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Memoria IV Foro Colima y su Región Arqueología, antropología e historia Juan Carlos Reyes G. (ed.) Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2008.
El origen indígena de Colima. Abelardo Ahumada Cronista Municipal de Colima
Introducción. Durante largo tiempo, muchos de los historiadores locales han empeñado su esfuerzo en tratar de dilucidar dos cosas: la primera concerniente a la fecha de la fundación de la Villa de Colima; la segunda el lugar donde se fundó la misma. Como no existe ningún documento que precise cualquiera de los dos aspectos, hay opiniones divergentes. No obstante lo cual, algunos de los historiadores de Jalisco, Michoacán y Colima que estaban activos a mediados del siglo pasado, participaron “en la sesión vespertina del Primer Congreso de Historia Regional, que tuvo lugar en el Salón de Sesiones de la H. Cámara de Diputados, en el Palacio de Gobierno de Colima, el día 23 de agosto de 1957”,1 donde después de haber atado un cúmulo de cabos sueltos, llegaron, puede decirse, a una especie de común acuerdo expresado en dos conclusiones. Mismo que al parecer fue leído por don Luis Páez Brotchie, originario del vecino Jalisco: … que la primera fundación de la Villa de Colima ocurrió a mediados de 1523, y su traslación al asiento de Tuspa, a más tardar el 20 de enero de 1527…, por lo que desde entonces bautizose con el nombre de Villa de San Sebastián de Colima.2 1
A primera vista más de algún lector podría señalar que los hechos de la historia no pueden ser cimentados en “acuerdos” asumidos por historiadores, pero se podría argüir en descargo de ello que cuando no hay datos ni documentos precisos que prueben, como es el caso, la exactitud de una o más fechas, es válido exponer y cruzar información entre los estudiosos para llegar lo más cerca que se pueda a la verdad histórica, sabedores de que la Historia no es una ciencia exacta, aunque procure serlo. Ahora bien, si se observa con cuidado el párrafo anterior, el lector verá que lo único que realmente se está exponiendo en él son las más fechas probables de la / o las fundaciones de la Villa de Colima. Y todo ello no fue bordado en el aire, sino cimentado en los datos que hasta entonces (y hasta la fecha, agrego yo) se habían conocido. De tal manera que las expresiones “a mediados de”, y “a más tardar en”, son válidas en la medida que justifican dicha aproximación a la verdad histórica. Pese a todo, sin embargo, algo le falló a esa junta de notables de la historia regional, y fue el haber omitido que el original Colima fue indígena y no español. Siendo esta la tesis que pretendemos demostrar. Antes, sin embargo, de seguir adelante quiero dejar muy claro que las tesis expuestas por los referidos historiadores participantes del Primer Congreso de Historia Regional que mencionamos al principio me parecen razonables y creo que fueron sustentadas tan sólidamente como se pudo sustentar, dada la mencionada carencia de documentación fehaciente. Por eso, de entrada preciso que no intentaré rebatirlas sino resumirlas, actualizarlas y complementarlas con mis propias indagaciones, para que con un mayor número de datos unidos podamos tener una visión más amplia de los hechos que se analizan y, en su caso, llegar a la conclusión de que las dos villas de Colima pobladas por los españoles no fueron fundaciones sino re-fundaciones asentadas sobre las ruinas y los cimientos de dos pueblos prehispánicos.
La argumentación de la mesa redonda de 1957. Comenzaré este primer capítulo resaltando que el “a mediados de”, y el “a más tardar en”, fueron dos expresiones probabilísticas que tienen una cimentación sólida y aceptable. Y que dicha sustentación se logró tras hilar los siguientes razonamientos: El primero, que fue el capitán Juan Rodríguez de Villafuerte quien hizo el primer intento de entrar al territorio colimeca, y que lo hizo sin permiso de Hernán Cortés, en una fecha que nunca se mencionó en el documento que hace alusión. El segundo, que las fuerzas de tal capitán fueron desbaratadas por el rey, tlatoani o cacique de Coliman en esos
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mismos e indeterminados días. Y el tercero, que cuando Cortés fue informado de ello, tanto él como Sandoval se hallaban en la provincia de Pánuco, pacificándola. Datos con los que dichos historiadores pudieron concluir que no fue ese primer intento de conquistar Coliman en 1522, como durante mucho tiempo se había creído, sino en 1523, porque para fortuna nuestra sí hay otros documentos que prueban que las acciones de Pánuco se realizaron aproximadamente a principios del mes de marzo de 1523. Por mi parte, analizando el texto de la Relación de Michoacán y otros de los que no dispusieron en su momento los participantes del Primer Congreso de Historia Regional, he podido deducir que, dadas las distancias y los tiempos de traslado que se requerían en aquella época, la incursión de Rodríguez de Villafuerte a Coliman sólo pudo haber ocurrido antes del marzo que ellos mencionan, es decir, entre enero y febrero de ese mismo año, o cuando muy atrás en diciembre del anterior.3 Afortunadamente Cortés escribió además que cuando venía de regreso (finales de marzo) desde Pánuco a México, fue cuando recibió la noticia de que tanto la provincia de Tututepeque [Oaxaca], como la región de Impilcingo [Acapulco] se habían rebelado también, y que los naturales de aquellas provincias les estaban provocando mucho daño a los españoles que él tenía residiendo en ellas. Más adelante, abundando sobre ese punto, explicó en su carta del 15 de Octubre de 1524 al rey, que, en cuanto llegó de Pánuco a México, aunque la gente que iba con él “no estaba muy descansada, porque hay de una mar a otra doscientas leguas por aquel camino”,4 reunió inmediatamente veinticinco hombres de a caballo y setenta y ocho de a pie, junto con un capitán, del que más tarde se sabría que fue Gonzalo de Sandoval, para mandarlos primero hacia Acapulco, con la intención llamar a los impilcingas o impilcingos al orden, o pacificarlos a fuerzas; y después a Zacatula para que, ya allí: ... con la gente que llevaba, y con la que más de allí pudiese sacar, fuese a la provincia de Colima, donde en los capítulos pasados dije que habían desbaratado a aquel capitán y la gente que iba de Mechoacan.5 Con estas bases por delante, sigue siendo posible deducir también que las fuerzas de Sandoval sólo habrían podido salir de la capital de la Nueva España en los últimos días de marzo o en los primeros de abril, y que, dadas igualmente las distancias que hay entre México y el territorio Impicilingo, y entre éste y Zacatula y Tecoman; más los hechos realizados y los tiempos gastados en cada parte, sólo habrían podido entrar a Colima también hacia finales de mayo, o tal vez a principios de junio de ese año. Considerando además, que Sandoval envió a Cortés desde algún punto de las tierras conquistadas (probablemente desde Tecoman o Caxitlan o incluso desde el puerto de Tzalagua), una relación de los hechos, y que en respuesta Cortés le re-envió a Sandoval la instrucción para buscar “un asiento que fuese bueno” para fundar una villa que llevase el 3
nombre de Coliman,6 puede muy bien aceptarse que haya sido hacia finales de julio cuando Sandoval dio cumplimiento a dicha instrucción; dado que lo que se tardaba un correo en ir de Colima a México y regresar, no eran menos de 40 días, según hay otros documentos posteriores que lo explicitan. Ahora bien, como la población de Caxitlan se caracterizó durante todo el siglo XVI por tener numerosas huertas de españoles plantadas allá, como la parroquia de allí mismo estuvo dedicada al Apóstol Santiago, como mucho se manejó en ese tiempo la existencia de una “Villa Vieja”,7 y como los conquistadores españoles solían dar a las poblaciones fundadas o re-fundadas por ellos, el nombre del santo cuya festividad se celebraba en la fecha de su llegada, dichos historiadores decidieron, a falta de más precisos datos, adoptar el 25 de julio, fecha de la fiesta de Santo Santiago, como la más probable en que la primitiva Villa de Colima pudo haber sido fundada. Y con eso se quedaron, pero enseguida tendría que dilucidarse el lugar.
