Redactor jefe: AH Kazancigil Maquetista: Jacques Carrasco Ilustraciones: Florence Bonjean Realización: Mónica Vergés

Revista trimestral publicada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura con la colaboración de la Comisión

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Revista trimestral publicada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura con la colaboración de la Comisión Española de Cooperación con la Unesco, del Centre Unesco de Catalunya y Hogar del Libro Vol. X X X I X , num. 4, 1987 Condiciones de abono en contraportada interior. Redactor jefe: AH Kazancigil Maquetista: Jacques Carrasco Ilustraciones: Florence Bonjean Realización: Mónica Vergés Corresponsales Bangkok: Yogesh Atal Beijing: Li Xuekun Belgrado: Balsa Spadijer Berlín: Oscar Vogel Budapest: György Enyedi Buenos Aires: Norberto Rodríguez Bustamante Canberra: Geoffroy Caldwell Caracas: Gonzalo Abad-Ortiz Colonia: Alphons Silbermann Dakar: T . Ngakoutou Delhi: André Béteille Estados Unidos de América: G e n e M . Lyons Florencia: Francesco Margiotta Broglio Harare: Chen Chimutengwende H o n g Kong: Peter Chen Londres: Alan Marsh México: Pablo Gonzalez Casanova M o s c ú : Marien Gapotchka Nigeria: Akinsola A k i w o w o Ottawa: Paul L a m y Singapur: S. H . Alatas Tokyo: Hiroshi Ohta Túnez: A . Bouhdiba Viena: Christiane Villain-Gandossi T e m a s de los próximos números La ciencia cognitiva Tendencias de la antropología

Ilustraciones Portada: U n campesino. Croquis de Vicent van Gogh (1853-1890) D . R . A la derecha: Indias sembrando un c a m p o . Grabado (1591) de Théodore de Bry (1528-1598). Biblioteca Nacional, París.

REVISTA INTERNACIONAL DE CIENCIAS SOCIALES

Diciembre 1987

Los procesos de transición Maurice Godelier: Louis Assier-Andrieu: Raúl Iturra: Olinda Celestino: Gail M u m m e r t : A n n Stolen

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Editorial: a los lectores de la nueva edición de la RICS

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Introducción: análisis de los procesos de transición

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Argumentos de la transición en los Pirineos de la Cataluña francesa

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Continuidad y cambio: transición campesina en una parroquia gallega

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La tierra y los hombres en el valle de Chancay, Perú, del siglo xvi al siglo x x

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Transformación de la organización social de la producción en un ejido mejicano (1924-1981) Transiciones en Sumatra: el capitalismo colonial y las teorías sobre la subsunción

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Debate abierto

Alphons Silbermann:

Por una renovación de la sociología del arte

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Robert R . Blain:

La deuda pública y privada de Estados Unidos de 1791 al año 2000

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El ámbito de las ciencias sociales La universalidad y la diversidad de las ciencias sociales Frederick H . Gareau: Fred W . Riggs:

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Expansión y creciente diversification del universo de las ciencias sociales

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Los conceptos indígenas: u n problema para las ciencias sociales y las ciencias de la información

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Servicios profesionales y documentales Calendario de reuniones internacionales

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Libros recibidos

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Publicaciones recientes de la Unesco

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Números aparecidos

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Editorial: a los lectores de la nueva edición de la RICS

N o s sentimos satisfechos de presentar la nueva Barcelona cuatro veces al año, en marzo, junio, edición de la Revista internacional de ciencias so- septiembre y diciembre, tenga una larga vida, paciales destinada a los lectores de lengua española. ralelamente a las ediciones inglesa y francesa, La publicación regular de una edición en español que celebrarán su 40 aniversario en 1988, a la por la Unesco se realizó en París de 1978 a 1984 edición china publicada en Beijing desde 1984 y (ver al final del volumen la lista de «Números a la edición árabe, también interrumpida en aparecidos»). Esta edición, que fue m u y bien 1983, pero que esperamos vuelva a empezar en acogida por las comunidades de ciencias sociales el Cairo, el año próximo. hispanófilas, se interrumpió desgraciadamente, Nuestra Revista tiene ya una prolongada hisen 1984, con el número 102, a causa de las difitoria. C o m e n z ó en 1949 en forma de un modesto cultades económicas provocadas por la retirada Bulletin international des sciences sociales, y ha de los Estados Unidos de América. Antes, hubo conocido numerosos cambios que han corresponuna tentativa para lanzar una edición en lengua dido a las diferentes etapas de su desarrollo; enespañola, emprendida con la colaboración de la tre ellos está la adopción en 1959 de su título acEditorial H u e m u l , de Buenos Aires, pero fracasó tual. por razones ajenas a la voluntad de la Unesco y Las innovaciones tecnológicas introducidas de la Editorial H u e m u l y tuvo que suspenderse en 1982, nos permiten compaginar ilustraciones, después de la publicación en 1976 de un solo nútextos y elementos gráficos. Pensamos, en efecto, mero, titulado «Economía de la información e que en una época en que la imagen se impone información para economistas». con tanta fuerza, la presentación de las ciencias sociales avanza con el diálogo entre lo escrito y Con el número 114, empezamos de nuevo lo visual. Sobre el plan de contenido seguiremos, después de una interrupción de tres años. Esta igualmente, en la línea que confiere a RICS su continuación ha sido posible gracias a la acción identidad y su condición. Cada número se abre enérgica y perseverante de la Comisión Española con una sección temática, señalando el estado de de Cooperación con la Unesco, en particular de las investigaciones en una disciplina o campo su presidente, Lluís I. Ramallo y de su secretario de estudios interdisciplinarios, elegidos en fungeneral, Isidoro Alonso Hinojal, a la voluntad de ción de su interés intrínseco o de su actualidad colaboración del Centre Unesco de Catalunya, científica y tratados por algunos de los mejores especialmente de su director Félix Martí, quien especialistas, representando un abanico, lo m á s ha acogido la RICS en el seno de esta organizaamplio posible, de los puntos de vista teóricos, ción, con el propósito de asegurar la responsabilimetodológicos y geográficos. La sección temática dad de redacción y editorial, y con el apoyo genese completa con los títulos habituales, dedicados roso del Departament de Cultura de la Generalia cuestiones de orden profesional e institucional, tät de Catalunya. o relativas a la producción y difusión de datos soLes expresamos nuestro m á s profundo agracioeconómicos, así c o m o a la información y dodecimiento por su ayuda moral, intelectual y m a cumentación de las ciencias sociales. El carácter terial, con la esperanza de que este tercer intento decididamente internacional y multidisciplinario sea el definitivo y que RICS, que aparecerá en

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es el que hace de la RICS un instrumento privilegiado de intercambio de conocimientos e información entre las comunidades de las ciencias sociales a través del m u n d o . Nuestra voluntad es que las instituciones y los especialistas de las ciencias sociales, los que toman decisiones en el sector público y privado, así c o m o una gran audiencia de personas hispa-

nófilas cultivadas, preocupadas por comprender los procesos sociales, económicos, políticos y culturales en el m u n d o contemporáneo, se unan a los 12 o 13.000 abonados que ya acogen nuestra revista en sus diferentes ediciones lingüísticas. A.K. Traducido del francés

Introducción: el análisis de los procesos de transición

Maurice Godelier El tema en cuestión y sus problemas

ción es enfrentarse a momentos bisagra de la historia, momentos que, más que otros, hacen o resumen la historia. E n el plano teórico, este Se designa con la expresión «período de transi- análisis exige la movilización de todas las discición» una fase particular de la evolución de una plinas de las ciencias sociales, que se ven así confrontadas a los límites de sus capacidades de insociedad, la fase en la que ésta encuentra cada terpretación de la historia. Las ciencias sociales vez más dificultades, internas o externas, para reafrontan entonces problemas análogos a los que producir las relaciones económicas y sociales soencuentran las ciencias de la naturaleza física o bre las que reposa y que le dan una lógica de funde la vida, cuando quieren dar cuenta de la aparicionamiento y de evolución específica y en la ción de nuevas formas de que, al m i s m o tiempo, apaorganización de la materia recen nuevas relaciones ecoMaurice Godelier es el director de investigación de la Escuela de Estudios Superiores de viva o animada. L a cuestión nómicas y sociales que van, Ciencias Sociales, 54, Bid. Raspail, 75006 que se plantea es idéntica con mayor o menor rapidez, París. Fue director de las ciencias del H o m para todas las ciencias: con mayor o menor violenbre y la Sociedad en el C N R S , de 1981 a ¿Existen leyes de transforcia, a generalizarse y conver1986. Autor de numerosas obras de antropología social y economía, ha publicado con anmación, leyes de evolución tirse en las condiciones de terioridad dos artículos en la RICS (Vol. que expliquen la historia de funcionamiento de una nueX X V I . n u m . 4, 1974 y Vol. XXXIII, n u m . 4, la naturaleza c o m o la histova sociedad. 1980). ria del hombre? D e esta definición aproximada sobresale, inmediatamente, que las fases de transición constituyen épocas de excepcional importancia en la vida concreta de las sociedades. Es el m o mento en que modos de producción, m o d o s de pensamiento, modos de actuación individual o colectiva se ven confrontados a límites, internos o externos, y comienzan a agrietarse, a perder importancia, a descomponerse a riesgo de vegetar durante siglos en lugares menores, o también a extenderse por sí mismos o por la voluntad sistemática de grupos sociales que se oponen a su reproducción en nombre de otros m o d o s de producir, de pensar y de actuar cuyo desarrollo desean. Analizar pues procesos y épocas de transi-

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Analizar procesos de transición, es, pues, intentar medir las partes de azar y de necesidad que den cuenta de la aparición, del desarrollo, de la desaparición en el tiempo, de los sistemas económicos y sociales y su eventual reemplazamiento por otros sistemas que les suceden. Explorar este tipo de problemas remite a un «a priori» científico más o m e n o s explícito, a saber, que el funcionamiento de las sociedades forma sistema. N o todo es contingencia en la naturaleza de las relaciones sociales que coexisten en el seno de una sociedad, en una época determinada, y le imprimen una lógica original presente en varios niveles, tanto en las acciones de los individuos y los grupos que componen esta sociedad c o m o en los efectos particulares o

6 globales, que arrastran estas acciones hacia su reproducción. Se comprende así que el trabajo científico se enfrente no sólo a los límites de sus instrumentos de análisis sino también a dificultades nacidas de una sobreinversión de este tipo de problemas por los «a priori» ideológicos de cada uno. ¿Tiene la historia un sentido o varios y cuáles son éstos? Basta con recordar las polémicas, m u y actuales todavía, entorno a la interpretación de los orígenes y el alcance de la revolución francesa para darse cuenta de las dificultades de la empresa. Y sin embargo, los investigadores se embarcan, sin cesar, en este tipo de empeño. E n el siglo xix, fueron los famosos debates sobre la acumulación primitiva del capital y los orígenes del m o d o de producción capitalista. Este debate se ha prolongado hasta nuestros días reavivado, en 1946, por la publicación de la obra de Maurice D o b b Studies in the Development of Capitalism (Londres, Routledge & Kegan) que originó una vasta discusión internacional en distintas revistas, reunida parcialmente en la obra publicada a cargo de Rodney Hilton The Transition from Feudalism to Capitalism (New-Left-Books, Londres, 1976). Pero idénticos problemas se planteaban, desde hacía m u c h o tiempo, en lo que concierne a los procesos de paso de la antigüedad greco-romana a la organización feudal de la Edad Media: ver, por ejemplo. Perry Anderson Passages from Antiquity to Feudalism (New-Left-Books, Londres, 1974). Por su lado, los arqueólogos, apoyándose en los trabajos antropológicos, intentan, desde hace algunos decenios, reconstruir las condiciones del paso de las sociedades sin clases del neolítico a las primeras formas de sociedades de clases o castas, que parecen estar asociadas en el antiguo cercano Oriente, en China o en América a ciertas formas de desarrollo de la agricultura y la ganadería. Los miembros del grupo de investigaciones sobre los procesos de transición que han redactado los artículos publicados en este número tienen una ambición m u c h o m á s modesta 1 . Se proponen analizar en la época actual y en un cercano pasado, comenzando a mediados del siglo xix, los efectos sobre distintas formas no capitalistas de organización de la producción y los intercambios, de la expansión de la economía mercantil y monetaria inducida por el desarrollo y el dominio del m o d o de producción capitalista. E n el plano metodológico, el grupo ha elegido apoyarse en primer lugar en un inventario crí-

Maurice Godelier

tico de los análisis de Marx sobre procesos de paso del feudalismo al capitalismo y de sus indicaciones sobre la aparición en Europa, a finales del siglo xix, de los primeros elementos y puntos de ruptura hacia u n nuevo m o d o de producción, el de los trabajadores asociados que, a su entender, iba a suceder con mayor o m e n o r rapidez al m o d o de producción industrial capitalista. El inventario ha proporcionado resultados m u y positivos, así c o m o una serie de puntos que plantean problemas. V a m o s a resumirlos rápidamente.

Rápido balance de los principales textos de Marx sobre procesos de transición E n primer lugar, recordemos los límites que el propio Marx se impuso en Grundrisse y en Das Kapital. Quería reconstruir las leyes de funcionamiento del m o d o capitalista de producción y de intercambio y descubrir las leyes del movimiento económico de la sociedad burguesa que se había desarrollado en sinergia con las distintas fases del desarrollo de los intercambios y de la producción capitalista. Marx dejó, pues, de lado el análisis sistemático de las transformaciones de las estructuras familiares (la evolución de la familia burguesa, de la familia obrera, de la familia campesina), de los regímenes políticos (repúblicas o monarquías constitucionales), de los sistemas de pensamiento y de valores (aparición del protestantismo, desarrollo de lasfilosofíasracionalistas, etc) que pudieron marcar distintas fases del desarrollo de las formas capitalistas de producción y de intercambios. Es posible encontrar, claro está, muchas observaciones sobre estos problem a s , aunque no son estudiados con detalle. La historia está siempre presente, pero más adelante veremos c ó m o la utiliza Marx. Pues, de creer en ciertas declaraciones del piopio Marx, nos inclinaríamos a pensar que. para él, la historia sirve sobre todo para ilustrar análisis teóricos. D e este m o d o , Inglaterra es considerada c o m o el ejemplo del desarrollo más avanzado del m o d o capitalista de producción industrial y es utilizada para reconstituir los mecanismos y las etapas de este desarrollo. Francia, en cambio, es vista com o el país clásico de las revoluciones políticas y culturales que las burguesías tuvieron que llevar a cabo contra el antiguo sistema feudal, porque en Francia la burguesía contestó las estructuras

Introducción: el análisis de los procesos de transición

sociales, las ideas y los valores del Antiguo Régim e n m á s radicalmente que en otros países. La idea central de Marx es que las sociedades se reorganizan sobre la base del desarrollo de nuevos m o d o s de producción. Esto implica que la historia se transforma bajo la presión de la necesidad por corresponder las maneras de pensar y de actuar con las maneras de producir. Hipótesis que defiende que nuevas lógicas sociales se construyen sobre la base de nuevos m o d o s de producción, es decir de nuevas relaciones entre los hombres, vinculados a nuevas maneras de actuar sobre la naturaleza para extraer de ella las condiciones materiales de la vida social. Esta es la hipótesis de la correspondencia entre m o dos de producción y formaciones económicas y sociales. Ahora bien, esta hipótesis, que por desgracia se formula con demasiada frecuencia, conlleva muchas dificultades, c o m o es el problema de las relaciones entre infraestructuras y superestructuras. Para dar una idea de estas dificultades basta con recordar, por ejemplo, que las relaciones de parentesco, por sus funciones explícitas de organizar la reproducción de la vida a través de las relaciones sociales defiliacióny de alianza, pueden ser consideradas c o m o «las superestructuras» de otras relaciones sociales, relaciones de producción u otras, pero que en numerosas sociedades, las relaciones de parentesco funcionan también c o m o marco social de la producción y de los intercambios, c o m o relaciones de producción. Volveremos m á s adelante a estos problemas.

Periodización de los procesos de paso al m o d o capitalista de producción Marx distinguió, en cierto m o d o , tres etapas en la transición del m o d o de producción feudalal m o d o de producción capitalista, etapas que constituyen una periodización m u y aproximativa de los procesos de transición. El primer período, al que llama el preludio o las premisas, iniciado en el último tercio del siglo xv, se habría prolongado hastafinalesdel siglo xvi; le habría sucedido el período de juventud y desarrollo del m o d o de producción capitalista, con la constitución del mercado mundial y la multiplicación de las m a nufacturas. Por fin, desde los últimos años del siglo xviii hasta finales del xix, las manufacturas

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cedieron su lugar al maquinismo y a la gran industria que produjeron revoluciones tanto en la producción industrial c o m o en la agrícola, así com o una gigantesca urbanización de los países industriales y un enorme cambio en las relaciones ciudad-campo. Esta periodización no podía ser m á s que aproximativa desde el punto de vista de Marx, para quien no existían fronteras claras entre una época histórica en la que dominan un m o d o de producción y las formas de organizaciones sociales y de pensamiento que le corresponden y otra época en la que ese m o d o de producción está en vías de desaparición y sólo desempeña un papel secundario en la reproducción de la sociedad, un papel subordinado a la expansión de un nuevo m o d o de producción dominante. Volvamos a la primera etapa, al nacimiento, al preludio, a las premisas, m o m e n t o esencial en la historia. La hipótesis de Marx es que nuevas formas de producción aparecen, espontánea y esporádicamente, cuando un sistema económico comienza a resquebrajarse y desintegrarse. C o mienzan a crecer entonces sobre la base de la habilidad, de técnicas y procesos de trabajo heredados del pasado, hasta el punto que, para continuar su desarrollo, deben destruir su punto de partida y reemplazarlo por nuevas técnicas y maneras de producir más adecuadas y que son producto de su propio desarrollo. Esto es lo que Marx llamó el paso de la subsunción formal de un proceso de trabajo antiguo bajo formas sociales nuevas, bajo relaciones de producción nuevas a la subsunción real de un proceso de trabajo nuevo bajo esas relaciones de producción nuevas.

Prioridad metodológica del análisis de las estructuras de las nuevas relaciones sociales sobre el análisis de su génesis Para Marx el problema estribaba en identificar el nuevo m o d o social de organizar la producción y los intercambios: el m o d o capitalista. Desde el punto de vista metodológico, aparece un orden necesario en el análisis de los procesos de transición. Primero es necesario descubrir la estructura de las relaciones de producción nuevas, antes de reconstituir su génesis y evolución. Al término de sus análisis, Marx propone una definición de la forma capitalista de producción. Esta forma de

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producción es la combinación de los cuatro siguientes conjuntos de relaciones: 1. Es la forma históricamente m á s desarrollada de la producción mercantil. 2. Reposa sobre la propiedad privada de los m e dios de producción y del dinero. 3. Estos medios de producción y el dinero funcionan c o m o capital, es decir, son utilizados para producir un valor suplementario del que se ha invertido al comienzo del proceso de producción, valor suplementario que corresponde a las distintas formas de beneficio capitalista. 4. Esta valorización del capital se realiza por la contratación y la explotación de trabajadores asalariados, personalmente libres, pero desprovistos de medios de producción y subsistencia, lo que les obliga a vender el uso de su fuerza de trabajo a los poseedores de estos m e dios. Se advierte de inmediato que ninguno de esos cuatro elementos apareció por primera vez en los tiempos modernos. Producir mercancías, hacer dinero con el dinero, utilizar trabajadores asalariados, producir sobre la base de la propiedad privada de los medios de producción, son relaciones sociales que se presentan en sociedades y épocas anteriores. El carácter específico de la manera de producir capitalista reside en el hecho de que estas distintas relaciones han llegado a combinarse. Y cada vez que se daba esta coordinación se originaba a escala local la manera de producir capitalista, la forma capitalista de producción. Desde entonces, analizar la génesis de las relaciones capitalistas de producción no es hacer la genealogía histórica de las formas de producción mercantil, del asalariado, en todas las sociedades y todas las épocas en las que se encuentran. Es analizar su desarrollo en el seno de la evolución del m o d o de producción feudal y las circunstancias que las han llevado a combinarse. Hacer estos análisis es dar cuenta de lo que los economistas clásicos habían denominado el proceso de acumulación primitiva del capital. Este proceso se habría realizado por la concentracción, en un polo de la sociedad, de la fortuna en dinero, de los medios de producción, de subsistencia, y por la constitución, en otro polo, de masas de individuos liberados de los vínculos de dependencia personal de tipo feudal, pero separados al m i s m o tiempo de los medios de producción de subsistencia necesarios para existir.

