HISTORIA, VIAJES, CIENCIAS, ARTES, LITERATURA

HISTORIA, VIAJES, CIENCIAS, ARTES, LITERATURA. ITALIA.—Vía Apia. T . V i l . (PRIMETtA SERIE) T . 111. 'SEGUNDA SÉUIE;.—5o. 442 EL MUNDO ILUSTRAD

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HISTORIA, VIAJES, CIENCIAS, ARTES, LITERATURA. ITALIA.—La vuelta del g-anado. T. V U l . ¡PRIMERA SERIE).—T. I V . (SEGUNDA S É R I E ) . — 1 3 . 9

Historia de los viajes
Descanso. Recreo. Esparcimiento. Agencias de viajes. Herodoto. Mundo antiguo. Edad Media. Cruzadas. Thomas Cook. Turismo organizado

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HISTORIA, VIAJES, CIENCIAS, ARTES, LITERATURA.

ITALIA.—Vía Apia. T . V i l . (PRIMETtA SERIE)

T . 111. 'SEGUNDA SÉUIE;.—5o.

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escaleras y galerías, si bien actualmente hállanse derruidos en su mayoría y son inaccesibles. Exteriormente la parte todavía en pié, del lado del V I A Í E P I N T O R E S C O DE LOS A L P E S AL ETNA, Esquilino, consta de cuatro pisos, formando las tres POR primeras arcadas, cuyos pilares están adornados con medias columnas pertenecientes á los órdenes dórico, C. STIELER, E. PAULUS YW. KADEN, jónico y corintio superpuestos. El último piso es un muro con ventanas separadas por pilastras de estilo LIBRO TERCERO. corintio. Al extremo de los ejes existen las cuatro entradas DEL. T f B E R A L ETNA. principales: las que miran al Esquilino y al Celio estaban reservadas al emperador, las dos restantes á las comitivas, á las fieras y á los aparatos. Los espectadores penetraban en el edificio por las arcadas de la planta baja. CAPÍTULO I I . En la primera hilera de gradas, el podium, coloca-' ROMA ANTIGUA. banse el emperador, los senadores y las vestales. El (C'OKTINÜACION). sitial del emperador, llamado puhinar, dominaba los asientos de hopor; encima del podium habia otras tres EL COLISEO. series de asientos, ocupando la última la clase popular. Otro de los célebres monumentos de la Boma antigua Debajo de la arena estaban instaladas las jaulas de las es el llamado Coliseo, y primitivamen te Á tifiteatro Flavio, fieras. Desde el año 1874 se están practicando excavaciones erigido por Vespasiano sobre el emplazamiento del lago artificial existente en los jardines de la Casa Dorada de en este monumento, cuyas dos terceras partes, han desNerón, terminado por Tito el año 80. El Coliseo es el aparecido; pero lo que queda aun forma una masa mayor de todos los teatros conocidos y uno de los edi- enorme. ficios más notables del mundo entero, pues cabían en En todo tiempo el Coliseo ha sido el símbolo de la él 87,000 espectadores. Inauguróse este monumento con grandeza de Roma. «Mientras exista el Coliseo, decían juegos que duraron cien dias y en los que fueron muer- los peregrinos del siglo viii, Roma existe; si el Coliseo tas 5,000 bestias feroces y muchos millares de gladia- desaparece, desaparecerá Roma, y con ella el mundo dores. También se dabanen el Coliseo combates navales, entero.» por la facilidad que habia de poder inundarle, á cuyo Saliendo del Coliseo por el lado donde se halla la Meta efecto se tenian naumaquias ó sean navecillas hechas siidans, resto de una magnífica fuente debida á Domiexpresamente para esta clase de combates. cíano, se ve á cierta distancia el Arco de triunfo de ConsDespués de haber servido durante más de tres siglos tantino, el me^or conservado dé cuantos arcos existen para diferentes espectáculos, y hasta el año 523 para los en Roma, erigido: el año 311 en honor de Constantino combates de las bestias feroces, desde el siglo xi hasta después de las victorias alcanzadas sobre Majenclo y el XIV fué castillo fortificado utilizado por muchas fami- Licino, como puede verse en las grandes inscripciones lias nobles, y particularmente por los Frangipani y que se leen en las dos fachadas. Tiene tres arcadas adorAnibaldi, á cuya época deben atribuirse los grandes nadas con ocho columnas de orden corintio; también desperfectos que sufrió. Luego volvió á ser destinado á contiene gran número de bajo-relieves, pero muy desespectáculos públicos, celebrándose allí en 1332 un gran iguales en razón á que para su construcción se emplearon torneo. Desplomada en 1381 la parte que hoy falta, la varios restos de un arco de Trajaño. Tanto por su orden que quedaba en pié fué trasformada en hospital. Por como por su estilo se conoce desdé luego qu.e ía.8 columúltimo, las ruinas del Coliseo han ido suministrando nas, parte del cornisamento, los P(JhQ;bajp-relieves cuamateriales para la construcción de los más grandes drados, los otros ocho redondos de las dos fachadas, y palacios de Boma, tales como el de Venecia, el de la los dos grandes, también cuadrados, de los lados, perteCancillería, el de Farnesio, y para el puerto de Bipetta. necían al Arco de Trajano; lo detaás es obra del siglo de A principios del siglo actual se despertó en todos un Constantino. Siete de las éstatuMide mármol violado, gran deseo de conservarle, por lo que Pió VII, después que representan reyes prisioneros, fueron también tomade haber hecho varias reparaciones, mandó construir das del Arco de Trajaño; pero la octava, de mármol el contrafiíerte que se ve hacia Oriente. León XII con- blanco, es obra moderna de la época de Clemente XII, tinuó las reparaciones, erigiendo oti*o contrafuerte en que fué el que restauró este arco. El camino que pasa la parte occidental, el cual fué mejot dirigido que aquel, por debajo de él es la antigua Vía de los TriunfoB, porque al par que impide la ruina del edificio est¿ idenEnlaVíaLabicana, poco distante del Coliseo y del tificado con su primitiva arquitectura. Gregorio XVI Arco de Constantino, están situadas las Termas de Tito. mandó hacer muchas constrnccioneay reparaciones, y En un principió fueron establecidas las termas en por último PÍO IX, siguiendo las huellas de sus prede- Roma únicamente para tomar baños,, y se las dio el cesores más magnánimos, apenas subió á la silla pontí* citado nombi-e compuesto dé la palabra griega latinificia, no sólo hizo reparar sus ambulacros desde el zada ¿em•

