EL AGUA EN IBEROAMÉRICA De la Escasez a la Desertificación

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Centro de Estudios Trandisciplinarios del Agua

PROGRAMA IBEROAMERICANO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA PARA EL DESARROLLO

EL AGUA EN IBEROAMÉRICA De la Escasez a la Desertificación

editores Alicia Fernández Cirelli Elena Abraham

CYTED XVII Aprovechamiento y Gestión de Recursos Hídricos 2002

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EL AGUA EN IBEROAMÉRICA De la escasez a la desertificación

Editores

Alicia Fernández Cirelli Elena Abraham

Publicado por: CYTED XVII CETA - Centro de Estudios Transdiciplinarios del Agua Facultad de Ciencias Veterinarias

PROGRAMA IBEROAMERICANO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA PARA EL DESARROLLO

Centro de Estudios Trandisciplinarios del Agua

2002

COMITÉ ACADÉMICO Alicia Fernández Cirelli (Argentina) Elena María Abraham (Argentina) Raymundo Garrido (Brasil) Milton Cedraz (Brasil) Carlos Tucci (Brasil) Eduardo Lana (Brasil) Heraldo Peixoto (Brasil) Irma Vila (Chile) Lucas Fernández Reyes (Cuba) Remiggio Galárraga (Ecuador) Fernando López-Vera (España) Carlos Díaz Delgado (México) Luis Santos Pereira (Portugal)

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DE LA ESCASEZ A LA DESERTIFICACIÓN Índice CYTED XVI ...............................................................................................................7 Prologo - Editores......................................................................................................9 1- Las tierras secas en Iberoamérica. A. Fernández Cirelli y A. V. Volpedo....................................................................11 2- Lucha contra la desertificación en las tierras secas de Argentina. El caso de Mendoza. E.M. Abraham ...............................................................................................27 3- Sequía y pobreza. R. J. Garrido ......................................................................................................45 4- Sistemas intertropicales de altura: humedales altiplánicos. I. Vila Pinto. ..................................................................................................63 5- Gestión integrada en zonas áridas de la Región Oriental de Cuba. L. Fernández Reyes. .......................................................................................73 6- Determinación de índices de aridez en la zona sur del Ecuador para analizar la problemática de la desertificación. R. H. Galárraga- Sánchez, F. Cazar y V. Vergara ..................................................87 7- La gestión de la demanda de agua como instrumento para un desarrollo sostenible de regiones áridas y semiáridas. F. López Vera ..............................................................................................105 8- Impacto de la contaminación de río Las Vacas sobre la calidad del agua del Río Motagua, Guatemala. J. F. Pérez Sabino, B. E. Oliva Hernández y B. Callejas. ........................................111 9- Desarrollo de una metodología entrópica para la gestión integrada de cuencas hidrológicas. D. Antón, C. Diaz Delgada y E. Quentin. ...........................................................121 10- Gestión sustentable del agua en el semiárido paraguayo. B. D. Rejalaga Cubas. ...................................................................................137 11- Conservação e poupança de agua para conviver com a escassez e a seca. L. Santos Pereira..........................................................................................147 12- CYTED-XVII:Cooperación científico-tecnológica iberoamericana.Una herramienta util para aportar soluciones a la problemática de las tierras secas. A. Fernández Cirelli. .....................................................................................161

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CYTED XVII Los países de Iberoamérica constituyen una vasta unidad histórica y cultural, que involucra una gran extensión y diversidad desde el punto de vista de los recursos naturales y del medio ambiente. El agua es parte indisoluble de éstos, pero está también indisolublemente ligada, en su uso y manejo, a la cultura de los pueblos. La mayor parte de los países iberoamericanos tiene un alto porcentaje de su territorio bajo condiciones de sequedad, afectado por procesos de desertificación en distintos grados. El agua es un recurso escaso y estratégico para el desarrollo equitativo de las tierras secas. Los pobladores de estas áreas, al ver disminuída su calidad de vida por el progresivo deterioro de sus condiciones ambientales, fundamentalmente de escasez de agua, se ven forzados a emigrar a zonas urbanas, provocando la agudización de los problemas de concentración en áreas periurbanas, con el incremento de las condiciones de pobreza, violencia y marginalidad. Las tierras secas, en general clasificadas en zonas semiáridas, áridas y desiertos, están definidas en función de las lluvias. Las condiciones climáticas no se pueden modificar, pero sí se pueden mejorar las condiciones de manejo de estos ecosistemas, para evitar el proceso de desertificación creciente al que están sometidos por prácticas incorrectas y no planificadas. La Convención Internacional de las Naciones Unidas de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía (CCD) considera que las tres principales causas de la desertificación son el sobrepastoreo, la deforestación y las prácticas agrícolas deficientes, que eliminan los nutrientes del suelo, salinizándolo, desecándolo, compactándolo o sellando su superficie y provocando la acumulación de sustancias tóxicas. Las Universidades y Centros de Investigación y Desarrollo, como parte inseparable de la sociedad están obligados a la consideración de sus problemas más acuciantes y a la búsqueda de soluciones creativas, seguras y económicas. El gran desafío que enfrentan todos los países iberoamericanos es el abastecimiento de agua en cantidad y calidad adecuadas para todos sus habitantes. El planteo conceptual subyacente a este logro en el CYTED-XVII: Aprovechamiento y gestión de recursos hídricos, es privilegiar el conocimiento del vínculo existente entre la utilización del agua y de los ecosistemas que la abastecen. La vinculación entre las diferentes disciplinas relacionadas con la compleja temática del agua, así como la articulación entre la investigación y la gestión, son necesidades evidentes para lograr un manejo integrado y sustentable de las zonas secas. En estas zonas, es necesario analizar la relación oferta-demanda de recursos hídricos, para poder actuar no sólo en la gestión de la oferta, sino también en la gestión de la demanda. La escasez de agua determina más que en otras zonas de mayor abundancia relativa, un uso eficiente del agua, el análisis del deterioro de su calidad, las posibilidades de reuso, las tecnologías apropiadas para un manejo integrado de todos los recursos naturales. Es en estas poblaciones de regiones de menor desarrollo relativo, normalmente con economías de subsistencia, donde se hace evidente recurrir a la recuperación de conocimientos tradicionales, revalorizando el papel de los pobladores. Las técnicas a aplicar en cada una de las situaciones deben ser apropiadas y validadas localmente. Desde el CYTED-XVII queremos realizar un aporte desde los estudios básicos hasta los sistemas de gestión, del conocimiento y las experiencias en Iberoamérica. Científicos de diferentes áreas del conocimiento han analizado la problemática de las regiones semiáridas y áridas, diseñando diferentes técnicas para abordar el tema de la escasez de agua y las prácticas productivas en esas condiciones, con un desarrollo heterogéneo en los distintos países. Las jurisdicciones involucradas en la gestión del agua también muestran estructuras diferentes en las distintas regiones. Estos hechos, unidos a las raíces históricas y culturales comunes, auspician excelentes resultados cuando desde la cooperación se fomenta el conocimiento de las problemáticas y de los actores, y los intercambios de información y experiencias. En la primera publicación de “El agua en Iberoamérica”, se reunieron visiones del estado de

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acuíferos, lagos y embalses en los diferentes países, enfatizando la necesidad de la colaboración para su estudio. En la segunda publicación, se presentaron visiones de los humedales iberoamericanos y aspectos de la purificación y depuración de aguas, para garantizar agua segura a la población. En el tercer volumen, se mostró un panorama desde los estudios limnológicos de cuerpos de agua lénticos en Sudamérica, en particular, el problema de eutrofización, hasta las alternativas de manejo, a través de medidas estructurales y no estructurales. En este cuarto volumen de “El agua en Iberoamérica”, se describe la magnitud del problema de aridez en varios países y se presentan experiencias de manejo y gestión en tierras semiáridas y áridas, y posibles medidas estructurales y no estructurales orientadas a mitigar el efecto de la escasez de agua. El intercambio de información y experiencias en los distintos países a través del análisis de situaciones particulares, el esfuerzo sintético y la sinergia en la interrelación será beneficioso a la hora del planteo de soluciones para lograr un desarrollo equilibrado y evitar los procesos de desertificación por influencia antrópica en estos ecosistemas vulnerables. Esperamos que este material sea de utilidad en nuestra región para lograr un mejor aprovechamiento y gestión del agua. Alicia Fernández Cirelli Coordinadora Internacional CYTED-XVII Directora del Centro de Estudios Transdisciplinarios del Agua Facultad de Ciencias Veterinarias Universidad de Buenos Aires Septiembre 2002

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Prólogo Editores En este libro se reúnen contribuciones de distintos países iberoamericanos que tratan la problemática de las tierras secas en la región desde distintas ópticas. Es nuestra intención difundir estos conocimientos en forma amplia para lograr un manejo adecuado de estas zonas altamente vulnerables y evitar así su desertificación. Las tierras secas, que reciben menos de 500 mm anuales de precipitación, han sido clasificadas como zonas semiáridas, áridas, predesérticas o desérticas, pero en realidad no hay un límite entre ellas sino hay una continuidad en la naturaleza. En estas tierras vive el 38% de la población mundial, y la creciente presión demográfica provoca una degradación acelerada de sus suelos y una agravación de la sequía. En Iberoamérica, todos los países poseen tierras secas. En la península ibérica, su extensión comprende el 50% en España y 20% en Portugal. Situaciones disímiles se presentan también en Latinoamérica. En Argentina, el 75% de su territorio está afectado por problemas de sequía, pero en esta zona sólo habita el 30% de su población. En Brasil, en cambio, sólo el 18% de su territorio es árido o semiárido, pero allí viven 18,5 millones de personas. En las tierras secas peruanas que alcanzan el 38% del territorio, habita casi el 90% de la población. Por otra parte, Uruguay y Venezuela presentan una muy baja proporción de tierras áridas y semiáridas, pero no están exentos de problemas causados por actividades antrópicas. La sobreexplotación del recurso, allí donde es escaso, generalmente destinado a actividades agropecuarias de subsistencia, provoca la salinización de suelos con pérdida de productividad y trae como consecuencia el éxodo rural. El proceso de urbanización es creciente en los países en desarrollo donde en los últimos cincuenta años se cuadruplicó la población de muchas ciudades, como por ejemplo Bogotá, México DF, Sao Paulo y Managua. En México, donde las tierras áridas alcanzan casi el 40% de su territorio, el 18,3% de la población (17 millones de personas) viven en el distrito federal, que representa el 0,3% del territorio. Esta situación ha provocado la sobreexplotación del acuífero del Valle de México, que trajo como consecuencia el hundimiento de la ciudad. En las tierras secas, por su vulnerabilidad, y por lo imprescindible del agua como factor de desarrollo y calidad de vida, la relación oferta-demanda debe ser cuidadosamente analizada. La conservación y el manejo del agua están relacionados con la eficiencia en su uso y el deterioro de su calidad incide en su disponibilidad. Un tema central es el debate sobre el precio y el valor del agua en estas zonas. Por otra parte, es necesario analizar la gestión del agua en estas regiones y el proceso de desertificación. La desertificación no es un problema de los desiertos: es la consecuencia de la sobreexplotación que el hombre hace de las tierras secas. El clima juega un papel catalizador, pero no es determinante del proceso. Sí lo son las prácticas agrícolas inadecuadas, el sobrepastoreo, la deforestación, los procesos de urbanización, la expansión de la frontera agropecuaria, el mal manejo del recurso hídrico que favorece el anegamiento y la salinización de los suelos, o los procesos de empobrecimiento de la población, que generan miseria y migración. Por eso es importante la evaluación de los condicionantes naturales y la presión antrópica, valorando la recuperación de los conocimientos tradicionales, generando o adaptando tecnologías adecuadas y priorizando la participación de la población en el manejo del recurso. La gestión sustentable del agua trasciende los aspectos de orden técnico, es un desafío que compromete a la sociedad en su conjunto. Los trabajos reunidos en este volumen fueron presentados y discutidos en el “II Seminario Internacional CYTED-XVII. Un Enfoque Integrado para la Gestión Sustentable del Agua. Experiencias en regiones semiáridas”, realizado en Salvador, Bahía, Brasil, en marzo de 2002, que contó con la presencia de especialistas de once países iberoamericanos. La extensión de las tierras secas en Iberoamérica hacen que esta problemática sea

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común a todos nuestros países y que deba ser atendida, ya que el manejo sustentable del agua y las medidas estructurales y no estructurales que ello conlleva, serán efectivas en la lucha contra la desertificación. La relación entre sequía y pobreza analizada para las regiones secas de Brasil, abre la discusión acerca de un binomio que debe tenerse en cuenta a la hora de plantear soluciones. Nuestros países no pueden seguir conviviendo con los efectos perversos de ambos términos del binomio. Las iniciativas que contribuyan a atenuar estos efectos deben ser alentadas y puestas a disposición de los decisores de políticas públicas, ambientales y sociales. Se presenta una metodología novedosa para la gestión integrada de cuencas hidrológicas, basada en las leyes de la termodinámica, procurando establecer un conjunto de criterios que permitan determinar la magnitud de degradación del agua y la energía necesaria para devolverla a su condición original, o bien para destinarla a otro uso en función de la demanda y volumen de agua requerida. Se analizan los principales instrumentos de gestión de la demanda, como forma de liberar recursos y poder incrementar la oferta de una forma sostenible, y cómo las medidas de gestión y prácticas de uso deben adaptarse a las condiciones de escasez de agua, teniendo en cuenta los indicadores de desempeño para distintos usos. Los problemas que se presentan en distintas regiones de Iberoamérica se analizan desde el conocimiento científico y técnico y se rescatan las experiencias de gestión en distintos países, como por ejemplo Argentina, Brasil, Cuba, España y Paraguay, cuyas recomendaciones pueden ser de utilidad en situaciones similares. El manejo del agua en las tierras secas debe contemplar un sistema integrado de gestión, que sea económicamente viable, ecológicamente sostenible y socialmente apropiado. Para ello se requiere conocer la existencia, estado y ubicación de los recursos y condiciones naturales y los aspectos socioeconómicos, así como sus interrelaciones funcionales, ya que la sobreexplotación de cualquiera de estos recursos producirá la ruptura del equilibrio funcional con trastornos irreversibles para el ecosistema. En todos los trabajos se pone de manifiesto la necesidad de la integración de conocimientos y la importancia de una gestión integrada y participativa del agua para que la escasez no dé lugar a la desertificación. Los editores agradecen a los autores de los trabajos la participación en este volumen de “El Agua en Iberoamérica. De la escasez a la desertificación”, al Comité Académico por la revisión de los trabajos y al CYTED por haber permitido un intercambio fructífero entre especialistas de varios países con amplia experiencia en la generación de conocimientos y la gestión del agua en tierras secas.

Alicia Fernández Cirelli

Elena Abraham

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LAS TIERRAS SECAS DE IBEROAMERICA Alicia Fernández Cirelli1,2 y Alejandra V. Volpedo2 Coordinadora Internacional CYTED XVII. 2.Centro de Estudios Transdisciplinarios del Agua (CETA) Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad de Buenos Aires

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Palabras clave: zonas áridas y semiáridas, disponibilidad de agua y población, gestión del agua Resumen Se presenta una visión de las zonas semiáridas y áridas de Iberoamérica, la disponibilidad de agua en los diferentes países, su uso por sectores y el impacto del crecimiento poblacional y el proceso de urbanización en los países de América Latina. Se enfatiza la necesidad de una gestión integrada del recurso, que contemple no sólo aspectos económicos, sino también sociales y ambientales. Key words: Semi-arid and arid areas, water disponibility and population, water management. Abstract Semi-arid and arid areas in Iberoamérica, are described and analyzed, as well as water disponibility in the different countries, its use by different sectors, and the impact of population growth and the urbanization process in Latin America countries. The need of an integrated water management is emphasized taking in account economic, social and environmental aspects. Introducción Las tierras secas también llamadas zonas áridas, semiáridas y desiertos, reciben anualmente precipitaciones menores a los 500 mm. Estas regiones representan más de un tercio de la superficie terrestre, mientras las áreas cultivadas apenas abarcan una décima parte (Griffin, 2000) (Fig. 1 y Tabla 1). Las tierras secas se encuentran predominantemente en latitudes medias, entre los trópicos de Cáncer y de Capricornio, a ambos lados del Ecuador. En estas latitudes, la circulación atmosférica genera vientos secos y templados que descienden desde las capas superiores de la atmósfera y son la principal causa de aridez. En efecto, las altas presiones, que reinan de manera casi permanente en las proximidades de los 30º de latitud, impiden las precipitaciones en esas zonas. Por otra parte, la presencia de cadenas montañosas ubicadas geográficamente, a distancias considerables respecto de los océanos, contribuye a la agravación del fenómeno, ya que los vientos húmedos que vienen desde las zonas oceánicas descargan su humedad en las costas, transportando hacia tierra adentro escasa humedad. En las tierras secas la amplitud térmica diaria también modela el paisaje generando una variedad de suelos (arenas, arcillas y limos), que dan sustento a numerosos organismos. La biota que habita las zonas áridas y semiáridas presenta numerosas especializaciones morfológicas, fisiológicas y comportamentales, que le permiten adecuarse a las condiciones extremas presentes y es en muchos casos endémica (Daley, 2000). El hombre ha habitado las extensas tierras secas de nuestro planeta por miles de años y ha desarrollado en ellas sus actividades productivas. Solo el 11 % de los suelos disponibles para la agricultura no necesitan la aplicación de técnicas de riego, drenaje u otro tipo de tecnologías. El 89% restante de los suelos debe ser adecuadamente manejado y acondicionado para desarrollar prácticas agrícolas (FAO, 2001) debido a que puede ser demasiado seco (28%), o poseer problemas relacionados con la calidad química óptima para la producción (23%), o ser demasiado superficial (22%), o húmedo (10%) o permagélido (6%) (Fig. 2).

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El 38% de la población mundial (2.300 millones de personas) vive en zonas áridas y semiáridas. Las zonas áridas presentan mayores limitaciones para la producción, ya que sólo reciben anualmente un promedio de precipitaciones entre 100 y 300 mm. En estas zonas, aunque las opciones productivas son limitadas, se realiza ganadería extensiva. Las zonas semiáridas son utilizadas también para la producción ganadera utilizando pasturas naturales, pero con aplicación de tecnologías de riego es posible producir cultivos alimenticios y forrajes (Tabla 2). La degradación de los suelos en las zonas semiáridas y áridas producida por las variaciones climáticas y las actividades humanas es un fenómeno de alcance mundial que afecta a 3.600 millones de ha. Las causas de la desertificación son numerosas, el sobrepastoreo, el incremento de la superficie utilizada para huertas, la deforestación y el establecimiento de industrias relacionadas con la producción agrícola, y afectan a más 250 millones de personas (Fig.3). El sobrepastoreo en África y en Australia es el factor fundamental de la degradación de los suelos y la duración e intensidad de las sequías, llegando a afectar a más de 220 millones y 80 millones de ha, respectivamente. En Asia, Australia, Sudamérica y Europa, el número de hectáreas comprometidas no alcanza a los 200 millones, en estos últimos tres continentes llegan a ser afectadas 75, 60 y 40 millones de ha, respectivamente. El incremento de la superficie utilizada para huertas llega a 200 millones de ha en Asia, y a 110 millones en África. Esto se debe principalmente a la cantidad de personas que en estos continentes se dedica a la agricultura como actividad económica de subsistencia, estructurándose en minifundios de organización familiar. América del Norte, Europa y Sudamérica destinan a este objetivo entre 50 y 100 millones de ha, mientras que en Australia la cantidad de superficie dedicada al cultivo de huertas es escasa (10 millones de ha). En Asia, la deforestación afecta a más de 300 millones de hectáreas, mientras que en Sudamérica y en Europa este problema involucra entre 80 y 100 millones de hectáreas. África y Australia ven comprometidas solamente 50 millones de hectáreas por esta problemática, ya que en gran parte sus territorios son zonas áridas o semiáridas desprovistas de cobertura forestal. Los países industrializados europeos son los que producen la mayor cantidad de insumos para la tecnificación de la agricultura y utilizan mayores superficies en actividades agrícolas intensivas con uso de agroquímicos, semillas híbridas y equipamientos. Esta superficie puede involucrar a 25 millones de ha. En este contexto, podemos evidenciar que si bien el agua es un recurso esencial para la vida y el desarrollo de las actividades humanas en cualquier región del planeta, en las zonas áridas y semiáridas donde dicho recurso es limitante, el manejo integrado del mismo es una condición fundamental y prioritaria. Si bien el 70% de la superficie del planeta posee agua, no toda es accesible para el hombre. Los mares y océanos poseen el 97.5% del agua del planeta, mientras que la mayor concentración de agua dulce se encuentra en los casquetes polares (2%) y el agua almacenada a más de 1000 m de profundidad (0,5%). El agua fácilmente accesible de ríos y lagos sólo alcanza el 0,02%. La escasez de agua dulce potable o potencialmente potabilizable es uno de los desafíos cruciales con que nos enfrentamos en este siglo. El aumento poblacional y la necesidad de alimentación ejercen una presión creciente sobre un recurso limitado, que se deteriora por las actividades del hombre. Esta situación es más grave en zonas semiáridas y áridas, por la limitada cantidad disponible de agua y por el uso que se le da a dicho recurso. Zonas Áridas y Semiáridas en Iberoamérica

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En una visión global, Sudamérica presenta grandes extensiones de áreas áridas y semiáridas, pero en una escala nacional los países que la integran poseen una gran heterogeneidad de climas, suelos y distribución de los recursos, en especial del agua. Las zonas áridas y semiáridas representan el 75% del territorio de la República Argentina: En ellas habitan 9 millones de personas que representan el 30% de la población total. Estas zonas son la Puna, la Prepuna, el Chaco, el Centro-Oeste y la Patagonia. Cada una de ellas presenta caracteres distintivos, pero la ganadería es la actividad económica predominante. Esta actividad está organizada en minifundios y en latifundios, dependiendo de la región. En las regiones del Chaco y del Centro-Oeste la agricultura es la actividad más importante, por lo que en muchos casos con el objetivo de aumentar la productividad de las tierras, se han aplicado técnicas inadecuadas de riego. Estas técnicas generaron problemas de salinización y sodificación de suelos en el 40% de la superficie (584.049 ha) (INTA, 1992). En la Patagonia, las pérdidas y deterioro del suelo se deben prácticamente a la introducción del ganado ovino y al sobrepastoreo. El 61% del territorio boliviano sufre problemas erosivos por las intervenciones humanas relacionadas con la actividad minera, la extracción forestal, la explotación petrolera y las actividades agroindustriales. Este tipo de actividades productivas deterioran la calidad del agua haciendo que los acuíferos y los someros cuerpos de agua, vean afectada su calidad y volumen. Las zonas áridas y semiáridas de Brasil se encuentran en el nordeste y norte de Minas Gerais, en lo que se conoce como “Polígono das secas”, debido a las sequías periódicas que se allí se suceden. Esta zona ocupa 858.000 km2, lo que representa el 18% del territorio brasileño y en ella viven 18,5 millones de personas las cuales desarrollan una economía de subsistencia y se hayan en niveles de extrema pobreza (EMBRAPA, 1994; Banco Mundial, 2002). La implementación de inadecuadas técnicas de riego han producido que el 30% de la zona sufra problemas de salinización y sodificación. El territorio continental chileno es predominantemente montañosos y posee pocas áreas optimas para desarrollar actividades agrícolas, de estas áreas, el 70% son áridas y presentan diferentes grado de erosión. Colombia y Ecuador poseen el 13,6% y el 20%, respectivamente, de tierras secas, pero en estas zonas están establecidas la mayoría de los centros urbanos y asentamientos rurales (Lugo, 1995; Sierra et al., 1999) . En periodos de desabastecimiento de agua, se produce un éxodo rural hacia a los centros urbanos. Este desplazamiento hace que surjan conflictos sociales, que exista un crecimiento no planificado de las ciudades y que los servicios se saturen, lo que lleva a generar situaciones de tensión social y pobreza. En Perú, el 38% de su territorio corresponde a zonas áridas y semiáridas, en las cuales reside el 88% de la población. En estas zonas se desarrollan principalmente actividades agrícolas y mineras, que utilizan los acuíferos subterráneos (Villasante et al., 1997). La extracción de volúmenes de agua desmedidos y la lenta recarga natural de los acuíferos, produce el agotamiento local del recurso, perjudicando no sólo a los habitantes de la zona y sus actividades productivas, sino también afectando al ecosistema integralmente. Además el uso del riego por medio de técnicas erróneas hace que el 40% de la superficie cultivada de Perú esté salinizada. La República de Uruguay cuenta con una extensión de 176.215 km2, y aunque la cantidad de precipitaciones supera los 500 mm, la irregularidad de las mismas y su variabilidad interanual hacen que el agua escasee en los terrenos destinados a la agricultura y la ganadería (Estudio Ambiental Nacional de Uruguay, 1992). Esto conjuntamente con factores socioeconómicos hacen que las poblaciones rurales se hayan reducido en un 35 % por la

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migración de los individuos hacia las ciudades. Venezuela presenta una baja proporción de tierras áridas o semiáridas debido a su ubicación altitudinal y a su clima (Dourojeanni, 1999). Sin embargo las zonas costeras linderas al Mar Caribe presentan distintos grados de aridez debido a la erosión del suelo provocadas por deforestación. La ciudad de México es un claro ejemplo de la importancia del manejo adecuado de los acuíferos. Históricamente esta ciudad se emplazó en el Lago Texcoco el cual en tiempos precolombinos fue desecado parcialmente por los aztecas. En la actualidad, habitan en la zona metropolitana de la ciudad de México 17 millones de personas, que representan el 18,3% de la población total; sin embargo, la superficie que ocupa esta megaurbe en relación al territorio total es de 0,3%. Esto determinó que el acuífero del Valle del México fuera sobreexplotado, con el consecuente descenso del nivel de las aguas subterráneas y el hundimiento de la ciudad (BID, 1998). La recarga del acuífero es de solo 20 m3/s mientras que las extracciones son del orden de 45m3/s, lo que genera un déficit de 25 m3/s. Se estima que en los últimos años la ciudad de México se hundió 7,5 m. Este hundimiento da como resultado severos daños en la infraestructuras y servicios urbanos y elevados costos en la obtención de agua potable. Los países ibéricos España y Portugal, tampoco escapan a la problemática del agua. España posee el 50% de su territorio de zonas áridas y semiáridas, mientras que en Portugal este porcentaje es de 20% Ambos países poseen más del 80% de su población asentados en estas zonas y han implementado estrategias conjuntamente con el resto de la Comunidad Europea, que permiten un mejor uso y reuso del agua y su reposición en los acuíferos, la construcción de embalses, humedales artificiales, el monitoreo y la aplicación de regulación y normativas legales del uso del recurso (Instituto Nacional de Estadísticas de España, 2002). El conjunto de países iberoamericanos comparte además de una cultura común, similares dificultades relacionadas con el abastecimiento de agua en las zonas áridas y semiáridas de sus territorios. Estas problemáticas tienen como eje el agotamiento y el deterioro de los acuíferos. La sobreexplotación del recurso, generalmente destinado a las actividades agropecuarias y en el caso de Chile, Bolivia y Perú a la explotación minera, provoca su salinización. Ambas situaciones generan además de perdidas económicas, un éxodo rural hacia los centros urbanos, los cuales se ven desbordados en la capacidad de brindar servicios básicos a la población y por el surgimiento de conflictos sociales. Las actividades humanas también estarían modificando la evolución de las regiones áridas y semiáridas por vías indirectas. En efecto, se estima que la acumulación en la atmósfera de gas carbónico proveniente de los automóviles, de la calefacción y de otras emanaciones de origen industrial y agrícola pueden provocar un recalentamiento de la Tierra: el llamado “efecto invernadero”. No es posible predecir aún las consecuencias a escala regional de ese fenómeno, pero probablemente en algunos decenios la aridez aumentará en ciertas regiones y disminuirá en otras. El hombre podría así desencadenar importantes cambios climáticos, comparables a los que se han producido a lo largo de la historia geológica e Iberoamérica no estaría ajena a esta situación. Poca agua, mucha gente. La disponibilidad de los recursos hídricos y su relación con la población mundial es muy heterogénea. Asia tiene el 60% de la población mundial y sólo el 36% del recurso hídrico; Europa posee el 13% de población y el 8% del recurso hídrico; en África vive el 13% de la humanidad y tan sólo se dispone del 11% del agua; en cambio, en América del Norte y Central reside el 8% de la población y ésta disfruta del 15% del recurso hídrico; y, finalmente, Sudamérica tiene el 6% de la población del mundo, pero el 26% de los recurso hídricos. Estas divergencias sumadas a la dificultad de estimar la cantidad de agua que se necesita para

