EL PACTO ETERNO. DE Dios. Gerhard F. Hasel. Michael G. Hasel

EL PACTO ETERNO DE Dios Gerhard F. Hasel y Michael G. Hasel ASOCIACIÓN CASA EDITORA SUDAMERICANA Av. San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste Bueno

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EL PACTO ETERNO

DE Dios Gerhard F. Hasel y

Michael G. Hasel

ASOCIACIÓN CASA EDITORA SUDAMERICANA

Av. San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste Buenos Aires, Argentina

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Título del original: The Promise. God's Everlasting Covenant, Pacific Press Publishing Association, Boise, ID, E.U.A., 2002.

Traducción y redacción editorial: Rolando A. Itin Tapa: Hugo O. Primucci Editado por: Agencia de Publicaciones México Central A.C. Calle Yácatas No. 398 México D.F. C.P. 03020 Tel. 56 87 21 00 Impreso y encuadernado en México por: Litografía Magno Graf S.A. de C.V. Calle E No. 6 Parque Ind. Puebla 2000 Puebla, Pue. Printed in México ISBN 950-573-886-2 231.76 HAS

Hasel, Gerhard F. y Hasel, Michael G.. El pacto eterno de Dios. - la. ed. - Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana. 2002. 128 p. ; 20x14 cm. ISBN 950-573-886-2 I. Título - 1 . Dios 2. Relación con y acción en la historia

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación i formática y transmisión ya sea electrónica, mecánica por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del PUBLICACIONES editor. ADVENTISTAS DEL T —36779—

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Capítulo 1. Dios, la creación y el pacto

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Capítulo 2. Dios: El Iniciador constante

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Capítulo 3. El diluvio, el pacto y el futuro del hombre

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Capítulo 4. El pacto con A b r a h á n

31

Capítulo 5. La promesa divina y el pacto abrahánico

39

Capítulo 6. El verdadero Israel y la tierra prometida

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Capítulo 7. La redención y el pacto del Sinaí

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Capítulo 8. El pacto y la ley en Sinaí

68

Capítulo 9. El sábado: señal y sello de Dios

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C a p í t u l o l O . El nuevo pacto

88

Capítulo 11. El santuario y los ministerios del nuevo pacto

97

Capítulo 12. El pacto y la fe: contados por justicia

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Capítulo 13. Vida, esperanza y el futuro

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Dios, la creación y el pacto

" T ? n el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Gén. 1:1). C o n 1—j estas palabras majestuosas se presenta a Dios ante los seres como Creador, a quien más tarde conoceremos como Redentor.' Esta oración contiene cuatro ideas básicas. Primero, nos presenta a Dios. El pensador Immanuel Kant escribió una vez que en toda filosofía hay sólo tres grandes problemas: el mayor de los cuales es el problema de la existencia de Dios. El primer versículo de la Biblia revela la existencia de Dios. Segundo, el verbo de la oración, creó (bara ), siempre indica actividad de Dios: Dios creó. Esto significa que el Dios que creó se revela en sus actividades creadoras. La palabra creó indica cómo Dios, el creador, hizo el mundo; hizo el mundo mediante su actividad creadora. Tercero, la expresión "los cielos y la tierra" se usa en el mismo orden, o en el orden inverso, 41 veces en el Antiguo Testamento, indicando que esta frase se refiere a nuestra Tierra y sus atmósferas celestiales. Aquí se responde a la pregunta de qué fue lo creado. Finalmente, llegamos a las palabras iniciales: "En el principio" Estas palabras nos dicen cuándo creó Dios "los cielos y la tierra". La primera oración va más allá del problema máximo de la filosofía, pues contesta cuatro preguntas básicas: ¿Quién? ¿Cómo? ¿Qué? ¿Cuándo? Génesis 1:1 se ocupa de las preguntas más esenciales de la existencia humana al proveer información acerca de Dios, de nuestro planeta y de las atmósferas que lo rodean, la forma en que el globo 5 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

llegó a existir, y el tiempo en que llegó a su existencia. 2 La Biblia no prueba que Dios es el Creador: revela que él es el Creador. Sin esta revelación nunca habríamos sabido que este mundo fue creado por Dios. Sin esta revelación nunca habríamos conocido el propósito de nuestra vida sobre la tierra. La Biblia revela claramente que Dios el Padre fue el originador de la creación (1 Cor. 8:6; Efe. 3:9; Heb. 1:2), y también revela que Jesucristo, la segunda persona del Dios triuno, es el agente de la creación (Juan 1:3; Efe. 3:9; Heb. 1:2). La Biblia afirma claramente que Dios no creó por una necesidad de realizarse (Isa. 40:12-31), porque después de la creación él fue exactamente el mismo que antes de ella (Sal. 90:2). Dios el Creador es autosuficiente y completo, y no es parte de su creación; él es el Dios trascendente por sobre su creación y más allá de ella. La creación de Dios se describe como "buena" en Génesis 1 y 2. Él "vio todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera" (Gén. 1:31). La capacidad creadora y la bondad de Dios van j u n t a s desde el principio. A través de toda la Biblia se presenta al Creador como el Dios triuno. El Creador es el Dios eterno y el Señor. Por medio de Jesucristo fueron creadas (Col. 1:16) todas las cosas en el cielo y en la tierra (Efe. 3:9). Por la Palabra (el Verbo, Jesús) fue hecho el mundo; "sin él nada de lo ha sido hecho, fue hecho" (Juan 1:3). "El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas" (Gén. 1:2). EL LUGAR DEL HOMBRE EN LA CREACIÓN En la historia bíblica de la creación, el "hombre" ( adam, un sustantivo genérico que se refiere a los seres humanos o a la gente) se representa como el climax con que se coronó la creación. En el capítulo 1 se pone más énfasis en la creación del hombre que en cualquier otro aspecto de la creación. El segundo capítulo del Génesis hay una expansión elaborada sobre el tema de este climax. 3 De hecho, la creación del hombre es el resultado de la deliberación divina dentro de la Trinidad. Esta deliberación se expresa por pri6 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

mera vez en el plural que se usa en Génesis 1:26: "Hagamos al hombre". Ningún otro acto creativo está precedido por una deliberación entre "Dios y Dios". El elevado sitial del hombre en la creación queda así establecido desde el principio. 4 Los seres humanos son las únicas criaturas de la tierra que Dios creó a su imagen y a su semejanza. Las palabras "imagen de Dios" expresan con profundidad que la semejanza externa, el carácter y las capacidades mentales, espirituales y morales del hombre reflejan la imagen divina. Todo esto sugiere la inmensa dignidad y valor, autoridad y responsabilidad, con que los seres humanos fueron dotados en la creación. Las declaraciones de que el hombre fue hecho a la "imagen de Dios", que fue creado "conforme a nuestra semejanza" revela, por un lado, la cercanía entre Dios y el hombre, y por otro lado, la distancia básica entre Dios y el hombre. El hombre no fue creado para ser otro dios o el dios sobre la tierra. Dios es el Creador y el hombre su criatura, pero no una criatura al nivel de un animal, aun si se pensara en un animal superior. El hombre es una criatura a semejanza e imagen de Dios. El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, está puesto completamente aparte, no sólo de los animales, sino también de la Deidad. Ser creado a la imagen y semejanza de Dios no fue el privilegio sólo de Adán. Tanto el hombre como la mujer fueron creados a imagen y semejanza de Dios. En la creación no hay distinción de rango o importancia entre el hombre y la mujer: eran iguales. Tanto el hombre como la mujer encuentran su significado pleno, no en una relación superior-inferior, sino en su relación mutua y en su comunión común y vital con Dios. El hombre es, de hecho, un nuevo orden de seres. Por cuanto Dios creó al hombre y la mujer a su imagen y semejanza, podía existir una comunión muy profunda y una relación sumamente significativa entre él y los seres humanos. Esta relación Dios-hombre es el fantásti( o don que Dios dio a la humanidad. Dios hizo a la gente de modo que pudiera existir esta relación y que pudiera crecer siempre. Los seM-s humanos son la corona de la creación porque fueron hechos espe7

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EL PACTO ETERNO DE DIOS

cialmente para gozar del compañerismo y la comunión con su Creador. EL INICIADOR DE LA COMUNIÓN CON EL HOMBRE En los primeros dos capítulos de la Biblia, donde se describe el tiempo y los acontecimientos antes que el pecado entrara en el mundo, encontramos evidencias explícitas de que Dios el Creador estableció una comunión con el hombre y la mujer. En Génesis 1:28 leemos: "Y los bendijo Dios". Antes que Dios hablara a Adán y Eva, los "bendijo". La bendición divina es un don gratuito e inmerecido de Dios que involucra el bienestar y la prosperidad del hombre, una integridad arraigada en Dios y experimentada en la vida diaria. La comunión no estorbada ni perturbada y profunda de la relación Dios-hombre nunca podría ser completa y total si el hombre no tenía la libertad para elegir vivir dentro de esa relación. Aunque la más elevada vocación de Adán y Eva era servir a Dios, esto era singular por ser las únicas criaturas que podían responder a Dios con la obediencia como también con la desobediencia, con fe y confianza así como con rebeldía y desconfianza. A diferencia de la creación animal, que obedece sobre la base de impulsos y leyes instintivos, el hombre y la mujer recibieron la libertad de su voluntad como parte de su herencia mental y espiritual. El hombre y la mujer recibieron la posibilidad de separarse de Dios tan fácilmente como la de continuar su compañerismo con él. Por esta elección que Dios les dio, Adán y Eva "podían obedecer y vivir, o desobedecer y perecer". 5 Esta elección fue subrayada por ese árbol especial y único, del cual la primera pareja no debía comer. "Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gén. 2:17). LA PRUEBA DEL COMPAÑERISMO La prueba, provista en la forma del árbol del conocimiento del bien y del mal, indicaba que la relación del hombre con Dios dependía de la libertad de elección. No existiría prueba alguna si los hom8 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

bres y las mujeres no tuvieran libertad para decir Sí o No a Dios. La prueba mostraría que el hombre no era un superhombre, y que andaría mejor sólo cuando dependiera de su Hacedor. La prueba demostraría si el hombre deseaba ser como Dios y ¿así abandonar su lugar de dependencia y posición de ser creado a la imagen de Dios. La prueba revelaría que la relación del hombre con Dios podía ser efectiva y duradera sólo si el hombre elegía libremente vivir y actuar en esa relación benéfica. Rechazar la relación significaría que el hombre intentaba vivir en forma independiente de Dios, pensando que no tenía necesidad de Dios. Pero quebrantar la relación significaba también conocer el mal, experimentar la alienación y la soledad y todo el dolor de la separación de una vida apartada de Dios. La narración de la creación en Génesis 1:1a 2:4, primera parte, y la historia complementaria de la creación de Adán y Eva en su ambiente perfecto que se ofrece en Génesis 2:4 segunda parte al 25, no contiene ningún indicio ni presagio que sugiriera, de alguna manera, una amenaza a la perfecta creación de Dios. Todo lo que aparece en estos dos relatos tiene el sello de la perfección. Hasta que el hombre y la mujer desobedecieron a Dios, el futuro que les esperaba era de un continuo compañerismo con él, sin obstáculos. Nuestros primeros padres fracasaron en la prueba de amor, fe y obediencia. "Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos" (Gén. 3:6, 7). El árbol que Dios había puesto en el jardín no era malo en sí. No contenía ningún virus o bacteria mortales en sus frutos. El mal estaba en escuchar a la persona equivocada. Eva escuchó a la serpiente, a quien Satanás estaba usando como médium (2 Cor. 11:3, 14), y Adán escuchó a su mujer. ¡Ninguno de los dos escuchó a Dios! De este modo el pecado trastornó la relación Dios-hombre, que les daba vida. El pecado interrumpió la comunión abierta. Dios, en su hablar y hacer creativos, había establecido una relación de amor y gracia. Pero el hombre, sordo y desobediente, la destruyó. El desprecio que mostró el hombre por el mandato divino: 9 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

"No comerás" (Gén. 2:17), indica que el pecado es un acto de transgresión de la voluntad de Dios. Este acto de rebeldía manifiesta el deseo del hombre de ser su propio "señor", que él mismo quiere decidir qué es bueno y qué es malo. El pecado de A d á n y Eva revela su desconfianza del plan de Dios para el bienestar de ellos. C A M B I O DE RELACIONES POR EL PECADO El pecado del hombre manchó todos los aspectos de la vida sobre la tierra (Rom. 8:21, 22). Génesis 3 explica, en los versículos 7, 10, 11-13, que ocurrieron varios cambios importantes por causa del pecado del hombre. Primero, la relación entre el hombre y la mujer se rompió, marcado por el acto de emergencia al coser hojas de higuera. Segundo, la relación entre el hombre y el mundo creado se interrumpió y llegó a estar marcado por el temor, la alienación y la muerte (Rom. 8:19-23; 2 Ped. 3:13). Tercero, la relación entre Dios y el hombre se interrumpió en forma decisiva. El hombre había sido hecho para el compañerismo y la comunión con Dios. Después del pecado, A d á n y Eva huyeron de la presencia de Dios y se escondieron (Gén. 3:8-10); de este modo la comunión saludable se transformó en una alienación amarga y una separación dolorosa. La enseñanza bíblica acerca de la caída del hombre se opone a muchos conceptos populares. La idea moderna del hombre como el producto de un desarrollo lento, elevador, evolucionista, no es apoyada por las enseñanza bíblicas de la caída del hombre en el pecado. El cuadro bíblico de la caída contradice el esquema evolucionista del hombre que se eleva del temor primitivo e ignorancia crasa a las elevadas alturas de la sensibilidad y de las percepciones religiosas. La Biblia no describe al hombre como elevado, sino como caído, un ser creado que tiene una necesidad desesperada y continua de un Dios salvador.

RESTABLECIMIENTO DE LA RELACIÓN DIOS-HOMBRE La inmensa tragedia de la decisión del hombre de ceder ante el diablo —decisión que lo llevó hasta casi borrar la "imagen de 10 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

Dios"— no hizo que el Creador se apartara de Adán y Eva en su necesidad desesperada. ¿Podría un padre o madre que por primera vez contempla el rostro de su hijo y ve reflejada en sus ojos una imagen de sí mismos, descuidar a ese bebé durante el período de su mayor necesidad e impotencia? A u n entonces, el mismo Cristo que se inclinó para soplar el aliento de vida en los pulmones de Adán, entró en acción para salvar a la criatura que ahora se había apartado y se estaba escondiendo de él. Dios tomó otra vez la iniciativa. La maravillosa historia del amor de Dios que se desarrolla en su Palabra es que él siempre es el iniciador, buscando activamente la atención y la redención del hombre.'Mientras Adán y Eva estaban escondidos de Dios con temor, culpa y vergüenza, con evidencias del pecado dentro de ellos y a su alrededor, Dios se acercó a ellos con el llamado amante: "¿Dónde estás tú?" (Gén. 3:9). Nadie en el mundo puede escapar de esta pregunta. La pregunta escrutadora: "¿Dónde estás tú?" no es una maldición, condenación ni castigo. Más bien, escuchamos a Dios llamando al pecador a volver a una relación redentora. Aquí el Creador es también el Redentor. Aunque la creación precedió a la redención, ambas estuvieron juntas en el corazón de Dios desde el principio. Sólo la serpiente y el suelo fueron maldecidos (Gén. 3:14, 17, 19). La pregunta: "¿Dónde estás tú?" fue diseñada para atraer al hombre cargado de culpa a volver a los brazos de Dios. Como observó Derek Kidner: "Las primeras palabras de Dios al hombre caído tienen todas las evidencias de la gracia. Es una pregunta, ya que para ayudarle [al hombre], él debe atraerlo en lugar de sacarlo de su escondite". 6 La búsqueda divina inicial de Adán y "Eva no terminó en el Edén. Hasta nuestros días, hasta este momento, el Señor continúa buscando a sus criaturas. La historia de la redención es un tema doble que se repite: El pecado rompe la benéfica relación Dios-hombre (el compañerismo más estrecho que es posible concebir en la mente humana) . Inmediatamente, el iniciador divino de esa relación comienza el proceso de traspasar esa barrera causada por el pecado y Satanás, para restablecer el compañerismo perdido con el hombre caído. En 11 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

el momento de dolor y culpabilidad, vergüenza y frustración, alienación y separación, el amor de Dios se extiende por sobre el golfo de separación causado por el pecado —el de Adán y el nuestro— para llevarnos de regreso a sus amantes brazos. El apóstol Pedro lo revela con mucha percepción: "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tiene por tardanza, sino que es paciente con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Ped. 3:9). PROVISIÓN PARA LA SALVACIÓN

En Génesis 3:15 la palabra sorprendente de esperanza profética habla de una hostilidad divinamente ordenada: "Pondré enemistad entre ti (la serpiente, Satanás) y la mujer; y entre tu simiente y la simiente suya". Esta enemistad culmina con la aparición victoriosa de él, un descendiente representativo de la simiente de la mujer, que le da un golpe mortal a la cabeza de Satanás. De este modo, la primera promesa en la Biblia habla de Alguien que quebrantará efectivamente el poder del tentador. Esta promesa mesiánica le dio a Adán y Eva esperanza en su desesperación. Esta esperanza transformó su existencia porque es una esperanza dada por Dios y garantizada por él. Esta esperanza del Mesías y de la victoria final trasciende toda otra esperanza. Está edificada sobre la promesa de una relación renovada con Dios, relación de gracia y misericordia, de perdón y salvación, de perdón y poder. De este modo, en el comienzo mismo de las Escrituras, ellas nos cuentan no sólo la historia de la creación sino también la historia de la redención: la historia de una relación de pacto entre Dios y el hombre. Dios puede ser Redentor sólo porque él es el Creador. La filosofía humana produjo una separación entre la doctrina de la creación y la revelación especial de Dios, haciendo del estudio de la creación un tema de la teología natural. La Biblia muestra claramente la creación como el comienzo de la historia, y tanto la creación como la historia están inseparablemente relacionados y unidas entre sí.7 La creación es el fundamento del pacto y de la relación pactual entre Dios y el hombre. Por esto no es correcto decir que el pacto es el 12 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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principio racional o la base de la creación. El cuadro bíblico de la creación es anterior al pacto, y el pacto encuentra su significado y su culminación en relación con la creación, y no lo contrario.

Referencias

' Estudios recientes sobre problemas teológicos que rodean la creación incluyen Randall W. Younker, God's Creation (Boise, ID: Pacific Press, 1999); John Templeton Baldwin, ed., Creation, Catastrophe, and Calvary (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000); para un enfoque más científico, ver Ariel A. Roth, Los orígenes: eslabones entre la ciencia y las Escrituras (Buenos Aires: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1999). 2 Sobre los aspectos técnicos de este versículo, ver Gerhard F. Hasel, "Recent Translations of Genesis 1:1: A Critical Look", The Bibíe TransJator 22 (1971), pp. 154-167. 3 Jacques B. Doukhan, The Genesis Creation Story: Its Literary Strucíure. Andrews University Doctoral Dissertation Series 5 (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1978). 4 Gerhard F. Hasel, "The Meaningof 'Let Us' in Gn 1:26", Andrews University Senúnary Studies 13 (1975), pp. 58-66. 5 E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 34. 6 Derek Kidner, Genesis: An Introduction and Commentary. Tyndale Oíd Testament Commentaries. (Chicago, InterVarsity Press, 1967), p. 70. 7 Michael G. Hasel, "In the Beginning...", Adventist Review (25 de octubre de 2001), pp. 24- 27.

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Dios: El Iniciador constante

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n 1905 un equipo de arqueólogos alemanes comenzar a trabajar para excavar las antiguas ruinas ubicadas cerca del pueblo de Bogazkóy, en la Turquía moderna. El sitio incluía una antigua biblioteca que contenía centenares de textos escritos en cuneiforme. U n a de las tabletas comenzaba mencionando al "Gran Rey, el Rey de Hatti", que indica que esa era la capital del imperio hitita. 1 En 1931 un experto en idiomas publicó los tratados hechos entre los príncipes hititas, confirmando que ése es el primer texto de un tratado encontrado fuera de la Biblia, pero pasaron más de veinte años hasta que el profesor George Mendenhall, de la Universidad de Michigan, lo comparó con los pactos encontrados en los escritos contemporáneos de Moisés. 2 El profesor Mendenhall encontró que los tratados hititas y los bíblicos contenían una cantidad de semejanzas: • Preámbulo que presenta al soberano. • El prólogo histórico que describe las relaciones previas entre las partes contratantes. • Las estipulaciones que bosquejan la naturaleza de la comunidad formada por el pacto o tratado. • La cláusula del documento que provee su preservación y nuevas lecturas regulares del tratado. • La lista de los dioses que presenciaron el tratado. • Las maldiciones y bendiciones, o la fórmula de las bendiciones: las maldiciones dependían de la infidelidad y las bendiciones de la fidelidad al tratado. Muchos eruditos del Antiguo Testamento llegaron a la conclu14 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

sión de que aparentemente existe una semejanza formal entre los pactos del Antiguo Testamento y el esquema de los tratados orientales antiguos, como se manifiestan particularmente entre los hititas. 3 Otros sienten que se ha demostrado que esta es una base demasiado angosta, y que debe usarse una gran medida de precaución al comparar los tratados entre los príncipes hititas y otros gobernantes, con los pactos del Antiguo Testamento. 4 Es seguro que el pacto del Antiguo Testamento es singular en varios aspectos cuando se lo compara con cualquier tratado secular antiguo. Primero, sólo en las Escrituras tal acuerdo contractual o relación se formaliza entre Dios y el hombre. Todos los tratados del Cercano Oriente son entre iguales o vasallos: poderes civiles o gobernantes. Segundo, Dios siempre es el iniciador del pacto, nunca el hombre. De este modo la idea del pacto, uno de los conceptos bíblicos más profundos, expresa de manera singular la profunda comunión, la relación íntima, y el compañerismo más estrecho entre Dios y el hombre. De hecho, muchos eruditos bíblicos h a n considerado que el pacto es la idea central de la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. 5 Algunos han sugerido que el tema del pacto es el concepto del todo abarcante que unifica los dos testamentos de la Biblia. Sin importar de qué manera se exprese, la idea del pacto opera como uno de los temas centrales de las Escrituras. T E R M I N O L O G Í A RELACIONADA CON EL PACTO La expresión corriente en el Antiguo Testamento para la realización de u n pacto entre Dios y los hombres es la frase idiomática "hacer un pacto" (Gén. 15:18; Exo. 24:8; Deut. 4:23; 5:2; Jer. 11:10; Eze. 34:25; etc.). La frase hebrea dice literalmente "cortar un pacto" (karat herít). Esta expresión aparece en el Antiguo Testamento no menos de 80 veces, y el término pacto (berít) mismo aparece unas 287 veces. En la Biblia la palabra berít se usa en dos tipos de relaciones. Por un lado, se usa como una designación de la relación entre dos partes humanas de igual rango, o entre socios desiguales. Dependiendo de la < ondición de las partes contratantes, berít, en este contexto, puede 15 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

significar "contrato", "alianza", "unión" o "tratado" (Gén. 14:13; 21:22-32; 26:26-31; 1 Sam. 18:3; 20:16; 2 Sam. 3:12, 13; 5:1-3; 1 Rey. 20:34; Ose. 12:1; Eze. 17:15; Mal. 2:14; etc.). Esta clase de pacto tiene poca importancia religiosa en el Antiguo Testamento. El uso más frecuente y significativo del término hebreo berít, "pacto", ocurre en relación con la relación de pacto entre Dios y el hombre, como en los pactos con Noé, Abrahán, Moisés (sinaítico), David, y el "nuevo" pacto. En estos casos el pacto no es un contrato mutuamente negociado o convenido (unión, tratado, o alianza), ni una obligación divinamente impuesta. La expresión hebrea karat b°rít (literalmente, "cortar un pacto") corresponde a una expresión súmera que significa "cortar una maldición" (n a rn - erírn - TA R). El significado de "cortar" en la expresión hebrea tiene el sentido idiomático de "hacer". La idea original inherente a "cortar un pacto" es la práctica de matar y luego "cortar" (karat) uno o varios animales para establecer o ratificar el pacto. Aunque una definición abarcante de pacto es difícil de formular, la siguiente definición será útil para comprender los capítulos subsiguientes: En la situación divino-humana, el pacto es una relación divinamente iniciada y soberanamente ordenada entre Dios y el hombre, en la cual Dios, como Señor superior, revela, confirma y cumple bondadosamente la promesa del pacto. El hombre, como beneficiario de los dones divinos del pacto, libremente acepta la relación duradera y presta obediencia a las obligaciones divinas (mandamientos, estatutos, leyes u ordenanzas) por la ayuda y capacitación que le da la gracia provista por Dios. El sustantivo pacto (berít) se encuentra en la Biblia por primera vez en Génesis 6:18. Dios es quien habla, y se dirige a Noé. Se ha tomado una decisión divina: Dios virtualmente acabaría con la obra que había realizado en la creación, descrita antes en el Génesis. La razón: una difusión masiva y continua del pecado que culminó con el mundo corrompido de los días de Noé. El castigo divino tomaría la forma de un diluvio universal. Sin embargo, Dios se había comprometido con el mundo que había creado. N o había abandonado a quienes lo abandonaron a él. Por eso 16 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

Dios, al cumplir su propósito divino, hizo un pacto como una expresión de su relación con Noé. El propósito divino y redentor de la relación del pacto que había estado en operación desde la Caída (Gén. 3:15) es aquí renovado por Dios, quien tomó la iniciativa: "Estableceré mi pacto contigo" (Gén. 6:18). El "yo" divino de la iniciativa del pacto es la base de la seguridad de Noé en la crisis inminente. Dios establece el pacto. El origen y el comienzo de la relación de pacto está totalmente basada y asegurada en Dios. El hombre es el beneficiario de esta relación, demostrando una vez más que la salvación viene del Señor. La iniciativa redentora de Dios para el bienestar del hombre está expresada claramente en los pasajes del pacto en Génesis 6:19 y Génesis 9:8 al 10. Estas iniciativas divinas son la reafirmación que hizo Dios de sus intenciones salvadoras para la familia humana. D I O S , EL, INICIADOR DEL PACTO ABRAHÁNICO Dios dispuso la realización del pacto con Abrahán en varios momentos. En Génesis 12:1-3 encontramos cinco veces la expresión de lo que Dios haría, revelando la intensidad y grandeza del compromiso de Dios con Abrahán. A b r a h á n recibió una sola orden escrutadora: "Vete" (Gén. 12:1). A b r a h á n obedeció por fe, de acuerdo con Hebreos 11:8, no con el fin de obtener la bendición prometida por Dios, sino como una respuesta de fe de su parte, que correspondía a la relación llena de gracia que Dios estaba por establecer con él. "La obediencia incondicional de Abrahán es una de las más notables evidencias de fe de toda la Sagrada Escritura". 6 Aunque no puede haber una relación de pacto y bendiciones sin obediencia, la obediencia es una respuesta de fe de parte del creyente, y el resultado de una acción capacitadora previa de Dios. La obediencia no es el medio para lograr el compañerismo con Dios u obtener las bendiciones prometidas por Dios, sino el resultado de la iniciativa de Dios y del compañerismo que él ha establecido con nosotros.

Dios,

EL I N I C I A D O R DEL P A C T O M O S A I C O

Dios tomó la iniciativa de establecer un pacto con los israelitas, a 17 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

quien él estaba llevando de Egipto a Canaán. Durante varios siglos los descendientes de Abrahán, Isaac y Jacob habían vivido en la esclavitud egipcia. "Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán". 7 En su bondad, Dios restableció la relación entre él y los israelitas, que se expresa en las palabras: "Y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios" (Éxo. 6:7). La insondable e inesperada iniciativa de parte de Dios hacia los israelitas en medio de la idolatría y la corrupción egipcia, libertándolos de la esclavitud denigrante y de la adoración idolátrica, descansa en el profundo misterio del amor, la misericordia y la gracia de Dios (Deut. 4:37; 7:7-9; 10:15). Este misterio de la iniciativa salvadora de Dios se despliega en la revelación divina y está más allá de las penetrantes preguntas filosóficas y de la investigación humana. La fuente de esta relación de pacto reside en Dios mismo. La redención de la esclavitud y servidumbre egipcias fue producida por el propio poder de Dios y sus actos milagrosos (Éxo. 5 al 12). Esta redención terrenal realizada bondadosamente en favor del pueblo esclavizado precede a la realización del pacto que hizo Dios, y a la respuesta de Israel al pacto, una respuesta de obediencia y amor. El acto de hacer un pacto con el antiguo Israel fue u n acto de la bondad longánime de Dios, totalmente iniciado por él y completamente inmerecido y no ganado por su pueblo.

D I O S , EL INICIADOR DEL PACTO DAVÍDICO El pasaje clave que describe el pacto de Dios con David está registrado en 2 Samuel 7:1 al 17. En este caso la iniciativa de Dios en hacer un pacto con el rey David claramente aparece en primer plano. La iniciativa de Dios no fue comprada por David, ni condicionada por los deseos o ambiciones de Dios. El salmista escribió: "Dijiste: 'He hecho un pacto con mi escogido; le he jurado a David mi siervo: «Estableceré tu dinastía para siempre, y afirmaré tu trono por todas las generaciones» ' " (Sal. 89:3, 4; Nueva Versión Internacional [NVI]). Nota dé qué modo expresa el salmista la iniciativa de Dios en 18 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

forma cuádruple. Cada una de estas maneras se introduce con un verbo de acción en primera persona: 1) "He hecho un pacto"; 2) "He jurado"; 3) "Estableceré" tu dinastía"; 4) "Afirmaré tu trono". Las dos primeras expresiones hablan acerca del establecimiento del pacto, mientras las dos siguientes contienen las promesas del pacto. La maravillosa promesa acerca del "linaje" en 2 Samuel 7:12 requiere un examen adicional. La palabra linaje (zera') refleja un tema familiar en la Biblia que apareció primero en la maravillosa promesa hecha por Dios a A d á n y Eva en Génesis 3:15. En este versículo linaje es un sustantivo en singular con una referencia flexible a los muchos descendientes, la descendencia colectiva, y a la Persona, el descendiente único, que había de venir para aplastar la cabeza de Satanás. La aparición de la palabra linaje (o simiente) en la promesa del pacto a Abrahán en Génesis 12:7 y su repetición a su hijo Isaac en Génesis 26:3, 4 y a su hijo Jacob en Génesis 32:12 y 35:12, es un eslabón notable en la cadena que une la promesa hecha por primera vez en Génesis 3:15 con la simiente mencionada en relación con el rey David. En un sentido más estrecho, el "linaje" de David vino en la forma de su hijo Salomón. Sin embargo, Salomón no pudo construir su reino de la manera en que se había predicho, es decir, como un reino que duraría para siempre (2 Sam. 7:16). La verdadera "simiente" de David fue manifestada finalmente con el nacimiento de Jesucristo, quien en su vida y resurrección estableció su reino para siempre (Hech. 2:30).