Maurice Godelier

El retorno a los orígenes: el método regresivo La investigación sobre los procesos de transición procede pues, primero, «marcha atrás», de m o d o regresivo, puesto que se debe intentar ver en el pasado las razones de la descomposición de las antiguas relaciones de producción feudales en la agricultura, la industria y el comercio, y de la extinción parcial de estas relaciones. Por este procedimiento regresivo, se intenta descubrir las fuerzas que han llevado a esta descomposición del antiguo sistema y a la recombinación de algunos de estos elementos. Para Marx, al parecer, así c o m o para Fernand Braudel un siglo m á s tarde, las fuerzas que alentaron esta disolución y estas recombinaciones surgieron de la expansión del comercio y de la producción mercantil que comienza a partir del siglo xv, sobre la base y en el marco m i s m o de las relaciones de producción feudales profundamente alteradas por la gran crisis del siglo xiv. Esta expansión, iniciada antes del descubrimiento de América, adquirió luego una magnitud y una intensidad multiplicadas por el establecimiento de un nuevo mercado mundial. Ello fue lo que llevó a los artesanos a convertirse en mercaderes; a los mercaderes a organizarse o a dominar la producción artesanal; en definitiva, lo que condujo a unos y otros a contradecir los reglamentos de las corporaciones y las guildas a las que pertenecían, es decir a franquear los límites que la organización de la producción y de los intercambios feudales imponían sobre el propio desarrollo del comercio y de la producción mercantil. En este proceso, las antiguas formas de producción artesanal o agrícola y de comercio se agrietaron y comenzaron a disolverse. Algunos elementos desaparecieron, otros fueron conservados o replanteados. Esto es lo que M a r x expone en el capítulo 6, del Capital llamado «inédito»: el paso del taller artesano corporativo al taller capitalista. Su demostración es particularmente ejemplar y resumiremos sus puntos principales. En el taller corporativo, maestro, compañeros, aprendices son personalmente libres c o m o lo serán el capitalista y los obreros. El maestroartesano es propietario de la materia prima y de parte de los útiles, mientras que la otra parte pertenece a los compañeros. El maestro es maestro porque domina su oficio y participa directamente en la producción.

Introducción: el análisis de los procesos de transición

Pero compañeros y aprendices están unidos al maestro por relaciones personales y forman con él una especie de gran familia, puesto que comen en su mesa y reciben parte de su remuneración en especies y la otra en dinero. El maestro es, com o lo será el capitalista, propietario del producto del trabajo, del suyo y del de sus compañeros. Es también mercader; compra, vende y persigue, al m i s m o tiempo, enriquecerse y reproducir su estatuto social de maestro de oficio. Practica ese oficio en el seno de una corporación que ejerce su control sobre la calidad y la cantidad de los bienes que produce; al producir, el artesano y sus compañeros lo hacen, pues, de m o d o que reproducen al m i s m o tiempo la corporación, la c o m u nidad a la que pertenecen. ¿Qué elementos de la antigua organización corporativa fueron suprimidos o conservados en el proceso de formación de las relaciones capitalistas de producción? Fue suprimido, por ejemplo, el pago en especies a los obreros y, en cuanto el tamaño de la empresa lo permitió, fue suprimida la participación directa del patrón en el proceso de producción. Este último pudo dedicarse por entero a la dirección del proceso y a las tareas mercantiles de compra y venta. E n términos de historia y de sociedad, suprimir elementos de una relación significa una lucha social, tensiones, conflictos, oposiciones de ideas y valores, en resumen, cambios socio-culturales orientados. La formación de las relaciones capitalistas de producción no se reduce a fenómenos puramente «económicos». Implica u n conjunto de luchas sociales, de conflictos de intereses y de ideas. Pero, y esta observación es m u y importante desde un punto de vista histórico, no todo cambio social y cultural pertenece a la categoría de los procesos de transición. Se excluyen todos los cambios cuya finalidad es reproducir el antiguo sistema de producción y de organización social adaptándolo a los cambios internos o externos surgidos de su evolución.

El triple proceso del nacimiento de una relación social de producción El nacimiento de una nueva relación social de producción se produciría, por consiguiente, al término de un proceso de desarticulación, que conllevaría la desaparición de algunos elementos de las antiguas relaciones y la recombinación de los elementos conservados los cuales inician en-

9 tonces un nuevo desarrollo. Todo ocurre c o m o si los tres aspectos de este proceso -escisión, eliminación y conservación- liberaran un nuevo potencial histórico para llevar m á s lejos ciertas transformaciones, ciertos movimientos ya iniciados. Pero después de haber retrocedido en el pasado, el análisis debe tomar una dirección inversa y progresar, a lo largo de los siglos, desde las formas incipientes de las nuevas relaciones de producción hasta sus formas m á s desarrolladas. Eso es lo que Marx pretendió hacer al analizar las condiciones del paso de la subsunción formal bajo las nuevas relaciones capitalistas de las formas de trabajo heredadas del pasado, a la subsunción real de una base material y de nuevas fuerzas productivas engendradas por el propio desarrollo de tales relaciones. Este paso se llevó a cabo primero, en el centro del sistema y no en su periferia; es preciso, pues, distinguir las formas que tom a n los procesos de transición, por una parte en los países donde surgió por primera vez el m o d o capitalista de producción y, por otra parte, en los países que poco a poco se subordinan al centro, o a los centros del sistema.

Paso de la subsunción formal en los países del centro, a la subsunción real T o m e m o s de nuevo estos distintos puntos. Para Marx, en sus comienzos y durante m u c h o tiempo, la subsunción de distintos procesos de trabajo bajo la forma capitalista de producción no trastornó profundamente ni las técnicas, ni las habilidades, ni la base material de la producción. Sin embargo, en la organización social de la producción se operó rápidamente una modificación fundamental: el trabajo se hizo m á s intenso, m á s continuo, y la explotación de la fuerza de trabajo aumentó con la supresión de gran número de días festivos y la prolongación de la jornada de trabajo. Resumiendo, en términos de teoría económica, la subsunción formal conlleva u n aumento absoluto de la plusvalía que se apropia el propietario del capital. L a anterior evolución de las formas capitalistas de producción se dirigió, luego, hacia la creación de una nueva base material, propia, que implicaba un trastorno general de las condiciones de la producción y de la productividad del trabajo. Fue el paso de las formas artesanales de pro-

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Proceso de transición a escala individual. Decoración de la fachada de una fábrica de tejidos en K a m p o n g Sianiper, Sumatra, Indonesia; describe el itinerario de su fundador, que fue pastor de búfalos, labrador, traficante y comerciante antes de abrir su propia fábrica. Coil J. Cuisinier, 1955/Museo del Hombre, Paris.

ducción industrial a las manufacturas lo que produjo, sobre la propia base de las transformaciones y los inventos realizados en el seno de las manufacturas, la aparición del maquinismo y de la gran industria. Mientras la manufactura ya había creado trabajadores parcelarios, especializados en una sola tarea, aun conservando c o m o base técnica el trabajo y el oficio manuales, fue el maquinismo el que trastornó realmente las condiciones de producción. Poco a poco, la máquina

substituye al hombre, primero c o m o útil, luego c o m o motor gracias a la aplicación, cada vez m á s sistemática, de los conocimientos científicos en los procesos de fabricación, analizados a partir de entonces en sí mismos según las leyes químicas, físicas, etc., y no a partir del cuerpo h u m a n o y de sus posibilidades como primera referencia. C o n el maquinismo y la gran industria, el sistema capitalista creó las condiciones modernas de la producción, basadas cada vez m á s en sistemas de

Introducción: el análisis de los procesos de transición

máquinas acoplados a colectivos obreros. Los productores directos se convirtieron en el c o m plemento, la prolongación, el apéndice de u n sistema de máquinas y de máquinas de hacer m á quinas. C o n la aparición y el desarrollo de la gran industria,finalizóla transición de las formas feudales de producción al m o d o capitalista, primero en Inglaterra, después en Francia y m á s tarde en Alemania, es decir, en los países que constituyen el centro del sistema mundial capitalista. Pero estas sociedades, centro del nuevo sistema m u n dial, están, ellas mismas, permanentemente divididas en zonas centrales y zonas periféricas, en zonas industriales y urbanas nuevas y en zonas rurales que proporcionan la m a n o de obra de las nuevas fábricas y una parte de la población de los nuevos tejidos urbanos. Durante este proceso, en los países del centro y en las zonas industriales de estos países, la explotación de los trabajadores ha dejado, cada vez m á s , de tener las primeras form a s de extracción de una plusvalía absoluta, por medio de la prolongación del tiempo de trabajo, para transformarse en la extracción de una plusvalía relativa vinculada al enorme aumento de la productividad del trabajo social y el abaratamiento de los costes de reproducción de la fuerza de trabajo. C o n la gran industria, el m o d o capitalista de producir conquistó y alteró poco a poco todas las ramas de la producción industrial y agrícola, y creó otras nuevas al tiempo que operaba una revolución en los medios de transporte. Se intensifican entonces las relaciones contradictorias entre zonas centrales y zonas rurales o periféricas con respecto a la industrialización moderna. A n te la competencia de los productos industriales, el artesanado doméstico de las familias campesinas y el artesanado rural de los pueblos se hunden y, por primera vez, la agricultura se encuentra separada de las industrias que le son necesarias. Se desarrolla un doble movimiento contradictorio: por una parte, la forma capitalista de producción destruye o descompone con su c o m petencia las antiguas formas de producción, haciendo caducas sus bases materiales y, por otra parte, c o m o vamos a ver con los ejemplos de aparcería, arrendamiento rústico o de aprovechamiento directo contemporáneos, las reproduce sobre una base material que ella misma proporciona; con lo cual las coloca bajo su dependencia y también mediante el dominio que ejerce sobre toda la producción mercantil.

11 Marx no detuvo ahí su análisis pues, en su opinión, el movimiento de la historia no acababa tampoco aquí. A su m o d o de ver, los hechos demostraban, en la segunda mitad del siglo xix, que ya había comenzado una nueva transición, en la medida en que, en el centro del sistema mundial capitalista, la gran industria y la producción de masas habían empezado a entrar en conflicto con el carácter privado de la propiedad de los medios de producción, del producto, del dinero y del capital. La prueba de ello la veía tanto en la aparición de las cooperativas obreras c o m o en la multiplicación de las sociedades por acciones y de los grandes monopolios. Europa estaba ya, c o m o escribió, en transición hacia la reconversión del capital en propiedad de los productores asociados, en propiedades directamente sociales (Das Kapital, M . E . W , tomo 25, pág. 453). Pero esta reconversión no podía llevarse a cabo con transformaciones puramente económicas. Eran precisas formidables luchas sociales y políticas, las clases explotadas tenían que tomar el poder, que hubiera una o varias revoluciones. N o seguiremos en esta dirección, salvo para advertir que el paso al m o d o de producción de los trabajadores «asociados» no se realizó, c o m o estaba previsto, en el centro del sistema sino en la periferia de Europa, en Rusia. Marx, al final de su vida, había previsto esta posibilidad, pero c o m o una excepción. La excepción se convirtió en regla y las siguientes rupturas se produjeron m á s lejos todavía del centro, de China a Cuba, de M o z a m b i q u e a Vietnam.

Siguiendo el desarrollo de la historia: el método progresivo Volvamos ahora al análisis de otros procesos que se desarrollan de m o d o complementario y contradictorio con el m o d o de producción capitalista. Para ello, no hay que retroceder en la historia sino avanzar, a lo largo de los siglos, y contemplar la diversidad de las formas de producción brotadas de las formas de producción feudales. Se advierte entonces, que la forma capitalista de producción es una entre otras muchas, la cual finalmente se convirtió en la forma dominante de organización de la producción y de los intercambios, y la cual, según las circunstancias y los c a m pos de producción, rechazaba, destruía o conservaba, aunque subordinándolas, las formas de producción que coexistían con ella y a las que,

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de todos modos, obligaba a evolucionar bajo su presión. Sólo tomaremos un ejemplo de uno de los principales campos de la evolución económica y social: el de las formas de organización de la propiedad y de la producción agrícolas que sucedieron a las formas feudales. La evolución de la relación feudal de producción bajo los efectos de la expansión de la economía mercantil y monetaria generalizó, en los países que estaban vinculados al mercado mundial, la substitución de las d e m á s formas de renta feudales por la renta en dinero. Poco a poco, la renta dejó de ser una relación personal, para convertirse, cada vez m á s , en una relación contractual. Esta evolución se llevó a cabo en varias direcciones. Condujo a diversas formas de aparcería y arrendamiento rústico no capitalistas o bien, si los campesinos tenían la posibilidad de comprar las tierras o de obtenerlas mediante una reforma agraria, desembocó en una proliferación de campesinos propietarios que trabajaban ellos mismos sus tierras en un aprovechamiento directo. Esta última forma fue denominada por Marx « m o d o de producción parcelaria». Pero en Inglaterra y en algunas regiones de Francia, esta evolución desembocó en la aparición de granjeros capitalistas, es decir, en una relación de producción en la cual la tierra sigue siendo propiedad de un patrón/hacendado absentista y es trabajada por un granjero, propietario de los instrumentos de producción y del capital, quien ya no emplea campesinos sino trabajadores agrícolas asalariados. La tierra se convirtió, con esta relación de producción, en una realidad sólo material y económica y su propiedad se despojó de todos los atributos políticos e ideológicos que eran la esencia de las formas precapitalistas de propiedad de la tierra. H o y día, afinales,del siglo x x , estas distintas formas de producción agrícola siguen coexistiendo en Europa.

El centro, los centros, y las dos periferias Pero en estos análisis falta una pieza: la de las formas de producción que se desarrollaron en los países periféricos a la zona de primera creación y de expansión del m o d o de producción capitalista. H a y que distinguir dos periferias: los países de Europa que comercian con Inglaterra, Francia

Maurice Godeher

y los Países Bajos, por un lado, y por otro lado los países no europeos que Europa va colonizand o poco a poco o subordinando a sus propios intereses. U n análisis atento de los textos del siglo Xix nos muestra que en las periferias del sistema capitalista, no se desarrollaba un capitalismo periférico c o m o pretenden algunos autores. En la primera periferia, en Prusia Oriental, en Polonia o en Hungría, el desarrollo de la producción mercantil para alimentar a las ciudades y a las poblaciones de los centros capitalistas conlleva el nuevo desarrollo, y a gran escala, de la servidumbre. Es el famoso problema de la segunda servidumbre, puesto en evidencia por los historiadores alemanes del siglo xix. E n las provincias danubianas, en cambio, c o m o Marx ya advirtió, tras encuestas etnográficas llevadas a cabo en estas regiones, se asistió, después del hundimiento del dominio turco bajo los embates de ingleses y franceses, al acaparamiento de una parte de las tierras de las comunidades de Valaquia, u otras, por parte de las aristocracias locales y al nacimiento, por primera vez, de una form a de servidumbre individual. En la segunda periferia, las cosas iban a ser m u y distintas, según los países fueran transform a d o s en colonias o sufrieran, sólo, las presiones comerciales y políticas de los países europeos. E n Méjico, o Perú, las antiguas formas de producción y de organización sociales fueron destruidas y recompuestas por los españoles en fórmulas mixtas, poniendo en simbiosis comunidades indígenas de un nuevo tipo, mezclando estructuras españolas con estructuras precoloniales y grandes explotaciones agrícolas o mineras directamente administradas por los colonos. Poco a poco, haciendas y comunidades evolucionarían hacia form a s modernas de producción de productos para la exportación. Se plantea, pues, la cuestión general de saber si las comunidades indias son vestigios o formas de organización social modernizadas y adaptadas al dominio del m o d o de producción capitalista y subordinadas a él. Pero en otros lugares, en el sur de los Estados Unidos, por ejemplo, cuando las poblaciones indias locales desaparecían o se negaban a trabajar en las plantaciones, fue necesario importar de África una m a n o de obra arrancada de sus c o m u nidades de origen y de su cultura, poniendo de nuevo en marcha formas esclavistas de producción. Y en la segunda mitad del siglo xix, cuando la esclavitud fue abolida o se convirtió en objeto de condena general, se comenzó a importar m a -

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Introducción: el análisis de los procesos de transición

no de obra china y luego japonesa, a las haciendas costeras del Perú, la cual a diferencia de los esclavos negros de los siglos precedentes, escaparían, se desharía de esta condición al cabo de una generación. Eso es lo que muestran los trabajos de los antropólogos peruanos sobre la evolución de las haciendas de los valles costeros del Perú. Pero en el otro extremo del m u n d o , en Sumatra, los holandeses se enfrentaban con el m i s m o problema de escasez de m a n o de obra local para sus plantaciones y comenzaron, a partir de 1860, una vasta operación de transferencia e implantación en Sumatra de poblaciones de las llanuras superpobladas de Java. Estas son pues las distintas direcciones en las que ha iniciado sus trabajos el grupo de investigación sobre los procesos de transición. Estos son, también, los distintos instrumentos analíticos, hipótesis, modelos de procesos, etc.. que el grupo utiliza tras haber hecho una selección de los mismos en las obras de M a r x y de distintos analistas de los siglos xix y x x , historiadores, economistas, sociólogos y antropólogos que trataron la formación y el desarrollo del m o d o de producción capitalista. C o m o ya hemos señalado, se plantean muchos interrogantes sobre la validez de estos instrumentos y sobre su alcance real.

Lagunas y problemas en Marx Se podría, por ejemplo, concluir, de m o d o opuesto a Marx, que si Francia fue el país clásico de las revoluciones burguesas, lo fue porque el m o d o capitalista de producir y de comerciar estaba m e nos desarrollado que en Inglaterra y, para alcanzar susfines,la burguesía francesa tuvo que aliarse políticamente, por algún tiempo, con el campesinado y los artesanos, lo que radicalizó su lucha. D e ahí surgió, tras la venta de los bienes nacionales y de los bienes de la Iglesia, la proliferación de campesinos propietarios y productores directos que iban a erosionar luego los procesos de industrialización y de urbanización. Otro punto, no puede encontrarse en M a r x el análisis de la evolución de la familia campesina o de la familia obrera, por citar sólo un aspecto de la evolución de la sociedad moderna. Otro gran terreno que permaneció yermo en Marx, es el del papel del Estado en los procesos de transición. Es cierto que subrayó la importancia que habían tenido en estos procesos la crea-

ción de bancos nacionales, la generalización de la fiscalidad del Estado, las políticas proteccionistas, las políticas coloniales, guerras y conquistas, las legislaciones del trabajo, el apoyo a las m a n u facturas, etc. Pero Marx no llevó el análisis m á s adelante. Se había propuesto dedicarle el cuarto volumen del Capital, el cual nunca fue elaborado. Ahora bien, hoy, m á s que en tiempos de Marx, el Estado interviene sin cesar en la evolución de las estructuras económicas, ya sea por medio de los sistemas de crédito, las políticas de precios y en los países subdesarrollados mediante los planes de desarrollo con o sin reforma agraria, etc. N o s corresponde a nosotros analizar las formas de intervención y sus efectos.

