DULCE MIEL. ABBA El abc del pop

ABBA El abc del pop DULCE MIEL Modelo de canción popular y sofisticada, históricamente ABBA dividió las aguas entre el gusto popular y la crítica ri

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ABBA

El abc del pop

DULCE MIEL Modelo de canción popular y sofisticada, históricamente ABBA dividió las aguas entre el gusto popular y la crítica rigurosa. Con el tiempo, los suecos derribaron prejuicios y fueron reivindicados por todos a fuerza de canciones irresistibles, impermeables a modas y tendencias. Tal es así que Gold, su famosa recopilación de grandes éxitos, ya tiene una nueva reedición que incluye, además de muchos de sus hits, un DVD con sus respectivos videos. La excusa perfecta para encontrarnos con Björn Ulvaeus, uno de los líderes del cuarteto, quien repasa aquellos días de pop y brillantina. Entrevista Stéphane Deschamps 1970. Los Beatles se separan. Fin de la fiesta. “El sueño se terminó”, y bla, bla, bla. Pero enseguida, en Suecia, Agnetha, Björn, Benny y Anni-Frid se agrupan bajo el nombre de ABBA (las iniciales de cada uno de ellos). Pasan la escoba, recogen las lentejuelas, estudian las fórmulas de alquimista de Phil Spector y el gancho pop de los Beach Boys, y sacan un primer simple, People Need Love –como un eco del All You Need Is Love de los Beatles. Arrancamos. Desde el Eurovision de 1974, una primera batalla ganada con Waterloo, y hasta su separación oficial en 1982, Abba será una irresistible máquina de hits, yacimiento de canciones eternas cuya enumeración sería demasiado larga. Sólo algunas, por placer, por vértigo: SOS, Dancing Queen, Take a Chance on Me, Chiquitita, The Winner Takes It All, On and on and on… Durante mucho tiempo –en los años ochenta sobre todo– estaba bien gritar “¡abajo ABBA!”, burlarse de la banda por su sentimentalismo exacerbado, su disco populacho y su ropa de cosmonautas domadores de quimeras. Ahora lo podemos confesar: ABBA nos vuelve locos. ABBA, con dos “B” de Beach Boys, sí, pero encuadradas en dos “A” perfiladas como un par de alas supersónicas. Esas dos “A” de Anni-Frid y Agnetha, las cantantes (y esposas de Benny y Björn) que aportaron a Abba la feminidad, la dimensión erótica que siempre le faltó a los Beatles o a los Beach Boys. La simetría de la formación y del nombre (acrónimo, capicúa

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y ambigrama, habrán notado los lingüistas) es perfecta. Nos gusta ABBA por todo eso pero primero por sus canciones, invención de un pop universal anclado en la tradición europea, música de feria propulsada en la vía láctea. Canciones con doble efecto, sofisticadas hasta el barroco en los detalles y fáciles de asimilar, a la vez conmovedoras y bailables, íntimas y colectivas: la quintaescencia ab(ba)soluta del pop. Thank You for the Music, entonces. A la cabeza de fenómenos comerciales, al lado de Elvis, los Beatles y Michael Jackson, ABBA vendió más de 375 millones de discos: el jardín secreto más vasto y más visitado del mundo, del que su creador Björn Ulvaeus nos abrió las puertas durante una jugosa entrevista. ENTREVISTA > ¿Cuáles eran tus sueños cuando formaste Abba a principios de los años setenta? Björn Ulvaeus: Antes de ABBA estaba en otra banda, empecé mi carrera en 1963. A los dieciocho años quería hacer hits, ser un ídolo de los jóvenes. Pero diez años más tarde, en la época de ABBA, tenía dos sueños que predominaban sobre los otros: hacer música y salir de Suecia. Desde el comienzo de mi colaboración con Benny Andersson en 1965 soñaba con escribir canciones pop que llegaran más allá de nuestras fronteras. Los Beatles se separaron en 1970, ABBA se formó en 1972. ¿Tomaron el relevo?

