- Pero hija -dijo Luisa - cuantas veces te tengo dicho que entre el ayer que. Luisa mantuvo durante un instante la mirada como perdida

Por tercera vez ese día, Margarita pidió a su abuela que la contase otra vez cosas de su vida, en el pueblo en que nació. Y las diferencias entre el a

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María Luisa Naranjo Pereira
Actualidades Investigativas en Educación Revista Electrónica publicada por el Instituto de Investigación en Educación Universidad de Costa Rica ISSN 1

LUISA FERNANDA ESPITIA DELGADO
DETERMINACIÓN DEL COEFICIENTE DE FRICCIÓN DE DESLIZAMIENTO PARA ALGUNOS MATERIALES DE USO COMÚN EN INGENIERÍA MEDIANTE EL MÉTODO DE LAS OSCILACIONES A

Story Transcript

Por tercera vez ese día, Margarita pidió a su abuela que la contase otra vez cosas de su vida, en el pueblo en que nació. Y las diferencias entre el ayer y el hoy. - Pero hija -dijo Luisa - cuantas veces te tengo dicho que entre el ayer que yo viví y el hoy, es… cómo te diría yo. Luisa mantuvo durante un instante la mirada como perdida. Cerró los ojos durante un instante. Después sacó un paquete de klinex del bolsillo e, incorporándose del sillón en el que prácticamente había estado sentada toda la mañana (últimamente la ciática la estaba jugando una mala pasada), dijo: - ¡Bien! - y sonriendo, miró a Margarita diciendo (como amenazándola de lo que se la venía en cima) - tú lo has querido. - Mira estos klinex, ¿tu crees que cuando yo era pequeña esto existía?.... Pues no. Mis hermanas y yo teníamos unos bonitos pañuelos que mi madre, tu bisabuela, nos hacia de las camisas viejas de mi padre. - Y mi mejor vestido, - continuó diciendo - fue uno verde. ¡Precioso!. Tenía unas casi imperceptibles raya negras, pues ya mi hermana mayor lo había estrenado hacía unos tres años en la fiesta del pueblo; y la tercera de mis hermanas lo lució en la boda de una mis primas mayores. Yo lo heredé, aunque la verdad siempre debía de ponérmelo con una rebequita… era para que no se -1-

me viera una pequeña pieza que tuvo que poner mi madre al hacer el arreglo. Pero, la verdad, que era… ¡PRECIOSO!. - Como ves, - dijo Luisa a su nieta - por entonces, no hacía falta ningún contenedor para la recogida de ropa usada, pues en casa todo se reciclaba en el momento y, cuando ya era imposible darle más utilidad a una prenda, pues se llevaba al trapero. Éste, a cambio te daba vasos, platos o cualquier otro objeto que fuese útil pero prescindible en ese momento. - También la goma de las zapatillas (alpargatas viejas) se iba recogiendo e, igualmente que los trapos viejos, se las vendían o cambiaban al trapero. Y los hilos que se sacaban, al hacer los bordados en las mantelerías de lagartera, se recogían para venderlos. TODO, TODO… en aquellos tiempos, y sin necesidad de que las autoridades municipales te lo dijesen, era separado, seleccionado y reciclado. - Recuerdas cuando eras pequeña y nos íbamos una semanita al pueblo. Tu salías al corral, y preguntabas, - le dijo Luisa a Margarita imitando la voz añinada de ésta - ¿en este pueblo no hay contenedores en donde depositar la basura?... después, reías diciendo: “claro, que para qué, si la bisabuela no tiene cubo para la basura “. - Y salías al corral con las sobras de la comida en los platos. No eran muchas… pero se las ponías en el comedero a las gallinas. Después ellas se las iban comiendo poquito a poco, y eso les alimentaba para poder poner aquellos huevos tan exquisitos y que tanto nos gustaban. -2-

- Las mondas de las patatas, - recuerda Luisa y, mirando a su nieta, dice como en un susurro - no, no, entonces tu no habías nacido… pero a tu madre, la encantaba ayudar al bisabuelo a mezclar el salvado con las mondas de las patatas, los nabos y las bellotas. - Todo esto una vez hervido en un puchero grande de barro, en la lumbre de paja, (donde solía haber otro puchero más pequeño en el que se estaba cociendo un rico cocido de garbanzos para la familia) - le explicó Luisa a Margarita, aclarándole que la citada lumbre era entonces como la vitro cerámica de hoy en día -se mezclaba bien y se echaba al cerdo. - Cerdo que, -seguía Luisa explicando - llegado el mes de diciembre era sacrificado, (la matanza siempre se hacía en ese mes aunque había personas que mataban al cebón en enero. Pero, si enero no era muy frío, se les podía estropear toda la matanza) y de él se sacaban los ricos jamones, se hacían los chorizos y morcillas, se adobaban los lomos y las costillas y... una vez que todo estaba bien oreado, parte de esta matanza, se conservaba en las ollas de barro. Así, durante todo el año podíamos saborear las ricas viandas. Ahora todo es distinto y, los cerdos, debido a los grandes frigoríficos industriales, pueden ser sacrificados en cualquier momento. Así mismo los embutidos podemos tenerlos durante todo el año en las charcuterías…. Claro, que no hay color, entre lo ricos y sabrosos que eran aquellos alimentos con los que hay ahora.

