Story Transcript
Hemisferio Americano Política internacional
Séptimo semestre
Licenciatura en Relaciones Internacionales,
Miguel Ángel Molina Hernández
Presentación general Esta Guía Estratégica para el Aprendizaje Autodirigido (GEAA) de la asignatura Hemisferio Americano, está dividida en cinco unidades. Los contenidos de estas unidades han sido organizados de forma regional diferenciando entre América Latina y la zona anglófona de América del Norte, ello con el objeto de dar cuenta de las diferencias cualitativas en el origen y desarrollo histórico en un sinnúmero de campos, como en lo político, social y económico. Para dar cuenta de estos quiebres la estructura de los contenidos se distribuye, a grandes rasgos, de la siguiente manera: Unidad 1 características socioeconómicas de América Latina, Unidad 2 política y gobierno de América Latina, Unidad 3 orígenes de Estados Unidos y Canadá, Unidad 4 sistema político y estructura social de Estados Unidos y Canadá y Unidad 5 economía y desarrollo de angloamérica. Cada una de estas unidades tiene subtemas que son esenciales para comprender el desarrollo histórico, las causas de éste, y las perspectivas del mismo. En cuanto al uso de esta GEAA vale la pena mencionar varias recomendaciones: ♦
Reflexione sobre los objetivos particulares de cada unidad y de cada
actividad sugerida. ♦
Consulte las fuentes de información complementarias si desea profundizar
en algún tema, o pregunte al asesor por otras fuentes de acuerdo a su interés. ♦
Mantenga una comunicación permanente, por las distintas vías, con su
asesor, no espere a los exámenes finales para aclarar sus dudas. Finalmente, considere que para cada lectura se le proporcionará la siguiente orientación pedagógica: 1.
Algunos conceptos y frases que son importantes retener, e incluso
memorizar, vienen marcadas con negrita. Se recomienda especial atención en ellas. 2.
Los objetivos generales y los objetivos particulares de cada unidad.
3.
Una mirada al tema que describe la relevancia del tema con el objetivo
general y su vinculación con el resto de las Unidades. 4.
Un caso ilustrativo, es un “caso de la vida real” que relacione el ejercicio
profesional de la disciplina con el contenido de la Unidad.
5.
Actividades de aprendizaje intercaladas al final de algunos apartados de
las unidades. Es muy recomendable que realice todas las actividades que se le proponen pues están pensadas para que pueda lograr los objetivos planteados para cada unidad, y por supuesto, para la asignatura. Al final de cada Unidad se presentan fuentes de consulta complementaria, que puede examinar para profundizar en los temas. Introducción general El propósito de esta Guía Estratégica para el Aprendizaje Autodirigido (GEAA) es apoyarle en el logro de los objetivos establecidos por el Plan de Estudios de la Licenciatura en Relaciones Internacionales. En ella encontrará orientaciones útiles para estudiar los contenidos de la asignatura de séptimo semestre Hemisferio Americano a través de las unidades que la componen. Los contenidos de tales unidades comprenden: a) El concepto de América Latina y la herencia de la historia en cuanto composición étnica. b) El surgimiento del Estado nación latinoamericano, la configuración de la estructura política, la influencia de los Estados Unidos en la región, las actuales formas de gobierno y las propuestas actuales en la agenda socioeconómica, como la integración y el desafío democrático. c) Los principales problemas del desarrollo en la región y algunas alternativas planteadas para solucionarlos. d) La evolución histórica de América anglosajona y la conformación de sus instituciones de gobierno. e) El sistema político y las características económicas de Estados Unidos y Canadá.. Considerando que este material didáctico fue elaborado para un sistema abierto con el fin de favorecer el estudio independiente y el aprendizaje autónomo, con base en un análisis profundo y responsable del Plan de Estudios, esta Guía Estratégica para el Aprendizaje Autodirigido tiene por objetivo general: analizar las etapas históricas el desarrollo socioeconómico y político de América, haciendo énfasis tanto en las similitudes como en las divergencias y en los problemas actuales de la región. Este objetivo presupone:
1) Conocer el surgimiento y la ubicación histórica del concepto América latina, las similitudes históricas y étnicas, así como analizar el panorama general del desarrollo histórico de la economía latinoamericana. 2) Falta el verbo del objetivo Las circunstancias internacionales y locales para el establecimiento del gobierno y de los sistemas políticos en América Latina.. 3) Identificar las diferencias fundamentales de la fundación del Estado y la sociedad en América anglosajona con Latinoamérica. 4) Analizar el sistema político y la estructura social de angloamérica. 5) Examinar las características económicas de Estados Unidos y Canadá.
Por favor, revisa el 123 de la GEAA y compara tu material con la lista de cotejo para que no falte ningún apartado. Las observaciones están en la primera y segunda unidad. Es importante que se apliquen a todo el documento.
UNIDAD 1 INTRODUCCIÓN A AMÉRICA LATINA 1.1. Conceptos de América Latina 1.2. La composición étnica de América Latina 1.3. Consideraciones generales de la economía latinoamericana
El estudio de esta unidad le permitirá: Conocer el surgimiento y la ubicación histórica del concepto América latina, las similitudes históricas y étnicas, así como analizar el panorama general del desarrollo histórico de la economía latinoamericana. Este objetivo no corresponde con el que se incluyó en la introducción: Comprender las características generales y las particularidades del desarrollo histórico de Latinoamérica. Esto presupone: 1) Conocer las distintas versiones sobre el surgimiento del concepto de América Latina. 2) Explicar la estructura social y económica que se desarrolló durante la época colonial y después de ella. 3) La estructuración de la economía latinoamericana durante la colonia y posterior a ella. Una mirada al tema Tener un panorama general introductoria al estudio de América Latina es indispensable para comprender los problemas actuales, identificar las persistencias de algunos de ellos a través del tiempo, y compararnos con las potencias que comparten el continente con nosotros. Faltan algunos elementos en esta introducción. Consulta la lista de cotejo para que complementes este apartado. Un caso ilustrativo ¿Cuantas veces no usamos le término latino? Música latina, cultura latina, etc. ¿ y acaso hablamos latín, descendemos directamente de la cultura grecorromana?, en este capítulo abordaremos el porque de este término y como históricamente se ha afianzado en el imaginario popular en la América “latina”. Te sugiero que modifiques un poco el caso ilustrativo para terminar con preguntas para el alumno. Mi propuesta quedaría así: ¿Cuantas veces no usamos le término latino? Música latina, cultura latina, etc. ¿ y acaso hablamos latín, descendemos directamente de la cultura grecorromana? ¿Cómo es que término se ha afianzado históricamente en el imaginario popular en la América “latina”?
1.1 El concepto de América Latina Antes que el concepto de América Latina es pertinente recordar los orígenes del propio concepto más general de América. La idea y nombre de América resultaron de un veloz proceso que comenzó con el “Descubrimiento” y es finalizado quince años después. Este proceso está compuesto por tres etapas; en la primera es inexistente tanto el nombre como la idea de América, en una segunda etapa aparece ya la idea pero no el nombre y en la tercera aparecería y se consolidará el nombre de América para expresar la idea. En cada una de etapas sería aludida, respectivamente, como Indias, Nuevo Mundo, América. El primer término es usado ante la ignorancia de que las tierras descubiertas eran un nuevo continente distinto a lo conocidos y ante el convencimiento de la “asiaticidad” de su descubridor Colón en 1492. La segunda etapa la marca Américo Vespucio quién en 1503 con su carta Mundos Novus, surgida de su viaje descubridor por el Río de la Plata y el litoral austral, expuso la revolucionaria idea de una nueva parte del mundo diferente de Europa, Asia y África, así nace el “Nuevo Mundo” contrapuesto al viejo. Apenas cuatro años más tarde, en 1507, el continente descubierto es bautizado con el nombre de América, tomado del revelador, en la obra Introducción a la Cosmografía publicada por el geógrafo Martín Waldseemüler, finalmente se reunían el nombre y la idea.1 Existe así América, pero también hay Américas, estos pluralismos se pueden dividir en cuatro: geográfico (América del Norte, América Central y América del Sur), geográficopolítico (América del Norte o septentrional o América Meridional, de México a Tierra de Fuego), lingüístico-cultural (América inglesa, española, francesa, portuguesa, holandesa y danesa) y étnico-cultural (América Sajona y América Latina). De todas estas Américas se desprende la diversidad del continente y surgen numerosos sustantivos de acuerdo a la característica de esa diversidad que se quiere resaltar. Pero, estos cuatro grandes campos en los que se puede dividir a las Américas suelen condensarse en dos, producto de la evolución histórica, que alude a motivaciones, políticas, culturales y geográficas: América Latina y América Sajona. América es, por su condición histórica, en última instancia, dual.
1
Arturo Ardao,. "Génesis de la idea y el nombre de América Latina", en Ardao, Arturo. América Latina y la latinidad, CCyDEL/UNAM, México, 1993, pp. 19-23.
Esta dualidad es producto de un dificultoso empeño por definir su identidad histórica de un sector que hoy se llama América Latina: el sector de los pueblos americanos de origen español. La expresión América Latina, como sustantivo, surgió en lengua española; entre americanos para quienes ésta era su lengua materna. En un primer momento sus creadores la aplicaron sólo a Hispanoamérica y poco a poco ellos mismos y quienes los secundaron, la extendieron a la totalidad del área de aquellas tres Américas de lenguas neo-latinas.2 El advenimiento histórico del concepto no se explica sin su relación dialéctica con la expresión América Sajona, pues con ella está íntimamente ligado aunque en oposición. Al igual que el nombre de América, el de América Latina transita por tres etapas similares. La primera abarca desde el inicio de la colonia y hasta los movimientos de emancipación (fines del siglo XVIII y hasta comienzos el segundo tercio del siglo XIX), en la que no existe ni la idea ni el nombre de América Latina, simplemente se identificaba a la parte que se extendía al sur de los Estados Unidos, como Nuevo Mundo, América, América del Sur o América Meridional (para la parte colonizada por España se usaba Hispanoamérica o América española). La segunda etapa abarca desde fines de la década del treinta hasta fines de la década del cincuenta del siglo XIX, aquí aparece la idea de la “latinidad” en algunos autores franceses que comienzan a distinguir en el Nuevo Mundo dos grandes áreas determinadas por las etnias (o “razas” según el léxico de la época) que han llevado a cabo su civilización respectiva: la sajona y la latina; posteriormente esa idea es recogida por publicistas y escritores hispanoamericanos residentes en Europa, sobretodo en Paris y Madrid, y de allí la exportan a círculos intelectuales y dirigentes a toda América meridional. Hasta aquí ya existía la idea pero no el nombre de América Latina. Para el tema que nos compete el concepto de “latinidad” alude al orbe cultural generado por los idiomas llamados neolatinos o latinos a secas, que surgen en Europa medieval para extenderse, después del Renacimiento a todos los continentes. Así podemos hablar de que existe una Europa producto de una larga historia de conquistas, conquistados, resistencias y asimilaciones, que darán lugar en la Edad Media a la dualidad cultural europea expresada en la denominación del Sacro Imperio Romano Germánico. A la caída de este imperio (1806) lo germánico se dividiría en entre lo estrictamente germano y lo sajón, éste último tomaría gran relevancia por el moderno 2
Ibíd., p. 24.
ascenso de Inglaterra y posteriormente de los Estados Unidos; además del creciente empuje de los pueblos eslavos (destacándose Rusia). El movimiento del romanticismo (finales del siglo XVIII) en su vertiente historicista abrió paso a una nueva distribución étnico-cultural, cargada de implicaciones políticas: lo germano, lo eslavo, lo sajón y lo latino. No fue sino hasta principios del siglo XIX que el movimiento se extendería a países como Francia, Italia, Portugal y España, herederos culturales de lo románico.3 La idea de la latinidad surge en Francia, la Revolución y la Restauración actualizaron un interno conflicto étnico entre los galos-romanos y los francos, éste fue superado bajo la síntesis nacional de lo galo-romano, en la que influyó el enfrentamiento Francia-Inglaterra para dar paso a la confrontación sajón-latino. Posteriormente ya no se trataría de la latinidad únicamente de Francia, sino que se extendería a los pueblos que junto con ella hablan lenguas procedentes del latín, dando lugar a la “Europa latina”; posteriormente trasladándose a sus colonias de ultramar. En este espíritu de debate de razas y de la idea de la latinidad, autores como Hegel y Tocqueville, éste último en su libro La democracia en América, ya advertía sobre las diferencias de la América sajona y la América del Sur. Fue Michel Chevalier,4 escritor francés, que en la introducción de sus Cartas sobre la América del Norte, fechadas entre 1833 y 1835 que plasma de forma clara la idea de la latinidad en América meridional, al describirla como católica y latina a diferencia de América del Norte, protestante y anglosajona. Otro francés, Benjamín Poucel, radicado en Uruguay, recoge la idea de Chevalier y sus publicaciones de 1850 expresa su alarma ante el doble avance rival, pero convergente de Estados Unidos y de Inglaterra sobre América del Sur, en dónde reclama un deber del activismo francés para conservar la raza latina frente al avance anglosajón. Paralelamente la idea de la latinidad en América iba ganando terreno entre escritores e intelectuales hispanoamericanos durante la década del 50. La Revista española de Ambos Mundos del uruguayo Alejandro Magariños Cervantes tradujo las Cartas de Chevalier en 1853. Pero, fue el poeta y escritor José María Torres Caicedo, fundador del Correo de Ultramar, el hispanoamericano que con más temprana conciencia de su 3
Ibíd., p. 35. Quien además fue parte del Consejo de Napoleón III, y participo en importante cuestiones nacionales e internacionales como el tratado de libre cambio con Inglaterra y la expedición francesa en México. 4
porvenir histórico, aplicó a América el calificativo de latina, lo hizo por primera vez, el 26 de septiembre de 1856, en un poema titulado “Las dos Américas”, en la que advertía el poderío de “la raza sajona frente a la raza de la América latina”. En 1861 publicó Bases para la formación de una liga Latino- Americana y en 1865 el decisivo libro titulado Unión Latinoamericana, fue a partir de este último libro que Torres Caicedo se embarcó definitivamente en la prédica latinoamericanista, a la vez que en el uso sistemático del nombre de América Latina. Y a partir de la década del 60 del XIX que muchos otros escritores adoptarían el nombre para oponerlo ante el escenario de expansionismo y agresiones estadounidenses, como es el caso emblemático de José Martí con “Nuestra América (1891). Así, francesa en sus orígenes la primera idea de la latinidad de América, fue, en cambio hispanoamericana y antiimperialista la denominación continental a que ella condujo. El amenazante expansionismo de Estados Unidos concretado en la guerra contra México y la pérdida de Texas, las expediciones filibusteros de Walker patentizaban el avance hacia el sur, así surge la dramática necesidad de levantar frente a la otra América, una imagen unificante de la América propia. Es erróneo considerar que el concepto de América Latina es hijo de una de las formas del imperialismo francés por la vía de los ideólogos de Napoleón III, en la década del 60, con el fin de justificar su aventura en México. Es verdad que en su momento éste intentó su aprovechamiento propagandístico; la equivocación viene del estadounidense John L. Phelan en su publicación Panlatinismo, la intervención francesa en México y el origen de la idea de Latinoamérica, en el que acepta que la idea había sido planteada por Chevalier, pero él no acuño el nuevo nombre, sino que este surgió en 1861 en la Reveu des Races Latines una revista dedicada a la causa del panlatinismo. Cosa que como hemos expuesto es equivocada.5 ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Revise en el siguiente diccionario electrónico los conceptos de Panamericanismo e Indoamérica. Centro de Investigación en América Latina,
UNAM.
Biblioteca
Virtual
Latinoamericana.
Diccionario
de
Filosofía
Latinoamericana. Disponible en línea: http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/Biblioteca%20Virtual/Diccionario/1_presen tacion.htm [16-01-2008].
5
Arturo Ardao. Op.Cit., pp. 67-68.
1.2. El medio social: la herencia de la historia en la composición étnica El medio social latinoamericano actual tiene su base histórica en el rico y diverso tejido sociocultural de las sociedades denominadas "originarias" que poblaron el continente americano desde sus orígenes, con una importante migración proveniente de Eurasia. Tales sociedades originarias realizaron la extraordinaria hazaña de adaptación a la diversidad de ambientes naturales del continente, configurando disímiles civilizaciones, así como complejas opciones culturales, técnicas, políticas y religiosas que se desarrollaron. Sin duda esta herencia genética-cultural tiene hoy en día gran influencia en los debates contemporáneos sobre la organización de proyectos nacionales confrontados que intentan delinear en el futuro cercano opciones viables en la hasta ahora eterna búsqueda del “desarrollo” en los países de la región. A grandes rasgos podemos identificar las formaciones regionales de Mesoamérica y América del Sur, subdividiéndose de la siguiente manera: en Mesoamerica los Altiplanos del Centro, Occidente, Oriente y Sur, con sus costas, dentro de las cuales destaca la civilización olmeca, maya, teotihuacana y azteca en la historia regional mesoamericana; en América del Sur, las sociedades del norte, centro y sur de los Andes donde despunta la gran influencia del imperio inca en la zona; los pueblos del extremo austral del continente (Argentina y Chile), las sociedades fluviales y selvícolas del Este (Paraguay y Paraná), las sociedades fluviales y selvícolas del Este Orinoco y Amazonas, y finalmente las sociedades originarias del Caribe. En su conjunto en estás dos macroregiones se desarrolló una gran diversidad cultural, étnica y lingüística, cuya unidad cultural es un asunto complejo y arriesgado de definir. Pero a grandes trazos podemos aventurar algunos elementos más o menos comunes de mesoámerica y de la zona andina de América del sur: incluye la agricultura del maíz (o algún otro monocultivo de gran importancia), el uso de dos calendarios (uno ritual y otro civil), sacrificios humanos y la organización estatal de las sociedades. En la primera fase colonial que se inició en el denominado Nuevo Mundo sus pobladores fueron entrando en contacto con los europeos y ésta duró, con variantes, hasta la década de 1570. Muchas de las crónicas que se aceptaron entonces como históricas y fidedignas, no lo eran del todo: tenían una intención política manifiesta y revelaban una necesidad de justificación; aplicaban a la población aborigen la valoración que los europeos de aquel tiempo empleaban para juzgar a los hombres y los países remotos.
A los ojos de los europeos, los americanos necesitaban no sólo la indispensable conversión religiosa, sino también el aprendizaje de los más rudimentarios criterios referentes al trabajo y el orden social. La colonización fue presidida por una manifiesta voluntad de aculturación: los americanos recién encontrados por los europeos debían comportarse y pensar como éstos, debían aprender una nueva lengua y creer en un nuevo Dios. La confluencia de dos sociedades produjo una superposición, en la cual la convivencia se inició en la imposición y permaneció gracias a la cotidiana reelaboración y a la construcción de ámbitos de consenso. El decenio que se inició en 1570 trajo consigo la definición del régimen colonial en toda América. Los grandes virreinatos de la Nueva España y el Perú concentraban el poder político, controlaban desde sus Audiencias principales a otras subordinadas y propiciaban una vida cultural y científica con perfil propio. Así, aun antes de culminar la primera centuria del dominio español en América, pudo verificarse el surgimiento de la sociedad criolla y la capacidad de supervivencia de las poblaciones nativas de América. El mestizaje de los pueblos originarios con los recién llegados no estuvo marcado por un idealismo pluricultural que hoy discursivamente es invocado como la diversidad de identidades en América Latina o el “crisol” cultural de la región, sino por una marcada y sistemática merma de la población originaria del continente a través de distintas vías: guerras de conquista, tortura, muerte por rebelión y práctica de costumbres religiosas no “cristianas”, esclavitud para trabajos forzados en minas y plantaciones, epidemias y enfermedades traídas por los españoles ensalzadas por la migración forzada de cientos de miles fuera de su hábitat, y en último de los casos el exterminio como política de ocupación de territorios. Así, cifras conservadoras nos dicen que en todo el continente era habitado por entre 60 y 80 millones de individuos originarios antes de la conquista y hacia el año de 1650 no había más que doce millones e habitantes considerando todos los grupos étnicos.
Otros factores como el traslado de población negra del África como
esclavos hacia el nuevo mundo vendríavendrían a dinamizar el proceso del mestizaje. Esto procesos de mestizaje dieron lugar a una estructura política, económica y social, en la que criollos y peninsulares se han erigido en los grupos dominantes de la región y prácticamente ser mestizo, negro o indígena significa ser automáticamente pobre y excluido de las decisiones “nacionales” de sus respectivos Estados en América Latina. A partir de la dominación de un grupo sobre el resto se levantado toda una estructura institucional, legal y social que mantiene a los grupos étnicos de origen europeo en la
cúspide de la escala social y a través de su constitución en el grupo dominante han encumbrando sus valores, usos y costumbres como la “cultura” a seguir, que además en los grandes grupos mestizos y “blancos” empobrecidos (o en vías de proletarizarse), generalmente de los centros urbanos, han alcanzado un alto grado de consenso y por tanto aceptación del status quo, sin que ello quiera decir que éste alcanza a la mayoría de los grupos que constituyen dichas sociedad existiendo importantes movimientos que cuestionan tal “consenso”. Por otro lado, tras siglos de exclusión y dominación, a principios del nuevo milenio los pueblos indígenas, afrolatinos y afrocaribeños presentan los peores indicadores económicos y sociales y tienen escaso reconocimiento cultural y acceso a instancias decisorias. Todo lo que los ha llevado a reorganizarse y armar importantes movimientos sociales para reclamar sus derechos, sobretodo en aquellos países en lo que visiblemente son mayoría como es el caso de Bolivia o dónde son minoría como el EZLN en México. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realizar un cuadro con el control de lectura sobre la clasificación de países y principales grupos étnicos en la actualidad en América Latina. Lectura: Francisco Lizcano Fernández. “Composición Étnica de las Tres Áreas Culturales del Continente Americano al Comienzo del Siglo XXI” en Convergencia UAEM, México, mayo-agosto
2005,
núm.
38,
pp.
185-232.