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EL'MüNDO ILUSTRADO. algún español insigne. El ilustre, el verdadero Guzman, que habia establecido su primera casa de religiosos dominicos en la Vía Apia, junto á la iglesia de San Sixto in Piscina, vio pronto crecer y agrandarse su comunidad y obtuvo del papa el convento de Santa Sabina, que desde entonces apenas ha visto interrumpida la serie de sabios y de santos moradores. Allí ha estado nuestro esclarecido compatriota san Raimundo de Peñafort, el sabio autor de las Decretales; allí santo Tomás de Aquino, el ángel de las escuelas;

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allí san Jacinto, lumbrera de la Polonia; allísan Pió V, el augusto aliado de nuestro rey don Felipe, para librar definitivamente á Europa de las invasiones del islamismo; allí, por último, en los tiempos modernos, el padre Lacordaire, el restaurador en Francia del orden de predicadores, y el predicador más elocuente de la Francia. ¿No es verdad que si para todo espíritu cristiano tiene grandes encantos esta santa casa, los tiene muy especiales para el espíritu cristiano español? »E1 claustro del convento es un gran pórtico cuadrado,

PALESTINA. —parte de una columnata que rodeaba á Samarla.

que sostienen ciento treinta coluranitas. La humilde celda que habitó santo Domingo es una devota capilla; otra capilla, adornada de estucos, es la celda en que vivió muchos años el dominicano Ghislieri, que después fué pontífice Pió, sucesor de Pió IV, y más tarde san Pío V. En el jardín, que ofrece una vista tan bella como la de todas las colinas de Roma, da todavía sombra y fruto y el delicioso aroma del azahar, un árbol plantado por santo Domingo. »En aquella parte del Aventino, cerca de la altura en que Remo tomó los auspicios malhadados, y de donde estuvieron el templo de Diana y de Juno y el Armilusírium, vivió en los primeros siglos de nuestra era un ilustre senador romano, Eufeniano de nombre, h quien T. VII. (PiuMEnA sÉruEj.—T. III. (sEGU^DA

sÉhu:.—".

Dios hizo merced de un hijo cuyo mérito desconoció en vida, y á quien después de la muerte llamó la Iglesia y llama la historia san Alejo. ¿Quién no ha oido acaso, en los años de la niñez, al amor del hogar, la interesante leyenda del joven peregrino que pasó diez y siete años recogido por caridad en el rincón de una escalera perteneciente al propio palacio do su padre? Aquel palacio es hoy la iglesia de Sa7i A lejo y el convento de padres somaschos; la escalera, guardada hoy con respeto en la nave izquierda de la iglesia, es la de la piadosa tradición referida. La antigüedad de este templo y del anejo monasterio ha sido objeto de eruditas disquisiciones y controversias; pero es indudable que la iglesia, inaugurada primero al culto de San Bonifacio, llevaba ya en