Dios,

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En Jeremías 31:31 al 34 encontramos la promesa más profunda y excitante del nuevo pacto. Este anuncio maravilloso del nuevo pacto contiene en su primera oración el tema clave de Dios como iniciador divino del nuevo pacto: "Haré nuevo pacto" (Jer. 31:31). Esto revela que el nuevo pacto, en algún sentido, es una continuación de los pactos anteriores. El compañerismo divino que era el propósito de Dios para sus pactos previos se cumpliría en el nuevo pacto: "Yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo" (Jer. 31:33). 19 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

El estudiante cuidadoso notará que este es el único pasaje en el Antiguo Testamento en el que el pacto que Dios hace es un "nuevo pacto". Pocas personas se dan cuenta de que el Nuevo Testamento recibió su nombre de este pasaje específico. Siendo que la palabra latina para pacto es testamento, Orígenes, el famoso padre de la iglesia (ca. 185-254 d.C.) llamó a los veintisiete libros de la Biblia desde Mateo al Apocalipsis el Nuevo Testamento, con el fin de distinguir la revelación pre cristiana de la cristiana. La antigüedad de la iniciativa de Dios al hacer pactos con el hombre, al establecer una relación profunda, duradera y significativa, y al mantener una comunión vital con él, se ha declarado de la siguiente manera: "Antes que se echaran los fundamentos de la tierra, se hizo el pacto de que todos los que eran obedientes, todos los que por medio de la abundante gracia provista por Dios, llegaran a ser santos en carácter, sin mancha delante de Dios, al apropiarse de esa gracias, serían hijos de Dios". 8 Este pacto de gracia se inició en la mente de Dios mucho antes de que se echaran los fundamentos de la tierra, fue el pacto que Dios estableció con Adán en el jardín del Edén. "El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén... Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo". 9 Este pacto de gracia hecho con el primer pecador en el jardín del Edén era el mismo pacto que Dios estableció con Abrahán. "Este pacto, hecho desde la eternidad, fue dado a Abrahán centenares de años antes de que viniera Cristo". 10 El hecho de que las Escrituras contienen buenas noticias para la vida, ahora y la por venir, es la mejor noticia para toda la humanidad.

Referencias 1 Hans G. Güterbock, "Bogazkóy", Oxford Encycfopedia of the Archaeology in the Ancient NearEast, t. 1 (Oxford: Oxford University Press), pp. 333-335. 2 George E. Mendenhall, Law and Covenant in Israel and the Ancient Near East (Pittsburgh, PA: Presbyterian Board of Colportage. 1955). 3 Por ejemplo, K. A. Kitchen, Ancient Oríent and Oíd Testament (Chicago: InterVarsity, 1966), pp. 90-102.

20 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1 4 D. J. McCarthy, "Covenant in the OT: The Present State of Inquiiy", Catholic Bíblica] l.luarterly 27 (1965), pp. 217-240; íbíd., Traite and Covenant, Analecta Bíblica 21a (Roma: Biblical Institute Press, 1978). 5 Walther Eichrodt, Theology of the Oíd Testament (Filadelfia: Fortress, 1961), t. 1, pp. 13 17; sobre el cuadro más abarcante con respecto a un "centro" o tema unificador de la Biblia, ver Gerhard F. Hasel, "The Problem of the Center in the Oíd Testament Debate", /oitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft 86 (1974), pp. 65-82; Ibíd., Oíd Testament Theology: Basic Issues in the Current Debate, 4ta. ed. (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1991), pp. 139-171. 6 E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 118. 7 Ibíd., p. 388. 8 E. G. de White, Fundamentáis of Christian Education, p. 403. 9 E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 386. 10 E. G. de White, Fundamentáis of Christian Education, p. 403.

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El diluvio, el pacto y el futuro del hombre

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na madre ahoga a sus cinco hijos en una bañera y luego finge locura. Unos terroristas dirigen aviones de pasajeros para que choquen contra las Torres Gemelas de Nueva York, matando a más de tres mil personas inocentes, incluyendo centenares de valientes operarios de rescate. U n suicida hace estallar una pizzería en Jerusalén. Estos son sólo unos pocos titulares recientes que indican que el mundo está avanzando en espiral sin control. Sin embargo, hubo un tiempo cuando las cosas eran aún peores. Dios describió la humanidad de los días de Noé como tan degradada que "todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal" (Gén. 6:5). Sólo se siente el verdadero impacto de esta descripción dentro del contexto de la declaración de Dios al final de la creación cuando afirmó que todo "era bueno en gran manera" (Gén. 1:31). El pecado había corrompido de tal manera la perfecta creación de Dios que su desintegración había alcanzado proporciones fantásticas en los días de Noé. Con este trasfondo de devastación anterior al diluvio, reflexionemos por un m o m e n t o en la naturaleza del pecado. Las Escrituras definen al pecado de diversas maneras, las que se complementan mutuamente dando un concepto amplio de su naturaleza. El pecado es rebelión; el pecado es iniquidad; el pecado es transgresión; el pecado es infracción; el pecado es ilegalidad; el pecado es impiedad. Todas estas definiciones incluyen una característica en común: el desafío con22 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

tra Dios. 1 EL ORIGEN, LAS CONSECUENCIAS Y LA DIFUSIÓN DEL PECADO La Biblia revela que el pecado ya había invadido el universo antes de la caída de A d á n y Eva. Este poder satánico preexistente se manifestó por medio de la serpiente en el jardín del Edén y sedujo al primero hombre y la primera mujer a que pecaran. Génesis 3 despliega la trágica historia. "Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría" (Gén 3:6). Pero el pecado no comenzó con una codicia física o sensual, o aun una codicia visual. Tal concepto de la entrada del pecado en este mundo deja de captar la esencia del asalto de Satanás y el engaño por medio del cual entrampó a Eva. Satanás dirigió su ataque contra la integridad y la veracidad de Dios (Gén. 3:4) y sedujo a Eva al asegurarle que ella, como Dios, conocería el bien y el mal (Gén. 3:5). Ser como Dios significa no tener más necesidad de Dios. El problema del pecado en el jardín del Edén fue que Eva le dio a Satanás el lugar que le pertenece sólo a Dios; y Adán, a su vez, dio ese lugar a Eva. La transgresión de A d á n y Eva significaba repudiar la autoridad de Dios, dudar de su bondad y sabiduría, como también rechazar su justicia y una contradicción a su veracidad. C o m o consecuencia del pecado, la actitud del hombre hacia Dios cambió. Ahora, en lugar de dar la bienvenida al compañerismo con él, A d á n y Eva "se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto" (Gén. 3:8). También se fabricaron algo con que cubrirse. Ahora temían el encuentro con su Señor. Tanto la vergüenza como el temor dominaban su experiencia, indicando que había ocurrido una ruptura básica en su relación con Dios. Otra consecuencia del pecado se mostró en la actitud mutua del hombre. A d á n y Eva, ahora en un estado de temor y vergüenza, comenzaron a separarse el uno del otro (ver Gén. 3:12). El pecado afectó a la raza entera cuando la muerte entró en el mundo. Dios le había declarado a la primera pareja que si comían del 23

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EL PACTO ETERNO DE DIOS

fruto del árbol, "ciertamente morirás" (Gén. 2:17). La muerte, en su sentido último, significa una separación final de Dios. Esto es lo que significó el primer pecado de A d á n para toda la raza humana (Rom. 5:12, 14-19; 1 Cor. 15:22). El pecado produjo consecuencias que se extendieron también al m u n d o físico. Dios dijo, por ejemplo: "Maldita será la tierra por tu causa" (Gén. 3:17; comparar con Rom. 8:22). La creación entera sintió las repercusiones del pecado. Desde Génesis 4 hasta Génesis 6:5, se despliega un cuadro de difusión y crecimiento del pecado. El pecado destruye como una avalancha. Produce un abismo cada vez más ancho entre Dios y los seres humanos. Pasa desde la desobediencia (Gén. 3:1-7) al asesinato (Gén. 4:8) al homicidio temerario, a una codicia enorme (Gén. 4:23, 24), y a una corrupción y una violencia totales (Gén. 6:1-12). Por eso, cuando Dios dijo en los días de Noé que "todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal" (Gén. 6:5, NVI), hizo una evaluación amplia. La palabra "designio" (del hebreo yeser) significa "propósito" o "intención". La palabra corazón designa el asiento del pensamiento y de los poderes de la razón, y generalmente se refiere a la mente con todas sus facultades. ¡Qué evaluación terrible: todos los propósitos, intenciones y designios de los hombres eran de continuo solamente al mal! LA REACCIÓN INTERIOR DE D I O S N o es frecuente que obtengamos de las Escrituras una vislumbre de la vida interior de Dios. Pero Génesis 6:6 nos da una vislumbre de su reacción ante el enorme y terrible crecimiento del pecado. Esta vislumbre se revela de dos maneras. Primero, Dios "se arrepintió" (RV 1960, NVI), "le pesó" (Biblia de Jerusalén [BJ]). Este "arrepentimiento" no es idéntico al arrepentimiento humano. La lengua hebrea en el Antiguo Testamento usa en forma consistente una palabra específica al referirse al arrepentimiento de Dios: nacham. N o implica una falta de previsión de parte de Dios, ni una vacilación en su naturaleza o propósito. En este sentido, Dios n o se arrepiente de nada (1 24 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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Sam. 15:29). Por supuesto, el arrepentimiento de Dios no involucra un aspecto de culpabilidad o de pecado. La palabra se emplea sencillamente para presentar la verdad "de que Dios, en consonancia con su inmutabilidad, cambia de posición respecto al hombre quien ha cambiado". 2 La segunda reacción que revela Génesis 6:6 es la tristeza de Dios. "Le dolió en su corazón" a Dios, profundamente herido por la humanidad y su maldad. Esta descripción de Dios como un ser cuyo corazón puede dolerse por nuestro pecado va en contra del concepto de que Dios es una idea estática, abstracta, indiferente, o como un principio inflexible. Lo revela como abierto al impacto del pecado humano, como un Dios que se siente afectado por lo que ocurre entre sus criaturas humanas. Pocos seres humanos reflexionan sobre el profundo dolor que el pecado infligió al corazón de Dios. Piensan que Dios no se vio afectado por nuestra desesperación. Pero el cuadro bíblico lo muestra en forma diferente. Lo describe como profundamente involucrado en lo que respecta al pecado: por cierto no en el sentido de que él mismo es pecaminoso, sino más bien porque él responde con profundo dolor cuando los seres humanos pecan. Esta vislumbre del corazón de Dios revela que él no juzga el pecado humano fríamente, sino en cambio, de manera de controlarlo. Esta clase de acción refleja la clase de situación descrita en Génesis 6:6.

Dios decidió que la difusión masiva y continuada del pecado necesitaba ser controlada. U n a perversión total de la voluntad y el poder razonador del hombre demandaba una acción drástica. Ese juicio vendría en la forma de un diluvio mundial destructivo, que eliminaría "toda carne". Dios dijo: "Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo" (Gén. 6:7). Este pasaje define la referencia en Génesis 6:13 donde Dios afirma: "He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos". Aclara que la expresión "toda carne" incluye desde "el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves". Ellos habían llenado la tierra con violencia y 25 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

maldad. LA BONDADOSA SALVACIÓN DIVINA DE LOS JUSTOS Varios detalles presentados en Génesis 6, específicamente en los versículos 8 y 9, se refieren a la salvación de Noé y su familia. Tres características principales de la vida de Noé contrastan vividamente contra el mal, la violencia y la corrupción de su propia generación. Primero, Noé era "varón justo" (Gén. 6:9). Su justicia consistía en la integridad de su relación con Dios. Una "persona justa" en el Antiguo Testamento hace justicia a la relación en la que se encuentra con Dios. Si una persona está en una relación de fe, confianza y dependencia de Dios, que resulta en su obediencia a Dios, esa persona es llamada "justa". Segundo, Noé es llamado "perfecto" (Gén. 6:9, RV60), "honrado" (NVI). Las palabras no indican un estado de perfección absoluta o sin pecado, sino de integridad moral. Este compromiso completo le permitió estar sin mancha delante de Dios. Tercero, Noé "caminó" con Dios (Gén. 6:9). La expresión trasmite la idea de principios constantes y fieles. Es la última persona de la época antediluviana y la primera de la posdiluviana que caminó con Dios. Como tal, es un ejemplo del remanente de fe que sobrevivirá al cataclismo del fin del tiempo (Heb. 11:7). EL PACTO CON N O É ANTERIOR AL DILUVIO Hemos notado antes que la primera referencia explícita en las Escrituras con respecto a hacer un pacto, aparece en Génesis 6:18: "Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo". U n a comparación cuidadosa de las palabras con otras declaraciones de pactos en el Antiguo y el Nuevo Testamentos revela que contiene los puntos esenciales del pacto bíblico. Definidamente un pacto entre Dios y el hombre es el pacto que Dios hizo con Noé. Encontramos que aquí se mencionan las partes que hacen el pacto: Dios y el hombre. En los pactos bíblicos, Dios y el hombre se 26 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

relacionan, y Dios toma la iniciativa. Aquí también encontramos esta situación. El mandato: "Entra tú en el arca", revela que el pacto de Dios con Noé estipulaba una obligación. La idea del pacto aquí está lejos de la idea de un contrato, alianza, unión o acuerdo entre Dios y Noé. De hecho, es el pacto de Dios ("mi pacto"), y Noé y su familia fueron los receptores y los beneficiarios de la bendición del pacto como resultado de su obediencia. La declaración de Génesis 6:18, aunque breve, contiene conceptos profundos. Predice provisiones para el futuro de la humanidad. Al establecer este pacto con el superviviente del diluvio y su familia, Dios otorga su abundante gracia y misericordia. La seguridad de la humanidad en el presente y la seguridad de la salvación en el futuro surgen de la gracia de Dios y del acto divino en favor de ellos. Dios mismo se muestra como un Dios misericordioso y lleno de gracia, constante en su amor por la humanidad. La expresión típica del establecimiento de un pacto no aparece en este pasaje, específicamente, la que se usa en ochenta lugares del Antiguo Testamento: "cortar un pacto", o en la expresión típica y apropiada de "hacer un pacto". Aquí el término usado es establecer (heqim). U n a investigación cuidadosa de este término en relación con el establecer un pacto, revela la importancia de "mantener" o "confirmar" (comparar Deut. 9:5; 27:26; 1 Sam. 15:11; 2 Sam. 7:25; 2 Rey. 23:3, 24; etc.). Este descubrimiento nos da la impresión de que el establecimiento divino del pacto implica el mantenimiento de un compromiso en el que Dios se ha empeñado con anterioridad. A u n cuando Génesis 6:18 es la referencia más temprana a un pacto en la Biblia, el uso de este término hebreo específico en relación con él implica que Dios había hecho previamente un pacto con la humanidad. En este sentido, el pacto de Dios con Noé puede considerarse como una renovación de su pacto con Adán, al que la Biblia se refiere implícitamente en Génesis 3:15. Obviamente, Noé respondió con fe y obediencia a la invitación de Dios de hacer en un pacto con él al entrar en el arca. Noé y su familia demostraron la clase de obediencia que surge de una confianza 27

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EL PACTO ETERNO DE DIOS

total y completa en Dios, en lugar de la obediencia que tiene la intención de ganar méritos ante Dios. Génesis 9:8 al 17 describe el pacto posterior al diluvio que Dios hizo con Noé y su familia. Es amplio pues incluye los animales también, y demuestra que la provisión de la gracia de Dios no depende necesariamente de la comprensión o la obediencia de parte de los beneficiarios del pacto. Es importante notar que el pacto de Génesis 9:8 al 17 es el primero y el único pacto bíblico que en su alcance es totalmente universal. El pacto posdiluviano que Dios hizo con Noé se describe, a veces, como un pacto incondicional porque no menciona ninguna condición u obligación específica impuesta a los seres humanos. No resulta completamente claro si las instrucciones en los siete versículos anteriores deben considerarse como las obligaciones del pacto . Algunos eruditos las han entendido como que están relacionados, y por eso sugieren que este pacto es condicional. De cualquier manera, aun si no hay obligaciones explícitas observables fácilmente, se supone que deben estar implícitas, porque son parte de todos los pactos. En el pacto hecho con Noé después del diluvio, Dios prometió que nunca más un diluvio universal destruiría toda la tierra. Esta promesa no implica, sin embargo, que Dios está obligado a no destruir al mundo otra vez por otros medios que no sean el agua. Su plan revelado es usar un gran fuego destructor para terminar con toda la maldad al fin de la historia humana (2 Ped. 3:7, 10, 11; Apoc. 20:9). Esta intención de ninguna manera contradice la promesa que Dios hizo a Noé y sus descendientes. "Así destruirá Dios a los impíos de la tierra. Pero los justos serán protegidos en medio de estas conmociones, como lo fue Noé en el arca. Dios será su refugio y tendrán confianza bajo sus alas protectoras". 3 Sólo tres pactos bíblicos incluyen señales explícitas del pacto. En el pacto posterior al diluvio hecho con Noé, la señal es el arco iris (Gén. 9:12, 13), producido por la refracción de la luz solar a través de las gotas de lluvia. Por cuanto las señales bíblicas cumplen funciones importantes, resulta útil comprender la naturaleza de la señal ligada a este pacto. 28 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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Por definición, las señales apuntan a algo más allá de sí mismas, proveyendo una garantía o un compromiso. Pueden impartir conocimiento, servir como protección, producir fe, o hacer recordar y confirmar. La mayoría de estos aspectos aparecen en la señal del arco iris. En contraste con las otras dos señales del pacto (que serán consideradas más tarde), el arco iris es una señal física, externa en las nubes que le hace recordar a Dios su pacto (Gén. 9:15, 16) de que nunca destruirá otra vez la tierra con un diluvio. Aunque el arco iris nos recuerda que Dios una vez castigó la maldad con un diluvio universal, garantiza que cuando las nubes traen lluvia, no necesitamos temer otro diluvio. Nos recuerda que Dios ha cumplido y cumplirá su promesa de nunca volver a traer un diluvio para destruir la tierra. El arco iris, como un recordativo de la fidelidad de Dios a su promesa, debiera hacer surgir fidelidad en nosotros, y servirnos como un poderoso factor disuasivo de una vida de pecado. EL PACTO Y EL REMANENTE DE FE Pocas personas perciben que la primera mención específica de un remanente en la Biblia aparece en Génesis 7:23. "Quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca".4 La palabra traducida "quedó" deriva de la raíz hebrea sa'ar, la que de diversas formas expresa la idea del remanente en el Antiguo Testamento. En contraste con esta referencia explícita, antes de ella aparece en el Antiguo Testamento una referencia implícita a un remanente, dentro de la narración del primer homicidio. Después que Abel fue asesinado, sólo Caín quedó como el progenitor de la raza humana hasta que otros hijos les nacieron a Adán y Eva (Gén. 4:1-15). En forma significativa y comprensiva, a Caín no se lo llama un remanente porque él no es un ejemplo de un remanente de fe, que es un tema recurrente en el Antiguo Testamento. En contraste con la referencia a un remanente literal en el caso de Caín, la referencia a un remanente fiel en Génesis 7:23 es más significativo. Noé y su familia sobrevivieron al diluvio y llegaron a ser los portadores de vida para el 29 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

futuro de toda la humanidad. Por medio de ellos, también las bendiciones de la vida llegan a la humanidad posdiluviana. No podemos pasar por alto el hecho de que el remanente que sobrevivió a la primera catástrofe mundial fue un pueblo de fe y confianza (Gén. 6:9 y 7:1). Siendo que la Biblia usa el diluvio de Noé como un tipo de la destrucción del fin del tiempo, esta observación tiene mucha importancia. También es importante reconocer que al fin, el remanente que será salvado será otra vez un pueblo que responda a Dios con fe y obediencia. Será un remanente que, como Noé, estará en una relación correcta con Dios, un remanente perfecto en su esfera, un remanente que camina con Dios (Apoc. 12:17). ¿Quién pertenecerá a ese remanente al fin del tiempo? ¿Serás tú uno de ellos?

Referencia s 1 Un tratamiento extenso de la doctrina del pecado puede verse en John M. Fowler, "Sin", en Handbook of Seventh-day Adventist Theology, Seventh-day Adventist Bible Commentary (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), t. 12, pp. 233-270. 2 Comentario bíblico adventista, t. 1, pp. 263, 264. 3 E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 101. 4 Sobre el concepto de remanente, ver Gerhard F. Hasel, The Remnant: The History and Theology of the Remnant Idea from Genesis to Isaiah, 2da. ed. (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1975); Ibíd., "Remnant", Interpreter's Dictionary of the Bible, Supplementary Volume (Nashville, TN: Abingdon, 1976), pp. 735, 736.

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El pacto con Abrahán

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uando vino la palabra de Dios a Abrahán en Ur de los Caldeos, para que fuera a un lugar que él le mostraría, Abrahán no tenía idea hacia dónde iría (Heb. 11:8, 9). El no tenía acceso a un agente de viajes que le consiguiera un vuelo. N o podía tener acceso a Internet para tener una galería de fotos de la tierra de Canaán. Sin embargo, como veremos, el pacto abrahánico fue un pacto de gracia y de salvación. Dios lo inició por su amor generoso (Gén. 12:1, 2; 15:7, 18; 17:1, 2, 7). Él se reveló a A b r a h á n repetidamente como Yahweh (Gén. 12:1; 15:7). Le dijo: "Yo soy tu escudo" (Gén. 15:1), y "Yo soy el Dios Todopoderoso" (Gén. 17:1). Esto llega a ser más significativo al comprender de dónde vino A b r a h á n y el tiempo en el que vivió. 1 Durante la primera parte del tercer milenio a.C., la ciudad de Ur era la capital de un vasto imperio. Durante el reinado de Ur-nammu, la ciudad experimentó una especie de renacimiento. Las excavaciones hechas por los británicos revelaron maravillas arquitectónicas increíbles tales como el ziggurat, una torre-templo que llegaba hasta el cielo. El cementerio real proporcionó la clase de riqueza que todo arqueólogo sólo sueña con encontrar. 2 ¿Por qué llamaría Dios a Abrahán para que saliera de una ciudad tan espléndida y opulenta? Ciertamente, A b r a h á n no lo sabía. Todo lo que tenía era la promesa de Dios. Era importante que A b r a h á n primero conociera quién era Dios. EL D I O S DEL PACTO ABRAHÁNICO Dios se ocupó de un acto de identificación propia en su conver31 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

sación con Abrahán, registrada en Génesis 15:7: "Yo soy Jehová", un nombre propio o personal de Dios. Otro nombre, Elohim, es el nombre genérico para Dios, en contraste con el nombre personal de Yahweh o Jehová. La identificación de Yahweh como el que sacó a Abrahán de Ur (Gén. 15:7), alude a la iniciación del pacto de Dios con Abrahán registrado en Génesis 12:1 al 3. Dios hizo un pacto en tres etapas con Abrahán. La primera aparece en Génesis 12:1 al 3; la segunda, en Génesis 15:1 al 21; y la tercera, en Génesis 17: 1 al 14. La información cronológica en la narración revela que Dios se ocupó de este proceso de hacer un pacto con Abrahán durante un período de veinticuatro años. No se puede establecer fácilmente el significado exacto del nombre Yahweh. Se han escrito libros enteros sobre el tema. 3 Pero en Exodo 3:14 Dios mismo explica que este nombre significa: "Yo SOY EL QUE SOY". Esta frase distintiva expresa la realidad de la existencia incondicional de Dios y su soberanía sobre el pasado, el presente y el futuro. En él reside la iniciativa de la creación como también de la salvación, y además del control último sobre el presente y el futuro. Cuando Abrahán tuvo noventa y nueve años de edad, Yahweh se le apareció otra vez y se presentó con la identificación propia de "el Dios Todopoderoso" (Gén. 17:1). Esta designación (o sencillamente, "el Todopoderoso") se encuentra principalmente en dos libros del Antiguo Testamento: Génesis y Job. La designación "Dios Todopoderoso" es la traducción del hebreo El-Shaddai. El es el nombre genérico semítico para la deidad, y se usa en la mayor parte del Antiguo Testamento como un sinónimo de Yahweh. Ejemplos de este uso aparecen en Números 23:8, 19, 22, 23; 24:4, 8, 16, 23; Salmos 16:1, 2; 17:1, 6; 85:8; Isaías 40:18; 42:5. El origen y significado exactos del nombre Shaddai no son claros. La traducción "El Todopoderoso" en la versión Reina Valera, como también en otras, parece bastante correcta (comparar Isa. 13:6; Joel 1:15). El énfasis en el "poder" de Dios frente a la fragilidad humana es admirablemente adecuado en la experiencia de Abrahán. Dios le había prometido un hijo a Abrahán casi un cuarto de si32 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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glo antes de los eventos registrados en Génesis 17. Pero cuando él y Sara todavía no tenían un hijo después de diez años, A b r a h á n tomó las cosas en sus manos, se casó con la sierva de su esposa, Agar, y engendró a Ismael. Casi una década y media más tarde, cuando Abrahán había alcanzado la avanzada edad de noventa y nueve años, Dios reafirmó su pacto y le anunció que sería establecido con el nacimiento de un hijo, Isaac, que nacería en el espacio de un año (Gén. 17:21). En este punto crítico Dios se presentó a A b r a h á n como el "Dios Todopoderoso" para quien nada es imposible. Hombres y mujeres apremiados, con una fe vacilante como la de Abrahán, pueden tener la certeza plena de que el Dios del pacto es realmente un "Dios Todopoderoso", que realiza el cumplimiento de las promesas de su pacto en su momento y sin la ayuda humana. Dios puede realizar en cualquier momento lo que él promete.

A B R A H Á N , PARTÍCIPE EN EL PACTO DIVINO La elección que hizo Dios de Abrahán n o estaba basada en una superioridad inherente que demandaba una recompensa. Ciertamente Abrahán fue "fiel entre los fieles, incorrupto en medio de la prevaleciente apostasía, se mantuvo firme en la adoración del único Dios verdadero". 4 Pero su fidelidad no debe ser considerada como un mérito que le ganó el derecho a ser escogido por Dios. La elección de Dios siempre está basada en el amor, la gracia y la misericordia de Dios (Deut . 7:6- 11)7 E l registro bíblico de la experiencia de Abrahán revela una cantidad de acciones totalmente indignas de quien fue escogido para llegar a ser partícipe en el pacto de Dios (comparar Génesis 12:10-20; 16:1-16; 20:1-18). Sin embargo, la peregrinación de Abrahán revela un crecimiento constante y un progreso que alcanzó las alturas de la fe, virtualmente sin paralelo en la historia humana (Gén. 18:22-33; 22:1-14). A l concluir el proceso de hacer el pacto, A b r a h á n recibió un nombre nuevo: de Abram que significa "el padre es exaltado", a Abrahán, "el padre de una multitud". Fue la primera persona men33

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cionada en la Biblia a quien Dios le dio u n nombre nuevo. El nuevo nombre indicaba que la nueva relación del pacto fue sellada, y la promesa divina asegurada: "Porque te he confirmado como padre de una multitud de naciones" (Gén. 17:5, NVI). A l llamar a A b r a h á n para que saliera de Ur, Dios no sólo cumplía su promesa a Abrahán de que sería padre de una multitud de naciones, sino ponía a A b r a h á n en una ubicación donde este nuevo pueblo podía producir el máximo de impacto. Como un puente entre los imperios, Canaán era la elección geográfica natural para el pueblo de Dios. Desde C a n a á n podían interactuar con los egipcios, las diversas naciones cananeas — A m ó n , Moab, Edom— y los reinos de la Mesopotamia hacia el este. Pero tal vez hubo una razón más personal por la que Dios llamó a A b r a h á n y a su familia a salir de Ur en ese momento. Poco sabía Abrahán que cuando dejaba Ur al final del tercer milenio a.C., su prominencia como capital de un imperio floreciente sería de corta duración. El III período de U r terminó en 2004/3 a.C., cuando la ciudad fue destruida por los elamitas. 5 Pareciera que Dios no sólo deseaba establecer una gran nación mediante la descendencia de Abrahán, sino que personalmente procuró sacar a A b r a h á n de una ciudad que pronto encontraría su destrucción.

