FICHA TÉCNICA La reina infiel Película

FICHA TÉCNICA La reina infiel Película Título original: Dirección: Guion: Producción: Música: Fotografía: Montaje: País: Año: Género: Duración: Idiom

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FICHA TÉCNICA La reina infiel Película

Título original: Dirección: Guion: Producción: Música: Fotografía: Montaje: País: Año: Género: Duración: Idioma:

En kongelig affære; A Royal Affair (En inglés) Un asunto real (España); La Reina Infiel (Hispanoamérica). Nikolaj Arcel Nikolaj Arcel y Rasmus Heisterberg (basado en la novela de Bodil Steensen-Leth). Meta Louise Foldager, Sisse Graum Jørgensen, Louise Vesth Gabriel Yared, Cyrille Aufort Rasmus Videbæk Mikkel E.G. Nielsen, Kasper Leick Dinamarca 2012 Drama, cine histórico, cine romántico. 137 minutos Danés

Reparto: Mads Mikkelsen (Johann Friedrich Struensee), Alicia Vikander (Carolina Matilde de Gran Bretaña), Mikkel Følsgaard (Cristián VII de Dinamarca), David Dencik (Ove Høegh-Guldberg), Søren Malling (Hartmann), Trine Dyrholm (Juliana María de Brunswick-Wolfenbüttel), William Jøhnk Nielsen (Federico VI de Dinamarca), Cyron Bjørn Melville (Enevold Brandt), Rosalinde Mynster (Natasha), Laura Bro (Louise von Plessen), Bent Mejding (J.H.E. Bernstorff), Thomas W. Gabrielsson (Schack Carl Rantzau), Søren Spanning (Münster), John Martinus (Ditlev Reventlow), Erika Guntherová (dama de honor), Harriet Walter (Augusta de Sajonia-Gotha), Klaus Tange (el Ministro). Premios: 2012: Oscar: nominada a la mejor película de habla no inglesa. 2012: Globos de Oro: nominada a mejor película de habla no inglesa. 2012: Festival de Berlín: 2 Osos de Plata: Mejor actor (Mikkel Boe Følsgaard) y guión. 2012: Premios César: Nominada a Mejor película extranjera. 2012: Festival de Toronto: Nominada al Premio del Público (Mejor película). 2012: Festival de Sevilla: Sección oficial largometrajes a concurso. 2012: Premios del Cine Europeo: 2 nominaciones: mejor música y diseño de producción. 2012: Satellite Awards: Mejor vestuario. 3 nominaciones. Sinopsis: Para Carolina Matilde (Alicia Vikander), casada siendo una adolescente con el rey de Dinamarca Christian VII, es un horror vivir con un marido ciclotímico y estrafalario quien propone medidas como nombrar a su perro miembro honorario del Consejo de Estado, o que circulen en Copenhague por la noche carruajes vacíos para recoger a los borrachos. Así las cosas, Carolina se rinde a los encantos del médico personal del rey, un intelectual progresista (Mads Mikkelsen) quien se verá dividido entre su lealtad al monarca, su amor a la reina y su oportunidad de convertir una Dinamarca aún medieval en un país ilustrado.

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Federación Internacional de Mujeres Universitarias Federación Mexicana de Universitarias Universidad Nacional Autónoma de México Museo de la Mujer Bolivia 17 Centro Histórico, Ciudad de México. Cine-Club de Género, 22 de noviembre de 2016 La reina infiel

Mtra. Delia Selene de Dios Vallejo

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La corte del Rey Cristian VII de Dinamarca está desesperada. Es 1768 y el rey plagado por los problemas de su mente se vuelve cada vez más errático. A sus asesores no les queda más que solicitar un médico de cabecera para que les ayude a solucionar ese problema. Distinguidos doctores de cabellos blancos e ilustres linajes esperan la audiencia real, pero entre ellos se destaca uno más joven y plebeyo: Johann Friedrich Struensee, un médico de pueblo a quien dos nobles acercan a esta instancia con el único objetivo de volver a la corte del rey. Struensee consigue el trabajo de médico real y con el tiempo la positiva relación se transforma en amistad y más tarde le permite al ambicioso doctor convertirse en asesor en temas de salubridad, gracias a meses de trabajo en los cuales ha atendido las locuras del rey como si fueran lo más normal del mundo, a seguir y consentir todas las pasiones del monarca aplacando así su naturaleza desvergonzada y desinteresada por su papel de gobernante. La importancia de Struensee en la vida del rey se vuelve tan intensa que además de tratarlo a él es llamado también a ser el médico personal de la reina y luego –alentado por ella– se ve impelido a influir y a imbuir al rey con las novedosas ideas de la Ilustración, a las que el gobierno de Dinamarca se había resistido debido a sus creencias religiosas. Es allí, en el choque entre la manipulación del rey, la renovación de las leyes y la horrible oposición a la modernidad, que Struensse pasará de ser un simple idealista al enemigo público número uno. Catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM *Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas Asociación Civil. Se agradece el apoyo de las licenciadas: Eva Calderón, Eurídice Román de Dios, Adriana Romo Sotres, Pamela Jiménez Romo y Rosalinda Cuéllar Celis. ♣