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el siglo X la advocación de San Alejo, y que en la misma condujo una parte de esta agua al monte Aventino. Debajo de Santa Prisca, del lado de la puerta, arranca época existia el monasterio de benedictinos, que en el siglo XIII producía varones como san Adalberto, obispo un camino que vá empinándose hasta San Salas, una de Praga y apóstol de la Bohemia, san Gaudencio, san de las veinte antiguas abadías de Roma: es muy antiAnastasio y san Bonifacio,.apóstQl de la Rusia meridional. gua, pero fué reedificada casi por completo en 1465. En el siglo xv, por disposición del papa Martino V, á los Sobre el pórtico vese un sarcófago antiguo en el que benedictinos sucedieron los Jerónimos en esta santa están representados un casamiento y Juno Prónuba. casa del Aventino, y un religioso español fué el primer En el interior hay catorce columnas de granito y de prior, y como si dijéramos fundador de la comunidad, mármol, con los capiteles deteriorados. que ha durado hasta el presente siglo. Una antigua A media hora de la Puerta de San Pablo, antigua lápida de la iglesia contiene, en latin, la inscripción puerta de Ostia, se levanta la famosa basílica de San siguiente: «Aquí yace el Reverendo en Cristo Padre Pablo Extramwros (S. Paolo/uori le Mura), erigida, en Fr. Lupo de Olmedo, de nación español, resucitadory 388 por Valentiniano II y Teodosio en el sitio que ocureformador y primer prepósito general de la orden de para una iglesia construida por Constantino. Restaurada monjes eremitas de San Jerónimo, y prior de este mo- y embellecida por gran número de papas, en particular nasterio, que murió el dia 3 de abril del año de J. 0.1433, por León líl, era la más bella é interesante de Roma' del pontificado de nuestro señor Eugenio Papa IV, año antes del grande incendio de la noche del 15 de julio tercero.» La tradición española ha durado, en aquella de 1823. iglesia y en aquel convento casi hasta-nuestros dias. El «Esta basílica, dice un ilustre peregrino, solitaria, altar de la Confesión (debajo, del cuai se veneran los inmensa, melancólica, verdadero templo del desierto, se cuerpos de san Bonifacio^.san Alejo y su madre Aglae), levanta majestuosa cerca del Tíber: sus techos fueron adornado con cuatro colúinnas de verde antiguo, mármol labrados con cedros del Líbano, como el templo de Salotesálico, y el altar de la imagen ^-milagrosa traida de món. Fundada por Constantino, arruinada por los vánOriente á Roma en el siglo x, demiífsíran en la riqueza dalos, devastada por los sarracenos, derribada por un verdaderamente regia de sus adornos la munificencia y temblor de tierra, incendiada tres veces, siempre se la piedad de nuestro rey Carlos IV, qué escogió esta bella ha visto renacer de sus ruinas y de sus cenizas, como el situación del Aventino y este moníáterio,. que pudiera fénix de la fábula, como la religión inmortal, de que es decirse español, para construir,¿su"íádi^^?|n lindopala- excelso y venerable santuario. Su último incendio ció, que después ha quedado á béife'fieiol^ mismo nG^qi- ocurrió én la noche del 15 al 16 de julio de 1823, casi en nasterio.» En él sé ha inataiftdo recientemeníé un insti- las Ultimáis horas de la vida de Pió VII, del virtuoso tuto áe ciegos (istUuio dep^ecM). B"/., i' ' ¡ pontífice que en el monasterio de San Pablo, anejo á la La iglesia, áe Santa MaHa Axentina S^'^^í^w^tpo,' Basílica, habia profesado la regla de san Benito. Gran porque pertenece al prior de los caball^^raíej^alta, pérdida fué para Roma y para la cristiandad la ruina de está muy bien situada, abarcándose desd^MlifVjiW'mag- aquel santuario, tan rico de tradiciones, de reliquias y nífleo panorama de Roma y sus alrededores'.'