hieloar -frio y caliente- Un gran desprendimiento de un glaciar flota y se deshace en el fiordo de Sermilik, en el sudeste de Groenlandia

32 viva 25.02 2011 Crónica. El Artico está desapareciendo aceleradamente misión de Greenpeace, Viva viajó a Groenlandia y hieloAr -frio y caliente-

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32 viva 25.02 2011

Crónica. El Artico está desapareciendo aceleradamente misión de Greenpeace, Viva viajó a Groenlandia y

hieloAr -frio y caliente-

Un gran desprendimiento de un glaciar flota y se deshace en el fiordo de Sermilik, en el sudeste de Groenlandia.

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por el aumento de la temperatura global. Junto con una constató de primera mano el retroceso de los glaciares.

diente

cambio climatico El aumento de la temperatura por causa de actividades humanas empezó en 1880, pero se aceleró desde 1970. Tiene impacto directo en los polos y glaciares. Se debe a la acumulación de gases efecto que atrapan el calor en la atmósfera.

-60% es la

reduccion de la superficie del hielo en los ultimos 40 años

La nueva condición del Artico influye en el clima en todo el planeta.

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Texto: Marina Aizen ([email protected]) / enviada especial a Groenlandia fotos: Pedro Armestre (www.calamar2.com)

A

pesar de su nombreescandinavo, Lars Mikaelsen es el típico inuit, el aborigen del Artico. Alto, de ojos rasgados, pómulos chatos, piel morena. Su porte masculino se realza por el cuchillo que lleva de rigor en la cintura. Con el viento frío pegándole en el rostro con bigotes, es impactante verlo conducir su lancha entre enormes y sudorosos icebergs con la rapidez y astucia de un James Bond, o enfrentarse como un toro al hielo cuando éste de repente le cierra traicioneramente el paso en el mar. En Groenlandia, el hombre es un espejo de su territorio, porque en esta tierra yerma, donde no crecen ni un árbol ni un fruto, hay que saber buscar el alimento para sobrevivir. No se puede perder oportunidad para cazar el animal que se llevará a la mesa, cuya piel servirá luego de abrigo contra el frío polar. Así que, cuando ese mismo hombre sagaz, en cuya alma están marcados a fuego las montañas y los fiordos, no reconoce sus propias costas, significa que algo está pasando. Y que esto no es nada auspicioso. Pero el día en que Lars condujo a nuestra expedición hasta una entrada del casquete polar, sobre el fiordo de Nagtivit, no podía identificar el paisaje

que tenía frente a sus ojos, a pesar de que las coordenadas eran las correctas y de que había transitado por ese mismo sitio tantas veces. El enorme frente glaciar que bordeaba el mar como un verdadero coloso se había esfumado en un lapso de meses, dejando en su lugar una playa de fango por la que era difícil caminar sin hundir bastante los pies. Esta no es una anécdota aislada: es la nueva normalidad en Groenlandia, cuya geografía cambia día a día por el aumento de la temperatura. El calentamiento climático–producido por la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera– está provocando un doble fenómeno en el Artico: el deshielo cada vez mayor del mar, al punto que en pocas décadas podría quedarse libre de él en los meses de verano, y la desaparición de las masas congeladas en el territorio de Groenlandia. Cuando se estudian los grandes acontecimientos geológicos, uno supone que transcurren en largos períodos, cuya magnitud completa no se puede registrar en el lapso de una vida. Pero lo que está pasando en esta zona del mundo, y que afectará a todos, incluyéndonos a nosotros que vivimos tan lejos, está ocurriendo en menos de una generación, en tiempo real. Los modelos de predicción de desaparición de los hielos son disímiles respecto del tiempo exacto que todo el proceso llevará, pero coinciden en que éste ocurrirá indefectiblemente si no dejamos de lado la adicción a los combustibles fósiles, que son –paradójicamente– el motor de la economía mundial. Viajamos a Groenlandia en julio con la misión de Greenpeace, en el marco de su campaña para que las Naciones

