EXCMO. CABILDO INSULAR DE LA PALMA

EXCMO. CABILDO INSULAR DE LA PALMA SESIÓN PLENARIA Nº............: 10 CELEBRADA EL DÍA: 12.05.2016 EXCMO. CABILDO INSULAR DE LA PALMA AVDA. MARÍTIMA

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EXCMO. CABILDO INSULAR DE LA PALMA SESIÓN PLENARIA Nº............: 10 CELEBRADA EL DÍA: 12.05.2016

EXCMO. CABILDO INSULAR DE LA PALMA AVDA. MARÍTIMA, 3 38700 SANTA CRUZ DE LA PALMA (ISLAS CANARIAS)

TELÉFONO 922 423 100 – FAX 922 420 030

“ACTA DE LA SESIÓN PLENARIA EXTRAORDINARIA Y SOLEMNE CELEBRADA POR EL EXCMO. CABILDO INSULAR DE LA PALMA, EL DÍA 12 DE MAYO DE DOS MIL DIECISÉIS. En la Ciudad de Santa Cruz de La Palma, Isla de La Palma, Provincia de Santa Cruz de Tenerife, siendo las doce horas y cinco minutos del día doce de mayo de dos mil dieciséis, se reúnen en el Salón de Actos Públicos del Excmo. Cabildo Insular de La Palma, al objeto de celebrar Sesión Plenaria Extraordinaria y Solemne, para lo que fueron legal y oportunamente convocados, bajo la Presidencia del Excmo. Sr. Presidente Anselmo Francisco Pestana Padrón (Grupo Socialista), los Sres. Consejeros integrantes de los Grupos Políticos que se mencionan seguidamente: Grupo Socialista: Don Jorge Tomás González Cabrera. Don José Basilio Pérez Rodríguez. Don Gonzalo María Pascual Perea. Grupo de Coalición Canaria: Don José Luis Perestelo Rodríguez. Don Jordi Pérez Camacho. Doña María del Carmen Brito Lorenzo. Don Juan Manuel González Luis. Don Primitivo Jerónimo Pérez. Grupo Popular: Doña María Rosa de Haro Brito. Don Carlos Javier Cabrera Matos. Don Mariano Hernández Zapata. Don Francisco Raúl Camacho Sosa. Doña María Teresa Rodríguez Concepción.

Excusan su asistencia las Sras. Consejeras Dª. Jovita Monterrey Yanes, Dª. Alicia María Vanoostende Simili, Dª. Susana Machín Rodriguez y Dª. Ana Delia Afonso Pérez, pertenecientes al Grupo Socialista; el Sr. Consejero D. Luis Javier Camacho Barreto y la Sra. Consejera Dª. María Ascensión Rodríguez Pérez, pertenecientes al Grupo de Coalición Canaria, y el Sr. Consejero del Partido Político Podemos, D. Dailos González Díaz, integrante del Grupo Mixto. Actuó de Secretario General del Pleno, D. José Luis Ibáñez Modrego, y asistieron los Funcionarios siguientes: D. Haroldo León Arozena García, Jefe de Negociado de Actas y Asuntos de Pleno.

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Por el Sr. Presidente se declara abierta la sesión, y se pasa al estudio del único asunto que integra el Orden del Día, que es el siguiente:

ORDEN DEL DÍA ASUNTO ÚNICO.- ENTREGA DEL TÍTULO DE HIJO PREDILECTO DE LA ISLA DE LA PALMA AL ILUSTRE PALMERO D. MANUEL NICOLÁS FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ. Abre la sesión el Sr. Presidente: “Buenos días a todos. Bienvenidos. Gracias por su asistencia. Se abre la Sesión Plenaria Solemne, con un único punto del Orden del Día: Ejecución del acuerdo plenario de concesión del Título de Hijo Predilecto de la isla de La Palma a D. Manuel Nicolás Fernández Rodríguez. Tiene la palabra el Secretario General del Pleno para dar lectura al acuerdo plenario de concesión de Título de Hijo Predilecto de la isla de La Palma.”

