EFECTO DE LA NUTRICION SOBRE LA REPRODUCCION DEL GANADO DE LECHE. Dr. Carlos Campabadal Ph.D Asociación Americana de Soya

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EFECTO DE LA NUTRICION SOBRE LA REPRODUCCION DEL GANADO DE LECHE Dr. Carlos Campabadal Ph.D Asociación Americana de Soya Uno de los factores que más afectan la productividad y rentabilidad de una ganadería de leche es la eficiencia reproductiva del hato. Los problemas reproductivos de una ganadería, especialmente aquellas que tiene ganado especializado para la producción de leche pueden ser de origen anatómico (defectos genéticos), mal manejo reproductivo (detección de celo, manejo del semen e inseminación), enfermedades infecciosas (leptospirosis, brucelosis, IBR etc.), factor ambiental y problemas nutricionales. De todos estos factores los problemas nutricionales son los que causan la mayor cantidad de problemas reproductivos en el área Centroamericana (Cuadro 1). Estos problemas nutricionales pueden ser causados por deficiencias o excesos de nutrimentos, enfermedades metabólicas, micoxotinas o por problemas ambientales que afectan el consumo de materia seca. En el cuadro 2 se presenta la causa y porcentaje de los problemas nutricionales que afectan la reproducción del ganado de leche. Cuadro 1 Causas principales de los problemas reproductivos en Centro América Problemas % Anatómicos 0.50 Enfermedades 8.50 Manejo reproductivo 15.00 Factor ambiental 12.00 Problemas nutricionales 64.00 No. Fincas 1280. Cuadro 2 Causas principales del efecto nutricional sobre la reproducción Problemas % Energético 44.00 Proteico 11.00 Mineral 6.00 Vitaminas 0.50 Micotoxinas 0.50 Enfermedades metabólicas 38.00 No de fincas 1280 El manejo nutricional durante todas las fases del ciclo de lactación puede afectar los rendimientos reproductivos del ganado. Los problemas alimenticios que pueden afectar la eficiencia reproductiva de un hato son una cantidad no adecuada de energía, excesos de proteína, deficiencias de vitaminas y desbalances de minerales (Oldick y Firkins, 2003).

Problemas energéticos La energía es el nutrimento que más afecta la reproducción del ganado lechero en Centro América. El requerimiento de energía de una vaca lechera es la suma de los requerimientos de mantenimiento y el de producción ajustados a la actividad de la vaca y a factores ambientales y de preñez. El éxito en un sistema de producción de leche es que la vaca se encuentre en un balance energético, o sea que la energía