Disponible
en
línea:
http://convergencia.uaemex.mx/rev38/38pdf/LIZCANO.pdf [17 junio 2008]. 1.3. Consideraciones generales sobre la economía latinoamericana La actual economía latinoamericana no puede ser desligada de su pasado colonial que marcó sin duda el desarrollo de ésta por los senderos de la dependencia económica. En lo que se refiere a considerar cuestiones de la economía latinoamericana hay que dejar en claro que partimos del supuesto de que todas estas juegan un papel de periferia dentro del sistema mundial capitalista, así lo fue y así lo sigue siendo: “Esto nos lleva a enfrentar un asunto de la mayor importancia: la condición de centro o periferia implica que el capitalismo se despliegue de maneras específicas en unos y otros casos. En definitiva, el sistema mundial capitalista genera diversas modalidades de capitalismo”6. Y el capitalismo dependiente latinoamericano tiene su historia y peculiaridades como veremos. Siendo todavía colonias los territorios de la América española y lusa fueron prácticamente saqueados sin retribución alguna por sus metrópolis respectivas, proceso que colaboró, 6
Jaime Osorio. “Una cartografía para redescubrir América Latina”, en Revista Nueva Sociedad, N° 196, Enero – Abril 2005, Caracas.
en al menos dos sentidos para el afianzamiento del capitalismo como sistema de producción, con su respectivo orden liberal, en los países de Europa occidental: por un lado, el denominado proceso de “acumulación originaria de capital” que ayudó a las potencias imperialistas al desarrollo y consolidación de sus sistemas bancarios y financieros que serían la base para la financiación a su aparato productivo, lo que eventualmente les permitiría alcanzar niveles elevados de productividad, que a su vez generó competencia entre capitales y consecuentemente el escalamiento del rango tecnológico de sus fuerzas productivas (siglos XVI,XVII y XVIII). Todo lo cual tendría su cenit con la denominada revolución industrial en Inglaterra. Por otro lado, en primer lugar las colonias fueron fuentes inigualables de aprovisionamiento de alimentos baratos (producidos en casi todos los casos con mano de trabajo esclava) para mantener su fuerza laboral en condiciones óptimas (permitiendo la producción y reproducción de la misma) y a la vez reducir el valor de ésta (reducción de los costos del capital variable) y segundo, las colonias proveyeron las materias primas necesarias, a bajos costos, para su proceso de producción manufacturera (de la cual las colonias eran mercado y no productoras o al menos en mucho menor escala), ambas situaciones difíciles de concebir si hubieran intentado acometer tal empresa desde una base estrictamente nacional con los recursos limitados de su dotación natural. Además por supuesto a ello le podemos agregar la prohibición de comerciar con otras administraciones de las Américas y otras potencias, manteniendo un monopolio comercial férreo en ambos sentidos (importaciones y exportaciones) por parte de las metrópolis, esta particularidad generó también un progreso desigual entre aquellas administraciones que acaparaban el monopolio del comercio ultramarino y la distribución con aquellas que sólo periféricamente participaban (proceso además concentrado por élites peninsulares y en menor medida criollas). Lo que sin duda no contribuyó a generar lazos comerciales e intercambios de otra índole entre los territorios coloniales. Todo lo cual configuró la base de la organización económica sobre la cual tendrían que desplegar sus esfuerzos económicos los territorios ya como Estados independientes. En este sentido, fundamentalmente se mantuvo la misma organización social para las actividades económicas en el comercio y la distribución, acaparada por pequeños grupos preponderantemente criollos que habían desplazado a los peninsulares, a los que con el tiempo se les sumarían grupos extranjeros (ingleses, franceses y estadounidenses) como resultado del fin del monopolio del comercio con la metrópoli. Los mercados de los nuevos
Estados independientes seguían estando en Europa occidental y la demanda de los productos de tales regiones seguían siendo materias primas y alimentos (y en menor escala manufacturas de elaboración sencilla). A esta etapa se le conoce como la “clásica división internacional del trabajo”, que además fue alentada a través de los teóricos ingleses partidarios del liberalismo económico, la “mano invisible del mercado” y de la teoría de las ventajas comparativas en el comercio internacional, situación que beneficiaba a las potencias imperialistas por excelencia de la época, especialmente a Inglaterra. El monopolio comercial con las ex metrópolis se rompió a favor de otras potencias comerciales como Países Bajos, Francia y preponderantemente los ingleses. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un control de lectura en los que resalte la forma en que las economías latinoamericanas, ya independizadas, realizaron su acumulación originaria y de que manera se artículo esta organización económica con los grupos económicos políticos dominantes. Para ello consulte el apartado 4 y 5 de la siguiente lectura. Cueva, Agustín. El desarrollo del capitalismo en América Latina. México, Siglo XXI, 2007, 20ª edición. Págs. 65 a 100. Fue David Ricardo quien formuló una explicación y al mismo tiempo una regla para la teoría clásica de la división internacional del trabajo (la teoría de las ventajas comparativas), basada en los costos comparativos de producción. Para David Ricardo cada país tenía “una dotación natural de factores” relacionadas fundamentalmente con la geografía (aunque también con la habilidad de su población en ciertas tareas) que determinaban su especialización productiva. La reflexión de Ricardo estaba encaminada en atribuir Inglaterra la exclusividad mundial en la producción industrial, sosteniendo que Francia debía especializarse en la producción de vinos y América en alimentos, lo que en aquel momento era lo mismo que decir alimentos para los trabajadores industriales británicos. Con posterioridad la teoría clásica aceptó extender la idea de que otros países europeos (Francia y Alemania principalmente) y Estados Unidos, también tenían aptitudes “naturales” para la industria. En este esquema a los países recién independizados (siglo XIX) continuaron asumiendo la tarea de seguir siendo proveedores de alimentos para los trabajadores de las potencias industriales y materias primas para su producción manufacturera, configurándose un modelo económico en la región conocido como el modelo primario exportador (o agrominero exportador), gravitando en torno a las necesidades de Inglaterra e
ignorándose unos a otros, durante este trance América Latina se incorporó definitivamente al funcionamiento del mercado mundial. “Es a partir de este momento que las relaciones de América Latina con los centros capitalistas europeos se insertan en una estructura definida: la división internacional del trabajo, que determinará el curso del desarrollo ulterior de la región. En otros términos, es a partir de entonces que se configura la dependencia, entendida como una relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia.”7 Todos los sectores económicos a partir de 1840 fueron penetrados por el capital extranjero: comercio, banca, industria extractiva, agro, manufacturas, etc. Durante este período se beneficiaron económicamente los grupos dominantes locales (oligarquías terratenientes y comerciales) asociados a los extranjeros en primordialmente el sector primario. En el plano político despuntaba formas de organización de gobierno autoritarias, luchas por el poder y marginación política y económica de los grandes grupos sociales indígenas y campesinos, maltrato laboral, y semiesclavismo. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un ensayo donde caracterice en que consiste el carácter dependiente de América Latina, destacando la forma en que el capital se reproduce en la región y las consecuencias de ello en la formulación de un proyecto de desarrollo independiente. Para ello revise los apartados 2, 3 y 4 de la siguiente lectura: Ruy Mauro Marini. Dialéctica de la dependencia. México, Ediciones Era, decimoprimera reimpresión,
1991.
Disponible
en
línea:
http://www.marini-
escritos.unam.mx/004_dialectica_es.htm [26- marzo- 2007]. Posteriormente durante el siglo XX América Latina experimentó algunas de las más profundas transformaciones de su historia. La crisis de 1929 puede ser considerada el principal detonante de las mismas. El final de aquella década marcó, también, el agotamiento del modelo primario de las agroexportaciones. Desde entonces, varios países del continente, en grados diversos, volcaron sus economías hacia el sector industrial, configurándose un modelo económico denominado modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI, o modelo de desarrollo hacia adentro). 7
Ruy Mauro Marini. Dialéctica de la dependencia. México, Ediciones Era, decimoprimera reimpresión, 1991. Disponible en línea: http://www.marini-escritos.unam.mx/004_dialectica_es.htm [26marzo- 2007].
Eventos que impactaron de forma importante el contexto internacional como la Revolución Mexicana, la Revolución Rusa, Primera y Segunda guerras mundiales y la crisis de 1929 se conjugaron con los sucesos locales de la región, puesto que el desarrollo de las actividades económicas fueron evolucionando hasta incorporar de forma cada vez más importante actividades que se “industrializaban” o que de una forma u otra tenían que ver con esta actividad en distintos sectores de la economía, lo que llevó a la organización política de las clases trabajadoras y bajo la influencia de ideas marxistas de la lucha de los trabajadores, la revolución obrera en Rusia y la avanzada constitucional en derechos sociales surgida de la Revolución Mexicana, se conformaron importantes movimientos sociales e intelectuales que cuestionaron seriamente el modelo agrominero exportador y su estructura política social derivada del mismo. Ante el agotamiento inevitable del modelo primario exportador las élites políticas aprovecharían la coyuntura de las guerras mundiales para impulsar la industrialización en sus países, sustituyendo lo que las economías en guerra dejaron de exportar hacia la región. Este proceso no fue homogéneo para todos los países pues los más avanzados en estos menesteres fueron Argentina, Brasil, Chile y México con una éxito importante seguidos del resto de los países con mucho más dificultades. En el ámbito político en la década de los 1930-1950 existiría una dirección de este modelo por parte élites democráticas o progresistas (con un programa sociopolítico esencialmente liberalcapitalista) que, sin embargo, ante los imperativos de la Guerra Fría serían desplazados por dictaduras en la mayoría de los países latinoamericanos. El modelo ISI no estaría exento de sus peculiaridades que esencialmente podemos resumir en: el modelo fue penetrado por las grandes trasnacionales que saltaron las barreras arancelarias de cada país nacionalizándose y aprovechando la protección ofrecida por aquellos mercados, a su vez la industria local disfrutó de un mercado cautivo, altos incentivos y estímulos, convirtiéndose los industriales en el sector hegemónico de la clase dominante, la industrialización se truncó propiciándose muchas más importaciones en refacciones para el mantenimiento de los bienes de capital, la maquinaria que se adquiría para el objetico de la industrialización era aquella que los países de capitalismo avanzado ya estaban dispuestos a ceder (en ocasiones por obsoleta en otras por convenir a sus intereses), el modelo no detuvo el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres sino todo lo contrario, se uso la producción del campo para financiar la compra de bienes de capital necesarios para la industria mientras que éste quedaba en el abandono.
Por otro lado, hay que recalcar que la industrialización de América Latina fue posible debido a que los países desarrollados, como consecuencia de las guerras mundiales, tuvieron espectaculares avances en el desarrollo de tecnología militar, misma que sería aplicada a la industria doméstica, por lo que se puede afirmar que el desarrollo de sus fuerzas productivas se encontraban ya en un estadio superior al precedente al término de éstas, pudiendo delegar a América Latina la manufactura de bienes industrializados con alto contenido de recursos naturales, de fácil elaboración (de bajo valor agregado), materias primas industriales, cuya importancia crece en función del mismo desarrollo industrial que escala a fases cada vez más revolucionadas en los países centrales, reservándose para ellos la fase tecnológica más adelantada. En definitiva, entre 1930 y los años ochenta el continente vivió su más intenso y largo período de “desarrollo” económico (modernización se diría también), atravesado por dictaduras y procesos de creciente concentración de la renta sin ruptura alguna respecto del marco de dependencia económica, a la vez que desde finales de 1960 el modelo de industrialización por sustitución de importaciones acusaba importantes fallas reflejadas en el aumento del gasto público vía endeudamiento, inflación, inequidad en la distribución de los ingresos, balanzas comerciales deficitarias, extranjerización de los sectores económicos y un contraste muy marcado entre el medio urbano y rural. Las coyunturas como el fin del patrón oro-dólar en 1971 y de la subida de los precios del petróleo en 1973 impactaron de forma importante en América Latina, pues la turbulencia económica se manifestó en todo el globo. Es a partir de estas coyunturas que inicia un nuevo período de restructuración del sistema mundial capitalista, que hoy todavía se vive, dentro del que se enmarca la futura evolución del sui generis capitalismo dependiente latinoamericano. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Desarrolle en una cuartilla las transformaciones principales del sistema mundial capitalista que afectarán al patrón de acumulación de la industrialización en Latinoamérica y que harán mutar ese patrón por el de especialización productiva. Utilice la siguiente lectura: Sotelo, Adrián. "América Latina en la reestructuración económica mundial" Revista Estudios Latinoamericanos, Nueva Época, año II, núm. 4, CELA-FCPyS-UNAM, México, julio-diciembre de 1995, pp. 47-70. Disponible en línea: http://www.redem.buap.mx/acrobat/adrian1.pdf [20 junio de 2007]. De los acontecimientos de 1973 se derivó un fenómeno conocido como el reciclamiento de los petrodólares que no es sino que los ingresos extraordinarios de los países
petroleros agrupados en la OPEP fueron a parar a las arcas de los bancos internacionales que ante la disponibilidad de tan cuantiosos recursos decidieron conceder préstamos tanto a países que sufrían las consecuencias negativas de la coyuntura internacional como aquellos que estaban por desarrollar o fortalecer su industria petrolera aprovechando la coyuntura de precios altos de los hidrocarburos. Es en este marco que se da el espectacular endeudamiento de toda América Latina, unos países para superar sus problemas financieros derivados de la crisis y otros buscando aprovechar la situación. En 1982 la caída de los precios del petróleo y la subida de la tasa de interés se conjugaron para generar la peor crisis de deuda que jamás se haya vivido en la región. Los países latinoamericanos se encontraron en la imposibilidad de seguir pagando su deuda y declararon su moratoria de su deuda, iniciándose lo que se conoce en la región como al década perdida. El diagnóstico de los acreedores (bancos, países centrales y organismos financieros internacionales) fue que el modelo de crecimiento hacia adentro era el causante de la crisis de deuda que estaba atravesando la región: los excesos del Estado promotor del desarrollo habían causado corrupción, rentismo, mal aprovechamiento de los factores de producción, “populismo” entre otros males económico-políticos; el proteccionismo del mercado nacional había ocasionado baja competitividad de las empresas locales, pocas opciones para los consumidores, concentración del ingreso como derivados de los monopolios y la nula diversificación de las actividades económicas. Ante la contingencia de la crisis de deuda tanto acreedores como los Estados Unidos preocupados por los efectos de ésta sobre sus economías urgieron a los países latinoamericanos a renegociar sus deudas y tomar medidas de política económica que contuvieran los efectos negativos sobre sus economías y contener así la expansión de la crisis al resto del sistema económico internacional, los secretarios del Tesoro de los Estados Unidos propusieron planes para negociar el pago de la deuda entre acreedores y deudores. Los países latinoamericanos intentaron formar un “club de deudores” para negociar de forma conjunta pero la negativa de algunos de los más influyentes a esta estrategia, entre ellos México, desvaneció la iniciativa, no quedando más remedio que enfrentar de forma individual las políticas de estabilización y posteriormente el ajuste. A este primer momento de la crisis de la deuda se aplicaron medidas conocidas como de “estabilización”, mismas que estaban orientadas a la corrección de los principales desbalances macroeconómicos: bajar la inflación o, lo que es lo mismo, a buscar ante
todo la estabilización. Estas políticas fueron condicionadas por el Fondo Monetario Internacional a través de la firma de las cartas de intención para obtener crédito para hacer frente a dicha crisis. El crecimiento en esta etapa dejó de ser “el “objetivo. Para lograr tales propósitos se privilegió el saneamiento fiscal, la generación de un excedente comercial que permitiera servir la deuda externa pública y privada. Para ello se ajustaron drásticamente los precios y tarifas del sector público, se redujeron subsidios y otras partidas de egresos, como inversión pública y gasto social, y se persiguió un tipo de cambio real estable mediante devaluaciones nominales y una fuerte represión salarial. Todo lo cual dio como resultado un costo mucho mayor en términos de empleo, crecimiento, atención a grupos vulnerables entre otros. En materia financiera a partir de la liberalización de tasas y de la creación de nuevos instrumentos de deuda pública, se orientaron a la reestructuración de los bancos previamente nacionalizados (en algunos casos) y a la creación de las condiciones legales necesarias para su capitalización. Igualmente, la privatización de un gran número de empresas estatales de bajo mercado comenzaría en esta primera etapa. A partir de esto procesos, durante la década de los ochenta, inició, prácticamente todos los países de América Latina, un duro proceso de “re” inserción al mercado mundial, bajo nuevas condiciones del desarrollo del capitalismo como sistema mundial y del grado de configuración del capitalismo latinoamericano hasta es entonces. Las transformaciones que estas naciones se ven obligadas a instrumentar en su economía les significaron un alto costo económico pero sobretodo social. Las razones que determinaron en gran medida esta situación son numerosas. En primer lugar, porque el producto interno bruto creció menos que la población: En segundo lugar, lo poco que se creció (los países que lo hicieron no pasaron del 3 o 4.5%), sirvió para pagar el servicio de la deuda; recurriendo al constante endeudamiento externo como única alternativa para garantizar los pagos de los intereses de la deuda externa. Además, se tuvo que reducir el consumo interno con lo que de ser países receptores de capital extranjero, se tornaron en exportadores de capital a los países desarrollados. En tercer lugar, para financiar el déficit público y externo se aumentan las cargas tributarias, se reducen las importaciones y se inician las devaluaciones en todos los países Latinoamericanos. En cuarto lugar, la inflación acompaña un proceso agudo de desempleo y de surgimiento de la llamada "economía informal.
A las políticas de estabilización de la década de los ochenta les seguirían una serie de políticas económicas recomendadas por organismos financieros (especialmente el FMI), acreedores y el gobierno estadounidense, que más que estar dirigidas a la corrección de los desequilibrios macroeconómicos en el corto plazo, implicaban medidas de mediano e incluso largo plazo conocidas como reformas estructurales o ajuste estructural. Dichas políticas estaban dirigidas a la transformación del aparato productivo, a veces también denominada “reconversión industrial”, por su naturaleza de no sólo “corregir” desequilibrios sino incidir en la estructura económica de los países de América Latina. Tales exigencias debemos entenderlas como un proceso de políticas y reformas que apuntaron a crear ciertas condiciones básicas para poner en marcha otra modalidad de desarrollo distinta al período de la industrialización, orientado básicamente hacia la apertura comercial y la inserción de América Latina a los circuitos de comercio de la denominada “era de la globalización”, asumiendo su papel en la nueva división internacional del trabajo. Todas estas medidas se robustecieron y formaron parte de las políticas económicas de todos los países latinoamericanos de manera definitiva e indudable entre finales de los años ochenta y principios de los noventa mediante el denominado “Consenso de Washington”, y los fenómenos de la esfera internacional como el desmembramiento de la Unisón Soviética y el consecuente auge ideológico del neoliberalismo y la globalización, haciendo de este discurso el discurso dominante. ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE: 1. Averigüe sobre lo qué es el “Consenso de Washington”, quiénes lo conforman, sus elementos centrales que lo estructuran y sus diez recomendaciones sobre las reformas para solucionar la crisis en América Latina. Consulte las siguientes fuentes electrónicas: http://www.eumed.net/tesis/alhc/21.htm
[20
enero
2008].
http://www.lainsignia.org/2002/noviembre/econ_033.htm [20 enero 2008]. 2. Recuperé en un cuadro o esquema similar los resultados de las diez reformas promovidas por el Consenso de Washington en la región. Para ello revise la siguiente lectura: Acevedo López, Ma. Guadalupe y Adrián Sotelo (coords.). Restructuración económica y desarrollo en América Latina. México, Siglo XXI, 2004. Col. El debate latinoamericano, vol. 2. Págs. 19 a 52. Hoy a más de 20 años de aplicación del modelo neoliberal poco de las promesas hechas por estas han sido cumplidas. La arremetida neoliberal en América Latina propició que los
movimientos sociales, organizados o no, pertenecientes a partidos de izquierda o no (y en ocasiones incluso “frentes amplios” conformados por un crisol de fuerzas políticas de las más variadas tendencias), se trazaran como objetivo político la toma del poder para realizar cambios esenciales en la estructura estatal, para promover un modelo alternativo de desarrollo económico, político y social acorde a las realidades y necesidades de la población. Como resultado han emergido una serie de gobiernos progresistas, al menos en el discurso, en la región, primero en la República Bolivariana de Venezuela y posteriormente en Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador, Nicaragua. Más recientemente en Paraguay. Estos sucesos de cambio y agitación sociales han puesto en la palestra de los debates las formas políticas y económicas de buscar proyectos nacionales alternativos que reorienten y alivien las condiciones sociales más acuciantes en la región. ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE: 1. Realizar un control de lectura de Alfredo F. Calcagno. “Ajuste estructural, costo social y modalidades de desarrollo en América Latina” en Emir Sader (comp.). El ajuste estructural en América Latina. Costos sociales y alternativas. Buenos Aires: CLACSO, marzo de 2001.
Capítulo
1.
Disponible
en
línea:
http://www.clacso.org/wwwclacso/espanol/html/libros/sader/sader.html [15- abril-2008]. 2. Caracterice el nuevo patrón de acumulación en América Latina que se perfila desde la década de 1980. Para ello revise la siguiente lectura: Capítulo 4 “El nuevo patrón exportador latinoamericano” en Osorio, Jaime. Crítica de la economía vulgar. Reproducción del capital y dependencia. México, UAZ-Miguel Ángel Porrua, 2004. Págs. 101-
125.
Disponible
en
línea:
http://www.estudiosdeldesarrollo.net/pagina_tipo_cuatro.php?libro=critica_de_la_economi a [30 junio de 2007].
En suma.
Para comprobar lo que ha aprendido en esta Unidad Falta esta parte Fuentes de consulta
Hay que diferenciar entre fuentes de consulta y bibliografía básica. La básica es aquella que el alumno debe leer obligatoriamente, además de lo que está en la GEAA. Todas las referencias de bibliografía básicas deben ligarse a alguna actividad de aprendizaje. Ardao, Arturo. "Génesis de la idea y el nombre de América Latina", en Ardao, Arturo. América Latina y la latinidad, CCyDEL/UNAM, México, 1993. Zea, Leopoldo. América Latina: largo viaje hacia si misma. UNAM, Coordinación de Humanidades, Centro de Estudios Latinoamericanos, México, 1979.
Bibliografía complementaria para ahondar sobre el tema Vitale Luís. Historia de nuestra América. CELA, Santiago de Chile, 1991. Zalamea, Fernando. Ariel y Arisbe: evolución y evaluación del concepto de América Latina en el siglo XX. Santafé de Bogotá, Convenio Andrés Bello, 2000
UNIDAD 2 América Latina: política y gobierno 2.1. Procesos de independencia y surgimiento del Estado nación 2.2. Legado colonial en la estructura política 2.3. Influencia de los Estados Unidos 2.4. Gobiernos en América Latina 2.5. Integración y democratización 2.6. Alternativas a los problemas políticos y del subdesarrollo en América Latina
El estudio de esta unidad le permitirá: Comprender las formas históricas de la configuración política, de gobierno y visiones sobre los proyectos nacionales para buscar el desarrollo en América latina, su problemática y debates actuales. Esto presupone: 1) Comprender la influencia de las estructuras coloniales sobre la organización de los nuevos Estados latinoamericanos. 2) Comprender la relevancia de la política exterior estadounidense hacia América Latina en su proyecto imperialista. 3) Explicar las formas de gobierno por las que ha pasado América Latina hasta su presente 4) Comprender los debates actuales en América Latina respecto a la democracia y la política. Una mirada al tema Sin duda, la influencia de las estructuras coloniales sobre los sistemas políticos latinoamericanos siguen vigentes, la influencia estadounidense ha cambiado de formas pero no ha disminuido, las formas de gobierno han transitado de las autoritarias hacia una democracia formal y sin embargo América Latina parece no poder superar las promesas incumplidas, la corrupción, la desigualdad, etc. en este capitulo intentaremos descubrir como se ha configurado y trasmutado el Estado latinoamericano a la luz de su experiencia histórica. Un caso ilustrativo Recientemente el gobierno del Venezolano Hugo Chávez ha sido criticado duramente desde diversos círculos de opinión al calificarlo como un peligro para la “democracia” en América Latina, sin embargo, en países como Argentina, México, Chile vivimos una democracia formal, y la pregunta es ¿acaso estamos mejor que los venezolanos?, es decir, ¿la democracia nos permite tener un mejor gobierno, mejora económicas, etc.? , sin duda son asuntos serios sobre los que hay que reflexionar sin caer en la descalificación sin fundamento. (Sugiero que omitas esta parte y que la retomes al final de la unidad, ya sea en el resumen o bien, en la sección: ¿Qué opinas de este caso? Consulta el 123 de la GEAA para que veas qué se incluye en este apartado.)
