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¿Existe una influencia del cuento pastoril en el episodio del funeral de Grisóstomo? Masashi Suzuki Universidad de Ryukyu
Introducción Muchos investigadores coinciden en ver una influencia del cuento pastoril en el episodio comprendido entre los capítulos XI y XIV del Quijote I, desde que lo señaló por primera vez Avalle-Arce (1974:249). Este fragmento, al que llamaré en adelante «episodio del funeral de Grisóstomo», es considerado una historia de amor entre Grisóstomo y Marcela, quienes adoran la vida pastoril y se convierten incluso en pastores. Sin duda este episodio se encuentra bajo la influencia del cuento pastoril. No obstante, si prestamos atención a su estructura, observamos que esa no es la esencia de la historia y se nos presentan aspectos que se suelen pasar por alto. La estructura se articula en dos amores fracasados: el de Antonio, un cabrero que aparece en el capítulo XI, y el de Grisóstomo, el estudiante del capítulo XIV. Ambos presentan dos puntos en común, a la vez que un elemento de contraste. El primer aspecto común es que tanto Antonio como Grisóstomo construyen narrativas personales o, si se me permite, lo que podríamos denominar cuentos. Aquí el término cuento no hace referencia al género literario, sino a una historia ficticia creada con el fin de mejorar (ficticiamente) las condiciones que definen la realidad de cada uno; dicho de otro modo, el ser humano crea un cuento que él mismo cuenta a su medida, según sus necesidades, dando paso así a un cuento personalizado. Según esto, el término cuento aquí podría definirse como un modo de sobrellevar una realidad inaceptable, una realidad demasiado dura. Antonio crea dicho cuento en forma de canción de esperanza, mientras que en el caso de Grisóstomo su cuento es el poema «Canción desesperada»; 554
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ambas piezas cumplen la misma función de cuento personalizado. Es cierto que en el texto la canción de Antonio no se nos presenta, per se, como canción de esperanza, pero en la misma se alude al término esperanza de forma explícita: «la esperanza muestra la orilla de su vestido» (Quijote, p. 100). Además, el propio Antonio encuentra, al entonar esta canción, esperanzas para el amor fracasado. Por sendas razones, nos referiremos a partir de ahora a la canción de esperanza cuando se haga alusión a esta pieza. El otro punto común entre Antonio y Grisóstomo son los sacerdotes con quienes se relacionan: el tío de Antonio y el tío de Marcela. Esta última, recordemos, aborrece y desdeña a Grisóstomo hasta llevarlo al suicidio. Los tíos, además de ser sacerdotes, influyen fuertemente en sus respectivos sobrinos. Por lo que respecta al contraste entre ambas canciones, es esencial hacer referencia a la idea que tiene cada sacerdote acerca de la religión cristiana. El tío de Antonio es humanista y aprecia por igual a Dios que al Amor. Por el contrario, el tío de Marcela tiene un ideal ortodoxo, así que estima más la devoción por Dios. Centrándonos en esta estructura de simetría y contraste, Cervantes parece querer plantear al lector dos cuestiones, a saber, la función del cuento y la disyuntiva entre Amor y Dios. Nuestra intención es hacer una lectura de este episodio sobre la base de estas dos cuestiones que, a simple vista, parecen no estar relacionadas. Este estudio, del cual acabamos de hacer un pequeño esbozo, comienza haciendo un repaso crítico de otras investigaciones que han tratado el «episodio del funeral de Grisóstomo»; a continuación ofrece un análisis particular del mismo y, para concluir, tratará de interpretar la intención del propio Cervantes.
