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El Camino al fin de la tierra El Camiño es una construcción histórica, algo que se fue haciendo a lo largo del tiempo con las huellas de millares de peregrinos, algo que sigue en construcción. Pero este camino de peregrinación atraviesa un territorio, un espacio construido y habitado históricamente, un espacio social. Y el camino forma parte de este espacio, no es un ente aislado, y tiene que servir para mostrar y valorar el patrimonio, especialmente aquel menos monumental y más ligado a la vida cotidiana; también para mostrar como somos y ayudar a mejorar la calidad de vida allí por donde pasa.
El Camino al fin de la tierra Manuel Vilar Álvarez
Manuel Vilar Álvarez
El Camino al fin de la tierra Manuel Vilar Álvarez
El camino al fin de la tierra Manuel Vilar Álvarez
Autor: Manuel Vilar Álvarez Edita: Asociación Cámaras Oficiales de Comercio, Industria y Navegación de los Caminos Jacobeos. Dep. Legal: C 1474 -2010 Diseño y maquetación: ográficodeseño Imprime: Huella Digital, S.L. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, por cualquier medio o procedimiento, sin autorización previa, expresa y por escrito del editor.
Prólogo Fisterra. El fin del mundo conocido hasta el descubrimiento de América. Un descubrimiento es esta prolongación de las rutas jacobeas. Tierras frondosas bañadas por los ríos Tambre y Xallas, hasta llegar al borde litoral de Cee, pasando por la embutida Corcubión y abriéndose al mar infinito de Fisterra. La propuesta de Manuel Vilar Álvarez (Muxía, 1956) nos invita a interesarnos por este territorio en su conjunto y a poner en valor su variado catálogo de recursos propios: paisaje, patrimonio, gastronomía, fiestas y romerías. La idea de fondo de nuestro investigador premiado por la Asociación de Cámaras de los Caminos Jacobeos es usar este itinerario del Camino de Santiago como armonizador social, incrementando la calidad de vida de sus habitantes. En este sentido, el autor entiende el Camino como un ente capaz de dar respuestas a originales formas de turismo y movilidad propias del mundo actual, además de convertirse en un eje aglutinador de nuevas políticas de desarrollo rural. ¡Qué decir del mar de Muxía!, en donde las olas se estrellan contra las rocas que protegen la ermita de la célebre piedra de abalar. Allí se está proyectando la construción de un vanguardista parador nacional, firmado por el arquitecto Alfonso Penela, que prestará un servicio imprescindible a la zona, amén de los correspondientes beneficios sociales. Antes de lanzar al océano nuestras botas de peregrino, quiero subrayar la visión histórica y antropológica del estudio de Manuel Vilar, ahondando en fuentes escritas y orales: Una perspectiva y un método que le otorgan mérito y valía. D. Jesús Asorey Carril, Presidente de la Asociación de Cámaras Oficiales de Comercio, Industria y Navegación de los Caminos Jacobeos.
Índice Prólogo..................................................................................................................... 5 Introducción ........................................................................................................ 9 1. La salida de la ciudad de Santiago de Compostela................... 13 2. Ponte Maceira............................................................................................... 33 3. Hacia Negreira: final de la primera etapa....................................... 41 4. De las Tierras del Tambre a las del Xallas...................................... 47 5. Del río Xallas hasta llegar al mar......................................................... 61 6. De Cee a Fisterra......................................................................................... 77 7. De Fisterra a Muxía................................................................................... 91 Fuentes documentales................................................................................104 Bibliografía........................................................................................................104
El camino al fin de la tierra
¿Por qué el Camiño? ¿Qué me ha llevado a peregrinar? Espido Freire
Introducción El Camino es una construcción histórica, es algo que se hizo a lo largo de la historia como una reacción ante una necesidad, como una reacción ante una inquietud humana de buscar respuestas que den sentido a la vida y de ir más allá de los límites de lo cotidiano. Una inquietud que tiene que ver con las ideas que ordena el mundo de las creencias de cada uno y de cada individuo como miembro de una sociedad, es decir, con la cosmovisión que da sentido y cohesión a la vida y a la vida en sociedad. Así la peregrinación funcionó como una ruptura de lo cotidiano, como una escapatoria permitida por el sistema para poder renovar las ganas de vivir, como algo necesario para el normal desarrollo de la sociedad, algo así como unas vacaciones consentidas que permitan que la normalidad social no sufra alteraciones y todo pueda seguir su curso normal. Hoy encontramos en los peregrinos de nuestro tiempo inquietudes que podemos comparar con las de los peregrinos de los tiempos clásicos de la peregrinación a Compostela. Podemos hablar de la necesidad de buscar respuestas ante el hecho de vivir y de salir de la rutina diaria, para encontrarse a uno mismo después de un camino de peregrinación, un camino configurado por un sistema compartido de creencias, de valores y de símbolos. El camino es un elemento que sigue desempeñando hoy funciones de ayer, pero lo que tenemos que ver es que los contextos son diferentes y que el camino es un concepto que todavía está en construcción: lo empezaron a hacer los peregrinos medievales, lo están haciendo los peregrinos de comienzos del siglo XXI. El camino tiene también las connotaciones de ponernos en contacto con la naturaleza, con elementos patrimoniales del pasado, con elementos considerados más puros. Todo ello son constantes que están en la estructura que configura la sociedad moderna y que promueve, entre otros, una vuelta a la naturaleza (después de apartarnos de ella con la industrialización y la urbanización y, ahora, con la desagrarización) y a la necesidad de memoria histórica (en tiempos de cambios constantes e inseguridad o inestabilidad). Y el camino también da, como nos dice Espido Freire (2009) “esa posibilidad de libertad,… esa carencia de nombre”, porque en el camino no hay jerarquías o, cuando menos, no las de la sociedad ni de la vida cotidiana (Herrero 1995: 475). Es decir, en el camino hay una pérdida de los marcos habituales de referencia que permiten al peregrino que se sienta “otro”. Por lo tanto el “espíritu de la peregrinación” no sólo está enraizado históricamente en la sociedad, sino que cobra sentido actualmente en una sociedad posmoderna y en la que el peregrino hace una nueva lectura de viejos elementos. Además, en este camino que nos trae hasta el finisterrae, donde la tierra acaba y el mar comienza, hay otros elementos importantes, como son el ser un Finisterre histórico y la presencia del mar como elemento que puso fin a todos los límites. Está claro que el camino es a Santiago pero, una vez llegados aquí, algunos peregrinos se desplazaban hasta Fisterra, preferentemente, y a Muxía, para ver el mar allí en el cabo del mundo 9
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y comprobar lo finito en un acto que podemos calificar de reafirmación de la existencia y de fe en el mundo en el que se vive, pero también para mostrar su respeto delante de las imágenes del Cristo y de la Virgen de la Barca. En consecuencia, este no es un “camino al revés”1 como se ha dicho en ocasiones; es una prolongación del Camino de Santiago hacia uno de los extremos del continente. En esta polémica podemos ver una muestra de la tensión entre lo realmente entendido como sacro y otros aspectos vinculados al camino, percibidos como seculares. No vamos a profundizar en esta polémica, como también podíamos hablar del paisaje secular, y que tiene que ver con la vida diaria, junto a un paisaje entendido como sagrado, concretado en lugares especiales, lugares estos que también pueden ser percibidos como seculares. Pero un peregrino, como el creyente que acude a un santuario, actúa como un turista, al igual que un empresario cuando acude a una feria de muestras. Y la peregrinación fue la única manera segura de viajar durante siglos. A este respecto los antropólogos Victor Turner e Edith Turner piensan que “a tourist is half a pilgrim, if a pilgrim is half tourist” (Turner e Turner 1978: 20). Pero si traemos este tema aquí es porque entendemos que el Camino es primero un camino de peregrinación, pero después es algo que podemos y debemos vincular a formas de desarrollo sostenible, allí donde las formas clásicas de producción están debilitadas o fenecidas. También se tiene dicho que el Camino de Santiago es un camino que une el centro del continente con el finis terrae, un camino que llevaba hasta el límite del continente en un momento en que este se estaba formando2 . Y cuando el Camino vuelve a tener vida, a fines del siglo XX, es cuando una nueva idea de Europa se está construyendo. El Camino llegaba hasta el extremo de ese espacio político, social y cultural que se estaba construyendo, y llega ahora al límite del espacio que se está redefiniendo de nuevo, y el espacio es la realidad que hace posible la conciencia histórica y la historia de Occidente la podemos definir como un caminar hacia el Oeste siguiendo el camino del sol, quizás por ello exclamó el poeta: “prefiero el atardecer, soy occidental” (Crespo 1985). Es en este contexto de “límite” que la idea de “finisterre” entra dentro del imaginario de la cultura occidental y el topónimo se convierte en un capital cultural (Herrero: 2009, 166). En este sentido la idea de “Finisterre” es algo construido por una élite cultural y no por la propia comunidad local, pero en ella han comprobado que esta construcción les sirve para reforzar su identidad. El mar clásico no era solo una fuente de recursos, era también un lugar de temores y miedos, y llegar hasta allí donde se pensaba que el mundo terminaba tenía que ser una sensación indescriptible. Era también un lugar para la fantasía, para imaginar lo inimaginable, una escapatoria mental necesaria confrontada con el gran espacio del Océano y del que dan cuenta los relatos fantásticos, los marabilla, literatura que se consumía en el medievo. No hace mucho aún, y para muchos gallegos del interior, y el interior es un espacio también mental y social que puede empezar a un par de kilómetros de la línea de costa en marea alta, ir a ver el mar 1 “Una peregrinación al revés”, en El Correo Gallego, 30-VII-1998. También el cabildo sacó una nota de prensa al respecto: “Sólo el Sepulcro de Santiago es la meta de su peregrinación”, en El Correo Gallego, 23-VII-2001. A esta nota contestó la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago (AGACS) incidiendo en la idea de “prolongación”. (El Correo Gallego, 2-VIII-2001). 2 Sobre este tema es imprescindible el interesante trabajo del profesor Barreiro Rivas (2009). 10
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era todo un ritual y el mar era lo desconocido, el espacio no dominado, lo inestable e inseguro. Tópica era la imagen de las pouvanas, las mujeres que se desplazaban a la costa para recibir los baños de mar por prescripción médica. Algunos santuarios están estratégicamente situados en puntos donde esa visión del mar se hace más majestuosa e impresionante: Muxía, San Andrés de Teixido, lugares que son también centros de peregrinación. Y esta sensación causada por el mar es algo compartido por gentes en otros lugares, como nos lo cuenta el etnógrafo portugués António Fontes, quien, en su etnografía sobre el Barroso, habla de la sensación que produce el mar en las gentes del interior portugués y que bien podía corresponder a la imagen que del mismo tendría cualquier campesino gallego o de otras latitudes, “por isso o mar é para muitos uma imagem lendária, mítica, medrosa, para outros um acto heróico ter passado o mar” (Fontes 1992: 74). Esta sería también la imagen para el peregrino que salía por vez primera y única de su casa para llegar allí donde decían que era el fin del mundo. Y si mantenemos que el Camino puede ser entendido como una metáfora de la vida, caminar hasta el fin del mundo sería el mejor ejemplo de esa metáfora. El camino también atraviesa un territorio. Un territorio es un espacio habitado, un espacio construido culturalmente por una sociedad a lo largo del tiempo. El camino forma parte de ese espacio cultural, no es un elemento ajeno al mismo, algo que pueda extraerse fácilmente del mismo. Nuestra pretensión en este trabajo es mostrar el Camino como un instrumento válido para presentar y valorar los contenidos patrimoniales de este territorio y, allí donde podamos, los menos visibles. Entendemos el patrimonio como una construcción social al que se le atribuye un valor y un reconocimiento por parte de la gente, por lo que esa construcción precisa de un consenso para que llegue a ser “capital cultural”. Entendido así, el Camino tendría entonces una función de ayudar a buscar un valor añadido al patrimonio cultural, de explorar otras dimensiones del mismo, de responder a nuevas inquietudes. Entre estas estaría un valor de rentabilidad económica asociada a nuevas formas de ocio y de turismo, pero también un valor social que pueda dar salida a problemas actuales, desde los económicos a los sociales, por lo tanto un valor de armonizador social. En este sentido entendemos el Camino como un ente capaz de dar respuestas a nuevas formas de turismo y movilidad propias de una sociedad posmoderna. Así el Camino puede funcionar no como un recurso turístico más, sino como un recurso especial que permita generar nuevas políticas de desarrollo en el rural basadas, entre otras, en el patrimonio y en el paisaje, cumpliendo así una de las líneas estratégicas de la Política Agraria Común. Pero también tenemos que recordar que el incremento actual de la peregrinación jacobea va en paralelo al proceso de patrimonialización de la ruta (Herrero 2003: 358). Pero nunca debemos dejar de lado que si estamos aquí hablando de camino es porque es un camino de peregrinación. El territorio que atraviesa este camino tiene un patrimonio etnológico con una presencia determinante y está en un momento importante de transformación y desaparición. Se necesita un esfuerzo paralelo al camino para construir una economía sostenible que ayude a dar sentido y a reconocer la importancia del patrimonio cultural, y dentro de este, la especificidad etnográfica. Pero el camino no va a ser nunca la solución a la crisis agraria o pesquera si no hay un plan global de desarrollo del territorio, plan que tiene que tener muy presente la especificidad del camino. Con relación al patrimonio etnográfico queremos traer aquí las 11
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palabras de Josefina Roma de que los pueblos que no conserven su patrimonio etnológico son los verdaderos salvajes porque se ven empobrecidos hasta el punto de tener que inventar la cultura de nuevo en cada generación. Dicho esto podemos añadir que el camino aquí tiene otra función: la de garantizar la transmisión cultural en un momento de cambio, la de traer a un primer plano un patrimonio etnológico, especialmente aquellos aspectos más invisibles del mismo. Entendemos así que el camino tiene también una función social. Otro interés de este trabajo es procurar la búsqueda de una posible traza histórica y reconocer la importancia de las vías de comunicación en la construcción y configuración de un territorio. Porque los caminos no son solo vías por las que nos desplazamos, son trazados o ejes territoriales que implican diversas actividades, diversas realidades económicas y sociales. Entendemos el intento de reconstrucción, dentro de lo posible, de la red viaria del pasado como una manera de acercarnos a un paisaje cultural modelado a lo largo del tiempo. Los caminos son vías para unir dos núcleos, sirven para acceder a espacios productivos, de ocio, simbólicos, a lugares de conflicto o encuentro. Procuramos también llamar la atención sobre ese patrimonio menor vinculado a las vías de comunicación, patrimonio menospreciado y constantemente agredido en aras de un falso progreso que lleva asfalto a lugares donde no es necesario. La recuperación de la traza histórica es también necesaria para la recreación, en la actualidad, de la peregrinación, para resemantizar los viejos espacios. Y el camino de Santiago a Fisterra y Muxía no es sólo una ruta para unir esos tres puntos geográficos, es una ruta histórica que atraviesa un paisaje cultural que se está modificando para adecuarse, otra cosa es si lo está haciendo bien, a las nuevas condiciones que vienen determinadas por un nuevo marco político global. Y este camino es una realidad que se configura igualmente en una dialéctica entre lo local y lo global. En la realización de este trabajo hemos acudido a diferentes fuentes documentales, tanto gráficas como las que provienen de los archivos y de fuentes bibliográficas. Igualmente hacemos uso de fuentes orales, fruto de un trabajo de campo y de andar este camino en varias ocasiones desde que lo hicimos por vez primera en 1997. En nuestros andares nos detuvimos muchas veces a hablar con los vecinos en las aldeas, conocer los lugares, conocer el territorio, conocer la gente, escuchar y aprender. Este método de trabajo nos ha proporcionado un conjunto de descripciones que nos posibilitaron elaborar un discurso y hacer una interpretación de ese territorio que consideramos como próxima a la realidad objetiva y que, esperamos, sirva para conocernos mejor y contribuir así a un futuro más digno y con mejor calidad de vida, también para que las administraciones a la hora de planificar tengan presente algunas de estas apreciaciones. Por ello nos atrevemos a afirmar que el trabajo de campo etnográfico es una manera más de acercarse a una cultura y comprender aspectos de la misma. Pensamos que toda realidad debe ser vista a través de quien la vive y debemos estar ahí para observarla, porque el mejor instrumento para conocer y comprender cualquier aspecto de una cultura es la mente y la emoción de otro ser humano. Y el camino es un aspecto humano que se puede estudiar por medio del contacto humano, como también a través de otras fuentes de documentación. El camino tampoco se puede estudiar olvidando una parte de los que lo hacen posible, aquellos que viven en su contorno. 12
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“Andaré este largo camino, este camino tan largo, hasta el final” Mahmud Darwish
1. La salida de la ciudad de Santiago de Compostela Podemos leer en varias guías y folletos sobre el Camino de Santiago que el de Fisterra y Muxía es el único que no termina en Compostela, que, al contrario de los otros, este comienza al pie mismo del Pórtico de la Gloria. Pero esta afirmación no es del todo correcta ya que sin los caminos que llegan a Compostela no tendríamos tampoco el camino a Fisterra y Muxía. Por lo tanto entendemos que éste no es un camino más, un camino que empieza en Santiago, sino la prolongación del Camino de Santiago que comienza allí donde el peregrino o peregrina inicia su peregrinación hacia la ciudad del Apóstol y que, una vez llegados a Compostela, deciden continuar hasta el borde mismo del Océano, allí donde la tierra y el mar se encuentran, para poder sentir la pulsión del espacio, experimentar la sensación de que se encuentran en uno de los límites del mundo real, en una frontera cósmica. Este camino que de la ciudad de Santiago de Compostela va hacia las tierras del Finisterre sería, según el informe sobre los caminos de Galicia elaborado por el ilustrado coruñés José Cornide, el “séptimo camino” que salía de la ciudad de Santiago3: “El séptimo camino es el del puente Maceira que conduce a los puertos occidentales, y sale por la calle de las huertas y crucero del Gaio a las Parroquias de Villestro, Cobas y Ames situadas en la parte alta de la Maia, en cuio extremo se halla la cuesta de Mar de ovellas extremamente rápida y en la qual es preciso abrir un nuevo camino formando algunas rebueltas o recodos, pero como es de tierra pueden hacerlo mui bien los del país”.
La información que nos da José Cornide no es mucha ni muy detallada, por lo que no sabemos con exactitud por donde iba el camino. Para empezar ni siquiera nos dice por donde sale de la ciudad, algo que nos tendría colocado directamente en el camino. Suponemos que lo hizo desde la Plaza do Obradoiro bajando por la Rúa das Hortas hacia el barrio de San Lorenzo. Pensamos que esta es la mejor salida de la ciudad hacia las tierras de Fisterra y que este era el punto por donde salían, y salen en la actualidad, los peregrinos que optan por prolongar su peregrinación hasta Fisterra y Muxía4. Pero siempre hay excepciones, como el cura boloñés 3 Conocemos dos informes de este autor: uno está depositado en el Archivo del Reino de Galicia y de donde proceden la mayoría de las citas que aquí traemos; el otro está en la Real Academia de la Historia y sabíamos de su existencia por Cardeso Liñares (2000), pero recientemente fue publicado por la RAH, junto con otros textos del ilustrado coruñés (Abascal y Cebrián 2009). Cuando citemos el segundo informe lo especificaremos. 4 Pero debido al desconocimiento y a la falta de información siempre habrá algún peregrino que sale por otro lado. Así hemos visto peregrinos por el barrio de Camiño Novo o por el de Vista Alegre, es decir, siguen las rutas que hacen los autobuses de pasajeros hacia Fisterra y Muxía.
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Doménico Laffi, quien sale por la puerta “situada hacia mediodía”, la Porta Faxeira, para luego dirigirse “hacia poniente”, y salieron, en plural porque iba acompañado, y “bien provistos de pan y vino”. (Laffi 1991: 142). Hasta la segunda mitad del siglo XVIII la Praza do Obradoiro era un espacio que no estaba aún urbanizado, no tenía “un trazado regular, por no estar ninguna de sus edificaciones colocadas en cuadro y tener diferentes niveles el suelo” (Bonet Correa 1978: 97). La única excepción era el Hospital Real, construido a comienzos del siglo XVI y que delimita la plaza por el lateral norte. El Hospital Real es todo un exhibicionismo en piedra, un símbolo del poder real, “un medio de exponer públicamente la grandeza de un individuo o de una institución”, en este caso el poder de los Reyes Católicos (Rosende Valdés 1998: 168). Su construcción cambió definitivamente, y para siempre, la fisionomía de esta parte urbana de Compostela, reorientando esta zona de la ciudad como una galería que mira a poniente y en la que refleja el sol camino de su ocaso. El Hospital Real tenía delante un pequeño espacio acotado, cedido por el Ayuntamiento en 1532, que permitía reforzar la imagen de su fachada y que podemos considerar como el germen de la futura y monumental plaza. Más tarde, cuando se construya el Pazo de Raxoi, el administrador del Hospital protestará aduciendo que el Pazo ensombrecerá la fachada del Hospital Real (Vigo Trasancos 1992: 124). Desde entonces este espacio, llamado Praza do Hospital, era utilizado como lugar donde se celebraban espectáculos y recepciones oficiales, como la que se hace en 1507 al rey Felipe el Hermoso (Singul 1994: 70). Este espacio se vería más tarde reforzado por la construcción del Pazo de Raxoi, la instalación del de San Xerome y el levantamiento de la fachada del Obradoiro. En esa dinámica constructiva que padece esta zona va a desaparecer una pequeña capilla, la de la Trinidad, situada junto a la puerta del mismo nombre, también llamada del Sancto Peregrino, y del cementerio del Hospital. Esta capilla sería el centro religioso de una barriada que se forma en el siglo XIII en torno a la Rúa das Hortas y a la de la Trinidad (Armas Castro 1974: 234). Jerónimo del Hoyo (138) nos habla de ella y dice que: “esta hermita está extramuros de la ciudad, en la calle de las Huertas. Es anexa a Santa Susana. En ella tiene su cofradía de la Sanctísima Trinidad y en el cementerio se entierran muertos”.
Leonor González de Saz, heredera de la “casa forte de Olveyroa”, y de la que volveremos hablar cuando lleguemos a ese lugar junto al río Xallas, hizo una serie de donaciones a esta capilla, por lo que fue retratada en piedra en el tímpano de la entrada y que hoy se puede contemplar en el Museo de la Catedral. En ese tímpano Doña Leonor aparece arrodillada al pie de la Virgen y del Niño e introducida por San Juan en la escena de la Epifanía (Rey Souto 2001). Curiosamente también, y no debemos ver aquí más que una pura coincidencia, en el Pazo de Raxoi va a trabajar el ingeniero francés Carlos Lemaur, quien después iniciará la traza del castillo de San Carlos en Fisterra, es decir, trabaja en una obra al comienzo de esta prolongación y en otra al final de la misma. Pero el peregrino debe empezar ya su caminar y lo hará bajando por la Rúa das Hortas. Hasta la segunda mitad del siglo XVIII había aquí un desmonte que “era utilizado como camino que comunicaba la calle del Franco con la Puerta de los Carros o de servicio del 14
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Tímpano de la capilla de la Trinidad. Museo de la Catedral (Santiago de Compostela).
Hospital Real” y “para salvar el desnivel entre la terraza del Hospital Real y el camino, había unas escaleras acodadas” que salían “por la llamada Puerta Falsa, delante de la fachada de la Capilla de las Angustias” (Bonet Correa 1978: 97). Doménico Laffi dice que por aquí no pueden pasar ninguna clase de animales por culpa de las escaleras, que define como de piedra viva. A Laffi le sorprende no ver en esta ciudad construcciones de ladrillo al uso de Italia (Laffi 1991: 136). Es esta una de las características de Compostela que sorprende aún hoy a peregrinos y visitantes por ejemplo de Australia o Estados Unidos, donde una buena parte de las construcciones urbanas son aún de madera. Y Laffi sigue diciendo que fuera de esta puerta hay jardines y huertas con fuentes y abundantes frutos, pero el agua le parece fétida y tiñe de negro a las piedras. Y en el Plano de la Ciudad y sus murallas, de 1505 y de autor desconocido, aparece ya mencionada esta topografía: “Cymyitº del Hospital”, “Puerta de las huertas”, “Trinidad”, “Camino de finisterre” (VV.AA. 1989). Llegados al final de la Rúa das Hortas el peregrino tiene que cruzar la calle del Pombal, hoy, quizás, este cruce no esté bien señalizado. Esta zona sufrió importantes cambios en su fisionomía urbana cuando se construye la carretera de Santiago a Santa Comba, sobre la década de 1860, pero las obras debieron prolongarse en el tiempo ya que en 1880 el Ayuntamiento compostelano pide que esta carretera, que “empalma a las inmediaciones de esta Ciudad con las generales de Coruña a Pontevedra y de Orense a Lugo, enlazando también con el camino vecinal del Crucero del Gayo, que a su vez empalma con la carretera de Noya”, sea ensanchada, 15
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porque “establece un esparcimiento para el pueblo a las márgenes del Sarela, enlazando el ramal de la carretera de Noya por San Lorenzo y el campo de la feria…”5. De aquí salía también otro camino que, después de cruzar el río Sarela por un puente situado en la barriada del Carme de Abaixo, y denominada del Arzobispo, subía por la ladera del monte Pedroso, saliendo por Belén para cruzar el río Tambre por la localidad de Portomouro y seguir hacia las tierras de Xallas, Soneira y Bergantiños. Y hay autores que mantienen ésta como una posible salida hacia Fisterra, que una vez llegados a la aldea de Codesedas, en Figueiras, se seguiría hacia la iglesia de Villestro y Ponte Brea (González Pérez 1998). Pero nosotros debemos volver a nuestro camino y una vez que cruzamos la carretera de Santa Comba queda a nuestra izquierda, al final de la cuesta que sube hacia la Alameda, el crucero del Gaio, mandado construir por Domingos de Bar en 1679, al que la gente de este barrio tenía mucha devoción. El crucero fue movido de su emplazamiento original a comienzos del siglo XIX, como se recoge en las Actas Municipales: “… se acordó interesar del Sr. Arzobispo la licencia para trasladar a otro punto el Crucero y caja de limosna pertenecientes a la iglesia del Carmen de Abajo, situados en la calle del Crucero del Gayo a fin de regularizar el enlace de dicha vía con la carretera de San Lorenzo.”6
El camino sigue hacia la robleda de San Lourenzo de Trasouto, donde había una antigua ermita ya sobre 1396, regentada por los franciscanos. En 1473 tuvo lugar en ella un capítulo provincial de la orden franciscana, por lo que tenía que tener cierta capacidad. Pero a partir de entonces su papel se ve ensombrecido por el convento de San Francisco, “su hermano mayor”, por lo que ya no va a ser un centro receptor de las limosnas de los compostelanos, ni de “sustanciosos legados testamentarios de los hidalgos y burgueses” (García Oro 1988: 206). Ambrosio de Morales nos dice que en tiempos de los Reyes Católicos un fraile, llamado Fray Carlín, había traído una reliquia de la cabeza de San Lorenzo, que posteriormente pasaría al convento de Santa Clara y “por tal era tenida y adorada” (Morales 1765: 107-109). En 1718 está documentado el alojamiento de un peregrino italiano llamado Giacomo Antonio Noia. Con la exclaustración de los frailes, en la segunda mitad de la década de 1850, el convento quedó abandonado, deteriorada su imagen y “sus claustros sirven de cuartel de Carabineros”, como nos dice Pascual Madoz. Así estuvo hasta que la Duquesa de Medina de la Torre ”gustó de la apacible soledad de aquel frondoso paraje y decidió habitar en el”. Y Rosalía de Castro nos habla del convento en estos momentos: Todo relumbraba branco, Cada pedra era un espello, I o vello convento un pazo Cuberto de lindas frores. ¡Qué terrible desencanto!7
5 En “Informe sobre a traza”. Estudo do territorio histórico vinculado ao Camiño de Fisterra. Xunta de Galici, Consellería de Cultura e Deporte. 6 AHUS. AM. 448, Libro de Actas de la Municipalidad, 30 de marzo de 1892. 7 Rosalía de Castro. “San Lourenzo”. Follas Novas. 16
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Es entonces cuando es sustituido el retablo barroco por otro hecho por las manos de “artistas genoveses del siglo XVI” (Bouza Brey 1967: 337). De este retablo, que no era del gusto de la época –en las crónicas aparece con el calificativo de “churrigueresco”-, nos queda su dibujo, “la planta”, y el contrato de su encargo, firmado en 1700 entre el síndico del convento y Antonio de Afonsín y Jerónimo Patiño. Como fiador aparece nada menos que Domingo de Andrade, por lo que también se puede pensar que éste tiene algo que ver en la hechura del mismo. Bernardo Barreiro cuenta que “no hace muchos años, veíase extramuros de la ciudad compostelana un viejo y destartalado convento casi invisible, porque a la parte posterior mostraba solamente murallones de menudas y negruzcas piedras y un templo lleno de misteriosas leyendas”, y esto al lado de “sendero pedregoso y estrecho y entre un espeso bosque de encinas tan seculares como espesas”. (Barreiro 1883: 41). Por aquí era el lugar de paso hacia el valle de la Maía, como ya recoge Vasco da Ponte (Vasco da Ponte: 272) al contar un caso de las muchas desavenencias entre la gente del Arzobispo y las del Conde de Altamira: “...y arrastrando llegaron con él asta San Lourenço; y allí lo quisieron matar, mas viendo que no iba ningún tras ellos, acordaron de llevarlo a Altamira”. Es decir, se entiende que por aquí irían hacia las Torres de Altamira, situadas en la Maía. Y Bernardo Barreiro (1883: 41-42) nos dibuja aquí un lugar ciertamente tenebroso, un lugar en el que se palpaba el miedo en el aire y la gente evitaba pasar o, cuando menos, pasar a ciertas horas: “El bosque de San Lorenzo había llegado a ser terrible en los primeros años de nuestra infancia en que se contaba como aparecían las almas en pena vestidas de blancas túnicas, y como la fúnebre compañía lo paseaba en la alta noche cantando el oficio de difuntos y encendiendo y apagando, alternativamente entre la espesura, los cirios que alumbraban el féretro del pecador impenitente, ... la molinera y el pobre campesino transitaban únicamente estos sitios de noche”
Y Rosalía dice, en el ya citado poema, que: Pedreiros íñan e viñan Por aquel bosque apartado.
Delante del monasterio está un crucero, puede que sea el que encargó Alonso de Lema, señor de la Casa de Berdoias en la Terra de Soneira, para colocar en el “milladero situado ante el monasterio de San Lorenzo”.8 El crucero lo labró un cantero de Santiago llamado Juan Fernández. Jerónimo del Hoyo al hablar de las ferias que se celebran en Compostela dice que hay una tercera, las otras son la de la Ascensión y la del Apóstol, que se celebra el día de San Lorenzo (Hoyo 1607: 45). Podemos suponer que esta feria tuviese lugar en esta vieja robleda. Y para recalcar más este papel de lugar de entrada a la ciudad, diremos que aquí estaba situado un fielato9. 8 ACS. IG 717/364.
9 Los fielatos eran puestos de vigilancia situados en la entrada de las poblaciones y de cobro del impuesto de consumos, que gravaba las mercancías de consumo general. Había allí, de modo constante, guardias que registraban personas y vehículos para que pagasen las tasas por todos los productos alimenticios, tanto para comercio como consumo propio, que entraban en la ciudad. Este fielato aparece en el plano municipal de 1907. 17
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Llegados a la robleda de San Lourenzo se nos presenta el dilema de si el camino baja hacia Ponte Sarela o sigue hacia Vidán por delante del Pazo. Pero antes de seguir una u otra ruta permítaseme un pequeño excurso. Santiago de Compostela no es una ciudad que crece de la nada, no era, como dice uno de sus mitos fundacionales, un lugar aislado y perdido en la espesura de un bosque en el que un ermitaño solitario observó un día unas luces y, a partir de ahí, se convierte en un importante centro atractor para millares de peregrinos hasta nuestros días. Santiago antes de ser meta de peregrinos y centro eclesiástico y señorial era un lugar con cierta importancia en la red de comunicaciones, cuando menos en la época romana y, seguramente, en época prerromana y altomedieval. Recordemos que por aquí pasaría la vía romana XIX, vía que desde Iria Flavia se dirigía a la ciudad de Lucus Augusti. Próximo a Compostela, en Castrofeito y en Ponte Puñide (O Pino), aparecieron restos arqueológicos vinculados a la red viaria romana (Pérez Losada 1988), y en Gándara (Boqueixón) apareció un miliario dedicado a Calígula (Caamaño Gesto 1999). Dentro del sistema viario romano Santiago sería un lugar secundario, pero bien situado estratégicamente, por lo que lo convertía en un lugar clave e importante. Importancia que continuaría en el tiempo y parte de este trazado viario romano se convertiría en una red de caminos altomedievales, caminos que serían usados y aprovechados cuando se empieza a definir un territorio alrededor de la ciudad, desde que Alfonso II levanta la primitiva iglesia de Santiago en el primer tercio del siglo IX. Y Santiago “era ya entonces el punto de confluencia de cinco vías, en las que existían miliarios separados entre si por unas distancias perfectamente calculadas (López Alsina 1986:314). Se habla entonces de la milia in giro ecclesie, de un territorio en donde la iglesia de Compostela ejercía un poder señorial que se iba extendiendo según se iban otorgando concesiones reales sobre ese territorio hasta llegar mismo al límite con el océano. El primer giro estaba acotado por unos puntos significativos, marcos o miliarios, de las vías que convergían en la antigua ciudad. Con el paso del tiempo y la “emoción intensa de quienes pisaban por primera vez territorio compostelano” se fue haciendo de estas marcas “lugares de oración y agradecimiento por la feliz culminación del trayecto. Sobre cada miliario nació un humilliatorium ” (López Alsina 1988: 134). Y la ciudad de Santiago estaba delimitada en el siglo IX por una línea trazada entre cinco miliarios, cada uno en una vía de entrada o salida de la urbe, pero el milladoiro de la vía de Santiago a Logrosa y Fisterra es el único que carece de confirmación documental, aunque existe el topónimo en la bajada del monte Pedroso hacia el núcleo de Sarela de Abaixo. Ahora también sabemos, gracias al crucero que manda hacer Alonso de Lema, que ese milladoiro podía estar frente al convento de San Lourenzo de Trasouto. Estos caminos más que enlazar salían de Santiago, sobrepasando los límites del primitivo Giro de la ciudad, hacia los cuatro puntos cardinales. Algunos de estos lugares eran espacios relacionados con la topografía legendaria sobre la que se asienta el mito fundacional del culto al apóstol Santiago: el Pico Sacro, Iria Flavia o la mítica ciudad de Dugio, en esta estaba asentado el poder romano y a ella tuvieron que acudir los discípulos de Santiago a solicitar licencia para poder enterrar a su Maestro, como nos relata el Códice Calixtino en su libro tercero: “Id, dijo; buscad al rey que vive en Dugio, y pedidle un lugar para disponer la sepultura a vuestro muerto” (Moralejo, Torres e Feo 1998: 388). 18
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Además, desde temprano, la iglesia compostelana tenía en las tierras ad partem Occidentis propiedades, en las que cobraba rentas y se proveía de pescado, elemento vital en la dieta en tiempos de cuaresma. En consecuencia, tenía que haber cuando menos un cierto interés en comunicarse con estas tierras y, así en el siglo IX, había “una vía Santiago-Logrosa hacia Finisterre” (López Alsina 1988: 136), pero este camino no debe consolidarse definitivamente hasta la baja Edad Media. Logrosa (Negreira) es una parroquia, hoy en parte integrada en el núcleo urbano de la villa de Negreira, donde tienen aparecido restos arqueológicos de época romana. A este respecto en el Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares) se encuentra una carta del profesor Manuel Fernández Rodríguez al Director General de Bellas Artes, en aquel entonces Gratiano Nieto Gallo, hablando de varios hallazgos en la zona de Negreira, como una lápida romana que había publicado en la revista Emérita “y que traje para el Instituto P. Sarmiento”. Además dice que: “Hace un año apareció otra en el mismo lugar y debajo una vasija funeraria. … allí si que convendría iniciar unas excavaciones, pues se trata sin duda de una necrópolis romana … [en] Logrosa … en un campo de labradío próximo han aparecido restos de fustes y basas. Chamoso (a quien debo la noticia) y yo estuvimos allí y reconocimos el campo, que exige una excavación. Lo malo es que en el verano, que es cuando yo puedo dedicarme a estas actividades, los propietarios tienen el maíz sin recolectar y no me gusta causar el menor perjuicio.”10
Para dirigirse hacia todo ese territorio situado al oeste había que cruzar el río Sarela por algún punto. Por lo tanto, la construcción de un puente tiene que ser algo que pronto sería considerado como necesario y que contribuiría al mantenimiento y fortalecimiento de una sociedad civil. Así, a finales del siglo XI, hubo un enfrentamiento entre los comerciantes y la nobleza por el estado de abandono e inseguridad de los caminos. Esto nos lleva a hablar de la presencia en la ciudad de grupos organizados y dinámicos que veían en el comercio una actividad con la que crecer económica y socialmente, por lo que los caminos eran importantes para su desarrollo como grupo social. Y los caminos también servían para el tránsito de peregrinos o los peregrinos caminaban por los mismos caminos que circulaban las mercancías y los comerciantes. Pero todavía estamos en la robleda de San Lourenzo y queremos seguir avanzando en nuestro caminar hacia el mar y las tierras del finis terrae. Hoy la ruta que siguen los peregrinos, la señalizada por el Xacobeo en 1997, baja hacia A Ponte Sarela por la Costa do Cano. Este era un camino empedrado todavía en 1975, como nos lo recuerda un vecino de la zona. El camino bordea el alto muro que cerca la propiedad del Pazo, bien espesa de árboles para hacer realidad esa geografía de miedos que nos trazó Bernardo Barreiro, pero también los versos de Rosalía: “San Lourenzo, o escondido, cal niño entre as ramas”11
Pero cabe la razonable duda de que hubiese la posibilidad de que el camino siguiese por delante del convento y que se cruzase el río Sarela más abajo, por el puente de San Domingos. De este, situado ya a la entrada de Vidán, sólo quedan en pie los restos de un arco, casi invisible bajo la espesa vegetación que cubre las márgenes del río, pero la traza física del camino ha 10 AGA. Fondo Ministerio de Cultura. Dirección General de Bellas Artes. Carta de Manuel Fernández al Director General de Bellas Artes del 6 de marzo de 1965. AGA. 73/10647. 11 Rosalía de Castro: “¡Adiós!”. Follas Novas.
