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HABITÁCULOS TEMPORALES Paula Islas I. Mi primer acercamiento a la fotografía fue bastante lúdico. Comenzó espiando a mi padre en el cuarto oscuro que tenía montado en la azotea de mi casa, y después en la adolescencia tomando fotos de las vacaciones. La verdad fue hasta como los dieciocho o veinte años que me inscribí a un curso de fotografía en blanco y negro en Guadalajara. Allí decidí seguir esta práctica como profesión, y hasta ahora ha representado tanto mi oficio del cual vivo, como el medio desde el cual mis preguntas se vierten al mundo. Estudié Ciencias de la Comunicación y ahora mismo estoy cursando la maestría en Estudios Visuales. Aprendí la fotografía periodística y documental cuando entré a trabajar como fotógrafa en el periódico Público en Guadalajara. Esa experiencia me llevó a Buenos Aires, Argentina, a tomar un curso con Susan Meiselas, gracias a la beca que obtuve en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI). Mi encuentro con otras maneras de hacer fotografía fue en los talleres de Fotoguanajuato y en Jóvenes Creadores FONCA, donde conocí distintas formas de crear discursos con la imagen, desde la escenificación, los objetos, el registro, el performance, el nuevo documental, el retrato, el autorretrato, las apropiaciones, los homenajes, etcétera. Actualmente sigo a artistas como Rineke Dijkstra, Pipilotti Rist, Sophie Calle, Elinor Carucci y a Taryn Simon; y a latinoamericanos como Regina José Galindo, Rosângela Rennó, Alessandra Sanguinetti y Graciela Iturbide, Alex Dorfsman, Tania Candiani entre otros. Me siento cercana a la construcción subjetiva de un discurso de mujer en relación a la construcción de la identidad y, sobre todo, a las formas discursivas de la imagen; también a la creación de una estrategia de producción para desarrollar un proyecto que permita hablar sobre él desde distintas capas o niveles del discurso y que al mismo tiempo involucre al ser y a su entorno social mediante preguntas.
Me interesan las experiencias en el mundo que contribuyen a mi formación como creadora, a la construcción de mi trabajo en producción y, en particular, a la investigación que actualmente realizo sobre la imagen del cuerpo. Hay también muchas imágenes de la cultura popular que son una aportación, en gran medida, a la forma en que veo y construyo mi mundo a partir de lo visual. Quiero destacar asimismo la importancia de la foto de moda, las imágenes que saturan las redes sociales, el diseño en todos sus niveles, la iconografía que forma parte de nuestro imaginario cultural. Disfruto que lo que se manifieste sea un poco de suspicacia tanto en la imagen como en el discurso. En el mismo tono nombraré a escritores que me han tocado recientemente y de alguna forma han transformado mi visión: Virginia Woolf, Amèlie Nothomb, Beatriz Preciado, y de la misma forma algunos textos teóricos sobre historia y filosofía. II. En mis series “Recetas de la felicidad” (2008), “Vista perdida” (2007) e “Hilo de mi vida” (2006) hablo de la búsqueda incesante del ideal normativo de ser mujer. Son exploraciones que surgieron de forma muy orgánica para hablar de aquello que significa el cuerpo femenino, con sus características biológicas en un contexto social determinado, así como de las relaciones que se establecen y se definen en la cultura a través de la imagen. Mi trabajo ha sido, en gran medida, un escaparate para hablar de mí misma, para cuestionar y poner sobre la mesa las estructuras en donde se instituyen los roles de género y la manera en que se va construyendo una identidad a partir de lo que nos es impuesto y de lo que vamos obviando y reconstruyendo de nosotros mismos. “Paraíso perdido” (2010), por ejemplo, es una serie documental conformada por retratos de los habitantes de los municipios El Salto y Juanacatlán, en Jalisco, que han enfermado recientemente por la supuesta contaminación del río Santiago. El objeto de este proyecto es denunciar el alto grado de contaminantes del río producido por los desechos industriales arrojados por las empresas del corredor industrial, asentado allí desde hace más de treinta años. Lo que ha provocado un cambio en la calidad de vida