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requerida sea igual que la energía suplida en el alimento. Cuando el suministro es mayor que el requerimiento, la vaca gana condición corporal y peso. Caso contrario cuando el suministro es menor que el requerido la vaca pierde condición corporal (Weiss, 2003). El problema que existe cuando una vaca se encuentra en un balance negativo de energía es que no queda preñada hasta que este balance sea igual o positivo. Luego, el requerimiento de energía para mantener la preñez es bajo. El N.R.C (2001) asume que el costo energético antes del día 190 de gestación es cero y la gestación más larga es de 279 días. El problema de la deficiencia energética sobre los parámetros reproductivos ocurre en la etapa inicial de la lactación. Butler et al. (1998) establecen que el balance energético durante los primeros 20 días posparto, es importante para determinar el momento en que se regresa a la actividad ovárica posparto. Staples et al. (1990) encontraron que aquellas vacas con un estatus energético más bajo al inicio de la lactación, presentaban el mayor número de días a primer estro, la primera ovulación y el mayor número de días abiertos. Barton (1996) estima que el tiempo requerido para que una vaca ovule por primera vez después del parto, se atrasa en promedio 2.75 días por cada Mcal de ENl de balance energético negativo que se produzca durante los 20 primeros días de lactación. En el Cuadro 3 se presenta el efecto de la pérdida de condición corporal sobre los rendimientos reproductivos (Guthrie y West, 1994). Cuadro 3 Efecto de la pérdida de condición corporal sobre la eficiencia reproductiva Parámetros Pérdidas en condición corporal < 0.5 0.5-1.0 > 1.0* Días para la primera ovulación 27 31 42 Días para el primer servicio 48 41 62 % concepción al primer servicio 65 53 13 Servicios por concepción 1.80 2.30 2.30 ------------------------------------------------------------------------------------------------------Diferencias significativas El efecto de un balance negativo de energía está relacionado a la actividad ovárica y posterior ovulación. Ambas funciones están controladas hormonalmente bajo la acción de las gonadotropinas FSH (hormona estimulante del folículo) y LH (hormona luteinizante). Barton, (1996) y Chandler, (1997) concluyen que un balance energético negativo deprime la liberación del factor liberador de las hormonas gonadotropinas en el hipotálamo y la posterior liberación de la LH en la hipófisis. Esta situación afecta el patrón normal de pulsaciones de LH requeridas para la maduración del folículo, la ovulación y la posterior función lútea del ovario, reduciendo la eficiencia reproductiva de la vaca Existe una relación muy estrecha entre el consumo de materia seca, el balance energético de la vaca y su condición corporal. Oldick y Firkins, (2003) establecen que la pérdida de condición corporal, la cual es un indicativo del estatus negativo de energía, está altamente relacionado a la eficiencia reproductiva de una vaca. Un incremento alto en la pérdida de condición corporal después del parto conduce a una reducción en la actividad ovárica (Staples et a. 1990) y un aumento en el número de días a la concepción (Heinonen et al 1988). Padrón et al. (1993) encontraron que la pérdida de 0.25 unidades de condición corporal resultaba en un incremento en 5.5 días o más en el período abierto de las vacas. Domecq et al (1997) encontraron que las vacas que pierden un punto de condición corporal durante el primer mes de lactancia, tienen la probabilidad 1.5 veces menor de concebir que las que tienen una evolución normal de pérdida de peso corporal. En forma similar, Chandler (1998) concluye que vacas que pierden un punto de condición corporal entre el parto y la primera inseminación artificial tienen una probabilidad de concebir dos veces menor. En condiciones prácticas para que la reproducción no sea afectada por el balance energético negativo y la condición corporal, es necesario empezar la lactancia con una condición corporal de 3.5, luego esta cae durante los 2 siguientes meses, siendo esta caída no superior a 0.5 puntos por mes. Al momento de la primera inseminación entre los 50 a 60 días posparto, la vaca debe estar en un equilibrio energético y con una condición no menor de 2.5. En los siguientes meses la vaca lactante debe estar en un balance positivo de energía y ganar condición corporal hasta llegar a una condición de 3, para al final de la lactancia estar

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en una condición corporal final de 3.5, la cual se mantendrá durante el periodo seco para volver a parir con este valor. El éxito para poder mantener este esquema de condición corporal y minimizar el balance energético negativo del inicio de la lactación, es necesario maximizar el consumo de materia seca lo antes posible, lo que representa una alimentación óptima en el período de transición. Grummer (1995) establece que el consumo de alimento preparto está altamente correlacionado al consumo posparto, por lo que hay que hacer un esfuerzo máximo para maximizar el consumo de alimento antes del parto. Para incrementar el consumo de materia seca, se debe utilizar la mejor fuente de forrajes y un manejo adecuado de los alimentos balanceados. El consumo de materia seca y de agua en el período cercano al parto está normalmente limitado por el estrés del parto, la disponibilidad de alimento y por el comportamiento social. Grummer (1995) establece que el consumo de alimento se reduce de un 30 a 35% en las últimas 3 semanas antes del parto. También hay que tener presente en sistemas de confinamiento total que aislar a las vacas por un período largo de tiempo o disminuir la disponibilidad de alimento antes del parto tiene un efecto detrimental sobre el consumo de alimento. Es importante que exista un contacto visual entre vacas para no afectar el consumo. Además, debe tomarse en cuenta la palatabilidad de la dieta, la concentración de energía y nutrimentos, el tamaño de la partícula y la fibra neutro efectiva. Todos estos factores ayudan a mantener un consumo adecuado de alimento, reducen los riesgos de problemas digestivos y sobre todo, estimulan el consumo ascendente de alimento conforme avanza la lactación. En el caso de animales en pastoreo, la mejor recomendación es mantener a las vacas en el mejor potrero de la finca, donde esté el pasto de mejor calidad y existe una alta disponibilidad de este tipo de alimento. También se recomienda alimentar las vacas con una ración rica en carbohidratos fermentables antes del parto, que ayuda a aclimatar a la población microbial a las dietas de lactación, promueve el desarrollo de las papilas ruminales, favorece la capacidad de absorción del epitelio ruminal y reduce el proceso de la lipólisis mandando más precursores lipogénicos al hígado y aumentando la concentración de insulina en la sangre. Para maximizar el consumo de materia seca posparto y evitar una pérdida mayor de condición corporal que afecte la reproducción de las vacas, se recomienda para conseguir un alto consumo de alimento al inicio de la lactación, especialmente cuando las vacas se encuentran en un sistema de alimentación con raciones mezcladas totalmente, suministrar los forrajes de más alta calidad, y que estos representen entre un 50 a 60% de la ración total, tener un sistema de manejo alimenticio adecuado como es una buena frecuencia de alimentación (más de 4 veces) y utilizar siempre alimento siempre fresco (Weiss, 2003). El principal reto del productor es suministrar a la vaca una cantidad adecuada de nutrimentos cuando el consumo de alimento es bajo. Weiss (1997a) establece que durante la 1, 2 y 3 semanas después del parto, las vacas consumen aproximadamente un 70, 80 y 90% del consumo máximo de materia seca, respectivamente. Una vaca que en el máximo de consumo reciba 23 kg de materia seca, en la primera semana deberá consumir 16.1 kg de materia seca. Kertz et al., (1991) establecen que el máximo consumo de materia seca ocurre entre la octava y la décima semana posparto y que la primera semana estos animales consumen entre un 30 y un 35% menos de alimento. Estos mismos autores concluyen que la velocidad de ascenso en el consumo de materia seca depende de factores fisiológicos y ambientales que con un adecuado manejo y nutrición pueden ser controlados. El problema que existe en los sistemas que se usa pastoreo y no confinamiento total, es que no se conoce verdaderamente si las vacas están consumiendo la cantidad y calidad del forraje que necesitan, por lo tanto es muy importante no introducir cantidades muy grandes y en forma rápida de alimento balanceado después del parto. Por lo que este concentrado deberá ser incrementado poco a poco. La forma ideal de hacerlo, es irlo incrementando conforme se aumenta el consumo de materia seca, pero en el caso de pastoreo esto es imposible de conocer. Entre las estrategias más lógicas está la de suministrar al parto la misma cantidad de alimento que se estaba suministrando antes de este evento (3 a 4 kg, según la raza), e irlo aumentando a razón de 250 a 500 g/día hasta que la vaca alcance el consumo óptimo de materia seca. Sin embargo, Weiss (1997a) no recomienda en las primeras tres semanas posparto suministrar más de 7.5