No, creo que no. Los Beatles siguen siendo insuperables para mí. Benny y yo empezamos a escribir canciones bajo su influencia. Antes de los Beatles, las personas que escribían las canciones eran siempre anónimas. Nadie sabía quién componía las canciones de Elvis. Y resulta que, en 1962, llega una banda que escribe sus propias canciones. Como tantos otros jóvenes de la época, Benny y yo pensamos: “Quizás podamos hacer lo mismo”. ¿Tuvieron otras influencias? Ambos crecimos escuchando muchos estilos diferentes: baladas italianas, canciones francesas, folk escandinavo y por supuesto rock’n’roll estadounidense y música country. Venimos de esa gran mezcla. Mi primera banda era de folk. En los setenta y ochenta eran considerados como una máquina de hits, una banda “comercial” más que una banda con canciones de calidad. Tenían éxito pero no credibilidad. ¿Esto era frustrante? Sí, a veces era difícil. Después del triunfo en el Eurovision en 1974, Waterloo se volvió un hit enorme, conocimos un éxito gigante. Pero desde que el título empezó a descender en los charts, todo el mundo nos vio como una banda de un solo hit: los ganadores de Eurovision no tenían que representar otra cosa. Durante más de un año, antes de que saliera el disco donde estaban Mamma Mia

y SOS, los críticos nos vieron como una banda poco seria, que no duraría. A veces es hiriente. Al mismo tiempo, vendíamos más discos que cualquier otro grupo y teníamos el respeto de algunos de nuestros colegas, como Led Zeppelin, que entendían lo que éramos, que nuestras melodías y nuestros discos no se reducían a mierdas sin futuro. ABBA no era fabricado, la banda creció de forma muy natural. Empezó con una amistad entre Benny y yo. Después conocimos a las chicas de las que nos enamoramos. Eran

cantantes, pero al principio no pensábamos para nada en hacer una banda. Después de la salida del álbum ABBA, mucha gente comprendió que constituíamos un verdadero grupo, y cambiaron de actitud. Todos, excepto los periodistas. ABBA es sin duda la banda que llevó la dimensión pop de la música a su extremo: sus canciones eran sofisticadas y ambiciosas pero siempre destinadas a hacer bailar a la gente, jamás pretenciosas.

Me halaga mucho escuchar eso. La música de ABBA no es arty. Pero es honesta, habla de los sentimientos. Eran las mejores canciones que podíamos hacer en ese momento. Entre 1973 y 1981 sacaron casi un disco por año. ¿Era una decisión por parte de ustedes o los obligaban a grabar tanto? Después de Waterloo y Eurovision ya nadie nos podía obligar a nada. Teníamos una libertad artística completa. Estábamos lis>>> tos cuando lo decidíamos.

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DISCOGRAFÍA Ring Ring (73) No es lo mismo el primer disco de ABBA que el primer disco en el que sus cuatro integrantes coincidieron (originalmente la banda se hacía llamar Björn & Benny, Agnetha & Frida) pero vamos a hacer de cuenta que sí, como hizo todo el mundo a partir de la primera reedición. El proyecto, uno de tantos en los que participaban simultáneamente, probó ser el de mayor éxito, y un par de hits entre baladas alcanzaron para hacer sonar la alarma: ring ring, córranse del medio que la locomotora sueca ya arrancó y no piensa detenerse.

Waterloo (74) El tema que da nombre al disco ganó ese año en Eurovision (al margen, ¿por qué todavía no tenemos una competición tan maravillosa de este lado del mundo?) pero la fábrica de éxitos todavía no funcionaba al máximo de su capacidad compositiva. ¿Un reggae, un rock pesado? Quedan muy pocos que recuerden aquellos tiempos. Lo cierto es que la fórmula todavía se estaba destilando, y el caldo de cultivo contenía eso y más. De todos modos, hay algo que queda claro: nunca es en vano repasar un disco de ABBA.

ABBA (75) Acá se empieza a poner bueno en serio, y no podía ser de otra manera con un hit inoxidable de la talla de Mamma Mia (a ver si pueden evitar estar tarareándola ahora mismo en sus cabezas). Las chicas pasan definitivamente al frente, y los chicos se concentran en lo que mejor les sale, que es componer. Una decisión por demás simple pero fundamental, que demuestra otro gran valor de la banda: la velocidad de reflejos. Ése era el paso que había que dar. Porque cualquiera puede cantar, pero nadie lo hizo como ellas.