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mantener estándares de vida aceptables o mínimos hace que sea muy compleja la valoración de este recurso. En general, se considera que un volumen de 20 a 40 litros de agua dulce por persona por día, es el mínimo necesario para satisfacer las necesidades de bebida e higiene. La cantidad de agua que las personas realmente utilizan en un país no sólo depende de las necesidades mínimas y de cuánta agua se dispone para el uso, sino también del nivel de desarrollo económico y del grado de urbanización. Mundialmente, se considera que de las tres categorías corrientes del uso de agua dulce, la agricultura representa un 70% de todas las extracciones anuales de agua; la industria, un 20% y el uso doméstico, un 10%. En Latinoamérica, el uso de agua anual en promedio per capita está en el rango de 28.739 m3 a 472.813 m3 (Mata et al., 2001). En Centroamérica, las estimaciones sobre la disponibilidad del agua indican que el 70% de la población vivirá la escasez del agua en los próximos años (Izmailova y Moiseenko, 1998). Estas proyecciones permiten estimar que la salud de la población se verá afectada. Según CEPAL (1999) 78 millones de latinoamericanos aún no tienen acceso al servicio de abastecimiento de agua potable. La OMS y UNICEF (2000) señalan que las sociedades que no cuenten con agua en cantidad y calidad suficiente, verán impactada su salud. Este impacto se podrá intensificar en la transmisión de enfermedades infectocontagiosas, en el incremento de los riesgos epidemiológicos y en las intoxicaciones producidas por contaminantes, en particular en poblaciones vulnerables en su economía y servicios. Algunas de las enfermedades transmitidas por el agua son el cólera, la fiebre tifoidea, la poliomielitis, la meningitis y la hepatitis A y E (Rodríguez Contreras Pelayo, 2000). Los seres humanos y los animales pueden actuar de huéspedes de bacterias, virus o protozoos que causan estas enfermedades. En lugares que carecen de instalaciones de saneamiento apropiadas, las enfermedades transmitidas por el agua pueden propagarse con gran rapidez. Según las estimaciones, todos los años se registran 4.000 millones de casos de enfermedades diarreicas, que causan 3 a 4 millones de defunciones, sobre todo entre la población infantil. La disponibilidad de agua dulce en los países de Iberoamérica muestra una gran heterogeneidad, desde 1.641 m3 por habitante en Perú hasta 61.750 m3 por habitante en Paraguay (Tabla 3). Sin embargo, esta distribución de agua no es homogénea hacia el interior de un mismo país. En un enfoque global que no considere la heterogeneidad en la distribución del recurso y la presencia de zonas áridas o semiáridas, se pueden encubrir importantes aspectos locales. El porcentaje de extracción anual del recurso en relación con la disponibilidad del mismo es mayor en aquellos países que poseen menores recursos. Además cuanto mayor sea el incremento de la población y la calidad de vida de la misma, la extracción de agua es mayor (Tablas 3 y 4). En todo el mundo, la demanda de agua dulce per cápita se incrementa considerablemente a medida que los países se desarrollan económicamente y el número de habitantes aumenta. A medida que aumenta la población en las ciudades, debido a la natalidad y a las migraciones rurales hacia los centros urbanos, será cada vez más difícil satisfacer la demanda creciente de agua. En los países en desarrollo, el rápido crecimiento urbano suele ejercer una fuerte presión en los sistemas de abastecimiento de agua. En los últimos cincuenta años, por ejemplo se cuadruplicó la población de muchas ciudades de Latinoamérica, como Bogotá, México D.F., Sao Paulo y Managua. Este crecimiento desmedido lleva a la generación de conflictos entre diferentes sectores. Los conflictos y disputas relacionados con el agua no son nuevos, sino que se desarrollaron a lo largo de la historia, adoptando muchas formas (Tabla 5). A medida que las poblaciones y los niveles de desarrollo industrial crecieron, se incrementó la competencia entre usuarios por los recursos hídricos limitados. En algunas regiones, estas disputas se manifiestan como conflictos entre los consumidores domésticos, los defensores del medio ambiente y los

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agricultores. En otras regiones, la competencia ocurre entre países y en algunos casos estos conflictos pueden terminar en enfrentamientos bélicos. La historia nos muestra que la escasez de agua contribuye a la inestabilidad política, a conflictos socioeconómicos y guerras locales, regionales e interestatales (Tabla 5). Existen muchos mecanismos para reducir los riesgos de conflictos: el establecimiento de principios universales y de tratados regionales del agua, los sistemas cooperativos de gestión del agua, el mejoramiento en la comprensión de los recursos hídricos, y los procesos reconocidos de resolución de disputas previamente a su derivación en conflictos. Sin embargo, las deficiencias en la compilación, sistematización, análisis y difusión de datos suelen dificultar la resolución de los problemas. Se necesita estandarizar los métodos de recolección y valoración de datos, así como también incentivar la aplicación de mecanismos que permitan compartir los datos sobre el agua a diferentes escalas (regional, estatal, nacional e internacional). Una medida importante para evitar conflictos (entre agricultura, abastecimiento de agua urbana y rural, y necesidades industriales) es la transmisión y difusión de información y la búsqueda de la participación de las personas involucradas en la discusión de los problemas y soluciones relacionados con los usos y las problemáticas del agua. En otro nivel, también es necesario mejorar las estrategias conjuntas de manejo de cuencas compartidas. El incremento de la población ha sido acompañado de una notoria concentración de ésta en las zonas urbanas, algunas de las cuales ya figuran entre las concentraciones de población y actividades económicas más grandes a nivel mundial, y el despoblamiento de las zonas rurales. La concentración de la población en las zonas urbanas es un reflejo del movimiento migratorio del medio rural al urbano, del crecimiento vegetativo de las zonas urbanas y de la reclasificación de las zonas rurales en urbanas. Este crecimiento se ha efectuado normalmente sin planificación y sin considerar la interacción que existe entre el medio urbano y las cuencas donde se asientan las poblaciones. La urbanización no planificada inutiliza tierras aptas para la producción agropecuaria. El proceso de urbanización de los países de Latinoamérica está alcanzando un nivel tal que ha convertido a la región en una de las más urbanizadas del planeta junto con América del Norte y Europa. La población urbana de la región representaba en el año 1950 el 41.4% del total, alcanzando 68.9 millones de habitantes. En 1995 ese porcentaje había subido al 73.4%, ya que el número de habitantes urbanos había aumentado más de cinco veces (349,8 millones) y en el año 2030 se proyecta que habrá llegado al 83,2% y el número de residentes urbanos ascenderá a 598,8 millones. Para enfrentar esta situación con mayores probabilidades de éxito, Iberoamérica deberá compartir e intercambiar experiencias y conocimientos en relación al uso y manejo del agua (Fernández Cirelli, 2001; FAO, 2001). Un enfoque integrado El agua dulce se obtiene en gran parte de lagos, ríos y embalses superficiales, así como de aguas subterráneas. Cuando estas fuentes primarias de obtención de agua se contaminan, la inversión para el control de dicha contaminación se incrementa de modo importante, para adecuar la calidad del agua a los diferentes usos. En vista del incremento de los costos - así como la falta de garantía de poder tratar y eliminar con absoluta seguridad los contaminantes presentes en el agua - existe, desde hace ya algunos años, el convencimiento de que la mejor forma de abastecer con seguridad y a un menor costo agua de buena calidad sólo puede ser logrado mediante la protección de las fuentes de captación de agua, tanto superficial como subterránea. Esto implica la realización de actividades de manejo y regulación de las cuencas de captación (Fernández Cirelli, 2000). Entre el agua, el aire, el suelo y los sistemas vivos - la hidrosfera, la atmósfera, la litosfera (geósfera) y la biosfera, respectivamente - ocurren interacciones muy poderosas. La

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calidad de un cuerpo de agua está influenciada por los procesos químicos y biológicos que ocurren en su seno. Los cuerpos de agua lénticos y lóticos, permanentes o eventuales son complejos ecosistemas que incluyen los cauces, las planicies y taludes aledaños, así también como la biota asociada (plantas y animales) y la compleja red o sistemas de corrientes de agua superficial y subterránea en que se dividen y estratifican dichos cuerpos de agua. Los cursos de agua dentro de este amplio contexto desempeñan una serie de funciones ecológicas, tales como modular el flujo de corriente, almacenar agua, remover materiales dañinos del agua y proporcionar hábitats y microhábitats para el desarrollo de la biota terrestre y acuática. Los cursos de agua y sus zonas adyacentes tienen características de suelo y vegetación muy diferentes a las de zonas altas circundantes. Sostienen niveles más altos de biodiversidad, abundancia de especies y tasas de productividad biológica, que la mayoría de los otros elementos del paisaje. Inclusive los cauces que se consideran casi siempre secos en zonas semiáridas proveen ecosistemas únicos, con la presencia de especies endémicas que generalmente presentan algún tipo de especialización morfológica o fisiológica para soportar las condiciones extremas a las que están sometidas (UICN, 2001). Los cursos de agua evolucionan de acuerdo con y en respuesta a los ecosistemas aledaños. Los cambios en los ecosistemas a los que pertenecen las cuencas de captación y las planicies de inundación, tendrán impactos sobre los procesos físicos, químicos y biológicos, que ocurren dentro de un curso de agua. Los cursos de agua normalmente funcionan dentro de rangos naturales de flujo, movimiento de sedimentos, temperatura y otras variables, en lo que se denomina un “equilibrio dinámico”, cuando se introducen cambios que alteren en forma total o parcial este equilibrio, se presentan situaciones complejas, muchas veces difíciles de manejar y que generalmente resultan conflictivas con las ocupaciones urbanas. El ecosistema desarrollará un nuevo equilibrio dinámico, que no necesariamente será beneficioso para las actividades humanas. En el caso que el sistema pueda volver a su estado inicial por sí mismo, los plazos necesarios para que esto suceda pueden ser largos y recuperarlo por intervención humana puede requerir inversiones significativas. Gestión sustentable El concepto de desarrollo sustentable posee cuatro pilares básicos: el económico, el social, el cultural y el ambiental los cuales deben interconectarse en todas sus aspectos (Di Castri, 1995). Se trata por lo tanto de articular estos cuatro objetivos a corto plazo, acción que produce en muchos casos conflictos de intereses. Además, aún no se sabe cómo cuantificar lo que sería un nivel óptimo de desarrollo sustentable, ya que éste es desconocido sobre todo en relación a la calidad de vida y gestión ambiental, y además cambia permanentemente en el tiempo y las culturas. Estos cuatro objetivos se miden usualmente con indicadores diferentes por lo que unificarlos en un indicador común, es una tarea compleja (Fernández Cirelli, 2000). La gestión sustentable del agua trasciende los aspectos de orden técnico, es un desafío que compromete a la sociedad en su conjunto. Se necesita una comprensión más profunda de los procesos ecológicos, socioeconómicos y de los sistemas de administración que reconozcan las diferencias reales y evidencien las características distinguibles de las problemáticas y los sectores involucrados en el manejo y gestión del agua en las tierras secas (Barrow, 2000). En este contexto, es imprescindible propender a la formación de graduados universitarios de cuarto nivel altamente calificados en el gerenciamiento de los recursos hídricos, con una visión integradora y transdisciplinaria, capaces de interpretar el conjunto de dimensiones del conocimiento, las tecnologías e instrumentos que se requieren. El conocimiento científico y los avances tecnológicos son la base que permitirá innovaciones en la gestión del agua que permitan superar la crisis que se plantea para el próximo siglo. La carencia de datos relevantes, su calidad heterogénea y su inaccesibilidad son caracteres comunes en los países de la región. Los datos disponibles no necesariamente son

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útiles para atender a las cuestiones ambientales críticas y gran parte de ellos se refieren a aspectos cuantitativos, sin considerar los parámetros cualitativos importantes como indicadores de sustentabilidad. La gestión integrada del agua, considerando en forma conjunta agua subterránea y agua superficial, calidad y cantidad, oferta y demanda, tierra y agua, con una visión ecosistémica, en el marco de la cuenca hidrográfica y con la participación de todos los sectores involucrados, permitirá superar las crisis de escasez del recurso. Este paradigma, que resume el conjunto de principios y estrategias para lograr el desarrollo sustentable, permitirá frenar el proceso de desertificación al que las zonas secas son altamente vulnerables. Referencias Ahmed, A., 1999. Fifty hurt in Bangladesh strike violence. Reuters News Service, Dhaka, April 18, http://biz.yahoo.com/rf/990418/3.html. Banco Mundial, 2002. Indicadores del desarrollo mundial, 2-7. Banco Mundial, 2001. Indicadores del desarrollo mundial, 2-5. Barrow, E., 2000. Sociedad y conservación de las tierras áridas. UICN. Conservación Mundial:6-7. BID, 1998. Documento del Banco Interamericano del desarrollo México. Programa de Abastecimiento y manejo del agua en la zona metropolitana del valle del México. Informe del medio ambiente e impacto social, 38 pp. Burns, J.F., 1992. Tactics of the Sarajevo Siege: Cut Off the Power and Water, New York Times, September 25. Cable News Network (CNN), 1999. U.S.: Serbs destroying bodies of Kosovo victims. May 5. http://www.cnn.com/WORLD/europe/9905/05/kosovo.bodies. CEPAL, 1999. Gestión de cuencas y ríos vinculados con centros urbanos, Axel Dourojeanni y Andrei Jouravlev División de Recursos Naturales. Daley, R., 2000. El desierto de Sonora: un caso por la conservación. IUCN. Conservación Mundial: 5. Di Castri, F., 1995. The chair of sustainable development. Nature and Resources, 31 (3):2-7. Dourojeanni, A. 1999. La dinámica del desarrollo sustentable y sostenible. XV Congreso Venezolano de la Ciencia del Suelo. EMBRAPA, 1994, Informe annual. En: http://www.embrapa.gov.br. Estdio Ambiental Nacional del Uruguay, 1992. Plan de acción Ambiental. OPP/ BID/ BID, Uruguay. FAO Statistical Databases (FAOSTAT, http//:apps.fao.org ), 2001. Fernández Cirelli A., 2000. El agua en Iberoamérica. Acuíferos, lagos y embalses. Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED).

Programa

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Figura 1. Mapa de distribución de las áreas áridas y semiáridas.

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Figura 2. Caracterización porcentual de suelos a nivel mundial (FAO).

(a) (b)

(b) (c)

(c) (d) (e) (f)

(a) (d) (e) (f)

Figura 3. Causas de la desertificación y del incremento de sequías en los diferentes continentes.

300 250 200

Deforestación

150

Sobrepastoreo

100

Huertas

50

Bioindustrias

21

Sudamérica

América del Norte

Europa

Australia

Asia

0

Africa

millones de hectáreas

350

Tabla 1. Clasificación de los climas considerando la cantidad de precipitación media anual. Fuente: Wilsie, C.P.. 1962. Crop Adaptation and distribution. W. H. Freedman and CO. San Francisco, California, U.S.A.

Precipitación Media Anual

Tabla 2. Usos de las tierras desérticas, áridas y semiáridas. FAO (2001)

Los desiertos reciben 100 mm o menos de lluvia, las tierras áridas entre 100 y 300 mm y las semiáridas entre 300 y 500 mm. De acuerdo con sus opciones de uso de la tierra:

Pastoreo de temporada en años de pluviosidad Desierto

excepcional a menos que se modifique drásticamente con riesgo. Sus opciones son limitadas, generalmente tiene pastos

Árida

naturales con producción ganadera extensiva. El riesgo es posible bajo algunas condiciones. Levemente más opciones que las tierras áridas.

Semiárida

Limitadas principalmente a pastos naturales y producción ganadera pero es factible la producción de cultivos alimenticios y forrajes en áreas especificas. En algunos casos también es posible el riego.

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Tabla 3. Disponibilidad de agua dulce en países iberoamericanos. Fuente: World Development Indicators, World Bank, 2000. 100%

80%

60%

40%

20%

0%

Argentina Bolivia Brasil Chile Colombia Costa Rica Cuba Ecuador El Salvador España Guatemala Honduras México

% ind ustrial

Nicaragua

% a grícola

Panamá Paraguay Perú Portuga l Rep. Dominicana Uruguay Venezuela

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% doméstico

Tabla 4. Extracción estimada de agua por sectores en los países iberoamericanos. Fuente: World Development Indicators, World Bank, 2000.

Agua Dulce

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Tabla 5. Conflictos relacionados con el recurso hídrico.

Año

Partes Involucradas

Época precolombina (Sudamérica)

Incas y Mochicas

1503 (Europa)

1898 (Africa)

1935 (América del Norte)

1938 (Asia)

Las ciudades italianas de Florencia y Pisa Egipto, Francia e Inglaterra

Bases del conflicto Ocupación de la Ciudad de Chan Chan Conflicto Armado

Maniobras militares

Los estados de Maniobras California y militares Arizona

China y Japón

Guerra China Japón

Alemania, USA, Italia, Francia, Inglaterra, Japon, y otros

Segunda Guerra Mundial

1947 y continua (Asia)

Bangladesh y la India

Disputa por el control del recurso agua. Acciones bélicas.

1950s

Korea, Estados Unidos, otros

1940-1945

Conflicto armado.

Descripción Los incas sitiaron la ciudad mochica de Chan Chan durante 5 años, pero sólo después que cortaron el acceso al agua de las canalizaciones, pudieron conquistar a los mochicas. Leonardo da Vinci y Machievelli diseñaron una obra ingenieril para derivar las aguas del Arno que venían de Pisa, durante el Conflicto de Pisa y Florencia (Honan, 1996). Un conflicto militar entre Francia e Inglaterra por el dominio del Egipto. Sin embargo la disputa entre las potencias europeas perjudicaba directamente a los egipcios que vivían dependiendo del volumen y el nivel de agua del Nilo (Moorhead, 1960). El estado de Arizona envió a la guardia nacional norteamericana y a las unidades militares al límite de la frontera estatal de California para protestar en contra de la construcción del dique Parker y el desvío del río Colorado. Esta disputa fue llevada a la corte (Reisner 1986) El primer ministro chino Chiang Kai Shek ordenó la destrucción del dique Huayuankou del río Amarillo que estaba protegido por el ejercito Japonés. Los diques fueron dinamitados y el agua arraso las planicies destruyendo los emplazamientos militares de Japón. Las aguas inundaron aproximadamente entre 3.000 a 50.000 km2 y murieron entre 100.000 a un millón de personas (Hillel 1991; Yang Lang 1989/1994). Los embalses de las centrales hidroeléctricas, los puentes, las canalizaciones y los polders de todo el territorio europeo fueron destruidos por ambos bandos, generando perdidas humanas y materiales (Gleick, 1993). La división del río Ganges entre Bangladesh y la India por la construcción de una barrera en Farakka hecha por India en 1962, incremente la tensión. Aun este conflicto no se ha finalizado y en distintos momentos hubo acciones bélicas en la zona (197782, 1982-84, 1985-88, 1996- 1997) (Samson y Charrier, 1997). Ataque a diques y embalses en la Guerra de Corea (Gleick, 1993).

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1960s

Vietnam del Norte, Estados Unidos

1970s

Argentina, Brasil, Paraguay

1975

Angola, Sudáfrica Iran, Iraq

1981 1991

Iraq, Kuwait, US

1992

Bosnia, Bosnian Serbs

1993

Yugoslavia

1995

Ecuador, Perú

1999

Lusaka, Zambia

1999

Bangladesh

1999

Puerto Rico, U.S.

Kosovo 1999 1999-2000

Namibia, Botswana, Zambia

Conflicto armado.

Se bombardearon canales de riego y embalses en Vietnam, se contaminaron muchos cuerpos de agua.

Brasil y Paraguay anuncian la construcción de la represa Itaipú sobre el río Paraná. Argentina reclama derecho de consulta debido a que aguas abajo del embalse si surge un problema, el mismo repercute en su territorio (Wallenstein y Swain, 1997). Las tropas sudafricanas ocupan la presa Conflicto hidroeléctrica de Ruacana incluyendo el embalse de armado Gove sobre el río Kunene. (Meissner, 2000). Conflicto Iran bombardea la planta hidroeléctrica en Kurdistan armado en la guerra Iran-Irak (Gleick,1993). Conflicto En la guerra del golfo se destrozaron muchas plantas armado de desalinización, y se contaminaron cuerpos de agua (Gleick, 1993). Conflicto La guerra de Bosnia, Sarajevo y Herzegovina, armado incluyo la destrucción de embalses y de fuentes de captación de agua naturales provenientes de las montañas (Burns, 1992; Husarska, 1995). Conflicto La guerra de Yugoslavia se destruyó el embalse de armado Peruca (Gleick ,1993). En la guerra Ecuatoriana-Peruana las zonas Conflicto fronterizas en conflicto era la cabecera del río armado Cenepa (Wolf 1997). La explosión de la bomba destruyó la tubería de Acciones agua principal y cortó el agua para la ciudad de terroristas. Lusaka (población 3 millones). Se realizo una protesta dirigida por el primer Protesta ministro Begum Khaleda Zia sobre el deterioro de violenta los servicios públicos. En estas protestas hubo más de 50 heridos (Ahmed, 1999). Protesta pacifica en la Base Roosevelt Roads de la Disputa Armada Estadounidense en oposición a la presencia política de naves y al uso del agua con objetivos militares en perjuicio de los pueblos locales cercanos (New York Times, 1999). Acciones Contaminación de cuerpos de agua como una terroristas estrategia bélica dentro de la Guerra en Kosovo (CNN ,1999). Disputa La isla de Kasikili/ Sedudu en el río Zambezi/Chobe políticas fue disputada por el acceso al agua. Esta disputa esta pres4eentada en la corte suprema de Justicia (International Herald Tribune, 1999). Disputa política

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LUCHA CONTRA LA DESERTIFICACIÓN EN LAS TIERRAS SECAS DE ARGENTINA. EL CASO DE MENDOZA Elena María Abraham IADIZA C.C.507-(5500)-Mendoza, Argentina [email protected] Palabras claves: desertificación, causas, consecuencias, acciones, Mendoza, Argentina. Resumen En este trabajo se analiza el proceso de desertificación, sus causas y efectos, su extensión e importancia económica. Se describen las acciones y funciones de la Convención Internacional de Lucha contra la desertificación (UN CCD). El impacto de la desertificación en Argentina , en particular en la provincia de Mendoza, es considerado en detalle y describen las políticas y acciones para impedir el avance de la desertificación. Key words: desertification, causes, consequences, actions, Mendoza, Argentina Abstract The desertification process is analyzed taking into account causes and effects, extent and economic relevance. Actions and functions of United Nations Convention to combat desertification (UN CCD). The desertification impact in Argentina, in particular in the province of Mendoza, is carefully considered as well as the policies and actions to prevent the advance of desertification. Desertificación: Causas y efectos La Convención Internacional de las Naciones Unidas de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía (UN CCD) define la desertificación como “la degradación de las tierras en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas”. Conviene aclarar el alcance de cada uno de los términos utilizados en esta definición (CCD/PNUMA, 1995) : • “Tierra”: constituye el sistema bioproductivo terrestre que comprende el relieve y el suelo, la vegetación, otros componentes de la biota y los procesos ecológicos e hidrológicos que se desarrollan dentro del sistema. • “Zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas”: aquellas zonas en que la proporción entre la precipitación anual y la evapotranspiración potencial está comprendida entre 0,05 y 0,65, excluidas las regiones polares y subpolares. • “Sequía”: el fenómeno que se produce naturalmente cuando las lluvias han sido considerablemente inferiores a los niveles normales registrados, causando un agudo desequilibrio hídrico que perjudica los sistemas de producción. • “Degradación de las tierras” implica la reducción o la pérdida de la productividad y complejidad biológica o económica de las tierras agrícolas, los pastizales, y las regiones forestadas, y se debe principalmente a la variabilidad climática y a las actividades antrópicas no sustentables. Se produce por una combinación de procesos que actúan sobre el ambiente. Estos incluyen la erosión hídrica, la erosión eólica y la sedimentación provocada por estos agentes; la reducción a largo plazo de la cantidad o la diversidad de la vegetación natural y la salinización o sodificación de los suelos.

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La palabra “Desertificación” suele asociarse a la “formación de desiertos”, utilizándose indistintamente los términos “desertización” y a veces “aridización”. Por definición, la desertificación no es un problema de los desiertos: es la consecuencia de la sobreexplotación que los grupos humanos hacen de las tierras secas del planeta. El climafundamentalmente la recurrencia de fenómenos como las sequías- juega un papel catalizador, pero no es determinante del proceso. Si lo son las prácticas agrícolas inadecuadas, el sobrepastoreo, la deforestación, los procesos de urbanización, la expansión de la frontera agropecuaria, el mal manejo del recurso hídrico que favorece el anegamiento y la salinización de los suelos, o los procesos de empobrecimiento de la población, que generan miseria y migración. Preferimos utilizar el término “desertización” para reservarlo a aquellos casos aislados donde fehacientemente puedan determinarse sólo causas naturales, fenómenos físicos, que determinen la formación de desiertos, teniendo en cuenta la excepcionalidad de este fenómeno, ya que en la actualidad prácticamente no existen ambientes en el planeta que no estén afectados directa o indirectamente- por la acción antrópica. Las tres principales causas de la desertificación, explicitadas en el texto de la Convención (CCD/ PNUMA, 1995), son el sobrepastoreo, la deforestación y las prácticas de una agricultura no sustentable. El sobrepastoreo y la deforestación destruyen el estrato de vegetación protectora que cubre las regiones áridas y semiáridas, haciendo posible que la erosión hídrica y eólica decapiten los fértiles estratos superiores del suelo. Las prácticas agrícolas no sustentables eliminan los nutrientes del suelo, salinizándolo, desecándolo, compactándolo o sellando su superficie y provocando la acumulación de sustancias tóxicas. Estas diversas formas de degradación ecológica y perturbación socioeconómica derivan de una combinación de: • las condiciones climáticas adversas, en particular las sequías recurrentes graves; • la inherente fragilidad ecológica del sistema de recursos de las tierras secas • la explotación humana que sobrecarga la capacidad natural del ecosistema, y que propicia el descuido y abandono de la tierra y la migración de los pobladores.