Situación de los artículos que siguen en esta problemática H e m o s elegido presentar de entre los trabajos del grupo Transición cinco textos que ilustran la evolución de las formas de producción subordinadas al desarrollo del m o d o de producción capitalista y que se sitúan, o bien en la primera periferia de este sistema (ejemplo de las comunidades del Capcir, en la Cataluña de expresión francesa, o de la comunidad de Vilatuxe en Galicia), o bien en la segunda periferia, con los ejemplos de la evolución reciente del ejido de Naranja, en Méjico, de la evolución, durante varios siglos, de las comunidades y las haciendas del valle de C h a n cay, en Perú, y, por fin, con el ejemplo de los frustrados campesinados de Sumatra que se aglomeran en los límites de las grandes plantaciones capitalistas a las que sirven, según las circunstancias y los intereses, de inagotable reserva de m a no de obra ocasional o permanente. Louis Assier-Andrieu analiza la evolución reciente de las comunidades campesinas del C a p cir bajo el efecto del rápido desarrollo de las estaciones de alta montaña y del capitalismo turístico y muestra, primero, c ó m o desde comienzos del siglo xix habían sabido evitar las obligaciones impuestas por las nuevas reglas de la propiedad privada del código civil. Cada comunidad estaba compuesta de unidades domésticas de explotación, m á s o menos ricas en tierras cultivadas (casas grandes, casas pequeñas) que mediante su pertenencia a la comunidad eran usuarias de recursos forestales y de pastos de montaña, propiedad de la comuna. Cada casa se mantenía, a través del tiempo, por una regla de herencia que

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transmitía la tierra a un solo heredero de entre todos los hijos de los dueños de casas. Esta regla, que contradecía los principios del código civil, se había mantenido gracias a la complicidad activa de los notarios y de la población. Este sistema, que se basaba sobre una agricultura de montaña, que combinaba estrechamente la ganadería y la producción agrícola, se había pues reproducido por medio de la expulsión sistemática de los descendientes no herederos que iban a buscar e m pleo, emigrando a las ciudades y a las llanuras del sur de Francia, u ofreciendo su trabajo a las casas ricas que, permanente o estacionalmente, necesitaban m a n o de obra. Ahora bien, este sistema que había resistido hasta los años 1960, comenzó a agrietarse y desintegrarse con la súbita irrupción del capitalismo turístico. Tierras no cultivadas, vendidas a las estaciones de montaña, se convertían en una mercancía que hacía ganar de golpe m u c h o m á s que su uso productivo. E n estas circunstancias, las antiguas solidaridades pueblerinas y familiares, que habían permitido reproducir el sistema m á s o menos subterráneamente, se hundieron. Pero también ahí parecen posibles varias evoluciones, bien porque un capital exterior a la comunidad invierta en el turismo, creando una zona de capitalismo de servicios, bien porque las comunidades organicen por sí mismas, sobre bases materiales, nuevas estaciones cuyos beneficios se redistribuyen luego. H a y una alternativa, pero las fuerzas que empujan hacia el capitalismo privado parecen llevar las de ganar. Tanto m á s cuanto, en ciertas comunidades, algunos campesinos m á s ricos que otros y que combinaban sus actividades agrícolas con otras fuentes de beneficios, carnicería, serrería, restaurantes, habían acumulado un capital que encuentra en el turismo la ocasión de invertirse y fructificar sin moverse de la región. E n otro contexto, el de la implantación a partir de los años sesenta de una multinacional, la Nestlé, en una región de Galicia, Raúl Iturra abre amplias perspectivas teóricas con su análisis de las estrategias económicas puestas en práctica por los campesinos de Villatuxe para reproducir sus expropiaciones familiares combinando varias bases -el trabajo asalariado parcial, la reactivación de las relaciones de parentesco y de los servicios recíprocos entre vecinos- para disponer en el m o m e n t o preciso de una m a n o de obra necesaria, a la que no se paga con dinero pero a la que se compensa con trabajo o con productos campesinos, etc.

Maurice Godelier

Poco a poco, los pequeños propietarios se especializan en la producción de carne y de leche, manipulando estas distintas bases para acumular los medios necesarios para la modernización de sus explotaciones. Pero en el proceso, una parte de estos agricultores se desliza hacia un estatuto de productores marginales, cuyas actividades agrícolas se transforman en una especie de seguro que completa los recursos producidos por la entrada de estos individuos en las nuevas relaciones de producción (trabajo asalariado, pequeño comercio, emigración temporal, etc). El análisis es tanto m á s apasionante cuanto estos desarrollos de un m o d o de producción parcelar vienen tras la abolición, en 1926, del sistema delibra, sistema de arrendamiento de tierras por grandes propietarios rurales cuyo origen se remontaría al siglo x, y que fue una forma original de la propiedad rural «feudal» en la península Ibérica. U n análisis m á s ambicioso y un m á s vasto punto de vista nos lo da Olinda Celestino cuando estudia la evolución de las comunidades del valle de Chancay, desde el siglo xvi hasta el x x . M u e s tra c ó m o las formas de producción y de organización social, preincaicas e incaicas, que permitían, c o m o había demostrado John Murra, a las c o m u nidades explotar varios niveles ecológicos sin enfrentarse, fueron rápidamente destruidas por los españoles, que replegaron cada comunidad a su espacio próximo, apiñándola en torno a una iglesia y un centro administrativo por la política de las reducciones. Tras estos trastornos iniciales, los grupos étnicos y las comunidades del valle de Chancay conocerían evoluciones divergentes. Las comunidades de la parte alta del valle conservarían un control colectivo de sus tierras, sirviendo de reserva de m a n o de obra para las m i nas y para las haciendas de las tierras altas. Por lo que se refiere a las comunidades de la costa, se verían diezmadas por las enfermedades y, poco a poco, sus tierras pasarían a m a n o s de los hacendados españoles que se vieron obligados a organizar la producción con m a n o de obra importada. La serie de transformaciones de las relaciones de producción en estas haciendas costeras, que la autora describe, nos muestra c ó m o se extinguen progresivamente las relaciones de producción esclavistas que explotaban m a n o de obra africana importada y c ó m o se desarrollan las relaciones de aparcería llamadas yanaconazgo. A éstas sucedieron formas de contratos de trabajo cuando fue importada afinalesdel siglo xix, m a -

Introducción: el análisis de los procesos de transición

no de obra asiática, primero, china, luego japonesa. Finalmente, antes de la Segunda Guerra m u n dial, las haciendas comenzaron a modernizarse en el aspecto técnico y a emplear m a n o de obra asalariada permanente y ocasional, llegada de las comunidades andinas en plena mutación bajo los efectos de la presión demográfica y de la necesidad de procurarse recursos monetarios. Así, a mediados del siglo x x , en ambas partes del Perú, las poblaciones de las tierras altas y las del litoral, comenzaban a fusionarse en una economía nacional. Pero, en la última etapa, en 1972 una ley de reforma agraria «de inspiración socialista» ponía las haciendas bajo el control del Estado y las transformaba en cooperativas de producción gestionadas por los ingenieros y los obreros. Apenas nacida, esta forma socialista de producción iba a ser contestada por otra evolución de la sociedad que se volvía, de nuevo, hacia los principios de la propiedad privada. Gail M u m m e r t consagra su análisis de la transformación interna de las reglas de funcionamiento de un ejido mejicano a otras desaventuras y metamorfosis de la pequeña explotación agrícola. Esta organización suponía, en principio, la igualdad de los productores. Pero acabó rápidamente reproduciendo y recubriendo formas, antiguas o modernas, de explotación del trabajo h u m a n o . Cincuenta años después de la revolución mejicana, el ejido, punto central de la reform a agraria, está casi totalmente desnaturalizado. Junto a algunas explotaciones familiares que todavía corresponden al principio del ejido, se multiplican estrategias familiares que combinan los recursos de varias actividades y resucitan, de paso, de m o d o clandestino al ser ilegal, distintas formas de aparcerías o de alquiler de parcelas entre ejidatarios. Parte de ellos emigra a la ciudad o a las e m presas capitalistas del sur de los Estados Unidos, alquilando, antes de su marcha, la tierra a vecinos o amigos, o confiándola a los cuidados de un pequeño capitalista propietario de un tractor que se encarga de todos los trabajos agrícolas a c a m bio de una remuneración monetaria pagada del propio salario de los emigrados. El análisis de Gail M u m m e r t es una minuciosa disección de las formas de producción que se desarrollaron espontáneamente bajo la superficie, aparentemente igualitaria, del ejido y que nacen de las dificultades que surgen para reproducir en las condiciones materiales y sociales de la pequeña explotación agrícola, de los campesinos y su familia.

15 Por fin, u n último ejemplo, es el del c a m p e sinado «frustrado» de Sumatra, analizado por A n n Stoler. Ésta nos muestra c ó m o , a mediados del siglo xix, las grandes plantaciones holandesas de Sumatra buscaron, en la superpoblada isla de Java, la m a n o de obra que les faltaba. También ahí, la fórmula comenzó con contratos de trabajo que comprometían a los hombres por varios años, con la promesa de regresar a su país una vez enriquecidos. Luego, poco a poco, fue preciso importar mujeres y esta m a n o de obra de cultura y de origen javaneses comenzó a recrear sus condiciones tradicionales de existencia, sus poblados y sus ritos. Paralelamente, los propietarios comenzaron, ya antes de la Guerra, a reorientar y reorganizar su producción, lo que hizo que a miles de e m pleados que, desde hacía m u c h o tiempo, habían comenzado a establecerse m á s o menos legal o clandestinamente, en los límites o en algunas partes no explotadas de las plantaciones, con la esperanza de reconstituir un m o d o campesino de vida, de volver a ser unos tani, perdieran su trabajo. A n n Stoler muestra c ó m o estos poblados, hoy, son sólo lugares de residencia y no de producción, donde las jóvenes generaciones ofrecen sus servicios a las plantaciones que las utilizan según sus necesidades. Esta población se ve, también, obligada a combinar, c o m o en otros m u chos lugares del m u n d o , varias actividades, incluidas la prostitución y el robo, para completar los precarios empleos. Así, la antropología, entregándose a estudios minuciosos de casos, nos permite mostrar procesos que se reproducen en numerosos contextos, con variaciones que pueden explicarse. Esta repetida presencia, a nivel local pero también a nivel nacional, regional e internacional, de procesos similares o convergentes, impone a los especialistas en ciencias sociales la articulación de análisis micro y macro-sociológicos y económicos, que encuentran sus perspectivas globales en el análisis histórico de los procesos de paso o de subordinación a la economía monetaria y mercantil de múltiples formas de producción y de organización social. Pero esta economía mercantil y m o netaria desborda y prolonga el m o d o de producción capitalista que la domina y que, a través de ella, domina la economía mundial. Traducido del francés

Maurice Godelier

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Nota 1. El grupo de investigación sobre las «Formas y procesos de transición entre sistemas económicos y sociales», cuya iniciativa data de 1987, fue creado en 1984 en el seno del Centro de las Ciencias del H o m b r e , en París, por Maurice Godelier, director de estudios de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales. Reúne, en una red internacional, a investigadores de Francia, España, Portugal y Grecia. En cada país, los investigadores se han agrupado en equipos y se reparten las tareas administrativas. Desde 1986, el grupo español está representado por la profesora Dolors C o m a s

d'Argemir de la Universidad de Barcelona; el grupo portugués por el profesor Raúl Iturra, responsable del departamento de antropología del 1 S C T E de Lisboa; el grupo francés por Louis Assier-Andrieu, encargado de investigación en el C N R S de Toulouse; el grupo griego por Marie-Elisabeth H a n d m a n n , directora de conferencias en el E H E S S en París y secretaria de la red internacional. Entre los grupos se ha organizado la circulación de los investigadores y de sus trabajos y han tenido lugar dos reuniones plenarias; la primera en la Universidad de Pau, 1984; la

segunda en la Universidad de Braga, 1986, con la ayuda financiera de la M S H y del Consejo Internacional de Ciencias Sociales. La próxima reunión plenaria está prevista, en Tarragona, afinalesde 1987. La dirección de la red es: Prof. Maurice Godelier Groupe de recherches sur les «Processus de transition» M.S.H. 54, Bid Raspail F 75006 P A R I S

Argumentos de la transición en los Pirineos de la Cataluña francesa

Louis Assier-Andrieu

Charles Parain consideraba, en 1970, que «las for- azar de la elección de los inversores o a las divisiom a s de comunidad aldeana observables hoy, sólo nes realizadas por una sucesión de esquemas adpueden ser consideradas formas de transición con ministrativos de organización del territorio. fenómenos internos contradictorios en aparienComprender las condiciones de la aparición y cia, que obligan a una minuciosa observación y del creciente dominio del capitalismo turístico en hacen que el análisis sea delicado»1. Por eso reco- una sociedad de productores agropastorales agrumendaba al etnólogo de estas comunidades en E u - pados en comunidades de aldea constituye el obropa que descubriera «las estructuras que sirvie- jeto de este trabajo. ron de substrato histórico al presente estado»; La estructura de estas comunidades descansa prefiriendo, al parecer, a la burda tesis que preten- sobre un m o d o dualista de apropiación de un tede explicar el cambio por la rritorio que comprende un penetración de la economía Louis Assier-Andrieu es responsable de inaltiplano rodeado de laderas vestigación del C N R S , Centro de Hemotipode mercado, de la moderniboscosas, de subidas hasta el logía. A v . de Grande-Bretagne. 31300 Toudad en los grupos sociales arnivel alpino, de vastas extenlouse, Francia. Doctor en Antropología y caicos y preservados por el siones herbosas. C o m o escriDoctor en Derecho. Especialista en antropoaislamiento, la búsqueda dilogía del derecho. H a publicado dos obras: bió Fernand Butel en 1892, Coutume et rapports sociaux. Etude anthronámica de las condiciones refiriéndose a los Pirineos pologique des communautés paysannes en que, en el seno de las comuCentrales, «todo cabeza de Capcir ( 1981 ) y Le peuple et la loi: anthroponidades aldeanas, suscitaron logie historique des droits paysans en Catalog- familia es propietario, por o permitieron la maduración un lado, de pastos comunes, ne française ( 1987). de las contradicciones y la que son el elemento más imrealización de las transforportante, y, por el otro, de un maciones visibles en nuespoco de tierra laborable, un tros días. poco de prado para segar, que son el elemento compleL a región de Capcir 2 mentario poseído indiviofrece a este respecto un te3 dualmente» . Dicho de otro m o d o , cada unidad rreno ideal ya que se observa en él, junto a vestigios de una agricultura que emplea la energía ani- doméstica es propietaria exclusiva de cierta cantimal e instrumentos aratorios de fabricación arte- dad de tierras cultivadas en familia pero sometisana, las manifestaciones de una industria del das a cierto número de servidumbres colectivas ociofloreciente,con multiplicación de las resi- (paso, pastos libres...), y puede utilizar, gracias a dencias secundarias, de los comercios y las estruc- su pertenencia a la aldea, recursos forestales (por turas hoteleras, de las estaciones de deportes de atribución individual de las talas en los bosques invierno y demás equipamientos turísticos. La di- comunales) y de los pastos de montaña. Las tieferencia que presenta esta situación con respecto rras privadas producen, esencialmente, centeno y a la de las regiones contiguas de Sault o de D o n n e - patatas, mientras los pastos acogen para el estiaje zan, no menos provistas de laderas nevadas, pero la vacada comunal y el rebaño ovino, colocados poco turísticas, n o podía atribuirse sin m á s , al bajo la custodia del vaquero y del pastor comuna-

RICS 114/Dic 1987

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Louis Assier-Andrieu

les. L a naturaleza colectiva del trabajo pastoral des vacacionales de poblaciones urbanas t e m implica, naturalmente, c o m o lo advirtió pertinenporeras. temente Butel, la propiedad colectiva de los pastos, mientras la explotación familiar de las tierras 2 . Este movimiento económico sólo puede desade cultivo que rodean las aldeas facilita su aprorrollarse en un territorio liberado de la relación piación privada. Los conceptos que sirven para de propiedad inherente a la forma social vincucaracterizar esta estructura dualista (propiedad, lada a la explotación del suelo sobre bases comunidad, apropiación privada, casa) pueden reagro-pastorales. Esta forma social es, c o m o hecubrir, diríamos con M a r x , relaciones concretas m o s visto, dual -casa/comunidad aldeana- y le distintas y capacidades de evolución desiguales corresponde una forma dualista de propiedad según el medio histórico en el que se encuentre4. (propiedad privada doméstica/propiedad coD e este m o d o , el estudio de las transformaciones lectiva). del contenido de esta estructura, en tanto que pueEs conveniente pues contemplar: dan ser reveladoras de u n proceso de transición social, pasa por la comprensión del sentido dado a a) Por una parte, el m o d o c o m o se opera la estos conceptos en las distintas etapas de la evolutransformación de las condiciones jurídicas ción histórica que ha producido el rostro actual de de la relación de las comunidades con las la región. tierras poseídas en c o m ú n y de las casas con las tierras privadas. E n los límites materiales y científicos de este estudio de caso, evidentemente, no es concebible abarcar el conjunto de la génesis y el deterioro de b) C ó m o , por otra parte, las comunidades allas comunidades de Capcir. La limitación que sudeanas pudieron preservar las condiciones pone la discontinuidad de las fuentes históricas mínimas para su reproducción en el intebastaría para echar por el suelo tal ambición. A rior de una relación jurídica de propiedad riesgo de pasar por alto algunos aspectos esenciaque contradecía, en lo esencial, la reproles, sólo podremos definir sucintamente los c o m ducción de las formas sociales de producponentes de la contradicción iniciadora del proceción (casa/comunidad) adecuadas a la base so contemporáneo de transición, producto n o material agropastoral por aquel entonces obstante de u n desarrollo plurisecular, para intendominante. tar identificar las principales líneas del propio proceso y caracterizar sus manifestaciones todaEl examen de las condiciones del movimiento vía observables hoy día. económico reciente supone pues que se responda Este proceso parece recubrir dos órdenes de a la siguiente pregunta previa: ¿en qué circunstanrealidades, estrechamente ligadas por u n a relacias las comunidades de Capcir consiguen reproción de causalidad, pero que conviene distinguir ducirse en una fase histórica en la que las institupara el análisis: ciones y los marcos jurídicos engendrados por el Estado, en virtud de su soberanía, ofrecen al capi1. L a causa m á s visible de la presente situación se talismo nacional y regional los medios para su flositúa en un movimiento económico, que puede recimiento y ponen así, precisamente, en cuestión resumirse c o m o el papel de algunas categorías la perpetuación de su relación concreta de prode agentes del sistema local de producción, que piedad? se benefician del deterioro de la agricultura tradicional y del desarrollo de relaciones m e r Si la emergencia histórica de los aspectos jurícantiles y acumulan una riqueza que es el pundicos de esta contradicción pertenece a u n fenóto de partida de las primeras inversiones orienm e n o de larga duración, las fases esenciales de la tadas hacia un turismo de masas. realización del movimiento transicional se inserSe trata pues de poner al descubierto el m o tan en la cronología de los dos últimos siglos. do c o m o se crean, en el interior de las relacio- Aquí sólo nos interesa esbozar la lógica del desanes sociales que estructuran la sociedad capcirrollo de este proceso y no desarrollar toda la m a reña, tales puntos de acumulación de riqueza teria sociohistórica que pueda relacionársele: los cuya conversión en dinero y cuya utilización fenómenos de coyuntura sólo pueden tomarse en c o m o capital han permitido la creación y la cuenta en la medida en que afectan al comportaampliación de u n a nueva base e c o n ó m i c a miento o al contenido de la estructura de las coorientada hacia la satisfacción de las necesidamunidades aldeanas.