2.1. Procesos de independencia y surgimiento de los Estados nacionales en América Latina. La explicación de la emancipación de las colonias americanas de sus metrópolis tiene múltiples interpretaciones, desde aquellas que intenta buscarla en la lucha continua de los pueblos indígenas contra los invasores y sus sucesores, hasta aquellas justificativas de los proyectos nacionales que se impondrían como historia oficialista en cada una de los países independizados.8 Es necesario encuadrar el contexto de las independencias, de lo que posteriormente se llamaría América Latina, de manera amplia, en procesos económicos y sociales ocurridos en Europa que tuvieron su correspondiente repercusión en América. La independencia de América es un proceso que se inicia con la irrupción de la modernidad en una monarquía de antiguo régimen (la Corona del reino de Castilla que agrupaba entre otros al reinos el de Aragón, Navarra,
e incluso en algún momento
Portugal, encabezada por la Casa de los Borbón por ese entonces), que va a desembocar en la desintegración de ese conjunto político en múltiples estados soberanos, uno de ellos España con un régimen constitucionalista monárquico liberal. La modernidad tuvo diferente significación en el proceso europeo y el americano; para el primero significó una transición de un antiguo régimen a una sociedad burguesa, en la que los actores toman conciencia plena de estar fundando una nueva era, un nuevo hombre, una nueva sociedad y una nueva política. Por el contrario, en América se dieron pocas modificaciones substanciales de las estructuras económicas, además éste se expresa como un fenómeno preponderantemente político, de ruptura con la metrópoli, y la sustitución de una clase privilegiada peninsular por una criolla.9 Los monarcas de la Casa de los Borbón, que substituyeron a la de Habsburgo, iniciaron una profunda reforma en España porque consideraban que el reino estaba muy atrasado en comparación con los demás países europeos (Francia e Inglaterra, sobretodo). Los cambios modernizadores que transformaban a Europa no habían tenido cabida en España, y en el siglo XVIII estaba en desventaja económica y tecnológica respecto del mundo occidental.
8
Malamud, Carlos. Historia de América. España, Alianza Editorial, 2005, p. 286. Guerra, François-Xavier. Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas. México, Fondo de Cultura Económica, 2000. 9
Las reformas borbónicas fueron una medida encaminadas a la modernización de España, éstas se extendieron a la Nueva España desde 1765, pero sintiéndose con más intensidad sus efectos hacia finales e inicios del siglo XIX. La finalidad de dichas reformas consistió en disminuir el poder y las atribuciones de la iglesia, el monopolio comercial intracolonial y con la metrópoli, a favor de las autoridades nombradas por la Corona, con el fin de controlar más de cerca la colonia y de extraer un beneficio más cuantioso de su explotación10. Estos cambios desembocaron en varias trasformaciones: el largo proceso de desamortización de la riqueza eclesiástica; el fortalecimiento de las autoridades enviadas por el gobierno metropolitano, con el apoyo de nuevas tropas, dando lugar a la creación de nuevas jurisdicciones político-administrativas conocidas como intendencias, que mermaban el poder de la estructura colonial tradicional que estaba muy comprometida con los intereses de las clases dominantes en la colonia (virrey, iglesia, Audiencias y Consulados comerciales); y la ampliación de las posibilidades de comercio en detrimento de los monopolios de Cádiz y Sevilla en España y de los Consulados en la colonia, dando lugar a nuevos polos y canales de intercambio y control mercantil. Estos cambios de descentralización y desconcentración tuvieron el efecto de fraccionar la colonia lo que dio por resultado el fortalecimiento de las economías y oligarquías regionales. Económicamente las reformas incrementaron la recaudación fiscal de la Corona mediante numerosos decretos y medidas recaudatorias, e incentivaron las actividades económicas ligadas al sector externo, sobretodo la minería. Todos estos cambios significaron un incremento de la explotación comercial y fiscal y un auge de comercio exterior desde las perspectiva de la metrópoli, pero dudosamente a favor de la colonia. La marginación de los españoles nacidos en la colonia (criollos) de los altos puestos administrativos, políticos, de autoridad y oportunidades para hacer negocios en beneficio de los peninsulares se fue constituyendo en una fuente creciente de descontento. Las reformas borbónicas hacían sentir más duramente en las colonias el peso de una metrópoli que entendía reservarse muy altos lucros por un papel que se resolvía en la intermediación con la nueva Europa industrial. Posteriormente, la invasión napoleónica, la acefalía y el vacío de poder crearon el marco político e institucional para el estallido emancipador. Efectivamente, la usurpación del 10
Cardoso, Ciro (coord.). México en el Siglo XIX (1821-1910). Historia Económica y de la estructura social. México, Nueva Imagen, 1988.
trono español por parte de José Bonaparte, en 1808, dio inicio a la coyuntura de la lucha política entre absolutistas y liberales11; ello detonó todo un proceso de resistencia de las provincias que se concretó en la organización política denominada Junta Central, que tenía por objetivo salvaguardar la soberanía, que “en ausencia del rey recaía en el pueblo”. La Junta Central buscó el apoyo de los reinos de América disponiendo que éstos eligieran representantes para enviarlos a la Junta. Pero, la Junta no pudo contener los avances de los franceses así que se acordó disolverla e instaurar una regencia que convocaría a Cortes en Cádiz, en los que participarían representantes de América. Todo este desarrollo político era peligrosamente liberal para los privilegios de los peninsulares en América, porque otorgaba demasiada autonomía en Hispanoamérica. Los peninsulares se opusieron férreamente a la instauración de juntas en América, colocándose
en
el
bando
absolutista
y
combatiendo
cualquier
movimiento
sospechosamente liberal. Aunque, la mayoría de los americanos criollos y españoles peninsulares estaban a favor de una autonomía, pues para los primeros significaba mayor participación política y económica en las decisiones de sus provincias y para los segundos el mantenimiento del status quo. El cenit de las transformaciones políticas en el mundo hispánico fue la adopción de la Constitución de Cádiz de 1812, que creó un estado unitario con leyes iguales para todas las regiones, convirtiéndose en la monarquía constitucional más radical de Europa. Cuando Fernando VII, regresó al poder, decretó la disolución de las Cortes y la anulación de todas las leyes, además de iniciarse la represión hacia los constitucionalistas liberales, también se restituyó los privilegios a la nobleza y a la antigua burocracia. La oposición al absolutismo de Fernando VII, se empezó a manifestar sobretodo (debido a las restricciones impuestas), en la organización de las sociedades económicas y las ligas masónicas, compuestas por hombres ilustrados. Mediante ellas se llevó a cabo las conspiraciones e insurrecciones tanto en España como en América. La restauración de la Constitución española de 1812, mediante el alzamiento de Rafael de Riego en enero de 1820, que de paso impidió que la mayor expedición preparada para invadir América llegara a su destino, trajo como consecuencia que los conservadores
11
Este conflicto enmarcado en las revoluciones liberales características de la época en Europa, precisamente por el ascenso de la clase burguesa al poder, junto con la transformación política de los estados europeos.
americanos se decidieran por la independencia pues ésta atentaba contra sus privilegios.12 La lucha por la emancipación inició cuando algunos grupos criollos quisieron desplazar a las autoridades de la corona, las cuales carecían de legitimidad y respaldo debido al vacío de poder, por lo que éstas fueron desplazadas por Juntas de Gobierno (Caracas, Buenos Aires, Bogotá, Chile) muchas de ellas presididas tanto por las oligarquías locales y las antiguas burocracias administrativas, siempre evitando la amenaza potencial o real de una sublevación indígena, negra o de los mestizos excluidos, o todos ellos aliados. Los movimientos independentista en la América española, generalmente son descritos como “revoluciones”, pero estos no representaron una revolución económica, ya que en líneas generales las estructuras productivas y de comercialización siguieron siendo las mismas; no fue una revolución social pues los grupos que finalizaron el proceso emancipador se resistieron a introducir cambios sociales o jurídicos de consideración; más bien fue una revolución política originada en el proceso de construcción del ciudadano y de la ciudadanía, en Europa, y que propició en las antiguas colonias la construcción de nuevas formas de organización política basadas en una nueva legitimidad.13 El surgimiento de las republicas y la construcción de Estados fue la otra cara de esta revolución política. En el plano internacional fue sumamente importante el cambio de un aposición neutral al reconocimiento de las republicas americanas por parte de Inglaterra deseosa de comerciar con ellas sin intermediarios y reafirmando su posición hegemónica; igualmente, Estados Unidos también extendió su reconocimiento y en 1822 su Doctrina Monroe se erguiría en un freno a cualquier intento de reconquista de la América española por el absolutismo europeo. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Revise el proceso de independencia de Brasil y el de la América española, compárelos. Elabore un cuadro comparativo en donde incluya semejanzas, diferencias y reseñé los principales grupos políticos que consumaron los movimientos de independencia, así como fechas importantes. Para ello consulte los siguientes capítulos de estos libros:
12
Rodríguez, Jaime E., El nacimiento de Hispanoamérica: Vicente Rocafuerte y el hispanoamericanismo, 1808-1832, México, Fondo de Cultura Económica, 1980. 13 Malamud, Carlos. Op. Cit., pp. 291-292.
Libro 1: Demetrio Boersner. Relaciones Internacionales de América Latina. Breve historia, Venezuela, Nueva Sociedad, 1990, pp. 101-102. Libro 2: Carlos Malamud. Historia de América. España, Alianza Editorial, 2005, pp. 307324. Libro 3: Leslie Bethell, ed. Historia de América Latina, vol. 5 La independencia. Barcelona, Crítica, 2000. Capitulo 2, págs. 41 a 74. Capítulo 3, págs. 74 a 123 y capítulo 6, págs. 171 a 203.
2.2. Herencia colonial en la estructura política Una vez alcanzada la independencia de la metrópoli, ahora los territorios emancipados deberían organizar su vida política interna. Los nuevos gobiernos debieron enfrentar la pacificación de sus territorios y la construcción de los aparatos estatales que aseguraran la gobernabilidad. No estaba clara la delimitación de las repúblicas sobre las que se pretendía ejercer soberanía nacional, ni tampoco lo era el proyecto nacional sobre el cual se pretendía construir ese nuevo Estado. Las guerras civiles que estallaron sólo permitieron perfilar las fronteras nacionales, regularmente estás fueron producto de la disputa e influencia por grupos oligárquicos regionales con intereses políticos y económicos diferenciados. Cuando las colonias españolas se independizaron estaban en juego varias identidades y proyectos nacionales. Por un lado estaban quienes, como Bolívar, partían de la identidad americana para defender la creación de una gran confederación continental. Esta postura coincidía con otros proyectos menores impulsaos por oligarquías deseosas de formar Estados nuevos y de otras que tuvieron que conformarse incorporándose a estructuras políticas más amplias.14 La definición de estas nuevas estructuras surgidas de un trazado fronterizo, control territorial, adopción de nuevas reglas del juego político y económico, no sólo repercutió en éste último plano sino también en el económico, pues ello dificultó los intercambios entre las nuevas repúblicas. Máxime si consideramos que este proceso coincidió con el despunte de la industrialización en Europa occidental y de Estados Unidos, con su consecuente demanda de materias primas y alimentos, lo que acentuó las economías de exportación de los sectores primarios de los nuevos Estados. 14
Malamud, Carlos. Op. Cit., p. 330.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un resumen de la lectura del siguiente libro: Cueva, Agustín. El desarrollo del capitalismo en América Latina. México, Siglo XXI, 2007, 20ª edición. Págs.11 a 47. A partir de la independencia, muchos fenómenos particulares como el latifundismo, el caudillismo, el militarismo y la corrupción se explican con el concepto de “herencia colonial” y esta explicación se extiende a todos los países latinoamericanos. Sin embargo, no todos los países funcionan igual y los procesos históricos y las fuerzas sociales han moldeado culturas políticas diferentes, reafirmándose la famosa cita “culpa es del tiempo y no de España”. No obstante, podemos hablar de ciertos fenómenos generales que se dieron desde la independencia y hasta mediados de 1850, período que abarca la reorganización nacional y regional. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Revisé el orden tanto regional como nacional en el aspecto preponderantemente político, encuentre y resuma fenómenos generales para toda la región de América Latina, en sus formas de gobierno, orden social, disputas por el poder, grupos dominantes, así como las diferencias nacionales más destacables de dicho orden. Para ello consulte los siguientes capítulos de este libro: Tulio Halperin Donghi. Historia contemporánea de América Latina. Madrid, Alianza Editorial, 2005,6ª reimpresión. Capítulo 4 y 5, págs. 209 a 357. 2.3. Influencia estadounidense en la región. La influencia de Estados Unidos en la vida independiente de América Latina surge prácticamente con todo su peso a partir del fin de la Guerra de Secesión estadounidense entre 1861-1865, entre el norte industrializado dominado por un fuerte impulso capitalista e ideología liberal y el sur tradicional dominado por una ideología conservadora, agraria y esclavista. Una vez con el norte triunfal Estados Unidos vino a convertirse en una potencia capitalista que ahora competiría con las tradicionales (Francia e Inglaterra) y con las nuevas (Italia, Alemania y Japón) por los mercados y materias primas y oportunidades de inversión que representaba América Latina, finalmente Estados Unidos terminaría por desplazar al resto alrededor de 1880. La influencia la ejercía tanto en el campo económico como político, fue trascendente la guía de la Doctrina Monroe por el presidente James Monroe en su intervención del 2 de diciembre de 1823 ante el Congreso norteamericano, y que se pueden resumir en tres
puntos: no a cualquier futura colonización europea en el Nuevo Mundo, abstención de los Estados Unidos en los asuntos políticos de Europa y no a la intervención de Europa en los gobiernos del hemisferio americano, y que a partir de 1890 influiría poderosamente el actuar internacional de los Estados Unidos. Pues en el plano político Estados Unidos se sintió con el derecho y la responsabilidad de participar activamente en los asuntos políticos de Latinoamérica y de asumir decisivamente el papel de árbitro en las relaciones internacionales americanas.15 Esto se puede constatar a través de la organización por los estadounidenses las Conferencias Internacionales de Estados Americanos en las cuales las principales ideas estaban dirigidas hacia el arbitraje obligatorio y la unión aduanera, y tal sistema se extendió hacia áreas como la salud (Organización Panamericana de la Salud), geografía e historia (Instituto Panamericano de Geografía e Historia), derechos y cuidados de la infancia (Instituto Internacional Americano de Protección a la Infancia), derechos de la mujer (Comisión Interamericana de Mujeres), políticas indígenas (Instituto Indigenista Interamericano), agricultura (Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas) defensa continental colectiva (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), ayuda económica (Banco Interamericano de Desarrollo)
y derechos
Interamericana
de
de
Derechos
Humanos),
obras
humanos (Corte
infraestructura
(Carretera
Panamericana), etc. El panamericanismo fue visto con recelo debido a la influencia y beneficio que suponía el planteamiento de tales proyectos para los intereses estadounidenses. Fue in modelo de ideología de integración económica, política y cultural de los países americanos bajo la hegemonía de Estados Unidos, de conocida inspiración monroísta, en definida oposición al latinoamericanismo de raíz bolivariana que sólo abarcaba en sus inicios la unidad entre las repúblicas hispanoamericanas, y con el cual suele confundirse en su aplicación terminológica siendo conceptos muy diferentes. Para salvar esa diferencia sustancial se han apelado a diversos procedimientos, como llamar “old” al latinoamericanismo que va desde el Congreso de Panamá (1826) hasta la primera Conferencia Panamericana (1889-90), llamado “new”.16 Todas estas acciones le llevaron diez años a los Estados Unidos, 1890-1900, a desplazar a las potencias de europeas de América. Económicamente el establecimiento de las grandes empresas monopolistas explotadoras de los recursos naturales, pasaron a 15
Demetrio Boesner. Relaciones Internacionales de América Latina. Nueva Sociedad, Venezuela, 4ª ed., 1990, p. 186. 16 http://www.ccydel.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virtual/diccionario/panamericanismo.htm
controlar prácticamente las actividades económicamente más rentables, configurándose un sistema político-económico conocido como “modelo primario exportador”, dominado por un sector de enclave dominado por la presencia extranjera, asociada a las oligarquías locales. Todo ello articulado al plano internacional en el que el desarrollo de los centros industriales demandaban una gran cantidad de alimentos para su fuerza laboral y de materias primas para su industria, primero de Inglaterra y posteriormente de los Estados Unidos, es decir, la nueva división internacional del trabajo en su fase de expansión industrial. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Investigue sobre la política exterior de los Estados Unidos hacia América Latina, especialmente en que consistieron los denominados períodos de “la diplomacia del dólar”, “diplomacia del garrote” y “la política del buen vecino”. Para ello revise el siguiente libro: Demetrio Boersner. Relaciones Internacionales de América Latina. Breve historia. Caracas, Nueva Sociedad, 1990, 4ª ed. Págs. 183 a 230. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realicé un control de lectura sobre la influencia de los Estados Unidos en América Latina ubicando y resaltando las prioridades de su interés nacional que este país ha impulsado en la región por distintas vías según cada época, de igual forma ubicar tales períodos, por ejemplo el “panamericanismo”, (ubicar intereses promovidos, vías y estrategias de promoción de tales intereses, resultados y nombre con el que se conoce a dicho período o incluso renombrarlo). Especialmente desde 1880 que se considera la fecha del inicio de su hegemonía indiscutible. Para ello revise los capítulos de los siguientes libros. Libro 1: Thomas Skidmore y Meter Smith. Historia contemporánea de América Latina. Barcelona, Crítica, 1999, 2ª ed. Págs. 378 a 420. Libro 2: Alain Rouquié. América Latina. Introducción al extremo occidente. México, Siglo XXI, 2007, 7ª ed. Págs. 383 a 397.
2.4. Diferentes formas de gobierno de cada uno de los países en la actualidad La configuración del sistema sociopolítico y económico implantado por el dominio del capital extranjero de mayoría estadounidense, mediante el “modelo de desarrollo hacia fuera” en asociación con las oligarquías locales, dio origen a regímenes dictatoriales, caudillistas y algunos ensayos democráticos de voluble estabilidad. El gran cambio
vendría con sucesos internacionales como la crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial, que abrieron la puerta para una industrialización incipiente en Latinoamérica. Con la industrialización vendría un nuevo pacto entre sociedad y Estado, en el que a éste le tocaría la tarea del desarrollo nacional; el Estado desarrollista alentado por las teorías económicas de inspiración Keynesianas y de planificación económica, apoyadas en América Latina vía la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas. A partir de la década de los cuarenta, en los países latinoamericanos comienza un proceso de cambio en las relaciones entre política y economía, que modifica contenidos de la ortodoxia liberal en lo referente al papel del Estado en la economía. Cambios que se van adoptando, en forma y temporalidad, de acuerdo con las características sociales, económicas e históricas particulares de cada espacio nacional latinoamericano. En concordancia con ese proceso, se adopta la industrialización como estrategia del modelo de desarrollo basado en la Sustitución de Importaciones -en algunos países como México, Brasil y del Cono Sur, esta modalidad de desarrollo se había implementado para la década de los treinta-, donde el Estado se convierte en el actor fundamental de la promoción del desarrollo y regulador de la distribución. Todo esto como consecuencia de la debilidad estructural de la burguesía endógena para comandar el proceso de acumulación. El Estado se ve obligado a asumir el papel que le corresponde al sector privado en el capitalismo avanzado. Por efecto de las características del proceso de industrialización, el Estado es conducido a una corporativización de su participación empresarial y productiva, lo que le otorga nuevas funciones y lo conduce a un proceso creciente de hipertrofia político-administrativa. De esta manera, la política económica se va haciendo cada vez más parte de la estructura de decisión estatal, dándole al Estado una mayor autonomía en relación con su entorno social interno y con magnitudes variables -de acuerdo con su capacidad de recursos humanos y de capital- respecto al contexto externo. Esta situación permite que las decisiones públicas se conviertan en objeto de la competencia de los grupos económicos. Los ensayos democráticos parecen retomar alguna fuerza que sería aplacada por la política anticomunista de los Estados Unidos, pues para ellos las expresiones sociales a favor de un cambio eran vistas con desconfianza, pues estaba en pleno auge la guerra fría, por lo que alentaron, organizaron y participaron en la instauración de dictaduras sangrientas que aseguraran su anticomunismo. El asunto se tornaría más complicado
cuando el modelo de industrialización mostraba serias limitaciones, y la Revolución Cubana mostraba otra vía, más allá del desarrollismo que preservaba las estructuras económicas y políticas de poder a favor de los grupos locales de siempre y la inversión extranjera. El militarismo, con el golpe en Brasil de 1964, volvería los primeros planos de nuevo para contener sociedades descontentas y para forzar la aplicación de un modelo económico que tendría su máxima expresión con el golpe militar en Chile de 1973. Después de los episodios de las dictaduras con el fin de la guerra fría y desde mediados de la década de los ochenta comenzó un lento regreso hacia la democratización de los sistemas políticos basados en la forma de gobierno de aspiración e inspiración democrática. Sin embargo, esta época democrática convive junto con unas condiciones económicas pavorosas para la mayoría de los habitantes de Latinoamérica. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un cuadro comparativo entre los sistemas políticos de 10 países latinoamericanos, apóyese en información oficial tales como las páginas de sus respectivos gobiernos.