Unidas declaren el Artico santuario protegido. Fueron cinco días intensos en la zona sudeste de esta enorme isla, que compartimos con los inuits. Ellos no sólo nos llevaron a recorrer su monumental geografía –que estremece el alma como nada que haya visto– sino que nos alojaron en sus hogares. La expedición contó además con el liderazgo de un guía excepcional: el explorador español de desiertos polares José Manuel Naranjo, el hombre de las mil odiseas, entre ellas la de haber cruzado longitudinalmente Groenlandia en tiempo récord, con un vehículo propulsado por cometas. Estuvo también el cantante Alejandro Sanz, quien se ofreció de voluntario para concientizar sobre los riesgos del cambio climático (ver entrevista en Clarín.com). El grupo, en total 15 personas, se reunió en Reykjavik, la capital de Islandia, antes de partir a Kulusuk, nuestro primer destino en Groenlandia. Lo primero que hizo José fue advertirnos de los peligros de la expedición, como el de caerse al agua, que puede ser fatal. “Nadie se ha muerto de calor en el Artico”, fue la frase más célebre su sermón. Dos horas de avión después de haber despegado de las costas islandesas, de por sí misteriosas, habíamos llegado a la pequeña villa pesquera, de menos de 300 habitantes, donde los perros que se usan para los trineos se ponen a aullar a coro, en un canto extraño parecido al viento. Las tumbas se entremezclan con las casas de colores enclavadas en las piedras, como si el pasado y el presente fueran una misma cosa. Frente a la bahía, el mar está repleto de pedazos de hielo, que son los resabios del congelamiento del invier-

El Artico desaparece // La progresiva disminución del manto congelado marítimo, según los registros de la NASA. 1979 Primer registro satelital Tierra y mar, unidos por el hilo.

2012 Año caliente Por el alto nivel de deshielo, cruzaron el Artico 49 barcos comerciales, algo inédito.

Polo norte ISLANDIA

1980

RUSIA

Extensión del hielo marino en verano

GROENLANDIA

RUSIA

Océano Artico Mar de Bering

EE. UU. (Alaska)

CANADA

Mar de Bering

no. Cuando la marea los junta, forman un bloque inquietante que nuestros inuits saben merodear con viveza. Aunque Groenlandia es un protectorado de Dinamarca, y sus productos alimenticios llegan a un único supermercado (dejando un tendal de basura muy difícil de gestionar), la foca sigue siendo el sustento básico de este pueblo, como la vaca en nuestras pampas (también lo es, aunque en menor medida, la ballena). Lo primero que impacta es ver a la gente junto a los muelles desollando el animal para hacer tasajo con su carne rosada como un salmón y conservar su cuero. Los inuits no son esquimales. Los eskimos son una tribu de Alaska, y su nombre se traduce como “carne cruda”. En cambio, inuit quiere decir “ser humano”. Y a nuestros anfitriones no les gusta la confusión, como es natural. Tampoco viven en iglús, una técnica usada en el Artico canadiense. Habitan casas perfectamente calefaccionadas y decoradas con todo el kitsch de la casa real danesa: tacitas de porcelana con la cara de Margarita II junto a los viejos retratos fuera de foco de los ancestros. En un pueblo tan pequeño, obviamente, todos son parientes. Hay muchos chicos y ancianos. Toda la generación que va entre los 20 y los 40 parece estar en otra parte. Nuestro anfitrión en Kulusuk fue Anta Tivek, con quien nos comunicábamos con algunos rudimentos de inglés y palabras en kalaallisut recién aprendidas como qujanaq (gracias), illitaaq (de nada) y cosas por el estilo. Su primo, Giorg, fue mi primer conductor de lancha –en esta parte del mundo no hay calles, las avenidas son

-la inmensidadEnormes bloques de hielo en el fiordo de Sermilik.

