¿HACIA DONDE VA LA VIDA RELIGIOSA?

Jorge Pavez Í3., s. j . Muy lentamente comienta a turnarse conciencia de lados ¡as proyecciones ¡le la teología del Concilio sobre la vida religiosa. Esto explica quizás por qué el proceso de renovación avanza con dificultad y parece quedarse en la superítete. El présenle articulo desea aportar algunos elementos para un esfuerzo de reflexión sobre lo fundamental de la vida religiosa activa.

Hace poco una periodista me preguntó si la Iglesia pensaba seguir conservando a "las monjas". En su pregunta había un real interés. Ella misma había sido educada en un colegio de religiosas, pero recién ahora, con motivo de una entrevista las estaba conociendo. Una reacción como ésta no extraña lioy a nadie. Preguntas semejantes podrían hacerse también sobre los religiosos (sacerdotes y hermanos que pertenecen a diversas congregaciones u órdenes religiosas). Sin duda, muchos conocen la obra que realizan religiosos y religiosas en colegios, escuelas, instituciones de beneficencia y asistencia social. En algunos casos las admiran, en otros les reprochan su falta de abertura y separación de la vida real. De cualquier modo, para la mayoría es difícil comprender la justificación de esa mentalidad y forma de vida particular. ¿En qué consisten esos votos de ser y vivir pobres, de obedecer a otros, de permanecer célibes? ¿Son realmente lo que dicen? ¿Cuál es el verdadero sentido de estas renuncias a valores humanos? ¿Qué aportan con esa forma de vida a la construcción de un mundo más humano, al pro406

blema del sub-desarrollo, al problema de la justicia, de ia paz, del hambre , . .? Su tipo de trabajo ¿exige verdaderamente una vida diferente a la de los demás hombres? En resumen, ¿qué justifica hoy su existencia? Pero hay aún más. Hoy estas preguntas no sólo se las hacen los no creyentes, sino también los católicos y aun los mismos religiosos y religiosas. Porque estamos viviendo una hora de definiciones. ¿Quiénes somos? Esta pregunta ya se la comenzó a hacer la iglesia a si misma en el Concilio. Y ahora nos toca a todos vivir esta nueva etapa de la verdad, es decir, de la confrontación de lo que los cristianos decimos ser con lo que en realidad somos. ¿Qué decimos o creemos ser y qué somus loa religiosos? Érente a esta definición las Congregaciones religiosas viven hoy una tensión interna. Siempre es inquietante comenzar a hacerse preguntas a sí mismo. En la superficie, la discusión o el diálogo parecen centrarse en temas variados: la mayor o menor participación de la comunidad en las decisiones, el grado de pobreza en el modo de vida, el tipo de

trabajo, la conveniencia o inconveniencia de usar un traje distintivo, etc. Pero no se está siempre consciente de que detrás de estos aspectos de mayor o menor importancia, se enírenlan dos visiones diversas de la vida religiosa, y aún de la vida misma, dos teologías, por duurto así. Por esto no es fácil saber que so quiere decir cuando se habla de renovación de la vida religiosa.' Pasará un tiempo antes de que terminemos de asimilar la teología del Concilio Vaticano, sobre lodo la expuesta en Gaudiuní et Spcs. ¿Qué va a significar esta doctrina aplicada a los religiosos? ¿Cómo se va a traducir en una forma de vida y trabajo que sea verdaderamente hoy testimonio del Evangelio de Cristo? Creo que de la respuesta a estas preguntas está dependiendo el porvenir de la vida religiosa en la Iglesia. Teología del Concilio, mentalidad moderna, situación socio-cultural, nos obligan a revisar el conicnido de expresiones y elementos de la vida religiosa hasta ahora considerados como evidentes. El sentido de la renuncia en los votos, la significación del Reino de Cristo, la comunidad religiosa, la vida religiosa como signo, la autoridad y la obediencia, etc., son elementos por reestudiar. La vida religiosa, una y múltiple Resulta fácil hablar de la "vida religiosa" para designar a todos los que se consagran ÍI Dios con votos y viven en común, regidos por una legislación determinada. Sin embargo, se corre el riesgo de hacer unívoco un concepto que es fundamentalmente análogo. No hay ni ha habido una forma de vida religiosa, como tampoco hay ni ha habido una concepción teológica de esta misma vida, aunque aparezca con frecuencia en la Iglesia la tendencia a uniformarla y precisar al máximo sus características,. Prescindamos por un momento de la actual legislación eclesiástica que se detiene en los elementos comunes y regula la "institución" vida religiosa, y hagamos un poco de historia. En los primeros decenios de la Iglesia, hubo cristianos que se sintieron llamados a poner sus bienes en común, El Concillo Vaticano en el decreto Perfectac Carltails y en lu Cunslitueiún dogmatice Lumen (Jcntlum, define la vida religiosa v sus elementos fundamentales. Sin embargu, ti significado actual ile estas expresiones debe ser profundizado puniendo de nueslru universo (üotógicu y cultural. Algunas abreviaciones: L.C Lumen (Jcntium (CoostHtictón dogmática sobre la Ifjlcsial. p . c .