint A ugustin a l'époque moderne, París, 1970, p. 17. 5 Aunque no con la radicalidad con que se pronuncia, creemos, san Agustín al respecto, también el Concilio Vaticano 11 insinúa de algún modo la misma doctrina; cfr Const. dog­ mática sobre la Iglesia «Lumen Gentz"um», n. 64. 6 Sermo Denis, 15 , 8: MA I, 163 . Sobre la tipología mariana en general re:;pecto de la Iglesia pueden consultarse: BALIC, C., Maria, Madre e tipo della Chiesa, en «Divinitas», 8 (1964), pp. 142-147; EcUI LUZ, A . , María, prototipo y Madre de la Iglesia, en «Verdad y Vida» , 23 (1965). pp. 5-52; CAROL, J. B . , María y fo Iglesia, en «Marianum» , 20 (1958), pp . 25-104;

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la gráfica de su concepción rnariológica en el ámbito de una cris­ tología y de una soteriología fundamentales, cabe obviamente inferir que el enunciado con valor de axioma compendia las más profundas connotaciones del pensamiento del santo sobre lo que es y lo que sig­ nifica la Virgen en la «historia salutis», sobre lo que tiene de ape­ lación ideal para el creyente y lo que representa al fin en el misterio de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo7• Figuratz"vamente (palabra a la que atribuimos aquí alcance cuasi-sacramental de signo y causa de lo figurado, de acuerdo con la polivalente terminología agusti­ niana de asignación paralela)8, María antecede, personalizándolas incluso, las razones del ser y actuar maternales de la «societas sanc­ torum». Y como la existencia encarnada del Verbo hecho historia, el hombre Cristo Jesús, su humanidad, figura a la Iglesia, prenuncia y previve las situaciones de los miembros del Cuerpo místico9, a pari y según un orden de proporcionalidad correlativa querido por Dios, resulta hasta obligado predicar de la persona de María, la Virgen, los mismos motivos de preanuncio y previvencia en cuanto tipificadores de la virginidad fecunda de la «communitas ecclesialis». Es, creemos, la derivación doctrinal que fluye consecuente de las premisas formu­ ladas cuando san Agustín, en referencia a la dimensión eclesial de la encarnación, insinúa el cometido pleno de la Madre de cara al mis­ terio del Cristo-TotaP0• Pero la analogía y paralelismo de atributos - Madre y Virgen de Cristo- , objeto de la «ejemplarización» tipificadora de María hacia la Iglesia, rebasan el dato fisiológico de la virginidad de la carne, para trascender a un orden superior de mutua correspondencia, que caracteriza como virtud y privilegio la «integritas fidei». Es éste, sin

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DELAHAYE , K., Maria als Typus der Kirche, en «Wis. und Weish.», 12 ( 1 949) , pp. 79-92; GALOT , G. , Mari·e et l'Église, en «Nouv. Revue Théol.» , 81 ( 1 959), pp. 1 1 3- 1 3 1 ; íd. , María, tipo y modelo de la Iglesia, en «La Iglesia del Vaticano 11» (G. Baraúna), 11, pp. 1 . 1 8 5 - 1 . 200; M ÜLLER, A., Ecclesia-Maria. Die Einheit Marias und der Kirche, 2 . ed. , Friburgo, 1 955; íd. , L'unité de l'Église et de la Sainte Vierge chez les Peres des ! Ve et Ve siecles, Friburgo, 1 96 2 ; PHILIPS , G . , Marie et l'Église, un theme théologique renouvelé, en «Maria» , 7 (1 964) , pp. 363-41 9 ; VoDOPIVEC, l . , Mana typus et_ Mater Ecclesiae, en «Alma Socia Christi», 9 (1953), pp. 255-294; NICOLÁS , M. J. , Marie et l'Eglis¡; dans le plan divz�n, en «Et. Mar.», 11 (1 953), pp . 1 59-1 69; THURI AN , M . , Marie, Mere du Seigneur, figure de l'Eglise, Pañs, 1 962 . 7 Perspectiva también desde la cual el Vaticano II elabora su doctrina acerca de la Virgen;· cfr Const. dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium>>, cap. VIII: «De beata Maria Virgine Deipara in mysterio Christi et Ecclesiae». 8 Cfr CouTURIER, C. , Sacramentum et mysterium dans l'oeuvre de Saint A ugustin, en « Études Augustiniennes» , Aubier, 1953, pp. 163-274. . 9 El tema es amplio y hasta reiterativo a lo largo de las obras de san Agustín, en especial en las Enarrationes in psalmos. Por eso prescindimos en este caso de las referencias. Cfr GoENAGA, J. A . , La humanidad de Cristo, figura de la Iglesia, Madrid, 1 963 , pp. 25-52, donde propone y estudia, anticipando fórmulas de sistematización, los textos de mayor interés y alcance significativo sobre el particular. 10 Cfr el apartado «Maña y la encamación eclesial» de nuestro estudio La Virgen María en el esquema agustiniano de la mediación, en «Scripta de Maria», 11, 1979, pp. 87 96 . ª