EL DESHIELO Marcada aceleración del descongelamiento a partir de la última década. superficie del hielo año por año Millones EN MILLONES DE KM2 2 de km

Polo norte ISLANDIA

2012 Océano Artico

1,5 (2008)

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Extensión del hielo marino en verano

GROENLANDIA

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el impacto La suba de la temperatura está amenazando el hábitat de la fauna del Artico. Se han notado cambios en el pelaje de las focas, que son el sustento básico de los inuits. La desaparición del hielo marítimo significa una condena a muerte para los osos polares.

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OSOS POLARES PUEDEN DESAPARECER PARA 2050

Al no tener dónde descansar en su migración anual por comida, podrían perecer por hambre o fatiga.

-faena-

La foca en Groenlandia es lo que la vaca a las pampas. Sólo que en el Artico hay que salir a cazar para obtener el alimento.

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el fiordo lleno de estos enormes rascacielos congelados, Alejandro Sanz reflexionaba sin perder su inspiración poética: “Esto es tan bello... Y sin embargo, en el fondo, todos estos icebergs yéndose hacia el mar son gritos de socorro de los glaciares”.

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-El pastel-

-en la soga-

La ley dice que hay que matar al oso polar que entre en un pueblo.

los fiordos– y el que nos llevó al primer glaciar, el imponente Apusajik. Enseguida nos dijo que en los últimos años este enorme río de hielo había retrocedido un kilómetro y medio, dejando al descubierto una isla que nadie sabía que existía. Un nuevo mapa. El Artico enfría las corrientes marítimas y atmosféricas que vienen calientes desde el ecuador, haciendo posible la existencia del mundo tal y como lo conocemos: el mundo al que estábamos acostumbrados y que parecía inmutable. Un cambio en sus condiciones climáticas, por lo tanto, tiene consecuencias planetarias. Por eso, ésta es la verdadera frontera del calentamiento global, donde de alguna manera se decide nuestro futuro. La gran masa de hielo devuelve al espacio el 80 por ciento de la radiación solar que se refleja en su superficie blanca, manteniendo el frío en el Polo Norte. Cuando ésta desaparece, el mar oscuro absorbe esta radiación, recalentándose. Es obvio que un Artico sin hielo redundará en la suba del nivel del mar, con el anegamiento de ciudades costeras y de naciones isleñas. El aumento de agua dulce cambiará además la composición química de los océanos, perturbando corrientes e intensifi-

cando fenómenos climáticos extremos –como huracanes y sequías– en todos lados. Esto mismo repercutirá también en la reproducción de microorganismos en los que está basada toda la cadena trófica, lo que, por supuesto, nos incluye como especie. Todos dependemos del océano. En un año típico, la masa helada marítima se expande en invierno y se reduce en verano. Pero últimamente se forma menos hielo en los períodos invernales, que están siendo más breves –como aquí–, y se derrite mayor superficie que antes: se estima que perdió casi un 75 por ciento de su volumen. El achicamiento se acentuó a partir de la década de los ‘90, coincidiendo con la mayor acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera. El panorama de los hielos continentales, como confirman los inuits, es también alarmante. El satélite GRACE de la NASA detectó que se pierden entre 150 y 250 kilómetros cúbicos de hielo por año: un volumen tan grande que es difícil de magnificar mentalmente. Los primeros en romperse son los frentes glaciares, que tienen hasta 3 kilómetros de alto. Eso explica el tamaño de los icebergs, que recuerdan a Manhattan. Por eso, mientras miraba

