Sermón en el día de miércoles 17 de junio de 2015 Título: RICOS Y POBRES Santiago 4:1-5:12 Predicador: Pastor Dong Han David Lee Iglesia Reformada Esperanza Tte. 1ro. Leónidas Escobar 3913 c/ Av. Japón Asunción, Paraguay www.evangelio123.org
[email protected] (595) 0972-815-179 / (595) 0981-815-179 ************** ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acerará a vosotros.
Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará. Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro? ¡Vamos ahora! Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. ¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros
que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia. Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta. Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo. INTRODUCCIÓN Lo que en San Mateo Jesús hablaba al final de su sermón: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compraré a un hombre prudente, que edificó
su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.” (San Mateo 7:24-27) Son las dos casas que puede construir un creyente en Jesucristo, sobre la roca y sobre la arena. Y es el resultado de ser un oidor y hacer de la palabra o no. Más la verdad es que “todos se creen” ser oidores y hacedores de la Palabra. Todos construyen sobre la fe en Jesús, bueno… dentro de lo poco que saben, dentro de las doctrinas que creen ser correctas; mas los resultados no hablan así. ¿Sabes quiénes son los ricos? ¿Sabes quiénes son los pobres? Es que las cosas no pueden salir bien desde el comienzo, ni saben bien por más que uno sea creyente; pues se requiere que exista un paulatino pero firme cambio, una renovación en el espíritu de la mente del hombre. Porque una cosa es que tú siendo hombre carnal… pienses como creyente; y otra cosa muy
diferente y alto… que tú estando renovado en el Espíritu de tu mente aprendas a hacer las cosas espirituales. Por eso, nos decía en Efesios: hay que desechar la mentira, y aprender a hablar verdad unos a otros. Pero saben que siempre nos gustan las mentiras, pues es una salida perfecta, es una forma de autodefensa, es una forma de escaparnos de la realidad, del compromiso, y protegernos de los factores externos. Culpar a otros por mi incapacidad o pereza, o incluso la falta de fe. ¡Más en realidad se engañan a sí mismos, a nadie más! Y lo peor es el concepto que las personas mantienen de uno, de que eres mentiroso, propenso a mentir; y finalmente uno no sabe a ciencia cierta “cuándo dice la verdad”. Así también uno se ha mentido tanto a sí mismo, que llega a creer en su propia mentira, y cree vivir en esa “verdad de su mentira”. Y estas mentiras son muy fáciles de reconocer si uno conoce los principios; porque las personas quieren mostrarse como grandes hombres de fe, pero la fe que tienen no son más de teorías, extractos bíblicos, repeticiones literales de los versículos bíblicos; pero todo eso también es un engaño, porque no lo está viviendo. Pues aquellas personas quienes viven las palabras de la biblia, se muestran diferentes, son
diferentes. Porque los hacedores saben cuánto hay que vivir para estar en lo correcto, cuán difícil es mantenerse en la Palabra. Es más, los hacedores de la Palabra tienen señales inconfundibles, marcas y conocimientos que solamente pueden aparecer cuando uno es hacedor de la Palabra. Situaciones, elementos, verdades y seguridades que nunca se alcanza cuando son oidores. LA FE DEL POBRE DE ESPÍRITU La gran diferencia que marca y resulta de ser hacer de la palabra porque cree, es que tiene unos productos únicos, resultados de haber vivido correctamente en el Pacto de Abraham, y de David. Pues tienen que saber que solamente las personas quienes han vivido plena y fielmente en el Pacto de Abraham, y de David, pueden alcanzar el Pacto de Jesucristo. Pues son etapas previas, son condiciones que ayudan y necesitan para que el hombre llegue a las alturas requeridas en Cristo Jesús. Ahora bien, las personas quienes son pobres de espíritu, porque tienen la fe ejercitada, muestran unas características únicas: Cuando uno vive según la fe, esa fe es el primer “motor” que mueve la persona a la acción; luego cuando se obedece y realiza según esa fe… tiene una
“experiencia” resultante. Se enfrenta con las dificultades reales que se presentan, y uno porque tiene fe lo va superando, venciendo, perseverando, aprendiendo a ser paciente. Y cuando uno es paciente, cuando se sigue esforzándose en la fe; tiene una “vivencia” particular, que va marcando. Bien y mal, y va entendiendo qué es y cuándo, cuánto hay que realizar las palabras para que las cosas salgan correctamente; y también ve los fracasos, las debilidades de su carne que logrará a vencer y dominarlos. También tiene la diferencia entre su vida pasada sin fe y la que ahora consigue, el conocimiento de Dios y el entendimiento porque está haciendo las cosas. Y eso, comparado con la biblia, da una idea y una localización exacta de cómo se deben realizar las cosas. Así que tiene una gran enseñanza, un aprendizaje de lo bueno, de lo malo, de lo correcto, de lo incorrecto; y sobre todo cuando Dios está obrando, las marcas de Dios. Sabe cuán intensamente se debe vivir para que Dios se manifieste, cuán perfecto hay que realizar las cosas en la fe, en la espera, en la paciencia para que todo funcione. ¿Hay errores? ¡Claro! Peros se aprende. ¿Se cae? ¡Claro! Pero se aprende a levantarse. ¿Se triunfa? ¡Claro que sí! Y se siente el gozo.