Extensión e importancia económica del proceso de desertificación: Un problema Mundial La desertificación es un problema ambiental y socio-económico de alcance planetario. Es un proceso específico que se distingue de fenómenos similares, en otras zonas más húmedas del mundo, porque tiene lugar en condiciones climáticas muy duras y afecta negativamente a zonas con recursos naturales limitados de suelo, agua y vegetación. Es un proceso que contribuye al agotamiento de la reserva mundial de humus - perturbando las transformaciones biogeoquímicas mundiales- y a la pérdida de diversidad biológica, disminuyendo la biomasa y la productividad. Reduce la proporción de agua disponible: a escala planetaria se dispone de un promedio de 7000 m3 / capita, lo que en las tierras secas no llega a 1000 m 3 , con una proyección de reducción a la mitad para los próximos 20 años. Contribuye por otra parte al cambio climático aumentando el albedo de la superficie terrestre y disminuyendo la tasa actual de evapotranspiración, modificando el equilibrio energético en la superficie y la temperatura del aire contiguo y añadiendo polvo y dióxido de carbono a la atmósfera. Por último, la desertificación es causa de la pobreza y es agravada por la pobreza: según los índices de desarrollo humano del PNUD, los países afectados se encuentran entre los menos avanzados (PNUMA, 1991). A nivel mundial, 1 de cada 5 personas vive en una zona afectada por desertificación. Una tercera parte de las tierras emergidas del planeta conforma las tierras secas. El mapa mundial de la desertificación (Naciones Unidas, 1992), advierte que esta amenaza se cierne sobre el 74 % de Australia, el 34% de África, el 31% de Asia, el 19% de América y el 2% de Europa. (Figs. 1 y 2). Las tierras secas bajo riesgo de degradación se extienden en 110 países, con una población

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afectada de más de 900 millones de personas, altamente vulnerables a las fluctuaciones climáticas, marginados y prácticamente ignorados por los planeadores del desarrollo. Según datos del Atlas de Desertificación (UNEP, 1992) "cada año alrededor de 6.000.000 de ha de tierras anteriormente productivas en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, pierden su capacidad de producir alimentos”. Esta destrucción de la capacidad productiva a nivel mundial cuesta alrededor de U$S 42,3 billones por año (a los precios de 1990). El 70% de las tierras secas del mundo utilizadas para agricultura, están afectadas en mayor o menor medida por desertificación. En 1984, 135 millones de personas sufrieron sus efectos, convirtiéndose en los llamados "inmigrantes de la tierra". Los procesos de desertificación son complejos, afectando un ciclo de causa-efecto natural y social. La deforestación, la degradación del suelo y la vegetación, el agotamiento de los campos cultivados, la salinización de las tierras bajo riego, el agotamiento y contaminación de los recursos hídricos superficiales y subterráneos, la desaparición de la fauna silvestre, son factores que tienen tremendas consecuencias para muchos habitantes agobiados por la pobreza que viven en las tierras secas. Sin capital ni control sobre las decisiones respecto a sus recursos, muchos no han tenido otra opción que sobreutilizarlos o emigrar, abandonado sus tierras porque éstas ya no pueden mantenerlos. Recursos hídricos y desertificación La deforestación, el sobrepastoreo y las inadecuadas prácticas de cultivo que utilizan los grupos humanos para subsistir (en definitiva, los agentes de desertificación más generalizados), conducen a un punto común: la alteración del ciclo hidrológico a través de la disminución de los flujos disponibles, tanto superficiales como subterráneos. El mal manejo del recurso hídrico produce algunos de los más importantes procesos de desertificación: 1. Erosión hídrica: más intensa cuanto mayor inclinación tiene el relieve, arrastra el suelo de la superficie, provocando importantes pérdidas en extendidas superficies (conviene recordar que 1 mm de suelo perdido equivale a 10 tm/ha y que la naturaleza puede demorar entre 3000 y 12000 años en producir 30 cm de espesor de la capa superior del suelo). La única manera de disminuir este proceso en forma masiva es manejando la cobertura vegetal, a efectos de amortiguar la fuerza erosiva de la lluvia. También es necesario la nivelación de los terrenos a cultivar para favorecer la infiltración y disminuir el escurrimiento. El manejo ecológico de las cuencas, regulando los caudales desde las partes altas, posibilita la “cosecha” de aguas y tierras. 2. Drenaje y salinidad: E. SALATINO (1996) resume claramente los problemas de salinidad y drenaje en las tierras secas. Según esta autora, las aguas cargadas de sales se acumulan en depresiones, tanto subterráneas como superficiales, formando mantos freáticos salinos o charcas y lagunas. Una vez en reposo, la mineralización progresiva de las mismas depende de los factores climáticos o hidrogeológicos de la zona: la lluvia lava las sales, pudiendo llegar a eliminarlas; la evaporación y transpiración, en cambio, consumen grandes cantidades de agua sin afectar las sales, lo que eleva la concentración salina de las aguas. En zonas áridas y semiáridas, donde la evapotranspiración es mayor que la precipitación, las aguas freáticas tienden a mineralizarse progresivamente. Cuando la napa freática está cerca de la superficie del suelo -menos de 3 metros- éste puede salinizarse como consecuencia del aporte capilar del agua subterránea. Estas sales permanecen en la solución del suelo, salinizándolo a su vez y dificultando el desarrollo de los cultivos. A menudo se presenta esta situación en la parte más baja de la mayoría de los valles agrícolas, en áreas sometidas a riegos intensivos por gravedad con bajas eficiencias de aplicación y con drenaje restringido o nulo. Entre los numerosos factores que favorecen la salinización de los suelos, en las zonas

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áridas y semiáridas se destaca el mal manejo del recurso hídrico. Toda producción agrícola en condiciones económicas necesita de un ambiente edáfico adecuado en la zona de explotación radicular, el que depende de diversos factores, entre ellos el régimen hídrico, su aireación, nivel de salinidad, etc. En la naturaleza, el régimen de reposición de agua al suelo no siempre se ajusta a las reales necesidades de los cultivos, debiéndose recurrir en zonas áridas y semiáridas a la regulación de la temperatura del suelo (riego), o eliminación de los excesos (drenaje). En zonas áridas y semiáridas, en condiciones naturales, excepcionalmente se presentan problemas de drenaje ya que, como se ha dicho, la precipitación es menor que la evapotranspiración. Cuando dicha zona se pone bajo riego, varía el régimen de humedad edáfica debido a que los volúmenes aportados al área radicular son generalmente mayores que los consumidos por las plantas. Es sabido que las zonas racionalmente desarrolladas bajo riego rara vez alcanzan eficiencias globales superiores al 60%. Esto indica que en el mejor de los casos el 40% del agua de riego no es utilizada por las plantas. Esta pérdida escurre subsuperficialmente y en los lugares con estratos transmisores impermeables causan problemas de elevación del nivel freático y por medio del ascenso capilar el agua puede llegar a la zona radicular o a la superficie donde se evapora depositando las sales que lleva disueltas. La acumulación de sales en el perfil del suelo reduce la productividad de grandes áreas de cultivo en todo el mundo y como consecuencia de ello se disminuye el valor de la tierra. Cuando la acumulación de sales es tan alta que sobrepasa los límites de foliación de los cultivos, estas áreas terminan siendo abandonadas por su baja o nula producción. No debe dejarse de lado en esta evaluación la salinización producida por el uso de aguas subterráneas contaminadas. 3. Contaminación de las aguas: las actividades productivas y los asentamientos urbanos producen efluentes que deterioran la calidad de recursos hídricos superficiales y subterráneos. Este es un problema cada vez más extendido en América Latina. Algunas actividades como la minería requieren el uso de reactivos químicos y producen relaves que llegan a los cursos de agua. La actividad petrolera puede provocar contaminaciones masivas de los acuíferos subterráneos. La industria evacua residuos orgánicos y deshechos que llegan al mar sin tratamiento previo, lo mismo sucede con las excretas de las ciudades. El manejo del agua se constituye pues en un aspecto fundamental de la lucha contra la desertificación, que empieza con el conocimiento del recurso que compone la oferta, su regulación y la demanda. Un aspecto fundamental a tener en cuenta en la disponibilidad de agua en las tierras secas, es el re-uso. En muchos casos, el tratamiento y reutilización de las aguas servidas puede significar un considerable aporte que se suma a la oferta generalmente escasa- de las regiones áridas y semiáridas. Es necesario trabajar este aspecto en un marco general de planificación y ordenamiento ambiental, considerando el recurso hídrico como uno más aunque estratégico- dentro de un sistema ambiental caracterizado por la oferta, la demanda y la accesibilidad. La Convención Internacional de lucha contra la desertificación y la sequía (UNCCD) Uno de los logros de la Conferencia de Río en 1992, fue la adopción de un Capítulo Especial en el Programa 21 sobre la lucha contra la desertificación y la sequía. En dicho capítulo se recomendaba que se continuaran haciendo esfuerzos políticos para negociar una Convención Intergubernamental sobre la Desertificación. Este acuerdo -la Convención de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (UN CCD)- junto con cuatro Anexos sobre Ejecución Regional y un Proyecto de Resolución para Acción Urgente en África, fue acordado en París el 17 de Junio de 1994, conmemorado desde entonces como el “Día Internacional de la Desertificación”. Desde la UN CCD se hizo un llamado a los gobiernos de los países en tierras secas para formar Comités Consultivos Nacionales a fin de establecer nuevas alianzas y el compromiso de implementar la Convención. Desde que entró en vigor en 1996- la CCD ha sido ratificada por 175

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países. La UN CCD involucra un gran esfuerzo internacional que propicia la implementación de Planes Nacionales de Lucha contra la Desertificación (PAN), con propuestas de actividades que formen parte de un aprovechamiento integrado de la tierra de las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas para el desarrollo sustentable. Estas actividades tienen por objeto: • La prevención o reducción de la degradación de las tierras. • La rehabilitación de las tierras parcialmente degradadas. • La recuperación de tierras desertificadas. La UN CCD presenta un nuevo camino en la planificación de las medidas de acción, basado en la aplicación de conceptos como ecodesarrollo, desarrollo sustentable, planificación integrada y participativa, asociación (construcción de alianzas “partnership”) para resolver los problemas, cooperación horizontal entre los países y regiones, participación de las comunidades locales (enfoque "abajo-arriba", no basado en ideas "de afuera" para poner en práctica lo que la gente necesita para mantenerse a si misma), sensibilización de género, lucha contra la exclusión y fortalecimiento de los sectores marginales como las mujeres, los jóvenes y las comunidades indígenas. En definitiva, la puesta en práctica de los principios de la Agenda 21, que propone una visión holística y más pacifista del desarrollo, la equidad y el equilibrio territorial y social. Estos principios necesitan ser aplicados bajo condiciones democráticas de estabilidad política, avanzando en la definición de un orden político-económico mundial más equitativo, sustentable, solidario y pacifista. Coloca la responsabilidad claramente en los Gobiernos, destacando la necesidad de reforzar la capacidad de las autoridades locales y de descentralizar las estructuras gubernamentales, de asegurar la participación y de fortalecer las instituciones. Estos principios implican un gran reto, sobre todo para los países de América Latina, y para ponerlos en práctica se requerirá del desarrollo de mejores técnicas para escuchar a la población y oír lo que en realidad son sus auténticas necesidades e intereses, encarando algunos problemas sumamente difíciles y delicados, como por ejemplo la tenencia de las tierras. Con esta Convención se reconoce que los enfoques del pasado han tenido poco éxito porque pasaban por alto a la gente: los millones de habitantes que se enfrentan con el problema todos los días y que son la mejor esperanza para encontrarle solución. En este sentido, la Convención insta al desarrollo de fuentes de subsistencia alternativas en las regiones afectadas a fin de ofrecer más oportunidades y medios a los habitantes locales para alcanzar el desarrollo económico y social sin aumentar la demanda excesiva sobre los frágiles recursos de la naturaleza. Para llevar este enfoque a la práctica reconoce que es imprescindible lograr una mayor equidad social educando y proveyendo de servicios a las poblaciones rurales, educando y capacitando a la población, sensibilizando a los tomadores de decisión, fortaleciendo el papel de la mujer, los jóvenes y los ancianos, recuperando los conocimientos y tecnologías tradicionales y sobre todo mejorando las relaciones urbano-rurales para mitigar los desequilibrios territoriales. El mensaje de la UN CCD y el trabajo de estos últimos años reconocido en Johannesburgo, durante la “Río 2002”- ha permitido convencer a la comunidad internacional acerca de que la magnitud del problema de la desertificación es comparable, a escala planetaria, con los problemas que plantea la destrucción de la capa de ozono, el calentamiento del planeta y la pérdida de la diversidad biológica, y exige el mismo grado de compromiso de la comunidad de donantes que el que ya tienen para enfrentar estos problemas. Desde la perspectiva de la política del desarrollo, la UN CCD es un instrumento nuevo, ya que en ella se acordaron por primera vez -y con efecto vinculante desde el punto de vista del derecho internacional- principios fundamentales de la cooperación para el desarrollo, participación y descentralización, dándose a los Estados la posibilidad de reclamar a otros Estados el respeto de

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estos principios. De igual modo los habitantes de un país pueden exigir a su gobierno la observación de estos principios. Los países signatarios preconizan además de una amplia participación de sus ciudadanos en la planificación, ejecución y evaluación de medidas de lucha contra la desertificación una cooperación igualitaria entre todos los niveles del Estado y entre los actores gubernamentales y no gubernamentales. Por primera vez, la UN CCD estipula de manera vinculante el derecho de participación de la sociedad civil de las tierras secas en la toma de decisiones sobre la explotación de los escasos recursos hídricos y de tierras. A fin de intensificar la cooperación interestatal, la CCD prevé que los países signatarios elaboren a nivel regional y subregional programas comunes de acción para el manejo de sus recursos naturales. El primer paso es la formulación de los Programas Nacionales de Lucha contra la Desertificación (PAN), para acceder a Programas Subregionales (PAS) y Regionales (PAR), que involucran grupos de países para la macroplanificación. En América Latina hay países que ya cuentan con esta herramienta y otros están en proceso de formulación. La desertificación en América Latina En las tierras secas de América del Sur, según datos de PNUMA (1991), el problema de la desertificación alcanza cifras alarmantes: del total de 420,67 millones de ha de las tierras utilizadas para fines agrícolas, 305,81 m. ha están degradadas, lo que representa un porcentaje del 72,7%. Entre éstas, las tierras cubiertas por pastizales, dedicadas a la producción animal (390,90 m. ha) son las que tienen mayor superficie afectada: 297,75 m. ha., o sea un 76% del total. Le siguen las tierras de cultivo de secano (21,35 m. ha) de las cuales 6,64 m. ha están degradadas (31%). Finalmente, de las 8,42 m. de ha de las tierras de regadío, 1,42 m. de ha están degradadas (17%). Es evidente que revertir esta situación será no solamente muy difícil sino sobre todo muy costoso. Las principales medidas preventivas, correctivas o de rehabilitación tienen un alto costo por ha. Siempre de acuerdo con los datos aportados por los expertos del PNUMA -que aunque de 1991, no han perdido vigencia- se puede calcular (Fig. 3) los costos indicativos de las medidas de lucha contra la desertificación en las tierras agrícolas (regadío, cultivos de secano, y pastizales dedicados a la ganadería) de las zonas secas de América del Sur (PNUMA; 1991, p.91-94). Los gobiernos de América del Norte han invertido billones de dólares para minimizar las pérdidas de tierras productivas. Baste recordar los efectos de la llamada "carrera por la fiebre del oro" en las primeras décadas del siglo en las tierras de los estados del oeste de Estados Unidos y compararlos con la situación actual. Hace más de 70 años, con la administración Roosevelt, comenzó la política de conservación de suelos. En los últimos 60 años, EEUU ha gastado un billón de dólares por año en el Servicio de Conservación de Suelos (actual Servicio de Conservación de Recursos Naturales). Ante estas cifras y ante esta decidida voluntad política, ¿Cómo puede esperarse que las naciones más pobres de América Latina, agobiadas por el endeudamiento y la crisis se sustenten sin inversiones similares? ¿Cómo pueden responder a las crecientes presiones de la declinación socioeconómica, la pobreza y la migración y al mismo tiempo mantener la estabilidad? Estas fueron las preguntas que se formularon los países latinoamericanos que participan en la UN CCD, organizados en el GRULAC (Grupo de Países de América Latina y El Caribe). La única respuesta posible es dedicar más atención a las necesidades de los habitantes de las tierras secas, para asegurar que reciban el apoyo necesario para mantener medios de vida sostenibles en sus tierras, invirtiendo no sólo en la tierra sino en la gente. La única manera es revertir el círculo vicioso de pobreza y degradación, con una decidida acción política desde cada uno de los países afectados y por otra parte, lograr el trabajo conjunto de grupos de países enfocados a ejecutar acciones en común. La desertificación en la Argentina

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El 75% del territorio de la República Argentina se extiende bajo condiciones áridas y semiáridas (Fig. 4). Según los datos del PAN (2002), de los 270 m. de ha que componen el territorio nacional, 60 millones están afectadas por distintos procesos y grados de desertificación. En este territorio, la desertificación avanza a razón de 650.000 ha por año, evidenciada a través de distintos procesos y grados de erosión. La magnitud de las pérdidas económicas y sociales se evidencian si consideramos que las tierras secas de Argentina producen el 50 % de la producción agrícola y el 47 % de la ganadera. Allí viven alrededor de 9 millones de personas (el 30 % del total nacional) que ven disminuir su calidad de vida y sus posibilidades de progreso día tras día. Las regiones áridas y semiáridas disponen sólo del 12 % de los recursos hídricos superficiales del país (2.600 m 3/seg.). Las más importantes actividades productivas se desarrollan en los oasis de riego, que en total suman alrededor de 1,5 m. de ha. El 40% de esta superficie presenta problemas de desertificación provocados por la salinización y el revenimiento. En los últimos 75 años ha disminuido el 66 % de la superficie forestal natural, por la sobreexplotación para la producción de madera, leña o carbón, el sobrepastoreo y la expansión de la frontera agropecuaria. De 106 m. de ha de bosque nativo que existían en 1914, en 1996 quedan solamente 36 m. de ha, lo que significa sólo el 33% del potencial original. Se calcula una tasa de deforestación del bosque nativo de alrededor de 850.000 ha/año. De continuar a este ritmo, perderemos este valioso recurso en el año 2036. En cuanto a la biodiversidad, el 40 % de las especies vegetales y animales de las regiones marginales se encuentra en peligro de desaparición. También las actividades mineras e industriales especialmente la exploración y explotación petroleras.

producen

desertificación,

En realidad, la erosión que más preocupa no es la del suelo, sino la “erosión humana” que producen los procesos de desertificación. Los pobladores de las zonas áridas enfrentan problemas muy serios de tenencia de la tierra, litigios de títulos, ausentismo, minifundio y latifundio, lo que unido al bajo valor de la producción primaria y a las dificultades de comercialización, generan pobreza y migración. Muchos de los estados provinciales presentan ingresos per capita promedio inferiores a la media nacional, y los porcentajes de hogares con necesidades básicas insatisfechas duplican la media nacional. Problemas graves como el ausentismo, bajo valor de la producción primaria, dificultades en la comercialización y escasas alternativas productivas, presionan sobre los procesos de desertificación, originando problemas de marginalidad y exclusión en la periferia de las grandes ciudades. El 83 % de la población argentina es urbana. Sorprende verificar que uno de los mayores problemas de desertificación de Argentina es el. generado por el crecimiento desordenado y anárquico de las zonas urbanas sobre tierras frágiles. La desertificación de áreas periurbanas tiene su origen en la presión social de grupos marginados y migrantes de las áreas rurales. El Programa De Acción Nacional De Lucha Contra La Desertificación (PAN) Argentina adhiere a la UN CCD por Ley 24.701 del '96. En 1995, se inicia el proceso de formulación del PAN, coordinado por la SRNyDS, Punto Focal Nacional de la UN CCD, con apoyo de FAO, PNUMA y PNUD. Se coordinó una discusión amplia para construir alianzas con todas las instituciones públicas nacionales y provinciales, ONGs, asociaciones de productores y de otros sectores -sobre todo educativos- relacionadas con el problema de la desertificación. Se dividió el país en tres regiones: Patagonia, Centro-oeste y Noroeste. Por cada región se seleccionó “facilitadores”, que

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tuvieron la tarea de realizar una amplia convocatoria a todos los sectores, sobre todo políticos y productivos. Se trabajó sobre la base de talleres, donde se discutieron diagnósticos y se formularon propuestas y se compatibilizaron los resultados regionales para elaborar el PAN. Se realizaron, a lo largo de un año, más de 36 reuniones en todo el país, que convocaron a asociados en todos los niveles, con la participación de más de 2230 personas. El resultado es una propuesta de planificación flexible, generada del proceso de consulta y participación, con la intervención de los niveles apropiados de gobierno, las poblaciones y comunidades locales, los organismos de ciencia y técnica, las ONGs y los tomadores de decisión. Las grandes áreas del PAN incluyen: la identificación y el diagnóstico de los problemas más relevantes, las acciones que se están desarrollando, proposiciones de acciones y proyectos, y los mecanismos y fuentes de financiamiento nacionales e internacionales que deben activarse para ponerlo en práctica. El caso de Mendoza La provincia de Mendoza es un buen ejemplo de formulación y aplicación del PAN. Situada al pie de la Cordillera de los Andes se extiende en el centro-oeste argentino, entre los 32º y 37º 35´ de latitud sur y los 66º 30´ y 70º 35´ de long. oeste, con una superficie de 150.839 km2 y una población de 1.508.138 habitantes al año 1995, distribuida en 18 departamentos. Todo su límite occidental coincide con el macizo andino -divisoria de aguas internacional- lo que la identifica como provincia de frontera. Localizada en la zona templada, es una provincia mediterránea, de clima árido a semiárido, con un promedio de precipitaciones de alrededor de 250 mm. Las condiciones morfoclimáticas definen tres grandes regiones naturales: • las montañas andinas, en el oeste • la Payunia o patagonia extra-andina, ambiente de mesetas y volcanes en el sur • las planicies, en el centro y este, conformadas por los piedemontes y llanuras Las dos primeras, bajo la acción del anticiclón del Pacífico, coinciden con las provincias fitogeográficas andina y patagónica respectivamente. Las planicies centrales y orientales están condicionadas climáticamente por la influencia del anticiclón del Atlántico y, desde el punto de vista fitogeográfico, corresponden a la provincia del monte (ROIG, F., 1982). La cota de 1.000 m s.m. parte el territorio en dos mitades en sentido meridiano: montañas y piedemontes al O y planicies por el E. Los principales ríos alóctonos con caudal permanente han formado, sobre las planicies, los grandes conos aluviales que posibilitan el desarrollo de los "oasis" irrigados. Las tierras más fértiles fueron depositadas por los aparatos fluviales, en un modelo mesopotámico. La distribución de la población, de los principales centros urbanos y de las actividades productivas muestra un agudo proceso de concentración en estos "oasis" irrigados, dejando casi deshabitado el resto del árido territorio. Este desequilibrio territorial constituye la base de casi todos los problemas ambientales en Mendoza, manifestados en la concentración económica y demográfica. Los oasis, a pesar de su limitada extensión territorial (representan entre el 2,5 y el 4 % de la superficie total provincial), constituyen el soporte de casi el 95% de la población, con densidades máximas en las zonas urbanas de alrededor de 300 habitantes por km2. En los oasis la actividad productiva se afirma en el riego sistematizado, y el agua subterránea. La industrialización concierne sobre todo a los productos que proporcionan los cultivos de vid, frutas y hortalizas. Sobre un territorio de alta fragilidad, la competencia por el uso del agua surge como uno de los principales conflictos ambientales en la interacción oasis-secano: las áreas deprimidas del desierto ya no reciben aportes hídricos superficiales, pues los caudales de los

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ríos se utilizan íntegramente para el riego de la zona cultivada y el consumo de los asentamientos urbanos. En el secano, caracterizado por una gran escasez de población, ineficiencias de la red vial y por su dependencia en materia de equipamiento con respecto a centros urbanos muy alejados, predomina la ganadería extensiva (cría de ganado mayor y menor). Esta actividad tiene muy baja incidencia en la economía global de la provincia. Otras actividades significativas en el secano son la minería (metalíferos, no metalíferos, rocas de aplicación y petróleo) con diferentes efectos ambientales según los casos. A esto debe agregarse manifestaciones muy puntuales de un turismo aún no bien estructurado aunque con efectos ya perceptibles en las áreas montañosas y en algunas áreas protegidas. La desertificación en la provincia Todos los ecosistemas de la provincia están afectados por procesos de desertificación (Fig. 5), con estados desde moderados a muy altos y tendencia creciente. (ROIG et al. (1992). La desertificación es la resultante de las demandas de una presión humana sostenida sobre la oferta de un territorio con alta fragilidad. Para llegar a estos resultados, ROIG et al. (1992) estudiaron la fragilidad de cada ecosistema en relación con la desertificación y los indicadores de presión humana, para obtener el estado de desertificación de la provincia. El método utilizado (ROIG et al., 1983, ABRAHAM, 1987 y 1994); KHARIM y ABRAHAM, 1993). se basa en una concepción interdisciplinaria, estructurada en tres etapas: I: INVENTARIO DE LOS RECURSOS

II: EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO

III: PLANIFICACIÓN Y GESTIÓN

0btención de la información básica del soporte físico y biológico (potencial abiótico y utilización biológica) y del sistema socio-económico (utilización antrópica). Se basa en la realización de mapas y estudios temáticos, utilizando sensores remotos y la obtención directa de información en el terreno. El control de campo y el monitoreo de los procesos se hace en función de los sitios críticos y representativos seleccionados. La información se organiza en SIG.

