Encuentros cercanos con Jehová

Juan de J. Fierro Perdomo Encuentros cercanos con Jehová Un nuevo enfoque del Antiguo Testamento A mi esposa Y a mis hijos Con amor TESTIMONIO DE

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Juan de J. Fierro Perdomo

Encuentros cercanos con Jehová

Un nuevo enfoque del Antiguo Testamento

A mi esposa Y a mis hijos Con amor TESTIMONIO DE GRATITUD Al Dr. Miguel Roberto Forero, Director del CIFO –Centro de Información del Fenómeno OVNI – de Bogotá, al Sr. Jaime Lasprilla Lozano; y al entrañable amigo Enrique Muñoz Camacho: por su valiosa ayuda y acertadas indicaciones en la elaboración y publicación de esta obra. A todos mis familiares e innumerables amigos, que han creído en mí. Y en especial, a mi esposa y a mis hijos por su aliento, su colaboración y la diaria demostración de su cariño. El autor.

INTRODUCCIÓN

Ni me creo en posesión de la verdad, ni me supongo sabio, Pero me llena de consuelo el saberme inmerso, de hoz y de coz, en la duda, que no es mal, sino muy honesto camino. Camilo José Cela

Desde los primeros años de mi vida, las palabras de mi madre me enseñaron que la Biblia –la sagrada Biblia – contenía la palabra de Dios: era el “Verbo de Dios hecho linotipo”. Todo lo que allí se dijese era santo, era divino. Allí estaba la Ley de Dios: lo que debíamos hacer y no hacer; el premio para los buenos y el castigo para los malos. El Antiguo Testamento era la historia del pueblo escogido de Dios; el pueblo bendito, el pueblo preferido, el depositario de

la herencia divina, el que recibió y nos transmitió la gran dicha de la verdadera fe, la verdadera religión, “fuera de la cual no hay salvación”, según las palabras de un benemérito autor de un catecismo de moda en aquella época. Años más tarde, apasionado por el deporte del atletismo, estudié su historia, desde los bellos y heroicos tiempos de la Gracia de Zeus y su desarrollo a través de los juegos Olímpicos desde el año 776 A. de C. conociendo su significado y aprendiendo su filosofía. El atletismo legado de los dioses del Olimpo, el atletismo inteligente, de estudio, de investigación y disciplina, más que un sano pasatiempo, más que un deporte, es una posición ante la vida: el atleta, el verdadero atleta, que ha superado la etapa física de emulación a los cuadrúpedos adiestrados a para recorrer mayores distancias en menores tiempos es, ante todo, un hombre de bien: sano, honesto y fiel cumplidor de los deberes que le imponen su patria, su profesión, su sociedad, su familia y sus creencias. Y estudié la mitología griega; y conocí de las andanzas de Zeus y su corte; las hazañas del os héroes y las crueldades de los dioses; los rayos fulminantes, las mortíferas armas, los (faltan las páginas 3-4). De nuestras religiones –judía y cristiana – considerado a través de los siglos como tabú para el profano y cuya interpretación ha estado reservada a unos cuantos, traficantes de la fe y la ignorancia del pueblo, vendedores de indulgencias, vociferantes comerciantes del peaje para la bienaventuranza ultraterrena. Porque al fin y al cabo, según Jorge Luis Borges, “es imposible escribir sin pasión”. Para la tranquilidad mía y de otros, la época de la inquisición ya pasó, pero no ha pasado aún la del absolutismo: la Iglesia Católica enseña y predica – hace menos de veinte años – su exclusividad como guardiana de las puestas del cielo y se autoproclama como depositaria única de la “única verdad”. Erich Von Däniken nos cuenta en su libro Las Apariciones: “En las constitución del Concilio Vaticano II, de 21 de noviembre de 1964; en la explicación del 28 de noviembre de 1965 sobre las relaciones con las religiones no cristianas; y en la solemne profesión de fe del Papa Paulo VI del 30 de junio de 1968, queda explícita y nuevamente confirmado que: La Iglesia Católica es la única verdadera; La Iglesia Católica define la única infalible verdad; La Iglesia Católica es necesaria para alcanzar la salvación; La Iglesia Católica tiene confiada la custodia de los bienes eclesiales; La Iglesia Católica es la única heredera verdadera de las promesas divinas; La Iglesia Católica es la única que está en posesión del espíritu de Cristo; Únicamente la Iglesia Católica le ha sido confiada la infalible magistratura; La Iglesia Católica es la única que está en posesión de toda la verdad.

“EL día 18 de noviembre de 1965 la Iglesia Católica anunció de manera oficial y solemne que:

El autor de la Biblia es el mismo Dios; La Biblia es santa en todas sus partes; La Biblia ha sido escrita, en todas sus partes, bajo la inspiración del Espíritu Santo; Todo cuanto dicen las autores de la Biblia ha sido inspirado por el Espíritu Santo y es como si él mismo lo hubiera redactado; La Biblia enseña, segura, fielmente y sin error.