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duda, el punctum dolens de la confrontación Iglesia-María, reseñado al detalle por san Agustín y con amplitud de perspectivas, porque de la virginidad, no del cuerpo, sino de la mente, proviene la fecun­ didad que termina en Cristo11• Sólo desde la «virginitas mentís et cordis», que fecundiza mediante la fe la encarnación de la Palabra, el «fíat» maternal del Evangelio llega a la Iglesia y puede notificar su modo característico de ser virgen 1 2• La actitud creyente de María y su disponibilidad cooperante al designio salvífica («cooperata est caritate») empiezan y también con­ dicionan, según eso, el signo de su propia maternidad. En María dio a luz la piadosa virginidad a Cristo13, al que concibe, no por la con­ cupiscencia de la carne («non carnaliter concupiscendo»), sino por _ la fe espiritual («spiritualiter credendo») 1 4; y por la fe, factor que decide su destino histórico de Madre y de mayor importancia para Ella que el llevar al Hijo en el seno15, además de concebirlo («fide concepit») - reitera san Agustín- lo crió («fide suscepit») 16• «La ex­ presión 'typus Ecclesiae' de cuño ambrosiano17- • • • hace converger esta vez a Eva y a María en la Iglesia, a propósito de una relación pura, fontal, que dará su fruto: 'Conceptio filii, fides matris'18• La virginidad de Eva no se mantuvo en la maternidad, pero 'la Igle­ sia es a un tiempo madre y virgen; madre por las entrañas de cari­ dad; virgen por la integridad de la fe y de la piedad'19• Admirable es esto, porque es divino, inefable porque no se puede escrutar20, pero es más maravilloso - el paralelismo se establece ahora entre 11

Cfr Sermo 1 9 1 ,4; PL 38, 1 . 0 1 1 . «Mentis virginitas, fidei catholicae integritas» (Sermo Denis, 1 5 , 8: M A 1, 1 64); «Quae est virginitas mentis? Integra fides, solida spes, sincc.a caritas» (Tract. in loan. 1 3 , 1 3 ; PL 3 5 , 1 . 499); «Virginitas cordis, fides incorrupta» (Enarr. in ps. 147 , 1 0 ; PL 37 , 1 . 920). Con­ viene, no obstante, precisar que «la fe, en san Agustín, es a un tiempo adhesión de la mente a la verdad sobrenatural y humilde entrega de todo el hombre a la gracia de Dios. La ahde­ sión de la mente a la autoridad de Dios supone humildad y la humildad, a su vez, supone confianza en Dios, la cual es, por sí misma, un acto de amor y de caridad» (GILSON, E. , Intro­ duction a l'étude de St. A ugustin, París, 1 949, p. 36). 1 3 Sermo 1 9 2 , 2 ; PL 38, 1 . 0 1 2 . 1 4 Enarr. in ps. 6 7 , 2 1 ; PL 36 , 826. Cfr también D e peccat. menús e t remissione, II, 24, 38 ; PL 44 , 1 75: «Ideo virginem matrem, non lege carnis peccati, i d est, non concupiscentiae carnalis motu concipientem, sed pia fide sanctum germen in se promerentem, quam eligeret creavit, de qua crearetur elegit» . 15 Sermo 1 9 6 , 1 ; PL 38, 1 . 0 1 9 ; De sancta virginitate, 3 , 3 ; PL 40 , 398: «Beatior ergo Maria percipiendo fidem Christi quam concipiendo carnem. Christi» . 16 Tract. in loan. 4, 1 0.; PL 35, 1 .4 1 0 ; «Nec eum in peccatis mater eius in utero aluit, quem virgo conceperit, virgo peperit; quia fide concepit, et fide suscepit» . 17 Cfr FoLGADO FLóREZ , S., María, modelo de la Iglesia en San Am brosio, en «Estudios marianos» , 39 (1974), pp. 59-77, donde se pretende concretar el significado preciso de la expresión «Tipo de la Iglesia» a la luz de la doctrina eclesiológica y mariológica del santo. 1 8 Sermo 1 92 , 2 ; PL 38, 1 . 0 1 2 - 1 . 0 1 3 . 1 9 Sermo 2 1 5,4; PL 3 8 , 1 . 074: «Mira sunt haec, quia divina sunt; ineffabilia, quia et inscrutabilia». 20 Sermo 1 89 , 2 ; PL 38, 1 . 005 . 12