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Las desventuras del sencillo médico convertido en mártir de la libertad son el centro de la narración de La reina infiel. La historia tiene fama en Dinamarca y su relato es tan conocido en ese país que ya ha pasado a ser fábula que se enseña en las escuelas. Como cualquier otra figura eminente de la Edad de la Razón, Struensee era un hombre de mil oficios, tanto un reconocido médico como político, un filósofo y también un mujeriego. Es decir, sabía aprovechar todas las oportunidades que la vida le ofrecía. Su perfil como amante, luchador, intelectual y conspirador es el retrato que emerge en el filme dirigido por Nikolaj Arcel, quien en sus trabajos anteriores se ha destacado como guionista de Los hombres que no amaban a las mujeres (Män som hatar kvinnor, 2009), de la trilogía Milennium, pero en su versión sueca original. El filme cuenta también con Lars von Trier como coproductor ejecutivo y supervisor del guion, alejado sorprendentemente de los terrenos en los que acostumbra moverse; y tal vez, gracias a su influjo, el filme ha podido destacarse como una película de época que nos muestra los dolores que una sociedad debe sufrir para alcanzar la madurez pero, sobre todo, nos habla sobre la resistencia al cambio que siempre experimentan las altas cúpulas del poder. El filme llama la atención porque enaltece los elementos más clásicos del género: una excelente ambientación, hermosa fotografía y maravillosa puesta en escena. Y además de adaptar este reconocido capítulo de la historia danesa, se perfila como una crónica certera de las luchas por el poder, anclada sobre la secreta relación pasional entre la joven reina –Carolina Mathilde de Hannover (Alicia Vikander), la princesa de Gales obligada a este matrimonio arreglado– y el asesor más amado de su esposo. Al mismo tiempo suma a toda su hermosura y perfecta realización tres espléndidas actuaciones de los actores principales: el siempre sólido Mads Mikkelsen, un rostro representativo del cine danés de la última década, y que en el Festival de Cine de Cannes de 2012 se hizo acreedor a la Palma de oro a la interpretación masculina, por una película que también se vio hace poco: La cacería (Jagten, 2012), de Thomas Vinterberg. Mikkelsen se ha convertido en la mejor parte de las películas en las que actúa. Su habilidad para demostrar sentimientos muy encontrados, o para representar a alguien con una moral debilitada, es apenas visible en su cara y sin embargo muy fácil de leer en sus actuaciones. Esta destreza es sobre todo patente en el momento cumbre de la cinta, cuando a segundos de saber su destino se desmorona completamente.1 Los acontecimientos en los que se basa La reina infiel valen la pena conocerse simplemente por su importancia histórica. En la segunda mitad del siglo XVIII, la princesa Caroline Mathilde de Gran Bretaña se casó con el rey Christian VII de Dinamarca y, desdeñada por su marido −un gobernante ineficiente quien padecía 1

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de un trastorno mental−, la joven terminó envuelta en un romance con el médico real, Johann Friedrich Struensee, quien no sólo ejerció como regente del país, sino que además era un amigo íntimo del rey. A simple vista parece poseer el tipo de ingredientes que un productor de televisión aprovecharía para hacer una telenovela trillada, pero el triángulo amoroso entre estas personas no sólo resultó ser el material adecuado para una película multipremiada alrededor del mundo, sino que fue determinante para delimitar el desarrollo de un país entero, en una época en donde la sociedad occidental se apresuraba cada vez más hacia la modernidad. La película inicia con un prólogo que sitúa al espectador en el apogeo de la Ilustración. Los humanistas como Voltaire, Montesquieu y Rousseau comenzaron una revolución intelectual en Europa la cual enaltecía los derechos del individuo, y esto influyó en el pensamiento de la gente de tal manera que, como ya sabemos, culminó con diversos levantamientos en contra de la tiranía, de entre los cuales el más relevante fue la Revolución francesa. Pero las ideas de la Ilustración no solo cambiaron la mentalidad del pueblo, sino que afectaron también a personas de la nobleza, Caroline Mathilde fue una de ellas. La futura reina de Dinamarca −interpretada por la sueca de mirada taciturna, Alicia Vikander− aparece en esta primera parte de la cinta como una princesa soñadora. Ha esperado toda su vida para ser feliz por siempre al lado de un hombre perfecto, pero su descripción de la situación no suena muy alentadora, pues además de abandonar su hogar por un país ajeno, se encuentra casada con una persona a quien no ha conocido aún. Eso no le ha impedido soñar con que el hombre que la espera en Dinamarca sea su príncipe azul. En la vida real, el rey Jorge III de Inglaterra estaba tan ansioso por juntar a su hermana con Christian VII que ni siquiera se llegó a enterar de las excentricidades del monarca, a quien muchos simplemente percibían como un loco. Caroline se entera de su triste realidad de la peor forma: viviéndola en carne propia. Su primer día al lado de Christian VII (Folsgaard) es desagradable y molesto, pues el monarca, se porta como un niño, no parece sentirse atraído hacia Caroline, y es más evidente el cariño hacia su perro que hacia su nueva esposa. El hecho de que sus demostraciones de afecto hacia el animal sean auténticas, y no un acto de humillación premeditado hacia Caroline, hace que todo sea más triste. Los hombres que conforman el gabinete −un montón de conservadores quienes temen perder sus privilegios reales− no tienen problema con que el rey actúe como un loco, pues eso les da la oportunidad de manejar el país a su antojo.