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-Yaya, -dijo Margarita - ¿el salvado no será como el que ahora echan en los yogures y otros alimentos que tanto nos recomiendan e indican para regímenes de adelgazamiento y de gran valor energético verdad?.. -Sí hija. El salvado siempre ha sido, (y seguirá siendo) la cáscara del grano, bien sea de trigo, cebada, avena, centeno, etc., que se separa de éste al desmenuzarlo y cribarlo. - Pero… ¿tú me estas diciendo – preguntó Margarita - que lo que antes era malo ahora es bueno?. -No, hija, no – respondió Luisa -. Yo, te digo, que antes era de esa manera, que no había otra. Como en la Edad de Hierro, también tendrían sus cosas buenas y sus cosas malas, así como otras necesidades. Lo que te quiero decir es que en este momento vivimos de forma distinta a la forma en que vivieron los bisabuelos. Y que tus hijos tendrán cosas que tú, tal vez, hayas rechazado; y que para ellos será “guay” y “molará mazo”. – Luisa, últimamente, se sorprendía diciendo nuevas palabras que oía decir a sus nietos -. Claro que sí… las palabras tienen vida, pensó Luisa. Si una palabra muere otra nace pero, durante mucho tiempo, conviven en la sociedad hasta que llega el día en que una de ellas pasa al lugar del silencio. Aunque de vez en cuando, algún escritor la rescata, plasmándola en su última novela; luego, cuando el lector lee dicha palabra, le vienen a su memoria días pasados de cuando el era un crío y se las había escuchado decir a la gente mayor.

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Luisa miró a Margarita que, en ese momento, observaba un tanto perpleja tres bolsas colgadas por encima de donde Luisa tenía el cubo de la basura. - ¿Que miras hija? - preguntó Luisa. - Nada.- dijo ésta. - Vale, tu dices que no miras nadas, pero yo se que estás pensando “¡Dios! Que rara se está volviendo mi abuela.” Pero no es que sea rara, (que algo tendré de eso) lo que me sucede es que, desde hace ya un tiempo vengo escuchando decir que “la Tierra se muere”, “el Planeta está sucio”, “la gente nos debemos concienciar y colaborar”… así que yo he empezado por seleccionar la basura que generamos en casa y que, de un tiempo a esta parte, es mucha. Pues no te puedes hacer idea de los desperdicios que se acumulan entre unas cosas y otras. - Ya -dice Margarita -. Pero, tu sola, poco vas ha hacer para solucionar el cambio climático… ¿no crees ? . Cuando las grandes empresas tiran los vertidos contaminantes a los ríos, las guerras contaminan (a causa de explosiones de bombas, o lanzamientos de misiles). Cada vez que un pozo de petróleo arde, o los grandes cargueros vierten el combustible al mar, y éste se muere… entonces el planeta agoniza de tanto deshecho como sus habitantes generamos.¿verdad? -Ya hija, ya. También el otro día, o hace muchos días tal vez, escuché o leí, que un tal Al Gore… creo que le han dado el premio Príncipe de Asturias y que tal vez le den (o le han dado, pensó Luisa, no estoy muy al día) el premio Nóbel… Bueno, a lo que iba…, que ese señor recomienda a los ciudadanos del mundo entero que sean prudentes en cuanto al consumo de luz, agua y no sé cuantas -5-

recomendaciones más sobre el ahorro. Y yo pienso, que él no será el que más ahorre en nada de lo que pretende que hagamos los demás. Pero hija, tu ya sabes que siempre me ha gustado respetar y que me respeten, claro está (¡faltaría más!). Por eso, y sin pensar mucho en lo que los demás hagan, yo voy a tratar de reciclar todo lo que pueda. Y como yo no tengo gallinas que picoteen las sobras, ni cerdos a los que echar las mondas de las patatas, ni burros en la cuadra y, por consiguiente, tampoco un estercolero en el cual se vayan pudriendo los desperdicios orgánicos…; pues los voy separando en bolsas y, después, voy depositando cada tipo de desperdicio en el contenedor indicado. - ¿Siempre ha sido así? –pregunta Margarita. - No hija no. –Le dice paciente Luisa - Hace ya muchos años,(bueno no tantos) cuando yo era más joven, venía un camión cada mañana. En él venían el conductor y el acompañante; éste último siempre dentro del cajón o volquete del camión y, cuando entraban en la plaza el señor que iba en el volquete tocaba una corneta. Las vecinas bajábamos entonces con nuestros cubos de basura y el señor los volcaba en la caja del -6-