Argumentos de la transición en los Pirineos de la Cataluña francesa

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ESPAÑA

M a p a de los Pirineos Catalano-Franceses

Transformaciones de la propiedad y reproducción de las comunidades Relación colectiva de apropiación de los recursos L a utilización por parte de las comunidades de Capcir de los recursos situados en sus tierras de uso c o m ú n t o m a , en nuestros días, dos formas jurídicas distintas: el disfrute de propiedades comunales y el ejercicio de derechos de uso. A partir de una ley de 1837, reformada en 1848, los «bienes patrimoniales» de las c o m u n a s así c o m o el producto de sus derechos forestales existen «en condiciones que acercan (su) naturaleza a la de la propiedad privada» 5 y sirven de instrumento de financiación de la política económica de distintos municipios. Los derechos de uso sobre los bosques o pastos pertenecientes al dominio público del Estado o a propietarios privados, se ejercen por parte de las comunidades con diversos motivos. Así es c o m o diecisiete núcleos rurales de la Cerdaña, el Capcir y el alto Confient gozan, colectivamente, del derecho a hacer pacer su ganado en

distintos territorios comunales. Pueden observarse otros casos de figura: uso indiviso de los mism o s bosques o pastos por parte de dos núcleos administrativos contiguos, o por u n pueblo y una sección distinta (villorrio) de otro pueblo. El beneficio de estos derechos está sometido al pago de cánones y a la observación de reglamentos particulares. Esta distinción entre uso y propiedad está ausente de los principios que, en la E d a d M e d i a , regían el acceso de las comunidades de la alta Cataluña a estos m i s m o s recursos concretos. L a imagen m á s clara nos la proporciona la costumbre catalana, redactada en el siglo XII, q u e , al m i s m o tiempo que afirma la soberanía del conde, garantiza el disfrute de los bosques, prados y tierras vacantes a las poblaciones de la c a m p i ñ a contra eventuales interferencias señoriales6. Abierta por su liberal imprecisión a las sutiles interpretaciones destinadas a reducir la libertad concedida a las comunidades, n o por ello esta costumbre, pese a la sedimentación de soberanías que separa el actual Capcir del Capcir del siglo x n , deja de seguir

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siendo reconocida por el derecho positivo francés7. Ahora bien, el acceso real de los habitantes a los recursos colectivos de su territorio está hoy subordinado a una distinción jurídica cuya consecuencia es limitar su extensión. La evolución que separa el uso medieval de esta distinción abstracta se debe a la evolución global de la teoría del derecho, dos de cuyos aspectos tuvieron, c o m o instrumento de expropiación, un singular impacto sobre el funcionamiento de las comunidades de Capcir. Se trata, en los siglos XVII y x v m , de la aplicación de la teoría del dominio público del Estado y, sobre todo, en la primera mitad del siglo xix, del empleo de procedimientos de limitación de los derechos de uso. 1. Mediante su ordenanza de 1669 sobre las aguas y los bosques, Colbert inaugura en Francia una política de explotación del dominio público en interés del Estado. Tras la encuesta de Froidour sobre el estado de los bosques del reino que subraya la especial aptitud de los bosques pirenaicos para la construcción naval, comienzan las deplorables talas que, en 1677, permitieron reconstruir una flota de guerra reducida prácticamente a la nada en 1633. En los bosques pirenaicos, especialmente en el Este, van a abrirse hasta los tiempos del Primer Imperio y de la Restauración, verdaderos «caminos de arboladura» que agotan «a fondo» las capacidades de los bosques8. Este empleo guerrero de los bosques en los cuales los habitantes de las comunidades próxim a s obtenían leña para el hogar y materiales de construcción y reparación de edificios, mobiliario o instrumentos aratorios, se acompaña, en el Rosellón del siglo x v m , así c o m o en la región de Foix, por un interés industrial. A mediados del siglo x v m se multiplica la creación de forjas productoras de hierro a los aledaños de los yacimientos de mineral y, naturalmente, de la inmensa fuente de energía que constituyen los bosques comunales. Así es c o m o en 1763, el rey autoriza la creación de una forja situada «al pie de los bosques o pasquiers reales de Capcir, de los que (la forja) se alimenta de carbón»9 y, puede añadirse, cuya madera consume en enormes cantidades. Al m i s m o tiempo, los oficiales reales asistidos por guardas locales prohiben, autoritariamente, a los campesinos el acceso a estas inmensas extensiones de bosque y pasto, pues «la madera, viva y muerta, de los pasquiers reales del Capcir está especialmente destinada al aprovechamiento de la forja cuya construcción ha per-

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mitido el Rey» 1 0 , pese a que su uso efectivo les está reconocido, desde los siglos xi y x n a las comunidades, de un lado por la ley stratœ y, del otro, por las actas emanadas de la autoridad condal, soberana por aquel entonces". La verdadera devastación de los bosques «causada por la marina, las forjas y cuya reparación por la naturaleza ha impedido la ganadería pirenaica»12 justificarán las draconianas reglamentaciones y los m e dios represivos puestos en práctica contra los usuarios locales a comienzos del siglo Xix, y garantizadas en la legislación por el código forestal de 1827. Despojadas por normativas cada vez m á s restrictivas de sus facultades de uso, las comunidades intentan liberarse, por medio del derecho, del cerco administrativo que dificulta su subsistencia. Buscando condiciones jurídicas adecuadas al satisfactorio desarrollo de las relaciones agropastorales, la comunidad de Formigueres entabla, en 1819, un proceso contra el Estado para que se reconozca que tales y cuales bosques están comprendidos en su «territorio», «que ella es única y legítima propietaria 13 del primero y usuaria (del otro) con exclusión de todos los dem á s habitantes». Ahora bien, en virtud de una medida prefectoral de 1808, la comunidad había pagado al Estado un canon por la entrada de sus rebaños en las mismas tierras entendiendo que eran de dominio público, condicionando unos pastos vitales para la supervivencia de los aldeanos. Este pago, del que la comunidad de Formigueres no habría podido librarse sin sanción fue, en derecho, interpretado contra las reivindicaciones de la comunidad que, en la apelación, vio c ó m o se le oponía su calidad de simple usuario, sometida a los reglamentos: «hay (por ese pago) tratado formal entre el propietario y el usuario para el ejercicio del uso. El uso es exclusivo de la propiedad: existe pues tratado formal por el que el pueblo de Formigueres ha reconocido que el Estado era propietario»14. Dicho de otro m o d o , según que la relación de pasto sea abstractamente calificada de uso o de propiedad, estará sometida a la aplicación de la lógica de un sistema particular de normas que limitará o abolirá su realización concreta. El reconocimiento de una propiedad de la comunidad no ofrece, en estos comienzos del siglo XIX, garantía alguna contra la desposesión. Anterior por lo general a la aparición en estas altas tierras de los derechos eminentes de los señores sobre las tierras aldeanas, el estatuto de las pro-

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La plaza y la iglesia (siglo Xll) d e Formigueres, a principios de siglo. Archivos de la Dirección del Patrimonio, Paris.

piedades comunales sufre los efectos de una evolución jurídica de primera importancia para la comprensión de las vías de una subsunción efectiva de las comunidades en sus derechos. Formigueres se ve así privada, en 1822, del disfrute de las tres cuartas partes de la tierra cuya plena propiedad le habían concedido el rey de Aragón y el monasterio de Corneilla, por aquel entonces propietarios indivisos15. Esta mutación, singularmente abrupta, aparece c o m o una de las consecuencias de la abolición de la feudalidad, seguida, en 1814, por la reintegración de los antiguos aristócratas en sus bienes: cuando la inconsistencia de los derechos señoriales es patente en la zona montañosa del Rosellón afinalesdel Antiguo Régimen 1 6 , la venta en 1820 por el heredero del último señor de Formigueres de un bosque comunal toma la forma de la alienación de una propiedad privada, ciertamente grabada con derechos de uso, pero que el c o m prador, comerciante en maderas de Perpiñán, pretende explotar para obtener un beneficio m e r -

cantil. A consecuencia de la violenta oposición de los aldeanos, encabezados por los notables, a la explotación de «su» bosque, el nuevo «propietario» entabla una acción jurídica que pretende liberar el suelo, cuyo producto quiere explotar libremente en virtud de su derecho de propiedad, de los derechos concurrentes de los aldeanos sobre el m i s m o suelo. Haciendo aplicación del procedimiento de limitación de los derechos de uso disfrutados colectivamente por una comunidad sobre un fundo privado, el tribunal civil de Prades, por varias decisiones confirmadas en apelación por el tribunal de Montpeller17, declara propietario al comprador, simple usuario al pueblo y decide la atribución a éste de la propiedad de la cuarta parte de la tierra afectada, dado que se verá privada del disfrute de las otras tres cuartas partes. El efecto de tal procedimiento es resumido, crudamente, por un eminente jurista: «el usuario pierde en ingresos el equivalente a lo que gana consolidando su derecho de propiedad»18. L a comunidad troca, en suma, una abstracción, un dere-

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cho «consolidado», por su leña para el hogar convertida, en adelante, en mercancía y alienada en beneficio de un comerciante urbano. Esta «inversión del título» es el producto de una maduración retórica de larga duración, que ha permitido a los autores de la baja Edad Media transformar el ejercicio, por el señor, de su poder de m a n d o de las prácticas consuetudinarias en u n procedimiento formal basado en los principios del derecho romano 1 9 . Los juristas de los siglos xiii, xiv y xv, que se esforzaban para que la práctica social de su tiempo revistiera la toga del renaciente derecho romano, clasificaron el disfrute por las comunidades aldeanas de sus posesiones colectivas en la categoría romana de las servidumbres o lo interpretaron c o m o el ejercicio de un derecho de copropiedad con el señor o el soberano. U n a y otra acepción iban a permitir, posteriormente, el inicio de procedimientos legales de representación, de limitación o de privación de este disfrute, los principales procedimientos fueron la selección, abolida bajo la Revolución, y el acantonamiento, mantenido por decreto en 1792. C o n resultados sensiblemente idénticos, estos procedimientos implicaban andaduras jurídicas y teóricas distintas. La selección, interpretando el uso c o m o una copropiedad, procedía de la idea de que las comunidades aldeanas eran anteriores a la feudalidad y les concedía la propiedad de los dos tercios de la tierra usada. El acantonamiento, en cambio, se apoyó en el hecho de que las comunidades fueron, en un m o m e n t o dado, usuarias gracias a una concesión señorial, gratuita u onerosa, que un simple reconocimiento por parte de los usuarios bastaba para probar. El señor que reglamenta las talas se asimila al dominus o proprietarius romano y obtiene la propiedad de los dos tercios del fondo. La comunidad, cuyo origen histórico se considera aquí consecutivo a la formación de las señorías, sólo tiene derecho, por razón de su servidumbre, a la tercera parte restante. Alrededor de este importante dilema jurídico emerge, en el siglo xvn, la controversia entre el poder real y los señores sobre la propiedad de los comunales, abundantemente nutrida por el debate entre feudistas y romanistas acerca del origen de las c o m u nidades aldeanas, que los medievalistas de hoy no han resuelto todavía. El comerciante de madera que se apropia, concreta y legalmente, de uno de los bosques comunales de Formigueres, recibe así la herencia de una continua evolución de las representaciones jurídicas de la relación de propiedad. Esta evolución se orienta hacia la disolución

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de una forma antigua por el empleo de conceptos inadecuados para dar cuenta de los aspectos específicamente comunitarios de la apropiación concreta de los recursos colectivos: la emergencia de la noción de propiedad crea, en u n último análisis, las condiciones abstractas para la expropiación. 2. Tras haber sugerido la naturaleza y las formas de la contradicción que se concreta en ese comienzo del siglo xix entre el lugar de los comunales en el sistema agropastoral y las condiciones jurídicas de su utilización, es cuando es conveniente examinar mediante algunas hipótesis los medios de reproducirse que tuvieron, en esta relación, las comunidades de Capcir. Las características de la situación capcireña aparecen con mayor claridad si se las compara con las de la región vecina de Donnezan 2 0 , antigua dependencia de la corona de Aragón que, en el siglo xix, sufrió una transformación análoga de las relaciones de propiedad, aunque con efectos sociales divergentes. En Capcir, el ejercicio por parte de un propietario capitalista, teniendo derechos de antiguos señores absentistas. de su derecho de propiedad termina desposeyendo a la comunidad entera de una parte del territorio del cual obtenía sus m e dios de subsistencia. La transición jurídica choca de frente con la forma m á s estable de la organización social en el medio agropastoral y termina transformando el contenido real de las relaciones de producción. El instrumento de la concreción del cambio jurídico es la iniciativa de un comerciante urbano que emprende la explotación del bosque empleando el trabajo de leñadores y carboneros, ajenos también a la comunidad expoliada de su uso. Esta observación reclama dos advertencias m á s amplias: por una parte debe señalarse la ausencia, en Capcir, de una categoría autóctona que disponga de medios pecuniarios suficientes c o m o para efectuar por sí misma la compra de las tierras colectivas y, desde entonces, liberadas o libérables de las cargas comunitarias y feudales y, por otra parte, comprobar que las consecuencias de la compra efectuada por un capitalista exterior no parecen en m o d o alguno orientarse hacia una transformación interna, por un eventual desarrollo del asalariado, del estado de las relaciones sociales en la comunidad. En Donnezan, en cambio 21 , fueron notables locales, médicos, notarios o propietarios siderúrgicos los que adquirieron, en la primera mitad del siglo xix, los bosques y pastizales del dominio real

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vinculados desde 1711a una familia aristocrática. La apropiación de los bosques por esta élite social se corresponde con el considerable florecimiento de la producción metalúrgica en el alto Ariège que cambia su aspecto de actividad tradicional m u y antigua - q u e alentaba la cohabitación del mineral, el bosque y el agua- por el rostro de una industria rural basada en el empleo de m a n o de obra calificada en el marco de las forjas a la catalana, y la animación de una serie de actividades por encim a y por debajo del proceso de producción: m i nas, carboneras, transporte de madera, fábricas de clavos, etc. D e este m o d o vemos dibujarse una base material adecuada al desarrollo de un nuevo m o d o material de producir. ¿Qué pasa con las formas sociales de este desarrollo? La presión ejercida por estos notables, siderúrgicos que son también, por lo tanto, propietarios de bosques, y grandes terratenientes agrícolas, sobre los productores agropastorales del país es tanto m á s intensa cuanto, para desarrollar la producción metalúrgica, limitan el uso de la m a dera e impiden el apacentamiento ordinario mientras, paralelamente, se esfuerzan por acrecentar los beneficios mercantiles del pastoralism o . D e este m o d o , el propietario de las forjas de Orlu y de Mijanès, que explota las fincas vecinas c o m o si se tratara del antiguo señor, impide, hacia 1840, el acceso a los habitantes para que pasten en ella sus propios rebaños y vende, además, hierba en abundancia a muleros catalanes que la revenden, a su vez. en Capcir, que se encuentra a m á s altura y desprovisto de forraje. Las múltiples trabas impuestas por el Estado o los siderúrgicos al apacentamiento de los rebaños campesinos y al ejercicio de los derechos sobre aprovechamiento del bosque encierran, por otra parte, las actividades agropastorales en un cerco tan estrecho que las comunidades no pueden sobrevivir sin contravenir estas trabas y exponerse a las sanciones que los guardas privados o gubernamentales no dejan de aplicar a los infractores. Llueven las multas y. con ellas, las condenas correccionales al pago de daños y perjuicios; para pagarlas el campesino tiende a confiar en un recurso cuyo valor mercantil aumenta, la madera, y así aprieta un poco m á s la soga que le asfixia. E n el m i s m o período, para pagar sus multas o sencillamente comprar la semilla o el cerdo que le permitan «llegar a fin de año», el campesino se endeuda, naturalmente con los notables del lugar, los mismos que le han expulsado de los bosques y en cuyo nombre los guardas ejercen la represión: «y a fines del verano se ve a

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determinado rico propietario recorrer a caballo el cantón, pueblo tras pueblo, para tomar su parte de cosecha, su parte del beneficio del ganado» 22 , es decir, percibir la renta en especies de un capital cuya base de utilización, en las relaciones de producción existente, ha sido creada por la desposesión de las tierras colectivas. La eternización, año tras año, de este endeudamiento en metálico inicia, así, un movimiento de apropiación del producto agropastoral de los productores directos y permite apuntar, alfinal,hacia una separación del productor y sus medios privados de producción, tras la cual no tendrá ya m á s elección que ofrecer su trabajo a guisa de renta. El desarrollo del trabajo asalariado vinculado al crecimiento de la industria de las forjas y la creación de una nueva base para la renta de la tierra por medio de la evicción de los campesinos de sus tierras colectivas se revelan c o m o dos gérmenes de una real descomposición de las relaciones sociales agropastorales, descomposición instrumentada, en el interior del marco de la comunidad aldeana, por una categoría de notables a quienes la preponderancia económica ha permitido utilizar las nuevas condiciones jurídicas creadas a comienzos del siglo xix para multiplicar las bases de acumulación del beneficio. Tres fenómenos coyunturales detendrán este proceso, el rápido declive de la industria metalúrgica de montaña por el efecto del agotamiento local de los bosques y del mineral y, sobre todo, por la competencia de las grandes cuencas hulleras mecanizadas del Languedoc; la superpoblación de la montaña y el constante movimiento migratorio hacia el llano, intensificado por las carestías de mediados de siglo; y, en el plano m á s visible, las revueltas de 1848 que interrumpen la infernal espiral de la opresión. Los dos primeros factores pertenecen a un vasto movimiento regional cuyo análisis sobrepasa el marco de este trabajo. E n tanto que un corte operado en una sedimentación social, la revuelta informa tanto por su contenido de evento c o m o por su influencia sobre el curso de una evolución: en Capcir y en Donnezan, los movimientos c a m pesinos de la primera mitad del siglo xix divergen, así, doblemente. El punto culminante de la insurrección de 1848 que, según Albert Soboul, llega a un «paroxismo» en los Pirineos orientales23, se alcanza en el cantón de Quérigut con el ataque a las moradas de los notables, ricos propietarios y usureros, por los campesinos levantados en armas que se

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vuelven, luego, contra las viviendas de los guardas forestales, a los cuales roban sus reservas alimenticias. Su objetivo: obtener que se q u e m e n los reconocimientos de deudas y demás hipotecas, fruto de tres decenios de desposesión territorial. D e marzo a julio, los campesinos vuelven a ser dueños del bosque y, según se dice, recuperan el retraso explotándolo día y noche. E n los violentos movimientos que acompañaron, entre 1820 y J 828, la lucha de Formigueres contra el comerciante de madera de Perpiñán y luego, en 1848, de todo Capcir contra los representantes civiles y militares del Estado, que por su patrimonio era entonces, c o m o lo es hoy, el mayor propietario de bosques y pastos del país, los notables no son el blanco sino los animadores del resentimiento popular. Tras el alcalde, el cura, el notario, la comunidad no deja de acosar al propietario, a sus representantes y a las autoridades llegadas para restablecer el orden, impidiendo cualquier explotación del bosque en litigio. D e m o d o que en 1828, sólo tres años después de la última sentencia de acantonamiento, el comerciante en madera se veía obligado, a abandonar el fundamento jurídico de su derecho de propiedad, para recobrar la propiedad útil del bosque que había adquirido: el 3 de febrero, establece con el pueblo un acuerdo en virtud del cual le concede, a cambio de quinientos francos, la propiedad del suelo de las tres cuartas partes de bosque que le habían atribuido las decisiones judiciales, reservándose la explotación de 33.000 árboles por un período de veinte años. La transformación sufrida por la naturaleza de la relación de propiedad suscita en Capcir el estrechamiento de los vínculos comunitarios para hacer frente a la agresión exterior. El empecinado empeño de la comunidad unida, pese a sus jerarquías y sus disensiones, consigue hacer retroceder los logros de una evolución jurídica que, al contrario que en Donnezan, provoca la fragmentación de las sociedades campesinas en facciones opuestas, ¿acaso, frente a los habitantes en armas, no forman los notables en 1848, una milicia burguesa? N o s guardaremos m u c h o de comentar hechos m á s indicativos que demostrativos. E n los Pirineos del siglo xix se expresan en un espacio geográfico tanto el combate secular por lo comunal, en condiciones de «materializar la unidad del grupo24 c o m o una oposición entre campesinos pobres, vinculados a la comunidad c o m o marco tradicional de subsistencia, y notables rurales, a quienes una previa acumulación de riquezas per-

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mite apropiarse de las tierras colectivas. Es pues la historia de las condiciones de la acumulación de las riquezas necesarias, en el interior de las comunidades aldeanas, para permitir a una fracción de la población de estas comunidades transformar una nueva relación abstracta de propiedad en relación concreta de apropiación de los recursos colectivos y de subordinación de los procesos de trabajo agropastorales, es pues esta historia la que convendría estudiar para aprehender las causas endógenas de la puesta en m a r cha y, luego, del aborto, por la desindustrialización y el éxodo hacia el llano, de los movimientos transicionales del siglo xix en los Pirineos. La existencia o la ausencia de tales condiciones de acumulación constituye, sin embargo, a nuestro entender y a título de hipótesis, un factor decisivo de las diferencias de orientación manifestadas por las sociedades de Capcir y el Donnezan colocadas bajo la influencia de una m i s m a mutación jurídica. C o m o sugería Pierre Vilar con respecto a los artículos de Marx sobre la transformación en robo del uso de la madera en Renania, que tiene su equivalente pirenaico25, «casi todo ha sido dicho, si no todo, sobre un proceso de transición, y lo ha sido con respecto al derecho»26. Pero el derecho es sólo el código de un movimiento histórico cuyo desarrollo concreto pertenece a la realidad de las relaciones sociales: no se puede decretar la transición social.

