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LL OPAC Y EL FUTURO DE LOS PUNTOS DE ACCESO A LA DESCRIPCIÓN: ~SIÓN B1BUOCR~ÑPJ~~
Frías, José Antonio. -- El OPAC y el futuro de los puntos de acceso a la descripción : revisión bibliográfica. – En: BOLETIN de ANABAD. – Vol. 47, no. 1. (ene.-mar. 1997). – P- 77-100. ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
EL OPAC Y EL FUTURO DE LOS PUNTOS DE ACCESO A LA DESCRIPCIÓN: REVISION BIBLIOGRAFICA José Antonio Frías
1. INTRODUCCIÓN
El acceso a la descripción bibliográfica en el catálogo de la bibliote-ca ha sido posible convencionalmente a través de los encabezamientos. En una época de catálogos en línea. sin embargo, el propio término «encabezamiento» refleja ya la linealidad del concepto. Un encabeza-miento ha sido tradicionalmente una clave de búsqueda y este papel ha perdido importancia, aunque, en opinión de Rowley, todavía es impor-tante cuando se elaboran listados de registros recuperados en la pantalla. de acuerdo a su autor o a su título. De ahí que la autora sea parti-daria de introducir estos datos en su lugar apropiado en el registro, de forma que la recuperación pueda basarse en este elemento. En el caso mas simple. por ejemplo, es necesario que el nombre del autor sea registrado en un campo recuperable. Éste puede ser uno de los campos de la descripción y puede ser innecesario repetir los datos en un campo de punto de acceso si éstos ya figuran en un campo de la descripción. Los campos de encabezamiento no obstante, realizan la función de asegurar la consistencia en la presencia y la forma de las claves de acceso. Además, algunos catalogos; solamente permiten las búsquedas en los cam-pos de encabezamiento, de modo que es necesario registrar los datos apropiados en estos campos.
2. EL ASIENTO PRINCIPAL
El concepto de asiento principal subyace en la mayor parte de los códi-gos de catalogación. En el pasado, el asiento principal se ha considerado esencial para las funciones de agrupación, ordenación v citación del catá-logo pero actualmente su necesidad está siendo cuestionada: por que en un entorno automatizado, donde todos los puntos de acceso son igua-les, es necesario distinguir uno de ellos como encabezamiento principal? o, como escribe Wilson, «si existe la posibilidad de obtener una infor-mación completa independientemente del tipo de búsqueda o indica-ción utilizada para recuperar el documento, entonces cada uno de las asientos es el principal, y esta noción pierde todo su significado». Se ha sugerido que las AACR2 (1978) son «el último conjunto de reglas de cata-logación de asiento principal». El mismo prefacio de las AACR2 hace una apología de esta idea, que tiene su antecedente más claro en la propuesta de Crestadoro de 1856, y llega al extremo de aceptar como igualmente validos aquellos catálogos que no matizan entre asientos principales y secundarios. Como señala García Melero, que son un reflejo de «la era del fichero de papel lineal y las restricciones de acceso inhe-rentes en estas condiciones». Este principio de no-asiento principal mencionado como una alternativa en las AAC2, , ha sido adoptado como principio en la nueva edición preliminar de las Nippon GataLoging Rules (NCR 1977), cuyo origen se encuentra en el Description Independent System (DIS), propuesto por Mori en 1955,. En el DIS, una ficha unita-ria, compuesta de una descripción y de tantos encabezamientos como se estime necesario, se utilizaba para crear asientos múltiples. Morí arguía que en un sistema de este tipo no era necesario designar una ficha de autor, título o materia como principal, puesto que todas las fichas con-tenían la misma información. En 1983 se comenzó a trabajar en un nuevo código de catalogación japonés de no-asiento principal. Takawashi, Shishota y Oshiro han señalado que, puesto que Japón es una de las nacio-nes desarrolladas en el campo de la edición, el JAPAN/MARC que se ha elaborado sobre la base de no-asiento principal, «supone un gran poten-cial para otros países. Winke piensa que en el entorno actual de catalogación en línea las herramientas necesitan ser actualizadas. Proponiendo, en concreto, la revisión del capítulo 21 de las AACR2 y del formato MARC. En su opinión, la revisión de las AACR2 está basada en cuatro principios:
1.
cambios de palabras menores y repetitivas en el texto:
2.
la supresión del concepto de responsabilidad primaria de las reglas:
3.
la eliminación de todas las reglas relativas al asiento principal cor-porativo: y
4.
la integración de la reglas de asiento secundario en la parte prin-cipal del texto.
El perfeccionamiento del formato MARC incluye la obsolescencia de los campos 1xx y la alteración de los campos 7xx para indicar en primer lugar los asientos principales a partir de los cuales se ha compuesto la signa-tura topográfica. Esta previsible pérdida de importancia del encabezamiento principal ha llevado a Gorman a escribir que «la asignación de encabezamientos, durante mucho tiempo el área del prestigio de la catalogación, se está volviendo más y más marginal, y este aspecto de la catalogación descriptiva, que domi-naba todos nuestros códigos anteriores a las AACR2, puede ser una peque-ña parte de los futuros códigos de catalogación.». Ante tales afirmaciones cabe preguntarse si esto puede ser cierto. Una respuesta a esta pregunta requiere, a nuestro juicio, que se valoren las considerables implicaciones del abandono del asiento principal, entre las que se encontrarían:
1. Si se abandona el asiento principal, ¿qué puede reemplazar su papel en la construcción de encabezamientos uniformes? 2. ¿Qué puede ocupar su lugar en la estructura mostrada por los catá-logos en línea?
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3. Cómo afectará el abandono del asiento principal al asiento único en los catálogos de nivel mínimo?