Toma la palabra el Sr. Secretario General del Pleno, D. José Luis Ibáñez Modrego: “En Sesión Plenaria celebrada el día 25 de julio de dos mil catorce, y a propuesta de la Presidencia y de los Portavoces de los Grupos Políticos integrantes de la Corporación, así como la petición que en este sentido formula la Real Sociedad Económica de Amigos del País de la ciudad de Santa Cruz de La Palma, este Cabildo Insular acordó por unanimidad iniciar el expediente para el nombramiento de Hijo Predilecto de la isla de La Palma del doctor D. Manuel Nicolás Fernández Rodríguez. Instruido el oportuno expediente para la concesión de la referida distinción, y previo Dictamen de la Comisión de Pleno de Juventud, Deportes, Cultura y Patrimonio Histórico, este Cabildo Insular, en la Sesión Plenaria celebrada el 27 de noviembre de dos mil quince, acordó por unanimidad conceder el Título de Hijo Predilecto de la isla de La Palma al doctor D. Manuel Nicolás Fernández Rodríguez.” Sr. Presidente: “Dignísimas autoridades; representantes del Parlamento de Canarias; Alcaldes; representantes municipales; autoridades civiles y militares; familia del homenajeado; amigos y amigas. Especial referencia a la Sociedad Económica de Amigos del País de Santa Cruz de La Palma, que hizo la propuesta de otorgamiento del Título de Hijo Predilecto a D. Manuel Fernández. A todos ustedes bienvenidos. Muchas gracias. Es innegable que determinadas profesiones se estudian por inquietud y se ejercen por vocación. Y no hay más que ver el excelso curriculum del profesor y doctor, D. Manuel Nicolás Fernández Rodríguez para darnos cuenta de que ha convertido su profesión, la medicina y la investigación, en la gran pasión de su vida. Hoy, cuando hablamos de trasplantes de médula y sangre, asumimos esos conceptos como naturales, y no sabemos a ciencia cierta cómo funcionan, pero sí el milagro de la sanación y la vida que significan. Lo que no sabemos es hasta qué punto el Dr. Manuel Fernández ha sido vital en su estudio, desarrollo y aplicación. El Dr. Manuel Fernández nace en Santa Cruz de La Palma en 1938, fruto de la unión entre D. Francisco Fernández Pérez y D.ª María Rodríguez López, ambos maestros, con los que se traslada a La Dehesa junto con sus dos hermanos Juan Julio y Jaime, donde se sucede su más tierna infancia. SESIÓN PLENARIA EXTRAORDINARIA Y SOLEMNE DE FECHA 12 DE MAYO DE 2016...........Página 3 de 14

Si hace memoria el doctor sobre esa época, nos regala historia viva, reciente y cercana sobre la escuela donde ejercían como maestros de primaria sus padres; sobre la vida alrededor de la Virgen de La Nieves y su cura por aquel entonces, D. Antonio y su sacristán Juanito, y su tiendecita en los bajos de la Casa de Romeros en la que vendía exquisitos queques, alfajores y pirulís caseros. Hace memoria también de los eucaliptos, gallos y gallinas, huevos recién puestos, vid, palomas, hornos de leña con pan humeante, estanques, árboles, la molina, perros podencos, hurones, agua y jabón, abejas, alfombras del Corpus, patios de flores, salones para festejos, bodas y funerales... Todo ello frente a la carretera por la que pasaba la vida de postguerra en La Palma, junto a sus vecinos, que en aquella época eran casi familia, y con ese cariño los evoca. En 1948, se traslada con su familia desde La Dehesa al Barrio de San Sebastián, donde comienza otra etapa de su vida, paso previo a la madurez, cursando Bachillerato, del que obtuvo Premio Extraordinario, en el Instituto Nacional de Enseñanza Media desde 1948 a 1955, año en el que pone rumbo a Tenerife para iniciar el Curso Preparatorio para Medicina. Desde 1956 hasta 1962 cursa estudios de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, Licenciatura que concluye con Premio Extraordinario. Y es significativo como D. Manuel Fernández habla con inmenso respeto y cariño de sus profesores, modelos influyentes en su desarrollo profesional y personal. Figuras tales como D. Antonio González González, que llegó a ser Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1986, y Premio Canarias de Investigación e Innovación en 1984; los profesores D. Francisco Orts Llorca, y D. José Casas Sánchez, Catedráticos, respectivamente, de Anatomía y Patología General; o el profesor D. Carlos Jiménez Díaz, Catedrático de Patología Médica, fundador del Instituto de Investigaciones Clínicas y Médicas, Clínica de la Concepción; hoy Fundación Jiménez Díaz, donde consiguió una importante beca de postgrado. Fue clave en su desarrollo profesional, pues fue el profesor Jiménez Díaz, quien orientó a nuestro homenajeado para que dirigiera su formación a la Hematología Clínica, un campo poco desarrollado en aquel entonces en nuestro país. Posteriormente accedió al Centro Nacional de Investigaciones Médico-Quirúrgicas de la Clínica Puerta de Hierro de manos de su fundador, el profesor José María Segovia de Arana, en 1964. El año 1965 es, sin duda, fundamental en la vida de D. Manuel Fernández, pues contrae matrimonio con Pilar Nieves Vidal Peláez, madre de sus tres hijos Pablo, Diego y Ana Fernández Vidal; siendo también en ese año cuando de la mano del profesor Segovia pone rumbo a Estados Unidos para especializarse en Hematología. Invierte los dos años siguientes de su vida en el medio oeste norteamericano, concretamente en Texas y Minnesota, en el M.D. Anderson Hospital Texas University y al Mayo Clinic; centros donde concluye su tesis doctoral, trabajo pionero en el estudio de alteraciones cromosómicas en leucemias, y emite su primera publicación científica con difusión internacional. No cesando desde ese momento D. Manuel Fernández de presentar sus importantes trabajos científicos en las más importantes publicaciones mundiales de medicina y ciencia. De vuelta a España, pone su sapiencia al servicio de los ciudadanos en el Servicio de Hematología de la Clínica Puerta de Hierro, servicio que dirigió hasta su jubilación en 2008. 40 años de incansable dedicación a las personas, en mayúscula, con ardua actividad asistencial, investigadora y docente. Ese es el resumen de una vocación convertida en pasión; de una férrea fe en la formación puesta al servicio de la humanidad, pues sus estudios, y obviamente él mismo, han dado la vuelta al mundo,