En el verano polar no hay noche. La luz permanente hace perder la sensación biológica del tiempo. El fenómeno tiene un beneficio extra: nunca es tarde para empezar una nueva aventura, para la que obligatoriamente hay que surcar el mar en lancha y aguantarse el viento penetrante y gélido. Nuestro siguiente destino fue el pequeñísimo asentamiento de Tinitequilaaq (180 habitantes), sobre el magnífico fiordo de Sermilik, que es un espectáculo de icebergs de todas las formas y tamaños, a los que naturalmente el cerebro le busca un aspecto conocido, una historia posible. Tres glaciares alimentan esas aguas; uno de ellos, el Fernis, tuvo un retroceso de 5 kilómetros en 60 años. Con el hielo de fondo, los niños juegan al fútbol pasadas la medianoche en la única calle, con una pelota de Winnie the Pooh de plástico. Cerca del arco hay una piel de un oso polar colgando de una cuerda de secar la ropa. Luego me encuentro con un enorme retrato de Messi en mi habitación, confirmando la pasión global por el fútbol y por nuestro jugador estrella. Nuestro guía se ha propuesto que nos compenetremos con el paisaje no sólo desde el gran deleite estético de la mirada, que es inmenso, sino desde la satisfacción de haberlo conquistado con el cuerpo. Nos metemos en las aguas del Artico con trajes de neoprene y subimos a pie la montaña, para observar desde lo alto el casquete polar, que está brillando del otro lado del fiordo. Para la excursión, José nos había advertido que lleváramos abrigo extra, porque arriba estaría más frío, pero resultó que, al final, hubo que quedarse en remera por el calor. Pilar Marcos, bióloga marina y coordinadora de la campaña del Artico de Greenpeace, sacó entonces un termómetro del bolsillo y obtuvo una marca de 20 grados. Y eso que estábamos a muy pocos segundos de la latitud 66, el límite del Círculo Polar. Luego supe que por esos días, en Groenlandia se registró una temperatura récord de 25.9 grados, lo que habrá sido una fiesta para

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-casquete polar-

Los hielos supuestamente perennes de Groenlandia, hoy bajo la presión del cambio climático y la contaminación.

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zona de riesgo Groenlandia es hoy un protectorado danés. El petróleo, la pesca y la minería podrían ser fuentes de financiamiento para una posible independencia. Pero todo esto profundizaría el daño ambiental.

13%

DE LAS RESERVAS DE PETROLEO DEL MUNDO SE ENCUENTRAN EN EL ARTICO

Extraer crudo de estas aguas supone un desafío mayor, con un gran peligro de accidentes por el hielo.

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-dia de noche!Jugando al fútbol en Kulusuk, pasada la medianoche.

los mosquitos árticos, que pican con furia como los del Chaco: lo juro. El este de Groenlandia es la parte más pobre de la isla (Nuuk, la capital, queda en el oeste) y hay muchos asentamientos pesqueros abandonados, con aire fantasmal. Quedan como testimonio de un rico pasado las tumbas, las casas intactas, los libros tirados en la escuela y, por supuesto, los dibujos de los niños de las banderas blanca y roja de la isla, siempre hecha de mayor tamaño que la insignia danesa. Desde 1978, los habitantes del territorio se gobiernan por sí mismos, dejando sólo la defensa y las relaciones exteriores en manos de Copenhague, lo que incluye el manejo de su posición estratégica en el poderoso club de naciones del Artico: Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suecia e Islandia. Como –eventualmente– el mar quedará descongelado en verano, los intereses por reclamar soberanía sobre este espacio en el que hasta hace relativamente poco nadie pensaba se han vuelto decisivos. En esta zona se prepara una de las batallas geopolíticas más complicadas del futuro próximo. El botín son inmensas riquezas pesqueras ahora inexplotadas y petroleras. Se calcula que el 13

por ciento de las reservas mundiales de crudo está bajo estas aguas frías. “Lo que para el resto del mundo es un desastre, para otros es un gran pastel”, me dice Pilar. “Que el mar Artico esté abierto el primer verano para una ruta marítima es una desgracia mundial. Tienen que escuchar a la ciudadanía”, afirma. Por eso, la organización se propuso juntar 5 millones de firmas en 40 países para un petitorio que exige que se proteja al Alto Artico de la pesca industrial y de la explotación petrolera.

