Sermón en el día miércoles 14 de mayo de 2014. Título: EL SOCORRO SOBRE UN PODEROSO Biblia: Salmos 89:1-37 Predicador: Pastor Dong Han David Lee Iglesia Presbiteriana Reformada Esperanza Tte. 1ro. Leónidas Escobar 3913 c/ Av. Japón, Asunción, Paraguay www.evangelio123.org
[email protected] (595) 021-301-706 / (595) 0981-815-179 ******************* 1. Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; de generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca. 2. Porque dije: Para siempre será edificada misericordia; en los cielos mismos afirmarás tu verdad. 3. Hice pacto con mi escogido; juré a David mi siervo, diciendo: 4. Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones. 5. Celebrarán los cielos tus maravillas, oh Jehová, Tu verdad también en la congregación de los santos. 6. Porque ¿quién en los cielos se igualará a Jehová? ¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los potentados?
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Dios temible en la gran congregación de los santos, y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él. Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová, y tu fidelidad te rodea. Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas. Tú quebrantaste a Rahab como a herido de muerte; con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos. Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y su plenitud, tú lo fundaste. El norte y el sur, tú los creaste; el Tabor y el Hermón cantarán en tu nombre. Tuyo es el brazo potente; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra. Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro. Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro. En tu nombre se alegrará todo el día, y en tu justicia será enaltecido. Porque tú eres la gloria de su potencia, y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder. Porque Jehová es nuestro escudo, y nuestro rey es el Santo de Israel.
19. Entonces hablaste en visión a tu santo, y dijiste: He puesto el socorro sobre uno que es poderoso; he exaltado a un escogido de mi pueblo. 20. Hallé a David mi siervo; lo ungí con mi santa unción. 21. Mi mano estará siempre con él, mi brazo también lo fortalecerá. 22. No lo sorprenderá el enemigo, ni hijo de iniquidad lo quebrantará; 23. sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos, y heriré a los que le aborrecen. 24. Mi verdad y mi misericordia estarán con él, y en mi nombre será exaltado su poder. 25. Asimismo pondré su mano sobre el mar, y sobre los ríos su diestra. 26. El me clamará: Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación. 27. Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. 28. Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi pacto será firme con él. 29. Pondré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos. 30. Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios, 31. si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos,
32. entonces castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades. 33. Mas no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad. 34. No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios. 35. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. 36. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí. 37. Como la luna será firme para siempre, y como un testigo fiel en el cielo. INTRODUCCIÓN Pueden pensar erróneamente que para aquellos que tienen en pacto de David, todas las cosas están servidas, que todas las cosas les va mejor que a cualquier otro creyente. Pero no es tan automático, ni todo está servido en bandejas y menos está olvidada la justicia de Dios que es por fe. El miércoles pasado les estuve hablando de cómo el hombre tiene que saber alabar a Jehová Dios para que pueda ser bienaventurado. O sea, necesita tener un profundo conocimiento de Dios, además tiene que conocer bien el carácter de Dios.
Y tener un discernimiento espiritual para que pueda saber qué decir, cómo decir, cómo actuar, con qué grado de fuerza debe vivir, debe obrar, debe defender la Verdad de Dios. También el momento justo que se debe hacerse las cosas. Muchas veces, estas cosas solamente pueden aprenderse de la forma más dura. Es decir, con pruebas, con errores, corrigiendo, aprendiendo a medir en el pensamiento de Dios, en la intensidad que requiere el Señor, y poniendo la fuerza necesaria. A veces, estas señales de Dios confunden, porque es muy riguroso, es muy fuerte y duro… pero el acrecentamiento del poder de Dios, es aún más más lento. ACRECENTANDO NUESTRO PODER ¿Para qué querría Dios acrecentar nuestro poder? Claro que primeramente para que nosotros no seamos débiles, que sepamos vivir como hijos. Porque así sabemos y entendemos cuán grande es la salvación que Jesucristo nos ha dado. Mas verán que este poder no se acrecienta porque uno lo quiere, sino está condicionado por algunas pautas:
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Según les dije en el sermón del miércoles pasado: “bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro. En tu nombre se alegrará todo el día, y en tu justicia será enaltecido.”
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Mas existe una segunda condición, que es la que veremos hoy. Y estas dos condiciones están muy ligadas, y en cualquiera de ellas, cuando tiene faltas o falencias, cuando no se aplica suficientemente, no se acrecienta el poder de Dios.
3.
También existe un tercer factor, que se refiere al orden en que suceden las cosas.