Schmierer ha afirmado que «el catálogo de la biblioteca no es un inven-tario grosero de documentos, sino una organización de registros diseña-dos para facilitar el acceso al conocimiento». Partiendo de esta idea, Madison ha denunciado que las razones para abandonar el encabezamiento del asiento principal de nombre tienen mucho que ver con la reducción de costos y muy poco con la mejora de la utilidad de los catálogos en línea. En su opinión. “el abandono del encabezamiento del asiento principal de nombre puede afectar a la organización de los registros de nuestro catálogo, así como a la ordenación física de los materiales de la biblioteca.” La autora piensa que, debido a la naturaleza central de la autoria en las prácticas de citación, su definición necesita ser matizada. La cuestión no es si un individuo o una entidad crean una obra. sino si la presencia o ausencia del individuo o entidad pone en peligro la identificación de la obra. Los biblio-tecarios pueden reconocer que los registros bibliográficos «no residen en un vacuun bibliográfico», sino que estan rodeados por otras estructuras bibliográficas y ahora habitan en los sistemas automatizados de bibliotecas. Finaliza la autora señalando que «los bibliotecarios no pueden ni deben abandonar el principio de asiento principal de nombre, sino continuar conociéndolo y cuando sea necesario, modificar la forma en que el enca-bezamiento de asiento principal de nombre debe ser usado dentro del uni-verso del control bibliográfico y sus fundamentos bibliográficos». Al desentrañar los distintos significados de «asiento principal» y al sugerir uno especialmente apropiado para el catálogo en línea, Carpenter llega a afirmar categóricamente la necesidad de un concepto de asiento principal. En sus propias palabras:
«La justificación del orden de citación (autor-título y/o título sólo) como una presentación por defecto se encuentra en nuestra tradición cultural. [...] Por supuesto, una bibliografia de citaciones es un tipo de listado de asiento único. Esta tradición es antigua y se remonta al menos, a la biblioteca de Asurbanipal. Y como vemos, incluso con el ordenador lo principal ha permanecido igual, sólo con algunas pequeñas variaciones. Ahora podemos separar fisicamente varios fenómenos que al principio eran distinguibles sólo lógicamente. Lis discusiones sobre el asiento principal han trasladado la atención de los registros a las presentaciones útiles: podemos estar seguros de que esto continuará».
Concluye el autor su análisis:
Tiene el asiento principal un lugar en el catalogo en línea? Definida con propiedad lo tiene. Si no, y si nada cumple su función, entonces un cata-logo en línea o encuentra nuevos objetivos o falla para cumplir nuestras expectativas.” -Bierbaum, por su parte, piensa que lo que no es aceptable y por tanto, debe cambiarse, es la transferencia al catálogo electrónico de la termi-nología que sólo es descriptiva y significativa en el catálogo de fichas. La autora cree que la cuestión no es «¿debemos eliminar el asiento princi-pal en el registro en línea?» sino «¿cómo podemos transformar el papel del encabezamiento del asiento principal en un acceso de nombre de autor uniforme y agrupador en el registro MARC?». Su propuesta es la transformación del campo MARC de asiento principal 100/1 10 en el campo de «acceso prioritario» para el nombre personal o corporativo autori-zado del creador, es decir, abandonar los encabezamientos de asiento principal, de los catálogos de libro y de fichas pero conservar su norma-lizaci6n y sus funciones de localización y reunión para la tecnologia en línea.
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Una postura de consenso, en fin, es la de Shoham y Lazinger, quienes han estudiado la relación entre las tecnologías de cada época y el con-cepto de asiento principal. Pese a la evidencia de la necesidad de un asien-to principal (o un registro catalografico completo) en un catálogo de asiento único y de la necesidad de un encabezamiento principal (o punto de acceso prioritario) en un catálogo de fichas, sugieren que en un catá-logo automatizado no es muy relevante. Su recomendación es que las bibliotecas con catálogos en línea exploren las posibilidades de la.cata-logación de acuerdo con el principio de no asiento principal, a la vez que mencionan las ventajas de este sistema y sugieren su implementación. Los autores señalan, finalmente, que para las bibliotecas que todavía utilizan un catálogo de fichas, el principio de asiento principal probablemente es aún «la alternativa más adecuada».". Los planteamientos opuestos sobre el asiento principal - y los argumentos que suelen esgrimirse para defender su eliminación o manteni-miento en el catálogo- se han reflejado claramente en la publicación bri-tánica Catalogue Index, en un debate suscitado a raíz de una carta enviada por R. Brunt, representante de la Library of Congress en el Joint Steering Committee for Revision of AACR2 (JSCAACR), publicada en el n. l05/106 de la revista, donde señalaba que las estipulaciones actuales «reflejan demasiado la tecnología del siglo XIX y demasiado poco los cambios producidos durante los últimos 25 años (o más) a consecuencia de la automatización. En su opinión, el desarrollo global de la automatización bibliotecaria ha dejado obsoleto el punto de vista restrictivo del asiento principal y en consecuencia, proponía la inmediata modificación de las prescripciones de las AAC2 afectadas por la ampliación de los puntos de acceso que debería basarse en el conocimiento que tienen de los d6cumentos quienes realizan las búsquedas, más que en el requerimiento de que éstos deban familiarizarse con las AAC2. Las reglas que, en su opinión, debían ser modificadas de forma inme-diata son las siguientes:
0.5 - cambio de tendencia para hacer del asiento alternativo la norma; el asiento principal (o más bien su sucesor por cualquier otro nom-bre, quizás «asiento selectivo») será accesible para aquellas orga-nizaciones que deseen continuar con tales restricciones y para su utilización en listados independientes y con propósitos de citación; 21.xx- todas las reglas de este capítulo requieren una revisión para aco-modarse a los requerimientos de la nueva tendencia y operar de acuerdo a las líneas sugeridas en la regla 0.5; 25.xx- ciertas reglas del título uniforme necesitarán ser reelaboradas en línea con los cambios en 21.xx; x.I F- las restricciones existentes en la actualidad para las menciones de responsabilidad deberán ser reconsideradas en la parte 1 de todos los capítulos; x.7B6- los cambios en x.1F afectaran a los campos de notas, sobre todo a los relacionados con las menciones de responsabilidad.