¿ P A C T O CONDICIONAL O INCONDICIONAL? Si el pacto abrahánico fue condicional o incondicional es un asunto de acalorados debates entre los cristianos de hoy. U n a línea de interpretación teológica, designada como "dispensacionalismo", pone un énfasis considerable sobre la supuesta incondicionalidad del pacto abrahánico. La Nueva Biblia de Scoñeld sugiere que el pacto abrahánico revela el propósito soberano de Dios de cumplir por medio de A b r a h á n su programa para Israel, y de proveer un Salvador para todos los que creen. Además, afirma que el cumplimiento final depende de la promesa divina y el poder de Dios, en vez de depender de la fidelidad humana. 6 Los intérpretes dispensacionalistas argumentan que así como las promesas al Israel físico fueron incondicionales, también lo son las 34 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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promesas a las familias de la tierra que serán benditas en Abrahán. La Nueva Biblia de Scofíeld afirma que "el nuevo pacto [en el cual participan los gentiles]... asegura la bienaventuranza eterna, bajo el pacto abrahánico, a todos los que creen. Es absolutamente incondicional y, siendo que la responsabilidad no fue entregada al hombre, es final e irreversible". 7 Basados en esta interpretación del pacto hecho con Abrahán, muchos cristianos actuales pretenden que el Estado de Israel, formado en 1948 cumple la promesa de Dios hecha a Abrahán en Génesis 12:1 al 13 y pasajes sucesivos. Por lo tanto, también creen que el Estado de Israel desempeñará un papel importante como nación en la obra final de Dios sobre la tierra. Por otro lado, muchos otros cristianos han encontrado dificultades importantes con la interpretación del pacto abrahánico como un pacto incondicional. 8 En el libro Patriarcas y profetas, Elena G. de White nota que "por este rito [la circuncisión] se comprometían [los descendientes de Abrahán] a cumplir, por su parte, las condiciones del pacto hecho con Abrahán". 9 El libro de Génesis proporciona evidencias para sostener este concepto. En una afirmación explícita, Dios encarga a Abrahán y a su simiente después de él a "guardar" (en hebreo samar) el pacto que Dios hizo con ellos (Gén. 17:9). La misma palabra se usa en el Antiguo Testamento para guardar los pactos sucesivos. Por ejemplo, el pacto que Dios hizo con Moisés, reconocido por todos como un pacto condicional, debía ser "guardado" (Deut. 29:9). El mismo término guardar aparece más de treinta veces en el libro de Deuteronomio para observar los mandamientos (ver, por ejemplo, Deut. 4:2). En diversas partes de las Escrituras, también se emplea específicamente para guardar el sábado (Éxo. 31:13, 14, 16; Deut. 5:12; etc.) así como también ciertas fiestas (Éxo. 13:10; 23:15; 34:18). En el mismo capítulo del Génesis, también encontramos que el pacto abrahánico puede, de hecho, "ser violado" (hebreo, parar; Gén. 17:14). Es notable que esta misma palabra hebrea aparece con frecuencia, exactamente veintidós veces, en el Antiguo Testamento como un término típico para la idea de quebrantar o invalidar el pacto (Lev. 26:15; Deut. 31:16, 20; Isa. 24:5; etc.). Evidentemente, el 35

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pacto con Abrahán, de acuerdo con este capítulo sobre el pacto temprano en la historia de Abrahán, podía ser guardado o quebrantado por los participantes humanos, haciendo que el pacto fuera un pacto condicional. Otras afirmaciones explícitas en el Génesis también indican que el pacto abrahánico es condicional por cuanto requería que la persona con quien se hacía debía ser fiel a Dios. Génesis 18:18, 19, afirma: "Abrahán se convertirá en una nación grande y poderosa, y en él serán bendecidas todas las naciones de la tierra. Yo lo he elegido para que instruya a sus hijos y a su familia y a su casa, a fin de que se mantengan en el camino del SEÑOR y pongan en práctica lo que es justo y recto. Así el S E Ñ O R cumplirá lo que le ha prometido" (NVI). Abrahán debía enseñar a su familia los caminos de Dios, de modo que cuando él muriera, sus descendientes vivirían como él había vivido. Los descendientes de A b r a h á n debían también " m a n t e n e r l e ] en el camino del Señor" con el fin de que Dios cumpliera "lo que le ha prometido" [a Abrahán], La respuesta de fe de Abrahán se observa en su obediencia a las instrucciones de Dios, notablemente en su disposición de sacrificar a Isaac, una actitud sumisa que mantiene efectiva la promesa. U n estudio de Génesis 22:16 al 18 es especialmente importante en relación con esto. Abrahán llega a ser el modelo de todos los que son justificados por la fe (Gén. 15:6; ver Rom. 4), y demuestra que la fe justificadora siempre está acompañada por la obediencia a la ley de Dios (Gén. 26:5).

LA CIRCUNCISIÓN, SEÑAL DEL PACTO Así como el pacto con Noé fue acompañado por una señal, también lo fue el pacto abrahánico. La señal del pacto de Dios con Abrahán fue la circuncisión. Dios la llama "señal del pacto entre mí y vosotros" (Gén. 17:11). Esta señal del pacto comunicaba varias verdades importantes. Primera, distinguía a los descendientes de A b r a h á n de los gentiles (Efe. 2:11). Segunda, perpetuaba la memoria del pacto de Dios (Gén 36

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17:11) y simbolizaba una circuncisión del corazón. Tercera, fomentaba el cultivo de la pureza moral (Deut. 10:16; Rom. 2:29). Cuarta, representaba la justicia que es por la fe (Rom. 4:11). Quinta, prefiguraba la ordenanza cristiana del bautismo (Col. 2:11, 12). Hace unos pocos años un inmigrante de dieciocho años de edad fue al estado moderno de Israel. Por cuanto su madre era judía, tenía derecho a la ciudadanía. Como parte del proceso de llegar a ser ciudadano de Israel, por ley se le exigía circuncidarse, ¡una perspectiva dolorosa para un adulto!. Algunos se preguntan si la circuncisión es todavía una señal válida para el pueblo de Dios. Seria mejor responder a esta pregunta desde el punto de vista del Nuevo Testamento. El apóstol Pablo define la circuncisión del siguiente modo: "la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito" (Rom. 2:29, NVI). El Nuevo Testamento insiste que para el creyente, ni la circuncisión física ni la incircuncisión tiene valor alguno (1 Cor. 7:19). Sin embargo, enfatiza que "la fe que obra por el amor" (Gál. 5:6), llegar a ser "una nueva creación" (Gál. 6:15) y "el guardar los mandamientos de Dios" (1 Cor. 7:19) siguen teniendo importancia hoy en día.

Referencias 1 Aquí se adopta la cronología temprana para Abrahán, datando el viaje de Abrahán desde Ur en el año 2092 a.C.; ver J. J. Bimson, "Archaeological Data and the Dating of the Patriarchs", en Essays on the Patriarchal Narratives, A. R. Millard y D. J. Wiseman, eds. (Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 1980), pp. 53-89. 2 Susan Pollack, "Ur", en The Oxford Encyclopedia of Archaeology in the Near East, E. M. Moyers, ed. (Mueva York: Oxford University Press, 1997), pp. 288-291; cf. Informes de excavaciones por C. Leonard Woolley, Ur of the Chaldees (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1982). 3 G. H. Parke-Taylor, Yahweh: The Divine Ñame in the Bible (Waterloo, Ont.: Wilfred Laurier University Press, 1975); Millard C. Lind, Yahweh is a Warrior (Scottdale, PA: Herald Press, 1980). f E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 117. 5 Jean-Cl. Margueron, "Ur", en Anchor Bible Dictionary, D. N. Freedman, ed. (Nueva York: Doubleday, 1992), pp. 766, 767; C. E. Cárter, "A Brief History of the Third Dynasty of Ur", Biblical Archaeologist 50/3 (1987), pp. 141-143. 6 The New Scoñeld Bible, p. 20. 7 Ibíd., p. 1318. 8 Bruce K. Waltke, "The Phenomenon of Conditionality within Unconditional Cove-

37 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS nants", en Israel's Apostasy and Restoration: Essays in Honor of Roland K. Harrison, Abraham Gileady, ed. (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988), pp. 123-139; Ronald Youngblood, "The Abrahamic Covenant: Conditional or Unconditional?", en The Living and Active Word of God: Studies in Honor of Samuel J. Schulz, Morris Inch and Ronald Youngblood, eds. (Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 1983), pp. 31-46. 9 E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 132.

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La promesa divina y el pacto abrahánico

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a promesa divina se entreteje a través de la Biblia como un hilo rojo. Algunos sugieren que constituye el tema que une los cinco primeros libros de la Biblia. Otros teólogos van aún más lejos, sugiriendo que la promesa divina es el tema bíblico clave que une al Antiguo con el Nuevo Testamento. 1 Puede ser difícil sostener pretensiones tan amplias, pero es cierto que para los indefensos, los sufrientes, y todos los demás que caminan por la senda de la fe, las promesas de Dios son como las hojas del árbol de la vida. Cuando se personalizan, las promesas de Dios consuelan el alma y proporcionan un fundamento para la fe: "Apropiaos de las promesas de Dios, luego, cuando llegue la prueba y la a f l i c c i ó n , "2 esas promesas serán cantarinos manantiales de consuelo celestial . Las promesas de Dios están en agudo contraste con las promesas humanas. Estas tienen las marcas distintivas de quienes las hacen y están sujetas a la fragilidad humana. En este capítulo, no estamos hablando de la clase de promesas que Jacob extrajo de José: que sería llevado fuera de Egipto y enterrado en la tierra de sus padres (Gén. 47:29-31). Tampoco estamos hablando de la clase de promesas que Dios ordenó que Israel cumpliera (Deut. 23:23 y Núm. 32:24)- Y ciertamente no estamos hablando acerca de promesas tales como las que hizo Balac a Balaam, y las que hizo A m á n al rey Asuero: promesas motivadas por malas intenciones (Núm. 22:17 y Est. 4:7). La clase de promesas de que estamos hablando son muy diferentes, como se destacará en las próximas páginas, es decir, las promesas de Dios. 39

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EL PACTO ETERNO DE DIOS

L A S PROMESAS DIVINAS Dios hizo muchas promesas registradas en toda la Biblia. Hizo promesas en diferentes momentos y circunstancias. Dios hizo promesas que se relacionaban con la conservación, la protección, la posteridad, las posesiones y la prosperidad: asuntos terrenales. También hizo promesas que se relacionan con asuntos espirituales. U n a de ellas es Génesis 3:15, que t i e n e n implicaciones de largo alcance. En ella Dios anunciaba el plan de salvación y cómo sería logrado por medio de la simiente (Jesucristo), aplastando la cabeza de la serpiente (Satanás). Incluía una promesa de enemistad entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente, es decir, enemistad entre las dos ramas de la humanidad: los creyentes y los no creyentes, Siendo que el concepto de la promesa es t a n destacado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos, es importante reconocer que la palabra de Dios es la que hace que las promesas sean seguras. Dios mismo está hablando, haciéndose responsable por el sostén de su pueblo y su destino. Las promesas que Dios hizo a Abrahán están entre las más profundas de la Biblia porque están asociadas con el pacto de Dios a Abrahán. Se relacionan con la presencia constante de Dios con su siervo, asegurándole a Abrahán que Dios sería su "escudo". Dios también le dio una promesa mesiánica que se cumpliría por medio de la simiente de Abrahán. Prometió hacer de Abrahán una nación grande y poderosa. También le prometió que su nombre sería grande. Y además, prometió darle a él y a su descendencia una tierra propia. Nos concentraremos ahora en esas promesas en más detalle.

EL D I O S DE LAS PROMESAS DEL PACTO Entre los actos de revelación propia de Dios están aquellos en los cuales se presenta a sí mismo. Dios se presentó a Abrahán como Yahweh (ver Gén. 12:1; 15:7). Ya hemos visto que este nombre, Yahweh, es el nombre personal de Dios y también es una designación del Dios del pacto. También notamos que al presentarse Dios a sí mismo como el "Todopoderoso", daba la seguridad de que es poderoso, infini40 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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tamente capaz de cumplir la promesa divina. Pero Dios no se reveló a Abrahán como Yahweh y como el Dios Todopoderoso; también se dirigió a él con un saludo personal de ánimo: "No temas" (Gén. 15:1). ¡Cuán oportuno es este saludo, y cuán apropiado! La mente de Abrahán había llegado a estar "tan deprimido por los presentimientos que no pudo esta vez aceptar la promesa con absoluta confianza como lo había hecho antes... ¿Cómo iba a cumplirse la promesa del pacto, mientras se le negaba la dádiva de un hijo?" 3 En ese momento, Abrahán no tenía ningún hijo natural. ¿Debía seguir confiando en Dios y creer en su promesa, aun cuando era de edad avanzada? ¿O debía seguir la costumbre de su tiempo y proveerse de un heredero por su cuenta? ¿Debía tomar las cosas en sus manos y ayudar a Dios a cumplir su promesa? De acuerdo con Génesis 15:1 al 6, descubrimos que Abrahán optó por seguir la costumbre establecida al hacer planes de adoptar a Eliezer, de Damasco, corno su heredero legal. De acuerdo con los descubrimientos arqueológicos, en ese tiempo una persona que no tenía herederos podía adoptar uno legalmente. Este heredero legal tenía todos los privilegios y los derechos de propiedad así como las responsabilidades de un heredero normal o un hijo. En ese momento específico, Abrahán había decidido avanzar en la dirección de la adopción, pero Dios le apareció en una visión y le aseguró: "Yo soy tu escudo" (Gén. 15:1). Por favor, note el pronombre personal tu en la promesa de Dios. Dios le dijo a Abrahán: "Yo soy tu escudo". Este pronombre tu revela el interés íntimo que Dios toma en los asuntos de alguien cuya fe está vacilando y está siendo probado. La designación de Dios como "escudo" aparece aquí por primera vez en la Biblia, y es la única vez en que aparece como una auto revelación de Dios. Más tarde, la misma expresión se usa repetidamente cuando las personas hablan acerca de Dios (ver Deut. 33:29; Sal. 18:2, 30; 84:11; 144:2). Dios era el "escudo" de Abrahán, el hombre de fe. Dios es el "escudo" de cada creyente, es decir, su protección. El "escudo" o protec41 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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ción de que se habla aquí no se refiere a la protección física en la guerra, o contra las desgracias. Más bien, se refiere a la protección de la posibilidad de que la promesa del pacto no se cumpliera por medio de A b r a h á n y su simiente futura. La promesa de Dios a Abrahán, de que sería su escudo, es la misma promesa hecha a cada descendiente de Abrahán. Si somos la simiente de Abrahán (y todos los que tenemos la fe de Abrahán somos su simiente), entonces también tenemos la seguridad de que Dios será nuestro escudo. Dios nos protegerá en cada aspecto de nuestras vidas, pero especialmente en el sentido de que él cumplirá la gran promesa que todavía no ha ocurrido.

LA PROMESA DE LA PRESENCIA DIVINA La promesa del Cristo resucitado antes de su ascensión fue: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat. 28:20). Esta promesa de Jesucristo dada a todos sus discípulos, no sólo a los que estuvieron presentes en ocasión de su ascensión, es uno de los grandes temas de la Biblia. Pocas personas perciben que esta promesa previa a su ascensión sencillamente reitera promesas similares y repetidas a menudo en todo el Antiguo Testamento. La promesa de la presencia continua de Dios y de su compañerismo íntimo, expresada en frases como "Yo estaré contigo" o "Yo estoy contigo" (Gén. 26:3, 4; 28:15; 31:3; Éxo. 3:12; Deut. 31:23; Jos. 1:9: 3:7; 7:12; Isa. 41:10; Jer. 1:8; Hag. 1:13; etc.), es uno de los temas destacados de la Biblia. En muchos casos la promesa de la presencia de Dios está conectada con el mandato: "¡No temas!" (Deut. 20:1; 31:8; Isa. 41:10; 43:5; etc.). LA PROMESA DE BENDICIÓN PARA TODAS LAS FAMILIAS Dios dio otra promesa del pacto con un inmenso potencial futuro, la promesa hecha a Abrahán en Génesis 12:3: "Serán benditas en ti todas las familias de la tierra". Repitió esta promesa en Génesis 28:14: "Y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente", lo cual destruye todas las expectativas limitadas y nacionalistas que cualquier seguidor de Abrahán, o cualquiera de sus descen42

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dientes, pudiera tener. Los horizontes de esta promesa son expansivos, sus dimensiones, universales. El alcance de la bendición abarca a todos. Sus beneficios son totalmente libres de restricciones. Algunas traducciones modernas expresan las palabras "serán benditas" de Génesis 12:3 en forma reflexiva como "se bendecirán a sí mismas". No intentaremos analizar las complejidades de las formas verbales hebreas usadas en Génesis 12:3; 18:18; 26:4; y 28:14. Sin embargo, podemos sugerir que hay apoyo lingüístico sólido para mantener la traducción "serán benditas" como la que expresa la intención original del texto. El apóstol Pablo argumenta con fuerza en favor del uso en singular de la palabra simiente cuando escribe a los creyentes en Galacia. EnjGálaJasJBig, J6^demuestra que la intención de la palabra en singular fue cumplida por nada menos que Jesucristo mismo. En el segundo sermón del apóstol Pedro, registrado en_Hechos ^ e n c o n t r a m o s una referencia a Génesis 12:3 y 22:18, donde Pedro aplica la simiente al siervo de Dios, Jesucristo. Obviamente, tanto Pedro como Pablo reconocieron que esta promesa tenía una aplicación mesiánica intencional. Pablo además clarifica que la descendencia física de Abrahán no significaba una garantía de una relación espiritual, que es por fe, y no por descendencia étnica. Estas buenas nuevas para el creyente se resumen en Gálatas 3:29: "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa". LA PROMESA DIVINA DE UNA NACIÓN GRANDE En el marco del pacto abrahánico hay numerosas menciones de la promesa que Dios le hizo a Abrahán de que llegaría a ser una nación grande. Se le comunicó esto por primera vez a Abrahán en Génesis 12:2: "Haré de ti una nación grande". Más tarde fue repetida a Abrahán en una afirmación que se encuentra en Génesis 18:18: "Habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte". Durante el tiempo en que Abrahán no tenía descendientes, el Dios en quien él confiaba le hizo la promesa del pacto de que no sólo le daría un hijo y 43 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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una posteridad (Gén. 12:7; 13:15; 15:18; 17:16, 19, 30; etc.), sino que también haría de Abrahán una nación grande y fuerte. Antes de que Jacob se mudara de la Tierra Prometida, Canaán, a Egipto, Dios le repitió la promesa inicialmente hecha a su abuelo, Abrahán: "Porque allí [en Egipto] yo haré de ti una gran nación" (Gén. 46:3). Estas palabras no sólo repiten la promesa originalmente hecha a Abrahán, sino que, además, le aseguraba a Jacob que Dios cumpliría la promesa en un lugar específico, Egipto. Dios realiza sus propósitos en su propia manera, en su propio tiempo, y en su propio lugar. Cuando la familia de Jacob eran pocos en número (Gén. 46:827), sólo setenta personas, se mudaron a Egipto. De ese número pequeño y al parecer insignificante, los descendientes de Jacob aumentaron y llegaron a ser tan numerosos que constituyeron una gran nación (Deut. 26:5). En Egipto, Israel no tenía tierras propias y ninguna perspectiva de adquirirlas. Sin embargo, en la manera milagrosa de Dios, Israel llegó a ser una "nación". De este modo Dios cumplió de manera espectacular la promesa de que los descendientes de Abrah á n llegarían a ser una gran nación. En cuanto a números, solamente, Israel realmente llegó a ser una "nación" en Egipto. Pero en cuanto a una comunidad religiosa cohesiva, Israel llegó a ser una nación sólo más tarde, cuando entraron en una relación formativa y valedera, la relación del pacto, con su Dios en el monte Sinaí. En ese punto de su experiencia, cuando llegaron a ser el pueblo del pacto, debían actuar como una "nación santa" (Exo. 19:6), puesta totalmente aparte para servir a Dios, adorarlo, y ser de servicio a otros. LA PROMESA DIVINA DE UN GRAN NOMBRE U n a acción típica de los seres humanos es la de intentar crearse un buen nombre, obtener una buena reputación y fama, llegar a ser una celebridad. En los anales de la historia secular encontramos esta historia de aspiraciones y esfuerzo vez tras vez. La Biblia también incluye informes de esta preocupación por la fama, extremadamente vital en la raza humana. 44 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

Los constructores de la torre de Babel, de acuerdo con Génesis 11:1 al 9, estaban procurando hacerse de un nombre para sí mismos. Así que se dijeron unos a otros: "Hagámonos un nombre" (Gén. 11:4). Pero como suele ocurrir a las personas motivadas por metas egoístas, los constructores de la torre de Babel fallaron miserablemente en su ambición de hacerse un nombre ilustre para sí mismos. El contraste entre lo que intentaron los constructores de la torre de Babel y lo que Dios realizaría en favor de Abrahán es vivido y cautivador. Por un lado, la raza humana entera se unió para hacerse un nombre y terminó con un fracaso monumental y una confusión cuyos resultados todavía nos molestan hoy. Por otro lado, una sola persona, Abrahán, un hombre que confió en Dios y vivió en fe y obediencia a su Señor, entró en una relación de pacto con Dios. A él Dios le prometió: "Te bendeciré, y engrandeceré tu nombre" (Gén 12:2). Y por cuanto Abrahán respondió a las condiciones de Dios, Dios mismo se comprometió a darle a este hombre solitario lo que otros tan egoístamente procuraron alcanzar y fallaron. Del mismo modo hace Dios, por su gracia, por todos los que entran en una relación de pacto con él, algo que ninguna persona puede hacer por sí misma: lograr para la persona un gran nombre, según Dios define la grandeza.

LA PROMESA DIVINA DE UN PAÍS Otras promesa de gran importancia que Dios le dio a Abrahán fue de que tendría la tierra que Dios le mostraría. "Vete de tu tierra... a la tierra que te mostraré" (Gén. 12:1). Note el contraste significativo entre "tu tierra", por un lado, y "la tierra que te mostraré" por el otro. En otras palabras, en el mandato de dejar su tierra e ir a otra, según Dios lo dirigiría, descansaba el plan que Dios tenía para Abrahán y el cumplimiento de la promesa de heredar Canaán, tierra que Dios quería que él gozara. U n a vez que Abrahán entró en la tierra de Canaán, la tierra prometida, Dios se le apareció otra vez y dejó bien en claro que aunque Abrahán sólo peregrinaría en la tierra de Canaán, la tierra even45 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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tualmente sería dada en posesión a su simiente (Gén. 12:7). Esta promesa le fue repetida a Abrahán después que él y Lot se separaron (Gén. 13:14, 15, 17). Fue repetida también en la experiencia de la ratificación del pacto registrada en Génesis 15. Luego, en la fase final del proceso de hacer el pacto registrada en Génesis 17:8, se repitió otra vez la promesa. A u n después de estas confirmaciones, Dios siguió repitiendo la promesa a Isaac, hijo de Abrahán (Gén. 26:2-5), y a Jacob, hijo de Isaac (Gén. 28:13, 15; 35:12). Dios reveló a Abrahán, según Génesis 15:13, 16, que el cumplimiento de la promesa ocurriría 400 años más tarde. Después de cuatro siglos, Dios le anunció a Moisés que él sacaría a los hijos de Israel de la tierra de Egipto a una "tierra buena y ancha", una tierra que fluye leche y miel (Éxo. 3:8, 17; 6:8). De modo que durante el tiempo de Moisés la promesa comenzó por fin a cumplirse. Sin embargo, no se le permitió a Moisés mismo entrar en la Tierra Prometida. En cambio, él vería la tierra mejor del mundo celestial. Dios repitió la promesa a Josué (Jos. 1:3), quien hizo entrar al pueblo en Canaán. En los días de David la promesa finalmente había alcanzado su cumplimiento, aunque ni siquiera entonces en forma completa (ver Gén. 15:18-21; 2 Sam. 8:1-14; 10; 1 Crón. 19; 1 Rey. 4:21). Cumplir esta promesa llevó un tiempo muy largo. El Señor del pacto es un Dios de promesas. Sus promesas están aseguradas por él. Las promesas de Dios son ciertas. Él cumple sus promesas en su propio momento, y en la forma en que lo desea. Confiar en Dios y en sus palabras de promesas, y someterse a las condiciones del pacto, nos hacen parte de la experiencia de la promesa y parte del pueblo de la promesa que algún día ocupará la verdadera tierra de la promesa con el Señor.

Referencias 1 Walter C. Kaiser, h., "The Centre of Oíd Testament Theology: The Promise", The mellos 10 (1974), pp. 1-10; Ibíd., Toward an Oíd Testament Theology (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1978), p. 23. 2 E. G. de White, Meditaciones matinales (1955), p. 28. 3 E. G. de White, Patriarcas y profetas, pp. 130, 131.

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El verdadero Israel y la tierra prometida

El estado moderno de Israel es una tierra de contrastes. Es una nación industrial moderna que se enorgullece de tener algunas de las tecnologías más sofisticadas que van desde la fabricación de productos farmacéuticos hasta el desarrollo más nuevo en memoria instantánea, en la planta Intel más grande del mundo. Sin embargo, todavía se ven beduinos viviendo en tiendas y mudándose de un lugar a otros, algo no muy diferente de lo que fue la vida de Abrahán hace casi cuatro mil años. Es una tierra de diversidad religiosa que incluye lugares sagrados del Judaismo, del cristianismo y del Islam. Se pueden ver musulmanes orando con su rostro vuelto hacia la Meca y más tarde verlos regatear en los mercados callejeros de la Ciudad Vieja. Llama la atención el contraste con los judíos jasídicos, inclinándose rítmicamente en oración frente el Muro Occidental durante el sábado, con los jóvenes judíos que bailan al son de una banda de rock cerca de la calle Ben Yahuda el sábado de noche. De hecho, el nombre "Israel" mismo trae a la memoria ideas diversas y frecuentemente conflictivas. Muchos piensan en el Estado de Israel, establecido el 14 de mayo de 1948 bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Otros se imaginan el Israel de la Biblia, el pueblo de Dios que vivió allí hace m u c h o tiempo. Los cristianos pueden pensar en la iglesia, como lo sugieren ciertos pasajes en el Nuevo Testamento. Los dispensacionalistas podrían también pensar en u n Israel de Dios del futuro, un pueblo que ellos creen que reinará por 47 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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mil años sobre la tierra. Sea que pensemos en el Israel del pasado o en el Israel del presente o el Israel del futuro, las preguntas candentes siguen en pie: ¿Quién constituye el verdadero "Israel de Dios"? ¿Sólo los descendientes de Abrahán según la sangre? ¿Exclusivamente los ciudadanos del Estado de Israel de hoy? ¿Una combinación de judíos y cristianos? ¿La iglesia cristiana en general? ¿Quién pertenece al verdadero Israel? ¿Pertenece usted al verdadero Israel? LA FORMACIÓN DE ISRAEL Es comprensible que debemos comenzar nuestra investigación en el Antiguo Testamento. Allí, por la manera en que Dios describe su propósito para el antiguo Israel, podemos entender cómo llegó originalmente a la existencia el concepto de Israel y lo que ese concepto incluye. Primero de todo, tenemos que reconocer que el Israel del tiempo del Antiguo Testamento llegó a ser una entidad nacional porque Dios lo eligió para ser su "pueblo santo" (Deut. 7:6; 14:2; 26:18, 19). Sólo en un caso Dios designó a Israel como una "nación santa" (Éxo. 19:6). El designio expreso de Dios de que el Israel que él estableció en Egipto fuera un "pueblo santo" o una "nación santa" indica claramente que fue su propia iniciativa la de hacerlos "santos". Esta observación clarifica que el antiguo Israel, designado por los nombres de "pueblo santo" o "nación santa", no se caracterizó por una santidad inherente que los hizo dignos de mérito. Más bien, el término "santo" expresaba la elección divina que separó a este pueblo, o lo cortó de entre otros pueblos así como de las prácticas paganas, para cumplir un propósito específico en el plan de Dios para la salvación del mundo. Es de importancia especial que Israel debía ser un "reino de sacerdotes" y una "nación santa" (Éxo. 19:5, 6). La expresión "reino de sacerdotes" no es sinónimo de "nación santa", ni puede reducirse a la idea de que fueran sacerdotes regios o sacerdotes-reyes. El marco del pacto en el monte Sinaí (ver Éxodo 19), durante el cual Dios les 48 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

confirió ese título, revela que la expresión "reino de sacerdotes" designaba a Israel como un pueblo del pacto. Este pueblo del pacto debía cumplir su propósito entre las naciones y estados terrenales vecinos, pero no sencillamente como otra nación o estado j u n t o con ellos. Más bien, Dios proyectó que, como reino sacerdotal, sirvieran entre las naciones del mundo y en favor de ellos, como un reino de sacerdotes que operaran dentro de la sociedad en general, para revelar a Dios y mostrarles el camino de vida para ellos. La expresión "nación santa" (Éxo. 19:6) sigue enfatizando este papel especial que Dios tenía en mente para Israel. La idea de ser "santos" no contenía nada de una situación inherente superior. En cambio, expresaba que Israel había sido separada de las otras naciones, por la gracia de Dios, con un propósito específico. La nación fue puesta aparte para pertenecer a Dios y para revelar por medio de la calidad total de su vida y existencia la relación de pacto en la que Dios los había colocado, y conducir a otros a la misma relación. Si este pueblo escogido dejaba de satisfacer el ideal de Dios para ellos, Israel ya no seguiría siendo el verdadero Israel de Dios sino quedaría reducido al nivel de una entidad política y nacional ordinaria.

