El procesamiento de oraciones con conectores adversativos y causales MANUEL DE VEGA Universidad de La Laguna
Resumen Se investigó el papel funcional de los conectores adversativos (pero, aunque) y causales (porque, como). En el Experimento 1 los participantes leyeron oraciones con sesgo adversativo o causal, en las que el conector correspondiente estaba presente o ausente (v.g., El montañero tuvo mala suerte al trepar a lo alto de la montaña [porque} al llegar se torció un tobillo). La presencia del conector aceleró la lectura de la mayor parte de la segunda cláusula (al llegar se torció) y de la oración siguiente, pero la enlenteció en el último segmento de dicha cláusula (un tobillo). En el Experimento 2, todas las oraciones llevaban un conector, pero sólo en la mitad de los casos era el apropiado al sesgo de la oración (v.g., El peatón quiso saltar el gran charco que había en la calle, pero [porque} se cayó sentado en el agua). Los resultados mostraron que los lectores leían mucho más lentamente la segunda cláusula en presencia de un conector inapropiado. Los mismos resultados se obtuvieron en el Experimento 3, en que se utilizaron los conectores aunque o como al comienzo de la oración, es decir con una función catafórica. Se discuten los resultados en términos de la teoría funcionalista de Givón, y la noción de dinámica de fuerzas de Talmy. Palabras clave: Conectores causales, conectores adversativos, comprensión de oraciones, cláusulas, continuidad semántica, activación conceptual, paradigma de sustitución, paradigma de presencia /ausencia.
Processing of sentences with causal or adversative connectives Abstract The functional role of adversative (but, although) and causal (because, since) connectives was explored. In Experiment 1, participants read sentences with adversative or causal biases, and with the corresponding connective either present or absent (e.g., While climbing up the mountain the mountaineer was unfortunate [because} when he arrived he twisted his ankle). The connective speeded up reading during most of the second clause (when he arrived he twisted) and the next sentence, but slowed down reading in the last segment of the former clause (his ankle). In Experiment 2, every sentence included a connective, but only half of them matched the sentence bias (e.g., The pedestrian tried to jump the pool in the street, but [because} she fell on her button in the water). The results showed that readers read the second clause much slower when the connective was inappropriate. Similar results were obtained in Experiment 3, in which the connectives although or because were used cataphorically at the beginning of the sentence. The results are discussed in terms of Givón’s functionalist theory, and Talmy’s notion of force dynamics. Keywords: Causal connectives, adversative connectives, sentence comprehension, clauses, semantic continuity, conceptual activation, substitution paradigm, presence/absence paradigm.
Agradecimientos: Esta investigación fue financiada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, proyecto PB980431. Agradezco los comentarios y sugerencias sobre este manuscrito a Alberto Domínguez, José Miguel Díaz, y Yurena Morera. Correspondencia con el autor: Departamento de Psicología Cognitiva, Universidad de La Laguna, Campus de Guajara, 38205, La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, Email:
[email protected]; Teléfono: +34 922 317511 © 2005 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0214-3550
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Los conectores son palabras de clase cerrada, generalmente conjunciones o adverbios, que funcionan como un “pegamento semántico” entre diversas unidades lingüísticas del discurso. Más específicamente, operan como instrucciones de procesamiento (Givón, 1992) que indican al lector u oyente cómo debe integrar dos unidades predicativas. Las palabras de clase cerrada suelen considerarse, al menos para ciertas teorías estructuralistas del lenguaje, como elementos puramente gramaticales, con un valor semántico nulo o muy limitado. Sin embargo, como veremos en este artículo los conectores tienen un importante papel en la construcción del