El impacto de la modificación de las reglas puede ser considerable pero «puede justificarse por la mejora de los resultados en el acceso". Esto puede significar también que la mentalidad del catálogo de fichas se transforme y se pueda preparar el terreno para una perspectiva más ambiciosa en las actividades de Catalogación. Y. continúa Brunt. « nues-tras prácticas rigurosas y bien fundamentadas pueden hacerse más atrac-tivas para los usuarios potenciales ajenos al mundo bibliotecario». file:///C|/Licad/modulos/Modulo Inicial/eje2/bibliografia/023.htm (4 of 13) [27/03/2002 09:00:33 a.m.]
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Estas sugerencias para reconsiderar el concepto de asiento principal provocaron una respuesta mayor de la habitual en Catalogue & Jndex.. Algunas de las cartas recibidas por la revista y por el propio autor se die-ron a conocer en la sección de correspondencia del número 108 y expre-saban argumentos de distinto tipo para apoyar o mostrar su desacuerdo con la propuesta de Brunt. Boot afirmaba que «el concepto de asiento principal es un obstáculo; todos los puntos de acceso de un registro pue-den tener el mismo valor». Morgan señalaba que «el debate sobre el asiento principal debería haber muerto hace muchos años» y denun-ciaba el tremendo gasto de tiempo y energía que supone la práctica per-feccionista de la catalogación, para terminar con un deseo: «Sigamos adelante y abolamos el principio de asiento principal: es caro y desfasa-do». Cunnew aplaudía «la sugerencia de que esta cuestión debe ser reconsiderada», pero mostraba su desacuerdo con la propuesta de Brunt de mantener el principio de asiento principal «accesible para aquellas Organizaciones que deseen continuar con tales restricciones y para su uti-lización en listados independientes y con propósitos de citación». Good y Homer pensaban que el concepto de asiento principal está pasado de moda. La forma más sencilla de catalogar algo debe ser bajo el títu1o suministrando todos los puntos de acceso adicionales que se consideren necesarios, y dando toda la información en cada asiento. Esto puede ser eficaz tanto para los catálogos automatizados como para los de fichas y “puede ahorrar el estéril e interminable debate sobre la corrección del asiento principal”. Hopkinson indicaba que tenía la sensación desde hacía tiempo de que la insistencia en el asiento principal no era sólo una rémora del siglo XIX (señalaba que ésta no era necesaria incluso en el catálogo de fichas cuando se duplicaban las fichas con clichés o planti-llas), sino que era una pérdida de. tiempo en las modernas prácticas de catalogación donde el catalogador se lamenta de que el ordenador nunca necesita conocer cuál es el asiento principal en la presentación de la infor-mación típica de cualquier OPAC. En su opinión, las AACR necesitan tener en cuenta que el asiento principal no se utiliza actualmente en los siste-mas automatizados donde cada punto de acceso tiene el mismo nivel y deben permitir la posibilidad de indiferenciarlos. Lógicamente, esto ten-drá asimismo implicaciones para el formato MARC. Frente a la unanimidad expresada en estas respuestas, Gordon Smith publicó otra carta en un número posterior de la misma publicación, donde señalaba que el asiento principal no es sólo el reflejo del catálogo dé fichas. En su opinión la división de las AACR2 en dos partes (Parte 1: Descripción y Parte 2: Encabezamientos) refleja la división existente entre encabeza-miento y descripción en la ficha del catálogo. Por el contrario, la automatización parece enfatizar las áreas normalizadas de la descripción. De ahí que pueda ser preferible dividir la Parte 1 por estas áreas de la descripción más que por tipos de material como ocurre en la actualidad. En definitiva, Smith viene a decir que, para avanzar en la aplicación de las AACR2 son necesarios estudios v análisis exhaustivos, y «probablemente el resultado de dichos análisis pueda ser un código de reglas distinto del que conocemos». La carta de Brunt y la correspondencia posterior decidieron a Dorothy McGarry (Physical Sciences and Technolgy Libraries, UCLA) a enviar a Catalogue & Índex una versión impresa de un mensaje eléctrónico, cuya parte final fue reproducida en el n. 110 de la publicación, Después de algunos comentarios, el mensaje continúa:
Sin embargo, hay una recomendación que deseamos que puedas supri-mir de la lista, y es la 1.d., eliminación del concepto de asiento principal. No se ha realizado nunca ninguna investigación para determinar el tiempo que supone la elección del encabezamiento principal respecto al tiempo medio de la catalogación de un documento. Como catalogadores, sospechamos que normalmente no supone mucho tiempo. Éste se emplea en el trabajo de autoridades y en la catalogación por materias. Se ha puesto de manifiesto que la mayoría de las obras que catalogamos son obras de autoría personal única; obviamente la designación del asiento principal para una obra de este, tipo no lleva tiempo. No estamos seguros de si la designación del asiento princi-pal de otro tipo de obras requiere más tiempo. La eliminación del concepto de asiento principal no sólo puede no tener
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efecto en el incremento de la productividad de la catalogación, sino que puede destruir la estructura de nues-tros catálogos y causar un tremendo perjuicio a los usuarios.... Porque con la ausencia de una forma de citación normalizada (el asiento principal) puede ser imposible la presentación de las relaciones entre obras y ediciones de obras de manera que una persona que busca una obra puede descubrir la existencia de otra obra sobre esta obra, o una persona que busca una edición particular puede descubrir una nueva edición revisada de un texto científico, o una edición definitiva de una obra de "belle lettres». Puede ocurrir que no se pueda ofrecer a los usuarios la opción de ver las obras existentes sobre una materia agrupadas por autor, de manera que éstos conozcan quiénes son los autores más prolíficos en ese campo o qué entidades realizan actividades. (Quienes abogan por la abolición del asiento principal, pero desean mante-ner la opción de permitir una subordenación por autor, reintroducen el asiento principal al describir cómo debe ordenarse un registro con varios autores). Algunos autores no publicarán más que un libro, y algunas obras no existirán más que en una edición ni habrá obras escritas sobre ellas, por lo que no se requiere un asiento principal para realizar el segundo objetivo (es decir, mostrar al usuario todas las obras de un autor y todas las ediciones de una obra). Sin embargo, los autores de una sola obra no son los más buscados por los usuarios. Los autores prolíficos y las obras de ediciones múltiples son editados y reeditados a causa de la demanda. Los catalogadores de publicaciones seriadas han tenido una mala apre-ciación de la catalogación “sin asiento principal” bajo las AACR2. El título es un junco frágil para sostener la carga de mostrar las relaciones entre las obras en nuestro catálogo. Los títulos casi nunca son únicos. Mientras que se nece-sita una citación normalizada para mostrar una relación entre una publica-ción seriada y