1. Investigaciones precedentes y sus debilidades Para comenzar, me gustaría hacer alusión a las investigaciones precedentes en relación a este episodio. Como hemos dicho, Avalle-Arce (1974:249) relaciona este episodio con el cuento pastoril, pero no hace más que opinar en torno al discurso de la Edad de Oro, pronunciado por don Quijote delante de los cabreros en una choza en el capítulo XI, y reflexionar sobre si la muerte de Grisóstomo fue un suicidio (1974:249-253). Zimic (1998:44-46) también piensa que Grisóstomo estaba fuertemente influido por el género de los cuentos pastoriles y alude a esta oración del 555
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capítulo XI de Grisóstomo: «El haberse mudado de traje no había sido por otra cosa que por andarse por estos despoblados en pos de aquella pastora Marcela» (Quijote, p. 105). Sin embargo, no existe una descripción clara de que Grisóstomo leyera cuentos pastoriles, como en el caso de don Quijote con los libros de caballerías, y no deja de ser una dudosa hipótesis. Grisóstomo se había graduado en la Universidad de Salamanca y era tan inteligente que «hacía los villancicos para la noche del Nacimiento del Señor y los autos para el día de Dios» (Quijote, p. 105). Tiene, así mismo, un profundo conocimiento de «la astrología» (Quijote, p. 105). Parece difícil creer que un hombre inteligente se dedicara a leer un género tan prosaico como los cuentos pastoriles. García Carcedo, por su parte, explica que, tanto en el Quijote I como en el Quijote II, hay seis episodios basados en el cuento pastoril, incluido el que estamos tratando aquí. Esta autora también indica que en dicho episodio Cervantes tenía intención de crear una forma nueva del cuento pastoril (García Carcedo 1995:18-19), pero no desarrolla esta idea. Riley (1990:101) apunta que este fragmento tiene que ver con un episodio de Galercio y Geracia de La Galatea, y propone también que el amor se narra, en este caso, como en otros cuentos pastoriles. No obstante, las argumentaciones de Riley no son suficientemente convincentes. Y Honda (2005:65-66), uno de los investigadores japoneses más distinguidos, considera que el tema de este episodio son las relaciones entre el eros y el libre albedrío. Es un argumento razonable, pero el albedrío que Marcela desea ejercer es el de alejarse de la sociedad mundana para unirse con Dios. En definitiva, lo que anhela es la libertad religiosa. He aquí un pasaje en el que Marcela dice así: «Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera» (Quijote, pp. 127-128). Esta frase quiere decir que Marcela anhela la libertad para buscar a Dios o lo sagrado. Es bien sabido que Cervantes tiene mucho interés por el género de los cuentos pastoriles. La obra primera que escribió Cervantes es de este género, La Galatea, y era tal su fijación que en el prólogo del Quijote II anunció su intención de escribir la segunda parte de la novela. No cabe duda de esta relación, ya que, como apuntamos antes, tanto Grisóstomo como Marcela se disfrazan de pastores y, además, don Quijote pronuncia el discurso sobre la Edad de Oro, un tema recurrente en los cuentos pastoriles. 556
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Sin embargo, queremos recalcar que este episodio gira en torno a dos ejes: por un lado el cuento, o narrativa personal, y por otro la disyuntiva entre Amor y Dios. Además, la estructura de este episodio está muy proporcionada, tanto en lo que se refiere al contraste como a la simetría entre los capítulos XI y XIV.
2. El discurso de la Edad de Oro como presentación de la función de cuento Avalle-Arce (1974:249) considera el discurso de la Edad de Oro la presentación del «contrapunto entre el “entonces” poético e inasible y el “agora” histórico y actualizado». Y García Carcedo (1995:27) cree que «al introducir el discurso de la Edad de Oro ante el primer episodio pastoril, se pretende fundamentar este mundo (el mundo de “lo ideal”) en una realidad existente». Aunque a simple vista parezca que haya una relación sustancial con el género pastoril, ¿acaso no critica don Quijote, en este discurso, la corrupción del mundo real contrastándolo con el ficticio mundo de la Edad de Oro? Don Quijote elogia la ausencia de cualquier «artificioso rodeo de palabras», así como de «fraude», «engaño» o «malicia» en la Edad de Oro (Quijote, p. 98). Como vemos, estos términos constituyen ficciones. Lo que expone Cervantes, en el fondo, es su opinión de que a los hombres nos hace falta crear mentiras o ficciones, es decir, cuentos para vivir en el mundo real. Y justamente después de este discurso Antonio aparece con su canción de esperanza, como pretendiendo ilustrar el sentido y la función del cuento. Veamos este desarrollo concretamente con el texto. Don Quijote, conmovido por la amabilidad y sencillez de los cabreros, nos expone las características de la Edad de Oro. Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de doradas (...). Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes, (...) las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. (...) Las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. (...) Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia. (...) Andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle y de otero en otero, en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere (Quijote, pp. 97-98).