Para presentar esta pretensión de exclusividad ante la comunidad de varios centenares de millones de creyentes, los teólogos, sin hacer las más mínima mención de los descubrimientos hechos en sus investigaciones, se remiten a la Biblia, a los Evangelios, a las Cartas de los Apóstoles y al “texto original” de las Sagradas Escrituras”. (Erich Von Däniken, Las Apariciones. Ediciones Martínez Roca). No pretendo interpretar la Biblia con clave especial. Tan solo pretendo, a sabiendas que seré tachado de iconoclasta, mostrar qué clase de personaje fue Jehová. Y cómo lo juzgaríamos hoy, con los ojos de nuestro siglo, nuestro moribundo siglo XX, después de dos mil años de cristianismo, con la conciencia moderna de los Derechos Humanos, el respeto a la vida, al igualdad racial, la tolerancia religiosa, la misericordia, la caridad, etc., conceptos que rigen actualmente (en teoría al menos), las relaciones y la vida de los pueblos. No he querido, deliberadamente, situarme en la época de Jehová para analizarlo según el “contexto histórico”, aunque sí he realizado la suficiente investigación para situar geográfica e históricamente, los acontecimientos relatados en la Biblia. Atender el llamado contexto histórico, o sea situarnos en la época y las circunstancias específicas que rodearon a determinado personaje, para así entenderlo y comprenderlo mejor, nos lleva a encontrar justificación y disculpa para todos los crímenes y matanzas de todos los déspotas y asesinos que en el mundo han sido. Si nos devolvemos a sus épocas, justificaremos, por una u otra razón, política o de estado, las matanzas de Atila, Gengis Khan, Nerón, Hitler y demás. Dentro de su contexto histórico, cada uno de estos genocidas tuvo justificación y razones suficientes para realizar los crímenes que cometió. Hitler, en su época y en su tierra, tuvo razones para ordenar y disponer la matanza de seis millones de judíos. Y su pueblo lo aceptó, lo justificó, le colaboró y le obedeció. Sin embargo hoy, consideramos esto como un execrable crimen de lesa humanidad, vergüenza para la historia de nuestro siglo. Si nos volvemos 3000 añosa analizar a Jehová aceptando sus matanzas.

con “los ojos de Moisés”, seguiremos

Al igual que Ricardo Santander Batalla (¿Fue Jehová un cosmonauta? Editorial A.T. E. Barcelona, 1977). Busqué a Dios en los libros sagrados; y solo encontré la huella sangrienta, página tras página, de un déspota sanguinario, egoísta y cruel. La figura que emerge sorprende. Sorprende y asombra por sus perfiles de crueldad. Considero que en la actualidad, a través de la investigación científica del presente, mirando hacia el futuro, hemos alcanzado una situación en la que estamos inconmensurablemente

mejor equipados para examinar el pasado. Y hoy, cuando el hombre ya ha puesto el pie en la Luna y se apresta a seguir más allá, no debemos limitarnos y satisfacer con explicaciones que fueron ideadas hace siglos, cuando las concepciones científicas se basaban en el tremendismo religioso. Hoy, cuando nuestras ciencias ha despejado los cielos, despojándolos de todo elemento sobrenatural que escape al racionalismo, suministrándonos explicaciones racionales a la mayoría de los hechos –por no decir – hasta hace poco considerados divinos, considero que “la mano de Dios” ha ido alejándose más y más. Sin que esto implique su negación, sino por el contrario, la afirmación y confirmación de su existencia y su grandeza, situándola donde verdaderamente debe estar: más allá de nuestro limitado cerebro, más allá de nuestros rastreros sentidos, más allá de nuestros miopes ojos y más allá de nuestras miserias… He seguido el texto tradicional de la Biblia católica, apostólica y romana, traducido de la Vulgata Latina. He consultado además, otras versiones católicas y protestantes, usándolas como puntos de referencia y comprensión; libros que están todos al alcance de cualquier escolar de nuestros días. No he seguido libros secretos, ni apócrifos, ni cabalísticos, ni esotéricos. Y me he limitado al Antiguo Testamento, pues es allí donde campea, dominadora y terrible, la presencia de Jehová. El Nuevo Testamento, bien lo sabemos, contiene las enseñanzas de quien predicó una doctrina totalmente contraria a la de Jehová. Amar en vez de odiar; perdonar en vez de matar. Es necesario admitir, sin embargo, que, siendo la Biblia la recopilación de muchos escritos, de muchos autores, con variados estilos literarios y de diferentes épocas, a pesar de lo proclamado por la Iglesia Católica respecto a la inspiración divina exclusiva y excluyente, no todo lo que allí se dice como atribuible a Jehová, debe ser tenido y aceptado como tal. Es muy posible que el concepto de Dios, concepto sobremanera abstracto, pero asimilado a Jehová, se le hayan atribuido actuaciones y acontecimientos que hoy no son naturales y normalmente explicables, pero considerado como milagrosos o divinos en aquellas épocas, dado el estado de atraso cultural del pueblo judío. Hay no obstante, numerosas situaciones en las cuales la presencia física de Jehová y su ejército es innegable y reconocible sin lugar a dudas. Y numerosas las actuaciones de venganza, crueldad y muerte ejecutadas, ordenadas y toleradas por Jehová, personaje que se nos ha presentado como Dios, pero cuyos actos, indicativos de una personalidad egoísta, sanguinaria y despótica, nos hacen pensar no en las cualidades y atributos de Dios, sino en las de un ser que debería analizarse a la luz de alguna de as ciencias modernas que investigan conductas y comportamientos.