otra, el título puede ser apoyado con adiciones entre paréntesis totalmente inventadas por los catalogadores y dificiles de predecir para los usuarios. Puedes esperar que los usuarios conozcan el título y lo utilicen para la búsqueda, pero no puedes esperar que conozcan los cualificadores entre paréntesis que han añadido los catalogadores al título con el objetivo de contribuir al sostenimiento de la estructura del catálogo. El asiento principal de título para obras musicales puede ser diabólico. La opción más obvia para reducir la cantidad de tiempo necesaria para catalogar un documento puede ser la disminución del número de puntos de acceso controlados que se crean (y por tanto, la cantidad de trabajo de auto-ridades que se realiza). Si hacemos esto (y no se trata de un medio de evitar el hecho de que tal reducción significa un menor servicio para nuestros usua-rios), la elección del asiento principal se hace incluso más crítica. Habrá que. hacer (entre otras cosas) un juicio sobre los puntos de acceso más impor-tantes si no queremos permitir todos los puntos de acceso posibles. Si déci-dimos que no podemos permitirnos implementar el segundo objetivo del catálogo (mostrar al usuario todas las obras de un autor y todas las ediciones de una obra), podemos también decidir no catalogar nada. Podemos obte-ner aproximadamente los mismos resultados volcando los catálogos de 105 editores en el ordenador y dejando que los usuarios se las apañen como puedan. Si este es un propósito serio, nos gustaría desafiarte a probar a través de una investigación experimental que la eliminación del concepto de asiento principal puede incrementar la- productividad lo suficiente corno para justificar la destrucción de la estructura del catálogo. 3. LA ELECCIÓN DE LOS PUNTOS DE ACCESO
Un aspecto estrechamente ligado a la existencia o no de un asiento principal es la elección de los puntos de acceso. A esta tarea está dedi-cado el capítulo 21 de las AACR2 y el capítulo 14 de las Reglas de Catalogación españolas (RCR). Las reglas recogidas en estos capítulos «sirven tanto para determinar los distintos puntos de acceso. como para concretar cuál de ellos formará el encabezamiento del asiento principal y cuál o cuáles de los asientos secundarios» (RCR, 14.0.1). Estas reglas nos ayudan a ele-gir el punto de acceso principal entre un ilustrador y un escritor, o entre una entidad y un autor personal. Pero incluso suprimiendo la file:///C|/Licad/modulos/Modulo Inicial/eje2/bibliografia/023.htm (6 of 13) [27/03/2002 09:00:33 a.m.]
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distinción entre asientos principales y secundarios, es preciso tomar otras decisiones importantes respecto a la elección de los encabezamientos. Rowley señala que continúa siendo necesario recapitular la situación de la autoría de un documento y, siempre que existan algunos «autores», con-tinúan siendo necesarias algunas pautas sobre cuáles debemos registrar y cuáles omitir. Ya existen en los códigos de catalogación pautas sobre el número de asientos secundarios apropiadas en determinadas situaciones, pero estas se basan en la asunción de que cada asiento secundario que se crea está, relacionada con el esfuerzo del personal y con las fichas o el papel adi-cionales. En un OPAC se. pueden crear bastantes más asientos secundarios (si esto ayuda al usuario), aunque continúa siendo necesario algún límite en interés de la precisión en la recuperación y las cuotas de almacenamiento de información. Estos límites pueden ser establecidos por una decisión gene-ral para, por ejemplo, no asignar más de un cierto número de claves de acceso a determinadas obras, o por «el análisis de los méritos de cada documento sobre la base de las condiciones de autoría identificadas en las AACR2». En este aspecto, Brunt piensa que una mejora inmediata puede ser la supresión de la limitación de tres nombres en la mención de responsa-bilidad que, puede provocar el fallo en el suministro del acceso legítimo a otro nombre distinto del que aparece en primer lugar en la portada. El establecimiento de una serie de claves de acceso alternativo para reem-plazar los asientos principales y secundarios es relativamente sencillo donde las claves de acceso alternativo son obvias. Es el caso de obras que tienen un responsable único, personal o corporativo, de obras de responsabilidad com-partida, de colecciones y obras producidas bajo dirección editorial, de obras de responsabilidad mixta, incluyendo las que son modificaciones de otras obras. de obras de arte, de obras musicales, de registros sonoros y de obras relacionadas. Muy distinto es el caso de otros materiales corno leyes, disposiciones administrativas, constituciones y leyes fundamentales, tratados y convenios internacionales, sentencias de tribunales o de procesos judiciales, con-venios laborales, libros sagrados, libros litúrgicos, etc., para los que nunca han sido obvias las claves de búsqueda y “sería sorprendente si el OPAC mejora la situación”. La creación de cualquier tipo de clave de acceso buscable (o predecible por el usuario) para este tipo de materiales está llena de azar. Otra área interesante es la relativa a las obras anónimas, obras de autoría incierta, colecciones, obras producidas bajo dirección editorial y obras con algunos autores compartidos, que suelen tener el asiento principal bajo el título, con asientos secundarios bajo los editores o autores. En un OPAC, un usuario que busque estas obras por el autor las localizará bajo el editor o el autor que aparece en primer lugar. Esto podría restituir a los autores y a los editores como claves prioritarias de búsqueda. El usuario sólo utilizará el título como clave de búsqueda para estos documentos en las mismas circunstancias en que utiliza el título para otros documentos. También debería permitirse el acceso al título por el subtítulo y la información complementaria. Esto, como señala Brunt, puede ser una posible vía de palabra clave en el título, o en la búsqueda en el texto libre. Igualmente puede ser útil el incremento de la frecuencia de núme-ros de control en las publicaciones: otros números de producción de los documentos pueden añadirse en el área 8 al ISBN y al ISSN. Algunas de estas propuestas han venido a cuestionar la noción de autoría que sustenta la elección de los puntos de acceso. Este aspecto ha sido analizado por Wajenberg,, que ha examinado las definiciones que se han formulado de la autoría en el pasado y los problemas bibliográficos que entrañan tales definiciones. El autor cita el caso de los programas de orde-nador y de los textos clásicos y, sugiere que en tales obras de autoría difusa puede ser dificil discernir el autor principal e, incluso, puede no ser importante. De acuerdo con esto, propone otra definición de autoría: "El autor de una obra es una persona identificada como un autor en documentos que contienen la obra y/o en la literatura secundaria que menciona la obra". Este concepto de autoría por atribución obliga al catalogador a decidir qué es una fuente secundaria apropiada pero ade-más evita al catalogador elecciones dificiles relativas a file:///C|/Licad/modulos/Modulo Inicial/eje2/bibliografia/023.htm (7 of 13) [27/03/2002 09:00:33 a.m.]