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María e Isabel- 'que una creatura haya podido concebir en su seno al Creador'21• ¿Y qué se ha de admirar más, la potencia o la miseri­ cordia de quien, pudiendo hacerlo, quiso nacer así?»22• Para san Agustín la entidad y proyección histórica de María, tal corno intuye él sus razones a la luz de la Escritura, centran y con­ forman el ser y actividades salvíficas de la Iglesia en sus múltiples aspectos, de maternidad virgen y de plenitud de gracia, de mediación ontológica y de ejercicio en la activa ejernplarización de su cometido de Madre. El misterio eclesial se explica, pues, y revela su misión en línea y sobre la base de lo realizado ya en María y por María, Madre de Cristo y de los cristianos, figura y paradigma de la Iglesia en el cumplimiento de su maternidad y práctica de las tres virtudes teolo­ gales que completan la definición de la «virginitas rnentis»: la fe ínte­ gra, una sólida esperanza y una caridad sincera23• Teológicamente, de lo que se trata es de concretar el alcance del único principio des­ doblado - el de la virginidad fecunda o el de la maternidad virgenen su doble' vertiente entitativa («conceptio filii» =«rnaternitas») y fun­ cional («fides matriS>> =de decisiones sobrenaturales), que sirve a la comprensión de las relaciones existentes entre ambas, configurando, asimismo, el punto válido de partida en orden a la concepción y ordenamiento· de una espiritualidad eclesial-mariana dirigida plena­ mente hacia el Evangelio24. Desde los condicionamientos doctrinales del esquema mental agusti­ niano, la palabra «tipo» amplía su atribución directa e incluye, eón idéntico valor predicativo, el significado de «modelo». Algo que clarifica el equivalente terminológico de «figura» en correspondencia lógica con la serie de textos relativos a la dinámica ejernplarizante, reflejo del quehacer de la Iglesia que «imita» a María25• Tipo, en consecuencia, 21

Sermo 1 8 9 , 2 ; PL 38, 1 . 005 . PALMERO RA:MOS , R . , «Ecclesia Mater» en San Agustín, Madrid, 1 970, p. 226. El texto, al que alude el interrogante, es el siguiente: «Miramur virginis partum et novum ipsum nas­ cendi modum incredibilis persuadere conamur, quod in utero non seminato germen prolis exortum est et a complexu carnis viscera immunia filium hominis protulerunt, cuius patrem hominem non tulerunt, quod virginitatis integritas et in conceptu clausa, et in patria inco­ rrupta permansit. Mira est ista potentia, sed plus est miranda misericordia, quod ille qui sic nasci potuit, nasci voluit. Erat iam unicus Patri, qui unicus natus est matri: et ipse est factus in matre, qui sibi fecerat matrem: sempiternus cum Patre, hodiernus ex matre: post matrem de matre factus, ante omnia de Patre non factus: sine quo Pater numquam fuit, sino quo mater numquam fuisset» (Sermo 1 92 , 1 ; PL 38, 1 . 0 1 2) . 23 Tract. in Ioann. 1 3 , 1 3 ; PL 35, 1 .499 . C fr AGTERBERG , M . , L'«Ecclesia Virgo» e t la « Vir­ ginitas mentis» des Jüleles dans la pensée de Saint A ugustin, en «Augustiniana», 9 (1959), pp. 221-276. 24 No olvidemos que la teología agustiniana sobre la Virgen en sus relaciones con la Iglesia se apoya básicamente en estos tres principios: la encarnación del Verbo vista en su dimensión eclesial, el «fiat» ·de la Virgen como actitud suprema de fe y el hecho consecuente de la maternidad divina en su sentido pleno, corporal y espiritual. 25 Cfr, por ejemplo, De sancta virginitate, 2,2; PL 40 , 397. 22

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es la representación viva de un contenido espiritual, su aspecto onto­ lógico, que se acompaña, por imperativos derivados de la misma fundamentación tipológica - el vínculo real interno- , de la nota de ejemplaridad (modelo) consecuente a la figuración26• Cuando san Agustín predica de la Virgen que es «tipo de la Iglesia», agota la sig­ nificación y características del concepto. María aparece entonces como la síntesis, la culminación, la forma ideal, la imagen personi­ ficada de la Iglesia a la que está íntimamente unida. La Iglesia, rea­ lidad mística y social, Cuerpo de Cristo, se concretiza de hecho y copia el misterio de María en su dimensión teologal de virgen y madre. De donde se infiere que «tipo» en este caso equivale también a «ar­ quetipo», porque, además de la representación actuante de la Iglesia, María es su expresión antecedente y peJrfecta27• La tipología mariana alcanza en san Agustín el mayor grado de expresividad y de vigencia teológica ya que, sobre el nivel de lo representativo, trasciende al de la maternidad como fundamento grande de las relaciones Iglesia-Maria. María, personificación de la Iglesia, es también Madre de la Iglesia, la persona que, asociada a Cristo, caracteriza hasta el ser fecundo de la propia Iglesia28• No es, por eso, la Virgen un «original» que sirve de modelo a la con­ formación de los rasgos eclesiales desde fuera, sino la réplica antece­ dente que influye actuante en la formación misma de la Iglesia im­ primiéndole su fisonomía y tipificando el sistema de coordenadas que da validez al proceso: porque María es Madre-Virgen, la Iglesia es Madre-Virgen; porque María engendra a Cristo, la Iglesia engendra a los miembros del Cuerpo de Cristo. Emerge de aquí una amplia doctrina traspasada de posibilidades, soporte de toda verdadera espi­ ritualidad mariana de signo eclesial. Una espiritualidad fecunda a tono con los principios que urge a cada cristiano, articulado en Iglesia, el deber de engendrar a Cristo, el de crear a Cristo dentro de sí, el ser siempre más Cristo, a semejanza de María29• 26 En su integralidad el tipo incluye, efectivamente, los tres elementos insinuados: repre­ sentación de un contenido espiritual por parte de una figura completa; vínculo real interno, fundamento de la representación; y la ejemplaridad o carácter de modelo moral que emerge de la representación efectiva. 27 Lo que reafirma el Vaticano 11 en clara y casi literal referencia, terminológica al menos, a otros tantos pasajes agustinianos: «La Madire de Dios es tipo de la Iglesia, como ya enseñaba san Ambrosio, a saber, en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Dios. Porque en .el misterio de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y vir­ gen, la Bienaventurada Virgen Maña la precedió, mostrando de forma eminente y singular el modelo de la virgen y de la madre» (Const. dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium», n. 63). 28 Cfr Sermo 1 9 2 , 2 ; PL 38, 1 . 0 1 2 : «Quomodo autem non ad partum Virginis pertinetis, quando Christi membra estis? 29 Cfr, entre otros lugares de sus obras, Sermo Denis, 25, 8 : MA I, 1 63; Sermo 2 1 3, 7; PL 38, 1. 064.