2.5. Procesos de democratización en América Latina Hablar de la democracia en América Latina implica asumir que ésta no es democrática, lo que viene a cuento en este asunto es preguntarse ¿que entendemos por “democracia”?, seguramente la cuestión de la “democratización de América Latina” se complica a partir de esta pregunta. Al respecto algunos podrían asegurar que es un falso debate ya que la respuesta es bastante clara en relación a lo que se entiende por democracia: régimen de división de poderes autónomos e independientes, alternancia en el poder, ciudadanos libres para votar, partidos políticos y libertades civiles y económicas. Esta receta es la clásica definición de democracia surgida del ideario, y configurada, a través del tiempo, de los Estados centroeuropeos occidentales, que se relaciona perfectamente con la organización política que estos países han dado al orden social derivado de su forma de resolver su producción y reproducción material, es decir, capitalismo, Estado y democracia están íntimamente intrincados. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un control de lectura en que destaque la explicación de las siete paradojas de la democracia en América Latina del texto siguiente:
Jaime Osorio. “Paradojas de la política y la democracia en América Latina. Una crítica a la teoría de la transición democrática”, en revista Sociológica, año 16, núm. 45-46, eneroagosto 2001, UAM-Azcapotzalco, págs. 391-408. Esta concepción de democracia ha sido impuesta como molde, un ideal a alcanzar a aquellos países que no cuadran en su forma de organización política en tal definición. Porque la democracia formal de estos tiempos es un constructo teórico y empírico surgido del contexto histórico específico de ciertas agrupaciones humanas: los europeos. En este sentido para intentar acercarse al debate de la “democratización de América Latina” debemos tener en cuenta dos conceptos fundamentales: Estado y capitalismo; ambos atravesados por el desenvolvimiento histórico y sus particularidades de desarrollo que han tenido en la región. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Revise las formas que ha adoptado en Estado latinoamericano de acuerdo a los períodos de desarrollo por lo que ha transitado Latinoamérica, señalé la relación entre las formas que adopta éste y su relación con el modelo económico prevaleciente. Para ello revise la siguiente lectura: Teresa Castro, et al. “Revisitando al Estado. Los Estados populistas y desarrollistas: poner las cosas en su lugar” en Teresa Castro y Lucio Oliver, coord. Poder y política en América Latina. México, Siglo XXI, 2005. El debate latinoamericano 3. Págs. 17 a 49. Efectivamente, a la conformación de los Estados independientes de América Latina, su forma de organización política no fue democrática, sino inicialmente dictatorial, autoritaria ya sea oligárquica o caudillesca. Formas políticas que además se correspondían con la inserción de la región al sistema mundial capitalista caracterizada como dependiente. Pues eran los grupos locales poseedores lo que dominaban política y económicamente utilizando al Estado para hacer transacciones con las burguesías extranjeras. Con el cambio del modelo de desarrollo del modelo primario exportador hacia la aspiración de la industrialización y el desarrollo autónomo, llegó también las ideas marxistas y progresistas, posteriormente matizadas por los cuadros gobernantes mediante la adaptación de un “keynesianismo desarrollista” que impulsó un período de auge democrático en la región con gobiernos reformistas que intentaron mediar entre el desarrollo capitalista de la industrialización y el papel del Estado como garante de las conquistas sociales para moderar las consecuencias más salvajes del capitalismo,
buscando el tan ansiado proyecto nacional que asegurara la estabilidad política aunado al establecimiento de vías hacia el desarrollo económico. Sin embargo, el reformismo no fue suficiente para atender las necesidades más apremiantes de la población y la apertura democrática favoreció la aparición de fuerzas y movimientos sociales (de diversas corrientes marxistas, polemizando entre la revuelta social, la vía electoral y la armada para su cometido) que lucharon políticamente y electoralmente (y clandestinamente en le caso de la guerrilla latinoamericana), para que del reformismo se pasara a la liquidación de la base del sistema económico dependiente del capitalismo latinoamericano responsable del atraso de la región; por otro lado, ante las condiciones de los países latinoamericanos dichos movimientos alcanzaron un alto grado de apoyo social, logrando importantes victorias electorales que en algunos casos incluía la misma presidencia obligando a los grupos dominantes a arrebatarles la victoria vía el fraude electoral, la utilización de todos los medios a su alcance (económicos, políticos e ideológicos) para generar crisis en sus programas de gobierno y en última instancia el golpe de Estado. La gesta de la incipiente democracia latinoamericana duró muy poco por razones provenientes de la coyuntura de Guerra Fría, en la que los Estados Unidos y las grupos dominantes de la región ante las victorias electorales de las fuerzas progresistas y ante el riesgo de estallidos revolucionarios que dieran al traste con el status quo, optaron por la solución dictatorial a través de los golpes de Estado, instalando juntas militares encargadas de la represión brutal de los grupos disidentes tal como lo atestigua el Cono Sur. Todo ello bajo el argumento de la defensa del “mundo libre” y el combate al comunismo en la región. Con la crisis de deuda de 1982, acompañada de la exigencia de la apertura económica vino también la “apertura democrática” y el retorno de la democracia en América Latina, al menos procedimental, con el arribo de gobiernos civiles encargados de aplicar la políticas de estabilización y posteriormente de ajuste estructural de corte neoliberal. El neoliberalismo es un programa completo que incluye medidas económicas pero también políticas y sociales. Este programa durante la década pérdida fue aplicado como la única solución a la crisis de América Latina, promoviendo el libre comercio como el nuevo modelo bajo el que se buscaría el desarrollo de la región. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un control de lectura en el que destaque la evolución “democrática” de América Latina desde 1930 en distintos países de América
Latina, haciendo la distinción entre las formas de buscar el desarrollo en gobiernos civiles y militares, así como procesos relevantes para la región en su conjunto. Para ello revise la siguiente lectura: Leslie Bethell, ed. “La democracia en América Latina desde 1930” en Historia de América Latina.12 política y sociedad desde 1930. Barcelona, Crítica, 1999. Págs. 11 a 66. No obstante, a más de 20 años de políticas neoliberales el desempeño económico de la región deja mucho que desear, en prácticamente todos los rubros. Por el contrario algunos males de la región se acentuaron: la concentración de la riqueza, aumento de la pobreza y exclusión social, bajo crecimiento económico, pérdida de soberanía económica, entre otros. Lo que ha llevado a una nueva efervescencia política de movimientos sociales que han culminado con la llegada en este nuevo milenio de gobiernos de izquierda en un gran número de Estados Latinoamericanos. Además dichos gobiernos son presionados constantemente por movimientos sociales y sectores sociales medios (ya sean independientes o controlados políticamente por la vieja derecha) que se agrupan en torno a una multiplicidad de demandas sobre necesidades urgentes que han dejado pendientes más de dos décadas de neoliberalismo, lo que pone en riego la llamada “gobernabilidad” y la “fragilidad democrática” ante la tentación de contener estos movimientos por la vía de la represión. Por demás, además de Cuba que de la década de 1990 para acá ha sido condenada como una dictadura que obviamente no se ciñe a los dictados democráticos del episodio neoliberal, se ha señalado que algunos gobiernos en América Latina, específicamente el de Hugo Chávez y el de Evo Morales en Bolivia son una regresión al pasado populista y dictatorial de América Latina, lo que levanta polémica en la discusión sobre la democracia en Latinoamérica. En todo este devenir histórico las sociedades latinoamericanas se han transformado, así como el Estado y las formas políticas de hacerse representar los grupos dominantes; la aplicación del pensamiento único ha dejado importantes secuelas de distinta naturaleza en las sociedades latinoamericanas. Todo esto en un marco más amplio de reestructuración de la economía capitalista mundial que implica asegurar el dominio de los capitalismos centrales más avanzados sobre las periferias, abrogar las conquistas sociales ganadas durante el siglo XX, e imponer una agenda comercial-financiera de
acuerdo a sus intereses, todo ello para superar la crisis en que se encuentra el sistema desde 1973. Pero, regresando a las secuelas sobre las sociedades latinoamericanas vale citar a A. Boron “¿Qué tipo de sociedad dejan como legado estos quince años de hegemonía ideológica del neoliberalismo? Una sociedad heterogénea y fragmentada, surcada por profundas desigualdades de todo tipo clase, etnia, género, región, etc. que fueron exacerbadas con la aplicación de las políticas neoliberales. Una sociedad de “los dos tercios”, o una sociedad “a dos velocidades”, como suele ser denominada en Europa, porque hay un amplio sector social, un tercio excluido y fatalmente condenado a la marginación y que no puede ser “reconvertido” laboralmente ni insertarse en los mercados de trabajo formales de los capitalismos desarrollados” Esta tendencia de los pautas sociales herencia del neoliberalismo son políticamente usadas para manipular la opinión de la propia sociedad sobre el actual desarrollo político, económico y social en la región; todo aquello que no entra en los parámetros del “pensamiento único” como su concepción de democracia, libre mercado, unidad nacional, desarrollo, o que vaya en contra de los intereses de los grupos dominantes y sus pares extranjeros es automáticamente tachado de “socialismo trasnochado”, “vuelta al pasado populista”, “autoritarismo”, entre otros epítetos que descalifican procesos como los que se viven en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua de forma más significativa, procesos por otro lado que intentan “reinventar” un nuevo modelo de democracia y justicia social, no, evidentemente, exentos de resistencias de aquellos que sienten amenazados sus intereses, ni equívocos de los arquitectos de tales transformaciones. Lo cual repercute en la desorganización política, desencanto de la sociedad civil de la política y políticos, y en general en algunos casos la asunción de un pensamiento rabiosamente individualista e incluso conservador y consumista, por gran parte de la clases medias y sectores populares urbanos, (pensamiento azuzado y fomentado por los mass media), adoptando los proyectos político- económicos de las clases dominantes aún cuando van en contra de su propio interés de clase. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un control de lectura en el que destaque el impacto de la recesión y los ajustes de inspiración liberal sobre las condiciones de vida de las clases y capas populares en América Latina y sobre el tipo de sociedad civil resultante con el modelo neoliberal, para ello revise la siguiente lectura:
Boron, Atilio A. “La sociedad civil después del diluvio neoliberal”, en Emir Sader y Pablo Gentili (comps.) La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social Buenos Aires, CLACSO, 2003, 2ª ed. Disponible en línea: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/trama/boron.rtf [25- abril – 2008]. Todo este largo recorrido no es sino parte de situar el problema de la “democratización” de la región, que como se puede apreciar es un álgido debate en la actualidad, hoy cuando se debaten proyectos sociales en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia por mencionar los más sonados, cuyos procesos son calificados en general como “disrupciones” en el avance democrático de la región, que por otro lado no podría ser posible sin un respaldo popular importante lo que los coloca como movimientos de avanzada que intentan superar, para empezar, el modelo neoliberal y posteriormente la búsqueda de de un modelo propio de desarrollo y organización política en la región, no basado en los conceptos eurocentristas o anglocentristas de democracia y organización política. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un reporte de lectura en el que ubique los movimientos de izquierda mas representativos que han llegado al poder en América Latina, así como la coyuntura nacional y regional que los ha hecho posibles, encuentre similitudes y diferencias entre éstos. Para ello revise la siguiente lectura. Beatriz Stolowicz. “La Izquierda Latinoamericana gobierno y proyecto de cambio” Transnational Institute, Briefing Series documentos
de
debate,
Núm.
1,
Fundación de Investigaciones Marxistas, enero
de
2004.
Disponible
en
línea:
www.tni.org/reports/newpol/left-s.pdf [2 de mayo -2008].
2.5. La integración latinoamericana Por años el tema de la integración latinoamericana ha sido un tema recurrente, tanto en el ámbito académico como en el gubernamental. No obstante, a pesar de la diversidad de mecanismos adoptados para tal fin, la integración en América Latina ha sufrido serios retrasos y estancamientos. Tales dificultades se ven exaltadas en comparación con el proceso de integración europeo. En América Latina en diversos círculos de intelectuales, de Organizaciones No Gubernamentales, de Académicos y sociedad en general, persiste una idea entorno a la existencia de una “conciencia latinoamericana”, que nos induce a pensar que un grupo de
naciones que comparten una historia con grandes paralelismos, afinidades culturales y que en el presente enfrentan similares trances, es totalmente posible la unión de esfuerzos como condición para abatir males regionales. Sobre todo cuando a la luz de los hechos en Europa ocurre un proceso en el que un numeroso grupo de países con, aparentemente, más divergencias que los latinoamericanos han logrado un alto grado de cooperación mediante la institucionalización de sus relaciones no solamente económicas y comerciales sino además en temas tan difíciles ligados a cuestiones sociales e implicación de cesión de soberanía. En este sentido se armó todo un marco institucional con el objetivo de consumar la integración de la región que derivó en diversos mecanismos como la ALALC y la ALADI, que hoy se le conoce como el “patrimonio histórico de la integración latinoamericana”, pero que por diversos factores hasta la fecha no ha tenido un resultado significativo. Dentro de esos factores que han contribuido para el fracaso de la integración en América Latina podemos mencionar la situación política y económica en la región, la hegemonía estadounidense, así como también las tendencias mundiales en las que se desplazan las variables mencionadas, que influyen de manera decisiva en el proceso, también son importantes la nula solidaridad entre gobiernos latinoamericanos producto de su situación política interna y la incompatibilidad política que genera ésta entre los distintos regimenes latinoamericanos. Los fundamentos de los incipientes esfuerzos integracionistas de la década de los sesenta tuvieron una motivación prioritariamente económica. Los procesos de integración iniciados en América Latina constituyeron en cierto modo una racionalización, a mayor escala geográfica, del esquema sustitutivo de importaciones que en ese tiempo era el modelo de desarrollo nacional por excelencia en los países latinoamericanos, impulsados decididamente por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL). El modelo a escala regional, consistía en la eliminación gradual de las restricciones al comercio entre los países de la región y el mantenimiento de la protección respecto del resto del mundo. En aquella época el argumento para la integración era la pequeñez de los mercados nacionales y su relación con las economías de escala nulamente aprovechadas. Así, según el modelo cepalino sustitutivo de exportaciones para continuar siendo viable debía expandirse al ámbito regional. En una coyuntura de Guerra Fría, los proyectos de Integración tuvieron resonancia entre los incipientes gobiernos democráticos latinoamericanos debido a su condición de
“no alineados”, sin embargo, dichos acuerdos estuvieron dentro del vaivén de la fragilidad política de los países latinoamericanos que sufrieron de manera palpable la intervención de los Estados Unidos en su estrategia de contención al comunismo en América Latina, dirigida a minar movimientos político-sociales considerados peligrosos para la estabilidad y seguridad hemisféricas, sacrificando gobiernos democráticos por dictaduras militares y fuerzas políticas de derecha que coincidieran con sus intereses; lo que se tradujo en confrontaciones y animadversión entre los distintos regímenes latinoamericanos. En esta etapa América Latina se encontró dividida, sin opciones ni márgenes claros de acción, lo que contribuyó al fracaso del movimiento integracionista latinoamericano de aquellos años. El auge integracionista entraría en un serio deterioro con la crisis de deuda latinoamericana a comienzos de la década de los ochenta, que obligó a la región en su conjunto a adoptar medidas restrictivas a las importaciones, mismas que se hicieron extensivas entre sí en los países miembros de los esquemas de integración subregionales, lo que significó de hecho la vulneración parcial o eliminación de las preferencias que fueron recíprocamente abordadas en los marcos de integración y produjo un deterioro evidente del proceso de integración. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un cuadro cronológico donde destaque los acuerdos de integración regional y subregional en América Latina, sus miembros y una péquela reseña de su historia y objetivos. Para ello revise la siguiente lectura: Alberto Rocha Valencia. “América Latina y el Caribe. La dimensión política de los procesos de integración regional y subregional” en Revista de Ciencias Sociales Departamento de Sociología, Universidad de la República, Uruguay, Año XV / Nº20, junio de 2002, págs. 23-37. Disponible en línea: http://www.rau.edu.uy/fcs/soc/
[20 de
diciembre de 2007]. Las negociaciones para el pago de la deuda latinoamericana resultó el detonante para que operaran los cambios en la estrategia de “crecimiento”, pasándose a concebirse mediante una política económica de concepción monetarista y neoliberal. Del modelo de “desarrollo hacia dentro” se pasó al modelo de “crecimiento hacia afuera”. Indiscutiblemente, a la luz de Plan Brady para ordenar el pago de la deuda latinoamericana se implementó una nueva estrategia encauzada a la estabilización y la liberalización de sus economías con el argumento básico de la necesidad apremiante por
dinamizar sus sectores exportadores a fin de poder cumplir con parte de sus compromisos de endeudamiento externo. Como resultado la estrategia de la integración regional a partir de la década de los noventa es cualitativamente diferente a la iniciada a finales de los cincuenta y sesenta; desde entonces la red de vínculos comerciales regionales se ha multiplicado, tanto con acuerdos intrarregionales, bilaterales y multilaterales. El nuevo esquema de integración regional a partir de la década de 1990 tiene vocación librecambista; asumió la concepción del “regionalismo abierto”, promovido por la CEPAL, que describe el proceso mediante el cual los países latinoamericanos proseguían la integración, al mismo tiempo que desmantelaban las barreras comerciales con terceros países, con la intención de buscar su “inserción al panorama internacional” en el marco de la globalización. La lógica de la integración viene determinada, según esta perspectiva, por los requisitos del funcionamiento del mercado. Este se eleva a la categoría de rector del proceso de integración. Así, a la política económica se le asigna la misión de eliminar los obstáculos, limitar, derribar y evitar el surgimiento de la intervención de los poderes públicos en tales procesos. Además, la tendencia a la conformación de bloques económicos derivada de la idea de la globalización y transnacionalización económica y de la multipolaridad económica, como consecuencia del fin de la Guerra Fría, generó la posibilidad de un área de libre comercio hemisférica en América como respuesta a los avances de la entonces Comunidad Económica Europea y de la región asiática, a iniciativa de los Estados Unidos. La idea fue plasmada en 1990 por el ex presidente George Bush, quien anunció la Iniciativa de la Empresa para las Américas (Enterprise for the Americas Initiative, EAI). La EAI descansaba en tres pilares: promoción de la inversión, asistencia acompañada de reducción de la deuda, y la eliminación de barreras al comercio. Como parte de las disposiciones comerciales de la EAI, el Presidente Bush incluyó la posibilidad de que los Estados Unidos suscribieran acuerdos de libre comercio, en particular con agrupaciones subregionales. Con la suscripción del NAFTA y la propuesta de la conformación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), más la complicada red de acuerdos subregionales,
multilaterales y bilaterales en la región latinoamericana, se planteó la disyuntiva acerca del esquema de integración regional que debía seguir América Latina. En esa misma década el fenómeno de la integración se redefinió entre dos grandes posturas, así según el enfoque con el que se le defina esta puede contribuir a “La formación de una economía global que determina la interdependencia en torno a un mercado mundial…y en ese sentido la formación de bloques comerciales adquiere sentido dentro de estas coordenadas, acelerando la globalización o actuando como “sindicatos” de unos países que intentan afrontar con mejores garantías el escenario emergente”, en otras palabras el denominado debate entre multilateralistas y regionalistas.17 La vertiente multilateralista se fortaleció con el discurso dominante del neoliberalismo económico y la acción de parte de los gobiernos, elegidos ya democráticamente, latinoamericanos que abrazaron el librecambio y al mercado como los nuevos ejes para alcanzar el desarrollo vía la inserción internacional a las corrientes del comercio mundial buscando aprovechar las ventajas y oportunidades que la globalización les ofrecía a todos los países por igual, los de América Latina vía sus programas de estabilización y ajuste durante la década de los ochenta crearon una base económica y social que dotó a la región de nuevas ventajas competitivas, habilidades y competencias a las que se sumaron las tradicionales comparativas que nos harían seguros ganadores dentro del contexto de la globalización económica. Lo que en realidad sucedió es que América Latina, como ya se mencionó, fue una especialización productiva que está al servicio de la relativa nueva reorganización del sistema económico internacional del que se benefician los países centrales, y en el que a la región le sigue tocando el papel de abastecedor de productos manufacturados con escaso valor agregado y con alto contenido de materias primas básicas; y si quizá en algunos casos se llevan procesos productivos que implican ocupación de mano de obra altamente calificada y tecnología de punta, todo ello está en función de una cadena de producción mundial de alguna transnacional que aprovecha las ventajas competitivas de algunos de estos países que no impacta ni se hace extensiva al resto del aparato productivo. El intercambio comercial que se beneficia con estos acuerdos con las inversiones en cartera, directas vía la participación en negocios y servicios del y con el Estado; bienes y servicios dirigidos al pequeño sector que concentra la riqueza en la región; y 17
Sergio Cerezo Plaza. Los bloquees comerciales en la economía global. España, Síntesis, 1997. Pág. 18.
manufacturas y productos que están insertos dentro del circuito cerrado del comercio intrafirma o extra firmas lo que evidentemente no reporta ningún negocio que signifique una palanca de desarrollo para los países de Latinoamérica. Los acuerdos de integración en la región se han erigido en leyes fundamentales que definen las reglas de operación de los mercados que se forman con ellos en los que se asegura las ganancias y la seguridad jurídica con las que exigen operar la inversión extranjera y el gran capital trasnacional latinoamericano, auténticos beneficiarios de estos acuerdos de integración que les facilitan las condiciones de acceso a los factores de producción, insumos, exenciones fiscales, políticas de abaratamiento de la fuerza de trabajo vía las prestaciones sociales, entre otras. No es sino ante los pobres resultados de esta estrategia, que hay que decirlo, durante los primeros cinco años (1990-1995) mostró un dinamismo comercial regional que pareció generar un presagio optimista a futuro, pero finalmente se diluyó ante los choques e inestabilidad del panorama económico internacional con lo que quedó claro que la inversión extranjera y las grandes trasnacionales ante señales negativas abandonarían el barco echando por la borda todo el esfuerzo que la región hizo y hace para atraerlas. El gran capital transnacional latinoamericano (monopolios y en el mejor de los casos oligopolios) también prefiere reorientarse hacia otras regiones y en todo caso al pertenecer estos grupos económicos a la clase dominante, y casi siempre, además, al sector hegemónico, adoptan mecanismos políticos y económicos que los protegen contra las eventuales y recurrentes crisis. Una vez más quedó de manifiesto que apostarle al mercado internacional como palanca de desarrollo es una ruta poco segura. Ello debido a que las fluctuaciones internacionales no favorecen la estabilidad de los procesos en los que la región se ha especializado y en los que otras regiones (debido a que no adoptaron un modelo aperturista indiscriminado y tan veloz como en América Latina y dejado a las “libres fuerzas del mercado”) han generado condiciones mucho más atractivas y eficientes. Además, porque los factores productivos a los que da preeminencia el modelo no abundan en Latinoamérica: inversión, tecnología y elevados niveles de educación. Ante el estancamiento del proceso integrador con la opción del regionalismo abierto, a finales de los noventa, algunos acuerdos, sobretodo aquellos con una vocación más regionalista, se han reorientado hacia un “regionalismo progresista” que coincide además con la ola de gobiernos de izquierda a principios de siglo XXI.
Lo que refleja la lucha entre la clase dominante que intenta llevar el modelo neoliberal hasta sus últimas consecuencias y las fuerzas progresistas y de izquierda que buscan una alternativa a tal modelo, impulsados por el grito y presión de la movilización social que amenaza la “gobernabilidad”. En las negociaciones, cumbres, reuniones y proyectos que tienen que ver con la integración regional también se sucede esta lucha por los objetivos, mecanismos institucionales y formas de la integración en América Latina. En estos momentos la integración en América Latina también se encuentra en una fase de definiciones supeditada
a la lucha entre, relativamente, fuerzas político-económicas sociales
opuestas. ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Realice un breve ensayo donde ubique claramente las transformaciones políticas, económicas, sociales en América Latina, desde el fin de la Guerra Fría, que han impactado de manera determinante los procesos de integración regional y subregional. Para ello revise las siguientes lecturas: Francisco Rojas Aravena y Josette Altmann B. Multilateralismo e integración en América Latina y el Caribe. FLACSO-Chile, Fundación Carolina, CEPAL, 2007, 41 págs., Cuadernos Integración en América Latina. Seminario Internacional Paradojas de la Integración en América Latina Realizado en Santiago, Chile, diciembre, 2006. Disponible en línea: http://www.flacso.org/integracion/cuadernos.php [20 enero 2008]. Bermúdez, Marcela. “Alternativas al ALCA desde los nuevos gobiernos progresistas del Cono Sur. El caso del Frente Amplio en Uruguay”. Concurso: ALCA, procesos de dominación y alternativas de integración regional. Programa Regional de Becas CLACSO. 2005, 36 págs. Disponible en línea: http://www.clacso.org.ar/difusion/secciones/programaregional-de-becas/trabajos-finales/articulos-alca-procesos-de-dominacion-y-alternativasde-integracion-regional-2004-1 [17 diciembre 2007].