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quién escribió una obra o si el autor existió realmente. Piternick ha estudiado el concepto de autor en catalogación descriptiva desde dos puntos de vista: partiendo de cómo los autores son trata-dos por los servicios de indización y resumen y partiendo de cómo pue-den ser tratados con las nuevas posibilidades de los ordenadores. El tratamiento de los autores por los servicios de indización v resumen difie-re, considerablemente de su tratamiento catalógráfico. La diferencia más obvia es la ausencia de control de autoridades en el primer caso, pero una diferencia igualmente dramática, en opinión de la autora, es la relativa a la atribución de la autoría . Para ilustrar la visión de los servicios de indización y resumen de la atribución de autoría, Piternick cita una defi-nición de «autor» verdaderamente reseñable: «alguien que hará al lector quedarse con la boca abierta». Generalmente, los servicios de indiza-ci6n y resumen ofrecen una indización de autores exhaustiva, incluso cuando hay un gran número de coautores en un artículo; difieren, pues, de los servicios de catalogación que suelen limitar la asignación de enca-bezamientos de autores por la «regla de tres». Piternick sugiere que el concepto de autor generalizado en los servi-cios de indización y resumen surge en parte de una cultura del recono-cimiento. Piensa que los propósitos que han guiado la asignación de nom-bres de autor como asientos de índices en los artículos de revistas y la asignación de los mismos como encabezamientos principales o secunda-rios son diferentes. Sin embargo, piensa que el acceso por autor adicional puede ser útil en los catálogos en línea. Siguiendo la práctica de los servicios de indización y resumen, debe suministrarse un asiento para cada uno de los responsables significativos de una publicación. Además, deben designarse las funciones de responsabilidad de estas personas y si se hace con descriptores de materia en ERIC y MEDLINE, estas funciones deben distinguirse como «principales» o «secundarias». Wilson, por su parte, ha ido más lejos y ha llegado a abogar incluso por el abandono de la práctica de establecer la autoría de los documentos para posibilitar que «el usuario realizase búsquedas mediante la especificación de un nombre personal solamente, o de un nombre personal y un título». Por otro lado, cada vez son más los profesionales que piensan que las preferencias de los usuarios deben ser tenidas en cuenta en el proceso de formulación y revisión de reglas de catalogación. En esta línea, MacGarry y Yee han llevado a cabo un estudio con el fin de determinar la existencia de una evidencia empírica que indique cuál de los distintos métodos de catalogación debe usarse para identificar las actas de los congresos. Para ello analizaron 240 respuestas de un cuestionario de bibliotecarios de referencia en grandes bibliotecas. El cuestionario se centró en la con-ducta de búsqueda de los usuarios y las preferencias para buscar las actas de encuentros identificados sólo por el nombre de la entidad patrocina-dora y el término genérico del encuentro. Los resultados indicaron una preferencia por la búsqueda bajo la entidad que celebraba el encuentro, siendo pocos quienes pensaban realizar la búsqueda bajo el asiento direc-to del nombre del congreso. Las autoras han destacado las implicaciones de estos resultados para las reglas de catalogación.
4. LA FORMA
Bierbaum, teniendo en cuenta a Cutter y su finalidad de agrupar en el catálogo todas las creaciones intelectuales de un artista o autor, pien-sa que la clave de la reunión debe ser la misma en todos los casos. Este principio de uniformidad es particularmente vital en el catálogo en línea donde, a pesar de la posibilidad de usar las raíces de las palabras; los orde-nadores exigen coincidencias de forma implacable. Como señala la autora, «a menos que le indiquemos otra cosa, el ordenador ve a Twain y a Clemens como personas diferentes». Desgraciadamente, por capricho de los autores, el nombre que aparece en la portada o la etiqueta del registro puede no aparecer en file:///C|/Licad/modulos/Modulo Inicial/eje2/bibliografia/023.htm (8 of 13) [27/03/2002 09:00:33 a.m.]