^u origen de primores artísticos; de aquel gran monumento de la es anterior al siglo xiii; san Pío .V la mandó restaurar, religión y de la arquitectura, en cuyo arco central se leían los nombres de un ilustre emperador español: y hacia.el año 1765 el cardenal'llezzonico la puso en el estado actual, bajo la dirección del arquitecto Piranesi,. Theódosiús ccBpH, perfecit Honorius aulam quien reunió para su decoración todos los adornos antiDoctoris mundi sacratam corpori Pauli. guos que pudo. A la derecha de la entrada vese un antiguo sarcófago, sobre el cual está representado un «Desaparecieron las cinco naves divididas por ochenta hombre entre Minerva y las Musas,, y que contiene los columnas de precioso mármol, que un dia embellecieron restos mortales del obispo Spinelli^ También contiene el el mausoleo de Adrianp,,.,y tal vez la Basílica Emilia, la templo que nos ocupa una estatua de Piranesi y los más espléndida del Foro. Gayó el gran arco de crucero, sepulcros de diversos caballeros de Malta. con sus dos enormes columnas dcLmármol griego, obra insigne mandada ejecutar por GaíaPlaeidia, la hermana Un lindo jardin hay anejo á esta iglesia, desde el cual de los emperadoi*i^3 Arcadio, y, Honorio, y esposa de se sale á una plaza^ decorada de una manera caprichosa Ataúlfo y luego de CÓnstanzo: los mosaicos-, los retratos por el citado Piranesi. La iglesia de Santa JPrisca es muy antigua, pues de los pontífices, el altar grande de la tribuna, adornado según una tradición piadosa fué fundada en el mismo de ricos mármoles y de cuatro columnas de pórfido, los lugar donde se hallaba la casa de santa Prisca, en la fréseos, los bronces dorados, las puertas, señaladamente que se dice que el apóstol san Pedro la bautizó junta- la del centro, singular obra de escultura hecha en Consmente con otros muchos paganos que se hablan conver- tantinopla en el siglo x i , y considerada como una tido á la fe. El papa san Eutiquiáno la consagró en 280; maravilla del arte bizantino, todo ó casi todo fué reduAdriano I y Calixto III la restauraron, y el cardenal cido á escombros y á cenizas; perdióse en una noche el Benito Giustiniani mandó hacer la fachada sobre los tesoro de quince siglos. »E1 papa León XII, con viva solicitud y santo denuediseños de Carlos Lombardi. Abandonada en 1798, después fué restaurada de nuevo. El interior consta de do, dirigió al orbe su palabra apostólica, implorando la tres naves con catorce columnas antiguas, conteniendo caridad de todas las naciones para levantar del suelo la algunos frescos de Fontebuoni. En el altar mayor hay Basílica del Apóstol de las gentes. La bula Ad plurimas atque gratissimas, expedida á este fin, es uno de los más un cuadro de Pasignani. interesantes y bellos documentos, aun bajo el punto de Frente á esta iglesia estaba el famoso Templo de Diana, construido por Servio Tulio como centro de la confede- vista literario, que hayan salido á luz en este siglo. Las ración latina. Al lado de este templo veíase el de Miner- naciones acudieron á la sentida voz del pontífice y á la devoción del apóstol; no solamente los católicos, no va, apellidado Aventinensis, del nombre del monte sobre solamente los reyes y los pueblos de Europa y de Améque se alzaba. l a la quinta que hay á la izquierda de la iglesia de rica que se preciaban de ser hijos sumisos de la Iglesia, Saata Prisca se ven los restos del acueducto y del cas- sino los protestantes, los cismráticos y hasta los musultillo del Agua Claudia, construido por Trájano cuando manes contribuyeron con sus dones á la reedificación