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desaparecido totalmente. De la lectura del citado artículo de Bernardo Barreiro queremos entender que sí había un camino por este lado: “el estrecho sendero por donde se atravesaba bajo el follaje espeso ante los arcos de las tres cruces misteriosas y de la misteriosa colmena, fue objeto de las supersticiosas creencias del vulgo” (Barreiro 1883). Supersticiones que fueron desapareciendo “a medida que se arrancaron los árboles y se trazó una ancha carretera por delante de la escondida iglesia”. Bernardo Barreiro nos está hablando casi ya a las puertas del siglo XX, pero con anterioridad tenemos muy poca información. Un mapa levantado por Juan López Freyre en 1796, titulado Plano de la Ciudad de Santiago: primera de las siete que componen el Reyno de Galicia, señala el camino que sale de Santiago por esta zona, pero la traza dibujada termina a las puertas de la robleda de San Lourenzo, donde empata con otro que baja de Santa Susana. Pero en el mapa trazado por Alejo Donnet en 1857, Mapa civil y militar de España y Portugal, ya aparece un camino por delante del edificio de San Lourenzo. Esta alternativa, una vez pasada el puente de San Domingos, seguiría su recorrido por Vidán, calificado por Rosalía de “alegre, moíños e hondanadas”. Después seguiría hacia Brandía con dirección a Barcia y Roxos, como se deduce de un plano de 1595. Y Domingo Fontán, en su Carta Geométrica de Galicia, levantada en 1845, también traza esta posibilidad. Por lo que queda de su estructura podemos suponer que el puente de San Domingos es anterior al de Sarela, suponer también que fue derruido en una de las muchas crecidas del río y que no fue reparado, quedando entonces fuera de servicio, dejando paso al abandono y a la maleza. Entonces Ponte Sarela pasaría a ser el paso principal del río Sarela para ir hacia las tierras de Barcala y Nemancos12. Mirando con los ojos de hoy podemos pensar que la salida más lógica sería por el puente de San Domingos, incluso para la tierra de Noia. Pero si volvemos al informe de José Cornide vemos cómo nos indica claramente que el camino de Noia “sale en el transversal de Padrón, pero luego se separa a la derecha en el arrabal de Santa Marta, y se dirije al Puente de la Rocha...”, camino del que nos dice que era tortuoso. Este camino se ve claramente en un mapa del siglo XIX, titulado Carta del Partido de Santiago. Aquí podemos comprobar como la “vereda de Noya” sale a la altura de Santa Marta de la carretera provincial que va a Pontevedra, pasando después por Laraño y Ortoño. En un plano de la ciudad de Santiago incluido en la guía The Handbook for Travellers in Spain, publicado en Londres a finales del siglo XIX13 aparece el camino de Noia, “Noya Road”, como continuación de la Rúa das Hortas, no aparece todavía la carretera de Portomouro. Pensamos que Ponte Sarela fue igualmente uno de los puntos importantes de salida de la ciudad, cuando menos desde finales de los tiempos medievales y hasta finales del siglo XIX, que es cuando se empiezan a abrir la mayor parte de las actuales carreteras. Hoy aún encontramos vecinos en la barriada de Ponte Sarela que mantienen viva la memoria de que este “era o camiño por onde salía toda a mercancía para Finisterre”, y este “Finisterre” no es sólo la villa marinera de Fisterra, sino un territorio que el informante concibe, en su mapa mental, 12 Nemancos es un viejo topónimo que hoy sólo se conserva como nombre de una división eclesiástica: el arciprestazgo de Nemancos. Pero este nombre ya aparece citado en el año 868, en el llamado documento de Tructino, y en 1095 en un documento sobre el monasterio de Moraime, que está “in territorio Nemancos”. 13 La edición que manejo es de 1892, la octava. 20
El camino al fin de la tierra
como lejano de su geografía cotidiana, por lo tanto, impreciso. Fisterra es así un territorio amplio y borroso, situado en un más allá de los límites de un paisaje más familiar. Por un artículo del ingeniero Celedonio de Uribe (Uribe 1863) vemos cual era el estado de las carreteras sobre 1862. Para la parte que aquí nos interesa vemos que de Santiago a Noia: “es una de las más interesantes de su orden [tercero], y de la mayor necesidad, en particular la parte de Santiago á Noya. Se ha formado el proyecto de la referida primera parte de Santiago á Noya y se ha remitido en el mes próximo pasado al gobierno de esta provincia para cumplir las formalidades prevenidas por la ley”
Y el mismo autor en otro artículo (Uribe 1866: 27) dice, refiriéndose de nuevo a esta carretera, que: “habiéndose empezado en el [mes] de Abril de 1864, se hallen hoy próximas a su terminación, pues se encuentran concluidos los dos primeros trozos en una longitud de 23 a 24 kilómetros, explanado el tercero con toda la obra de fábrica construidas y parte del afirmado en disposición de quedar terminadas para el mes de Junio o Julio del año próximo, antes del plazo de la contrata”
Y al respecto de la carretera de Santiago a Corcubión, considerada de segundo orden, Celedonio de Uribe (Uribe 1863 ) nos dice que: “Partiendo esta carretera de Santiago y pasando por el puente Maceyra, Negreira, Olveyra y otros varios pueblos, termina en el mismo puerto de Corcubión que la anterior [se refiere a la de Coruña a Corcubión]. Aunque de interés para esta provincia por los puntos que enlaza y el país que recorre, no se ha estudiado todavía por haberse atendido con preferencia á los proyectos de otras más importantes, pero estando estos ya terminados, y siendo esta la única cuyo proyecto falta, se podrá empezar su estudio en el presente año, con lo que quedarán en construcción y proyectadas todas las carreteras de segundo orden de esta provincia.”
Pero aún no hemos cruzado por Ponte Sarela, que queda justo por debajo del Pazo de San Lourenzo. Este puente aparece citado documentalmente en 1485, por lo que la podemos considerar como una construcción de origen tardomedieval, casi moderna. Su estructura sufrió diversas reformas debido a las crecidas del río, como la que ocurrió el 18 de noviembre de 1840, tal como se recoge en las actas municipales: “… en vista de cuanto expresa el Veedor Pérez en su parte fha de hoy relativo a los graves perjuicios en los puentes del río Sarela por haber salido de madre la mañana de ayer, interceptando el tránsito pª la comunicación de que precisan los habitantes de ambas orillas: se acordó que la Comisión de Obras Públicas practique el reconocimiento de los citados puentes y más puntos arruinados…”14
Y esta nueva también aparece en el Boletín Oficial de la Provincia de A Coruña del siguiente modo: “… habiéndose hecho sentir más especialmente sus funestos efectos en los barrios de Santiago sito en la ribera de San Lorenzo. Con efecto sorprendidos por una inundación entre nueve y diez de la mañana del expresado día los habitantes de las casas y molinos construidos en las márgenes de los ríos Sar y Sarela, fueron arrebatados y sumergidos por el torrente de las aguas repentina y extraordinariamente aumentadas con las lluvias de una tempestad tan furiosa que todos convienen 14 AHUS. AM.397, Actas Capitulares. 21
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en que no se ha conocido otro igual. Doce son las víctimas que hasta ahora aparece haber sucumbido ahogadas … acudió el alcalde Manuel Santaló con los alcaldes y celadores de barrio y con los agentes de protección, pudo salvar de semejante infortunio a otra porción de personas que se vieron ya en inminente riesgo de perecer también … en número de seis los molinos que se ha llevado la impetuosidad del río Sarela, sin que quedase vestigio alguno de la existencia de ellos, habiendo sido destruidos y maltratados otros edificios, puentes, muros, huertas, toda clase de artefactos y hasta el terreno mismo en términos de quedar enteramente desconocida aquella ribera y sumidos en la mas espantosa miseria y desolación muchos de sus habitantes.”15
Dada la dimensión del desastre se organiza una colecta para ayudar a los damnificados, tanto desde la Diputación Provincial como desde el propio Ayuntamiento: “Enterado el Ayuntamiento del desgraciado suceso que en la mañana del día de ayer ha producido la inundación del río Sarela, originando la muerte de una porción de individuos, dejando el triste cuadro de la miseria … acordó con obgeto de atenuar en lo posible a los infelices su desventura, excitar por medio de bando a todos los vecinos de esta ciudad para que con lo que cada uno 16 pueda le dispense su protección…”
Y una vez hecha la recaudación el Ayuntamiento decide publicar la lista de los donantes y de los beneficiados: “Haviendo manifestado el Sr. Presidente el resultado del donativo echo por los vecinos de esta Ciudad para socorro de las familias desgraciadas con motivo de haverse salido de madre el río Sarela la mañana del diez y ocho del anterior: se acordó imprimir las listas de los contribuyentes expresando la cantidad con lo que lo han berificado, así como la de los sujetos agraciados y cantidades que perciban …”17
Pero el Sarela no sólo traía desgracias, traía también vida. Su ribera era una barriada dinámica y bulliciosa. Los molinos fueron los más abundantes, su presencia hay que datarla ya en el medievo y llegaron hasta nuestros días. Después llegarían las fábricas de curtidos. Los “moleiros da ribeira do Sarela” eran una de las fuentes importantes de recaudación de ingresos, vía impuestos, para el Concejo (García Oro 1988: 48Ribeira de San Lourenzo. De Bellezas de Galicia. 15 BOP. nº 206, 2 de diciembre de 1840. 16 AHUS. AM. 397, Actas Capitulares.
17 AHUS. AM. 397, Actas Capitulares, 7 de diciembre de 1840. 22
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II). El Catastro de Ensenada (1753) da cuenta de los que había, varios de ellos pertenecientes a instituciones eclesiásticas. Los molinos son lugares para el encuentro y para el encuentro íntimo, para la sociabilidad, pero también son lugares de conflicto, como el que se presenta por culpa de una pared que un vecino levanta junto al río y que no cuenta con el beneplácito de los otros vecinos: “… trata d. Bartolomé Seijo de reedificar el Muro de la huerta contigua a su Molino en grave perjuicio de los mas, por lo que suplica a la corporación se sirva mandar suspender dha obra. Se acordó acceder a lo que se solicita, a cuyo efecto el Veedor Pérez hará entender al Seijo se abstenga de continuar en la precitada obra hasta nueva determinación, y que el Arquitecto reconociendo los ríos Sar y Sarela proponga los medios que deban adoptarse para evitar se repitan las desgracias acaecidas el diez y ocho de Noviembre último respectando la propiedad y leyes vigentes que rigen pª el caso…”18
Y hasta aquí venían también las mujeres a lavar la ropa, por lo que el río era también un espacio de encuentro y un lugar para la sociabilidad. Cruzado el puente queda a la izquierda una antigua fábrica de curtidos, conocida como de Santaló por el apellido de uno de sus propietarios, no del fundador de la misma. Esta fábrica, una de las varias que había junto al río, empezó su actividad en 1780 cuando el industrial compostelano Antonio Espino compra un terreno y los derechos de aguas, también compra algún molino y durante un tiempo compagina la actividad del curtido con la molienda de cereales. El agua era recogida en un canal que empezaba unos metros arriba del puente. Aquí se preparaba el cuero para después usar en la fabricación de los zuecos, calzado que era usado por la mayoría de la gente, pero también cuero para zapatos, que usaban principalmente los clérigos, para albardas, alforjas y pellejos para el vino, usados en el transporte. En 1923 la fábrica es comprada por un comerciante catalán afincado en Compostela, Francisco A. Vilomara, de este pasa a sus herederos, que van a llevar el apellido Santaló, después a los Harguindey. Su actividad, con paréntesis, llega hasta la I Guerra Mundial, pero a partir de entonces entra en decadencia, dejando de producir en la década de 1920. La guerra civil la llevará de nuevo a la actividad, gracias a la demanda de cuero para correas y estuches de pistolas. Pero su actividad se apaga definitivamente en 1959, hace ahora medio siglo. En su historia hay otros paréntesis, como cuando su dueño se vió obligado al exilio en la ciudad de Ceuta por sus simpatías con los invasores franceses (Carmona Badía e Fernández Vázquez 2003). Pasado el puente, el camino, ahora un camino de carro, gira sobre la izquierda, pasa por delante de la vieja fábrica de curtidos y asciende por la ladera, casi cubierto por la espesa vegetación que hay en sus bordes, luego cruza un pequeño arroyo que baja de la zona de Bar, donde también había una fuente de aguas minerales19, sigue subiendo por un tramo boscoso y donde no hace aún mucho podíamos ver las marcas de las ruedas de los carros en el piso; ahora todo esto ha sido allanado y uniformizado. Después sigue por el borde entre monte y lo que hace unos pocos años era terreno cultivado y herbales. Este tramo estaba hasta 1999 18 AHUS. AM 398, Actas Capitulares, 21 de enero de 1841.
19 “… respecto a la pretensión de varios vecinos solicitando la reparación de la fuente de aguas minerales sita en el lugar de Bar, siendo de parecer se accediese…”. AHUS. AM. 398, Actas Capitulares, 1 de julio de 1841. 23
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totalmente cubierto por la vegetación y era casi imposible atravesarlo. El tramo anterior a la llegada a la aldea de Sarela de Abaixo sube por el medio de lo que fueron terrenos de pasto y agras que encharcaban y por donde discurre un pequeño regato. Puede parecer a los ojos de hoy que este no es un camino, pero la imagen que tenemos de lo que es un camino no tiene por que coincidir con la que tenían los caminantes de los siglos anteriores al nuestro. Aquí el camino no hace otra cosa que buscar la parte alta, la menos encharcada, aunque en tramos podamos encontrar agua e incluso nuestros pies se entierren en el fango al pasar. En este tramo, y en el punto denominado As Codeseiras, incluido en la zona denominada Agra dos Marzoa20, podemos avistar de nuevo las torres del Obradoiro y toda la fachada occidental de la ciudad mirando hacia el ocaso. Vista que se contempla más ampliamente desde el lugar de Sarela de Abaixo, pero la sorpresa de ir subiendo y vislumbrar las torres entre la vegetación es una sensación atrayente y distinta. Llegamos a la aldea de Sarela de Abaixo. Esta era “un lugar todo de arrieiros”, tal como nos cuenta una vecina que sobrepasa los ochenta años. Esta mujer igualmente nos informa que por donde sale el camino de la aldea se llama Camiño Francés, microtopónimo que le da cierta relevancia al mismo y nos habla de su importancia. Igualmente nos dice que por aquí era “por donde pasaban todos os carros que levaban viño, iban baixar madeira dos montes e area para as casas”, arena que cogían en el río de Villestro o la picaban en los montes inmediatos y era utilizada en la construcción. Esta “era unha aldea de carreteiros, había cinco familias de carreteiros”, es decir, casi todos los vecinos entonces de la aldea. Como queriendo corroborar tal afirmación nos señala detrás de su casa una especie de cobertizo a media altura y dice que era donde se guardaban los carros que se dedicaban al transporte de mercancías. En su memoria está presente la ruta que estos hacían hacia el lugar de Moas de Abaixo, pero sin entrar en el núcleo bajaban hacia Vidán o Brandía. De Sarela de Abaixo el camino sale, como ya queda dicho, por el Camiño Francés o también denominado Corredoira da Fonte, porque atraviesa el arroyo que subministra agua a la fuente de la aldea. Y el camino va bordeando el monte y buscando la media ladera para bajar hacia Moas de Abaixo. En este núcleo un vecino, de 78 años de edad, nos dice que el tramo entre estas dos aldeas recibe el nombre de Camiño Real, y recuerda que era por donde “viñan as leiteiras de Villestro que íban vender a Santiago”. Por una cota más alta está “a vía do tren”, por donde “había de vir a vía do tren”, pero que luego no vino por aquí y la trinchera excavada para la vía fue luego utilizada como camino para ir a Santiago, utilizado aún por gente que hoy tiene cincuenta años. De Moas los peregrinos salen hoy por la derecha y van hacia Carballal, siguiendo el “camiño das leiteiras de Villestro”. La razón por la que el Xacobeo, a raíz de la delimitación de 1997, señaló este camino podemos encontrarla en la necesidad de separarlo de la carretera y del asfalto para una mayor comodidad y seguridad del peregrino. Pero este también es un camino histórico, en el sentido de que las mujeres de Villestro, y otras, que andaban con los cacharros de la leche sobre sus cabezas, también hicieron historia, una historia de la vida cotidiana y del trabajo diario. 20 Seguramente este micro topónimo haga alusión al nombre o mote de la casa propietaria de este terreno. 24
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Pero pensamos que el camino histórico más importante iba hacia el lugar denominado O Foxo y a la actual carretera de Santiago a Noia. Como muy bien dijo nuestra informante en Sarela de Abaixo, el camino no llegaría a entrar en Moas y cogería a la izquierda para bajar hacia O Foxo. Localizar aquí la vieja traza se hace imposible, cuando menos en la primera parte del mismo, debido a las intensas acciones antrópicas (nuevas construcciones, ampliación de carreteras, abandono de las labores agrarias y eucaliptización). Buscando una traza más histórica caben aquí dos alternativas. La primera es seguir hasta la aldea y por el camino que seguían las “leiteiras de Villestro”. Esta alternativa deja el camino señalizado por el Xacobeo a la derecha y baja hacia el centro de la aldea. La traza de este camino está ahí medio abandonada y cortada en su final por la carretera. Al llegar a la aldea hay que girar a la izquierda para coger el camino de O Foxo, que nos debería dejar en la actual carretera de Noia, en una curva a la altura de la Papelera de Brandía. La otra alternativa sería no entrar en Moas de Abaixo y, antes de llegar a este núcleo, girar a la izquierda. Pero esta traza está borrada o perdida bajo la maleza y las modificaciones antrópicas. Aquí la cartografía, la fotografía aérea y la información oral no nos ayudan a resolver el problema. Sin embargo la parte final de este camino sí está ahí. Es el llamado Camiño do Foxo, conserva su traza primitiva, pero imposible de transitar. Este camino va bordeando una ladera y evita la zona baja y por donde pasa el río de Moas. Al otro lado queda el Fondal, micro topónimo que hace referencia a un paraje natural más bajo y cubierto de maleza, ahora urbanizado por un conjunto de adosados. Pero la información oral nos dice que era una robleda espesa y la gente que iba a Santiago, a la feria de los jueves, no quería pasar esta zona sola, por lo que esperaba a que llegase algún viandante para pasar acompañada, dicen que “había medo a pasar”. Otro lugar en el que el miedo se sentía en el aire, una construcción cultural más. Desde Brandía el camino tenía que seguir el mismo trazado que actualmente hace la carretera de Noia y Muros, proyectada en 1862 (Uribe 1863: 80). A la izquierda fluye manso el Sar, ya incorporadas las aguas del Sarela, hacia el valle de la Maía. Este detalle ya fue observado por José Cornide, quien dice que “… a un qto de legua se pasa el Sarela que poco mas abajo se une al Sar, a media legua se aparta este del camino, a la izqda va a la Mahia, y queda de la otra parte la Ygla de Villestro… (Abascal e Cebrián 2009: 149). Una vez situados ya en la carretera encontramos a la derecha una vieja casa de los peones camineros. Hasta no hace mucho estaba pintado en su lateral: “A Camariñas 87 km./ A Noia 32 km”, como recuerda un vecino de unos sesenta años. A su lado había una taberna, conocida como la “Casa de Pura”, donde paraba la gente que iba a la feria a Santiago y en su fachada había unos aros en los que se ataban las caballerías, mientras sus dueños saboreaban una ración de callos, bebían vino y socializaban con otros feriantes y viandantes. Pasado el arroyo de Moas el camino pasa por delante de la “Casa dos Maceira”, casa de Antonio Maceiras Puente, médico y diputado a Cortes. Al otro lado de la carretera están los antiguos molinos do Rodicio, pertenecientes a esta casa. Aquí era donde el doctor Maceiras tenía su despacho de médico, y sigue estando, según nos cuenta un vecino; la casa también fue almacén de productos agrícolas y escuela primaria. Detrás de la misma queda otro molino 25
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y la fuente da Revolta, un lavadero en total abandono y comido por la maleza, pero ya algo separados de nuestro camino. El camino sigue por la carretera hacia Munín, sin entrar en este núcleo, y a Lamas. Munín queda a la derecha sobre un suave otero y donde vemos ciertos detalles del patrimonio etnográfico, como una casa labriega situada en el medio de una propiedad con un acceso peatonal compuesto por varios escalones para salvar el desnivel. Y a la izquierda, al pie del Sar, queda un pequeño conjunto de tres molinos de río y a los que se accede por una estrecha calleja entre dos casas. Dos de ellos están juntos y uno tiene grabada la fecha de 1934; el tercero está algo separado y río arriba. Antes de entrar en Lamas a la derecha había una fuente, pero por las ampliaciones de la carretera hubo que cambiarla de emplazamiento; su agua alimenta ahora un moderno lavadero cubierto con teja de Uralita. En Lamas el camino se separaba de la carretera por su derecha hasta llegar a Roxos21. En una de las primeras casas una mujer de luto nos dice que su abuelo hablaba de cómo el camino real pasaba por lo que hoy es la huerta trasera de una casa cercada con un muro de piedra coronado por una cruz, delante de ella un hórreo tipo Maía. Esta se denominaba “Casa do Busto” o de “Guldrís”22. Según esta informante la traza del camino fue alterada hace unos 180 años por el entonces dueño de la misma, que era juez en Conxo, y lo hizo de mutuo acuerdo con los vecinos. Desde entonces la traza histórica ha desaparecido dentro de una propiedad privada. Esto nos habla de la vivacidad de los caminos, de los cambios que sufren y de las variaciones de su traza para adaptarlas a las nuevas circunstancias o a nuevos intereses que van apareciendo con el devenir de los tiempos. Pedra da Legua es el siguiente punto en este itinerario del camino real, pero su traza original ha sido ocupada por viviendas o fincas privadas al quedar fuera de uso con la construcción de la actual carretera. La informante de Lamas recordaba como su abuelo decía, al referirse a un vecino pobre y con muchos hijos, que “fulano fixo un pallote no camiño”. Es decir, que ese vecino pobre se apropió del espacio del camino para levantar una humilde casa, y parece que lo hizo con el consentimiento de sus vecinos ya que verían la necesidad perentoria de esa familia de tener una casa. En la actualidad aquel “pallote” fue reconvertido en una casa y tiene otras al lado. Por la parte posterior de la misma seguiría la traza primitiva del camino hacia el paraje denominado A Arieira, una agra ahora inculta, pero era “por donde pasaba a carretera de Camariñas”, según nos informa un vecino de unos ochenta años; después era donde jugaban al fútbol. Este vecino también nos cuenta como desde aquí la gente iba andando para trabajar en la construcción del aeropuerto de Lavacolla. Siguiendo adelante por la carretera de Noia estaba, a la izquierda, la Pedra da Legua. Algunos vecinos aún recuerdan como fue rota en una de las ampliaciones de la carretera y señalan una marquesina en la parada del autobús como su emplazamiento. Esta piedra marcaba la legua de distancia desde el centro de la ciudad de Santiago, por lo que estaríamos delante de lo que tenía que ser un indicador viario. 21 Esto se puede comprobar claramente en el vuelo fotográfico de 1956-1957. 22 Ahora recibe otro apodo derivado de la profesión de su nueva propietaria. 23 El sitio merecía cuando menos una limpieza de tojos y silvas, un mínimo cuidado. 26
El camino al fin de la tierra
De vuelta al lugar por donde pasaba el viejo camino nos encontramos a la derecha, en una encrucijada, la Cruz da Legua, clavada en una laja con grabados23. Cruz y vara están hechos de una sola pieza. Por aquí, cuentan, pasaba la gente de A Silvouta con los muertos camino del cementerio parroquial de Villestro. Pero este camino, un camino cargado de simbolismo, un camino de los llamados sacramentales, está hoy totalmente perdido, entre otros porque aquí hubo desde hace tiempo una cantera que alteró este paraje. El camino continúa marcado por casas que trazan una línea bien definida, casas que estaban orientadas hacia la vía. “Era a carretera de Noia cando había as carrilanas”, dice otro informante de unos setenta años en la barriada conocida como A Cepeira. Y esta carretera debió abrirse en la última década del siglo XIX. En este tramo la traza primitiva fue ocupada en su parte final y cortada por un muro de una propiedad privada, pero después de este paréntesis continúa y lo hace en lo que podríamos llamar camino de acceso a esta propiedad. Desde aquí ya vamos a la carretera de Noia para entrar en Roxos. Aquí hay autores que proponen que el itinerario seguiría para cruzar el río de Roxos por un pequeño puente en Vilastrexe (Alonso Romero 1993: 40). No nos parece una buena alternativa, pues saliendo de Vilastrexe la traza del camino no está nada clara y lo lógico sería que subiese hacia Portela, pero toda esta zona es de brañas y encharca, por lo que nunca habría aquí una traza física de camino, tan sólo un camino de servicio para las fincas que variaría cada cierto tiempo y según el ciclo de los cultivos. En parte este tramo entre Roxos y Vilastrexe, hasta cruzar el río, coincidiría con el camino real trazado en la época de Carlos III, traza que sigue también la actual carretera hasta el cruce de Roxos y Tapaia, donde el camino se separaría para ir por el borde entre el ager y el saltus, marcando claramente los lados de un ángulo recto, para salir en Alto do Vento. De seguir esta alternativa pasaremos por delante de la denominada Casa do Ferreiro, con un magnífico hórreo del tipo Maía de cuatro claros. También hay un crucero sobre una plataforma de tres niveles, pedestal, vara octogonal con comienzo cuadrado y enmarcado, capitel con anillo, volutas y una figura en cada lado, entre ellas distinguimos un caballero a caballo, quizás una representación de Santiago Matamoros, y una Virgen. La cruz tiene las imágenes de Cristo y de la Virgen del Socorro coronada por dos ángeles. La mano de la Virgen sujeta el pie del Niño. El crucero es una pieza de calidad y de estilo barroco. Saliendo de esta finca encontramos en la pared, mirando a la carretera, una hornacina con un peto de ánimas. Tenía en su borde una inscripción, pero ahora está casi borrada. A una figura de las almas le falta una mano, lo que ha motivado una leyenda según la cual se la rompieron en los convulsos momentos anteriores a la guerra civil. Pensamos que aquí tiene que haber otra alternativa más corta. Esta pasaría por coger a la derecha en Roxos, por delante de la capilla de San Miguel, y subir por medio de la aldea, haciéndolo por el camino que iba a la parroquial de Santa María de Villestro, en dirección a Ponte Brea. Antes de llegar a este puente el camino atravesaba las agras y “era unha corredoira profunda e había dous portelos” a la entrada, según nos cuenta una vecina ya entrada en años. En este tramo había un crucero en la encrucijada de Quintáns, por lo que podemos decir que el camino seguía fielmente la traza de una pista que ahora pasa por detrás del campo de fútbol. 27
Manuel Vilar Álvarez
Una vez más la vieja traza fue borrada al modificar el paisaje, pero aún queda en la memoria de los más viejos. Esta es una zona en expansión, de crecimiento urbano y de llegada de nuevos vecinos que no tienen por que saber como era antes esta geografía, pero pueden querer conocer algo más sobre el territorio que ahora habitan para así identificarse más con el mismo. Por lo tanto no estará de más mostrarles los lentos procesos de cambio anteriores al rápido proceso transformador actual. La Ponte da Brea (llamada también de As Barreiras o de Villestro) recibe entre nuestros informantes mayores el nombre de “A Ponte Romana”, indicador de la antigüedad e importancia histórica que le otorgan los vecinos, importancia que les llevó a dirigirse a la Dirección Xeral de Patrimonio, de la Xunta de Galicia, ante la previsible demolición. Su queja permitió su restauración y revalorización (Nárdiz 2004: 85-86). Algo separada del puente había una fuente, Fonte da Carreira, a donde “antes os médicos mandaban ir buscar auga”, nos dice la informante anterior. Pero ir hasta la fuente era también un paseo, imposible hoy porque está abandonada y ya no forma parte del paisaje referencial. De Ponte da Brea el camino va hacia la aldea de Portela, pasando junto a una roca en la que está el petroglifo de O Roxío. La zona de Portela es pantanosa, por lo que el camino va siempre bordeando las tierras de cultivo y buscando siempre el límite del monte, no llega a entrar en el núcleo de población. Este es un núcleo agrupado, cerrado sobre si, con casas que son buenos ejemplos de arquitectura popular. Aquí estamos en un paso natural hacia el valle de A Maía. Por delante de Agro do Cabalo, que fue tierra de labradío y está cerrada por un buen muro, que nos habla del poder del propietario, el camino se dirige al Alto do Vento, ya en el límite de los ayuntamientos de Santiago de Compostela y Ames, pasando antes por la fuente de O Cachelo, una fuente lavadero hoy abandonada y realizada en un estilo cuando menos algo kitsch. Tiene unos adornos que podríamos calificar como una sirena entre dos acroterios. Una pequeña placa de mármol nos dice que fue construida en 1924. Y dejamos el territorio del ayuntamiento de Santiago para entrar en el de Ames. El camino marca aquí el límite entre ambos y se dirige en línea recta hacia la carretera, saliendo en frente de un bar que está un poco antes de la urbanización conocida como “El Bosque Animado”. Pero esta zona fue muy alterada por el aumento de construcciones y la vieja traza, aún presente en la memoria de algunos vecinos, buscaba seguir más recta hacia Ventosa, sin hacer esa salida recta hacia la carretera, buscando igualmente adecuarse mejor al desnivel del terreno. Los vecinos mayores se refieren a esta zona como “A Granxa do Vento”24, recordando que este espacio ahora totalmente urbanizado “era todo unha carballeira”. El desaparecido camino era conocido como el “Camiño das Poleiras”, porque por él “pasaban as mulleres que iban vender a Santiago”, y llevarían también gallinas nuevas, de ahí su nombre. También nos cuentan que hubo durante un tiempo un asentamiento gitano. Después el camino seguía por donde va la carretera. Un informante de mediana edad nos dice que su madre se acuerda que era niña cuando la hicieron, y la madre tiene ahora ochenta años. La carretera nos lleva hasta la aldea de Ventosa. Algunos informantes nos hablaron de 24 Suponemos entonces que este “Vento” debía ser “Bento”, nombre propio. 28
El camino al fin de la tierra
una alternativa peatonal entre Alto do Vento y Ventosa, que iría por la parte baja de la carretera, pero o no existe ya o no la encontramos. Llegados a Ventosa el camino cruza esta aldea y en el espacio conocido como O Quinteiro, una especie de plazuela, sigue a la derecha hacia una fuente, situada en el paraje conocido como O Porto, justo antes de coger de nuevo la carretera en O Lombao. La señalización del Xacobeo los lleva por O Quinteiro para seguir de frente y hacer una curva prolongada, antes de salir a la carretera en O Lombao. Ventosa es una aldea en buena medida estructurada al largo del camino y con buenos ejemplos de hórreos del tipo Maía. La carretera la divide en dos partes. La que queda en la zona alta está más orientada al largo del camino y en ella hay una casa grande y restos de una graneira o hórreo de dimensiones más monumentales, pero del que sólo nos queda un frente. Aquí se denomina A Granxa de Arriba, que era una gran propiedad, pero actualmente las tierras fueron ocupadas por una nueva urbanización de grandes dimensiones. Después viene A Granxa de Abaixo, donde hay una casona con crucero y hórreo delante. El urbanismo de la parte de la aldea que queda por debajo de la carretera, en parte orientado en función del camino, tiene mayor peso en su estructuración una especie de plaza central que domina el espacio, el ya mencionado O Quinteiro. La entrada a esta parte de la aldea se hace por debajo de una parra y entre construcciones anexas que configuran una especie de pequeña calle. Conserva interesantes muestras de arquitectura, como una casa con patín que tiene el dintel de la ventana decorado, otra casa con una pared que es casi una especie de torre cilíndrica; más adelante una fuente casi abandonada y varias construcciones populares, también abandonadas. Pero aunque hay alguna casa bien cuidada la visión general es de cierto descuido y la plaza afeada por los muchos cables que la cruzan, depósitos y otras construcciones levantadas sin ninguna planificación ni gusto. Una cierta atención y algo más de preocupación por las cosas harían de este lugar un sitio más atractivo e interesante, también más agradable, lo que incidiría en la calidad de vida de sus habitantes. Desde O Lombao, núcleo totalmente orientado hacia la carretera y en el que destaca la que fue casa de un sacerdote, tiene una inscripción en la fachada y la imagen de un San Antonio en una hornacina. Pero el camino sigue por la carretera hacia Augapesada, si bien el primitivo, pasado O Lombao, salía hacia la izquierda para ir más derecho hacia el puente medieval. En la actualidad podemos decir que este pequeño puente de un solo ojo está “fuera de servicio” o “descolocado”. En O Lombao dos mujeres de más de ochenta años nos informan que este camino, ahora inexistente, era “unha corredoira fonda” y, pasado el regato Ameneiro, había un tramo empedrado, pues la zona encharcaba. Este tramo desaparecido se ve claramente en el vuelo fotográfico de 1956-1957. A la derecha del camino queda el núcleo de Castelo, donde se ve un pazo, dentro de una finca cerrada por un buen muro, con su palomar. Y a la izquierda queda la parroquial de Covas con su fuente do Santo, ahora olvidada dentro de una propiedad privada debido al proceso de concentración parcelaria. Augapesada es un núcleo de los más interesantes de este tramo del Camino, citado ya por Vasco da Ponte25 o Erich Lassota. Este hidrotopónimo significa, según Cabeza Quiles (2000: 13), agua empezada, que aquí nacía agua y, de hecho, hay dos fuentes y pasan dos arroyos. 25 “... y juntáronse en Aguapesada” os nobres que ían en axuda do de Altamira contra o Arcebispo (222). 29
Manuel Vilar Álvarez
Junto al puente venía otro camino, “que era por donde viñan cos mortos” para el cementerio de Covas, informa una vecina; este camino ya no existe. Pasado el puente queda a la derecha la denominada fuente do Acheiro, ahora casi debajo de la carretera y metida dentro de una hornacina. El camino sigue a la izquierda por una especie de calle bien trazada y ordenada con sentido, con casas que aún tienen delante restos que nos hablan claramente de construcciones vinculadas a una estructura viaria, serían los lugares para guardar caballos y carros. A la derecha hay una fuente, da Mina, que sale de debajo de otra carretera. Esta calle termina en la carretera que va a Bertamiráns y por donde empieza la subida a la cuesta de Mar de Ovellas. A la izquierda queda una casa con un espacio delante y un pozo con la fecha de 1920, grabada en la piedra de la cubrición junto con una decoración en trisqueles. La información oral nos dice que era una taberna donde “paraban as recuas antes de subir a costa”. Para confirmarlo el informante nos enseña un pellejo y señala la anilla de hierro donde dice que “amarraban as mulas”. Parece que esta taberna era un lugar apropiado para descansar antes de empezar la empinada subida, algo así como una estación de servicio en la que pertrecharse antes de subir un tramo duro y difícil. Cruzada la carretera ya estamos en la dura y empinada cuesta de Mar de Ovellas para subir hacia Carballo. Y el camino va hasta “alá enriba da montaña”, como diría Rosalía de Castro, en su poema ¡A probiña, que está xorda...!26 Leváime aló, miñas pernas Paseniño, paseniño, Aquí paras, aló te sentas, Irás chegando, Xuana, A donde as casas fomegan. :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: I a vella vai, sube, sube a costa de mar de ovellas, cun ollo posto no chan i outro onde as casas fomegan
Mar de Ovellas aparece citado ya en el siglo XII por dos veces en el Tumbo de Toxos Outos como Mor do Obellias e Monte Mordouelias. El camino va en zig-zag por este monte, un monte antes pelado, como lo calificó José Cornide: “luego de que se pasa el Río se empieza a subir unha sierra pelada pr la vanda del oriente qe tendrá un quarto de legua de subida muy rápida, luego que se trasmonta, y en la falda del Pone. estaba la Parroquia de Trasmonte. Por lo más alto de esta Sierra hay una serie de Mamoas ...”.
