ERRORES EN LA ARGUMENTACIÓN: LAS FALACIAS Y CÓMO COMBATIRLAS. Victórico Muñoz Rosales

ERRORES EN LA ARGUMENTACIÓN: LAS FALACIAS Y CÓMO COMBATIRLAS. Victórico Muñoz Rosales II. LAS FALACIAS Uno de los errores en la argumentación más usu

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ERRORES EN LA ARGUMENTACIÓN: LAS FALACIAS Y CÓMO COMBATIRLAS. Victórico Muñoz Rosales

II. LAS FALACIAS Uno de los errores en la argumentación más usuales, consiste en expresar argumentos que parecen buenos argumentos pero que no lo son que parecen válidos pero resultan inválidos (cuando es posible que sus premisas sean verdaderas y su conclusión sea falsa). Asimismo, en ocasiones creemos haber hecho un razonamiento válido, pero bajo análisis lógico resulta que no lo es, pues las premisas y la conclusión no relación de consecuencia lógica entre las premisas y la conclusión. Falacias se denominan a este tipo de argumentos en donde no hay relación de consecuencia y por lo tanto de las premisas no se infiere la conclusión o la conclusión no se deriva pertinentemente de las premisas, resultando argumentaciones inválidas, que, no obstante parecen válidas.

En la actualidad se hace énfasis a su incorrección e invalidez pero sobre todo al hecho de que siendo incorrectos e inválidos, nos sorprendan y persuadan al parecernos válidos o correctos. Copi reserva el nombre de Falacia a los “argumentos que, aún cuando sean incorrectos resultan persuasivos de manera psicológica…” (Copi y Cohen, 2005; 126) Así pues, uno de los aspectos importantes de las falacias consiste en su poder persuasivo (sea que

nos

“parezcan” válidas por las influencias del contexto, el mal uso del lenguaje y al 1

mover nuestros prejuicios, pasiones o emociones) lo cual hace que las aceptemos, aún cuando no debemos.

Las falacias informales se dividen en falacias de atinencia y de ambigüedad.

Las falacias de atinencia son aquellas cuya corrección o invalidez está en que la conexión entre premisas y conclusión no es lógicamente adecuada, no es pertinente y la conclusión no se sigue o infiere de las premisas. Al fallar ese aspecto se constituye en un error del razonamiento y, por lo tanto de la argumentación. Por su parte las falacias de ambigüedad se cometen por un mal uso o abuso del lenguaje, particularmente de algunos términos que constituyen las proposiciones dentro del argumento, tanto en las premisas como en la conclusión; la falta de claridad en el lenguaje es lo que les vale el nombre de falacias de ambigüedad.

Tenemos así la siguiente clasificación de las Falacias: informales se dividen en falacias de atinencia y ambigüedad, por una parte las falacias de atinencia son: Ad hominem, ad verecundiam, ad populum, ad baculum, ad misericordiam, ad ignorantiam, Accidente, Causa falsa, Petición de principio, Conclusión irrelevante, entre otras. Las falacias de ambigüedad, por otra parte, son: Equívoco, Anfibología, Énfasis o acento, Composición, División, entre otras.

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En lo que sigue, veremos con más detalle en qué consisten algunas de ellas.

Falacias Informales de Atinencia. 1. Falacia ad hominem (contra la persona). La argumentación falaz ad hominem resulta de pretender convencer o persuadir de la falsedad de la conclusión del otro y de su argumentación, atacando a la persona portadora del argumento más que al argumento mismo. Al hacerlo de esta forma se dejan en segundo plano las afirmaciones del interlocutor para centrarse en él. El error lógico en la argumentación ad hominem consiste en que la conclusión de quien la realiza no se infiere de proposiciones referidas al asunto en discusión, sino que se apoya en otros aspectos centrados en la persona (como son atacar la forma de ser, de pensar o vestir de la persona que son irrelevantes, vale decir, no vienen al caso), en vez de dar razones que apoyen su conclusión, en su lugar pone otros elementos no pertinentes que fallan en la relación lógica premisas conclusión.

2. Falacia ad verecundiam (por autoridad). Esta falacia se caracteriza por tratar de fundamentar una conclusión sobre la autoridad, fama, reconocimiento o calidad de experto que alguien pueda tener en algún área o campo, en lugar de ofrecer razones.

El error lógico consiste en

sustituir la relación de consecuencia lógica entre premisas y conclusión, aduciendo elementos diferentes (fama, autoridad) que no tienen que ver con el asunto y que, aparentemente fundamentan su dicho. Parece una forma invertida de la falacia ad

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hominem donde se ataca a la persona, aquí se sobrevalora alguna condición que, por transferencia, hace que el otro se ponga en su lugar y obtenga su adhesión.

3. Falacia ad baculum (por la fuerza). En esta forma falaz de argumentación en vez de brindar razones que sirvan de premisas a la conclusión se intercambian por amenazas o por apelación a la fuerza, con el fin de sostener (imponer) su posición. Esta es una de las falacias más comunes y “persuade” prioritariamente por el contexto o circunstancia en que se utiliza y por la emociones que involucra (miedo, temor). No obstante, algunas expresiones de esta falacia pueden ser muy sutiles.

4. Falacia ad populum (por el pueblo). Se incurre en esta falacia para lograr que se acepte una conclusión apelando a las emociones del pueblo o de la mayoría, quienes independientemente de las razones aducidas (o sin ellas) se persuaden de aceptarla. Se argumenta falazmente en esta forma para obviar las verdaderas razones que probablemente no serían aceptadas por la mayoría; también se usa para lograr la adhesión individual apelando a esa mayoría. Como en todas las falacias no hay relación de implicación entre las premisas y la conclusión o bien se sustituyen las razones o premisas por otros elementos extra-lógicos.