Relación doméstica de propiedad de la tierra Prosigamos pues la exploración del código y de sus efectos. El mantenimiento en Capcir en el siglo xix de las condiciones sociales de la reproducción de los comunales aldeanos suponen, también, que se preserve el otro componente de su dualismo: la propiedad «privada», y el m o d o de herencia que se desprende de la combinación de esta forma de propiedad con la propiedad colectiva. La estructura de las comunidades aldeanas supone la coexistencia de dos elementos distintos pero no equivalentes ni irreductibles el uno al otro, pues «la apropiación del suelo (...) implica que el individuo particular sea miembro de la comunidad pero, en su calidad de miembro de la comunidad, es propietario privado»27. Esta observación de M a r x nos parece reflejar m u y bien el modelo capcireño por el que la reproducción del

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Vista del pueblo de Eis Angles, P. viollet.

individuo presupone la reproducción de la c o m u nidad que es la condición de la reproducción de la relación de apropiación privada del suelo. El contenido de esta relación es lo que debemos ahora definir, antes de estudiar en qué medida puede constituir el horizonte de una dinámica interna de las comunidades. ¿Puede su conversión en propiedad burguesa, a comienzos del siglo xix, ser considerada c o m o un factor de disolución del sistema social? Los atributos contemporáneos de la propiedad privada no pueden convenir para la caracterización, en Capcir, de la apropiación no colectiva del territorio. Esta pasa por el marco de la casa, forma social que una m u y abundante literatura pirenaica ha puesto de relieve sin que, por ello, emerja de ella una clara noción de su lugar en la lógica del sistema social. Bástenos aquí definir su especificidad c o m o condición de apropiación de los recursos. L a coherencia del sistema doméstico de reproducción descansa sobre la doble compulsión ejercida, de un lado, por la herencia del conjunto del patrimonio inmobiliario, tie-

rras arables y edificios, que corresponde a uno solo de los hijos y, de otro lado, por la inalienabilidad virtual que gravita, correlativamente, sobre estos mismos bienes. Al parecer, es una constante transpirenaica que los patrimonios inmobiliarios en su integridad sirvan de principio unitario para las reglas de la organización doméstica y para sus representaciones jurídicas: en terreno catalán, la transmisión de bienes productivos a uno de los hijos, siguiendo la voluntad paterna, se combina -en ciertas condiciones- con el regreso de los bienes de la hija dotada y la imposibilidad, para el heredero, de alienar definitivamente una parcela de la tierra28. Teniendo en cuenta la perennidad del patrimonio, lo que se transmite es, por lo tanto, m á s una función política, el poder del jefe de la casa (cap de casa), que un derecho individual de propiedad. A consecuencia de la unicidad del heredero del fundo, los no herederos son obligados a alimentar el mercado matrimonial aldeano e interaldeano, medio estatutario, junto al aprendizaje de un oficio, de adquirir en la c o m u nidad u n lugar que el nacimiento sólo confiere al

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heredero. Esta propensión de los linajes a la emigración produce correlativamente el reclutamiento regular de una parte de los miembros del grupo doméstico fuera del parentesco próximo, incluso fuera de todo parentesco: si por azar la primera función de la familia es constituir un grupo de trabajo, la agregación de una prima com o sirvienta o, sencillamente, la conservación de un hermano que permanece soltero y se somete al nuevo cabeza de familia tiene el mérito de contribuir a ello. Filiación, alianza y residencia expresan la subordinación del linaje al patrimonio de la tierra, de la familia a la casa. Los componentes del sistem a catalán de la casa, teniendo en cuenta sus múltiples variantes y adaptaciones históricas y geográficas, sugieren que no se trata de reproducir un grupo de parentesco sino una relación de propiedad: es la constante histórica de la distribución de las tierras arables entre las casas y de su transmisión indivisa, lo que fundamenta la unidad específica de la forma doméstica. Las consecuencias de esta ideología de la propiedad son múltiples. Desde el punto de vista de la lógica interna del sistema, puede afirmarse que legitima, al m o d o de ver de todos, una doble divergencia: primero, entre herederos y excluidos que consienten esta exclusión, luego, entre «casas grandes» que posean importantes superficies arables y casas m á s pobres, en constante desequilibrio. Aquí nos importa más su significado con respecto al conjunto del sistema. El perímetro simbólico, ritual, económico y jurídico que define la casa se impone c o m o un tope estructural de las posibilidades de apropiación privada del espacio productivo29. Deducible del m o d o de herencia, ese tope es especialmente sensible en el c a m p o matrimonial: para mantener las condiciones necesarias para el desarrollo de los ciclos de intercambios de cónyuges, un heredero no debe casarse con una heredera, lo que, en definitiva, supondría la fusión de las casas en una sola entidad. Dicho de otro m o d o , la combinación de un m o d o de herencia y de las orientaciones matrimoniales que, idealmente, de él se desprenden, aparece vinculada a una compulsión de orden m á s general que supone que, para reproducirse por separado, de acuerdo con una coherencia innumerables veces comprobada por la etnología pirenaica30, las casas deben al m i s m o tiempo reproducir las condiciones de su asociación, es decir, la forma comunitaria de la existencia de los individuos.

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¿Existe una relación contradictoria entre la propiedad colectiva y la propiedad privada así definida? ¿Nuestras comunidades pirenaicas del área catalana endosan, al igual que la comunidad rusa de Kowalewski o la comunidad germánica de Maurer, la forma de la «comuna rural», «form a en la que se opera la transición hacia la propiedad privada del suelo»31. El problema planteado por Marx es, en la historiografía francesa, de considerable agudeza: ¿la búsqueda en la estructura interna de las comunidades aldeanas de las contradicciones determinantes en un medio histórico dado de su evolución, pasa por la oposición entre propiedad colectiva y propiedad (privada) doméstica? La cuestión de la distribución de los comunales, alentada por las ideasfisiocráticasde la segunda mitad del siglo xvm, se ha planteado, la mayor parte del tiempo, al nivel de las comunidades locales en términos de acaparación pura y simple de los bienes colectivos por algunos de sus miembros. A falta de poder establecer el origen de la apropiación privada del territorio en Capcir, adoptaremos este punto de vista m á s documental. A finales del siglo xvm, varias tentativas de cultivo y apropiación de los prados comunales por parte de particulares se produjeron en distintos puntos de Capcir32. ¿Qué significa este movimiento? En la carta a Vera Zasulich, Marx considera el dualismo de la comunidad rural c o m o una fuente de descomposición sobre el principio de que la propiedad privada puede servir de base a la acumulación de riquezas mobiliarias y transformar las posesiones colectivas en simples «anejos comunales» de la propiedad privada33. Dicho de otro m o d o , la propiedad privada serviría de base al aumento de la producción mercantil, uno de cuyos efectos sería disolver la igualdad económica y social en la comunidad 34 . Este esquema abarca una amplia perspectiva histórica cuya reconstitución sigue perteneciendo, en Capcir, al terreno de las hipótesis. En sus episodios conocidos o, m á s generalmente, en la conciencia local, el movimiento de apropiación de los comunales parece cosa de las capas más pobres de la c o m u nidad que intentan, así, constituir o ampliar su base agrícola, y no algo debido a productores aptos para aumentar la producción de u n excedente comercial incrementando la proporción de las tierras que cultivan, dado que el centeno era, por aquel entonces, el principal género mercantil de la región. Se lo impiden las autoridades locales,

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es decir, la franja menos pobre del campesinado que justifica su acción por una defensa del pastoralismo, con el que se identifican los intereses de la comunidad en su conjunto. E n Formigueres, en 1787, se pide al juez local que «prevenga e (...) impida las empresas, desbroces y apacentamientos... que causarían a la comunidad un perjuicio tan grande que no podría hacer subsistir ni mantener sus animales, que son el recurso esencial de los habitantes»35. El argumento es generalizado, en 1843, por el Consejo general del departamento que estima, para la zona de montaña, que «si el cultivo fuera posible, el interés de la c o m u n a y de sus habitantes ordenaría destinar el suelo al m o d o de disfrute consagrado por el uso y solicitado por las necesidades del país»36. Simétricamente, las escasas tentativas de la utilización de los comunales por casas acomodadas, en contra del uso colectivo, son aniquiladas con el deseo de preservar las relaciones pastorales. E n 1890, varias casas aliadas habían hecho penetrar en los pastos colectivos el gran rebaño ovino de un ganadero del llano con la condición de que éste les proporcionara, excluyendo a las demás casas de la aldea, el beneficio del estiércol. El escándalo fue general, tanto en la Cerdaña c o m o en el Capcir, entre los municipios, que condenaron vigorosamente esa traba a un orden que debía consagrar tanto la integridad de las tierras comunes c o m o la de los patrimonios. La reacción ante esas exacciones señala los límites del sistema, y sus prioridades. Teniendo en cuenta las exigencias climáticas y la escasa fertilidad de los suelos, el volumen de la producción agrícola depende en gran parte del índice de estiércol de las tierras cultivadas. El efectivo de la cabana ovina condiciona, pues, el conjunto del proceso de trabajo agropastoral. Ahora bien, tanto el apacentamiento de los rebaños c o m o el abono de las tierras se organizan en forma comunitaria: cada cabana privada se coloca, para pastar en las tierras comunes, bajo la custodia de un pastor comunal y, en el otoño, cada casa beneficia sus tierras con el estiércol del parque ovino completo -lo que supone derecho de paso y pasto libre- en proporción a su cabana. La estabilidad de esta forma social, que organiza la parte superior del proceso de producción, parece haber preservado el equilibrio existente entre propiedad colectiva y propiedad privada, estableciendo una complementariedad que el bajo nivel de las fuerzas productivas no podía trastornar desde el interior. L a incapacidad de las uni-

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dades domésticas más acomodadas para someter los comunales a una lógica mercantil encuentra, tal vez, un elemento de explicación en el escaso desarrollo de la parte mercantil del producto en el seno de estas mismas explotaciones, que en cambio no deseaban reducir en beneficio de las clases pobres o marginales la primacía de facto que ejercían en el disfrute de los bienes c o m u n a les. El persistente predominio de una forma social comunitaria merecería, además, una exploración en el terreno intelectual e ideológico: ¿no es fundamental, m á s allá del marco doméstico, intentar explicar desde este ángulo, al m o d o de B u tel, c ó m o «toda la vida local pivota alrededor de esta propiedad c o m ú n de los pastos, y c ó m o esta comunidad ha sabido marcar con su poderosa huella toda la serie de fenómenos sociales, especialmente la constitución de la familia»?37. ¿Qué sucede con la armonía de esta estructura, cuya reproducción parece asegurada en el seno de una oposición no contradictoria, cuando se ve contrariada por una mutación jurídica acontecida en el nivel del Estado englobador? Se ha podido entrever c ó m o la disolución jurídica de la relación comunitaria de apropiación del terreno colectivo, a comienzos del siglo xix, procedía parcialmente de la emergencia, en el derecho, de una concepción burguesa de la propiedad. L a individualización del derecho definido, de u n m o do abstracto, por la entidad doméstica se convierte, en el nivel de la propiedad privada, en un temible instrumento de descomposición de las relaciones que le sean solidarias. En la lógica del Código civil de 1804, «la autonomía del individuo conduce a la autonomía de la propiedad; derecho,filosofíay economía están de acuerdo para convertir al fundo en el reino, uno e indivisible, del propietario»38. Las consecuencias del espíritu del Código con respecto al sistema catalán de la casa son extremadamente corrosivas: 1.

2.

En el nivel del ejercicio subjetivo del derecho de propiedad, el Código introdujo una facultad de disposición que ignoraba los principios fundamentales de la relación doméstica de apropiación, protegiendo la duración de la asociación de un patrimonio y un linaje. E n el nivel particular de la transmisión de la propiedad de la tierra por medio de la herencia, el Código autoriza y alienta, por otra parte, la distribución de los patrimonios entre todos los hijos del propietario, abriendo así la puerta a la contestación del privilegio

28 del heredero único y, en consecuencia, de la propia autoridad paterna. 3. Estas dos innovaciones substituyen el derecho de un individuo sobre un bien por la transcendencia del bien sobre los individuos: el código de funcionamiento del sistema d o méstico de reproducción se ve rigurosamente invertido). Ahora bien, la observación directa y contemporánea revela que, en Capcir, el sistema consuetudinario ha seguido produciendo sus efectos concretos pese a un obstáculo legal aparentemente compulsivo. La contradicción nacida en el campo jurídico fue reducida, por medio de los despachos de los notarios, al c a m p o jurídico. El estudio de la variedad de estrategias utilizadas para reproducir el antiguo sistema en el interior de la nueva forma legal, permite llegar a esta conclusión. H e m o s tenido ya ocasión de detallar sus modalidades39; séanos pues permitido llamar la atención sobre lo que estas estrategias revelan acerca de la incapacidad de la nueva forma de las relaciones de propiedad privada para subsumir, por ella misma y realmente, el contenido de las relaciones concretas nacidas de la estructura de las comunidades aldeanas. Si el punto de encuentro y de oposición de las representaciones nacional y local de la propiedad privada se halla entorno de la función sucesoria, es evidente que el m o d o de herencia en el sistema catalán es sólo un segmento, una consecuencia, de un sistema m á s vasto, doméstico, que participa de una forma de conjunto, la c o m u nidad aldeana, con la que puede identificarse la sociedad montañesa. Ahora bien, parece que sea precisamente en el lugar ocupado por la función sucesoria en el interior de la forma doméstica donde debe buscarse el fundamento de la resistencia al sistema. Expliquémonos; el motor real del sistema de reproducción de la casa no es la atribución de la integridad del patrimonio territorial a un solo hijo, sino el consentimiento de los demás hijos nacidos y educados en la m i s m a casa a la aplicación de la voluntad paterna que les condena a marcharse a un estatuto subalterno en la familia. Dicho de otro m o d o , la relativa facilidad con que las comunidades de Capcir consiguen con la activa complicidad de los notarios locales, evitar la ley puede explicarse por el hecho de que la herencia es sólo el eslabón de una cadena de reproducción cuya unidad no es objeto de derecho. L a agresión es sólo formal y se rechaza por formas o formularios notariales.

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A partir de comienzos del siglo xix, la reproducción de las comunidades aldeanas de Capcir debe, pues, efectuarse, por lo que concierne al disfrute efectivo de tierras privadas, en el interior de un marco jurídico que es una condición virtual de su desaparición. Esquematizando, diríamos que las armas del nuevo derecho contra el orden tradicional son, principalmente, la distribución sucesoria y la disposición de los bienes patrimoniales. Por estrategias formales, el sistem a de herencia vinculado a la organización doméstica persistió, pues persistía la naturaleza de las relaciones de producción agropastorales. N o entra en este propósito el análisis de las vicisitudes del desarrollo del capitalismo en el Languedoc y el Rosellón del siglo xix. Podemos, a grandes trazos, proponer dos rasgos, vinculados a esta continuidad de una economía agropastoral que produce poco para el mercado: 1. la desindustrialización de la montaña y la recolocación del capital en manufacturas de llano y, sobre todo, en «la industria vitícola» de las grandes propiedades del llano; 2. la transformación de las emigraciones estacionales de las poblaciones de las montañas en emigración definitiva en el marco de la formación, en el llano, de un proletariado urbano y agrícola y, claro, del desarrollo colonial. Mientras los países pirenaicos de la zona oriental conocen su apogeo demográfico en la primera mitad del siglo xix, el aumento de las necesidades de trabajo que provocan las mutaciones económicas de la llanura y el correlativo aborto de las tentativas de explotación industrial de la montaña permiten a las comunidades agropastorales perpetuarse en el interior de las mismas formas económicas. Puede pensarse que el desarrollo del capitalismo agrario en las zonas de llanura y, en menor medida, el crecimiento de las manufacturas en los países de llano, permitió el relajamiento de los apremios de subsistencia que pesaban sobre las casas aldeanas de montaña, favorecido el mantenimiento del consenso familiar que ha estado en la base de la reproducción del antiguo sistema. Si no puede dudarse que se produjeron en Capcir, desde el Código civil hasta los años 1960, movimientos de distribución sucesoria de los patrimonios territoriales40, el conjunto del sistema de reproducción no parece haber resultado afectado de m o d o decisivo. Singularmente, y por razones que ahora conviene examinar, la disolución real de la forma social de la producción agropastoral se produjo por el medio jurídicamente creado en 1804 de la alienalibilidad del

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Le château des Pyrennées, cuadro del pintor surrealista René Magritte (1898-1967). A D A G P .

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suelo privado, cuando su conversión en mercancía llegó a ser una condición del desarrollo del capitalismo turístico.