La “serra” era pelada porque hasta aquí venían los vecinos de la aldea próxima de Carballo, y otras, a pastorear el ganado, especialmente cabras y ovejas. En Carballo una mujer de 93 años nos informa de que cuando niña la mandaban con el ganado para esa zona y no se referían a ella como Mar de Ovellas, como la conocemos hoy, “dicían o Camiño, o Camiño Real”. También nos dice que era un lugar donde “salían ó camiño”, pero esto, según informa otra mujer de más de 80 años, era “no tempo do estraperlo” y salían 26 Rosalía de Castro. Follas Novas. 30
El camino al fin de la tierra
a robar maíz a la gente que lo llevaba a vender a Santiago clandestinamente. Pero la interior informante de 93 años dice que “eu deso non me acordo, pero os vellos dicían que salían ó camiño, dicían os vellos d´antes”. Algunas de estas leyendas pueden tener una base en las partidas carlistas que actuarían por esta zona. En el final de la cuesta, al lado derecho, hay una fuente. Los vecinos de Carballo se refieren a ella como a fonte da Costa, pero “antes dicíamos a fonte do Breixo”. Mar de Ovellas también aparece citado en el Catastro de Ensenada como uno de los lugares que delimita la parroquia de Santa María de Trasmonte: “… por levante en la peña de mar de ovillas de esta caminando…” (f.127). Retomamos de nuevo la descripción de José Cornide, quien nos dice que “luego que se sube la cuesta [de Mar de Ovellas] se entra en la feligresía de Trasmonte, y de ella se baja al Puente Maceira sobre el Río Tambre”. Terminada la cuesta entramos en la aldea de Carballo. Aquí los vecinos nos señalan una casa a la derecha del camino, que llaman a casa de Breixo o do Patiño, que era donde paraban los arrieros. La casa tiene delante una construcción a media altura, con una puerta alta y con protección para las ruedas de los carros en el arranque de las jambas. Dicen que servía esta construcción para guardar los carros y mulas de los arrieros, que era la casa de postas, por lo que “tiña unha cuadra grande” para dar acogida a las mulas de los arrieros que paraban aquí. Un poco más abajo hay una cruz colocada en un muro que delimita el camino y con una inscripción de difícil lectura. La cruz es de 1853 y fue puesta aquí porque, cuenta, “morreu unha señora que iba pa feira de Negreira”. Detrás, un hórreo con la fecha de 1905 grabada en el pinchón; poco más abajo hay otro crucero, está a la izquierda y al pié del camino que va al centro de la aldea; y a la derecha hay otro, sobre una roca cubierta de zarzas, pero en el camino que va a otro lugar, a Salgueiro. Carballo es una aldea bien orientada y cuidada, con detalles etnográficos interesantes, como el camino que usaban las mujeres para ir a la fuente a lavar, a la fuente de a Fontiña. Este es un camino estrecho y marcado a ambos lados por losas clavadas. Además en cada casa encontramos un pozo de agua exterior, hórreos muy bien cuidados y con remates curiosos, vemos uno con un reloj de sol y otro con la fecha de 1933. Saliendo hacia las agras está la fuente do Ribeiro, ahora medio enterrada contra la voluntad vecinal. Encontramos también varios “piotes”, unos recipientes de piedra que eran utilizados para machacar el maíz verde y dárselo como pienso a los animales. Seguramente, y antes de aumentar la masa forestal en los montes, especialmente la eucaliptización, desde Carballo se divisaría la silueta de las Torres de Altamira. Estas torres formaban parte del imaginario colectivo de esta aldea, así cuentan que “había unha mina desde as Torres de Altamira astra o Pico Sacro”, una leyenda que incorpora un hecho histórico pasado y un paisaje mítico al presente. De Carballo se sigue hacia Trasmonte por una carretera abierta a comienzos de la década de 1960, carretera que debe seguir fielmente la traza del viejo camino. Bajando, y cuando la carretera hace una curva para salvar un alto que queda hacia la derecha y llamado A Brea, hay mismo a su vera una profunda mina de agua. Le llaman do Canedo, porque la hizo un particular con este mote. 31
Manuel Vilar Álvarez
Entrando en Trasmonte encontramos la escuela financiada por los indianos. Está situada a la izquierda del camino, pero su fachada principal está orientada hacia el camino que va a la iglesia parroquial, que queda unos metros más adelante. José Cornide dice que: “reconocí la Yglesia de Trasmonte, que está remordenada, y no aparece en ella cosa antigua... Hay una torre nueba con cuatro nichos pa campanas, y una que me dijeron costara 93 Rs. Desde lo alto de la cuesta se baja por la predha. Fra. al Puente Maceira que distara otro quarto de legua...”.
La iglesia queda a un nivel más bajo, por lo que para acceder a ella hay que bajar unas escaleras que nos dejan en el atrio. Entre este y la carretera hay un espacio con plátanos de paseo, era donde antes se hacía la fiesta, que aquí son el 15 de agosto y el 8 de septiembre. La iglesia tiene una esbelta torre y en su fachada está clavada una placa de mármol dedicada a la memoria de los muertos de la guerra civil, pero sólo de los del llamado “bando nacional”. Casi al lado de la iglesia está la casa rectoral, totalmente abandonada y la huerta totalmente cubierta por la maleza. En la fachada de la casa que da a la carretera hay un escudo y una inscripción, en ella leemos la fecha de 1710. Un poco más adelante y hacia la esquina de la huerta y entre esta y la carretera, se sitúa una fuente, a la que se accede bajando unas escaleras. De vuelta hacia nuestro camino, y un poco antes de la escuela, nos encontramos con un crucero procesional. Y seguimos camino hacia Ponte Maceira. Antes de llegar a este punto pasamos los lugares de O Reino y Burgueiros. El primero queda al margen del camino, pero ahora ya empiezan a aparecer casas nuevas junto a la carretera por la que va nuestro camino. En el viejo núcleo llama nuestra atención el ancho de un hórreo situado en el medio de una era. Un hombre nos desvela el misterio: su padre lo cortó a la mitad y colocó las dos partes en paralelo. El segundo núcleo si queda en el camino y tiene casas orientadas en el sentido de éste, formando como una calle, lo que demuestra su vinculación viaria. Después una pequeña bajada entre robles para llegar ya a Ponte Maceira, y lo hacemos por delante de la denominada Casa dos Lens, un muy buen ejemplar de arquitectura civil; al otro lado del camino un hórreo, magnífico ejemplar del tipo Maía y, a su lado, un crucero que, entendemos, está fuera de su emplazamiento original.
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El camino al fin de la tierra
Caminar para llegar ... no es caminar” Manuel Machado
2. Ponte Maceira Llegamos al río Tambre. Este río lo cruzamos en A Ponte Maceira, una aldea con encanto y que se asienta a ambos márgenes del río. El núcleo del lado izquierdo pertenece a la parroquia de Agrón (Ames); son las casas que quedan entre la pendiente de los montes Castro y Anduriña y el margen izquierdo del río. Aquí nos encontramos primero a la derecha un molino de varias piedras, parte hoy convertido en bar, pero la planta inferior, en la que están las piedras de moler, no ha sido incorporada a la explotación hostelera. En el margen derecho queda el núcleo que pertenece al ayuntamiento de Negreira y a la parroquia de Portor, topónimo este de claras referencias viarias. La documentación medieval habla de Portus Hodorii, que sería un puerto húmedo, un lugar por donde se pasaba el río Tambre antes de construirse el puente. En 1162 está documentado el monasterio de Santa María de Portus Hodorii, lo que hoy sería la iglesia de Santa María de Portor, iglesia que conserva algunos restos románicos, como unos arcos ciegos, unos canecillos y capiteles con figuras humanas en su interior (Cardeso 2000. II-504). Todo esto nos habla del interés estratégico por controlar el paso del río desde tiempos medievales. El puente posiblemente tenga un origen medieval, pero no muy anterior al siglo XV. Vasco de Aponte (223) ya hace referencia a ella: “... y fuele a esperar sobre la puente Maceyra”. También tenemos testimonios del paso de algunos peregrinos, como Erich Lassota de Steblovo en 1581 o Christoph Gunzinger, quien llama al lugar “Puente Massera”. Igualmente aparece citado en varios itinerarios, como en el repertorio de Juan de Villuga, que se menciona como “Puente Masera”. Por lo tanto, y desde viejo, es un importante referente en la red viaria de Santiago hacia el territorio de la costa y las tierras interiores próximas, como Barcala y Nemancos. Cuando por aquí paso José Cornide dijo que el puente “... está sobre el tambre, y aunque los arcos están en pie amenaza él todo Ruina”. Y nos describe como es: “su figura es apuntada y su plano tortuoso a la entrada tiene hta. lo más alto 92 pasos de los mios, que harán cerca de 75 vars. y desde el medio al fin 94 pasos” y nos dibuja su figura apuntada (Abascal e Cebrián 2009: 149). También nos dice que: “en un reconocimiento hecho por el arquitecto dn Juan López Freire en el año de 78, con orden del Regente de la Audiencia consta tiene 141 varas de largo, 4 y _ incluso petriles de ancho, con cinco arcos principales, dos medianos y otros dos huecos, cubiertos de losas y que en todas sus partes se halla desquiciada y ruinosa, siendo la mas urgente la fábrica de un murallón a su salida acia Barcala que tasó en 573 rs y el total reparo de dho puenten en 1806 rs.”
Pero con el puente en funcionamiento aún se podía cruzar el río por varios puntos en barca, como recoge el Catastro de Ensenada: 33
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“... y en la feligresia de Santa María de Viceso en el río Tambre que corre por un extremo azia al P. ai una Barca que es de Blas de Hombre, vecino de dha feligresía …. De Santa Maria de Òns hai otra llamada barca de Negreira, está en dho río del Tambre, es de dª María Isabel de Castro […] vecina de la ciudad de Santiago lo que trahe por arriendo Juan de Pedrares, vecino de dha feligresia de Ons y le paga annualmente por ella ciento veinte y un reales de vellón y quatro docenas de truchas…” (f. 430)
También se pasaba el río más abajo por encima de una presa que hay a la altura del Castro de Logrosa, presa que canalizaba el agua para varios molinos que había a ambos lados del río. Pero los que pasaban por aquí eran los vecinos de la parroquia de Agrón para ir a la fiesta a la de Logrosa, que era en el mes de septiembre cuando el río baja con menos caudal. Por lo que decimos que este era un paso eminentemente local y de temporada de estiaje. Algo más abajo estaría la legendaria Ponte de Ons, anterior a la de Ponte Maceira, por la que López Ferreiro hace pasar la vía romana número XX o per loca maritima, puente que forma parte de la leyenda jacobea y que se derrumbó cuando estaban pasando los discípulos de Santiago con su cadáver. El Codex Calixtino dice que “y en un solo y mismo momento, por súbita determinación de Dios omnipotente, se resquebrajan los cimientos del puente que atravesaban, y se desploma desde lo alto a lo profundo del río, completamente derruído” (Moralejo,Torres y Feo 1998: 389). Pero la realidad es que desapareció definitivamente bajo las aguas del pantano Barrié de la Maza a finales de la década de 1950, aunque en 1949 se hará uno nuevo en esa zona. El viejo puente de Ons está en la heráldica del ayuntamiento de Negreira. El puente de Ponte Maceira se derrumbó en varias ocasiones por culpa de las crecidas del río, pero también por falta de cuidados. En un informe de 1787 se describe como “de siete arcos, que se halla próxima a arruinarse” 27 . Unos años antes, en 1776, acude ante la justicia de la jurisdicción de Altamira Manuel de la Concha, “Administrador de la Real Renta del tavaco del Partido de Barcala y Altamira”, dado el estado del puente: “… representando el deplorable estado en que se hallaba la entrada del Puente Mazeira por la parte de la Jurisdición de Altamira [...] se hiço el reconocimto por dos Maestros de Cantería quienes declararon las ruinas que havía en la entrada del Puente y además que en este se hallaban desquiciadas algunas piedras de un arco poco seguro; mandó dha justicia qe algunas feligresías inmediatas de aquella jurisdicción concurriesen al reparo, pero se opusieron exponiendo que a dha reparación devían concurrir los vecinos de la Jurisdición de Barcala”. 28
Y el escrito sigue diciéndonos que: “….con vista de lo expuesto por todas partes se dio auto en veinte y ocho de Enero de mil setazos setenta y siete mandando librar despacho para que el Juez actual de amba jurisdición de Barcala y Altamira con citación de los vecinos de cada una de las feligresías que se expresaban […] hiziesen reconocimiento […] y dieron su declaraon en catorze de Abril de mil setazos. novta. y siete, diciendo tener el Puente a su largo ciento cuarenta y una vras, hallarse construido sobre siete arcos, los tres últimos hacia una capilla de Sn Blas, de construcción gótica y muy antiguo y los quatro restantes moderno, su formación de medio punto o arcos fundamentales … 27 AHUS, FM, 909, f. 191. 28 A.H.N. Consejos 2343 34
El camino al fin de la tierra
Cítase en su virtud a los vecinos de la Villa de Ce, que contestaron devía mandar … y que tambien devía emplazarse la Villa de Mujía y Coto de Moraime, que gozaban y reportaban el veneficio del Puente. Yden a la de Finisterre … En quinze de Abril de mil setecientos noventa y tres se opusieron con poder los vecinos de la jurisdición de Barcala a la pretensión de Dn Domingo de Navia, solicitando se mandase hazer el Puente por asiento prezedidos los plazos y condiciones que se acostumbraban en iguales obras públicas a costo de todas las jurisdiciones de la provincia de Santiago como Puente público y general, haciéndose repartimiento entre todas ellas, quedando así franco y libre de tránsito, y que de ninguna manera convenía recargar los traseuntes con la servidumbre y derechos de portazgo que proponía….” 29
En un escrito de 1792 de un vecino de Portor se dice que: “… en la noche del día primero de Marzo próximo pasado, se ha hundido enteramente un Arco de los que se compone el Puente Maceira, que da paso al Río Tambre, con lo que queda interceptado aquel tránsito tan útil para la comunicación con los Puertos y Villas de la costa, como son los de Corcubión, Cee, Finisterre, Muros, Mujía y otros para los que de precisión tienen que transitar por el a no ser que se atrasen muchos días de jornadas para llegar a la Capital de Santiago” 30
Pero unos años más tarde, en febrero de 1807, el puente seguía arruinado: “… por allarse del todo arruinada, incapaz de todo transito de apie ni acaballo, amenos que sea con grabe riesgo de la vida. Que dho Puente está mandado fabricar a zimentar por su total ruina lo tiene presente V. S. por los autos, y que además de su total ruina la mas principal lo hes lo de un Arco de los mayores que por aberse ynundado se ha construido provisionalmente de tablado y del todo arruinado sus balaustres ni otra contento que impida las Disgracias que diariamente están sucediendo en los Pasajeros, no solo de Personas sino de Animales…“31
Y un escrito, firmado por Nicolás Astral y Caneda el 6 de junio de 1807, leemos que este: “… se halla faltoso de uno de sus arcos, el que provisionalmente en aquel entonces cubrieron de madera y como esta se hubiese carcomido y podrido con el temporal se halla expuestas las personas que pr allí pasen ser precipitadas en el río como ya sucedió…”32
Años más tarde, en abril de 1841, el puente seguía estando en malas condiciones y había voces que pedían su reparación, como podemos leer en las Actas del Ayuntamiento de Santiago: “Ygualmente se dio de otra de la citada autoridad [a Deputación] de cinco del propio mes, manifestando hallarse dispuesto a llebar a efecto la recomposición del Puente Maceira, presupuestado en la cantidad de ochenta mil y quinientos re y que antes de sacarla a remate bajo las condiciones facultativas y que el Ayuntamto de Negreira establezca la mayor seguridad y economía, quiere que las Municipalidades a quienes corresponde concurrir al coste de la indicada obra, en cuyo caso se halla esta, le informe en el término que remedie […] se acordó representar lo oportuno, expresando las razones que releban a este Ayuntamiento…”33 29 Ibidem.
30 AHN, Fondo de Consejos, 2343. 31 AHUS, FM. 915, p. 333.
32 AHUS, FM. 915, p. 340. 33 AHUS, FM. 398, p. 43v.
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Manuel Vilar Álvarez
Pero en ese tiempo las aguas del río aún bajaban altas, por lo que: “…se acordó contestar que no ha podido efectuarse la mencionada remesa a causa de que el arquitecto encargado no ha podido realizar hasta que bagen las aguas el presupuesto, por ser indispensable examinar cuidadosamente la naturaleza del terreno srê el cual deben fundarse los machones del arco que la inundación arrastra consigo, lo que ejecutará tan luego la estación lo permita.” 34
Y mientras el puente no era reparado había necesidad de seguir cruzando el río por los medios posibles y disponibles, uno eran las barcas, por lo que como dice un vecino de Portor: “Cierto es Señor que vecinos inmediatos echaron Barcas al río, pero estas son incapaces de susistir en tiempo de ybierno a causa de la notable creciente de aguas por ser de los más caudalosos de la Provincia; su demasiada corriente que motivan los peñascos que se reconocen a la parte superior y inferior de el Puente, con lo qual y ser reducido el buque de dichas Barcas, se ve espuesto el Público a experimentar naufragios, clamando por el remedio que evite estos daños y serán consiguientes a no tomarse el medio indicado”. 35
Para solucionar estos problemas el tal vecino, Domingo de Navia y Rivera, se compromete, en un escrito firmado en “Barcala 20 Junio de 1792”, a “reedificar y componer a su costa toda la obra de que en la actualidad necesita el Puente, dejándolo en capacida de poder transitarse sin riesgo”. Cosa que no hacía de modo altruista, sino con intención de negocio cobrando por el paso: “con tal de que pr el mismo hecho se digne concederle licencia para la exacción de Portazgo a razón de quatro maravedís por persona, ocho por Caballería, y ciento y dos por carro, con franquicia de todas las tropas y carruajes que transiten por ella pª el Real Servicio en los Castillos y fortificaciones de dhos Puertos, cuyos dros son más equitatibos de los que exigen los dueños de las Barcas, con lo que se evitan los atrasos que sufre el público con este paso”. 36
Pero la concesión del portazgo no fue adelante y el proceso para la reparación del puente tampoco fue fácil, entre otros motivos porque los ayuntamientos de la zona no entendían la necesidad y no se ponían de acuerdo en las cantidades que tenían que abonar: “también se dio otra del Ayuntamiento de Negreira de treinta del anterior […] diciendo que en vista del testimonio que acredita haver sido la postura más bentajosa pª remate de la composición del Puente Maceira la de Domingo Antonio Bustilloo, pues que ofrece hacer la obra, siempre que se le asegure la mitad de su coste al medio de ella, y lo restante a su conclusión en cincuenta y ocho mil res; para llebarla a efecto se pongan de acuerdo con los Ayuntamientos de las capitales de partido que están sujetas al pago para que nombren una comisión de su seno compuesto de tres individuos que se reunan en el punto más céntrico y procedan al repartimiento de la cuota que corresponde a cada uno de ellos, para cuya reunión señala el expresado Ayuntamiento el lugar de Puente maceira y las diez del día once del actual. Enterada la municipalidad determinante de la citada comunicación acordó dirigirse al Gobierno de S.M. manifestando que sus representados no deben ser incluidos en el pago del coste a que pueda ascender el indicado puente, por no pertenecer su reparación a la clase de obras provinciales y si puramente a la de aquel distrito Municipal o judicial…” 37 34 AHUS, FM. 398, 59v.
35 AHN, Fondo de Consejos, 2343.
36 AHN, Fondo de Consejos, 2343. 37 AHUS, FM. 398, p. 86 e 86v. 36
El camino al fin de la tierra
La obra de reparación fue llevada a buen término e incluso hay un escrito de la Corte de Aranjuez incidiendo en la urgencia del asunto: “Enterado el Rey de la urgente necesidad que hay de que se proceda con la posible brevedad a la reparación del Puente Maceyra sobre el Río tamar en la Prov. de Santiago cuya obra está tasada por el Arquitecto Dn Juan López Freyre en 398.384 rs vº. Aranjuez 18 Enero de 1804”. 38
La obra fue realizada por el cantero Domingo Bustillo, como consta en la siguiente información documental: “Se dio cuenta de una instancia del Maestro Cantero Domingo Bustillo exponiendo que ha rematado la construcción de dos arcos del Puente Maceira, en la cantidad de cincuenta y ocho mil rs de la que ha correspondido a este partido once mil seiscientos siete, incluso los mil ochocientos ochenta y cuatro que se han agregado por gasto, que viene ser una quinta parte, y haviendo divulgado que el Yltre. Ayuntamiento se oponía al pago, se suplica tenga a bien manifestar su opinión…”39
Pero antes el arquitecto Juan López Freire es encargado de elaborar un informe sobre el mismo. No sabemos si terminó el informe o no, lo que si sabemos es que muere, por lo que hay que encargar el reconocimiento del puente a otro arquitecto, que será Melchor de Prado y Mariño. Este argumenta, en un escrito con fecha de 18 de abril de 1806, que mejor sería hacer otro puente nuevo y mejor situado con respecto a la orientación de las aguas: “….que el 12 de Marzo último […] reconocí dho puente y lo hallé en un estado tan deplorable que por momentos va caminando a su ruina. Digo a su ruina, porque sin contar con el arco que hace doce años que se arruinó todos los demás están en el último suspiro, de tal modo que si alguno de ellos en el agregado de dovelas de qe se compone presenta alguna idea de firmeza, por otra parte sus pilares están casi desquiciados; todo lo qual tiene su origen no solo de su menos que mediana construcción y los diferentes reparos qe ha sufrido en el expacio de algo más de tres siglos que tiene de antigüedad, sino del poco cuidado que se ha tenido en limpiarlo de los vegetales que se han engendrado en las juntas de los sillares que lo forman, pues en la actualidad el crecido número de robles, yedras y sauces con su crecimiento fueron desquiciando la fábrica en las partes principales […] Amás de todo esto tenemos otro defecto de la mayor consideración , y es que este puente está situado respecto a la dirección de la madre del río con bastante oblicuidad, […] digo a V.S. que el puente Maceira no está en estado de reparación y por lo mismo no me determiné a formar e plano de reparación que se solicita, solo si pueden servir parte de sus materiales para el qe se proyecta de nuevo, pues este debe situarse un poco más arriba del actual, con lo qual se consigue un cimiento firme y se ahorran algo más de treinta varas en su longuidtud …” 40
Melchor de Prado elabora un nuevo proyecto, un puente más recto y con cinco arcos, que no llega a realizarse. El plano del mismo se guarda en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. Pero si el puente generó problemas, también los va ha generar las obras que realizó un vecino, el licenciado Luís Suárez de Castro y Porrúa, y la cosa acabará en un pleito en 1774. 38 AHN, Consejos 2343.
39 AHUS, FM. 398, p. 93. 40 AHN,. Consejos 2343.
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Esta obra consistía en el levantamiento de un muro de contención que, como pensaba que era de interés para todos, quería que le ayudasen los vecinos a costearlo. Pero estos denunciaron al referido licenciado porque entendían que la obra sólo servía a sus intereses y creaba un espacio delante de su casa que no tenía: “…. que para precaver las desgracias que amenazaba el camino Real que se hallaba contiguo al Puente Mazeira tubiera que llamar un Maestro, fabricar a su costa una crecida muralla para contener por aquella parte el río, y que necesitando rellenarse y terraplenarse con tierra y piedra el sitio intermedio de esta muralla, que era veneficioso y a que devían concurrir los vecinos de la feligresía de Sn Juan de Negreira y otras de la misma Jurisdición de Barcala, los de los Cotos de Lañas y Nantón y las de la Jurisdición de Altamira; pedía que se les precisase a ella, lo que así estimó la Justicia, pero haviendose opuesto dichos vecinos volvió a pedir el citado Procurador General se hiciese reconocimiento de la muralla y sitio que lo praticó la misma justicia por medio de dos Peritos que declararon haber reconocido la muralla hecha de quatro varas de alto y treinta de largo …”41
Y el procurador de Lañas dice que la obra de la muralla: “... la havía hecho el Liz. Luís Suárez de Castro y Porrúa por su propia conveniencia para tener una plazuela espaciosa al frente de su casa que tenía en aquella situación y no por utilidad de tránsito…”42
Pasado el puente, y como dice José Cornide, “hay un lugarcito y una capilla del Carmen en la ql hay un retablito de buen gusto con quatro columnas, un bajo relieve de la Virgen, y una gloria arriba, es dadiva de dn V. Suarez hijo del Sno Menor, que vive en el lugar, pº se le ba caiendo la Pintura con la humedad”. Jerónimo del Hoyo (320) también dice que hay “una hermita de San Blas, junto a la puente Maçeira”. Vemos que se llama indistintamente del Carmen o de San Blas.
Proyecto de puente para A Ponte Maceira, realizado por Melchor de Prado. Ministerio de Cultura. AHN. CONSEJOS, 2343 41 AHN, Consejos 2343. 42 Ibidem. 38
La capilla está mismo a la salida del puente, tiene una planta rectangular a la que se le añadió, en la década de 1940 y por los mismos canteros que realizaron el Pazo de Baladrón, la capilla mayor en un estilo neorrománico (Cardeso 2000: II-537). En la tribuna interior hay una puerta que comunica directamente con la casa
El camino al fin de la tierra
que tiene pegada, lo que nos habla de una relación tipo patronazgo entre los dueños de la casa y la capilla. Pero realmente la única puerta de acceso está en el lateral que mira al puente y justo enfrente al mismo. Sobre la puerta hai un escudo del Carmelo y, un poco separado del eje que forman puerta y escudo, el pequeño campanil. El retablo está dedicado a la Virgen del Carmen y cuenta otra historia relativa al río: un vecino de esta población, Nicolás Rodríguez, que era cantero y realizó el crucero que está saliendo de la aldea a la izquierda del camino. Este vecino cayó al río el 13 de julio de 1900 y como no sabía nadar le pidió a la Virgen del Carmen para salvarse de morir ahogado. Como se salvó, el cantero pagó el favor con un retablo nuevo. Junto a la capilla hay una fuente de caño, en la que el agua cae sobre una pía desgastada. Hay una inscripción, totalmente desgastada, pero en la que podemos leer la fecha de 1928. A la salida de la aldea encontraremos otra fuente, pero pensamos que es moderna. Cerca de esta última queda el edificio de la vieja escuela a la que venían los niños de la aldea de A Barquiña. Pasada A Ponte Maceira, o A Ponte Vella como dicen los vecinos, “se entra en la Jurisdon de Barcala, la 1ª Parroquia a un qto de legua sobre la derecha es Portor, y la segunda un poco mas adelante Logrosa”, como dice José Cornide. A la derecha queda el Pazo de Baladrón, construido en la década de 1940 en un estilo historicista que intenta imitar la arquitectura defensiva medieval. La piedra fue traída de la Devesa dos Calviños, un terreno en la zona de Os Outeiros lleno de árboles, que está pasando el núcleo de O Rueiro, por el que pasaremos dentro de poco. Entre el puente y el pazo queda un conjunto de molinos a los que en invierno es frecuente que los cubra el agua. El camino sigue por este núcleo perfectamente estructurado entre la traza del camino y la pendiente del monte que lo cierra. Aquí encontramos diversos elementos patrimoniales interesantes: varias casas encaladas y de buena factura, la casa de piedra del escultor Nicolás Rodríguez, con escudo, en frente el crucero realizado por él en 1907 y donado por Filomena Rodríguez; también hay dos palomares y varios hórreos mixtos: de madera y piedra. Todo esto hace de A Ponte Maceira uno de los lugares más interesantes de este camino, un lugar donde se siente la naturaleza y la mano del ser humano en perfecta armonía. Carré Aldao escribió en su Geografía que “es una de las más pintorescas de las que integran el valle de Barcala.” (Carré Aldao 1936: VI-445), y el peregrino John Brierley, autor de varias guías sobre el Camino, dice que este lugar es “one of the best preserved in Galicia with fine mansions (pazos) linen de river bank and houses with armorial shields. A delightful place to rest” (Brierley 2003: 35). Pensamos que el peregrino y el visitante deberían encontrar aquí al llegar algo más de información y poder visitar, por ejemplo, la capilla. Este es un lugar para gozar y sentir de la naturaleza.
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3. Hacia Negreira: final de la primeira etapa En un escrito del Administrador General de Estafetas al Ayuntamiento de Santiago se dice que la vera que de esta ciudad iba a los puertos de Corcubión, Camariñas y otros y por los que circulaban mercancías, tropa y correos: “principia en el puente Mazeira, cuyo puente es largo y aunque se halla de calzada esta distruida no solo del rio sino que le faltan las orillas … amenazando ruina esta peligroso y el referido transito sigue a la parte del Lebante. Sera el de este referido distrito de Altamira como media legua…”. 43
El camino, al dejar A Ponte Maceira, va directo a O Rueiro, donde las casas están todas orientadas hacia el este y en paralelo al camino, mirando como baja el Tambre hacia A Ponte Nova. El camino no toma por la izquierda para ir hacia A Ponte Nova, como de hecho lo hace la traza señalada por el Xacobeo en 1997, pues esta es una pista reciente y abierta tras el proceso de concentración parcelaria, pues “antes non había camiño por alí”, como nos informa un hombre que sobrepasa los 60 años, que sólo había un camino para el servicio de las tierras de labor que ni tan siquiera tenía que tener traza física, pues se podía pasar por encima de la parcela del vecino mientras no tuviese frutos, lo que obligaba a cierta coordinación a la hora de la siembra para evitar problemas. Pero el camino que señala el Xacobeo pasa junto al río y por debajo de uno de los arcos del denominado puente nuevo, en un sitio atractivo, aunque algo alterado en los últimos años por el asfalto44. Ese mismo informante nos dice que por O Rueiro “pasaba o camiño vello”, que seguía hacia A Barquiña y que al llegar a Os Outeiros seguía más por la derecha. Antes de este punto, a la izquierda y en un lugar frondoso, queda la Fonte do Ouro a donde iban a lavar las mujeres de estos lugares, “canto teño lavado!”, exclama una de ellas. Muy posiblemente estemos delante de los restos de una antigua explotación minera, un lugar que invita a disfrutar de la naturaleza y de la quietud. Como ya hemos dicho, en el lugar denominado Os Outeiros el camino viejo seguía a la derecha a la altura de la primera casa, luego circundaba la línea de monte y de las tierras de cultivo, y lo hacía para evitar pasar por la zona que más fácilmente encharcaba, denominada Os Lagares, y buscaba muy pronto cierta altura por la denominada Devesa dos Calviños, en donde “quitaron a pedra pró pazo de Baladrón”, como ya mencionamos anteriormente, después sigue por el paraje denominado As Codesedas. Pero su continuidad está ahora cortada por la vía que forma la circunvalación de la villa de Negreira. Pero la traza del viejo camino está ahí, a un lado y al otro de la trinchera que forma esta nueva vía de comunicación, y lo encontramos un poco 43 AHUS, F M, 915, ff. 185-186.