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A estas alturas del discurso, el mariotipismo eclesiológico repercute constantemente sobre las conclusiones tendentes a la comprobación efectiva del puesto asignado a María en el ser y funciones de la Iglesia. Da incluso la impresión de que aquélla - la Virgen- no res­ pondería a su cometido de nueva Eva, el «adiutorium Christi» Madre de la recreación, sino en cuanto arquetipo y figura de la Iglesia misma. Y así cuanto se predica y atribuye al misterio y fecundidad de la comunidad de los creyentes cabe relacionarlo originariamente con María, de quien depende y es su norma; y, a la inversa, se pue­ den comprender muchas cosas de lo escrito y revelado de las prerro­ gativas marianas, mirando a la Iglesia y su proyección salvífica en el presente orden de la gracia30• La esencia y misterio actuante de María y la esencia y misterio maternal de la Iglesia se interfieren y explican mutuamente, aunque los presupuestos reales de la argumentación no sean reversibles. La Iglesia se representa y figura en María y María sintetiza la fun­ ción de la Iglesia, simbolizada en aquella mujer virgen del Apocalip­ sis, que sin deterioro de su integridad dio a luz a nuestra Cabeza, figurando en sí misma a la Iglesia. De igual forma que María per­ maneció virgen siendo Madre, con lo que alcanza el sentido pleno de su virginidad, así la Iglesia no pierde tampoco la integridad de la fe - la «virginitas mentis et cordis»- engendrando de continuo nuevos fieles, miembros del Cuerpo místico de Cristo31• En el mismo plano de eficacia y supremacía destaca la santidad modélica que sitúa a la Virgen en lugar de privilegio, también la pri­ mera, entre los que reciben la salvación de Cristo y que son miembros suyos. Y es en referencia a esa plenitud de gracia, de programa de perfección personal encarnado y hecho vida, que ha de entenderse la intencionalidad de san Agusdn cuando la califica como la persona más eminente y superior de la Iglesia, considerada· sin duda (la Igle­ sia), bajo la dominante del «totus Christus», como un todo orgánico que constituyen la Cabeza -el Mediador- y el Cuerpo - los redi­ midos- . Lo que reafirma de manera absoluta y sin limitaciones el carácter categórico de la mariología del santo respecto de la Iglesia, al distender el argumento de la «figuración» tipológica al ámbito de la ejemplaridad práctica que desempeña la Virgen, «sanctum membrum»32, en el conjunto del Cuerpo místico. Consecuente por otra parte a las exigencias y postulados teológicos generales de la concepción soteriológica agustiniana, la prueba definitiva de que la 3° Cfr ScHMAUS , M., Teología Dogmátz'ca. VIII. La Virgen María, Madrid, 1961 , p. 276. 31 De Symbolo ad Cat . , Sermo 4, 1 ; PL 4:0 , 66 1 . 3 2 Sermo Denis, 2 5 , 7 : MA I , 1 62- 163.

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«predestinada entre todos» supera el orden eclesial específico, remite extrañamente al texto más comprometido y a simple vista contradic­ torio de la singularidad y preeminencia operante de la Virgen en su confrontación con la Iglesia. «Maria es santa, es bienaventurada -comenta san Agustín-; pero mejor es la Iglesia que María. ¿Por qué? Porque María es parte de la Iglesia; ·miembro santo, miembro excelente, miembro sobreeminente; peiro, al fin, miembro del Cuerpo entero. Y si es miembro del Cuerpo total, más es el Cuerpo todo que un miembro. La Cabeza es el Señor; y el Cristo total, Cabeza y Cuer­ po. ¿Qué os diré? Tenemos una Cabeza divina; tenemos por Cabeza al mismo Dios»33• A fin de evitar equívocos y deformaciones de interpretación, con,.. viene a la hermenéutica de la frase «mejor es la Iglesia que María» referirse a la teoría de corte agustiniano sobre el Cuerpo místico, según marca el texto en cuestión cuando concluye: la Cabeza del organismo sobrenatural de vida, el Señor («caput Dominus»); pero el Cri$tO total, el todo orgánico («totus Christus»), la Cabeza y el Cuerpo («caput et corpus»)34• Por el «totus Christus» se significa, pues, a Cristo como Cabeza y a la Iglesia como Cuerpo y miembros de un mismo ser integral: el «integer homo»35• Tres son, concreta san Agustín, los matices o dimensiones que la Escritura predica de Cristo: la dim . ensión deífica, en cuanto Dios igual al Padre y coeterno con ·El antes de la encarnación; la dimensión en cuanto Dios-Hombre y Hombre-Dios a la vez, mediador y Cabeza de la Iglesia, después de la encarnación; y, finalmente, la dimensión mística en cuanto Cristo íntegro, completo y total in plenitud1:ne Eccleszae, que es Cabeza y Cuerpo. Y en la plenitud de esta perfección somos nosotros, todos los redimidos incluida la Virgen, miembros de este hombre único mediante la gracia que deriva de Cristo-Cabeza36• Luego la 33