Se refiere a la obtención y evaluación de indicadores de desertificación. Se integra la información en matrices, mapas y estudios sintéticos. A través de los indicadores obtenidos de los mapas temáticos y de la medición directa en el terreno, se mide y se evalúa el grado de fragilidad ambiental y la presión humana para obtener finalmente el peligro de desertificación de cada ecosistema. Los estudios comparativos entre el estado actual del ecosistema y el "inicial" (estado del ecosistema base) permiten comprender los procesos desencadenantes de la desertificación y su evolución. Se puede realizar así la "historia ambiental" de la región (Abraham y Prieto, 1984 ,1991; Abraham, 1994) para relacionar los cambios ambientales con las respuestas adaptativas de los grupos humanos. Esto facilita la identificación de las alternativas de recuperación y desarrollo del área, objetivo de la tercera etapa

Aporta a la formulación de propuestas de actuación para la planificación regional, a través de la planteo de alternativas de desarrollo sustentable. En la etapa anterior se obtiene el diagnóstico de la problemática y las potencialidades del área. Esta situación se confronta con los objetivos y políticas de manejo y las necesidades y demandas de la población local. Atendiendo a la fragilidad y el peligro de desertificación del área se realiza la zonificación para los usos posibles y las restricciones. Esto genera un programa básico de uso, con una normativa específica para cada zona (programa de uso y gestión). La ejecución del programa permite el monitoreo del proceso, con la identificación del grado de recuperación y los impactos que generan los usos permitidos. Permite además identificar los impactos de aplicación del programa y reformular objetivos y campos de actuación

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En relación con la fragilidad, se evaluaron factores y procesos relacionados con indicadores de salinidad-alcalinidad de suelos; erosión hídrica y eólica; textura y espesor del suelo; cobertura y estratificación de la vegetación; índice de aridez; velocidad del viento; congelamiento del suelo. Los altos Andes áridos (4000 a 6960 m), así como los oasis no fueron sido incluidos en el análisis. En el primer caso porque el agua no se encuentra disponible por congelamiento y en el segundo por el alto grado de artificialización. El análisis de los trabajos realizados muestra que la fragilidad a la desertificación en nuestra provincia es alta y muy alta en prácticamente todos sus ecosistemas, destacándose por sus valores críticos las montañas, las planicies aluviales del NE y la depresión de Llancanello. En el ecosistema andino el factor que determina la fragilidad es básicamente la acentuación del relieve, el congelamiento de los suelos y la escasa cobertura de vegetación. En las planicies está dada principalmente por el déficit hídrico y los intensos procesos de salinización y alcalinización. También muestran alto grado de fragilidad los piedemontes, cerrilladas y relieve volcánico de la Patagonia extrandina (Payunia), en donde los indicadores principales son la erosión hídrica en los dos primeros casos y una combinación de erosión hídrica con salinización, congelamiento del suelo y escasa cobertura de vegetación en la Payunia. Las zonas de fragilidad moderada: las planicies del centro-este, son aquellas en las que el relieve no presenta grandes desniveles, el material superficial es homogéneo, la humedad es mas elevada y los médanos aparecen fijos o semifijos por la vegetación. La fragilidad de los distintos ecosistemas de Mendoza determina las potencialidades y limitaciones que el medio natural ofrece para el desarrollo de las actividades humanas. Sobre la oferta natural anteriormente detallada, la identificación de los factores derivados de la presión humana posibilita la determinación del peligro de desertificación. La presión humana es la identificación y valoración de las demandas de recursos naturales y espacios de ocupación que los grupos sociales ejercen sobre un territorio. Para el caso de Mendoza se consideró como indicadores de presión humana para evaluar la desertificación en cada ecosistema: densidad de población, presión ganadera, uso de madera y leña e índice de pobreza. Los resultados obtenidos muestran que los ecosistemas que presentan mayor presión humana, como es el caso de las llanuras del centro-este, son áreas que si bien no registran alta densidad de población ofertan y han ofertado a lo largo del tiempo recursos como los bosques de algarrobo (Prosopis spp.) y buenos pastizales que las han hecho muy atractivas para su explotación , sin considerar su sustentabilidad. Los problemas de tenencia de la tierra, el aislamiento y la marginación de los habitantes del desierto han generado fuertes movimientos de éxodo y migración rural. Esto conlleva por una parte el abandono de tierras productivas y de valores tradicionales y por otra el incremento de los procesos de suburbanización en la periferia urbana, con asentamientos que presionan sobre áreas frágiles y el crecimiento de sectores sociales marginales, aumento de la inseguridad, y los delitos relacionados con la exclusión social. La sumatoria de los indicadores de fragilidad y de presión humana permitió obtener el mapa de peligro de desertificación por ecosistemas (Fig. 5), que demuestra que todos los ecosistemas de la provincia presentan riesgos de desertificación desde moderado a muy alto. Este mapa puede considerarse una síntesis, aproximada a como se da en el mundo real, de la relación entre los principales procesos del soporte físico-biológico, y los desencadenados por la presión humana sobre los recursos. Así se aprecia que coexisten en Mendoza áreas bajo riego, con problemas de salinización y revenimiento freático (oasis de cultivo), con extensas llanuras fluvioeólicas, sujetas a sobrepastoreo y deforestación y las altas montañas andinas con sus piedemontes y serranías antepuestas, donde las fuertes pendientes y los procesos criogénicos facilitan la erosión provocada por el pastoreo de veranada y la creciente destrucción de las vegas o mallines (humedales) de altura. En este ámbito, dominan las estepas arbustivas que ofrecen poca protección al suelo. En los piedemontes se sufre el efecto de los aluviones, grandes avenidas de agua y lodo que destruyen todo a su paso. En las bajadas y llanuras hay importantes procesos de agradación de materiales, originándose inundaciones y cambios de cursos de ríos. El pastoreo no controlado y la deforestación ha llevado a estos ambientes a etapas severas de desertificación. La reforestación con freatófitas, el uso de riego por perforación, la racionalización ganadera vacuna y caprina abren la posibilidad de transformar estas extensas áreas. En esta región se destacan por

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su importancia los procesos de desertificación que afectan la cantidad y calidad de los recursos hídricos superficiales y subterráneos, los relacionados con la urbanización no planificada y la explotación minera y especialmente la petrolera. Un ejemplo demostrativo del proceso de desertificación lo constituye la casi desaparición de los bosques de las llanuras orientales de nuestra provincia. Estudios de historia ambiental muestran la degradación del bosque de algarrobos en la llanura, el que fue talado y utilizado para la conformación del oasis vitivinícola. Se ha estimado que en un período de 35 años, entre 1901 y 1935, época de expansión del trazado ferroviario, la cantidad total de productos forestales extraídos fue de 992.748 Tm, lo que significó 198.550 ha deforestadas (ABRAHAM, E. y M. PRIETO (1994). Parte de la madera entonces extraída de los bosques de la llanura se encuentra hoy en los oasis como postes y rodrigones de los viñedos. Este tipo de estudios son importantes al momento de definir políticas de desarrollo de los espacios áridos. Cuando se formulan políticas sólo para los oasis, se está decidiendo, por omisión, sobre los espacios periféricos. Se trata entonces de aceptar el reto de una planificación con criterio sistémico que articule la relación oasis-secano en un proceso de complementación y no de competencia. La lucha contra la desertificación en la provincia Mendoza cuenta con gran cantidad de estudios en relación con la desertificación. Desde programas de investigación básica generados por el IADIZA - CONICET, hasta el desarrollo de experiencias de desarrollo sustentable del árido y del semiárido. Estos antecedentes han permitido estructurar la lucha contra la desertificación en el territorio. Por otra parte, la provincia ha desarrollado -especialmente en los últimos años- una estructura institucional y un marco normativo vinculado a la investigación, a la administración y a la gestión ambiental que brinda las bases para prevenir, controlar y revertir los procesos que atentan contra el mantenimiento de la calidad ambiental. El trabajo conjunto de una suma de expertos, científicos, agentes gubernamentales y responsables políticos constituye un aporte para la consolidación de este proceso. Mendoza participó activamente en el diseño e implementación del PAN. Durante 1996 se realizaron numerosas jornadas preparatorias con los pobladores del desierto, de sensibilización para alumnos y docentes, talleres regionales para científicos y tomadores de decisión y un taller nacional de “Desertificación en oasis”. El Gobierno provincial colaboró y participó activamente. En total se realizaron 15 talleres con la participación de 1.446 personas, representantes de prácticamente todos los actores sociales relacionados con el problema de la desertificación. El resultado de este trabajo fue la definición de políticas de lucha contra la desertificación que se incorporaron como políticas de estado a la acción de los organismos gubernamentales provinciales y la concientización de la sociedad civil para combatir la desertificación. Muchos de los conceptos contenidos en esta presentación son producto de este trabajo colectivo. Desde este marco de planificación, Mendoza contempla de manera integral las acciones de prevención y lucha contra la desertificación en su gestión ambiental. Causas y consecuencias de la desertificación en Mendoza RIESGOS NATURALES

CAUSAS

CONSECUENCIAS

Sequía, Sísmico, Aluvionales, Volcánicos

Falta de una propuesta integral de desarrollo sustentable

Desequilibrio territorial y falta de equidad social

!Debilidad de políticas de desarrollo del árido. !Deficientes políticas de relación complementación oasis/secano !Problemas en la tenencia de la tierra en el secano !Degradación de recursos naturales

!Fuertes procesos de concentración en los “oasis”. !Pobreza, éxodo y migración rural y suburbana !Abandono de las tierras productivas !Pérdida de biodiversidad !Crecimiento urbano acelerado y no controlado sobre áreas frágiles.

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!Deforestación y sobrepastoreo !Inadecuadas prácticas de cultivo !Crecimiento urbano sobre áreas frágiles !Migración y abandono de tierras !Deficiente utilización y gestión de los recursos hídricos superficiales y subterráneos !A c t i v i d a d e s e x t r a c t i v a s (Minería/Petróleo) !Incendios en ecosistemas de montaña, piedemonte y llanura.

!Pérdida de áreas agrícolas de alto valor económico !Competencia por el uso del suelo !Efecto “aguas claras” !Déficit en la gestión de recursos hídricos !Contaminación hídrica superficial y subterránea !Contaminación atmosférica !Déficit en la gestión de residuos sólidos, urbanos y de espacios verdes

Políticas y acciones en la lucha contra la desertificación en la provincia de Mendoza LUCHA CONTRA LA DESERTIFICACIÓN EN MENDOZA ACCIONES POLÍTICAS Mitigación de los desequilibrios territoriales y sociales: esfuerzos para la organización de un espacio y una sociedad más equitativos, mitigando los efectos de la concentración y la debilidad de acciones de desarrollo sustentable del árido !Desarrollo sustentable !Descentralización / fortalecimiento gobiernos locales !Integración territorial (infraestructura social en el secano) !Conocimiento para la toma de decisiones !Capacitación / fortalecimiento de los cuerpos técnicos !Reconversión tecnológica (tecnologías limpias, alternativas, competitivas)

OBJETIVOS

PROGRAMAS

PROYECTOS

MITIGAR EL DESEQUILIBRIO TERRITORIAL

Planificación y ordenamiento ambiental

. Propuesta de Ley de usos del suelo . Fortalecimiento de centros intermedios . Protección de áreas agrícolas . . Planificación y ordenamiento del piedemonte al oeste del Gran Mendoza . . Planificación y ordenamiento del Valle de Uspallata . EIA y ordenamiento territorial del área de influencia de las grandes obras públicas . . Articulación de los nodos multimodales (Palmira-Zona Franca-Uspallata-Alvear y Malargüe) para un desarrollo equilibrado

AVANZAR HACIA LA EQUIDAD ECONÓMICA Y SOCIAL

. Plan hídrico provincial / Creación de nuevos oasis productivos

. Embalse de Aprovechamiento Múltiple Potrerillos . Canal Marginal del Atuel . Trasvase del Grande al Atuel . Ley Provincial de Arraigo, para regularizar la tenencia de la tierra de los pobladores del desierto . Producción sustentable de ganado bovino en pasturas naturales de zonas áridas y semiáridas . Factibilidad económica de cultivos de arbustos forrajeros tolerantes a la sequía (Opuntia, Agave, Atriplex) . Forestación y reforestación con especies nativas,

. Programas "Arraigo" y "Colonización" . Capacitación y propuestas de desarrollo sustentable para los habitantes del desierto . Plan vial y de transporte.

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ACCIONES POLÍTICAS

OBJETIVOS

!Herramientas económicas de estímulos y desaliento !Fiscalización y control !Sensibilización de la comunidad / DISMINUIR LA participación PÉRDIDA DE LA !Educación y formación BIODIVERSIDAD ambiental !Ciencia y tecnología al servicio del desarrollo provincial !Financiamiento !Evaluación / monitoreo y control

FORTALECER MONITOREO, FISCALIZACIÓN Y CONTROL

PROGRAMAS

PROYECTOS especialmente del género Prosopis (algarrobo) . Expansión de la red caminera para la integración del secano provincial: ruta ganadera, corredores productivos interoasis

·Sistema Provincial de . Planificación y gestión de 14 Áreas Protegidas áreas protegidas . Cuerpo de guardaparques provincial ·Reintroducción de fauna silvestre . Cría en cautiverio y liberación controlada de ñandúes, cóndores y llamas . Estrategias de . Estación piscícola “El recuperación de Manzano” humedales . Llancanelo y Guanacache . Explotación sustentable de especies nativas de .Algarrobo (Prosopis), junquillo flora y fauna (Sporobolus), Ñandú (Rhea americana, Pterocnemia . Banco de semillas pennata) del suelo y selección de ecotipos de forrajeras para el . Banco de germoplasma mejoramiento de ecosistemas .Guanaco (Lama guanicoe) y desertificados zorro gris (Pseudalopex griseus) . Evaluación del .Sistema de alerta temprana estado, tendencia y .Conformación y capacitación de diseño de manejo de brigadas recursos faunísticos . Consejos asesores claves - Varios proyectos específicos . Plan Provincial de Manejo del Fuego . Ampliación de espacios verdes . Promoción y desarrollo del patrimonio forestal . Preservación del arbolado público . De la actividad minera y petrolera . De caza, pesca y desmonte . Tratamiento de residuos sólidos y líquidos

. Programa de autogestión de Empresas Petroleras para prevenir y mitigar los efectos de las actividades petroleras en relación con la desertificación . Cuerpo de inspectores provinciales y ad-honorem . Saneamiento Integral del Colector Pescara (Proyecto de ferti-irrigación, control de efluentes de la actividad industrial y calidad del agua para riego en el oasis)

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ACCIONES POLÍTICAS

OBJETIVOS

PROGRAMAS

PROYECTOS . Plan Prov. de Residuos Sólidos Urbanos . Apoyo a los municipios para la erradicación de basurales clandestinos

PROMOVER CAPACITACIÓN

. Actividades de sensibilización en la lucha contra la desertificación

. Fortalecimiento de ONGs . Plan Provincial de Educación Ambiental. Capítulo desert. . Cursos de posgrado . Programa de identificación y evaluación de indicadores de la desertificación

IMPULSAR COOPERACIÓN

. Aportes al Programa de Acción Nacional de Lucha Contra la Desertificación

. Varias acciones a nivel nacional e internacional . Programa de Ordenamiento ambiental y lucha contra la desertificación

. PROALDE . Aportes al SIG provincial . Sistema de Información Ambiental Provincial

Entre las acciones reseñadas en el cuadro merecen destacarse los esfuerzos realizados a través de los Programas Arraigo y Colonización en relación con el grave problema de la tenencia de la tierra en zonas rurales. En el marco de la Ley Provincial de Arraigo, se mensuran las tierras fiscales y se expropian las privadas con el objeto de regularizar la tenencia de los pobladores del desierto. Otros Programas estratégicos son los relacionados con la planificación y el ordenamiento ambiental de áreas críticas, como el piedemonte al O del Gran Mendoza, o el Valle de Uspallata, así como de los grandes corredores bioceánicos y la expansión de la red caminera para la integración del territorio provincial (ruta ganadera, corredores productivos interoasis) o la Evaluación del Impacto Ambiental y ordenamiento territorial del área de influencia de las grandes obras públicas. Complementan estas acciones la planificación y gestión de áreas protegidas y los programas de reintroducción de especies de la flora y fauna silvestre. El Programa de Saneamiento Integral del Colector Pescara tiene como objetivo el control de efluentes de la actividad industrial y la calidad del agua para riego en el oasis. El Plan Provincial de Residuos Sólidos busca ordenar y colaborar con los Municipios en la gestión de los residuos sólidos urbanos, especialmente la erradicación de basurales clandestinos. Asimismo, se lleva adelante un Programa de autogestión de las Empresas Petroleras para prevenir y mitigar los efectos de sus actividades en la desertificación de los ecosistemas provinciales. Todas estas acciones han tenido un importante componente de difusión, capacitación y transferencia a los gobiernos locales (Municipios). En relación con los aportes en legislación, está en tratamiento en la Legislatura Provincial, la Ley de Usos del Suelo. Una herramienta fundamental para la instrumentación de estos Programas es el Sistema de Información Ambiental Provincial. Referencias ABRAHAM, E. M., 1987. Metodología para el estudio de la desertificación. (En: Roig, F. Ed. Detección y control de la desertificación, IADIZA, Mendoza, 55:63).

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ABRAHAM, E. M., 1995. "Metodología para el estudio integrado de los procesos de desertificación. Aporte para el conocimiento de sus causas y evolución”. En: Vº Curso “Desertificación y Desarrollo Sustentable en América Latina y El Caribe”. FAO, PNUMA, CPCA. Montecillo, México, 67:80. ABRAHAM, E. M. y A. RODRIGUEZ SALAS, 1998. “Política ambiental en la Provincia de Mendoza”. Aportes para el estado y la Administración gubernamental. Buenos Aires, Asociación de Administradores Gubernamentales, Serie Ambiente y Desarrollo Sustentable, 12: 23-45. CCD/PNUMA, 1995. Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación en los países afectados por sequía grave o desertificación, en particular en África. Texto con anexos. Suiza, 71p. FAO-UNEP, 1983. Provisional methodology for assessment and mapping desertification. Rome, 101p. KHARIM, N. y E. M. ABRAHAM, 1993. Comparative analysis of the dessertification assessment methodology used in the ex-URSS and Argentine. En prensa en: Problems of Desert Development. Desert Institute, Turkmenian Academy of Sciences, Ashkabad. SRNyDS, 2002. Informe Nacional “Avances del PAN”, para la Convención Internacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Inédito. PNUMA, 1991. Estado de la desertificación y aplicación del Plan de Acción de las Naciones Unidas para combatir la desertificación. Informe del Director Ejecutivo. Nairobi, UNEP, GCSS, III-3, 94p. ROIG, F. et al., 1983. Documento de base para la elaboración del Plan Nacional de Acción de Lucha contra la Desertificación. Mendoza, 78p. ROIG, F.(Ed) 1987. Detección y control de la desertificación. Mendoza, IADIZA, 364p. ROIG, F. A., GONZALEZ LOYARTE, M. M., ABRAHAM, E. M., MENDEZ, E., ROIG, V. G. y MARTINEZ CARRETERO, E. 1991. Maps of desertification Hazards of Central Western Argentina, (Mendoza Province). Study case. (En: UNEP, "World Atlas of thematic Indicators of Desertification”, E. Arnold, Londres, 69 p.). SALATINO, E. 1996. Desertificación en oasis. (En: Plan de Acción de lucha contra la desertificación en la Región Centro-Oeste de Argentina. Mendoza, IADIZA, Ed. CD). UNEP, 1990. The Assessment of Global Desertification: Status and Methodology. Nairobi, 61p.

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FIGURA 1. Mapa de la distribución de las tierras secas del mundo. (Fuente: UNEP, 1990)

FIGURA 2. Cuadro de estado de la desertificación de las tierras secas del mundo. (Fuente: UNEP, 1990) 2000

MUNDO: 6150 M ha de tierras secas 3600 M ha desertificadas

1800

AMÉRICA LATINA: 1750 M ha (total) 543 M ha de tierras secas 360 M ha desertificadas

1600

Superficie, millones de hectáreas

1400

1200

1000

800

600

400

200

África

Asia

Australia

Tierras desertificadas moderadamente o más

Europa

América del Norte

América del Sur

Tierras no desertificadas o ligeramente desert.

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FIGURA 3. Costo medio estimado de las medidas directas de lucha contra la desertificación en tierras secas de América del Sur (Fuente: UNEP 1990) Meta principal

A. Prevención de la desertificación

Grado de degradación de la tierra Pérdida de productividad % Principales Medidas preventivas, correctivas o de rehabilitación

1. Ligero a nulo

B. Medidas correctivas para mantener la productividad 2. Moderado

0 - 10

Costo por hectárea en dólares EEUU América Superficie del Sur t. ha TIERRAS Costo DE Millones $ REGADIO América Superficie del Sur t. ha CULTIVO Costo DE Millones $ SECANO América Superficie del Sur t. ha PASTIZACosto LES Millones $

C. Rehabilitación de la tierra degradada y recuperación de su uso productivo 3. Grave

4. Muy grave

10 - 25

25 - 50

50 - 100

Vigilancia de la calidad del suelo y del agua, mejoramiento de la ordenación del suelo y del agua, implantación de variedades de cultivo mejoradas y de agrotecnologías apropiadas 100 - 300

Como en 1, más construcción de drenajes adecuados

Lixiviación y drenaje intensivos, rehabilitación biológica, después como en 2

Como en 3, más otras medidas complejas de rehabilitación, incluido el tratamiento químico cuando proceda

500 - 1500

2000 - 4000

3000 – 5000

6.998

1.047

310

60

8.415

700 – 2.100

524 – 1.571

620 – 1.240

180 - 300

2.024 – 5.211

14.711

5.950

561

124

21.346

736 – 2.207

595 – 1.785

281 – 842

248 - 496

1.860 – 5.330

93.147

88.007

184.431

15.316

380.901

466 – 1.397

880 – 2.640

7.377 – 11.066

46 - 107

8.769 – 15.210

TOTAL

FIGURA 4. Mapa de la distribución de las tierras secas en Argentina. (Fuente: ROIG, F. A., GONZALEZ LOYARTE, M. M., ABRAHAM, E. M., MENDEZ, E., ROIG, V. G. y MARTINEZ CARRETERO, E. 1991)

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FIGURA 5. Mapa de desertificación en la provincia de Mendoza. (Fuente: ROIG, F. A., GONZALEZ LOYARTE, M. M., ABRAHAM, E. M., MENDEZ, E., ROIG, V. G. y MARTINEZ CARRETERO, E. 1991)

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SECA E POBREZA: SUBSÍDIOS PARA A GESTÃO DOS RECURSOS HÍDRICOS Raymundo José Garrido Secretaria de Recursos Hídricos, Ministerio de Medio Ambiente, Brasil. Palavras chaves: seca, pobreza, gestão recursos hídricos. Resumo Este trabalho é exploratório do problema formado pelo binômio da seca e pobreza na região do semiárido brasileiro. Os argumentos apresentados partem da premissa que o Brasil não pode mais conviver com os efeitos tão perversos de um e de outro. Dessa forma, o autor considera necessário que toda e qualquer iniciativa que contribua para atenuar tais efeitos seja aproveitada e avaliada em seus resultados para que, de alguma forma, possa ser colocada à disposição das instâncias formuladoras de políticas públicas, seja no campo da gestão do meio ambiente, seja no campo das políticas sociais, com o objetivo de contribuir para o processo de erradicação da pobreza no Brasil e de uma convivência salutar com os efeitos adversos das secas no semiárido. Em se tratando de uma síntese monográfica, o texto não avança em profundidade na análise de cada fenômeno ou problema enfocado, cingindo-se, antes, a uma apreciação algo superficial. Entretanto, abre “janelas” em várias direções para trabalhos derivados que serão, por certo, de extrema importância para as políticas públicas brasileiras. Key words: drought, poverty, water resources management. Abstract This paper explores the problem that results from the drought and poverty binomial of the Brazilian Semiarid Region. The arguments presented take for granted the presupposition that Brazil can no longer live along with the perverse effects of each of these. For this reason, the author considers it to be necessary that each and every initiative that contributes to the diminishing of such effects should be utilized and evaluated by its results, so that, they may be put into use by the public policy formulation stages, be it in the environment management field, be it in the social policy field with the goal of contributing to the process of poverty eradication in Brazil and beneficial living conditions along with the adverse effects of the drought in the semiarid region. Since this is a monographic synthesis, the text does not go into depth, analyzing each phenomenon or problem that is mentioned, restricting itself to an appreciation which is superficial. However, it opens “windows” in several directions for other papers which will be, for sure, extremely important for the Brazilian public policy. Introdução Há várias razões para a preocupação com o tema da seca no Brasil. A primeira delas está no tamanho da região semiárida, que alcança quase um milhão de quilômetros quadrados, abrigando uma expressiva população de pouco menos de vinte milhões de habitantes. A segunda razão se relaciona com o quadro de pobreza reinante na região, que é agravado pelo seu crescimento populacional sem a necessária criação de infraestrutura que contribua para um patamar mínimo aceitável de nível de vida de seu habitante. Uma terceira razão é o fato de, apesar da gravidade desse quadro, o Brasil, somente a partir de 1995, ter encontrado caminhos que indicam estar se promovendo uma reversão no problema da seca, o que é, d'alguma forma, alvissareiro.

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Este texto se ocupa em comentar o binômio seca e pobreza, emblema de uma paisagem negativa identificada com a porção interior do nordeste do Brasil, circunstância esta contra a qual a sociedade brasileira vem empreendendo uma luta que, apesar de centenária, ainda não foi capaz de erradicar, nem os perversos efeitos da seca nem o quadro de pobreza. O objetivo mais importante deste ensaio é o de contribuir para o entendimento das razões do problema composto da seca e da pobreza, como que sugerindo que a atuação do Estado brasileiro aqui entendido como o conjunto formado pelo povo deste País , seu governo e seu território possa dirigir a sua forma de atuação para programas conseqüentes, os quais venham a decretar anos contados para os efeitos da seca e para a pobreza nordestina. O caráter sinistro da seca Os primeiros sinais de uma estação seca é o atraso das chuvas, pois é com a chegada destas que se iniciam os trabalhos de plantio das culturas anuais, para os quais o agricultor conta com tipos de financiamento que variam segundo a sua categoria econômica e com as modalidades locais das relações de trabalho. Nos anos normais, ou seja, sem seca, as famílias mobilizam os seus braços para o trabalho em favor do qual põem suas reservas à disposição, principalmente as sementes guardadas e as pequenas economias, complementadas por empréstimos junto a bancos, ou mesmo junto a comerciantes dos quais recebem gêneros de primeira necessidade sob a forma de adiantamento. Entretanto, nos anos secos, quando as famílias têm a confirmação de que a seca chegou, ou seja quando percebem que os atrasos das primeiras chuvas não são apenas o prenúncio, mas a certeza de que o fenômeno se instalou, os demais agentes envolvidos procuram reduzir suas margens de risco e, entre as primeiras providências tomadas, estão a contração do crédito bancário e o abandono da lavoura por parte dos proprietários, médios e grandes, que passam a concentrar seus esforços naquilo o que consideram, nesse momento, o único patrimônio a preservar: o gado. Assim, os proprietários de terras despedem os agregados, partem para a compra de pastagens e conduzem o rebanho de um ponto a outro, buscando áreas menos afetadas pelo fenômeno. Os agregados e suas famílias, sem outra opção, partem em busca do que comer e de emprego, via de regra nos centros urbanos, pequenos, médios e grandes. Aí chegando, geram um desarranjo na vida das cidades, cujas populações buscam soluções paliativas como a providência de donativos de toda a sorte, mobilizando as prefeituras, as paróquias e os clubes de serviço. Mesmo assim, a cidade ainda sofre os efeitos da mendicância e da pilhagem a armazéns, com visível deterioração do quadro urbano. É o flagelo da seca manifestando-se em sua verdadeira dimensão, associando-se ao quadro de pobreza, característica permanente das cidades do semiárido nordestino. Somente o retorno da chuva pode reverter esse quadro. Na busca de parceiros para a operação de amenizar o sofrimento dos flagelados, as prefeituras dirigem suas demandas às demais esferas de poder, que comparecem com programas de urgência, incluindo o fornecimento de água em carros-pipa, a abertura de frentes de trabalho, vacinação e uma série de outras providências que não chegam a atacar o mal pela raiz. Este panorama já poderia ter sido erradicado do semiárido brasileiro através de medidas estruturantes e da indução a uma convivência com o fenômeno, o que só recentemente, por meio de novos programas de ação, passou a se observar. Os efeitos calamitosos da seca têm a capacidade de afetar violentamente a economia da região, desaquecendo sobremodo o setor agrícola que é, em essência, a base do sustento, e reduzindo, em conseqüência, o nível de atividade da agroindústria e do setor terciário, que se situam a jusante do primeiro na cadeia de relações intersetoriais. A atividade comercial, todavia,

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tende a ser ampliada, em razão da crescente venda de alimentos, financiada por meio de estímulos do setor público que, historicamente, nessas situações, costuma financiar, paliativamente, o comércio. Conforme se percebe, a seca constitui evento crítico devastador para a vida de uma comunidade, sobretudo quando esta é afetada pela pobreza de sua população. O ataque ao problema, no caso brasileiro, implica a ação não apenas física sobre o meio hídrico, mas também uma vigorosa atuação em fatores que condicionam o comportamento de diversos agentes, de governo e não governamentais. E isto, diga-se, os sucessivos governos vêm fazendo, provavelmente não na forma e intensidade necessárias para que o problema já estivesse superado neste início de século XXI. A seção quatro se ocupa de uma breve resenha comentando as diversas fases em que se pode dividir o combate às secas no Brasil, com a intenção de indicar, ao final, o acerto dos programas encetados a partir de 1995, até estes dias. Pobreza e degradação ambiental O grau de pobreza pode ser avaliado por métodos diversos. A renda das pessoas ou das famílias é um dos indicadores mais característicos desses métodos. Uma vez estabelecida uma linha demarcatória para o limiar de pobreza, pode-se fazer uso da proporção da população que se situa abaixo dessa linha, determinando-se a extensão da pobreza. Adicionalmente, podem ser adotados outros indicadores que servem para determinar a intensidade da pobreza. São exemplos dessas medidas os índices de Sem (1976), e o de Foster, Greer e Thorbecke (1984), que não serão tratados neste texto por falta de espaço. O fenômeno da pobreza pode, ainda, ser avaliado através de variadas manifestações e conseqüências como, por exemplo, a baixa taxa de cobertura de serviços de abastecimento d'água, de esgotamento sanitário, pela mortalidade infantil, pela desnutrição, pela falta de acesso a itens básicos de conforto doméstico mínimo. Uma característica da pobreza é o fato de as populações pobres serem mais afetadas pelos impactos ambientais do que as populações com renda acima da linha de pobreza. Com efeito, as famílias pobres, em geral, vivem em periferias urbanas não dotadas da infraestrutura que enseje um mínimo de bem estar, muitas vezes se localizam proximamente a fábricas que descartam contaminantes, sólidos, líquidos ou gasosos, além de serem mais afetadas pelo fenômeno da desertificação, do efeito estufa e de outras formas de degradação ambiental. Mas, o que é verdadeiramente revoltante é que, comparados com os ricos, os pobres contribuem muito pouco para a poluição e para a mudança climática. Quando a questão é o rejeito de esgotos domésticos, os pobres atuam como simples agentes passivos de um processo perverso de distribuição de renda que não lhes permite receber, dos poderes públicos, a infraestrutura necessária à aglomeração urbana. Mesmo assim, o consumo de água, e conseqüentemente o despejo de efluentes, é bem inferior ao que é descartado pelos que estão acima da linha de pobreza. O mesmo se passa com o lixo, cuja emissão pelo pobre é mínima. Ocorre, aliás, em muitos casos, que o pobre se alimenta de restos de lixo descartado justamente pelos que estão acima da linha de pobreza, numa inaceitável condição sanitária de vida. Conforme se percebe, o crescimento da riqueza, tanto quanto o da pobreza, faz aumentar a degradação ambiental, sendo que, em ambos os casos, o pobre comparece em desvantagem, ora na condição de vítima da degradação imposta pelo rico, ora como vítima reflexiva de sua própria ação. A relação entre pobreza e degradação ambiental é tão íntima que, na Conferência das Nações Unidas sobre o Meio Ambiente e Bem Estar Humano (Estocolmo, 1972), Indira Ghandi afirmava que a pobreza era a pior forma de contaminação.