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El propósito del discurso de don Quijote no es hacer una descripción de la Edad de Oro, aunque nos sintamos tentados a pensar así, sino criticar la corrupción de los hombres. Esto se desarrolla después continuamente en el discurso. Justamente luego don Quijote se lamenta de la corrupción de la gente diciendo que «andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes» (Quijote, p. 98), en alusión al contraste entre su presente y la Edad de Oro. La descripción de aquella época no es más que un preámbulo para la crítica a la corrupción. Y el punto más importante es que don Quijote, al poner ejemplos concretos de corrupción, menciona primero la mentira antes que el menoscabo de la justicia o la «ajena desenvoltura y lascivo intento» hacia las doncellas (Quijote, p. 98). Don Quijote quiere resaltar, ante todo, la gravedad de la mentira, aunque a simple vista pueda parecer que no es algo vinculado con la corrupción. Don Quijote dice así: Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. No había la fraude, el engaño ni la malicia mezclándose con la verdad y llaneza. (Quijote, p. 98) Insistimos en que la Edad de Oro no es una época histórica, sino un mundo ficticio o pastoril, como explica Iventosch (1974:71). En otras palabras, lo que muestra don Quijote es que en nuestro mundo real los hombres tenemos que decorar las palabras y mezclar las mentiras con la verdad. Necesitamos un cuento favorable para vivir. La canción de esperanza de Antonio convierte el desamor por una mujer llamada Olalla en un amor correspondido. Esta canción es un ejemplo concreto que muestra la fuerza del cuento en el mundo real, donde no se pueden expresar directamente los sentimientos, tal como insiste don Quijote. En otras palabras, don Quijote muestra previamente el sentido y la función del cuento a fin de allanar el terreno para Antonio.
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3. La canción de esperanza como colaboración entre Antonio y su tío Antes de observar la canción de esperanza con detalle, es importante resaltar que Cervantes la presenta, con magistral inteligencia, como una colaboración entre Antonio y su tío. El tío compone la canción para transformar el amor fracasado de Antonio, es decir, la realidad inaceptable. Un compañero cabrero le dice a Antonio así: «Cantes el romance de tus amores, que te compuso el beneficiado tu tío» (Quijote, p. 100). Pero también hay que reconocer cierta parte de autoría en Antonio, quien entona la canción con alegría y convencimiento. De esta singular manera, Cervantes logra que en esta pieza se solapen los sentimientos de Antonio y su tío. Mediante esta forma de colaboración, la canción expresa no solamente el amor de Antonio por Olalla, sino también la religiosidad tolerante del tío. En la España del siglo xvii, en que la Inquisición condenaba severamente todo lo que estuviera fuera del dogma católico, no se podía expresar claramente ideas humanistas como las del tío de Antonio (ahondaremos en este punto más adelante). Domínguez Ortiz (2004:135-137) dice así sobre la atmósfera de la España de entonces: Entró la Inquisición en el siglo xvii revestida del máximo poder; los órganos centrales controlaban minuciosamente los tribunales de España, Sicilia, Cerdeña e Indias. (...) La atmósfera enrarecida de sospecha y temor... emponzoñó toda la vida intelectual. (...) Había temor a manifestar libremente su opinión en materias que rozaran, aunque fuera de modo tangencial, el dogma.
Por tanto, las ideas progresistas del tío de Antonio solo se podían expresar de manera disimulada.
4. La función del cuento en la canción de esperanza Vamos a ver con detenimiento la canción de esperanza a fin de comprobar la efectividad de la función del cuento. Se trata de un poema relativamente largo, de diecisiete estrofas de cuatro líneas cada estrofa. En la primera estrofa Antonio recita: 559
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Yo sé, Olalla, que me adoras, puesto que no me lo has dicho ni aun con los ojos siquiera, mudas lenguas de amoríos (Quijote, p. 100).
Antonio reconoce que no ha escuchado palabras amorosas en boca de Olalla. Por tanto, el amor de Antonio hacia Olalla no ha sido correspondido. A pesar de eso, Antonio interpreta esa situación de manera positiva, afirmando que Olalla se ha quedado muda por el fuerte amor que siente por él. Este es justamente el punto en que se crea el cuento. También en la segunda estrofa canta así: «Porque sé que eres sabida / en que me quieres me afirmo» (Quijote, p. 100). Antonio, al decir esto, intenta convencerse de que en realidad Olalla le ama. Aquí también se crea un cuento. Pero en realidad Olalla muestra una actitud fría hacia Antonio, tal como dice en la tercera estrofa: Bien es verdad que tal vez, Olalla, me has dado indicio que tienes de bronce el alma y el blanco pecho de risco (Quijote, p. 100).