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Que la, Iglesia se asemeje en todo a María, tipo de la comunidad eclesial, no deja de ser un misterio y misterio grande inasequible a la comprensión del hombre. Sólo la asistencia sobrenatural de Cristo, Hijo de la Virgen y Esposo de vírgenes, puede facilitar el enten­ dimiento de esas relaciones mutuas de matices tan similares. María es Madre de Cristo y la Iglesia es Madre de los miembros del Cuerpo de Cristo. Exis�e además para san Agustín una recíproca implicación explicativa entre la Iglesia Madre y la Iglesia Virgen: «Nam Ecclesia quoque mater et virgo est»132. Virgen, porque guardó la integridad de la fe y Madre fecunda, al engendrar, «per verbum et sacra­ menta», a los hijos de Dios, partes integrantes del Cristo total133. La maternidad virginal de la Iglesia no es un concepto idealizado sin concreción práctica ninguna, sino la fórmula que enuncia la razón formal del hacer de Cristo por medio de la Iglesia «est autem mater Ecclesia»134- y según el modelo que representa, perso­ nalizándolo incluso, la Virgen Madre, María. En uno y otro caso resalta la enorme virtualidad del misterio que fusiona órdenes apa129 CAPANAGA, V . , Agustín de Hipona, Madrid, 1 974, p. 178. 1 30 «Fratribus Christi, id est secundum carnem cognatis, qui non in eum crediderunt, quid profuit illa cognatio?» (De sancta uirginitate, 3 , 3 ; PL 40 , 398). 1 31 Cfr Sermo 1 9 1 , 3 ; PL 38, 1 . 0 1 0 . 1 32 D e sancta vz"rginitate, 2 , 2 ; P L 40 , 397 . 1 33 Cfr FoLGADO FLóREZ, S . , Eclesiología y sacramento en san Agustín, en «Estudio Agustiniano», 12 ( 1 977), p. 226: «La administración de los sacramentos y la predicación evangélica concretan de manera inequívoca la característica de la actividad maternal de la Iglesia, dado que el hombre se abre a la gracia en una comunidad de vida, a la que se integra socialmente recibiendo aquellos bienes. La forma sacramentz· se corresponde con el bautismo: con el evangelio, la forma z'ustüiae. Son dos modos complementarios de una misma misión hecha práctica y ejercicio per verbum et sacramenta». Cfr Contra litt. Peti­ Hanz", 56, 68. 1 34 In Epzst. loan. ad Parthos, 3 , 1 ; PL 40 , 659-660 .

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renternente irreductibles, la fecundidad - maternidad- por la vir· ginidad135• San Agustín, el autor que ha precisado casi al límite de sus posi­ bilidades teóricas y prácticas la doctrina de la maternidad de la Iglesia, refiere ambos conceptos, madre y virgen, a una misma fun­ ción de carácter activo. Y así, confrontada con el misterio de María, atribuye la fecundidad a la Iglesia total, porque toda ella es virgen en la mente según el espíritu136. La característica de la Iglesia en cuanto madre-virgen, comentábamos hace algún tiempo, consiste en que sus miembros, engendrados por ella, se incorporan a su ma­ ternidad; corno individuos son hijos de la Iglesia, pero ellos consti­ tuyen y forman la Iglesia («unitas») en cuanto comunidad. La ma­ ternidad de la Iglesia no es una cualidad que radique individualizada en cada uno de sus miembros; es la Iglesia total - «unicus populus et una Ecclesia»- quien posee la función de ser Esposa de Cristo y Madre virgen que engendra continuamente nuevos hijos, incor­ porados a su vez a Cristo como participantes de su misma fecu.ndidad sobrenatural. Todos, miembros activos de la Iglesia, están capacitados y causan la regeneración a la gracia en nombre de la comunidad, ya que siempre es ésta la Iglesia- la que actúa y ejercita el poder de Dios, cuya realización sacramental compete por voluntad de Cris­ to a determinados miembros responsables. Por eso, el ministro del sacramento hace y practica lo que preceptúa la Iglesia, siendo la comunidad del Cuerpo místico, la totalidad de los santos, el factor único que responde a la llamada de Dios y engendra, unida a Cristo, la vida sobrenatural137• La integridad virginal de la Iglesia descubre una inequívoca dimensión dinámica cuando aparece corno don de Dios («donurn ornnipotentis»), esto es, como algo que debe ser defendido de las asechanzas, externas e internas, de los enemigos138; un don precioso, que tiene y comporta en sí mismo una causalidad intrínseca, una efi­ cacia regeneradora en el Cuerpo místico, la Ig�esia, que es Madre de Cristo, porque da a luz, para la gracia, a los fieles139• Puesto que el 1 35 Cfr De sancta virginz"tate, 2 , 2 ; PL 40, 397; 6 , 6 ; PL 40 , 399; Sermo Denis, 2 5 , 8 : MA 1 , 1 6 3- 1 64 . 1 3 6 Cfr Sermo 1 9 1 , 3 ; P L 38, 1 . 0 1 0 ; Enchiridion, 1 0 , 34; PL 40,249; Sermo 2 1 3 , 7 ; PL 3 8 , 1 . 064. 1 37 Dinamismo católico de la Iglesia en san Agustín, p . 257. Cfr Sermo 9 9 , 9 ; PL 38, 600; Sermo 7 1 , 1 3 ; 2 3 ; PL 38,457. 1 38 Cfr Sermo Venís, 25 , 8 : MA 1 , p . 1 64 ; Sermo Guelferb. , 1 , 8 : MA 1, 447-448; Sermo 341 , 5 ; PL 3 9 , 1 .496 . 1 39 De sancta virginüate, 5 , 5 ; PL 40 , 399: «Mater eius (Christi) est tota Ecclesia, quia membra eius, id est, fideles eius per gratiam ipsa utique parit». Principio de la justificación es la gracia, que hace uno con Cristo en la Iglesia; cfr De peccatorum meritis et remisione, 1 , 3 1 , 6 0 ; PL 44, 144- 145.