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As estatísticas mundiais confirmam eloqüentemente a assertiva de Ghandi, conforme se depreende dos dados seguintes: (i) cerca de três milhões de pessoas morrem anualmente de diarréia, a maior parte sendo crianças de famílias pobres em País es subdesenvolvidos ou em desenvolvimento; (ii) os pesticidas, herbicidas e outros produtos fitosanitários afetam, anualmente, a saúde de cerca de vinte e cinco milhões de pessoas, matando centenas de milhares dessas vítimas, grande parte sem sequer saber ler as instruções de uso desses produtos; (iii) dos três milhões de pessoas que morrem por ano em razão da contaminação do ar, cerca de 2,4 milhões vivem abaixo da linha de pobreza e, curiosamente, a maior parte é de pessoas que vivem no campo, respirando o ar de queimadas de estercos, lenha e resíduos de colheitas. Os itens acima não esgotam todo um conjunto de outros problemas. O aquecimento global, por exemplo, afetará mais os pobres pois, em caso de o nível do mar subir, serão estes os que sofrerão os maiores efeitos das inundações. O avanço da desertificação vem ameaçando crescentemente o sustento de cerca de um bilhão de pobres do planeta. Pode-se dizer que o combate à pobreza constitui uma expressiva forma de combate à degradação ambiental e seus efeitos. Em particular, a gestão dos recursos hídricos em muito se beneficia do combate à pobreza, e vice-versa. É neste cenário que o presente texto encontra sua motivação, buscando, através do caso do semiárido brasileiro, onde coabitam seca e pobreza, explorar formas e idéias que possam ser úteis à formulação, ou ao ajuste, de políticas públicas voltadas para a erradicação, ou pelo menos a mitigação, dos efeitos agressivos desses dois fenômenos , um físico-climatológico, o da seca, e o outro, econômico-social, o da pobreza. Fases do combate às secas no Brasil Não se pode afirmar com segurança a partir de quando a irregularidade das chuvas no Nordeste começou a preocupar as autoridades do Brasil. Os primeiros registros relativos às secas datam do século XVII, mas não apontam dados como as áreas atingidas, o número de pessoas vitimadas, os efeitos adicionais do fenômeno, as soluções adotadas. O século imediatamente seguinte, a julgar-se pelos registros encontrados, parece ter sido bem mais seco do que os anos seiscentos do milênio recém findo. As informações relativas ao século XIX são mais esclarecedoras e dão conta que os períodos 1809-10, 1816-17, 1824-25,1844-45, 1877-79 e 1888-89 foram visivelmente secos. A ignorância em relação ao fenômeno nessa época é atribuída à pequena população do País , associada à falta de meios de comunicações rápidos, além de os olhares do governo central estarem, à época, predominantemente voltados para o centro sul, por onde o Brasil começou a se desenvolver. Somente quando a seca atingia uma grande massa populacional, causando um número significativo de mortes, é que as autoridades do poder central vinham em socorro da região, com medidas, em geral paliativas, donativos as mais das vezes sob forma de víveres e dinheiro. Historicamente tem-se como marco da luta contra as secas o ano de 1845, quando o fenômeno foi combatido por meio de iniciativas locais para socorrer as populações atingidas. Antes dessa data não há registro ou conhecimento da gravidade do problema, pelo menos como preocupação nacional, provavelmente pela dimensão da população que, bem menor, não chegava a dar a conotação de calamidade. A seca seguinte somente viria a ocorrer em 1877, ou seja 32 anos mais tarde, o que contribuiu, ao mesmo tempo, para que a população já fosse bem mais numerosa do que a que enfrentou a seca anterior, e tendo feito cair no esquecimento as preocupações e sobretudo as providências para suportar a inclemência do fenômeno. Assim, a seca de 1877 surpreendeu a todos, com conseqüências bem sérias. Apesar do

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longo interregno entre 1845 e 1877, a seqüência histórica mostraria que há uma certa regularidade na ocorrência do fenômeno a períodos que oscilam entre dez e doze anos1, criando uma expectativa quanto à sua manifestação o que efetivamente permite que a região se prepare o que nem sempre ocorre com alguma margem de acerto, para os seus efeitos. A referida seca de 1877 teve pelo menos o mérito de colocar a região nordestina na agenda das preocupações nacionais, sobretudo por afetar a economia regional que era fortemente baseada, conforme já mencionado, na oferta de seus produtos agrícolas, vulneráveis à seca. Iniciar-se-ia, nessa época, o que convencionou-se, mais tarde, denominar de primeira fase do combate a seca no semiárido brasileiro. Várias medidas foram tomadas e, no conjunto dessas medidas foi criada, em 1909, a Inspetoria de Obras Contra as Secas IOCS, transformada em Inspetoria Federal de Obras Contra as Secas IFOCS, em 1919. Em 1945 passaria a chamar-se Departamento Nacional de Obras Contra as Secas DNOCS, cujo trabalho durante todo o período 1909-1945 teve como alvo principal a acumulação de águas, através da açudagem e das obras de infraestrutura, daí porque esse período ficou conhecido como fase das obras de engenharia ou das soluções hidráulicas. A criação da Companhia Hidroelétrica do São Francisco CHESF, em 1945, trouxe para o Nordeste o espírito de fortalecimento do setor elétrico que já se espraiara havia muito tempo no centro-sul do País . Tal fortalecimento era um dos pilares do desenvolvimento nacional desencadeado a partir dos anos trinta, pois não somente a alimentação com luz e força elétricas das cidades, mas, também, o acionamento do equipamento fabril requeria a utilização do potencial hidráulico como elemento de geração dessa energia, condição essencial para o ingresso do País no estágio da industrialização. A novidade serviu de alento para a resolução do problema da seca na região e o governo passou a reconhecer a necessidade de promover, de fato, o aproveitamento das diversas coleções de águas acumuladas em açudes durante a fase das soluções hidráulicas. É nesse contexto que nasceria a Comissão do Vale do São Francisco CVSF, em 1948, mas que somente viria a entrar em efetivo funcionamento dois anos mais tarde. A CVSF, inspirada no modelo da Tennessee Valley Authority, havia sido concebida para empreender sua ação sobre os corpos d'água, regularizando vazões de rios intermitentes, recuperando matas ciliares ao mesmo tempo em que atuaria nos campos da educação e da saúde, desenvolvendo campanhas que pudessem colocar a sociedade a par do novo método de gestão de combate às estiagens. Sucede, entretanto, que a CVSF, ao contrário do que se esperava, teve uma atuação acanhada, e até menor, realizando apenas o pequeno projeto e a pequena ação, e decidindo com base em critérios de cunho nitidamente clientelista. A fase do aproveitamento dos recursos hídricos e da infraestrutura construída pelo IFOCS, ou seja, a segunda fase do combate à seca, caracterizada pelo crescente papel da CHESF e obscuridade da CVSF, estender-se-ia até o final dos anos cinqüenta, passando pela seca de 195153, ocasião em que viria a ser criado o Banco do Nordeste, inicialmente destinado a financiar o aproveitamento da referida infraestrutura, e alcançando a grande seca de 1958, quando teria início a terceira fase, que pode ser denominada, apenas para fins didáticos, de fase do desenvolvimento planejado. Pode-se afirmar, portanto, que a segunda fase reflete um período de transição entre a das soluções hidráulicas (até 1945) e a então nova fase, inaugurada com a criação da SUDENE. A seca de 1958 serviu para demonstrar que a solução através da açudagem, ainda que combinada com a atuação da Comissão do Vale, não teria sido capaz de resolver o problema. Vejase que, em 1958, os açudes encontravam-se cheios ou quase cheios, as estradas da região, obras 1

Os episódios de secas do final do século XX, entretanto, não seguiram o ciclo histórico, pois a década dos noventa assistiu a secas a intervalos mais curtos e mesmo em anos geminados, numa clara conotação de alteração climática cujo comportamento futuro ainda é incerto.

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de engenharia realizadas pelo IFOCSDNOCS, representavam uma malha rodoviária três vezes maior do que a média do País em termos de rodovia por quilômetro quadrado de território, e a energia elétrica era farta, em razão da então recente duplicação da Usina de Paulo Afonso, em 1956. Entretanto, a seca chegou e aniquilou a agropecuária da região, obrigou os flagelados a partirem em busca de solução para a fome e a sede, dando origem às costumeiras frentes de trabalho, solução paliativa de que lançava mão o governo para amenizar o quadro de indigência. É dessa época a expressão “indústria da seca”, cunhada por Antônio Callado, para caracterizar a velha filosofia da acumulação de água que, isoladamente, sabe-se, é incapaz de resolver o problema. A postura imediatamente seguinte do Governo Federal veio com o estabelecimento de um grupo de trabalho, tendo à frente o economista Celso Furtado e com o objetivo de elaborar um plano de ação que tomasse em consideração não apenas a seca, mas também outros fatores do atraso da região. O grupo concluiu por uma estratégia baseada em quatro pontos: (i) intensificação dos investimentos industriais na região; (ii) transformação da economia agrícola da faixa úmida para assegurar a adequada oferta de alimentos nos centros urbanos; (iii) transformação progressiva da economia das zonas semiáridas para torná-las mais resistentes à seca; e (iv) deslocamento da fronteira agrícola do Nordeste pela incorporação de terras úmidas do Maranhão à economia regional. Para colocar em prática a política recomendada por Celso Furtado e demais integrantes do grupo de trabalho, era necessário reduzir o grau de superposição de ações de mais de uma centena de órgãos e entidades públicas estaduais e federais atuando na região. É exatamente aí que nasce a SUDENE, criada para assegurar a liderança do Governo Federal no processo de desenvolvimento da região, disciplinando o uso de receitas fiscais para o Nordeste por meio do planejamento regional. Conforme assinalado, a segunda fase do combate à seca, que se estendeu desde a criação da CHESF, em 1945, até o ano de 1959, é uma fase transitória durante a qual testou-se a capacidade da Comissão do Vale do São Francisco em dar conseqüência a um importante objetivo de aproveitar os recursos hídricos acumulados durante a fase da açudagem, que dominou toda a primeira metade do atual século. A terceira fase do combate à seca seria extremamente curta, entre 1959 e 1964, período que caracterizaria a infância da SUDENE, durante o qual assistiu-se a um vigoroso programa de desenvolvimento com reformas. Nesse intervalo foram delineados os primeiro e segundo planos diretores da SUDENE, e teve início a discussão do terceiro plano. A quarta fase do combate à seca estender-se-ia de 1965 a 1984, podendo ser subdividida em duas sub-fases: o período situado entre 1965 e 1978, que ficou caracterizado como um período de modernização conservadora, e o período que se estendeu entre 1979 e 1984, caracterizado pelo reforço às soluções tradicionais, com a unificação dos diversos programas especiais, tais como os Pólo Nordeste e o Sertanejo, em um único programa, que ficou conhecido como Nordestão. Mas o que é verdadeiramente importante assinalar é que a série dos anos sessenta seria plena de realizações da SUDENE, com um grande número de projetos, industriais e sobretudo agropecuários, criando uma nova expectativa para o futuro da região e fazendo com que reinasse, durante o período, o espírito do “agora vamos”, imaginando-se que as dificuldades da região seriam vencidas, custasse o que custasse. É bem verdade que a fisionomia de alguns pólos da região mudou completamente, sobretudo as capitais dos estados e alguns pólos do interior. Mas a seca de 1970 viria para negar, mais uma vez, a eficácia do sistema, pois as medidas paliativas tomadas nos episódios anteriores tiveram que ser uma vez mais adotadas, mostrando claramente que o planejamento regional resolvera vários problemas, mas não necessariamente o da seca. Nos dez anos que se seguiram, de 1984 a 1994, correspondentes à quinta fase do combate à seca, as soluções passaram a ser menos paliativas e mais produtivas. Assinale-se que, durante o

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quinquênio do Presidente José Sarney, a irrigação cresceu significativamente no País , através do Programa Nacional de Irrigação PRONI, e em particular no Nordeste. É o que revelam os comentários seguintes do Professor Otamar de Carvalho2 “Com efeito, as áreas irrigadas no Nordeste, até 1985, corresponderam a 366.800 ha. Enquanto isso, no período 1986-88, foram implantados mais 247.900 ha, correspondendo a um crescimento de 67,6% em relação ao total conseguido até 1985”. Por outro lado, as secas parciais de 90, 91, 92, 93 e 94 já foram enfrentadas com um forte conteúdo de política de recursos hídricos, ainda que de forma pouco organizada. Durante esse período encontrava-se em estágio avançado o debate nacional que viria a desaguar nas diversas leis estaduais para a gestão do uso da água e, mais recentemente, na edição do diploma legal federal, a Lei no 9.433/97, de organização administrativa para esse mesmo fim. É também desse período a substituição de frentes de trabalho apenas paliativo por frentes de trabalho produtivo. Saliente-se que, no início de 1995, tomaria forma, a partir de ações do Governo Federal, a sexta e atual fase do combate ao fenômeno da seca, caracterizada pela organização e legitimação do setor de gerenciamento dos recursos hídricos, associadas a um vigoroso programa de ações estruturadoras, consubstanciadas no Proágua Semiárido, implementado através de acordo de cooperação com o Banco Mundial 3. O Proágua Semiárido, além de promover o reforço institucional da gestão do uso da água nos estados da região semiárida, elege, como tipo de intervenção prioritária, as obras de adutoras, capazes de levar a água a destino, completando o circuito que a água deve percorrer, e atendendo verdadeiramente, em conseqüência, às necessidades dos usuários desse recurso natural. As ações principais da atual fase de combate à seca incluem, conforme mencionado, o ordenamento do setor de planejamento e gestão do uso dos recursos hídricos, além das intervenções estruturadoras. Essas intervenções estão consolidadas nos diversos programas de reforço institucional do setor de recursos hídricos, no Proágua Nacional e seu segmento voltado para o semiárido do País , o Proágua Semiárido. É também digno de referência o Programa Nacional de Combate ao Desperdício de Água PNCDA, uma antiga demanda do setor de saneamento, que veio a materializar-se em 1997, através de ação conjunta do Ministério do Meio Ambiente, dos Recursos Hídricos e da Amazônia Legal (hoje Ministério do Meio Ambiente), do Ministério de Minas e Energia, e do Ministério do Planejamento e do Orçamento (hoje Ministério do Orçamento e Gestão). Notas sobre a pobreza no Brasil e ações de combate O principal determinante da pobreza no Brasil é o elevado grau de desigualdade da sociedade brasileira. Se as grandes desigualdades de renda do País fossem reduzidas, boa parte da pobreza seria eliminada. Na verdade, com o nível de renda per capita já alcançado pela sociedade brasileira, a pobreza poderia estar completamente erradicada se o grau de desigualdade fosse similar à média internacional. Dados oficiais mostram que mais de 32 milhões de pessoas vivem abaixo da linha da pobreza, o que significa mais que toda a população do Canadá, sendo que 29% da população vivem com menos de US$ 1 por dia, e o salário mínimo é insuficiente para comprar a cesta básica, o que significa que centenas de pessoas não ganham o suficiente para se alimentar. Além disso, 41% das crianças de 6 a 24 meses se encontram em estado de desnutrição e 1 em cada 16 crianças morre, ainda nestes dias, antes de completar 5 anos de idade, muitas vezes por causa de 2

Carvalho, Otamar de. Economia Política do Nordeste: Secas, Irrigação e Desenvolvimento. Editora Campus. Rio de Janeiro, 1988. 3

O apoio do Banco Mundial deveria ser complementado por financiamento do Fundo Econômico para a Cooperação Ultramarina (Overseas Economic Cooperation Fund OECF), o que não chegou a se materializar no escopo do programa.

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doenças que poderiam ser evitadas. O fenômeno da pobreza é explicado de formas várias. Em primeiro lugar, são as condições de posse e uso da terra prevalentes naquela região, com uma distribuição de terras muito desigual. Os estabelecimentos rurais do Nordeste com menos de 50 hectares representam 75% do número de imóveis, sendo a área por eles ocupada correspondente a, apenas, 12% da área total. No outro extremo da distribuição das terras, os imóveis com área superior a 200 hectares representam 7% do número de imóveis e ocupam 68,6% da área total (Brasil-INCRA, 1992último ano para o qual existe estatísticas sobre a estrutura fundiária). Ainda conforme o INCRA, 65% da área aproveitável para a agricultura no Nordeste, em 1992, eram ocupados por imóveis com área igual ou superior a 200 hectares. A pobreza pode ser medida pelo enfoque dos rendimentos. Costuma-se definir linha de pobreza como o custo das necessidades básicas do indivíduo e a linha de indigência, calculada conforme o custo das necessidades alimentares. Pelo método da linha de indigência, a linha de pobreza é calculada como seu múltiplo. Este múltiplo é definido levando-se em conta que o gasto com alimentação é apenas uma fração dos gastos mínimos necessários a uma pessoa, a que é necessário acrescentar outros gastos necessários, como vestuário, habitação, entre outros. Na construção da linha de pobreza leva-se em conta a renda domiciliar, e não a das pessoas individualmente, porque em um domicílio há pessoas que não recebem qualquer renda e são dependentes da renda de outrem, como as crianças, por exemplo. Além disso, há casos de mais de uma família vivendo no mesmo domicílio e compartilhando certas despesas comuns. A pobreza no Brasil pode ser ilustrada com os dados da tabela da Figura 1, referentes a 1997. Verifica-se que a intensidade da pobreza no País é muito mais elevada na zona rural do que na zona urbana. Enquanto 28% da população urbana é pobre, na zona rural 58% das pessoas vivem abaixo da linha de pobreza. Figura 1 – A Estrutura da Pobreza no Brasil por Estado – 1997

Brasil Localização geográfica Situação do domicílio Urbano Rural Grandes Regiões Centro-Oeste Nordeste Norte Sudeste Sul

Linha de pobreza Linha de Indigência Proporção de pobres (%) Proporção de indigentes (%) Magnitude da Contribuição Freqüência Magnitude da Contribuição da pobreza no da categoria na indigência no categoria para a interior da para a pobreza população interior da indigência categoria categoria 33,9 100,0 100,0 14,8 100,0

27,6 58,5

64,8 35,2

79,6 20,4

10,4 32,1

55,9 44,1

23,8 60,0 45,5 19,7 25,8

4,9 51,2 6,6 25,5 11,7

7,0 28,9 4,9 43,8 15,4

7,6 32,1 19,5 6,4 8,3

3,6 62,5 6,5 18,8 8,6

Fonte: Pesquisa por Amostra de Domicílios (PNAD) 1997. Do ponto de vista regional, observa-se que a incidência da pobreza é muito mais elevada nas regiões Nordeste e Norte. No Nordeste especialmente, 60% da população vivem abaixo da linha de pobreza 32% abaixo da linha de indigência , contra 20% na região Sudeste, onde apenas

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6,8% da população vivem abaixo da linha de indigência. Em virtude da elevada incidência de pobreza no Nordeste, a região, apesar de abrigar apenas 29% da população brasileira, responde por mais da metade 51% dos pobres do País. Assim, nossa pobreza é em grande medida um problema nordestino, embora esteja presente em todo o território nacional. No que se refere à desigualdade, o coeficiente de Gini, que mede a concentração de renda, é por demais eloqüente para indicar como o Brasil ainda é um País desigual. É o que ilustra o gráfico da Figura 2. Figura 2 - Brasil Coeficiente de Gini (concentração de renda) 1977-1997 1.0 0.9 0.8

0.625 0.7 0.6

O que é mais grave é que os resultados, além de mostrarem um grau de desigualdade muito alto, revelam que essa desigualdade não tem se atenuado nos últimos tempos, mantendo, ao contrário, uma elevada estabilidade, pois o grau de desigualdade hoje é praticamente o mesmo de vinte anos atrás. Apesar de a pobreza ter sido reduzida em 1995, a desigualdade nesse ano é maior que em 1993. Entre 1986 e 1989, a desigualdade aumentou, atingindo um nível elevadíssimo em 1989, quando o coeficiente de Gini chegou a 0,64 e a razão entre a renda dos 20% mais ricos e dos 20% mais pobres atingiu o índice recorde de 35. Para que a pobreza seja reduzida, é necessário que a renda per capita cresça, ou que a distribuição de renda se torne mais igualitária. Uma combinação das duas circunstâncias daria grande velocidade à redução. Algumas simulações podem ser muito ilustrativas a esse respeito. Se nosso coeficiente de Gini, de 0,60, fosse reduzido para 0,53, um grau de desigualdade ainda superior ao da Colômbia, nossa proporção de pobres se reduziria de 28% (conforme os dados do PNUD) para 15%. Para se chegar a essa mesma queda apenas através do crescimento da renda média por habitante, mantendo-se inalterada a distribuição de renda, seria necessária uma elevação da renda per capita de 35%, o que equivale a um crescimento de 3% ao ano, durante 10 anos. Encarar a realidade atual da sociedade brasileira nos permite considerar, portanto, que a pobreza reage com maior sensibilidade aos esforços de aumento da eqüidade do que aos de aumento do crescimento. Talvez a sociedade brasileira possa ousar, com responsabilidade, definindo a busca de maior eqüidade social como elemento central de uma estratégia de combate à pobreza. Entre as causas de raiz dessa absurda desigualdade está o pouco acesso às oportunidades de educação e qualificação intelectual. O sistema educacional brasileiro só recentemente despertou para a democratização das

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oportunidades educacionais e para sua importância como fator essencial de combate às desigualdades. Exemplo do caráter claramente oligárquico da política educacional é o fato de a União Federal concentrar seus recursos no ensino superior, deixando o ensino fundamental e o segundo grau à sorte das precárias finanças de municípios e estados. Além disso, o desemprego e as precárias condições de trabalho contribuem decisivamente para o agravamento da pobreza no Brasil. A ação de maior envergadura do governo brasileiro no combate à pobreza é o Projeto Alvorada, voltado para políticas e gastos sociais do Governo direcionados às microrregiões mais pobres nos 14 estados brasileiros com o menor Índice de Desenvolvimento Humano. O Alvorada prevê, entre outros objetivos: (i) a melhoria na renda e no bem-estar dos pobres das zonas rurais através do acesso a infra-estrutura e serviços econômicos e sociais, utilizando uma abordagem baseada nas demandas das comunidades; (ii) o aumento da capacidade das comunidades rurais de se organizarem coletivamente para atender às suas próprias necessidades; e (iii) melhorar a qualidade dos governos locais, através de uma maior participação dos cidadãos, aumentando a transparência nas decisões, através da criação e fortalecimento de associações comunitárias e conselhos municipais. Os impactos específicos dos projetos incluem maior produtividade, maior renda familiar, criação de empregos, diversificação de fontes de renda, melhoria nos indicadores sociais e menor vulnerabilidade à seca. Em especial, as mulheres se beneficiarão do maior suprimento de água, eletricidade e de investimentos sociais, entre outras melhorias, que devem ter impactos positivos sobre a saúde familiar, além de liberar tempo e possibilitar sua participação em atividades produtivas. Entre os programas do Projeto Alvorada, destacam-se: (i) alfabetização solidária com o objetivo de reduzir os índices de analfabetismo registrados nos estados selecionados; (ii) apoio ao desenvolvimento do ensino fundamental educação de jovens e adultos com o objetivo de promover a universalização do ensino fundamental; (iii) apoio ao ensino médio com o objetivo de apoiar projetos estaduais no âmbito do ensino médio; (iv) garantia de renda mínima para famílias carentes, possibilitando a permanência dos filhos de 7 a 14 anos na escola; (v) erradicação do trabalho infantil, penoso e insalubre nas zonas rurais; (vi) água na escola, com o objetivo de prover o abastecimento de água potável a escolas da região; (vii) saneamento e redução da mortalidade infantil; (viii) saúde da família / agentes comunitários de saúde, COM O objetivo de priorizar as ações de prevenção, promoção e recuperação da saúde da família; (ix) redução da mortalidade materna e neonatal; (x) combate à pobreza rural nos estados do nordeste; (xi) apoio à agricultura familiar; e (xii) geração de emprego e renda em áreas de pobreza; (xiii) energia para pequenas comunidades. Esse programa. De larga abrangência social, já se encontra em andamento e prevê, até o ano 2002, investimentos da ordem de 11,6 milhões, dando uma expressiva contribuição para o combate efetivo à pobreza no semiárido brasileiro. Síntese das medidas atuais do combate às secas O semiárido, onde se pratica agricultura de sequeiro, é a área mais duramente atingida pelas estiagens prolongadas. Mas não é apenas o semiárido que sofre com os efeitos da seca. O fenômeno atinge também o agreste, a área canavieira e cacaueira e até as serras úmidas. Com toda esta abrangência, agrava-se a situação econômica regional e ocorre a crescente descapitalização do homem do campo. A política desenvolvida pelo Governo para mitigar os efeitos das secas abrange uma ampla variedade de intervenções que incluem tanto medidas de caráter emergencial, quanto atividades permanentes. Deixando de lado as primeiras, que estão relacionadas à assistência