Veamos en detalle. El primer punto de las bienaventuranzas sobre el pueblo que sabe aclamar a Dios, ya les hablé el miércoles pasado. Por tanto, hoy seguiré con el segundo y el tercer punto, y me referiré cuan importante es todo.
EL SOCORRO SOBRE UN PODEROSO Es importante resaltar y condicionar algo, fijémonos en el versículo 18: “Porque Jehová es nuestro escudo, y nuestro rey es el Santo de Israel”. Fíjense cómo habla del “Santo de Israel”, o sea, el Dios Santo de los elegidos según el Pacto e hijos del Pacto de Abraham. Ahora fijémonos en las palabras de Jesús cuando le preguntaron cuál era el más grande mandamiento, escuchemos las palabras del Señor Jesús: “Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús les respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con tu mente y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.” (San Marcos 12:28-31) Pues con lo que les dije, el miércoles pasado, corresponde al primer mandamiento, ¿cómo una persona puede ser bienaventurado porque sabe aclamar a Jehová Dios del cielo? Pues como dice aquí:
con todas tus fuerzas, con toda tu alma, con toda tu mente y fuerzas. Mas existe un punto que muchos pasan por alto, que muchos no atienden suficientemente: y son estas palabras: “Oye, Israel”. ¿Por qué Jesús antes de hablarnos de los mandamientos dice claramente y poniendo mucho énfasis: “OYE, ISRAEL, EL SEÑOR NUESTRO DIOS, EL SEÑOR UNO ES”. Y hoy en el pasaje de Salmos 89:18 también dice lo mismo: “Porque Jehová es nuestro escudo, y nuestro rey es el Santo de Israel”. Justamente hace referencia a los escogidos, así como Abraham y a su descendencia para hacer el pacto, así también es con Israel. En segundo lugar, es con aquellos quienes viven bajo el pacto, por eso dice: El Santo de Israel, o el Señor Jesús dice: “Oye, Israel”. Que significa lo mismo. Así que este poder, y este crecimiento del poder es para aquellos quienes creen, aquellos viven, aquellos quienes han abrazado este Pacto de Jehová con Israel, con los elegidos, con aquellos quienes hoy viven fielmente a este pacto. También igualmente hay que amar a Dios con todo el corazón COMO “EL DIOS DEL PACTO”
Por tanto, si hoy existe algún creyente de Jesús, quienes creyendo y abrazando otras doctrinas, como el de la Sola fe, y no vive fielmente en el Pacto de Abraham, no es posible que uno avance, que uno tenga estos poderes, no se puede avanzar en el pacto de David. ¡POR MÁS QUE LO QUIERA! Mas los hombres son astutos, porque reemplazan con otros, tal vez serán poderes provenientes del renombre, de los poderes eclesiásticos porque una persona está o dirige una iglesia grande, o porque posee muchos bienes, o porque tiene alguna gloria humana entre los hombres de la sociedad. Mas ninguna relación con el poder que se menciona y tiene fundamento en el Pacto de David. Así que, ya les dije: que este poder, este crecimiento del poder de Dios es para aquellos quienes viven dentro del pacto, y corresponden al Dios de Israel. Ahora, teniendo en cuenta esto, y refiriéndonos a las palabras de Jesús de San Marcos, acerca de los mandamientos, recuerden… el primer mandamiento: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con tu mente y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento.
Pues estas palabras son las mismas que “Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro”. En nuestro pasaje de Salmos 89: 18 dice: Porque Jehová es nuestro escudo, y nuestro rey es el Santo de Israel. Muchas veces, verán que el hecho que uno se interese únicamente por sí mismo, que únicamente sólo quiere crecer espiritualmente, y no da los frutos. Porque existe una gran falta. Porque tanto el primer mandamiento, como el segundo están ligados; ¿qué significa esto? Que si tú haces bien el primer mandamiento, pero si eres débil en el segundo mandamiento de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, no se te acrecentará el poder. No importan cuán dedicado seas al Señor Jesús. Por eso, con esta aclaración les voy a volver a leer las palabras de Salmos 89:19-28 19. Entonces hablaste en visión a tu santo, y dijiste: He puesto el socorro sobre uno que es poderoso; he exaltado a un escogido de mi pueblo. 20. Hallé a David mi siervo; lo ungí con mi santa unción.