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5. Falacia ad misericordiam (por piedad). Se comete esta falacia cuando al argumentar utilizamos todo tipo de marrullerías que muevan el consentimiento del otro a aceptar nuestra conclusión, más que por razones, “tocando” su sensibilidad y piedad.

6. Falacia ad ignorantiam (por desconocimiento). En la argumentación ad ignorantiam, se falla en la inferencia entre premisas y conclusión, sencillamente porque las premisas son ignoradas o están ausentes; por ello no hay relación, ni implicación pertinente. En esta falacia se pretende sostener la conclusión como verdadera únicamente porque no hay prueba o premisas que nos indiquen lo contrario (se desconocen o ignoran) y viceversa; es decir, también se podría utilizar para sostener que algo es falso por no haber pruebas o premisas que indiquen lo contrario.

7. Accidente. La argumentación por accidente constituye una falacia en la cual se aplica indiscriminadamente un principio, regla o enunciado general, pasando por alto las condiciones bajo las cuales es aplicable o verdadero. Vale decir que se aplica una regla general a casos particulares sin considerar la variación circunstancial en que se desarrollan.

8. Accidente inverso. Si en la falacia de accidente se aplica un razonamiento (incorrectamente) a casos particulares sin tomar en cuenta los “accidentes” (es decir, circunstancias no 5

esenciales); en la falacia de accidente inverso se aplican a todos los casos lo que corresponde sólo a casos específicos o particulares, de unos cuantos elementos, datos o premisas se concluye su aplicación a todos. El error en la argumentación consiste en generalizar lo que ocurre en uno o algunos a todos.

9. Causa Falsa. Esta argumentación falaz concluye que algo ha ocurrido o es efecto de y por la presencia de ciertos hechos o premisas que se dieron cuando sucedió lo que se sostiene; es decir que toman como causa, antecedente o premisa de algún efecto o conclusión, elementos sólo relacionados paralelamente, pero no directamente.

10. Petición de principio. La argumentación falaz conocida como petición de principio utiliza la argucia de poner entre las premisas la conclusión a la que supuestamente quiere llegar; con ello lo que quiere demostrar está implícito en los antecedentes y no sólo en la conclusión.

11. Conclusión irrelevante. Como su nombre lo indica, la conclusión irrelevante, realiza una inferencia que no viene al caso desde las premisas con que cuenta; dicho de otra manera, las premisas pierden pertinencia o relevancia de acuerdo a lo que se concluye pues no hay relación con ellas.

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Falacias Informales de Ambigüedad. 1. Equívoco. Esta falacia utiliza en las premisas y/o la conclusión algunos términos del lenguaje que tienen dos o más significados, sin especificar cuál de ellos es el que se está utilizando. Lo que lleva a errores de sentido; la argumentación poco clara en sus términos confunde al interlocutor debido a los diferentes significados con los que son usadas las palabras o frases.

2. Anfibología. La anfibología contiene más de un significado, no en alguno de sus términos, sino en la estructura sintáctica de la proposición completa; se trata igualmente de una argumentación que hace mal uso del lenguaje, lo cual le lleva a tener diferentes sentidos.

3. Énfasis o acento. Esta falacia, por el mal uso del lenguaje se comete cuando, a partir del énfasis o acento que se pone en la expresión se obtienen interpretaciones diferentes, dejando en la ambigüedad lo que verdaderamente se quiso decir.

4. Composición. En esta argumentación falaz se atribuyen las cualidades de las partes de un todo, al todo en su conjunto; se trata de una falsa generalización de las cualidades de los casos particulares al caso general. El error consiste en que el sentido atribuido o encontrado en algunos, se pasa al conjunto. 7

5. División. Es la contraparte de la falacia de composición, en ésta se aplican las cualidades del todo a cada una de las partes y entonces, se considera que si el conjunto al que pertenece algo tiene ciertas características, igualmente las tendrán sus partes. Lo cual es falso.

III. ¿Cómo combatir las falacias? Para combatir las falacias ¿qué podemos hacer? •

Conocer sus diferentes tipos, su clasificación y división, para

ubicarlas e identificarlas; •

Conocer sus características y en qué radica su error lógico en la

argumentación; •

Contrarrestarlas de manera argumentada, (no señalarlas, ni

quedarse en ellas) buscando resolver el tema o problema, pasando más allá de la falacia misma; •

En la argumentación y contrargumentación “jugar limpio”, es decir,

con base en reglas de discusión y respetando a la persona con la que discutimos, debatimos y/o dialogamos.

Para finalizar. El intercambio dialógico racional, como lo comprendemos, puede darse lo mismo en la comunicación que establecemos matutinamente con nuestros familiares, en algún momento con otras personas en la vía pública, en la resolución de algún problema en el centro de trabajo, en alguna asamblea o junta o entrevista, en la escuela, en la Iglesia, etc. Aplicar nuestros conocimientos 8

lógicos, tomando en cuenta las circunstancias o factores externos e internos, con prudencia y autodominio, nos permitirá desarrollar las habilidades lógicas aplicadas en la argumentación y tomar decisiones pertinentes y adecuadas para la resolución de la diversidad de problemas en nuestra vida cotidiana, de la forma más pertinente, conveniente, ética, racional y lógica.

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