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leían los Evangelios y Epístolas. En la tribuna se nota la silla presbiterial en que se sentó Gregorio I después de haber recitado al pueblo la vigésima octava de sus homilías, parte de la cual está grabada sobre el respaldo de dicha silla. Casi enfrente de este templo se encuentra la entrada del patio que precede á la iglesia de San Sixto in Piscina, edificada indudablemente en las cercanías del lago famoso llamado Piscina púilica, situado entre el Aventino y el Celio y que servia para baños del pueblo y para ejercicios de natación. El origen de esta iglesia se remonta más arriba del siglo v, pues en el año 499 hay ya noticias de Basso, presbítero de San Sixto, y fué reconstruida por el papa Inocencio III, y dada por sucesor Honorio III á nuestro gran santo Domingo de Guzman, que allí estableció la orden y permaneció algún tiempo hasta su traslación á Santa Sabina, quedando por entonces en San Sixto comunidad de religiosas, que luego, en tiempo de Pío V, pasó al monasterio de Santos Domingo y Sixto del Quirinal, pues quiso aquel santo pontífice dominicano que los padres de su orden volvieran á la antigua casa é iglesia de la Vía Apia, cuna, puede decirse, del instituto y primera morada de santo Domingo. En el siglo xv fué titular de esta iglesia, y la restauró casi de fundamentos, el cardenal español Pedro VÍA APIA EN EL INTERIOK DE ROMA.—TERMAS DE CARACALLA. Ferriz, obispo de Tarazona, protector de la orden domi•^SEPULCRO DE LOS ESCIPIONES.-—COLUMBARIOS. nicana, cuyo sepulcro puede verse en el pórtico interior del convento de la Minerva: la inscripción latina, grabada en su pedestal, dice que los papas Paulo II y Cerca de la calle llamada de la Porta San Sebastiano Sixto IV de tal modo estimaban los talentos y cooperación álzase la iglesia de Santa BalMná,, que tal vez ocupa el emplazamiento de un antiguo templo consagrado por en el gobierno de la Iglesia del purpurado español, que Gregorio Magno, la cual ha sido modernizada y carece le llamaban su mano derecha. Murió en 1478. Nada nocasi por completo de adornos. Lo único notable que en- table encierra esta iglesia, en la cual tuvieron sepultura cierra es un bajo-relieve de Mino da Fiesole y el sepul- los santos pontífices Ceferino, Antero, Lucio, Félix y otros varios. La capilla de Santo Domingo, memorable en los cro de Juan Cosmas. La Vía Antonia lleva á las Termas de Caracalla, que fastos de la Iglesia, está fundada sobre el mismo lugar en que el santo obró los milagros que se ven pintados distan un cuarto de hora, del Arco de Constantino. Las ruinas romanas más imponentes después del en los frescos que la adornan. Eu 185& hízola restaurar Coliseo, son las citadas termas, empezadas en 212 por el R. P. Mullvoly, prior de los dominicos irlandeses, á Caracalla, ensanchadas por Heliogábalo y terminadas quienes pertenece el templo de ^ n Sixto. por Alejandro Severo, en las que podían" bañarse 1,600 La iglesia de San Cesáreo in Palatio debe su última personas. Las termas propiamente dichas miden 220 denominación á su proximidad alas termas de Caracalla, metros de longitud por 114 de anchura, y estaban Co- porque en la Edad Media se daba el nombre de Palatium deadas de un muro con pórticos formando un cuadrado á todos los grandes edificios. Aquí fué donde Cesáreo de 330 metros de lado. La época de su, abandono no nos sepultó el cuerpo de santa Domitila, y en donde san es bien conocida, pero es probable que tuviese lugar en Sergio fue elegido papai Restaurada esta iglesia varias el siglo VI, durante la guerra entre los ostrogodos y los veces, fué puesta en el estado actual por Clemente VIII. griegos en tiempo de Justiniano, y especialmente En la confesión vense cuatro buenas columnas de brodespués del saqueo de los Vítigios. En las excavaciones catel y en los altares otras cuatro de mármol blanco hechas en el siglo xvi se encontraron entre sus ruinas y negro. Los mosaicos que adornan la parte superior el famoso trozo de estatua de Belvedere, el Hércules del ábside fueron hechos sobre los cartones de Arpiño, Farnesio, el grupo conocido bajo el nombre de Toro Far- y se consideran como los mejores que existen después nesio y la Flora Farnesiana; en otras excavaciones que de los de Cristofari: también contiene este templo un se hicieron en el siglo siguiente se descubrieron algu- pulpito incrustado de mosaicos y de preciosos márnos centenares de estatuas, más ó menos bien conserva- moles. \ das. Los más importantes restos de estas famosas termas A la derecha, y sobre la, colína que domina esta son una gran pieza oblonga que estaba rodeada de co- iglesia estaba el templo de Maíte, llamado extramuralumnas (peristilo); una gran sala que fué sin duda la nens por hallarse fuera de muros: un camino que se sala fría (frigidari'wm,); la sala tibia (tepidarium); la estufa abría á la derecha de la Vía Apia y que llevaba el (caldarium), gran sala circular cuya bóveda se des- nombre de Clivus Mariis (la rampa de Marte), conducía plomó. directamente al citado templo. En la plaza situada enfrente de San Cesáreo se alza Poco dista de las termas de Caracalla la iglesia AsAic&diSi, k loa Santos Nereo 1/ Áquileo, fundada por el papauna columna antigua. De aquí parte la antigua Via LaJuan I en 524 sobre el emplazamiento de un antiguo tina, que atravesaba el valle del Sacco y terminaba en templo de Isis, reedificada hacia el año 800 por León iii, Cápua. y otra vez casi del todo por el cardenal Baronio á fines La antigua Puerta Latina, que dista cinco minutos de del siglo XVI. Cuatro preciosas columnas de mármol la iglesia de San Cesáreo, está cerrada desde el año africano sostienen el baldaquino del aliar, cerca del 1808. Antes de llegar á ella aparece, á mano izquierda y cual se ven los dos pulpitos de mármol en los que se detrás del antiguo convento, la iglesia de San Juan de-