Tu fe tiene vida, tiene sabor; pero también aprende cuándo fracasas, las amarguras, los dolores; pero aparece en ti “un deseo ferviente de hacer lo correcto”; y quieres que Dios se manifieste en ti al “100%”. Harás las correcciones, y que resultarán en que mañana, en una situación similar, o nueva; uno va mucho más precavido, experimentado, aprende a ver con paciencia y no se desespera. Los detalles le son conocidos, las sucesiones de las cosas son familiar; y sabe soportar mucho más los embates y tormentas sin inmutarse. La fe resultante de este pobre de espíritu es muy rica en conocimientos, tiene una confidencia muy grande en la Palabra de Dios. Porque sabe cómo está Dios respondiéndole. Igualmente sabe cuánto hay que ser celoso por la Palabra para que pueda estar en el agrado y gozo del Espíritu Santo. En cambio la fe del rico es generalmente un mar de declaraciones, de versículos que se repiten y se repiten; pero no sabe cuánto realmente le es difícil mantenerse en esa posición y fuerza en la fe. Que no está seguro y menos puede “entregar” su vida por esa fe que declara tener. Por eso, todos son ricos para consigo mismos, y “no pobre de espíritu hacia Dios”, siempre es “lógico”,
su pensamiento siempre es lógico, siempre piensa en la conveniencia, si es el tiempo, si quiere, discute por qué es necesario. Luego piensa en los pros y contras, si quiere o no, si entiende o no. Nunca quiere perder el control de las cosas, no permite que Dios le deje en esa “ciega fe”, porque todo lo quiere hacer conscientemente, bajo su control, en su tiempo. Por eso, nunca pueden compararse la fe del pobre de espíritu, porque es la suma de “Palabras más experiencias”. Sabe cuándo está haciendo “bien” y “correctamente” las cosas, porque sabe de las sensaciones que transmite el Espíritu Santo. Entonces resultará en que las acciones que emprende, las palabras que dice cuando hay que pronunciarlas, las decisiones que toma son siempre más firmes, concretas, y difícilmente verán que retroceden en las decisiones. La autoridad con que hace las cosas también es diferente. Y es en este punto donde los “ricos” comienzan a ponerse celosos, y antes que “aprender” e imitar la fe para “esforzarse” en ser hacedores de la Palabra, más bien “niegan”, se rebelan en su incredulidad y en muchos casos realizan acciones “contra” Dios. ¿Por qué? Porque no quieren admitir que ellos están equivocados, que ellos por seguir una doctrina diferente, porque se han equivocado al interpretar la biblia, por no creer y seguir los ejemplos o enseñanzas
del pacto, hoy están alejados de Dios y más cercanos al “hombre carnal”, al “mundo”, y las “vanaglorias del mundo”. Por eso, la fe resultante siempre mostrará si son ricos o si son pobres. Y una de las grandes dificultades es que cada uno siguió su camino durante tanto tiempo, plantó su árbol de fe durante tantos y tan largos años que es imposible “rehacer” las cosas para los ricos, salvo que tengan una “destrucción completa” de toda la casa que han construido con su fe. Aun así, están más prontos a pensar que Dios los está “probando” en su fe y en su determinación; que a pensar que estén equivocados en el camino de su doctrina. Y van tan lejos, que ya no hay forma de volver, ni de recompensar, y tampoco saben “desde dónde empezar de nuevo”, y toda la “vergüenza que deben afrontar por sus malas decisiones los avergüenza”, muchos simplemente prefieren morir como están (…pero verán que la justicia de Dios les hará ver que incluso la muerte no les llega tan rápido ni la muerte es tan sencilla). LAS FALSAS ESPERAS DEL RICO Verán que los ricos son muy “duros de corazón”, son soberbios y hablan de más; se creen “hombres de fe” y enseñan a muchos, encaminan a muchos hacia el error. Y como están tan convencidos de