significado del discurso. Los conectores de uso más frecuentes son los aditivos, temporales, causales y adversativos. Veamos algunos ejemplos: (1) Hacía calor, y no tenía agua en la nevera (relación aditiva). (2) Le robaron la ropa, mientras se bañaba en la playa (relación temporal) (3) Se fue a la playa porque hacía calor (relación causal) (4) No quiso ir a la playa, aunque hacía mucho calor (relación adversativa) Una primera observación es que los conectores operan entre unidades relativamente complejas, generalmente cláusulas u oraciones. Ello constituye una diferencia importante con otras marcas de cohesión, tales como las anáforas que son meros punteros que señalan a un concepto nominal previamente mencionado. Por otra parte, los conectores no se limitan a indicar que existe una relación formal (v.g., sintáctica) entre dos unidades lingüísticas, sino que inducen al lector a construir un tipo de relación semántica particular entre dos eventos. Así, en los ejemplos anteriores la relación causal marcada por porque, es completamente diferente de la relación adversativa marcada por pero, o la relación temporal marcada por mientras. Los conectores aditivos, por su parte, imponen muchas menos restricciones semánticas que los anteriores, siendo más polisémicos o de propósito general. Así, el conector y, dependiendo del contexto, puede entenderse como una simple yuxtaposición o enumeración de eventos, como sucesión temporal, causalidad e, incluso, contraste u oposición entre eventos. Los conectores más restrictivos son cognitivamente más demandantes que los menos restrictivos. Prueba de ello es que el orden de adquisición de los conectores en los niños es el siguiente: aditivos < temporales < causales < adversativos (v.g., Caron, 1997). La frecuencia de uso de los conectores es muy alta, tanto en el lenguaje oral como en el escrito. En la tabla I se recogen algunos estadísticos sobre el uso de algunos conectores comunes, tanto en el lenguaje escrito como en el oral. Para valorar mejor estos datos, piénsese que las frecuencias en el corpus escrito de los pronombres él y ella, son 2725 y 2974 por millón, respectivamente. Es decir, que la frecuencia de algunos conectores es del mismo orden de magnitud e, incluso, superior (véase el conector aditivo y), que el de los marcadores anafóricos más comunes. Pese a la evidencia de los anteriores datos estadísticos, los conectores son la Cenicienta de la psicolingüística. Su papel ha sido marginado en gran medida en las teorías de la comprensión del lenguaje (v.g., Gernsbacher, 1990; Kintsch, 1998) y, en consecuencia, las investigaciones sobre conectores son francamente escasas. En ocasiones, los conectores han sido más un tema de estudio de los psicólogos del razonamiento, que han considerado algunos de ellos (y, luego, pero, o, si), como operadores lógicos incorporados en el lenguaje y cuyo uso en las tareas de razonamiento deductivo había que explicar. Este descuido por parte de la psicolingüística es sorprendente si lo comparamos, por ejemplo, con la abundancia de estudios sobre las funciones cognitivas de los pronombres y otros elementos anafóricos (véase las revisiones de: Carreiras y Alonso, 1999; Garrod y Sanford, 1994).
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TABLA I Frecuencia de uso por millón de palabras de algunos conectores en el castellano oral y escrito. Los datos han sido extraidos del corpus de Marcos Marín (1995) y de Alameda Cuetos (1995), respectivamente (*) Frequency per million words of some connectives in oral and written Spanish. Data come from two corpora: Marcos Marín (1995) and Alameda & Cuetos (1995), respectively (*)
PERO PORQUE AUNQUE COMO Y PARA O SI CUANDO O SEA LUEGO ES DECIR POR (LO) TANTO
ORAL
ESCRITO
TIPO
5447 4609 476 1500 21652 5736 4691 4120 2022 1412 1275 779 315
3729 1474 750 5024 25434 4440 2431 2577 2642 147 679 90 58
Adversativo Causal Adversativo / concesivo Causal / modal Aditivo Instrumental, final Disyuntivo Condicional Temporal Explicativo Consecutivo, temporal Explicativo Consecutivo
(*) Los conectores en negrilla son los que se han utilizado en esta investigación. The boldface connectives were used in the current experiments.