44 Cuando pasamos por aquí las primeras veces, en los últimos años de la década de 1990, no había más que una pista de tierra. 41
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más arriba de la rotonda y a la altura de la señal de tráfico que anuncia su presencia viajando en dirección a Santiago. Si cruzamos al otro lado podemos seguir perfectamente el camino y por él llegar a la parte alta del lugar de A Barquiña. Pero antes de hablar de esta aldea hay que decir que podía haber una variante por una cota más baja, variante que también estaría cortada por la nueva carretera. Esta variante iría por detrás de la llamada Casa do Ferreiro, casa que marca el inicio del lugar de A Barquiña, pero que pertenece a la parroquia de Portor, cosa que nos remarcan varios vecinos para demostrar la importancia de los límites simbólicos, pues hoy esta casa queda al otro lado de la carretera y nos parece una más de A Barquiña, pero no; “é de Portor, non é de Logrosa”. La geografía simbólica tiene aún su peso, más de lo que pueden pensar los planificadores desde las administraciones, en un paisaje que está cambiando rápidamente sin que el tiempo deje que reposen los nuevos usos sobre los viejos posos. Y aquí la gente aún menciona las piedras que demarcaban los límites de las dos parroquias, una de ellas recibe el nombre de Pedra Finxe. Siguiendo esta alternativa el camino entraría en el núcleo viejo de A Barquiña, el que está más sobre la ladera del monte, por la parte baja y por donde iba la vieja carretera, carretera que sale a concurso en 1899, pero pensamos que este tramo entre A Barquiña y Negreira no se debe abrir hasta 1905. Cabe también una tercera variante entre el camino real y esta variante que iría “por detrás da casa do Ferreiro”. Con toda seguridad podemos estar hablando aquí, como dice Nárdiz Ortiz (1992: 171), de un camino de invierno que iría por la parte alta, que era también el que más utilizaban los vecinos de A Barquiña cuando iban hacia A Ponte Vella, y un camino de verano que transcurría por la parte más baja, sobre las tierras de cultivo, y por el que se pasaría en el verano, pero no en invierno. Así un informante en A Barquiña, de algo más de setenta años, nos informa que cuando era niño iban a la escuela al lado de A Ponte Maceira y lo hacían por el denominado Camino Real, el camino que está sobre la cota más alta, camino que conserva todavía un tramo bien excavado en el monte y con paredes viejas a los lados totalmente cubiertas de musgo que nos habla del paso del tiempo y del nulo uso que ahora tiene. Este mismo informante nos llevó por este camino hasta una curva donde está la Fonte de Arriba, un manantial al borde del camino. Nos cuenta que era “donde bebían os cabalos”, y los caballos eran los que tiraban de los “coches” que transitaban en otros tiempos este camino; también nos dice que “era o camiño por donde viñan as cousas”, y las cosas venían en los carruajes tirados por estos animales. Puede sorprendernos el camino en esta posición, pero si miramos el mapa veremos claramente como una vez más el camino va buscando siempre la media ladera, va entre el monte y los terrenos de cultivo. El camino, como nos dijo una mujer de unos setenta años, salía luego de A Barquiña por el Camiño da Rocha, Os Pasos, cruzaba un arroyo por encima de la pequeña presa de un molino y seguía por el Agra de Saleiróns, Rapadoiro, Bragado, Os Seixos a Portobois [portibois, también hemos escuchado], uno de los límites de la parroquia de Negreira que señala el Catastro de Ensenada, y a Portoquintas, ya al norte de la villa de Negreira y entre esta y el núcleo de Ceilán, por donde se dividiría en dos: un ramal seguiría por la ladera norte del valle de Barcala para dirigirse hacia Muxía y, el otro, bajaría hacia el núcleo de O Cotón y, por la ladera sur del valle, seguir hacia Corcubión y Fisterra. Pero la traza entre A Barquiña y Portoquintas del camino real está totalmente perdida por la nueva carretera, que lo cortaría dos 42
El camino al fin de la tierra
veces, y por rompeduras modernas en el monte para hacer praderías. Esta traza respondería, con toda seguridad, a la mejora de los caminos en la época de la ilustración, de hacerlos más cómodos y rápidos para el servicio de correos y otros vinculados a la administración del estado. Esta división del camino real la describe José Cornide en su informe, aunque dice que la separación se hace en O Cotón, es decir, en lo que hoy sería la villa de Negreira: “luego se pasa otro puentecillo que se halla mas adelante sobre el Río Barcala por cuio Valle continua el camino el espacio de una legua hasta cerca de la feria del Cotón, adonde se divide en dos ramos y el uno que corta el Río Negreira tomando a la izquierda y conduce a Muros y a Corcubión, y el otro por la derecha que ba al puerto de Mongia y Ría de Camariñas”.
Pero desde la aldea de A Barquiña nos parece más lógico dejar momentáneamente la traza del camino real y buscar un itinerario más antiguo, con más peso histórico: el viejo camino real medieval que por A Chancela iba a Logrosa, ese núcleo importante en época romana, importante cuanto menos por los restos aparecidos45. Es decir, el camino viejo, el camino que tendría que ver con esa vía alto medieval de la que habla López Alsina, sería la que entra en A Chancela por delante del pazo de Albariña46, situado en el medio de un frondoso bosque y donde se sitúa la leyenda de Munia y Bernaldo. La leyenda cuenta que Munia era la criada que cuidaba al hijo del conde Duarte, pero un día le cae el niño al río Tambre y la ama la condena a muerte. Bernaldo, el marido de Munia, se ofrece en su lugar, pero cuando el verdugo bajaba el hacha Munia junta su cabeza con la de su marido y mueren ambos. Este itinerario es también el propuesto por Fernando Alonso Romero, quien dice que pasada Ponte Maceira el camino continúa hasta A Barca y allí se desvía a la izquierda en dirección al castro de Logrosa (Alonso Romero 1993:44). Una vez pasado el Pazo de Albariña iría hacia A Chancela de Abaixo, hoy formando parte ya del núcleo urbano de Negreira, y al Cotón. Cabe una alternativa por A Arieira hacia A Chancela, de hecho las casas de la parte norte de este núcleo están organizadas alrededor de un camino con dirección SE-NO y con una traza claramente viaria. Para coger esta alternativa tendríamos que seguir el camino real hasta A Arieira y bajar luego por A Chancela, por un camino interior y paralelo a la actual carretera hacia A Chancela de Abaixo. Volvemos a A Barquiña para seguir este camino. En esta aldea hay que girar a la izquierda, bajar por el interior de este núcleo, dejar a la derecha un camino interior denominado O Corredor, seguir por la vieja carretera, cruzar el trazado que se hizo para desviar el tráfico de la aldea y seguir hacia el Castro por una carretera más estrecha. La primera parte de este camino “enchoupaba no inverno”, informa una señora trabajando en una finca en la que hay un crucero, y le llama “Camiño Vello”. El crucero señala el punto donde se bifurcaba el camino, por la derecha iba hacia A Chancela y, por la izquierda, entre el castro y el río Tambre, hacia la parroquial de Logrosa, y era por “onde iban cos mortos”. José Cornide dice que “de Logrosa está otro qto de legua el Puente Negreira sobre el río Barcala ala qe viene del NO y de qn se denomina la Jurisdon. de Barcala.” 45 Tenemos constancia de cuatro aras votivas y dos esculturas. Cardeso Liñares habla de “dos aras y dos estatuas” (Cardeso 2000: II-423). También se habla de la aparición de restos cerámicos en determinadas fincas. Una de estas aras estuvo en la Exposición Regional de 1909. 46 También llamado de A Chancela, del Capitán o de Varela.
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El camino, pasado el pazo, sigue por A Chancela, pasa el campo de la fiesta, deja a la derecha el que viene de A Arieira y los restos de un viejo palomar, hacia la izquierda quedaría el núcleo de Fontán con una pequeña muestra de arquitectura popular en abandono: un conjunto de pequeñas casas todas alineadas y con la misma estructura. Pero el camino entra en la actual villa de Negreira por A Chancela de Abaixo para dirigirse al Cotón por la Carreira de San Mauro. Esta, con sus puestos de feria y todavía unas muestras de arquitectura modernista, semeja tener una disposición claramente viaria, como ya señaló Carlos Nárdiz Ortiz (1992: 147 e 2004:87). La actual villa de Negreira medró desde el siglo XIX alrededor del Pazo do Cotón y de la feria que aquí se celebraba, al parecer desde el siglo XVIII, en los primeros y terceros domingos de mes. De hecho la iglesia parroquial, un templo de finales del siglo XVIII, y el pequeño y viejo lugar de Negreira, que no llega a la media docena de casas, queda en la ladera del monte, una vez pasado el río Barcala, dominando este paisaje donde el Barcala camina al encuentro del Tambre. La actual villa era simplemente el Cotón, el lugar donde estaba el pazo y el campo de la feria. Y Negreira ni era parroquia, era un anejo de la de Logrosa, entonces con mayor población y más antigua, y lo fue hasta mediados del siglo XVIII (Cardeso 2000: 423). La villa de Negreira ni tan siquiera será en un principio la capital municipal, que estará en otra parroquia al pie del Camino, en San Vicente de Aro, también más populosa, tenía “quarenta feligreses”, según nos cuenta Jerónimo del Hoyo, frente a los “diez y seis feligreses” de Negreira.
La aldea de Negreira. Foto Rodríguez Casal.
El camino pasa por debajo de la galería que, sobre tres arcos, cruza la carretera para que los residentes del pazo pudiesen acceder a la capilla palaciega sin tener que pisar la calle. El pazo es una construcción de cierta monumentalidad, rodeado de jardines, con dos torres redondas y una docena de piedras armeras en sus muros, algunas fueron dibujadas por José 44
El camino al fin de la tierra
Cornide en el manuscrito de su informe, piedras que hablan de las familias nobles que lo habitaron o emparentaron con sus dueños, como los Mariño de Lobeira, Bermúdez de Castro o Figueiroa, cuando menos desde la baja Edad Media, lo que no quiere decir que el actual edificio tenga exactamente un origen medieval, que posiblemente lo tenga, pero el grueso de esta construcción es moderna con partes del siglo XX. La capilla del pazo, también denominada de San Mauro o del Carmen, funciona realmente como la iglesia de Negreira, pues la parroquial queda algo separada, fuera del núcleo urbano y para llegar a ella hay que subir una cuesta. Eso si, desde ella las vistas son magníficas sobre esta parte del valle del Barcala. La capilla de San Mauro tiene pegada en un lateral una vivienda y, en el otro, uno de los muros del pazo; en la fachada un escudo del linaje de los Mariño de Lobeira; tiene también una espadaña hacia un lateral. Todo esto parece que fue construido en el segundo tercio del siglo XVIII, pero con anterioridad había aquí una pequeña ermita. Y aquí también encontramos elementos referentes a la leyenda de San Amaro el Peregrino que relata Uxío Carré. Y dejamos la villa de Negreira que, desde finales de la década de 1990, hizo suya el eslogan de Negreira: “final da primeira etapa”, reconociendo implícitamente la importancia del Camino y de los peregrinos para la vida de esta comunidad. Cuenta también con un albergue público de treinta y tres plazas para atender a los peregrinos desde 200147, pero pese a que está mal situado, pues está fuera del núcleo urbano y un poco desviado de la ruta, ya es normal ver por las calles de la villa nicrariense deambular peregrinos e incluso sus establecimientos hosteleros y comerciales empiezan a notar su presencia, cambiando un poco la imagen y economía de esta población.
El puente de origen romano de Brandomil (Zas). Foto Rodríguez Casal.
47 El albergue abrió sus puertas el 3 de julio de 2001 con un retraso de dos años. En La Voz de Galicia, 13-VII2001, leemos que “el albergue negreirés recibió a mas de cincuenta peregrinos en su primera semana”. 45
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Pero antes de dejar definitivamente esta villa de Negreira queremos hablar brevemente de una polémica aún no resuelta. José Cornide, como vimos más arriba, nos dice que antes de entrar en O Cotón el camino se dividía en dos para ir a Fisterra por un lado, o a Muxía por el otro. Sin entrar ahora en otras polémicas, de que si el Camino termina en Muxía o en Fisterra, si queremos mostrar esas otras reivindicaciones como muestra de que el patrimonio cultural es una construcción que necesita siempre de una negociación, de un consenso. Así los ayuntamientos de A Baña y de Santa Comba muestran su desconformidad con la delimitación propuesta por la Consellería de Cultura, reclamando que ellos también tienen razones históricas para señalar el Camino por el otro lado del valle del Barcala, por Covas, Ordoeste, Corneira, Fontecada y A Pereira hacia Brandomil y Baíñas, para seguir hacia Muxía. A esta reivindicación se sumarán posteriormente los vecinos de estas dos últimas localidades, aludiendo que Brandomil es uno de los puentes primitivos de este territorio48. Probablemente por aquí pasarían peregrinos, especialmente aquellos que terminaban en Muxía y luego regresarían por esta vía más corta, pero pensamos que sería tan sólo un camino de vuelta y con menos tránsito de peregrinos, algo que no quita importancia a estos lugares, que tienen otros elementos patrimoniales, como por ejemplo los restos romanos hallados en Brandomil.
48 La Voz de Galicia: 21-I-1998 e 12-V-2002. 46
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4. De las Tierras del Tambre a las del Xallas Dice José Cornide que “luego que se pasa el puente queda la Ygla de Negreira a la yzqda poco decorada...”, por lo que el camino no iba por delante de la iglesia parroquial, como ahora lo lleva la señalización del Xacobeo. En el informe de 1787 se dice que este puente está “compuesto de dos arcos, que acaba de construirse desde los cimientos”. Cruzado el río Barcala el camino tenía que seguir por donde hoy está la carretera que va hacia Zas y Portocamiño, subiendo por el Corpachón, barrio también conocido como Ponte Negreira. Pero pronto dejará la carretera para subir hacia el monte de Alto da Cruz, buscando así seguir la traza del viejo camino real, que va en paralelo a la actual carretera, pero por una cota siempre más alta. En este tramo la traza del viejo camino es muy profunda y atraviesa una zona en la que hay árboles de hoja caduca, una zona de cierta belleza natural y una especie de galería sobre la villa de Negreira. Después el camino vuelve a salir a la carretera y sigue por ella hasta la aldea de Zas. En esta hablamos con un hombre de unos ochenta años que nos dice que se acuerda cuando hicieron la carretera, que hará unos 70 años –en la década de 1930- y que el camino real “iba máis ou menos por donde vai a carretera hoxe, e o camiño dos peregrinos era un camiño po monte e pas leiras”, se refiere al camino señalado por el Xacobeo de Zas hacia Rapote, tramo este que va siempre por el monte y es muy llano, por lo que se hace fácil y agradable de caminar. Y para seguir aseverando en la proposición de que el camino no pasaba por delante de la iglesia parroquial de Negreira, le preguntamos por donde iba caminando a Negreira. Nos contesta que nunca por delante de la iglesia, sino por donde acabamos de señalar el camino.
El camino señalizado por el Xacobeo entre Zas y Rapote (Negreira). 47
Manuel Vilar Álvarez
Antes de salir de Zas pasamos al lado del campo donde se celebraba la fiesta, luego por delante de un magnífico crucero de traza popular con las figuras muy estilizadas y de un aspecto arcaico, tanto las que están en el capitel como en la cruz. En el reverso de ésta está la Piedad en la que llama la atención la postura del Hijo totalmente rígido y en posición horizontal, rota al dejar caer el brazo derecho. En la misma zona queda una fuente levantada en 1926. Crucero y fuente están en un área con árboles. Algo separada, al pie del camino interior por donde hoy pasan los peregrinos, está la capilla de San Mamede y el edificio de la escuela. La capilla no muestra por fuera aparentemente ningún interés, pero para los vecinos esta será una afirmación sin consistencia, pues ésta fue su parroquial hasta el siglo XVIII y en ella celebraban rituales que tenían que ver con imágenes identitarias como miembros de una comunidad. Pese a esta apariencia poco atractiva, en parte por estar totalmente cubierta de cemento y con pintura ennegrecida, de cemento también es su pequeño campanil, Cardeso Liñares dice que se conserva bien y que no le fue retirado el retablo. Más adelante, en el medio de una propiedad con muestras evidentes de abandono, está el edificio de la antigua escuela, una escuela de fundación privada, Fundación Manuela Suárez Manteiga, al parecer realizada gracias a un mandato testamentario de su marido, como podemos leer en el BOE del 19 de marzo de 1947: “Fundar una escuela católica; añadiendo que en dicha Escuela se enseñara a los vecinos de ambos sexos a leer y escribir correctamente y las cuatro primeras reglas aritméticas; queriendo, además, que todos los sábados explique el Catecismo de la Doctrina Cristiana y se rece el Santo Rosario”
El proyecto del edificio escolar aparece aprobado en el BOE del 19 de abril de 1954 y estaba firmado por el arquitecto escolar Antonio Tenreiro Rodríguez. Desde aquí el camino sigue hacia San Vicente de Aro, entra por el núcleo de Camino Real, transparente topónimo viario, y sigue la traza de la actual carretera. En la entrada de esta aldea aún se puede ver un trozo de la vieja traza a la izquierda de la actual carretera, a la altura de la denominada Cruz de Cuentas, una cruz de metal levantada porque en este lugar murió una persona cuando se dirigía a la feria de Negreira. El camino no entra en el núcleo principal de San Vicente de Aro, sino que lo toca en sentido transversal. Este núcleo está muy bien conservado y estructurado sobre una pequeña pendiente que mira al saliente entre dos caminos transversales al sentido del camino real: uno por la parte baja de la aldea y otro por la alta, confluyendo ambos cerca de la iglesia parroquial. Esta población, que guarda buenos ejemplos de arquitectura popular, está claramente dividida en dos barrios, denominados San Vicente y Río Seco. En el primero está la iglesia parroquial de cierta monumentalidad y fachada con pilastras y, a su lado, la casa rectoral, ahora en estado de total abandono; delante, un campo con crucero y, algo separado, otro campo ahora con mesas de piedra y un buen ejemplar de hórreo mixto de varios claros. Aquí el viejo crucero fue substituido por uno nuevo. Hablando con los vecinos se nos quejaron de este cambio, pero pese a ello la placa de la inauguración dice textualmente que agradecen al entonces alcalde de las mejoras realizadas en esta zona. De todos modos también nos dijeron que se estaba reparando la vieja cruz. Lo que nos habla de una percepción de los elementos patrimoniales más alla de una estética bonita y de lo nuevo, y las administraciones deberían tener en cuenta estas apreciaciones antes de intervenir en 48
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espacios con peso patrimonial y simbólico, pues la memoria de la gente, como miembros de una comunidad, se construye alrededor de esos elementos. A la salida del segundo núcleo, igualmente con ejemplos de buena arquitectura, incluso con ejemplos señoriales, está la fuente do Felo a la izquierda del camino. Aquí una mujer de unos ochenta años nos dice que esta fuente, y otra que denomina fuente Grande, “nunca secaron, e había cada cola para ir buscar a agua!”, porque no había llegado aún la traída, y la fuente era entonces un lugar de encuentro y socialización. Dejando atrás esta población vuelve aparecer a la derecha de la carretera otro posible fragmento de la vieja traza del camino, pero unos pocos metros adelante desaparece en el terreno de una pradera. Al borde de esta pasa el actual camino señalado por el Xacobeo y que viene siempre por la derecha de la carretera, tocando brevemente este núcleo donde está la escuela construida por la sociedad de emigrantes Unión Barcalesa de la Habana. Esta era la escuela de niños, la de niñas está en el barrio de San Vicente, cerca de la iglesia parroquial. En el año 2001 y haciendo este camino cuando caminábamos por la corredoira, que llaman Fraiz, nos encontramos a una señora mayor que venía de “mirar unhas leiras”. Empezamos una conversación con la intención también de recabar información sobre el camino, pero derivó en temas variados y terminó diciéndonos: “din que os mundos de agora son mellores, pero a min gustábanme máis os de antes”. Saliendo de Camiño Real tenemos que seguir por la carretera hasta llegar a la aldea de Feáns [fiáns, en la pronuncia local]. En todo este tramo el camino se confunde continuamente con la carretera. La alternativa del Xacobeo, como ya queda dicho cuando hablamos de Zas, se separa un poco de esta ruta para ir siempre por el monte, una alternativa mucho más agradable para caminar y para gozar de la naturaleza. Esta alternativa nos deja en Rapote para llevarnos hasta Piaxe por una profunda y vieja corredoira que, en tramos, conserva un gran encanto. Estamos en Feáns; poco antes de entrar en la aldea hay al pie de la carretera un par de casas, después viene un montículo que es un castro que queda entre esta aldea y la de Rapote. Junto al castro, y al pie del camino a esta última aldea, estaba el denominado Carballo da Santa, un roble en el que colgaban una caja petitorio con la imagen de Santa Marina. Esta santa tenía por aquí una capilla de la que no quedan restos, como también está desaparecida otra que estaba bajo la advocación de San Miguel. La capilla podía estar en el monte entre Feáns y Broño, pues según nos contó un informante en Feáns, de unos 80 años, en ese monte “fui donde apareciu a Virgen” y que en el “Castillo de Broño antiguamente había mouros”. También nos contó que el petitorio nunca había sido robado, porque “antes non era como agora e a xente tiña medo ós santos”. En estas primeras casas de Feáns, las que están al pié de la carretera y fuera del viejo núcleo, encontramos una mujer que nos informa, una vez más, de que el camino real iba por donde hoy está la carretera. Nos cuenta que su casa tenía unos parientes en Rapote, que no está a más de 500 m, y que cuando venían aquí recuerda que decían: “e imos ó Camiño Real”, porque esta casa estaba junto al camino real. Igualmente nos cuenta que los de Rapote para ir a Negreira venían por aquí para coger el camino. La carretera, recordemos, es de mediados de la década de 1930. 49
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Pero antes de seguir andando queremos entrar en la aldea de Feáns, aquí los vecinos nos van a facilitar información interesante, tanto sobre el camino como el modo de vida que ellos vivieron y que ahora ven como se descompone. Es memoria, es biografía individual y colectiva de una vida cotidiana que no llama la atención de los investigadores sociales porque siempre interesa más los grandes relatos, pero aquí hay un campo interesante para la acción cultural y para la “recuperación” de la memoria. Entramos en la aldea y vemos un par de casas viejas que dejaron de ser viviendas y han sido reconvertidas para otros usos, como el tener en ellas la lareira donde ahumar los chorizos; también vemos una fuente de dos caños, un lavadero de piedra y algunos hórreos. Llama nuestra atención uno que tiene un lateral de piedra y el otro de ladrillo, está sobre pies y tiene a lo largo de su perímetro un borde “pos ratos, pa que non suban”. A partir de aquí van a desaparecer de nuestra vista los hórreos mixtos de piedra y madera, a partir de ahora serán siempre de piedra, con las consabidas excepciones de los que podamos encontrar de cemento y ladrillo. Estamos pues en un punto que marca esa línea divisoria en los materiales empleados en la construcción de los hórreos, elementos imprescindibles en una agricultura en la que el maíz tenía un papel predominante. Así visitamos aquí un “pallal”, ahora reconvertido para otros usos propios de nuestro tiempo, como un espacio donde guardar el coche. El dueño nos dice que “antes facía falta” porque en los tiempos de la cosecha traían para aquí los “colmeiros” que hacían en las fincas para extraer la mazorca y, después, hacían las “palleiras” para guardar la paja que comerían las vacas en el invierno cuando no había hierba. Desde aquí el camino seguía hacia A Piaxe, pero al poco de pasar el castro y de dejar la carretera que nos llevaría a Rapote el camino se desvía por la izquierda para subir por la ladera del monte y, una vez más, por una cota más alta de lo que lo hace la actual carretera. El núcleo de Feáns queda a la izquierda y el camino no entra en él, sino que pasa a su lado. Donde ahora empieza su recorrido hay una casa abandonada. La información oral nos dice que ese sitio se llama Monzón y que era la casa de un chatarrero. En el dintel de la misma está grabada la fecha de 1919. El camino es una caja hundida en trinchera, bien excavada en la ladera y bastante bien conservada, aunque con síntomas de abandono. En Feáns la gente nos habló de este camino y dijo que “antes” cuando se encontraban con un vecino podían preguntarle: “a onde vas?”, y podían responder: “ó toxo ó Camiño Real”. Es decir, era el camino que iba al monte, y el monte en la economía agraria tradicional tenía mucha importancia, una importancia vital para poder combinar agricultura y ganadería, por lo que la apertura de este camino sería también importante para la economía de los vecinos, que no dejaría de ser una economía de subsistencia. Este camino vuelve a la carretera un poco antes de llegar al lugar de A Piaxe. Antes de entrar en Piaxe [piáx en la pronunciación local] el camino cruza la carretera y va por una cota más baja. Aquí casi se encuentra con el señalado por el Xacobeo, pero hace una curva a la izquierda y pasa por delante de unas casas situadas en disposición paralela al camino. Una de estas casas tiene delante una “uveira”, como en esta zona no vitícola llaman a la parra. Traemos este detalle para citar el dato oral de que “cando baixaban os carros cargados do monte tropezaban na uveira”. Aquí se denomina Fielato, como una barriada dentro de A Piaxe. Fielato es un topónimo claramente vinculado a lo viario. 50
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Restos del Camino Real entre Feáns y A Piaxe (Negreira). Foto Rodríguez Casal.