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kg de concentrado por día. También es importante suministrarlo con una frecuencia de 4 a 6 veces al día y no suministrar más de 3 kg por comida. Efecto de la suplementación con grasa Todas aquellas prácticas de manejo nutricional que limiten la duración y magnitud del balance energético negativo posparto, se espera que puedan ayudar a disminuir el afecto negativo en la reproducción de las vacas. La utilización de grasas podría ser una de estas prácticas. Sin embargo, hay que tener presente la utilización de grasas suplementarias reduce el consumo de materia seca y los resultados experimentales han sido muy variables. Firkins (2003) concluye que existen diferentes factores que pueden interaccionar en como la respuesta reproductiva responde a la suplementación adicional con grasa. Entre estos factores está el estatus energético de la vaca, la forma y el patrón de ácidos grasos de la fuente de grasa. Otros mecanismos que pueden intervenir en el efecto de la grasa sobre la reproducción incluyen un incremento en la producción de progesterona y una alteración en la síntesis de prostaglandinas. En condiciones prácticas, numerosas fincas reportan mejoras en la reproducción por la adición de de 300 a 500 gramos de grasa sobrepasante, ya sean jabones de calcio o grasas hidrolizadas. Trabajos reciente (Staples et al. 2002) han demostrado la importancia de la suplementación de ácidos grasos sobre la fertilidad del ganado de leche. Tres son los ácidos grasos que han producido un efecto positivo en la reproducción del ganado como son el ácido linoleico (omega 6) y los ácidos denominados omega 3 como son el eicosapentanoico (EPA) y el decosahexanoico (DHA). La base fisiológica del efecto de estos ácidos para mejorar la fertilidad está relacionada en la conversión del ácido araquidónico a prostaglandina Pa2. Estos ácidos reducen las síntesis de las prostaglandinas al competir por un sistema enzimático. Las prostaglandinas juegan un papel importante en la iniciación del ciclo estrual después del parto, pero una vez que ocurre la concepción se debe prevenir que las prostaglandina Pa2 regresen el cuerpo lúteo para que se mantenga la preñez, por lo cual estos productos ayudan a disminuir la mortalidad embrionaria temprana. Sin embargo, como las prostaglandinas son necesarias para retornar a un ciclo estrual normal, el tiempo de adición de estos ácidos grasos es muy importante para no afectar la reproducción. Petit (2003) establece que el efecto de los ácidos grasos omega 3 y 6 sobre la reproducción está relacionado a la disminución en la mortalidad embrionaria y al número de servicios por concepción, por su efecto sobre las prostaglandinas. También este autor concluye que la grasa suplementaria tiene un efecto al ser una fuente de colesterol, necesario para la síntesis de las hormonas esteroides. Entre los productos que son altos en ácido linoleico y Omega 3 está la soya integral tostada, productos de refinería del aceite de soya (SORB), semilla de algodón integral (10% ácido linoleico) y varias sales de calcio que con niveles de ácido linoleico entre 9 a 10% (Staples, 2002; Petit, 2003). Nivel de progesterona en la leche Un monitoreo de la concentración de progesterona en la leche puede ser una herramienta útil que pueden tener los productores para monitorear la actividad ovárica de la vaca (Shearer, 1992). La progesterona es necesaria para preparar al útero para la implantación del embrión y mantenimiento de la preñez. Una reducción en la concentración en el plasma de progesterona ha sido asociada con un efecto en la reproducción y a un balance negativo de energía (O´Conors, 1998; Firkins, 2003). Otros parámetros que podrían ayudar a establecer el estatus energético de las vacas, son la medición de la concentración de ácidos grasos no esterificados en el plasma, contenido de glucosa y el nivel de insulina en la sangre. Efecto de las proteínas La proteína es un nutrimento esencial para mantenimiento, crecimiento, reproducción y producción de leche. La nutrición proteica del ganado de leche es un poco complicada pues se tiene que satisfacer el requerimiento de los microorganismos del rumen para la síntesis de proteína microbial, así como el requerimiento de aminoácidos de los diferentes tejidos del organismo animal.