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às vítimas e à criação de frentes de trabalho, as medidas de caráter permanentes capazes de produzir efeitos positivos são: (i) construção e operação de reservatórios estratégicos para ampliar a rede de adutoras; (ii) a construção e operação de adutoras, levando a água ao usuário; (iii) transposições de bacias que se mostrem viáveis; (iii) construção de barragens subterrâneas, que propiciem a formação de pequenos "oásis" em sua área de influência; (iv) promoção da aquicultura em canais e reservatórios para irrigação; (v) desenvolvimento dos projetos de irrigação; (vi) adoção de práticas de economia de água, como a irrigação noturna, controle da demanda; (vii) uso de águas subterrâneas onde viável, entre outras. No que se refere à construção de açudes, o semiárido brasileiro já conta com uma número algo avantajado desse tipo de intervenção sobre o meio hídrico. Entretanto, ainda há sítios barráveis estratégicos que não foram aproveitados. O caráter estratégico desses sítios obedece a dois critérios. O primeiro deles é a proximidade de aglomerações, cidades ou atividades econômicas que aproveitem a água; e o segundo refere-se às características do relevo e a possibilidade de se construírem reservatórios com elevada relação entre sua profundidade média e a extensão do espelho d'água. Estes dois critérios têm seguido perseguidos pelo Proágua Semiárido, programa que objetiva fazer com que a água deixe de ser, dentro de alguns anos, um fator limitante ao desenvolvimento do semiárido. Quanto às adutoras, estas têm sido o tipo de intervenção de maior retorno econômico e social, porque têm, efetivamente, conduzido a água ao uauário desta, inibindo de todas as formas o abandono da região. As barragens subterrâneas constituem uma solução de baixo custo e localizada, umedecendo as terras para o plantio. A promoção da quicultura e o desenvolvimento da irrigação representam importantes investimentos que geram oportunidades de emprego. São, por outra, atividades de setores usuários da água que trazem um grande benefício para o combate simultâneo aos efeitos da seca e à pobreza. Finalmente, as práticas que conduzem ao uso racional da água, que incluem o uso combinado de águas superficiais e subterrêneas, além de medidas de gestão e de noções de educação ambiental, são essenciais para se combater aos efeitos da seca e da pobreza, sobretudo pelo apelo ao espírito de poupança e de racionalidade no uso dos recursos da natureza, em particular os recursos hídricos. O Proágua Semiárido, que vem sendo desenvolvido pelo Governo Federal, em parceria com os estados da região nordestina e com o apoio do Banco Mundial, tendo já investido quase trezentos milhões de dólares entre 1998 e 2002, inclui todo esse novo conjunto de medidas que caracteriza o combate às secas nos moldes atuais, além de, de forma indireta, dar um excepcional contributo para o combate à pobreza. Notas Finais Após a breve resenha e argumentos dos tópicos anteriores, cabe apresentar alguns pontos para reflexão no que diz respeito ao combate às secas e à pobreza no Brasil. Inicialmente, é importante assinalar que o combate aos efeitos das secas no Brasil vem sendo facilitado sobremaneira pela concentração urbana, o que não ocorria há cerca de quarenta anos passados, dada a dispersão da população no meio rural. A verdade é que a concentração urbana, pelo menos da forma como vem ocorrendo no Brasil, se por um lado gera a pobreza periférica das médias e grandes cidades, por outro, reduz o risco da falta de água, pois os sistemas de abastecimento são uma realidade em todo o País que já alcança o invejável patamar de 92% de cobertura desse serviço nas zonas urbanas, embora o percentual no Nordeste seja inferior a este. A pobreza rural no Nordeste é também agravada pela instabilidade representada pelo trabalho assalariado temporário, situação em que se encontravam 2,5 milhões dos 6,6 milhões

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de trabalhadores rurais existentes na região em 1992. Aliado a isso, a falta de água de boa qualidade e particularmente as doenças de veiculação hídrica, fator fundamental de identificação de muitos dos traços deprimentes do binömio seca e pobreza. Inúmeros riscos à saúde estão relacionados com as questões do uso da água. Para se ter uma idéia do alcance desse problema, a esquistossomose é endêmica em todos os estados do Nordeste. A incidência de dengue e da cólera no semiárido também foi altamente significativa, e a razão principal são as precárias condições do saneamento básico e ambiental na região semiárida. A leptospirose, no Brasil, ocorre todos os meses do ano, e a região Nordeste foi afetada em 34% dos casos ocorridos no Brasil durante os últimos quinze anos. E, note-se, um dos fatores que favorecem sua ocorrência são enchentes em aglomerações urbanas, fenômeno pouco conhecido, ou até mesmo desconhecido, no semiárido. Neste caso, trata-se, antes, de um efeito da pobreza do que mesmo da seca. Como pode se verificar existe uma a relação entre a estrutura fundiária, a economia da região, a saúde a pobreza e o flagelo da seca na zona semi-árida no Nordeste do Brasil. Os efeitos da seca afetam violentamente a economia da região, prejudicando o setor agrícola que é, em essência, a base do sustento, e reduzindo, em conseqüência, o nível de atividade da agroindústria e do setor terciário, que se situam a jusante do primeiro na cadeia de relações intersetoriais. Tudo isso contribui para o agravamento do quadro de pobreza. Conforme já mencionado, o Brasil não pode ser considerado um País pobre, embora possua uma parcela ainda elevada da população que vive em famílias cuja renda é inferior ao mínimo necessário para satisfazer as suas necessidades básicas. Apesar do expressivo contingente de pessoas pobres, o volume de recursos exigidos para erradicar a pobreza não é relativamente alto, representando cerca de 4% do PIB e 25% do que o governo já gasta na área social. O fato de o gasto público na área social representar quase quatro vezes o que seria necessário para erradicar ou atenuar significativamente a pobreza no País indica que os programas sociais públicos estão mal focalizados nos mais pobres. Em suma, a combinação da má focalização dos gastos públicos sociais com o fato de que esses gastos são mais do que suficientes para erradicar a pobreza no País permite concluir que é possível eliminar a pobreza sem a necessidade de qualquer aumento no volume total de gastos na área social. Embora se reconheça que o redesenho de programas públicos adequadamente focalizados constitua uma tarefa complexa, essa conclusão nos parece auspiciosa na medida em que aponta para uma solução para o problema da pobreza que depende mais do aperfeiçoamento das políticas públicas do que da elevação dos gastos. Isso se torna particularmente relevante em momentos de ajuste fiscal, tal como o que o País está atravessando. Apesar da evidente importância da redistribuição de renda para o combate à pobreza no Brasil, os únicos mecanismos utilizados para reduzir a pobreza, além de extremamente limitados quanto ao seu impacto, resultam, de modo sistemático, do crescimento econômico. Nesse sentido, o estudo dos Eixos Nacionais de Integração e Desenvolvimento, que foi a base da elaboração do Plano Plurianual do Governo de 2000/03, se apresenta como um importante material a ser utilizado tanto para a reversão das desigualdades regionais do País quanto para a promoção de um programa de desenvolvimento sustentável para os próximos anos. Como já se sabe, a tarefa essencial consiste em melhorar a eficiência do gasto social e priorizar sua focalização nos mais pobres, atuando tanto por meio de medidas assistenciais, que apenas amenizam os sintomas presentes da pobreza, como daquelas essencialmente as educacionais que têm o potencial de romper de forma definitiva o círculo vicioso da pobreza. Erradicar a pobreza, miséria, e combater a fome, deve ser o objetivo principal da gestão das águas no Nordeste Brasileiro, como forma de promover os vários tipos de desenvolvimento. É necessário que se criem Conselhos Comunitários, quer seja Ambiental ou de Usuários da Água

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(os comitês de bacia), que constituirão os foros que irão apresentar e discutir os projetos relativos aos usos das águas, a aplicação das normas de uso e ocupação do solo, as medidas preventivas de combate as doenças veiculadas pela água, saneamento básico, entre outros. O crescimento sustentável do Nordeste e a conseqüente redução de sua pobreza, estão diretamente relacionados com a garantia de abastecimento de água de forma segura e confiável. A água constitui o recurso natural decisivo para a prosperidade do Nordeste. Na indústria, na agricultura, no ambiente doméstico, a disponibilidade de água a justo preço é o fator preponderante para o estabelecimento de uma economia forte e estável, além de um adequado nível de qualidade de vida para a sua população. O Nordeste sozinho, apesar de semiárido, dispõe de mais água que alguns países europeus. No entanto, apesar das inciativas dos últimos dez anos, a região ressente-se da falta de um gerenciamento adequado e da preocupação com a preservação dos recursos existentes. O grande usuário da água do Nordeste, pode-se dizer, é o sol. Existe a necessidade urgente, conforme já referido, de se otimizar a operação dos reservatórios de forma integrada, planejada de tal forma a utilizar menores volumes reservados e reduzir as perdas por evaporação e o potencial de salinização. Diversos estados do Nordeste necessitam revisar suas estratégias, com base em suas diretrizes para o desenvolvimento econômico, social e ambiental e na implementação do novo modelo para o setor de recursos hídricos criado pela legislação recente para o setor. São necessárias ações prioritárias de natureza institucional, técnica e administrativa, que assegurem a regulamentação do uso, controle e preservação da água, bem como o desenvolvimento econômico do Nordeste, dando suporte ao planejamento e gestão dos recursos hídricos, dentro da política de desenvolvimento sustentável. Por outro lado, a adaptação da vida da região à sua flora e fauna constitui um fator de combate aos efeitos da seca e da pobreza. A sustentabilidade das unidades agropecuárias dotadas de solos pobres e carentes de recursos hídricos, pode se refugiar na utilização combinada da vegetação nativa a caatinga composta de vegetação xerófilas próprias de clima seco, adaptadas à pouca quantidade de água e a introdução de plantas forrageiras xerófilas e xerófitas como fonte alimentar para os rebanhos bovino, caprino e ovino. Com isto, a atividade pecuária pode aumentar o vínculo das unidades produtivas com a economia de mercado, daí resultando o incremento da renda monetária. O clima árido e as secas não inabilitam a região à produção agropastoril. A base da economia da região é a agropecuária, de sequeiro e irrigada, em certas áreas. Nas áreas de sequeiro, os riscos de colheita são grandes e aumentam nos períodos de seca. Nas áreas irrigáveis, há o risco de salinização, embora sejam crescentes a produção de olerícolas e a fruticultura de manga, uva, banana e coco e outras cultivares. Hoje, a utilização da caatinga ainda se fundamenta em processos meramente extrativistas para obtenção de produtos de origens pastoril, agrícola e madeireiro. As conseqüências desse modelo extrativista predatório se fazem sentir principalmente nos recursos naturais renováveis da caatinga. Assim, já se observam perdas irrecuperáveis da diversidade florística e faunística, aceleração do processo de erosão e declínio da fertilidade do solo e da qualidade da água pela sedimentação. O uso sustentável das caatingas é, apesar da pobreza destas em termos de fauna, um importante ingrediente para o desenvolvimento do semiárido. Veja-se que, entre as diversas espécies da caatinga, várias plantas são notoriamente consideradas como medicamentosas de uso popular, sendo vendidas as folhas, cascas e raízes, em calçadas e ruas das principais cidades, bem como mercados e feiras livres. Essa parte do patrimônio natural do semiárido

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ainda não ingressou nos requisitos da economia moderna.

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SISTEMAS INTERTROPICALES DE ALTURA: HUMEDALES ALTIPLANICOS. Irma Vila Pinto Departamento de Ciencias Ecológicas. Facultad de Ciencias. Universidad de Chile. Casilla 653. Santiago. Chile. [email protected] Palabras claves: Altiplano. Clima semi-árido. Humedales. Resumen La meseta de altura conocida como altiplano que se extiende entre los 17° y 27° S sobre los 3000 m de altura, se traza al Precámbrico aproximadamente 1.000 Ma. Geomorfológicamente, esta región se caracteriza por gran diversidad de cuencas endorreicas, generadas durante el Terciario y el Cuaternario, cuando la región experimentó intensa actividad volcánica y sedimentaria, la cual afectó a extensos sistemas lacustres que evolucionaron a cuencas evaporíticas de diverso tamaño, proceso que continua hasta hoy y determina la existencia de lagos, lagunas salinas y salares en la región. El ambiente altiplánico posee clima semi-árido con promedios de entre 200 y 250 mm de agua caída durante un período breve de tiempo. El agua precipitada en la alta montaña sostiene las zonas bajas las cuales son de aridez extrema. La demanda alta del agua, la cual es mayor que la disponibilidad en estos sistemas requiere en el presente del conocimiento adecuado para el manejo sostenible de ellos. El hombre está produciendo un impacto importante en los “bofedales”, principalmente por el uso consuntivo del agua, tanto superficial como subterránea a una tasa no precisada, disminuyendo los acuíferos lo cual pone en peligro la disponibilidad del agua superficial. El agua existente en los humedales altiplánicos corresponde al factor gravitante y fundamental que hace posible el desarrollo del hombre y la biota andina en esta planicie de altura. Este trabajo sugiere una metodología interdisciplinaria de trabajo para la gestión del recurso. Key words: altiplanic region, semiarid climate, wetlands Abstract The altiplanic plateau extends between 17° and 27° S on 3000m altitude. This region is geomorphologicalty characterized by a great diversity of endorreic basins, originated in tertiary and quaternary periods, when the region experimented intense volcanic and sedimentary activity. These processes affected the extensive lacustrine systems that evolved to evaporitic basins of diverse size. This process continues and determines the existence of lakes and saline lagoons in the region. The region has semi-arid climate with annual precipitation between 200 to 250 mm. Water demand is higher than water disponibility and knowledge of these ystems is requered for sustainable management. Anthropic influence has an important impact on altiplanic wetlands ("bofedales"), since an unappropiate use of underground water disminish surface water availability, with supports life and human development in the region. This work suggests an interdisciplinary methodology for the water management. Antecedentes La cordillera de Los Andes alcanza entre los 14° y 27° S sobre los 3000 m de altura su anchura máxima con 700 Km y 1 500 km de largo, conformando una de las mesetas más elevadas de la tierra conocida como altiplano (Fig.1). La historia geológica del altiplano chileno se traza al Precámbrico aproximadamente 1.000 Ma (Charrier 1997). Geomorfológicamente, esta región se caracteriza por gran diversidad de cuencas endorreicas, generadas durante el Terciario y el Cuaternario, cuando la región experimentó intensa actividad volcánica y sedimentaria, la cual afectó a extensos sistemas lacustres que evolucionaron a cuencas evaporíticas de diverso tamaño, proceso que continua hasta hoy y determina la existencia de lagos, lagunas salinas y salares en la región (Chong 1988). El ambiente altiplánico posee clima semi-árido con promedios de entre 200 y 250 mm de agua anuales. El agua precipitada en la alta montaña sostiene las zonas bajas las cuales son de aridez extrema y con déficit permanente de agua (Salazar 1998; Keller y Soto 1998). Para el altiplano chileno se han descrito 33 cuencas hidrográficas (Monti y Henriquez 1972), clasificadas como hidrológicamente cerradas y cuyo único mecanismo de descarga es la evaporación, deviniendo muchos de

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ellos sistemas de salares, como testimonio de un clima pasado más húmedo, se citan más de cien sólo en la zona más sur del altiplano. Entre los sistemas acuáticos altiplánicos más importantes cabe citar los humedales. Estos son llamados “bofedales” en la región y son formaciones vegetales que se establecen en un ambiente edáfico, principalmente orgánico, caracterizado por una condición hídrica de saturación permanente. Los “bofedales” sustentan diversidad biológica de flora y fauna de importancia. Poseen valor económico y cultural para el hombre andino porque han sido por siglos las zonas de abrevadero del ganado de altura, los auquénidos llamas, vicuñas y alpacas. La demanda alta del agua, la cual es mayor que la disponibilidad en estos sistemas requiere en el presente del conocimiento adecuado para el manejo sostenible de ellos. El hombre está produciendo un impacto importante en los “bofedales”, principalmente por el uso consuntivo del agua, tanto superficial como subterránea a una tasa no precisada, disminuyendo los acuíferos lo cual pone en peligro la disponibilidad del agua superficial. El agua existente en los humedales altiplánicos corresponde al factor gravitante y fundamental que hace posible el desarrollo del hombre y la biota andina en esta planicie de altura. El hombre también podría llegar a verse afectado directamente a través de una disminución de los caudales superficiales destinados a la agricultura, disminución del potencial de forraje de las praderas naturales, etc. Durante los últimos años el estado de Chile se ha preocupado por complementar la normativa legal de administración de los recursos hídricos establecida en el Código de Aguas para la protección de los sistemas acuáticos altiplánicos mediante la prohibición de explotar los recursos subterráneos. De acuerdo con la legislación de Chile, la Dirección general de Aguas debe proteger las áreas que alimentan las zonas de humedales. Estas modificaciones se relacionan con la protección y conservación de los humedales del altiplano (vegas y bofedales) mediante la prohibición de explorar y explotar los recursos subterráneos que son la base esencial para estos ecosistemas, tomando en cuanta que dichos humedales representan por sí mismos ecosistemas únicos que además sustentan especies altamente frágiles o raras en diversos géneros. Con el fin de proteger la diversidad biológica incluido el hombre andino, se ha proyectado conocer la disponibilidad del agua, su dinámica física y química conjuntamente con los requerimientos hídricos de la flora y de la fauna. De acuerdo con las características más relevantes que sustentan un humedal se han desarrollado objetivos específicos para el estudio y la estimación de los recursos hídricos asociados a sistemas de humedales en la zona altiplánica chilena, sobre la base de la estimación de las tasas de evapotranspiración y evaporación en zonas de vegas y bofedales. Para desarrollar este objetivo se programaron las actividades siguientes: • Caracterización hidrobiológica de formaciones representativas de vegas y bofedales y su proceso de formación. • Caracterización del régimen hidrológico espacio-temporal en la zona de estudio. • Caracterización hidroquímica e isotópica de aguas que alimentan vegas y bofedales. • Estimación de evaporación desde superficies libres en torno a zonas de vegas y bofedales. • Estimación de tasas de evapotranspiración desde zonas de vegas y bofedales.

Características de los Humedales Andinos El origen, la edad geológica, asociados al clima extremo de la zona, han producido una variada gama de humedales, los cuales varían desde los Lagos Titicaca, Poopó y Chungará a lagunas, ríos y amplia variedad

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de salares. Entre ellos, los sistemas más frecuentes y extensos son los “bofedales” , los cuales se caracterizan por presentar un microrelieve muy ondulado interconectado por canales. Este microrrelieve, está directamente relacionado con la presencia de especies herbáceas dispuestas en cojines compactos. La mayoría tiene un perfil profundo generalmente orgánico, compuesto por raíces vivas, muertas y abundante materia orgánica en descomposición. Se forman sobre suelo de turba alcalina. La diversidad biológica de estos sistemas y la velocidad que ha adquirido la salinización durante los últimos años requiere de una gestión urgente para su conservación. En general se identifican cuatro características básicas que sustentan un humedal: •Geomorfología, la cual determina la forma y el tamaño del humedal. •Hidrología: las variaciones de disponibilidad hídrica (intra e interanuales) influyen en las variaciones de biomasa y de especies del humedal. Está muy relacionada con los factores climáticos. •Hidrogeoquímica: depende de la composición geológica de las zonas de recarga y de la geoquímica propia del humedal. Regula la naturaleza de las comunidades vegetales. •Biología: como expresión de las adaptaciones de los seres vivos a las condiciones climáticas, hidrológicas, geomorfológicas y geoquímicas. Este tipo de humedales posee un valor económico y cultural para la gente de la zona, además, se relaciona directamente con el uso ganadero de estos sectores debido a su productividad como forraje. Estas vegas y “bofedales”, respecto a los sistemas zonales del entorno, manifiestan una enorme diversidad biológica, con un mayor número de especies vegetales las cuales son propias de estos sistemas.

Ubicación Se ubican en la zona altiplánica, generalmente sobre los 4000 m de altitud, y se forman en el fondo de quebradas o en valles, sobre suelos de turba alcalina generalmente profundos que presentan niveles de agua subterránea altos y escurrimientos superficiales permanentes, y restringidos a lugares donde exista agua corriente, mayor concentración de oxígeno y menor concentración de sales que en aguas estancadas. También están en laderas de montañas o conos volcánicos donde existen vertientes o ríos superficiales o subsuperficiales los “bofedales” son ecosistemas que se caracterizan por presentar un microrrelieve fuertemente ondulado con una red intrincada de canales o cursos de agua corriente. Este microrrelieve está directamente relacionado con la dominancia de especies herbáceas en cojines compactos por sobre las especies rizomatosas que forman los céspedes planos o regulares de las vegas del mismo sector del norte de Chile. Su perfil es profundo y generalmente orgánico, compuesto por raíces vivas, muertas y materia orgánica en descomposición. La vegetación es de color verde intenso en el período de lluvias y amarillenta en el período de sequía. La Tabla 1 detalla los humedales más importantes del altiplano sur. Clima El ambiente altiplánico posee clima semi-árido y el eje norte sur presenta lluvias entre 200 y 250 mm de agua anuales, las cuales precipitan mayoritariamente en el verano durante el período climático conocido como “invierno boliviano”, con fuertes tormentas, lluvias y nieve durante los meses de Diciembre y Marzo. El agua precipitada en la alta montaña alcanza las cuencas más bajas por escorrentía e infiltración subterránea y sustenta las regiones bajas las cuales son de aridez extrema y con déficit permanente de agua (Salazar 1998; Keller y Soto 1998). En cuanto a los aspectos agroclimáticos, se divide en dos sectores: • El occidental: con una pluviometría media de 200-300 mm anuales • El oriental: con una pluviometría poco mayor de los 300 mm anuales Hidrología

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Algunas depresiones cerradas del altiplano chileno drenan sus aguas (en forma superficial y subterránea) hacia los salares de Surire, Huasco y Coiposa por el sector norte. Los relieves volcánicos presentes en el altiplano son producto de la presencia del importante sistema lacustre Chungará-Cotacotani, el cual origina también uno de los principales”bofedales” de la región, el “bofedal” de Parinacota, y posteriormente al río Lauca. Más al sur de la región, una importante red riachuelos y lagunas sostiene al “bofedal” de Isluga. La mayor parte de estos recursos de agua no son aprovechables, exceptuando el río Lauca, el cual aporta sus aguas (por medio de obras de canalización) a la central hidroeléctrica de Chapiquiña y luego, aumenta el caudal del río San José. Dentro de las vegas altoandinas se tienen dos tipos: • Vegas altoandinas de salares o depresiones cerradas • Vegas altoandinas de riberas de cursos de agua o depresión abierta

Caracterización química del agua La calidad química de los sistemas acuáticos altiplánicos tales como los Lagos Titicaca, Poopó, Chungará, Huasco y Ascotán entre otros muestran composición salina alta (Vila y Muhlhauser 1987; Muhlhauser et al 1995). Además, ésta es muy variable en las distintas zonas del humedal. En promedio, el orden de abundancia de cationes y aniones se detalla a continuación: Cationes Aniones

Na+ K + Li, Ca, Mg Cl-, SO4--, HCO3- CO3--

La composición química de las aguas del altiplano y la precordillera es muy variada, en características que fluctúan desde la propia fusión de nieves hasta salmueras, presentando la mayoría de ellas un contenido significativo de sales que limitan su uso (Alonso y Vargas, 1985, 1988). A ello se agrega la presencia de elementos con valores superiores a las normas internacionales, como arsénico para uso en agua potable y bordo en riego (Alonso, 1992). Estas características se atribuyen a tres agentes condicionantes principales: composición geológica, clima árido y volcanismo. En cuanto los procesos de salinización, en el Altiplano y Precordillera existen numerosas cuencas cerradas con superficie variable, desde unos pocos hasta varios miles de km2 y en cuya parte más baja se ubican lagunas y salares que tendrían una compleja historia geoquímica. La sucesión de eventos de precipitación de sales en períodos geológicos secos y de su redisolución en épocas húmedas, entre los cuales se intercalan frecuentemente episodios volcánicos, se reflejan en la columna estratigráfica. En esta suele encontrarse estratos salinos a distintas profundidades que constituyen fuentes de solutos, en especial para aguas subterráneas. La salinización del agua en estas cuencas es producto de dos mecanismos. Uno es el de incorporación de solutos como consecuencia de reacciones químicas de alteración de rocas. Otro, posterior, es el de su concentración por evaporación que puede llegar hasta la precipitación de sales. Par ambos procesos se ha propuesto diversos modelos físico-químicos cuyos resultados se deberían comparar con observaciones de terreno. Vegetación En el altiplano crecen sólo especies criófitas, lo cual conforma un clima de estepa de altura, con especies tales como el matorral, los coironales y los bofedales. En áreas rocosas se encuentran llaretas que crecen adheridas a la superficie. La pradera herbácea de mayor potencial la constituyen pajonales de coirón (géneros Festuca y Stipa).

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La vegetación de los “bofedales” está adaptada a las condiciones ambientales extremas de la Puna altoandina. Las especies dominantes en estos sistemas son: Oxychloe andina Distichia muscoides Patosia cfr. Clandestina Scirpus atacamensis Cuando el nivel freático se encuentra a mayor profundidad dominan las gramíneas perennes de los géneros Deyeusia y Festuca, entre otras. En las pozas y lagunas formadas abunda una flora acuática representada por algas y plantas superiores. A modo de ejemplo de la vegetación de los “bofedales”, se puede mencionar que en el “bofedal” de Parinacota se han descrito 24 combinaciones de 16 especies de herbáceas y de matorral (Caviedes y Serey, 1992). La mayor parte de la biomasa vegetal corresponde a Oxychloe andina (Juncaceae), una geófita, rizomatosa de hojas cortas y duras. Esta planta sólo crece sobre los 4000 m con un patrón vegetativo específico del tipo parche y forma parte de 11 combinaciones de plantas en el humedal. Los parches de vegetación están especialmente estructurados en forma de "colchones". La zona central consiste de Oxychloe andina combinada con Werneria pygmaea, W. pinnafitlda, Distichia muscoides y Gentlana prostata. En áreas más secas del bofedal dominan dos especies de poaceas: Festuca sp. y Deyeuxia sp. La comunidad de plantas acuáticas tanto en los lagos como en los humedales está caracterizada por una vegetación sumergida dominada por Myriophillum elatinoides, Azolla foliculoides, Elodea, Potamogeton, Potamogeton pectinatus, Callitriche stagnalis y la especie emergente Deyeuxia sp. En el ecotono tierra/agua se hacen dominantes dos especies del matorral: Parastrephia quadrangularis y Parastrephia lepidophylla. La composición florística varía dependiendo de la pendiente, flujo de agua y orientación. Taxonómicamente se puede considerar como endémicas de la Puna a los siguientes géneros de plantas encontradas en el humedal de Parinacota (Kalin Arroyo, 1982); Oxychloe, Azorella, Gentiana, Werneria y Parastrephia. La vegetación en los humedales de alta altitud depende fundamentalmente de las condiciones hidrológicas. En un gradiente desde terreno seco a zonas inundadas en el ecotono del mismo bofedal de Parinacota, la estructura de la biomasa de O. andina muestra diferencias significativas: en el borde más seco, aguas arriba, el cual se inunda ocasionalmente por período de tiempo cortos, se encuentra una biomasa pequeña. La biomasa máxima se observa en áreas que son inundadas frecuente o permanentemente (Tabla 2). Las zonas ecotonales del humedal pueden tener una alta biodiversidad, sin embargo debido a factores locales, la biodiversidad puede ser díficil de predecir. La mayor riqueza de especies está asociada con áreas permanentemente inundadas, mientras la menor biodiversidad se observa cerca del borde que limita con el sistema terrestre semi-desértico.

Fauna de invertebrados acuáticos. Los subsistemas lóticos y lénticos de la Reserva Lauca son ricos en fauna acuática. Los invertebrados están representados principalmente por crustáceos, insectos y gastrópodos. El valor más importante de los invertebrados acuáticos en los humedales es el papel que tienen en el soporte sostenido de las cadenas tróficas (Murkin y Wrubleski, 1988). En bofedales como Parinacota y lagos como Chungará y Cotacotani los invertebrados acuáticos están mayoritariamente asociados con macrófitas y detritus vegetal. La abundancia de los grupos dominantes de invertebrados pueden ordenarse como sigue: Desmenuzadores (Anfipodos) del género Hyalella; Pastoreados (caracoles de los géneros Taphius y Ancylllus); filtradores y colectores Diptera Chironomida); Hemiptera, Coleoptera, Odonata, Trichoptera y Ephemeroptera; otros consumidores Anélidos, Hirudineos (sanguijuelas), Oligoquetos.