Las otras tesis. Algunos de los participantes del Primer Congreso Regional de Historia que comentamos, pensaron de antemano que el lugar escogido por los españoles para establecer su primera villa tendría que haber sido el mencionado Caxitlan, pero hubo unos antes y otros después que han dicho que no, y al respecto aún hoy se mantiene esa divergencia. La tesis o versión más antigua y extendida que se ha manejado sobre el / o los sitios fundacionales habla de la existencia de dos villas sucesivamente fundadas, y toma como base el siguiente texto del licenciado Lebrón de Quiñones, redactado en 1554, luego de haber visitado la segunda con ese nombre: Aquella Villa de Colima se fundó hará treinta y dos años, poco más o menos, en otro sitio siete leguas del que al presente tiene; el cual dicho asiento primero estaba a una legua o legua y media de la mar del sur; pobláronse entonces más de ciento veinte españoles y en ese sitio estuvieron poblados dos años, poco más o menos y luego se despoblaron de este punto y se fueron al que actualmente tienen, que es el sitio donde solía estar poblado el pueblo de Tuspa; pasáronse a este sitio, por estar más cerca de las minas de oro y ser mejor que el primero y tener mejores tierras y ejidos. Habrá al presente hasta cuarenta y ocho vecinos casados, y de éstos no residen en esta Villa los diez [ni siquiera diez]; y de los vecinos antiguos que poblaron al principio, todos los más han muerto y los otros 4
viven fuera de esta Villa y provincia; y solamente han quedado de los españoles antiguos seis; [de] los [que] tres residen al presente en la dicha Villa, y los otros tres son de los que han declarado que tienen pueblos pero no han residido.8 Por otro lado, cincuenta años antes de que se celebrase este primer congreso del que he venido hablando, el doctor Miguel Galindo, valiéndose de documentos nunca nombrados, o interpretados tal vez muy a la ligera, en 1923 aventuró la idea de que cuando: ... la mayoría [de los conquistadores] optó volverse a Méjico (sic) con Sandoval a recibir órdenes para nuevas expediciones... algunos, en vista de la fertilidad del suelo y de la hermosura del paisaje, determinaron quedarse y, concedido el permiso por Sandoval, escogieron el lugar en donde deberían formar sus habitaciones, y la elección recayó en el sitio que actualmente ocupa la capital del Estado, retirado un tanto de las congregaciones indígenas, a quienes en los primeros momentos y con toda justificación veían con desconfianza, y en las frondosa y pintorescas márgenes del Río de Colima, en donde desde luego procedieron a formar las primeras chozas de madera y zacate, a reserva de construir después habitaciones de terrado.9 Un poco siguiendo al doctor Galindo y ateniéndose a una de las interpretaciones toponímicas del término Coliman que alude a la idea de estar situada “en el recodo del río”, el también doctor, pero en Historia, José Miguel Romero de Solís, maneja una versión parecida, desacreditando la versión de Lebrón, y declarando a su vez que hubo una sola fundación en el sitio preciso donde hoy se halla la ciudad de Colima: “En tanto no aparezcan nuevos argumentos, en nuestra opinión, Colima se fundó originalmente donde hoy la conocemos: en el recodo del río y al pie de los volcanes”.10 Inclinándose por su parte hacia el testimonio de Lebrón, el profesor Felipe Sevilla del Río expresó: Dominada la resistencia de los Colimecas, Sandoval; acatando las órdenes de Cortés fundó la Villa de Coliman en términos de Tecomán, muy probablemente el 25 de julio de 1523, escogiendo como asiento para la nueva puebla un lugar a la ribera del río Grande de Caxitlán, hoy de Armería, como a dos leguas de distancia de la Mar del Sur. 11 Coincidiendo con ello en lo de “en un recodo del río”, mas no en lo de “al pie de los volcanes”, sino a una o dos “leguas del mar”. Complementariamente, siguiendo muy de cerca las noticias que Hernán Cortés dejó escritas en sus Cartas de Relación, Sevilla añadió que la nueva puebla inicialmente se había conformado “con 145 invasores europeos, de los cuales 25 eran de a caballo”, y que “la traza y fundo se proyectó en las cercanías de 5