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En la formulación de una dieta para vacas lactantes se debe tomar en cuenta la cantidad de proteína soluble, degradable en el rumen y sobrepasante para optimizar los rendimientos productivos y reproductivos del ganado. El éxito en un programa de alimentación para maximizar la síntesis de proteína microbial y optimizar los rendimientos productivos y reproductivos, es la sincronización entre los niveles de carbohidratos solubles y la proteína degradable, así como la presencia de niveles óptimos de proteína sobrepasante digestible. Es último concepto es importante, pues existen fuentes de alimentación como son los destilados del maíz (DDGS) y algunas fuentes de proteína animal, que presentan un nivel alto de proteína sobrepasante, pero al analizar los tipos de fracciones proteicas que forman las proteínas, por efecto de procesamiento por calor, la fracción C que es sobrepasante, pero no utilizable a nivel intestinal es muy alta. La fracción C de los DDGS varía de 15 hasta 20%. En condiciones prácticas los efectos negativos de la proteína sobre la reproducción están más orientados a excesos en el consumo de este nutrimento. Las recomendaciones de los requerimientos de proteína para vacas recién paridas (0 a 3 semanas) varían entre 18 a 19% y para las etapas posteriores de la lactación entre 16 a 18% de la ración total dependiendo la producción de leche (Oldick y Firkins, 2003). Estos autores además establecen que es una interacción entre el tipo y la cantidad de energía que influencia la respuesta reproductiva a niveles altos de proteína. Cuando la cantidad de energía disponible para las bacterias del rumen no es suficiente para la síntesis de proteína microbial o el suministro de esta energía no es disponible a una tasa óptima ocurrirá una pérdida del exceso de amonio con la consecuente disminución en la fertilidad. Existen varias teorías sobre cual es el efecto de un nivel alto de proteína sobre la fertilidad del ganado. Staples et al (1992) concluyen que cuando existen dietas altas en proteína y la utilización es baja a nivel ruminal, lo que representa una mayor absorción de este producto a nivel sanguíneo, se incrementa el costo energético para la síntesis de urea y la excreción de ese exceso de amonio. Esta situación hace que la vaca utilice la energía presente en las reservas corporales para mantener la lactación con la consecuente pérdida en condición corporal. Broderick y Clayton (1997) reportaron cuando se consume proteína cruda en exceso se incrementa el requerimiento de energía digestible en 13.3 Kcal. por cada gramo de exceso de nitrógeno. Una de las formas prácticas para evaluar estatus proteico de un animal y su efecto sobre la fertilidad de la vaca es mediante la medición del nivel de urea de nitrógeno en la leche (MUN), ya que este nivel está altamente correlacionado con el nivel de nitrógeno de urea en la sangre (BUN) (Roseler et al. 1993). Numerosos estudios han demostrado que niveles mayores de 20 mg/dl pueden afectar la fertilidad de las vacas incrementando los días abiertos, taza de preñez y servicios por concepción (Oldick y Firkins, 2003). Sin embargo, Staples et al (1992) establecen que hay que tener cuidado cuando se interpretan los valores de BUN y MUN, pues estos pueden estar afectados por el nivel y fuente de proteína, tiempo de recolecta y método de análisis. Existen varias teorías de cómo un exceso de nitrógeno en el plasma además de incrementar el requerimiento energético del animal puede afectar la fertilidad de las vacas. Grummer (1993) presenta varias teorías como son la influencia del nivel de nitrógeno sobre la concentración de la hormona LH y progesterona, causando una disminución en su concentración en la sangre. También concentraciones altas de amonio en la sangre cambio el pH de los líquidos uterinos y puede causar un efecto tóxico sobre los espermatozoides y el los embriones. También excesos de amonio afectan el sistema inmune de las vacas predisponiéndolas más a enfermedades infecciosas. Desde el punto de vista práctico para evitar los excesos de amonio en la sangre, es necesario realizar una formulación de dietas adecuada manteniendo una relación carbohidratos no estructurales: proteína degradable de 3:1 y así fomentar la máxima síntesis de proteína microbial. Fuentes altas de nitrógeno no proteico como es la urea y las excretas de aves pueden incrementar el nivel de urea de nitrógeno en la leche, si estas no se balancean adecuadamente. Vitaminas y Minerales