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Existen diferencias leves entre los ambientes lénticos y lóticos. Por ejemplo, en los canales del humedal donde el flujo de agua está en un rango entre 0,2 y 0,4 m/s las especies vegetales dominantes son: Myriophillum elatinoides, Elodea potamogeton, Potamogeton pectinatus y Minulus luteus. En las lagunas donde el flujo del agua está en un rango entre 0.05 y 0,1 m/s las plantas dominantes son: Rannunculus sp., Azolla fillculoldes y Lemna giba (De Carolis, 1986). Un patrón de distribución similar se observa con la fauna acuática. En los canales los grupos dominantes son: raspadores y desmenuzadores (Anfipodos y Tricópteros). En las lagunas predominan los filtradores (Zooplancton y Dípteros Quironómidos). En la red de canales las lagunas pequeñas funcionan como nodos, conectando una red de diferentes cursos de agua. Vertebrados acuáticos. Los peces están representados en los humedales por dos especies, un pequeño bagre (Trichomycterus laucaensis, "suche"), dominante en los sistemas lóticos y Orestias sp., "corvinilla", un ciprinodóntido, dominante en los sistemas lénticos. En estos sistemas de alta altitud es posible encontrar tres especies de anfibios: Pleurodema marmorata y Telmatobius peruvianus (Leptodactilidae) y Bufo spinolosus (Bufonidae). Los humedales de alta altitud de la Puna son también un refugio para una rica avifauna, dentro de la cual muchas especies son migratorias, importante son la "tagua gigante (Fulica gigantea), que es endémica. El "pato jergón chico" (Anas flavirostris). La "guayata" (Chloephaga melanoptera) y la "gaviota andina" (Larus serranus). Hasta ahora las relaciones tróficas entre las comunidades de vertebrados e invertebrados acuáticos, anfibios y aves no han sido investigadas. Ocasionalmente dos roedores entran desde el sistema terrestre al bofedal, se trata de: Lagidium viscacia (vizcacha) y Phyllotis boliviensis (lauchón orejudo) (Muhlhauser, 1997). La comunidad avícola es es muy abundante tanto en número de especies como en su abundancia, destacan tres especies de flamencos, la tagua gigante, la gaviota andina y una gran diversidad de patos. Como ejemplo de funcionamiento de un humedal se han estado realizando trabajos de investigación interdisciplinarios en el sistema de humedales llamado “bofedal de Isluga”. Se encuentra hoy protegido de permisos de extracción de agua, especialmente porque es un importante sitio de asentamiento de poblaciones humanas altiplánicas. Bofedal de Isluga La cuenca del río Isluga se sitúa entre las cuencas del Salar de Surire y Salar del Huasco y forma parte de la cuenca del salar de Coipasa al igual que la hoya del río Lauca. El río Isluga nace del nevado de este nombre y después de traspasar la frontera chileno-boliviana cambia su nombre por el de Sitaní hasta que se infiltra en los llanos del salar de Coipasa. Su hoya cubre aproximadamente 680 km2 en territorio chileno y su precipitación media es del orden de 238 mm al año. En su curso inferior, el río atraviesa grandes bofedales que sustentan la ganadería de los pueblos de la región, como Enquelga, Isluga y Pisiga. No era posible establecer un balance hídrico en todos los sectores de este bofedal por no conocerse con precisión las entradas y salidas en todos ellos. Por esta razón fue necesario identificar un sector de gran extensión con entradas y salidas conocidas que permitiera establecer dicho balance con el mínimo error posible. Para cumplir con lo anterior se hizo un análisis prospectivo del bofedal de Isluga en toda su extensión que incluyó descripción vegetacional, geomorfológica, hidroquímica e isotópica. Para luego, a partir de toda esta descripción, proceder a elegir una zona donde realizar un análisis micro del “bofedal” estableciendo los balances necesarios que permitan establecer la demanda hídrica propia de estos sistemas vegetacionales. La Tabla 3 detalla las características químicas de este humedal, las cuales son significativamente variables entre zonas de distinto grado de inundación, detallada como estaciones diferentes de análisis. Se ha intentado fijar el marco conceptual en el cual se desarrolla la conservación de humedales en el mundo y en Chile, y de cómo estos conceptos se relacionan con la temática del desarrollo sostenible y la

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conservación de la diversidad biológica. Estas actividades intentan identificar de manera integral la legislación nacional e internacional vigente relacionada con la protección, conservación y manejo de humedales, así como las relaciones, compatibilidades y compromisos que se han asumido en este marco. Esta actividad será una guía fundamental para orientar el desarrollo de los lineamientos y de todas las acciones que se deberán diseñar para operar la Estrategia Nacional de Conservación de los Humedales del país. Así, se ha logrado identificar en término de variaciones estacionales la hidrología, las características de la calidad química del agua, la flora y fauna acuáticas y de la vegetación de las vegas

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Figura 1.Ubicación de la meseta de altura o “ALTIPLANO”

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Tabla 1. Características de Humedales en estudio.

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Tabla 2. Biomasa de Oxychloe andina en un gradiente en Parinacota. Valores medios de 10 localidades en cada zona °1 D.S. (Muhlhauser 1997)

Tabla 3. Características químicas de las zonas del Humedal de Isluga

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GESTION INTEGRADA DEL AGUA EN LAS ZONAS ARIDAS DE LA REGION ORIENTAL DE CUBA

Dr. Lucas Fernández Reyes. Gerente del Programa Nacional Científico Técnico “Los Cambios Globales y la Evolución del Medio Ambiente Cubano”. Centro de Gerencia de Programas y Proyectos Priorizados. Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. Calle 20 No. 4103 e/ 41 y 47, Miramar, Playa, La Habana. Cuba CP 11 300 E. Mail: [email protected] Documento elaborado a partir de la “Guía para la acción frente a la sequía” del Centro de Hidrología y Control de la Calidad del Agua (Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos) y de los resultados del Programa Nacional Científico Técnico “Los Cambios Globales y la Evolución del Medio Ambiente Cubano”. Palabras claves: Cuba, sequías, gestión integrada del agua. Resumen Cuba esta ubicada en la categoría de los países con una alta intensidad de la presión sobre sus recursos hídricos según los índices de escasez y la disponibilidad específica de agua, - exhibiendo, así una situación de carestía donde a menudo la proporción de consumo supera la renovación natural del recurso. Esto es evidente ya que la baja disponibilidad de agua por el habitante, es la más alta vulnerabilidad durante los eventos de sequedad. Este país ha adoptado una conservación y manejo basados en un conjunto de acciones que apuntan a disminuir la demanda de agua, mejorar la eficacia de su uso y prevenir la degradación del recurso hídrico. Las acciones principales de este plan son la mejora de la red del suministro y el establecimiento de medidas remediadoras, la aplicación de un programa eficiente, la substitución de agua potable por una de baja calidad y la aplicación de medidas de manejo. En este trabajo se analizan diferentes tipos de sequías (meteorológico, hidrológico, agrícola y ecológico) que ocurren en el país enfocando lo rural como un tipo de sequía permanente. Key Words: Cuba, droughts, integrated water management Abstract Cuba is placed in the category of the countries with a high intensity of the pressure on its hydraulic resources according to the scarcity indexes and the specific availability of water- exhibiting, thus a dearth situation where often the rate of consumption overcomes the natural renovation of the resource. It is evident that the lower the water availability per habitant the higher the vulnerability during drought events. From this the country has adopted a conservation and management of based on a set of actions aimed to diminish the water demand, to improve the efficiency of its use and to prevent degradation of hydraulic resources. Main actions of this plan are the improvement of the supply network, establishing saving measures, implementation of an efficiency program, substitution of drinking water for a lower quality one and the implementation of management measures. In this paper different types of droughts are analyzed (meteorological, hydrological, agricultural and ecological) that occurs in the country focusing aridness as a kind of permanent drought Introducción Las zonas áridas y semiáridas cubren aproximadamente el 40% de la superficie de la tierra, se caracterizan por una precipitación anual baja, temperaturas generalmente elevadas y una elevada evaporación.

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Según la UNESCO (1993), las zonas áridas y semiáridas son aquellas en las que la relación entre la precipitación media anual y la evapotranspiración potencial se encuentra en los rangos: 0,20 160 la zona es perhúmeda donde: PP = precipitación promedio anual (mm) t = temperatura media anual ( °C) De esta manera se procede a establecer curvas de nivel de igual índice de aridez, en las diferentes estaciones escogidas, para tener una representación de las zonas más afectadas. Estas curvas de isoaridez se las ha establecido en un valor de 1 al valor separador de zona árida de la zona húmeda (según Lang), es decir el índice de valor 40, correspondería a 1, para tener una mejor visualización de las zonas afectadas. La aridez es el resultado de las interacciones entre diferentes factores climáticos tales como: la lluvia, la temperatura, el viento y la evapotranspiración, los mismos que pueden provocar escasez de agua, afectando a la degradación de los suelos y la perdida de la cubierta vegetal, contribuyendo a que estos suelos se conviertan en secos áridos, propensos a la desertificación. Resultados Se ha establecido tres periodos de estudio que permitirá visualizar mejor zonas potenciales a la desertificación, los cuales son: primer período del año 1964 al 1974, segundo período del año 1975 al 1985 y el tercer período del año 1986 al 1996. Análisis de resultados · Se observa claramente que en vista de que el índice de aridez, el cual es función de solo dos parámetros (P, T) promedios anuales, depende básicamente, para el caso de la zona sur del Ecuador, de la variación de la precipitación, debido a que la temperatura no varía significativamente durante el tiempo de observación. Se puede observar además que los años más secos y húmedos, influyen muy profundamente en la determinación del índice (Anexo 1). • En las gráficas del Anexo 2 se observa como el índice de aridez se distribuye en el tiempo, teniendo en las estaciones de Pasaje, Malacatos, picos que sobrepasan el nivel de referencia de zona árida húmeda, pero la tendencia de aridez sigue manteniéndose, mientras que las estaciones de Machala Aeropuerto, La Toma Catamayo, los índices se mantienen bajo el nivel de referencia de zona árida húmeda, y además que los valores más significativos se encuentra en los años más secos, como se anoto anteriormente. • Por medio de las curvas de isoaridez (Anexos 3 periodos 1, 2, y 3) se determinan las áreas propensas a la desertificación, estas curvas están establecidas en tres períodos de diez años: primer período 1964-1974, segundo período 1975-1985, y tercer período 19861996. • En las gráficas del Anexo 8.3 correspondientes a los períodos primero y segundo se visualiza dos áreas, donde el índice de aridez es bajo, (estaciones La Toma Catamayo, Malacatos), esto implica que son áreas donde la aridez es evidente y por tanto áreas

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TABLA 2. Índice de Aridez de las Estaciones El ORO

MACHALA- MACHAL MARCABEL ARENILLA PASAJE AEROP. A-UTM I S

PERIODO 3

PERIODO 2

PERIODO 1

AÑO 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996

*IA

IA

17,1 16,6 4,5 12,0 11,0 6,6 36,2 24,9 11,3 30,2 24,7 7,0 17,1 14,8 16,2

33,1 85,6 82,5 49,3 67,5 24,3 47,2 85,0 54,9 48,2 48,0 45,3

IA

IA

31,9 48,5 27,3 30,8 15,9 30,8 21,7 25,3 55,0 45,1 20,2 42,4 43,6 28,7 17,9 18,9 28,4 28,6 26,2 78,5 41,4

50,1 80,4 44,0 37,6 17,4 67,3 46,8 60,1 89,6 102,3 63,6

IA

65,7

8,4 21,0 45,8 52,4 17,2 11,6 15,0 63,8 31,4

propensas a la desertificación • Hay estaciones en las que los índices de aridez han disminuido en los diferentes períodos, lo que implica tener tendencia a la aridez y como consecuencia de esta, la desertificación, un caso peculiar es la estación de Zamora (Anexo 3) que es una área húmeda, donde la disminución del índice de aridez en los periodos, ratifica la existencia del problema.

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TABLA 2. Índice de Aridez de las Estaciones LOJA

PERIODO 1

ZARUMA IA 73,0 84,0 54,9 45,8 38,1 68,2 50,9

PERIODO 3

PERIODO 2

79,1 50,1 75,0 53,6 35,0 59,3 60,7 16,8 80,6 89,5 68,9 36,1 36,6 33,2 56,8 10,9 54,3 55,9 67,6 98,8 76,5 57,2 67,9

SARAGUR LA CATAMAY GONZANAM ZAMORA O ARGELIA O A IA IA IA IA IA 45,5 41,1 102,3 44,7 47,0 91,1 35,6 44,8 7,1 84,7 47,5 69,6 12,5 83,8 48,5 60,6 13,0 78,2 61,1 58,9 95,8 74,7 69,5 14,8 90,8 73,8 59,4 18,8 99,5 67,9 71,0 21,7 98,1 56,3 22,6 94,3 80,1 60,3 19,1 93,0 72,0 66,7 26,3 70,8 62,6 15,2 68,8 48,8 57,0 9,6 56,5 62,4 42,0 12,2 50,7 49,5 34,7 16,5 65,5 82,4 67,6 63,7 21,5 66,7 85,7 58,6 45,5 15,3 59,7 88,7 68,1 57,9 17,3 95,6 77,9 62,3 63,5 91,2 86,8 65,8 101,3 63,4 44,4 61,7 77,2 55,2 48,6 44,9 85,5 46,6 56,6 21,8 85,0 57,7 57,0 85,0 70,9 62,7 75,1 90,3 71,1 59,2 103,5 42,5 58,0 65,0 76,2 48,4 51,4 56,9 67,6 85,5 72,3 86,1 67,4 73,8 70,6 47,8 44,9 44,9 50,4 47,9

• Se nota también que, en ciertas estaciones, aumentan los índices de aridez, puesto que están sujetas a precipitaciones altas, regulares y frecuentes, son los casos de Celica, Cariamanga, Malacatos. Conclusiones y recomendaciones • Se ha llegado ha establecer los índices de Aridez y gráficas de los mismos, para la zona de

94

PERIODO 1 PERIODO 2 PERIODO 3

MALACAT VILCABAM YANGA CELIC MACAR CARIAMAN AMALUZ OS BA NA A A GA A IA IA IA IA IA IA IA 26,0 77,3 11,5 58,1 30,9 23,3 85,4 20,3 54,1 11,4 49,9 22,0 66,2 22,9 77,5 30,3 38,2 1,8 40,5 34,5 83,9 20,5 67,2 33,4 46,9 13,2 60,1 38,4 75,4 38,2 77,5 42,2 52,5 111,2 36,7 70,0 28,8 40,9 91,7 29,3 72,0 36,7 43,1 62,3 6,3 68,5 45,2 50,3 91,8 27,1 96,2 38,9 60,0 141,9 44,3 77,9 24,9 29,6 84,4 45,5 62,7 22,2 24,0 10,0 33,6 33,2 39,7 60,4 73,0 13,7 45,1 30,1 31,4 77,0 42,8 14,0 48,4 29,6 38,4 44,7 74,9 19,9 71,6 38,7 66,5 78,2 19,7 79,3 34,4 107,0 43,6 55,9 85,5 89,9 31,2 47,5 18,2 31,1 29,30 45,1 70,6 27,8 22,8 34,65 46,3 20,0 33,8 66,27 55,8 66,3 44,0 41,1 46,55 76,9 94,5 60,4 43,1 40,24 58,5 64,5 21,0 33,6 39,24 61,4 32,6 22,0 34,89 61,5 83,9 62,7 30,8 42,2 73,42 72,3 9,0 124,0 108,7 25,6 53,45 64,6 62,0 97,2 80,4 18,6 40,33 43,2 45,4 65,8 41,3 12,4 44,96 49,5 33,4 67,2

* IA: Índice de Aridez

estudio, los mismos que permiten visualizar las áreas propensas y avance de la problemática ambiental de la desertificación en el sur ecuatoriano. • La cuantificación de los índices de aridez permiten visualizar las zonas más propensas a la desertificación, las cuales están ubicadas hacia el sur oeste del Ecuador. • En la mayoría de estaciones se vislumbra que los índices de aridez disminuyen, lo que significa que la aridez, en el transcurrir del tiempo, esta afectando a estas áreas, las

95

mismas que quedan vulnerables a la desertificación y por ende su avance. • El presente estudio analiza los índices, únicamente a partir de la información meteorológica de la zona sur del Ecuador y no ha tomado en cuenta patrones de cambio de uso del suelo, prácticas agrícolas, erosión del suelo, topografía de la zona. •Es necesario ampliar el estudio actual hacia determinar los patrones de cambio de uso de suelo, profundizar el análisis de las series de sequía. • Conociendo que los factores que provocan en mayor grado la desertificación en nuestro país, como son la deforestación, el mal manejo de los suelos, se debería implementar políticas correctivas, que a mas de concienciar a la comunidad de la problemática, el gobierno debe tomar decisiones estrictas con respecto a sanciones o multas en caso infringir las políticas a implementarse. Referencias AGNEW, C. y E. ANDERSON, 1992. Water Resourses in the Arid Realm, USA 1992 APARICIO MIJARES, F. J., 1999. Fundamentos de Hidrología de Superficie, Editorial Limusa, México DF. ECOCIENCIA, 1995. Convención de las Naciones Unidas de Lucha Contra la Desertificación, Quito INAMHI (Instituto Nacional de Meteorología e Hidrológica), Anuarios Meteorológicos, 1964 1996 Quito Ecuador. INEFAN, 1995. (Instituto Ecuatoriano Forestal y de Áreas Naturales y Vida Silvestre), El Problema de la Desertificación en el Ecuador, Quito. MINISTERIO DEL AMBIENTE, 2000. Informe del Ecuador Sobre la Convención de Lucha Contra la Desertificación. http://www.medioambiente.gov.ar/faq/desertificacion/default.htm, ¿Qué es la desertificación? http://www.semarnap.gob.mx/ssrn/risde/tepttes5.html Red de Información en Suelos y Lucha contra la Desertificación (RISDE)

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ANEXOS Anexo 1

Datos de Precipitación, Temperatura e Índices de Aridez de algunas Estaciones ESTACION

MACHALA - AEROPUERTO (EL ORO)

PERIODO 1 AÑO PRECIPITACION TEMPERATURA 1966 1967 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974

mm 404,4 400,0 113,4 307,3 273,2 160,40 936,90 613,60 275,70

°C 24 24 25 26 25 24 26 25 25 PROMEDIO

INDICES DE ARIDEZ 17,07 16,55 4,52 12,01 11,00 6,59 36,15 24,88 11,25 15,56

ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO

0,4 0,4 0,1 0,3 0,3 0,2 0,9 0,6 0,3 0,4

PERIODO 2 AÑO PRECIPITACION TEMPERATURA 1975 1976 1978 1980 1981 1982

mm 730,8 632,9 174,90 432,70 369,90 421,00

ESTACION

°C 24 26 25 25 25 26 PROMEDIO

INDICES DE ARIDEZ 30,24 24,74 6,97 17,08 14,75 16,14 18,32

ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO

0,8 0,6 0,2 0,4 0,4 0,4 0,5

MACARA-AEROPUERTO (LOJA)

PERIODO 1 AÑO PRECIPITACION TEMPERATURA 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974

mm 286,9 581,4 285,7 573 47,7 533,7 330,7 917,5 918,7 702,7 158

°C 25 25 25 25 26 26 25 24 25 24 25 PROMEDIO

97

INDICES DE ARIDEZ 11,48 23,26 11,43 22,92 1,83 20,53 13,23 38,23 36,75 29,28 6,32 19,33

ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO

0,3 0,6 0,3 0,6 0,0 0,5 0,3 1,0 0,9 0,7 0,2 0,5

PERIODO 2 AÑO

PRECIPITACION TEMPERATURA INDICES DE ARIDEZ mm

°C

1975

650,1

24

27,09

ARIDO

0,7

1976

1062,5

24

44,27

HUMEDO

1,1

1977

1136,9

25

45,48

HUMEDO

1,1

1978

250,3

25

10,01

ARIDO

0,3

1979

341,9

25

13,68

ARIDO

0,3

1980

349,3

25

13,97

ARIDO

0,3

1981

496,8

25

19,87

ARIDO

0,5

1982

512,4

26

19,71

ARIDO

0,5

PROMEDIO

24,26

ARIDO

0,6

ESTACION PERIODO 1 AÑO 1972 1973 1974

VILCABAMBA (LOJA)

PRECIPITACION TEMPERATURA mm 1101,9 817,4 861,3

°C 21 20 20 PROMEDIO

INDICES DE ARIDEZ 52,47 40,87 43,07 45,47

HUMEDO HUMEDO HUMEDO HUMEDO

1,3 1,0 1,1 1,1

PERIODO 2 AÑO 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1984 1985

PRECIPITACIÓN TEMPERATURA mm 1005,5 1199,9 591 504,6 834,5 659,3 806,8 1117,2 644,20

°C 20 20 20 21 21 21 21 20 21 PROMEDIO

INDICES DE ARIDEZ 50,28 60,00 29,55 24,03 39,74 31,40 38,42 55,86 31,24 40,06

HUMEDO HUMEDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO ARIDO HUMEDO ARIDO HUMEDO

1,3 1,5 0,7 0,6 1,0 0,8 1,0 1,4 0,8 1,0

PERIODO 3 AÑO

1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996

PRECIPITACIÓN TEMPERATURA mm 607,40 740,65 1185,64 944,10 842,10 830,30 737,30 1505,70 1097,90 851,60 924,40

°C 21 21 17,89 20 21 21 21 21 21 21 21 PROMEDIO

98

INDICES DE ARIDEZ 29,30 34,65 66,27 46,55 40,24 39,24 34,89 73,42 53,45 40,33 44,96 45,75

ARIDO ARIDO HUMEDO HUMEDO HUMEDO ARIDO ARIDO HUMEDO HUMEDO HUMEDO HUMEDO HUMEDO

0,7 0,9 1,7 1,2 1,0 1,0 0,9 1,8 1,3 1,0 1,1 1,1

ESTACION PERIODO 1 AÑO

ZARUMA (LOJA)

PRECIPITACION TEMPERATURA

INDICES DE ARIDEZ

1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 1973

mm 1679,7 1848,1 1207,1 1008,1 837,6 1499,7 1119,8 1739,8

°C 23 22 22 22 22 22 22 22

73,03 84,00 54,87 45,82 38,07 68,17 50,90 79,08

HUMEDO HUMEDO HUMEDO HUMEDO ARIDO HUMEDO HUMEDO HUMEDO

1,8 2,1 1,4 1,1 1,0 1,7 1,3 2,0

1974

1102,4

22

50,11

HUMEDO

1,3

PROMEDIO

60,45

HUMEDO

1,5

PERIODO 2 AÑO

PRECIPITACION TEMPERATURA

INDICES DE ARIDEZ

1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983

mm 1574,7 1179,3 769,3 1304,6 1304,60 369 1772,7 1968,4

°C 21 22 22 22 22 22 22 22

74,99 53,60 34,97 59,30 60,68 16,77 80,58 89,47

HUMEDO HUMEDO ARIDO HUMEDO HUMEDO ARIDO HUMEDO HUMEDO

1,9 1,3 0,9 1,5 1,5 0,4 2,0 2,2

1984

1516,8

22

68,95

HUMEDO

1,7

1985

772,80

21

36,06

ARIDO

0,9

57,54

HUMEDO

1,4

PERIODO 3 AÑO

PRECIPITACIÓN TEMPERATURA

INDICES DE ARIDEZ

1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993

mm 792,15 737,90 1251,71 235,90 1180,80 1219,30 1482,20 2142,40

°C 22 22 22 22 22 22 22 22

36,64 33,16 56,84 10,86 54,31 55,87 67,60 98,80

ARIDO ARIDO HUMEDO ARIDO HUMEDO HUMEDO HUMEDO HUMEDO

0,9 0,8 1,4 0,3 1,4 1,4 1,7 2,5

1994

1645,20

22

76,46

HUMEDO

1,9

1995

1256,60

22

57,18

HUMEDO

1,4

1996

1485,70

22

67,94

HUMEDO

1,7

55,97

HUMEDO

1,4

99

INDICE DE ARIDEZ

INDICE DE ARIDEZ

INDICE DE ARIDEZ

INDICE DE ARIDEZ

Anexo 2. Gráficos de los índices de aridez de varias estaciones

límite de zona árida - húmeda

100

Anexo 3Curvas de Isoaridez para los periodos 1, 2 y 3 PERIODO 1

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PERIODO 2

102

PERIODO 3

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104

LA GESTIÓN DE LA DEMANDA DE AGUA COMO INSTRUMENTO PARA UN DESARROLLO SOSTENIBLE DE REGIONES ARIDAS Y SEMIARIDAS Fernando López- Vera Universidad Autónoma. Facultad de ciencias C-VI. 28049 Madrid.(España) [email protected] Palabras clave: gestión de la demanda, regiones áridas y semiáridas, desarrollo sostenible Resumen En las regiones con una economía hídrica madura como suelen ser las regiones áridas y semiáridas, esto es regiones con una elevada utilización de sus recursos naturales de agua, la solución más eficaz que se brinda es la adecuada gestión de la demanda para favorecer su desarrollo. En este articulo se pasa revista a la problemática que presenta la gestión del agua en regiones áridas y semiáridas y los principales instrumentos de gestión de la demanda como forma de liberar recursos y poder incrementar la oferta de una forma sostenible. Key words: Demand management, arid and semi-arid regions, sustainable development. Abstract In the regions with a mature hydric economy (i.e. arid and semi-arid regions as well as those with a high utilisation of their water natural resources), the most effective solution is the adequate management of the demand to favour their development. In this paper, a review of the problem regarding the water management in arid and semi-arid regions, outlining the main management instruments of the demand, is offered, as a way to both free resources and increase the offer in a sustainable way.

Caracterización de las zonas áridas y semiáridas Técnicamente las zonas áridas y semiáridas se suelen definir en función de ciertos indicadores climáticos, uno de los más extendidos es la relación P /ETP, (Precipitación / Evapotanspiración Potencial) utilizado por UNESCO (1993). Para rangos de este cociente inferiores a 0,50 se establece una jerarquía de zonas semiáridas, áridas e hiperáridas según su valor. Pero estas regiones también presentan otras diferencias hidrológicas con las zonas húmedas. Según Rodier, (1985) en ellas no existe una relación lineal precipitación-escorrentía, siendo preciso conocer la distribución en el tiempo y el espacio de las precipitaciones, los antecedentes de la humedad del suelo y las condiciones iniciales del sistema entre otras, distinguiéndose más de veinte tipos distintos de regímenes. Otra diferencia con las regiones templado-húmedas, es que en las regiones áridas la evapotranspiración crece linealmente con la precipitación, hasta niveles que casi la igualan y presenta características sistémicas especificas, así como una gran fragilidad de sus ecosistemas y en ocasiones estar sometidas estas regiones a procesos de desertización, Pizarro Tapia, (1999). Desde el punto de vista social y económico las regiones áridas y semiáridas se encuentran condicionadas por la escasez de agua para satisfacer las apetencias o demandas más o menos solventes. En numerosas ocasiones acogen poblaciones humanas al límite de sus posibilidades y a las que se les asigna muy poca importancia económica. Sin embargo con frecuencia estas regiones disponen de recursos no renovables (mineros, energéticos, etc ), turísticos y en regiones cálidas, un importante potencial agrícola. Actividades todas ellas condicionadas por la carencia de agua, lo que asigna una importancia estratégica a este recurso para el crecimiento económico de estas regiones y da origen en ocasiones a fuertes conflictos entre personas, comunidades y países.