de los pobladores. Creo que la imagen tiene un gran poder de testimonio e inmediatez, y por ello su responsabilidad es mostrar aquello que transforma la vida de cualquier ser humano; en este caso, se trata de un problema no solo en mi localidad sino en el mundo entero: la contaminación del agua. Para la serie “28/14” (2012) retraté a distintas mujeres en edad reproductiva, en el día de su ovulación y menstruación. Este trabajo está inspirado en los documentales científicos que muestran el funcionamiento del cuerpo humano a partir de los cambios hormonales. La tipología sugiere una cierta estética que evoca la objetividad científica que sugiere la toma de control sujeto-‐objeto (fotógrafo-‐fotografiado). Este trabajo quiere poner en evidencia el tabú sobre la menstruación de una forma visual no literal. La presencia del sujeto fotografiado y su mirada (que es la mía también) buscan cuestionar la distancia discursiva, formal y normativa de los cuerpos en el andar cotidiano. Mi relación con las mujeres retratadas de esta serie es, en algunos casos, de amistad, en otros son compañeras de trabajo o amigas de mis conocidas. Este proyecto lo hice pasando la voz, diciéndole a mis a amigos que realizaba un proyecto sobre el efecto de las hormonas en la mujer. Me gusta el elemento del azar porque aporta algo de mi condición en el proceso de llevar una idea a una fotografía. A la mitad de las sesiones de foto me di cuenta que había mujeres de distintas edades; posteriormente se hizo presente la temporalidad y la transformación que implica el ciclo menstrual y cualquier otro ciclo biológico que manifiesta ciertas diferencias en el cuerpo humano cada día. El ciclo de la edad reproductiva, de los 18 a los 58 años, estaba expresado en esta serie. Los retratos los hice en mi departamento de Guadalajara en 2011. Allí monté un estudio, cité a las chicas en los días 14 y 28 de su ciclo e hice una breve entrevista a cada una. A pesar de lo obvio que puede resultar este tema para las mujeres, es necesario decir que en el día del inicio de la menstruación las chicas mayores de 25 años fueron más conscientes de su cuerpo y de la reacción del mismo: manifiestan dolor y estados anímicos similares, hablan de tristeza y dejan ver cierta pasividad. Y aquellas que estaban ovulando tuvieron una actitud llena de vitalidad, fuerza, ánimo y deseo sexual. Las menores de 25 años simplemente dijeron no sentir gran diferencia
entre esos dos momentos. Diez son los retratos que hice a manera de dípticos, cuyo proceso de producción fue de año y medio aproximadamente. III. No creo que exista una fotografía de género y, personalmente, no creo en las clasificaciones genéricas pues estas tienden a estabilizar las cosas, es decir, es una forma de comprimirlas a un solo significado. Creo más bien en las preocupaciones que se expresan a través de la imagen y que están relacionadas con cuestionamientos que implican al sujeto creador desde el impulso creativo. Hago referencia a Marina Abramovic a quien en una entrevista le preguntaron si era feminista en relación a su producción. Afirmó que hablaba sobre ella misma en su obra, porque simplemente no podía ver al mundo de otra forma, con otra mirada. En algún sentido es interesante, y hasta cierto punto reciente, que las artistas mujeres nos apropiemos de la construcción de la imagen que proyecta la propia subjetividad. Hemos visto circular muchas imágenes sobre el cuerpo femenino, y en este sentido creo que deberíamos preguntarnos quiénes son los autores y qué es lo que nos dicen. Bueno o malo, la fotografía fija en la imagen un significado que permanece por siempre. En este sentido veo necesario, sobre todo en un país como México, que se generen más trabajos sobre la construcción de aquello que significa ser, existir, desde diversos puntos de vista que hagan preguntas sobre el lugar donde vivimos. La serie “28/14” ha causado diversas reacciones y cierta polémica entre el medio fotográfico en México. Llama la atención lo que sugieren estos cambios hormonales en la mujer porque el debate sobre el determinismo biológico y la construcción cultural sigue vigente como parte de la reflexión teórica del feminismo, así como en la vida cotidiana. De alguna forma me parece interesante que si un tema ha ocasionado debate es porque aún merece la pena hablar de él.
Al final las preguntas que plantea este proyecto son sobre el tabú y los secretos que guardamos como sociedad respecto a nuestros cuerpos y sobre la tan deseada “igualdad” del sexo/género. No podría hablar sobre cuál ha sido la evolución en mi trabajo entre una serie y otra, lo que sí puedo decir es que creo religiosamente en la transformación como un proceso continuo implícito en la creación de una producción visual que implica confrontación y aprendizaje. IV. El Premio de la XV Bienal de Fotografía no lo esperaba. Estaba completamente complacida de que mi trabajo hubiera sido seleccionado. Con el hecho de que fuera exhibido sentí que éste había cumplido su ciclo de vida. De antemano sabía lo difícil que resultaría hablar del ciclo menstrual. Veo positivamente que hubiera la sensibilidad para entender mi trabajo y el discurso que lo sostiene. Actualmente estoy trabajando con el tema del cuerpo. Es complicado hablar de cómo lo pienso o cuál será su salida final porque recién estoy investigando sobre el tema; estoy elaborando bocetos y explorando múltiples formas visuales de abordar esta dimensión material que nos une al mundo desde una situación que me involucra.