Hacia un nuevo sistema social El turismo sigue siendo en la sociedad pirenaica un terreno baldío para la antropología. Nuestra mirada sobre el vasto conjunto de fenómenos implicados en el desarrollo del turismo en un medio montañés agropastoral no puede restituir su complejidad ni su globalidad. Podría sin embargo contribuir a matizar el estereotipo que subordina a la iniciativa exterior el crecimiento de una economía del ocio en el seno de una sociedad campesina. En Capcir. c o m o en toda la cordillera pirenaica, el turismo no es un hecho nuevo. El gran m o vimiento «excursionista» de la burguesía en el siglo xix poseía una corriente específicamente «pireneísta» gracias al cual los botánicos, los entomólogos y mineralistas de las academias locales descubrían la vida de los valles m á s aislados. La m o d a del termalismo y, luego, de las curas de sol tomó m á s tarde el relevo, sin olvidar los recorridos montañeros desdefinalesdel siglo pasado. El éxodo rural y el acceso de los emigrantes m o n tañeses a las clases medias ciudadanas fue, por otra parte, un factor no despreciable de aumento de la población estival, en forma de regreso por vacaciones al pueblo. La fortuna relativa de algunos hoteleros, la compra o construcción de algunas residencias secundarias eran las principales consecuencias económicas, que no dificultaban desmesuradamente el buen funcionamiento del sistema local. N o sucedió así, en cambio, con la inauguración en 1964 de la estación de deportes de invierno de Eis Angles que inauguró, en Capcir, la era del turismo de masas. La construcción de equipamientos recreativos y deportivos (remontes m e cánicos) y el establecimiento de una infraestructura inmobiliaria destinada a recibir a la gente de vacaciones, supuso una renovación del m o d o concreto de apropiación del territorio. El producto de la venta de las talas comunales de madera fue, por una parte, utilizado c o m o medio para financiar las instalaciones necesarias y, especialmente, el equipamiento de las pistas de esquí, se inició, por otra parte, una política de compra de ciertas parcelas por iniciativa del pueblo y, luego, de inversores privados, para emprender la construcción de conjuntos inmobiliarios o de equipa-

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mientos de interés colectivo (vías de acceso, aparcamientos, pistas de tenis...). La estación de Eis Angles fue, así, en Capcir, el epicentro histórico de un movimiento de expansión del capitalismo turístico cuyas cuatro estaciones de deportes de invierno (para seis pueblos) concretan su actual magnitud. Correlativamente puede afirmarse que la creación de la estación de esquí de Eis Angles materializó la disolución de la antigua relación de propiedad doméstica, dificultando así, a veces de m o d o definitivo, la perpetuación de las actividades agropastoralcs. Examinaremos la tenor de este punto de ruptura para centrar luego nuestra atención, m á s arriba, en la formación del capital originario de la puesta en marcha de un turismo de masas a partir del pueblo de Eis Angles. El impacto de una contradicción jurídica La creación en Capcir de una nueva base económica por medio de la utilización del capital encontró la situación de la tierra resultante de un siglo y medio de distorsión entre posesión real privada y sus representaciones legales. A veces, las actas notariales y el catastro se apartaban por completo de la realidad, por lo general presentaban de ella un rostro deformado 41 . Las indivisiones eran frecuentes, m á s todavía, tal vez, las distribuciones ficticias mediante las cuales un patrimonio se dividía por medio de un juego de escrituras y se reconstituía, con el consentimiento general de los interesados, en m a n o s de uno solo que lo explotaba concretamente a cambio de pagar una compensación, por lo general simbólica, y velar por la vejez de la pareja paternal. M á s allá de los bienes familiares, el uso patrimonial de los explotadores agrícolas sobre las tierras de la planicie se extendió frecuentemente después de 1945, cuando el éxodo hizo aumentar el barbecho, a las parcelas no cultivadas de las propiedades vecinas. Esta doble distorsión con respecto a la relación legal de propiedad privada corresponde al mantenimiento o al aumento de las superficies utilizadas, indispensables para el incremento de la producción para el intercambio, concomitante con la mengua del tratamiento local de los productos. La clausura de la hilatura de Formigueres, a comienzos de siglo, favoreció el desarrollo de la ganadería ovina, ya no para lana sino para la carne y por lo tanto para el comercio. El debilitamiento de los molinos de harina locales y la

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emergencia de fábricas de harina electrificadas fomentó la producción de centeno para la venta, también se apagaron los hornos domésticos y se tuvo que comprar el pan en la panadería. E n 1948 se creó en el Alto Confient una cooperativa lechera a la cual la casi totalidad de los explotadores de Capcir entregaban en 1950 una leche de vaca que anteriormente sólo era objeto de uso doméstico. El éxodo, el envejecimiento de la población, la general y temprana escolarización de los niños también privaba al país de m a n o de obra e imponía incluso a las casas más dinámicas los gastos de una mecanización costosa. C o m o los fundamentos sociales de esta economía eran frágiles, fueron sacudidos entre 1950 y 1958 por una iniciativa exterior. A raíz de la decisión tomada por «Electricité de France» de instalar u n pantano hidroeléctrico en el hueco de la cuenca alta42, se procedió a la expropiación de 235 hectáreas situadas en los pueblos de Eis A n gles y Matemale. Despojado de parte del precioso bosque comunal de la Matte, el pueblo de Els A n gles obtuvo la suma, considerable con respecto a los presupuestos municipales del Capcir de la época, de 23,3 millones de céntimos. A pesar de lo módico de la base de indemnización de 20 a 40 céntimos por metro cuadrado, las expropiaciones de los terrenos privados marcaron profundamente a las gentes ya que sus beneficiarios fueron principalmente los emigrantes a los que se les habían atribuido en las reparticiones aquellas parcelas alejadas del pueblo precisamente «porque no valían nada», mientras que sus parientes que vivían de la monetarización creciente de los intercambios miraban con envidia una ganancia en números que un nuevo y circunstancial valor económico de la tierra había sido concedido fácilmente a los titulares según la escritura del derecho de propiedad. Cuando el alcalde de Els Angles tuvo que volver a comprar a u n particular u n terreno n o cultivado esencial para la construcción del primer telesilla de la estación, propuso cinco francos por metro cuadrado y significativamente se le pidió ocho. A partir de 1966 el municipio elaboró un programa de construcciones inmobiliarias, definió las zonas edificables e inició la realización de una primera parte de parcelamiento comunal. Esta supuso la compra de numerosas parcelas, en su mayoría incultas. Paralelamente, algunas sociedades privadas exteriores realizaban operaciones semejantes de compra de tierra, fuera de los límites que se había asignado la iniciativa c o m u -

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nal. Para comprar la tierra era preciso, también, que pudiera ser alienada. Ahora bien, la trama de vínculos de posesión y uso por medio de los que se expresaba, lo hemos visto ya, la relación doméstica de propiedad eliminaba cualquier facultad de disposición del suelo. La concepción civilista de la propiedad que intentaban hacer valer los compradores reclamaba, en cambio, que se estableciera una relación legal entre el objeto del derecho y su titular. L a dispersión de los tenedores de derecho, la multiplicación de las indivisiones y las diferencias entre el uso y la representación jurídica de la propiedad en las actas notariales impuso con frecuencia, y sigue imponiendo, bien un reconocimiento legal de la relación de uso, o bien que se establezca el derecho de propiedad sobre una base notoria. A la primera solución se deben los numerosos procedimientos que pretenden fundar el título de propiedad de una parcela por el testimonio de quienes han visto a los miembros de determinada casa utilizarla generación tras generación: se trata, de hecho, de dar validez ante el derecho nacional a la relación de uso, con el fin de transformar el objeto en un bien alienable. La segunda solución parece, en cambio, surgida de los problemas planteados por la emigración de los tenedores de derecho, en especial en los casos de abandono social de las tierras. Cuando el ayuntamiento de Els Angles quiso comprar un terreno que pertenecía, según todos los indicios, a un prófugo de la guerra 1914-1918, muerto en Barcelona en 1920, encontró c o m o interlocutores a los miembros de tres casas del pueblo, emparentadas con el difunto por imprecisas relaciones familiares, que reivindicaban la propiedad de la parcela. L a memoria aldeana de las relaciones de parentesco estableció el derecho: se «arreglaron» con el notario y el acta de compra se estableció en beneficio colectivo de tales primos lejanos. La consecuencia m á s importante de esta política de compra de tierras, con respecto al sistema social local, fue, no obstante, alentar la ruptura de los arreglos consensúales que eran la base de la perpetuación de la relación consuetudinaria de uso de la tierra privada. El asentimiento de sus coherederos al mantenimiento de la costumbre era el fundamento m á s seguro del acceso de los productores capcireños a los bienes domésticos cuyo único valor económico era el fruto de un trabajo que, con frecuencia, apenas lograba asegurar su subsistencia. L a presencia en la región de un capital en dinero invertido en la compra de

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producción que, en Capcir, fue según nuestra hitierras transfiguró, en ciertos ejemplos sobresapótesis, una causa eficiente de la puesta en marlientes, la fisonomía de la relación de propiedad, cha de una economía del ocio apoyándose sobre la tierra fue contemplada c o m o una superficie la disolución de las antiguas formas sociales. edificable y ya no c o m o objeto del trabajo camEl uno exigiría que se recorriera minuciosapesino. Algunas compras espectacularmente lumente cada segmento del sistema de la produccrativas para los vendedores favorecieron la difución, para contemplar sus transformaciones y las sión de esta nueva representación, hasta m u c h o consecuencias de estas transformaciones con resm á s allá del progreso real de las inversiones. En pecto a los demás segmentos: postulando la univarios casos, la supervivencia de explotaciones dad del sistema, se trataría entonces de establecuya unidad, desprovista de base legal, descansacer una imagen exhaustiva de sus posibilidades ba sobre la perennidad de una imagen monolítica de evolución, teniendo en cuenta la diversidad de la casa, fue puesta en cuestión, a la vez, por las pretensiones de los coherederos que se esti- de las bases materiales utilizadas -agropastoral, artesana, comercial- y de sus distintas combinam a b a n perjudicados o reclamaban su parte, y por ciones en el interior de unidades domésticas parlos propietarios legales de las parcelas que deseaticulares. Esta progresiva andadura supone una ban liberar del uso de algún vecino. lectura m u y precisa de la realidad de las relacioIndependientemente de su magnitud, difícil nes de producción: a partir, especialmente, del de medir en materias tan delicadas, estas maniestudio de varios libros de cuentas de herreros alfestaciones parecen reveladoras de una corrosión deanos, pudimos poner en evidencia las condidecisiva de la forma social doméstica. El influjo ciones de la gradual desaparición de estos artesade un capital en dinero en la economía de las conos, a excepción de uno que, tras haber heredado munidades determinó la conversión de las parceuna explotación relativamente importante, consilas de tierra agrícola en mercancía, privando así guió poner las bases de una actividad comercial de su base material a las unidades domésticas de orientada hoy, exclusivamente, hacia la satisfacproducción. La utilización de dinero c o m o capi43 tal con la perspectiva de un acondicionamiento ción de las necesidades vacacionales . La disturístico del territorio es pues un factor de libera- continuidad de la información impide, de m o ción real de la tierra de la relación doméstica de mento, aplicar este método al conjunto de las categorías de agentes económicos. D e las condipropiedad, es decir, de la relación de propiedad ciones de su declive, de su mantenimiento en el en la forma de su combinación con la propiedad interior de nuevas relaciones o de una acumulacolectiva. Está claro, además, que el capital halla en la forma jurídica de la propiedad privada, tal ción de riquezas que les permitió transformar las relaciones existentes, sólo nos aparecen con claric o m o fue enunciada por el Estado desde comiendad las líneas maestras44. zos del siglo xix, urïa condición previa para la disolución de los antiguos procesos de trabajo. DiLa coherencia de la exposición, así c o m o el cho de otro m o d o , parece posible considerar la estado de la investigación, nos imponen la utilidisolución de los arreglos familiares, antiguazación de la vía regresiva, que propone vincular mente determinantes de la reproducción de las el desarrollo actual del movimiento de transición explotaciones en la forma social de la casa, c o m o al encadenamiento de causas que forman su oriel efecto de los progresos de una sumisión real de gen m á s directo. las relaciones de producción brotadas del agroLa transformación, iniciada en 1964, de la copastoralismo a la lógica del desarrollo de las formunidad campesina de Eis Angles en un polo de m a s capitalistas de producción. desarrollo del turismo de montaña está íntimamente ligada a la historia particular de una casa Es preciso, sin embargo, comprender c ó m o el aldeana cuya trayectoria ilustra perfectamente un movimiento interno del sistema agropastoral ha movimiento interno de la sociedad capcireña que permitido, por la acumulación de u n capital, la se alimentaba del declive del antiguo sistema y creación de esta base económica cuyo desarrollo favorecía la emergencia de nuevas relaciones sose nutre de la decadencia de la antigua. ciales. Esta casa pertenecía, afinalesdel siglo xix, a La emergencia de un capital autóctono la categoría de las «casas grandes», es decir, unidades domésticas dotadas de una sede territorial D o s caminos pueden presentarse para descompoprivada de quince a veinte hectáreas que les asener la lógica interna de las relaciones sociales de

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guraba, por lo general, un estatuto eminente, cuya facultad de utilizar el trabajo de otros, a c a m bio de alimentos o de un escaso salario, así c o m o el de casar a algunos de sus hijos, proporcionalmente dotados, en las casas del m i s m o nivel, asegura socialmente la reproducción. Sin embargo, a diferencia de sus congéneres, la casa llamada ca l'Ascarol no fue barrida por el movimiento de emigración que privó a la mayoría de esas casas dominantes de la m a n o de obra suplementaria y casi gratuita, extraída de las casas menos a c o m o dadas, necesaria para la explotación de superficie y, por lo tanto, de rebaños m á s vastos. Se sabe, además, que el éxodo de las hijas se adelantó con m u c h o , tanto en precocidad c o m o en magnitud, al de los muchachos: en el nivel de la élite, el c a m p o de posibles cónyuges fue así reduciéndose c o m o una piel de zapa, pues las potenciales esposas de los herederos de las grandes casas encontraron mejores partidos en medio urbano. E n Capcir es frecuente evocar la agonía de las grandes casas que, desde antes de la Gran Guerra, iban extendiéndose, utilizando la imagen de un viejo solterón confinado en la pasada grandeza de su casa. Desde esta época ca l'Ascarol se ve, sin embargo, las caras con la evolución del país, pues hace m u c h o tiempo ya que su actividad agropastoral se completa con la explotación de un albergue, a la vez café y pensión familiar. M á s que el lugar de prestación de servicios, el albergue es, en la Cataluña Norte, una verdadera institución, hasta el punto de que en las aldeas andorranas del siglo xix son directamente dirigidos por la comunidad 45 . Es, además, un punto del sistema económico aldeano acostumbrado a la pluralidad de las bases -James Erskine Murray se alojó en L a Tour de Carol, en 1835, en casa de un mesonero que cumplía también funciones de matarife46. D o s categorías de personas frecuentaban, principalmente, a comienzos de siglo el albergue de Els Angles: excursionistas, irregularmente, y, regularmente, carreteros. El contacto con los primeros y la experiencia familiar de unos escasos especialistas por aldea, de la transgresión invernal del espacio silvestre de la montaña para cazar con esquíes, tienen sin duda su importancia para comprender el espíritu que, m á s tarde, animó al heredero de la casa en sus esfuerzos para p r o m o ver el turismo. Los medios materiales de su iniciativa parecen, no obstante, deberse a la relación mantenida por esta casa con los carreteros, transportistas cuya actividad se intensifica con la

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mejora de las comunicaciones y que llevan a las distintas aldeas de Capcir los productos de primera necesidad (vino, sal, bacalao salado, frutos) a cambio de una parte de la producción de patatas y de algunas tablas de madera sustraídas de las talas comunales. Las cuentas del sistema de troque se saldaban, c o m o en todos los comercios y artesanías locales, en otoño, tras la venta de la producción excedentaria del ganado. Por su m e diación se desarrolla un comercio local de m a d e ra basado, al principio, en la venta del material, una vez transformado en tablas en una serrería artesana, directamente del talador al carretero que, a su vez, la vendía a las importantes carpinterías del llano. Al disminuir el número de usuarios, la constante despoblación aumentó la proporción de madera que podía venderse, tanto en beneficio de los particulares c o m o en el de las comunas, lo que produjo un aumento del número y la actividad de las serrerías de Capcir. E n unos 50 años (1880-1930), el tratamiento local de la madera de obra sufrió, por otra parte, una revolución técnica: la función de los serradores a la larga fue progresivamente realizada por serrerías llamadas «a orillas del agua» equipadas por sierras batientes, substituidas a su vez por serrerías eléctricas, dotadas con sistemas de cinta, tras la construcción entre 1924 y 1930 de la presa hidroeléctrica de Puyvalador, que permitió una rápida electrificación del país. Esta transición multiplicó el volumen de la madera tratada pero, sobre todo, transformó la estructura de una artesanía tradicionalmente estacional, complemento de la agricultura y ejercida proporcionalmente a las necesidades de la comunidad aldeana. La electricidad liberó a la serrería de las condiciones climáticas que, en invierno, paralizan las corrientes de agua y fundamentan, por lo que se refiere a la subsistencia doméstica, la pluralidad de las bases económicas. Pudieron crearse así talleres capitalistas de explotación forestal, comprando madera en cantidad a los taladores comunales para transformarla en tablas y venderla a los negociantes del llano, y e m pleando para ello de cuatro a seis asalariados a tiempo completo en los procesos de transformación, el doble para la tala y el transporte de los troncos, fuera de la estación nevada. La mengua del valor local de uso de la madera parece haber facilitado la penetración de la innovación técnica y el nacimiento de una forma capitalista de explotación del bosque sobre bases artesanales y comerciales.

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E n 1948, los beneficios monetarios realizados gracias a la explotación combinada de la tierra, el rebaño y el albergue, permitieron a P., el heredero de la casa, montar, asociándose con un prim o , una serrería eléctrica. Sus dos hijas fueron entonces al colegio en la ciudad, una para aprender costura, la otra contabilidad, en la hipótesis de que regresaran al servicio del padre. E n esta época la madera de Capcir se dirige regularmente hacia las colonias francesas de Africa, donde es m u y apreciada pues resiste el enmohecimiento y «no azulea en las calas de los barcos». La empresa crece rápidamente, empleando siete asalariados a tiempo completo y efectuando por sí mism a la entrega en camiones de las tablas a los negociantes de Prades y Quillan. A la muerte del asociado, un yerno asume la división de responsabilidades de la serrería, el resto de la familia se distribuye en el albergue o en los campos, según las necesidades. Cuando en 1953 se encarga del ayuntamiento de Els Angles - q u e su padre había ocupado algunos años antes- P . está a la cabeza de una unidad de producción de aspecto multiforme que funciona, empleando parientes y trabajadores asalariados, gracias a la combinación de tres bases económicas: agropastoral, con la explotación de los asentamientos territoriales de la casa; artesanal, con la transformación, al servicio de los usuarios aldeanos, de los árboles de m a d e ra de carpintería; comercial, finalmente, con los ingresos obtenidos por las prestaciones hoteleras y la venta de las tablas en el nivel de los mercados extra-aldeanos.

políticas y administrativas de la comunidad con el Estado, ilustran el sentido de la inciativa que, en 1964, orienta de m o d o duradero y profundo la historia del país. Cuando, fascinado por el éxito ejemplar de Font R o m e u , complejo turístico creado de la nada en Cerdaña, pretende financiar con la venta de las talas forestales comunales los remontes mecánicos y los equipamientos necesarios para la puesta en marcha de una estación de deportes de invierno, las autoridades departamentales de tutela le oponen la falta de estructuras de albergue adecuadas. H a y que construir otro hotel. C o m o persona privada, el propio alcalde concretará esta operación destinada a hacer posible el proyecto que pone en marcha c o m o gestor de la comunidad. Vende la serrería familiar a un importante carpintero implantado en Madagascar, que pasa regularmente sus vacaciones en el albergue de Eis Angles, pero termina utilizando los recursos para erigir la estructura del futuro hotel, que consigue financiar gracias a un préstamo del crédito hotelero, obtenido merced al capital de la venta de la empresa. El 15 de diciembre de 1963, se inauguraba el nuevo hotel, dos meses m á s tarde se festejaba en el pueblo la puesta en marcha el primer telesquí de arrastre de Eis Angles.