La primera cuestión que debemos plantearnos es: ¿Cuál es la funcionalidad de los conectores? Ya hemos mencionado antes la interesante propuesta de Givón, que vamos a hacer algo más explícita. Los marcadores de cohesión, incluidos los conectores, son instrucciones de procesamiento que guían al lector en la ejecución de ciertas operaciones mentales, principalmente la regulación del foco atencional y la búsqueda de información en su memoria. La propuesta de Givón puede parecer válida para entender la misión de los conectores, pero es mucho más apropiada para comprender las funciones de las anáforas y catáforas, terreno en el que dicho autor parece moverse con más soltura. La dificultad del estudio de los conectores radica en que su funcionalidad va más allá de la mera regulación atencional y de memoria. Por ejemplo, Caron (1997) modifica la propuesta de Givón, señalando que los conectores son instrucciones que guían al lector / oyente en la construcción de una representación semántica. Otros autores señalan una multiplicidad de funciones, tales como: • Instrucciones de activación y de integración inter-cláusulas (Millis y Just, 1994) • Indicadores de continuidad o discontinuidad del discurso (Murray, 1997) • Mecanismos que facilitan la construcción de la coherencia del discurso (Caron, Micko, y Thuring, 1988; Haberlandt, 1982) • Facilitadores de los procesos de memoria del discurso (Caron et al., 1988; Millis y Magliano, 1999) • Incrementan la probabilidad de que se ejecuten inferencias –v.g, causales– que vinculan los contenidos de las oraciones (Haberlandt, 1982; Caron et al., 1988; Millis, Golding y Barker, 1995) • Instrucciones sobre la perspectiva pragmática o subjetiva del hablante (Caron, 1997; Segal y Duchan, 1997) • Instrucciones de modelado situacional (Segal y Duchan, 1997). Obsérvese, no obstante, que las anteriores propuestas son compatibles, ya que coinciden en señalar que los conectores facilitan el procesamiento semántico inter-cláusula necesario para la integración del discurso. En realidad, es posible
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que los conectores tengan un carácter multi-funcional, tal como proponen Noordman y Vonk (1997) para el conector porque. Estos autores aseguran que porque tiene una triple función: como mecanismo de segmentación ayuda a estructurar el texto superficial marcando los comienzos de cláusula. Como mecanismo de integración propicia la representación proposicional del texto, indicando qué proposiciones se conectan entre sí. Finalmente, como mecanismo de inferencia determina la construcción de un modelo situacional basado en el conocimiento del mundo. Obsérvese que la triple función propuesta por Noordman y Vonk, tiene la ventaja de ajustarse exactamente a los tres niveles de representación del texto postulados por las teorías estándar de la comprensión (v.g., Fletcher, 1994; van Dijk y Kintsch, 1983). Estudios con el paradigma de presencia del conector Estas investigaciones tratan de comprobar directamente el influjo de los conectores insertándolos o eliminándolos en las oraciones, y comprobando las consecuencias sobre los tiempos de lectura, la activación de conceptos, el rendimiento de memoria, etcétera. El conector causal porque es el que se ha estudiando más frecuentemente con este procedimiento. Uno de los estudios más completos sobre el conector causal fue realizado por Millis y Just (1994), que manipularon la presencia o ausencia de porque en oraciones con contenido o sesgo causal, como la siguiente: (5) Los ancianos padres brindaron por su única hija durante la cena, [porque] Jill había superado los exámenes en una prestigiosa universidad 1 Los lectores se auto-administraban el texto palabra a palabra, mediante la técnica de la ventana móvil. Luego, se les presentaba una palabra de prueba que debían identificar como perteneciente al texto leído. En los ensayos positivos, esta palabra de prueba pertenecía a la primera (v.g., brindaron), o a la segunda cláusula (v.g., superado). Posteriormente, respondían a dos preguntas sobre los contenidos de la oración. En la mitad de los textos, además, los lectores recibían una carga de memoria previa a la oración crítica que luego debían recordar. La finalidad de esta tarea secundaria era comprobar en qué medida el procesamiento de conectores consume recursos cognitivos. Los resultados mostraron tiempos de lectura ligeramente más rápidos en cada palabra de la segunda cláusula en presencia del conector, lo cual indica un efecto de reducción de carga cognitiva. Sin embargo, la pauta se invirtió en la última palabra de la oración, en la cual la lectura fue más lenta en presencia del conector. Este repunte del tiempo de lectura es atribuible a que, justo al final de la oración, se reactiva la primera cláusula, con el fin de integrarla a la segunda. Por otra parte, la identificación de la palabra de prueba fue más rápida en presencia del conector, indicando que, efectivamente, éste inducía una reactivación