LA PROMESA DE LA TIERRA En el capítulo anterior investigamos la promesa de la tierra, como se registra en Génesis 12:1 al 3. Vimos cómo manifestando una obediencia incondicional A b r a h á n salió de U r (Gén. 11:31) y más tarde de Harán "para ir a tierra de Canaán" (Gén. 12:4, 5). U n a vez que A b r a h á n llegó a la tierra de Canaán, el Señor se le apareció en Siquem y le prometió: "A tu descendencia daré esta tierra" (Gén. 12:7). ¿Qué es esta tierra? ¿Cuál es su extensión territorial? N o tenemos que buscar muy lejos en el libro de Génesis para encontrar que Dios reveló a Abrahán la extensión del territorio de la tierra que le había prometido. En Génesis 15:18 al 21 tenemos un breve bosquejo de ella: el río Eufrates en el noreste, la entrada de H a m a t al norte, el "Gran mar" o mar Mediterráneo al oeste, el río de Egipto (Nilo) al sur, y el desierto al este. La extensión territorial de la 49 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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tierra prometida más tarde a Moisés fue esencialmente idéntica (ver Exo. 23:31; Deut. 11:24; comparar con Jos. 1:4). Dios aclaró que la promesa de la tierra era condicional. "Si aun con esto no me oyereis... asolaré la tierra... y a vosotros esparciré entre las naciones" (Lev. 26:27, 32, 33). La desobediencia traería consigo la pérdida de la tierra prometida al Israel literal. En relación con esto también debemos recordar declaración de otros profetas en diversas partes del Antiguo Testamento que revelan de qué modo Dios esperaba que Israel le fuera fiel, pero que en realidad cayeron en una obstinada desobediencia. En lugar de ser dedicados y separados como un "reino de sacerdotes" y una "nación santa", llegó a ser un pueblo "cargado de maldad" (Isa. 1:4). U n a y otra vez Dios envió a sus profetas para llamarlos de regreso a él, pero el pueblo llegó "al colmo de la corrupción" (Ose. 9:9, NVI), resueltos a rebelarse contra Dios (Ose. 11:7; Amos 3:1; Eze. 16:2, 23; etc.). EL. TIEMPO DEL CUMPLIMIENTO DE LA TIERRA PROMETIDA El cumplimiento de la promesa de que Israel recibiría la tierra comenzó durante los días de Moisés. El libro del Éxodo relata claramente los preparativos hechos para su liberación de Egipto, la liberación misma, el pacto que Dios hizo con ellos sobre el monte Sinaí, la peregrinación por el desierto, las instrucciones para construir el tabernáculo, la apostasía, y la renovación del pacto. Moisés, en su discurso de despedida afirma: "Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra" (Deut. 1:8). La muerte de Moisés señaló la conquista inminente de la Tierra Prometida (Jos. 1:1-9). El milagroso cruce del río Jordán proveyó una evidencia visible de la constante presencia de Dios, y evidencia adicional de que era su propósito darles la Tierra Prometida (Jos. 3:117). Cuando Josué murió (Jos. 23:1, 14), Dios le había dado a Israel "toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella... N o faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió" (Jos. 21:4350 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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45; comparar con Jos. 23:14). "Lo que resta de estas naciones" (Jos. 23:12), que todavía vivían entre los hebreos, llegaron a ser t a n impotentes que no constituyeron una amenaza para Israel, mientras Israel se mantuvo fiel a su Dios (Jos. 23:11-13). A pesar de que parte del país quedó en manos de los pueblos paganos (Jos. 13:1-6), las promesas se habían cumplido. Dios no había prometido la destrucción inmediata de todos los cananeos, sino su exterminación gradual (Exo. 23:20, 30; Deut. 7:22). En todo esto, el Dios de Israel actuó de una manera consecuente con su propio carácter. EL FRACASO DE ISRAEL Y LA PROMESA CONDICIONAL DE RESTAURACIÓN El cumplimiento de las maravillosas promesas de Dios, incluyendo la promesa de la tierra, dependía de la fidelidad de Israel. "Y esto sucederá si oyereis obedientes la voz de Jehová vuestro Dios" (Zac. 6.15). Si los israelitas eran desobedientes, Dios no podía otorgarles sus bendiciones. Dios no sólo retendría sus bendiciones, sino que, en armonía con las estipulaciones del pacto, él arrancaría a los israelitas de la Tierra Prometida y los esparciría entre las naciones. Dios nunca deseó castigar a su pueblo (Ose. 11:8, 9), pero su continua infidelidad no le dejó otra elección. Pero aún entonces él proyectó que el castigo les enseñaría lecciones de fidelidad y obediencia. En el año 722 a.C., cuando la ciudad de Samaría cayó en manos de los asirios, el reino del norte de Israel experimentó el cumplimiento de las amenazas divinas (Deut. 28:63-68; 31:20-22; Lev. 26:3-33). U n siglo y medio más tarde, el reino de Judá, al sur, fue arrancado y esparcido por todo el imperio neo-babilónico (2 Rey. 17:7-22). El exilio del antiguo Israel n o significaba el fin del plan de Dios para su pueblo. Dios les extendió la esperanza de la restauración y un retorno a su tierra. El profeta Isaías predijo que Dios alzaría "otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiría, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat y en las costas 51 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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del mar... y reunirá a los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra" (Isas. 11:11, 12). Esta promesa visualizaba la recuperación de sólo un "remanente" de Israel, en contraste con la restauración de todo Israel de la esclavitud egipcia. La expresión "otra vez" no implica una reunión en un futuro distante —una reunión similar al retorno de los judíos al actual Estado de Israel— porque los países y lugares mencionados son todos territorios donde los antiguos israelitas fueron llevados en las cautividades asiría y babilónica. La frase "los cuatro confines de la tierra" significa las cuatro direcciones cardinales, correspondientes a los territorios incluidos en el versículo 11. De este modo, la segunda reunión a la cual se refiere Isaías fue la que ocurrió en el tiempo de los persas. Esa profecía encontró su cumplimiento en el regreso de los exiliados, como lo registra el libro de Esdras. No resulta una sorpresa que el profeta Jeremías, que sirvió durante los últimos años del reino de Judá, presentó un mensaje preciso acerca de la divina restauración de su pueblo. "Habitarán en su tierra" (Jer. 23:8). Les prometió: "Cambiaré su suerte" (Jer. 32:44, NVI), con lo que Dios se refería a la promesa hecha a los patriarcas: "Os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre" (Jer. 7:7). Estas promesas de retorno y restauración están basadas sobre la relación del pacto: "Y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo" (ver Jer. 7:23; 11:4; 24:7; 30:22; 31:33; 32:38). Esta correlación debe considerarse como marco de referencia al estudiar el fracaso de Israel, ya esbozado en detalle por Isaías (Isa. 40:2; 42:24; 50:1; 54:7, 8), quien también enfatizó los resultados que podrían ocurrir por el restablecimiento de una relación de pacto genuina con Dios (Isa. 55:3-5; 54:9, 10; 42:6; 49:8). La constante interrelación entre restauración en el sentido físico y la restauración de la vida interior del pueblo también es sostenida por Jeremías. Sin la restauración interior, basada en el nuevo pacto "en su mente", con la ley escrita "en su corazón" (Jer. 31:31, 34), no puede haber ninguna restauración genuina en el sentido físico. El nuevo pacto formaría un nuevo pueblo. El arrepentimiento debía ser la condición para recibir la posesión de la Tierra Prometida y para 52 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

permanecer e n ella. "Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar" (Jer. 7:3; comparar con Jer. 18:11; 22:3-5). Las numerosas promesas de restauración en Jeremías (Jer. 23:1-8; 24:4-7; 30:8, 9, 18-21; 31:27, 28; 32:6-23) y otras promesas del Antiguo Testamento están todas condicionadas por los "si" de la obediencia así como también por los "si no" de la desobediencia (Jer. 17:24, 27; 18:8-10; 22:5; Zac. 6:15).

EL REMANENTE COMO EL VERDADERO ISRAEL El plan de Dios para Israel como una entidad religioso-política se frustró por la larga historia de desobediencia e infidelidad de Israel. Pero el plan de Dios en realidad no se frustró del todo, porque el verdadero Israel, como Dios lo siguió revelando, es un Israel de fe y de obediencia. De modo que, dentro de la entidad nacional, la entidad nacional del Israel infiel, siguieron existiendo individuos fieles, israelitas fieles. La evidencia de este hecho aparece en el caso de Elias y los 7.000 que no doblaron sus rodillas ante Baal (1 Rey. 19:14, 18). De este modo Elias, con los que rehusaron doblar sus rodillas ante el ídolo, constituyeron el remanente, o verdadero Israel, el verdadero pueblo de Dios. Ellos existieron dentro de la nación de Israel. Muchos de los profetas del Antiguo Testamento hablaron de este remanente fiel dentro de la nación de Israel misma. "Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová. El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice" (Sof. 3:12, 13). Este verdadero remanente de Israel habrá aceptado el gobierno de Dios (Miq. 4:7; comparar con Miq. 2:12, 13). Son una "simiente santa" (Isa. 6:13), un remanente santo registrado para vida (Isa. 4:3). Este remanente fiel es una entidad religiosa, no nacional. Poseen "un corazón" y un "espíritu nuevo" (Eze. 11:16-21; comparar con Jer. 31:3134; Eze. 36:26), estos fieles vivirán sobre la base y las condiciones del nuevo pacto (Jer. 31:31-34). El propósito de Dios al crear y conservar un remanente fiel den53 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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tro de la entidad nacional- política de Israel era hacer que este reman e n t e llevara las promesas de Dios y a quienes él usaría como instrumentos divinamente designados para declarar la "gloria [de Dios] entre las naciones" (Isa. 66:19). Este testimonio, dado universalmente entre "todas las naciones y lenguas" (Isa. 66:18), llevaría a otros, fuera de Israel, a unirse a los fieles para "adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos" (Zac. 14:16). De este modo, el remanente fiel constituye el verdadero Israel dentro de la nación apóstata de Israel. El verdadero Israel, es entonces, una entidad evidentemente espiritual, u n Israel espiritual, no ligado por relaciones de sangre con Abrahán. En este sentido, vemos evidencias en el Antiguo Testamento de que Dios esperaba un Israel verdadero y espiritual que estaría formado por los descendientes de Abrahán y también de miembros de las naciones gentiles. El Nuevo Testamento hace tres referencias claras a "Israel", en las cuales este término se aplica a la iglesia universal (Rom. 9:4-8; Efe. 2:11-19; Gál. 6:15, 16). El Nuevo Testamento claramente argumenta que la mera descendencia de sangre de A b r a h á n nunca fue una garantía rigurosa de pertenecer al verdadero Israel. Pablo mostró con el Antiguo Testamento que "no todos los que descienden de Israel son israelitas" (Rom. 9:6). Más bien, el verdadero Israel es "un rem a n e n t e escogido por gracia" (Rom. 11:5). Es una nueva creación (Gál. 6:15).

HEREDEROS DE LA PROMESA El apóstol Pablo argumenta en forma sostenida en Gálatas 3 y Romanos 4 para probar que los hombres y las mujeres son salvados por la fe, y que "los que son de fe, éstos son hijos de Abraham" (Gál. 3:7). La promesa de bendiciones pertenece a hombres y mujeres de fe (v. 9) y no a aquellos que meramente reclaman una relación de sangre con Abrahán. El pensamiento judío en el tiempo del apóstol Pablo pretendía que los gentiles iban a compartir las bendiciones prometidas a Abrahán, siempre que adoraran a Dios y se sometieran a la circuncisión. Sin embargo, el apóstol Pablo insiste que la Escritura 54 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

previo su participación en las bendiciones prometidas a Abrahán antes de la introducción de la circuncisión (ver Rom. 4:9-12). Ellos pueden compartir las bendiciones prometidas a Abrahán como los descendientes o hijos de Abrahán por fe en Jesucristo. "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa" (Gál. 3:29). "Todos los que llegasen a ser por Cristo hijos de la fe habían de ser contados como simiente de Abrahán; serían herederos de las promesas del pacto; como Abrahán serían llamados a cumplir y comunicar al mundo la ley de Dios y el Evangelio de su Hijo". 1 El apóstol Pedro, así como Pablo, afirma que la iglesia cristiana no es un grupo nacional con una descendencia lineal directa de Abrahán, sino un pueblo llamado de todas nación, tribu, lengua y pueblo, para constituir el verdadero Israel espiritual en todo el mundo. El apóstol Pedro afirma: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo... ahora habéis alcanzado misericordia" (1 Ped. 2:9, 10). Pedro afirma que Dios ha asignado a la comunidad cristiana los privilegios y las responsabilidades que él había querido que experimentara y cumpliera el Israel físico y literal de la antigüedad. Pedro asigna al verdadero pueblo de Dios varios títulos una vez asignados al antiguo Israel literal. En 1 Pedro 1:1 y 2, y en 2:9 se oye el eco de la expresión "elegidos", o "linaje escogido" o "mi pueblo escogido" que se encuentra en textos como Isaías 43:20. Estos títulos enfatizan la elección divina y expresan el destino de la iglesia. El título "real sacerdocio" (1 Ped. 2:9) deriva de Éxodo 19:6, donde se indica que Israel debía actuar, en los planes de Dios, como "un reino de sacerdotes" o un reino sacerdotal. Israel, por causa de su desobediencia, rechazó su condición como reino sacerdotal; y ahora el Israel de fe, la iglesia, constituido por judíos y gentiles, recibe este papel. Ahora la comunidad de creyentes debe ofrecer a Dios "sacrificios espirituales" (1 Ped. 2:5) y un "sacrificio vivo" (Rom. 12:1). La designación "nación santa" también deriva de Éxodo 19:6. 55 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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Indica que el verdadero Israel de Dios, en la forma de una comunidad de creyentes, la iglesia, está totalmente separada del mundo para representarlo a él sobre la tierra. El cuarto título, "pueblo que pertenece a Dios" (1 Ped. 2:9, NVI), o en lenguaje más tradicional, un "pueblo peculiar", deja en claro que Dios por medio de Cristo los ha adquirido y considera como su posesión especial a esta nueva amalgama de creyentes. El Israel literal, la entidad nacional-política del pasado, ha sido el objeto del afecto especial de Dios. Pero ahora este afecto es transferido al verdadero Israel, la iglesia, que es la comunidad de creyentes. 2 Todos los títulos de privilegio conferidos al Israel antiguo son asignados al nuevo Israel de fe, el Israel espiritual, el verdadero Israel, que es la iglesia compuesta por diferentes razas, naciones y pueblos. La profunda unidad manifestada en la iglesia como la raza, la nación y el pueblo de Dios, trasciende todas las barreras y distinciones, ya sean étnicas, sociales, económicas o políticas, porque está cimentada en Jesucristo. Somos todos uno en Cristo, y somos todos los unos de los otros.

Referencias 1

E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 508. Para un estudio más detallado de la separación entre el Israel espiritual y el literal, ver Hans K. LaRondelle, The Israel of God in Prophecy: Principies of Prophetic Interpretation (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1983); Gerhard F. Hasel, "Israel in Bible Prophecy", Journal of the Adventist Theological Society 3/1 (1992), pp. 120-155; para una crítica detallada de la teología dispensacionalista, ver Samuele Bacchiocchi, The Advent Hope for Human Hopelessness (Berrien Springs, MI: Biblical Perspectives, 1986), pp. 214-262. 2

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La redención y el pacto del Sinaí

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omenzamos nuestra jornada a las 2 de la madrugada en medio de la oscuridad nocturna. El desierto estaba ahora frío en contraste con el calor ardiente del día anterior. Llevando linternas, comenzamos nuestro ascenso al monte llamado Gebel Musa, "la montaña de Moisés". A l avanzar lentamente, recordamos que hace mucho tiempo Moisés dejó atrás a los hijos de Israel y subió ese monte para encontrarse con Dios por segunda vez. Después de un ascenso de dos horas, llegamos a la cumbre, y esperamos serenamente en la oscuridad que llegara el m o m e n t o de la transformación. Cuando los rayos del sol finalmente iluminaron las montañas del desierto, vimos la escena espectacular que Moisés habría visto hace siglos. La actividad de Dios en favor de Israel y con ellos en el monte Sinaí subyace a toda la religión bíblica. El pacto que Dios hizo allí con Israel —llamado el pacto de Moisés o el pacto sinaítico (del Sinaí)— contiene la auto revelación más amplia de Dios, que revela el significado de su nombre salvador, en el que codificó sus leyes y estableció formas de adoración, incluyendo los sacrificios, que mantendrían a la comunidad del pacto en una relación de pacto con él. El pacto del Sinaí es importante tanto para Israel como para la humanidad en conjunto. U n a pregunta importante que surge es si el pacto h e c h o en el monte Sinaí es totalmente nuevo. En vez de describirlo como nuevo, debemos considerar que esencialmente es una continuación, una 57 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

ampliación y particularización de pactos anteriores de Dios, que contiene básicamente el mismo diseño, propósito y metas para la redención de Israel y de la humanidad como los pactos previos. El pacto sinaí tico (mosaico) no era un pacto de obras. N o tenía la intención de enseñar a los antiguos israelitas una manera de alcanzar la justicia o la justificación por méritos humanos o por esfuerzos humanos para guardar la ley. Como el pacto que Dios hizo con Abrahán y los otros patriarcas, también era un pacto de gracia. De hecho, demanda obediencia, pero el pacto abrahánico también demandaba obediencia, al igual que el pacto hecho con Noé. Pero la obediencia en conexión con los pactos que Dios hizo no son un camino para obtener la salvación sino más bien un estilo de vida para que los redimidos vivan mediante la gracia y el poder habilitadores de Dios. Las obligaciones o condiciones del pacto que Dios pone sobre los miembros de la comunidad del pacto, sencillamente bosquejan el estilo de vida de la comunidad, una vez que sus miembros han experimentado la redención, la salvación y la liberación divinos. Este estilo de vida podía vivirse entonces, como también hoy, sólo por la gracia y el poder habilitadores de Dios. Si tratamos de vivir esta vida solamente por el esfuerzo humano, esos esfuerzos se degeneran en intentos de obtener méritos humanos, la clase de méritos que Dios no acepta en su plan de redención. De este modo podemos apreciar la siguiente vislumbre: "El pacto que Dios hizo con su pueblo en el Sinaí ha de ser nuestro refugio y defensa... Este pacto tiene t a n t a fuerza hoy día como la tuvo cuando el Señor lo hizo con el antiguo Israel". 1

EL D I O S DEL PACTO SINAÍTICO Los capítulos de Éxodo 19 al 24 contienen no sólo el pacto que Dios hizo con el pueblo de Israel después que salieron de Egipto, sino también vislumbres extraordinarias de la naturaleza de Dios. Revela que el Dios que está activo en la salvación es también el Dios que controla la historia. Este cuadro bíblico de Dios lo presenta como el Controlador Invisible de toda la historia y de todas las circunstancias. Este Dios que se manifiesta en los capítulos iniciales del Éxodo 58

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es un Dios que controla cada circunstancia de la vida, no meramente los puntos culminantes del curso de la historia sino cada detalle de las vidas individuales. El domina todos los eventos y se muestra como un poder invencible sobre la historia. Este dominio para el bien máximo de sus hijos es parte de la actividad salvadora de Dios y de su providencia amante manifestada en el libro del Éxodo. La asombrosa experiencia de la zarza ardiente registrada en Éxodo 3:1 al 12 contiene el importante llamado de Moisés para ser un instrumento de Dios en la negociación de la liberación de los israelitas de la esclavitud egipcia. En este marco, Moisés le preguntó a Dios qué debía contestar cuando los israelitas le preguntaran: "¿Cuál es su nombre?" (Éxo. 3:13). Descubriremos la gran importancia de esta pregunta sólo después de comprender el contexto y analizar la respuesta. Debe notarse que la palabra traducida qué no procura descubrir un título o designación de la deidad en términos de preguntar sólo un nombre. Si se pidiera sólo el nombre, el hebreo usaría el término interrogativo mí, que si se hubiera usado en este pasaje sólo pediría el nombre o título literal de Dios. Pero en la pregunta que hizo Moisés, se usa el interrogativo mSh, y este tipo de interrogación procura descubrir el poder, las cualidades y el carácter de Dios. "Lo que pide Moisés, entonces, tiene que ver con el hecho de si Dios puede cumplir lo que está prometiendo. ¿Qué hay en su reputación que le da credibilidad a la pretensión implícita en su llamado?"2 El lector sensible a los matices del idioma hebreo comprenderá de inmediato que la respuesta pedida no demanda un nombre o un título o designación, sino más bien el significado del nombre de Dios: "Yo SOY EL QUE SOY" (Éxo.3:14). Esta breve oración "Yo SOY EL QUE SOY" es una clara referencia al nombre de Yahweh, pero la cláusula le agrega nuevo contenido a la palabra. Presenta el significado del nombre de Dios de una manera que nunca antes se había revelado. La frase expresa el "ser", y sin embargo no como lo expresaron los antiguos filósofos griegos con el "ser puro" en el sentido filosófico, sino más bien un "ser activo" en términos de revelación. Esta frase también expresa la idea de que 59 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

Dios ha existido en el pasado, existe en el presente y existirá en el futuro. El es el Dios que siempre tiene la iniciativa. Ya hemos visto cómo Dios tomó la iniciativa en la creación, y cómo la tomó una vez que la humanidad cayó en pecado, ingresando para restablecer la comunión con la humanidad. Ahora Dios toma otra vez la iniciativa. Él es el Dios independiente de la historia, y sin embargo, que controla la historia, independiente del futuro pero todavía en el control. Otro aspecto central de la naturaleza y del carácter de Dios se reveló a Moisés como lo registra Éxodo 6:3. En este pasaje Dios dice que antes del tiempo de Moisés, él no se había dado a conocer con el nombre de Yahweh. ¿Qué quiere decir con esto? En el libro de Génesis, Dios se había revelado repetidamente bajo el nombre Yahweh (Gén. 12:1, 7; 13:14; 15:2, 7), aun afirmando explícitamente a Abrahán: "Yo soy Jehová" (Gén. 15:7). ¿Qué significa esta afirmación hecha a Moisés? En toda la experiencia que condujo hacia el Éxodo, a la salida y sus consecuencias, Dios i n t e n t ó revelar un aspecto de su carácter además del que ya había sido expresado con las designaciones anteriores tales como "Dios Todopoderoso": "Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el SEÑOR [Yahweh]" (Éxo. 6:3, NVI). La intención de la afirmación es que Dios se mostró a Abrahán, a Isaac y a Jacob en el carácter y el sentido de Dios Todopoderoso, pero en el carácter y la significación de su nombre Yahweh no se había dado a conocer antes. El nuevo aspecto del carácter de Dios y su importancia que se centraban aquí es que él se revelaría por medio de la redención: al liberar a Israel de la esclavitud, al hacer de Israel el pueblo especial del pacto, al proveer los medios para que siguieran siendo su pueblo del pacto por medio de su gracia y su poder habilitante.

LA REDENCIÓN Y EL PACTO El gran evento redentor de la experiencia del Éxodo, el acto de 60 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 1

Dios de liberar a su pueblo del yugo egipcio, es referido como un acto de su amor. "Por tu gran amor guías al pueblo que has rescatado" (Exo. 15:13, NVI). "Aun amó a s u pueblo" (Deut.. 33:3). Se le recordó a Israel que "Jehová os amó" (Deut. 7:8). Pero Dios no sólo amó a Israel o a cada miembro de los que pertenecían a Israel, también ama al extranjero o forastero que habitaba entre ellos (Deut. 7:18). El amor de Dios hacia su pueblo, como se expresa aquí, describe no una actitud emocional o intelectual, sino su actividad salvadora y redentora en favor de la humanidad. Dios, en su amor, eligió a Israel. Este fue un acto de la iniciativa bondadosa y amante de Dios, así como lo fue en los pactos anteriores hechos con los patriarcas. La elección que hizo Dios de Israel no fue determinada por ninguna característica o excelencia de Israel, sino más bien estuvo basada y cimentada totalmente y en forma suprema en el amor y la gracia inmerecidos que Dios le dio a su pueblo Israel (Deut. 4:37; 7:6-8). El acto redentor de Dios descansa exclusivamente en su naturaleza y es una revelación parcial de su carácter. En la historia de la liberación de Israel de Egipto, la experiencia de la redención precede a la realización del pacto. En otras palabras, la relación entre el pacto y la redención es inequívoca. La redención precede a la realización del pacto. Dios le dijo a Moisés que anunciara al pueblo: "Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto, y de que los he traído hacia mí como sobre alas de águila" (Éxo. 19:4, NVI). Lo importante es que Dios ya había redimido a Israel. Él los había liberado de la esclavitud egipcia como un acto de pura gracia y divino amor. El amor, la elección y la redención son dones de Dios totalmente inmerecidos por su pueblo. Sin embargo, no queremos dejar la impresión de que en la secuencia de la redención seguida por el pacto, los dos son separados y que el pacto no es también un acto de redención. Todo lo contrario, el hacer el pacto, el pacto que Dios hizo con Israel en el monte Sinaí, es también un acto de la iniciativa de Dios en la redención. Dios primero redimió a su pueblo liberándolo de la esclavitud y servidumbre egipcia; luego Dios se ocupó de otro acto de salvación y redención al hacer un pacto con ellos. En todo sentido, el amor de Dios, su ini61 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

ciativa, su misericordia, y su propósito redentor, totalmente iniciados y totalmente cimentados en Dios mismo, llegan a estar en primer plano. Otro aspecto adicional necesita considerarse brevemente aquí. Israel como pueblo había sido amado en forma suprema, elegido en forma soberana, y milagrosamente redimido. Dios hizo esto siguiendo el pacto con A b r a h á n y cumpliéndolo (Exo. 2:24; 3:16; 6:4-8; Sal. 105:8-12, 42-45; 106:45). Esta correlación indica que el pacto del Sinaí y el de A b r a h á n no divergen mucho uno del otro. El pacto de Abrahán no puede ser designado como un pacto de gracia, ni el pacto del Sinaí como un pacto de obras. Tanto el del Sinaí como el de Abrahán son pactos de gracia; ambos tienen la misma relación espiritual en su centro: "Y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debaj o de las tareas pesadas de Egipto" (Éxo. 6:7).

" S Í USTEDES ME OBEDECEN" Al tiempo en que Israel llegó al monte Sinaí, ya habían experimentado las milagrosas intervenciones de Dios a su favor una y otra vez. Habían sido liberados de la servidumbre egipcia sin tener que pelear por su libertad. Dios era su guerrero: Dios los había conducido al Mar Rojo y luego a través del mar sobre tierra seca. Dios los había salvado de calamidades potenciales. Les había provisto con alimentos milagrosos en el desierto (Éxo. 16). Había impedido que sus sandalias se gastasen mientras caminaban por las ásperas rocas del desierto (Deut. 29:5). Dios los había guiado paso a paso. Ahora, después de haber llegado al monte Sinaí, Dios le hizo la propuesta a Israel de hacer un pacto con ellos: "Así que, si ustedes me obedecen en todo y cumplen mi alianza, serán mi pueblo preferido entre todos los pueblos" (Éxo. 19:5, versión Dios habla hoy [DHH]). Israel había llegado hasta allí por los actos poderosos de Dios en la historia, pero ahora tenían que decidir la naturaleza y la dirección de su propio futuro. ¿Intentarían ellos "seguir por su cuenta" de aquí en adelante? ¿Decidiría el pueblo de Israel seguir en el mundo 62 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPÍTULO 10

con sus propias fuerzas? ¿Decidirían regresar a la "seguridad" de Egipto, como algunos de entre ellos realmente lo sugirieron? ¿O prometerían ser leales a su Dios salvador, Yahweh? Evidentemente, una cosa era ser liberado de la esclavitud, pero otra muy diferente era la de quedar libres espiritualmente, físicamente, o en otra forma. Esa gran elección les propuso Dios. ¿Qué camino elegirían seguir? Dios quería que el pacto que les ofrecía estableciera la más profunda, estrecha e íntima relación posible entre él, como su Dios, y ellos como su pueblo. Esta sublime relación Dios-hombre debía darle al pueblo de Israel seguridad, protección y bendiciones en cada aspecto de su vida. Le ofrecía al pueblo de Israel la libertad, en el sentido más pleno y amplio, no ser sujetos al egoísmo, la avaricia, la pasión; no luchar por la autonomía moral y/o espiritual, sino vivir una vida verdadera con Dios, una vida llena del más profundo sentido de pertenencia. Pero una libertad tan abarcante demandaba que ellos entraran en una relación de pacto con Dios, un pacto de salvación y de gracia, que era la única base para seguir actuando en forma singular, totalmente libres y completamente dedicados a su Dios. Antes de analizar la respuesta de Israel, debemos considerar brevemente los tres aspectos que revelaba el pacto del Sinaí acerca de la intención, el propósito y el plan de Dios para ellos: "Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa" (Éxo. 19:5, 6, NVI). Dios hizo planes de hacer de Israel su posesión preferida, su "propiedad exclusiva" (NVI) o su "especial tesoro" (RV60). Estas traducciones intentan representar en un castellano adecuado el término hebreo s"gullah, la palabra que se usa en el Antiguo Testamento en forma consistente para expresar la idea de Israel como una posesión escogida o atesorada. En contraste con otros tipos de posesiones, es decir, las que no se podían mover como los bienes raíces, Israel llegó a ser, por medio del amor y el afecto de Dios, su tesoro movible. Israel era la posesión propia de Dios, ganada personalmente y atesorada privadamente. Israel fue puesto aparte con un propósito definido 63 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

(Deut. 7:6; 14:2; 26:18, 19). La idea de una posesión peculiar implica así un valor y una relación especiales. Segundo, y estrechamente relacionado con el primer aspecto del pacto, Dios quería hacer de Israel un reino de sacerdotes. Aunque algunos intérpretes sugieren la traducción "sacerdotes reales" o "sacerdotes regios", la expresión hebrea significa literalmente "reino de sacerdotes". Este propósito expreso parece comunicar la idea de que Israel había de actuar como un reino constituido por sacerdotes. La elección específica un pueblo, o sea, Israel, tenía detrás de sí un propósito de proporciones e importancia universales. Cada israelita, de una manera o de otra, debía actuar como el agente sacerdotal de Dios para llevar bendiciones a las naciones del mundo entero y para ministrar a sus necesidades. ¡Cuán trágico es comparar este ideal con la forma en que se desarrolló realmente la historia! El antiguo Israel nunca cumplió su destino divino de llegar a ser un "reino de sacerdotes". Más tarde el apóstol Pedro aplicó la misma frase descriptiva, "real sacerdocio" (1 Ped. 2:9), a la iglesia del Nuevo Testamento, y con las mismas implicaciones. ¿De qué manera vemos que está transcurriendo la historia hoy? ¿Estamos haciendo mejor que ellos en cumplir nuestra tarea como pueblo escogido de Dios para compartir el mensaje salvador del cielo? El tercer punto expresado en la propuesta del pacto divino a Israel era su propósito de que fueran una "nación santa". Solamente una vez en el Antiguo Testamento se afirmó este propósito de esta manera. Nunca más encontramos en el Antiguo Testamento una referencia a Israel como una "nación santa", aunque más tarde en Deuteronomio encontramos en varias ocasiones esa expresión modificada: "pueblo santo" (Deut. 7:6; 14:2, 21; 26:19; 28:9). El hecho de que Israel debía ser una nación santa en vez de una nación secular descansaba sobre la promesa y la intención de Dios de hacerlos santos, separándolos de las demás naciones que los rodeaban. El Israel del pacto debía ser principalmente una entidad religiosa. La terminología del acuerdo divino con ellos enfatizaba que él los santificaría. Este énfasis se nota especialmente en Levítico 19:2 y en Ezequiel 36:25 al 28. Por cuanto Dios es santo, su pueblo también ha 64 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPÍTULO 10

de ser santo, es decir, h a n de vivir de manera santa. En Deuteronomio 26:19 Dios afirma: "Y para que seas u n pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho". La obediencia a los mandamientos de Dios, incluido en las condiciones del pacto, se revela aquí como el resultado más bien que la condición de ser un "pueblo santo". Dios había planificado establecer a Israel como "pueblo santo suyo" (Deut. 28:9; comparar con 7:6-9) con la condición de que ellos guardaran sus mandamientos. Pero Dios hace posible la observancia de los mandamientos y la obediencia continuada gracias a la promesa de su pacto para hacer que su pueblo sea santo. Él los separó del mundo y los separó a sí mismo y vive con ellos por medio de su Espíritu. En este sentido, la santidad no es algo que debe ser alcanzado por los seres humanos librados a sus propias .fuerzas y sobre la base de sus propios esfuerzos, sino más bien algo recibido y reflejado en la vida diaria de fe y obediencia por aquellos que h a n sido llamados a ser un pueblo santo.