La alternativa del Xacobeo nos lleva por delante de la iglesia de San Mamede da Pena, que llama nuestra atención porque las campanas cuelgan de unos hierros, no tiene espadaña. Delante de la fachada hay un portalón, coronado con una cruz y dos acroterios, que da acceso a la casa rectoral, una construcción realmente señorial. Más adelante encontramos un campo con un crucero que, según Cardeso Liñares (2000: II-262), es obra del escultor de A Ponte Maceira Nicolás Rodríguez. Al fondo de este campo hay una casona que también tiene una puerta de entrada semejante a la rectoral. Desde A Piaxe el camino sigue hacia Portocamiño y, una vez más, seguimos la traza de la carretera. A la izquierda de ésta se ve todavía unos restos de la vieja traza, restos cubiertos por la maleza, antes de desaparecer en una pradera. Una referencia oral, facilitada por un hombre de unos setenta años de Portocamiño, nos dice que “era donde salían os mortos, a compaña”, era también el camino por el que se iba al cementerio y a la parroquial. Estamos en una geografía marcada simbólicamente. El camino está en Portocamiño. En la entrada a este lugar había una vieja casa, ahora renovada, que tenía en su fachada el nombre del lugar rotulado en unas baldosas. Este informante nos dice que el camino pasaba por delante de esa casa, pero hoy la carretera se separa un poco de la misma. Portocamiño es un topónimo claramente viario y es un lugar citado, entre otros, por José Cornide. Aquí el camino deja la carretera y sube por el interior de la aldea, que claramente es un núcleo que se desarrolla a lo largo de la vieja estructura viaria. Al principio hace una curva cerrada para salvar un pequeño riachuelo, por donde está una fuente, de Abaixo, después sube por el medio de la aldea. Casi al final encontramos una mujer que nos señala una casa, la antigua escuela unitaria. Este edificio está “feito no camiño”, es decir, se construyó en el terreno por el 51
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que pasaba el viejo camino y hubo que variar la traza de éste; y frente a la última casa de la aldea también se alteró en un par de metros la traza. Esta aldea también era una encrucijada para ir hacia los lugares más metidos en la sierra que separa la Terra de Barcala del mar, las aldeas de la parroquia de Xallas. Así una mujer nos habla de que en Portocamiño había una taberna, y señala la casa en la que estaba, y dice que “polo San Blas de Landeira baixaban os de Tuñas e facían fuliada” en la taberna antes de regresar a sus hogares. Aquí también vemos un par de casas con la fecha pintada en la chimenea, en una vemos 1941, en otra 1945, son chimeneas con una sencilla decoración de cemento pintado. Fechas similares a estas hemos visto en otras aldeas y las volveremos a ver más adelante. Pensamos que algo tienen que ver con la difícil situación de los años de la postguerra y en la que las salidas migratorias estaban cerradas, por lo que la gente tenía que permanecer forzosamente en las aldeas, de ahí la necesidad de aumentar las casas, además había mano de obra abundante y barata. Dejamos atrás Portocamiño para llegar a Cornovo, donde el camino vuelve de nuevo a dar a la carretera. Pero antes de llegar a este pequeño núcleo de tres casas, y en donde el actual camino gira hacia la izquierda, la vieja traza seguía hacia la derecha, pero fue borrada por la concentración parcelaria y por el trazado de la carretera que va a Xallas, ya que el viejo camino que iba a ésta salía más arriba de Cornovo, bordeando las tierras de cultivo o, como nos dijo un informante, “salía despois”. Otro nos dice que el que venía de Portocamiño salía aquí en Cornovo por donde hay un magnífico hórreo, ahora en la esquina entre las dos carreteras. Cruzada la carretera vamos hacia Marcelle por el Altiño do Cotón, siguiendo ahora la traza marcada por el Xacobeo. Este tramo va siempre por un terreno entre monte bajo y nuevas praderías. Al poco se pasa un arroyo, denominado rego do Muíño dos Fornos, y enseguida volvemos a la carretera de nuevo. Algunos de nuestros informantes se refirieron a este camino como o Camiño de Marcelle, por el que también se iba a esta aldea. Ya en la carretera se sigue por ésta hacia Vilaserío, siempre confundiendo carretera con camino viejo, solo en dos puntos se puede ver escasos fragmentos de la vieja traza. Se pasa el punto denominado Quilómetro dez, que es donde está el actual cruce que va a Marcelle. El topónimo hacer referencia a que aquí estaba situado el marco kilométrico que señalaba esta distancia a la villa de Negreira. Unos vecinos de Marcelle, de unos sesenta años, nos informan que tienen en esa zona una propiedad y que cuando van a trabajar a ella dicen: “imos ó Camiño Real”. Pero antes de llegar a Vilaserío el camino se separaba de la carretera y, por la izquierda, iba algo más derecho hacia un par de casas que están separadas de este núcleo, para entrar en la aldea por la misma vía que lo hace actualmente el itinerario señalado por el Xacobeo, y se entra por el campo donde se celebraba la feria, una de las más importantes de esta zona eminentemente agrícola y ganadera. En la aldea próxima de A Pesadoira también se celebraba otra importante feria. A ella acudía la gente de lugares como As Maroñas a comprar ropa y otros productos, también a vender, por ejemplo huevos, porque aquí “había unha oveira, unha muller que compraba os ovos” para luego revenderlos en los pueblos. Por A Pesadoira también pasaba una vieja vereda. Vilaserío e Pesadoira estaban entonces, para las gentes de las aldeas de la zona, a la altura de lo que hoy están centros como Santa Comba, Pino do Val o A Picota. Vilaserío aparece citada en el informe de José Cornide: “a Villacerío ¾ de legua”. Por la información oral también sabemos que era un lugar importante en esta zona de transición 52
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entre las tierras de Barcala, Xallas y las de Muros, incluso un lugar de importancia económica y social por su feria y porque aquí consultaba el médico y había otros servicios. Hoy esta vitalidad económica y social de otros tiempos se ha marchitado, pero puede en parte ser revitalizada gracias al paso de los peregrinos, de hecho la vieja taberna del lugar ya renovó su imagen y tiene a los peregrinos como sus principales clientes. Vilaserío podía ser un lugar en el que debería funcionar un albergue, realmente se puede decir que ya existe uno, pero sus condiciones no son las más apropiadas para atender al peregrino del siglo XXI y sí nos recuerdan a los albergues medievales. Funciona en la vieja escuela unitaria y no es más que un local donde los peregrinos pueden extender su saco y dormir bajo cubierto. Pero puede haber, y los hay, peregrinos que quieren otras comodidades que el albergue actual de Vilaserío no ofrece. Un pequeño albergue, que bien podría ser privado, cambiaría un poco la imagen de esta aldea hoy algo, digamos, descuidada y posibilitaría otras alternativas económicas a un sistema de vida basado casi exclusivamente en la ganadería. Igualmente incidiría en la recuperación de su patrimonio y, en un camino de ida y vuelta, contribuiría a una estrategia de desarrollo en la que los activadores económicos y sociales son confiados al turismo llamado cultural, rural y también, porque no, de peregrinación. En consecuencia, el patrimonio etnográfico tendría así otros valores y contribuiría a la calidad de vida, entendiendo por ésta no sólo nuevas fuentes de ingreso, sino también nuevas formas de entender las relaciones de los habitantes con su territorio. Fuera de la aldea baja un riachuelo que alimentaba a varios molinos. Estos están en una zona de cierto encanto, pero hoy en total abandono y olvido, como en olvido está el camino de acceso a los mismos y que salía del centro de la aldea, donde está la fuente do Curroucho, de un caño. De Vilaserío el camino sigue hacia el lugar de Cornado. Al principio su traza coincide con la de la carretera actual, pero llegando al alto de Pedras do Babión, donde está el edificio de la vieja escuela unitaria, ahora reconvertido en albergue, tomaba la curva algo más por la derecha, para pronto volver de nuevo a la carretera. A la altura del cruce que va a la aldea de A Farrapa, donde desde no hace muchos años hay una moderna explotación ganadera, el camino volvía a tomar a la derecha y luego hacía un ángulo de casi noventa grados para girar a la izquierda para ir hacia donde la carretera hace una curva antes de llegar al desvío que va a Cornado. En este tramo quedan algunas huellas físicas que hacen referencia a la vieja traza, huellas que identificamos con la valiosa ayuda de dos informantes mayores de Cornado. Son restos de pared que servían de límite a las propiedades sobre el camino y que no fueron destruidas totalmente con el proceso de concentración parcelaria, restos que permiten ver claramente ese ángulo pronunciado que hacía la vieja traza del camino. Estamos ante unas huellas históricas en un paisaje en radical transformación, soportes de una memoria. Llegados a la carretera el camino la cruza y va en paralelo por su izquierda. Este tramo también ha sido alterado por la concentración parcelaria, pero, una vez más, nos quedan algunos restos que atestiguan el paso de la vieja traza, así hasta llegar a la altura de una pista que va directa a la aldea. Preguntamos como se llama este sitio, y nos contestan que A Estrada, topónimo claramente viario. Cruzada la pista no se ven restos referentes al viejo camino, porque estamos en el medio de una pradera, pero al llegar a la línea de monte aparece la vieja 53
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traza del camino, ahora dentro de una propiedad privada de monte, donde llaman Estivada Vella. El camino volvía a cruzar la carretera para ir derecho al Marco Cornado. Es decir, la traza histórica del camino no pasaba por la aldea de Cornado, tal y como pasa actualmente el señalizado por el Xacobeo. En As Maroñas una informante, de ochenta y cinco años, nos lo explicará de otra manera cuando nos hable de su itinerario para ir a las ferias de A Pesadoira y Vilaserío: “íbamos ó lado do Cornado, máis ou menos pola carretera”, es decir, no pasaban por Cornado. En el tramo entre la carretera y el Marco Cornado la traza histórica fue totalmente borrada, pero permanece en la memoria de los informantes de mayor edad. Nos cuentan que el camino iba entre la carretera y la pista por la que ahora está señalizada la ruta. Actualmente este espacio está totalmente dedicado a cultivo de forrajes y praderas, por lo que buscar aquí restos de traza antigua es tarea imposible, aunque ha sido borrada no hace mucho. Un árbol solitario permanece en el medio de un terreno y los vecinos nos informan que estaba al lado del viejo camino. El lugar donde está el cruce de las carreteras que de A Pereira va a Serra de Outes y de la que viene de Negreira por Vilaserío, es conocido como O Marco Cornado, pero este lugar es mencionado por los más viejos como Os Roxos. Estamos delante de un proceso de transformación de los topónimos, unos desaparecen y otros cambian de emplazamiento. Pero aquí, y gracias a la información oral, podemos señalar el lugar exacto en el que estaba el marco, que estaría entre Os Roxos y el cruce con la pista por la que ahora vienen los peregrinos, a la derecha de la carretera con dirección a A Pereira. El marco ya no existe fisicamente. Uno de los informantes de más de ochenta años lo recuerda en su emplazamiento original y dice que un vecino de O Cornado se lo llevó cuando reparó la casa, colocándolo en una de las paredes de la misma. Marco Cornado señalaba el límite entre parroquias que pertenecen a los ayuntamientos de Negreira, Santa Comba y Mazaricos, y estaba en un lugar transitado. Otro vecino de Cornado, de más de setenta años, recuerda cómo cuando era niño venía a esta zona a cuidar el ganado y veía pasar “os de Buño cos cacharros nos cabalos” y a otros comerciantes que subían de la parte de la costa, recuerda con añoranza que cuando era tiempo de cerezas le daban siempre algunas. De Marco Cornado el camino iba al lugar de As Maroñas, citado en el informe de José Cornide y por donde también pasó, en 1417, Nompar de Caumont, por ejemplo. El camino salía de donde estaba el marco e iba por Pasos de Porto Cabalar, un paso donde se cruzaba un arroyo, Lugo a Ponte Maroñas. Un 90%, por no decir el 100%, de este trazado está totalmente desaparecido, incluído los Pasos de Porto Cabalar, bajo las grandes extensiones dedicadas a pradería, cuando antes era zona de monte bajo y donde se pastoreaba libremente. La zona también ha sido alterada por la apertura de numerosas pistas, cada vez más anchas y rectilíneas, algunas sólo sirven para que se deposite basura. Gracias a un excelente informante de O Cornado, de ochenta y cinco años, y también a la fotografía aérea, hemos logrado identificar la vieja traza. Esta iba más derecha, mucho más que las actuales pistas que hacen innumerables ángulos rectos. En la actualidad los peregrinos van por una de estas pistas y después de hacer un tramo de unos 300 m por un tramo de carretera bastante peligroso, ya que no tiene arcenes y los coches pasan a bastante velocidad. 54
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Entre Vilaserío y Maroñas solo hay una legua, según dice José Cornide. Pasado el puente sobre el río Maroñas se entra en esta aldea. Aquí el camino real seguía de frente, cruzaba la carretera LC-403 para dirigirse a un núcleo de dos casas, A Tarroeira, ahora deshabitado. Una posible alternativa en As Maroñas sería girar a la izquierda al entrar en la aldea y, por el centro de ésta, dirigirse hacia Santa Mariña, pequeño núcleo donde está la iglesia parroquial, de origen medieval, que conserva algunos restos románicos. Nos vamos a detener un poco en ambos recorridos. El camino real, pasado el puente sobre el río Maroñas, pasaba casi recto y tocando tangencialmente la aldea. En As Maroñas una informante de 85 nos dice por donde iba el camino después de atravesar la carretera LC-403 que de Santa Comba va hacia Muros. Nos señala un punto exacto, un portal de hierro que da acceso al espacio ocupado por una casa. Ante nuestra sorpresa por tanta exactitud nos dice que lo recuerda muy bien porque ella nació en esa casa y, entonces, ese portal no estaba allí y sí la traza del camino. La otra alternativa va hacia Santa Mariña. Esta es la traza marcada por el Xacobeo. Aparta de la anterior al poco de entrar en As Maroñas y cruza toda esta población por su centro, estructurando el diseño urbano de este núcleo, diseño que se está alterando con la tendencia a construir nuevas casas junto a la carretera. Pensamos que el camino real trazado en la Ilustración debió alterar el diseño urbano de este núcleo que debía estar al borde de otra senda más antigua y que unía As Maroñas con su centro parroquial. Ahora la carretera vuelve a rediseñar de nuevo su trama urbana y nuevas casas aparecen extendiendo este núcleo. As Maroñas, por algunos restos arquitectónicos, parece que fue una población con cierta importancia, tanto histórica como con referencias al camino de Santiago a Fisterra, por lo tanto un importante núcleo viario. Restos de dos casas muestran puertas con arranque del dintel en forma semicircular y vieiras como elementos decorativos. Una de estas casas, que parece que formaba parte de un conjunto más amplio en el sentido de una calle, muestra una decoración figurada bajo el alero y detalles en el interior, como un parladoiro en el hueco de las ventanas. Aquí hay una inscripción en la fachada que leemos del siguiente modo49: “ESTA CASA ES DE BERTOLA DE TIINES I SE HIZO EN EL AÑO MIL E QUINIENTOS E SESENTA E DOS”
Santa Mariña tenía fama por la importancia de su patrona, santa considerada como abogada para la fertilidad de las vacas, por lo que sus devotos “poñíanlle bombas nas aldeas”, costumbre que también se daba en otros puntos geográficos. En esta parroquia también tenía fama la fiesta de San Roque, que se celebraba en el mes de agosto, porque “era avogoso pas pestes dos frutos” y el sacristán pedía por las aldeas para luego subastar los frutos que recogía, maíz y pies de cerdo, para hacer la fiesta. La subasta se hacía sobre la pared del atrio de la iglesia en domingo de Entroido. En esta pequeña aldea encontramos un crucero, gris y de cemento, que, según un informante, se hizo cuando se amplió el cementerio en la década de 1960. A un nivel más bajo que el de la iglesia vemos los restos de un puente en el camino hacia Eirón. 49 En “Informe sobre a traza”. Estudo do territorio histórico vinculado ao Camiño de Fisterra. Consellería de Cultura e Deporte.. 55
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Pero volvemos de nuevo a As Maroñas para seguir el camino real. Cruzada la carretera nos dirigimos hacia A Tarroeira, pero la traza desaparece bajo el nuevo parcelario y solo se pueden ver restos mínimos de la misma, como una pared que delimitaría la traza vieja del camino, pero pronto desaparece de nuevo en medio del parcelario agrario. Una vez más información oral y fotografía aérea permiten señalar la traza del camino que, desde A Tarroeira, seguía hacia una casa solitaria, llamada A Palomita, que era, según el dato oral, una taberna situada en el camino. Hoy está totalmente comida por la maleza y el abandono, junto a una mancha de acacias. Está en el medio de una finca y no hay restos de camino para llegar al sitio. De aquí el camino buscaba al que sube hacia la aldea de Bo Xesús, mientras otro ramal seguía derecho por Foxas hacia la capital mazaricana. En este tramo el camino iba por una cota más alta y por donde el terreno es más llano, por lo tanto se evita la zona más fácil de encharcar, mientras que la actual carretera busca la depresión del terreno. El siguiente punto a donde nos dirigimos es Bo Xesús, pequeña aldea de solo dos casas50 y citada por Bartolomeo Fontana en 1539, quien nos dice que había un mísero hospital; por aquí también pasa Domenico Laffi en 1673 y N. de Popielovo, como aparece citada en el Itinerario de José Matías Escribano de 1767 con la denominación de Mon Jesús. Pasaron y dejaron su huella las tropas napoleónicas cuando se dirigían de Santiago a Cee y Corcubión. A su paso destruyeron una capilla que había en este lugar y dedicada a San Blas, pero la leyenda cuenta que “foron os romanos cando foi o da guerra daquí os que tiraron a capilla”. Otra leyenda dice que “había unha casa e cando a desfixeron atoparon un libro que dicía que había un cabestro”. Suponemos que el “cabestro”, otra denominación de las “vigas” enterradas de la mitología popular, sería de oro. Entrando en la aldea se halla a la izquierda del camino un crucero con la curiosidad de que el capitel parece que es un canto rodado colocado sobre la vara. El crucero está en un campo bastante descuidado y que da una mala imagen de nosostros, son pequeños detalles que deberíamos cuidar más. En relación con el desaparecido culto a San Blas está una fuente, pero “aghora está todo desfeito”, está totalmente abandonada. La capilla es citada por Jerónimo del Hoyo, que también cita la de “Santo Thomas de Castro”. De Bo Xesús el camino sigue hacia Gueima, que está casi a continuación. Hasta aquí el camino se confunde con la carretera y en este lugar se bifurca: una opción es ir por Vao do Burgo y bordear el monte Aro, mientras la otra es seguir hacia Vilar de Castro y subir el monte Aro, que es la opción señalada por el Xacobeo y ahora en conflicto por la acción de un vecino de cerrar el camino, por lo que los peregrinos se ven obligados a buscar una alternativa bordeando el monte51. Nos situamos en Gueima y seguimos la primera alternativa. Salimos de este núcleo por la derecha hacia Vao do Burgo, donde se atraviesa un pequeño arroyo y hay un lavadero de cemento donde antes lavaban las mujeres en unas piedras o lavadoiros en el río. Este topónimo tiene claras referencias viarias, pero también se puede asociar “burgo” a la toponimia jacobea. Desde aquí se cruzaba la divisoria por el Marco do Couto, siguiendo el camino denominado 50 Realmente habitada una.
51 “Un mazaricano cierra con alambre un tramo de la ruta jacobea a Fisterra”, en La Voz de Galicia (edición Barbanza), 23-IV-2004. 56
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Camiño de Abeleiras hacia Campo Valado, ya en la otra ladera del monte Aro. Este sería un paso por una puerta natural hacia el valle del río Xallas. En la línea divisoria de esta vertiente estaba el Marco do Couto, también denominado dos Tres Fíos, punto que marcaba el límite entre las parroquias de As Maroñas, Os Baos e Mazaricos. El marco es, nos dicen, “unha pedra negra”, pero su situación exacta no está segura para los informantes, ya que dejó de ser un referente importante al perder su carácter de marcador simbólico del territorio: unos dicen que estaba en lo alto a la derecha de la carretera y a la altura de donde sale otra pista, es decir, en un cruce de caminos; otros que estaba más hacia el monte Aro, en el límite entre terreno de monte y terreno de cultivo. Pero si en Gueima queremos seguir la segunda alternativa tenemos que subir hacia Vilar de Castro, haciendo un giro brusco para coger la empinada ladera del monte. La subida parece más dura de lo que realmente es, porque siempre se va a media ladera y buscando la suavidad del terreno, aunque ahora las “pistas”, siempre buscan trazados más rectos. La información oral que el camino “taba como taba, un carreiro cheo de leña52 ós lados”. Para esta informante, una mujer de unos sesenta años y de A Gueima, el camino no era muy transitado, por eso su imagen está cubierta por la maleza. Su acompañante, un hombre unos años algo mayor, no comparte esta opinión y recuerda haber escuchado a los viejos del lugar que por aquí pasaban “as recuas dos arrieiros”. Como conclusión podemos decir que para pasar monte Aro había la posibilidad de subirlo o la de bordearlo, esta última nos parece una alternativa más moderna, con mayor presencia en la memoria de la gente, y que situamos en la época de la Ilustración. Es también la alternativa por la que se ha abierto la carretera actual. Monte Aro es un punto emblemático en el Camino por su imagen dominante en este paisaje llano que conforma la Terra de Xallas. Su predominancia en el paisaje también tenía que tener su correlativo simbólico en la gente que lo ve todos los días. Las leyendas hablan de una capilla que “fixeron os romanos” y que estaría en lo alto del monte. Otra versión dice que “os romanos fixeron una fortaleza no alto e viñan máis abaixo, que había unha capilla, que sería dos romanos”. Referencias a esta están en la micro toponimia y se refieren también al monte como “o monte da Capilla” en el que está “o campo da Capilla”, ya bajando hacia la aldea de Lago. Probablemente en este monte estuviese la capilla de la que habla Jerónimo del Hoyo de “Santo Thomé de Castro”. Hay restos arqueolóxicos con leyendas que hablan “dun cabestro de ouro” que cuando llegasen a tocar en él los hierros de las ruedas de los carros “entón seríamos todos ricos”, como nos contó un señor ya en 2002. Pero eso ya no será posible porque por aquí ya no circulan los carros. Otro modo de llamar a este monte es el de As Romas. El monte era comunal y fue dividido entre los vecinos, de ahí parte del problema para subirlo ahora, ya que el viejo camino quedó dentro de una propiedad particular y su traza fue desviada. Además la imagen actual del monte es casi una inmensa pradera, imagen que lo identifica claramente a lo lejos. Subir monte Aro tiene algo de emblemático y místico y debería dársele esa oportunidad al peregrino, por lo que las administraciones deberían buscar una solución al problema. Optamos por subirlo, lo hicimos en varias ocasiones, y siempre nos queda la satisfacción de una ascensión que nos permite contemplar la gran extensión de territorio que abarcan 52 Por “leña” debemos entender aquí los tojos grandes, muy apreciados para calentar el horno y cocer el pan. 57
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nuestros ojos, de mirar hacia atrás y ver los pasos andados, de mirar hacia delante y ver la senda que aún tenemos que andar. Y bajamos hacia Lago. Podemos cruzar esta aldea para ir hacia la de A Porteliña y pasando por Vao dos Carros. Otra alternativa es no entrar en Lago y, cuando estamos llegando a esta aldea, seguir derechos para ir a dar al camino que viene bordeando el monte y seguir por él ya hacia Campo Valado. Pero si la alternativa que elegimos es la de no subir el monte Aro, entonces tampoco tenemos por qué ir a Lago. En esta aldea una mujer de unos 80 años nos informa que el camino real “iba dereito como vai agora”, es decir, que seguía fielmente la traza de la actual carretera y que “era un camiño de calquera maneira”, o sea, que no estaba en muy buenas condiciones. Desde Campo Valado se va a Porteliña y hacia Abeleiroas, donde se deja de frente el camino que nos llevaría hacia la capital de Mazaricos. En Abeleiroas un hombre nos dice que para seguir hacia Corzón el camino seguía, más o menos, por donde va la actual carretera. Nos habla de un atajo por el Rego Baíño, que se cogía después de dejar a la derecha de la aldea un “soleiro ou pallal” solitario que tiene una piedra de color rojizo. Era el camino que utilizaban algunos vecinos para ir a la parroquial, pero nos dice que no se atajaba mucho y que en invierno era difícil pasar. Estamos ahora en una pequeña llanura llamada As Pedras Miúdas o Cruz do Xirelo. Aquí hay varias mámoas y la carretera hace giros de 90º a derecha e izquierda, algo que nos parece que no podía hacer la trazada de un camino viejo, siempre buscando formas más suaves y tramos rectos y, aquí, no hay dificultades para no hacerlos. Sin embargo la información oral no nos ha ayudado a resolver este problema, sólo un viejo nos dijo que el viejo camino iba “máis ou menos por onde vai a carretera”. Acudimos a la fotografía aérea del vuelo americano de 1956-1957, en él se intuye lo que sería la traza anterior a la carretera bordeando el monte de una forma más suave y sin tanto ángulo recto, por lo que intuimos que el camino subía algo más por la ladera del monte para ir más derecho, como suponemos que en la parte más llana no había una traza perfectamente definida. Llegamos a donde está la iglesia parroquial de San Cristovo de Corzón, donde también está el campo de la fiesta y quedaba la fuente de Santa Lucía, a la que acudía la gente a buscar agua y donde “taba a imaxe de Santa Lucía coa bandexiña cos ollos”, pero hoy la imagen está en el interior de una propiedad privada sobre una columna y la gente ya no va a buscar el agua. También está la antigua casa rectoral en total abandono, junto a ella los restos de varias dependencias anejas, algunas de ellas construidas con grandes piedras. La iglesia queda a la izquierda del camino y en un nivel más bajo. Hay un crucero colocado en el medio de las escaleras de acceso a la misma. A la derecha del camino está el campo de la fiesta, ahora arreglado y parece un aparcamiento para los coches, lo que no impide que nos digan que la fiesta “faise no campo de siempre”. Junto a éste un pequeño edificio en ruínas. Para unos era un palomar, para otros una especie de corte para el ganado y los hay que no saben lo que es, pues para ellos fue siempre una ruina cubierta de hiedras. Seguimos caminando hacia A Ponte Olveira, dejando a la derecha la aldea de Busto, un interesante núcleo construido en la ladera mirando al río Xallas, marcando la línea entre el monte y las tierras de labradío. Pero con la llegada de la concentración parcelaria se fueron construyendo casas nuevas y nuevas y modernas cuadras para el ganado en la zona baja, en las agras, ahora grandes zonas de pasto. En consecuencia se fueron abandonando las casas que 58
El camino al fin de la tierra
estaban en la ladera del monte y, con ello, abandonando un interesante patrimonio etnográfico, del que queremos destacar un conjunto de varios hórreos junto a una era y un “suleiro” donde se guardaba la paja. Éste tiene la característica de que los elementos que formaban el piso están hechos de grandes losas de piedra. Desde Busto se podía cruzar el río Xallas por los “posados do Couquiño”, que quedan por debajo del molino da Fervenza, ahora bajo las aguas del embalse del mismo nombre. Sus antiguos propietarios pasaron a residir en una aldea de Muxía y son conocidos por el nombre de su lugar de procedencia. Pero este camino lo utilizaban para ir hacia la zona de Baíñas o cuando iban a la romería de la Virgen de la Barca. Pero nosotros no queremos ir en esta dirección, sino hacia A Ponte Olveira, por lo que volvemos hacia atrás y nos situamos en la iglesia de Corzón y seguimos hacia Mollón, que es la parte de A Ponte Olveira que está en el lado del ayuntamiento de Mazaricos. “Nós somos da Ponte Olveira, non queremos ser de Mollón”, nos dice una mujer de unos setenta años. El topónimo Ponte Olveira les parece más suave. Aquí el camino pasa por una zona muy pantanosa, de braña y que debía de estar una buena parte del año encharcada, además, en este pequeño trayecto pasan dos riachuelos. La anterior informante de Mollón nos confirma esta hipótesis diciendo que “o camiño real había que pasalo a cabalo de bestas”, que no se podía pasar andando, y pasamos A Pontella do Pasal y el Muíño de Mollón. En este lugar había varias tabernas donde paraba la gente que cruzaba por aquí el río. La gente recuerda que en una de las tabernas se hacía baile, por lo que estamos en un lugar de encuentro, un lugar al que acudía la gente para socializar con sus convecinos.
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Sozinho frente ao mar Busco outro sol no sol que vai ao fundo Manuel Alegre
5. Del río Xallas hasta llegar al mar Para cruzar el río Xallas hay un puente en el lugar denominado A Ponte Olveira. El puente es citado por José Cornide: “situado sobre el Río Ezaro está mui bien fabricado pero necesita en su entrada y salida algunos cortos reparos que costarán 500 rs.”; como también aparece en el Catastro de Ensenada: “… hai un puente llamado de Olveira sobre el rio de este que tiene tres ojos, pero ningún portazgo ni contribución de cosa alguna por transitar por ella…”. Donde arranca el puente, en la parte de Mazaricos, se denomina Vao Vello, topónimo que hace referencia al paso natural del río. Algunos de los informantes más viejos con los que hemos hablado que se referían a este lugar pronunciaban “Ponte Lobeira”. Antón Pombo también dice que se denomina Albareda (Pombo 1990). Un peregrino que pasa por este lugar es Christoph Gunzinger (1654-1655), y esta tiene que ser la Ponte Olivar de Bartolomeo Fontana: “questo è un ponte che attraversa un Rivo có doe casette di paglia al pie”. Fray Martín Sarmiento en su caminar por Galicia cruzó el río Xallas, que llamó Ézaro, cuando de Fisterra se dirigía hacia Muros, por la Barca dos Cregos, un paraje cerca de la desembocadura del río, pero hoy bajo las aguas del pantano de Santa Uxía. Este paso fue utilizado hasta la segunda mitad del siglo XX por la gente que transitaba entre las tierras de Cee y las de Muros, pues el puente sobre el río en el Ézaro no se inaugura hasta 1953, convirtiéndolo en una de las obras públicas que más tardaron en ser construidas y pasó al lenguaje popular: “tardou máis ca ponte do Ézaro”, para referirse a algo que se tarda mucho en realizar. Para cruzar el río en ese punto había también una barca. Pero Sarmiento, buscando siempre el detalle, nos dice que “es una barca peligrosa”, que “a tres leguas de la Barca dicha para arriba está el puente de Brandomil y a una legua de la Barca arriba está el otro puente está el otro puente [sic] Olveira” (Sarmiento 1975: 80). Pero en un mapa titulado “Plan Geográfico de la Jurisdición y Alfox de Muros”, con fecha de 1777, no aparece dibujado este puente, lo que nos parece debe ser un error53. Mapa del Alfoz de Muros. Ministerio de Cultura. AHN. CONSEJOS, MPPD. 877. 53 AHN. Consejos, plano 877. 61
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En A Ponte Olveira tuvo lugar, hace doscientos años (el 12 de abril de 1809), un enfrentamiento entre las tropas francesas y las mal armadas y mal organizadas “alarmas” formadas por labriegos al mando de los párrocos de Santa María de Morquintián y Santa Uxía do Ézaro, Pedro Lapido e Juan Domingo Pispieiro54. La batalla, conocida como “da Ponte Olveira”, no fue realmente tal, pues los franceses pasaron por encima de los “alarmados” sin que estos pudiesen ofrecer resistencia, por lo que el camino quedó abierto para asaltar y saquear las villas de Cee y Corcubión y las aldeas de la zona. De la nula resistencia que hicieron los paisanos queda la expresión “tropa da Ponte Olveira”, que se dice jugando a las cartas y uno no tiene nada con que enfrentarse al contrincante. Parte de los muertos de esta batalla fueron enterrados en el atrio de la iglesia de Santiago de Olveiroa, como así nos lo cuenta el párroco de San Mamede de Salgueiros, Mariano de la Pradilla, cuando levanta acta del funeral por los feligreses muertos. “Celebré los funerales de Antonio de Ponte, vecº del lugar de Bustelo, cuio cadáver se sepultó en el atrio de la Yglesia parroquial de Puente Olveira, por haver sido muerto por los franceses en el ataque que dieron en dho Puente el doce de Abril de dho año, sin tener lugar a recibir Sacramentos, según testifican Josef Touriñán, vecº del lugar de Altalamaña, Ramón Conde y Josef Pereira, vecº del de Bustelo”55
Jurjo Lado y Jurjo Otero (2009: 37) hablan de veinticinco muertos y señalan que la cifra puede ser mayor dada la falta de documentación. Así en el Libro de Difuntos de la parroquia de San Mamede de Salgueiros hemos encontrado un par de nombres más. El entonces párroco de Dumbría también habla de este hecho al levantar alguna partida de defunción, por ejemplo la de Pedro de Lago, que era vecino del lugar de Castro (Dumbría): “el qual fue violentamente muerto por las tropas francesas en el combate qe hubo en el Puente Olveira”56. La situación estratégica de este lugar sería también uno de los motivos para celebrar aquí una feria, citada en el Catastro de Ensenada: “… en la de Santiago de Olbeiroa que hai una feria de ganados todos los meses “, feria que aún recuerdan algunos vecinos, como recuerdan que había tiendas y dos tabernas, éstas estaban en el margen izquierdo y “os domincos facían baile”. En el margen derecho, zona de Dumbría, es donde se conservan los puestos de piedra en donde se colocarían los vendedores, todos en el lado izquierdo de la carretera según salimos del puente. Ahora hay aquí un Centro de Información Turística y se entiende este lugar como puerta de entrada al ayuntamiento de Dumbría, lo que habla de la importancia que en los últimos años ha cobrado el Camino en la planificación local. Y desde A Ponte Olveira el camino sigue hacia Olveiroa, interesante e histórico núcleo situado estratégicamente en el control del paso del Xallas entre las tierras de Santiago y las de la costa occidental, pero también de estas con las de Soneira y Bergantiños. Aquí se situaría, desde tiempos medievales, una fortaleza que la leyenda popular sitúa en un alto junto al río Xallas y 54 Pedro Lapido Grela nació en As Cruces, provincia de Pontevedra, el 13 de junio de 1763, según leemos en la partida de nacimiento. (AHDS. Fondo Xeral. Reales Órdenes. 1043/74). Juan Domingo Pispieiro Araujo nació en San Vicente de Vilouchada (Trazo) el 22 de setiembre de 1771 (AHDS. Fondo Xeral. Reales Órdenes. 1026/9) 55 AHDS. Libro de Difuntos de Salgueiros 1787-1856. 56 AHDS. Libro de Difuntos de Dumbría 1792-1854 62
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la desembocadura del riachuelo de Santa Lucía. Esta fortaleza o “casa forte” perteneció a la ya citada Leonor González de Saz, que vivió en las primeras décadas del siglo XIV. Esta familia también controlaba el paso del Xallas por Brandomil. Doña Leonor, casada en segundas nupcias con Roi Soga, va a ceder al arzobispo Berenguel de Landoria “a casa forte de Olveyroa, con todas suas directuras et con seus perteeçementos” (Rey Souto 2001: 27). Esta pequeña feligresía, que el visitador Jerónimo del Hoyo solo le atribuye dieciséis feligreses a comienzos del siglo XVII, entró pronto en los líos medievales entre el poder de la nobleza laica y del arzobispo de Santiago. Vasco da Ponte la nombra como “Oliveyra, que entonces era fortaleza”. Y las tropas francesas destruyeron cuando menos su pequeña iglesia, como dice el párroco en un escrito del 20 de abril de 1832 y en el que solicita al obispado una serie de mejoras para el templo, entre ellas: “... y un cáliz, este fue robado por los franceses en la irrupción del año de ocho y aquella [a igrexa] quemada con las mas ropas que había dentro de la Yglesia por los mismos.... que los vecinos están tan pobres que apenas hay uno que pueda contribuír a dha obra mas que con el servicio personal ...” 57.
El camino atraviesa Olveiroa justo por el centro de la aldea. A la izquierda queda una especie de plaza con una cruz en el medio y un conjunto de diversos hórreos, también hay un roble centenario, o Carballo da casa de Aurea de Abón. Al final de esta plaza, y como último edificio de la aldea, está la iglesia de Santiago con pervivencia de una estructura originaria románica, que se pone de manifiesto en las columnas que sujetan el arco triunfal y que López Vázquez (1978: 873-880) data en los primeros años del siglo XIII. En la fachada hay una curiosa imagen que puede ser una representación del Apóstol, pero su origen y datación es compleja58. Después el camino sigue por la denominada Corredoira do Piche, gira a la izquierda para pasar A Pontella de Agosto, sobre el arroyo de Santa Lucía, que viene de cerca de este santuario y que está a menos de un kilómetro, situado en medio de praderas, todas divididas por paredes de piedra que bien podían confundirse con una obra del artista Manolo Paz. Aquí hay una romería que se celebra en el mes de mayo y a la que acuden los romeros para ofrecerse por sus problemas oculares, entonces “freghas os ollos [en la fuente] e deixas alí o pano”. En el riachuelo quedan tres molinos, cada uno con su característica tipológica: uno de cubo, otro de los llamados “de canle”, pero el canal que lleva el agua cruza por encima del cauce, y un tercero tiene pegado otro edificio que era un lavadero, pero al que nunca se le llegó a colocar la techumbre. Esta parece una tierra fértil, antes de cereal, ahora dominada por la ganadería y las grandes praderas, pero también una tierra con presencia de nieblas que se acumulan en los montes que la separan del mar, como A Ruña o Pindo, y que ahora se acentúan por la presencia de varios pantanos. Ya en 1753 el párroco de San Martiño de Olveiroa escribió que: “Es cierto que los frutos de este curato pudieran valer más sino fuera por las continuas eladas que los destruien por ser la tierra Montañosa, y desde unos diez años desta pte casi en todos ellos ay la fatalidad de una elada pestilenta que todo lo destruie, y los labradores se hallan tan faltosos de 57 AHDS. Fondo Xeral. Caixa 1148.
58 Lema Suárez y López Añón no se atreven a datarla ni a encuadrarla en ningún estilo artístico dado los pocos detalles iconográficos que muestra. (Lema Suárez e López Añón 2001: 608) 63
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Caudal, por averlo gastado en comprar el fruto para alimentarse, y a su familia, que muchos de ellos, viendose tan pobres desampararon la Patria, dexando sus tierras a campo como aun lo están sin dar fruto alguno”. 59
Pasada la Pontella de Agosto el camino sube por un pequeño tramo de corredoira hacia Campo dos Birlos y Petón do Rosario. Cruzando el arroyo hay una cruz, con la fecha de 1960, que hace referencia a una muerte por ahogamiento en este pequeño río, que aquel día iba muy crecido, tanto que se ahogó un vecino de la parroquia de Os Buxantes que venía de A Ponte Olveira a caballo y llevaba un buey. Los cadáveres de los tres aparecieron días después flotando en el río Xallas. Pero antes de abandonar esta aldea tenemos que decir que está sufriendo un cambio, gracias a la llegada de los peregrinos. La principal actividad económica sigue siendo aquí la ganadería, pero ahora se vislumbran otras alternativas en el sector servicios y, quizás, podamos decir en el sector de servicios de atención al peregrino. Podemos afirmar que este cambio empieza en el verano de 2001, cuando se inaugura el albergue para peregrinos. Este ocupa varios viejos edificios, entre ellos uno que funcionó como escuela. La apertura del albergue significó la recuperación de estos edificios y de su entorno, lo que pudo servir de espoleta para recuperar otras casas de la aldea y empezar a mirar lo viejo con otros ojos antes de tirarlo o encementarlo. Hasta la apertura del albergue el peregrino que quería pasar la noche en esta aldea lo podía hacer en una pequeña construcción de bloques hecha para guardar el depósito de aluminio donde los vecinos depositaban la leche en espera del camión que la recogía. Era pues un lugar poco apropiado para el descanso, más bien un lugar para peregrinos sacrificados. Lejos quedan ya los cincuenta y seis peregrinos que pasaron por aquí en los primeros quince días60. En los primeros momentos el albergue contaba con personal voluntario para atenderlo.
Peregrinos delante del albergue de Olveiroa (Dumbría). 59 AHDS, Fondo Xeral, 1178, folio 445v.
60 “Pasaron 56 personas en quince días”. La Voz de Galicia (edición de Carballo), 15-VII-2001. 64
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La primera persona que estuvo a su frente fue Alison Raju. Decir el nombre de una voluntaria no quiere decir nada, pero esta mujer es una peregrina con experiencia en otros albergues del Camino, como también fue una de las primeras en hacer este camino a comienzos de la década de 1980 con gente perteneciente a la asociación inglesa Confraternity of Saint James. Fruto de ese caminar fue una de las primeras guías sobre este trayecto: Pilgrim Guides to Spain. 3: Finisterre61. Después de ese verano el ayuntamiento de Dumbría se hizo cargo del albergue y buscó en la misma aldea una persona para atenderlo. Desde entonces son miles los peregrinos que pasaron y pasan por aquí. En el año 2008 pasaron algo más de 5.000 y a finales de agosto de 2009 ya casi se alcanzaba esa cifra, por lo que a finales de año se superaría fácilmente. Ante estas cifras, y que desde aquí hasta Cee quedan unos 18 km por montes despoblados, es normal que surjan iniciativas privadas para aprovechar esta demanda y ofrecer servicios, porque el peregrino actúa aquí en parte como un turista o medio turista. Así al poco de la apertura del albergue el único bar de la aldea renovó sus instalaciones y empezó a servir algo de comida para cenar los peregrinos, porque no tenían otro sitio donde comer o donde comprar comestibles. Posteriormente se abrió una casa de turismo rural con restaurante y también otro bar, ambos en casas restauradas. El peligro puede estar aquí en el exceso de oferta centrada sólo en el peregrino y no buscar otras alternativas, que aquí pueden estar relacionadas con el paisaje y la pesca, ya que a partir de aquí el río Xallas atraviesa las últimas estribaciones montañosas antes de llegar al mar, es un paisaje agreste y donde se encuentra la Devesa de Anllares (Mazaricos), el bosque atlántico más occidental. Pero tenemos que volver de nuevo a nuestro camino. Por Olveiroa también pasó José Cornide, quien nos dice que: “A media legua de este Puente [a ponte Olveira] se halla la cuesta de olbeira, es mui agria y penosa, pero se puede evitar con un corto rodeo tomando al salir del puente a la derecha por la falda del monte y banda del nordeste a subir por detrás del ospital de Logoso, y en este trecho es preciso fabricar un puentecillo qe costará 20 rs”.
Cornide propone como itinerario más cómodo el tramo por donde iba el camino real, que es por donde ahora sube la carretera CP-3404 hacia la Cruz de Olveira. Que era un tramo difícil también se recoge en el informe de 1787: “en cuyo intermedio ay una cuesta del mismo nombre [Olveiroa] vastante peligrosa para los de a cavallo y de a pie, su tránsito desmoxonado y pedregoso y a la vajada un río que pasa por entre dos montañas que por el invierno hace bastante raudal, y solo para el paso de a pie tiene unos postillones de mala construcción qe los cubren las crecientes y se inpide el paso pr transitar el agua acaudalada y estrecha desde cuio transito ygualmte se sigue camino real hasta el Puente Olveira.”62
Pero hay otro itinerario por la ladera suroeste del monte do Sino, bordeando el río Xallas. Pensamos que ésta es una vía más antigua, que es también por donde está marcada la traza del Xacobeo. Este camino está presente en la memoria oral, era el camino que seguía la gente 61 Manejo la edición de 2001, la sexta. Es un folleto mecanografiado, de veinte páginas, en inglés, y está publicado por la Confraternity of Saint James de Londres. 62 AHUS, FM, 909, f. 177 e 177v.