camión. Imagínate el aroma que a lo largo de la mañana iría acumulando el buen hombre, lo insalubre que eso debía de ser para su salud. – Claro, - seguía explicando Luisa - que entonces no había un control como el que se supone que debe de haber ahora. Más tarde los camiones llevaban una turbina incorporada y, cuando los basureros volcaban los cubos, en los que los vecinos habían volcado los desperdicios generados en sus hogares, automáticamente eran triturados. - Después, el Ayuntamiento comenzó a poner contenedores. Pero como resulta que, las bolsas de basura, la gente las dejaba cuando mejor le venía en gana… el lugar en que estaban ubicados los contenedores estaba siempre que parecía un estercolero. Afortunadamente, como los tiempos cambian gracias a las nuevas tecnologías, hoy en día la recogida de deshechos domésticos se hace a través de un sistema neumático. Una de las ventajas de la recogida con este sistema es que los vecinos pueden depositar las basuras en cualquier momento del día o de la noche. Éste sistema no está generalizado en todo el Municipio pero, como el color de los contenedores es el mismo que el de los buzones, yo bajo con mis bolsas y, deposito el papel en el contenedor azul (que por cierto a veces da asco de tantos papeles que hay por el suelo; y si ese día ha hecho mucho aire los papeles vuelan por toda la calle. Y yo me

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Digo, pobres gentes seguro que no saben leer, pues ya se sabe que de vez en cuando el Ayuntamiento pone en los portales los panfletos con los horarios y los sitios en donde están ubicados los contenedores). En el verde, el que tiene forma de campana, echo los frascos de la mermelada, los del jarabe vacío y las botellitas de la cerveza sin alcohol )-que ya sabes que es una cosa que me gusta y bien fresquita dice luisa a su nieta ( en los buzones de la recogida neumática no se puede echar el vidrio porque el sistema de absorción se estropearía, cosa que por cierto no sería la primera vez que sucediera debido al mal uso y la poca cooperación de los vecinos a la hora de su utilización). En los contenedores verdes y amarillo las bolsas de plástico (que mira que son malas para el planeta pues por su composición resultan indestructibles,… que no, que no quiere decir que sean irrompibles, pues hace unos días que antes de llegar a casa ¡catapláf!, según iba subiendo la escalera, la maldita bolsa se rompió. “Bueno quizá es lo que les pase a los cargueros… ¿no? – apuntó Margarita -, que de tan llenos que van se rompen y catástrofe al mar”. Y, por último, la basura orgánica (y a falta de gallinas) la pongo en el contenedor verde oscuro que como los otros contenedores, a veces hay más basura fuera que dentro.

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Alguna vez he escuchado decir o leído en algún periódico local que van a multar a la gente por no hacer las cosas como debemos hacerlas y las Autoridades ordenan; aunque no sé si eso es lo más acertado, pues esto es como lo del carné de conducir por puntos, que todos pensamos que somos los mejores en despistar a los que vigilan. Que va a ser causalidad que me vayan a multar a mí… precisamente a mí. La gente sigue ensuciando, así como las grandes empresas y los conductores siguen pensando que están compitiendo en grandes circuitos. - A ver, hija - dice Luisa a su nieta- tú no crees que si a los conductores, a la hora de multarles les dijesen “por cada año que no cometan infracción alguna se le dan seis puntos”, y “cuando tenga un total de treinta puntos se les canjea por un vale de mil (1.000 €)”, así como “una puesta a punto del vehículo”. ¿Tú no crees que quizá nos comportásemos mejor en la carretera? . Igualmente los Ayuntamientos, “Premio al barrio más limpio del municipio”, el premio podría ser…. pintar las fachadas de los edificios una vez al año, o bajar el Impuesto de Bienes Inmuebles, o construirle al Barrio un aparcamiento gratuito o, yo que sé. Con estas Normas municipales, tal vez, el civismo de los ciudadanos se vería reflejado en el entorno y todos querrían presumir, mostrando su barrio como el más limpio. En cuanto a las carreteras posiblemente también se verían menos accidentes. Pues todos sabemos que eso de los premios llama más la atención del ciudadano que lo de las multas. Porque el que tiene dinero y es irrespetuoso, -9-