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Todos ellos encuentran apoyo en la reina madre, Juliana María de Brunswick (Dyrholm), cuyo único interés es mantener su linaje a salvo. Pero el cambio se asoma cada vez más inevitable, y culmina con la llegada de Johann Friedrich Struensee (Mikkelsen), un doctor alemán con ideales humanistas quien pasa de ser el médico real a consejero personal de Christian. Más allá de un simple asesor, Struensee se convierte en un amigo íntimo del rey y, de vez en cuando, funge como la voz de su consciencia. La cultura superior del médico llama rápidamente la atención de la reina, quien desde su llegada a Dinamarca ha perdido no solo a su familia, sino el placer de la lectura, o siquiera la posibilidad de tocar el piano para alguien que lo aprecie. Ella vive en un mundo lleno de lujos, pero vacío al nivel emocional, y Struensee representa el alivio intelectual y afectivo que Caroline buscaba en sus sueños antes de llegar a Dinamarca. Así es como comienza el romance entre ambos. El director Nikolaj Arcel construye dos tramas bastante intrigantes y los entrelaza de manera natural. Por un lado, la película trata sobre el cambio político que aconteció en el país debido a las reformas instauradas por Struensee durante su cargo como regente de facto (en otras palabras, tenía el poder de un rey), las cuales propiciaron la abolición de la tortura, de la censura en la prensa y de los privilegios de los nobles, por mencionar algunos ejemplos. Por otro lado, tenemos el conflicto amoroso entre Struensee y Caroline, que amenaza con partirle el corazón al rey, no precisamente por afecto hacia su reina, sino por el amor filial que siente por Struensee. Y aunque el médico responde a este amor de la misma forma, es Caroline −la última mujer con la que debería de ilusionarse− la única con quien comparte su visión humanista del mundo. El director muestra a Caroline, Christian y Struensee como tres personas que a pesar de encontrarse en el eslabón social más alto se ven forzados a actuar en contra de sus deseos y terminan destrozados por su propia soledad. A diferencia de muchos otros dramas de época que muestran las penurias de la plebe −la carencia, el hambre y las calles sucias, llenas de indigentes−, La reina infiel se concentra en la opulencia de la clase noble: en castillos, riquezas, banquetes y bailes ostentosos. Es un espectáculo de pomposidad que retrata de buena manera el modo de vida de la clase noble, pero que evita mostrar cualquier atisbo de pobreza en la sociedad, no porque no exista, sino porque basta con ver la miseria emocional en la que se encuentran los tres protagonistas para saber que hay un grave problema en esta nación. La elección del actor que habría de interpretar a Struensee no podía ser más adecuada. Mads Mikkelsen ha tenido una carrera prolífica en el cine desde su debut en 1996 con la película Pusher, de Nicolas Winding Refn. El actor danés tiene un don para interpretar personajes vehementes que se contienen hasta donde ya no es