Caxitlán, uno de los principales poblados de la región, populoso, rodeado de tupida vegetación y extensas tierras de humedad, muy apropiadas para el laboreo y el cultivo de árboles frutales”.12 Aunque, de hecho, no se encuentren documentos que expresamente otorguen a Caxitlan la categoría de capital del cacicazgo de Coliman; aunque el documento de Lebrón sea tan impreciso respecto al nombre de la población fundada por los conquistadores y sólo diga que dicha primera villa estuvo “a legua o legua y media de la mar del sur”; aunque finalmente se deba reconocer “la absoluta falta de detalles sobre el traslado de la villa” y no se tenga “alguna noticia siquiera mínima sobre la situación en que quedara la puebla recién abandonada, a la que después designaron como la Villa Vieja”,13 no parece prudente ni razonable descartar las referencias que dio el licenciado Lebrón de Quiñones, pues, aparte de haber sido extremadamente puntilloso y legalista, contó, como se puede deducir de su cita, con el testimonio de cuando menos tres de los viejos españoles que fundaron la villa española de Colima. Mismos quienes, al revisar él las cédulas mediante las que ejercían su propiedad sobre algunos pueblos de la región, tuvieron que haberle contado muchos detalles acerca de lo acontecido. Y muy particularmente el dato de que en la primitiva villa “estuvieron poblados dos años, poco más o menos”, como lo anotó. Ello sin dejar de observar que en ese mismo envío de datos, el licenciado Lebrón estaba presentando al rey de España todo un censo de la población castiza existente cuando él estuvo viviendo unos días, o tal vez semanas, en la segunda Villa de Colima. Así, pues, sólo por repasar el dato, detengámonos un poco en la revisión del texto ya comentado: Habrá al presente [recuérdese que la Relación Sumaria está fechada el 10 de septiembre de 1554] hasta cuarenta y ocho vecinos casados y de éstos no residen en esta Villa los diez [ni siquiera diez]; y de los vecinos antiguos que poblaron al principio, todos han muerto y los otros viven fuera de esta Villa y provincia; y solamente han quedado de los españoles antiguos, seis; los tres residen al presente en la dicha Villa y los otros tres, son de los declarados que tienen pueblos y no han residido... Todos los demás españoles son advenedizos [aquí significa recién llegados], de poco tiempo acá y los más mestizos y gente de poca suerte.14 A todos los que tenían tierras les revisó meticulosamente los documentos con que acreditaban o pretendían acreditar la posesión legal de los diferentes pueblos y terrenos que usufructuaban. Revisión de la que habla en un “Cuaderno de Cédulas y Derechos”15 anexo a su Relación Sumaria. Donde se ve claramente que mencionó por igual tanto a quienes sí tenían la documentación correspondiente, como a los que carecían de ella; tal y como se puede observar en los siguientes ejemplos: 6
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Manuel de Cáceres, vecino que fue de la Villa de Colima, tuvo hasta que falleció, seis pueblos de la provincia de Colima, y fallecido, quedaron a Alfonso Cáceres, su hijo (...) Min de Monjaraz, tutor de dicho menor, presentó un mandamiento de Alonso de Estrada, Gobernador que fue de esta Nueva España y los pueblos que ha tenido y el mandamiento es este que sigue: Maquilí, Tlatién...16 ● Juan Alcalde, parece que se ha servido de los pueblos de Ostula, Coxumatlan (...) Declara el dicho Juan Alcalde no tener cédula de encomienda...17 ● Jorge Carrillo, ha tenido los pueblos de que se hará mención; y presentó una cédula de Hernán Cortés... Amatlan, Tecocitlan... 18 ● Juan Fernández... presentó dos cédulas de Encomienda... [una para el pueblo de Masmuglatla], dada a once de diciembre de mil quinientos y veinte y tres años [por] Hernán Cortés... [Y otra para] el pueblo de Ocotlan con otros sujetos de la provincia de Tepetitlan ... por mandato de su Merced, Alfonso Lucas, Escribano de su Majestad... [el] ocho de octubre de mil y quinientos y veinte y siete años.19 Cerca del final de su “Cuaderno de Cédulas y Derechos”, el Oidor explicó por su propia mano la totalidad de los que pudieron acreditar sus posesiones, y lo mismo de los que no: Por manera que sacada por minuta la suma de los pueblos que han tenido y poseído particulares, sin titulación ni recurso alguno... suman cuarenta y [siete] pueblos, y de los que parece han [tienen] cédulas son veinte y cuatro. Dado lo cual, y para corregirlo, agrega más adelante: Se suplica a V. A. por vuestro Bisorrey desta Nueva España, las mande decir y proveer [las nuevas o segundas encomiendas], lo más [pronto y] servido que sea y cesen [así las] muchas cautelas y pleitos [que por falta de ellas se dan].20 Como se puede apreciar, Lebrón pudo haber sido extremadamente puntilloso y legalista, pero no proclive a inventar cosas ni a mentir sobre lo que afirmaba. De ahí que, insisto, si tuvo que interrogar a todos los vecinos de la Villa de Colima, incluyendo a los tres que habían sido conquistadores de la región y todavía residían en ésta, muy difícil será que encontremos mejores testimonios que los por él recabados en ese sentido. Por lo tanto, no hay nada que nos impida inferir que no hubo dos villas. Habiendo sido la primera, fundada por Sandoval, cerca de legua y media del mar, probablemente en julio de 1523, y 7
una segunda, trasladada entre 1525 y 1527 al lugar donde a la fecha se halla la ciudad de Colima.