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otra obra creada por la misma persona. De ahí que las AACR2 y los códigos nacionales de catalogación dediquen un capítulo a elegir y formular un nombre normalizado y uniforme que sirva como punto de acceso. La necesidad de nombres uniformes tam-bién se aplica a los creadores que tienen el papel de coautores, editores literarios, traductores, prologuistas, etc. es decir; nombres accesibles como encabezamientos secundarios en los campos 700/710. El principio de un encabezamiento único para cada autor debe ser preservado, en opinión de Rowley. Sin embargo, la misma autora reconoce que algunos encabezamientos más elaborados, tales como Hammon, J. L(John Lawrence), 1872-1949, parecen singularmente inapropiados para un OPAC. Estos encabezamientos derivan de la necesidad de archivar jun-tas todas las obras de un mismo autor y se pararlas de las de otros autores que tengan el mismo nombre y, al mismo tiempo, adoptar la forma más conocida del nombre. Dichos encabezamientos son voluminosos y no son buscados en su integridad". Además, como señala Oddy, una de las más comunes -y más frustrantes- diferencias entre las formas del encabezamiento para una misma entidad bibliográfica es la presencia o ausencia de adiciones tales como fechas o nombres de pila completos. La mayor parte de los códigos de catalogación actuales permiten que se añadan estas adiciones aun cuando no es preciso distinguir entre nombres idénticos en el catálogo aun-que, incluso para aquellas bibliotecas que no aplican esta opción y sólo añaden fechas o desarrollan el nombre cuando necesitan resolver un con-flicto, el intercambio de registros puede provocar que su encabezamien-to no sea reconocido en un contexto catalográfico distinto. La presencia o ausencia de adiciones distintivas en los encabezamientos no está, por tanto regulada de manera eficaz por las reglas de catalogación en un entorno de catálogos colectivos en línea y, piensa Oddy, «no debemos esperar que lo esté». Estos datos son extraños, no forman parte del nom-bre de la entidad bibliográfica y se usan solamente para asegurar la agru-pación bajo un encabezamiento único de una persona o entidad con un nombre no-único en el contexto de una colección particular de registros. Rowley piensa que los problemas presentados por la forma del nom-bre de las entidades son, en esencia, los mismos que los de un autor personal. La búsqueda por palabras clave es particularmente valiosa en caso de algunos encabezamientos corporativos extensos y complejos. Estos parecen causar dificultades tanto en su predecibilidad como en su introducción adecuada. Los encabezamientos para entidades subordinadas son especialmente conflictivos y los estudios sobre el uso del catálogo han puesto de manifiesto que provocan dificultades. Los actuales códigos de catalogación señalan que debe prescindirse «del nombre de la entidad o entidades a las que se subordina, cuando es suficiente para la identifica-ción de dicha entidad subordinada». Por ejemplo:
INSTITUTO JERÓNIMO ZURITA
y no
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España). Instituto Jerónimo Zurita.
Los OPAC, sin embargo, ofrecen la oportunidad de aumentar la pre-cisión usando encabezamientos estructurados jerárquicamente, de forma que las obras puedan recuperarse con el nombre de la entidad principal v con el de la entidad subordinada. Bastantes OPAC permiten la recupe-ración basada en partes de nombres. En algunos casos, esta parte del nombre (por ejemplo, una palabra en el nombre} puede ser la primera palabra, por
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ejemplo, «Instituto» pero en otros puede utilizarse cualquier palabra como clave de búsqueda, por ejemplo, «Zurita». Las búsquedas basadas en una palabra como parte de un nombre pueden recuperar nor-malmente una lista de nombres que contienen esa palabra y el usuario debe seleccionar el nombre apropiado. Esto permite a los usuarios cier-ta falta de claridad en sus parámetros de búsqueda. Por otro lado, las formas jerárquicas son adecuadas para los catálogos de papel porque agrupan los encabezamientos de forma apropiada para una recuperación consistente. Pero incluso al examinar los grandes catálogos de fichas con sus desastrosas secuencias como, por ejemplo “España”, “Estados Unidos”, «Jornadas sobre...», (Congreso Internacional de...», etc., Brunt piensa que «para el catálogo público, estas secuencias deberían haberse suprimido hace tiempo». La obligatoriedad de construir los encabezamientos jerárquicos de esta forma no es aceptable y, en su opinión, se debe-rían eliminar de los catálogos en línea y de los códigos que los generan. Estas jerarquías sirven también para distinguir un nombre de otro que parece similar, pero esto se puede conseguir usando calificadores como los que ya son accesibles en otras partes de los códigos para distinguir, por ejemplo, el Instituto de la Mujer de España de otro organismo que se denomine igual en México o Argentina, por ejemplo. Con los Califi-cadores « (España)», «(México)», « (Argentina)», etc. podemos suministrar el tipo de acceso esperado por los usuarios, y cuando la agrupación por gobiernos sea absolutamente vital, ésta puede conseguirse a través de la búsqueda por palabras clave en el texto libre o por medio de los meca-nismos de referencia establecidos en el catálogo. Antes de reelaborar las reglas afectadas, no obstante, deberían realizarse algunas investigaciones sobre cómo se realiza la búsqueda por nombre de entidades, pudiendo incluso reconsiderarse, en opinión de Brunt, los principios .de las Instrucciones Prusianas. El mismo autor piensa que la opinión de que los nombres personales son menos efimeros y comparativamente más sencillos es, quizás, dema-siado precipitada. Algunos nombres personales son tan complejos como los corporativos, piénsese en los nombres aristocráticos, los que requie-ren adiciones para ser distinguibles y, por supuesto, los de autores que pertenecen a culturas desconocidas. Hay también algunos nombres enga-ñosamente simples, cuyo tratamiento en los códigos actuales parece lejos de la consistencia y la 1ógica para los usuarios del catálogo. Si comparamos, por ejemplo, nombres como los de Boy George y Cousin Fannie (y, Boy George puede ser definido con más propiedad como