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posible, y cuando explota, el resultado es cualquier cosa menos exagerado. El de Struensee es un escalón más en su carrera en ascenso. Su dinámica con la actriz Alicia Vikander es natural y cálida, y hace que nos olvidemos de la considerable diferencia de edad que hay entre ambos: la joven tiene 24 años, y Mikkelsen, 47. Esto no es problema porque Vikander cumple con las exigencias de su papel al ponerse en los zapatos de una mujer obligada a madurar de un día para otro. No hay muchas mujeres hoy en día que abandonen su país natal, se casen, se embaracen y se pongan en el trono de una nación, todo esto en tan solo un par de días. El único rastro de inocencia que nos deja ver luego de llegar a Dinamarca es cuando toca el piano frente a la realeza, pero incluso este don es menospreciado por su nueva familia. Y está la sorpresa debutante: el actor de 28 años, Mikkel Folsgaard, quien se adueñó del personaje de Christian VII cuando aún se encontraba estudiando teatro en Dinamarca. Lejos de ser el típico monarca incompetente y despreciable, Foolsgaard interpreta al rey danés con una inocencia emotiva parecida a la de Mozart en Amadeus (1984), de Milos Forman. La tragedia de la reina infiel no fue que su esposo estuviera loco, sino que no la amara, y aunque éste probablemente ha sido el caso de muchas mujeres en distintos tronos a lo largo de toda la historia, fue una situación por completo inaceptable para un espíritu como el de Caroline, digno de la Ilustración. Lo que sucedió entre Caroline y Struensee fue más que un simple drama emocional, y tuvo repercusiones reales en la historia de Dinamarca. Esto hace que la película cuente con la afortunada e inusual capacidad de provocar curiosidad por la historia de este periodo. Es importante mencionar que está en los libros de historia: a pesar de que Struensee fue acusado de cometer delitos de alta traición contra la corona y el país, la realidad es que su influencia sobre Christian VII fue tal que determinó la educación humanista del heredero al trono, Frederick VI. Nunca un acto de infidelidad había venido acompañado de consecuencias tan afortunadas para el destino de una nación.2 Las vidas de la descuidada Reina Caroline, el frívolo Rey Christian y la de los pobres y explotados súbditos daneses se transformarán cuando llega a la corte un pragmático e ilustrado médico alemán, Johann Struensee, quien se erigirá como una positiva influencia liberal sobre el Rey veleta Christian, se enfrentará al medieval Consejo de Estado y compartirá libros prohibidos de Rousseau con la abandonada Reina para, luego, compartir la cama con ella, en una imperdonable traición no sólo a su monarca, sino a los propios ideales que Struensee perseguía, pues al traicionar al buen Rey manipulable, puso en peligro su vida, la posición de la Reina y los avances que

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había logrado en justos cuatro años, mientras era el Regente de facto de Dinamarca, de 1768 a 1772. La película fluye sin dificultades, entre el thriller político e histórico sobre una realeza adúltera/infiel/traicionera, sin faltar un insidioso -pero lúcido y certerocomentario-guillotina en el desenlace, pues estas multitudes quienes han sido beneficiadas por la llegada de las ideas liberales/rousseaunianas a Dinamarca, son las mismas multitudes chauvinistas/manipuladas/acarreadas que aplaudirán el sacrificio de su benefactor médico liberal, pues la masa informe no entiende de identificaciones superficiales ("¡Soy uno de ustedes, soy uno de ustedes!") que, a la vista del filme, nunca fueron más que eso: superficiales. El Despotismo Ilustrado, aunque es Ilustrado, no deja de ser Despotismo.3 La reina infiel es una película que aunque juega a la historia romántica y al triángulo amoroso, lo hace para contar una historia política, la cual no se aleja demasiado a los universos políticos actuales, traiciones, manipulaciones y engaños con tal de darle más poder a la clase alta y menos derecho al pueblo. Sin entrar en la exageración hace creíbles los trastornos mentales del monarca, creando un personaje muy interesante, tal vez el mejor papel de la película, imposible no recordar a Tom Hulce interpretando a Mozart en Amadeus, para ayudarlo la reina contrata a un médico Johann Struensse (Mads Mikkelsen) en una actuación impecable a pesar de su sobriedad tal y como se ve en Casino Royale, quien se vuelve el protegido de Cristian y el amante de Carolina, y aprovechara esto para imponer sus ideas sobre la ilustración humanista totalmente repudiadas por el Consejo danés. Una excelente fotografía que sobre todo se impone en los espacios exteriores y afortunadamente a diferencia de la gran mayoría de dramas de época ésta no está plagada de ostentosidades en vestuario y en dirección de arte, lo cual comúnmente sobresale en ese tipo de películas y ponen la historia en un segundo plano. Pero aquí eso no sucede, sobretodo porque el mayor fuerte de la película son las actuaciones y las maneras como los personajes se relacionan entre ellos, además de su trasfondo político, a pesar de no ser nada sencillo, está muy bien explicado y llega a transmitir una posición moral en el espectador en donde tal vez se apruebe la infidelidad de Carolina Matilda pero no por el bien de los personajes sino por el bien de la nación. Un buen drama de época, acompañado de una muy buena y desconocida historia que merece ser vista por lo menos para caer en cuenta que las grandes historias de la realeza ocurren más allá del Reino Unido y Francia y para observar de cerca un escenario político que aunque ocurrió varios siglos atrás y en otro continente no se aleja demasiado.4 Unas palabras del director Nikolaj Arcel: 3 4

http://cinevertigo.blogspot.mx/2013/03/la-reina-infiel.html http://juliuscinefilic.blogspot.mx/2013/04/a-royal-affair-la-reina-infiel-romance.html