de la primera cláusula. Finalmente, el conector determinó que la respuesta a las preguntas de memoria fuese más precisa y más rápida, confirmando que la integración se vio facilitada. En suma, los resultados muestran claramente que el conector porque facilita tanto la integración intercláusulas, como la activación de la primera cláusula. Sin duda ambos fenómenos están relacionados, aunque no está claro cual es su dirección causal: si la integración determina la reactivación de la primera cláusula, o si la reactivación de la primera cláusula antecede a la integración. Otro grupo de investigaciones han mostrado que la presencia del conector causal favorece el recuerdo libre (v.g., Caron et al., 1988; Millis y Magliano, 1999). Por ejemplo, Caron et al. (1988), presentaron a participantes franceses y alemanes pares de oraciones sin ninguna relación semántica entre ellas. Cuando se insertó el conector porque entre dichos pares se recordaron mejor que cuando
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incluyeron los conectores pero o y, o no había ningún conector. Millis y Magliano (1999) comprobaron a su vez que la presencia del conector porque, incrementaba la probabilidad de recuerdo tanto de la primera como de la segunda cláusula de las oraciones, y el efecto facilitador del conector se observó incluso en aquellas oraciones en que el lector recibía instrucciones de olvido dirigido. No obstante, en tareas de recuerdo con ayuda (v.g., respuesta a preguntas) no suele haber efectos significativos de la presencia de conector (v.g., Murray, 1995). Es importante notar que el conector porque no incluye información específica sobre cómo es la relación causal existente entre los eventos. Únicamente le indica al lector que debe inferir una relación causal apropiada. En la mayor parte de las situaciones el autor del texto es cooperativo al insertar un porque entre dos eventos causalmente relacionados y el lector tiene éxito al establecer la relación causal, basándose en su conocimiento del mundo. Por ejemplo, al leer “el jarrón se rompió, porque Luisito estaba jugando a la pelota en el salón”, nuestro conocimiento implícito de las leyes físicas, y de otros episodios o situaciones similares nos permiten inferir la relación causal señalada por el conector (la pelota golpeó el jarrón). Sin embargo, un texto gramaticalmente idéntico con el mismo conector, puede resultar absurdo o difícil de comprender cuando el lector no puede generar una representación situacional que justifique el vínculo causal. Por ejemplo, “el río se desbordó, porque Luisito estaba jugando a la pelota en el salón”. De hecho, Noordman, Vonk y Kempff (1992) comprobaron que cuando el lector no dispone de suficiente conocimiento sobre el fundamento causal de dos eventos, el conector porque resulta completamente inútil ya que no se realiza la inferencia causal. Por ejemplo, un grupo de lectores expertos y novatos en economía recibieron el siguiente texto: (6) En los últimos meses las exportaciones norteamericanas han sufrido una caída, porque el aumento de la inflación ha producido efectos perjudiciales en la competitividad de EEUU. Los resultados mostraron que los lectores expertos realizaron la inferencia causal señalada por el conector (la competitividad de un país tiene una gran influencia en el volumen de sus exportaciones), mientras que los novatos no lo hacían. Respecto a los conectores adversativos, también hay algunos estudios en que se manipula su presencia o ausencia (Haberlandt, 1982; Millis y Just, 1994, Experimento 4; Mouchon, Fayol y Gaunac’h, 1995). En general, la presencia del conector pero determinó un efecto facilitador de la lectura en el segmento de texto que sigue inmediatamente al conector (Mouchon et al., 1995). También se observó que la inserción del conector aunque reactivó la primera, e incluso la segunda cláusula, así como indujo una respuesta más rápida a las preguntas de comprensión (Millis y Just, 1994). En suma, los resultados no son muy diferentes a los observados con los conectores causales. Sin embargo, no queda claro en ninguno qué tipo de “integración” semántica facilitan los conectores adversativos. Mientras que los conectores causales facilitan una inferencia causal y, por tanto, una integración eficiente de los eventos en una única representación, no está claro que un conector adversativo permita una mejor integración entre contenidos pues, al fin y al cabo, lo único que está indicando es la oposición o conflicto entre dos eventos. Estudios con el paradigma de sustitución de conectores El paradigma de sustitución consiste en generar pares de cláusulas con un tipo de relación específico entre ellas (v.g., causal, adversativo). Posteriormente se sustituye el conector apropiado por otro inapropiado: por ejemplo en una oración con un sesgo causal se inserta un conector adversativo, o en una oración con