un autor corporativo en algunos aspectos, parece evidente que el éxito en la búsqueda manual o automatizada para este tipo de encabezamientos requiere un grado de conocimiento sobre estas personas y el código, en este caso, probablemente debería prever la forma que la mayor parte de los usuarios espera encontrar. El catálogo en línea demanda un tratamiento más simple con la posibilidad del asiento directo para todos y la utiliza-ción de las referencias para agrupar los encabezamientos. Boll, en la misma línea de opinión piensa que, en vez de tomar como base del encabezamiento «el nombre por el que comúnmente se le conoce como autor de acuerdo con las obras publicadas en su propio idioma»~ o «el que aparezca con mas frecuencia en las obras de un determinado autor en los textos originales» o «el que aparezca con más frecuencia en las obras de referencia» o «el último utilizado» o «el nombre con el que la entidad, de ordinario sea identificada», entre otras posibili-dades, las facilidades del ordenador deberían hacernos revisar estas reglas y reemplazarlas por una frase del tipo «una forma del nombre usada con frecuencia». Otra posible política de cambio es sugerida por Ishimoto, que escri-be desde la experiencia de una gran biblioteca que realiza sus trabajos bibliográficos con seriedad y que dedica una gran cantidad de tiempo a tomar decisiones sobre verificación y preferencia de nombres. En su opi-nión, «basada en la experiencia de Harvard del uso de las AACR2, un códi-go más dependiente de la lógica y la estructura en la formación de enca-bezamientos puede ser menos caro y más eficaz en su aplicación a causa de las dificultades en la determinación de la forma de los nombres usada predominantemente. Un código de este tipo podía modificar el impacto sobre la productividad catalográfica, disminuyendo los atrasos de mate-riales sin catalogar que
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finalmente afectan de manera directa a los usuarios en la comunidad bibliotecaria». Esta propuesta está acompañada por toda una batería de ejemplos del horror de decisiones inconsisten-tes basadas en las AACR2 y las reglas precedentes. Wajenberg, por su parte, ha propuesto también, con algunos matices diferentes, la revisión de las normas actuales sobre la forma de los encabezamientos, concretamente la obligatoriedad de que el encabezamien-to de nombre esté basado en su forma mas conocida y la preferencia de la introducción directa de las entidades subordinadas bajo sus nombres propios más que como subdivisiones de sus entidades principales. El autor piensa que el mejor encabezamiento para un nombre es la forma más completa de éste, que normalmente suele incluir la forma más conocida: así, «Mozart, Johann Chrysostom Wolfgang Amadeus», permite que sea recuperado por una búsqueda bajo cualquier parte de éste, incluyendo «Mozart, Wolfgang Amadeus» y «Mozart, W. A.». De hecho, con la búsqueda por palabra clave, la inversión de los apellidos también es innecesaria y el tratamiento de nombres islandeses o árabes se simplifica mucho. Las reglas para la elección del elemento inicial en apellidos com-puestos y nombres con prefijos se hacen innecesarias. Igualmente, la regla. para las entidades subordinadas puede requerir que estos organismos tengan siempre el asiento como subdivisiones y que en el encabezamiento se incluya la jerarquía completa de las entidades principales. Cualquier persona que busque alguno de estos encabeza-mientos utilizando palabras clave puede iniciar la búsqueda con el nom-bre de la subdivisión y tantos términos de las entidades principales como sean útiles para su especificación. Wajenberg pone el siguiente ejemplo: cualquier persona que busque publicaciones de la agencia llamada “Kidney Disease Branch” puede introducir el nombre directamente, pero si ade-más existen otras agencias con ese nombre y se recuperan demasiados documentos extraños, la búsqueda puede aquilatarse añadiendo términos de los nombres de cualquiera de las entidades principales en la jerarquía corporativa: “United State-Dep. of Health and Human Services-Public Health Service-Division of Chronic Diseases -Kidney Disease Branch”. Sanders ha señalado que, en algunas ocasiones, las, codificaciones MARC de los títulos uniformes como «autores» (clásicos anónimos, Biblia, libros sagrados, etc.) puede interferir con la recuperación del catálogo en línea. El autor sugiere que la codificación MARC de los títulos uniformes puede derivar de las prácticas de mecanografiar las fichas y alfabetizar el catálogo y cree que es urgente una codificación más racional, que facilite el acceso en los catálogos en línea, que suelen incluir los puntos de acceso en un índice de autores y en otro de títulos. No obstante, es consciente de que hay obstáculos para ese cambio, siendo el más importante el problema de la conversión de estos campos en los registros existentes en línea. A este respecto, Hagler piensa que esta situación deriva de que el MARC original - basado en el formato de ficha- precedió a la racionalización del título uniforme como un principio general en las AACR2, sin duda la contribución al control bibliográfico más significativa de Lubetztky. El resultado ha sido que el título uniforme (que es siempre un punto de acceso o parte de uno) a menudo aparece numerado en la estructura de codificación como si fuese un elemento descriptivo (que no lo es nunca). Esto ha perpetuado serios problemas de conocimiento, presentación y ordenación de títulos uniformes. Incluso los bibliotecarios de referencia pueden confundirse cuando este anacronismo de etiquetación se produce en unos títulos uniformes mal intercalados en el producto de una base de datos MARC. Gorman,. por su parte. ha denunciado lo que considera el más impor-tante de los detritos que siguen portando las AACR2 y las AACR2R de los códigos previos: el que dicta que debe capitalizarse la primera palabra que sigue a un artículo inicial en un título que es punto de acceso prin-cipal llegando a denominarlo «una pieza del sinsentido que debería haber desaparecido antes de la guerra de Hitler» Por supuesto, estas reglas son apropiadas sólo para catálogos con posi-bilidad de búsqueda por palabra clave y file:///C|/Licad/modulos/Modulo Inicial/eje2/bibliografia/023.htm (11 of 13) [27/03/2002 09:00:33 a.m.]