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participando activamente en congresos y simposios internacionales y nacionales. Todos sus conocimientos han revertido a la sociedad, no sólo desde la práctica de la medicina y de su actividad divulgadora, sino que se vincula a la enseñanza desde 1969, año en que se creó la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, donde impartió clases como docente; siendo en 1982 cuando se convierte en Catedrático de Hematología. Es autor del Manual del Banco de Sangre, referencia ineludible para dichos centros durante décadas. Autor de 125 publicaciones científicas y coautor de 13 tratados colectivos de medicina. Bajo su dirección, el Servicio de Puerta de Hierro fue pionero, entre otros, en los trasplantes efectuados en España de médula ósea, de los progenitores hematopoyéticos, especialmente de sangre de cordón umbilical. Es imposible resumir en este acto la capacidad formativa, personal y de expansión de conocimientos que ha desarrollado a lo largo de su carrera el Dr. Manuel Fernández. Aunque humildemente espero que lo dicho haya servido para que nos hagamos una idea de la brillantez técnica de nuestro Hijo Predilecto, título con el que nos sumamos a la larga lista de reconocimientos que ha obtenido por su trabajo, que pasan, entre otros, por el Premio a la Investigación Clínica, otorgado en 2005 por la Sociedad Nacional de Científicos Españoles; y el Premio Canarias a la Investigación y Desarrollo, otorgado igualmente en 2005 por el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Canarias; o ya, fuera de nuestras fronteras, con reconocimientos tan prestigiosos como el Shirley Nolan Award del Reino Unido; el Premio Uglestad Noruego; y una Distinción por el Ministerio de Salud de Arabia Saudí; la Distinción de EBMT como miembro de Honor en París, Francia, y un largo etcétera. Por todo lo dicho, no puedo hoy, más que dar las gracias al que desde hoy es Hijo Predilecto de la isla de La Palma. Gracias por llevar nuestro nombre allende ha estado. Gracias por contribuir a la vida, a investigar altruistamente para que todos podamos tener una mejor salud; si me permiten la expresión, investigaciones que han obrado milagros médicos. Estoy seguro de que D. Manuel Fernández siempre iba y venía, y tiene en su corazón siempre a su isla, a su gente, a sus paisanos. No nos extrañaría que en muchos momentos de su vida, tuviera la añoranza de su tierra; algo así como lo relató la escritora palmera Elsa López, Medalla de Oro de Canarias, vecina de El Planto, tan cerca de esas primeras experiencias vitales del hoy homenajeado. Nos dice Elsa López en El Viento y Las Adelfas: “Cuando se me extravía la mirada en los límites de las mesetas Y observo que más allá hay tierra todavía, Y las nubes se estrechan como arañazos A lo largo de un horizonte de tierra desbastada, Y recuerdo que si abro mi ventana No veré ahora el mar; Yo vuelvo a La Palma. La Palma. Mi isla. El rincón más querido de todas mis nostalgias” Es mi ánimo sincero y el de toda la Corporación, que adoptó por unanimidad el otorgamiento del Título de Hijo Predilecto de La Palma, a D. Manuel Nicolás Fernández Rodríguez, que esta mención de hoy sirva para contagiar a las generaciones venideras; y que buena parte de la pasión por la vida que demuestra la andadura personal y profesional de D. Manuel Fernández, les acredite que la formación nos lleva a las más altas cotas humanas y profesionales en la vida; y que con esfuerzo y SESIÓN PLENARIA EXTRAORDINARIA Y SOLEMNE DE FECHA 12 DE MAYO DE 2016...........Página 5 de 14

compromiso, un joven de La Palma, de una remota isla en medio del Atlántico, puede lograr todo lo que se proponga expandiendo sus conocimientos, y devolviéndolos con generosidad a la humanidad, dando vida y esperanza de vida, dentro y fuera de nuestras fronteras. Por ello, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Santa Cruz de La Palma solicitó el nombramiento de Hijo Predilecto de la isla a favor de D. Manuel Nicolás Fernández Rodríguez, propuesta que finalmente adoptó el Cabildo Insular en sesión plenaria de 27 de noviembre de 2015, por unanimidad de sus miembros, y del que damos hoy fiel cumplimiento con esta Sesión Plenaria Solemne de entrega del Título de Hijo Predilecto.”

En este momento, se proyecta momentos de la vida del homenajeado.