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sesgo adversativo se inserta un conector aditivo. Se analiza el efecto de la sustitución del conector utilizando diversas medidas de comprensión. El estudio más completo con el paradigma de sustitución fue desarrollado por Murray (1997), quien contrastó el procesamiento de oraciones que incluían diferentes tipos de conectores, para valorar su comportamiento específico en la comprensión de oraciones. Primeramente, desarrolló un estudio normativo para generar oraciones con sesgos semánticos apropiados a cada conector. Proporcionó a un grupo de estudiantes oraciones incompletas, compuestas de una cláusula seguida de un conector aditivo (v.g., y, además, incluso), causal / consecutivo (v.g., porque, por tanto), o adversativo (v.g., aunque, pero, sin embargo). Por ejemplo, los participantes recibían: “La bióloga vio el hermoso ciervo aparecer tras las rocas, pero __” y debían completar la frase con una cláusula razonable. Los participantes completaron las oraciones, y se obtuvo así la segunda cláusula más característica para cada una de las oraciones con conector. De este modo obtuvo contenidos que implicaban relaciones aditivas, en que el evento de la segunda cláusula elabora el contenido de la primera de modo inespecífico; relaciones causales que indican una relación causa-efecto simple entre los eventos de ambas cláusulas, y relaciones adversativas que indican que el evento de la segunda cláusula contrastaba o limita el ámbito de contenido de la primera. Murray estableció predicciones diferentes para las oraciones con relaciones causales o aditivas, por un lado, y las oraciones con sesgo adversativo por otro. Se basó en el principio de continuidad, es decir, que los lectores de una narración tienden a interpretar por defecto los sucesos descritos en las oraciones como concatenados de modo continuo. Los conectores casuales y aditivos no alteran el principio de continuidad, sino que más bien lo refuerzan. Pero la situación es muy diferente cuando los sucesos descritos son discontinuos, por ejemplo, cuando hay cambios bruscos de tópico, giros inesperados en los sucesos, cambios de actividad de un personaje, transgresiones de las expectativas creadas por el texto anterior, etcétera. En estos casos, la presencia de un marcador explícito de discontinuidad (v.g., adversativo) se hace imprescindible para comprender el texto, ya que el lector mantiene una expectativa de continuidad que no se cumple. Una predicción que se deriva del principio de continuidad es que la ausencia de conector en textos con relación causal o aditiva no plantea tantas dificultades de comprensión como la ausencia de conector en textos con relación adversativa. Murray presentó a los participantes pares de cláusulas. Por ejemplo: (7) Ronny deseaba preparar una sorpresa a su novia que iba a visitarle (sesgo causal). (7a) También le compró un hermoso ramo de flores (continuación aditiva). (7b) Sin embargo le compró un hermoso ramo de flores (continuación adversativa). (7c) Le compró un ramo de flores (sin conector). En los ejemplos anteriores, la oración inicial (7) debería ir seguida de un conector causal o consecutivo; por ejemplo: “de modo que le compró un ramo de flores”, tal como se estableció en un estudio normativo previo. Sin embargo, los lectores recibían una de las continuaciones alternativas con un conector erróneo (7a) o (7b), o bien sin conector alguno (7c). Otros ejemplo de historias, es este caso con sesgo adversativo, son los siguientes: (8) Ronny tenía poco tiempo para preparar una sorpresa a su novia que iba a visitarle (sesgo adversativo). (8a) También le compró un hermoso ramo de flores (continuación aditiva). (8b) Por tanto le compró un hermoso ramo de flores (continuación causal). (8c) Le compró un hermoso ramo de flores.
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Los resultados mostraron que el tiempo de lectura de la segunda cláusula era mayor cuando iba precedida de un conector inapropiado (cualquiera que fuese la sustitución: aditiva por adversativa, causal por adversativa, adversativa por causal, etcétera), que cuando había ausencia de conector. Sin embargo, la interferencia fue mayor cuando se introducía un conector adversativo inapropiado, que cuando era un conector aditivo o causal inapropiado. Este resultado confirma que los conectores adversativos se diferencia más de los causales y aditivos, que estos últimos entre sí. El resultado es perfectamente compatible con las predicciones del principio de continuidad. Las investigaciones anteriores –con la excepción del estudio de Murray– estudian un único conector, generalmente causal o adversativo. El objetivo de este artículo es comprobar la funcionalidad de los conectores causales y adversativos, contrastándolos directamente en el mismo experimento. La elección de ambos tipos de conectores está justificada por varias razones. En primer lugar, por su aparente centralidad en el lenguaje, dados sus altos índices de frecuencia, tanto en la lengua oral como escrita (Tabla I). En segundo lugar, por su distintividad