Capítulo 1

EL GENESIS

Los primeros capítulos del Génesis son en un Verdadero sentido que a los exegetas incumbe Precisar y definir más, relatos históricos. Encíclica Humani Generis, Pío XII

LA CREACIÓN “Al principio creo Dios el Cielo y la tierra”. Esta es la frase inicial de las diferentes versiones de la Biblia. Es la que nos han enseñado desde niños; y fue la primera frase que el hombre transmitió desde la Luna a la Tierra, en los albores de nuestra actual era espacial. Hasta hace poco, no se dudaba de ella, al menos públicamente, pero hace algún tiempo, un estudiosos hebraísta, J.M. Vaschalde –en testimonio recogido por el francés Robert Charroux – (en El Libro de los Dueños del Mundo. Plaza y Janés, Barcelona, 1976), empezó a preguntarse: ¿Por qué Moisés, que era monoteísta, escribió “ELOHIM” que es el plural de Elóah, que significa “extraño”, o “extranjero”? Cuando se habla más tarde, de Jehová, o Yavé, se utiliza el singular, así: YHVH, en hebreo antiguo sin vocales, cuya fonía viene a equivaler al castellano YAVÉ, que más tarde se convertiría en Jehová. ¿Sería que no fue Yavé (Dios) quien creó el Cielo y la Tierra? ¿Serían más bien “los extraños”, o “los extranjeros”? Mas tarde, otro estudiosos del hebreo y demás lenguas antiguas aclaró: “Los Celestes”; y recomienda que se adopte esta versión donde quiera que aparezca la palabra ELOHIM. El historiógrafo Guillermo Oncken en su libro El Pueblo de Israel (colección de Historia Universal, VII, Montaner y Simón, Editores, Barcelona, 1917), nos aclara al respecto: “Yavé es el nombre propio del Dios de Israel. Su significación es oscura y por su forma, así como por otras razones, debe considerarse como palabra exótica en el hebreo. Ahora se dice, generalmente, “Jehová”, es decir, “sin forma”; esto se explica porque los judíos evitaban pronunciar el santo nombre de Dios y en su lugar decían: “el Señor”, en hebreo: Adonai, y más exactamente: “mis señores”. ¿Por qué el plural? En los textos antiguos, del periodo talmúdico-masorético, (antes que la iglesia Católica entrara a quitar, añadir, cambiar, interpretar), se hace diferencia entre Elohim y Yavé. Así, por ejemplo, en el conocido relato de la visión de la “Escala de Jacob”, vemos: GÉNESIS, Cap.28, Vers.10: “Y salió Jacob de Beerseba, fue a Harán. 11 Y encontró el lugar y pernotó allí; porque ya el sol de había puesto y tomó una de las piedras de aquel paraje y la puso bajo su cabeza y acostase en aquel lugar. 12 Y soñó; y he aquí una escala que estaba apoyada en la tierra y su cabeza tocaba el cielo; y he aquí los ángeles de ELOHIM que subían y descendían por ella. 13 Y he aquí que YAVEH estaba delante de él y dijo: Yo soy Yavéh, el Dios de tu padre Abraham…etc. 16 Despertó Jacob de su sueño y dijo: “Ciertamente está Yavéh en este lugar y yo no lo sabía”.17 Y atemorizado añadió: “Cuan terrible es este lugar! Verdaderamente ésta es la casa del Señor y la puerta del cielo”… 20 E hizo Jacob el siguiente voto: Si fuera ELOHIM con migo y me guardare en este viaje que hago y me diere pan para comer y vestido para vestir; 21 y si tornare en paz a casa de mi padre, YAVÉH será mi Dios”.

Además de la señalada diferencia entre ELOHIN y YAVÉH, hay en este relato otros detalles dignos de tener en cuenta:

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