Pruebas accesorias. Para documentar esto último cabe señalar que, como ya lo habíamos anticipado, conforme avanzaba el siglo XVI, se siguió reconociendo la existencia de una población abandonada en las llanuras costeras de Tecoman, tal y como se mira en “la merced de una estancia para ganado mayor, otorgada por el virrey don Luís de Velasco el 3 de abril de 1591, a favor de Juan Monroy”, cuyas tierras se hallaban, precisamente: ... en la costa de la mar del Sur, al pie de un cerrillo, junto al Río Grande, que van del valle de Caxitlan a unos edificios antiguos, en términos donde solía ser el pueblo de Caxitlan, como salen de él para el pueblo de Santiago [Santiago Tecoman], camino derecho.21 Misma población y camino que pudieran ser los que se mencionan en ese otro documento más antiguo aún (con fecha del 26 de enero de 1545), en el que “Juan de la Torre, escribano de sus Majestades” y escribano público de la villa de Colima da fe de la compra de: ... un pedazo de tierra en el valle de Xucutlan, camino de la Villa Vieja, al pie de la sierra de Colimote, de la una parte, e de la otra el río grande; que ha [tiene] por linderos una parte de las sementeras de los indios de Tecolapa.22 Población que muy bien pudiera ser también aquella que mencionaron la Reina de España y su Escribano, en la Cédula Real, fechada el 26 de junio de 1530, donde otorgaban “Armas” para Jerónimo López: Los españoles tuvisteis un gran reencuentro de batalla con los naturales que estaban retraídos e fortalecidos en la dicha población de Tucuman (por Tecoman), en el cual dicho término se fundó una villa de españoles, en la cual vos residisteis.23 Si, a diferencia de esta circunstancial precisión no hubo posteriormente acta o noticia alguna que explicara el cómo, el cuándo y el porqué del traslado de esa villa de españoles hacia el lugar que finalmente ocupó en el arranque de las faldas del volcán, ello pudo deberse, simplemente, a que Cortés haya ordenado o autorizado, mediante un documento perdido, el cambio de lugar, del mismo modo como lo hizo en su caso con el pueblo de Segura de la Frontera, o porque aquella mudanza de un sitio a otro, no demasiado lejos, por lo demás, se haya podido haber dado en forma espontánea y paulatina, y no por 8
acuerdo de cabildo y de una sola vez, sino respondiendo a la simple comodidad y a los intereses de los vecinos, y no a una razón de conveniencia militar o de tipo político. Por ser muy significativo para clarificar el caso, citaré la nota correspondiente al cambio de sitio de Segura de la Frontera, donde se verán incluso frases de Cortés muy similares a las que utilizó cuando le dio a Sandoval instrucciones para fundar la Villa de Colima: Porque en la relación que a vuestra cesárea majestad hice de cómo había enviado a Pedro de Alvarado a la provincia de Tututepeque, que es [junto a] la mar del sur, no hubo más que decir de cómo había llegado a ella y tenía presos al señor y a un hijo suyo, y de cierto oro que le presentaron... [sepa Usted] que, en respuesta de estas nuevas que me envió, le mandé que luego en aquella provincia buscase un sitio conveniente y poblase en él; y mandé también que los vecinos de la villa de Segura de la Frontera [que hasta entonces pertenecía Tepeaca, en el actual estado de Puebla] se pasasen a aquel pueblo, porque ya del que estaba hecho no había necesidad, por estar cerca de aquí; y así se hizo, y se llamó [este nuevo] pueblo Segura de la Frontera, como el que antes estaba hecho. 24 Así, pues, nada nos impide manejar la posibilidad de que si los colonos españoles encontraron suficientes motivos para cambiar de sitio a su original Villa de Colima, lo hayan hecho como los vecinos de esta Segura de la Frontera, tal y como el mismo Lebrón lo explica: “Pasáronse a este sitio por estar más cerca de las minas de oro y ser mejor que el primero y tener mejores tierras y ejidos”.25 Lo cual implica dos poderosas razones de utilidad y comodidad que, como acabamos de ver, muy bien pudieron valer la erradicación del primer pueblo y su traslado a otro sitio. Razones, asimismo, que permiten cerrar de una buena vez un capítulo de la historia local que tantas distracciones ha dado a los historiadores, quitándoles tiempo y ganas para ocuparse de otros asuntos más trascendentes.
El altar de San Sebastián y la segunda villa. Para quienes hayan aceptado la idea de las dos villas sucesivas de Colima, pero sigan manteniendo su preocupación tocante a las fechas en que hayan podido ocurrir todos estos acontecimientos, e insistan en indagar cuál haya podido ser la fecha definitiva de la re-fundación de la Villa de Colima, yo le propondría tomar por buena la propuesta hecha por los historiadores del Primer Congreso Regional de Historia de 1957, en el sentido de pudo haber sido el 20 de enero de 1527, fiesta de San Sebastián y San Fabián, en honor 9
de los cuales había un altar en la capilla de Colima, y por considerar que, durante algunos años, la dicha villa llevó, precisamente, el nombre de Villa de San Sebastián.26 Y para fortalecer el ánimo de los paisanos sobre esta hipótesis, mencionaré los tres datos básicos que sirvieron para establecer ese 20 de enero como la fecha también más probable de la segunda fundación de Colima. En primer término se refiere la existencia de una cédula de encomienda del pueblo y los indios de Comala, emitida para Bartolomé López, el 30 de diciembre de 1527, por el Tesorero y Gobernador de la Nueva España, Alonso de Estrada. En la cual se menciona por primera vez a Comala en toda esta documentación, y además muy cerca de la Villa de Colima: Por la presente deposito en vos, Bartolomé López (...) el pueblo de Comala que es junto a la dicha villa (de Colima) para que os sirváis de él en vuestras haciendas y granjerías conforme a las ordenanzas sobre este caso hechas.27 Referencia de cercanía que no podría haberse dado si la Villa de Colima continuara ubicada “en los términos de Tecoman”, como la ubicó la reina en el documento de otorgación de armas para Jerónimo López. Otros de los puntales que soportan esta tesis aparece en un testamento de quien fuera, si no el primero, sí uno de los primerísimos curas que se hizo cargo de la parroquia de Colima: el padre Francisco de Morales, fallecido en diciembre de 1536. El escrito, hecho por Alonso de Arévalo como testador nombrado por el cura moribundo, en una de sus cláusulas dice: Mando [que] el cuerpo del dicho clérigo difunto sea enterrado vestido con su amito, manípulo, estola y sobrepelliz e un cáliz e patena de cera; e que sea sepultado junto al altar mayor de la iglesia mayor de esta dicha villa, que se dice Señor Santiago.28 Mención que sirve para confirmar el 25 de julio, fecha en el santoral del Señor Santiago, como la fecha fundacional primera. Por otro lado, referido al posterior nombre de Villa de San Sebastián y la fecha probable del 20 de enero, el tercer dato aparece en un documento fechado en mes de noviembre de 1569, en el que un vecino de nombre Luis de Grijalba, hace saber a las autoridades de aquel tiempo que “el señor don Alonso Morales de Molina, obispo de Mechuacan”, al cual pertenecía la parroquia de Colima, le hizo “merced” [le dio permiso], para que fueran sepultados él y sus herederos: ... el altar que está en la dicha iglesia de esta villa, como entramos por la puerta principal a mano izquierda, que ha de ser el de la advocación de San Fabián y San Sebastián, que es el que está más cercano a el altar mayor.29 10
Mismo que, correlacionado con el hecho de que inicialmente a la Villa de Colima se le mencionaba también como Villa de San Sebastián de Colima, nos hace reivindicar la fecha del 20 de enero como la más probable también de la refundación de la villa española de Colima, en la medida de que la festividad de San Sebastián y San Fabián se conmemoraba y se sigue conmemorando en esa fecha. Pero muy aparte de todos estos interesantes datos y referencias, si uno revisa bien la secuencia de los acontecimientos, ha de caer en la cuenta de que, como lo expusimos al principio, el asunto de la fecha de la fundación y /o la refundación de Colima por los conquistadores no es ni siquiera muy relevante, máxime si admitimos también que el verdadero origen de Colima es (o fue), neta y exclusivamente indígena. Siendo esto algo que no se ha valorado aún y se ha perdido, hasta el momento, en la bruma espesa de los tiempos. Dato, sin embargo, que quedó bastante explícito en la orden dada por Cortés a Sandoval, en el sentido de que a la villa de españoles que él habría de fundar le tendría que poner “Coliman, como la dicha provincia”30 se llamaba.