2.6. Globalización y Alternativas a los problemas sociopolíticos y del subdesarrollo en América Latina Como se ha venido insistiendo a lo largo de este escrito los problemas de azotan a Latinoamérica han recobrado un avivado debate a cerca de las formas de buscar el desarrollo y de los procesos de democratización en la región con todos y sus circunstancias de cada país. Lo que es un hecho es que de todas estas transformaciones
socioeconómicos y políticos no es posible aventurar alternativas de solución como las viejas “recetas” neoliberales que auguraban prosperidad, ni mucho menos finales (felices o infelices - ¿para quiénes?-) en el corto plazo. A pesar de que las visiones acerca de que los problemas de América Latina eran del orden de “actitudes”, “echarle ganas” y hasta en última instancia apelando razones (por cierto decimonónicas e incluso anteriores) raciales para explicar la debilidad institucional, el subdesarrollo, la violencia, caudillismos, etc., habían sido abrogadas por el pensamiento crítico latinoamericano, hoy tenemos esas visiones de nueva cuenta rozagantes, pues la ideología neoliberal las ha traído de vuelta, no sólo de entre los ciudadanos de a píe sino entre los grupos dominantes y ciertos sectores de la academia. En este sentido, sólo se puede delinear algunos grandes temas de actualmente están a debate en lo concerniente a la región: América Latina y su relación con el sistema mundial capitalista, modelos de desarrollo, crítica al neoliberalismo, actualidad de la revolución, procesos de auténtica democratización, transformación del Estado, cambios políticos y procesos de integración en la región. Para obtener un acercamiento a estos debates recientes acerca de tales temas a continuación se delinean una serie de lecturas. 1. Osorio, Jaime. “Entre la explotación redoblada y la actualidad de la revolución: América Latina hoy” en Argumentos, mayo-agosto, año/vol. 20, número 054, Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco, México. Págs. 11 a 34. Disponible en línea: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=59505401&iCveNum=776 7 [24 noviembre 2008]. 2. Falero Cirigliano, Alfredo. “Patrón del poder neoliberal y una alternativa social” en Política y Cultura, otoño de 2005, núm. 24, Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco,
México,
págs.
97-119.
Disponible
en
línea:
http://polcul.xoc.uam.mx/tabla_contenido.php?id_fasciculo=149 3. Furtado, Celso. “Repensar la Teoría del Desarrollo”, en Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, no. 4, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Enero
2008.
Disponible
en
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/cuadernos/furtado/furtado.pdf febrero 2008].
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En suma.
La lucha por la emancipación inició cuando algunos grupos criollos quisieron desplazar a las autoridades de la corona, las cuales carecían de legitimidad y respaldo debido al vacío de poder, por lo que éstas fueron desplazadas por Juntas de Gobierno (Caracas, Buenos Aires, Bogotá, Chile), muchas de ellas presididas tanto por las oligarquías locales y las antiguas burocracias administrativas, siempre evitando la amenaza potencial o real de una sublevación indígena, negra o de los mestizos excluidos, o todos ellos aliados. Los ensayos democráticos parecen retomar alguna fuerza que sería aplacada por la política anticomunista de los Estados Unidos, pues para ellos las expresiones sociales a favor de un cambio eran vistas con desconfianza, pues estaba en pleno auge la guerra fría, por lo que alentaron, organizaron y participaron en la instauración de dictaduras sangrientas que aseguraran su anticomunismo. Para comprobar lo que ha aprendido en esta Unidad Falta Fuentes de consulta Cardoso, Ciro (coord.). México en el Siglo XIX (1821-1910). Historia Económica y de la estructura social. México, Nueva Imagen, 1988. Castro Escusdero Teresa y Lucio Oliver, (coords.). Poder y política en América Latina. México, Siglo XXI – FCPyS/UNAM, 2005. Cockcroft, James Donald. América Latina y Estados Unidos: historia y política país por país. Siglo XXI, México, 2001. Demetrio Boesner. Relaciones Internacionales de América Latina. Nueva Sociedad, Venezuela, 4ª ed., 1990. Di Tella, Torcuato Salvador. Historia de los partidos políticos en América Latina, siglo XX. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1993 González Casanova, Pablo (coord.). El Estado en América Latina. Teoría y práctica. México, Siglo XXI – Universidad de las Naciones Unidas, 2ª ed.,1998. Guerra, François-Xavier. Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas. México, Fondo de Cultura Económica, 2000. Malamud, Carlos. Historia de América. España, Alianza Editorial, 2005.
Rodríguez, Jaime E., El nacimiento de Hispanoamérica: Vicente Rocafuerte y el hispanoamericanismo, 1808-1832. México, Fondo de Cultura Económica, 1980. Bibliografía complementaria para ahondar sobre el tema Bagú, Sergio. Economía de la sociedad colonial: Ensayo de historia comparada de América Latina. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Grijalbo, 1992. Bulmer-Thomas, Victor. La historia económica de América Latina desde la Independencia. México, Fondo de Cultura Económica, 1998. Halperín Donghi, Tulio. Historia contemporánea de América Latina. Madrid, Alianza, 1998. Paz y Miño Cepeda, Juan José. Deuda histórica e historia inmediata en América Latina. Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Taller de Historia Económica, Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, Abya Yala, 2004. Skidmore, Thomas E. Historia contemporánea de América Latina: América Latina en el siglo XX. Barcelona Grijalbo Mondadori, 1996.
UNIDAD 3 Los orígenes de Estados Unidos y Canadá 3.1. Formación de las colonias y llegada de europeos 3.1.1. Estados Unidos 3.1.2. Canadá 3.2. Las instituciones de gobierno: génesis 3.2.1. Estados Unidos 3.2.2. Canadá
3.1.1. Estados Unidos A finales del siglo XV había en Europa una gran demanda de especies, textiles y tinturas de Asia. Cristóbal Colón, marino italiano, creyó erróneamente que podría llegar al Lejano Oriente navegando 6.400 kilómetros hacia el oeste partiendo de Europa. En 1492, persuadió a los reyes de España para que le financiaran el viaje. Colón navegó hacia occidente pero no llegó a Asia sino a una de las Islas Bahamas en el Caribe. Colón llegó a explorar la mayor parte del área caribeña. Jamás alcanzó el Lejano Oriente; pero en cambio regresó a Europa con oro, y en el lapso de 40 años los avaros aventureros españoles habían conquistado un enorme imperio en Centro y Suramérica. Los españoles también fundaron algunas de las primeras colonias norteamericanas: San Agustín en Florida (1565), Santa Fé en New Mexico (1609), y San Diego en California (1769). Cuando Colón y más tarde los exploradores españoles regresaron a Europa con relatos del abundante oro que había en América, cada soberano europeo se apresuró a reclamar para sí la mayor parte posible del territorio del Nuevo Mundo, junto con las riquezas que pudieran extraerse de él. La única forma de hacer valer estos reclamos era mediante el establecimiento de colonias de europeos en el territorio. Este requerimiento combinado con el celo de los sacerdotes españoles por convertir a los habitantes indígenas de América al cristianismo, la necesidad de los disidentes religiosos y políticos europeos de escapar de la persecución en sus respectivas patrias, y la sed de aventura de algunos individuos dio impulso a la fundación de colonias. En 1607 un grupo de atrevidos colonizadores ingleses construyó una diminuta aldea en Jamestown, Virginia. Portadores de una cédula del Rey Jaime I de Inglaterra, fundaron la primera colonia inglesa que sobrevivió. Una compañía londinense interesada en obtener utilidades financió la fundación, pero nunca las obtuvo. De los primeros 105 colonos, 73 murieron de hambre y enfermedades en los primeros siete meses después de su arribo. Pero la colonia con el tiempo creció y prosperó. Los virginianos descubrieron la forma de ganar dinero con el cultivo del tabaco, el cual empezaron a enviar a Inglaterra en 1614. En Nueva Inglaterra, la región nororiental de lo que hoy es Estados Unidos, los puritanos ingleses establecieron varias colonias. Estos colonizadores pensaban que la Iglesia de Inglaterra había adoptado demasiadas prácticas del catolicismo, y llegaron a América huyendo de la persecución en tierras inglesas y con la intención de fundar una
colonia basada en sus propios ideales religiosos. Un grupo de puritanos, conocidos como los peregrinos, cruzaron el Atlántico en un barco llamado Mayflower y se establecieron en Plymouth, Massachusetts, en 1620. Una colonia puritana mucho más grande se estableció en el área de Boston en 1630. Para 1635, algunos colonizadores ya estaban emigrando a la cercana Connecticut. Llegó toda clase de gente: aventureros, maleantes, fervorosos creyentes, constructores, soñadores. América les prometía, como dijo el poeta Robert Frost, un nuevo comienzo para la raza humana. Desde entonces, los estadounidenses han considerado a su país como un gran experimento, un modelo valioso para otras naciones. Nueva Inglaterra también estableció otra tradición: un rasgo de moralismo frecuentemente intolerante. Los puritanos creían que los gobiernos debían hacer cumplir la moralidad de Dios. Castigaban severamente a los bebedores, los adúlteros, los violadores del Séptimo Día, y los herejes. En las colonias puritanas el derecho de voto se limitaba a los miembros de la iglesia, y los salarios de los ministros se pagaban de los impuestos. Roger Williams, un puritano que no estaba de acuerdo con las decisiones de la comunidad, sostuvo que el estado no debía intervenir en cuestiones religiosas. Obligado a salir de Massachusetts en 1635, fundó la vecina colonia de Rhode Island, la cual garantizaba libertad religiosa y la separacidn del estado y la iglesia. Las colonias de Maryland, establecida en 1634 como refugio para católicos, y Pennsylvania, fundada en 1681 por el dirigente cuáquero William Penn, también se caracterizaron por su tolerancia religiosa. Esta tolerancia, a su vez, atrajo a otros grupos de colonizadores al Nuevo Mundo. Con el paso del tiempo, las colonias británicas de América del Norte fueron ocupadas también por muchos grupos de origen no británico. Agricultores alemanes se establecieron en Pennsylvania, los suecos fundaron la colonia de Delaware y los primeros esclavos africanos llegaron a Virginia en 1619. En 1626, colonizadores holandeses compraron la isla de Manhattan a los jefes indígenas de la región y erigieron la ciudad de New Amsterdam; en 1664, esta colonia fue tomada por los ingleses y rebautizada con el nombre de New York. ACTIVIDAD: En un mapa identifique el territorio de las trece colonias que originalmente ocuparon los colonos ingleses, y señale la ruta de su expansión cronológicamente. 3.1.2. Canadá.
Los primeros habitantes de la región fueron diversos pueblos provenientes de Siberia, que llegaron a través del Estrecho de Bering, y un poco más tarde llegaron los últimos pueblos inuit (esquimales) provenientes de Asia. Los primeros contactos europeos fueron a través de la llegada de los aventureros vikingos, pero no se quedaron por mucho tiempo, debido especialmente a los nativos agresivos que residían en la región. Las riquezas naturales de la región atrajeron la atención de los europeos, especialmente los británicos y franceses que comenzaron a explorar el interior. Entre éstos se encontraron John Cabot (1450-1498, encabezaba exploraciones británicas), Henry Hudson (inglés, 1550-1611), el francés Jacques Cartier (1491-1557) -quién le dio el nombre a Canadá-, y su compatriota Samuel Champlain (1567-1635), quien fuera conocido como el Padre de la Nueva Francia por sus trabajos en la fundación de las colonias que crecieron a lo largo del río San Lorenzo, de Quebec a Montreal. La influencia francesa y la colonización también llegaron a las Provincias Marítimas, y se extendió con el comercio de pieles a través de los Grandes Lagos hasta las cuencas de los ríos Mississippi y San Lorenzo. La rivalidad entre franceses y británicos se acrecentó luego de la fundación de la Compañía Británica de la Bahía de Hudson en 1670. Las diferencias se resolvieron mediante guerras civiles entre los siglos XVII y XVIII, culminando con la captura de Québec y Montreal por parte de los británicos en 1759. En 1763 se produce el Tratado de París en donde se demarcan los territorios británicos y franceses en Canadá. Durante y después de la Guerra de Independencia Americana (1775-1783), cuando las colonias de América del norte se rebelan contra el gobierno británico, miles de británicos huyen a Canadá, principalmente a Nueva Escocia y Québec. Canadá sufrió de seis años de guerra durante los cuales los americanos trataron inútilmente de invadir sus territorios. En 1791 las colonias separadas del Alto Canadá (Ontario) y Bajo Canadá (Quebec) crean el Acta Constitucional. En 1837 se manifiesta el descontento de las dos Canadá hacia la política económica británica, desatan una revuelta con la intención de obtener un autogobierno, lo que lleva a reformas políticas y a la unificación de Canadá. En la década de 1840 se comenzó a producir un gran intercambio comercial entre Canadá y EE.UU. Con la intención de aplacar la intervención británica, los dos países comenzaron la construcción de líneas férreas para acortar distancias. Los canadienses, que sintieron muy de cerca la revolución americana, empezaron a motivarse para buscar la forma de
proclamar una unión federal, hasta que el 1 de julio de 1867 se convierte en un país independiente. ACTIVIDAD: En un mapa identifique el territorio que originalmente ocuparon los colonos ingleses, y señale la ruta de su expansión cronológicamente. 3.2. Las instituciones de gobierno: génesis 3.2.1. Estados Unidos Tras la independencia los norteamericanos tenían que hacer frente a dos hechos decisivos: la creación de una nueva nación conformada por trece Estados, y la ampliación del nuevo país, que poseía vastísimos territorios al oeste. El primer objetivo era crear un gobierno federal fuerte, que tratase de mantener la unidad nacional de las trece colonias; el segundo, extender su dominio territorial y organizar ese vasto territorio. Ya en 1776, en la convención de Virginia, se sustituyó el estatuto colonial por una constitución estatal, que garantizaba la soberanía del pueblo basada en unos derechos democráticos fundamentales; la división de poderes y el carácter electivo de todos los cargos públicos, prohibiéndose los cargos públicos hereditarios; separación entre las iglesias y el estado; libertad de prensa. A partir de 1777 el resto de las colonias siguió el ejemplo de Virginia, excepto Connecticut y Rhode Island, que mantuvieron sus cartas fundacionales. En 1778 se promulgó la Ley de la Confederación, que fue la primera tentativa para construir un bloque homogéneo, pero no dio resultado. En 1781, con los Artículos de la Confederación, se intentó de nuevo establecer una primera constitución de la federación estatal. La negativa de los Estados a renunciar a su soberanía y a su autonomía, dificultaba la solución que planteaban los problemas de la guerra e impedían adoptar medidas comunes en política exterior, por lo cual también fracasó. Los intentos que siguieron para dar una forma política a las Trece Colonias se vieron obstaculizados por la aparición de dos posturas contrarias. Los partidarios de conservar la independencia política y administrativa de cada Estado, que daría origen al partido republicano-democrático, y los partidarios de un gobierno centralizado, los federalistas.
En 1787, se celebró la convención de Filadelfia a la que asistieron delegados de todos los Estados menos de Rhode Island. La mediación de Franklin y Madison entre unos y otros permitió un acuerdo. El resultado fue el establecimiento de una República Federal Presidencial y la promulgación de la Constitución de los Estados Unidos, que entró en vigor en 1789. La ley fundamental norteamericana consagraba la división de poderes. Establecía un sistema de control mutuo por el cual los ciudadanos eran a la vez súbditos de su Estado y de la Unión. Los asuntos relacionados con la defensa, la moneda, el comercio exterior y las relaciones internacionales, eran competencia exclusiva del Gobierno Federal de la Unión. A los Estados quedaba reservada la gestión de todo lo referente a comunicaciones, política interior, culto, policía, justicia, educación. Los tres poderes quedaban configurados según el siguiente esquema. El Presidente, titular del poder ejecutivo, actuaba como Jefe de Estado y Primer ministro. El candidato era designado por los partidos políticos, y elegido mediante sufragio indirecto por los compromisarios de los Estados. Su mandato se extendía por cuatro años y podía ser destituido por comisión de delito grave. Sometido en su gestión política al control del Congreso y del Tribunal Supremo en las cuestiones de constitucionalidad de sus decisiones. El poder legislativo residía en dos cámaras indisolubles: la Cámara de representantes o Congreso y el Senado. La Cámara de representantes era elegida cada dos años mediante sufragio directo. Cada Estado tenía un numero de representantes proporcional a su población. El Senado estaba integrado por dos representantes de cada Estado de la Unión. Su mandato era por seis años, renovándose un tercio de la Cámara cada dos años. El Presidente con su voto suspensivo y el Tribunal Supremo, como garante constitucional, controlaban el poder legislativo. El Tribunal Supremo acogía el poder judicial. Actuaba, además, como tribunal de garantías constitucionales, amparando al ciudadano y controlando la constitucionalidad de los actos de los otros dos poderes. Estaba integrado por nueve miembros vitalicios nombrados por el Presidente. Otra de las funciones capitales del Tribunal Supremo era conocer y decidir sobre los conflictos entre el poder federal y el estatal. Por último, se estableció la posibilidad de formular enmiendas a esta Constitución, a través del Congreso. Esta flexibilidad fue una de las principales razones del éxito y la estabilidad de la Constitución de 1787. Su pragmatismo y su integración en los ideales
ilustrados de la época, hicieron que rápidamente fuera reconocida y admirada por todos lo europeos que pretendían reformar el Antiguo Régimen. Una de las consecuencias más trascendentales de la Independencia será la influencia decisiva que ejercerá en el desencadenamiento de las revoluciones atlánticas europeas y en el proceso emancipador de los territorios hispanoamericanos. Con el nuevo orden político, se llevaron a cabo algunas reformas sociales. Se confiscaron y repartieron las tierras de propiedad real, y la de los colonos que permanecieron leales a Inglaterra. Se abolió el derecho de primogenitura y la vinculación de la propiedad al heredero. Se garantizó la libertad de religión, de expresión y de reunión. El 30 de abril de 1789 fue elegido Washington primer Presidente de los Estados Unidos. De 1775 a 1815 el proceso de decisión política siguió en manos del sector social alto y medio, que habían rechazado el poderío colonial, y seguían manteniendo su influencia. Durante medio siglo permaneció homogénea la clase política dirigente que se constituyó a partir de la Declaración de Independencia. En el desarrollo del nuevo Estado, desde su independencia hasta la guerra civil en 1861, se pueden distinguir dos periodos. El primero, que abarca las presidencias de Washington, Adams, Jefferson y Madison, de 1789 a 1817, supone la consolidación de las nuevas instituciones. La ampliación del espacio territorial y una política internacional que mantiene la neutralidad en los conflictos europeos a la vez que relaciones unas veces de paz otras violentas con Inglaterra. El segundo periodo, desde Madison hasta Lincoln, está caracterizado en política exterior por el aislacionismo de los Estados Unidos. En el interior, por la formación de dos posiciones basadas en diferencias económicas, sociales y políticas, entre los Estados del norte y los sureños, diferencias que van agravándose en la misma medida que la Unión incorpora nuevos Estados. La política del Presidente Washington, frente a las dificultades de la postguerra y las opiniones de los partidos, se inclinó por la línea federalista, con la pretensión de consolidar la unión en el interior y acometer la construcción del nuevo Estado con decisión. Estableció una capitalidad federal en Maryland, creó el Banco de los Estados Unidos, estableció el dólar como moneda y unificó grupos financieros y comerciales, estableciendo el primer sistema impositivo general. Se reconocieron tres nuevos Estados: Vermont, Kentucky y Tennessee, iniciándose la expansión hacia el Oeste. En política
exterior se restablecen las relaciones con Inglaterra y se mantiene la neutralidad ante el estallido revolucionario francés, a pesar de la opinión contraria de Jefferson. La política de los tres presidentes siguientes siguió regida por las mismas líneas generales. Aumentaron las diferencias entre federalistas y antifederalistas. La neutralidad durante las guerras napoleónicas supuso un incremento de la prosperidad económica y varios conflictos con Inglaterra por el bloqueo continental. En 1804, fruto de la expansión hacia el Oeste se incorpora a la Unión un nuevo Estado: Ohio. 3.2.2. Canadá A l unificarse Canadá comenzó a expandirse por le territorio británico, como una forma de recuperar terreno; fue una época de prosperidad que se vio favorecida con la construcción de una línea férrea (Ferrocarril Transcontinental Canadian Pacific, en 1885) y la "fiebre del oro" a finales de siglo en la región de Klondike. La mayor cantidad de inmigrantes provenían de Alemania, Escandinavia, Ucrania, y China y Japón. Luego del apoyo brindado a las fuerzas Aliadas en la I Guerra Mundial, Canadá gana el status de Dominio británico con gran autonomía, otorgado por el Estatuto de Westminster de 1931. Sólo en 1982 Isabel II proclama la nueva Acta Constitucional que traspasa la autoridad legal y estatutaria del Reino Unido a Canadá, otorgándole su independencia. Entre 1968 y 1984, la vida política fue dominada por la figura carismática de Pierre Trudeau, líder del Partido Liberal y cuatro veces Primer Ministro. Tras haberse retirado de la política en 1984, su partido perdió casi toda su influencia. En 1984 el Partido Progresista Conservador de Brian Mulroney gana las elecciones, convirtiéndose así en primer ministro. Su gobierno se dirigió a la formación de una economía sólida, a través de tratados de libre comercio con distintas potencias. Durante 1991 se llama al mantenimiento de la unidad nacional, presentando un proyecto para mantener dentro de la Confederación Canadiense a la provincia de Quebec, que solicitaba su separación. Además se llega a un acuerdo con los pueblos indígenas, principalmente esquimales, para establecer sus territorios y el derecho inherente al gobierno propio. En 1993, Kim Campbell tomó el lugar de Mulroney a la cabeza de los conservadores, poco antes de las elecciones generales. Los conservadores sufrieron una grave derrota, alcanzando únicamente dos puestos parlamentarios en la elección de 1993. El nuevo primer ministro, líder del Partido Liberal, Jean Chrétien, introdujo un paquete de medidas y reformas económicas destinadas a impulsar la economía y poner
en marcha el NAFTA con México y los Estados Unidos lo más pronto posible. En 1994 entra en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, establecido entre México, Estados Unidos y Canadá. El problema de Quebec se vuelve cada vez más difícil de resolver. La elección, en 1994, del separatista Jacques Parizeau como Gobernador de Quebec hace que doce meses más tarde se lleve a cabo un nuevo referendum sobre la independencia de Quebec. El resultado fue favorable a la Federación pero con un margen muy estrecho, lo cual muestra que la provincia está aún muy dividida. En marzo de 1999, el gobierno de Ottawa garantizaba la autonomía al nuevo territorio Nunavut al noreste de Canadá, casi el 95% de la población nunavut, 25 000 personas aproximadamente, son inuits. El principal problema de este territorio es económico: las fuentes tradicionales de trabajo, el trueque de pieles y de ballenas, ha declinado durante los últimos años. Además las industrias mineras y de petróleo han afectado las formas tradicionales de subsistencia de este pueblo. La administración de Iqaluit, la capital de Nunavut, más conocida como Frobisher Bay, espera que el ecoturismo reduzca la actual dependencia hacia las subvenciones del gobierno federal. ACTIVIDAD: Realice un cuadro comparativo entre las principales instituciones de gobierno de Canadá y Estados Unidos. En suma. Llegó toda clase de gente: aventureros, maleantes, fervorosos creyentes, constructores, soñadores. América les prometía, como dijo el poeta Robert Frost, un nuevo comienzo para la raza humana. Desde entonces, los estadounidenses han considerado a su país como un gran experimento, un modelo valioso para otras naciones. Nueva Inglaterra también estableció otra tradición: un rasgo de moralismo frecuentemente intolerante. Los puritanos creían que los gobiernos debían hacer cumplir la moralidad de Dios. Castigaban severamente a los bebedores, los adúlteros, los violadores del Séptimo Día, y los herejes. En las colonias puritanas el derecho de voto se limitaba a los miembros de la iglesia, y los salarios de los ministros se pagaban de los impuestos. Roger Williams, un puritano que no estaba de acuerdo con las decisiones de la comunidad, sostuvo que el estado no debía intervenir en cuestiones religiosas. Obligado a salir de Massachusetts en 1635, fundó la vecina colonia de Rhode Island, la cual garantizaba libertad religiosa y la separacidn del estado y la iglesia. Las colonias de
Maryland, establecida en 1634 como refugio para católicos, y Pennsylvania, fundada en 1681 por el dirigente cuáquero William Penn, también se caracterizaron por su tolerancia religiosa. Esta tolerancia, a su vez, atrajo a otros grupos de colonizadores al Nuevo Mundo. En Canadá la influencia francesa y la colonización también llegaron a las Provincias Marítimas, y se extendió con el comercio de pieles a través de los Grandes Lagos hasta las cuencas de los ríos Mississippi y San Lorenzo. La rivalidad entre franceses y británicos se acrecentó luego de la fundación de la Compañía Británica de la Bahía de Hudson en 1670. Las diferencias se resolvieron mediante guerras civiles entre los siglos XVII y XVIII, culminando con la captura de Quebec y Montreal por parte de los británicos en 1759. En 1763 se produce el Tratado de París en donde se demarcan los territorios británicos y franceses en Canadá. Durante y después de la Guerra de Independencia Americana (1775-1783), cuando las colonias de América del norte se rebelan contra el gobierno británico, miles de británicos huyen a Canadá, principalmente a Nueva Escocia y Quebec. Canadá sufrió de seis años de guerra durante los cuales los americanos trataron inútilmente de invadir sus territorios. Para comprobar lo que ha aprendido en esta Unidad Fuentes de consulta Benedict B., Bradlet H. Canadá: la historia de un país diversificado y dinámico. México, el autor, 1995. Brown, Craig, comp. La historia ilustrada de Canadá. México, Fondo de Cultura Economica, 1994. Fohlen, Claude. La América anglosajona de 1815 hasta nuestros días. Barcelona, Labor, 1967. Nevins, Allan. Breve Historia de los Estados Unidos. México, Fondo de Cultura Económica, 1994. Bibliografía complementaria para ahondar sobre el tema Teresa Gutierrez H., Monica Verea C., coordinadoras. Canadá en transición. Mexico, UNAM, Centro de Investigaciones Sobre América del Norte, 1994.