un

video

que

recoge

diferentes

A continuación, por parte del Excmo. Sr. Presidente de este Cabildo Insular, se procede a hacer entrega del Título de Hijo Predilecto de la isla de La Palma a D. Manuel Nicolás Fernández Rodríguez. Seguidamente, el Sr. Presidente concede la palabra al Sr. Fernández Rodríguez: “Sr. Presidente. Sres. Consejeros del Excmo. Cabildo Insular de La Palma. Señoras y señores, familiares, amigos y paisanos -creo que con esto incluyo también a hombres y mujeres-. Decía D. Miguel de Unamuno que hay dos maneras de expresar agradecimiento: una corta, diciendo simplemente gracias. Y otra menos corta para ocasiones especiales como esta. Ante todo debo expresar a la Corporación del Excmo. Cabildo Insular mi más profundo agradecimiento por la distinción que se me hace. Agradecimiento que hago extensivo a la Sociedad de Amigos del País de La Palma por su iniciativa, y a cuantas entidades la han apoyado. Y permítaseme que sean también mis primeras palabras para recordar a mis fallecidos padres, al amor y educación que me dieron; así como para expresar lo mucho que en mi vida han representado y representan mis hermanos, esposa, hijos y nietos, que circunstancias familiares y profesionales no les permiten estar hoy aquí. Ortega y Gasset formuló la idea de yo y mis circunstancias. Se entiende esta formulación orteguiana en el sentido de que el devenir vital de toda persona es el resultado de la interacción de factores ambientales, lo que el hecho de vivir nos proporciona con nuestra mismidad biológica, la que nos es dada por los genes que heredamos. Los factores ambientales, las circunstancias, son de muy diversa naturaleza. Desde los que modulan la expresión de nuestros genes heredados, lo que se llama la epigenética, hasta nuestras vivencias emocionales. Y ante este binomio cabe considerar ¿qué es más importante, si nuestros genes o las circunstancias?. El excelente médico palmero que fue D. Amílcar Morera decía que el pensamiento de Ortega debería haber sido formulado en sentido inverso: el de las circunstancias y yo. Entiendo que quienes en esta Corporación representan a mis paisanos me han considerado merecedor de la distinción que se me hace, ha sido en primer término, y como condición sine qua non, por ser palmero nativo. Y en segundo lugar, porque han tenido a bien considerar como elemento de alguna manera significativo para la tierra que me vio nacer, y a la que me he mantenido vinculado siempre, lo que las circunstancias me ha permitido realizar. Palmero lo soy tanto por lugar de nacimiento, como por carga genética. Nacer lo hice, evidentemente, no por elección propia -como SESIÓN PLENARIA EXTRAORDINARIA Y SOLEMNE DE FECHA 12 DE MAYO DE 2016...........Página 6 de 14

dicen que hacen los de Bilbao-, en Santa Cruz de La Palma, a la que por entonces era habitual que los palmeros se refirieran como la ciudad, como si fuera la única en el mundo. Y puramente palmera es mi carga genética. Remedando el título de la película Ocho apellidos vascos, puede decir que son bastante más de ocho mis apellidos palmeros, todos ellos más fáciles de pronunciar como el de Iturrigorri Goicoerrotaechea de un amigo donostiarra. De mis ancestros recibí no sólo genes y apellidos, sino también buenos ejemplos. Genuinamente breñuscos son los apellidos y genes recibidos de mi padres, Juan Fernández Pérez, nacido en Breña Baja en 1908, en el seno de una familia de agricultores, que viera su vino de malvasía premiado con Medalla de Plata en la Exposición Iberoamericana de 1930. Fue mi padre orientado hacia el estudio, junto con sus coetáneos Gregorio Toledo, Carmelo Duarte y Manuel Morales, por el educador vocacional que fuera su hermano mayor, José Ana Fernández Pérez, cuyo nombre lleva la vía de su pueblo natal que une los núcleos de San Antonio y San José, y que fuera laureado con la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio, por iniciativa personal del Ministro de Educación, Lora Tamayo, tras escucharle, cuando se jubilaba, su última lección como clausura del curso en el Grupo Escolar del que era director en Santa Cruz de Tenerife. Mi padre, tras hacer el bachillerato en el Colegio de Santa Catalina, rindiendo exámenes en el Instituto de La Laguna, quiso ser médico, pero circunstancias económicas adversas le obligaron a abandonar tras el primer año en la Universidad, y reorientarse a seguir la senda de su hermano mayor, obteniendo en dos años el título de maestro. Fue persona de capacidades y habilidades diversas. A parte de la de educador, con la que a su fallecimiento Manuel González Plata, Bejeque, le dedicó un bello soneto La escuela de mi infancia, tuvo las de músico –tocaba la flauta travesera-, avicultor, apicultor, carpintero, hortelano, agricultor y gestor. Capacidad esta última por la que tuvo un papel crucial en la realización de las canalizaciones que permitieron hacer de regadío la comarca que va desde Puntallana a Fuencaliente, por lo que su foto cuelga en la Casa del Agua, cerca de su casa natal. Muy honrado me siento por el nombramiento de Hijo Adoptivo que hace unos años me otorgó su pueblo Breña Baja, en el que tengo vivienda. También puramente palmeros son los apellidos y genes recibidos de mi madre, María Rodríguez López, nacida en 1906 en el entonces mal comunicado pueblo de Puntagorda, siendo su padre y madre, respectivamente, de las familias localmente conocidas como Venteros y Marantes –aquí hay algunos Venteros-. Familias competidoras en sus actividades comerciales y de posiciones políticas contrapuestas. Y, sin embargo, a diferencia de los Montesco y los Capuleto de Verona, bien avenidas, con varios vínculos matrimoniales entre ellas. Ascendencia de Garafía y El Paso tenía el abuelo Ventero, y de Los Sauces su esposa Marante. Adelantados a su tiempo, consideraron oportuno dar a sus cuatro hijas carreras de maestras, para garantizar que no fueran económicamente dependientes de casamientos. En tanto que orientaron a sus dos hijos varones a continuar las actividades del negocio familiar. Fue mi madre estudiante brillante en la Escuela Normal de La Laguna. Y tras su titulación vocacional, exitosa maestra que gozó de gran prestigio profesional, como en su obituario señala su compañero Dª. Nelsa Rodríguez. No sólo fue enseñante de numerosas generaciones de mujeres en Santa Cruz de La Palma, que la tuvieron de maestra en su niñez y adolescencia, sino que también enseñó en la Academia de