El Tuspa indígena que se movió para que naciera el Colima español. A propósito de esto último hay otro dato interesante que nos puede poner sobre la pista del origen indígena de Colima, el cual aparece también en un párrafo del licenciado Lorenzo Lebrón de Quiñones que ya habíamos comentado arriba: "Aquella Villa de Colima se fundó hará treinta y dos años, poco más o menos… y luego se despoblaron de este punto y se fueron al que actualmente tienen, que es el sitio donde solía estar poblado el pueblo de Tuspa”.31 Si como dice aquí, la Villa de Colima en que Lebrón habitó (y en la que estuvo de regreso en 1556), era la segunda y definitiva, ¿cuál es, o pudo haber sido el pueblo indígena de Tuspa que él dice “solía estar” allí? Luego ¿existe alguna otra referencia que nos brinde señal al respecto? La referencia más antigua que parece existir sobre el Tuspa de nuestra región (porque hay otros Tuspa o Tuxpan en Jalisco, Nayarit, Michoacán y Veracruz), la mencionó, según parece, don Alfredo Chavero en 1884, citando unos Anales que describen la “peregrinación tolteca y la genealogía de sus reyes”, donde dice que éstos “fundaron Xalisco el año 10 tochtli ó 618”, y que, luego, siguiendo hacia el oriente, como se los había ordenado “su sacerdote Huemac… fundaron Chimalhuacan Atenco el ce tochtli, 622… [y] de allí pasaron á Tóchpan, que está al oriente de Colima, el 6 ácatl, 627, siendo su descubridor Mazátzin”.32
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En este párrafo, como se puede observar, no es la presunta fuente tolteca la que indica que ese Tóchpan tolteca “está al oriente de Colima”, sino una acotación de don Alfredo Chavero, un muy culto e inquieto personaje que veintitantos años antes de escribir ese texto había visitado la región, publicando incluso en 1864 su reseña de un Viaje a Colima y una descripción de El Manzanillo.33 Por lo que se puede pensar que Chavero dedujo que el Tóchpan de los toltecas estuvo, desde un principio, allí en donde él vio el Tuxpan de Jalisco que también nosotros conocemos. Sin que se haya puesto a reflexionar en un posible cambio de radicación de ese Tuxpan visto por él. Ahora bien, volviendo al texto de Visitador Real, la expresión “solía estar” indica que ahí estuvo pero que ya no estaba. De ahí que si Tuspa ya no estaba cuando Lebrón visitó la Villa de Colima, quiere decir que ese Tuspa había desaparecido, que su gente se había mudado de lugar o que, simplemente, habían sido desplazados de allí por otras gentes o por otras causas. Datos posteriores de ese mismo siglo XVI nos indican que la Villa de Colima era “de españoles”,34 por lo que podemos inferir que pudieron haber sido ellos quienes despojaron a los tuspecos (o tuspanecos) de sus tierras, o que hubo algún otro motivo que obligó a los naturales a retirarse de allí, dejando el campo libre a los españoles para fundar su villa en ese pueblo abandonado. ¿Pero realmente habrá ocurrido alguno de estos dos posibles eventos? Romero de Solís no admite, para comenzar, la existencia del pueblo de Tuspa donde, según Lebrón, se asentó la Villa de Colima, y sólo admite la existencia de otro Tuspa que al parecer estaba “en las salinas”. Y funda su negativa sobre el que Lebrón menciona en un comentario del padre Joseph Morales, autor de la Descripción de Ixtlahuacán, fechada el 12 de septiembre 1778, y de quien cita expresamente lo siguiente: Muchos pueblos me dicen que existieron, y aún se dejan ver vestigios [como ciertos] muros arruinados [e] inmediatos al mar, con los cuales presúmese se defenderían del enemigo cuando asaltaba, pues hay tradición que por ese motivo desampararon los indios que le habitaban a un pueblo llamándose Tuspan, transportándose a otro terreno, al que llamaron con el mismo nombre y en donde hasta el día de hoy se mantienen.35 Pero si observamos con detenimiento el texto completo del que Romero obtuvo esta cita parcial, nos podremos dar cuenta, sin embargo, que estos párrafos se pueden interpretar, en lo que toca a Tuspa, de una manera enteramente diferente, por no decir exactamente al revés. Ello porque cuando el padre Morales estaba haciendo tal comentario, no se estaba basando en algo por él conocido, sino, como bien precisa, en lo que le decían sus informantes. Por otro lado, cuando hablaba de “muchos pueblos que existieron”, de los 12
cuales en 1778 había aún ciertos vestigios, como ciertos muros que él vio cerca del mar, no estaba indicando tampoco que ésos hubiesen sido los vestigios concretos del Tuspa mencionado por la tradición aludida, sino, nada más, una muestra ruinosa que probaba la existencia anterior de un pueblo cualquiera, abandonado también, pero cuyo nombre no mencionó, como podrá comprobarse en el siguiente párrafo: … se dejan ver también algunos muros arruinados en algunos de esos pueblos, como son en los inmediatos al mar, con los cuales presúmese se defenderían del enemigo cuando asaltaba, pues hay tradición que por este motivo desampararon los indios que le habitaban a un pueblo llamándose Tuspan, transportándose a otro terreno, a que llamaron con el mismo nombre, y en donde hasta el día de hoy se mantienen.36 Si nos fijamos bien, lo referido a Tuspa no forma parte de la idea básica que el padre Morales estaba desarrollando, sino es, nada más, una idea complementaria o subordinada que se mencionó como de paso. Por otro lado, sin descartar aún la hipótesis del padre Morales acerca de que los muros arruinados que menciona lo hubiesen sido por los enemigos de los habitantes de aquellos pueblos, bien puede considerarse que su ruina y consecuente abandono también pudo deberse, si estaban realmente “inmediatos al mar”, a las fuertes marejadas que de tanto en tanto