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”La reina infiel está basada en uno de los acontecimientos más dramáticos de la historia de Dinamarca y quizá de Europa. Cuando presentaba la película a posibles inversores extranjeros, les costaba creer que era una historia real que había ocurrido en la segunda mitad del siglo XVIII. Sin embargo, en Dinamarca se enseña en los colegios, ha sido el tema de más de quince libros (ensayos y ficción), de una ópera y de un ballet. No sólo me siento honrado, también creo que he tenido mucha suerte de ser el primero que finalmente ha llevado la historia a la gran pantalla. Me he inspirado en la estética de las grandes historias épicas de los años 40 y 50, cuando a menudo las películas daban la sensación de ser obras literarias estructuradas alrededor de los personajes y del paso del tiempo, en vez de seguir claramente las rutas más obvias del guion. Sin embargo, tanto al equipo creativo como a mí nos atraía la idea de llevar este drama histórico al siglo actual. Y para conseguirlo, decidimos imponernos una regla: no ‘mostraríamos’ la historia, no haríamos hincapié en los grandes acontecimientos oficiales, en los complicados trajes y peinados, ni en cómo servían la comida entonces. Nos centraríamos en contar la historia desde el punto de vista de los personajes, como si la década de 1760 fuera algo habitual para nosotros. Aunque el período histórico está presente en los diseños de los decorados y los trajes, la película se ha rodado y montado como si se tratara de una historia en el Copenhague actual. Y, para terminar, la maravillosa banda sonora compuesta por Gabriel Yared y Cyrille Aufort ha cerrado el círculo, llevando la película a sus raíces más épicas”.5 El filme de La reina infiel, está bastante apegado a los hechos históricos. En efecto, en la segunda mitad del siglo XVIII, Caroline (Alicia Vikander), hermana menor del rey Jorge III de Inglaterra, fue casada con Christian VII (Mikkel Boe Folsgaard), rey de Dinamarca y Noruega, por conveniencia política. Ella estaba descontenta con su esposo, porque resultó ser un desequilibrado, un niñote caprichoso y mujeriego, sin ninguna intención de satisfacerla. Todo cambió cuando entró en escena el doctor alemán Johann Friedrich Struensee (Madds Mikkelsen), hombre literalmente ilustrado (seguidor de Rousseau y Voltaire), quien se volvió el consejero más cercano de Christian. Y, cuando tuvo oportunidad de intercambiar textos de su avanzada ideología, también sedujo a Caroline, volviéndose su amante.

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Ante el retraso social sufrido por Dinamarca, en contraste con otros países europeos, Struensee se volvió el catalizador por el cual el monarca dictó reformas democráticas en favor del pueblo. Sin embargo, los reaccionarios miembros del disuelto Consejo de Estado no tardaron en urdir una intriga contra el extranjero, ante la evidencia de su amasiato con la reina. El realizador Nikolaj Arcel y su coguionista Rasmus Heisterberg con la adaptación un vistoso melodrama de época, donde las voluntades individuales deciden el destino de un pueblo. La reina infiel no es otra cosa que una variante más política del triángulo amoroso de trágicas consecuencias, pero está contada en forma nítida, con corrección formal y sobriedad narrativa.6 La boda de ambos personajes, como era de esperarse por las reglas de aquellos tiempos, fue arreglada para beneficio económico, social y estratégico de ambos reinos. Más allá que Christian era un enfermo mental sin remedio, un hombre sin personalidad envidiable, más un chiquillo que un adulto responsable (nombró a su perro integrante del Consejo de Estado). Fuera del amor y la dependencia física y emocional que aparece en el corazón y el resto del cuerpo de Caroline por el doctor Johann Struensee (un inolvidable Mads Mikkelsen), en lo que más se enfoca Arcel en La reina infiel es cómo las sociedades van hacia adelante o en franco retroceso de acuerdo al gobernante que le ha tocado como líder; presidente, tirano, dictador o autócrata. Christian simboliza lo tradicional, lo anacrónico, el pasado, las viejas costumbres criticables. Mientras Struensee es lo antagónico, al señalar cuál puede ser el mañana, la renovación, la investigación, la intelectualidad, un deseo de cambiar paradigmas y darle cuerda a un reloj que se había detenido desde la Edad Media en la Europa retratada en La reina infiel. De igual forma, Nikolaj Arcel, hijo del movimiento cinematográfico Dogma (no por menos el maestro Lars Von Trier colaboró en parte del guion y en la edición de esta película), invita a reflexionar sobre quiénes aconsejan a los que están en la cima de la pirámide y cómo esa relación puede colaborar o no al avance de un país, ya que los vínculos del rey con el médico pasan por el encuentro, la influencia, la amistad y el desprecio. Donde hay política se encuentran rápido: las alianzas, las hipocresías, las conveniencias, las traiciones, las intrigas, las presiones de toda clase, la corrupción y la censura, ya sea en una película como la excepcional La reina infiel o en la Dinamarca del siglo XVIII donde ocurren los hechos. No hay mucha diferencia entre los mecanismos políticos del siglo XVIII con los que se ponen en práctica en el siglo XXI.7