21. Mi mano estará siempre con él, mi brazo también lo fortalecerá. 22. No lo sorprenderá el enemigo, ni hijo de iniquidad lo quebrantará; 23. sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos, y heriré a los que le aborrecen. 24. Mi verdad y mi misericordia estarán con él, y en mi nombre será exaltado su poder. 25. Asimismo pondré su mano sobre el mar, y sobre los ríos su diestra. 26. El me clamará: Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación. 27. Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. 28. Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi pacto será firme con él. Fíjense en las palabras del versículo 19: “entonces hablaste en visión a tu santo, y dijiste: He puesto el socorro sobre uno que es poderoso; he exaltado a un escogido de mi pueblo”. Después dice: “lo ungí con mi santa unción”, “mi mano estará siempre con él”, “mi brazo también lo fortalecerá”. O sea, el poder de Jehová no descansa automáticamente sobre una persona quien alcanza o recibe, o nace bajo el pacto de David. Sino que uno tiene
que esforzarse, tiene que saber ser bienaventurado y aclamar a Jehová correcta y adecuadamente para que su poder se acreciente. Pero también este poder está ligado, no solamente a lo bueno que sepa aclamar a Jehová y andar en la luz de su rostro, sino que también está puesto en cómo sabe ser “EL SOCORRO DEL PUEBLO”, el socorro de tu prójimo. O sea, que Jehová puso el socorro de su pueblo Israel sobre uno que es poderoso. Y esta es la razón por qué en la biblia, principalmente en los libros de Samuel, en los libros de los Reyes y de Crónicas, vemos que cuando un rey estaba bien con Jehová, todo iba bien con el pueblo; mas cuando un rey se corrompía, así también todo el pueblo estaba corrompido. Por que el rey era el socorro. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.” Así que, ¿por qué tengo que amar al prójimo como a mí mismo? Porque Dios ha puesto el socorro sobre uno que tiene poder. ¿Por qué me compete acrecentar el poder?
Por tanto, si quieres acrecentar tu poder, no solamente hay que saber aclamar correctamente a Jehová Dios del cielo, sino que tienes que saber fortalecerte y “socorrer a tu prójimo, a tu hermano de Israel". Luego fíjense en lo que dice el versículo 24: “Mi verdad y mi misericordia estarán con él, y en mi nombre será exaltado su poder”. Vean de qué manera Dios deposita “su” poder, “sus” obras en “tus” manos. Es como que si tú no te manifiestas, Dios tampoco lo hace. Por eso, cuando hoy los creyentes no están alcanzando el Pacto de David, cuando no están entendiendo cómo Dios ha puesto el socorro de su pueblo sobre tus manos, sobre tus hombros; el Señor también se queda muy quieto, y tiene que estar obrando por otros medios. Pablo lo dice de esta forma: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. (2 Corintios 5:18-21) Así que, lo que muchos saben que han recibido dones, poderes de Dios; tienen que aprender a alabar a Jehová correctamente; y también tienen que saber que el socorro de los creyentes está en tus manos. ¿Y qué significa socorrer al pueblo? Como Jesús lo hizo: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Por tanto, hoy nos corresponde llevar el pecado, cargar las pesadas cargas de los prójimos; enseñarles, guiarles, hacer las obras que ellos por ignorancia, por desconocimiento no buscan a Dios correctamente. Mas tú que sabes, tienes que obrar, tienes que obrar como el socorro de Israel. Por tanto, si el creyente quien tiene esto, imagínense, anda perdido tras las doctrinas de la prosperidad, y lo único que está haciendo es beneficiarse él; cuando piensa que Dios le ha dado dones, y piensa que es para uso personal, cuando no le interesan los otros hombres, pues hay un gran problema. Y mientras tanto, porque Jehová “DEPOSITÓ” su socorro sobre uno que es poderoso… también no
está trabajando, esperando que el que tiene el buen depósito se fortalezca, se acreciente en el poder de Dios y sirva de socorro. ¿Qué sucede cuando el que tiene el socorro está dormido? ¿Cuándo no sigue el camino del pacto de Abraham y alcanza el pacto de David? ¡Pues Dios tiene que descansar forzosamente! ¡Sé que muchos creyentes piden socorro! Pero si el que tiene el socorro está dormido, ¿qué más se puede hacer? ¿Cuándo los hombres dicen a los que alaban a Jehová: cállate, deseamos escuchar buenas palabras, palabras de paz, palabras de amor? ¿Cómo servirá el que tiene el socorro? Y cuando una persona quien ha recibido el socorro de Dios sobre sus hombros y se está dedicando a otra cosa… ¿qué le sucederá? ¿Podrá ser un buen creyente, podrá alabar hasta llegar a ser bienaventurado ante Jehová Dios? LA TERCERA CONDICIÓN Son las obras de justicia que te hacen justo. O sea, NO HAY SOCORRO DE JEHOVÁ, NI EL NECESITADO ES SOCORRIDO, porque no son discipulados correctamente.