aún hoy azotan el área. Tal como muchísima gente de nuestra época puede constatarlo en Boca de Apiza, Boca de Pascuales, El Real y otros pueblos playeros, en los que nos ha tocado ver cómo muchas construcciones modernas se han ido destruyendo precisamente por los ciclones y las marejadas. En el mismo sentido hemos de hacer notar que la tradición aludida por el padre Morales es totalmente imprecisa en cuanto al lugar en donde dicha Tuspa original estaba, pues ni siquiera se trató de ubicarlo. De ahí que podamos conjeturar que no necesariamente tendría que haber sido un pueblo “en las salinas” o de la parroquia de Ixtlahuacán, sino, con probabilidad, algún otro sitio relativamente cercano, como podría ser el Tuspa mencionado por Lebrón. Lo más determinante, sin embargo, del testimonio del padre Morales, es la frase que resaltamos con negritas en su cita, donde dice que se cambiaron de lugar, pero le pusieron el mismo nombre, siendo éste el sitio “en donde hasta el día de hoy se mantienen”. Ello porque mientras Romero afirmaba que “en un proceso de 1575 se mencionan incidentes ocurridos en Tuspa (de Jalisco) y en otro Tuspa “que es en las salinas”, donde el acusado confiesa que estaba “rescatando un poco sal”;37 el Tuspa al que se refería el padre Morales todavía estaba habitado doscientos veintitrés años después y, por tanto, no era el Tuspa “de las salinas”, del que no hay noticia alguna en el siglo XVIII, sino el Tuspa de Jalisco, del que venimos hablando.
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Más datos para apuntalar la tesis. En otra vertiente documental, La Relación de Tuchpan (sic) elaborada en 1580, dice que “sus lenguas originales” se llamaban “tiam y, la otra, cochin”, pero que todos hablaban “generalmente, la lengua mexicana”.38 Asimismo, tomando como referencia la Suma de Visitas, José Lameiras explica: “En Tuxpan donde, a consecuencia de la fundación de la segunda villa de Colima, fue concentrada la población mexicana ahí asentada […] la gente son nahuales la mayor parte de ellos”.39 Lo cual nos da un indicador en torno a que así como hubo una nueva y segunda Villa de Colima, así hubo una nueva y segunda Tuspa o Tuxpan. Más aún, el presbítero Melquíades Ruvalcaba, párroco que fue de Tuxpan en la década de los sesenta del siglo XX, escribió que fray Juan de Padilla, a quien se le atribuye la re-fundación del pueblo de Tuxpan, Jal., “trajo arquitectos del convento de Huejotzinco, Puebla; facilitados por el Virrey don Antonio de Mendoza, su condiscípulo de escuela y grande amigo, para que formara a Tuxpan”, y que, consecuentemente, dicho fraile: ... trazó la plaza, el convento, que abarcaba la manzana y dejando lugar para las Casas Consistoriales unidas, que ocupaban el lugar donde hoy están. Tras ello dividió las calles, con su rectitud y el número de moradores, las acomodó lotizando para formar manzanas, dejando a salvo el local del Gran Colegio… Pero lo principal fue establecer los barrios, para agrupar a los indios, para doctrinarlos y educarlos cristianamente.40 Formación y trazo de la nueva Tuxpan que sólo pudo haber sido posterior a la fundación de la Villa de Colima en el lugar que hoy se halla. Ya que mientras ésta habría sido fundada “a más tardar en 1527”, el Tuxpan jalisciense lo habría sido, según este testimonio, hasta un poco después de que el primer virrey se había asentado en la Nueva España. El cual comenzó a gobernar el 17 de abril de 1535. Complementando todos estos datos, al hablar sobre Tuspa, Peter Gerhard hace notar que: Los tarascos invadieron esta región una o dos generaciones antes de que llegaran los españoles y la encontraron habitada por una población que hablaba una variedad de lenguas… sin embargo… hay indicios de que hubo inmigración de habitantes de habla nahua de Colima después de la conquista… Hernán Cortés se asignó toda esa área [la de el actual Tuxpan y sus alrededores] a sí mismo, probablemente en 1523. Los tenientes gobernadores la reasignaron en 1525, y aparentemente por algún tiempo la tuvo Rodrigo de Albornoz; [pero] en noviembre de ese año el 14
ayuntamiento de Colima pidió (al Rey de España) que se le asignara Tuspa, y fue probablemente en ese momento cuando la villa (de Colima) fue trasladada al emplazamiento original de Tuspa.41 Datos todos, pues, que corroboran una de dos posibilidades: la de que los tuspecos o tuspanecos hayan decidido por sí solos emigrar desde su “emplazamiento original” a otro sitio para no tener nada que ver con los españoles; o la de que, para fundar o re-fundar la Villa de Colima, los españoles acordaron desplazar a los naturales de habla nahua que vivían en donde “solía estar Tuspa”; mismos quienes, viéndose en cualquiera de dichas circunstancias, al ser posteriormente convocados y / o reunificados por fray Juan de Padilla, aceptaron participar con él, en la re-fundación del pueblo, siempre y cuando se le pusiese el nombre de Tuspa, que con el tiempo se modificó por Tuxpan. La mención, entonces, que don Alfredo Chavero hizo en el sentido de que los toltecas fundaron el “Tóchpan que está al oriente de Colima”, resultaría evidentemente equívoca. No en cuanto a quiénes ni a cuándo la fundaron, sino en dónde. Error que pudo derivarse del simple hecho de que, si bien él conoció a Colima y Tuxpan a mediados del siglo XIX, nunca supo lo que dijo Lebrón de ellas, y no conoció tampoco las fuentes que sí conocieron el padre Ruvalcaba, José Lameiras y Peter Gerhard. Contra lo expuesto en estos últimos párrafos se podría alegar que el Tuxpan de Jalisco del que hablan las fuentes es más antiguo que lo que comenta el padre Ruvalcaba, y que no sólo se le menciona en algunas relaciones del siglo XVI, sino que hasta