-En blanco y negro-

Luego de una navegación entre icebergs azules,llegamosalbordedelcasquetepolar –la parte blanca de los mapas–, donde está la costa que Lars, el inuit, no lograba reconocer. “Muy poca gente ha estado aquí. Sólo los expedicionarios de los desiertos polares”, dijo José, y se me erizó la piel. Nos colocamos los arneses, nos ajustamos los crampones sobre las botas de trekking, nos atamos entre todos con sogas. Y salimos de la playa oscura para adentrarnos en un mundo refulgente. Cuando te quitabas los anteojos, sentías la radiación como un fogonazo blanco que encandilaba. Aunque aquí está el 10 por ciento de las reservas de agua dulce del mundo, el casquete polar parece un

desierto de sal (de hecho, es posible tener espejismos). El terreno está formado por pedacitos de hielo. Hay montículos sobre la llanura, que de repente se hunde en grietas cortantes de 800 metros. En su superficie también se ven riachos. O se escucha gotear como un cántaro desde algún lugar subterráneo: es el hielo que parece decir algo mientras pierde su estado de rigidez. Vemos –incluso– torrentosas cascadas dentro de las aberturas profundas, como canillas abiertas. Los glaciares son masas vivas que van desplazándose hacia el mar. Sus lenguas espiraladas vomitan esos icebergs magníficos que, de regreso, veremos flotando con el fondo de una enorme luna llena roja, que salió y se puso enseguida. Me habría encantado poder decir que se trata de un mundo perfectamente blanco. Pero no. El hielo está sucio. Mientras caminábamos por ahí produciendo una melodía rítmica con los crampones, no supe por qué. Me enteré después, hablando por Skype desde un café porteño con Jason Box, una autoridad mundial en los glaciares de Groenlandia. El me explicó lo que es esa sustancia oscura, que le da un gusto acre al agua helada, un recuerdo maldito de nuestra civilización. Se trata de un resabio del mundo industrial –el hollín de la combustión de motores y las centrales eléctricas a carbón–, más el residuo volátil de los incendios forestales. Este compuesto fertiliza con fósoforo las algas y bacterias que yacían inertes en el hielo. Al proliferar, producen esta materia que perfora la capa gélida como un taladro cilíndrico. Box, al frente del proyecto llamado Dark Snow, me explica que la oscuridad de estas manchas concentra el calor de las radiaciones, retroalimentando positivamente el proceso de deshielo. Estábamos tan lejos de todo y, sin embargo, era imposible eludir el mundo al sur de nuestros pies. Al salir del casquete polar, nos quedamos atrapados por un buen rato entre el laberinto de grietas vibrantes, sin encontrar el camino de regreso. No fue la última peripecia: luego, el hielo nos quiso cerrar el paso a Kulusuk, atraparnos en el mar. Pero, así y todo, nos fuimos de Groenlandia con el corazón partido. Habiendo escuchado testimonios directos de la degradación de su geografía, fue imposible no pensar en que hay un componente de locura en todo esto. Fuimos testigos de primera mano del cambio climático. Ahora, ustedes tienen la palabra. Y la acción.

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icEbergs, esos colosos El mar calmo y repleto de colosos de hielo. Este es el paisaje que se observa durante horas de navegación por el Artico. Estos icebergs, particularmente, provienen del fiordo de Nagtivit, que bordea uno de los accesos al casquete polar en el sudeste de Groenlandia, y también del fiordo de Sermilik, alimentado por tres glaciares que han registrado un notorio retroceso en los últimos años. La vista cautivante nos deja en silencio. La imagen de abajo a la izquierda corresponde a un frente glaciar antes de romperse.

dia y luna En el verano polar, la noche dura un suspiro. Pero es un instante mágico, irrepetible.

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