"HAREMOS" Dios, bondadosamente les había dado una invitación a Israel de ser su pueblo del pacto. Les había ofrecido un pacto de gracia. ¿De qué modo respondió el pueblo? "Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos" (Éxo. 19:8; comparar con Éxo. 24:3). Israel prometió solemnemente ser obedientes a Dios y hacer todo lo que él había dicho. ¿Había algo equivocado en su respuesta: "Haremos"? ¿No era el plan de Dios que Israel diera una respuesta positiva a su ofrecimiento? Sí, pero esta respuesta debía estar calificada por una observación adicional acerca de la respuesta: su aceptabilidad ante Dios dependía también de las intenciones y motivaciones ocultas del pueblo. La motivación detrás de la respuesta: "Haremos", podía hacer que ella fuera legalista y de justificación propia (lo que reduciría el pacto de Dios a un pacto de obras), o podía hacer que la respuesta fuera n o legalista sobre la base de la aceptación por parte de Israel del intento y propósito de Dios para ellos. Es decir, si la respuesta no 65

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EL PACTO ETERNO DE DIOS

era legalista, los Israelitas se darían cuenta de su dependencia total de Dios para obtener misericordia si ellos fallaban, y de su gracia ayudadora en todo momento para su obediencia. La diferencia entre estas dos motivaciones posibles que podrían estar detrás de la respuesta: "Haremos", se relaciona con 1) si Israel haría con sus propias fuerzas lo que Dios había hablado, con la intención de obligar a Dios a otorgar las bendiciones del pacto como un mérito ganado por sus propios esfuerzos, o 2) si Israel obedecería las obligaciones del pacto por fe mediante la gracia capacitadora misericordiosamente provista por Dios, y de ese modo experimentar las bendiciones del pacto como dones gratuitos generosamente otorgados por Dios. La diferencia reside en la motivación de quienes responden, sea en el antiguo Israel o en nosotros actualmente. El apóstol Pablo hizo muy claro en Romanos 9:31, 32 que Israel siguió la justicia en forma legalista, intentando alcanzar el cumplimiento perfecto de la ley con sus propias fuerzas. Esta forma de alcanzar justicia hizo que Israel no llegara a los ideales y bendiciones prescriptos por la ley y prometidos en el pacto, ni obtuvieron la justicia por la ley que persiguieron. "Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: [se cita Éxo. 19:5, 6], Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: 'Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos' (Éxo. 24:7)". 3 Elena de White bosqueja con gran percepción y brevedad ciertos elementos clave para recordar acerca de la obediencia por la fe en Jesucristo: la clase de justicia aceptable a la vista de Dios y hecha posible por medio del pacto de gracia: "En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su sangre expía nuestros pecados. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de 66

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CAPÍTULO 10

Cristo, andaremos como él anduvo". 4 El camino a la salvación para el antiguo Israel es el mismo que para los cristianos de hoy. Nunca fue la intención y el plan de Dios que los antiguos israelitas se salvaran por su propia obediencia a la ley. Ni tampoco el cristiano puede alguna vez llegar a ganar su salvación por la obediencia a la ley. El propósito y la intención de la obediencia a la ley no es ganar la salvación. Por su mismo origen, la ley está firmemente arraigada en el contexto de la gracia. El hombre o la mujer que ha sido salvado por Dios nunca querrá vivir en desobediencia a la ley. Pero la obediencia es posible sólo mediante la gracia auxiliadora de Dios mediante Jesucristo y el Espíritu Santo. La relación entre el pacto, la gracia y la ley será considerada en más detalle en el próximo capítulo.

Referencias 1 "Comentarios de Elena G. de White", en el Comentario bíblico adventista, t. 1, p. 1117. 2 John I. Durham, Exodus, Word Biblical Commentary (Waco, TX: Word Books, 1987), t. 3, p. 38. 3 E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 388. 1 Ibíd., p. 389.

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El pacto y la ley en Sinaí

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uando hablamos acerca del pacto y de la ley, entramos en uno de los asuntos más fundamentales de la fe y la vida. Durante siglos algunos estudiantes de la Biblia h a n pretendido que Dios ofreció a Israel un pacto de obras en el monte Sinaí, es decir, un pacto mediante el cual la salvación o la justificación se obtendrían mediante obras y logros humanos. Contrastan este pacto de obras con el pacto anterior hecho con Abrahán, donde la justificación se producía por fe en los logros de Dios, pero esa fe era activa en buenas obras. Si esta teoría es correcta —si el pacto del Sinaí es de hecho u n pacto de obras— entonces, ¿por qué Jesús condenaría a los judíos por su legalismo? ¿Por qué se condenaría a los judíos si sencillamente seguían lo que Dios les había pedido que hicieran? EL PACTO CONTIENE LA LEY Para el antiguo Israel, como siempre ocurre en la Biblia, la actividad salvadora, redentora y liberadora de Dios precedió el establecimiento del pacto y la entrega de la ley o la instrucción. 1 Podemos presentar esta verdad de otra manera: La ley es el estilo de vida especificado por Dios dentro del pacto entre él y la humanidad. De este modo el pacto de Dios con su ley —las dos cosas juntas— constituyen el medio divino para mantener a su pueblo en un estado de redención. Ellos permanecen en ese estado, no por obedecer la ley mediante sus propias fuerzas y disciplina, sino más bien por la presencia, el poder y la actividad de la gracia continuos de Dios en sus vidas, 68 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPÍTULO 10

capacitándolos para obedecerlo. Asi, el pacto divino con sus leyes divinas proporciona los medios para una experiencia siempre más profunda y amplia de crecimiento espiritual, mental y bienestar físico para aquellos que viven y actúan dentro de la relación del pacto. La identificación propia de Dios está al comienzo de los Diez Mandamientos: "Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre" (Éxo. 20:2). Esta introducción a los Diez Mandamientos revela el fundamento para la relación entre Dios y su pueblo. Pone esta relación en el contexto de la redención divina e inmerecida. Así que, inmediatamente antes de dar la ley el monte Sinaí, Dios hizo recordar la base por la que dio la ley. Se ha dicho que sólo este recuerdo puede unir el evangelio y la ley en uno. El creyente guarda la ley porque él recuerda la salvación que Dios ya ha provisto. En el designio divino, el recordar dará como resultado una respuesta de amor edificada sobre la fe, la que provee la motivación para la obediencia (Deut. 6:5; Sal. 18:1; Jer. 2:2). La motivación para la obediencia no es asegurar el favor de Dios o ganar la vida con la salvación. La ley no es un agente para conseguir la salvación, y la obediencia nunca ha sido el medio designado por Dios para que los seres humanos lograran la justificación, la salvación y la vida. La obediencia, o la ley, es un acto de fe mediante el cual el creyente confiesa su amor y lealtad a Dios. Es un acto de fe mediante el cual el creyente demuestra que depende del poder habilitante de Dios para obedecer, no sólo en actos externos, sino aun en el corazón. El pacto incluye relaciones y comunión. No puede existir ninguna relación real ni comunión verdadera entre dos personas sin un conjunto de normas que definen la base sobre la cual se mantendrá la relación o la comunión. Del mismo modo, una relación de pacto entre el Dios redentor y el pueblo redimido puede operar sólo sobre la base de normas, obligaciones o estipulaciones establecidas, o sea, la ley. La ley define las relaciones y proporciona las condiciones para continuarlas con éxito. La ley forma parte integrante del pacto. Dios dio instrucciones específicas de modo que su pueblo pudiera comprender qué debían 69 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

hacer y qué no debían hacer. "Habla a los hijos de Israel, y diles: Yo soy Jehová vuestro Dios. No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos. Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios" (Lev. 18:2-4). Este pasaje aclara el tema: El pueblo en Egipto se comportaba como lo hizo porque seguían a los dioses de los egipcios. El pueblo en la tierra de Canaán actuaba en armonía con los dioses que adoraban. Pero Israel, el pueblo de Dios, conocía a su Dios por la fórmula de su presentación: "Yo soy Jehová tu Dios". De este modo, Dios instruyó a su pueblo: "No andaréis en sus estatutos. Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos". Darles la ley fue un acto de gracia así como lo fue el don de la elección divina. El dar la ley es tanto un acto de misericordia como lo fue la liberación de la esclavitud de Egipto. El dar la ley es tanto un acto de amor de Dios como hacer el pacto al cual pertenece la ley. La ley, entonces, llega a ser un instrumento que define todas las relaciones dentro del pacto y de la comunidad del pacto. Define la relación vertical Dios-hombre. También define las relaciones humanas horizontales. La ley es el instrumento divino para definir las relaciones en las cuales la fe responde al amor con la obediencia. A través de todo el Antiguo Testamento encontramos una interrelación muy íntima entre el pacto y la ley. Cuando Moisés se dirigió a Israel, notó que en el monte Sinaí, Dios "les dio a conocer su pacto, los Diez Mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra, y les ordenó que los pusieran en práctica" (Deut. 4:13, NVI). Notamos aquí una ecuación evidente entre el pacto y el Decálogo. En otros casos se encuentran en paralelo o en estrecha asociación (si no como una relación entre sinónimos) con la palabra pacto (berít), diversas palabras tales como ley (Sal. 78:10; Isa. 24:5; Ose. 8:1), estatutos (Sal. 50:16; 2 Rey. 17:15), testimonios (Sal. 25:10; 132:12), mandamientos (Sal. 103:18), y palabra en el sentido de la palabra de Dios (Deut. 33:9). En Jeremías "las palabras de este pacto" (Jer. 11:3, 6, 8) son las palabras de la ley, los estatutos, los testimonios y los mandamientos 70 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPITULO 8

de Dios. LA LEY DENTRO DEL PACTO La palabra hebrea ley (tóráh) aparece en el Antiguo Testamento no menos de 220 veces. N o debe ser tomada como que significa "ley" en el sentido latino de iex, es decir, la ley del imperio. Ni debe entenderse como los griegos comprendían su palabra para ley (nomos), es decir, lo que siempre se ha hecho. En el idioma hebreo el término tórSh proviene de la palabra hóráh, que significa "señalar", "enseñar", o "instruir". De acuerdo con esto el sustantivo tórSh significa, en su sentido más amplio "enseñanza", "instrucción". En este sentido la palabra ley significa toda la voluntad revelada de Dios, o cualquier parte de ella. Dios le dio a Israel esta instrucción, esta tórSh, en términos de "estatutos y juicios" (Deut. 4:14) o "los testimonios, los estatutos y los decretos" (v. 45) para regular la vida de Israel. TórSh se usa con frecuencia en este sentido. Así la ley podía ser una especie de "instrucción" amplia que incluía todas las leyes: morales y éticas, civiles y sociales, de adoración y de sacrificios, de higiene y de salud. En otros casos, ley (tóráh), se usa en un sentido muy específico con el significado de los Diez Mandamientos, o Decálogo, también llamada "las palabras del pacto" (Éxo. 34:28). Los Diez Mandamientos, con los detalles y los principios que h a n de gobernar tanto las relaciones Dios- hombre como las de hombre-hombre, incluyen todo y abarcan todas las esferas de la vida y la experiencia. L A S CONDICIONES DEL PACTO En diversos casos explícitos, encontramos en relación con el pacto del Sinaí ciertas declaraciones condicionales. "Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos" (Éxo. 19:5). Esa pequeña palabra si tiene una importancia extraordinaria. Indica que el pacto del Sinaí contenía condiciones. Las opiniones acerca de cómo deben interpretarse estas condiciones varían muchísimo, pero antes de trans71 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

formar esto en un debate, sería bueno notar un par de declaraciones adicionales que contienen declaraciones claramente condicionales. "Si anduvieres en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia... pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos... invalidando mi pacto, yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror" (Lev. 26:3, 4, 14-16). Otra vez en el libro de Deuteronomio, encontramos otra promesa condicional: "Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer" (Deut. 5:33). Las declaraciones que contienen la palabra "si" son claramente condicionales, involucrando obligaciones. Pero al dar el pacto del Sinaí, ciertamente obligatorio por su naturaleza, Dios no presentó ninguna novedad al establecer una relación entre él y su pueblo. No fue un pacto de obras en las cuales el hombre podía ganar su salvación y vida por la obediencia a la voluntad de Dios. No fue un pacto edificado sobre méritos humanos, que obligarían a Dios a cumplir sus promesas. El aspecto condicional del pacto de Sinaí es idéntico, con la misma intención de las declaraciones condicionales que tenía el pacto con Abrahán (ver Génesis 17:9, 14; 18:19; 22:16-18; 26:4, 5), que es claramente un "pacto de gracia". Estos pasajes en conexión con Abrahán y el pacto abrahánico dejan bien en claro que Abrahán y sus descendientes debían vivir en una relación de pacto con Dios, en la cual el hombre era justificado por fe (Gén. 15:6). Esta relación de fe se manifestaba o resultaba en la obediencia originada por la fe y hecha posible mediante la gracia de Dios. La fe genuina produce obediencia: "Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes" (Gén. 26:5). Debemos entender que "el pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de Dios". 2 Así, el pacto con Abrahán también era condicional. El pacto no era unilateral en el sentido de que el cumplimiento de las promesas depende exclusivamente de Dios, sin tomar en cuenta los actos de la parte humana. Desafortunadamente, las declaraciones con "si" en Éxodo 19:5, 72 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPÍTULO 10

Levítico 26:3 al 45; y Deuteronomio 11:13 al 17; y 28:1 al 68, pueden ser fácilmente mal interpretadas y mal comprendidas y tomar una forma legalista. Se podría entender los pasajes como que dicen que la vida eterna y física, y las bendiciones de Dios están garantizadas automáticamente por la obediencia, sin tomar en cuenta la disposición interior del corazón. Sin embargo, la intención de las declaraciones condicionales no son un legalismo frío y mecánico, sino una verdadera relación de pacto con Dios que involucra motivaciones correctas t a n t o de la mente como del corazón. Israel debía guardar "los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos y temiéndole" (Deut. 8:6). Israel debía "amar" a Dios como resultado de un sentido y experiencia de gratitud a Dios (Deut. 6:5; 10:12; 11:1, 13, 22; 13:3; etc.) y a "seguirlo" (Deut. 10:20; 11:22; 13:4; etc.). La bendición seguiría en pos de la obediencia. A u n q u e la bendición estaba condicionada a la obediencia, no podía ganarse por una obediencia legalista a la ley. OBEDIENCIA, VIDA Y BENDICIÓN U n o de los pasajes que algunos estudiantes encuentran más difíciles de armonizar con la enseñanza bíblica de la salvación por la gracia es Levítico 18:5: "Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová". En esencia, sólo existen dos maneras en las cuales los seres humanos pueden ganar o intentar ganar la salvación. U n a manera es la salvación por obras: la justificación ganada por la obediencia a la ley. Y la otra es la salvación por le fe: justificación recibida por fe mediante la gracia de Dios. Cuando recibimos vida (de acuerdo con Lev. 18:1-5) o bendición (de acuerdo con Deut. 28:1, 2), ¿son estos actos de mérito humano en los que la obediencia a la ley gana la bendición? ¿O es la bendición que alcanza al hacer de la ley u n don de la gracia de Dios? Puede ayudar considerar el uso que hace Pablo de Levítico 18:5 en Romanos 10:5. Parece que en esta serie de citas que se encuentran en Romanos 10:6 al 8, como también en Romanos 10:5, el 73 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

apóstol Pablo está desarrollando una guerra contra el estilo de vida mantenido por los fariseos. U n estudio cuidadoso de Romanos 10:6 al 8 parece indicar que Deuteronomio 30:11 al 14, que él cita, no debería ser mal interpretado de la manera farisaica, es decir, que los seres humanos son salvados por las obras de la ley. Parece evidente que el apóstol Pablo está afirmando también en el versículo anterior, Romanos 10:5, que Levítico 18:5 debería ser comprendido de una manera radicalmente diferente de la interpretación sostenida por el judaismo. Pablo parece sugerir que los requerimientos para hacer justicia no se cumplen por logros sobrehumanos tales como "subir al cielo" o "descender al abismo", que fue la manera en que Pablo describió los intentos imposibles de los judíos para producir y cumplir la justicia de la ley por sus propios esfuerzos y méritos. Pablo entonces sigue sugiriendo que la justificación demandada por la ley es cumplida mediante la palabra, que está en el corazón y en la boca, que de acuerdo con Romanos 10:10, es la fe y el confesar a Dios: "Porque con el corazón se cree para [lo que conduce a la] justicia, pero con la boca se confiesa para [lo que conduce a la] salvación" (traducción del autor). La vida que Moisés prometió en Levítico 18:5, de acuerdo con Romanos 10:5 al 10, parece que la gozarán los que creen y confiesan. La obediencia de fe llega a ser así el cumplimiento apropiado de la ley, que requiere justicia y promete vida a quienes hacen justicia. Si nuestra comprensión del énfasis de Pablo sobre Levítico 18:5 y su interpretación de ese pasaje en Romanos 10:5 al 10, es correcta —que la obediencia de la ley que resulta en gozar la vida prometida en Levítico 18:5 es la obediencia de fe— entonces tenemos el significado bíblico proyectado por Dios para este texto particular. En otras palabras, la forma judía, farisaica, de entender este texto como que implica que guardando la ley lleva al hombre a tener una relación correcta con Dios, es totalmente equivocada. Pablo argumentó correctamente que la observancia de la ley es el fruto de una relación correcta con Dios, en vez de ser el medio para ganar o merecer una relación correcta con Dios. La exégesis que hace Pablo de Levítico 18:5 es fiel al contexto original del pasaje. La ley fue dada al pueblo con el 74 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPÍTULO 10

pacto después de su redención de Egipto (Lev. 18:3), no como una valla moral que debía ser sobrepasada, o una actividad meritoria que se debía realizar si querían ser salvos, sino como una descripción del estilo de vida del pueblo redimido por Dios motivado por el amor. Pablo muestra efectivamente que "la justicia por la ley", en el sentido de la perversión humana para establecer la justificación por la obediencia legalista, no es lo que enseñaba el Antiguo Testamento. Pablo contrasta la forma divina de "justificación por la fe" con los intentos humanos de la justificación por la ley", que es un mal uso legalista, una mala comprensión y una interpretación equivocada de la ley siguiendo el pensamiento judío y farisaico. Pablo muestra que la justificación planteada por la ley, que es "santa, y justa y buena" (Rom. 7:12), es la justificación por la fe, o la obediencia por fe. "Para muchos comentadores ha significado un problema el hecho de que Pablo usara palabras de Moisés, que parecen referirse únicamente a la ley, para describir la justicia que es por la fe... El problema se resuelve reconociendo que la justicia que es por la fe siempre ha sido el método de Dios para salvar al hombre, y que la promulgación de la ley por medio de Moisés era una parte integral de ese plan... Por lo tanto, es completamente irrazonable suponer que Moisés ignoraba la debida relación entre la ley y el Evangelio, y que cada vez que hablaba tan decididamente de la obediencia a los mandamientos de Dios estaba ensalzando la justicia por la ley antes que por la fe". 3 Pablo expone con efectividad la perversión legalista y farisaica de la ley de parte de quienes dependían de su propio cumplimiento de la ley para obtener su justificación ante Dios. Él usa las palabras de Moisés mismo en Levítico 18:5, para recordar a los legalistas que mientras la justificación viene por la fe, es una fe que emana o se manifiesta por la obediencia. Pero los creyentes no son capaces de prestar tal obediencia, sin ayuda, sin la gracia habilitadora provista por Dios mediante el Espíritu Santo. O sea, el problema con Levítico 18:5 no es que enseña que el gozo de la vida depende de la obediencia por méritos propios. U n a interpretación legalista ha impuesto este significado al texto, que el texto mismo no tiene la intención de dar. La obediencia a la ley, que resulta en el gozo de la vida tal como lo 75 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

promete Levítico 18:5, es la obediencia de la fe. No es el legalismo o la salvación por las obras, sino más bien es la salvación por la fe de la cual procede la obediencia. De este modo es evidente que el camino a la salvación en el Antiguo Testamento y el camino de salvación en el Nuevo Testamento son el mismo: ambos son la salvación por la gracia, mediante la fe, que resulta en la obediencia.

Referencias 1 Acerca de la ley, ver Mario Veloso, "The Law of God", Handbook of Seventh-day Adventist Theology, Seventh-day Adventist Bible Commentary, Raoul Dederen, ed. (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), tomo 12, pp. 457-492. 2 E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 387. 3 Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 593.

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El sábado: señal y sello de Dios

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uscar el origen del sábado fuera de las Escrituras ha demostrado ser inútil. Esa búsqueda comenzó en el siglo diecinueve cuando los descubrimientos arqueológicos de textos babilónicos incentivaron la búsqueda de los orígenes del sábado en esa ubicación geográfica y en ese tiempo. Otros procuraron encontrar sus orígenes en textos ugaríticos de Siria, de los madianitas en Sinaí, y en otras partes. El consenso acerca de la búsqueda del origen del sábado es que no hay consenso. 1 Parece ser único como una institución bíblica originada en la creación y reafirmada en el Sinaí. El sábado actúa como una señal del pacto que Dios hizo con su pueblo (Éxo. 31:17). La celebración sabática proporciona un palacio especial en el tiempo para la comunicación y la comunión con Dios, y en su estela, trae regeneración física, mental y espiritual. 2 También proporciona libertad y liberación del trabajo, de la competencia, y de las tensiones de la existencia diaria. En resumen, trae descanso y renovación. Quienes guardan el sábado reconocen a Dios como su Señor del pacto, el Señor de sus vidas. Reconocen a Dios como su Redentor y Santificador. Mediante ese reconocimiento, renuncian a cualquier pretensión de que guardar el sábado es una manera de ganar vida. Sin embargo, la obediencia indica que guardar la ley por el poder habilitante de Dios es la manera adecuada de vivir para cada verdadero hijo e hija de Dios. El sábado es una señal del pacto con tres dimensiones en el 77 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

tiempo. Tiene importancia para el aquí y ahora; reflexiona sobre el pasado; y alcanza al futuro. Reflexiona en que fue instituido en la creación y es un monumento a la creación divina del mundo. Dice algo significativo relacionado con la actividad de Dios en el presente, confirmando como señal del pacto en las vidas de quienes reconocen a Dios como su Señor y h a n aceptado su señorío y su redención y que viven como lo hacen por el poder de Dios. Entonces el sábado alcanza al futuro definitivo, al encontrar su cumplimiento concreto en el plan de salvación, cuando se experimentará la libertad total e ilimitada y la redención final. Las cualidades redentoras y santificadoras maravillosas inherentes al sábado nos dirigen desde la creación "buena en gran manera" de Dios (Gén. 1:31), en el principio, a un futuro más glorioso de comunión sin obstáculos con el Padre y el Señor Jesucristo y el acceso ilimitado a ellos. El sábado une la creación (Gén. 2:2, 3) con la nueva creación (Isa. 66:23). Es un eslabón que señala al futuro como una garantía de un cielo nuevo y una tierra nueva, donde los redimidos gozarán un compañerismo no interrumpido y cara a cara con Dios para siempre. EL ORIGEN DEL SÁBADO Leemos en ambos Testamentos que el sábado tiene su origen en la creación del mundo. Esta verdad es afirmada en el Antiguo Testamento en Génesis 2:2, 3 (NVI): "Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora". El Nuevo Testamento reafirma en las palabras de Jesús y de los apóstoles el hecho de que el sábado, el séptimo día, tuvo su origen en el Edén (Mar. 2:27; Heb. 4:1-11). Tanto los observadores del sábado como quienes no lo guardan han reconocido que el séptimo día mencionado en Génesis 2:2 y 3 es el sábado. N o t e n un ejemplo contemporáneo: "La palabra 'sábado' no se emplea [en Génesis 2:2, 3]; pero es seguro que el autor [del Génesis] tuvo la intención de afirmar que Dios bendijo y santificó el 78 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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séptimo día como el sábado". 3 Dios "descansó" el sábado. ¿Tenía Dios necesidad de descanso físico? ¿Estaba Dios agotado después de su obra creadora durante la semana de la creación? ¿Cuál fue el propósito real al descansar el séptimo día de la semana de la creación? Sería ridículo sugerir que Dios se había cansado, porque Dios no se cansa nunca, de acuerdo con la Biblia. Así, el propósito de Dios para descansar el sábado no pudo haber sido que él necesitaba reposo físico. Sería bíblico sugerir que Dios descansó el séptimo día para proporcionar un ejemplo divino para los hombres. Debemos recordar que el séptimo día de la semana de la creación fue el primer día completo de la vida de Adán y Eva. Dios se tomó el tiempo en ese primer día de su vida para tener compañerismo y comunión con ellos al proveerles un día de reposo, una rutina que había de seguirse de allí en adelante en cada séptimo día del ciclo de siete días. El modelo que Dios estableció para los seres humanos al ser nuestro Ejemplo en el reposo indica que nosotros también debemos trabajar durante seis días y luego descansar el séptimo, el sábado. El sábado llega a ser un punto culminante de cada semana, diseñado para llamarnos a dejar nuestras actividades regulares de sustento, protección y de cuidado de nosotros mismos y de nuestros semejantes, y comunicarnos en una forma especial con el Creador, quien también es nuestro Salvador. Otra idea importante expresada en Génesis 2:2 y 3 es que Dios "santificó" o "hizo santo" el séptimo día. ¿Cuál es la idea que comunica el hecho de hacer santo el sábado? ¿Es para proporcionar un día con la calidad mágica de santidad, presente sólo en ese día específico? El significado básico de "hacer santo" o "santificar" sugiere que el término, como se usa aquí, describe un acto de Dios al poner aparte ese día de todos los demás días, con el propósito de la presencia santificadora del Creador. La santidad con que está saturado el sábado tiene la connotación de la manifestación especial de la presencia de Dios en ese día específico. La santidad del sábado y la santidad del pueblo de Dios están interrelacionadas de una manera u otra. El propósito de Dios 79 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

cuando pidió a su pueblo: "Guardaréis mis sábados", es que "yo soy Jehová que os santifico" (Exo. 31:13). La santidad de Dios, la santidad del hombre, y la santidad del sábado deben estar juntas. También se afirma que Dios "bendijo" el sábado. La idea de bendecir en las Escrituras es sumamente rica. En el Antiguo Testamento la palabra para bendecir generalmente indica un otorgamiento de algún bien material (Deut. 11:26; 28:1-14; Prov. 10:22; 28:20). Pero también se usa en otras situaciones. Por ejemplo, encontramos expresiones como "bendito sea... Israel mi heredad" (Isa. 19:25). Rara vez encontramos que en el Antiguo Testamento Dios bendiga cosas: una vez se registra que Dios bendijo los campos (Gén. 27:27), y una vez que bendijo los animales (Gén. 1:22). Sólo en Génesis 2:3 y en Éxodo 20:11 se declara que Dios bendij o el sábado. Probablemente esto significa que mediante el sábado, Dios trasmite la bendición divina a la persona que guarda el sábado y que de ese modo se une a Dios en una relación de pacto. Esta implicación parecería asegurar a cualquiera que entra en el compañerismo y la comunión con Dios por la observancia del sábado, de que esa persona será bendecida con una vida plena en las esferas física, mental y espiritual. EL SÁBADO Y EL MANÁ Es interesante notar que la historia familiar del don del maná a Israel, como está registrada en Éxodo 15, es el marco en el cual Dios enseña a los israelitas, antes del Sinaí, la importancia de guardar el sábado. La forma incidental en la que se introduce el sábado en Éxodo 16 y el énfasis que Dios pone sobre él para probar "si anda en mi ley, o no" (Éxo. 16:4) implica que el sábado ya era conocido previamente. Esto es lo que afirma G. H. Waterman: "De hecho, al igualar el sábado con el séptimo día, la declaración de que Dios les dio el sábado a los israelitas, y el registro de que el pueblo, por orden de Dios, descansó en el séptimo día, todo señala inequívocamente a una temprana institución del sábado". 4 Dios eligió el don milagroso del maná (Éxo. 16:4-30) como la 80 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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ocasión para enseñar acerca del don mayor y perpetuo del sábado. El don del maná sirvió para identificar el sábado y enfatizar su carácter santo por lo menos de tres maneras: Primera, una porción de maná caía regularmente cada día, pero el sexto día se proveía una porción doble. Segunda, el sábado no caía maná. Tercera, la porción que se guardaba del sexto al séptimo día se mantenía sin dañarse, mientras que en cualquier otro día se echaba a perder. EL SÁBADO Y EL MANDAMIENTO En un sentido real los Diez Mandamientos constituyen el corazón de los cinco libros de Moisés, si no de toda la Biblia. Ellos proporcionan el f u n d a m e n t o divino para la vida, definen la relación con sus semejantes y con Dios. El contexto amplio de la entrega de los Diez Mandamientos en Éxodo 20, es el pacto que hizo Dios con su pueblo. En este sentido, el Decálogo provee la base legal para la relación del pacto. Pero esta interrelación debe ser comprendida en su verdadero sentido. Puede ser ventajoso comprender el aspecto legal de la relación del pacto en un sentido similar al de un certificado de casamiento en un contrato de matrimonio. U n matrimonio no puede ser legalizado por un certificado de casamiento, pero llega a ser una relación marital verdadera sólo cuando los términos legales del contrato se expresan con amor, al participar ambas personas de su vida juntas. De este modo el Decálogo como ley, es legalmente obligatorio, aunque no en un sentido restrictivo. Sus términos representan el amor de Dios por los seres humanos y representan la naturaleza y el carácter de Dios. Los Diez Mandamientos demandaban, a su vez, una respuesta de amor de Israel, (ver Deut. 6 :4, 5). Se ha afirmado con profunda percepción que los Diez Mandamientos "representaban el amor de Dios en esas órdenes, t a n t o negativas y positivas, y que conducían no a una restricción de la vida, sino a una vida plena. Demandaban una respuesta de amor, no porque la obediencia de algún modo acumularía créditos a la vista de Dios, sino por causa de la gracia de Dios, experimentada ya en la liberación de Egipto y en la iniciativa divina 81 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