UNIDAD 4 Sistema político y estructura social en Canadá y Estados Unidos 4.1. Características del sistema político y gobierno 4.2. Partidos políticos
4.1. Características del sistema político En Estados Unidos, los 13 estados originales estaban agrupados lo largo de la costa del Atlántico. La frontera se corrió hacia el oeste, a medida que extensas regiones de lo que hoy es Estados Unidos continental fueron añadidas mediante compras, tratados y anexiones Los estados se fueron poblando, surgieron gobiernos, y cuando sus legislaturas territoriales solicitaron admisión al Congreso, pasaron a formar parte de la Unión como estados. Desde 1959, cuando entraron a la Unión Alaska y Hawai. De acuerdo con la Constitución, los estados delegaron gran parte de sus facultades soberanas al gobierno federal en Washington, DC, pero mantuvieron muchas facultades importantes. Por ejemplo, cada uno de los 50 estados conserva el derecho de dirigir su propio sistema educativo, de otorgar licencias a los médicos y a otros profesionales, de ofrecer protección policíaca a sus ciudadanos y de a dar mantenimiento a sus carreteras. En la práctica real, y de acuerdo con la tradición estadounidense de mantener al gobierno tan cerca del pueblo como sea posible, los estados delegan muchas de estas facultades a sus subdivisiones políticas: los condados, las ciudades, los pueblos, y las aldeas. Así, al más bajo nivel político los habitantes de una pequeña comunidad de Estados Unidos eligen a los representantes de su aldea para que se hagan cargo de sus departamentos de policía y de bomberos, y eligen un consejo educativo para dirigir sus escuelas. Al nivel del condado, los votantes eligen funcionarios responsables de las carreteras, los parques, las bibliotecas, el drenaje, y otros servicios, y eligen o designan jueces para los tribunales. Los ciudadanos de cada estado también eligen al gobernador y a los miembros de la legislatura estatal. Además de los 50 estados y del Distrito de Columbia, los ciudadanos del estado libre asociado de Puerto Rico, y del estado libre asociado de las Islas Marianas del Norte, Guam, las Islas Vírgenes Americanas y Samoa Americana votan en las elecciones federales. Las posesiones de Estados Unidos incluyen las islas Wahe, Midway, Jarvis, Howland, Baker, el atolón Johnston, y el arrecife Kingman en el Pacífico. Estados Unidos, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, administra la Republica de Palaos. Dos entidades, los estados federados de Micronesia y la República de las Islas Marshall, se han convertido en estados soberanos, con gobierno propio y una asociación libre con Estados Unidos.
De acuerdo con la Constitución, el gobierno federal está dividido en tres poderes, cada uno elegido de manera distinta, cada uno capaz de supervisar y regular a los otros. El poder ejecutivo está encabezado por el presidente quien, junto con el vicepresidente, es elegido en elecciones nacionales cada cuatro años (en años divisibles por cuatro). El proceso de elección de un presidente de Estados Unidos es único. Los estadounidenses votan por planillas de electores presidenciales que igualan en número a los senadores y representantes que los estados tienen en el Congreso (un total de 535 personas). En cada estado, el candidato con mayor número de votos gana todos los votos electorales de ese estado. El candidato presidencial necesita 270 votos electorales para ser elegido: si ningún candidato obtiene mayoría, la Cámara de Representantes toma la decisión. (En todas las otras elecciones locales y estatales, los electores votan directamente por el candidato o el referendum presentado en la boleta electoral de que se trate). Cualquier ciudadano por nacimiento, de 35 años o más, puede ser elegido para este cargo. El presidente propone proyectos de ley al Congreso, hace cumplir las leyes federales, es comandante en jefe de las fuerzas armadas, y con la aprobación del Senado, formula tratados y designa a los jueces federales, los embajadores y otros miembros de las secretarías del ejecutivo (los ministerios de Estado, Defensa, Comercio, Justicia, etc.). Cada titular de una secretaría recibe el nombre de secretario y todos ellos forman un consejo llamado gabinete. El vicepresidente, elegido del mismo partido político del presidente, funge como presidente del Senado y en el caso de muerte o de incapacidad del presidente asume la presidencia hasta terminar el período. El poder legislativo se compone de dos cámaras: el Senado y la Cámara de Representantes. Los 435 escaños de la Cámara de Representantes se distribuyen en base a la población, aunque todos los estados tienen por lo menos un representante. Cada estado elige dos miembros de los 100 que integran el Senado: el período de gestión de un senador es de seis años. Ambas cámaras deben aprobar un proyecto de ley para que éste se convierta en ley, pero el presidente puede vetarlo o negarse a firmarlo. En ese caso, el Congreso reconsidera el proyecto de ley. Si dos terceras partes de los miembros de ambas cámaras lo aprueban, el proyecto de ley se convierte en ley, aun sin la firma del presidente. El poder judicial está compuesto por los tribunales federales de distrito (al menos uno en cada estado), 11 tribunales federales de apelación, y, la Corte Suprema. Los
jueces federales son nombrados por el presidente con la aprobación del Senado; para minimizar las inf luencias politicas, los nombramientos son de por vida. Los tribunales federales deciden casos relacionados con la ley federal, conflictos entre estados o entre ciudadanos de distintos estados. Un estadounidense que sienta que ha sido sentenciado bajo una ley injusta, puede apelar y llevar su caso hasta la Corte Suprema, la cual puede decidir que la ley es inconstitucional. En ese caso la ley queda anulada. Para enmendar la Constitución, la enmienda propuesta debe ser aprobada en el Congreso por una mayoría de dos terceras partes de cada cámara, y a la votación deben asistir al menos tres cuartas partes de los estados. En más de 195 años, la Constitución ha sido enmendada en 27 ocasiones. Las primeras 10 enmiendas (la Declaración de Derechos) garantizan las libertades individuales: de religión, de reunión, de expresión, el derecho a un juicio justo, el respeto a la vivienda de cada uno. Las enmiendas posteriores narran la lucha de Estados Unidos por la igualdad la justicia para todo su pueblo. Estas enmiendas han abolido la esclavitud, prohiben cualquier negación de derechos debido a la raza, otorgan el voto a la mujer y los ciudadanos del Distrito de Columbia, y permiten a los ciudadanos votar a los 18 años. Por otro lado, Canadá es una monarquía constitucional, un Estado federal y una democracia parlamentaria. Cuenta con diez provincias y tres territorios. Tiene dos lenguas oficiales: el inglés y el francés. La Reina Isabel II de Inglaterra es la reina de Canadá y, por lo tanto, la Jefe de Estado del país. Delega sus poderes en su representante, el Gobernador General de Canadá. El poder ejecutivo es ejercido por el Primer Ministro y su gabinete de gobierno. El poder legislativo esta representado por el Parlamento, que se compone de dos cámaras: la Cámara Alta o Senado, formada por 105 senadores designados, y la Cámara de los Comunes, constituida por 308 diputados (un representante por cada distrito electoral) elegidos mediante sufragio universal. La Cámara de los Comunes, el principal órgano legislativo, se suele elegir cada cuatro años, siendo cinco años el máximo periodo legislativo permitido. El partido que obtiene el mayor número de representantes en la Camara de los Comunes es el encargado de formar gobierno. La Constitución de Canadá establece el federalismo como forma de gobierno y define las funciones y los poderes del gobierno federal. Este se ocupa de asuntos de carácter nacional como política exterior, comercio internacional, defensa, pesca, transportes, inmigración, derechos humanos, comunicaciones, sistemas monetario y
bancario, y el derecho penal. Las provincias tienen competencia sobre materias tales como administración de la justicia, derechos civiles, explotación de los recursos naturales, educación, cultura y administración municipal. El gobierno federal y las provincias se reparten la responsabilidad del sector medioambiental. Cada gobierno posee su propia Asamblea Legislativa, elegida por sufragio universal. La Constitución establece también una Declaración de Derechos y Libertades que recoge los derechos fundamentales de toda persona que reside en Canadá. Cualquier ley que contradiga los principios expresados en este documento puede ser declarada nula por los tribunales. La Declaración protege la libertad de expresión y de religión, los derechos democráticos, la libertad de circulación, los derechos lingüísticos y también protege al ciudadano frente a la discriminación sexual, racial, étnica y aquella basada en deficiencias físicas o mentales, entre otras. El gobierno de Canadá funciona en el marco de un régimen parlamentario de origen británico. El Jefe de estado es la Reina Elizabeth II representada por el cargo de Gobernador General. El parlamento federal está compuesto de una cámara alta (Senado), cuyos miembros son designados por el Gobernador General a recomendación del Primer Ministro, y una cámara baja (Cámara de los Comunes), cuyos miembros son electos. No existe calendario electoral fijo, pero los Comunes no pueden extender la vigencia de su mandato más de cinco años. Se encarga generalmente al partido con mayor número de bancas la formación del gobierno, encabezado por un Primer Ministro que es el líder que condujo a ese partido durante la campaña electoral. Éste es quien elige entre los parlamentarios electos a los ministros que integrarán su gabinete. En este régimen, el gobierno debe tener la confianza de la Cámara de los Comunes, es decir que una mayoría de sus miembros debe votar a favor de las propuestas del gobierno en todas las cuestiones de capital importancia, como el presupuesto. El gobierno en funciones hasta la última disolución del parlamento fue formado por un partido que carecía de mayoría en los Comunes, pero que fue capaz de gobernar durante dos años con el apoyo externo de otro. Cuando perdió un voto de confianza, el pasado 28 de noviembre, la Gobernadora General Michaëlle Jean llamó a elecciones generales para el 23 de enero. Los ciudadanos mayores de 18 años pueden votar en elecciones generales mediante un voto secreto y optativo para todos aquellos que se hayan inscripto voluntariamente en el Registro Nacional de Electores.
La representación en la Cámara de los Comunes se basa en una división geográfica del país en 308 circunscripciones electorales, cuyas fronteras se basan en consideraciones demográficas, que eligen un representante cada una. Cada una de las diez provincias del país tiene un cociente electoral, que determina la población aproximada que debe tener cada una de sus circunscripciones, que varía entre 34.000 habitantes en la Isla del Príncipe Eduardo (Atlántico) y 109.000 en Columbia Británica (Pacífico). Los tres territorios corresponden cada uno a una única circunscripción del alrededor de 30.000 habitantes. El sistema canadiense vigente es mayoritario uninominal a una vuelta, es decir que en cada circunscripción resulta electo el candidato que más votos obtiene, aún si no alcanza la mayoría. Los candidatos pueden pertenecer a un partido político o postularse como independientes. Una vez determinada la composición de la Cámara de los Comunes, el Gobernador General pide al jefe del partido que tiene más bancas que intente formar un gobierno que pueda contar con una mayoría absoluta, con sus propios votos o con el apoyo de un otro partido. No se forman coaliciones formales, con presencia de ministros de varios partidos en el gabinete. De modo de eliminar los obstáculos que pudieran dificultar la participación, Elections Canada, la comisión electoral independiente permite el voto anticipado, por correo postal, tanto de los ciudadanos que no vayan a encontrarse en su circunscripción el día de la elección general, como de aquellos que no desean acercarse a un centro de votación. Los ciudadanos con limitaciones funcionales pueden votar en su domicilio en presencia de un funcionario electoral y se prevén centros de votación itinerantes para personas que no pueden desplazarse por los motivos de que se trate. 5.2. Partidos políticos Cuando los Fundadores de la República redactaron la Constitución de Estados Unidos en 1787, no previeron un papel específico para los partidos políticos en el orden de gobierno. De hecho, buscaron diversos arreglos constitucionales —como la separación de poderes, los frenos y contrapesos, el federalismo y la elección indirecta del presidente por un colegio electoral—para que la nueva república quedara aislada de las facciones y partidos políticos. A pesar de las intenciones de los Fundadores, Estados Unidos se convirtió en el siglo XIX en la primera nación que tuvo partidos organizados a nivel nacional y que transfirió el poder ejecutivo de una facción a otra por medio de elecciones. En la década
de 1830 los partidos políticos se habían establecido con fuerza como parte del firmamento político. Hoy los partidos republicano y demócrata saturan el proceso político. Los dos partidos principales dominan hoy la presidencia y el Congreso, así como los gobiernos y legislaturas de los estados. Los republicanos y demócratas han dominado la política estadounidense desde la década de 1860 y desde 1852, todos los presidentes han sido republicanos o demócratas. En el Congreso 110 que se reunió el 4 de enero, la Cámara de Representantes cuenta con 233 demócratas y 202 republicanos. El Senado tiene 49 demócratas 49 republicanos y dos independientes, que se reunirán para determinar y aplicar políticas con los demócratas. En una encuesta Gallup de noviembre de 2006 (el barómetro principal de la opinión pública operado por la organización Gallup), aproximadamente el 59 por ciento de los estadounidenses se identificaronn como republicanos o demócratas. Aquellos que se dicen independientes suelen tener inclinaciones partidistas y muestran un alto grado de lealtad a uno de estos dos partidos. El procedimiento habitual para elegir a los legisladores nacionales y estatales en este país es el sistema de distritos "de un solo miembro". Esto significa que resulta electa la persona que obtiene una mayoría relativa del voto (es decir, el mayor número de votos en un distrito electoral dado). A diferencia de los sistemas proporcionales, el arreglo de distritos de un solo miembro no permite que gane más de un partido en un distrito cualquiera. Así, el sistema de un solo miembro genera incentivos para formar dos partidos de amplia base con suficiente atractivo popular para ganar la mayoría relativa en distritos legislativos. Los partidos estadounidenses cuentan con un apoyo electoral de amplia base y de gente de todas las clases sociales. A excepción de los votantes afro norteamericanos — aproximadamente 88 por ciento de los cuales votaron por el candidato presidencial demócrata en 2004—, tanto el Partido Republicano como el Demócrata tienen en realidad niveles apreciables de apoyo de todos los grupos socioeconómicos y étnicos importantes de la población. Comparado con los partidos políticos en otros países democráticos, los partidos políticos de los Estados Unidos muestran también relativamente poca unidad interna y no
profesan una adhesión estricta a una ideología o a una serie de objetivos políticos. En general los republicanos han expresado la tendencia a apoyar la limitación de poderes federales y proteger la autoridad de los gobiernos estatales y locales, así como de adoptar un enfoque conservador en cuanto a los impuestos y los gastos y oponerse a la interferencia del gobierno en la libre empresa. Por el contrario, los demócratas han tenido la tendencia a adoptar una actitud más expansiva de los poderes del gobierno federal, apoyar incrementos y gastos para tratar de resolver problemas sociales a nivel nacional, y favorecer reglamentación federal como instrumento para mejorar las prácticas empresariales. Pero estas son amplias generalizaciones: En la política estadounidense los demócratas “conservadores” y los republicanos “moderados” e incluso “liberales” no son de extrañar. Ambos partidos políticos se han interesado en primer lugar y ante todo en ganar las elecciones y controlar al personal del gobierno. En atención a sus amplias bases socioeconómicas de apoyo electoral y por la necesidad de operar en una sociedad que, por su ideología, se ubica en posiciones del centro, los partidos estadounidenses han adoptado posiciones políticas esencialmente centristas. Han demostrado también un alto grado de sensibilidad en sus políticas. Este enfoque no doctrinario permite que republicanos y demócratas toleren mucha diversidad en sus filas. El presidente no puede contar con que los miembros de su partido integrados al Congreso apoyarán por lealtad los programas presidenciales, y tampoco los líderes del partido en el Congreso esperan que los miembros de su grupo voten siempre de acuerdo a la línea del partido. Además las organizaciones nacionales partidistas rara vez intervienen en los asuntos del partido en los estados. Aun cuando, desde el punto de vista ideológico, los partidos estadounidenses tienden a ser menos cohesivos y programáticos que los de muchas democracias, desempeñan un papel importante y a menudo decisivo al configurar la política pública. A pesar de la gran influencia política de los partidos republicano y demócrata, los terceros partidos y los candidatos independientes han sido un rasgo periódico de la política de los Estados Unidos. La mayoría de los terceros partidos han florecido en una sola elección y luego mueren, se esfuman o son absorbidos por alguno de los partidos grandes. Hay pruebas de que los terceros partidos pueden tener un impacto apreciable en el resultado de las elecciones. Por ejemplo, un candidato de un tercer partido puede
conseguir más votos que el candidato del partido mayoritario que esté en la misma línea que el candidato del tercer partido, permitiendo así que el otro partido mayoritario gane la elección, a pesar de no haber obtenido la mayoría del voto popular. Desde la década de 1990, las encuestas de opinión pública han mostrado siempre un alto nivel de apoyo popular para el concepto del tercer partido, pero a pesar de las manifestaciones de posible apoyo a un tercer partido, hay enormes obstáculos para estos. El más notable es el temor de los votantes de que, al emitir su sufragio a favor del candidato de un tercer partido, en realidad estén "desperdiciando" su voto. Se ha visto a los electores actuar en forma estratégica, votando por el segundo candidato de su preferencia cuando el primero es el candidato de un tercer partido y, a su juicio, no tiene posibilidades de ganar. Una de las principales notas distintivas de Canadá es que existen dos tipos de sistemas de partidos: el federal, conformado por los partidos que compiten en las elecciones de ámbito federal, y los sistemas de ámbito provincial en cada una de las diez provincias que conforman el territorio canadiense. Aunque hay partidos de la misma familia ideológica presentes en la política provincial y en la federal, se trata, en general, de organizaciones formalmente diferentes. El propósito de esta sección es analizar la evolución del sistema de partidos canadiense para entender su configuración actual tanto en el nivel federal como en el provincial. El sistema de partidos de Canadá en el momento de la creación de la Confederación en 1867 tenía una estructura claramente bipartidista. El Partido Liberal y el Partido Conservador eran las principales fuerzas del sistema. Se trataba de organizaciones de notables con una escasa presencia extra-parlamentaria, cuyo funcionamiento se basaba fundamentalmente en el patronazgo. El predominio de los notables locales hizo que fuera difícil construir organizaciones nacionales con una cierta coherencia, coordinación y disciplina. El Partido Liberal y el Partido Conservador monopolizaban la competición electoral, consiguiendo resultados conjuntos cercanos al noventa por ciento de los votos. En esta época los partidos eran elementos integradores de las diferentes provincias, hecho que se reflejaba en variaciones muy bajas en el apoyo electoral que conseguían en las diferentes zonas del país. Las organizaciones locales de los partidos normalmente operaban tanto en la política provincial como en la federal.