105

El modelo tradicional de satisfacer las necesidades de agua Las zonas áridas y semiáridas han constituido un medio hostil para el hombre pero al mismo tiempo son una tierra de oportunidades, por eso no es de extrañar que durante la revolución industrial del siglo XIX, cuando se forjó la idea de que el hombre podía doblegar la naturaleza mediante tecnología surgiese la doctrina de redimir las tierras semiáridas mediante el regadío a gran escala, Lopez- Vera, (2001). Estas ideas se extendieron por el mundo; en Estados Unidos de America, Powel apoyado por el ideal mesiánico mormón, aspiraba a convertir el desierto existente entre las cuencas del Green River y el Snake River en una nueva Mesopotamia americana. En España, Joaquín Costa con el movimiento regeneracionista propugnaban la transformación de las tierras secas en regadío como motor de desarrollo y medio de resolver la carencia de alimentos de la época. El ideario regeneracionista se puede sintetizar en algunas frases como. .."España no superara su atraso mientras se pierda una sola gota de agua de nuestros ríos en el mar" ...Este movimiento decimonónico dio origen a una cultura del agua - en el sentido dado por Ortega y Gasset (Madrid 1883-1955), como un conjunto de factores que permiten encarar un problema y darle solución- basada en la construcción de grandes infraestructuras hidráulicas para crear una oferta de agua. Obras financiadas desde el estado y estableciendo la gestión sectorial (riego, industria, abastecimiento, etc) del agua. Considerando la demanda como una variable independiente a la que se debía satisfacer en todos los casos. Esta ha sido la cultura del agua que ha inspirado la política y la gestión hidrológica durante el siglo XX en todo el mundo y que aun se encuentra profundamente arraigada en nuestra sociedad y en la mayoría de los técnicos y responsables de la gestión del agua en muchos países. Este modelo de satisfacer las necesidades de agua mediante obras de infraestructura hidráulica si bien ha sido su motor de desarrollo ha llevado a muchas regiones semiáridas a una situación límite, por cuanto ha disparado la exigencia de más recursos obligando a trasvases o trasferencias de agua cada vez de regiones más alejadas, creando tensiones sociales y un fuerte impacto medioambiental. Por otra parte se ha demostrado la baja eficiencia económica de estas actuaciones, al haberse modificado profundamente los parámetros económicos y las condiciones sociales vigente cuando se elaboró esta doctrina. La nueva doctrina A partir de la década de 1960, como consecuencia de las transformaciones sociales y económicas, del desarrollo de nuevas tecnologías y el despertar de la conciencia ambiental se fragua una nueva cultura del agua, según la cual no solo se contemplan las funciones económicas y de abastecimiento del agua, sino también las funciones ambientales. Esta nueva cultura se formula en términos de desarrollo sostenible en el sentido dado por el "informe Brundtland" (1987) - como aquél que satisface las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas- y como instrumentos propugna la gestión integrada del agua, tanto sectorial como territorial. También presenta un planteamiento estratégico multifuncional y la participación de nuevos actores profesionales y de la sociedad civil, como propugna la Agenda 21 de la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río (1992). En la nueva cultura, la oferta de agua pasa a ser la variable independiente mientras que la demanda se considera una variable más en cualquier problema hidrológico que puede ser modificada mediante decisión política, la intervención técnica y el consenso social. Así como ser sometida a un tratamiento económico al analizar su solvencia, elasticidad y otros factores. En la nueva cultura del agua las medidas estructurales pasan a un segundo término y se da más peso a la gestión, López-Vera, (1999 y 2002). Nos encontramos pues en un momento de transición, en el que una nueva cultura del agua, se abre paso frente a una vieja cultura profundamente arraigada en nuestra sociedad y en el que los poderes políticos y los técnicos responsables adoptan la retórica de la nueva cultura pero siguen tomando decisiones y actuando según los viejos patrones. Hoy parece necesario, sin renunciar al aumento del volumen de agua disponible, que se pueda obtener, de acuerdo con las exigencias sociales y legales actuales, tanto por el sistema tradicional como por los métodos no convencionales, poner todo el énfasis en el buen uso del agua ya regulada cualquiera que sea

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su procedencia, en mejorar su gestión, de manera que se cambie de la actual política hidráulica a una política de aguas. Los objetivos principales deben ser el ahorro de agua, evaluar las demandas según criterios sociales y económicos, satisfaciéndola con el menor volumen posible, y preservando la calidad del recurso para que conserve una de sus cualidades esenciales, la de ser reutilizable. Este modelo sin olvidar la consideración del factor de producción, que entre otras tiene el agua, toma conciencia de su escasez, lo que no sucede con los modelos tradicionales de oferta. La aceptación social de este modelo de gestión de la demanda exige también clarificar primero, y transmitir después a la sociedad todas las causas que influyen en los denominados "déficits hídricos", en nuestra escasez de agua, mayoritariamente atribuida a razones climáticas, la sequía, por otra parte condiciones que no podemos modificar directamente. Hay que tener en cuenta principalmente entre las causas de escasez de agua, las cuestiones territoriales y las socioeconómicas, determinantes en la conformación de la demanda hídrica. Se trata de cuestiones que se pueden modificar, aunque sean sin duda cambios lentos y no exentos de conflicto, pues es necesario orientar la estructura productiva hacia otra menos intensiva en el consumo de un recurso como el agua, hoy ya escaso y que puede serlo aún más si no cambiamos los hábitos y pautas de comportamiento. Instrumentos en la gestión de la demanda Frente a la construcción de nuevas infraestructuras de oferta y en el continuo incremento de la presión sobre los ecosistemas acuáticos naturales, la nueva cultura del agua propugna la optimización del uso de las infraestructuras, la introducción de nuevas tecnologías de control, regulación, utilización y reutilización. Constituyendo más que un cambio o conjunto de cambios evolutivos, una verdadera ruptura tecnológica y cultural con el escenario anterior y persigue la estabilización e incluso la reducción de la presión sobre los recursos naturales. Se trata pues, de conseguir con la buena gestión del agua, por una parte un uso técnicamente eficiente, y por otra un uso asimismo eficiente social y económicamente, perspectivas estas dos enmarcadas en la consecución y conservación del estado del bienestar. Por consecuencia, los instrumentos a utilizar para la mejor gestión del agua procederán de diversas disciplinas: ! Las ciencias de la naturaleza, experimentales y la ingeniería ! El derecho ! La sociología ! La economía Sin perjuicio de lo anterior, es una cuestión fundamental la participación de los usuarios, que normalmente adolece de una aceptación sincera por parte de las autoridades administrativas y de un ejercicio responsable por parte de aquellos. El uso universal del agua por cada uno de los ciudadanos, en mayor o menor medida, es la razón esencial de la participación de los usuarios, para que puedan aportar su experiencia, sus propuestas de solución y al mismo tiempo, que asuman las normas elaboradas entre todos de manera que se transformen en hábitos, pues solo así será posible su cumplimiento efectivo, solo así tendremos, en primer lugar una cultura del agua que, en segundo lugar, ha de ser nueva o sea adaptada a las actuales circunstancias hídricas. En esta cuestión hay todavía un matiz importante, es necesario superar la división entre los usuarios de aguas superficiales y subterráneas, anclada en la separación entre estas dos formas de circulación del agua. Entre los instrumentos de gestión de la demanda dos tienen un peso especifico importante: Las medidas de ahorro, propugnadas ya por Postel (1993) y las de optimización del uso del agua. En los abastecimientos urbanos mediante: ! Mejoras de redes de transporte y distribución ! Mejora de la fontanería domestica ! Reordenación de riegos urbanos ! Xerojardinería y acolchados ! Mejora tecnológica de los sistemas de riego urbano y baldeo de viales.

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! Reutilización de agua ! Desdoblamiento de redes de distribución y alcantarillado según calidades del agua. ! Campañas de información y concienciación ciudadana En la agricultura mediante: ! Determinación de las superficies que tienen sentido regar en nuevos regadíos desde un punto de vista económico y ecológico. ! Eliminación o reducción de regadíos de bajo interés económico, o que produzcan daños ecológicos, mediante medidas de compensación económica y de mediación social. ! Sustitución de cultivos con especies de bajo consumo de agua para alcanzar el re equilibrio hidrológico. ! Modernización de regadíos mediante técnicas de mejora de los sistemas de administración de agua. Esta diversificarse los instrumentos y los actores hace poco comprensible ante el gran público los principios de la nueva cultura del agua, al tiempo que los cuerpos funcionariales asentados en la vieja cultura ven en ella una amenaza a sus competencias. Experiencia española La situación hidrológica española presenta una problemática intermedia de la situación de los países mediterráneos, Kayamanidou, (1998) y también puede considerársela representativa en cuanto a la situación de la política de agua se refiere. En España el 81 % de los recursos de agua se localizan en la mitad norte del país, mientras tiene un este y sureste semiárido y árido, donde tiende a concentrarse la mayor parte de la población, monopoliza el turismo de playa, tiene un fuerte desarrollo industrial y una larga tradición de horticultura altamente productiva. Factores todos ellos que hacen que se dispare la demanda de agua. La solución adoptada por el gobierno mediante un Plan Hidrológico Nacional (2001) - arropado en una retórica ecológica- es construir desde la desembocadura del río Ebro (NE de España) un canal de unos 1000 km de longitud para trasvasar 1050 hm3 de agua al año. El proyecto ha levantado fuertes protestas en algunos sectores por el fuerte impacto que origina en el delta del Ebro que es un área protegida desde el punto de vista de biodiversidad, en las pesquerías litorales y las playas. Al tiempo que se cuestiona seriamente su rentabilidad económica y social. Según Estevan, (2001) teniendo en cuenta que la demanda urbano - industrial en las cuencas receptoras es del orden de 1800 hm3 /año, el potencial de liberación de recursos aplicando técnicas de gestión de demanda se cifra en un mínimo de 350 hm3/año. Siendo este del mismo orden de magnitud del "déficit" de los abastecimientos que se quiere satisfacer mediante el trasvase. Estas cifras se basan en las experiencias de aplicación de técnicas de gestión de demanda dentro de la aplicación de la Agenda 21 en diversos municipios, como la red de municipios promovida por la Diputación de Barcelona, las ordenanzas municipales de Alcobendas (Madrid), o de Alicante y Calviá (Mallorca), situadas en la zona árida. En estas dos ultimas localidades se han requerido inversiones entre 1,315 y 1,579 millones de USD por hm3 anual de agua liberada, sin ningún tipo de afección medioambiental, ni costes de mantenimiento. Frente a los 2,631 millones que cuesta el hm3 de agua trasvasada más 0,132 millones de USD de gasto anual de mantenimiento. En cuanto a la aplicación de estas técnicas en la agricultura, cuya capacidad de ahorro es mayor, aunque existen numerosas experiencias no han sido suficientemente valoradas. No obstante la postura de las autoridades hidrológicas expuesta en el Libro Blanco del Agua (Ministerio de Medio Ambiente 2000) banaliza las medidas de gestión de la demanda, atribuyéndolas un bajo potencial de ahorro en el caso del abastecimiento urbano y reduciéndolo en el caso del regadío a la introducción de técnicas de modernización de los mismos. El problema de las inundaciones

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Las regiones semiáridas no solo se caracterizan por la escasez del agua, sino que su irregular régimen hidrológico, las hace víctimas de inundaciones. En estas el factor climático es aun más determinantes que en la sequías, dada la rapidez con que se suele desencadenar el fenómeno, así como su corta duración. Sin embargo, los efectos de estas grandes avenidas, pérdida de vidas humanas, elevados daños económicos y circulación rápida hacia el mar (horas o días) de una fracción importante de la aportación media anual de la cuenca, puede paliarse mediante una acción coordinada de infraestructuras de defensa y de una adecuada ordenación del territorio. En el ámbito de los usos del suelo tienen interés especial, ante las avenidas, la recuperación de la vocación forestal de los suelos en las zonas medias y altas de las cuencas, con acciones de carácter hidrológico - forestal, y en las zonas bajas el mantenimiento de cauces de desagüe y áreas de inundación; estas ultimas solamente deberían utilizarse para actividades económicas, nunca como áreas residenciales, cuya productividad pueda soportar los esporádicos, pero ciertos daños de las avenidas. Objetivos a alcanzar mediante la buena gestión del agua Los objetivos a alcanzar mediante la mejora de la gestión de los recursos hídricos disponibles, que deben coordinarse estrechamente con los usos del suelo, serían los siguientes: ! Paliar los efectos de sequías e inundaciones con la acción combinada de medidas de infraestructuras y el uso adecuado del territorio. Es decir, integrar la gestión del agua en la planificación territorial ! Satisfacción de las demandas solventes de agua con el menor volumen posible, destinando el ahorro generado a reducir la presión sobre los recursos hídricos, no a establecer nuevas demandas. ! Proteger la calidad de las aguas, no solo como exigencia ecológica, sino como una vía para mantener la reutilización del recurso a lo largo de las cuencas hidrográficas. ! Asignar el recurso usado en las actividades económicas, atendiendo primero a las más productivas, tanto en términos de empleo generado como en términos ambientales y monetarios. Todo esto sin olvidar, en relación con el regadío, la función de cohesión social y territorial que aún realiza en algunas comarcas. La consecución de estos objetivos requiere la definición de distintos instrumentos para aplicar a la práctica concreta en los sistemas de Explotación de Recursos. El carácter diverso de los instrumentos necesarios obliga a agruparlo por áreas. Con carácter indicativo se señalan los siguientes: ! Planificación territorial e hidrológica. Diferenciando los usos sociales (abastecimiento y culturales del agua), ambientales y económicos (Lopez-Vera, F 2001) ! Gestión técnica de los recursos hídricos (optimización de los sistemas de regulación, modernización de regadíos, etc,) ! Modelos de asignación de recursos hídricos (criterios de equilibrio, equidad y productividad) El uso de instrumentos de mercado y los bancos públicos de agua, para gestionar el agua con funciones económicas. ! Estudio de los costes del agua y su distribución entre los usuarios ! Fomento de la participación de los usuarios y de su participación. Referencias Estevan, A. 2001 La gestión de la demanda de agua en la planificación hidrológica española. 150 Aniversario del Canal de Isabel II. Madrid. Kayamanidou, M.N. 1998 Planificación y gestión integrada del agua en las regiones del Mediterráneo.Informe. Comisisón europea.DG XII. VE. Bruselas. López. Vera., F. 1999 El Plan Hidrológico Nacional: Un problema de gestión. El Mundo. 6 septiembre 2000. Lopez-Vera, F. 2001 Una nueva política para una gestión sustentable del agua. En "Un enfoque integrado para la gestión sustentable del agua: Experiencias de cooperación."

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Asociación de Universidades del Grupo Montevideo. Subsecretaria de Recursos Hídricos de la Nación Argentina. Buenos Aires. pp 1-6. López- Vera, F. 2002 Tres cuestiones sobre la sostenibilidad del aprovechamiento de los recursos hídricos. Rev. Encuentros multidisciplinares. n° 10 Vol IV. FUAM. Madrid. Pp 36-42. Ministerio de Medio Ambiente 2000 Libro blanco del agua en España. 637 pag Madrid. López-Vera,F. 2002. Técnicas de gestión de la demanda como instrumento de liberalización de recuros en regiones semiáridas: La experiencia española. Memórias II Seminario Internacional CYTED-XVII. Um Enfoque Integrado para a Gestao Sustentable da Agua- Experiencias em Regioes Semi-Äridas. Escola Politécnica da FUBA. Salvador de Bahia .Brasil Postel, S. 1993 El último oasis: como afrontar la escasez de agua. Edic. Apostrofe.Barcelona. Pizarro Tapia, R. 1999 Análisis de la gestión del agua en zonas áridas y semi áridas: Una propuesta de actuación. Rv. Cidob d'afers internacionals,45-46. Rodier, J. 1985 Aspects of Arid Zone Hydrology., en Facets o fHydrology n (Ed.J rodda) edit. Wiley.p 205-247. UNESCO 1993 Hidrología comparada. Madrid: centro de Estudios y Experimentación de Obras públicas. (CEDEX),Ministerio de Obras Públicas. 491 pag. Unión Europea 2000. Directiva 2000/60/CE del Parlamento Europeo y del Consejo por la que se establece un marco comunitario de actuación en el ámbito de la política de aguas. UE. Bruselas. Unión Europea 2001.Directiva 2001/42/CE Evaluación del efecto de determinados planes y programas en el medio ambiente. UE. Bruselas

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IMPACTO DE LA CONTAMINACION DEL RIO LAS VACAS SOBRE LA CALIDAD DEL AGUA DEL RIO MOTAGUA, GUATEMALA. Pérez Sabino, J.F.*; Oliva Hernández, B.E.**; Callejas, B.*** *Universidad de San Carlos de Guatemala, Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia, Unidad de Análisis Instrumental, Edificio T-13, Ciudad Universitaria, Zona 12. Guatemala. E-mail: [email protected] **Universidad de San Carlos de Guatemala, Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia, Depto. de Análisis Inorgánico. Edificio T-12, Ciudad Universitaria, zona 12. Guatemala. E-mail: [email protected] *** Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Guatemala. Palabras claves Contaminación, parámetros fisicoquímicos, coliformes fecales, río Motagua, río Las Vacas, calidad del agua. Resumen Se determinaron los niveles de diferentes parámetros fisicoquímicos y bacteriológicos en diferentes sitios en el río Las Vacas, así como en el río Motagua, antes y después de a unión de los dos ríos, con el fin de evaluar el impacto de la contaminación del agua del río Las Vacas, sobre la calidad del agua del río Motagua. Los muestreos se realizaron durante los meses de mayo, junio, agosto y octubre del 2000 y febrero del 2001, por lo que abarcaron un período que comprende desde el inicio de la estación lluviosa hasta la estación seca, en Guatemala. Los resultados de los análisis fisicoquímicos y bacteriológicos efectuados, indican que el agua del río Las Vacas no es apta para usos de consumo humano, recreación o riego, y que representa un riesgo para la salud de las poblaciones humanas y la biodiversidad de su cuenca y la del río Motagua, río sobre el cual la contaminación del río Las Vacas presenta un impacto negativo significativo. En varios casos, se encontraron niveles de contaminación que superaban los límites para descargas de aguas residuales, lo que demuestra que la calidad del agua del río Las Vacas, es en algunos sitios y meses del año, similar a la de un agua servida municipal. Key words: pollution, physical, chemical parameters, Motagua River, Las Vacas river, water quality ABSTRACT The impact of the contamination of River Las Vacas upon River Motagua was studied between may 2000 and February 2001. Physical, chemical and biological parameters were determined in water, at different sites along River Las Vacas. In River Motagua, the same parameters were determined before and after the confluence of both rivers. River Las Vacas receives 63% of the waste waters (industrial and domestic) from Guatemala city. River Motagua is the main river flowing to the Atlantic Ocean, and it runs along the largest semiarid region in Guatemala, characterized by its extense thorn and dry forests. People use the water of both rivers for irrigation, recreation, and in some places for human and animal consumption. Results show high leves of contamination in River Las Vacas. Some parameters are even higher than the maximum permisible limits for waste waters according to guatemalan legislation and recommended levels of US-EPA for natural waters. A noticeable rise of the parameters studied was found in River Motagua after the discharge of River Las Vacas (BOD, COD, nutrients, bacteriological), which represents an important risk for the health of the population in the basin. Introducción La cuenca del río Las Vacas, canaliza la mayor parte de aguas servidas provenientes de drenajes domiciliares, industriales y fluviales de la Ciudad de Guatemala hacia el río Motagua. El río Las Vacas recibe los afluentes: río Negro, río Contreras, río Santa Rosita, río Chinautla, río El Zapote, río de Quezada, río Chuapón, río El Aguacate, río Los Acoles, y río Los Plátanos (Universidad de San Carlos de Guatemala). El río Motagua es utilizado para irrigación de plantaciones en la parte noreste del país, siendo por su caudal medio anual el segundo río de importancia en el país, presentando en el sitio posterior a la unión con el río Las Vacas,

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caudales promedio de alrededor de 8 m3/s en marzo y mayor de 250 m3/s en julio. La cuenca del río Motagua presenta una extensión de 15,190km2 y sirve como cuerpo receptor de las aguas servidas de la ciudad de Guatemala, a través de río Las Vacas (Universidad de San Carlos de Guatemala). Uno de los efectos ambientales más serios provocados sobre los recursos hídricos superficiales por el manejo inadecuado de los residuos sólidos es la contaminación de las aguas que muchas veces son fuentes de abastecimiento de agua potable. Por una parte, la materia orgánica de los residuos disminuye el oxígeno disuelto y aumenta los nutrientes, N y P, lo que ocasiona el aumento descontrolado de algas y genera procesos de eutrofización. Por otra parte, los residuos sólidos municipales frecuentemente están mezclados con residuos peligrosos industriales, lo que origina contaminación química. Como consecuencia, se produce la pérdida del recurso para consumo humano o para recreación, se destruye la fauna acuática y también se deteriora el paisaje. Además implica altas inversiones si se quiere recuperar el recurso (Acurio et al., 1997). En la Ciudad de Guatemala se encuentran aproximadamente el 60% de las empresas industriales del país, las cuales por una falta de control adecuado en el vertido de aguas residuales, vierten sus desechos, los cuales se convierten en factor contaminante al ser descargados en el sistema de drenajes sin previo tratamiento, por o cual se convierten en un factor de contaminación. Estos vertidos adicionan substancias orgánicas e inorgánicas que afectan tanto la composición del agua como al sistema de alcantarillado propiamente. Entre los efectos se encuentran: los físicos como la turbidez y la presencia de sólidos suspendidos en el agua; los químicos que modifican la composición y características orgánicas del agua; y los bacteriológicos que multiplicarse provocan una alta prevalencia de enfermedades de origen hídrico (Universidad de San Carlos de Guatemala, Primera conferencia Centroamericana sobre Ecología y Salud, ECOSAL). Un primer paso para evitar este tipo de contaminación, fue dado el 7 de febrero de 1989 cuando fue aprobado el Acuerdo Gubernativo No. 60-89, el cual contiene el “Reglamento de requisitos mínimos y sus límites máximos permisibles de contaminación para la descarga de aguas servidas”, el cual establece restricciones sobre el vertido de aguas residuales directamente en los ríos o cuerpos de agua (Universidad de San Carlos de Guatemala). Estimaciones realizadas en 1989, sobre saneamiento básico rural, informan que casi un cuarto de millón de personas del área rural hacía uso de ríos y arroyos para defecar, lavar su ropa y utensilios; sumado a esto, la contaminación del agua por productos agroquímicos (fertilizantes y pesticidas) y desechos industriales, así como altas cargas fecales y químicas, lo que constituye un peligro muy grande para la salud de los guatemaltecos (Universidad de San Carlos de Guatemala). En Guatemala, las aguas servidas, tanto domésticas como industriales, en muchos casos no reciben ningún tipo de tratamiento y son lanzadas directamente en los cursos de las aguas de los barrancos. Esto ha contribuido a que la contaminación del agua haya alcanzado todas las cuencas hidrográficas. La mayor carga (63%) la recibe el río Motagua, (Universidad de San Carlos de Guatemala, Análisis de la Situación de Salud por Regiones) el cual ha comenzado a mostrar niveles alarmantes de contaminantes (Situación Ambiental de la República de Guatemala). Un estudio realizado por la Dirección General de Energía Nuclear, en la descarga norte de la ciudad de Guatemala, se reportó valores de fósforo total de 2,390.37 mg P/L, de nitratos de 8,409.09 mg N/L; de nitrógeno total de 12,348.48 mg N/L, superando estos parámetros el valor del criterio permitido en el reglamento de requisitos mínimos y sus límites máximos permisibles de la contaminación para la descarga de aguas servidas (Quiroz, et al. 1995). Un estudio más reciente efectuado por Solórzano y Herrera en 1997 (Solórzano , et al. 1997), reportó valores de oxígeno disuelto de 4.32, 0.346 y 0.376 mg/L en mediciones efectuadas durante tres semanas consecutivas, entre octubre y noviembre de 1995. Los valores de pH de 7.38, 7.51 y 7.45 para las mismas se encuentran en la normalidad. En vista de que el río Las Vacas recibe la mayor parte de las descargas de aguas residuales de la ciudad de Guatemala, era importante conocer el impacto de este río sobre el río Motagua, el cual entre sus diferentes usos, proporciona agua de riego a los habitantes de la cuenca y es utilizado con propósitos

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recreativos, además de sostener zonas de gran biodiversidad, lo cual se ve amenazado por la gran carga de contaminación que transporta el río Las Vacas. El área donde se encuentran los dos ríos, pertenece a la región árida más extensa del páís, la cual presenta dos biotopos básicos: cactal y zarzal. Del cactal, se encuentran los cactos (géneros Nopalea y Opuntia), así como los géneros Stenocereus y Pilosocereus y otras especies xerofíticas. Del zarzal, se encuentran las leguminosas con espinas de los géneros Acacia y Mimosa, así como otras de maderas duras, como el Guaiacum sanctum (Villar, et al. 1998). Los objetivos planteados para el desarrollo del presente trabajo son los siguientes: 1) Determinar como afecta la contaminación del río Las Vacas a la calidad del agua del río Motagua; 2) Evaluar las fluctuaciones en los niveles de contaminación en los ríos Las Vacas y Motagua, en estaciones seca y lluviosa. Metodología Once sitios de muestreo fueron seleccionados tomando como base los sitios cercanos a poblaciones o a posibles fuentes de contaminación, correspondiendo nueve a lo largo del río Las Vacas y dos en el río Motagua, uno antes de a unión con el río Las Vacas y el otro posterior a dicha unión. El acceso a los primeros 6 sitios, comenzando desde el río Motagua, es de terracería y éstos se encuentran ubicados en zona rural. Los 5 sitios restantes se encuentran ubicados dentro de perímetro urbano de la Ciudad de Guatemala. En cada muestreo se registraron datos para ubicación del sitio y de temperatura, pH, conductividad; Para os análisis fisicoquímicos de laboratorio se tomaron cuatro muestras de agua de 1 litro en recipientes de polipropileno, para los análisis bacteriológicos se tomaron dos muestras de agua de un litro en recipientes adecuados para la realización de los análisis microbiológicos. Las muestras se transportaron para su análisis en el laboratorio en hieleras, las cuales se mantuvieron con una temperatura interna menor a 4oC. Los muestreos se realizaron durante los meses de mayo, junio, agosto y octubre del año 2000 y durante febrero del 2001. Los análisis fisicoquímicos se realizaron siguiendo los procedimientos de la APHA-AWWA (American Public Health Association), siendo para el fósforo total, el método del ácido ascórbico, así como los métodos para la DBO5 y la DQO y para los sólidos sedimentables, por medio de conos de Imhoff. Los análisis bacteriológicos de coliformes totales y coliformes fecales se realizaron por el método de tubos múltiples.

Figura 1. Mapa de la parte occidental de la cuenca del río Motagua y río Las Vacas. Las muestras de agua del río Motagua fueron tomadas 200 metros antes de la unión de los dos ríos y 200 metros posteriormente a dicha unión. (Mapa proporcionado por el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, INSIVUMEH).

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Resultados En las tablas 1 al 6 se presentan los resultados de los análisis fisicoquímicos y bacteriológicos. El sitio Motagua, corresponde al río Motagua antes de su unión con el río Las Vacas. Los Olotes corresponde al sitio en el río Las Vacas, antes de su unión con el río Motagua. Unión Motagua Las Vacas corresponde al sitio de muestreo ubicado posteriormente a la unión de los dos ríos. El resto de sitios, corresponden al río Las Vacas y se encuentran en los cuadros, ubicados de arriba a abajo, según es más cercana la distancia al nacimiento del río. De esta forma, el sitio Paso Desnivel Zona 15, corresponde al sitio más cercano al nacimiento del río (una distancia menor a 1 Km). Por otra parte, el sitio Unión Motagua Las Vacas no fue muestreado en mayo y octubre del 2000, debido a que no fue posible cruzar el río Las Vacas por la crecida, consecuencia de las lluvias. El sitio Aldea Rincón Grande no se muestreo en agosto y octubre del 2000 debido a que el camino de acceso estaba intransitable como consecuencia de las lluvias en la región.

Figura 2. Mapa que muestra la cuenca del río Las Vacas, el cual atraviesa la parte noreste de la ciudad de Guatemala y recibe el aporte de varios ríos que transportan aguas residuales de la ciudad. Los muestreos del agua del río Las Vacas fueron realizados en sitios a lo largo de su recorrido, desde su nacimiento. Mapa proporcionado por el Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, INSIVUMEH.

Tabla 1. Resultados de las mediciones de Sólidos Sedimentables en mL/L, medidos durante los 5 muestreos y en los 11 sitios de muestreo. NM significa: No medido. Sitio

May-00

Jun-00

Ago-00

Oct-00

Feb-01

Motagua

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