de la promesa del pacto, reclamaban esa respuesta agradecida del hombre". 5 Concentraremos nuestra atención en el cuarto mandamiento. "Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó" (Exo. 20:8-11). Este mandamiento es el más largo de los diez, y se encuentra en el centro del Decálogo. En él Dios da un mandato positivo: "Seis días trabajarás, y harás toda tu obra" (v. 9). Este mandato positivo encuentra su análogo en el mandato negativo del versículo 10, donde Dios afirma en forma claramente: "no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas" .Tenemos, entonces, dos mandatos aquí, uno que declara que la gente trabajará seis días, y el otro que no trabajarán ni harán ninguna obra el séptimo día. En forma similar, en este mandamiento encontramos dos motivaciones para guardar el sábado, que se complementan y se amplifican mutuamente. La primera, también positiva, indica que Dios quiere que el hombre haga toda su obra en los primeros seis días de la semana porque el séptimo día es el sábado de Dios. La segunda motivación comienza con una prohibición negativa pero termina en forma positiva al ligar la prohibición de hacer cualquier trabajo en el sábado con el hecho de que Dios mismo creó todo en seis días y reposó el séptimo día. En las palabras del mandamiento del sábado repetido por Moisés en Deuteronomio 5:12 al 15, también notamos dos motivaciones. La primera, que aparece en el versículo 14, es idéntica con la primera motivación en Éxodo 20: "Mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios". Pero la segunda motivación difiere significativamente, como se indica en el versículo 15: "Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo 82 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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extendido". Debe reconocerse la diferencia por lo que dice, sin enfatizarla exageradamente. La referencia en el Exodo es a la obra creativa de Dios realizada en seis días durante la semana de la creación. El descansar el sábado era para recordar que los seres humanos, como parte del orden creado por Dios, son totalmente dependientes del Creador. El tema de la creación, como lo han destacado diversos eruditos, también está presente en Deuteronomio 5. En este pasaje se hace referencia al éxodo de Egipto que señala, en efecto, "la creación del pueblo de Dios como nación, y el recuerdo de ese evento debía también recordarles a los israelitas su total dependencia de Dios". 6 De este modo, Éxodo 20 se refiere a la creación, al principio del mundo, y Deuteronomio 5 se refiere a otro principio, el principio del pueblo de Dios. En otras palabras, existe una profunda relación de tema entre las motivaciones en Éxodo 20 y en Deuteronomio 5 con respecto al sábado. La creación es el tema común: el poder creador de Dios. EL SÁBADO: SEÑAL DEL PACTO El tema de la creación no sólo aparece en Éxodo 20:11 y en Deuteronomio 5:15, sino también reaparece en Éxodo 31:16 y 17 en relación con el sábado como una señal entre Dios y su pueblo, una señal del pacto: "Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó"(Éxo. 31:16, 17). En el Antiguo Testamento el sábado se designa cuatro veces como una señal (ver Éxo. 31:13, 17; Eze. 20:12, 20). ¿Qué significa que el sábado sea una señal? La palaba señal puede tener varios significados. En su sentido más amplio, se aplica a una acción, condición, cualidad, u objeto visible que señala un hecho o trasmite un mensaje. Es apropiado comprender el sábado como una señal en el sentido en que la Biblia usa la palabra señal. Para determinar este sentido, investigaremos unas pocas de las setenta y ocho ve83 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

ees en que se usa ese término en el Antiguo Testamento. En tres casos tenemos señales asociadas a pactos. La primera señal es el arco iris (Gén. 9:12, 13, 17). Luego tenemos la "señal" relacionada con la circuncisión en el pacto hecho con Abrahán (Gén. 17:11). Y el tercer caso asocia "señal" con "pacto", en relación con el sábado como una señal del pacto que Dios hizo con su pueblo en el monte Sinaí en Éxodo 31 (ver también Eze. 20). Al asignar ciertas características a estos eventos en la historia de la salvación, o al asignar a estos eventos el carácter de una señal, estos acontecimientos y los fenómenos asociados con ellos adquieren un valor mucho más allá del tema y del evento mismos. El sábado es una señal del pacto "entre mí y vosotros por vuestras generaciones" (Éxo. 31:13; comparar con Eze. 20:12), había dicho Dios a Israel. La persona que guarda el sábado con el espíritu correcto indica por ese medio que él está en una relación salvadora con Dios. El sábado, como una señal, le imparte al creyente en primer lugar el conocimiento de que el Señor es su Dios del pacto. También indica que Dios "santifica" su pueblo (Lev. 20:8; 21:8; 22:32; Eze. 37:28) haciéndolo un pueblo "santo" (Éxo. 19:6; Deut. 7:6; Lev. 19:2, 3). El sábado como una señal de la santificación divina necesita más ampliación. Consideremos más de cerca Éxodo 31:13, un texto sabático que declara específicamente: "Guardaréis mis sábados; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico". Se enfatiza aquí un aspecto enteramente nuevo del sábado como señal, la idea del sábado como una "señal" de santificación. Una persona que considera la observación del sábado como algo legalista o farisaico puede pensar que la observancia del sábado misma lo santificará. De ninguna manera. El Señor es quien santifica, dice el texto. Que la santificación es un acto de parte de Dios en favor de su pueblo es algo que nunca debe ser pasado por alto. El proceso de santificación es tanto la obra del amor redentor de Dios como lo es la obra salvadora y redentora del Cielo mediante Cristo. Tanto la justificación como la santificación son actividades de Dios. "Yo soy Jehová que os santifico". De este modo el sábado es 84 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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una señal que imparte el conocimiento de Dios como Santificador. "El sábado dado al mundo como la señal de que Dios es el Creador es también la señal de que él es el Santificador". 7 La segunda idea nueva en Éxodo 31:13 es que el sábado es una señal de conocimiento: "Para que sepáis". El concepto hebreo de conocimiento es sumamente amplio. El conocimiento tiene aspectos intelectuales, emocionales y de relación. "Conocer" no significa simplemente saber un hecho intelectualmente, particularmente cuando el objeto es una persona. Significa tener una relación significativa con la persona que es conocida. Así, "conocer a Dios" significa estar conscientemente en una relación correcta con él. Significa "servirle" (1 Crón. 28.9); significa "temerle" (Isa. 11:3; Sal. 119:79; Prov. 1:7); significa "creer" en él (Isa. 43:10); significa "confiar" en él (Sal. 9:10); significa "buscarlo" (Sal. 9:10); significa "invocar" su nombre (Jer. 10:25; Sal. 79:6). El texto afirma claramente que el sábado es una señal del pacto entre Dios y su pueblo por todas las generaciones, con el propósito de que "sepáis que yo soy Jehová que os santifico" (Éxo. 31:13). El sábado como señal, con respecto al conocimiento, relaciona el hecho de que Dios es conocido como el que santifica a su pueblo. Es Dios quien hace que el pueblo sea santo. Este conocimiento es conocimiento salvador. El creyente que realmente comprende el significado del sábado y de la observancia del sábado comprende que el Señor del sábado también es su Señor. Su Señor es el Creador. Su Señor es el Redentor. Su Señor también es el Santificador. El sábado actúa como señal todavía en otro sentido. Sirve como una marca de separación, indicando al pueblo de otras religiones o al pueblo que no guarda el sábado que existe una relación singular entre Dios y su pueblo observador del sábado. Actuando como una señal de reconocimiento, el sábado separa para Dios a su pueblo del resto de la humanidad. Como Caín fue reconocido por una señal que Dios puso sobre él, así el pueblo de Dios es reconocido por el sábado que los mantiene separados para Dios en servicio al mundo. La pluma de Elena G. de White ha captado adecuadamente un aspecto importante de esta función del sábado como una señal: "Me 85

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EL PACTO ETERNO DE DIOS

diante la santificación del sábado debemos demostrar que somos su pueblo. Su Palabra declara que el sábado ha de ser la señal que distinguirá al pueblo que guarda los mandamientos... Los que guardan la ley de Dios serán uno con él en la gran controversia comenzada en el cielo entre Satanás y Dios". 8 El sábado es una señal de separación y de distinción del pueblo de Dios, haciéndolos visibles dentro de la esfera del gran conflicto entre los poderes del bien y los poderes del mal.

EL SÁBADO, SELLO DE D I O S Se ha reconocido una y otra vez que el mandamiento del sábado se encuentra en el centro de los Diez Mandamientos. ¡Cuán apropiado es, siendo que relaciona la dimensión divino-humana y la dimensión humana-humana! También es apropiado como analogía con el lugar de los sellos en los antiguos documentos oficiales. El mandamiento del sábado identifica al Señor del sábado de una manera especial e indica su esfera de autoridad y dominio. En estos dos aspectos —o sea, 1) la identidad de la deidad como Yahweh, el Señor, quien es el Creador (Éxo. 20:11; 31:17) y que por ello ocupa una posición sin guiar, y 2) la esfera de su dominio y autoridad sobre "los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay" (Éxo. 20:11; comparar con 31:17) — del mandamiento del sábado tiene las características de un sello típico en los documentos que contenían tratados internacionales del antiguo Cercano Oriente. Estos sellos estaban típicamente en el centro o en el medio de los documentos del tratado y contenían también 1) la identidad de la deidad en cuyo nombre se juraba el tratado (usualmente un dios pagano), y 2) la esfera de su dominio y autoridad (generalmente un área geográfica limitada). Por analogía, el sábado opera como una "señal" (Éxo. 31:13, 17), o en este caso, más bien como un sello, entre Dios y su pueblo ("entre mí y vosotros"), y por ello es el sello de la relación entre Dios y su propio pueblo. Esto es importante para el creyente, porque al observar el sábado, como lo hizo Dios al terminar la semana de la creación, el creyente lo reconoce como el Creador y el Re-creador (Redentor y Santificador). El creyente también reconoce la propiedad o 86

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dominio de Dios y su autoridad sobre toda la creación, aun sobre él mismo. Hace que el creyente sea parte de la comunidad del pacto de Dios de los verdaderos adoradores. Estas son algunas de las vislumbre de las riquezas del sábado dentro del pacto. El sábado es realmente un don de Dios para los seres humanos. Proporciona para ellos un tiempo señalado divinamente para el descanso humano dentro de la inquietud de la humanidad.

Referencias 1 Ver las discusiones detalladas acerca del origen del sábado en Gerhard F. Hasel, "The Sabbath in the Pentateuch", The Sabbath in Scrípture and History, Kenneth A. Strand, ed. (Washington, D.C.: Review and Herald, 1982), pp. 21-43; Ibid., "Sabbath", Anchor Bible Dictionary, D. N. Freedman, ed. (Nueva York: Doubleday, 1992), t. 5, pp. 849-856; Ibid., "The Origin of the Biblical Sabbath and the Historical-Critical Method: A Methodological Case Study", Journal of the Adventist Theological Society 4/1 (1993), pp. 17-46. 2 Ver el desarrollo de este concepto en Abraham Joshua Heschel, The Sabbath: Its Meaning forModern Man (Nueva York: Noonday Press, 1951), pp. 13-24. 3 G. H. Waterman, "Sabbath", Zondervan Pictoriai Encyclopedia ofthe Bible, Merrill C. Tenney, ed. (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1975), p. 183. 4 Ibid., p. 184. 5 P. C. Craigie, The Book of Deuteronomy (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1976), p. 150. 6 Ibid., p. 157. 7 E. G. de White, Testimonies for the Church, (. 6, p. 350. 8 E. G. de White, Mensajes selectos, t. 2, p. 182.

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El nuevo pacto

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l nuevo pacto es de importancia crucial para el creyente porque se centra en Jesucristo. Se ha dicho repetidamente que un nuevo pacto implica uno antiguo. Esto plantea la pregunta de cuán nuevo es el nuevo pacto. La expresión "nuevo pacto" y "pacto antiguo" implican t a n t o un aspecto de continuidad como uno de discontinuidad. La continuidad entre los pactos nuevo y antiguo está ciertamente implícito en la fraseología misma: la palabra pacto en ambos. Los diversos puntos de discontinuidad entre el "nuevo pacto" y el "pacto antiguo" descansan principalmente en los adjetivos nuevo y antiguo. En nuestro estudio del "nuevo pacto" en este capítulo, intentaremos investigar las diferencias entre los respectivos pactos. En investigaciones similares, algunos teólogos y estudiantes de la Biblia han usado la expresión "pacto de obras" para designar al "pacto antiguo". Del mismo modo, ellos designan al "nuevo pacto" con el término de "pacto de gracia". El "nuevo pacto" es virtualmente considerado idéntico con el "pacto de gracia". Las dos palabras gracia y obras indican, para muchos intérpretes, la distinción radical entre dos caminos de salvación. Supuestamente, un camino por el que somos salvos es mediante obras meritorias; el otro camino es mediante la gracia de Dios otorgada en Jesucristo. Los que hacen la distinción entre el "pacto de gracia" y el "pacto de obras" generalmente se refieren a este último como el período que comenzó en el monte Sinaí y suponen que Dios proyectó que Israel se salvara por sus obras. En otras palabras, su punto de vista es que Israel fue salvado por obras y obediencia. En su perspectiva, "el pacto de 88 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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gracia" designa la salvación por gracia, una salvación en la que las obras no tienen una cualidad meritoria ni salvadora. EL A N U N C I O DEL NUEVO PACTO Puede sorprender, aun a los estudiantes cuidadosos de la Biblia, saber que la designación de "nuevo pacto" aparece sólo una vez en el Antiguo Testamento. El gran profeta Jeremías, que profetizó en los últimos días del reino de Judá, cuando el pueblo de Dios estaba a punto de ser llevado a la cautividad babilónica, anunció mediante la palabra de Dios que vendría un nuevo pacto: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. N o como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová" (Jer. 31:31, 32). A u n cuando el pacto se describe aquí con el adjetivo nuevo por primera vez en Jeremías 31:31 (la única vez en todo el Antiguo Testamento), profetas anteriores ya habían hablado del nuevo pacto. Unos 150 años antes de Jeremías fue enviado como mensajero de Dios al reino del sur, Judá, el profeta Oseas, al reino del norte, Israel. Éste también predijo un nuevo pacto: "En aquel tiempo y haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura. Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová" (Ose. 2:18-20). La frase "en aquel tiempo" introduce la predicción del profeta. Es una fórmula o una expresión que apunta al futuro. La predicción no indica cuándo sería ese día futuro pero sí comunica que ese tiempo estaba decisivamente fijado en el plan de Dios. "En aquel tiempo" denota el fin de un orden de cosas más antiguo y el comienzo de una nueva época con un nuevo orden de cosas. El cuadro en Oseas 2:18 de un pacto futuro, involucrando al reino animal así como a la gente, y prometiendo la abolición de las armas de guerra y la introducción 89 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

de la paz, es ciertamente un cuadro del futuro reino mesiánico de paz. La mención de un nuevo pacto también recuerda las ricas declaraciones que se encuentran en varias partes del Antiguo Testamento acerca de un nuevo corazón. Por ejemplo, Dios les dará "corazón para que me conozcan que yo soy Jehová" (Jer. 24:7) y "un corazón, y un camino" (Jer. 32:39). Dios también les quitará "el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne" (Eze. 11:19), y les dará "corazón nuevo" y un "espíritu nuevo" (Eze. 36:26). Estas declaraciones nos recuerdan el cambio que ocurrirá en las vidas de los seres humanos cuando se establezca el nuevo pacto. Así dice el Señor: "Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu" (Eze. 36:27). Esta obra de Dios dentro de la humanidad, dentro de los corazones de los hombres y las mujeres, proporciona el fundamento para la actividad, la receptividad, y la importancia del "nuevo pacto" en las vidas humanas. Oseas e Isaías, los grandes profetas del siglo octavo a.C., j u n t o con los grandes profetas que los siguieron más tarde, Jeremías y Ezequiel, profetizaron cada uno a su manera acerca de la experiencia del nuevo pacto, aunque sólo una vez se lo designe como nuevo.

LAS

PARTES EN EL NUEVO PACTO

Al comparar el "pacto antiguo" que Dios hizo con el antiguo Israel en el monte Sinaí, con el "nuevo pacto", notamos varias líneas de continuidad. En ambos, el Dios es el mismo. El que establece el "nuevo pacto" es el mismo Dios que estableció los pactos anteriores. En la profecía de Jeremías 31:31 al 34, el Dios del Éxodo claramente se presenta como actuando de nuevo en el establecimiento de pactos, al declarar explícitamente: "Haré nuevo pacto" (v. 31). Así vemos que la iniciativa del nuevo pacto otra vez la toma Dios, el mismo Dios que establece pactos que se h a n mostrado previamente. Siempre es el Dios salvador el que inicia lo que es nuevo y busca llevar la salvación a quienes distorsionan su plan o rechazan su gran 90 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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don. Es claro otra vez que el pacto que Dios establece con su pueblo, es decir, el nuevo pacto, es un pacto que él inicia y que él establece. Por esta razón podemos hablar del Dios bíblico como el Dios que establece pactos. También podemos hablar del Dios bíblico como el Iniciador de la salvación por medio del establecimiento de pactos. Y la promesa del compañerismo y la comunión divinos en el nuevo pacto es igual al del pacto anterior que Dios hizo con Israel (comparar con Éxo. 19:5): "Seréis mi especial tesoro". Las palabras "Yo seré su Dios", tan típica del Dios que hizo el pacto con Israel en el Sinaí, otra vez se expresa en el pasaje del "nuevo pacto" en Jeremías 31:33: "Yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo". Los participantes de ambos pactos son los mismos: Dios, por un lado, y su pueblo, por el otro. El nuevo pacto es anunciado por el profeta como el que se hace con "la casa de Israel y con la casa de Judá", o sencillamente con la "casa de Israel" (ver Jer. 31:31, 33). Aunque algunos piensan que esto significa que el "nuevo pacto" es sólo para la antigua nación de Israel, ese no es el caso. Es cierto, el Señor ofreció el "nuevo pacto" primero a su pueblo que él había elegido y con quien había hecho un pacto en el monte Sinaí en tiempos de Moisés. Trágicamente, los israelitas transformaron ese pacto del Sinaí en un método legalista de salvación, o sea, de justificación por obras. Intentaron justificarse mediante sus propios esfuerzos inútiles, no aprovechando el método de fe que produce obediencia. (En la feobediencia, las obras y buenas acciones de la persona obediente no hacen que ella merezca la salvación, sino que son el resultado de una salvación otorgada y dada por Dios).) Así, eventualmente Dios tuvo que pasar del Israel étnico al Israel espiritual para encontrar la cooperación que necesitaba para poner en marcha las provisiones y los beneficios del pacto eterno, que ahora se llama el nuevo pacto. Los participantes humanos del nuevo pacto de Dios son ahora los que tienen la ley de Dios escrita dentro de sus corazones, sin tomar en cuenta su origen étnico. "La escribiré en su corazón", es la promesa de Dios (Jer. 31:33). Esta internalización de la "ley" —la misma ley que Dios había proclamado en el monte Sinaí y que había usado para hacer el nuevo pacto con el Israel étnico en esa oca91 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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sión—, no es otra cosa que la internalización de la voluntad y el carácter de Dios. La internalización de la ley de Dios en el corazón del creyente no significa que Dios impone su voluntad sobre la gente. El hecho de que Dios escribirá la ley en el interior de la persona, haciéndola parte de la persona total y de su voluntad, demuestra el principio de la elección de parte de la persona. Dios no impone en el corazón de las personas su ley ahora, ni nunca lo ha hecho en el pasado. La elección de que Dios escriba la ley en el corazón es una elección individual, hecha exclusivamente por cada persona. Sin embargo, es vital que los participantes humanos, con quienes se hace el nuevo pacto y que experimentarán y se mantendrán dentro de la relación del nuevo pacto, comprendan esta elección. Los miembros de la comunidad del nuevo pacto no son todos los descendientes físicos o de sangre de Abrahán, sino toda persona que permita que Dios escriba la ley en su interior, haciéndola formar parte de la voluntad total del creyente de modo que éste pueda obedecer a Dios por fe. De este modo la elección que permite que la ley se escriba sobre el corazón identifica a esta persona como miembro del Israel espiritual de Dios, donde la descendencia física no tiene valor alguno. Cualquier persona que permite que Dios haga su obra dentro de ella llega a ser miembro del Israel de Dios, su verdadero Israel espiritual. El verdadero Israel espiritual en quien Dios haya escrito su ley llega a ser participante con Dios en el nuevo pacto. En el Nuevo Testamento aquellos judíos que recibieron a Jesucristo y su evangelio, por un tiempo constituyeron el núcleo de la iglesia (ver Mat. 18:17). De este modo, la continuidad entre el Israel literal y el pueblo de Dios, el "remanente escogido por gracia" (Rom. 11:5), está claramente indicada en el Nuevo Testamento. Los judíos incrédulos, por otro lado, son descritos como "endurecidos" (Rom. 11:7), que no forman parte del verdadero Israel. Los gentiles, que anteriormente no creían, aceptaron el evangelio y fueron injertados en el verdadero pueblo de Dios, una comunidad compuesta por creyentes de cualquier origen étnico (Rom. 11:13-24). De este modo los gentiles, que "en aquel tiempo" estaban 92 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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"sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa" (Efe. 2:12) fueron traídos cerca por la sangre de Cristo y ahora ya no son "extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios" (v. 19). Cristo es el mediador del "nuevo pacto" (Heb. 9:15) para todos los creyentes, ya sean judíos o gentiles, negros o blancos, amarillos o pardos, hombres o mujeres. La ley en ambos pactos es la misma. "Las condiciones por las cuales puede ganarse la vida eterna bajo el nuevo pacto, son las mismas que había bajo el antiguo pacto: perfecta obediencia". 1 Veremos más de este elemento importante de comparación a medida que prosigamos.

ELEMENTOS DEL NUEVO PACTO Los lectores de la palabra de Dios siempre son bendecidos de nuevo al volver a estudiar e investigar el fecundo pasaje de Jeremías 31:31 al 34. Este texto contiene elementos básicos que haríamos bien en contemplar. Dice algo acerca de la iniciativa divina, de la respuesta humana, de la idea de la ley de Dios, del propósito de los pactos, y del resultado de establecer esos pactos. Consideremos brevemente cada una de estas ideas. Hemos notado ya cómo Jeremías 31:31 al 34 enfatiza repetidamente la iniciativa divina. Esta predicción comienza con una declaración de acción divina: "Haré nuevo pacto". Aquí Dios anuncia su acción salvadora que ocurrirá en el futuro. Del mismo modo, la predicción del nuevo pacto concluye con las palabras: "Perdonaré" y "No me acordaré más de su pecado". Esta iniciativa divina apunta a la acción culminante del perdón total de Dios y del olvido completo de los pecados humanos. La respuesta h u m a n a también surge claramente en este texto importante. La respuesta humana en el establecimiento del pacto no puede ser pasada por alto. Dios nunca reduce a los seres humanos al nivel de robots sin la posibilidad de hacer elecciones. El nuevo pacto, como el del Sinaí, no es un pacto sin condiciones que permanece ge93 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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neración tras generación sin quebrantarse, no importando la respuesta de los hombres o su relación con Dios y con su voluntad revelada en la ley. Lo que hace que el nuevo pacto sea permanente y duradero es que Dios mismo obrará un cambio en los corazones humanos, haciendo que sea posible para ellos cumplir la ley por su gracia divina y capacitadora (Jer. 24:7; Eze. 36:26-28). La declaración en la promesa del nuevo pacto acerca de la ley de Dios es también de importancia crucial. U n elemento común en los pactos previos hechos con Adán y con Abrahán, y especialmente en el pacto hecho con el antiguo Israel en el monte Sinaí, es también la ley de Dios. La ley de Dios, apropiadamente llamada aquí "mi ley" (Jer. 31:33), en el pacto del Sinaí fue la ley de Dios escrita sobre tablas de piedra (ver Éxo. 24:12; 31:18; 34:1, 28). Las tablas de piedra algunas veces se las llama realmente "el pacto" (1 Rey. 8:21). Esta ley de Dios no tiene fallas y no fue eliminada. La ley de Dios es inmutable y eterna. Además, esta expresión inmutable de la voluntad de Dios en la ley no debe permanecer como algo exterior al creyente. Por esta razón este pasaje del nuevo pacto enfatiza que la ley será escrita por Dios "en su corazón". "La gran ley de amor revelada en el Edén, proclamada en el Sinaí, y en el nuevo pacto escrita en el corazón, es la que liga al obrero humano a la voluntad de Dios". 2 Esta actividad de Dios, el escribir su ley en el corazón humano, es su maravillosa obra de gracia dentro de nosotros. Escribir la ley interiormente por medio del Espíritu Santo es la obra de Dios. De este modo la ley llega a ser internalizada dentro del creyente y será una parte integral de la voluntad del creyente, saturándola, de modo que la voluntad humana y la ley divina se conformen perfectamente la una a la otra (2 Cor. 3:5, 6).

La obediencia resultante no es un logro humano, no es una obediencia meritoria, no es una obediencia que apunta a lograr la justificación y la salvación por los esfuerzos propios; más bien, es la fe-obediencia, una obediencia hecha posible por la fe en el poder de Jesucristo que nos capacita. El propósito de establecer los pactos es claramente bosquejado 94 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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en Jeremías 31:31 al 34. Dios no habla de una nueva ley, sino de un nuevo pacto. La ley, como camino de vida, da expresión a esta relación del nuevo pacto. La relación está expresada específicamente por una fórmula: "Yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo" (Jer. 31:33; comparar con 7:23; 32:38). La relación del pacto en el Sinaí fue descrita con la misma fórmula (Exo. 6:7; Deut. 26:16-19; Lev. 26:12; etc.). El propósito de Dios para su pueblo es que esa relación prometida, de tan corta duración en el antiguo Israel, sea renovada, restaurada y hecha permanente. Los resultados de establecer el pacto son de la mayor importancia. U n o de los principales es la experiencia resultante de la comunidad del nuevo pacto de ser un Israel espiritual compuesto por los que permiten que Dios internalice su ley dentro de ellos, y que por ello llegan a ser canales santificados para iluminar y bendecir a otros. El nuevo pacto también establecería una relación y comunión duraderas y profundas entre los participantes humanos y el Señor que hace el pacto, el Dios de su salvación. Además, produciría la bendición gratificante del perdón, que trae paz a la mente y al alma (Jer. 31:34). Sería un perdón que estaría asegurado y anclado en el sacrificio del propio Hijo de Dios.

LA NOVEDAD DEL NUEVO PACTO Lo opuesto a "nuevo" es "antiguo". La palabra antiguo implica una existencia previa o un uso continuado durante un tiempo largo. También designa con frecuencia algo anticuado en el sentido de que ha caído en desuso o es anticuado. Debemos ser cuidadosos de no sobreponer los significados modernos al uso bíblico en lo que se refiere a comprender las intenciones, propósitos e ideas del lenguaje bíblico. El término nuevo con respecto al "nuevo pacto" en Jeremías 31:31 es el término hebreo jadas. Esta palabra hebrea significa con frecuencia 1) "renovar" o "restaurar"; y 2) algo "nuevo" que no ha estado todavía presente con la misma calidad o forma. Reflejando ambos sentidos, el nuevo pacto es sencillamente un pacto "renovado" 95 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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o "restaurado", que también tiene ahora características que no estuvieron presentes antes en la misma forma o calidad. El apóstol Pablo en 2 Corintios 3:6 sugiere que el nuevo pacto es un pacto del Espíritu, en contraste con el pacto antiguo que era de la letra: Servimos "bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra" (Rom. 7:6). Lo que Pablo parece estar enfatizando aquí es que la letra (ver 2 Cor. 3:5, 6) es la letra de la ley en el sentido de que es algo que está fuera del creyente, y no escrito todavía en su interior. Mientras la letra (sencillamente una designación del pacto antiguo) permanezca fuera del creyente y no escrita por el Espíritu dentro de él, sólo puede traer condenación. Pero el Espíritu, que caracteriza al nuevo pacto, da vida; él escribe la ley en el corazón y de ese modo internaliza o pone la ley dentro del creyente. De este modo la novedad del pacto está caracterizada en forma más efectiva por la palabra mejor (Heb. 8:6). El pacto de Dios permanece o se vuelve anticuado en el mismo momento en que permanece fuera del corazón humano, cuando es meramente un método de guardar la ley con el fin de ganar la salvación por méritos humanos. Pablo enfatiza que en contraste con este enfoque de la salvación —y aquí está en completa armonía con el total del énfasis bíblico— el nuevo pacto es un pacto del Espíritu, en el que el creyente ahora sirve en novedad del Espíritu y no en la antigüedad de la letra (Rom. 7:6).

Referencias 1 "Comentarios de Elena G. de White", en el Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 943. 2 E. G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 296.