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de esta zona cuando iba andando hasta la villa de Cee para vender y comprar en su mercado dominical o en su feria mensual. Este camino va dejando el río Xallas a la izquierda y va siempre por la media ladera del monte. En esta zona nos dicen que había una fuente, a fonte Lapedo, otro elemento que marcaba el camino y que podemos considerar como un elemento viario; también hay un par de mámoas, una de ellas ahora bajo un poste del tendido eléctrico63. Luego se desciende para cruzar el Rego do Hospital, que se cruza ahora por un puente moderno, obra del ingeniero Carlos Nárdiz Ortiz, en el paraje denominado Vao de Ripas. El puente fue construido después de que una crecida del río se llevase el viejo, de hechura popular, más sencilla y más integrada en el paisaje. Pasado este puente el camino, en el punto denominado Coviña das Perdices, se bifurca para ir hacia Logoso o hacia Brazal. Esta última era la que, según información oral, seguía mucha gente para ir a Cee, pasando luego por Buxantes y Brens. Le llaman o camiño de Buxantes á Ponte Olveira. Nosotros vamos seguir por la otra alternativa hacia la aldea de O Logoso y de Hospital. En O Logoso nos informan que tanto se iba por un lado como por el otro: “cando por aquí, cando polo Brazal”. Antes de llegar a O Logoso queda, a la derecha de este riachuelo y en el sitio denominado Vao das Bestas, unas construcciones en buena piedra. Son los restos de un molino y de una vieja mini central hidroeléctrica que levantó un vecino de este lugar, Juan Grille Fernández, quien también fue alcalde de Dumbría. Aún quedan algunos postes de piedra con un trozo de madera en su parte superior, que era donde iban instalados los aislantes. La centralita no debió funcionar mucho tiempo pues los vecinos recuerdan que “estalaban as bombillas”. Logoso queda al abrigo del monte Castelo de Logoso (402m), en donde hay un castro. En la ladera contraria está la Pedra do Brazal, también llamada O Petón do Avión. Este último nombre se debe, para unos, a que aquí cayó un avión a comienzos del síglo XX, para otros se debe a su forma que parece que va a despegar. La Pedra do Brazal es una curiosidad de la naturaleza, una piedra cabalgada con una curiosa forma. Siguiendo el camino llegamos al lugar de Hospital por el denominado Camiño da Mansueira, bordeando el monte Castelo de Logoso por la ladera norte. Se llega a Hospital, pero no entramos al corazón de la aldea, sino que se llega a ésta por la izquierda de la carretera, se cruza esta y al llegar a la primera casa, que fue la sede de la escuela unitaria, se coge a la izquierda por un viejo camino, que era el camino sacramental que conducía a la parroquial de Dumbría y que era por “donde iban os mortos”. Este camino sí procede del interior de la aldea y seguiría la traza del camino real de la Ilustración. El camino señalado por el Xacobeo al llegar a la carretera continúa por ésta. Hospital, como su nombre indica, es un lugar vinculado al camino desde que aquí se fundó un hospital para peregrinos, documentado en 1209, por un tal Stephanus de Ulgoso. Sería el albergue más antiguo de los conocidos de este Camino (Pombo 2000: 76). También había una capilla bajo la advocación de San Marcos, que Jerónimo del Hoyo llama “San Marcos del Hospital”. La capilla fue destruida por las tropas francesas, al igual que su crucero y parte de la población. Pero realmente el estado de la capilla ya era lamentable, según nos lo cuenta el 63 Había más y son las que están representadas simbólicamente en el escudo del ayuntamiento de Dumbría. 66
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visitador eclesiástico a mediados del siglo XVIII: “que oí se alla arruinada”64. En otra visita de 1741 el visitador ordena que “componga las paredes y tape las puertas de l Ygª antigua Sta Maria y San Marcos, poniendo cruz en donde estubo el altar maior, traiga los dos santos ala Yglesia”65. Hoy la memoria oral sitúa el posible emplazamiento de esta capilla y nos habla también de un cementerio o “campo santo”. El terreno está ocupado por una casa y una cuadra. En 1999 una vecina de este lugar, María Quintáns, que entonces pasaba de los ochenta años, contaba en una revista local que: lémbrome que cando eu era unha cría xogaba entre as paredes da capela, acórdome dos fundamentos. Íamos xogar pola parte do saínte [...] os da Casa do Grille compráronlle o sitio da capela ó cura de Toba, a D. Ramón, lémbrome da construcción da Casa do Grille. No sitio no que hoxe é a corte antes estaba o cemiterio.” 66
Los franceses parece que acamparon aquí cuando venían de quemar las villas de Cee y Corcubión, y quemaron también la aldea. La anterior informante de Pedras Vivas recordaba que “os franceses eran mui malos, que queimaran unha muller na eira, queimaron os untos do porco para queimala”. Y en el Libro de Difuntos leemos en la partida del 14 de abril de 1809 que: “fue quemado el cadáver de Domingo García, celibato, violentamente muerto por dichas tropas francesas, las que incendiaron la casa de Francisco García, su hermano, vecino del lugar del Hospital”
Pero volviendo al camino real tenemos que decir que entraba en esta aldea vadeando el río por donde hoy se sitúa un área de recreo, paralela al puente de la carretera CP-3404. La anterior informante de la revista Pedras Vivas a este respecto también cuenta que “antes non había carreteras, pero o Camiño Real estivo sempre, tódolos días pasaba xente”. Y en otro momento de la entrevista dice “por aquí viñeron sempre os peregrinos, é o camiño deles”. Un poco más abajo en el río hay una pequeña cascada. Por este lugar también pasaría un camino con dirección norte hacia Paradela y las tierras de Vimianzo, pasando los montes de Cabral; era el camino, recuerda un vecino de esta aldea, que seguían los canteros de Ameixenda67. El paisaje aquí es agreste, pero el Catastro de Ensenada dice que la parroquia de Olveira “tiene una dehesa llamada Hospital”, que estaría por esta zona, pues Hospital no pertenece a esa parroquia, aunque sí fue aneja de Santa Baia de Dumbría y se llamaba Santa María de Logoso y es cuando la advocación de la misma pasa a San Marcos (Pombo 2000: 76). En la ya citada visita eclesiástica de 1741 se dice, al hablar de las capellanías existentes en Dumbría, que hay “la de San Marcos y Santa María, fundada en la Ygª de este nombre que era la antigua de esta parroquia en el lugar del Hospital”. “De Logoso se va á Fuente Santa”, nos dice José Cornide. Siguiendo la traza del camino sacramental volvemos de nuevo a la carretera, en concreto a un tramo ahora fuera de servicio 64 AHDS, Fondo Xeral, mazo 1178, fol. 448.
65 AHDS. Serie visitas pastorais. 1737-1744. Mazo 1266. 66 Pedras Vivas, nº 30, 1999, p. 8.
67 Aldea y parroquia de Cee que tenía fama de buenos canteros. 67
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y justo en una aguda curva. Desde aquí el camino se separa para seguir por el terreno ocupado ahora por restos de fundición de la factoría de Ferroatlántica, después cruzaría la carretera, pasaría por la Fonte Minquiña y entraría en los terrenos ahora ocupados por la citada factoría. Aquí también está la bifurcación que por Dumbría va hacia Muxía, pero de este tramo no vamos hablar ahora. Así que volvemos al punto anterior y, pasado el terreno ocupado por la factoría de Ferroatlántica, cruzaría la carretera CP-2302 por el paraje denominado Casas de Maias, porque aquí había un caserío solitario junto al camino y destruido por las tropas napoleónicas del que no queda huella física alguna; después se deja a la derecha la Fonte dos Ladróns, topónimo que nos parece claramente viario. La fuente está ahora escondida en medio de unos arbustos. Y el camino sigue por esta zona llana y agreste hacia unas rocas que destacan claramente en esta zona de monte bajo (García Quintáns 2008: 128). Estamos a la altura del petroglifo de Pedra Ancha y el camino pasa justo al lado de esta interesante muestra del patrimonio arqueológico, que ahora tiene delante una plantación de eucaliptos que dificultan su visión y afectan a su área de protección. Aquí debería, cuando menos, tener una mínima señalización e información, para peregrinos y no peregrinos, para poder apreciar estos grabados. El petroglifo queda “al lado derecho del viejo camino real, que de Santiago se dirige a Finisterre” y está en un “gran batolito granítico, que representa en su
Petroglifo de Pedra Ancha (Dumbría).
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parte superior un gran número de pilas naturales de distintos tamaños” (Costas Goberna 1994: 245). En la parte central de esta roca y en el lateral que mira hacia el sur están grabadas unas nueve representaciones de armas y tres figuras triangulares. Una de estas alabardas tiene un claro paralelismo con otro existente en el Castriño de Conxo. Desde aquí se sigue hacia Marco do Couto. En este tramo, en el que se divisa a lo lejos la silueta del promontorio de Fisterra y se vislumbra el mar, había otras dos fuentes más: Fial da Grúa y Fonte das Camisas, “onde lavaban a roupa os que pasaban por aquí”, pero el monte está cambiando aquí y los manantiales de agua se pierden en el medio de nuevas repoblaciones forestales, en medio de parcelaciones, y ya no cumplen una de sus funciones: dar de beber al caminante. El Marco do Couto es una encrucijada de varios caminos: el camino real que va en dirección noroeste y el camino que de Os Buxantes va hacia la capital de Dumbría con dirección sudoeste-nordeste. Aquí apareció, al realizar unas obras en la primavera de 1988, un marco que tiene grabadas las letras “C” y “R” (González Fernández 1990:23-24). Probablemente indicase la división entre las tierras de Os Buxantes, coto dependiente del monasterio de San Martiño Pinario, y la parroquia de Dumbría, perteneciente a la jurisdicción civil de Corcubión del Conde de Altamira. Aquí también hay un magnífico crucero y su plataforma se está convirtiendo en un milladoiro, gracias a las piedras que van depositando los peregrinos. Este crucero fue cambiado unas tres veces de su emplazamiento: cuando el camino pasó a ser una pista y cuando ésta se amplía en dos ocasiones. Si seguimos adelante a unos 300 m de este punto el camino se dividía. Por la derecha seguía la traza del camino real realizada en la segunda mitad del siglo XVIII. Este camino bordea por el norte el Petón da Cheda para salir en A Portela do Lousado. Es un camino mucho más derecho y rápido, pensado para el servicio de correos y tropa de una administración centralizada que pretendía llegar a todos los puntos del territorio con cierta eficacia. Ahora el comienzo Crucero de Marco do Couto (Dumbría) Foto Rodríguez Casal. 69
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de este camino está perdido en medio de fincas de monte ahora particulares, cerradas con alambres y repobladas de eucaliptos y pinos, pero se distinguen mínimamente algunas huellas del mismo. Este cambio se debe a la nueva parcelación del monte y a pasar de comunal a particular, por lo que fue dividido y las nuevas formas de explotación son más agresivas. A la izquierda del camino que viene de Marco do Couto, sale otro que va a A Fonte Santa, camino que transcurre también entre montes antes indivisos y, ahora, parcelados. En el punto llamado Pedra Piada, donde hay unas rocas que destacan en el paisaje, el camino giraba a la derecha para bajar hacia A Fonte Santa, y lo hacía por una andanada y de un modo más directo que lo hace hoy. La información oral nos dice que al lado de Pedra Piada había una fuente, Fonte Cerva. Este camino está ahora perdido, simplemente se conserva un trozo antes de llegar a A Fonte Santa. En este tramo inicial, pasada Pedra Piada, estaba el denominado Cruceiro Xordo. Este crucero fue trasladado en 1960 desde su emplazamiento original y colocado junto a la fuente en el lugar de A Fonte Santa. La leyenda sobre su origen lo vincula claramente con un lugar de paso. Cuenta que unas “señoras”, de la villa de Cee, fueron sorprendidas por la noche en este lugar montesino y llenas de miedo se metieron entre los tojos, “antre a leña”, rezando toda la noche para que no les ocurriera nada y prometiendo levantar un crucero en el sitio si salían sanas y salvas de esa aventura. Así debió ocurrir ya que el crucero fue levantado en ese punto. Pero con la concentración del monte el crucero ya no estaba junto al camino, por lo que se decide cambiarlo y colocarlo en un lugar más concurrido, como era el contorno del santuario de As Neves, en A Fonte Santa. Al llegar al fondo de esta vaguada aparece la traza del camino y encontramos una pared que cierra una propiedad, una finca de pasto. En la esquina de la misma el camino se divide en dos: por la izquierda va derecho hacia el santuario y, por la derecha y bordeando la finca por el lado norte, va más a media ladera para salir a la altura de Brañas Hedras. Este era el camino que seguía la gente que iba a Cee y lo hacían para atajar algo y no pasando por el santuario. En este tramo había otra fuente, Fonte das Merendas, cuyo topónimo pensamos está en relación a las meriendas que aquí se daban en el día de la romería, una de las más importantes históricamente de esta comarca y que se celebraba el 5 de agosto y, desde 1920, el 8 de septiembre (García Quintáns 2006: 70). A Fonte Santa es un lugar citado entre otros por Erich Lassota. Aquí hay una capilla, que se dice fundaron los monjes de Moraime (Muxía), pues Buxantes estaba bajo su jurisdicción dependiendo de San Martiño Pinario. La capilla puede tener un origen a fines del siglo XIV o comienzos del XV y sería de La “pisada” de un peregrino francés en la capilla de A Fonte Santa (Dumbría). 70
El camino al fin de la tierra
dimensiones reducidas, posteriormente sufriría importantes modificaciones, especialmente a finales del siglo XVIII (García Quintáns 2006: 69). La capilla está bajo la advocación de la Virgen de las Nieves y aquí se celebraba una importante romería a la que acudían romeros para pedir, entre otros, por la fertilidad para su ganado y coger agua de la fuente: “iban buscar aghua á fonte cando unha vaca ou unha muller non daba leite”. La fuente queda ahora en el medio de una propiedad privada y junto al ya citado Cruceiro Xordo. La importancia de esta fuente ya la recoge el peregrino austríaco Christoph Gunzinger, quien nos dice que “a una milla [de Ponte Olveira] hay una fuente que se llama santa por el efecto que obtuvo, por lo tanto [se llama] Fuente santo” (Herber e Plötz 1998: 277). En el interior de la capilla, en el escalón que separa la nave del ábside, hay un grabado que se puede interpretar como la silueta de un pie humano. Se cree que es la pisada de un peregrino francés que iba a Fisterra y murió en este lugar. También se cuenta, y pensamos que ésta es una construcción moderna y lo moderno también forma parte del paisaje que sustenta el hecho cultural, que hay un ritual que consiste en posar el pie en ese grabado, con lo que se coge fuerza para seguir el camino. Pero el ritual no es fácil de realizar porque la capilla permanece siempre cerrada. También hay una imagen de Santiago Matamoros. Este es un lugar donde podían pasar la noche los peregrinos, pues aún tenían por delante un buen pedazo de monte que caminar, y subiendo, y no fuese a cogerlos la noche en medio de estos parajes montesinos y despoblados, por lo tanto peligrosos. Por estos montes podemos situar el vakner, misterioso monstruo del que nos habla el también “misterioso” peregrino Martiros de Arzendjan: “Padecí muchos trabajos y fatigas en este viaje en el cual topé con gran cantidad de bestias salvajes muy peligrosas. Encontramos el vakner, animal salvaje grande y muy dañino: ´¿Cómo, me decían, habeis podido salvaros, cuando compañías de veinte personas no pueden pasar?`” (Gayangos de Riaño 1898: 15-16).
Fuera del atrio, y en un espacio ahora reconvertido en área recreativa, había una casa que fue destruida por las tropas napoleónicas. Aquí se dice que había una taberna y atendían los escribanos el día de la feria, pues, y como dice el Catastro de Ensenada en este lugar había una “…feria que se celebra mensualmente en el sitio nombrado fuente santa”. También habla de la feria un visitador eclesiástico en 1741, y dice que la capilla: “está con toda decencia, la capilla maior de bobeda con retablo pintado, el cuerpo faiado con caliz y todo hornato para celebrar el santo sacrificio de la misa, que se dize en ella todos los sabados aquenta de la cofradia, hai devoción con la imagen de ntra sra y hai feria los terzeros domingos de mes”. 68
Otro visitador eclesiástico dice, en 1827, que: “Hai una capilla sita en el lugr de Fuente Sta términos de esta parroquia titulada nrâ Srâ de las Nieves con su cubierta y oratorio en donde se celebra Misa los dias qe allí hai feria y con su casa destinada pa Hospital de pobres, la qe tiene de rta anual doce fros y mº de trigo y de centeno seis fros. 68 AHDS, Serie visitas pastorais. 1737-1744. Mazo 1266. 71
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Tiene asimismo algunas yeguas qe estan al cuidado de Hermenegildo Sendón y de domº Trillo, vezos de esta parroqª qe sino fuera la destrucción del lobo se podian reguar en otra tanta rta … tenía antes cáliz y ornato pª la celebraon de la Misa y se lo robaron los franceses.”69
Y para que la gente que acudía a la feria pudiese asistir a misa sin problemas de aglomeración, se hace en 1792 un altar exterior en el lateral norte. Hoy este altar se llena de prendas de todo tipo que dejan los peregrinos: tarjetas de visita, fotos, botas, recortes de prensa, velas, etc., todo amontonado. Recientemente se hizo una especie de alacena con una puertecita de cristal. En su interior se guarda un libro, Libro do Peregrino, en el que los peregrinos escriben o dibujan sus opiniones y comentarios. Estuvimos allí en el día de la romería de 2009 y miramos el libro, que era ya el número cinco. En su comienzo tiene una hoja plastificada en la que está escrito un breve texto en gallego, castellano, francés e inglés. La dedicatoria tiene por título “Queridos ciudadáns do mundo” y su contenido dice: “Aquí me tedes, ó abrigo do santuario coñecido como “A Capela das Neves” na paraxe da “Fonte Santa”. Nas miñas páxinas podedes escribir curtamente as vosas mensaxes, os vosos sentimentos, as vosas vivencias, [...] Por esta encrucillada pasaron moitos camiñantes cara Fisterra e Santiago, Noia e Muxía, [...] tamén as tropas de Napoleón, [...] Non me maltratedes nin me saquedes deste lugar. Ó remate da miña tarefa gardaranme no arquivo da Capela para que no futuro os vosos descendentes me poidan consultar. Que a Virxe das Neves os bendiga e vos conceda a graza desexada. Boa Viaxe”.
Los comentarios son de lo más variopinto y en diversos idiomas: “Emos [sic] salido de Roncesvalles” (Carmen y Ramón). “El Camino y su gente te abre los ojos, para ver lo que te rodea, pero al mismo tiempo los abre hacia tu interior, en tu corazón y te descubre que hay en él”. “... tenemos muchas ganas de ver el mar.” “Acabo de ver por primera vez el mar del Oeste. Brindo por todos aquellos que pudieron hacerlo desde aquí. Ultreia et Suseia.”
Hasta aquí una muy mínima muestra de estos comentarios, pero un estudio más pormenorizado de los Libros del Peregrino, que hay en todos los albergues de este camino, ayudaría a tener una visión más cercana del fenómeno de la peregrinación jacobea a estas tierras, cuales son los motivos que los impulsan a venir hasta aquí, para ver el sistema de rituales creados dentro de la misma peregrinación. En definitiva, ver cómo se construye hoy la peregrinación y qué elementos la configuran, también permitiría constatar la imagen que los peregrinos elaboran del territorio que atraviesan (Vilar 2001). Desde el lugar de A Fonte Santa el camino asciende hacia la capilla de San Pedro Mártir. Todo este tramo está muy alterado por la concentración del monte y las labores que hacen los tractores para arar y allanar la tierra para reconvertirla en praderas o repoblaciones forestales, 69 AHDS, mazo 1182. 72
El camino al fin de la tierra
principalmente de eucaliptos. A la altura de Brañas Hedras se incorporaba, como ya queda dicho, la variante del camino que no pasaba por la capilla de As Neves. Desde aquí se va subiendo, se pasa por la Portela do Lousado, donde enlaza el camino que viene por detrás del Petón da Cheda (356m.). Portela do Lousado es un paso natural en el que hay un par de mámoas, una de ellas junto al camino y en el mismo cruce, que pertenece al ayuntamiento de Dumbría. Unos metros hacia el norte está la otra, y en la ladera del Petón das Ferreñas (369 m.), ya perteneciente al ayuntamiento de Cee.
Altar exterior y Libro do Peregrino en A Fonte Santa (Dumbría).
Desde aquí se va bordeando el alto del Petón das Ferreñas para llegar a la capilla de San Pedro Mártir, donde el camino se dividía: uno bajaba hacia Lobelos y A Pereiriña y, otro, seguía hacia la villa de Cee. Lobelos es la primera aldea que encontramos si bajamos hacia A Pereiriña y el valle por el que pasan ahora las vías de comunicación, como la carretera C-552. El Catastro de Ensenada cuando habla de la parroquia de San Xulián de Pereiriña y al describir sus montes, nos dice que: “… otro llamado de Lobelos, de cavida tres mill ferrados, L. fra de Busantes, P. Camino Rl. N. S. Xptobal de Codesos, S. Sta Eulalia de Brens”, es decir, monte que delimitaba con el Camino Real. Con toda seguridad el viejo camino no seguía en este tramo fielmente la traza de la pista actual, incluso cabe la posibilidad de que hubiese una variante que desde Brañas Hedras fuese más derecha para, pasando Fonte Romeu, salir algo más delante de la capilla. Pero esta sería una variante que usaría la gente que iba a comerciar a Cee, gente con cierta prisa. San Pedro Mártir, por la que también pasaron las tropas francesas, es una modesta capilla que tenía una romería con cierta fama en esta parte de la comarca de Fisterra. Ahora es una romería local y en su campo se hacen también otras fiestas laicas. En una visita eclesiástica 73
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de 1741 se dice que: “... está con toda decencia… tiene su hermitaño y especie de fábrica y se compone de nuebe ferrados de trigo de rentas anual, algún ganado yeguas y obejunos y en alce liquida 227 rs”. 70 Aquí hay una fuente y un campo, es por lo tanto un lugar ideal para descansar después de una larga y solitaria subida desde A Fonte Santa y sin abrigo en el que ampararse. La fuente manaba delante de la puerta de la capilla y la gente “arrodillábase e lavabase diante da iglesia”, y no donde está situada ahora que, además, fue renovada de un modo más visible.
Capilla de San Pedro Mártir. A Pereiriña (Cee). Foto Rodríguez Casal.
Si aquí había un “hermitaño” tendría que haber un mínimo espacio en el que acogerse y poder pasar la noche bajo cubierto. La información oral nos habla de que aquí había una casa, que sería también destruida por las tropas francesas y que estaría al lado norte de la capilla, separada de ésta por el camino que bajaba hacia Pereiriña. De hecho aquí hay unas piedras amontonadas entre la maleza que corresponderían a esta casa y, también, a un primitivo crucero. Hoy un vecino de Lobelos ha construido una especie de cobertizo que sirve de refugio a los peregrinos. La construcción de la capilla debe ser antigua y puede estar relacionada con el monasterio de Santa Tasia que tenía propiedades en esta parroquia de Pereiriña. En 1680 parece que se había fundado una capellanía dedicada a Santa Lucía en un altar lateral. Pero en 1714 se dice que la capilla está “situada en despoblado en Pereiriña […] no hay siquiera vestigios de altar colateral del evangelio donde se dice erigida la capilla de santa lucía arriba mencionada” 71. El 70 AHDS, Fondo Xeral, Serie visitas pastorais. 1737-1744. Mazo 1266. 71 AHDS, Fondo Parroquial. Pereiriña. Varia. 74
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santo titular tenía una cofradía: “la de San pedro Martir fundada en su Hermita componese de caudales y limosnas y en alcanze 314 rs 13 mrs, cera 22 libras”72 Y el camino sigue por la cresta de este monte, con una traza bastante llana, hacia la villa de Cee. A esta población se podía llegar por varios caminos, según los intereses de los caminantes y procedencia de los mismos. Así, una alternativa era bajar hacia la aldea de Duei y, después, seguir hacia Raíces o A Lagarteira. Este era el camino que utilizarían la gente que venía de la zona norte y los que traían carros, también los que querían ir directamente a Fisterra, sin pasar por Cee y Corcubión, desviándose entonces por Toba hacia Guimareu y Estorde para ir más derechos y más rápidos. Otra posibilidad era llegar hasta el crucero de la Armada y bajar por un carrero hacia Raíces, zona en la que estaba la desaparecida parroquial de San Paio de Refoxos y que todavía cita el Catastro de Ensenada. Pero en una visita eclesiástica de 1741 se habla solamente de la ermita de “San Pelaio está con bastante decencia”. Pero esta es una alternativa muy empinada y que, según la información oral, sólo usaban las vendedoras que iban a Cee con mercancía en la cabeza, por lo tanto una bajada no apropiada para la mayoría de los viandantes. Y una tercera posibilidad, la que nos parece más apropiada, es bajar hacia Brens, bajada difícil como tiene afirmado Christoph Gunzinger, “a cuyo valle se baja por un camino pedregoso sobre duras piedras a modo de escaleras” (Herbers e Plötz 1999: 277). Dificultad también comentada por José Cornide: “cuya bajada aunque bastante agria e incomoda se halla reparada por los del país” y antes, en el informe de 1787, se nos dice que: “… Igualmente es cierto que desde dicha villa de Cee hasta la cima del monte llamado de Armada que corresponde a dicha villa que es muy escarpado se halla intransitable, como igualmente el camino de la buelta que llaman de Duey, por donde andan las caballerías … y subido el monte de la Armada que domina la citada villa de Ce sigue el camino y vereda real vía recta a la ciudad de Santiago y a la distancia de dos leguas se alla el lugar llamado del Hospital … desde el que se sigue hasta el lugar de Olveiroa …”73.
Bajando hacia Brens y pasado el crucero de A Armada, la bajada, aunque difícil, y actualmente más llevadera debido a las diversas mejoras realizadas en el acondicionamiento del firme, se hace interesante por las magníficas vistas sobre la ría de Corcubión y por la sensación de estar llegando ya al final del Camino, final que está ahí, que lo vemos. Pero llegados abajo, a una pista asfaltada, la señalización del Xacobeo indica seguir por la izquierda y bajar hacia el lugar de O Cruceiro y entrar en Cee por Camiños Chans y por delante del cementerio, en el interior del cual hay un crucero de fina hechura. Pensamos que es más correcto coger a la derecha por la pista asfaltada hacia As Campas, pista que va entre viejas paredes que aguantan el empuje de la tierra y del tiempo, para salir a la carretera de Muros, la C-550, frente al antiguo Campo da Angueira, donde los marineros de Cee dejaban sus redes a secar. Esta alternativa, más corta y menos pendiente, coincide también con la información oral que nos facilitó gente que venía al mercado de Cee andando o a estudiar a la Fundación Fernando Blanco, y que nos informaron de que este era el camino que seguían.
72 AHDS, Serie visitas pastorais. 1737-1744. Mazo 1266. 73 AHUS, FM, 909, f. 177.
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Las gaviotas alardean en el cielo, Hacen proezas para evitar el combate. Aletean y se diluyen en el aire. En el horizonte de esta transparencia Sólo perduran símbolos de la infancia. Jorge Nájar. Finibus terrae.
6. De Cee a Fisterra Y llegamos a Cee, hoy uno de los núcleos más importantes de la Costa da Morte. Entramos en ella por el Campo do Sacramento, donde se celebraba la feria de ganado y había una capilla, la de la Magdalena, fundada a mediados del siglo XVII, pero en 1816 estaba arruinada y el visitador mandaba que enterrasen las imágenes más viejas (González Fernández 1987: 41). La imagen que ahora está incrustada en una especie de hornacina labrada en una roca es el único resto que queda de esta capilla. Después se sigue por la popularmente conocida como Rúa de Arriba, llamada también Rúa Real, que todavía conserva alguna casa con interesante arquitectura, pero algo abandonada, pues la vitalidad comercial y vivencial de esta calle perdió peso en beneficio del “Recheo”. Siguiendo hacia delante por esta calle nos encontramos el Pazo do Cotón, formando una plaza en la que hay también una fuente y, coronando ésta, un magnífico crucero. El pazo está ahora restaurado y tiene una magnífica balaustrada en el balcón y en las escaleras de acceso. El camino sigue para buscar la zona donde está la iglesia parroquial de Santa María da Xunqueira, también “visitada” por las tropas napoleónicas. Cabe la posibilidad de que no todos los peregrinos buscasen la iglesia y siguiesen derechos bajando por la Rúa de Arriba para buscar el camino de salida de Cee. Queremos recordar que a un par de metros de la fachada de la iglesia estaba ya el mar y la junquera en la que la leyenda sitúa la aparición de la Virgen entre los juncos, de ahí su nombre. Mar y junquera quedan ahora bajo los cascotes de un relleno que se empezó hacer en la década de 1970, aunque la idea de una “Seca” venía latiendo de viejo, de los tiempos del alcalde Alvarellos Berrocal (en las primeras décadas del siglo XX) o del diputado en las Cortes de la II República Pepe Miñones, quien soñaba con una “gran cidade Neria”, la unión de Cee y Corcubión, con un gran puerto en el que pudiesen atracar los trasatlánticos para llevar a los emigrantes. Por lo tanto el camino tiene que buscar el fondo de la ría para ir después hacia Corcubión que, como dice José Cornide, “está enfrente dando buelta al puerto”. Ambas villas están tan próximas que “un grito dado en Cee se escucha en Corcubión”, como diría el novelista sevillano José Mas. Para Christoh Gunzinger, peregrino que pasó por aquí entre el año 1654 y 1655, quien a Cee llama Zea o también La Villa de çese, dice que ésta está “situada en la parte de aquí de la orilla del mar”, y al otro lado está “otra aldea, Corcovión, a cuyo valle se baja por un camino pedregoso sobre duras piedras a modo de escaleras” (Herbers e Plötz 1998: 277). Hoy los peregrinos no dan esta vuelta, van por el paseo construido sobre el “Relleno”, como popularmente se conoce aquí a esta zona ganada al mar, y ya no van por el interior del casco urbano, aunque se puede ver alguno dando vueltas por la zona comercial para comprar alguna vitualla, pero muchas veces se desorientan en este lugar al perder las referencias viarias. 77
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Así que para ir de Cee hacia Corcubión históricamente había que hacer un rodeo para buscar la orilla de enfrente. Esta vuelta se hacía por donde luego se traza la carretera de Muros hasta pasar un puente que cruza un riachuelo que baja de los lugares de A Granxa y del de A Lagarteira. En el informe de 1787 se dice que hay “puente hordinario entre las dos primeras villas adonde llega la mar que suele arruinarla en ocasiones de tempestades y abenidas, haciendose dificultoso su paso”. Y José Cornide dice que “es preciso fabricar un puentecillo sobre un arroio que entra en dho puerto y costará 20 rs”. Este “arroio” fue el que se desbordó en el año 2006 causando una gran inundación, pero el territorio que atraviesa el arroyo se modificó mucho desde los tiempos de José Cornide. Pasado el puente había un camino a la izquierda, conocido como Camiño do Matadero, que iba a salir enfrente de la barriada conocida como As Casas Baratas. A este camino llegaba, y no hace muchos años, el mar en marea alta, como nos informa una vecina de esa calle, quien nos cuenta que se instaló hace más de cincuenta años y que la casa en la que vive fue construida “encima do mar”. En este camino había un tramo con unas piedras, a modo de pasos (poldras o poxados) para pasar cuando llegaba el mar aquí. También había huertas, pero ahora todo esto está saturado de calles y de edificios de varias alturas que modificaron más de lo posible este espacio. El camino, como ya comentamos, salía frente a las Casas Baratas, en la zona de O Son, para continuar por donde va la carretera C-550 hacia Corcubión. Había también un carrero que iba bordeando el mar, usado en bajamar y que pasaba por detrás del conocido como “Serradero do Trancho”.
El camino entre Cee y Corcubión a principios del siglo XX. Foto Romero.