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Magisterio, que ayudó a fundar y que funcionó, compartiendo los locales con el viejo Instituto de la Calle O´Daly. Hasta aquí lo que resumidamente, con orgullo, puedo decir mi genética palmera, el primer condicionante de esta distinción que se me hace. Respecto a mi otro condicionante, lo que de mérito ha podido tener mi trayectoria profesional, creo que el Presidente de esta Corporación ha sido más que generoso en su relato, de modo que me limitaré a comentar las circunstancias que fueron determinantes de mi andadura, aunque muchas ya las ha señalado él. Mi infancia transcurrió en La Dehesa, donde mis padres eran los maestros, como ya se ha dicho, asistiendo a la escuela primaria de la mano de mi padre, y participando en las actividades que tenían lugar en torno a la Iglesia de Las Nieves, entonces regida por D. Antonio, como ahora, pero aquél era un Canseco-, en las misas dominicales, Corpus Christi, las Navidades amenizadas por las castañuelas y el tambor de Pepe Olivero, etc., etc. Y también las prédicas de las misiones de Franciscanos y Jesuitas. Y, por supuesto, disfrutando de toda clase de aventuras y juegos infantiles, los que no precisaban de juguetes o a los que les bastaban con los pocos, muy elementales y a menudo artesanales, que en aquellos años de posguerra podíamos alcanzar a tener. Aquella vida infantil empezó a complicarse algo, cuando recién cumplidos los 10 años, y me tocaba empezar el bachillerato de entonces en el Instituto de aquí de Santa Cruz de La Palma, la familia se trasladó a vivir a la ciudad, junto a la Ermita de San Sebastián, de la que D. Pedro Díaz, Conserje del Instituto, era ermitaño y animador de la fiesta del santo, con la colaboración –Julio sí lo recordarádel divertido D. Luis, por todos conocido afectuosamente como El Mono. La cuestión fue que para obtener buenas calificaciones en las muchas asignaturas que tenía aquel plan de estudios del año 1938 hube de habituarme a dedicar a los libros bastante más tiempo que hasta entonces, para no desmerecer a mi hermano mayor Juan Julio, estudiante destacado, que con el tiempo sería no sólo arquitecto de éxito, sino también vocacional político, contribuyente al proceso de la Transición y escribidor de buena pluma. Tal necesidad no impidió, sin embargo, que pudiera dedicar también tiempo a juegos con los chicos del barrio; también para criar algún gallo de pelea y hacer algo de colombofilia, que tornó ser la gran afición de mi otro hermano Jaime, en el que ha cosechado muchos trofeos. De mis años de bachillerato, muchos y entrañables son mis recuerdos de profesores y compañeros. Los rememoré cuando hace pocos años se me ubicó en la mesa presidencial del Acto Conmemorativo del 75 Aniversario del viejo Instituto, como representante de los antiguos alumnos, junto a Monseñor Elías Yanes y al polifacético Luis Cobiella, que decidieron que fuera yo quien hablara sobre la andadura del histórico centro. Pero algo singular de mi época de estudiante de bachillerato que me resultó especialmente trascendente, fue el contacto que tuve con el maestro y ex seminarista, D. Vicente Reyes, natural de Puntallana – como el Sr. Vicepresidente- y persona de aguda inteligencia, a quien mi padre encargó en el verano de 1951, que me diera algunas clases de latín, por haber tenido yo en el curso previo una calificación no muy buena en la materia. D. Vicente consiguió que me gustara el latín. Nada de aburrida teoría sobre sintaxis, sino directamente a leer textos de César y de Cicerón, cuyas estructuras me comentaba. Por lo que consiguió hacerme capaz de entender en directo el latín. Leíamos, concretamente, La Guerra de Las Galias, de César, y Las Catilinarias, los discursos en que Cicerón denunciaba las maquinaciones políticas del Senador Catilina. SESIÓN PLENARIA EXTRAORDINARIA Y SOLEMNE DE FECHA 12 DE MAYO DE 2016...........Página 8 de 14