“su verdad”, constituyen de obstáculo justamente a los “pobres de espíritu”, y esas acciones también después constituyen en su “perdición”. Yo he enseñado, o he tratado de “convencer” a los ricos, y les he entregado folletos, enseñado o predicado; pero ninguno quiere entender ni escuchar mínimamente para preguntarse “¿y si tiene razón?”. Como están tan seguros de su fe, y tan seguros de su iglesia; cuando uno discute o trata de explicarles, siempre “menosprecian” la palabra; y si “estuviesen equivocados” piensan que Dios les “diría” con grandes señales, o les despertaría de su error. Éstos ricos esperan que Jehová les aparezca y les hablará como a Moisés, o desde el cielo. Más “jamás, jamás” consideran, ni siquiera les pasa por la mente que “podrían estar equivocados”. Mas sabemos que Dios, luego de varios intentos de enviar a sus siervos y profetas para convencer o enseñar a los ricos, verá que las personas que envía cada vez son “siervos”, son personas que en su consideración “no vale la pena escuchar ni perder el tiempo en prestar atención a las advertencias o pequeñas señales que Dios envía”. Tal es la dureza y la soberbia en que han caído. Por eso dice hoy la biblia: que a los ricos les vendrán miserias, que sus vestiduras en lugar de
emblanquecerse se enmohecerán y las polillas aparecerán en ellas. El moho testificará contra el oro y la plata que han acumulado. Pero los pobres de espíritu saben que las Palabras de Dios no son “grandes”, ni “extraordinariamente notorias” como las películas, sino que más bien son “pequeñas palabras”, murmullos del Espíritu Santo que te habla en el corazón, en tus oídos. LA LLUVIA TEMPRANA Y LA TARDÍA “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía”. (v. 7) Si ustedes atienden bien a estas palabras “la lluvia temprana y la tardía”, en realidad estas palabras constituyen parte de las bendiciones que Jehová entregó a Moisés para que enseñase a los israelitas que salían de Egipto: “Si obedecieres cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite. Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás y te saciarás. Guardaos, pues,
que vuestro corazón no se infatúe, y os apartéis y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos; y se encienda el furor de Jehová sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis pronto de la buena tierra que os da Jehová.” (Deuteronomio 11:13-17) Verán en este texto de Deuteronomio, que las lluvias tempranas y la tardía, es una señal de que tú estás bien posicionado con Dios, que tu pacto está siguiendo su curso correctamente, que Dios te está dando las bendiciones correctas. Lo que estás sembrando y la forma como estás sembrando tiene la bendición de Dios. Por tanto, este capítulo 5 de Santiago, está posicionado en el capítulo 11 de Deuteronomio, para aquellos quienes siendo pobres de espíritu, han esperado y sembrado pacientemente en su pacto. Y ustedes saben que la lluvia temprana y la tardía es necesario cuando tus plantas están creciendo, que estén creciendo con gran fuerza. También en Jeremías dice que cuando tienes las promesas de estas palabras “la lluvia temprana y la tardía” significa: “Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo, y nos guarda los tiempos establecidos de la siega. Vuestras iniquidades han
estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien.” (Jeremías 5:24-25) Por eso, les decía en el sermón anterior, ¿no? ¿Cuánta seguridad requieres para estar seguro? Para aquellos que aman el mundo, aquellos quienes están tan apurados en vivir en el mundo y allí conquistar en nombre de Jesús todas las cosas, estas palabras “nada” significan. En cambio, para aquellos quienes viven en el pacto, saben del enorme poder y significado. Saben cómo y en qué etapa está viviendo. Por eso, les digo bien claramente: “NO EXISTEN LAS GRANDES PALABRAS” como muchos están esperando en el caso que estuvieran equivocados, o para escuchar a Dios. Más bien, son “pequeñas palabras que tienen grandes significados”. Y esto resulta solamente cuando tú has vivido intensamente en el Pacto de Abraham, en el Pacto de David, y estás dentro del Pacto de Jesucristo. Así que, bienaventurados aquellos que sufren, aquellos quienes reciben la aflicción y la paciencia de los profetas. Porque el Padre nunca dejará que sus hijos vean corrupción sin que exista la justicia.
CONCLUSIÓN Realmente son largos los caminos de los ricos y los caminos de los pobres. ¿Y por qué es tan largo? Para que sus obras sean completas y para que exista una retribución o una recompensa completa. Y salvo los remanentes, generalmente los ricos no se enteran de su error, ni pueden volver de su error. En cambio, aquellos quienes murieron en Cristo Jesús como pobres de espíritu, todo el largo camino que han recorrido constituirá en el “corto” trecho que les falta hasta recibir las promesas de su pacto. Lastimosamente para estas alturas, los ricos ya no pueden ser pobres de espíritu, salvo unos pocos remanentes. Y los pobres tendrán un brillante amanecer. Que Dios les bendiga.