El camino hacia Corcubión no era fácil, en realidad no era fácil en todo este territorio, “bastante malo, que exigue su reparación”, es una expresión que leemos en el informe de 1787, 78
El camino al fin de la tierra
como también leemos en Pascual Madoz cuando habla de Fisterra, en Christop Gunzinger o en Sebastian Ilsung de Ausburgo (1446), quien define el camino entre Santiago y Fisterra como “el peor que uno se puede encontrar en su vida” (Herbers e Plötz 1998: 91). En el ya citado informe se dice también que: “… y en el corto espacio que ay de una a otra [entre Corcubión e Cee] de un quarto de legua no cabal se allan tránsitos peligrosos, ocupado el camino con seis portillos o cerraduras de piedra que impiden el paso de a caballo y con travajo de a pie, especialmente cuando la mar se alla creciente ocupándose este preciso paso por los dueños de las heredades que cerraron el camino para utilizarse del poco fruto que podían producir todo lleno de varrancos y despeñaderos por las excabaciones que hace la mar...”. 74
Pero antes de hablar de Corcubión tenemos que decir que Cee contó con un hospital para acoger a los peregrinos. Al entrar en Corcubión el camino subía hacia el Cruceiro de Baldomar, situado en O Cabo da Vila, y que señalaba el límite entre los dos ayuntamientos. Poco más adelante una casa mantiene en su fachada el rótulo, en viejas baldosas blancas con letras azules, los datos indicativos de esta villa: nombre, partido judicial, provincia, que nos hablan de que estaba al pie del camino, en la entrada a esta población y no en el medio de la misma. Hace ya unos años un viejo informante nos habló de este punto y nos dijo que la actual subida hacia el Cruceiro de Baldomar no era exactamente el viejo camino real, sino una bajada hacia una pequeña playa hoy desaparecida. El camino real venía algo más desviado a la derecha y buscando un recorrido más recto y más suave desde Cee, pero su traza fue literalmente arrancada por las excavaciones para levantar bloques de varios pisos. Después bajaba hacia la actual plaza de la Constitución por la calle Antonio Porrúa, dejando antes a la derecha la capilla de San Antonio. También hay quien mantiene que el camino hace una curva para dejar esta capilla a su izquierda y bajar por la Rúa Perigos, donde el fotógrafo de Muxía Ramón Caamaño tenía su estudio. En la visita eclesiástica de 1741 se dice de esta capilla “que está con toda decencia y en ella se dicen 26 misas al año, que dejó Dª Petronila de Rocha, cumplelas Caetano Durán con otras 2 cantadas el día del Santo”. también se cita “la de San Andrés, esta nueba decente, y con capilla maior de voveda”. Era la de Santo André do Canle, considerada la iglesia primitiva de Corcubión y que se fue abandonando con la construcción de la de San Marcos, en un estilo más ojival, y con el desplazamiento de la población hacia la orilla del mar, por lo que la iglesia de San Andrés acabó por desaparecer. En la visita eclesiástica de 1741 se dice que “esta nueba decente, y con capilla maior de voveda”. Este proceso de abandono es similar al de San Paio de Refoxos en Cee. San Andrés permaneció como parroquia independiente hasta 1578. Desde la “Praza”, oficialmente ahora Praza de Castelao, se va a la iglesia parroquial, subiendo por delante de lo que queda del que otrora fuera pazo residencial de los Condes de Altamira, construido a finales del siglo XV, pero muy modificado posteriormente. En la iglesia está la imagen de San Marcos da Cadeira, una talla italiana que se puede relacionar con la escultura sienesa por su frontalidad (Fernández Rodríguez 2000: 154). Esta imagen llegó aquí, al parecer, como un encargo de la poetisa Isabel de Castro e Andrade, entre 1573 y 1575, estando ya viuda de Rodrigo de Moscoso, conde de Altamira, y teniendo a su padre como 74 AHUS, FM, 909 f. 177. 79
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virrey de Nápoles (López Bermudez 1999: 50). Pero también hay una leyenda que dice que vino por mar y “deixou as pisadas nuna pedra na playa”. La playa era la conocida como Praia dos Cregos, hoy desaparecida por la construcción del muelle, en la que había un pequeño fortín denominado de Santa Cruz; y la “pisada” estaba en una roca conocida como O Petón de San Marcos, también desaparecido y situado entre el edificio de la vieja cárcel y la parte posterior de la iglesia parroquial. Entre 1926 y 1927 dos carpinteros locales vaciaron algo el interior de esta imagen para aligerar su peso y facilitar llevarla en la procesión75. Desde la iglesia se busca la salida de Corcubión, que se hace por el Campo do Rollo para subir hacia el lugar de O Vilar por un camino ahora de servicio a las huertas, un camino peatonal y bien conservado, que nos habla de la importancia de esta zona para la economía doméstica de esta villa señorial. El camino va aquí entre paredes de piedra que, en el último tramo es ya una cerca alta y donde encontramos una canalización, marcada con piedras, para que el agua no baje por todo el ancho de su piso. Desde este camino se puede acceder a diversas parcelas y hay accesos que son pasaduiros porque el terreno queda más alto; también hay tramos con losas en su firme. En definitiva: una buena muestra de la relación entre los habitantes y el territorio habitado, una muestra de patrimonio etnográfico en peligro de extinción porque hoy las huertas ya no cumplen su función productiva, o esta ya no es vital, y se entienden como algo especulativo. Y se subía por esta estrecha pendiente porque por la línea de costa no había camino. Este se hace cuando se construye la carretera que va a Fisterra, la actual carretera C-550, que, según Celedonio Uribe, en 1862 solo estaba hecho el proyecto de Carballo a Corcubión, villa en la que estaba previsto que terminase. El siguiente tramo hasta Fisterra no se realizará hasta comienzos del siglo XX, de hecho el proyecto de Corcubión a Fisterra se elabora en el año 1900. Estaba también el camino real que saldría del Campo do Rollo para seguir hacia O Vilar, seguramente por donde hoy va la estrecha carretera que sube a esta aldea, con una cuesta también dura. Por consiguiente el camino discurre por lo que sería la calle principal de la villa de Corcubión y para la que miran las fachadas principales de las casas, pues las que dan hacia el mar eran la parte posterior de las mismas, las que daban a las huertas, algo que también podemos ver aún en Cee, incluso con un acceso en el muro para dejar la barca, cosa que hoy no se entiende por culpa del relleno de la ría. Con la construcción de la carretera aparece otro “límite simbólico” entre Cee y Corcubion: “o Pino”, que se complementa con el anterior Cruceiro de Baldomar. El “Pino” estaba a la entrada de Corcubión, entre la carretera y la línea de costa. La gente de Corcubión que paseaba por la nueva carretera al llegar a este punto daba la vuelta, no pisaba “territorio” de Cee. Era también un lugar de reunión, por ello se pide con sarcasmo en un periódico local: “ruego alcalde publique bando supresión reuniones nocturnas a orillas del Pino”76. Por eso también le dedicó unos versos el médico y poeta fisterrán Desiderio Paz Figueroa: A este pino solitario Que es un árbol centenario, 75 Hemos recogido información oral que dice que gentes de Corcubión cogieron las astillas que los carpinteros sacaban de la imagen y que las guardaron como amuletos. 76 El Celta, Corcubión, 27-X-1901. 80
El camino al fin de la tierra
Profesa veneración Casi todo el vecindario Del pueblo de Corcubión. Mil veces pudo escuchar Los tiempos del verbo amar Por la noche y por el día: ¡Si el Pino pudiera hablar, Cuantas cosas no diría!77
Pasado el tiempo el pino fue cortado y el poeta Gonzálo López Abente dijo entonces que: Hoube un machado forte; ¿de quen sería? Hoube un beixo de morte, ¿quen o daría?
Tanto el pino como el crucero de Baldomar tenían un campo a su alrededor, eran lugares para el encuentro y espacios de socialización. Hoy esos espacios y sus funciones desaparecieron y son pocos los que entran ahora en Corcubión por delante de dicho crucero, como también perdieron ese carácter de marcos simbólicos de un espacio social diferenciado y de identidades que se construían en oposición al vecino. Y caben otras alternativas, o como nos dijo un informante en otro lugar: “tamén, tamén se pode ir...” por otros itinerarios, no tiene por que haber un único trayecto. Varios informantes en Sardiñeiro nos dijeron que iban a Corcubión por la parte posterior del monte de San Andrés y bajaban por donde actualmente está situado el cuartel de la Guardia Civil. También que al pasar el crucero de Baldomar se buscaba el viejo núcleo de San Andrés y se bordeaba la villa por fuera de la línea de sus huertas, a la altura del núcleo de Amarelle, ahora restaurado. Otra alternativa sería que el camino coincidiese en parte con el trayecto que sigue la actual carretera a Fisterra, especialmente una vez dejada atrás la zona denominada A Viña, o con la carretera que sube a O Vilar. Pero estas semejan alternativas poco propicias. Lo que si parece claro es que había que pasar por Corcubión, a excepción de aquellos que tenían otros intereses y ya no entraban en Corcubión. De todos modos la relación histórica entre Corcubión y Fisterra no era de un volumen tan grande como para no caber por un camino a los ojos de hoy estrecho y empinado. La mayor parte del comercio se haría por mar y no por tierra, además estamos hablando de sociedades con una fuerte presencia de formas de subsistencia que no precisaban de muchas vías para el intecambio, y de éstas la más fácil era la marítima. Paulino Castiñeiras Castro (2006: 36) cita un texto de 1594, dirigido a la villa de Noia por el rey, que dice: “... por ser los caminos algo lejos, ásperos y fragosos, de cuestas y barrancos no lo podían traer [las rendtas] por tierra a sus casas por serlo de mucha costa y no poder andar las carretas por los dichos caminos, y trayéndolo y cargándolo por mar les sería de poca costa y gasto”. También queremos decir que la red viaria nunca fue una prioridad de los gobiernos hasta la época borbónica, que se vieron como un elemento necesario para la vertebración del edificio del nuevo Estado centralista. Y 77 Alborada, Bos Aires, agosto 1927. 81
Manuel Vilar Álvarez
el primer intento de crear una red de caminos reales no se da hasta 1761, el conocido como Plano Esquilache78. Lo que sí descartamos como camino de peregrinación es la alternativa que baja de San Pedro Mártir y no pasa ni por Cee ni por Corcubión, alternativa válida para la gente de la comarca que tenía otros intereses camineros y que iban y venían en un mismo día de un sitio a otro. De aceptar esta alternativa no tendría sentido, entre otras, la existencia de hospitales para peregrinos en Cee y Corcubión, aunque podrían desplazarse si querían pasar la noche en una de estas localidades. Del hospital de Corcubión dice el Catastro de Ensenada que “solo hay una casa que sirve de hospicio para aloxamiento de algun Peregrino”. Esmoris Recamán dice que lo “… fundaron los Condes de Altamira en Corcubión una Casa Hospital para dar asilo a los peregrinos que cruzaban esta villa con objeto de ir a visitar “al puerto de Finisterre y a Nuestra Señora de la Barca”. Que fue fundado por los Condes de Altamira también se recoge en la visita eclesiástica de 1741: es una casa para recoger Peregrinos fundación de los Srs Condes de Altamira, vive en ella el Cura y aunque este busca ospedaje pª los peregrinos se le mande la desocupe y que los Curas no la ocupen en adelante…”
Antón Pombo piensa que este hospital tiene que ser anterior a 1497, año en que Catalina Gómez, madre de Diego de Muros, deja en su testamento un donativo para el mismo (Pombo 1990). En Cee también había un hospital para peregrinos del que dice Pascual Madoz que “hay un hospital para pobres transeúntes sin otras rentas hoy que la caridad cristiana…”. Y desde Corcubión subimos hacia O Vilar para seguir nuestro camino hasta Fisterra, o como dijo José Cornide: “desde Corcubión a Finisterre hai dos leguas y se camina siempre sobre la costa, y en parte por unos arenales bien molestos. Ala subida como ala bajada acia el arenal de Estorde y fabricar unos puentecillos en unos arroios que bajan a dho. Arenal al de Sardiñeiro y al e Duio, que costarán como unos 60 rs”.
Llegados al Vilar cabe la posibilidad de atravesar el monte para salir al núcleo viejo de la aldea de Estorde o seguir hacia el Campo de San Roque, donde hay un crucero de talla popular con un capitel perfectamente cúbico y, desde septiembre de 2003, un albergue en la vieja escuela unitaria. En el campo de San Roque se celebra la parte profana de la fiesta de San Pedro. Hasta aquí es costumbre que suban los de Corcubión con las meriendas y se daba comienzo a las “parrandas” o enfrentamiento dialéctico entra los vecinos de Rioseco y Granada, los dos barrios de Corcubión. Este enfrentamiento terminaba de modo armónico acudiendo todos juntos a las fiestas de Santiago da Ameixenda, aldea de Cee que está para el otro lado de la ría, en cuya iglesia se conserva una supuesta reliquia de un dedo del Apóstol. De la importancia simbólica de la fiesta de San Pedro da cuenta una campaña emprendida hace unos años en Corcubión. En varios puntos de la villa se veían unas pegatinas con las letras SPS sobre un fondo totalmente negro. En un principio no sabíamos lo que significaba y pensamos en un anuncio de un nuevo bar de copas, hasta que un vecino nos informó que era 78 Real Decreto expedido para hacer Caminos rectos y sólidos en España, que faciliten el Comercio de unas provincias a otras, dando principio por las de Andalucía, Cathaluña, Galicia y Valencia. 82
El camino al fin de la tierra
una campaña de un grupo de jóvenes que querían que se trasladase el día de la fiesta al sábado, de ahí las iniciales SPS: San Pedro Sábado. Y la copla popular dice que: Veño de San Pedro, Vou para San Roque, Tres feridas levo Ningunha é de morte.
En este campo había una capilla y algunos vecinos aún recuerdan las piedras amontonadas de la misma. La documentación eclesiástica habla de: “Hermitas. La de San Roque y San Mauro está decente, es libre, y tiene dos ferrados de trigo de renta… fue fundazon, digo o dotación de María Alonso Porrúa, que se ponga decente.”79
Desde San Roque se baja hacia Amarela por la izquierda de la carretera, por un camino que “antes lle chamaban de San Roque pero aghora xa lle din dos peregrinos”, según nos cuenta un hombre de unos sesenta y cinco años en Amarela y que tiene la casa en el Camiño do Salsieiro que baja hacia el mar. A la izquierda queda el lugar de Redonda, que es parroquia y que tenía sólo seis feligreses, según Jerónimo del Hoyo; tiene una pequeña pero interesante iglesia de traza románica, situada al pie de un castro y hacia el cabo de A Nasa. A Redonda mira hacia el promontorio de Fisterra y desde aquí las vistas son realmente magníficas; aquí se hace realidad la afirmación de Jerónimo del Hoyo sobre Fisterra: “esta villa está muy metida en la mar”. Y en A Amarela fue donde Linares Rivas (1927: 6) ambienta su obra Mal año de Lobos en la que aparece una de las primeras referencias a la Costa da Morte como denominación de este territorio80. Y desde aquí hasta Sardiñeiro no hay más alternativa que seguir siempre por la carretera, con la excepción de unos metros cuando esta hace una curva y queda a la derecha una granja de visones. En Sardiñeiro se distingue muy bien la vieja estructura viaria de la aldea. El camino sube por el interior hasta el final, se pasa por donde estaba el crucero de Don, del que queda sólo el arranque de su vara clavado en una roca; un poco más arriba está la fuente del mismo nombre. Y se sigue entre agras y pinares, o entre agras cada día más absorbidas por el monte, hacia el Petón de Rosín, ahora más conocido como de Talón, por la pequeña playa que tiene a su pie. Este camino también es denominado Camiño das Pescas, porque por el transitaban las mujeres de Fisterra que iban a vender pescado por las aldeas. Al final de este tramo hay una magnífica vista del Monte Facho y de Fisterra entre el Mar de Fóra y lo que podríamos denominar “Mar de Dentro”. Aquí se hace realidad los versos del malogrado poeta de Baio Teodoro Morgade: Ti e mais eu atopámonos mar de Fisterre, todo cortado de silenzos, convulso en arelas de pedra dura, coa verde sangue en algas realizada, 79 ADS, mazo 1178, f.448.
80 “..la acción por Corcubión, en Amarela, poblado de la Costa de la Muerte.” 83
Manuel Vilar Álvarez
morno de tantos luceiros no teu van deitados. ¡Ti mar prenitude de espellos vivos!
Peregrino a la altura del Petón de Rosín (Fisterra).
Y estamos de nuevo en la carretera C-550. El camino tiene que seguir por la orilla de esta carretera hasta la entrada en la playa de A Langosteira, pero también hay un tramo que va por un nivel más bajo para atravesar una vaguada que da a la playa de Talón. Al llegar a la playa de A Langosteira nuestra propuesta sobre el itinerario pasa por atravesar esta playa por la zona trasera de las dunas, frente a otras opiniones que piensan que el camino bordeaba todo el valle de Duio evitando el arenal81. Por ello pensamos que la entrada histórica en Fisterra se hacía por el arenal de A Langosteira, además de la que se hacía por vía marítima, que sería la más importante comercialmente, vía esta no usada por los peregrinos. Y para confirmar esta hipótesis nos vamos a basar especialmente en información histórica y oral: 1. Fuentes históricas. Consideramos primeramente lo que dice José Cornide en su informe y que nos parece muy claro a este respecto: “Desde Corcubión a Finisterre hai dos leguas y se camina siempre sobre la costa, y en parte por unos arenales bien molestos. Ala subida como ala bajada acia el arenal de Estorde y fabricar unos puentecillos en unos arroios que bajan a dho. Arenal al de Sardiñeiro y al e Duio, que costarán como unos 60 rs”.
En el Informe de 1787 se dice, al referirse a Fisterra, que: Hai varios caminos pantanosos y casi intransitables y el que mas es que sale de dicha villa para la de Corcubión por donde se conducen los pliegos de S.M., todas las veces que acaece el arrivo de los Correos marítimos a aquella villa.... y por dicho camino vienen los soldados que vienen destacados para el castillo que existe en la propia villa y para el reparo de dicho camino y tránsito se necesita a lo 81 Por ejemplo ver José Ramón Insua Trava, “Los caminos jacobeos”, La Voz de Galicia (edición de Carballo), 9-II-2006. 84
El camino al fin de la tierra
menos la cantidad de 12 mil reales sin que los naturales y vecinos de este pueblo puedan en manera alguna soportar dicho costo a causa de su notoria pobreza y la calamidad de los tiempos y por tanto se espera...”82
Por la playa sale de Fisterra Fray Martín Sarmiento: “Desde el cabo de Finisterre bajé al arenal de Lagosteiras, que anduve todo” (Sarmiento 1996: 59). También entra en Fisterra el vendedor de biblias inglés George Borrow sobre 1836. De todo esto destacamos, entre otras, que por estos caminos solo pasaba el correo y los soldados para el castillo de Fisterra que, según José Cornide tenía una guarnición de 28 hombres y 6 cañones (Cornide: 111). Estos soldados se relevaban cada seis meses, como cuenta el Informe de 1787 al hablar de los cotos de Baíñas y Ozón: “ay un camino real por donde transitan barias personas de comercio para las villas y puertos de Corcubión, como tambien la tropa de Su Majestad que de seis en seis meses se muda para los puertos de dicha villa de Corcubión, la de Finisterre y fuerte de la Ameijenda” 83.
2. Fuentes orales. Hablando con gente mayor, gente que se desplazaba andando para ir a Fisterra, siempre nos dicen que iban por la playa. Así en Sardiñeiro hablamos con dos hombres que superaban bien los setenta, nos cuentan que cuando iban a Fisterra iban “máis ou menos por donde vai hoxe o camiño”, y el camino al que se refieren es más o menos el que está señalizado ahora por el Xacobeo y que va por la zona posterior de las dunas. Insistimos en nuestras preguntas sobre una alternativa más por el interior, más apartada del arenal. Pero su respuesta fue clara: “máis arriba imposible, porque abaixo de Escaselas había unha charca, íbamos as anguías para pescar abadexo. E había outra á dereita, que cantaban as rans”. Por lo que parece que la alternativa más coherente sería seguir por el arenal. Pero por si esta información no nos parecía suficiente, quisimos preguntar a gente de otras aldeas, como Vigo, San Salvador, Suarriba, Padrís y Lires, sobre el camino que seguían cuando iban a Fisterra, e iban con cierta frecuencia para vender los productos de su cosecha. Todos estos informantes aseveran que caminaban por la playa, “polos camiños que había”, que cuando tenían que ir a Fisterra buscaban la playa para ir hacia “o almacén do Ramalla [por donde está el actual restaurante Tira do Cordel] y la Crus de Ghaspar [a Cruz de Baixar]. Pola area, que había un camiño da pé”, nos dice un hombre en Padrís que anda por los ochenta años. Esta información nos reafirma que la entrada en Fisterra se hacía por San Roque hacia la Cruz de Baixar. Hoy también podemos ver algunos peregrinos caminar por el borde del agua para refrescar sus pies, algo recomendable, e incluso puede haber alguno que se bañe, como lo hizo Edwar Stanton (1994:193). Este ritual se hacía antes en la playa de A Ribeira, en el centro de la villa, pero ahora hay algunos peregrinos que se atreven a hacerlo a pie del faro, como también hacen aquí el ritual de quemar las ropas, del que podemos decir que es un ritual que aquí comienza en este siglo en el que vivimos. Pero bañarse en la zona del Faro es algo peligroso, una temeridad y ya hubo varios muertos. 82 AHUS, FM, 909 f. 198. 83 AHUS, FM, 909 f. 113.
85
Manuel Vilar Álvarez
Dejando atrás la playa de A Langosteira y San Roque seguimos andando por la calle principal, que estructura el barrio conocido como Cabo da Vila; después se cruzaba el Rego Mixirica, hoy canalizado, que marcaba la “frontera” con la otra barriada de Fisterra, el Cabo da Xesta, y desde aquí, por la Rúa Real hacia la plaza de Ara Solis, donde está la capilla del Bo Suceso, edificada en el siglo XVIII, con crucero y fuente delante. En esta plaza hay una casa con una cruz y un reloj de sol, es una casa que algunos historiadores locales tienen señalado como otro posible hospital de peregrinos. Desde aquí el camino nos lleva a la iglesia parroquial de Santa María das Areas, que hasta hace unos años quedaba fuera del casco urbano, situada al pie del promontorio, donde la gente intentaba aplacar esa idea del terror clásico frente a un más allá de esperanzas. Fuera del atrio, cambiado de sitio, y como se comprueba claramente en la obra de la americana Giorgiana Goddard King (1920: III), un magnífico crucero gótico que puede ser datado estilísticamente en el siglo XV, cuando en la iglesia parroquial se hacen varias reformas (Barral Rivadulla e Cendón Fernández: 1997: 416). La cruz está muy decorada con bolitas y motivos vegetales, por lo que su modelo se relaciona con las cruces procesionales. En el anverso está el crucificado y a sus pies la Virgen y San Juan; en el reverso está representada la Piedad. Es una cruz que podemos vincular con la escultura gótica y las nuevas formas de religiosidad promovidas por las órdenes mendicantes, por lo que el Cristo pretende resaltar la agonía por medio de la torsión del cuerpo. Lo que no podemos afirmar es una relación con la imagen del Cristo que se venera en el interior tiempo. Para Castelao este crucero tenía una relación con el arte que vino por el Camino, aunque en el mismo no haya referencias al Apóstol y a la peregrinación, pero era “o derradeiro fito das peregrinacións santiaguistas” (Castelao 1950: 119). Estamos delante de uno de los cruceros más artísticos de Galicia y también de los más antiguos, delante de una pieza que sólo se puede calificar como magnífica, como ya ha hecho Castelao.
El crucero de Fisterra en su antiguo emplazamiento. Foto de Giorgiana Goddard King anterior a 1920. 86
El camino al fin de la tierra
Fisterra era el final del Camino para muchos peregrinos y también ahora inicio para otros (Vilar 2009). Este topónimo aparece citado en varios itinerarios, como en el de Pedro Pontón (1705) o en el de José Matías Escribano (1767), en el que se escribe como Finibus Terre, forma que aparece repetida en muchos documentos y textos de peregrinos, como en el mismo título de la peregrinación de Nompar de Caumont84. Este fin del Camino también tenemos que relacionarlo con la idea concretizada aquí del fin de la tierra. Y si el camino es una penitencia, ¿puede haber más penitencia que peregrinar hasta el fin de la Tierra? Por eso Fisterra también está relacionada con la peregrinación penitencial. Esta idea de lugar extremo también está presente en la mente de los administradores de la diócesis de Santiago. Así, en el Boletín Oficial del Arzobispado de Santiago, podemos leer lo siguiente sobre una visita al arciprestazgo de Nemancos: “Comprende la parte más occidental de España, como que en él se halla el famoso Cabo de Finisterre y parroquia del mismo nombre. Treinta y seis años que aquellos religiosos habitantes de las montañas y de las costas del Atlántico no habían visto Pastor”.85
No pretendemos en este trabajo detenernos en los elementos que relacionan Fisterra con la peregrinación, pero cuando menos sí nos parece oportuno mencionarlos brevemente para que consten. Primero queremos citar una serie de elementos que tienen una relación que, por decirlo de algún modo, podemos calificar como indirecta o interpuesta. Se trata de la talla de un Santiago peregrino, de un relieve con esta iconografía y en la denominada Porta Santa. Esta puerta da acceso a una capilla lateral y está enmarcada por un arco mixtilíneo y dos escudos. La puerta nos recuerda el estilo de Enrique Egas, pero no hay constancia documental de una posible relación ritual con la peregrinación en el sentido de la Puerta del Perdón de Villafranca del Bierzo. Pero el elemento más importante es aquí la imagen medieval del Cristo crucificado, imagen que “merece la venerezion que ledan los Españoles y estrangeros porque esta mui devoto”, como se dice en una visita eclesiástica de 174186. Es una imagen que la leyenda, de la que hay varias versiones, dice que llegó por mar. Este tipo de imágenes responde a un nuevo modo de entender la religión que a fines del medievo traen las órdenes mendicantes. El Cristo de Fisterra es una imagen que se puede clasificar dentro del tipo de imágenes con vida de Freedberg (1992), una imagen a la se le atribuye vida propia, que le crecen las barbas y que suda, algo que hace que aumente su fama de milagroso (Sánchez Ameijeiras 1996: 345). Romanos en la representación de la Resurrección. 84 Voiatge de Nopar, seigneur de Caumont a Saint Jacques en Compostelle et a Notre Dame de Finibus terre. 85 Nº 49, 10-VII-1863, p. 289.
86 AHDS. Fondo Xeral. Serie visitas pastorais. 1737-1744. Mazo 1266. 87
Celia Rivas
En torno a ella hay que colocar la celebración de una de las romerías más importantes de A Costa da Morte: O Cristo de Fisterra, declarada de interés turístico y a la que acuden miles de romeros y visitantes. La celebración de esta romería tiene lugar dentro del ciclo de la Semana Santa que, aquí en Fisterra, tiene honda tradición, aunque se está renovando y modificando. Fuera del templo aún son reconocibles los restos del viejo hospital de peregrinos. En la ya citada visita eclesiástica de 1741 se dice que está en el “atrio frente de la parroquia con su capilla, ornato y caliz pª celebrar el santo sacrificio de la misa y es para Peregrinos, tiene dos camas y hospitalero, y tambien maymo que cobre su renta, a quien se le haze cargo últimamente de 110 ferrs de trigo y 144 rrs de censo (-) y últimamente fue alcanzado en 1732 rrs 1 mrs. parece corre a cargo poner maymo del Cura y vecinos según lo manda el v. Dn Alonso de Fonseca en el Jiro con pretexto de Capellanía, que debe decir dos misas semanes y encender que aplicó esta renta de la herencia del Lzº Alonso García Ror que fue de esta Parroqª, que con mas otros cien ferrs de trigo, que cobría Dn Agn de Valdivieso cura de Luou la lámpara de día y noche, pareze no se han dicho de tres meses a esta parte ni la lámpara se enciende mas que dos días en la semana, y sobre residir dicho Capellán hai pleito pendiente en el tribunal eclesiástico pareze no se han dicho de tres meses a esta parte ni la lámpara se enciende mas que dos días en la semana, y sobre residir dicho Capellán hai pleito pendiente en el tribunal eclesiástico…”
Información que también es recogida por E. Carré Aldao en su Geografía del Reino de Galicia, pero añade que “estaba frente a la fachada principal de la iglesia, y lo que fue su huerta es hoy cementerio” (Carré 1936: 247). Como ya hemos dicho, la iglesia está al pie del impresionante y magnífico Monte Facho, “majestuosos y muy alto”, como calificara Sarmiento. Todo este paraje fue declarado “Conxunto arqueolóxico histórico artístico” (DOGA nº 42 do 28 de febreiro de 1985). En lo alto de este monte están las denominadas Pedras Santas y la ermita de San Guillermo, de la que hablan Caumont o Peter Posible emplazamiento del antiguo hospital de peregrinos (Fisterra). Rieter entre otros peregrinos que se allegaron hasta aquí. En la ermita de San Guillermo se realizó recientemente una intervención arqueológica por parte de la Consellería de Cultura que pone de relieve la importancia y complejidad de este espacio (VV.AA. 2009). Esta intervención demuestra que el lugar estuvo ocupado desde finales del siglo XII hasta finales del XIV. De hecho cuando por aquí pasó el Padre Sarmiento (1745) dice que la encontró “muy mala y San Guillermo de piedra vestido de agustino”. También encontró la “pía o cama de piedra, en la cual se echan a dormir marido y mujer, que por estériles recurrirían al santo”, algo que no le pareció decente. Vinculado con este “santo” también está la leyenda de Cabanas, concretizada sobre unas piedras al pie del mar y que tienen un color rojizo, porque aquí se derramó el vino que unos franceses le dieron al Santo. Entonces el diablo apareció y se ofreció a ayudarle a subir el vino hasta su refugio, 88
El camino al fin de la tierra
pero en vez de ayudarle tiraba hacia abajo, por lo que el barril acabó cayendo monte abajo y rompiéndose sobre unas peñas junto al mar, que quedaron marcadas para siempre con ese color. Este lugar es descrito por Jerónimo del Hoyo como “un peñasco que vate el mar, está un altar de por tradición en habiendo falta de agua va esta villa en procesión y dicen allí misa y luego dizen llueve”. Esta tradición de la rogativa también la recoge Carré Aldao. Y monte arriba, además de las Piedras Santas y una posible pisada atribuida a Nuestro Señor, se sitúa la tumba de la mítica Orcavella, un ser monstruoso que haría que los visitantes se apartasen de este atractivo lugar, función que la relacionaría con el Vakner y que situamos por los montes de Os Buxantes. También hay que situar en el alto del monte la Pedra do Cabalo que sirve de “marca” para los marineros, los restos del viejo faro, la Pedra da Cama y las ruinas de la vieja Estación Marconi. Pero todo esto está estudiado por Fernando Alonso Romero (2002) y por Benxamín Trillo (1999) principalmente, aunque no estemos totalmente de acuerdo con algunas de sus afirmaciones.
Nuevos espacios para nuevos rituales en el Cabo Fisterra.
Las Pedras Santas en el Monte Facho (Fisterra).
Pero además de todo esto, Fisterra es lo que su nombre encierra: el fin de la Tierra, el punto que pone fin al trazo de una línea antes de que ésta se diluya en la infinitud del horizonte. Y este punto en el horizonte pone fin a una realidad tangible y permite todo lo imaginario e irreal. De ahí también la atracción histórica que ejerció Fisterra, situando aquí mitos y leyendas que hoy siguen teniendo atractivo para milles y miles de peregrinos que llegan hasta este punto donde el sol se sumerge cada día en el mar, algo que llama la atención y que hizo colocar aquí un templo para adorarlo, algo que no pasa de ser tan solo un mito, pero da cuerpo a la aparición de nuevos rituales que se piensa son de siempre. En definitiva, Fisterra es un concepto que está en los orígenes de la idea de Occidente y que concretiza toda una cosmovisión. Hoy podemos decir que Fisterra es un destino turístico, un lugar que tiene unas características que son conocidas por un número suficiente de visitantes potenciales. Fisterra es un paisaje simbólico en el que se identifican elementos que la hacen reconocible, activan la identidad local y sirve para atraer a peregrinos y turistas que buscan otro tipo de atractivos, un turismo ligado a aspectos de la naturaleza, del patrimonio simbólico y de una espiritualidad secular, por lo tanto activa también la economía local y la comarcal (Vilar 2004). 89
Manuel Vilar Álvarez
La “pisada” de Nuestro Señor en el Monte Facho (Fisterra).
Y a Fisterra llegan cada año miles de peregrinos. En el periódico La Voz de Galicia, del 15-VIII-2009, leemos que “Fisterra superará este mes los 80.000 peregrinos en sus registros”. Los registros empezaron en 1997, que es cuando se abre el albergue y se empiezan a dar las Fisterranas, en ese año se registraron 376 peregrinos, 1.352 al siguiente año. Y para atender a esta marea humana son necesarias infraestructuras. El albergue público queda actualmente pequeño y desde 2008 funcionan dos privados, además la oferta hotelera aumentó en los últimos años, lo que no quiere decir que esto último esté totalmente en función de los peregrinos, pero en parte sí y en lo que Fisterra tiene de atractivo como “fin”. Y se da otro fenómeno, que también merecería algo de atención, cual es que algunos peregrinos una vez terminado el Camino, permanecen un tiempo viviendo en Fisterra, peregrinos de nacionalidades diversas que se ven contagiados por esta longitud oeste. Para muchos peregrinos este es el fin del Camino, pero nosotros vamos a seguir hasta Muxía. De todos modos queremos dejar constancia de ese sentimiento, creemos que bastante generalizado, por medio de los versos de un peregrino brasileño escritos en el primer Libro do Peregrino del albergue de Fisterra: Cheguei ao fim do caminho. Cheguei ao fim do mundo. Segue um novo caminho. Abre-se um novo mundo.
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El camino al fin de la tierra
Na Costa da Morte Hoxe o mar Ten unha cor prateada. O seu silencioso son Chámame como un peregrino.
X.H. Ribadlla Corcón
7. De Fisterra a Muxía Como ya tenemos dicho muchos peregrinos terminan su caminar en Fisterra, pero otros prolongan su camino una jornada más hasta Muxía, y lo hacen por uno de los caminos que guarda el encanto de atravesar un territorio que hace límite entre la tierra firme y la inmensidad del Océano. Pueden también ir antes a Muxía y después a Fisterra, entonces tendrán que tomar pasando la aldea de Hospital a la derecha hacia la capital del ayuntamiento de Dumbría. Pero, como ya hemos dicho, esta variante la vamos a dejar para otra ocasión. Sólo decir que, de momento, es menos transitado que el que va directo a Fisterra. El camino que va de Fisterra hacia Muxía coincide históricamente en la salida con el de entrada a la misma. Sin embargo la traza delimitada en 199787 por el Xacobeo separa a los peregrinos y los lleva por San Martiño hacia Escaselas, para después seguir por Hermedesuxo a San Salvador y subir hacia la Cruz da Rapadoira. Sin embargo pensamos, basándonos en la información oral, que el camino tenía que ir por el arenal, coincidiendo así con el de entrada a la villa. Nuestra propuesta es también el itinerario que siguió Martín Sarmiento, quien dice que de Vigo va al “arenal de Lagosteiras” (Sarmiento 1996: 59). Entonces el camino a Muxía se separaba del que viene de Santiago a la altura del bar Anchoa88, y donde hasta no hace mucho había una instalación de serrar madera, para luego ir hacia el lugar de Escaselas. Este parece un núcleo y construido sobre una cota un poco más elevada y que sobresale en una zona llana y pantanosa. Estamos en el corazón del valle de Duio, donde la leyenda sitúa la mítica ciudad de Dugium. La leyenda dice que la ciudad fue sumergida por no dar crédito al mensaje del Apóstol, que sólo se salvaron dos bueyes y que fueron a enterrarse en el mar, conocidos hoy como los bajos de Os Bois de Gures. Esta leyenda tiene un claro mensaje cristiano en referencia al premio celestial para aquellos que sigan la palabra de Dios. La leyenda tiene una clara vinculación con el Camino de Peregrinación, por medio del cual se expandió en Galicia el tema bíblico de la ciudad sumergida (Alonso Troncoso 1997: 50). César Antonio Molina se quejaba de que Duio no tuviera un Homero que la cantara, una Helena que la sumergiera y una Sofía que la rescatase de la oscuridad (Molina 1991: 11). No conocía el poeta coruñés la obra del muxián Gonzalo López Abente89: 87 En este tramo la señalización se hizo algo más tarde.
88 Según información oral el nombre de Anchoa para este núcleo vendría dado por la instalación de una taberna en este sitio, entonces más solitario y sin tanta construcción. Cuentan que el tabernero daba siempre con el vino una anchoa y los clientes cuando venían a la taberna decían: “ímos á anchoa”, por lo que le quedó el nombre a esta zona. 89 “Ara Solis”, poema ganador de los primeros Xogos Florais de Corcubión, celebrados en 1921.