Recuerdo particularmente la muy famosa que empieza con el Quo usque tandem abutere patientia nostra, Catilina?. Pienso que hoy día cabría repetir la increpación poniendo muchos otros nombres, en lugar del de Catilina. Terminada esta primera fase de mi educación en las circunstancias que he referido, llegó el momento de decidir qué estudios proseguir. Dudé entre una ingeniería, las carreras más atrayentes por entonces, y medicina. Y fueron varios los factores que influyeron en que decidiera por ésta. En primer término, la admiración que me produjo D. Manuel García Reseco, excelente médico rural que había llegado a la mal comunicada Puntagorda procedente de la Península, creo que por razón de exilio político, quien a mis doce años, cuando pasaba mis vacaciones de verano con mis abuelos, me diagnostico una neumonía sin más recurso que el fonendoscopio, y me trató a base de pinchazos cada tres o cuatro horas con las entonces novedosa penicilina, viniéndome a visitar a diario a caballo. Me hizo sentir fascinación por la figura del médico rural. E igualmente influyente fue la bullente personalidad de Amílcar Morera Bravo, gran médico y amigo de mis padres, quien a mis trece años me redujo una fractura de antebrazo que sufrí practicando lucha canaria, haciéndolo en el viejo Hospital de Dolores, bajo un control radioscópico con un primitivo aparato de rayos x, que hoy parece un milagro que no electrocutara. Y con quien mantuve desde entonces un estrecho contacto. E influyó además, también tengo que decirlo, la consideración de la vocación frustrada de mi padre. Varias fueron las circunstancias que modularon mi trayectoria universitaria que inicié en La Laguna en el año 1955 con el curso preparatorio que entonces era necesario para iniciar la carrera de medicina. Tuve la suerte de tener al profesor Antonio González, que sería Premio Príncipe de Asturias y primer Premio Canaria de Investigación e Innovación; y que me dirigió el primer trabajo científico que hice cuando cumplía con el servicio militar como Alférez de complemento en Tenerife. De la inicial relación profesor-alumno nació una buena amistad, habiendo tenido la oportunidad de prestarle, años más tarde, atención médica en Madrid. Tras este prólogo, vino la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid –entonces Universidad Central- en la que fueron de nuevo circunstancias muy determinantes para mi futuro, el haber tenido como maestros al gran anatomista Francisco Orts Llorca –mucho me ayudó el conocimiento del latín en el aprendizaje de la nomenclatura científico-funcional de la entonces temida Anatomía-; el brillante clínico José Casas, y el gran internista Jiménez Díaz, que me llevó como alumno suyo a la Clínica de la Concepción, hoy fundación Jiménez Díaz, y que al término de mi carrera, me otorgó una beca personal para forjarme como internista junto a él. Y esa relación dio paso a que me recomendará, aún como médico en formación, para incorporarme al recién creado Hospital Clínica Puerta de Hierro, que iba a dirigir su discípulo, el Doctor Segovia de Arana, recientemente fallecido. En el nuevo centro consideré atractivo centrar mi especialización en el campo de la hematología, que por entonces estaba en España muy pobremente desarrollada; en tanto que en Estados Unidos era campo en el que se producían importantes avances. Así que con el apoyo del profesor Segovia, tomé la decisión esa de to go west, como personaje de la película de Buster Keaton, en la célebre película muda del año 1925, y que en España llevaba el título de El rey de los cowboys. Pero yo, evidentemente, no pretendía ser cowboy. SESIÓN PLENARIA EXTRAORDINARIA Y SOLEMNE DE FECHA 12 DE MAYO DE 2016...........Página 9 de 14

Y para hacer el camino del oeste, resultaba más atractivo hacerlo en amorosa compañía, por lo que inmediatamente antes de emprenderlo contraje matrimonio en julio de 1965 con la que había sido mi novia de varios años, Pilar Vidal Peláez, madrileña de nacimiento, si bien portadora del 50% de sangre palmera, en cuanto que hija del malogrado intelectual palmero D. Julián Vidal Torres. Ha sido mi esposa durante más de 50 años, con el resultado de dos hijos varones y una hija, que optó también por ser médico. Como ya dije, razones familiares y personales no les han permitido estar hoy aquí. El camino del oeste me llevo al MD Anderson Hospital Cancer Center en Houston y a la Clínica Mayo, en Rochester, Minnesota. Y tras tres años allí de formación clínica y actividad investigadora en áreas de vanguardia en el campo de la hematología, en 1968, cuando tenía 29 años, el profesor Segovia me planteó reincorporarme al Hospital Puerta de Hierro, con el cometido de desarrollar un moderno Servicio de Hematología, cuya jefatura me encomendó y desempeñé durante cuarenta años, hasta mi jubilación en 2008. Al crearse al año siguiente, en el año 1969 la Facultad de Medicina de la Autónoma de Madrid, sobre la base de los Hospitales Puerta de Hierro, la Paz, y la Fundación Jiménez Díaz, entré en su plantilla de profesorado, alcanzando en 1982 el grado de Catedrático, función que también ejercí hasta 2008. Tras mi jubilación sigo vinculado a la Facultad de Medicina de la Autónoma de Madrid y al Hospital Puerta de Hierro, que ahora se denomina Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda –así de largo-, como profesor emérito y facultativo investigador emérito. Como ya he adelantado, entiendo que aparte de ser palmero, lo que ha contribuido a la distinción que se me hace, ha sido lo que esas circunstancias que acabo de relatar me permitieron hacer a lo largo de esos cuarenta años subsiguientes a los de mi vida formativa. Años en los que lideré mi propia vida profesional y a un amplio equipo de colaboradores formados a mi vera, y en los que he podido atender y curar a pacientes afectos de leucemias y otras enfermedades de similar gravedad –algunos aquí presentes-; enseñar a numerosos estudiantes, formar a más de un centenar de hematólogos españoles e hispanoamericanos, y contribuir en alguna medida al avance de los conocimientos médicos de mi especialidad, particularmente en el campo de los trasplantes con células de sangre de cordón umbilical; lo que me llevó a tener destacada presencia en foros científicos internacionales, y a recibir en 2005 el Premio Canarias de Investigación e Innovación, como ya se ha dicho. Colofón de esa actividad ha sido que al retirarme de mi posición de líder del grupo de investigación en trasplantes, la Sociedad Europea de Trasplantes de Sangre y Médula, me incorporara a su selecto grupo de miembros de honor; aparte de que me haya designado Presidente de Honor de su Congreso Anual, celebrado hace pocas semanas en Valencia. Tras lo que he expuesto relativo a mi raigambre palmera y a mi andadura profesional y las circunstancias que la condicionaron, sólo me queda exponer algo relativo a mi visión de cómo ha evolucionado la medicina desde que en los años cincuenta del pasado siglo el Doctor García Reseco me diagnosticara y tratara de neumonía en Puntagorda, y el Doctor Morera Bravo me redujera mi fractura, sufrida como practicante adolescente de lucha canaria. Al comienzo de los años sesenta del pasado siglo, quien hubiera aprobado todas las asignaturas de la Carrera de Medicina, era un médico licenciado. Lo que significaba que tenía licencia, no para matar, sino para ejercer como médico en el ámbito de esta profesión que prefiriera, simplemente inscribiéndose en el Colegio de Médicos, sin más requerimientos acreditativos de capacitación específica. Así eran las cosas. SESIÓN PLENARIA EXTRAORDINARIA Y SOLEMNE DE FECHA 12 DE MAYO DE 2016...........Página 10 de 14