El solapamiento era casi absoluto y el electorado respondía a dicho solapamiento con un comportamiento electoral uniforme en convocatorias federales y provinciales. La sociedad canadiense experimentó transformaciones significativas durante los primeros años del siglo XX los efectos de estas transformaciones sobre el sistema político se dejaron sentir después de la Primera Guerra Mundial, es el comienzo de una nueva fase de desarrollo del sistema de partidos que dura hasta los años 1960. Durante este periodo las provincias del Oeste desarrollaron intereses propios, que cristalizaron en el surgimiento de nuevos partidos como el Partido Progresista. Este partido canalizó el descontento del Oeste, las demandas de las zonas rurales de Ontario y de las provincias de la costa Atlántica (Maritimes). Por otra parte, la adopción del sufragio universal en este periodo trajo como consecuencia el fin de las prácticas de control del voto. Además, la reforma del funcionariado hizo que los partidos tuvieran menos acceso al patronazgo, que hasta entonces había constituido uno de sus recursos más importantes de poder. Desaparecía así uno de los mecanismos que había hecho compatibles los intereses de los políticos del ámbito federal y provincial. El dominio de los dos principales partidos y la alternancia entre ellos como partido en el gobierno como rasgos más característicos de la etapa anterior del sistema de partidos fueron sustituidos por el predominio Liberal, que se convirtió en la única organización partidista que podía abarcar la diversidad de intereses regionales que se estaban generando. Era el único partido que contaba con un apoyo significativo en Québec, y también avanzaba en las zonas del Oeste del país. En resumen, el Partido Liberal se convirtió en el partido de gobierno por excelencia. El centro de las estrategias de los partidos se desplazó de los distritos electorales a las provincias. Se fueron desarrollando las organizaciones extraparlamentarias de los principales partidos, que abrieron oficinas centrales en Ottawa. Estas organizaciones adquirieron una dimensión federal, aunque comenzaron a vislumbrarse los primeros signos de regionalización del sistema. Uno de los indicadores de este incipiente proceso era la creciente variación regional en el apoyo electoral de los partidos. Los partidos se estaban convirtiendo en los portavoces de intereses regionales. La estructura de competición cambió con respecto a la etapa precedente. Mientras que los Liberales y los Conservadores continuaban estructurando la competición electoral en las provincias atlánticas, así como en Ontario y Québec, en el Oeste surgieron nuevos partidos, algunos de ellos con un marcado carácter de partido “protesta".
ACTIVIDAD: Investigue el partido en el poder de Canadá y Estados Unidos, los principales personajes políticos del período y la agenda política más relevante que se discute en la actualidad. En suma Comparado con los partidos políticos en otros países democráticos, los partidos políticos de los Estados Unidos muestran también relativamente poca unidad interna y no profesan una adhesión estricta a una ideología o a una serie de objetivos políticos. En general los republicanos han expresado la tendencia a apoyar la limitación de poderes federales y proteger la autoridad de los gobiernos estatales y locales, así como de adoptar un enfoque conservador en cuanto a los impuestos y los gastos y oponerse a la interferencia del gobierno en la libre empresa. Por el contrario, los demócratas han tenido la tendencia a adoptar una actitud más expansiva de los poderes del gobierno federal, apoyar incrementos y gastos para tratar de resolver problemas sociales a nivel nacional, y favorecer reglamentación federal como instrumento para mejorar las prácticas empresariales. Pero estas son amplias generalizaciones: En la política estadounidense los demócratas “conservadores” y los republicanos “moderados” e incluso “liberales” no son de extrañar. En Canadá el centro de las estrategias de los partidos se desplazó de los distritos electorales
a
las
provincias.
Se
fueron
desarrollando
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organizaciones
extraparlamentarias de los principales partidos, que abrieron oficinas centrales en Ottawa. Estas organizaciones adquirieron una dimensión federal, aunque comenzaron a vislumbrarse los primeros signos de regionalización del sistema. Uno de los indicadores de este incipiente proceso era la creciente variación regional en el apoyo electoral de los partidos. Los partidos se estaban convirtiendo en los portavoces de intereses regionales Para comprobar lo que ha aprendido en esta Unidad Fuentes de consulta Freedman, James O. Crisis y legitimidad: El proceso administrativo y el gobierno de los Estados Unidos. México, Fondo de Cultura Económica, 1988. Godinez Zúñiga, Víctor Manuel. El gobierno del mercado: economía y política en los Estados Unidos. Universidad de las Américas, Departamento de Estudios Internacionales, 1994.
Hernández Chávez, Alicia, coord. Presidencialismo y sistema político en México y los Estados Unidos. México, El Colegio de México - Fideicomiso historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 1994. Lipset, Seymour Martin La división continental: Los valores y las instituciones de los Estados Unidos y Canadá. México, Fondo de Cultura Económica, 1993. Bibliografía complementaria para ahondar sobre el tema Bothwell, Robert. Canada and the United States: The politics of partnership. New York, Maxwell Macmillan, 1992. Gustavo Vega Canovas, comp. México, Estados Unidos, Canadá. México, El Colegio de México, Centro de Estudios Internacionales, 1995.
UNIDAD 5 Economía y desarrollo en Angloamérica 5.1. Características económicas de Estados Unidos y Canadá 5.2. Recursos naturales y zonas económicas
5.1. Características económicas de Estados Unidos y Canadá El nacimiento de los Estados Unidos y la publicación del libro de Smith ocurrieron en un momento en que estaba surgiendo otro tipo de revolución, la Revolución Industrial. Especialmente en Inglaterra, la maquinaria impulsada por fuerza hidráulica y posteriormente por energía de vapor era usada en la manufactura de telas. Esto cambió las formas en que trabajaba la gente. En vez de tener telares en su casa, la gente trabajaba en fábricas donde la maquinaria producía mucha más tela en un lapso corto. Los estadounidenses no tardaron en industrializar su nueva nación y en crear vínculos comerciales con otros países. En la década de 1790 un inglés llamado Samuel Slater llegó a los Estados Unidos para establecer una fábrica de tela de algodón. Construyó la maquinaria de memoria, pues era un delito sacar de Inglaterra los planos de las fábricas. El éxito de la fábrica de Slater inició un proceso de cambio que convirtió a la región nororiental de Estados Unidos en un importante centro manufacturero. La producción de textiles también se tradujo en una mayor demanda de algodón, que se cultivaba en el sur de Estados Unidos. Como resultado de ello, la nación pasó a ser una importante productora de algodón. Al tiempo que el nuevo sistema fabril de Slater estaba siendo introducido, un norteamericano de nombre Eli Whitney hizo más eficiente la producción de algodón al inventar una maquina, la despepitadora de algodón, que rápidamente quitaba las semillas de las borras. Quitarlas a mano era una tarea difícil; la máquina de Whitney facilitó este trabajo enormemente. Whitney también empezó a fabricar rifles de una manera nueva. Los fabricantes de armas de fuego siempre habían trabajado en sus casas o en talleres pequeños. Como las armas se hacían a mano y en forma individual, la pieza de un arma no necesariamente se ajustaba a otra. Whitney empezó a fabricar rifles con maquinaria para que todas las piezas fueran iguales en cada rifle. Este método de manufacturar bienes en una fábrica, con piezas intercambiables, ayudó a promover la industria norteamericana. La inventiva de personas como Slater y Whitney colocó a Estados Unidos en dirección de una enorme actividad económica. Sus comerciantes y navieros tenían intercambios comerciales con gente de todo el mundo. Sus agricultores producían más alimentos para una población que iba en aumento. Más personas trabajaban en las fábricas, y en las ciudades se abría una cantidad cada día mayor de tiendas y almacenes.
Esta actividad económica aumentó como resultado de inventos nuevos. Algunos de ellos fueron ideas norteamericanas originales; otros fueron adaptaciones de inventos creados en otras partes. El siglo XIX fue testigo de la introducción de nueva maquinaria agrícola, máquinas de coser, el telégrafo, los ferrocarriles, las plantas procesadoras de alimentos, el teléfono, el perfeccionamiento de la bombilla eléctrica, el fonógrafo, la cámara, el cinematógrafo, y muchos otros artefactos. El siglo XX trajo consigo muchos inventos más; entre ellos, el aeroplano, el uso del aluminio, la producción en serie de automóviles, la radio, la televisión, diversos productos electrodomésticos, y las computadoras. La libre empresa La mayoría de los norteamericanos cree que el auge de su nación como una de las principales productoras de bienes manufacturados, alimentos y servicios no podía haber ocurrido en ningún otro sistema excepto el capitalismo. Creen que la libertad económica de dicho sistema, lo que muchos prefieren llamar libre empresa, hizo de Estados Unidos una gran potencia económica. Aunque no son ciegos a los problemas del capitalismo, sostienen que el sistema económico norteamericano ha creado, o tiene el potencial para crear, una vida mejor para casi todos los habitantes del país.La historia del crecimiento económico de Estados Unidos es una historia de gente que inventa artefactos y procesos, que inicia negocios nuevos y se lanza a empresas originales. Para cada uno de estos esfuerzos se necesitó dinero. Ese dinero se conoce como capital. Samuel Slater no hubiera podido abrir esa primera e importante fábrica textil si no hubiera habido gente dispuesta a aportar el dinero para comprar la tierra y construir la fábrica. Slater y esos capitalistas no hubieran actuado si no hubieran creído que podían lucrar con sus inversiones. Porque querían una ganancia para ellos mismos y la oportunidad de establecer más fábricas posteriormente, iniciaron toda una industria norteamericana nueva. Esta industria ayudó a los cultivadores de algodón a acrecentar el mercado para su producto. Asimismo puso a trabajar a un número mayor de barcos norteamericanos en el comercio internacional. La historia de las grandes compañías norteamericanas no difiere mucho de la de la fábrica de Slater. Las empresas fueron iniciadas por individuos con dinero prestado por otros. Después compartieron las utilidades obtenidas con estos inversionistas. Cuando quisieron ampliar sus negocios de nuevo pidieron dinero prestado.
Muy pronto los norteamericanos se dieron cuenta que podían ganar dinero prestándolo a aquellos que querían iniciar o ampliar un negocio. Eso condujo a la creación de una parte importante del escenario económico actual: la venta de valores o acciones en una empresa. Esta práctica se inició en Europa siglos antes de la Guerra de Independencia, pero se vio enormemente incrementada en el vigoroso clima de mercado libre de la joven nación norteamericana. Para invertir, los individuos no tienen que tener mucho dinero; pueden comprar sólo una porción pequeña de una empresa, llamada acción. El negocio de la compra y venta de acciones en las empresas ha alcanzado tal dimensión que han tenido que establecerse oficinas donde pueda tener lugar la venta de estas acciones. Estos sitios, ubicados en muchas ciudades de Estados Unidos y de todo el mundo, se llaman bolsas de valores. La más conocida tal vez sea la Bolsa de Valores de Nueva York, situada en el área de Wall Street en la urbe más grande del país y centro comercial de primer orden. Salvo los fines de semana y los días feriados, en las bolsas de valores la actividad de compra y venta de acciones es constante. En general las acciones individuales tienen un precio bajo, y mucha gente las compra para obtener una ganancia. Cuando las personas compran acciones pasan a ser propietarias parciales de la compañía. Si ésta obtiene una ganancia reciben parte de ella. Del mismo modo, si la compañía pierde dinero, los accionistas no obtendrán ganancia alguna, o el valor de sus acciones bajará. Si eso sucede, pierden dinero. Por tal razón, la compra de valores es un riesgo. Es importante conocer el mundo de los negocios si se desea obtener alguna ganancia en el mercado de valores. No todas las empresas venden valores. Las pequeñas por lo general no lo hacen. Sus utilidades son compartidas por aquellos que invirtieron su dinero en el negocio cuando éste comenzó. Es probable que incluso una persona que quiera iniciar un negocio pequeño; un taller, por ejemplo, tenga que pedir dinero prestado. Ese dinero puede obtenerse de amigos o parientes, o puede pedirse prestado a un banco si éste está dispuesto a arriesgarse con ese negocio. Adam Smith reconocería fácilmente estos elementos de la empresa privada norteamericana, pero hay otros aspectos que le resultarían desconocidos. Muchos problemas acompañaron al desarrollo del capitalismo industrial norteamericano moderno durante el siglo XIX. La inmigración y el rápido crecimiento de las ciudades norteamericanas trajeron como resultado una gran población urbana en busca de un medio de vida. Los dueños de las fábricas frecuentemente explotaron esta situación pagando salarios bajos por jornadas largas, ofreciendo condiciones de trabajo peligrosas
e insalubres, y contratando a los hijos de familias pobres. Había discriminación en la contratación: a los negros norteamericanos y a los miembros de algunos grupos de inmigrantes se les negaba el trabajo o se les obligaba a laborar en condiciones aún más desfavorables que las del trabajador promedio. Bajo la doctrina del laissez faire los empresarios también aprovecharon la falta de supervisión gubernamental para enriquecerse formando monopolios, eliminando la competencia, fijando precios altos para los bienes, y produciendo mercancía de baja calidad. La reforma Hoy el sistema económico de Estados Unidos es muy distinto del que prevalecía en el siglo XIX. Los dirigentes de los gobiernos de antaño se negaron a hacer algo para controlar a las empresas. Con la excepción de un otorgamiento de apoyo financiero a las compañías que construyeron el sistema ferroviario a fines del siglo XIX, el gobierno casi no intervenía en los negocios privados. Sin embargo, los ciudadanos exigieron acción. Los trabajadores se unieron para organizar sindicatos con el objeto de protegerse. Pensaron que trabajando juntos podrían obligar a una compañía a cambiar sus políticas injustas. Muchos otros norteamericanos escribieron y hablaron acerca de las prácticas arbitrarias. El movimiento nacional de reforma, que adquirió fuerza hacia fines del siglo XIX, se conoció como el Movimiento Progresista. Poco a poco, el gobierno empezó a actuar. En 1890, el Congreso aprobó la Ley Sherman Antimonopolio, una ley que tenía por objeto romper los monopolios. Fue una ley endeble que posteriormente tuvo que ser reforzada por otras, pero fue un comienzo. En 1906 se promulgaron leyes para asegurar que los alimentos y los fármacos fueran debidamente etiquetados y que la carne fuera inspeccionada antes de venderse. En 1913 el gobierno estableció un nuevo sistema federal bancario llamado Sistema de la Reserva Federal para regular la oferta de dinero de la nación e imponer algunos controles a las actividades bancarias. Los cambios más importantes ocurrieron en la década de 1930 con los programas del "Nuevo Trato" del Presidente Franklin D. Roosevelt. Durante esa década la nación soportó la peor crisis empresarial y la tasa más alta de desempleo de su historia. Para paliar la penuria causada por la Depresión, el Presidente Roosevelt y el Congreso promulgaron muchas leyes nuevas para reglamentar las ventas de valores, reconociendo el derecho de los trabajadores a fommar sindicatos y estableciendo reglas sobre salarios y jomadas para diversos tipos de trabajadores.
Se impusieron controles más estrictos a la fabricación y venta de alimentos, fármacos y cosméticos.Estas leyes y reglamentos, y muchas otras iniciativas sociales aprobadas desde los años 30, han trasformado al capitalismo norteamericano de "una potranca salvaje a una provista de freno y silla", como lo describiera un escritor. Nada de lo que puede comprarse hoy en Estados Unidos está exento de algún tipo de reglamentación por parte del gobierno. Los fabricantes de alimentos deben especificar el contenido de cada lata, caja o frasco. Casi todos los alimentos frescos son inspeccionados en algún momento por un funcionario del gobierno. Ningún fármaco puede venderse hasta que ha sido sometido a pruebas extensas y después aprobado por una agencia federal. Muchos tipos de negocios deben pasar inspecciones de sanidad y seguridad por trabajadores del gobierno, y los automóviles deben construirse de acuerdo con ciertas normas de seguridad. Los precios de los productos deben indicarse con claridad, y la publicidad debe ser veraz. Estas son sólo algunas de las muchas maneras en que el gobiemo protege ahora la salud, la seguridad, y el dinero de los consumidores. Las leyes también prohiben la discriminación en la contratación, el empleo de niños pequeños, establecen normas sobre las condiciones de trabajo y protegen los derechos de los sindicatos independientes a organizarse, negociar e ir pacíficamente a la huelga. Los empresarios creen que la reglamentación del gobiemo es excesiva. Dicen que algunas reglas que deben acatar son innecesarias y costosas. Llenar formas pare satisfacer las reglas del gobierno cuesta dinero, lo cual infla los precios que deben cobrar. Por otra parte, algunos norteamericanos creen que sin reglamentos estrictos por lo menos algunas empresas engañarían o perjudicarían a los trabajadores y consumidores a fin de incrementar sus utilidades. Ingresos, crédito y banca Estados Unidos ha sido descrito como una sociedad opulenta, y aunque algunos norteamericanos son pobres, la generalización es exacta. El ingreso medio de las familias en 1993 fue de aproximadamente US$31.200. Al jubilarse, la mayoría de los trabajadores recibe pagos de seguro social más otras remuneraciones de planes privados de pensiones, además de los beneficios de sus ahorros personales. Sin embargo, el 12,2% de la población vivía por debajo del nivel de pobreza establecido por el gobierno federal, que en 1993 era un ingreso de menos de US$14.763 para una familia de cuatro miembros.
Desde la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos han incrementado la práctica de comprar bienes y servicios a crédito. Las compras importantes, como casas, autos y aparatos eléctricos, se pagan a plazos mensuales. Muchos norteamericanos también tienen tarjetas de crédito que les permiten comprar desde ropa hasta pasajes de avión a crédito, y pagar después de un tiempo conforme a una sola cuenta enviada por la compañía acreedora, que generalmente es un banco. Normalmente, el tiempo concedido para pagar es de un mes. Después se cobran intereses. En 1994 Estados Unidos tenía cerca de 11.060 bancos con más de 70.000 oficinas, de las cuales casi 41.000 pertenecían al sistema operado por la Junta de la Reserva Federal. A través de sus bancos asociados, la Reserva Federal emite dinero, actúa como banco de liquidación financiera y establece las reservas de efectivo que los bancos deben mantener. Al aumentar y reducir estos requerimientos de reservas, y al cambiar la tasa de interés para préstamos a los bancos de los 12 bancos regionales de la Reserva Federal, la ]unta de la Reserva Federal puede regular la oferta de dinero y por ende tratar de controlar la tasa de inflación de la economía. Los ahorros individuales por lo general se depositan en cuentas que pagan interés en varios tipos de instituciones bancarias, en asociaciones de ahorro y préstamo, y en cooperatives de crédito creadas por grupos de empleados. Los norteamericanos también tienen la opción de colocar parte de su dinero en títulos de ahorro y certificados de tesorería emitidos por el gobierno federal, o en sociedades inversionistas privadas que invierten el dinero en el mercado de valores.Casi todos los bancos privados y las instituciones de ahorro cuentan con un seguro proporcionado por el gobierno federal para proteger las cuentas de ahorro individuales hasta por US$100.000. La mayor parte del dinero depositado en las cuentas de ahorro es usado por los bancos para financiar la compra o construcción de casas y edificios. La naturaleza de los negocios No todas las personas que inician negocios sueñan con sociedades mercantiles enormes, multimillonarias y con ventas a nivel internacional. Hay muchos que sólo quieren vender cosas, frutas y verduras, aparatos domésticos, ropa, o computadoras, para poder ser "sus propios jefes". Estas pequeñas empresas son parte importante de la economía. Muchas de ellas proporcionan bienes y servicios necesarios en barrios citadinos, en poblaciones pequeñas o en zonas rurales donde las grandes compañís tal vez no prestan un servicio adecuado.
En 1993, más de 700.000 empresas de este tipo se iniciaron en Estados Unidos. No todas tuvieron éxito, pero las personas que participaron por lo menos tuvieron la satisfacción de intentarlo. Muchas cadenas grandes de tiendas empezaron con un solo establecimiento. Ese es el tipo de éxito que puede encontrarse a través de la historia de Estados Unidos. La compañía Coca-Cola, que distribuye su gaseosa en el mundo entero, empezó cuando un farmacéutico mezcló la primera Coca-Cola y comenzó a venderla en la ciudad de Atlanta, Georgia. Una de las compañías de alimentos más famosas de Estados Unidos es la H. J. Heinz Co., que se especializa en encurtidos, mostaza, y salsa de tomate. Se inició cuando un adolescente empezó a vender diversos artículos comestibles de puerta en puerta y por la calle. Antes de que un joven llamado George Eastman se diera a conocer en la década de 1880, las cámaras eran muy difíciles de usar y sólo un experto podía manejarlas bien. Las fotografías se hacían sobre láminas de video y el equipo era muy difícil de transportar. Eastman inventó un nuevo tipo de película que era flexible y podía colocarse en un carrete. También fabricó una cámara que usara su película. Empezando en una oficina pequeña, fundó la ya enorme compañía Eastman Kodak y abrió el camino pare las innumerables compañías fotográficas que existen hoy. Los pantalones de mezclilla (jeans) que todos los adolescentes del mundo conocen, fueron inventados por un vendedor de telas pobre que vendió los primeros pares a los mineros en Califomia en la década de 1850. Su compañía, Levi Strauss, sigue siendo una de las mayores fabricantes de ropa en Estados Unidos. Las muchas leyes y reglamentos del capitalismo norteamericano moderno no han impedido que personas con ideas y sueños inicien empresas nuevas. Un ejemplo de los años 70 es el de dos jóvenes que pensaron que podían construir una computadora nueva y mejor. Trabajaron durante meses en la fabricación de la máquina, y después empezaron a reunir dinero para financiar su producción a gran escala. Uno de ellos vendió su auto para obtener el capital necesario. En 1977 abrieron una compañía a la que llamaron Apple Computer Corporation. Para fines de 1984, esa compañía era una de las mayores fabricantes de computadoras de Estados Unidos, con un personal de cerca de 4.500 trabajadores. Historias como ésta son las que crean una imagen de Estados Unidos como lugar donde una persona puede pasar "de la miseria a la riqueza", y mucha gente lo ha hecho.
Sin embargo, otros han fracasado y otros más no han querido arriesgarse a ser dueños de sus propios negocios. Uno de los cambios más importantes de las últimas décadas ha sido el paso de la producción de bienes a la prestación de servicios como característica dominante de la economía norteamericana. Mientras que antes la mayoría de los trabajadores de Estados Unidos producían bienes reales, desde dentífricos hasta neumáticos, hoy trabajan en el sector de la economía que se define globalmente como prestación de servicios. Las industrias de servicios comprenden el comercio al menudeo, los hoteles y los restaurantes, las comunicaciones y la educación, los espectáculos y la recreación, los gobiernos federal y local, la administración de oficinas, la banca y las finanzas, y muchos otros tipos de trabajo. Al mismo tiempo, conforme muchas empresas manufactureras tradicionales de Estados Unidos decrecen o crecen lentamente, surgen compañías nuevas que están creando productos y servicios cibernéticos, aeroespaciales o bioquímicos de alta tecnología. La empresa y su público Aunque hay mucha reglamentación de las empresas y la industria en Estados Unidos, muchos norteamericanos aún tienen una actitud negativa hacia lo que llaman "la empresa poderosa". Tienen miedo de su dinero y su influencia. Algunas compañías emplean a cabilderos en la capital de la nación para tratar de persuadir a los miembros del Congreso a que promulguen leyes que hagan menos difíciles sus operaciones. Esta actividad se llama cabildeo ("lobbying") y es practicada también por los sindicatos, los agricultores y muchos otros grupos que apoyan y cabildean a los miembros del Congreso. En Estados Unidos, cualquier grupo de intereses tiene el derecho de tratar de influir en el Congreso, incluida la iniciativa privada. De hecho, los grupos de protección del consumidor y del ambiente, muchos de ellos creados en los años 70, se cuentan entre los grupos de intereses más elocuentes y efectivos que cabildean al Congreso y tratan de movilizar a la opinión pública a través de los medios informativos. También es cierto que los grupos empresariales pueden ayudar a producir una legislación efectiva. Por ejemplo, a principio de los años 80, los fabricantes de fármacos, en colaboración con el Congreso, ayudaron a crear leyes nuevas que han conducido a la producción de medicamentos auxiliares en el tratamiento de enfermedades raras, con ayuda de dinero del gobierno.