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«totus Christus» es Cabeza y Cuerpo, también la Iglesia es Madre y es Virgen de Cristo en sus miembros140 , actualizando ésta su maternidad espiritual, bajo el influjo y acción del propio Cristo, en los sacra­ mentos y en el testimonio de los fieles. De la virginidad del alma pro­ viene la fecundidad que se abre a Cristo, cuya concepción en el cora­ zón mediante la fe es el símbolo de la maternidad que todos los cristianos, hijos por otra parte de la Iglesia, deben ofrecer141• La primera semejanza entre María y la Iglesia, como simple cons­ tatación del hecho, consistiría entonces en que una y otra son Madres. Pero el fenómeno, visto desde la más profunda perspectiva tipológica que encarnan - la Iglesia «Mariae simillima est»- , admite la con­ clusión, plenamente justificada, de una cierta coincidencia, descon­ certante y suprema realidad de sus partos: ambas engendran a Cris­ to, dan a luz a Cristo, las dos son Madre de Cristo142• Doctrina tam­ poco nueva, circunstancial e inmotivada en el pensamiento agus­ tiniano. De todos es sabido cómo san Agustín es el hombre que vive y siente, interpreta y explica convencido la teología del Cristo total; cómo se afana por acercarse al entendimiento de los creyentes y de­ cirles que han sido hechos Cristo («non solum christianos factos esse, sed Christum»)143; que configuran con El un organismo sobrenatural de vida, una q uaedam persona mística y que son sus miembros. De esta imprescindible premisa de fe resulta fácil inferir, en ló­ gica derivación de contorno también dogmático (?), que la iglesia, a semejanza y bajo la figuración actuante de María, es Madre de Cristo al engendrar para la gracia a los cristianos. María concibe físi­ camente al Cristo histórico, Mediador y Cabeza de su Cuerpo; místi­ camente, la Iglesia engendra y da a luz a los miembros de Cristo, articulando entre todos - Cabeza y Cuerpo- el Cristo total. Porque una y otra influyen la vida, se conc:luye, y es válida la afirmación, que tanto la Virgen como la Iglesia son Madre de Cristo. Se trata, sin embargo, de una maternidad dicha en sentido no unívoco, de equi­ valencia formal en sus diferentes aspectos y posibles atribuciones, sino de analogía y disconforme. Sólo la Virgen agota la amplitud 140 Cfr Sermo 1 95 , 2 ; PL 38, 1 . 0 1 8 . 1 4 1 Cfr Sermo 1 9 1 ,4; PL 38, 1 . 01 1 ; Sermo 1 9 2 , 2 ; PL 38, 1 . 0 1 2 ; D e bono viduitatis, 1 4 , 1 7 ; PL 40,441 ; Sermo Frangipane,· 4 , 3 : MA I , 2 1 1 ; Sermo 1 89 , 3 ; PL 38, 1 .006. Aisladamente, todos y cada uno de los cristianos son hijos de la Iglesia, pero ejercitan todos una maternidad espiritual considerados dentro de la unidad articulada que forman, es decir, en la unitas: «Ecclesia . . . sibi est mater et filii; nain simul omnes quibus constat, Ecclesia mater dicitur, singuli autem iidem ipsi filii appellantur>> (Quaestiones Evang. , I, 1 8 ; PL 35, 1 . 327); «Quae est uxor, ipsi sunt et filii. In istis carnalibus nuptiis et coniugiis, alía uxor et alii filii, in Eccle­ sia , quae uxor, ipsi filii» (Enarr. in ps. 127, 1 2 ; PL 37, 1 . 68 1 ) ; «Tota ergo mater Ecclesia, quae in sanctis est, facit, quia tota omnes, tota singulos parit» (Epist. 98,5; PL 33, 352). 1 42 Sermo 2 1 3 , 7 ; PL 38 , 1 .064 . 1 43 Tract. in loan. 2 1 , 8 ; PL 35, 1 . 568.