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Micotoxinas Las micotoxinas tienen un efecto negativo sobre la producción, salud y reproducción del ganado lechero. En relación al problema reproductivo, la presencia de zearalenona es la micotoxina que más afecta este parámetro productivo por su efecto estrogénico (Khamis et al. 1986). Altas dosis de zearalenona causa secreciones vaginales, vaginitis, estros continuos, abortos e inflamación del tejido mamario (Harris, 1998.; Whitlow y Hagler, 1999). Ishler et al. (1998) establecen el desarrollo de ovarios císticos por la presencia de zearalenona en la dieta de las vacas. La presencia de zearalenona es común en maíces de importación, solubles secos de destilería (DDGS) y subproductos de cervecería frescos. La concentración en estos productos varía desde 0.5 ppm hasta 10 ppm. El Dairy Reference Manual (1995) estable como un valor de preocupación el de 0.5 ppm; mientras que efectos potencialmente tóxicos los valores entre 5 a 10 ppm en ingredientes alimenticios y de 3.9 a 7 ppm para raciones totales en materia seca. Sin embargo, Jones (1994) recomienda no exceder el nivel de zearalenona en 250 ppb en la dieta total de vacas lecheras Enfermedades metabólicas Las enfermedades metabólicas que más afectan la producción del ganado de leche son la fiebre de leche, cetosis y acidosis-laminitis. Aunque estas enfermedades son causadas por excesos o desbalances de nutrimentos como son la energía y los minerales, estos problemas se estudian como una causa aparte de los problemas nutricionales que afectan la reproducción de las vacas Fiebre de leche Es tal vez el problema metabólico que más afecta la reproducción del ganado. La fiebre de leche en forma clínica y subclínica se presenta en más del 80% del hato centroamericano. Esta enfermedad metabólica afecta la reproducción del ganado por problemas que ocurren al momento y después del parto como son distocia, prolapso uterino, prolongación de la involución uterina, retención de placenta y presentación de ciclos sexuales normales (Risco, 1999). Estos problemas antes mencionados aumentan el riesgo de infecciones uterinas, lo que afecta la fertilidad del ganado, la involución del útero y presencia de ovarios císticos (Bosu y Peter 1987). En forma similar Grohn et al (1990) encontraron en un estudio que involucró más de 61.000 vacas con problemas de fiebre de leche, la presencia problemas de infertilidad, ovarios císticos y estros silenciosos. También la presencia de la fiebre de leche clínica y subclínica reduce el consumo de materia seca por lo que incrementa el efecto de un balance negativo de energía al inicio de la lactación (Staples et al. 1990). El efecto de la fiebre de leche sobre la reproducción es el producto de los niveles de calcio y el efecto de este mineral sobre las contracciones musculares. Una reducción en el nivel de calcio en el plasma cercano al parto, disminuye linealmente la contracción del abomaso y esto conduce a una falta de tono muscular y una distensión de abomaso. Con un nivel de 5 mg/dl de calcio la motilidad del abomaso se reduce en un 70% y la fuerza de contracciones en un 50% (Goff et al. 1997), desarrollando problemas Una reducción en el nivel de calcio en el plasma cercano al parto, disminuye linealmente la contracción del abomaso y esto conduce a una falta de tono muscular y una distensión de abomaso. Con un nivel de 5 mg/dl de calcio la motilidad del abomaso se reduce en un 70% y la fuerza de contracciones en un 50% (Goff et al. 1997), causando problemas de partos distócicos, prolapsos uterinos, retención de placenta, mastitis y un número alto de días abiertos (Oetzel, 1996). La presencia de la fiebre de leche es el producto del exceso de potasio en los forrajes de origen tropical que causan un desbalance anión: catión que afecta la utilización del calcio en las vacas lactantes. La mayoría del ganado en el último mes pre parto presenta balances anión catión positivos (+ 300 – 400 Meq/kg M.S) que afectan la movilización del calcio del hueso al momento del parto. Sistemas de manejo nutricional en las vacas en el periodo de cierre como lo son el uso de sales aniónicas o dietas bajas en calcio (>0.30% M.S) que active el sistema de movilización de este mineral. Ambos métodos han ayudado a disminuir la presencia de la fiebre de leche y mejorado la reproducción del ganado. Sin embargo,