Aquí flaquea un poco la confianza de Antonio en sí mismo, pero en la cuarta estrofa renueva sus esperanzas y se esfuerza por recobrar el ánimo de algún modo. Mas allá entre tus reproches, y honestísimos desvíos, tal vez la esperanza muestra la orilla de su vestido (Quijote, p. 100).
Antonio trata de encontrar, detrás de «reproches y honestísimos desvíos», una débil esperanza de que ella le ame. Esta estrofa, al igual que la primera y la segunda, forma parte del cuento. También en la sexta estrofa aparece la palabra «esperanza»:
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Si el amor es cortesía, de la que tienes colijo que el fin de mis esperanzas ha de ser cual imagino (Quijote, pp. 100-101).
Y en la séptima estrofa, Antonio culmina soñando que Olalla corresponde a su amor. Y si son servicios parte de hacer un pecho benigno, algunos de los que he hecho fortalecen mi partido (Quijote, p. 101).
Hemos comprobado que el cuento ayuda a sobrellevar una realidad inaceptable. Así, Antonio intenta encontrar la «orilla» del vestido de la esperanza, aunque Olalla no responda realmente a su amor.
5. Las ideas del tío de Antonio acerca del Amor Se puede decir que el tío de Antonio tiene ideas progresistas para la época, en el sentido de que estima el Amor humanista, aunque profesando a la vez una devoción racional por Dios. Este aspecto se aclara con la canción de esperanza de Antonio, creada conjuntamente, como hemos dicho antes, por tío y sobrino. Analicémosla con detenimiento. En primer lugar, la quinta estrofa de la canción expone la importancia del Amor. Porque, aunque generalmente el objeto de la fe es Dios, aquí el cariño por la chica, es decir, el Amor se expresa mediante el uso de la palabra «fe»: Abalánzase al señuelo mi fe, que nunca ha podido, ni menguar por no llamado ni crear por escogido (Quijote, p. 100).
El señuelo aquí significa la «orilla» del vestido de la esperanza que aparecía en la línea final de la cuarta estrofa. Aunque la palabra «fe» tiene también un sentido de fidelidad o promesa, Cervantes debió de tener muy presente su significado principal, que es la 561
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creencia en Dios, por dos razones: porque el autor es un sacerdote (el tío de Antonio) y porque en las dos últimas estrofas se hace una alusión explícita a la religión cristiana. Si tenemos en cuenta el ambiente de opresión religiosa que se vivía en el siglo xvii, difícil de imaginar desde nuestra perspectiva, la expresión del amor mediante la palabra «fe» es sumamente importante. En la pieza hay otras palabras relacionadas con la religión cristiana, como «Iglesia», «santo» o «capuchino» (Quijote, p. 102), en las dos estrofas finales. En la estrofa decimosexta se dice: «Coyundas tiene la Iglesia / que son lazadas de sirgo» (Quijote, p. 102). Por tanto, la Iglesia es el lugar en el que se confirma el amor. El tío sacerdote de Antonio da importancia a amar a nuestro cónyuge y admite el casamiento como placer de la vida. Es decir, afirma que la Iglesia debe existir para que haya felicidad en este mundo. Más adelante, en la última estrofa, la decimosexta, mantiene que en el caso de que no dé sus frutos el amor, lo mejor es aferrarse a la religión cristiana. Donde no, desde aquí juro por el santo más bendito de no salir destas sierras sino para capuchino (Quijote, p. 102).
La Iglesia es considerada el último refugio, donde uno puede hacerse sacerdote capuchino cuando no consigue casarse. Es evidente que el tío sacerdote de Antonio estima la fe en Dios a juzgar por esta estrofa. Cuenta con Dios y aconseja convertirse en un penitente capuchino en caso de que no se cumplan las expectativas. Pero, al mismo tiempo, también da importancia al Amor (expresada con la palabra «fe»). El tío de Antonio, a pesar de ser religioso, tiene un talante abierto: para vivir felizmente es mejor que los hombres concedan importancia al Amor hacia el sexo opuesto, además de una fe moderada en la religión cristiana. Podemos considerarla una posición humanista, en la que los hombres son el centro del mundo.