Arrival (76) ¿Cómo se sigue después de Mamma Mia? En la mayoría de los casos, indefectiblemente para abajo, pero ABBA logró lo imposible: Dancing Queen, para muchos la mejor canción pop de todos los tiempos (nobleza obliga: es difícil negarlo mientras suena). La leyenda dice que Frida lloró de emoción la primera vez que la escuchó, y no es para menos. Arrival, además, se dio el lujo de dejar afuera un tema como Fernando, agregado luego como bonus-track en una reedición del 97. Un disco para cantar de punta a punta en el karaoke.

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ISRAEL ADRIÁN CAETANO ABBA

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Debo decir que sólo fuimos totalmente ridículos al principio. Poco a poco, nuestros gustos de indumentaria se afinaron. >>> Muchas canciones se volvieron hits

instantáneos. ¿Tenían una fórmula mágica? Era difícil crear un hit cada vez. No había una fórmula y eso se comprende si se comparan las canciones. Alcanza con escuchar The Winner Takes It All y Mamma Mia: no salieron del mismo molde. ¿Daba mucho trabajo crear canciones que resultaban pegadizas al escucharlas? Era uno de nuestros secretos: le dedicábamos mucho tiempo a la escritura, mucho más que otras bandas de nuestra época. La mayoría salía más de gira. Nosotros no. En diez años, pasamos tres o cuatros meses de gira. Benny y yo nos quedábamos entre un tercio y la mitad del año escribiendo canciones. Grabábamos doce o quince títulos por año y tirábamos el 95% de lo que componíamos. ¿Cómo definirías una buena canción? Tiene que ser buena desde el principio hasta el final: cada ingrediente debe ser fantástico, original. No solamente el estribillo sino cada elemento de la canción. Cuando se la escucha por primera vez, hay que sentir que hay algo especial. Y para estar verdaderamente lograda, la canción tiene que provocar imágenes y sentimientos en las personas. Canciones como The Winner Takes It All, Fernando, Knowing Me, Knowing You tienen un efecto en el humor de los oyentes. Es el objetivo último para mí. Con canciones felices como Mamma Mia era difícil expresar sentimientos profundos, pero era mi única ambición: escribir pequeñas historias, canciones en las que el oyente encontrara un sentido. Sus canciones fueron usadas muchas veces por el cine y después en las comedias musicales. ¿Las componían como bandas de sonido de películas imaginarias? Sí, en cierto sentido. Empezábamos por escribir la melodía y después grabábamos el fondo musical y escribíamos las letras luego. Escuchaba la base musical repetidamente, esperando que provocara imágenes en mi mente, como una película mental. Escribía lo que veía en mi cabeza. La melancolía es impresionante en algunos

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de sus hits: hicieron bailar a todo el mundo con canciones que también pueden dar ganas de llorar. Tenés razón. Las canciones son tristes, con una melancolía quizás nórdica, pero sin embargo el sonido, particularmente con las dos chicas, las lleva hacia la satisfacción. Cuando se escucha una canción de ABBA como música de fondo, en un negocio por ejemplo, se escucha solamente la felicidad. Pero hay otra cosa. Es sin duda uno de los secretos de la longevidad de títulos como Dancing Queen o Gimme! Gimme! Gimme!

¿Cómo nació la imagen de la banda? En la época del glam rock, estábamos impresionados por el estilo de bandas inglesas como The Sweet, Gary Glitter, los Faces. Todo el mundo usaba ropa extraña. Envidiábamos a Roxy Music, cuyo estilo nos parecía tan elegante y pensado. Para Eurovision queríamos un look diferente, excesivo, del que las personas se acordaran después de nuestra participación. También queríamos divertirnos. No concebimos nuestra imagen de forma completamente consciente, seria. Debo decir que sólo fuimos totalmente ridículos al principio. Poco a poco, nuestros gustos de indumentaria se afinaron. Al final de los años setenta, cuando ustedes estaban en plena gloria, el punk y la new wave aparecieron. ¿Cómo percibieron las nuevas corrientes musicales? Sabía que pasaba algo, que la música cambiaba. En los años ochenta describían a ABBA como una banda muy pasada de moda. Esos años representaron el peor período para nosotros, la edad de las tinieblas… Después salió el compilado ABBA Gold, y la gente retomó nuestras canciones, las cosas empezaron a andar mejor. El punk, el heavy metal, no eran para nosotros. Nos mantuvimos fieles a nuestro estilo. Pero aún así seguimos la moda del disco, porque adorábamos esa música con la que podíamos inspirarnos y seguir siendo nosotros mismos. Uno de los motores del pop es la emulación. Escuchamos un nuevo sonido, una nueva canción, y ponemos manos a la obra… Todo el mundo se inspira en todo el mundo.