¿e la Basílica: junto á las columnas de granito, regaladas por un sol)erano católico, estaban las de alabastro oriental, ofrecidas por Memet-Alí, ó las lucientes láminas de malaquita, que parecen masas de esmeralda, enviadas desde el fondo de la Siberia por orden del emperador de Rusia Nicolás I. La perseverancia y ardiente celo de los pontífices han dado feliz término, puede decirse, á una obra verdaderamente gigantesca. »Quedan de la antigua, en la basílica nueva, los mosaicos del siglo xiii que adornaban la fachada, el pórtico de las doce columnas, el gran mosaico de Honorio III, que cubría el ábside del coro: en la nave de crucero, el altar papal, de arquitectura gótica, sobre la Confesión donde están la mitad de los cuerpos de san Pedro y san Pablo: todo lo demás es nuevo; todo lo demás constituye la muestra solemne ofrecida en Roma por las bellas artes en la primera mitad del siglo xix. Falta la fachada; el ingreso actual á la Basílica se hace por una parte de la nave de crucero.» El convento situado junto á la iglesia pertenece desde 1442 á los benedictinos. El claustro de este convento y el de Santa Sabina son acaso las dos únicas obras antiguas de estilo gótico que en Roma se conocen.

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lanle de la Puerta Launa (San Giovanni a Porta Latina), construida en 1190 por el papa Celestino 111, restaurada en 1566, en 1633 y sobre todo en 1686 por el cardenal Rasponi, la cual sólo ofrece de notable catorce columnas antig-uas, cuatro en la fachada y diez en el interior. Más cercana á la citada puerta, á mano derecha, existe una capilla octógona cuya construcción se remon-

ta al año 1509, San Giovannia in Oleo, construida tal vez seg-un los diseños de Bramante, en el sitio donde san Juan Evangelista fué arrojado dentro de un depósito de aceite hirviente, el dia 6 de mayo del año 95, habiendo salido ileso de la prueba, visto lo cual por Domiciano le perdonó la vida, desterrándole á la isla de Patmos. En la viña inmediata vese un columbario, interesante

PALESTINA. —Salem.

por sus decoraciones pintadas y sus estucos. Es el Sepulcro de los lilertos de Octavio. Antes de lleg-ar á la puerta de San Sebastian se encuentra, á mano izquierda, la entrada de una quinta marcada con el número 13, sobre la cual se lee este ^-^igrafe: Sepulcro Sciptonum, ipara, indicar que allí existe la turnia de los Escipiones. Este célebre monumento fué descubierto el año 1780, hasta cuya época se creia que la tumba de los Escipiones era la que se ve fuera de la puerta de San Sebastian , en una quinta que hay casi

enfrente de Domine quo vadis. Dicho monumento tenia dos pisos; el primero, que todavía existe, es un g-ran subterráneo abierto en la misma piedra: del segundo, que debía estar rodeado de nichos, en los que se hallaban las estatuas de los Escipiones y del poeta Ennio, de quien habla Cicerón, no queda nada. Créese que estarla decorado de medias columnas de orden jónico, según resulta de los fragmentos encontrados. Después del descubrimiento de la tumba fueron extraídos los siguientes objetos, que se conservan hoy en el Vaticano: un sarco-

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EL MUNDO ILUSTRADO. fag-o de peperino ó piedra de Albano, que según la ins­ cripción que en él se ve debe pertenecer á Lucio Escipion Barbato, vencedor de los sainnitas y de la Lucania,

antes de la primera guerra púnica; un busto de peperino coronado de laurel, que se dice ser el del poeta Ennio, pero que representa más bien á alguno de los Escipiones;

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MATILDE.—CUADRO DE ROBERTO BEYSCHLAO.

(Véase la página 46'7).

un busto desconocido de mármol blanco, y un gran número de inscripciones, cuyas copias más notables fueron colocadas en el mismo lug-ar donde citaban los

originales. Los huesos de estos héroes fueron reco­ gidos por las piadosas manos del senador Ángel Quirini, qu« los mandó depositar en ua modestq monu-

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mentó erigido en su casa de campo de Altichiero, cerca de Pádua. Este monumento es el más memorable y digno de ser visitado, tanto por su antigüedad como por haber sido la tumba de una familia á quien Roma debe la conquista de Cartago. En la quinta próxima (número 14), está el Columlario de Gneo Pomponio Hilas y de Pompotiia Vitalina. Los romanos llamaban Columbaria á ciertos aposentos destinados á recibir las cenizas de muchas personas, y especialmente las de los esclavos y libertos, quienes ordinariamente ieran enterrados en las posesiones de sus señores, y junto á la tumba de la familia dé éstos. Dichas tumbas tenian la figura de un palomar, y se las daba este nombre porque se hacian en ellas muchas hileras de pequeños nichos que contenían los vasos (oll—f