De tal forma que por entonces era lugar común valorar al médico por su ojo clínico, es decir, por su capacidad para hacer diagnósticos casi a bote pronto y de forma más o menos intuitiva, sobre la base de su experiencia. Diagnósticos que al no estar adecuadamente fundamentados en criterios suficientemente objetivos, eran a menudo no acertados, con el riesgo de que los tratamientos prescritos resultaran ineficaces, sino peligrosos, toda vez que es axioma fundamental de la práctica médica, el que recoge el aforismo de que: Solo bien cura, quien bien diagnostica. Siendo tan imprecisos los diagnósticos y escasos los recursos terapéuticos por entonces disponibles, otros que la cirugía, que fueran realmente efectivos, es comprensible que el afamado Doctor Marañón escribiera que el médico a veces cura, generalmente proporciona alivio y siempre consuela. Respecto a lo de proporcionar consuelo las cosas no son ahora mejor que entonces. Según un viejo profesor norteamericano, hay algo de riesgo de caer en la práctica de la medicina de high tech, low touch, altamente tecnificada y con poco contacto personal, que junto con el ubicuo ordenador y las altas cargas asistenciales, puede llevar a una cierta deshumanización de la relación médico-paciente. Pero los otros aspectos, los relativos a las posibilidades de lograr alivio a las dolencias y curaciones, las cosas son ahora espectacularmente diferentes para el médico adecuadamente formado. Hoy en día el ejercicio de la medicina sigue siendo arte u oficio, pero ante todo es ciencia. Y como toda ciencia, ha de estar basada en evidencia. La medicina actual se basa en conocimientos y tecnologías impensables hace cincuenta años, con los que es posible hacer diagnósticos muy precisos y precoces sobre bases objetivas. De modo que el ejercicio actual de la medicina requiere del uso de diferentes procedimientos, muchos de ellos de alta complejidad y costo, y no exentos de riesgo. Por lo que para su utilización no basta con la formación recibida en los pocos años de estudio en la Facultad de Medicina, sino que son necesarios y se exigen varios años más de estudio de posgrado y de práctica tutelada, centrados en áreas concretas de ámbito diferente, que faculte para la adecuada utilización de los recursos, diagnóstico y tratamiento. Y además de formación continuada a lo largo de toda la vida profesional. Las enormes potencialidades de la moderna medicina, las ya disponibles y las que están por venir de la mano del progreso de las ciencias básicas, son de alto costo por las inversiones que requieren la investigación y el desarrollo de nuevos fármacos, dispositivos y tecnologías. La licencia médica tiene, además, otros elementos de alto costo: lo de los consumibles de exigible calidad, los salariales de la gran cantidad de personal cualificado y auxiliar que tiene que intervenir en el proceso asistencial, y las del mantenimiento y renovación de aparatos e instalaciones. Costo global que es tan mayor cuanto mayor la población beneficiaria, y crece con la longevidad. Tenemos actualmente en España un sistema sanitario público con una red hospitalaria desarrollada sobre la base del modelo pionero que fue el Hospital Puerta de Hierro, que ofrece una cartera de prestaciones médicas, que prácticamente nada de lo que es actualmente posible está fuera de la misma, y en la que apenas se contemplan restricciones. Más bien al contrario: tenemos tendencia a dar costosas prestaciones, incluso en situaciones en las que ello puede ser no razonable, traduciéndose en lo que se ha dado en llamar ensañamiento terapéutico. Sostener todo ello con cargo al erario público es difícilmente posible, y cada vez lo será más. De modo que tenemos que ser