tiene una propia Relación que sin embargo no tiene Colima. En descargo de ese argumento se puede decir en efecto que la antigüedad del sitio es anterior a la del convento y a la del pueblo trazado por fray Juan de Padilla, pero no así en cuanto a su nombre actual y a su conformación étnica, como lo indica el dato de que sus lenguas originales eran la cochin y tiam, ya mencionadas, y no la mexicana, que se habló después. O sea, que ahí donde aún hoy está Tuxpan, es muy probable que haya existido otro pueblo indígena, contra el cual pelearon a veces los tarascos, pero que tuvo otro nombre y utilizó otra lengua. Pueblo, en su caso, que al quedar desolado por las epidemias que se suscitaron durante los primeros años de la conquista, o fue escogido para habitar por los nahuas que emigraron de Colima, o fue escogido – como ya se adelantó– por fray Juan de Padilla para congregar en él a todos los indígenas del rumbo que para esas fechas estaban dispersos en poblaciones insignificantes “para doctrinarlos y educarlos cristianamente”, como dice el padre Ruvalcaba, y como lo hicieron igual los frailes franciscanos en muchos lugares de la región (Almoloyan, por ejemplo) y del resto de la Nueva España. En este sentido, cuando los informantes de La Relación de Tuchpan (que data del año 1580) dicen que en su gentilidad [antes de hacerse cristianos] tributaban al “Cazonci, rey de la provincia de Mechoacan”,42 y que tenían “guerras con los de Colima”, bien 15
pudieron estar refiriendo datos ciertos pero remitidos al pueblo que estuvo allí antes de Tuchpan. Pero del cual no mencionan el nombre, como tampoco supieron explicar por qué se le decía Tuchpan, ni quién fundó (ni cuándo), el convento franciscano que ya en 1580 tenía casi medio siglo de existir. Como podrá verse en estos párrafos: 5.- En este pueblo hay ochocientos indios de cuenta, poco más o menos, y solía haber más cantidad, (pero) no saben decir qué tantos hánse muerto con pestilencia y enfermedades que han sucedido. Tienen dos lenguas diferentes, que algunos de ellos no las entienden, y hablan todos en general la lengua mexicana. Y, deste capítulo no saben otra cosa… 13.- Este pueblo se llama Tuchpan, y no saben decir la causa que hubo de su nombre, porque es muy antiguo. Y sus lenguas naturales se llaman tiam y, la otra cochin, y todos hablan, generalmente la lengua mexicana, como está dicho… 36.- No saben decir cuándo se fundó el monasterio que hay en el pueblo”.43 Si uno revisa todas las demás Relaciones Geográficas de Jalisco y Michoacán que se conocen, en la inmensa mayoría se observa que los indios informantes sí sabían acerca de lo que se les estaba preguntando. De ahí que sea muy raro encontrarnos con ése constante no-saber manifiesto en los informantes de Tuxpan. Mismo que pudo deberse a diferentes motivos: a que eran muy viejos y desmemoriados; a que no eran nativos de allí; a que no tenían muy claro cómo y cuándo se había formado el pueblo; o a que, incluso, siendo aquél producto de una congregación, no tenían todavía una memoria o una tradición común. Complementando todo lo anterior, y ratificando lo adelantado por Peter Gerhard y José Lameiras, debe saberse que existe constancia documental para probar que durante el mes de octubre de 1525, el segundo alcalde de Colima, capitán Francisco Cortés, se trasladó a la ciudad de México en plan de Procurador de la Villa, para, entre otras cosas, solicitar los terrenos del pueblo de Tuspa como propios de la Villa de Colima. Dicha petición fue presentada ante las autoridades provisionales, sustitutas de Hernán Cortés (quien se hallaba de viaje hacia el actual Honduras), el 10 de noviembre de ese mismo año. Allí, en una junta, estando presentes Gonzalo de Salazar, Pedro Almíndez Cherino y Leonel de Cervantes, quienes constituían el triunvirato gubernamental de la Nueva España, fue hecha esa petición, pero no se atrevieron a resolverla. Y como había otras que escapaban tal vez a su autoridad, ellos y los: ...procuradores de la ciudad de México, la Villa Rica [de la Veracruz], y las villas de Medellín, Guazacoalco, Pánuco y Colima, otorgaron poder cumplido a Francisco de Montejo, Bernardino Vázquez de Tapia y 16
Antonio de Villaroel, para que en nombre de los vecinos de la Nueva España... comparecieran ante la reina y el rey, para solicitarles muy específicas concesiones, mercedes y privilegios en “pro y utilidad del gobierno y los vecinos tanto de la ciudad de México como de las provincias y villas que ellos representaban”.44 Entre las que, como ya expuse, iba la solicitud de los terrenos de Tuspa para la Villa de Colima. Los apoderados salieron después a España, y se sabe que presentaron sus solicitudes en Sevilla el 5 de julio de 1526. Lamentablemente desconocemos si hubo alguna respuesta a la petición hecha por el procurador Francisco Cortés. Carencia que no nos impide sin embargo, reflexionar en el hecho de que la sola formulación de la solicitud de los terrenos de Tuspa como propios de la Villa de Colima hacia finales de 1525 ya es indicadora de cuando menos un par de posibilidades: la primera, que los españoles radicados en la villa original, en Caxitlan, ya le tenían puestos sus ojos al pueblo de Tuspa para irse a vivir allí. La segunda, que ya se habían trasladado allá y sólo querían formalizar el trámite, para evitarse algunos problemas. De cualquier manera que ello haya sucedido, la mudanza de los españoles desde Caxitlan al Tuspa original tuvo que implicar el desplazamiento de los antiguos moradores de ésta; ya sea porque, como lo expresamos renglones atrás, o se vieron forzados a cambiar de lugar por la presión de los españoles; o abandonaron el sitio antes para no tener trato con ellos.