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EL MUNDO ILUSTRADO. Perdió en el sitio seis mil hombres y sólo por hambre logró apoderarse de la plaza. Destruidas sus murallas por Abdallah, fueron reconstruidas por Ibrahim, pero sus habitantes tomaron parte en la insurrección que estalló contra este último y la población fué reducida al lamentable estado en que todavía se encuentra. Mil quinientos ó dos mil fellahes viven entre sus ruinas y trabajan en los campos más próximos, aguantando los abrasadores rayos del sol que se deja sentir en aquella llanura con intensidad extraordinaria. El calor que allí se experimenta recordó á uno de los viajeros que han recorrido la Palestina, la prematura muerte del esposo de Judith: «2. Y fué mi marido Manases, que murió en los dias de la siega de las cebadas.» «3. Pues mientras iba dando priesa á los que ataban las haces en el campo, cayó un bochorno sobre su cabeza, del que vino á morir en Bethulia, su patria, donde fué sepultado con sus padres.» (Libro de Judith, capítulo VIII). En Dothan ó Dothain, ¿ cuatro leguas de Samarla, se hallaban los hermanos de José cuando éste fué á encontrarles de parte de su padre Jacob y ellos le vendieron á unos mercaderes israelitas. En el libro IV de los Reyes se lee que el profeta Elíseo se encontraba en Dothain cuando Ben-Hadad, rey de Siria, en guerra entonces con el reino de Israel, envió de noche sus tropas para que se apoderasen de aquel profeta que descubría sus más recónditos secretos. De dos pasajes del libro de Judith aparece que la ciudad referida estaba colocada al sud, en laá inmediaciones de la llanura de Esdrelon, posición que concuerda perfectamente con 1» del Fell-Douthan ó colina: de Douthan," cfúyo'mwnbre repTodiiGe muy bien el de Doihain, que significa los dos pozos ó las dos cisternas. Destruida hace ya muchísimos años no queda resto alguno de aquella ciudad, sobre cuya área ha pasado el arado centenares ó millares de veces. Las cuestas y la meseta del montículo en donde se. alzaba se ven cubiertas de piedras y cascajo y de tejoletas, trozos de cacherrería, únicos vestigios que allí se ven de viejas construcciones. En lá parte baja se encuentran aun dos pozos,^antiguo uno de ellos y moderno el otro, pero que ha podido bien suceder á otro anterior, circunstancia que justificaría el nombre que aquel lugar lleva y cuya significación hemos ya indicado. Traducido y adicionado por F , MlQUBL Y BADÍA.

(Continuará).

ULACIOR CONTBIffOKAHEA, POR

DON JOSÉ ORTEGA MUNILLA. TERCERA PARTE. (CONTmOACIOW).

—Al enóuentro de Luís. Ya sube, ¡Déjame, madre! —No, hija mia, no. Imita á tu hermana: ella dice bien: viniendo con su tío, no es prudente hablarle: podría llevarlo á mal. —iQue lo lleve! ¿A mí que me importa? No me sujetes, madre. Mira que quizá no nos habrá visto... ¡Adiós, Luís! ¡Buenas tardes, hombre! ¡Ah! Se quita el som-

^M.-L

brero... nos ha visto muy bien... pero no se acerca...y... pasa de largo... ¿Ves esto, Lola? ¡Vaya usted con Dios, caballero! ¡Buen viaje... que usted se divierta! E Isabelita le vio alejarse con los ojos llenos de lágrimas, al par que se estremecía de despecho asiéndose al brazo de Dolores. Ésta le dijo en voz baja: —No seas tonta, Isabelita, que luego más tarde lo veremos, cuando el pobre pueda zafarse de su tío. ¿No viste que iba con el ? —¡Vayan benditos de Dios! Verdaderamente que soy una loca, é hizo bien madre en detenerme. Desde hoy sólo iré detrás de tí para que nadie tenga á menos hablar conmigo cuando vá acompañado de gente rica. —Ahora sí que dices locuras, contestóle su hermana cada vez más bajo. ¿Quién ha de tener á menos hablar contigo, hija mia? Pero Luis tiene que obedecer al que ocupa el lugar de su padre, y tarde ó temprano se apartará por completo de nosotros, porque su destino y el nuestro lo quiere así, no porque él sea capaz de despreciarnos. Una violenta réplica espiró en los labios de Isabelita al escuchar á Pepa que dijo, interrumpiendo el secreto coloquio de las dos hermanas: — i Isabel,, cómo te quiere Luis Salcedo! ¡Lo mismo que á mí el gran turco que no me ha visto en su vida! —¡Déjalo! exclamó la niña no sabiendo que contestar. —Vamos, Pepita, déjate de bromas, dijo Dolores con seriedad. —No son bromas sino veras, replicó Pepita, Y tú, que defiendes á tu hermana, dile de mi parte que no sólo gastan fantasía los señoritos que visten uniforme, sino sus amigos también. —¿Qué quieres decir? —¡Él me entiende! Ya iba Dolores á interrogarle de nuevo, cuando Luis, desmintiendo sus.pálabras, pudo zafarse un momento de su tío, y corrió al grupo de las madres abrazando con efusión á Regla y á Isabel. Dio algunos pasos á su encuentro Lola, y le saludó con cariñosa calina: mas no así Isabelita, que permaneció hablando con Pepa en actitud indiferente. Al cabo, resentido Luis, llegóse á ella, y exclamó tendiéndole la mano: —¡Buen modo de recibir á los amigos, Isabelita! —Sí tarde ó temprano has de dejar de serlo, bueno es empezar desde ahora. ' Y permaneció apoyada en la baranda sin estrechar la mano que se le tendía. —¿Qué tiene? preguntó estupefacto Luis dirigiéndose á Regla que inquieta con la actitud de su hija se había aproximado. —Qué sé yo, hijo: no hagas caso: cosas suyas, contestó la madre que no apartaba de ella sus inquietos ojos. —Pues á la noche la desenojaré, que ahora no tengo tiempo, dijo Luis. He podido evadirme mientras colocaban las maletas en el coche: pero nó quiero hacer esperar á mí tío. Adiós todos: un abrazo á José,' otro á Antonio y otro á Pepíllo, Adiós, Isabelita, y aprende á ser buena dé tu hermana. —¡Eso es! Ríñeme ahora encima, murmuró Isabelita entre dientes casi llorando, mientras Luís desaparecía entre la multitud. —¿Qué dices, hija? —Nada, madre. —¡Ya está aquí la señorita Blancal exclamó Dolores con alegría y á su vez Isabel y sus hijas todas corrieron á ella. El recibimiento fué cordit^l y cariñoso: no parecía.