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trabajos recientes de Weiss (2003) establece que no en todas las fincas se puede recomendar el uso de sales aniónicas, sino solo en aquellas que estén consumiendo forrajes altos en potasio, la fiebre de leche sea un problema, las vacas están consumiendo una ración completa mezclada y donde el consumo de materia seca pueda ser monitoreado. Para un uso eficiente de las sales aniónicas se recomienda que el nivel de calcio total en la ración esté entre 1.25 a 1.5%, el de magnesio 0.40% y el fósforo 0.35%. Además hay que estar seguro que el consumo de materia seca no se deprime. Desde un punto de vista teórico la forma más conveniente para determinar la cantidad que hay que suministrar de sales aniónicas es hacer un balance anión/catión y agregar las sales hasta obtener valores de -100-150 Meq/kg. Las sales que más comúnmente se utilizan son el cloruro de calcio, sulfato de magnesio y sulfato de amonio. También hay varios productos comerciales que se pueden utilizar con concentraciones de aniones muy altas. La forma más práctica de utilizar las sales aniones es agregarlas a la dieta en una cantidad determinada y determinarle el pH de la orina de la vaca, si está entre 6.2 y 6.5 la cantidad es adecuada, si esta el pH más alto, hay que agregar más y si es más bajo hay que reducir la cantidad. Hay siempre que tener presenta que hay que monitorear el consumo de materia seca, pues estas sales lo disminuyen por un sabor desagradable que tienen. En la práctica para prevenir este problema de fiebre leche, es necesario tratar de formular una ración con niveles menores de 2% de potasio, limitar el consumo de sodio, pues ambos minerales son los mayores responsables del problema (Goff et al., 1997). Limitar el consumo de potasio en condiciones de alimentación con forrajes tropicales, es casi imposible, pues todos los forrajes tropicales son muy altos en potasio. El contenido de este nutrimento puede variar desde 2.5 hasta un 5% en el pasto. Al ser casi imposible limitar este contenido de potasio en los pasto, es necesario limitar cualquier producto alto en potasio como es la melaza.

Cetosis La cetosis es una enfermedad metabólica que resulta de un metabolismo anormal de los carbohidratos y ácidos grasos volátiles ocurriendo un problema de hipoglicemia y formación de cuerpos cetónicos. Su efecto sobre la reproducción es indirecto al afectar el consumo de alimento y incrementar la pérdida de condición corporal. La administración oral de propinel glicol (125-250 g) ayuda a disminuir este problema (Shearer y Van Horn, 1999). La presencia de cetosis en vacas recién paridas (2-6 semanas) es común en vacas con una condición corporal al parto mayor de 4 y coincide con la época en que las vacas se encuentran en un balance negativo de energía. La solución al problema es evitar que las vacas paren con exceso de condición corporal. Acidosis La acidosis es el producto de un consumo excesivo de carbohidratos y un bajo consumo de fuentes fibrosas. El efecto que tiene este problema sobre la reproducción del ganado es un efecto indirecto al disminuir el consumo de alimento y problemas de renqueras por la presencia de laminitas (Shearer y Van Horn, 1999).

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EFECTO DE LA NUTRICION SOBRE LA REPRODUCCION

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