Después de la separación de la banda, al final de 1982, ¿qué es lo que más te faltó? Esa matriz pop que era ABBA, algo que después no podíamos encontrar de la misma manera. Las voces de las dos chicas eran instrumentos fantásticos. Trabajé con otras cantantes pero no era lo mismo. Debo precisar que no decidimos separarnos. Benny y yo sentimos simplemente que era hora de pasar a otra cosa. Durante años hablamos de hacer una comedia musical. Jesus Christ Superstar nos inspiraba mucho más que los musicales de Broadway. Nos fuimos en esa dirección en Chess. Para ABBA, era un break, no una separación. Teníamos que encontrarnos después de Chess. Pero eso no pasó. Ahora es muy tarde. ¿Nada de reformación? ¡Nada de reformación! Cuando dejaste ABBA, ¿era también porque veías venir la decadencia artística? Sin dudas, sentí eso al final, faltaba algo. En esa época no sabía exactamente lo que pasaba. Pero con la distancia comprendí que le sucedía lo mismo a todas las bandas. En esta carrera, el pico de creatividad dura raramente más de siete o diez años. Miren a los Beach Boys, los Beatles y muchas otras bandas: duran siete o diez años y después la energía se consume. A veces se la puede volver a encontrar pero en otra configuración. En esa época, lo sentíamos sin poder definirlo claramente. Fue bueno para nosotros haber decidido cortar en ese momento. Las bandas que no saben parar, que hacen giras volviendo a tocar cosas viejas, sin que nada nuevo pase jamás, me parecen tristes. ¿Quiénes son los herederos de ABBA, si es que los hay? La música pop volvió en los años noventa y ya nunca se fue. Entre la gente que compone para Britney Spears o los Backstreet Boys, algunos crecieron con nuestras canciones. Pero ¿cómo señalas una canción precisa que ABBA haya influenciado? Sacamos tantos hits en los años setenta que nuestras canciones tuvieron sin duda un impacto y quizás llevaron a otras personas a componer canciones, como los Beatles lo hicieron con nosotros. ¿Tarareás a veces canciones de ABBA sin darte cuenta? Me pasa que me dan vueltas en la cabeza y me cuesta sacármelas. Pero, por mi cuenta, no escucho jamás nuestras canciones en

CD o en Internet. Más bien las escucho en la radio, cuando estoy en el auto. Me parecen sorprendentemente frescas para ser canciones de hace treinta y cinco años. Creo que viene de nuestro perfeccionismo: pasábamos casi tanto tiempo grabando en el estudio como componiendo. Si había una nota mal, volvíamos a empezar. Si no estábamos contentos con una parte, pasábamos a otra, y a otra, antes de volver, cuando creíamos que teníamos la solución. ¿Pensás que en cien años se seguirán escuchando las canciones de ABBA? Lo que pase después de mi muerte no me concierne. Pero me sorprende que la gente escuche Abba todavía hoy. Donde vaya, los escucho. Es maravilloso. Cada vez me pregunto: “¿cómo pasó?”. Este misterio no tiene explicación, me conformo con apreciarlo. ¿Cómo hubiera sido tu vida sin ABBA? A veces me hago esa pregunta; sé que el destino está en los pequeños hechos. Me hubiera dedicado a la ingeniería, pero mi madre anotó a mi banda folk en un concurso de músicos amateurs sin decírmelo. Participamos y todo empezó. Si ella no hubiera escrito esa carta, sin duda habría seguido mis estudios y habría terminado siendo ingeniero. Si tuvieras que guardar un sólo recuerdo de los años de ABBA, ¿cuál sería? Es muy difícil elegir, hubo tantos buenos momentos… Pero pensaría primero en Benny y yo cuando escribimos The Winner Takes It All. Estábamos en mi casa de veraneo, en pleno invierno, en una isla cerca de Estocolmo. De repente, esa maravillosa melodía nos llega. Pasamos la noche tocándola. Es tan genial, después de haber trabajado mucho, llegar a algo. Trabajábamos mucho cada canción de ABBA como si se tratara de un single en potencia. ¿Qué representa la música en tu vida hoy? Cuando escucho música en casa, en general es clásica, Mozart, por ejemplo. En mi auto, elijo radios pop. Benny y yo escribimos juntos a veces, menos que antes. Compusimos Kristina, un espectáculo que presentaremos el año próximo en Helsinki. Hoy hago sólo lo que quiero. Se podría decir que estoy casi jubilado. ______________________________________