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truncamiento hacía la derecha. Desgraciadamente, la normalización en los interfaces de los catálogos en línea es escasa y no todos permiten estas posibilidades. De ahí que el pro-pio Wajenberg señale que hasta que las formas de búsqueda en los catá-logos en línea no esté más normalizada puede ser prematuro cambiar las reglas. De cualquier forma en los catálogos en línea continúa siendo nece-sario permitir el acceso a los registros a través de diferentes nombres y for-mas de los nombres, pero esta función; desempeñada tradicionalmente por las referencias, en la actualidad no se logra sólo a través de éstas. Ahora existen otras opciones que ya han sido exploradas. El acceso a tra-vés de claves de búsqueda alternativas puede lograrse:
1. continuando con el uso de las referencias tradicionales; 2. incluyendo todos los nombres variantes y todas las formas del nom-bre en un registro; y 3. construyendo un fichero de autoridad que incluya todas las formas alternativas y desarrollando un programa que permita recuperar los registros siempre que se utilice la forma alternativa como clave de búsqueda
Gorman ha ofrecido una solución no sólo al problema semántico del asiento principal, sino a las restricciones del desarrollo de los catálogos en línea causadas por el diseño de archivo lineal usado habitualmente. El autor considera que el catálogo es un concepto multidimensional de registros normalizados para la unidad bibliográfica (el documento) que está vinculado a paquetes de información de autoridades no sólo para los nombres sino también para las materias y los títulos de las obras. Prevé una forma de citación normalizada para cada obra que puede reempla-zar el concepto de. asiento principal. Esta citación debe incluir la forma normalizada del nombre del autor (cuando sea aplicable) y la forma nor-malizada del título de la obra. Estas formas normalizadas deben actuar como un medio de agrupar información en estos paquetes que son una especie de registros de autoridad expandidos. Toda la información de los paquetes puede servir como puntos de acceso a la información bibliográfica por medio de un complejo sistema de enlace basado en las rela-ciones bibliográficas. Qddy señala que, en el futuro, el catalogador tendrá que usar su destreza y experiencia profesional para identificar y codificar los elementos de un nombre: apellido, nombre de pila, patronímico o título nobiliario, por ejemplo. Los prograrnas automatizados podrán permitir entonces que estos elementos codificados sean expresados como un encabeza-miento de acuerdo a cualquier conjunto de reglas de catalogación selec-cionado. De esta manera, el nombre podrá ser analizado y almacenado sólo una vez, pero puede aparecer tantas veces y de tantas formas como sea preciso para diferentes colecciones o comunidades de usuarios. Taylor señala que la consecuencia de la consistencia registro - registro y catálogo – catálogo, ha sido la amplia aceptación de nombres uniformes o autoridades de nombres. De ahí que Brunt piense que los códigos de catalogación deberían, en sus capítulos de referencias, incorporar direc-trices para el establecimiento de los ficheros de autoridad, su prepara-ción en formatos automatizados y la aplicación en los catálogos en línea. Además de prescribir el contenido de los registros en tales ficheros, debe-rían darse pautas sobre las fuentes de información preferidas y, de esta manera, establecer la consistencia del control en el catálogo en línea. Esta propuesta coincide con la realizada por Bourdon, tras llevar a cabo un estudio de los ficheros de autoridades elaborados por las principales agencias bibliográficas nacionales. La autora ha señalado que el hecho de que los ficheros de autoridad estén completamente ausentes de unas reglas de catalogación tan ampliamente utilizadas como las AACR2, o que sim-plemente se mencionen en las definiciones de algunas normas nacionales, cómo las francesas, parece acreditar la tesis según la cual estos ficheros no modifican en nada los principios de establecimiento de encabezamientos de autoridad, de formas relacionadas y de formas file:///C|/Licad/modulos/Modulo Inicial/eje2/bibliografia/023.htm (12 of 13) [27/03/2002 09:00:33 a.m.]
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asociadas. La proximidad entre las reglas para la descripción bibliográfica y las reglas para el establecimiento de los registros de autoridad permitiría, sin embargo, poner en evidencia los vínculos que las unen y mantener una cierta coherencia entre ellas. Como señala Bourdón, «el registro de autoridad prolonga el registro bibliográfico y se inspira en él». En su opinión, seria preciso que las reglas nacionales de catalogación diesen instrucciones precisas sobre la manera de tratar las formas de autoridad provenientes de catálogos extranjeros cuando éstas no son compatibles con estas reglas y así «se ganaría en coherencia a nivel nacional». Asimismo, la autora cree que la terminología de los ficheros de autoridad podria retomarse en las reglas de catalogación con el fin de que todos los.profesionales hablen el mismo idioma. Una opinión opuesta es la mantenida por Carpenter, quien ha denun-ciado que la catalogación tradicional se ha desarrollado sobre un error: la metáfora de una presentación en forma fija ha provocado una ramificación global de la teoría para la forma. Este fue un error necesario, ya que la presentación en forma fija requiere un encabezamiento uniforme para trabajar fácilmente. En la época moderna, en opinión de Carpenter, este error fue beati-ficado en la «Mención de principios» aprobada en la Conferencia de París de l961 y fue canonizado con la separación entre los formatos MARC de autoridades y bibliográficos, con dos desventajas:
1. la ruptura de la relación lógica entre los encabezamientos para regis-tros bibliográficos y los datos para establecer su forma de una mane-ra particular, y
2. el aislamiento de la forma establecida de los nuevos registros bibliográficos ha permitido introducir encabezamientos inconsistentes en la base de datos nacional: el hecho de que el nombre de Huey Long se encuentre en tres formas diferentes en la base de datos de OCLC --con la consecuente dificultad de encontrar materiales de Long- es un legado de la separación de los registros bibliográficos y los de autoridad.
De las dos desventajas de la separación de los formatos bibliográficos y de autoridades, la primera - la pérdida de las relaciones lógicas- pro-bablemente ha causado el daño a más largo plazo. La segunda desventa-ja que permite que encabezamientos no uniformes sean introducidos en una base de datos construida sobre la base de los encabezamientos uniformes - puede limpiarse con el correspondiente esfuerzo. Carpenter propone, en definitiva, el abandono de los encabezamien-tos uniformes. Para ello hay que revisar ampliamente nuestra terminología para corregir el error y adaptar la teoría de la catalogación a un verdadero entorno en línea. Por ejemplo, en vez de tratar las referencias hacia una forma fija del nombre, debemos hablar de vínculos entre las distintas formas. La flexibilidad ofrecida por los distintos tipos de vínculos permitirá a los usuarios del catálogo reunir sólo aquellos materiales que desean en vez de ahogarse en un mar de materiales asociados con nombres no buscados y no esperados. Así ya no estarán a merced de las reglas de catalogación para las decisiones arbitrarias sobre lo que constituye la entidad del material que buscan.
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