Esta lógica de la acumulación de capital en el interior de las relaciones sociales nacidas de la forma de las comunidades aldeanas, no ejerce, hasta comienzos de los años 1960, m á s que una limitada influencia sobre el funcionamiento del conjunto del sistema social. Si, en distintos puntos del sistema, la propensión a la inmigración se halla, a veces, invertida, c o m o en nuestro ejemplo del regreso de las hijas casadas, este m o vimiento esporádico que puede también observarse en la combinación agricultura/ganadería/ carnicería/comercio de ganado, sigue sin poder transformar globalmente la naturaleza de las relaciones de producción y, especialmente, de las formas de apropiación concreta del suelo. L a excepcional agudeza de las elecciones económicas efectuadas por P., c o m o los contactos informativos que le procura su posición de intermediario y de mediador, en la encrucijada de los intercambios económicos y c o m o alcalde de las relaciones

El propósito de este artículo era poner a prueba las líneas maestras de la inserción en el capitalism o turístico de formas sociales anteriores a la feudalidad. Permítasenos, c o m o conclusión, sugerir por el examen de las actuales formas del turismo, de las nuevas contradicciones que engendran y de las perspectivas de evolución que permiten entrever, el cañamazo de un posterior desarrollo de la encuesta. Tres tipos de promoción del nuevo orden económico de la montaña distinguen hoy las iniciativas en materia de acondicionamiento del territorio capcireño, posibilitando tres especies distintas de contactos con las relaciones sociales y las actividades nacidas del marco de la comuninidad aldeana. 1. Nueva base en la nueva forma: acondicionamiento turístico para la introducción de un capital privado de origen exterior cuya utilización desarrolla una relación de incompati-

Conclusión: Contradicciones y perspectivas actuales

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bilidad con la perpetuación de las antiguas relaciones de producción. La estación de Puyvalador-Rieutort, inaugurada en el invierno 1981-1982, procede de este esquema vectorial, con el que, a veces, se tiende demasiado a confundir el conjunto de las formas de desarrollo del turismo de montaña. Desde 1969, fecha del primer proyecto de instalación de un complejo de deportes de invierno, las aldeas de Rieutort y de Puyvalador, englobadas en la misma c o m u n a administrativa, conocieron varias fases de tensiones y de violencia entre partidarios del turismo y agricultores-ganaderos tradicionales. Alienaciones de bienes comunales y expropiaciones a precios m u y bajos de las tierras privadas facilitaron las operaciones de una sociedad de promoción de Toulouse que, en ausencia -que sepamos- de cualquier participación c o m u nal en el capital social, obtendrá la totalidad de los beneficios de la operación. U n solo aldeano es asalariado de la estación, queda también u n solo rebaño que está a la venta. El principal problema es, hoy, saber el precio que se obtendrá de las tierras que necesitará el promotor para construir una nueva carretera de acceso a las pistas de esquí. 2.

Nueva base en forma antigua: dominio comunal del desarrollo del turismo. Es la opción adoptada por Matemale o, en la zona de Sault, por Escouloubre, donde el conjunto de las iniciativas pertenecen a la municipalidad, tanto en materia de construcción de alojamientos (parcelamientos comunales, viviendas rurales, estudios económicos para albergar a los trabajadores de la construcción) c o m o en lo concerniente a las estructuras de vocación deportiva o recreativa. U n centro-escuela de esquí de fondo, fundado en 1975 por una iniciativa privada y colocada, en 1976, en régimen municipal, ha permitido al ayuntamiento crear empleos pero, sobretodo, demostrar su voluntad de conservar la dirección de una nueva orientación económica que, explícitamente, se desea mantener fuera del campo incontrolable del capitalismo salvaje, inseparable, dicen en el pueblo, de la lógica engendrada por el esquí alpino y las inversiones que reclama. Esta política ha permitido detener y luego invertir el proceso de despoblación: el efectivo de la comuna pasó de 106 habitantes en 1975 a 168 en 1982 y, señal de auténtica revitalización, en 1978 la escuela volvió a abrir sus puertas. Pese a la alternativa ofrecida por ese «socialismo municipal», cuyos esfuerzos para limitar el au-

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mento de los precios inmobiliarios no han impedido la proliferación de las residencias secundarias, parece que los restos de actividades agropastorales en la comuna, víctimas de la multiplicación de las compras de tierras o de casas, no van a sobrevivir a este turismo que, sin e m bargo, se preocupa para que la inmersión en el entorno natural y social sea suave. Si la forma comunitaria de la estructura social tradicional parece, de m o m e n t o , convenir al desarrollo de una nueva base económica, el propio municipio contribuye por la compra de casas que han quedado en indivisión, a la aceleración de la dinámica de la decadencia de la forma doméstica. 3. Coexistencia de la nueva base-forma antigua con la nueva base-forma nueva: el caso de Eis Angles Bajo la autoridad de su antiguo alcalde, de 1953 a 1977, la comuna utilizaba la venta de sus talas de madera para crear parcelamientos comunales. Fijaba el precio de la compra de los terrenos así c o m o las condiciones de la venta de las parcelas, para evitar así la especulación. Finalmente, se esforzaba en preservar el interés de la comunidad en las creaciones de empleo y en el disfrute de los equipamientos turísticos municipales: así, algunos ancianos de la aldea encontraban trabajo en las pistas, en lugares poco expuestos al frío, y los miembros de la comunidad ejercían, simplemente siendo reconocidos por los empleados de la estación, un auténtico derecho de uso gratuito de los remontes mecánicos. E n 1977, llega al poder una nueva municipalidad. Dirigida por el propietario de u n comercio de artículos de deporte, parece minimizar el dominio comunal de las estructuras turísticas en benéfico más directo de algunas empresas privadas, pertenecientes, por otra parte, a veces, a miembros del consejo municipal. Algunos restaurantes de las pistas, antiguamente administrados por la c o m u nidad, han sido cedidos en adjudicación. D e m o do tal vez m á s destacado, el cine del pueblo, de tarifas m u y reducidas, que ocupaba los locales de la antigua empresa comunal de desgranar centeno, dejó de funcionar en agosto de 1982 para permitir la rentabilización de u n nuevo complejo, con capitales privados y de precios claramente más urbanos. Este cambio en la práctica del poder aldeano, que merece naturalmente m á s a m plias investigaciones, parece m á s efecto de una evolución estructural que u n problema de personas. Está apareciendo una tendencia que rechaza la forma social por la que el anterior alcalde, ini-

36 ciador de la estación, se negaba a alienar la m e nor parcela del territorio colectivo arguyendo la precariedad de la economía del turismo y la perennidad de la vocación agropastoral del país. C o m o atestigua esta diferenciación, que caracteriza la sumisión progresiva pero no uniform e de Capcir a la lógica de un nuevo m o d o de producción, la transición social debe analizarse como u n proceso, animado por un permanente movimiento. Si la disolución de los fundamentos domésticos de las relaciones de propiedad parecen bastante afectadas, en cambio el asentamiento de las tierras que le confiere su propio dominio territorial conforta a la institución de la comunidad, en su aspecto de comuna administrativa, pues es la primera beneficiaria de la alienación del producto forestal. Se asiste así, en ciertas condiciones y ciertas proporciones, al desarrollo de la nueva base económica en el interior de una forma social

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antigua: no por azar las formas del «socialismo comunal» tuvieron origen en Eis Angles y Matemale, aldeas dotadas de importantes bosques comunales y por iniciativa de alcaldes que eran, ambos, explotadores forestales, mientras que Rieutort y Puyvalador, comunidades casi desprovistas de estos recursos, no podían asumir como tales la carga de la expansión de nuevas formas de explotación del territorio. Finalmente, cuando la comunidad aldeana (forma antigua) y la e m presa privada capitalista (forma nueva) coexisten para asumir el desarrollo de una base turística en un m i s m o territorio, se advierte una tendencia a la subsunción progresiva (subsunción formal) de la forma antigua por la nueva: ¿el dominio c o m u nal de la lógica del beneficio no es, también, u n fenómeno transitorio? Traducido del francés

Argumentos de la transición en los Pirineos de la Cataluña francesa

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NOTAS 1. Charles Parain: «Contribution à une problématique de la communauté villageoise en domaine européen» (L'Ethnographie, 1970), en C h . Parain, Outils, ethnies et développement historique, Paris, Editions Sociales, 1979, p. 420. 2. Cuenca alta del departamento de los Pirineos Orientales (Cataluña francesa) que comprende diez pueblos y aldeas de una altitud media de 1500 m .

(traducción según la edición Rovira i Ermengol, Barcelona, 1933). Véase nuestra obra Le peuple et la loi. Anthropologie historique des droits paysans en Catalogne Française, Paris,

LGDJ. 1987. 7. Véase la sentencia del Tribunal de Casación de 3 de m a y o de 1876, que comienza así: «Dado en el país de Rosellón (Cataluña francesa) en los términos de la constitución usatge strata que sigue en vigor...», Dalloz, 1. 305.

du Roussillon à la fin de l'Ancien Régime, Perpiñán, 1889 p. 162. 17. Sentencias del Tribunal civil de Prades del 12 de febrero de 1822, 3 de m a y o de 1824, 28 de noviembre de 1825; decisión del Tribunal de Montpeller de 6 de agosto de 1825. 18. Fuzier-Herman, Répertoire générale alphabétique de droit français, 1905, X X X V I , n u m . 334.

19. G . Antonetti: «Le partage des forêts usagères ou communales 3. Fernand Butel. «La vallée entre les seigneurs et la d'Ossau. Etude sur la population communauté d'habitants», Revue 8. G . de Roquette-Buisson. Les originaire et la prétendue historique de droit français et famille-souche des Pyrénées». La vallées pyrénéennes. Essai sur les étranger, 1963, 41, p. 248. science sociales, 1892, X I V , p. 220. coutumes d'une région française, Tarbes, 1921, p. 175. 20. Canton de Quéribut, 4. «(La forma constitutiva de la departamento del Ariège. 9. Informe del Veguer de "comuna agrícola") admite esta Confient y Capcir al Intendente alternativa: o el elemento de 21. Los datos relativos a este del Rosellón. Archivos propiedad privada que implica se ejemplo provienen principalmente departamentales de los Pirineos impondrá al elemento colectivo, o de: Vandelet y Malves-Pons: Orientales, C.1241. éste se impondrá a aquél. Todo «Elude historique et juridique sur depende del medio histórico le domaine engagé de Donnezan» donde se halla situada... Estas dos 10. Respuesta del Veguer al (1901), que contiene la soluciones son a priori posibles, Baílio y cónsules de la comunidad documentación de los distintos pero para una o para la otra son de Formigueres, 1773, Arch. dep. litigios sobre territorios colectivos. necesarios, evidentemente, medios P . - O . , serie O , Formigueres. Philippe Morere: «La révolution históricos absolutamente distintos», Karl Marx, «Carta a 11. B. Alart: Privilèges et litres de 1848 dans un pays forestière (Canton de Querigut)», Bulletin de VeraZasulich (1881)». en M . relatifs aux franchises, institutions la Société ariégeoise des Sciences, Godelier (ed.). Sur les sociétés et propriétés communales de Lettres et Arts, 1918, X V , 2, pp. précapilaltstes, París, C E R M . Roussillon et de Cerdagne..., 41-64; 1919, X V , 3, pp 81-103. Editions Sociales. 1973, p. 323. Perpiñán. 1874, I. Ver también M . Godelier: La A . Armengaud: «Lafind'une théorie de la transition chez Marx, 12. Roquette-Buisson, ob.cit. industrie rurale traditionnelle au París, 1981, ciclostilado. X I X e siècle: Les forges catalanes p. 142. de l'Ariège», en Fabre et Lacroix (eds.). Communautés du Sud, 13. Mémoire pour le domaine de 5. Eugène Cauchy, De la propriété París, U G E , 1975, II, pp. 289-311. l'Etat..., Montpeller, 1829, el communale et de la mise en M . Chevalier: La vie humaine subrayado es nuestro. culture des communaux. Paris. dans les Pyrénées ariégeoises, 1848. p. 56. Paris, Génin, 1956. 14. Ibid, p. 68. 6. El artículo 72 (ley Strata) de los 22. Ph. Morere, artículo citado, 15. Las distintas etapas de este i'satges de Barcelona dice: 1918, X V , 2, p. 60. proceso se detallan en el segundo «Las carreteras y caminos capítulo de la primera parte de públicos, las aguas corrientes, las nuestra obra: Coutume et rapports 23. Albert Soboul: «La question fuentes vivas, los prados, los sociaux. Etude anthropologique des paysanne en 1848», La Pensée, pastos, los bosques, las garrigas y communautés paysannes du 1948, 19, pp. 25-35. las rocas que se hallan en este país, Capcir, Paris, Editions du C N R S , son de los poderes, no porque los 1981. 24. Albert Soboul, «Problèmes de tengan en alodio, ni porque los la communauté rurale posean en toda propiedad, sino (XVIIIe-XIXe siècles)», en porque en todo tiempo son para el 16. Brutails subraya que no es Problèmes paysannes de la uso de sus pueblos, sin extraño que el vendedor de una Révolution 1789-1848, Paris, contradicción ni obstáculo, y sin tierra ignore a quien está sometida Maspéro, 1976, p. 187. cargo de suerte alguna» la tenencia. Notes sur l'économie

38 25. L e Play consideraba en el Lavedan de 1856 que «el merodeo en los bosques comunales no constituye, en opinión del país, una acción vergonzosa, y que se concilia incluso, en todas las familias, con un pronunciado desarrollo del sentimiento religioso», L'organisation de la famille selon le vrai modèle signalé par l'histoire de toutes les races et de tous les temps, Paris, Téqui, 1871, p. 137 26. Pierre Vilar «Histoire du droit, histoire totale», en Une histoire en construction. Approche marxiste et problématiques conjoncturelles, Paris, Gallimard-Le Seuil, Hautes Etudes, 1982, p. 275.

Louis Assier-Andrieu

30. P o d e m o s remitirnos, especialmente, al capítulo segundo de la obra de E m m a n u e l Le R o y Ladurie, Monlaillou. village occitan de 1294 à 1324, París, Gallimard, 1975.

40. G . Gavignaud advierte tales tendencias en las actas notariales de la segunda mitad del siglo XIX en el Rosellón, «Quelques éléments du m o d e de fonctionnement de la société roussillonnaise». Mélanges Robert Laurent, Montpeller. 1980, pp. 31. Maurice Godelier: Prólogo a Sur les sociétés précapilalistes, ob, 93-1 14. cit. p. 79. 41. Véase art. cit. en nota 39. 32. Especialmente La Llagonne, 42. Se había construido una Formigueres y Puyvalador. primera presa en 1924 y 1930, aguas del A u d e abajo, entre 33. Carlos Marx: «Carta a Vera Puyvalador y Real, por una Zasulich«. sociedad regional de transporte de energía. 34. Ibid. 35. Arch. dep. P . - O . , serie O , Formigueres.

27. Karl M a r x , Formen, subrayado por nosotros.

36. Citado por Cauchy, ob. cit. pp. 135-136.

28. Hasta los años 1970, toda venta de tierra estaba en Andorra -donde sigue vigente el antiguo derecho catalán- implícitamente acompañada por la facultad perpetua de nueva compra en beneficio del vendedor.

37. Fernand Butel, art. cit., 1892 X I V pp. 221-222.

29. Este punto fue desarrollado en nuestro artículo «L'esprit de la maison pyrénéenne», en Los Pirineos. Estudios de Antropología Social e Histórica, Ediciones de la Universidad Complutense, Madrid, 1986, pp. 95-1IO.

43. L . Assier-Andrieu, «Aspects économiques de l'organisation et de l'évolution de la forge de village en haute Catalogne», Ethnologie française, 1982, XII. 3, pp. 297-308 44. Véase el capítulo preliminar de la segunda parte de Coutume et rapports sociaux, ya citado...

38. T . Ourliac y J. de Malafosse, Histoire du droit privé, Paris, P U F , Thémis, II, 1971, p. 188. 45. H . Castillon d'Aspet, Histoire du Comic de Foix, 1852. II, p. 446 39. L . Assier-Andrieu: «Nature, (Documentos). persistance et dépérissement de la coutume domestique. La fonction 46. J.E. Murray. A summer in the successorale en Capcir et Pyrenees, Londres, 1837. Cerdagne», Etudes rurales, 1981, 84 pp. 7-29.

Continuidad y cambio: transición campesina en una parroquia gallega

Raúl Iturra El problema

taciones y predicciones hechas sobre el sector, uno se pregunta si queda todavía alguna cuestión En esta publicación, Maurice Godelier sostiene por explorar en el ámbito de las relaciones sociaque una sociedad empieza a reorganizarse c o m les en el campo europeo, y quizás incluso en la pletamente cuando la producción de su sistema aceptación de la condición campesina de Latinosocioeconómico halla dificultades en su reproducamérica. ción. Tal c o m o históricamente se ha observado, Sabemos por la bibliografía y por la realisiempre emerge u n nuevo sistema para retornar dad empírica que todas las cuestiones son relemás tarde a las bases generales de las condiciones vantes y que todas las respuestas apuntan hacia que han sido modificadas. muchas direcciones complementarias para lleSi esto se aplica al campesinado europeo, esta gar a una sola explicación. ¿Es entonces posible hipótesis quedaría abierta a reducir este análisis m ú l ta«/ Iturra (1941): Licenciado en Derecho la exploración1. U n o podría tiple a una sola cuestión (Chile). Diplomado en Historia Antigua preguntarse por qué los mique las subordine a todas? (Chile), Diplomado en Ciencias Sociales nifundios europeos, conde¿Cuál es el estado de las re(Edinburgo), Doctor en Filosofía (Cambridge), Miembro de la «Association of Social nados a desaparecer (Marx laciones sociales de la Anthropologists of Great Britain and Ire1894), en vías de desarrollo Europa campesina en land», de la «Association Française des dentro de las relaciones capivistas a la reorganización Anthropologues», del seminario Questions of talistas (Lenin 1899), limitaindustrial de la fase econóTransition, dirigido por Maurice Godelier. dos en su producción a las Profesor Asociado de Antropología en el Insmica? tituto Superior de Ciencias do Trabalho e da necesidades familiares (Cha¿ C ó m o aparecen los proEmpresa, ISCTE. Universidad de Lisboa, yanov 1925), viviendo su fablemas y c ó m o los campesiMiembro Investigador en el Instituto de sefinal(Franklin 1969), susnos les hacen frente? Ciencias Gulbenkian, Oeiras. Portugal. Tratituyendo maquinaria para bajos de C a m p o en Chile (campesinos. Valle Esta, creo, es una buena Central y suburbios), Galicia. España (camla tierra y el trabajo (Tepicht pregunta que aparece en la pesinos) y Beira Alta, Portugal, entre 1964 1973), envolviendo en una importante argumentación v 1982. empresa comercial las fases de estudios sobre el campesidel riesgo doméstico (Galeski 1977), cuya econonado y puntualiza los términos de nuestro actual mía natural está siendo destruida (Bradby 1975), trabajo: ¿ C ó m o entender la transición en áreas ruo ahogada (Gudeman 1978) por el capitalismo, o rales? ¿Cuál es el elemento dinamizador y cuáles si no, cuya racionalidad ha sido articulada (Rey los hechos distintivos? 1973), subsumida (Servolin 1972), mantenida Sobre las bases de este corpus teórico y en (Meillasoux 1972), dominada (Shanin 1973) por mis trabajos de c a m p o en Chile ( 1967-68 y 1971la expansión capitalista, están aún produciendo 73), Escocia (1969), España (1975-79) y Portucon dinamismo y mostrando creatividad para sugal (1981-82), propongo elaborar una hipóteperar las fuerzas del capital y adaptarse a las consis interpretativa general de la situación y desdiciones externas (Iturra 1980, Godelier 1981). pués explorarla a partir de mi experiencia espaEn este estudio, y después del número de interpreñola.