GOLD: GREATEST HITS (Universal)

The Album (78) Nuevas formas que traen nuevos aires. Ya eran una aplanadora de pop pegajoso, y ahora esa inmediatez (aquí están Take a Chance on Me y Thank You for the Music, señora) se codea con horizontes más complejos, hasta ambiciosos: el musical. Parece que un buen día, Björn y Benny llegaron a una melodía que trascendía el formato pop, se entusiasmaron y armaron The Girl with the Golden Hair, un mini musical que estrenaron en sus shows por Australia, conformado por tres canciones, contenidas en The Album, por supuesto.

Voulez-Vous (79) Hábil de reflejos, el tándem B&B afina el lápiz y apuesta a lo seguro: la música disco (la guitarra loca de As Good as News es idéntica al Staying Alive de ya saben quién). El resultado es otro bombazo. Pero aunque el baile no pare, ABBA no se olvida del pueblo, y ahí clavan esas canciones midtempo aptas para todo público que corearía el planeta entero: I Have a Dream y Chiquitita (¿quién no cantó estas en español alguna vez?). A esa altura, algo así como los nuevos Beatles. Y el mundo a sus pies, claro.

Super Trouper (80) No aflojan ni un poco. Continúan los coletazos disco, pero el foco vuelve a estar en las melodías sentidas, y en esa veta melancólica que acá destilan títulos como Our Last Summer o Happy New Year. En este momento las cuestiones afectivas empezaban a filtrarse en las letras. Estaba todo podrido, bah. Al menos eso es lo que sabemos cuando escuchamos la emotiva The Winner Takes It All, ese alarido con divorcio en puerta. Por acá anda la gloria de Lay All Your Love on Me, que luego versionaría Information Society.

The Visitors (81) Está clarísimo que en ABBA las canciones "menores" son joyas impensadas en bandas pop de las últimas décadas. Su mezcla de sofisticación y gancho melódico fueron, son y deberían ser el faro en el que se mire cualquier estrella con pretensión popular y algo de dignidad. En The Visitors, canto de cisne de los suecos (con ambas parejas separadas), no hay una seguidilla de hits, pero cada una de sus canciones exhibe toda su orfebrería en su punto más alto. Pensar cómo debería sonar la ampulosa I Let the Music Speak en tiempos de la new wave y el post punk… Javier Diz y Lucas Garófalo

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NUEVO POP EN SUECIA

Hermosos ganadores

Suecia como fuente inagotable de melodías. La caja de Pandora abierta por ABBA mostró lujosos exponentes de pop perfecto. En estas páginas proponemos un recorrido por algunos nombres que renovaron la escena de su país en los últimos años.

THE RADIO DEPT. Hits para pocos: hay canciones que, por más irresistibles que sean, tienen destinos así, reducidos, casi íntimos. Llevan un pulso contagioso y se destapan con grandes melodías, de esas que calan hondo, pero rara vez atrapan a las masas. Ni siquiera se cantan en voz alta. Son como secretos bien guardados: se tararean por lo bajo y, en lo posible, se bailan a solas, en la oscuridad. Este tipo de sensaciones son las que transmiten los temas del trío sueco The Radio Dept. Y para comprobarlo basta traer a la memoria la banda de sonido de María Antonieta (06), más precisamente cuando suena Pulling Our Weight, con esa cadencia tan newordiana. O, más acá en el tiempo, David, el primer corte de Clinging to a Scheme (2010), su nuevo disco. Un single consignado al mundo de los éxitos aislados. David arranca con una batería electrónica que, de inmediato, insta a mover la patita, y luego se van completando las piezas: unos sintetizadores, unas campanitas y una voz etérea que conmueve a pesar de su lejanía. Ahora bien, ¿cómo se hace una canción que podría haber sido un hit y al final no lo es? Johan Duncanson, cantante y guitarrista, además de miembro fundador, intenta explicarlo: “El ritmo surgió luego de escuchar mucho hip hop de principios de los ochenta. Y el tema Am I the Same Girl, de Dusty Springfield, fue lo que, de algún modo, me inspiró musicalmente. La letra es un triángulo amoroso, un drama entre tres