semántica; mientras que los conectores causales indican un tipo de continuidad temática entre dos eventos, los conectores adversativos indican discontinuidad. Ambos tipos de conectores destacan en cuanto a riqueza o complejidad semántica, si los contrastamos con los conectores aditivos o los temporales. Por ejemplo, la continuidad inducida por los conectores causales es más específica y articulada que la continuidad indiferenciada de los conectores aditivos, o la mera sucesión temporal sugerida por los conectores temporales. Así, porque señala un vínculo entre dos eventos sucesivos pero con la acusada asimetría de las relaciones causales, ya que uno de ellos es causa del otro, pero no viceversa. Otra característica notable de porque es que altera la ordenación temporal causa-efecto. Es decir, que indica que el evento en la segunda cláusula es la causa del evento de la primera cláusula. También existen conectores causales que preservan el orden canónico de la causa y el efecto (v.g., los conectores consecutivos por lo tanto, o de modo que), pero, curiosamente, el uso de estos conectores es mucho menos frecuente que el de los conectores causales, tal como se puede apreciar en la tabla I. Una razón para esta aparente anomalía es que, para los hablantes, el efecto es cognitivamente anterior a su causa. Es decir, que lo primero que llama nuestra atención es un evento significativo, y sólo posteriormente buscamos su explicación causal. En cuanto a los conectores adversativos, su especificidad ya ha quedado de manifiesto cuando señalábamos que son los únicos que alteran el principio de continuidad. Las oraciones que incluyen conectores adversativos plantean una anomalía para nuestra noción intuitiva de coherencia. La coherencia entre dos cláusulas (o entre las proposiciones subyacentes a ellas) implica generalmente una continuidad o recurrencia entre sus elementos. Pero, a diferencia de los conectores causales, los conectores adversativos no indican al lector/oyente que deban buscar una relación específica de continuidad entre los eventos, sino por el contrario le indican que la relación es de oposición, contraste o conflicto. En este artículo contrastaremos ambos tipos de conectores utilizando el paradigma de presencia/ausencia de conector (Experimento 1), y el de sustitución de conector (Experimentos 2 y 3). Experimento 1: Presencia / ausencia de conector Este estudio intenta comprobar la facilitación (reducción de coste cognitivo) que supone la presencia de un conector apropiado en una oración. Su principal novedad es el uso en un mismo experimento de un conector causal (porque) y de
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un conector adversativo (pero), para verificar el influjo relativo de ambos tipos de conectores en la comprensión de oraciones. Tal como hemos visto, Millis y Just (1994) obtuvieron un efecto de facilitación (reducción de carga cognitiva) del conector because sobre la lectura de la segunda cláusula conectiva, excepto la última palabra donde la presencia del conector enlenteció la lectura. En opinión de los autores, es justamente al final de la cláusula donde se ejecutan los procesos de integración guiados por el conector. También observaron que el conector determina una reactivación de los conceptos de la primera cláusula, y un mejor rendimiento en las pruebas de memoria. Nosotros esperamos efectos análogos de integración y activación inducidos por el conector porque, sin embargo, no está claro qué ocurrirá con la presencia del conector pero, ya que no se ha desarrollado ningún estudio análogo de manipulación de presencia de este conector adversativo. En uno de los experimentos de Millis y Just (Experimento 4), manipularon la presencia del conector adversativo aunque (although), y obtuvieron un efecto de integración y reactivación parecido al observado con porque. Sin embargo, en ninguno de sus estudios contrastaron en un mismo experimento ambos tipos de conectores, de modo que no se puede saber la magnitud de sus efectos. Es posible que la presencia o ausencia del conector pero, tenga un efecto sobre la comprensión aún mayor que la manipulación del conector porque. Una razón para esperar esto es el principio de continuidad de Murray (1997). El conector causal sólo confirma o matiza la continuidad narrativa esperada por el lector, mientras que el conector adversativo avisa de una discontinuidad que, en caso de ausencia del conector, resultaría inesperada o difícil de comprender. Si este argumento es correcto cabe esperar una interacción entre la presencia de conector y el tipo de sesgo, causal o adversativo. El experimento manipuló la presencia/ausencia de conector, al igual que los estudios de Millis y Just (1994). Sin embargo, hay algunas diferencias metodológicas que conviene resaltar. Primero, se registraron los tiempos de lectura de cada cláusula o segmento significativo de cláusula, en lugar de los tiempos individuales de cada palabra. La pérdida de información