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El santuario y los ministerios del nuevo pacto

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a carta a los Hebreos contiene una relación profética y tipológica muy fecunda entre el plan de Dios como fue revelado mediante el sistema hebreo de los sacrificios y su plan como fue revelado mediante el ministerio personal de Jesucristo en su vida, muerte, ascensión y mediación celestial. 1 Hebreos 9:15 nos presenta un estudio de estas dos revelaciones complementarias del plan de Dios. "Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto" (NVI). Aquí la Biblia enfatiza claramente que Jesucristo es nuestro Mediador celestial de un pacto superior. El cumplió el tipo del así llamado pacto antiguo de una manera doble. Primero, él es el verdadero Sacrificio sobre el cual está basado ese pacto, cuya sangre también lo ratificó. La sangre de Cristo también ratificó el nuevo pacto y transformó en anticuado el pacto del Sinaí y su sistema mediador basado sobre sacrificios de animales. "El pacto hecho con Abrahán fue ral iflcndo mediante la sangre de Cristo, y es llamado el 'segundo' pacto o 'nuevo' pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derrame') después de la sangre del primer pacto". 2 Segundo, Cristo cumplió el tipo al llegar .1 ser el Mediador del nuevo pacto, así como Moisés lúe el mediador del pacto del Sinaí. El hecho de que Cristo sea el medladoi, i 11 embarco, incluye también la redención "de las transgresiones qtir habla bajo el primer pacto" (Heb. 9:15). El que incluya todo Indli .1 que l•• sa< 1 ¡lirios del pacto 87 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

del Sinaí sólo eran tipos que señalaban hacia la muerte de Cristo en la cruz, y encontraron su significado sólo en la muerte sustitutiva, como sacrificio, de Cristo. El h e c h o de que sea mediador nos hace comprender que afecta a la redención de todos los creyentes, ya sea los que están bajo el pacto nuevo como los que están bajo el antiguo. El nuevo pacto también es superior al antiguo en la certeza del perdón. Sería un error, sin embargo, obtener la impresión de que bajo el pacto del Sinaí, con sus sacrificios animales, el perdón no estuviera disponible. El perdón de Dios fue también prometido a aquellos penitentes en el período durante el cual el pacto del Sinaí estuvo en operación (Éxo. 34:6, 7; Lev. 4:20, 26, 31, 35; 19:22; Sal. 103:12; Isa. 38:17; 43:25; Neh. 9:17). Pero el perdón bajo el pacto sinaítico anticipaba el perdón que quedaría asegurado por la sangre de Cristo (Heb. 9:15), "que por muchos es derramada para remisión de pecados" (Mat. 26:18). El perdón de los pecados bajo el nuevo pacto puede ser llamado superior en el sentido de que está asegurado por la muerte de Cristo en la cruz. En el pacto antiguo, el pecado era perdonado en vista y en espera de lo que Cristo lograría en la cruz cuando muriera por los pecados de la humanidad; pero en el nuevo pacto, el perdón es concedido sobre la base de lo que ya había sido realizado en la cruz. En el primer caso, los creyentes miraban hacia adelante, al logro que alcanzaría el Hijo de Dios; en el segundo, contemplamos hacia atrás, a lo que ya ha sido logrado por él. EL VERDADERO SANTUARIO EN EL CIELO Así como el pacto antiguo tenía un santuario, el nuevo pacto tiene un santuario. El santuario en el cielo no es meramente una idea en el mundo celestial que tuvo un reflejo impreciso en la tierra; más bien es muy real: algo en el centro del universo que puede verse y apreciarse. 3 Dios deseaba morar con su pueblo; por eso dijo: "Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos" (Éxo. 25:8). El propósito pleno de Dios para la construcción de un santuario portátil en 98 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

CAPÍTULO 10

el desierto era que pudiera estar más íntimamente presente en medio de su pueblo del pacto. El proyectó que el santuario terrenal, erigido para morada de la divina Presencia, revelara su propósito de hacer de los corazones humanos templos para su habitación 4 : una provisión clave del nuevo pacto (Heb. 13:20, 21). Todo el proceso de establecer el pacto (Éxo. 19 y 24) y de la promulgación de la ley (Éxo. 20:1-11) es una garantía de la realidad de la presencia de Dios en su tabernáculo y en el corazón de las personas. U n estudio cuidadoso de Éxodo 25:9 y 40, revela que la repetición de las palabras diseño y modelo (en hebreo, tabnit) expresa la idea de que Moisés en su visión (Núm. 8:4) vio un modelo a escala o una copia en miniatura del santuario celestial. Dios le ordenó que construyera un santuario terrenal según el diseño de ese modelo en miniatura. Por lo tanto, el santuario terrenal era una copia diseñada siguiendo la realidad celestial. 5 El libro del Apocalipsis, en el Nuevo Testamento, claramente enfatiza que el templo/santuario celestial no debe ser considerado idéntico a todo el cielo. Apocalipsis 11:19 claramente muestra un templo "en el cielo" que se abrió y que el arca del pacto estaba dentro de este templo divino. En Apocalipsis 14:17 el revelador informa que "salió otro ángel del templo que está en el cielo" (la cursiva fue añadida). Este énfasis aparece otra vez en Apocalipsis 15:5, donde declara que "el templo del tabernáculo del testimonio... fue abierto en el cielo" (la cursiva fue añadida). Este énfasis repetido revela más allá de toda duda que existe en el cielo un templo o santuario y que de ninguna manera el cielo mismo o los cielos superiores pueden ser interpretados como el santuario. En resumen, es claro sobre la base de la visión que recibió Moisés, y la visión que recibió Juan el revelador, que debe hacerse una distinción clara entre el cielo mismo y el santuario/templo de Dios en el cielo. La realidad del santuario celestial también es enfatizada en Hebreos 8. En el versículo 2 encontramos el adjetivo verdadero asociado con el santuario celestial. El santuario celestial es el "verdadero tabernáculo". La palabra verdadero aquí sería mejor traducida como real, porque el adjetivo griego usado aquí es alSthinós, que representa lo 99 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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"real" en oposición a lo meramente "aparente". (Otro adjetivo griego, alethes, significa "verdadero" y define algo como "verdadero" en oposición a algo "falso".) Este "verdadero tabernáculo" (Heb. 8:2) es el original del cual los dos santuarios terrenales fueron "figura y sombra" (v. 5). El santuario terrenal es sólo una'sombra"; la realidad está en el cielo. La "sombra" sobre la tierra refleja la realidad física y real del santuario en el cielo con dos partes, que arrojan su sombra (comparar Éxo. 25:40; 26:30; 27:8). La carta a los Hebreos nos informa que en el cielo superior (Heb. 4:14; 7:26; 8:1, 2; 9:24; 12:25, 26), muy por sobre la tierra y los cielos que serán sacudidos por Dios (Heb. 1:10-12; 11:1, 2; 12:26), existe la realidad de una Jerusalén celestial (Heb. 11:10; 12:22; 13:14) y el santuario "real" de dos partes (Heb. 8:2, 5; 9:11, 28). Como su copia terrenal tenía sus dos compartimentos (Heb. 9:1-6), así el original celestial tiene dos partes o escenarios (Heb. 8:2, 5; 9:8, 11, 12, 23, 24; 10:19), uno de los cuales contiene el trono de Dios (Heb. 4:16; 8:1; 12:2). Este santuario celestial real con dos partes no sólo es el original, sino el lugar exacto del ministerio celestial, salvador y benéfico. La lógica de la carta a los Hebreos demanda que así como el pacto antiguo tenía un santuario con dos partes, el nuevo pacto tiene un santuario con dos partes. La tipología usada en Hebreos 8:1 al 5 y Hebreos 9:8 al 28 describe una tipología vertical celestial-terrenal y una tipología de original- copia. Hebreos 9:1 al 5 describe la estructura del santuario terrenal con los lugares Santo y Santísimo. Los versículos 6 y 7 dan detalles de los servicios realizados en cada uno de ellos. En Hebreos 9:8 la expresión el primer tabernáculo (NVI) [en la versión Reina-Valera 1960 la traduce como primera parte del tabernáculo; N. del Tr.] (en hebreo protesken) se usa en el sentido temporal de "primer santuario" o "santuario anterior" del pacto antiguo en su totalidad, incluyendo tanto el lugar Santo como el Santísimo. En Hebreos 9:8 la expresión "Lugar Santísimo" (griego, ta hagia) se refiere al santuario celestial entero con sus dos divisiones. "El más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos" (Heb. 9:11) 100 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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se refiere, del mismo modo, a las dos partes, las dos divisiones del santuario celestial. Todo esto afirma que el Nuevo Testamento así como el Antiguo (Sal. 11:4; 18:6; 29:9; 60:6; 63:2; 68:35; 96:6; 150:1; Miq. 1:2, 3; Hab. 2:20; etc.), enseñan la realidad del santuario celestial y que es el verdadero o "real" santuario celestial de dos partes, y no meramente una idea o una metáfora. Antes del período del Nuevo Testamento, el camino divinamente designado para que el pecador se liberara del pecado y la culpa era llevando sacrificios animales. Levítico 1 al 7 detallan las ofrendas y sacrificios de los israelitas. Los procedimientos requerían una cuidadosa atención al uso y eliminación de la sangre en las diversas clases de sacrificios. La persona que había pecado había quebrantado la relación del pacto y la ley que la regulaba. Esta persona, bajo el pacto antiguo, podía ser restaurada a la plena comunión con Dios y sus semejantes si esa persona traía un animal como sacrificio para sustituirlo a él. Los sacrificios, con sus ritos, eran los medios señalados por Dios para producir la limpieza del pecado y la culpa. Habían sido instituidos para limpiar al pecador, para transferir el pecado y la culpa del pecador por medio de la aspersión de la sangre al santuario, y para restablecer la comunión y el compañerismo pleno con Dios y los semejantes. "De hecho, la ley exige que casi todo sea purificado con sangre, pues sin derramamiento de sangre no se hay perdón" (Heb. 9:22, NVI). El israelita observador sabía que los sacrificios de animales eran el medio designado por Dios para apuntar proféticamente al gran Sacrificio. U n animal ciertamente no podía ser un sustituto para una expiación adecuada del pecado y la culpa de una persona (ver Ose. 6:6; Sal. 50:8-15; 51:15-19; Isa. 1:10-18; 53). El autor de Hebreos declara explícitamente: "Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (Heb. 10:4). Así, los sacrificios de animales eran sólo una figura anticipada del Sacrificio que vendría, que moriría como una muerte sustitutiva por los pecados del mundo. Esta verdad profunda está expresada proféticamente en uno de los capítulos más majestuosos de toda la Biblia: "Mas él herido fue 101 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" (Isa. 53:5-7). Estas palabras proféticas acerca del Mesías venidero y su lugar como el Sacrificio, manifiestan el hermoso plan de Dios para la salvación de la humanidad. El hecho de que Jesucristo murió en la cruz como un sacrificio es el tema principal del Nuevo Testamento. Jesús es llamado el Cordero de Dios matado vicariamente: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Pablo describe a Jesús como "nuestra Pascua, que es Cristo", que fue "sacrificada por nosotros" (1 Cor. 5:7). De hecho, Jesús "se entregó a sí mismo por nosotros" como un "sacrificio a Dios" (Efe. 5:2), "como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (1 Ped. 1:19). Él ofreció "una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados" (Heb. 10:12). La idea de que la muerte de Cristo en la cruz es sustitutiva y no meramente representativa, ha perdido popularidad entre muchos intérpretes. 6 Sin embargo, el sacrificio sustitutivo de Cristo en la cruz no puede ser negado fácilmente. El Nuevo Testamento insiste vez tras vez que Cristo, quien fue "sin pecado" (Heb. 4:15), murió "a causa del pecado" (Rom. 8:3) y fue crucificado en favor de los hombres y las mujeres. Cristo "se dio a sí mismo por nuestros pecados" (Gál. 12:4). "Fue entregado a la muerte por nuestros pecados" (Rom. 4:25, NVI). Él "murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras" (1 Cor. 15:3). Estos pasajes, j u n t o con Gálatas 3:13 y 2 Corintios 5:14, demuestran que la muerte de Cristo en la cruz fue sustitutiva. Él murió en nuestro lugar. Él nos sustituyó a nosotros. Él murió la muerte del transgresor, pagando la penalidad de nuestro pecado, y con ellos proveyó vida y compañerismo con él y la Deidad para siempre. 7 Así como se mataba al animal en el altar fuera del santuario, Jesucristo murió en la cruz en la tierra, fuera del santuario celestial. La muerte de Cristo en la cruz resumió y cumplió todos los tipos y som102 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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bras de todos los diversos sacrificios del sistema del Antiguo Testamento, los cuales señalaban a su muerte. Cuando Jesucristo murió en la cruz, el templo y su ritual perdieron su importancia. El velo del templo se rasgó por el medio (Mat. 27:51), indicando que el templo y sus ritos habían perdido ahora su significado en el plan de Dios. A u n cuando los judíos —y ciertos cristianos de origen hebreo, como podemos vislumbrar en la carta a los Hebreos— siguieron ofreciendo sacrificios en el templo terrenal, estos sacrificios ya no tenían valor. Jesucristo, el Sacrificio real, había venido, cumpliendo la totalidad de lo que estos sacrificios de animales habían señalado, haciendo que tales sacrificios ya no tuvieran sentido después que él murió. LA PRIMERA FASE DEL MINISTERIO DE C R I S T O EN EL SANTUARIO CELESTIAL Después de la dedicación del santuario terrenal (Éxo. 40:1-11) y la consagración de los sacerdotes (Éxo. 40:12-15; 30:30-33), se inició el ministerio en el santuario terrenal. En el antitipo, nuestro Sacerdote y Sumo Sacerdote celestial también comenzó su ministerio en el santuario celestial después de su dedicación, un rito predicho en Daniel 9:24. El derramamiento pentecostal del Espíritu Santo significó, de acuerdo con Hechos 2:33, que Cristo había iniciado su ministerio celestial. Por medio del Espíritu Santo, el ministerio de Cristo sostiene a su iglesia sobre la tierra, y vindica a los creyentes ante sus enemigos. Jesús es nuestro "mediador" celestial de un pacto superior. La propia sangre de Cristo, derramada en el Calvario en nuestro favor, ratificó el nuevo pacto e hizo caducar el pacto anterior y sus sistema mediador. La propia sangre de Cristo nos da "libertad para entrar en el Lugar Santísimo" [el santuario] (Heb. 10:19). Provee "el camino nuevo y vivo" (v. 20) por el cual podemos "confiadamente" acercarnos "al trono de la gracia" (Heb. 4:16). Cristo es nuestro Sacerdote y Sumo Sacerdote celestial. La designación "sacerdote" se aplica tres veces en la carta a los Hebreos al 103 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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Cristo exaltado y entronizado (Heb. 7:15; 8:4; 10:21). En Hebreos 7:15 y 16, Cristo es presentado como el Sacerdote distinto a semejanza de la orden de Melquisedec. Melquisedec no es llamado "sumo sacerdote" sino "sacerdote", y es un tipo de Cristo, el "sacerdote" celestial. Otra característica distintiva de la carta a los Hebreos es el desarrollo de una extensa tipología de Cristo como el Sumo Sacerdote celestial. Investigaciones recientes muy cuidadosas de esta tipología muestran que tiene aspectos horizontales así como verticales. Hablamos antes de la tipología vertical. La tipología sumo sacerdotal de Hebreos se desarrolla principalmente siguiendo líneas horizontales. Hebreos 5:4 y 5 enfatiza que Jesús fue llamado por Dios a su cargo sumo sacerdotal así como Aarón lo fue. Su designación fue un cumplimiento de la predicción registrada en Salmos 110:4. Cristo fue "declarado" (Heb. 5:10) y "hecho más sublime que los cielos" (Heb. 7:26). Su designación como sumo sacerdote fue el resultado de un llamado divino y no por medio de un acto de designación propia o por herencia física. Investido de ese modo, Cristo demuestra que sus ministerios sacerdotal y sumo sacerdotal son de una naturaleza superior. El Nuevo Testamento presenta la función de Cristo en el cielo, aparte de la de Sacerdote y Sumo Sacerdote, también como la de Mediador e Intercesor. Pablo describe a Moisés como el "mediador" de la ley (Gál. 3:19), pero en 1 Timoteo 2:5, el Señor Jesucristo, quien se dio a si mismo como rescate por todos, es llamado "un solo mediador entre Dios y los hombres". El término Mediador es uno de los grandes títulos que el Nuevo Testamento da a Jesús, y se le aplica cuatro veces: 1 Timoteo 2:5; Hebreos 8:6; 9:15; 12:24. El uso de la palabra "mediador" en el Nuevo Testamento es la de un árbitro o intermediario cuya tarea es unir de nuevo dos partes que se habían alejado mutuamente. Él borra las diferencias entre las partes enemistadas y también inicia un contrato o pacto. U n "mediador" también puede servir como garante (Heb. 7:22) que asume la deuda de otra persona. De este modo en la primera fase del ministerio celestial de Cris104 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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to, llevada a cabo en la primera parte o escenario del santuario celestial, Jesús, el Mediador celestial, actúa como nuestro intermediario entre nosotros y Dios. El es el eslabón entre Dios y la humanidad. Él, como nuestro Mediador, ha pagado todas las deudas de cada uno de sus clientes. Jesús es el Mediador que responde por nuestra deuda ante Dios por lo que está representado por su sangre (Heb. 10:10, 19), habiéndose dado a sí mismo por nosotros. Sólo él es capaz de unir las dos partes enemistadas. Jesucristo es el camino de acceso al santuario celestial (ver Heb. 9:8). Su mediación continuada en el santuario celestial es tan perfecta y de una naturaleza tan superior que el creyente en Cristo no necesita otro mediador, sea en la tierra o en el cielo. La gloria singular de Cristo como Mediador demanda que los fieles no inviertan en ningún otro ser que tuviera ni un remoto parecido con la función y la obra que Jesucristo está realizando en el santuario celestial. Cristo también actúa como Intercesor celestial. El ministerio celestial de Cristo incluye el aspecto de una intercesión continua como se enfatiza en la forma del verbo en Romanos 8:34. También se dice que la obra de Jesús es "interceder" por los que "por él se acercan a Dios" (Heb. 7:25). La enseñanza de la intercesión celestial continua de Cristo se desarrolla al máximo en la carta a los Hebreos, donde se muestra que sus actividades de intercesión continua (Heb. 7:25) se realizan "por nosotros ante Dios" (Heb. 9:24) y donde continuarán mientras Cristo sea el Sumo Sacerdote (Heb. 6:20; 7:3). Esta intercesión, realizada individualmente en favor de cada uno que se acerca a Dios por medio de Cristo, es un acto legítimamente sumo sacerdotal. Mediante su función intercesora, nuestro Sumo Sacerdote celestial nos limpia de toda iniquidad. La función intercesora de Cristo es la de un Paracleto, un abogado ante el Padre (1 Juan 2:1), quien habla al Padre en nuestra defensa, con el fin de que los pecados confesados de los santos puedan ser perdonados. El conocimiento de la función de Cristo como Sacerdote y Sumo Sacerdote intermediario e intercesor en el cielo, como nuestro Mediador e Intercesor celestial, nos da confianza de nuestra salvación. Nos libera de la culpa cuando confesamos nuestros pecados a él. Nos 105 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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eleva a un plano más alto de crecimiento espiritual. Nos enseña acerca de Aquel por quien solamente podemos llegar a ser perfectos. Nuestro conocimiento de las funciones celestiales de Cristo nos proporcionan una clave esencial para entender el significado de la justificación por la fe. LA SEGUNDA FASE DEL MINISTERIO CELESTIAL DE CRISTO La segunda fase del ministerio celestial de Cristo se realiza en la segunda división o escenario del santuario celestial y comenzó en 1844. La separación de esta segunda fase del ministerio celestial de Cristo de la primera se relaciona tipológicamente con la separación del ministerio terrenal del sumo sacerdote en el día de la Expiación de la que se llevaba a cabo diariamente a través del año. El ministerio "anual'' del sumo sacerdote terrenal durante los tiempos del Antiguo Testamento, en el gran Día de la Expiación, corresponden tipológicamente a la segunda fase del ministerio de Cristo en la segunda división del santuario celestial. Al hablar de la segunda fase del ministerio de Cristo en el santuario celestial, es de gran importancia reconocer que la segunda fase no elimina la primera fase. Por el contrario, una nueva segunda fase de ministerio se añade a la primera fase de modo que ambas fases siguen operando simultáneamente. Vemos este paralelo en los ritos del santuario terrenal. En el Día de la Expiación, también se ofrecía un holocausto continuo, además de los sacrificios específicos de ese día (Núm. 29:11). Del mismo modo, al comienzo de la segunda fase del ministerio expiatorio de Cristo, en la fase sumo sacerdotal, él no cesó de actuar como Intercesor y Mediador. Durante la segunda fase, así como durante la primera, el perdón como los demás beneficios que corresponden al creyente por el ministerio sacerdotal continuo de Cristo siguen estando disponibles. Examinaremos ahora el factor de tiempo en la comparación del ministerio sacerdotal típico con el antitípico. La escena del juicio en Daniel 7 ilumina este aspecto del tema. Se ubica dentro del marco 106 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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temporal del fin, después que la profecía de los 1.260 días-años del dominio del cuerno pequeño sobre el pueblo de Dios se haya cumplido y antes de que el pueblo de Dios reciba el reino (Dan. 7:21, 22). Aspectos adicionales que amplían el tema ya revelado en la visión de Daniel 7 se encuentran en Daniel 8:13 y 14. Específicamente, proporcionan detalles con respecto al elemento de tiempo de la segunda fase, relacionando esta segunda fase con la "purificación" del santuario celestial y fechándola como iniciándose al concluir los 2.300 años, o sea, en 1844. (Ver Daniel 9:24-27 para encontrar las razones por las que la profecía de los 2.300 días-años comenzó en el año 457 a.C.) Es asombroso notar que el término santuario en Daniel 8:14 es el término hebreo qOdesh. Este término mismo es la palabra típica usada para designar el santuario ("el tabernáculo de reunión", el "lugar santo", etc.) que debía ser purificado el Día de la Expiación en Levítico 16, donde aparece ocho veces (vs. 2, 3,16, 17, 20, 23, 27, 33). Aquí se demuestra claramente un eslabón en la terminología como también en el concepto entre Daniel 8:14 y Levítico 16. En Levítico 16, el capítulo del gran Día de la Expiación, la purificación del santuario es el del pacto antiguo. Pero en Daniel 8:14 la "purificación" del santuario es el del nuevo pacto, el santuario ungido después de la muerte y la ascensión de Cristo (ver Dan. 9:24, última frase) y que ahora es purificado en "el tiempo del fin" (Dan. 8:17; comparar con el v. 19). La actividad descrita en Daniel 8:14 que ocurrirá en el santuario celestial es aquella para la cual Daniel usó una palabra tradicionalmente traducida como "purificación". El término hebreo es nísdaq, la única vez que esta forma verbal se usa en el Antiguo Testamento. Ha sido traducida como "purificar" desde las traducciones más antiguas a otros idiomas. Dos traducciones griegas, llamadas la Septuaginta y Teodoción, contienen la misma traducción: "purificado". En la traducción latina conocida como la Vulgata, la palabra es traducida como mundabitur, "purificado" o "limpiado". Esto también es cierto en las traducciones como la Siriaca antigua y la copta. U n a investigación filológica cuidadosa revela que la idea de ser 107 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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"purificado" es parte de la connotación de este término, como paralelo a términos hebreos (Job 4:17; 17:9; 15:14; Sal. 51:7; Prov. 20:7-9) que significan "limpiar" o "purificar". Pero el término hebreo nisdaq en Daniel 8:14 abarca también ideas como las de "corregir", "restaurar", así como "justificar" y "vindicar". 8 Parece no existir un término castellano adecuado que capte en una palabra los diversos matices de significado, tales como purificar, corregir, justificar y vindicar, que necesitan ser encapsulados en una sola palabra para transmitir la riqueza de esta palabra hebrea. Hemos señalado antes que la nueva fase en el ministerio celestial de Cristo comenzó en el año 1844, una actividad en la segunda división o escenario del santuario celestial. Esta actividad previa al advenimiento es el antitipo de la obra del Día de la Expiación en el sistema levítico. Se lleva a cabo en el Lugar Santísimo y tiene dimensiones cósmicas. La "purificación" involucra el borrar los pecados. La "restauración" involucra obtener el lugar adecuado para el funcionamiento de la intercesión sumo sacerdotal de Cristo durante esta última fase del ministerio celestial. La "justificación" involucra la actividad forense y judicial del juicio, en el cual se toma la decisión acerca de quién será resucitado y los que serán rescatados en la segunda venida de Cristo (ver Dan. 12:1-3). La "vindicación" involucra la indicación de la inocencia de los santos antes las inteligencias del universo (ver Dan. 7:9, 10), y contados como dignos de la ciudadanía en el eterno reino de Dios. La "vindicación" también involucra que se vindican el carácter y la justicia de Dios. La actividad judicial, redentora y purificadora descrita en Daniel 8:14 señala precisamente el comienzo de estos eventos en el santuario celestial: ocurren al final de las 2.300 "tarde y mañanas". Estas actividades celestiales se comparan con el día típico de la Expiación registrado en Levítico 16, la purificación, justificación y vindicación del santuario y de los santos. La actividad judicial, redentora y purificadora del tiempo del fin ante las inteligencias del universo restauran el santuario a su lugar apropiado, borra el pecado, y los santos, así como Dios mismo, quedan vindicados delante del universo. La base pactada de la actividad judicial, redentora y purificadora 108 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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en el santuario celestial para el pueblo de Dios es Cristo y su sacrificio: "Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo" (Dan. 12:1; comparar con Jud. 9). El puede salir victorioso en el tiempo de angustia y liberar físicamente a los santos, "todos los que se hallen escritos en el libro de la vida. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Dan. 12:1, 2). Evidentemente, la gran culminación de la actividad judicial, redentora y purificadora del tiempo del fin (justificación, purificación, vindicación, restauración) afecta tanto al santuario celestial como a los santos que están en la tierra. La contemplación de esta obra de Jesucristo, majestuosa, maravillosa, y que desafía la mente, puede revelar a cada uno de nosotros un sentido verdadero del elevado privilegio de pertenecer al pueblo de Dios en una relación de pacto. No estarnos solos en nuestras luchas. Más bien, nuestro Sumo Sacerdote celestial ahora nos asegura de su ministerio en nuestro favor arriba y de su presencia con nosotros y en nosotros aquí abajo. La contemplación de lo que está ocurriendo en el cielo a nuestro favor también nos invita y nos motiva a participar en una purificación personal de nuestras vidas por su gracia. Además, una comprensión genuina de la actividad celestial que se realiza en lugar Santísimo del santuario celestial debiera animarnos con un sentido de misión para cooperar con él para que las personas estén listas para su regreso.

Referencias 1 Ver artículos en Frank B. Holbrook, ed., Issues in the Book ofHebrews. Daniel and Revelation Committee Series (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1989), t. 4. 2 E. G. de White, Patriarcas y profetas, p. 387. 3 William G. Johnsson, "The Heavenly Sanctuary: Figurative or Real?", Issues in the Book of Hebrews, pp. 35-51; cf. Ángel Manuel Rodríguez, "The Sanctuary", Handbook ofSeventh-day Adventist Theology, Seventh-day Adventist Bible Commentaiy, Raoul Dederen, ed. (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), t. 12, pp. 388, 389, 412-416. 4 E. G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 132. 5 Rodríguez, "Sanctuary", pp. 381, 382. 6 Ver el repaso conveniente que da Richard Rice, "The Doctrine of Atonement in Contemporary Protestant Theology", The Sanctuary and the Atonement: Bíblica], Histórica],

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EL PACTO ETERNO DE DIOS and Theological Studies, Arnold V. Wallenkampf y W. Richard Lesher, eds. (Washington, DC: Review and Herald, 1981), pp. 478-499. 7 Raoul Dederen, "Christ: His Person and Work", Handbook, pp. 175-182; Rodríguez, "Salvation by Sacrificial Substitution", Journal of the Adventist Theological Society 3/2 (1992), pp. 49-77. 8 Gerhard F. Hasel, "The 'Little H o r n , the Heavenly Sanctuary and the Time of the End: A Study of Daniel 8:14", Symposium on Daniel, Frank B. Holbrook, ed. (Washington, D.C.: Biblical Research Institute, 1986), pp. 448-461; Richard M. Davidson, "The Meaning of Nisdaq in Daniel 8:14", Journal of the Adventist Theological Society 7/1 (1996), pp. 107-119.

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El pacto y la fe: contados por justicia

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brahán es el héroe bíblico de la fe (Heb. 11:8-12; Rom. 4).