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jóvenes. Trata sobre el amor y los peligros de vivir en el pasado, de quedar atrapado en la nostalgia. Lamentablemente no podemos decirles quién es David, prometimos no revelar nunca su verdadera identidad”. Los orígenes del grupo se remontan a 1995, cuando no era más que un proyecto sin mucha continuidad, librado casi al abandono. Tiempo después, en 1998, Duncanson unió fuerzas con el guitarrista Martin Carlberg y, de paso, encontró un buen pretexto para volver a la carga. El nombre, una abreviatura de The Radio Department, aún funcionaba para su propuesta, con influencias que iban del post punk a la electrónica, pasando por el dream pop y el shoegaze. Luego, en 2001, firmaron con Labrador Records y sumaron nuevos integrantes, de los cuales sólo quedó el tecladista Daniel Tjäder. Editaron varios EPs, hasta que, en 2003, salió su álbum debut, Lesser Matters. El disco fue muy bien recibido por la crítica y sirvió para ponerlos en el mapa, a la par de una escena indie pop que por entonces comenzaba a descollar en su país. Duncanson aclara: “Nunca nos sentimos parte de todo eso. Por supuesto, hay algunos grupos suecos que nos gustan, con los que incluso podemos ser vinculados, como Studio y The Embassy. Pero la mayoría son absolutamente horribles. Vienen hablando de esta escena desde mediados de los noventa, con los Cardigans, pero creo que se quedaron enganchados con cierta cuestión geográfica. Ideológicamente no tenemos nada en

común con el noventa y cinco por ciento de las bandas suecas”. Su segundo disco, Pet Grief, vio la luz en 2006. Pero ese mismo año habría otro motivo para festejar: la decisión de Sofía Coppola de incluir tres temas de los suecos en la banda sonora de María Antonieta. Hay que tener en cuenta que la música de las películas de la hija de Francis Ford siempre llamó la atención, desde Air en Las Vírgenes Suicidas hasta Kevin Shields en Perdidos en Tokio. Duncanson sabe que la exposición del film fue de gran ayuda, pero no siente que haya significado un gran cambio en la carrera de The Radio Dept. “No estamos destinados a ser masivos, así que nunca pensamos a la banda en esos términos: no hay golpes de éxito para nosotros. Simplemente fue un honor que nos invitara a contribuir en esa película, porque nos gusta lo que ella hace. Por esos días recibimos más e-mails, lo cual es lindo. Pero siempre estamos al borde de la quiebra, y a veces somos dolorosamente mal entendidos... El otro día estaba hablando por teléfono con una periodista, y ella malinterpretó por completo la palabra ‘pop’ cada vez que yo la usé. Ella tenía esta vieja definición del pop como algo muy comercial. Para nosotros es una estética: pop como forma de arte. Es algo que tiene que cambiar constantemente para ganarse su nombre. Algo más que la ilusión de autenticidad a la que el término ‘rock’ se aferra tan a menudo. Nosotros somos pop.” Santiago Delucchi

Hay equipo JENS LEKMAN Quintaesencia de la avanzada de pop sueco, este jovencito llegó a los corazones sensibles con dos discos, When I Said I Wanted to Be Your Dog (04) y Night Falls Over Kortedala (07), en los que destila un chamber pop adornado por arreglos de todos los colores: vientos, cuerdas, instrumentos acústicos y detalles de electrónica elegante que hacen de su música el lugar más cómodo y pulcro del planeta. La canción: Sipping on the Sweet Nectar.

THE CONCRETES Victoria Bergsman es quien está a la cabeza de una de las bandas que tuvo mayor proyección comercial en el indie sueco (casi que le podrían pisar los talones a The Cardigans). Se dieron a conocer con un disco homónimo que recurría a una pared de sonido spectoriana para abrazar la voz de su líder, y llegaba a lugares interesantes. Años más tarde, Bergsman armó Taken by Trees, cuyos resultados opacaron a su banda madre. La canción: You Can’t Hurry Love.

CINNAMON Uno de los patitos feos de la movida. Jiri Novak y Frida Diesen armaron este proyecto a

finales de los noventa. La cosa funcionó con sus tres primeros discos de pop para todo público, pero de a poco dejaron de llamar la atención que se merecían. Bueno, tampoco es que son la gran cosa. Pero no tienen nada que envidiarle a sus coterráneos: canciones simples, efectivas, amores de un día. La canción: Me as Helen of Troy.