que supone esta elección metodológica se ve compensada por el hecho de que la lectura por segmentos de texto es más rápida y menos fatigosa que mediante la técnica de ventana móvil. Segundo, no se manipuló la presencia de una carga de memoria previa, pues Millis y Just no obtuvieron ningún resultado notable de esta manipulación, y nuestra tarea resulta así menos artificial. Tercero, la palabra de prueba se situó después de una oración de relleno que seguía a la oración con conector, a diferencia de Millis y Just que la situaban inmediatamente después de la última palabra de la oración con conector. El haber introducido una oración de relleno en la presente investigación, desplazando la palabra de prueba más allá de la oración crítica, nos da la oportunidad de registrar los posibles efectos a “largo plazo” de la presencia/ausencia del conector. Por ejemplo, podría haber efectos de arrastre sobre los tiempos de lectura de la oración de relleno, o bien, es posible que los efectos de activación observados por Millis y Just, inmediatamente después de la oración crítica, se alteren cuando la palabra de prueba se sitúa en un locus posterior. Método Participantes. 22 estudiantes de primer curso de Psicología de la Universidad de La Laguna participaron en el experimento voluntariamente. Material. Con el fin de crear los contenidos temáticos con una relación implícita de causalidad o de adversatividad se realizaron dos estudios normativos: un estudio de completado de oraciones y otro de elección de conectores. En el estudio
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de completado de oraciones, se les entregó a un grupo de 60 estudiantes (ninguno de los cuales participó en el experimento principal) un cuadernillo con oraciones incompletas, que incluían una cláusula seguida por el conector causal porque, o por el conector adversativo pero. Los participantes tenían que escribir en cada caso una cláusula de continuación razonable para la oración incompleta. Se crearon 60 cláusulas u oraciones “semilla” y cada una de ellas se utilizó con ambos conectores en la tarea de completado. Los contenidos de las cláusulas semilla fueron 12 eventos físicos (v.g., Se ha derrumbado un edificio en Santa Cruz, pero __), 12 acciones motoras (v.g., Saltó sobre un charco de agua en la calle, porque __), 12 intenciones y metas (v.g., Tenía que conseguir un premio en el festival de música, pero __), 12 acciones perceptivas (v.g., Oyó voces al otro lado de la puerta, porque __), y 12 estados epistémicos (v.g., Le pareció que aquel actor merecía un oscar, pero __). Con el fin de contrabalancear la asignación de los contenidos y de los conectores, se generaron 4 cuadernillos de materiales. Cada cuadernillo incluyó 30 de los contenidos, 15 de ellos terminados en porque, y 15 terminados en pero. Cada versión del cuadernillo fue completada por 15 participantes. Basándose en las respuestas de los participantes, el experimentador seleccionó la respuesta de completado más frecuente (o una paráfrasis de varias respuestas de significado similar), como continuación de cada oración con cada conector. Posteriormente, se presentaron las oraciones resultantes a otro grupo de participantes, incluyendo los dos conectores pero/ porque, con la instrucción de que seleccionasen el conector más adecuado. Por ejemplo: (9) Ella dejó de tocar las teclas del piano, [PORQUE] [PERO] sonaban totalmente desafinadas. (10) Ella empezó a tocar las teclas del piano, [PORQUE] [PERO] sonaban totalmente desafinadas. Los resultados mostraron que el sesgo adversativo y el sesgo causal de los contenidos eran muy claros para los participantes. Por ejemplo, el 98% de los participantes eligieron porque en (9), y el 100% eligieron pero en (10). Globalmente, el 95% de los participantes eligieron porque en las oraciones de sesgo causal y el 97% pero en las oraciones de sesgo adversativo. Con los contenidos así elaborados se crearon 60 historias experimentales, como las ilustradas en la tabla II. Además se crearon 60 historias de relleno, de longitud y estructura gramatical variable. Finalmente, hubo 6 historias de entrenamiento administradas después de las instrucciones experimentales. Diseño y procedimiento. Se desarrolló un diseño factorial de medidas repetidas: 2 Sesgo (adversativo /causal) x 2 Presencia Conector (sí / no). Cada participante leyó 60 historias experimentales (creadas a partir de los estudios normativos mencionados), 60 de relleno y 6 de práctica. La composición de las historias experimentales era la siguiente: 15 con sesgo adversativo y conector pero, 15 con sesgo adversativo sin conector, 15 con sesgo causal y conector porque, y 15 con sesgo causal y sin conector. Las modalidades de historias se contrabalancearon entre los participantes, de modo que cada contenido se presentó en una de las 4 versiones posibles al 25% de los participantes. Cada historia experimental incluía un par de cláusulas u oraciones con sesgo adversativo o causal, seguidas de una oración de relleno. La tarea consistió en autoadministrarse los distintos segmentos del texto, que aparecían secuencialmente en medio de la pantalla del ordenador, cada vez que se apretaba el espaciador. En las historias experimentales, el participante leía la primera oración dividida en dos segmentos (generalmente dos cláusulas diferentes), y la segunda oración dividida en otros dos segmentos (véase la Tabla II). Después de leer una tercera oración de relleno, se le presentaba una palabra de prueba que debía identificar como presente o ausente en el texto. En las historias experimentales la palabra de prueba era siem-