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y significados del concepto. María es Madre con maternidad propia del Verbo humanado, el Cristo histórico origen de la regeneración, y con maternidad igualmente personal («cooperata est caritate>>), cuasi­ física diríamos y no metafórica144, del Cristo místico, sujeto de la eclesialidad en su dimensión salvífica. Por el contrario, la argumen­ tación es derivada y de signo paralelo cuando el atributo «Madre de Cristo» se pretende predicar de la Iglesia. «Decidme, si no, ¿cómo es María Madre de Cristo, sino porque alumbró a los miembros de Cristo? Esos miembros de Cristo sois vosotros a quienes hablo. ¿Quién os ha dado luz? Y ya os oigo responder: nuestra Madre la Iglesia. Si esta Madre santa y dignísima es semejante a María, da a luz y es virgen. Que es madre lo pruebo por vosotros: habéis nacido de ella, y os da a luz en referencia. a Cristo, porque sois miembros de Cristo»145. San Agustín, que señala de ordinario tan al detalle los puntos de convergencia entre ambas generaciones de Cristo, no acen­ túa de igual forma las desemejanzas y lo específico concreto de cada una que las distingue. Enunciada a modo de tesis, la maternidad divina y eclesial adopta una formulación muy precisa, antecedente a cualquier otro postu­ lado: «María goza de un privilegio único en exclusiva, el de su mater­ nidad divina y virginal - propia y no metafórica- en orden a Cristo Cabeza. En otras palabras: sólo Ella está adornada con el doble don de la virginidad y la maternidad no ya espiritual, sino también cor­ poral»146. Tesis que, referida a los principios inspiradores de la ti­ pología propuesta, sintetiza 1o más valioso, estimable e influyente de la concepción mariológica agustiniana: teología de los principios y aplicabilidad de las conclusiones. El hecho clave en el conjunto soteriológico de que María presencialice y modele, a modo de con­ causa responsable y consciente, los orígenes de la Iglesia, puede entonces justificar, por sí mismo, las líneas generales de una doctrina o sistema eclesial-mariano, que afecta, indudablemente, a la espiri­ tualidad y orientación cristiana de la vida, a. ejemplo de la Virgen que, fiel, a su misión de Madre, concibió antes con el corazón que en su seno al Hijo de Dios14 7• Y es la doble dimensión causativa, ori1 44 Cfr FoLGADO FLóREZ, S . , La Virgen .María en el esquema agustiniano de la mediación, loe. cit., pp. 87 ss. 1 45 Sermo Denú, 2 5 , 8 : MA I , 1 63 : «Eia, carissimi, intendite quomodo sit Ecclesia, quod manifestum est, coniux Christi; quod difficilius intelligitur, sed tamen verum est, mater Christi. In ipsius typo Maria virgo praecessit. Unde, rogo vos, Maria mater est Christi, nisi quia peperit membra Christi? Vos, quibus loquor, membra estis Christi: quis vos peperit? Audio vocem cordis vestri: Mater Ecclesia. Mater ista sancta, honorata, Mariae similis, et parit et virgo est. Quia parit, per vos probo: ex iHa nati estis; et per Christum parit, nam membra Christi estiS>>. 1 46 PALMERO RAMOS, R. , ob. cü. , p. 240 . 1 47 Cfr Sermo Denis, 25 , 7 : MA I, p. 1 5 8 .