En la esfera privada, muchas empresas grandes contribuyen a la promoción de la cultura y la educación. Algunas patrocinan programas de ballet, ópera, o culturales para la televisión. Otras ofrecen programas de becas para ayudar a los jóvenes a asistir a la universidad, o ayudan a financiar ciertos tipos de eventos deportivos, conciertos u otros servicios comunitarios. Aunque la economía norteamericana no es perfecta, sí hace lo que Adam Smith esperó de la competencia en el mercado. En general, el pueblo norteamericano tiene un gran poder adquisitivo y una amplia gama de servicios y bienes de consumo de donde escoger: desde autos y barcos hasta dulces y juguetes de bajo precio pare los niños. En las tiendas pueden encontrarse docenas de marcas de jabón, alimentos enlatados, radios, televisores y otros artículos. Algunos son producidos en Estados Unidos; otros se importan. La competencia en el mercado da a los norteamericanos la oportunidad de comparar calidad y precios y decidir lo que realmente quieren comprar Como resultado de la creatividad, iniciativa y trabajo arduo que la libre empresa ha fomentado, Estados Unidos se ha convertido en una de las naciones más ricas del mundo. La libertad de empresa, combinada con controles estatuidos para la protección tanto de los trabajadores como de los consumidores, hace hoy más segura y cómoda la vida para más personas en Estados Unidos que en cualquier otra época. Como sociedad rica con una industria de alta tecnología, y con una economía con un PIB superior al billón de dólares, Canadá se parece al sistema económico de mercado de los Estados Unidos y a su patrón de producción. Desde la Segunda Guerra Mundial, el impresionante crecimiento de la industria manufacturera, la minería y el sector de los servicios han transformado a la nación de una economía rural en una principalmente industrial y urbana. El Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, que se firmó en 1989, y después, la creación del NAFTA que incluye México, ha producido un sorprendente incremento en el comercio y una mayor integración económica con los Estados Unidos. Dado que disfruta de numerosos recursos naturales, de una mano de obra capacitada, y de capital moderno, Canadá tiene una economía sólida. Con una administración fiscal sólida, Canadá ha producido un superávit del presupuesto, reduciendo sustancialmente la deuda nacional, aunque un reto nuevo es la administración de los crecientes costes del sistema de sanidad pública. Las exportaciones representan
un tercio del PIB. Como México, Canadá disfruta de un superávit comercial con los Estados Unidos, el cual recibe más del 85% de sus exportaciones. Aunque históricamente Canadá ha estado políticamente dividida en áreas francófonas y angloparlantes, el liberalismo y un reducido interés en la secesión han redefinido la política francófona del nuevo siglo. Este cambio ha disminuido la tensión, y la posibilidad de una división o separación de la federación ya no es una preocupación nacional. Con el incremento de los precios del petróleo en 2004 y 2005, ha habido una transformación económica: se espera que las provincias de la Columbia Británica, Alberta y Saskatchewan tengan históricos superávits en sus presupuestos. Esto ha provocado que Ontario y Québec expresen que quieren contribuir con menos porcentaje de impuestos que el resto de las provincias. Alberta, por ejemplo, espera tener un superávit de 8.000 millones de dólares canadienses, los cuales, Ontario y Québec piden que se destinen al sistema federal con el fin de que estas dos provincias contribuyan con menos impuestos para la federación. La relación de Canadá con los Estados Unidos es un tema importante para los canadienses del siglo XXI. Aunque la llamada "fuga de cerebros" ha disminuido debido a la recesión de los Estados Unidos desde 2001, el mercado laboral canadiense también ha estado afectado. Las disputas sobre las tarifas, la acción multilateral y las nuevas leyes liberales canadienses (como el matrimonio homosexual, la inmigración abierta, y el uso médico de la marihuana) han tensado las relaciones entre ambos países. A pesar de estas diferencias, los Estados Unidos son su principal socio comercial: en comparación, en 1999, el comercio norteamericano con Canadá superó en el comercio de todas las naciones de Latinoamérica con los Estados Unidos. Las exportaciones norteamericanas en Canadá superan las exportaciones hacia todos los miembros de la Unión Europea. El comercio bilateral del puente Ambassador entre Michigan y Ontario es del mismo tamaño que las exportaciones totales de los Estados Unidos a Japón. El comercio con los Estados Unidos se incrementó un 40% desde la firma del NAFTA. Como su socio comercial, México, el 85% de sus exportaciones están dirigidas en los Estados Unidos. Ambas fronteras, Canadá-Estados Unidos y México-Estados Unidos, son las más transitadas del mundo. El NAFTA, sin embargo, ha provocado una integración mayor entre estos dos países y los Estados Unidos, sin embargo, la integración entre Canadá y México ha sido mucho más lenta, y el comercio no ha crecido
al mismo ritmo que con los Estados Unidos. Aún así, el gobierno canadiense tiene un programa de trabajo agrícola temporal para mexicanos, y, aparte de su política migratoria abierta, tiene un programa de contratación laboral y residencia inmediata para los mexicanos con licenciaturas en profesiones específicas como ingeniería y administración. 5.2. Recursos naturales Los territorios canadienses sorprenden por su gran diversidad: llanuras fértiles propicias para la agricultura, vastas extensiones montañosas, lagos y ríos. En el Gran Norte, la tundra del Artico se encuentra en seguida de los bosques naturales. En un territorio tan grande, el clima presenta muchas variantes. Los casquetes glaciares permanecen congelados al norte del paralelo 70 haciendo un fuerte contraste con la frondosa vegetación de la costa del occidental de la Columbia Británica. Sin embargo, Canadá tiene en general cuatro estaciones bien definidas, sobre todo a lo largo de la frontera con Estados Unidos. En verano, las temperaturas máximas puede llegar a los 35oC durante el día, mientras que en el invierno, las mínimas de -25oC son normales. Durante la primavera y en el otoño son menos drásticas. Inaugurado en 1885, el parque nacional de Banff es el más antiguo; se encuentra en Alberta, sobre la vertiente oriental de las montañas Rocallosas. El parque de Vuntut situado al norte del Yukón, fue creado en 1993. Como es de esperarse, es natural que el Canadá cuente con varias cadenas montañosas. Se trata, en el oriente: de los montes Torngat, los Apalaches y las Laurentinas; en el occidente: las montañas Rocallosas, la cadena Costera y los montes Mackenzie; en el norte: los montes San Elías y los montes Pelly. El monte Logan, situado en el Yukón es la cima más elevada del Canadá; tiene una altura de 6.050 metros. Los principales lagos canadienses son los lagos Hurón, Gran Lago del Oso, Superior, Gran Lago de los Esclavos, Winnipeg, Erie y Ontario. (Esos lagos se enumeran en orden de su extensión total dentro del territorio canadiense, puesto que varios de los grandes lagos se encuentran en la frontera canado-estadounidense). El Gran Lago del Oso, situado en el Territorio Noroccidental es el más grande de los lagos situados dentro del territorio canadiense; su superficie es de 31.326 km2. El río San Lorenzo, cuya longitud es de 3.058 kilómetros, permite la navegación de barcos que llegan por el océano Atlá ntico hacia los Grandes Lagos. El río más largo es el MacKenzie, corre sobre 4.241 km en los Territorios Noroccidentales. Citemos también los
ríos Yuk ón y Columbia que corren por los Estados Unidos, el río Nelson, el Saskatchewan, La Paz y el Churchill que son importantes recursos acuícolas del Canadá. El gas natural, el petróleo bruto, el oro, el carbón, el cobre, el mineral de hierro, el níquel, el potasio, el uranio, el zinc, los bosques y el agua son entre otros los principales recursos naturales del Canadá. El clima de Estados Unidos es favorable a diversos cultivos y productos forestales. El Corn Belt, región que se extiende desde el oeste de Ohio hasta el centro de Nebraska, es la extensión más grande de terreno cultivable en el mundo. También cuenta con yacimientos significativos de minerales importantes, entre los que se incluye más de un quinto del carbón mundial. A pesar de esta riqueza, no puede producir todos los recursos necesarios para su gran economía industrial; el país importa el 80% de aluminio, cromo, cobalto, magnesio, platino, asbesto, estaño y tungsteno. Estados Unidos ahora produce el 65% de su consumo de petróleo, pero los nuevos descubrimientos del interior tienden a ser pequeños y costosos de explotar. La erosión ha causado la pérdida de más de un tercio de la capa superficial del suelo. La moderna maquinaria pesada puede ahora reparar los barrancos y otros escarpes habituales en la década de 1930, pero la pérdida de suelo es todavía elevada en algo más de la mitad del terreno cultivable de la nación por efecto de la erosión. A pesar de estas tendencias, y gracias a las regulaciones gubernamentales, la contaminación del agua ha disminuido considerablemente durante la década de 1970; la reforestación es mayor que el número de talas en la mayor parte de las regiones, y numerosas áreas se han acotado para crear reservas de fauna y parques nacionales. La lluvia ácida, la eliminación de residuos tóxicos, el suministro de agua y el cambio climático son las principales cuestiones medioambientales. En la época en que los europeos empezaron a asentarse en el actual Estados Unidos, los bosques cubrían la mitad de su territorio; hoy sólo abarcan el 25% de la superficie. Del mismo modo, la colonización del continente ha causado la pérdida de pastos y de otras especies naturales. En el norte, Alaska es una tundra desolada y azotada por los vientos, una región de líquenes, musgos, arbustos bajos resistentes y plantas de flor; en el interior y en el sur, crecen cultivos estacionales y ciertos árboles pueden sobrevivir; unas pocas especies de árboles de hoja de aguja, sobre todo piceas y abetos, dominan un vasto bosque siempre verde, apareciendo también en áreas rocosas cubiertas de líquenes y pantanos cubiertos
de hierbas, donde se entremezclan con álamos temblones cortados con señales de fuego. Este bosque, conocido como la taiga, se extiende por el sureste del interior de Alaska y surge de forma aislada en el norte de Nueva Inglaterra y en la región de los Grandes Lagos. Al sur de la taiga se desarrolla un bosque mixto que contiene árboles de hoja de aguja y hoja ancha como pinos, arces, olmos, abedules y robles, así como nogales americanos, hayas y sicomoros. Este tipo de bosque cubría la región que rodea los Grandes Lagos y el este cuando llegaron los colonizadores europeos. Todavía más al sur, el bosque alcanza su máxima diversidad: el Parque nacional de las Grandes Montañas Humeantes (Great Smoky Mountains), que se extiende por el oeste de Carolina del Norte y el este de Tennessee, contiene más especies de árboles que todo el continente europeo. La zona del golfo de México es más calurosa que esta área montañosa, pero sus llanuras y colinas bajas no albergan un bosque tan complejo; además, los suelos arenosos y los veranos calurosos propician fuegos, que suprimen los robles y otras especies de madera noble y favorecen los pinos de rápido crecimiento que hoy representan el mayor recurso forestal de la nación. Otras especies propias de esta zona son magnolias, pacanas, eucaliptos y tupelos; un número de especies subtropicales y tropicales crecen en el sur de Florida. A lo largo de la costa del golfo de México las zonas pantanosas de sal y las gramíneas de ciprés y mangle ayudan a proteger la costa contra el viento y las olas. La diversidad de los bosques también decrece al oeste de los Apalaches; en primer lugar, las piceas de las zonas elevadas de las montañas, los abetos y los fresnos desaparecen y, además, disminuyen las precipitaciones en cantidad y regularidad, por lo que los incendios se hacen más frecuentes. Los exuberantes bosques de madera noble de las zonas bajas del valle del Mississippi poco a poco se reducen en tamaño y complejidad. Los bosques de roble y nogal americano dan paso a zonas aisladas de roble y a praderas de hierbas altas, las cuales, antes de ser cultivadas, ocupaban el actual Corn Belt (‘cinturón de maíz’) desde Indiana hasta el este de las Grandes Llanuras Hacia el oeste el clima es todavía más seco, y las hierbas altas verticillium alboatrum producen una grama más corta y una extensión de la gramínea del norte. Las hierbas del norte de las Grandes Llanuras crecen sólo durante el verano corto y florecen a finales del mismo o comienzos del otoño. Por contraste, las hierbas del sur de esta zona crecen rápidamente en primavera, florecen pronto y luego se mantienen inactivas durante
los veranos calurosos y secos. La artemisa en el norte, el mezquite y el enebro en Texas son característicos de los prados más pobres. Las montañas Rocosas y otras cordilleras interrumpen la transición gradual a una auténtica vegetación desértica y los árboles son abundantes en las partes más bajas y medianas de las laderas; los pinos y enebros dominan en el piedemonte, dando paso a álamos temblones, abetos y piceas en las partes más altas; por encima de esta zona está la verdadera tundra. Los desiertos de las partes bajas llenos de arbustos alternan con montañas cubiertas de árboles (y en ocasiones tundra o neveros) a través de todos los estados montañosos y en el interior de los estados cercanos al Pacífico. El valle de la Muerte, que se encuentra por debajo del nivel del mar, es uno de los muchos terrenos bajos prácticamente estériles. La vegetación en estas regiones comprende especies como artemisa, enebro, piñón, hierbas, mezquite, zygophyllaceous y yuca; los “bosques” de cactus que forman una imagen típica de los desiertos se encuentran en realidad en las laderas de las alineaciones montañosas del desierto de Mojave en el sur de Arizona y California. Sobre la más alta pero todavía relativamente seca meseta del Colorado crecen los pinos ponderosa y piñonero. Los veranos calurosos y secos y los inviernos templados y húmedos de la costa del sur de California producen una característica vegetación arbustiva conocida como chaparral; en esta zona, las plantas se han adaptado a los inviernos lluviosos, los veranos secos, los incendios del otoño y los suelos de poca profundidad. Más al norte, en las laderas occidentales de las cordilleras Costeras y sierra Nevada, la estación lluviosa del invierno es más larga y los bosques de secuoya y secuoya gigante son frecuentes. Todavía más al norte, en la parte occidental de Oregón y en Washington, aparece un auténtico bosque lluvioso: abetos, abetos Douglas, tsugas, cedros, piceas y pinos, cada especie ocupando su propia zona climática de altura; esta zona forestal es la segunda más rica de la nación. Los bosques costeros de Alaska tienen menos especies que los ricos bosques lluviosos al sur pero un crecimiento más rápido que la taiga en el norte. Los ríos del este de Estados Unidos, como Hudson, Delaware, Susquehanna, Potomac y Savannah, drenan regiones que registran precipitaciones durante todo el año, y, por tanto, son cursos fluviales caudalosos que permiten la navegación y constituyen importantes vías comerciales. Los del interior, como el Ohio, Tennessee, Illinois y Mississippi, a menudo se desbordan en primavera y su nivel disminuye en las semanas más cálidas de finales de verano y durante los meses de nieve en el invierno. Se ha
llevado a cabo alguna regulación en el cauce de estos ríos para evitar las inundaciones a través de un sistema de embalses y diques costoso y polémico. El deshielo de la nieve de las montañas Rocosas es el principal aporte de agua en los ríos que fluyen hacia el este como Missouri, Platte, Arkansas y Río Grande, y los que fluyen hacia el oeste como Colorado, Sacramento, Snake y Columbia en la parte occidental de Estados Unidos. La mayor parte de los ríos pierden caudal a medida que se alejan de las montañas; algunos, como el Colorado, están regulados mediante embalses cuyas aguas se desvían para consumo urbano y agrícola de forma que su cauce apenas llega al mar. En Alaska, el Yukón domina el sistema fluvial. Los cinco Grandes Lagos —Ontario, Erie, Hurón, Michigan y Superior— ocupan una serie interconectada de cuencas de modelado glaciar que en conjunto forman una gran arteria de transporte. Los glaciares también dejaron decenas de miles de pequeños lagos por todo el noreste de Estados Unidos, la parte superior del Medio Oeste y la mayor parte de Alaska. Entre los más grandes están Champlain, Winnipesaukee y Cayuga en el noreste y Winnebago, Red y Mille Lacs en el Medio Oeste. El Gran Lago Salado de Utah y muchas de las cuencas saladas más pequeñas de los estados montañosos son los restos de lagos mayores del periodo glacial. Gran parte de los acuíferos subterráneos, especialmente los de las Grandes Llanuras, son también vestigios de un pasado más lluvioso Se puede dividir Estados Unidos en cinco grandes regiones edáficas, formadas como resultado de la acción del clima y de los procesos de erosión, sedimentación y acarreo glaciar: los molisoles profundos y negros en el centro del continente (el territorio más fértil del país), en el área que se extiende desde el oeste de Illinois hasta Nebraska y ambas Dakotas; los suelos rojos lixiviados del sureste y las montañas de la costa oeste; los espodosoles gruesos y ácidos en el noreste de Estados Unidos y en las partes altas de las montañas occidentales; los alfisoles grises o marrones moderadamente fértiles que se encuentran alrededor de los Grandes Lagos, al sur de las Grandes Llanuras y en el valle central de California; y los aridisoles secos y salados en el desierto del suroeste. Además de estas extensas formas genéricas encontramos las particularidades geológicas locales, como los vertisoles de arcilla negra y los histosoles orgánicos, compuestos de turba y lodo orgánico, que se encuentran en lugares pantanosos como los Everglades de Florida o los pantanos de Minnesota. En suma.
Como es de esperarse, es natural que el Canadá cuente con varias cadenas montañosas. Se trata, en el oriente: de los montes Torngat, los Apalaches y las Laurentinas; en el occidente: las montañas Rocallosas, la cadena Costera y los montes Mackenzie; en el norte: los montes San Elías y los montes Pelly. El monte Logan, situado en el Yukón es la cima más elevada del Canadá; tiene una altura de 6.050 metros. Los principales lagos canadienses son los lagos Hurón, Gran Lago del Oso, Superior, Gran Lago de los Esclavos, Winnipeg, Erie y Ontario. (Esos lagos se enumeran en orden de su extensión total dentro del territorio canadiense, puesto que varios de los grandes lagos se encuentran en la frontera canado-estadounidense). El Gran Lago del Oso, situado en el Territorio Noroccidental es el más grande de los lagos situados dentro del territorio canadiense; su superficie es de 31.326 km2. Se puede dividir Estados Unidos en cinco grandes regiones edáficas, formadas como resultado de la acción del clima y de los procesos de erosión, sedimentación y acarreo glaciar: los molisoles profundos y negros en el centro del continente (el territorio más fértil del país), en el área que se extiende desde el oeste de Illinois hasta Nebraska y ambas Dakotas; los suelos rojos lixiviados del sureste y las montañas de la costa oeste; los espodosoles gruesos y ácidos en el noreste de Estados Unidos y en las partes altas de las montañas occidentales; los alfisoles grises o marrones moderadamente fértiles que se encuentran alrededor de los Grandes Lagos, al sur de las Grandes Llanuras y en el valle central de California; y los aridisoles secos y salados en el desierto del suroeste. Para comprobar lo que ha aprendido en esta Unidad Fuentes de consulta Bergsten, C. Fred. Estados Unidos en la economía mundial: Estrategia para la década de los noventa. México, Gernika, 1991. Godinez Zúñiga, Víctor Manuel. El gobierno del mercado: economía y política en los Estados Unidos. Universidad de las Américas, Departamento de Estudios Internacionales, 1994. Iain, Wallace. A geography of the canadian economy. Ontario, Oxford University, 2002. Robertson, Ross M. Historia de la economía norteamericana. New York, Harcout Brace Jovanovich, 1973. Schmandt, Jurgen y Robert Wilson. Growth policy in the age of high technology : the role of regions and states. Chapman and Hall, 1990
Bibliografía complementaria para ahondar sobre el tema Pipitone, Ugo. América Latina y Estados Unidos: La economía del desencuentro continental. México, Centro de Investigación y Docencia Económica, 1989. Rosas, Maria Cristina. La economía internacional en el siglo XXI: OMC, Estados Unidos y America Latina. México, UNAM, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2001.
Conclusión general A través de este recorrido general ahora somos capaces de reconocer generalidades y particularidades del desarrollo de la economía y la política en América Latina, su génesis, los obstáculos estructurales, la influencia de actores tanto locales como extranjeros que influyen en la constitución de un proceso socioeconómico que difícilmente alienta la superación de estructuras anquilosadas, políticas y económicas, que evitan que en América Latina se adopten estrategias autónomas, y alternativas, al establishment impuesto desde la institucionalidad que Washington influye poderosamente y de los grupos locales que se benefician con él. De igual forma hemos revisado los modernos debates actuales surgidos de la crisis del modelo neoliberal-autoritario en América Latina y los nuevos caminos que parecen abrirse en la coyuntura regional a través de la práctica política en Bolivia, Venezuela, y los distintos movimientos sociales que rechazan al neoliberalismo y exigen soluciones inmediatas a las condiciones de vida de América Latina, todo ello por supuesto con sus contradicciones propias de su dinámica política y social. Por otro lado, ahora tenemos referencias concretas para hacer un comparativo, institucional, político, social y económico para darnos cuenta que existe un gran abismo entre la América Latina y los Estados Unidos y Canadá, lo que definitivamente debe arrojar como corolario que no puede existir una relación de iguales entre éstos y los Estados latinoamericanos, más aún, cuando vemos que históricamente han actuado de forma imperial buscando satisfacer su necesidades económicas. Es por demás, prematuro dar una conclusión definitiva, lo que si es posible hacer es visualizar la agudización de los conflictos sociales internos en América Latina y la consecuente represión que los gobiernos de derecha intentarán aplicar con el objetivo de estirar al máximo el modelo depredador neoliberal, ello por supuesto con el apoyo total de los Estados Unidos, en aras de preservar un modelo de democracia formal e instrumental para la “gobernabilidad”. También veremos la profundización de las reformas neoliberales con el debido respaldo policíaco-militar. Las coyunturas tanto en Estados Unidos como Canadá pasarán por los conflictos y demandas internas derivados de la inmigración y exclusión de grupos migrantes e históricamente, y sistemáticamente, ignorados.
Para el caso de Canadá, éste país en definitiva parece ser le más democrático de todo el continente americano, y de gran estabilidad económica , situación que no concuerda con su actuar internacional de bajo perfil, sin embargo probablemente estará más activo pues sus recursos naturales, principalmente el agua, son ambicionados por los Estados Unidos, en su estrategia de seguridad en América del Norte. Estados Unidos estará viviendo un reacomodo en las formas de su política exterior pero sin dudas los planes de corte imperialistas en aras de buscar su seguridad nacional continuaran mediante otras formas más negociadas, mediante alianzas, acuerdos y tratados.
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