RICS 114/Dic. 1987

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La hipótesis de trabajo La ventaja de la producción de bienes para el cambio sobre la producción de bienes para el uso parece ser el hecho m á s notable en la organización de la economía campesina. El uso de la tierra, las técnicas aplicadas, la organización de las relaciones de trabajo, la lógica en el uso y distribución de los recursos naturales y humanos parecen estar dirigidas por una racionalidad derivada de las relaciones comerciales con la economía general y de las potencialidades económicas de los propios agricultores. El cambio campesino revela una ayuda a la doble fuente de recursos para la producción rural: el material básico desarrollado por la industria para el c a m p o en forma de maquinaria y producción que necesitan los campesinos para incrementar sus bienes y así ser m á s competitivos; y la economía campesina, el conocimiento y la tecnología del c a m p o desarrollados a través de los siglos que, aunque modificados por la tecnología industrial, aún constituyen el pilar de la racionalizada producción del campesino. Por la combinación de ambos tipos de recursos, los productos agrícolas ocasionan una contradicción en los bienes producidos por la tecnología campesina y la organización del trabajo. El c a m p o da un producto que se vende a bajo precio, el cual no permite ni u n enriquecimiento ni siquiera la cantidad necesaria de ingresos para cubrir los gastos industriales. Esta contradicción genera algunas limitaciones sobre los recursos de los minifundios y dificulta el trabajo de los mismos, problema que debe ser resuelto por los campesinos. Las soluciones adoptadas en la práctica indican que la producción agrícola es el resultado de un proceso permanente de distribución y redistribución de los recursos en la economía campesina. El fin es superar las deficiencias ocasionadas por el cambio con la economía de mercado para obtener directamente o por la compra o por «poderes» una nueva materia productiva gracias a la ayuda permanente y al intercambio entre parientes y vecinos. Este proceso se dirige a una transición caracterizada por la continua modificación de las relaciones sociales en un intento de encontrar soluciones entre grupos de productores especializados. Este es exactamente el problema que se observa en los minifundios de Galicia, en el Noroeste de España, y que yo examinaré. El control externo ejercido por el Estado Español (prohibición de los sindicatos obreros, huelgas y protestas en general

Raúl ¡turra

durante m á s de cuatro décadas, control de precios y salarios, impuestos y contribuciones para la organización de una producción especializada por regiones, concentración de las tierras y centralización de créditos y gastos rurales y consejos), m á s la presencia de las multinacionales (que tratan con los campesinos, a m b o s c o m o compradores y vendedores de equipamientos), limitan la capitalización y llevan al productor agrícola a resolver sus problemas a partir de sus propios recursos. L a subsunción del capital deja al campesinado gallego la tarea de encontrar soluciones a los problem a s derivados del cambio con el mercado. A m bos, sus recursos y su estructura económica, constituyen el núcleo básico del trabajo y la fuente de conocimientos para la creación de alternativas económicas y sociales. M i hipótesis es que la escasez de capital y otras presiones internas que sufre la economía campesina dinamizan la conducta social en el proceso de buscar soluciones. Estas presiones son tales, que si no se superan, harán imposible que el campesino alcance objetivos de producción que garanticen su supervivencia. L a dinamización encuentra su expresión en una serie de decisiones lógicas o estrategias, por medio de las cuales los agricultores organizan sus relaciones de trabajo, concentran su patrimonio y ajustan sus relaciones con la familia y los vecinos persistiendo en los objetivos de su trabajo y en la maquinaria que usan. La dinámica del cambio desplaza las bases del cálculo de producción lejos de la esfera puramente doméstica trasladándola a un ámbito donde hay oportunidades para un mercado de productos agrícolas. Es sobre esta base m á s amplia de mercado donde los campesinos regulan sus relaciones sociales y de trabajo. Esto es lo que m e propongo exponer partiendo de la base de mi recogida de datos en Galicia, en la parroquia de Vilatuxe entre 1975 y 1979, y estructurando tales datos según los principios expuestos en la introducción. El material histórico y empírico tiene en cuenta la explicación del c a m bio: la transición para el campesinado implica modificaciones causadas por intercambios para resolver problemas surgidos de la producción agrícola. Esto se puede demostrar fácilmente analizando el cambio, bien c o m o un proceso de desarrollo resultante de la diferenciación campesina, bien c o m o u n reflejo de la estructura de la posesión de la tierra y de las actividades económicas en los grupos rurales. C o m o señalé en otro trabajo (Itu-

Continuidad y cambio: transición campesina en una parroquia gallega

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OCÉANO ATLÁNTICO

M a p a de Galicia, al Noroeste de España.

rra 1980), en un extremo de lo que podríamos llamar graduación de las diferentes formas de ordenación y organización de la tierra y el trabajo, hay campesinos que establecen relaciones capitalistas de producción. Por una parte encontramos un número de agricultores que, partiendo de la base del trabajo realizado por la familia y vecinos, produce parcialmente para el mercado y parcialmente para su consumo personal, siendo éste mayoritario. Y por otro lado, vemos una cantidad considerable de campesinos que producen mayormente para su propio consumo y sólo ocasionalmente para un mercado. E n estos dos m o d o s de producción es donde se puede detectar un cambio permanente entre continuidad y movilidad, un cambio que se percibe claramente en la manipulación de la tecnología industrial para los campesinos y

en la propia tecnología campesina, c o m o ocurre en Vilatuxe2.

El problema en su contexto: Vilatuxe, la pequeña y la gran sociedad Galicia es una región situada al Noroeste de España con una extensión de 29.400 k m 2 y aproximadamente 2.600.000 habitantes, de los cuales 1.900.000 constituyen la población rural ocupando alrededor de 2.400.000 ha, que es el total de la tierra de labor productiva. Aunque no existen estrictamente demarcaciones administrativas legales, las parroquias representan las principales unidades de organización. Cada parroquia está for-

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m a d a por un número de núcleos rurales llamados lugares, los cuales a su vez están formados por un número de viviendas unifamiliares llamadas simplemente casas. Los campesinos conciben la vivienda c o m o la s u m a de la casa, la tierra y el grupo de individuos que constituyen la familia. Los habitantes viven o bien de la tierra o bien del comercio y de la artesanía. Cada casa o familia cuenta con un trozo de tierra dividido enfincas(pequeñas parcelas) diseminadas por la parroquia y, en ocasiones, fuera de ella. U n a de las principales características del sistema de ocupación de la tierra es la amplia dispersión de las parcelas. T a m bién hay tierras parroquiales comunes, el monte, utilizadas para ayudar a las pequeñas propiedades. Cada familia puede hacer uso de la tierra com ú n siempre que se considere necesario, pero no se permite vallarla. El acceso a una posesión privada es por herencia, por compra, por aparceramiento (caserío), por arrendamiento o por donación. El acceso al monte es posible simplemente, c o m o dicen los campesinos, por «tener casa en la parroquia». La parroquia de Vilatuxe, situada en la planicie central de Galicia, ocupa un área de aproximadamente 40 k m 2 ; la tierra está dividida entre 188 familias de 17 localidades distintas con una población total de 623 habitantes (800 si se incluyen los trabajadores temporeros). Hasta 1926, las propiedades estaban divididas en tres categorías diferentes: grandes propiedades (de 80 a 200 ha), propiedades m á s pequeñas (de 10 a 20 ha) y un reducido número de propiedades menores de una ha. Las grandes propiedades eran sólo cuatro y poseían la mayoría de la tierra. Sus parcelas se cultivaban mediante contratos diversos, los más usuales eran el aparceramiento y el foro, contrato m u y c o m ú n en Galicia cuyos orígenes habría que buscarlos en el siglo x. Básicamente el foro consiste en que el propietario de una gran extensión cede tierra y vivienda a una familia nuclear que debe pagar en productos agrícolas una cantidadfijasin considerar si dicha cantidad se obtiene o no. Este tipo de contrato generalmente regía durante tres generaciones. El propietario decidía arbitrariamente el tamaño y ubicación de la parcela. Éste fue el origen del casar, que se c o m ponía de la tierra, la vivienda y sus ocupantes. Los casares se agrupan en distintos asentamientos de acuerdo con el modelo de distribución de la tierra, y el conjunto de ellos forma los lugares actuales. Las familias con propiedades entre 10 y 20 ha, cultivaban ellas mismas la tierra con la ayuda de

Raúl Ilurra

jornaleros sin tierra que recibían su salario m a y o ritariamente en especies. A estas propiedades se las conocía c o m o casa de labradores. E n Vilatuxe había unas 10, m á s la iglesia católica local que podría conceptuarse c o m o un propietario m e diano. Los propietarios m á s pequeños pueden ser considerados, a efectos prácticos, c o m o campesinos virtualmente sin tierra. En esa época, había en Vilatuxe 134 casas, con una población total de 1.200 habitantes aproximadamente. En 1926, el foro fue legalmente abolido y los grandes propietarios se vieron obligados a vender las tierras que tenían en contrato. Sin embargo, los compradores potenciales, los pequeños propietarios y campesinos sin tierra no tenían dinero para comprarlas de m o d o que emigraron temporalmente para procurárselo. A d e m á s , la disponibilidad del trabajo temporal dio lugar a la partida tanto de campesinos demasiado pobres para c o m prar las tierras, c o m o la de aquellos que fueron separados de sus campos por la abolición del/oro. Esto provocó una escasez considerable de m a n o de obra en la parroquia; lo cual, junto con el regreso de los emigrantes con dinero en efectivo para la compra de terrenos, llevó a los grandes propietarios a vender gradualmente la mayoría de las tierras que quedaban. A partir de aquí, el sistema de posesión de la tierra, basado predominantemente en grandes y medianas extensiones cultivadas con la ayuda de los aparceramientos, el foro y los jornaleros, pasó a ser un sistema de pequeñas parcelas individuales diseminadas dentro y m á s allá de los límites de la parroquia. Este proceso se consolidó hacia 1960. En la transición del viejo al nuevo sistema, se justifican las decisiones de innumerables campesinos sobre c ó m o encontrar el dinero para c o m prar parcelas de tierra, si quedarse o emigrar, cóm o enfrentarse a las demandas del mercado, cóm o modernizar sus operaciones, c ó m o manipular sus redes sociales para aumentar la productividad de sus posesiones. L a aparición del sistema minifundista no es únicamente el resultado de un cambio de la ley, sino también del m o d o c o m o los campesinos dispusieron las circunstancias sociales y económicas para conseguir unos mejores resultados a partir de sus menguados recursos. Este cambio originó algunas consecuencias importantes. Primero, una vez abolido e\foro, el único m o d o posible de obtener la tierra de un m o do permanente era comprándola o heredándola.

Continuidad y cambio: transición campesina en una parroquia gallega

C o m o el dinero era escaso en Vilatuxe, al igual que en toda la Galicia rural, los campesinos emigraron para conseguirlo. En segundo lugar, los ahorros y ganancias conseguidas por éstos se agotaron al pagar las tierras. A d e m á s , c o m o no hubo ayuda del Estado, todo el peso cayó sobre los agricultores que no podían adquirir maquinaria m o derna (tractores, segadoras, trilladoras, etc.), la cual sólo se introdujo m á s tarde y en una escala m u y limitada. C o m o resultado de este estado de cosas, los utensilios y aperos, tan tradicionales com o ineficaces (la carreta tirada por bueyes, los arados de madera, las azadas, etc.), continuaron utilizándose. Todo ello limitó los beneficios que los minifundistas hubieran podido obtener de la comercialización de sus productos lácteos. Tercero, los nuevos minifundistas no eran lo suficientemente poderosos c o m o para poder mantener a sus familias, a m e n u d o numerosas, especialmente si pensamos en la tecnología utilizada; c o m o consecuencia, la emigración continuó. Esto se considera ahora la mejor solución y, a veces, el único m o do posible de obtener beneficios, ya que la producción láctea limita económicamente a los campesinos de cualquier propiedad. Por esta razón, los propietarios fueron abandonando gradualmente la parroquia y la gran carga del trabajo agrícola recayó sobre aquellos que permanecieron en sus tierras. La economía de la parroquia se basa en el cultivo de patatas, centeno, trigo y la cría de ganado para animales de tiro, carne y, lo que es m á s importante, para la producción láctea. Durante los últimos quince años, la producción de leche ha crecido en importancia debido a la venta de ésta a la fábrica local de Nestlé. Cerca de un 70 % de los propietarios venden c o m o mínimo un litro al día, y existen siete propietarios que organizan sus actividades únicamente hacia la producción de leche con una media de venta diaria de 100 litros cada uno. Desde que la compañía Nestlé inició sus operaciones, la producción de bienes para el comercio ha superado la producción de bienes para el uso doméstico, lo que ha producido un gran número de cambios en la tecnología y las relaciones sociales. Podemos distinguir diversas categorías generales en la población rural, diferenciadas las unas de las otras en base a la posesión de tierras y a las actividades comerciales: los minifundistas especializados en la producción de leche y carne; los minifundistas que producen mayoritariamente para consumo doméstico y venden únicamente pequeños excedentes de leche u otros productos;

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los profesionales o artesanos relacionados marginalmente con las actividades agrícolas; y finalmente, los comerciantes, albañiles y aquellos que no poseen tierras y viven de sus negocios. Todas las propiedades, sin tener en cuenta el tipo de actividad productiva que principalmente realizan sus miembros, también aumentan sus ingresos con algún otro trabajo, c o m o es la artesanía, trabajos de temporada fuera de la región, venta de alcohol y comestibles, o por los pagos de la Seguridad Social a los mayores de 65 años o a los incapacitados por enfermedad.

Cambio: una gran empresa se introduce en una sociedad pequeña Al comprar las tierras los campesinos se ven obligados a remodelar su comportamiento social. Primero, necesitan mejorar los medios de producción. E n segundo lugar, deben prescindir de algunos de sus miembros para evitar la posterior fragmentación de la tierra entre los herederos. Tercero, necesitan desarrollar nuevas formas de colaboración entre las propiedades. Esta colaboración se dio en los días del foro, pero cuando éste se abolió, las bases tradicionales económicas de colaboración entre las propiedades desaparecieron con él: la comunidad aldeana c o m o unidad social de producción se extinguió y la especialización en menesteres artesanales de algunos m i e m bros de la familia cayó en desuso3. La nueva forma de colaboración que empieza a surgir es una respuesta a las condiciones de mercado que ahora dominan la vida rural. Las formas de cultura tradicional todavía persisten, y aunque se ven transformadas porque la introducción de capital y maquinaria modifica los modelos costumbristas de la organización del trabajo y del uso de la tierra, éstas, sin embargo, permanecenfielesa la lógica de acomodar el pueblo a los recursos materiales. D e todos los factores que producen cambios en las relaciones sociales de los parroquianos de Vilatuxe, ha sido la producción y comercialización de la leche el que ha tenido un efecto m á s significativo, ya que conlleva unos pequeños pero regulares ingresos. La primera impresión del visitante al llegar a Vilatuxe es que toda la población se dedica a la producción láctea. Pero de hecho no todos los campesinos están especializados en ese sector; muchos de ellos se dedican a otras activi-

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dades. Incluso así, un estudio cuidadoso de Vilatuxe revela que, a pesar de la diversidad de actividades, todos los campesinos que tienen algunas tierras de pasto se hallan implicados, aunque en distinto grado, en la producción comercial de la leche; o al menos, en muchas propiedades las relaciones sociales se desarrollan alrededor de la producción láctea. Esta relación con el mercado de la leche ha producido cambios en la vida económica de los minifundistas. La producción de cosechas ha dado lugar a u n incremento en la producción láctea y de carne de buey, se han introducido nuevas técnicas y han cambiado los patrones de trabajo. Nestlé empezó a trabajar en Vilatuxe y otras parroquias de la región de forma modesta en los años cincuenta. Los minifundistas recibieron bien a la Sociedad porque ésta les ofrecía ingresos en metálico que les permitía comprar sus tierras e invertir en actividades agrícolas. Los minifundistas orientaron gradualmente su trabajo hacia el mercado lácteo y se redujo la producción para consumo doméstico. Primero, Nestlé inspeccionó Galicia antes de la Guerra Civil de 1936, llegando a la conclusión que la producción comercial láctea sería factible si los pastos y el ganado mejoraran. C o m o primer paso, construyeron una planta refrigeradora de leche en la ciudad vecina de Lalín, pero los resultados fueron escasos durante los años treinta, debido a la requisa de cosechas y existencias de los minifundistas y a la llamada afilasde los jóvenes a causa de la Guerra. Después de la Guerra Civii, en los años cuarenta, el dictador Franco continuó la requisa de la leche de los pequeños propietarios y t o m ó el control de la planta refrigeradora. Los minifundistas vendían al Gobierno los excedentes de leche, pero c o m o muchos de ellos n o tenían tierras y los que las tenían usaban el ganado en actividades agrícolas, los niveles de producción fueron m u y bajos. Únicamente cuando se devolvió la fábrica a Nestlé, en 1953, se inició una relación directa entre la Sociedad y los lecheros. Nestlé consideró que los primeros niveles de producción eran demasiado bajos e irregulares para la rentabilidad de la empresa. C o m o primer paso hacia un aumento de la producción, Nestlé financió unos cursos de perfeccionamiento sobre la producción láctea llevados a cabo por el Ministerio de Agricultura, y que todavía hoy se imparten. Se trasladó a dos o tres personas de cada parroquia de la región a las granjas modelo donde se daban dichos cursos. L a intención era acabar con

Raúl ¡turra

la resistencia de los pequeños propietarios a cualquier tipo de innovación y aumentar así su interés en la producción comercial. Para alcanzar estos objetivos, la compañía seleccionó a aquellas personas con pequeñas propiedades pero con posibilidades de expansión y que poseían, lo que la compañía llamaba, «espíritu de empresa» (en la zona se les conocía c o m o labriegos listos). Para ayudar a los agricultores a aumentar sus posesiones, Nestlé les dio ayudas de hasta 50.000 pts. El panadero, era un candidato ideal desde el punto de vista de la Sociedad. N o sólo poseía el llamado «espíritu de empresa», sino que también estaba acostumbrado a manejar sumas de dinero relativamente grandes en su trato con los clientes. Sus actividades no se limitaban únicamente a la venta de pan tras el mostrador, también incluían el intercambio de pan por trigo con los pequeños propietarios y establecimientos comerciales. Además, para mejorar el negocio, sus actividades cubrían una gran área; por todo ello era una figura local m u y conocida. Al m i s m o tiempo su origen social era el m i s m o que el de los pequeños propietarios, pero no era del tipo de persona que se deja llevar por proyectos insensatos. Todo esto convertía al panadero en un buen ejemplo con el que otros parroquianos se podían sentir fácilmente identificados. Eligió, un minifundista, debía su «espíritu de empresa» a la educación que había recibido en colegios privados de la ciudad y al hecho de pertenecer a una familia acomodada con cierta tradición en las actividades comerciales. E n resumen, ambos. Eligió y el panadero, sabían operar con cifras y créditos, conocían los trámites burocráticos y disfrutaban de prestigio en la parroquia. Incluso hoy, los parroquianos los consideran ejemplos y afirman que «el panadero y Eligió fueron quienes nos abrieron los ojos y nos enseñaron cóm o vivir de la venta de la leche». Ni el panadero ni Eligió pertenecían a ninguna de las pocas familias latifundistas. Estas sólo participaron en los planes de Nestlé m á s tarde, ya que sus propiedades, lo suficientemente grandes, les permitían vivir de sus cosechas. Los inspectores de la Sociedad acordaron mantenerlos al margen de la empresa porque su colaboración hubiera disminuido la participación de los pequeños productores, pues éstos hubieran considerado el proyecto únicamente c o m o «un experimento para los ricos» y m á s allá de las posibilidades de los habitantes de Vilatuxe. A d e m á s , durante ese período, los grandes propietarios perdieron dinero y

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Continuidad y cambio- transición campesina en una parroquia gallega

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