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ginaria una y su complemento tipológico la otra, que influye y con­ diciona el ser y cometidos del cristiano y de la Iglesia, la que define, a lo largo de la historia de la salvación, las polivalentes situaciones marianas del «sensus fidei». De cualquier forma, resalta el papel que, en cuanto cooperante al na cimiento de los cristianos en la Iglesia, juega María en la regeneración y representabilidad del universo, del hombre y del Cuerpo místico, a partir luego de la encamación: nupcias de Cristo con el mundo y nupcias de Cristo con la Iglesia. Un doble aspecto de lo esponsalicio cristológico que tiene a la Vir­ gen, su seno, como tálamo nupcial, siendo las circunstancias perso­ nales que rodean los acontecimientos las que descubren y patentizan la proyección ejemplarizante, eficiente y especificadora, de la Madre de todos sobre el espíritu de acogida al hombre, a la gracia y Dios; algo que debe formalizar la conducta y actitudes posteriores de la IglesiaM8 • En realidad se trata de una teología de signo antropológico, perfectamente válida y consecuente . Lo que determina, en última instancia, el carácter modélico, configurativo, de la ejemplaridad activa que comporta el ser histórico de la Virgen, es su actitud abierta y comprometida a las sugerencias y postulados sobrenaturales. Y es el homhre, en clave eclesial, quien ha de arriesgarse, dando el «SÍ» al mensaje de salvación y de gracia, tipificado en la represen­ tabilidad social que ejercita la Virgen al momento mismo de la en­ camación149• A la luz de la doctrina agustiniana parece inevitable concluir que la escenografía a lo divino de la encarnación condensa, inicialmente, toda la significación y virtualidad salvífica de la Virgen en la cons­ titución y funciones de la Iglesia y de los cristianos. Una espiritua­ lidad evangélica de signo maternal encuentra aquí los elementos todos de configuración y efectividad: de aceptación a las inspira­ ciones de la gracia como factor y principio de la práctica fecunda de las virtudes, que debe distinguir la vida y comportamientos del creyente150• El «SÍ» voluntario a una maternidad plena - «et corpore et mente»- constituye a María Madre de Cristo y de los cristianos, y la sola respuesta afirmativa a la invitación hecha de asistir, «plena l48 Cfr De bono víduitatis, 14, 1 7 ; PL 40,441 ; Enarr. in ps. 9 0, I l , 9 ; PL 37 , 1 . 1 68; Sermo 1 95 , 2 ; PL 38, 1 . 0 1 8 ; Sermo 341 , 5 ; PL 39, 1 .496; Enarr. in ps. 1 27 , 1 2 ; PL 37 , 1 . 684- l. 684; Enchz"ridion, 1 0 , 34; PL 40 , 249; Sermo 188,4; PL 38, 1 . 005. Véase LLAMERA, M . , La Virgen María, en «Comentarios a la Constitución sobre la Iglesia» , . Madrid, 1 966 , pp. 1 .043 - 1 . 048 . 1 49 Cfr VATICANO 11, Const. dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium>>, n. 56. l 50 Maña concibió a su Hijo en el fervor de la caridad, nacid,a de la fe: «Propter cuius sanctam in virginis utero conceptionem, non concupiscentia carnis urente factam, sed fidei caritate fervente, ideo dicitur natus de Spiritu Sancto y de virgine María» (Sermo 2 1 4 , 6 ; PL 38, l . 069Z). De donde deriva s a n Agustín todo un programa d e vida para los cristianos, que deben imitar a la Madre de su Señor.

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fide», a las nupcias del Verbo con el mundo, determina que la humanidad llegue a ser Iglesia, sociedad santa y mediadora. La Igle­ sia es verdadera Esposa de Cristo , porque en ella y a través de ella, Virgen y Madre, a semejanza de María, su «figura» y modelo, da Cristo la vida - sobrenatural- a los regenerados por el bautismo151• Lo dicho hasta ahora contribuye, pensamos, a describir de ma­ nera positiva las líneas generales, la significación y alcance salvífica de las relaciones Iglesia-María, su paralelismo y contorno teológico, de enunciados y análisis doctrinal, de la confrontación. El tipismo, el modo de ser y la identidad de funciones, es perfecto, a pesar de las diferencias obvias establecidas, indicadoras siempre de la singu­ laridad y rango superior de la Virgen-Madre de Cristo. Tanto la vir­ ginidad como la maternidad alcanzan su plena realización de privi­ legio en María, la cual «figura» y proyecta su fisionomía de Virgen y de Madre sobre la Iglesia152• Y como apelación última, he aquí la conclusión del mismo san Agustín: «Por lo cual solamente esta mujer (María) es Madre y Vir­ gen, no sólo en el espíritu, sino también en el cuerpo. No es Madre según el espíritu de nuestra Cabeza, el Salvador, de quien más bien es espiritualmente hija, porque también Ella está entre los que cre­ yeron en El y que son llamados con razón hijos del Esposo; pero cier­ tamente es Madre de · sus miembros, que somos nosotros, porque cooperó con su caridad para que nacieran en la Iglesia los fieles, miembros de aquella Cabeza de la que es efectivamente Madre según el cuerpo. Convenía que nuestra Cabeza, por extraordinario milagro, naciera, según la carne, de una virgen, para signifz'carnos que sus miembros habían de nacer según el espíritu de la Iglesia Virgen. Solamente María es, por tanto, Madre y Virgen según el cuerpo y según el espíritu: Madre de Cristo y también Virgen de Cristo. Mas la Iglesia, en los santos que han de poseer el Reino de Dios, es, según el espíritu, toda ella Madre y toda ella Virgen de Cristo; pero no es toda ella según el cuerpo, pues en algunos miembros es Virgen de Cristo y en otros es madre, pero no de Cristo»153•

1:; 1 Cfr Sermo 1 1 9 , 4; PL 38, 674: «Vulva matris, aqua baptismatis»; Tract. z'n loan. 1 1 , 10; PL 35, 1 .480; íbid. 12 , 2 ; PL 35, 1 .484. 1 5 2 Cfr JouRNET, Ch. , Teología de la Iglesia, Pamplona, 1 960 , p. 1 26 ; Vaticano I I , loe. cz't. , n. 65. l 53 De sancta virginitate, 6,6; PL 40 , 399: . . . Et coniugatae quippe fideles feminae et virgines Deo dicatae, sanctis moribus et caritate de corde puro et conscientia bona et fide non ficta, quia voluntatem Patris faciunt, Christi spiritualiter matres sunt». «

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