conduciendo tal vez siga siéndolo, pero quien sabe… quizá, sería más localizado el infractor. -¿No crees hija? -A ver, yaya, yo te dije que me contases diferencias entre el ayer y el hoy, pero tú te has ido por los cerros de Úbeda, y has disparado tu fantasía. - Ya, y tu que has conocido mi pueblo no te parece que sea distinta mi vida en esta sociedad de consumo. Tal vez hablar de residuos no ha sido lo más acertado, pero es la verdad. Que hoy se tira mucho y se aprovecha poco. Que la gente va a su bola sin pensar en el planeta ni, aunque no es del todo verdad, en la vida que yo tenía hace ya tantos años. Yo creo que sí, que ha cambiado y mucho; pero no sólo en la gran ciudad, también en los pueblos más apartados. Entonces, cuando yo era pequeña, en mi casa no había agua corriente y ahora sí. Entonces no existía el frigorífico. Tampoco en todas las casa había nevera. Había radio, pero no televisión. En las fiestas familiares, si se hacia una sangría para refrescarla, se ataba una soga en las asas de la olla en que se había hecho la sangría y, con mucho cuidadito se metía la olla bien tapadita en el pozo durante un par de horas, así la bebida resultaba de lo más fresquita. -A sí pues, creo que si que ha cambiado la forma de consumo. –dijo reflexionando Luisa - Claro que antes tampoco era todo bueno o peor que ahora; ahora no es mejor que entonces, simplemente todo es distinto. Entonces éramos X millones de habitantes en el Mundo y ahora somos muuuuchas X más. Tantos seres somos, que a veces parece que no vamos a subsistir por mucho tiempo. Pero esto siempre ha sido de esta manera y, gracias a DIOS y a la - 10 -

Ciencia, y a las nuevas Tecnologías de las Energías Renovables son, como antes dije de las palabras, “cuando unas envejecen otras vienen, a formar parte de un nuevo desarrollo”. Pues sino fuese así, hace años que el planeta no existiría. - Recuerdo –dice Luisa a Margarita – como hacían antes para cocer el pan en mi pueblo. Primero tenían que traer la leña de la sierra, después esta era introducida en el horno y encendida para que ardiera y calentase el horno, cuando la leña había calentado todo el habitáculo éste se limpiaba de toda la ceniza e introducían el pan,” riquísimo por cierto”. Luego la electricidad se adueñó de los hornos dejando a la leña en el recuerdo. El brasero de picón (esta forma de calentarse en los fríos días invernales produjo muertes por intoxicación) más tarde fue sustituido por las estufas de gas que como en el caso de los braseros hubo que lamentar algunas muertes producidas por inhalación del gas y descuidos domésticos. Las cocinas de carbón quedaron anticuadas al aparecer en el mercado otras cuyo uso resultó más limpio, menos contaminante. Eran las cocinas mixtas y, todo en sí, es sustituido por nuevos productos. Esto en cuanto a aparatos para el consumo domestico. En cuanto al alimenticio que decir cuando la rica leche de vaca dejó de venderse a granel, cambiándose por la envasada en los “ya famosos” tetrabrik; y el vino “de pitarra”, que en el pueblo cada vecino solía hacerlo en su casa y para todo el año, también comenzaron a envasarlo en dichos envases, todo presumiendo que fuese el mejor sistema para conservar los alimentos. La verdad que cada vez que un nuevo producto, o su embalaje, es aceptado para el consumo, es pensando que es lo mejor; tanto en lo - 11 -

higiénico como a la hora de reciclar. Pero la cantidad de desperdicios es tan voluminosa que desbordan los sistemas y parece que siempre sean insuficientes los recursos que para ello se están empleando. - Yaya… -dijo Margarita - te acompaño a tirar la basura y, después hacemos la compra ¿vale? - No cariño, no, –dice Luisa - lo que si te agradecería es que me enseñaras ha hacer la compra por INTERNET pues, según tengo la pierna con esto de la ciática, he pensado que nos traigan la compra a casa. -Pero Yaya no crees que es mejor que yo te acompañe…. -Mira hija, tú tienes mucho que estudiar… y yo no quiero ser dependiente. Además desde que voy a la CAPI y me han enseñado a manejar un poquito esto de las nuevas tecnologías del mundo de la informática, quiero aprovechar esto de la brecha digital, no sea que dentro de unos años pase como las palabras, la leña y las matanzas… a ser algo del pasado. -Bien - dijo Margarita, y dándole un beso a su abuela la guiño un ojo y dijo otro día me cuentas más cosas. Pero, tal vez, te pregunte que tal te va haciendo la compra por INTERNET.

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