También fue el "amigo de Dios" (Sant. 2:23). Abrahán fascina a cada estudiante de la Palabra de Dios. U n a de las frases más fantásticas en toda la Biblia se refiere a la experiencia de la vida de Abrahán registrada en Génesis 15:6: "Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia". Quienes leen esta oración y la contemplan se preguntan cuál es la idea que se indica con la cláusula "creyó a Jehová". ¿Qué significa creer a Jehová? ¿Qué significa que algo "le fue contado "por justicia? ¿Qué significa justicia en un contexto en el cual aparecen contado y creyó juntos? Estas y otras preguntas vienen a la mente cuando uno contempla esta notable oración. A M I G O DE D I O S A l estudiar este importante pasaje de Génesis 15:6, será útil recordar que se presenta dentro del contexto del establecimiento del pacto de Dios con Abrahán. Dios se dirigió a Abrahán en la visión registrada en Génesis 15:1: "No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande". Fue una revelación de origen divino. Las palabras introductorias: "No temas", presentan un desafío calculado para despertar fe. Aquí A b r a h á n enfrentó una prueba de tener fe y confianza 1) en la persona de Dios ("Yo soy tu escudo"), y 2) en su promesa ("tu galardón será sobremanera grande"). 111

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Abrahán objeta con una respuesta fogosa: "Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? (Gén. 15:2). Abrahán aquí cuestiona a Dios acerca de sus promesas. Él estaba dispuesto a sustituir al mayordomo por un hijo auténtico. Pero el Señor insistió que uno nacido de él mismo sería su heredero, a pesar de la incapacidad de Abrahán y de Sara de producir un heredero. A Abrahán le pareció que Dios había sido lento en cumplir sus promesas. Así que Abrahán cuestionó a Dios, no sencillamente por curiosidad, sino como una pregunta honesta con respecto al cumplimiento de la promesa. La promesa de un descendiente parecía no estar más cerca de su cumplimiento en ese momento que cuando Dios le aseguró por primera vez que su simiente heredaría la tierra. Ahora, casi un octogenario, Abrahán había perdido la esperanza de tener un hijo propio alguna vez. Dios tenía el plan de que Abrahán tuviese un hijo en forma natural, no uno adoptado. Así que Dios le habló por segunda vez: "No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará" (v. 4). Esta promesa adicional difícilmente facilitó la fe a Abrahán. Él y Sara habían tenido años de chasco por la esterilidad de ella, y ahora se habían vuelto viejos. Abrahán no podía ver cómo podría tener un hijo propio. En ese momento Dios le pidió que saliera de su tienda y mirara a las incontables estrellas. Todos los que han mirado el cielo en una noche estrellada reconocen su lugar en el orden del universo: somos una mera partícula en la vasta extensión de la creación de Dios. Nuestros problemas repentinamente se ven muy diminutos, porque reconocemos que Dios es todopoderoso y omnisciente. Dios presentó esta reafirmación a Abrahán, pero él tenía un propósito todavía mayor. Dios le dijo: "Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar... Así será tu descendencia" (Gén. 15:5). ¿Qué estaba haciendo Dios aquí? ¿De qué modo esa orden de mirar el cielo nocturno estrellado debía darle a Abrahán la certeza de que Dios realmente cumpliría su promesa? ¿Cuánto consuelo había en mirar las estrellas? Él las había visto antes, y no habían significado 112 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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nada especial para él. Pero ahora, Dios las estaba usando como una ilustración: las estrellas hacían que la promesa fuera vivida, aunque no le daban certeza por sí mismas. Lo que era confirmador y le daba seguridad era la "palabra de Dios" específica. El cielo estrellado no hacía la diferencia. La diferencia para A b r a h á n era la divina palabra de promesa. Esta palabra era suficiente para él. "Y creyó a Jehová" (v. 6).

FE EN D I O S Notemos primero que esta es la declaración más temprana de la fe que se menciona en la Biblia. Antes de Génesis 15:6 el sustantivo fe y el verbo creer no aparecen en el Pentateuco. La forma del verbo creer que aparece aquí viene del término hebreo he'^mín. Este término es traducido normalmente como "creer", pero que también puede traducirse como "tener fe". Es digno de notar que cuando la Biblia habla explícitamente por primera vez acerca de la fe, la pone en un contexto de "fe en Dios". Y Dios cuenta esta fe como justicia a quien la manifiesta. Sigamos profundizando un poco más acerca de la fe mencionada por primera vez en la Biblia. Para comenzar, noten lo que no es. La fe en Génesis 15:6 no es un mérito culminante de parte de Abrahán. La fe aquí no es un asentimiento intelectual a un cuerpo definido de verdad. N o t e n que Génesis 15:6 no dice, "Abrahán creyó esto de Jehová". En cambio, el texto afirma definidamente que "Abrahán creyó a Jehová". Pero el texto hebreo tiene una preposición que sigue al verbo, que se traduce con la preposición en. Algunas versiones incluyen la preposición y traducen la oración con exactitud: "Y creyó él en Yahveh" (BJ). Esta distinción también aparece en Éxodo 4:1, 8, 9 donde Dios le da a Moisés el poder de realizar señales porque los israelitas no creerían. Moisés no espera que los israelitas creyeran en él, sino las señales harían que ellos creyeran a Dios, como dice más tarde que realmente hicieron (v. 31). Más adelante, se dice que los israelitas creyeron a Moisés (Éxo. 14:31). El hecho es que "creer en" o "creer a" 113 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

EL PACTO ETERNO DE DIOS

es una idea mucho más abarcante que sencillamente "creer". ¿Qué produjo esta respuesta de fe en Abrahán? Ocurrió por la iniciativa divina. Dios la produjo. El le apareció a A b r a h á n en un evento revelador de la historia. El Señor, o Yahweh, el Dios que guía a los seres humanos y quien es el soberano de la historia y la dirige, había venido otra vez a Abrahán. De modo que la fe de A b r a h á n era en una persona, el Ser Divino. Por esto esa fe y confianza era "en Jehová". El segundo aspecto de esta experiencia del pacto también es importante. La fe de Abrahán era una respuesta, no sólo a la aparición de la persona misma, sino también a una promesa divina. Ya hemos notado que el cielo estrellado no confirmó que A b r a h á n tendría un hijo. La divina palabra de promesa hizo la diferencia para Abrahán. La fe aquí significa que Abrahán aceptó plena e incondicionalmente como suficiente la revelación divina en la forma de la promesa de un hijo. Esta fe responde a una revelación divina que es proposicional. Es una promesa tangible para ser cumplida en el futuro. La fe en este caso, como siempre que se relaciona con la fe verdadera, es evocada por Dios.

CONTADA La segunda idea principal en esta revelación increíble de Génesis 15:6 es la declaración de que "le fue contado por justicia" por Dios. Estamos particularmente interesados en la palabra contado, también traducida como "reputada" (BJ), "lo reconoció" (NVI), "lo aceptó" (DHH). El término hebreo traducido por cualquiera de estas palabras esjdsab, y aparece muchas veces en el Antiguo Testamento de modo que podemos investigar su significado en otros contextos (ver por ejemplo, Gén. 31:15; Núm. 18:27, 30; y Lev. 7:18). Dios está contando o considerando al pecador como justo, aunque, en un sentido particular, realmente no es justo. En la ley de los sacrificios, dada por Dios, la declaración de que el sacrificio "es contado" a favor del pecador sigue después del acto de sacrificio realizado por el pecador. En I evítico 17:1 al 4 la ley ordena que se traiga un animal a la entrada 114

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del santo tabernáculo de reunión para ser degollado. Si, en cambio, la ofrenda es degollada fuera del campamento y no a la entrada del tabernáculo de reunión, entonces "será culpado de sangre" ["considerado culpable", NVI] (v. 4). Evidentemente, el verbo "contar" se emplea en relación con los sacrificios que son aceptables a Dios. Pero si los sacrificios no son presentados de la manera correcta, entonces ellos no pueden ser contados en beneficio de quien los trae. Evidentemente el sacerdote juzga en nombre de Dios y declara que la ofrenda es aceptable a Dios; y así el sacrificio es "contado" en favor del que trajo la ofrenda, que ahora está otra vez en buenas relaciones y en la comunión del pacto con Dios. Se pueden obtener profundas vislumbres de la manera en que se usa la misma palabra en diferentes contextos. En Génesis 15:6 no es el sacrificio el que es "contado" como justo, sino un acto de fe evocado por la iniciativa de Dios. Difícilmente puede sobreestimarse que el acto de Dios de "contar" a alguien como justo delante de él está basado en la fe de esa persona y no en su sacrificio. En otras palabras, ser contado como justo no está basado en un acto del ser humano sino más bien sobre la fe evocada por Dios mismos dentro de ese ser humano.

J U S T I C I A POR LA FE En la promesa: "Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia" (Gén. 15:6), la última palabra que necesitamos examinar es el término crucial justicia. Este término aparece en el Antiguo Testamento veintenas de veces en diversos contextos y con diferentes significados. Generalmente es la traducción del término hebreo scd5qah. "Justicia" no es una recompensa que Dios paga por un servicio fiel o por la obediencia. La justicia no depende de algún acto ejemplar del esfuerzo humano diseñado para ganar méritos. La clara afirmación de Dios indica que la obediencia no es la base de la justicia. La justicia es algo que Dios declara que le es contado a Abrahán. En la situación de Abrahán, el uso que Dios le da al término justicia expresa el hecho de que Abrahán era "justo" delante de Dios. Él 115 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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está en una relación correcta ante Dios. Su respuesta de fe en la palabra de promesa divina hace que Dios cuente esta fe a Abrahán como justicia. ¿Debemos, entonces, concluir que creer o tener fe es un acto meritorio? De ninguna manera. "La fe es la condición por la cual Dios ha visto conveniente prometer perdón a los pecadores; no porque haya virtud alguna en la fe que haga merecer la salvación, sino porque la fe puede aferrarse a los méritos de Cristo, el remedio provisto para el pecado". 1 No, la fe en sí misma no es un mérito. ¿Por qué, entonces, Dios cuenta esta fe del patriarca Abrahán como justicia? El problema es profundo. ¿Qué cualidades existen en la confianza sencilla que capacita a Dios para atribuir a Abrahán la experiencia de la justicia? El contexto de Génesis 15:6 requiere consideración adicional al tratar de comprender de qué modo la fe de Abrahán pudo ser contada como justicia. Abrahán creyó la palabra de Dios de que se proveería una "simiente" de sus propias entrañas. Él confió en que Dios cumpliría su promesa. Sencillamente confió en Dios. La confianza implícita de Abrahán en Dios como Persona y en la promesa de Dios, revela en este pasaje específico que la justicia describe una relación. Por lo tanto, la justicia es contada a una persona cuando existe una correcta relación de fe entre él y Dios. Todo el tiempo, esta relación de fe no es producida por el hombre; es producida por Dios y aceptada por los hombres y las mujeres. La relación de fe que se expresa aquí se encuentra dentro de la relación del pacto. Encontramos que los versículos que siguen a Génesis 15:6 registran la ceremonia de establecimiento del pacto con Abrahán. Este establecimiento del pacto en Génesis 17:7 al 15 fue posible porque Abrahán estaba ahora en una relación de fe correcta con Dios. La persona que entra en esta clase de relación de pacto de fe afirma las promesas y los mandatos de Dios. En otras palabras, afirma la promesa divina (Gén. 15:1-6; Sal. 106:12), y también afirma las consecuentes reglas de conducta que expresa esta genuina relación de fe. La relación interior de fe en Dios revelada en Génesis 15:6 no debe ser considerada idéntica con una receptividad pasiva. La dimensión humana de la fe y la confianza en la promesa de Dios y en 116 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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Dios mismo, significa una sumisión de la vida entera de la persona, presente y futura, en las manos de Dios. La fe bíblica genuina llega a ser evidente en el estilo de vida y las actitudes. Los ninivitas ilustran esta sumisión. Cuando oyeron el mensaje de Dios por medio del profeta Jonás, "creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos" (Jon. 3:5). La fe genuina en Dios produce arrepentimiento y conversión. La fe en Dios produjo en Abrahán su consentimiento de seguir el plan de Dios en la historia y no tomar los asuntos en sus propias manos. Seguir el plan de Dios para Abrahán significó en última instancia la obediencia hasta el punto de sacrificar a su único hijo (Gén. 22). El acto de fe de Abrahán es el de fe contada por justicia. Es seguridad en Dios. La meta bíblica de esta clase de fe, sin embargo, trasciende la seguridad y llega a la alabanza. El salmista expresa este punto en forma vivida: "Entonces creyeron a sus palabras y cantaron su alabanza" (Sal. 106:12). La fe contada como justicia encuentra seguridad en Dios; esa fe arraiga la vida y la existencia entera de la persona en el Dios del pacto, y lo alaba, aun con cantos.

Referencia 1 E. G. de White, Fe y obras, p. 104 (la cursiva fue añadida).

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Vida, esperanza y el futuro

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l concepto bíblico básico acerca de Jesucristo como Salvador se resume en su importante declaración acerca de sí mismo: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" 0 u a n 10:10). Vida, vida real, es mucho más que la mera existencia física. La gran búsqueda para comprender la vida en su sentido más pleno ha tomado muchas formas a lo largo de siglos de contemplación, estudio e investigación. The New Encyclopaedia Britannica declara llanamente: "No existe una definición generalmente aceptada de la vida". 1 Dieciocho años más tarde la Encyclopedia Americana, dotada de autoridad, comienza su artículo con esta advertencia: "Cuanto mayor es el conocimiento de la humanidad, t a n t o más difícil es definir la idea de la vida". 2 Las definiciones de la vida pueden ser diversas, pero permanece el hecho indisputado de que toda vida conocida sobre el planeta tierra termina con la muerte. Desde tiempos inmemoriales los seres humanos h a n respondido al hecho de la muerte intentando prepararse para seguir su existencia después de la muerte, o intentando alcanzar las riquezas y la vida más plena aquí y ahora. Las pirámides egipcias, por ejemplo, son una evidencia de los intentos humanos de garantizar la vida en el más allá. Sin embargo, todos los esfuerzos por mejorar o perpetuar la vida están condenados a fracasar a menos que los seres humanos acepten la vida que sólo Dios puede proporcionar, como se describe en las Escrituras. La declaración de Cristo: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10) resume la res118

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puesta divina a la búsqueda humana de una vida mejor. LA SALVACIÓN DEL NUEVO PACTO El apóstol Pedro hace la afirmación asombrosa de que sólo en Jesucristo podemos encontrar la salvación. "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:12). Jesucristo es el punto focal de la salvación. La revelación de Dios en las Escrituras acerca de la salvación est á n centradas en Jesucristo y van en contra de todas las maneras humanas de salvación. Algunos intentan comprender la salvación por la sabiduría o el conocimiento recto. El gnosticismo, un movimiento religioso y filosófico muy difundido en los primeros tres siglos de la era cristiana, enseñaba este método. Los diversos maestros, grupos, y sistemas tomados en conjunto bajo la etiqueta de gnosticismo comparten la convicción de que, aunque en la humanidad exista la ignorancia y la ilusión, podemos por medio del "conocimiento" o la "sabiduría" obtener la liberación espiritual. Es decir, podemos alcanzar la identidad última con lo divino, sea lo que fuere que esto signifique. 3 Esta filosofía gnóstica es estrechamente paralela con las enseñanzas del misticismo pagano y no pagano. Este sistema de pensamiento se ocupa de la vida interior del espíritu, la peregrinación hacia lo divino, que comienza con la percepción interior y sigue hasta las etapas más elevadas posibles del desarrollo personal. La relación inmediata con lo fundamental es la esencia de sus enseñanzas. Esta relación puede ser psicológica o una experiencia epistemológica en la cual lo místico, aparte de una institución religiosa o de un libro sagrado, obtiene conocimiento religioso directamente de lo divino. La enseñanza bíblica de la salvación en Jesucristo va en contra de las pretensiones legalistas a la justificación y la salvación. El término ¡egalismo designa una manera de buscar la salvación mediante la observancia de reglas, reglamentos, y leyes, tanto humanos como divinos, con el fin de ganar méritos ante Dios y de ponerlo bajo la obligación de otorgarnos la salvación. El legalismo ha tomado mu119 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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chas formas a lo largo de los siglos, aun dentro del cristianismo mismo. La verdad bíblica acerca de la salvación va en contra de cualquier método legalista de ganar la salvación por medio de ritos religiosos o actos de contrición. El camino de salvación, en la Escritura, también se opone a cualquier forma de antinomianismo. El que practica el antinomianismo rechaza la ley moral y la vida correcta como una parte indispensable de la experiencia cristiana, una perversión de la verdad que ya existía en tiempos del Nuevo Testamento. Pablo, en sus días, tuvo que refutar la sugerencia de que la doctrina de la justificación por la fe dejaba lugar para seguir pecando. Las epístolas con frecuencia condenan la herejía de que el evangelio permite el libertinaje. En muchos casos, las discusiones modernas acerca de la ley y la gracia realmente tienen que ver con la necesidad de una vida correcta. Increíblemente, la dicotomía aparente entre la ley y la gracia, y el agudo contraste que a menudo se señala en ellas surge de una mala comprensión de la enseñanza misma de Pablo. Ninguno, por supuesto, rechaza más claramente que Pablo la ley como un medio de salvación y simultáneamente afirma que la ley continúa siendo un componente integral de la vida cristiana (ver Rom. 3:31; 8:4). La salvación gracias al nuevo pacto nos viene del Jardín del Edén, diseñada por Dios mismo para toda la humanidad. La Biblia entera da testimonio de ello. Es una salvación cimentada en Jesucristo y lograda por él. LA VIDA DEL NUEVO PACTO La vida del nuevo pacto se caracteriza por la vida y existencia de Cristo en el corazón del creyente, donde el término corazón aquí designa el asiento del pensamiento, del propósito y de la comprensión, del cual surgen nuestras actitudes reveladas por nuestra conducta. El corazón "de piedra" (Eze. 11:19; 36:26), que también es llamado "incircunciso" (Eze. 44:7), necesita una re- creación así como también una limpieza (Sal. 51:10; Jer. 24:7; Eze. 18:31). Jesús prometió que los puros de corazón verán a Dios (Mat. 5:8). 120 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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La promesa del nuevo pacto es que Dios escribirá su ley en nuestros corazones (Jer. 31:33; Heb. 10:16, 17). Esta internalización de la ley de Dios en el corazón de los creyentes hace posible que ellos vivan la nueva vida del pacto. La fe es el medio por el cual Cristo mora en los corazones humanos (Efe. 3:17), una fe que evoca una respuesta de amante obediencia a las palabras de Cristo (Juan 14:23). Cristo entonces llega a ser una Presencia constante y permanente en los corazones de los creyentes, no sólo un visitante ocasional. Él hace de esta relación de pacto algo vivo y duradero, una realidad continua en las vidas de sus seguidores. Los escritores inspirados de las Escrituras argumentan con fuerza que un cristiano avanza hacia la madurez en la vida cristiana. Esta madurez involucra el "arrepentimiento de obras muertas" (Heb. 6:1). La carta a los Hebreos plantea la siguiente pregunta decisiva: "¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin m a n c h a a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" (Heb. 9:14). Estas "obras muertas" no son pecados que conducen a la muerte, sino obras humanas a las que les faltan el elemento que las transformaría en obras de fe. Son obras producidas no por la obediencia de fe sino más bien por u n espíritu legalista. En este sentido las "obras muertas" son las "obras de la ley", u obras que procuran la justicia de la ley en vez de la justicia de la fe. El estilo de vida caracterizado por los verdaderos cristianos que viven en una relación genuina y dinámica con Jesucristo no es una de justicia por obras, sino una de justicia por fe. Los que sirven al Dios vivo producirán "justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" (Rom. 14:27).

LA ESPERANZA DEL NUEVO PACTO Hay varias clases de esperanza: esperanzas nacionales, esperanzas políticas, esperanzas filosóficas, esperanzas teológicas. Estas esperanzas tienen en común el deseo acompañado de expectativa. El aspecto de la expectativa nos hace plantear vez tras vez la pregunta: 121 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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¿Están esta o aquella esperanza libres de ilusión? A menudo las esperanzas no basadas en las promesas bíblicas demuestran ser meras proyecciones de deseos humanos y terrenales. Pintan cuadros del futuro basados en los propios deseos de la humanidad. Algunas de ellas prometen utopías terrenales, pero los sueños de una sociedad política perfecta resultan ser espejismos. Planes que apuntan a la perfección se derrumban por causa de la imperfección innata de los planes. Sueños de riquezas o fama nunca se materializan. Tales esperanzas y expectativas generalmente terminan en fracaso y desilusión porque están basadas sólo en la capacidad y la decisión humanas. La Biblia revela claramente la existencia de una esperanza que está basada en la realidad, no en una ilusión: "segura y firme ancla del alma" (Heb. 6:19). Esta esperanza, fundada sobre las promesas de Dios trascendentemente seguras, está arraigada en la revelación de Dios, y revelada mediante su pacto. Esta clase de esperanza es una esperanza sin ilusiones y una esperanza sin temor al fracaso. El énfasis de las Escrituras sobre la esperanza es el mismo en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. La verdadera esperanza, la esperanza bíblica, la esperanza que no está basada en una ilusión, tiene a Dios como su Fuente y su Autor. El salmista confiesa en Salmos 71:5: "Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza". El profeta Jeremías describe dos veces a Dios como la esperanza de Israel (Jer. 14:8; 17:13). El pueblo del pacto de Dios basa su esperanza en el Dios de la esperanza. Pablo repite como un eco este tema al llamar a Dios "el Dios de esperanza" (Rom. 15:13). Dios es el Autor y la Fuente de esperanza para el creyente. También es el Dador de esperanza. Él da una esperanza que se extiende hacia el futuro y que nunca producirá desilusiones. El salmista revela que esa esperanza es un don: "Porque de él es mi esperanza" (Sal. 62:5). Pablo afirma que el Padre nos ha dado "buena esperanza" (2 Tes. 2:16). Esta "buena esperanza" del Padre es completamente diferente de la esperanza fundada en las proyecciones, deseos o expectativas humanas. En la esperanza que Dios proporciona, los deseos y las expectativas están edificadas sobre él y sobre ninguna otra cosa. Dios 122 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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mismo garantiza que esta esperanza no contiene ilusiones. U n aspecto principal de la verdadera esperanza es su promesa de vida eterna. El Nuevo Testamento revela mucho acerca de la vida eterna. La vida eterna, de acuerdo con una cantidad de pasajes en el Nuevo Testamento, comienza en el presente. El creyente experimenta en el presente la vida abundante (Juan 10:10; comparar con 6:33, 35, 63). La cualidad de eternidad reside en Jesucristo (Juan 5:26; comparar con 4:10, 14; 11:25; 14:6); y el creyente que continúa participando de él y que tiene a Jesucristo morando dentro de él "vivirá para siempre" (Juan 6:51). En otras palabras, el discípulo de Jesús, el que sigue a Cristo con una relación dinámica y diaria de sumisión total, experimenta la vida eterna hasta cierto grado ya ahora y nunca perecerá (Juan 10:28). Por supuesto, además está el aspecto futuro de la vida eterna que involucra la resurrección del cuerpo (Juan 5:28, 29; 6:39, 40, 44, 5156). La vida eterna en este sentido consiste claramente de un evento y experiencia futuros. La vida caracterizada como espiritual y no carnal (comparar Rom. 8:14; Gál. 5:16) continuará después de la resurrección del cuerpo (1 Cor. 15:44, 51; 2 Cor. 5:1-5; Fil. 3:21; 1 Tes. 4:13-18) en ocasión de la segunda venida del Señor Jesucristo (1 Cor. 15:22; Col. 3:4). La salvación de "ahora" es una realidad presente para el creyente. Pero permanece un "no todavía" de salvación que ocurrirá más adelante. La esperanza, en el Antiguo Testamento, esperaba la venida del Mesías, que vino como se había predicho. El "ahora" de la salvación llega así a ser segura mediante el aspecto del ministerio de Jesucristo de la muerte-resurrección-ascensión, pero el aspecto del "no todavía" de la esperanza de la salvación todavía debe cumplirse. Las Escrituras del Nuevo Testamento expresan este aspecto del "no todavía" de nuestra esperanza de diversas maneras. Nuestra esperanza tiene un objeto futuro. Noten cómo se expresa este aspecto en varias frases bíblicas: "Nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios" (Rom. 5:2, NVI). Esperamos la "redención de nuestro cuerpo" (Rom. 8:23). "Aguardamos por fe la esperanza de la justicia" (Gál. 5:5). En la carta a los Hebreos, esperanza es "la espe123 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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ranza" (Heb. 3:6; 6:18, 19; la cursiva fue añadida). El objetivo de toda esperanza es la cercanía de "aquel día" (Heb. 10:25). Este día es la segunda venida de Jesucristo, designado como "el día del Señor" (Hech. 2:20; 1 Tes. 5:2; 2 Tes. 2:2; 2 Ped. 3:10), "el día de Jesucristo" (Fil. 1:6), "el día de la visitación" (2 Ped. 2:12), "aquel día" (Mat. 7:22; 2 Tes. 1:10), o el "día postrero" (Juan 6:39, 40, 44, 54; 11:24; 12:48). La meta de la esperanza bienaventurada del advenimiento es estar eternamente con el Señor después de su segunda venida (1 Tes. 4:17). Esta esperanza de un futuro de comunión ininterrumpida y una reunificación con Dios tiene varias implicaciones importantes para la vida presente del creyente. Consideremos una de estas grandes implicaciones: la respuesta del creyente. La Biblia es muy explícita acerca de la respuesta que la esperanza provoca en el creyente: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro" (1 Juan 3:2, 3). Aquí el apóstol hace una declaración acerca de nuestra purificación ahora en vista de lo que la esperanza será en el futuro. De este modo Juan refuta la pretensión de que la esperanza cristiana puede tenerse sin referencia a la moralidad y ética presente de la persona misma. La perspectiva de ver a Cristo cuando venga y de ser en ese momento como él motiva a todos aquel que tiene esta esperanza a purificarse ahora mediante los medios a nuestra disposición que Dios generosamente ha provisto. Esta experiencia de purificación es un aspecto de la vida vivida con Dios y bajo él, y por el poder de Dios en el nuevo pacto. La esperanza del creyente está cimentada en el pacto de Dios y adquiere significado por causa del pacto divino. Desde la perspectiva del pacto, dos cosas resultan evidentes: 1) La esperanza es una parte intrínseca del esquema total de acción divina y respuesta humana. El creyente, como miembro de la comunidad del pacto, responde al Dios de esperanza con palabras y hechos apropiados que reflejan su compromiso 124 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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con el Señor del pacto. 2) La comunidad del pacto está compuesta por dos grupos, ambos caracterizados por la esperanza. Por un lado, hay un "Dios de esperanza", y por el otro, el creyente, un ser de esperanza, que ha recibido la esperanza del Dios de esperanza. En consecuencia, la comunidad del pacto es una comunidad de esperanza, una comunidad de esperanza mediante Dios. Es una comunidad de esperanza compuesta por personas que reciben su esperanza de Dios. También es una comunidad de esperanza en el futuro de Dios. La esperanza de la comunidad del pacto es una esperanza sin aspectos ilusorios porque está cimentada en el Dios de la esperanza y descansa sobre la confiabilidad de Dios. La esperanza del creyente de que "estaremos siempre con el Señor" (2 Tes. 4:17), incluye una segunda implicación acerca de cómo los creyentes viven la vida presente: estamos viviendo en una actitud de paciente espera, de perseverancia duradera, de lealtad resuelta. Mientras esperamos la venida de la gloria de Dios, cuando aparezca por segunda vez, los creyentes estarán serenos y sin preocupaciones (ver Isa. 40:31; 41:1), pero no inactivos. La gracia divina proporciona nuevo poder para la vida diaria, poder suficientemente fuerte como para resistir las tentaciones más severas, y suficientemente sólidas para soportar las pruebas más duras. Nuestra esperanza en Dios es la fuente de lealtad resuelta a Dios. Los que hemos nacido de nuevo a una "esperanza viva" (1 Ped. 1:3) para obtener una "herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible" (v. 4), viviremos una vida de obediencia sobria y santidad piadosa (Heb. 12:1-17). Además, la esperanza de la segunda venida de Cristo, una esperanza que reposa en el nuevo pacto de Dios, trae una nueva realidad a la gran comisión dada por el Cristo resucitado a sus discípulos: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat. 28:19, 20). Este mandato implica que la comunidad del pacto, edificada sobre el nuevo pacto ratificado y ejemplificado en Jesucristo, llega a ser una comunidad de misión. Su misión es enseñar a todas las naciones las 125 Biblioteca de libros adventistas en PDF https://www.facebook.com/groups/librosadventistaspdf

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buenas nuevas de Jesucristo —lo que él logró por su vida perfecta, su muerte en la cruz, su resurrección y su ministerio sumo sacerdotal—, y la buenas nuevas culminantes de su pronta venida, que llevará toda la esperanza de las Escrituras a su cumplimiento completo. El foco central y la aplicación personal de estas buenas nuevas es que "si alguno está en Cristo" puede llegar a ser una "nueva criatura" (2 Cor. 5:17; comparar con Rom. 6:4), pueda llevar los frutos de la vida nueva (Gál. 5:19-23; comparar con Efe. 5:9), y pueda actuar con el poder del Señor resucitado, realizando la voluntad de Dios (Efe. 6:6). Por lo tanto, la vida del creyente es una vida que él vive para Cristo y que Dios puede garantizar (Rom. 6:11, 13; 2 Cor. 5:15). La promesa del Resucitado: "Yo estoy con vosotros todos los días" (Mat. 28:20), es la maravillosa promesa del pacto de la presencia constante de Cristo. La presencia viviente de Jesucristo en nuestros corazones es la palabra culminante de seguridad que transforma la realidad presente, haciendo que el encuentro cara a cara con el Señor en su segunda venida sea una seguridad que trasciende a todas las demás certezas.

Referencias 1

"Life", NewEncyclopaedia Britannica (Chicago: Encyclopaedia Briíannica, 1980), t. 10,

p. 893. 2 Richard M. Lemmon, "Life", Encyclopedia Americana (Danbury, CN: Grolier, 1998), t. 17, p. 418. 3 G. L. Borchert, "Gnosticism", Evangélica! Dictionaiy of Theology, Walter A. Elwell, ed. (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1984), pp. 444-447; Hans Joñas, The Gnostic Religión: The Message of the Alien God and the Beginning of Christianity, 2da. ed. (Boston: Beacon Press, 1963); Robert M. Grant, Gnosticism and Early Christianity, ed. rev. (Nueva York: Harper and Row, 1959).

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a inmensa tragedia de la decisión del hombre de ceder ante el diablo no hizo que el Creador se apartara de Adán y Eva en su necesidad desesperada. ¿Podría un padre o madre que por primera vez contempla el rostro de su hijo, y ve reflejada en sus ojos una imagen de sí mismos, descuidar a ese bebé durante el período de su mayor necesidad e impotencia? Por eso, la pregunta escrutadora: "¿Dónde estás tú?" no es una maldición, condenación ni castigo. Más bien, escuchamos a Dios llamando al pecador a volver a una relación redentora. Aquí el Creador es también el Redentor. De este modo, en el comienzo mismo de las Escrituras, ellas nos cuentan no sólo la historia de la creación sino también la historia de la redención: la historia de una relación de pacto entre Dios y nosotros; de su deseo de salvarnos y restablecer una relación interrumpida. Esta es su promesa.

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