Conclusión. Con base en todo lo anterior, concluyo que la villa española de Colima sí se asentó, como decía Lebrón, en el sitio en “donde solía estar Tuspa”, y que los tuspecos o tuspanecos se fueron de la región y estuvieron provisionalmente asentados en algún punto al norte de la barranca de Atenquique, desde donde fueron congregados posteriormente por fray Juan de Padilla, para re-fundar también su pueblo en donde hoy se halla, con el nombre modificado de Tuxpan, y en el estado de Jalisco. Pese a lo expuesto arriba, sobre todo en estos últimos párrafos, no pretendo insinuar siquiera que el Colliman original haya sido el Tóchpan o Tuspa fundado por los toltecas; pero sí establecer la hipótesis de que si el Colima actual fue re-fundado por los españoles en el sitio “donde solía estar Tuspa”, pueblo habitado por “nahuales”, la antigüedad de este sitio prehispánico tendría que ubicarse hacia el año 6 ácatl del que hablaban los Anales de Cuauhtitlan (o de la Peregrinación Tolteca) mencionados por Chavero; es decir, el año 627 de la era cristiana. Fecha que, de ser cierta o, incluso aproximada, nos pondría en el 17
antecedente de que la o las fundaciones de Colima por los conquistadores españoles de 1523 y 1527, respectivamente, fueron casi 900 años posteriores a la fundación tolteca del primitivo Tuspa, y actual Colima.45 Colima, Col., junio del 2008.
Notas 1. Sevilla del Río, Felipe, en el Prefacio de su Breve Estudio de la Conquista y Fundación de Colima, impreso por primera ocasión por el Consorcio Peña Colorada en 1973, y por segunda ocasión en 1986, por el Gobierno del Estado. Siendo de ésta segunda edición de la cual yo tomé las citas que iré presentando. 2. Ibid., p. 4. 3. Los lectores que gusten abundar sobre el tema pueden consultar mi libro Mitos y realidades de la conquista y fundación de Colima, Universidad de Colima, 2006. 4. Cortés, Hernán, Cartas de Relación, México, Porrúa, 1992, p. 183. 5. Ibid., p. 183. 6. Idem. 7. Sevilla cita un importante documento fechado el 26 de enero de 1545 años, en el que “Juan de la Torre, escribano de sus Majestades” y escribano público de la villa de Colima da fe de la compra de “un pedazo de tierra en el valle de Xucutlan, camino de la Villa Vieja, al pie de la sierra de Colimote, de la una parte, e de la otra el río grande; que ha por linderos una parte de las sementeras de los indios de Tecolapa”. Op. cit., p. 210. 8. Lebrón de Quiñones, Lorenzo, Relación Breve y Sumaria de la visita que hizo en Nueva España el Licenciado Lebrón de Quiñoñes, Paleografía y notas de Terríquez Zámano, Ernesto, México, Gobierno del Estado de Colima (Biblioteca Básica de Colima), 1988, p. 76. 9. Galindo, Miguel, Apuntes para la Historia de Colima, Tomo I, Colima, Imprenta “El Dragón”, 1923, p. 140. El resaltado es mío. 10. Romero de Solís, José Miguel, El conquistador Francisco Cortés, la Reivindicación de un cobarde, México, Archivo Histórico del Municipio de Colima (Col. Pretextos, Nó. 10), 1994, p. 46. 11. Sevilla, op. cit., p. 20. 12. Ibid., p. 20. 13. Ibid., p. 24. 14. Lebrón, op. cit. p. 76. 15. Ibid., p. 46 y ss. 16. Ibid., p. 53. 17. Ibid., p. 54. 18. Ibid., p. 55. 19. Ibid., p. 56. 20. Ibid., p. 73. 21. Sevilla, op. cit. p. 98. 22. Ibid., p. 210. 23. Tomada del Cedulario Heráldico de los Conquistadores..., de Villar Villamil, Cédula 14, citada por Urzúa Orozco, Roberto en La Conquista del Reino de Colima, p. 18 y por Sevilla del Río en su Breve Estudio…, p. 42. 24. Cortés, op. cit., p. 104 como referencia a la cita de que Segura de la Frontera estaba inicialmente cerca de Tepeaca, y p. 177 para el resto. 25. Lebrón, op. cit., p. 76. 26. Sevilla, op. cit., págs. 24-25.
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27. Vázquez Lara Centeno, Florentino, Comala, México, Edición de autor, Litográfica Ingramex, 1984, p. 13. 28. Sevilla, op. cit., p. 34. 29. Idem. 30. Cortés, op. cit., p. 183. 31. Lebrón, op. cit., p. 76. 32. Chavero, Alfredo, México á Través de los Siglos, vigésima tercera edición, tomo I, México, Editorial Cumbre, 1987, p. XXIII y pp. 257-359. Fue impresa por primera vez el año de 1884. Allí se mencionan Los Anales de Cuahutitlan (p. XXIII), referidos al tema, y el Tuspa de que estamos hablando (p. 358). Las cursivas de la cita son mías. 33. Ambos textos pueden ser leídos en Crónicas y Lecturas de Colima, recopilados por Guzmán Nava, Ricardo, México, Impre-Jal, 1988. 34. Fray Antonio de Ciudad Real, Tratado Curioso y Docto de las Grandezas de la Nueva España, México, UNAM, 1976, p. 143. Dicho fraile estuvo de paso en el convento de San Francisco Colima el 19 y 200 de febrero de 1587. 35. Romero de Solís, op. cit., p. 44. Los resaltados son míos. 36. El texto completo puede verse en Crónicas y Lecturas Colimenses, bajo el subtítulo Antigüedades, op. cit., pp. 28-29. 37. Ibid., p. 44-45. 38. La Relación de Tuxpan, elaborada en 1580, aparece en Acuña, René, Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, México, Universidad Autónoma de México, 1987, p. 386. 39. Lameiras, José, El Tuxpan de Jalisco, Guadalajara, México, El Colegio de Michoacán, Gráfica Nueva SA de CV, 1991, p. 24. 40. Ruvalcaba, Melquíades, Datos Históricos de la Antigua, Venerable y Hermosa Imagen del Cristo del Perdón y de la Ciudad de Tuxpan, Tuxpan, Jal., edición de autor en 1970, págs, 44-45. 41. Gerhard, Peter, Geografía Histórica de la Nueva España 1519-1821, México, UNAM, 1986, pp. 347-348. 42. Acuña, op. cit., p. 384. 43. Ibid., págs. 384-389. 44. Sevilla, Breve Estudio, op. cit., pp. 22-23 y 33. 45. La parte medular de este trabajo (con algunas modificaciones hechas recientemente) forma parte del libro Mitos y realidades de la conquista y fundación de Colima, del mismo autor, editado por la Universidad de Colima en el 2006.
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