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conscientes de que para mantener este sistema serán necesarios replanteamientos, en cuyo detalle no es esta ocasión de entrar. Sólo he de añadir que es absolutamente necesario, además de una demanda no abusiva, una gestión político-administrativa muy profesional, austera, honesta y responsable, con prioridades debidamente establecidas para que sea posible mantener nuestro envidiable sistema sanitario desarrollado en los últimos 50 años y que hoy puede parecer cosa natural tener y no lo es. Sin embargo, bien utilizado y gestionado nuestro sistema sanitario no solo podrá ser sostenible, sino que además puede servir para potenciar nuestra economía. Sabido que la población de Europa y de Estados Unidos envejece, de modo que crece el número de personas de latitudes nórdicas, que habiendo finalizado su vida laboral, buscan en climas cálidos lugares de vivienda permanente o de temporada invernal, que les ofrezcan mejores posibilidades para disfrutar de sus recursos económicos y de su tiempo de vida en entornos amigables. En Estados Unidos lo buscan en los Estados que forman el llamado cinturón del sol: Florida, Nevada, Arizona. Y en Europa en los países mediterráneos, entre los que según ha opinado recientemente el Premio Nobel de Economía de 2000, el norteamericano Joseph Stiglitz, conocido por su visión de la economía desde una óptica de izquierdas, España tiene una enorme ventaja comparativa, en cuanto que puede ofrecer, junto a sol y buenos climas, buenas infraestructuras, y, especialmente, lo dice Stiglitz: Una asistencia sanitaria de primera fila a nivel mundial. Termino la cita. Dentro del contexto español, creo que para La Palma el sistema médico-asistencial puede representar para el desarrollo de turismo de estancia corta, y residencial de estancia media y larga, un valor añadido al del clima y al de ser Reserva Mundial de la Biosfera, con su plan de protección del cielo nocturno, derivado de que la isla albergue uno de los principales observatorios astronómicos del mundo. Valores que han sido resaltados, hoy hace justamente una semana, en un extenso artículo del New York Times, bajo el título de Noches estrelladas en las Islas Canarias. Astroturismo en desarrollo en el territorio español. Artículo en el que se hace referencia al Tercer Festival Starmus, de ciencia, astronomía y música, a celebrar próximamente en Tenerife, del que no deja de ser interesante que el componente musical sea de música rock. Evidentemente, para el desarrollo del potencial turístico en La Palma se requiere de elementos complementarios atrayentes: la Transvulcania y los festivales líricos de Jerónimo Saavedra son buenos ejemplos. A los que pienso que habría que añadir instalaciones de balnearios o talasoterapia, los consabidos campos de golf y otros atractivos para la vida de ocio de personas de la llamada Tercera Edad, en la que muchos tenemos la fortuna de que a menudo los más jóvenes nos la recuerden a eso de: Que bien te veo. Pero sin dejar de tener en cuenta que un turismo residencial procedente de países europeos con los que puede haber convenios de asistencia sanitaria en los sistemas públicos, requiere de formulaciones para que la prestación de tal asistencia a los foráneos no resulte gravosa para la economía insular, sino todo lo contrario. Y mejor mediante medidas para la transferencia de los cargos por servicio, que con medidas impositivas generadas sobre la actividad turística, como está haciéndose ahora la moda. Como miembro del Consejo Científico de la Reserva Mundial de la Biosfera de la Isla de La Palma, en la que es para mí un honor servir de sus constitución, recientemente he recibido el documento Observatorio de Sostenibilidad de La Palma, elaborado por su órgano gestor, que muestra indicadores demográficos y económicos de la isla que parecen regresivos, y que difícilmente podrán cambiar de signo, si no se introducen innovaciones en la actividad económica, en la SESIÓN PLENARIA EXTRAORDINARIA Y SOLEMNE DE FECHA 12 DE MAYO DE 2016...........Página 12 de 14

actualidad demasiado dependiente de una agricultura subvencionada que, por no sostenible, precisará de replanteamiento. Para que tal reactivación de la economía insular sea posible, creo necesario que sin más tardanza la sociedad palmera se imbuya de renovado espíritu emprendedor y sentido de la colaboración públicoprivada. Tras estas digresiones, debo decirme, antes de que lo digan ustedes: Zapatero a tus zapatos. Y de mis zapatos sólo me resta decir que haber sido médico en tan fascinante época de avances científicos y tecnológicos de la medicina, habiendo tenido la oportunidad de participar en ello aunque haya sido en modesta medida, me hace sentir que mi vivir ha merecido la pena. Pero sin olvidar a Miguel Delibes: Lo de vivir está bien, pero sólo para un rato. Significando, obviamente, que vivir merece, mientras nos permita generar satisfacciones, y no se nos torne penoso sufrir y en ser carga para familia y sociedad, solo o poco más. Termino reiterando mi agradecimiento a La Palma por el título que se me ha concedido, cuya credencial es evidente que no voy a poder llevar en mi solapa, pero que siempre llevaré más adentro de mi corazón, y ocupará lugar destacado de mi casa. Título que espero no desmerecer por las actuaciones que pueda tener en los días que me queden por vivir, ni tampoco por juicios revisionistas de los palmeros de tiempos venideros. Y agradeciendo también a todos los presentes la atención que han tenido a bien prestar a mis palabras sobre mis raíces palmeras, y lo que la medicina ha representado en mi vida. Y lo hago en la forma breve de D. Miguel de Unamuno, que citaba al principio, diciendo: Gracias.” Sr. Presidente: “Bueno, a continuación tenemos un cóctel en la Casa Salazar a la que están todos invitados. Muchas gracias por su asistencia. Se levanta la sesión.”

No habiendo más intervenciones, el Sr. Presidente levanta la sesión, siendo las 12:55 horas del día de la fecha, de todo lo cual, y de lo que transcrito queda, yo, el Secretario General del Pleno, certifico.

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