Las cosas no son automáticas, ni está simplemente a pedir de boca en una oración. ¡No sucede porque tú recibes todo el poder primeramente, y luego te pones a alabar para ser bienaventurado! Tampoco Dios te pone sobre los ríos y mares primeramente, y luego para que seas el socorro al cual ha puesto Jehová para su pueblo. Fíjense solamente en el ejemplo de Moisés, “él sabía que era el socorro de Jehová”, porque había nacido en condiciones muy especiales, y estaba en un lugar privilegiado. Mas cuando él quiso salvar a su pueblo, ser el socorro a su manera… terminó matando a un hombre y por salvar su vida tuvo que huir al desierto. Pasó cuarenta años en el desierto, hasta que fue preparado conociendo el desierto, y también esperando el tiempo de Dios. Luego dice la biblia: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”. (Números 12:3) ¿Cuál era el poder de Moisés? “Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor. Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés. Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría,
porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés. Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel”. (Deuteronomio 34:7-12) Además Moisés era el ejemplo de socorro que luego fue Jesucristo a todos nosotros. “Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare; mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta. El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá.” (Deuteronomio 18: 18-20) Tú, hoy, siendo tú hombre, con tus flaquezas, con tus debilidades, con tus tentaciones, con las intensas luchas, aun enfermándote… tienes que creer estas palabras con fe. Porque como todo hijo elegido, como todo creyente, tienes depositado en ti el socorro; que podrá ser grande o pequeña. Pero siempre será grande para el prójimo al cual tú tienes que salvar.
Porque tú eres como Moisés para esa persona, para esa familia, para esa ciudad, o para una nación o conjunto de naciones. Después de intensas luchas, después de intensas obras, de años de haber obrado… es cuando Dios va mostrando todo el poder que han sido depositados en ti, y aquellos que se agregan más a ti, y de qué manera tú eres el socorro que el Señor ha puesto sobre la tierra. No son como las caricaturas que ven los niños, en que un hombre débil recibe poderes extraordinario y se convierte en superhéroe; para luego salvar a los hombres. Porque tú tienes que obrar, “creyendo” que eres el socorro, tienes que correr con fe y haciendo justicia, aun sin ver siquiera las primeras señales de tu poder acrecentado, ni que sepas que tú eres el socorro para este u otro pueblo, o persona. Simplemente creer porque así funciona el pacto de David. CONCLUSIÓN Es por eso que el pensamiento de los creyentes del Señor Jesucristo están todos podridos, porque lo único en que están interesados es en su bienestar, en sus ganancias, en su buen vivir. Pues verán que cuando muere, cuando son juzgados; porque ciertamente el juicio de Dios llega a
estos creyentes. ¿Por qué? Porque Dios hizo los preparativos, le puso como el socorro sobre uno que es poderoso; pero se ha perdido en los quehaceres y placeres del mundo. Entonces, cuando son juzgados, no solamente son juzgados por sus propios pecados, sino también porque no se esforzaron, ni alcanzaron, y menos asumieron sus responsabilidades como los socorros de su pueblo. ¿Qué no lo sabía? ¡Pues si está escrito en la biblia! ¿Cómo pueden saber cuáles son las bendiciones y recitan con tanto ahínco los versículos bíblicos buscando sus prosperidades, pero no han leído acerca de su “responsabilidad”? Así que no tienen excusa. ¿Qué no aprendieron o que fueron enseñados? ¡Pues también tienen y son juzgados sus pastores, igualmente! ¿Qué el camino es largo? ¿Qué no es evidente? ¿Qué no está muy especificado? ¿Qué no muy claro? ¿Qué faltan pastores y maestros? Pero, ¿cómo pueden ser tan buenos entonces para las bendiciones, para las prosperidades, para los milagros, para las grandes sanidades? ¡Sus propios actos y su propia fe los delata y los acusa! ¿Qué muchas de tus oraciones no son escuchadas por Dios? ¿Por qué no buscas orar de esta forma? Preguntando primeramente: ¿cómo y en dónde
soy puesto como el socorro de mi prójimo? ¿En qué aspectos tengo que ser poderoso? Y esfuérzate en afirmarte en el Pacto de Abraham, en el Pacto de David. Y que Dios te bendiga, ¡pequeño socorro de Israel!