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http://www.jornada.unam.mx/2013/03/24/opinion/a08a1esp http://www.prensa.com/cine_y_mas/Revolucion-amores-reina-infiel_7_3824687496.html

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La princesa Carolina Matilde de Hanover nació el 11 de julio de 1751 en Leicester House (Londres), siendo la benjamina de Federico, Príncipe de Gales (1707-1751), y de la princesa Augusta de Sajonia-Gotha (1719-1772). Habida cuenta de que su padre falleció a los pocos meses de su nacimiento, la princesa Carolina Matilde fue educada de forma muy estricta por su madre, quien puso el acento sobre todo en la enseñanza de idiomas –la Princesa dominaba no solo el inglés, sino también el francés, el italiano y el alemán- y en las buenas maneras. La joven, caracterizada por unas nada desdeñables belleza y jovialidad, pronto sería el objeto de las miradas de diferentes cortes europeas en busca de pretendientes para sus príncipes. En este contexto sería en el que el embajador de Dinamarca convencería a al rey Jorge III, hermano de Carolina Matilde, para que la Princesa se convirtiera en la esposa del rey Cristián. El Monarca inglés, embaucado por la promesa del diplomático escandinavo de que su homólogo danés era un hombre bondadoso y virtuoso y convencido de que a su hermana le entusiasmaría la idea de convertirse en reina, no dudó en dar el visto bueno al matrimonio. La boda del rey Cristián y la princesa Carolina Matilde se produjo, por poderes, en octubre de 1766. Según relatan las crónicas, la joven Princesa, lejos de mostrar ilusión con el casamiento, no paró de sollozar durante toda la ceremonia y el viaje posterior a Copenhague. Cuando llegó a su destino, su nuevo marido no era tal y como se le había prometido, una suerte de galán, sino un joven de aspecto aniñado y quebradizo. Los rumores en la Corte apuntaban a que el Rey padecía además graves problemas mentales, frecuentaba los burdeles de la capital y maltrataba a las mujeres. Por si esto era poco, la joven princesa inglesa no tendría el más mínimo apoyo por parte de la madrastra de su marido ya que ésta, Juliana María de Brunswick-Wolfenbütell (1729-1796), detestaba a su hijastro hasta el punto de que, se decía, había intentado envenenarle para facilitar el camino al trono de su hijo Federico (1753-1805). Todo parecía en definitiva estar en contra de la princesa Carolina Matilde en su nuevo hogar. El Rey, aunque había recibido a su esposa con algarabía, pronto perdió el interés por ella para volver a la vida disoluta que le había caracterizado durante su soltería. La Reina, pese a ser profundamente infeliz, procuró convertirse en una Soberana modelo, aprendiendo en poco tiempo el idioma danés e interesándose por los problemas de sus súbditos. El contacto del Rey con su esposa llegó a ser tan exiguo, que serían los consejeros del Rey quienes obligarían a éste a compartir la cama con la Reina para procrear a un heredero. El nacimiento del pequeño Federico (1768-1839) si bien solucionó el problema dinástico no alivió la deriva psicológica del Rey, cada vez más alejado de la realidad y con un comportamiento progresivamente más estrafalario.