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pre un verbo de la primera oración, y en las historias de relleno la palabra de prueba no coincidía con ninguna palabra del texto. Finalmente, el participante debía responder a una pregunta de control, la mitad de las veces referida a la primera oración y la otra mitad a la segunda oración. La mitad de las preguntas de control implicaban una respuesta “SI” y la otra mitad “NO”. Las respuestas SI o NO de la tarea de identificación de palabras y de las respuestas a preguntas, estaban asignadas a sendas teclas del teclado, recubiertas con las etiquetas respectivas. Como variables dependientes, se registraron los tiempos de lectura del primer segmento de la segunda oración (v.g., al llegar se torció), del segundo segmento de la segunda oración (v.g., un tobillo), y de la oración de relleno. Además, se registraron la precisión de las respuestas de identificación, el tiempo de las respuestas de identificación, la precisión de las respuestas a las preguntas, y el tiempo de respuesta a las preguntas. TABLA II Ejemplos de material empleado en el Experimento 1, con el paradigma de presencia/ausencia de conector. En negrilla, los segmentos de texto cuyo tiempo de lectura se registró Example of the materials used in Experiment 1, with the presence/absence paradigm. The reading times for the boldface text segments were recorded Sesgo causal: El montañero tuvo mala suerte al trepar a lo alto de la montaña. [,] [porque] A[a]l llegar se torció un tobillo. Tuvieron que ayudarle a bajar entre varios. *** trepar *** ** ¿Trepó el montañero a un acantilado? ** Sesgo adversativo: El montañero estaba en forma al trepar a lo alto de la montaña. [,] [pero] A[a]l llegar se torció un tobillo. Tuvieron que ayudarle a bajar entre varios. *** trepar *** ** ¿Trepó el montañero a un acantilado? **
Resultados En este y en los demás experimentos se realizaron análisis de varianza (ANOVA) sobre cada una de las variables dependientes, tanto por participantes (F1), como por textos (F2). El criterio de significación estadística utilizado fue α= .05, y sólo informaremos de aquellos resultados que fueron significativos. Se eliminaron de los análisis los datos correspondientes a aquellas historias en las que los lectores respondieron erróneamente a la tarea de reconocimiento de palabras (9.5% de los datos en el Experimento 1). Además, se eliminaron las puntuaciones extremas de tiempos de lectura o latencias de respuesta. Los puntos de corte para los tiempos de lectura del primer segmento, del segundo segmento y de la oración de relleno fueron 300-6000 msg., para la latencia de reconocimiento de palabras: 200-4000 msg., y para los tiempos de respuesta a las preguntas de control: 400-8000 msg. El número de datos eliminados según
El procesamiento de oraciones con conectores adversativos y causales / M. de Vega
estos criterios nunca excedió el 3%. Las medias y desviaciones típicas de todas las medidas cronométricas del Experimento 1, así como los porcentajes de errores en las palabras de prueba y en las preguntas de control se muestran en la tabla III. TABLA III Experimento 1. Tiempos medios (en milisegundos) en función del sesgo de la oración (adversativo/causal) y de la presencia o ausencia de conector. Entre paréntesis las desviaciones típicas, y en itálica el porcentaje de errores en la palabra de prueba y en las preguntas de control Experiment 1. Average reading times (milliseconds) as a function of the sentence bias (adversative / causal) and the connective presence / absence. The standard deviations (in parentheses) and the error rates (in italic) are shown
Primer segmento Sesgo Adversativo Sesgo Causal
Con conector (CC)
Sin conector(SC)
Media
DT
Media
DT
798 710
(95) (50)
1304 1274
(134) (153)
506 564
1121 1104
(304) (317)
896 855
(212) (197)
-225 -249
850 809
(157) (164)
1651 1658
(363) (372)
801 849
1670 1620
(403) (415)
10 % 10 %
1235 1267
(257) (269)
7% 11%
-435 -353
1245 1243
(255) (239)
16% 11%
2363 2286
(487) (396)
15% 13%
1118 1043
Errores
SC-CC Errores
Segundo segmento Sesgo Adversativo Sesgo Causal Oración de relleno Sesgo Adversativo Sesgo Causal Palabra de prueba Sesgo Adversativo Sesgo Causal Pregunta de control Sesgo Adversativo Sesgo Causal
Tiempo de lectura del primer segmento. Hubo un poderoso efecto de la Presencia de Conector (F1(1,22)= 101, Mse= 63107, p