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Manuel Vilar Álvarez
“Duggio, Duggio, adormichada Na verde campía céltiga, Entre as agras labrantías”
Duio aparece también citado en el relato fundacional de la leyenda jacobea, en el Códice Calixtino. Hasta aquí se desplazaron, enviados por la reina Lupa, los discípulos de Santiago para solicitar licencia al legado de Roma y poder enterrar a su maestro, pero fueron aquí detenidos y pudieron huír gracias a la ayuda celestial. Por lo tanto, estamos en un lugar vinculado al culto jacobeo por medio de su leyenda. Hoy no queda a nivel popular ninguna referencia a tal hecho. Tampoco los hallazgos arqueológicos nos indican algo al respecto, pese a que el historiador local Francisco Esmorís Recamán buscó por aquí los restos de esa posible ciudad (Esmorís Recamán 1923). En el año 2001 hicimos este camino y paramos en Escaselas para hablar con una mujer de mediana edad sentada a la puerta de una casa en una tarde de verano. Cuando le preguntamos sobre la leyenda exclamó: “ai, eu deso non sei nada”. Ante nuestra sorpresa vemos como un niño nos dice: “os romanos viñan moer a fariña ós muiños do Agro do Muiño”. No pudimos más que sorprendernos y preguntarle, tenía diez años, como sabía eso. “Contoumo miña bisavuela”, dijo. Entonces la mujer nos habla del río do Porco, “porque lavaban as tripas [de los cerdos], eso era antes”. Dejamos As Escaselas, donde vemos las ruinas de una vieja casa con un palomar y dos “cabaçeiras”, y seguimos camino hacia Vigo. La traza primitiva está aquí muy alterada por la concentración parcelaria, pero quedan algunas huellas, como la Casa da Latoneira, la Casa da Corna, que marcaban el paso entre Vigo y Escaselas y el cruce del mismo con la carretera C-550, ya en A Anchoa, nombres que aparecen siempre en las conversaciones con los informantes de mayor edad. Y la información oral recuerda estas casas como puntos de referencia, lugares de la memoria donde los caminantes se detenían para descansar y esperar por los otros que venían detrás y hacer el resto del camino juntos. Y cuentan que al lado de la Casa da Latoneira había un juncal, referencia clara a las condiciones físicas y pantanosas de esta zona, y la gente se sentaba a su abrigo “e cando tocaba o reló marchaban”, en relación a que cuando escuchaban las campanadas del reloj de la casa se levantaban y marchaban. En la aldea de Padrís nos cuentan que paraban en la Casa da Corna y recuerdan como una “pesca”, una vendedora de pescado, llegó allí mismo a tener gemelos. Entre Escaselas y Vigo, topónimo este que podemos señalar claramente como viario, el camino iba por la Cruz da Laxe y la Cruz do Caserío, nombres que entendemos están en relación al camino, pues una de estas cruces estaba junto al camino que venía de Mallas para San Salvador “polo Agro do Fondelo”. Aquí había que cruzar un pequeño arroyo en el que “había uns poxados”, es decir, unos pasos para poder pasar. Luego se subía por el medio de Vigo hacia la Cruz da Rapadoira (rapaduira en la pronunciación local). Vigo es una aldea orientada hacia el mediodía y mirando hacia el fondo de este fértil valle. En el medio hay un campo, el Alto do Campo, con crucero, una fuente lavadero y varios hórreos, que le dan al lugar cierto interés. Saliendo ya de la aldea queda otro pequeño campo donde hacían la fiesta de San Ramón cada dos años, “porque no outro facían os de Mallas a Inmaculada”. Entre Vigo y la Cruz da Rapadoira el camino va subiendo de un modo suave a media ladera y su huella se ve excavada por el paso del tiempo. En San Salvador una mujer, de unos 92
El camino al fin de la tierra
ochenta años, nos contó cómo desde su casa veía pasar a la gente por este camino “co faroliño índa de nuite” y la gente, que iba vender a Fisterra “pousaba os cestos nunha parede que había alí”, donde le llaman O Galiñeiro, porque había un gallinero junto a la huerta denominada do Perón. En Padrís un informante nos dirá que para ir a Fisterra “máis cerca era por Vigo de Mallas”. Y este trayecto, en sentido contrario, lo hizo Sarmiento cuando se desplazó de Moraime a Fisterra, “... da Pontenova al Valle de Duyo…Vigo, Caselos [As Escaselas], Junqueira, Arenal de Langosteiras…” (1975:79). El crucero da Rapadoira es uno de los más interesantes artísticamente de todo el Camino. Está situado en una encrucijada90 y a su lado hay también una mámoa. En los distintos niveles de su base están grabadas varias cruces, que tendrán que ver con ciertos rituales sobre el mal del ojo que aquí se venían haciendo y algunas veces que por aquí pasamos, hemos visto restos de velas. La cruz, decorada con bolitas, tiene el Cristo y la Piedad. Su datación puede ser en el siglo XVI e incluso antes, por lo que volvemos a decir, y ya es la segunda vez en Fisterra, que estamos delante de uno de los cruceros más antiguos y más artísticos de Galicia.
Grabados en el crucero de A Rapadoira (Fisterra).
Desde aquí se baja hacia Rial y Buxán, pero sin entrar en estos dos núcleos, ya que los bordeamos, sin abandonar la traza del camino la línea que separa el monte del terreno dedicado a cultivos. Buxán es una aldea con trazas de ser antigua, está situada en una zona realmente agreste para la vida humana, mirando al Mar do Rostro; tiene también un interesante conjunto de hórreos de estilo fisterrán y varios pozos de agua situados fuera de las casas, entre otras construcciones propias del patrimonio etnográfico. El camino deja la zona de Buxán por el denominado Prado da Moa91. Después sigue hacia la aldea de Suarriba. En este tramo también nos separamos de la traza señalada por el Xacobeo, 90 Uno de los caminos sube hacia el monte Seoane, pero aquí siempre escuchamos pronunciar “Xoane”. 91 Prado es en estas tierras terreno de monte cerrado.
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que entra en Buxán para ir hacia Castrexe (castrés en el habla local). A este tramo le llaman Camiño das Pescas, denominación que hemos visto en otros lugares y que hace alusión a que era por donde venían las mujeres de Fisterra para vender pescado en las aldeas o cambiarlo por productos de la tierra. Estamos ahora en Suarriba, una aldea construida en la ladera del monte y mirando al promontorio de Touriñán. Suarriba tiene las casas bien orientadas y protegidas del vendaval; en una cota más alta se van situando varios hórreos y dibujando una línea entre las casas y el monte, junto a la carretera vemos otra línea de hórreos. Aquí está una de las tres escuelas construidas por los emigrantes americanos de la Asociación Benéfico Cultural de Corcubión (ABC de Corcubión) en Buenos Aires. Para esa gente que emigró sin apenas escolarización la educación era muy importante. Delante de la vieja escuela hay una pequeña plaza con una magnífica fuente lavadero, de hechura semejante a la que hemos visto en Vigo. Desde Suarriba el camino sigue hacia Padrís y lo hace “mismo por donde vai a carretera”, es decir, por la actual carretera “que abrimos nós haberá trinta anos”, como nos informa un señor de unos setenta años en esa aldea, y no esperaron a que la administración la hiciese. Según este informante la carretera la hacen sobre la traza del viejo camino, que llamaban A Correduira Vella. Y el camino no tiene otra alternativa que cruzar las agras en una línea casi recta, haciendo una curva pronunciada para buscar la ladera en la que se asienta Suarriba. Desde Padrís el camino va por monte llano y cubierto de pinos hasta la bajada hacia Canosa y Lires. A nuestra izquierda queda la inmensidad del Océano que lo podemos sentir y oler y, por momentos, ver, porque el camino va por la parte alta de estos montes que en su caída hacia el mar forman los acantilados de esta costa. El camino siempre va delimitado por los muros que cierran las fincas con pinos, por lo que este tramo se hace placentero de caminar y poder respirar el aroma de los pinos y del mar. Antes de bajar hacia la aldea de Canosa hay un camino que sigue de frente y va a dar a la desembocadura del río Castro, justo en la playa de Lires, hacia el Millón de Lires y pasando junto a la Fonte Saleiros. Este era un camino que hacían a pie los marineros de Fisterra cuando venían aquí a coger cangrejo para la pesca del pulpo y los labradores con el carro para buscar arena a la zona denominada As Pedras Miúdas. Si optamos por esta alternativa, más vistosa, pues aquí desaparecen los pinos e incluso aparece algún terreno de cultivo, en la bajada veremos de frente el arenal de Nemiña, donde el poeta Eduardo Pondal escuchaba el hada Rouriz y estudiaba el latín. Luego el camino bordea la pequeña ría, ahora cambiada en su fisonomía por una macro piscifactoría, para entrar en Lires por delante de la iglesia de San Esteban, santo que era “avogoso pas almorranas”. Ahora se cruza la ría por un pequeño puente, pero “antes” era sólo un paso para los carros. Hay a unos 300 m. más arriba un paso magnífico, pero comunica con el camino que va hacia Mixirica y Fonte Saleiros, pasando al lado de la fuente de Santo Estevo, que queda por detrás de una cerca. Pero volviendo al punto donde tomamos esta variante, queremos seguir hacia Canosa y dejar a la izquierda el camino que nos llevaba bordeando la costa, y lo hacemos en una zona por donde queda Fonte Fiosa, de la que la copla dice que: Auga da fonte Fiosa Dios queira que salgan preñadas Todas as mociñas de Canosa 94
El camino al fin de la tierra
Y la misma letra se aplica a otro topónimo, o Cancelo de Premidín, pero en este caso afecta a las mozas de la aldea de Tedín. Por supuesto que el agua que se bebe actualmente en la aldea de Canosa procede de esta fuente, pero no entra en este trabajo hacer un análisis de la tasa de natalidad de las poblaciones del Camino, aunque sí podemos decir que en muchos lugares sólo hemos visto viejos. En la entrada de Canosa hay que tomar a la izquierda y buscar el llamado Camiño Sacramental, que baja hacia Lires a media ladera. El camino está ahí, excavado en la ladera del monte, pero ahora abandonado entre la maleza, y presente en la memoria de los vecinos más viejos. Otra vez aquí nos separamos de la traza señalada por el Xacobeo que cruza la aldea de Canosa y busca, dando un rodeo, la zona baja de este territorio; y también lo haremos entrando en Lires. En Canosa cabe, así mismo, la posibilidad de una variante que nos llevaría hacia Fisterra por el Alto do Couto y el Cruceiro de Caribio. Pero esta era una alternativa más solitaria, de más subida, según nos cuenta un vecino de Lires. Seguramente era una buena alternativa para la gente que venía de la zona de A Pereiriña y de Muxía por Buiturón. Con toda probabilidad éste fue el itinerario seguido por Martín Sarmiento después de cruzar el río Castro por A Pontenova. Siguiendo hacia Lires, cuando el camino llega a la altura de un arroyo, la señalización del Xacobeo nos separa hacia la izquierda. Pero la información oral y gráfica nos dice que se cruzaba este arroyo y se seguía por donde está la carretera y se entraba en Lires por una zona ahora ocupada por una construcción. En esta zona, llamada O Requeixo, “había unha cancela no camiño”, como nos cuenta un vecino de unos sesenta años. El camino no iba hacia la iglesia, como se señala ahora, pues era sólo un camino de paso por el medio de las fincas cultivadas, utilizado sólo para acudir a los servicios religiosos. El camino entraba ya derecho en Lires y lo hacía por el medio de su núcleo, pasando por delante de la casa llamada da Sanita, que forma como una especie de calle y por donde se denomina O Camiño de Fisterra. Luego se va en dirección a una fuente, se cruza el camino que sube desde la iglesia hacia la parte alta de la aldea, y se busca la salida hacia Vaosilveiro, y lo hace, como nos dijo un vecino, “polo camiño de siempre”. Lires es una aldea asentada en una ladera al fondo de la minúscula ría del mismo nombre y mirando hacia el arenal de Nemiña y el monte Nen. Lires fue de las primeras aldeas en preocuparse por mejorar las condiciones de vida de sus vecinos y el aspecto externo de la misma. Así fue de las primeras aldeas en canalizar el agua a las casas, en mejorar los caminos interiores y en apostar por el turismo como alternativa a la actividad agraria. Aquí hace ya 40 años que se abrió una casa de labranza para el turismo y hoy tiene varios establecimientos para acoger a los visitantes y peregrinos. Aquí también está instalada, desde la década de 1970, una macro piscifactoría de río. De Lires seguimos hacia Vaosilveiro, que es por donde se tiene que cruzar el río Castro, que se hacía tradicionalmente en barco o a pie por los poxados. En otubre de 2000 la Xerencia de Promoción do Camiño de Santiago92 colocó unas piedras para facilitar el paso, pero éstas están siempre cubiertas de agua y se hacen peligrosas para pasar. Entonces si se quiere cruzar 92 “Los peregrinos tienen ya pasos de piedra en el río de Baosilveiro”, en El Correo Gallego, 4-X-2000. 95
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tendremos que descalzarnos y, a veces, algún peregrino puede acabar cayendo al río, como le ocurrió al escritor catalán Josep María Espinàs (2004: 188). La reclamación de una pasarela es una constante de las asociaciones jacobeas y otras entidades; otros reclaman un puente, por lo que este lugar perdería su atractivo natural y evocador. La toponimia en esta zona hace clara referencia al paso del río en barca: Agra das Barcas y Agra de Tras das Barcas Vellas. También el Catastro de Ensenada, cuando habla de la parroquia de Frixe dice que: “ai un abarca en el río de Bao de Silveiro, que travaxa seis meses al año ye s propia de Josep Romero”, por lo que suponemos que trabajaría sólo en los meses de invierno. Y en algunos momentos nos consta que el propietario de la única casa de este lugar hacía una pasarela de madera para poder pasar a trabajar las fincas que tenía en la banda de Lires93. También se puede cruzar el río en A Ponte Nova, en la que igualmente había una barca, como dice el Catastro de Ensenada: “ y asimismo ay en esta Fra [de Lires] una Barca en el río de Puente nova la que sirve quatro meses al año en tiempo de Ynvierno y es de Silvestre Guisamonde”, como se dice que hay una taberna. Cuando por aquí pasa el Padre Sarmiento nos dice que “no hay puente, ni nueva ni vieja, sino unos pasales”. (Sarmiento 1975: 78). Un poco más debajo de este sitio están los restos de una vieja central hidroeléctrica y, en el margen izquierdo, la capilla de Santa Lucía.
Viejo indicador en Vaosilveiro (Muxía).
Vaosilveiro es una casa solitaria en un recodo del río, que dio título a una novela modernista de Gonzalo López Abente. Poco más abajo estaba el Pozo Negro, que como se dice en el “Compendio do Estado de Altamira” de 1724 era: “abundantes de Reos muy sabrosos, y en el tiene su Exc. El Pozo Negro, de cuya pesca no se usa sin licencia del Administrador de este Partido”. En Vaosilveiro, donde la memoria oral nos habla de los peligros de pasar el río en tiempos de invierno94, podemos seguir nuestro camino por delante de la casa y cruzar las tierras de labor de ésta o bordear la propiedad para seguir hacia Frixe por el monte llamado Pedra Furada. Aquí el camino no cruza las agras hacia el Lugar de Arriba, sino que toma a la izquierda para pasar por una casa solitaria, la Casa dos Oreiros. El camino sacramental dibujaba una traza convexa a ésta, más próxima al río, para ir hacia el lugar de A Grixa, donde está su iglesia parroquial con huellas de estilo románico. 93 Recogemos este dato por información oral, pero de la pasarela también habla Castro Pena (1930: 6). 94 En esta zona son conocidas las crecidas inesperadas del río Castro, por lo que tiene fama de loco. Laurentino Castro Pena, entonces maestro en la escula de Frixe, relata como los de esta parroquia quedaron sin pan blanco porque el Castro “brincador y saltarín.... cuando el molino del Puente Nuevo, estaba repleto de sacos y de personas... ¡ahí viene el aluvión, ahí se hincha el río Castro y dice: ´No hay pan blanco este año`…”. (Castro Pena 1930: 6) 96
El camino al fin de la tierra
Después de la Casa dos Oreiros se pasa por los Barronqueiros. Luego vienen Os Potiños y la Cruz da Peseta. En este tramo se deja a la izquierda el camino que nos lleva a Monte Nen, el “montem de Nemia” en un documento de 1165, y otro que nos llevaría a Castro y Loalo, aldea ésta por la que pasó Erich Lassota. Pasada la Cruz da Peseta el camino cruza la carretera que va al faro de Touriñán y sigue hacia Guisamonde, donde cruzaba el que de Viseo iba a Bardullas, del que se conserva un trozo y en el cual podemos ver una traza antigua y profundas huellas. Luego deja esta aldea por el paraje denominado Os Vigos, después viene A Pontella95, y hacia Morquintián, aldea que también cita Lassota en su itinerario. Morquintián está asentada en la ladera del Monte Faro y el camino va por el límite entre la zona de monte y los terrenos de cultivo y pasando por la parte alta de la aldea. Dada la importancia de este lugar el camino debía desplazarse unos 300 m. para pasar por delante de su iglesia, con elementos románicos en su fachada y en los canzorros, para luego volver a subir por medio de la aldea y salir en la encrucijada de Vilela, la “Incruziliata de Vilela” que aparece en un documento de 118796. Pero hoy Morquintián perdió ese protagonismo que citan algunos peregrinos y otros documentos, como que aquí estaba de párroco Pedro Lapido, uno de los cabecillas contra los franceses. Aquí había también escuela. Hoy las casas habitadas no llegan a la media docena y la imagen que predomina es la del abandono y de casas comidas por las hiedras del olvido.
Iglesia de Santa María de Morquintián (Muxía). Foto Rodríguez Casal. 95 Os Vigos podemos considerarlo como topónimo viario. A Pontella ya es mencionada en el Catastro de Ensenada: “ tiene S M una dehesa llamada das Pontellas….”. e a freguesía limita a “ L. Monte de Faro, P. río da Pontella, N. Granja de Morquintian, S. Monte de Prado” 96 Debo este dato a la profesora Elisa Ferreira.
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Desde la encrucijada de Vilela cabe una alternativa más próxima a la costa, por Figueiroa y Lourido, pero más irregular en su trazado. Es la que siguió Gunzinger en 1654. El camino más recto es el que va por el alto del monte hacia Xurarantes. Desde Vilela –no entramos en esta aldea de sólo tres casas- el camino sube hacia la zona denominada As Aberturas y, después, a As Aferroas, que era monte abierto y que protege de los vientos del mar a las aldeas del interior de la parroquia de Moraime, las que están en la vaguada que va hacia la ría de Camariñas. Una vez que se gira a la derecha, en A Fonte do Ouro, se ve al lado de la carretera las huellas físicas de un viejo camino que nos lleva hasta el cruce en donde se encuentra una mámoa y donde también se denomina A Queimada Vella. Aquí se coge a la izquierda y se empieza a subir por el alto del monte, una subida suave, para ir bajando hacia Xurarantes. Cabe también la posibilidad de que antes de llegar a este punto hubiese un camino que, por la izquierda, cogería esta subida de un modo más suave. Hay restos de un camino, hay un muro viejo y potente, hay un acceso a una propiedad, una portela, con un soporte vertical que es un magnífico ejemplar, hay información oral, pero pasada esta entrada la traza desaparece y la fotografía aérea no la localiza. Esta alternativa pasaría junto a otra mámoa, ahora desapercibida en medio de una repoblación forestal. Caminamos ahora sobre los montes de Moraime, bordeando la línea de costa. Decir que la imagen de esta zona, el paisaje, ha cambiado mucho en los últimos años, y seguramente cambie mucho más, pues están proyectados dos parques eólicos justo al lado del Camino. Entonces el peregrino ya no escuchará el sonido del mar, “o bruar do mar”, y sì el rugido monótono de los vira vientos. Donde no hace muchos años pastaban caballos y se cortaba el tojo para las cortes, hoy se aran los montes con potentes tractores para plantar pinos y eucaliptos, borrando las huellas que hablaban de los límites históricos del coto de Moraime. Un documento o apeo de este coto, de 1620, señala los hitos naturales y culturales que lo delimitaban por este lado: “… de Santa Mariña que está el dicho marco al fin de las dichas Gandras a la parte del Vendaval y del dicho marco afiando derecho por el monte arriba hasta llegar a lo más alto del Faro de Prado y de allí derecho por el Faro abajo hasta llegar a la Fuente de Termoeiro y de allí derecho a la piedra do Couto y de allí derecho a la fuente da Uz y de allí derecho a la piedra do Frade y de allí derecho a la mámoa de Magouco por el medio de lo alto de ella y de allí por el monte y alto de Aferroas arriba y de allí a la mamoiña de portela de Figueiroa y de allí afiando derecho por el monte arriba a la Lagoa da Cabra y de allí afiando por el monte abajo hasta llegar al medio da Lagoa da Serra y a una mámoa que está delante de ella y de allí derecho a lo alto del Petón de Sobre el rego de Milladoiro y de allí derecho abajo todo por su formal de su Paralleiro viejo hasta dar en la lagoa de (Soutans) y de allí derecho abajo hasta dar en el Campo y cota de Fuente de Yeguas y de allí por el cerro del monte derecho hasta llegar al camino de Confurco que va de Cuño para Mugía y Lourido y de allí un paredeiro que va por entre los Cachelmis derechamente hasta llegar a la mar y de allí vuelve en derredor por la misma mar al Nordés hasta salir en tierra firme a la Piedra do Piollo en donde empieza a confinar esta jurisdicción con la de Mugía que es del Arzobispo de Santiago, con quien va confinando la de este coto dende la Piedra del Piollo que está a la beira do mar en la cual está hecha una cruz a la parte del sol y de allí derecho a un petón e Piedra Alta que tiene una cruz a la parte de la travesía y de allí derecho al monte das forcas junto e pegado con la horca de la jurisdicción de la Villa de Mugía y por allí abajo hasta llegar a la cruz que está alta y arbolada de piedras que llaman la cruz de 98
El camino al fin de la tierra
Mugía al medio de ella afiando a la mar que está allí muy cerca y de allí todo por la mar hasta volver a la Piedra da Pescadoira primera demarcación etc”
Éste era un camino transitado por la gente de la zona de Morquintián que iba a vender a Muxía, que acostumbraba a ir cada dos días hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. La memoria de su traza aún está viva, como el topónimo Campo dos Foxos, donde las mujeres se detenían al acabar de subir la cuesta y antes de empezar a bajar hacia Xurarantes. Aquí el camino entra derecho en la aldea y no se hace ese desvío que señala el Xacobeo, sino que entra por el llamado Camiño Novo. Según nos contó una mujer, de más de ochenta años, era el camino por el que se desplazó Santiago Apóstol cuando, según la leyenda, fue desde Fisterra a Muxía y tuvo lugar la “aparición” de la Virgen de la Barca. Según esta informante: “diçían que era o camiño de Santiago, que pasou Santiago pa defender Muxía”.97 De Xurarantes el camino seguía hacia el arenal de Lourido y Muxía. Seguramente algunos peregrinos pasarían por Moraime, con una monumental iglesia románica y un interesante programa iconográfico en sus fachadas. Moraime fue un asentamiento benedictino desde posiblemente el siglo X, y como núcleo habitado desde unos siglos antes. Hoy el valor patrimonial de este conjunto está poco o nada aprovechado: la iglesia, como ocurre en muchos sitios, está casi siempre cerrada, la rectoral abandonada, los restos de las excavaciones del poblado tardorromano desaparecieron en el medio de un prado98, las estelas funerarias a la intemperie, etc. Tan solo se precisa un poco más de información y unas horas de apertura del templo al público. Y en el cementerio, cuyas ampliaciones afean el contorno del templo y que fueron denunciadas en su momento por Manuel Chamoso Lamas sin éxito, pues la iglesia de Moraime es un bien declarado de interés cultural ya en 197299, se encuentra un busto en mármol del párroco Durán Ínsua, obra de Francisco Asorey100. Desde Moraime los peregrinos seguirían hacia Muxía por Casas Novas y Figueiras, siguiendo la traza del camino que viene
Fachada occidental de la iglesia de Moraime (Muxía). Foto Rodríguez Casal.
Relieve exterior en el tímpano sur de la iglesia de Moraime (Muxía). Foto Rodríguez Casal.
Busto del párroco Juan Durán Insua en el cementerio de Moraime (Muxía), obra de Francisco Asorey.
97 En “Informe sobre a traza”. Estudo do territorio histórico vinculado ao Camiño de Fisterra. Consellería de Cultura e Deporte 98 Sobre la arqueología de Moraime ver Chamoso Lams (1977) y González Soutelo (2007). 99 BOE do 2-X-1972. 100 En el epitafio podemos leer “Y deja prohibido tanto a herederos como a estraños el que en ningún tiempo usen y usurpen esta propiedad”. 99
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directamente de Dumbría por Senande y Ozón. Otra posibilidad es la que señala el Xacobeo por el Alto da Carrúa101 a la capilla de San Roque y a Chorente, para entrar en Muxía por los arenales de Espiñeirido y la Cruz. Pero nosotros estábamos aún llegando a Xurarantes y el camino viene aquí por el alto de los montes de Moraime, que se levantan en una primera línea de costa y que caen directamente sobre el mar desde altitudes que andan por los 300 m o los superan, como en el Monte Facho de Lourido. Configurando esa imagen de costa de fuertes acantilados y haciendo realidad la expresión de don Ramón Otero Pedrayo de “un longo cantil combatido rítmicamente polo empuxe ariético das ondadas”. Una imagen que se relaciona fuertemente con la idea de A Costa da Morte, una costa históricamente peligrosa para la navegación, abrupta y difícil para los nativos, donde el espacio agrícola era escaso y poco productivo. Desde el camino, y en el tramo entre Morquintián y Xurarantes, podemos apreciar, por momentos, una amplia visión del Océano desde el Cabo da Nave al interior de la ría de Camariñas. Después el camino va bajando y bordeando el Monte Facho de Lourido, que supera los 300 m, y lo hace por su ladera oriental para entrar en Xurarantes por el denominado Camiño Novo. Este monte es éso, un facho en esta zona, un claro referente visual. La toponimia lo relaciona con un hacho para guiar a los marineros y José Cornide (Cornide: 92 y 93) así lo dice: “Los fachos de esta división están distribuídos en esta forma. El primero que recibe las ahumadas del último del partido antecedente está en el monte que está sobre el puerto de Corme y se llama de Roncudo. El segundo se llama Piedra de Palo que se comunica con el antecedente y descubre más de catorce leguas de mar. El tercero está en el monte de Tosto cuyo nombre tiene. El cuarto es el de Lourido que está en lo alto del monte de este mismo nombre. El quinto está en el cabo y monte de Tauriñao. El sexto llamado la Nave está en la cima de la punta avanzada que está frente del monte próximo. La última está en la altura del monte que forma el cabo de Finisterre. Todos se comunican, recíprocamente sus ahumadas. Algunos están en muy buen estado; pero todos necesitan una revista. Tienen su hachero perpetuo, y los trozos nombran por turno gente para la centinela….”
Xurarantes parece un núcleo con una estructura antigua que debemos vincular históricamente con la ordenación de estos territorios por los frailes de Moraime, también es un topónimo difícil. Es un núcleo estructurado en parte en torno al camino que sube de Moraime hacia el Camiño Novo, donde se divide en tres: por el que hemos venido, por el que vamos a seguir hacia Muxía y otro, que por una cota más alta, va a Lourido. De aquí salía también un camino estrecho que seguía alguna gente de esta parte alta de la aldea para ir a la escuela al lugar de Oruxo o a misa a Moraime. Recordar que Martín Sarmiento cuando sale de Moraime para ir a Fisterra pasa por Oruxo y por Xurarantes. Pero el itinerario principal seguía de Xurarantes hacia la playa de Lourido, pasando por la fuente do Bico y bordeando la ladera este del Facho de Lourido. Más allá queda el monte Cachelmo, donde sitúa el poeta Gonzalo López Abente el final trágico de la leyenda de A Buserana y en su descarnada cumbre hay restos de un posible antiguo facho. La leyenda cuenta la historia de un trovador, llamado Buserán, que se enamora de la hija del señor del castillo. 101 En lo alto de este monte hay una mámoa y unas piedras en las que la leyenda sitúa la horca de la Inquisición. 100
El camino al fin de la tierra
Éste, no conforme con la relación socialmente tan desigual, manda matar al trovador y tirar su cuerpo al mar. Desde entonces la enamorada camina todos los días hasta el alto del acantilado para llorar su desgracia y escuchar la música que Buserán le canta desde la profundidad marina. Pero un día Buserán aparece cabalgando sobre las olas para llevarla con él para siempre a las profundidades en las que residía. Y la gruta es la conocida como Furna da Buserana, donde anidan los cuervos marinos102. Y siguiendo por el camino, éste bordea la playa y sigue el itinerario de la actual carretera. Cabe la posibilidad de una variante que baje hacia la playa. Hay camino pero las diversas fuentes orales indican que no bajaban nunca hacia la playa, sino que seguía el trazado que ahora sigue la carretera. Luego ya derechos hacia Muxía, entrando por Boivirón y O Coído, dejando a la derecha los montes de O Enfesto y Malatos, que algunos, atendiendo a su toponimia, interpretan como un espacio de cuarentena para los peregrinos. Y por la Rúa Atalaia se va hacia el Santuario de la Virgen da Barca, bordeando el monte Corpiño, el dos altos penedos, que diría el poeta, por la parte occidental y siguiendo la traza del viejo camino, denominado Camiño da Pel. Camino que va entre paredes que protegían las huertas del salitre y del viento, que impediría el crecimiento de los escasos frutos que aquí se podían cultivar, especialmente patatas y algo de berza, tan necesarios para la subsistencia de este pueblo eminentemente marinero. En este tramo, cerca del mar, está la Fonte da Pel, en la que se lavarían los peregrinos antes de entrar en el santuario de la Virgen de la Barca. La fuente se fue abandonando y desapareció de la memoria de la gente, pero una fuerte marea la destapó. También podemos citar otras piedras que hacen de este espacio un lugar privilegiado: Pedra da Vela, Sala do Perello y, cómo no, la Pedra de Abalar, dos Cadrís, y los dos timones; y desde hace no muchos años la Pedra da Cabeza, lo que nos habla de un espacio en constante construcción, un espacio vivo simbólicamente y donde se levanta el santuario de la Virgen de la Barca, un lugar donde “bate el mar bravo sin arrimo ni abrigo alguno”, como decía Sarmiento. Como también otros veían en estas piedras todos los símbolos de la pasión de Cristo, algo descalificado por Sarmiento. Aquí también se proyectó a fines del siglo XVIII una defensa de la ría, pero no se llevó a cabo. Muxía, definida por Bartolomeo Fontana como “Piccolo loco, e Piccolo casette…”, contaba con un hospital para atender a los peregrinos, como entre otros cita el Catastro de Ensenada: “…que en dicha villa se alla un A Fonte da Pel (Muxía)
102 La leyenda es publicada primeramente en varios números del Boletín de la Sociedad Cultural y Agraria del Distrito de Mugía de Buenos Aires. Posteriormente verán la luz en edición de Lar en 1925. 101
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hospital que sirve para recoger a los pobres peregrinos que bienen al santuario de nuestra señora de la Barca y la renta que tiene es mui corta …”, cuando no acampaban en la propia villa, como leemos en una declaración oficial para solicitar la apertura dominical de una feria en 1927, según la cual: “información testifical de varios vecinos de Mugía de más de sesenta años, en que declaran que por referencia de sus antepasados pueden asegurar que el mercado dominical data de época muy remota, habiéndose fundado al parecer, para satisfacer las necesidades de los peregrinos que antiguamente acampaban en el casco del pueblo”
Y hoy Muxía vuelve contar con un albergue moderno para atender a los peregrinos, una demanda que tardó algo en ser atendida, pero ahora está ayudando al resurgir de la peregrinación a este punto, como también está ayudando a la economía local, necesitada en estos tiempos de crisis del sistema productivo tradicional de nuevos estímulos, por muy pequeños que sean. Como ya hemos dicho anteriormente, el camino de acceso al Santuario era por el llamado Camiño da Pel, pues la amplia carretera por la que ahora se accede fue abierta en el año 1914.
A Pedra de Abalar.
Este santuario es el elemento que vincula a esta localidad costera con la leyenda jacobea, trayendo hasta este descarnado paraje junto al mar a un apóstol Santiago abatido y desanimado por el escaso éxito de su labor pastoral. El apóstol será aquí reconfortado por la propia Virgen, quien viene hasta este lugar surcando el mar en una barca de piedra y le hace entrega a Santiago de una imagen suya, que éste colocará en un altar debajo de unas rocas. El peregrino Christoph Gunzinger (1655) nos cuenta que la imagen fue encontrada debajo de una piedra ancha y curvada y que, supone, serían los restos de la nave en la que habría llegado. 102
El camino al fin de la tierra
La Pedra de Abalar sería así la nave en la que vino la Virgen, y la Pedra dos Cadrís la vela que la impulsaba. Pero esta relación no fue siempre así y hubo un tiempo en que se pensaba que la Pedra dos Cadrís eran los restos de la nave y la de Abalar la vela, como por ejemplo narra Juan de Villafañe (1762: 104-112) en un libro en el que, entre otros, se cuentan muchos de los milagros de esta advocación mariana. Aunque esta es la versión de la leyenda más extendida no es la única. Otra versión cuenta que la Virgen apareció sobre la misma Pedra de Abalar, por lo que no llegaría hasta aquí surcando los mares en una barca. Otra habla de que San José acompañó aquí a la Virgen y dejó en estas rocas marcadas sus huellas. Todas estas leyendas contribuyeron a darle fama y prestigio a este santuario, pero esta fama no llega realmente hasta la Edad Moderna. Su origen, muy probablemente a finales del medievo y no mucho antes del siglo XV, que es cuando se data la imagen, pero entonces éste no sería más que un pequeño santuario. Actualmente su romería, que se celebra el fin de semana entre el 9 y el 15 de septiembre, es una de las más famosas y multitudinarias de Galicia, aunque muchos romeros de hoy en día no llegan a pisar la villa de Muxía y pasan estos días de fiesta acampados a la entrada. La imagen actual del santuario, realmente de clara austeridad para poder combatir los rigores de los temporales y las inclemencias del tiempo en esta geografía agreste, se configura a comienzos del siglo XVIII; esta imagen se conforma definitivamente con las dos torres, inauguradas el día de San Miguel de 1959. La imagen de la Virgen está inspirada, según el historiador del arte Antón Castro, en modelos iconográficos franceses de mediados del siglo XIV y llegaría a Galicia por vía marítima no directa, seguramente vía Portugal. En el interior del templo hay un magnífico retablo de la autoría de Miguel de Romay, quien también realiza el del Cristo de Fisterra, y más de una docena de exvotos colgados del techo de la nave; también hay varios exvotos pintados, entre ellos un cuadro atribuido al pintor Domingo Antonio de Uzal y datado en 1724. La leyenda de la aparición de la Virgen de la Barca es el contrapunto final a este Camino y lo vincula claramente con el culto Jacobeo, aunque pensamos que la construcción de la leyenda es posterior al nacimiento del culto de Santiago en Galicia y en la elaboración y difusión de la misma tendrían un papel importante los frailes del convento de Moraime, en un intento de darle protagonismo a este territorio, que podríamos calificar como de periférico.
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El Camino al fin de la tierra El Camiño es una construcción histórica, algo que se fue haciendo a lo largo del tiempo con las huellas de millares de peregrinos, algo que sigue en construcción. Pero este camino de peregrinación atraviesa un territorio, un espacio construido y habitado históricamente, un espacio social. Y el camino forma parte de este espacio, no es un ente aislado, y tiene que servir para mostrar y valorar el patrimonio, especialmente aquel menos monumental y más ligado a la vida cotidiana; también para mostrar como somos y ayudar a mejorar la calidad de vida allí por donde pasa.
El Camino al fin de la tierra Manuel Vilar Álvarez
Manuel Vilar Álvarez
El Camino al fin de la tierra Manuel Vilar Álvarez