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El doctor Struensee contratado para tratar los problemas del rey, tenía 30 años, alto, era esbelto y con unos cautivadores ojos azules, no pasó desapercibido para la reina Carolina Matilde –las malas lenguas afirmaban que el primer encuentro entre ambos se había producido al tratar el médico una enfermedad venérea que la Reina habría contraído de su libertino marido, el Rey-, quien pronto le consideraría su mejor amigo en la Corte y el hombro en el que llorar sus penas y su soledad. A los pocos meses las visitas de Struensee a la Reina eran prácticamente diarias. En 1770 el médico y la Soberana se habían convertido en amantes. La Reina, ofuscada por la pasión y guiada por su amante, comenzó a vestirse regularmente de forma insinuante, a montar a caballo y a involucrarse políticamente en los asuntos de gobierno de Dinamarca. En 1771 –después de que, acompañada del Rey y del sempiterno Struensee, se hubiera trasladado al palacio de Hirscholm, situado en una isla cercana a la capital danesa- la Reina daría a luz a su segundo retoño, la princesa Luisa Augusta (1771-1843). Nadie en la Corte, con la excepción quizá del Rey, imbuido en su delirio, dudaba de que el padre de la criatura fuera Struensee. Poco a poco el papel del doctor alemán dentro de Palacio fue tan grande que las fuerzas vivas de Dinamarca comenzaron a intranquilizarse. La Reina le había nombrado de hecho secretario privado del Rey, convirtiéndose así de facto en el gobernante máximo del país. Esto le granjeó no pocos enemigos –Struensee era alguien de ideas muy progresistas, a favor, por ejemplo, de abolir la tortura, la censura o los privilegios de la nobleza- quienes finalmente decidieron destruirle, revelando al Rey la relación adúltera que el médico y la Soberana mantenían. La reina Carolina Matilde y Johann Struensee fueron arrestados de forma inmediata por órdenes del Rey. La Soberana fue enviada a la prisión de Elsinor con su hija Luisa. A su hijo, el heredero Federico, nunca más lo volvería a ver. Su amante, mientras, fue torturado para que reconociera la infidelidad. Finalmente se celebró un juicio en el que la Reina reconoció la relación con Struensee con la esperanza de que así su amado no fuera ejecutado. El intento fue estéril. El 28 de abril de 1772 Johann Struensee fue decapitado. La Reina, por su parte, fue desterrada a la ciudad alemana de Celle sin sus dos hijos quienes, según la sentencia de divorcio, deberían permanecer en Dinamarca –ambos fueron considerados como legítimos-. En tierras germanas, la Reina intentó por todos los medios volver a reunirse con sus vástagos –pretendió de hecho que su hermano el rey Jorge III de Inglaterra mediara, si bien éste se desentendió, avergonzado por el comportamiento de su hermana-. El 11 de mayo de 1775, con apenas 23 años, la reina Carolina Matilde de Dinamarca y Noruega fallecería de escarlatina. Su hermano se negaría a que sus restos fueran

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enterrados en la londinense Westminster Abbey. En 1784 su hijo, Federico IV de Dinamarca, se convertiría en príncipe regente y desde 1808, tras la muerte de Cristián VII, en Rey de Dinamarca y Noruega.8 Las cortes reales de Europa son una fuente inagotable de historias que han capturado la imaginación de los escritores y del público. Aún hoy, cuando las cortes ya no son los centros del poder efectivo, no cesan de ser origen de todo tipo de rumores y de leyendas. Se genera una enorme fascinación con todas las curiosas cosas que pueden pasar en la cotidianidad de estos extraños personajes, llenos de riquezas y de comodidades, profundamente humanos y en general incapaces de ser felices, siempre sujetos a la fama y al escrutinio. Sus vidas quedan registradas en los anales de la historia o de la chismografía; eventualmente se conocen sus secretos más íntimos, sus devaneos amorosos, sus inestabilidades emocionales, sus luchas y envidias, sus intentos por salir de las cajas de cristal en que están atrapados, lo mismo que sus habilidades, sus aficiones y sus extravagancias. Entonces un asunto real, es decir, algo que pertenece a la intimidad de algún personaje de la realeza, se convierte en un asunto público, un tema que corre de boca en boca hasta que llega eventualmente hasta nuestros oídos, amplificado, adornado, embellecido, si se quiere, por la magia del cine. Ello nos posibilita el contacto con esos mundos aislados y protegidos en que vivían la realeza y su séquito de personajes. Nunca podremos contar con acceso verdadero a las habitaciones, a las discusiones, a la intimidad de esos palacios de fábula, pero es posible que nuestro acceso imaginario sea más cercano a la realidad, que el que pudieron tener todos aquellos quienes pululaban en sus cercanías en aquellas épocas. Es que el cine permite la libre interpretación, permite la lectura detenida de las mentes de los personajes a través de diálogos privilegiados, cuidadosamente diseñados para acercarnos al asunto, dejando, de todas formas, espacios para hacernos preguntas, para ver con ojos curiosos y excitados hasta descubrir el meollo del asunto, si así se quiere, o para limitarnos al disfrute o a la contemplación curiosa o crítica. Pero lo realmente importante de la película es lo que sucede en los centros de poder de la corte, la cual se ve súbitamente inundada por una ola de cambios, generándose una inesperada revolución cultural y legal que barre el país con un inusitado espíritu liberal y solidario, el mismo que llega hasta nuestros días. En esto juega un papel fundamental, según el film, esta niña reina infiel, quien crece en personalidad e ideas al ritmo de sus amores con el doctor Struensee, a sabiendas de que este personaje es absolutamente cuerdo y humano. Al consultar la historia, como es natural, se aprecia que la reina Carolina Matilde fue un personaje menos ideal, pero ciertamente notable, quien supo manejar una situación de frustración y de limitaciones sin perder la cordura, sin renunciar a los