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6. El tío de Marcela y su dogmatismo religioso Contrariamente al tío de Antonio, suponemos que el tío de Marcela es un sacerdote severo y ortodoxo, para quien lo más importante es la devoción por Dios. Este aspecto no se especifica en el texto, mas hay dos detalles que nos llevan a pensar así. El primero es la propia descripción que se hace del hombre, «a las derechas es buen cristiano» (Quijote, p. 106), en una época en que el poder de la Inquisición carecía de límites. El otro detalle son las acciones de Marcela, a saber, su continuo rechazo a los hombres de su pueblo y el ansia de acercarse a Dios. Esto se debería a la influencia de su tío sacerdote, quien crió desde niña a Marcela al morir los padres de esta.
7. Oposición Antonio-Grisóstomo Cada uno de los personajes, Antonio y Grisóstomo, tiene un final diferente por la influencia ideológica de los sacerdotes. En el capítulo XI Antonio, angustiado porque no puede obtener el amor de Olalla, reescribe su vida en forma de canción y mantiene así una esperanza que «muestra la orilla de su vestido» (Quijote, p. 100). Grisóstomo, por su parte, está en el capítulo XIV psicológicamente herido por el rechazo de Marcela, criada por su tío sacerdote. Escribe el poema «Canción desesperada», en el que dice: «Nunca alcanza / mi vista a ver en sombra a la esperanza» (Quijote, p. 121); jura «estar sin ella eternamente» (Quijote, p. 121) y, después, se suicida. La «Canción desesperada» fue compuesta para poder asumir una realidad inaceptable, el amor fracasado por Marcela. El protagonista del poema se suicida desesperado al sentirse desdeñado por una cruel mujer, y Grisóstomo acaba imitándolo: para él también la muerte es el único refugio.
8. Conclusión: la intención de Cervantes Hemos comprobado que entre los capítulos XI y XIV existe un paralelismo, tanto de contraste como de simetría. Tanto Antonio como Grisóstomo crean historias ficticias para soportar la cruda realidad, pero cada uno tiene un desenlace opuesto. Gracias a la canción de esperanza, creada por el tolerante y humanista cura, Antonio logra albergar esperanzas en su amor por Olalla. Por el contrario, en el capítulo XIV Grisóstomo escribe un poema sobre su amor fracasado con Marcela, la «Canción desesperada», y se quita la vida. Su suicidio se debe a que Marcela es una creyente muy fanática, por 563
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influencia de su tío, un serio y dogmático sacerdote, y en consecuencia no ama a ningún hombre. En resumen, este episodio gira en torno a la función del cuento como escape de la realidad. Detrás de este eje principal hay un segundo tema implícito, pero no menos importante, que es la alternativa entre Amor y Dios. ¿A qué se debe esta doble estructura de contraste-simetría? ¿La única intención de Cervantes era dar complejidad a este episodio? Nos inclinamos a pensar que el autor tenía la intención de comparar ante el lector las vidas de Antonio y Grisóstomo, manifestando así que la felicidad humana no se halla en la devoción religiosa con tintes fanáticos, sino en un ideal de Amor mundano. El dogmatismo religioso de la época llegaba a provocar desmanes, no solo visto desde nuestra perspectiva contemporánea, sino incluso a ojos de alguien del siglo xvii. De alguna manera, este episodio esconde una crítica hacia los excesos de la devoción católica, que podían derivar en creencias fanáticas e intolerantes. Bibliografía Avalle-Arce, Juan Bautista, La novela pastoril española, Istmo, Madrid, 1974 [1959]. Cervantes Saavedra, Miguel de, Don Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rico, Alfaguara, Madrid, 2004. Domínguez Ortiz, Antonio, España, Tres milenios de historia, Marcial Pons Historia, Madrid, 2004 [2000]. García Carcedo, Pilar, La arcardia en el Quijote. Originalidad en el tratamiento de los seis episodios pastoriles, Beitia, Bilbao, 1995. Honda, Seiji, El arte de Cervantes (Cervantes no gueijyutsu en japonés), Suiseisha, Tokio, 2005.
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Iventosch, Herman, «Cervantes and Courtly Love: the Grisóstomo-Marcela Episode of Don Quixote», Publications of the Modern Language Association of America, LXXXIX (1974), pp. 64-76. Riley, Edward C., Don Quixote, Allen and Unwin, Londres, 1986; trad. esp. Introducción al «Quijote», Crítica, Barcelona, 1990. Zimic, Stanislav, Los cuentos y las novelas del Quijote, Iberoamericana / Vervuert, Madrid / Fráncfurt, 1998.