I´M FROM BARCELONA Hace unos años la rompieron con un hit semiinfantil, We’re From Barcelona, ¿se acuerdan? Siguiendo la estela dejada por ensambles multitudinarios como Polyphonic Spree o Broken Social Scene, es de esperar que a estos muchachos se les dé por la épica en crescendo. Muchas de sus canciones suelen arrancar con calidez acústica y chisporroteos de xilofón, hasta convertirse en un mas-

todonte sonoro que puede llegar al éxtasis, o al dolor de cabeza, incluso. Tienen dos discos. La canción: This Boy.

THE MARY ONETTES Eso de volver a los ochenta también llegó a Suecia. El cuarteto de la mala suerte (fueron noticia sus problemas para plasmar sus canciones: pérdida de disco rígido y posterior avería de otro) agarra la senda que dejaron New Order y The Cure. Armonías emotivas, voces lloronas, guitarras animadas, teclados brumosos y ritmos que invitan a moverse, aunque sin demasiada alegría en el ambiente. Esa mala onda que tanto nos gusta. La canción: Pleasure Songs.

PETER BJORN AND JOHN Se formaron a comienzos de la década que se acaba de ir, pero los de Estocolmo se hicieron mundialmente conocidos recién en 2006, con su disco Writer’s Block y la canción Young Folks (sí, la del silbidito). Lo suyo es algo más ecléctico que lo de sus pares, y pueden ir desde un dream pop hasta zonas más oscuras. Algo hace pensar que su faro es Stephin Merritt, pero claro, nunca pueden eludir esa

sensación de confort que empapa sus melodías cándidas. La canción: Let’s Call It Off.

JOSÉ GONZALEZ Hijo de mendocinos, González dejó atrás su pasado hardcore y se desnudó en Venner (05), un disco acústico bellísimo, que trascendió gracias a Heartbeats, cover de sus coterráneos The Knife, y que fue utilizado en una famosa publicidad. Confirmó que lo suyo no era cuento en In Our Nature (07), que también venía con versión (Teardrop, de Massive Attack). Arpegios y rasgueos acústicos le alcanzan para dar forma a su magia. La canción: Save your Day.

SHOUT OUT LOUDS Al igual que The Concretes, lo de este quinteto pide lugar en las grandes ligas. Trabajan un pop que cuando rebalsa de alegría puede

ser épico, y si andan de capa caída se les da por la canción intimista. Su fuerte es tocar la fibra, bah. En el intento a veces se llevan puesta la paciencia de quien escucha desprevenido semejante catarata de energía positiva. Algún vivo dijo por ahí que eran como los Smiths suecos. Hacemos de cuenta que no escuchamos nada. La canción: Very Loud.

JJ Mucho misterio hay detrás de las dos iniciales que dan nombre a este dúo de Gotemburgo (segunda ciudad más importante después de Estocolmo). Como sus colegas de The Radio Dept., lo de ellos no tiene que ver con el chamber pop prolijito, sino más con la electrónica cálida. Pero, fiel a la tradición del país que dio a ABBA, hay una búsqueda melódica que le pone fantasía al asunto. Tienen un simple (N. 1), y dos álbumes (N. 2 y N. 3). La canción: My Hopes and Dreams.

CLUB 8 Una de las bandas más antiguas del nuevo pop sueco, y quienes más marcaron un estilo característico. También la banda más rechazada por aquellos a los que les irrita la pulcri-

tud que exhibe y el bienestar que persigue este pop que cuida al detalle cada aspecto. Su música se pasea desde el folk a la bossa nova, con parada en el warm up de cualquier festichola, siempre con la voz de Karolina Komstedt como estandarte. La canción: Whatever you Want.

LONEY, DEAR Los menos “suecos” de todos. Llegaron a oídos de Sub Pop antes de llamar la atención en su propio país, y desde ahí se dieron a conocer (hasta anduvieron por Buenos Aires hace un par de años). Su música se podría definir como una mezcla posible entre Belle & Sebastian y Grandaddy, por esa manera de combinar algarabía cute con folk de dormitorio. La canción: Saturday Waits. Javier Diz

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