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pensamientos fundamentales y a las inspiraciones de la juventud y sin caer en la superficialidad y en la banalidad. Estamos también ante una buena película. Nos lleva a un buen acercamiento a las circunstancias que se daban en la época, a través de incursiones por las calles de las ciudades, sus antros, sus miserias sanitarias y urbanísticas, y de aproximaciones a los contrastes entre los bellos campos y las duras situaciones de los siervos campesinos. A través de escenas bien escogidas, nos hace conscientes de que todo ello necesariamente clamaba por acciones efectivas de buen gobierno, las cuales no se podrían dar bajo la tutela de ideas atrasadas y de manejos presupuestales torpes y centralizados. Todo esto se hace patente, porque como espectadores participamos, con increíble nivel de detalle, en las deliberaciones de los consejos de gobierno, sin que sean aburridas las escenas, ya que se aprovechan muy bien los arranques de locura del rey, las posiciones reaccionarias de los cortesanos y los apuntes certeros del doctor Struensee para hacerlas divertidas e interesantes. Vale la pena destacar el uso de las tonalidades y de las luces, algo bien apropiado y simbólico para una película que se refiere al impacto de las ideas ilustradas sobre sistemas oscuros y mediocres. La reina aparece como un baño de luz, que se va apagando; Struensee, como una tromba iluminada, que alcanza un clímax y se apaga… luego más oscuridad, más tonos tenues y una nueva iluminación final, asociada con el tránsito logrado por la joven reina entre su mente ilusionada y atormentada y las mentes abiertas de sus hijos, vehículo afortunado para no dejar las sutiles fuerzas del cambio, hasta convertirse en poderosas realidades.9 Director del filme. Nicolaj Arcel. Nikolaj Arcel, cineasta y guionista nació y se crió en Copenhague, Dinamarca, con su madre psicóloga y su padre arquitecto quienes se divorciaron cuando él tenía siete años. Su hermana mayor es la actriz Nastja Arcel. Asistió a la Escuela Bernadotte en Hellerup y la escuela secundaria en Øster Borgerdyd. Posteriormente, se inscribió en la Escuela Nacional de Cine de Dinamarca, donde se graduó como director de cine en 2001. Su proyecto de graduación, el corto de Woyzeck última sinfonía, ganó el Gran Premio en el Clermont-Ferrand Festival Internacional de Cortometrajes. Arcel hizo su debut en 2004 con el thriller político Juego del Rey, con el cual ganó el premio al mejor director en los premios de la Academia de Cine danesa. Fue seguido por la película de aventuras de La isla de las almas perdidas en 2007 y la comedia generacional Verdad sobre los hombres en 2010. Él es màs conocido por su película de 2012 A Royal Affair, la cual ganó dos premios en el Festival Internacional de Cine de Berlín y fue nominada a la mejor 9

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película extranjera en los premios de la Academia. Él radica actualmente en Hollywood, para continuar allì su carrera de cine y también donde está trabajando en una adaptación cinematográfica de Don Winslow 's El poder del perro y una nueva versión de Hitchcock's Rebecca de Dream Works. Ademàs, Arcel dirigiò la película Fábulas de Warner Bros. El 3 de junio de 2015, fue designado para dirigir la película, adaptación de Stephen King's La Torre Oscura I. Filmografía: Largometrajes Director • Juego del Rey (2004) • Isla de las almas perdidas (2007) • La verdad sobre los hombres (2010) • A Royal Affair (2012) • La adaptación de la película sin título saga de La Torre Oscura (2017) Guionista • Klatretøsen (2002) • Juego del Rey (2004) • Isla de las almas perdidas (2007) • Cecilie (2007) • Fightgirl Ayse (2007) • Viaje a Saturno (2008) • La chica con el tatuaje del dragón (2009) • La verdad sobre los hombres (2010) • A Royal Affair (2012) Cortometraje • Woyzecks Sidste symfoni (2001) Las series de televisión • Milenio (2 episodios)10 FUENTES DE CONSULTA: http://www.filmaffinity.com/mx/film502698.html http://kinetoscopio.com/index.php?option=com_content&view=article&id=129&Itemid=166 http://enfilme.com/resenas/en-pantalla/la-reina-infiel http://cinevertigo.blogspot.mx/2013/03/la-reina- infiel.html http://juliuscinefilic.blogspot.mx/2013/04/a-royal-affair-la-reina-infiel-romance.html http://www.grancine.net/pelicula.php?id=1841#.Vv12KhLhBuU http://www.jornada.unam.mx/2013/03/24/opinion/a08a1esp http://www.prensa.com/cine_y_mas/Revolucion-amores-reina-infiel_7_3824687496.html http://mx.hola.com/realeza/casa_danesa/2014112575021/carolina-matilde-de-dinamarca-y-noruega/ http://www.elespectadorimaginario.com/un-asunto-real/ https://en.wikipedia.org/wiki/Nikolaj_Arcel

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