EL MUNDO ILUSTRADO. seg-un sus demostraciones, sino que estas mujeres no se habían visto en mucho tiempo. Todas se abrazaron con efusión, porque la distancia que establece en el mundo la diferencia de categ^orías sociales se echa de ver muy poco en las personas igualmente dotadas de elevación de sentimientos. Enterada la señorita de Espinosa del objeto de la estancia de Regla allí, propuso á, su padre esperar la llegada de José, marchando entonces todos juntos á, Sanlúcar, proposición que fué acogida con vivas-demostraciones de júbilo por parte de Julián y Félix que eran grandes amigotes de Pepillo. Excusado es decir que el buen don Félix accedió á todo, y mientras que las mujeres charlaban con su hija y los niños jugaban con Micaela, á él se le fueron insensiblemente las horas interrogando á las muchachas, sobre todo á Dolores, objeto de su predilección. Isabelita ícontestaba con menos vivacidad que de costumbre á sus preguntas, y creyendo la pobre su propia preocupación hija de la impaciencia que le producía el deseo de ver y$áir á su padre, miraba sin cesar en dirección de los Sai tos del Socorro. Al fin apareció José, no rodeado como otras veces por el exiguo y vivaracho Briján y el soberbio Diamante: ambos habían áqjado esta vida al servicio de tan excelente dueño, y i líi sazón eran reemplazados por otro Briján de (?asta, íaistiza y por una jaquita pequeña, aunque muy fleerte, Pepillo la moutft^ft aquella tarde con singular- desenvoltura, míéntraf que su padjé y Antonio caminaban pausadamente deírls. ~-¡Ya están ahí! exclamaron las muchachas divisándoles, y ambas volaron á su encuentro como dos palomas. —¡Allá van esos toros! dijo su abuela viéndolas correr con aire satisfecho. ¡Se desatinan por su padre!. De Isabel nada me extrftiia, pero Dolores, que no quiebra un plato, en tocándole á su padre pierde los estribos. Entretanto las lü^chachas llegaron al grupo y después que su padre y sus hermanos besaron á entrambas, dijo Dolores: ' —Ea, dales tú |i|, poticia, Isabel. Yo estoy ya más callada que en mis^, se^un te lo he prometido. —No, dilo tú. Yft pe me pasó la gana de bromear. —Anda, no seas tonta, insistió Dolores procurando volverle su alegría. —No, que es nJftlo engañar á su padre, según dice el señor cura, contfgfó terminantemente Isabelita. —¿Qué es ellQ? Yantos á ver: no temas que yo me enoje aunque me engañes, hija del alma. —¡Sí son tofl,tePÍas de ésta! Todo es que ha venido Luísillo, añadió ||l¡3t poder reprimir la mezcla extraña de alegría y de peg^r que aquel acontecimiento le causaba. —¿De verás, hija? —¡Mujer, que ntfé cuentas!' —¿Si me trai?á la navaja? Estas tres excíainaciones se escaparon simultáneamente de los labios del padre y de los hijos por orden de edad. =í3 j t ó p u e s prosij^uieron así: " "-^'Vaya, que Á|e alegro! —¿Y viene poj^íQUchos días ? —¿Lola, te h | dipl^o si me trae la navaja? —Nada sabenj^^, Y Dolores cofl^| peto continuo su fugaz entrevista. —Entonces ¿tferesuraremos el paso para estar en casa cuando llegue, |ijp José. —¡Si aun no ¿abéis lo mejor! contestó Lola, ¡Vamos en coche! ¡Hace un siglo que nos está esperando la señorita Blanga!

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—¿Con el break grande de los caballos negros? preguntó maravillado Pepillo. —Cabales. —Entonces, vamos allá. Y plantándose en una carrera junto al coche de don Félix, descabalgó á Pepillo y se introdujo en él como Pedro por su casa. VIII. En famiUa.

Pero entonces surgió un nuevo conflicto. Julián y Félix declararon que estaban hartos de coche, y ambos se disputaron calurosamente el honor de cabalgar en la jaca con Pepillo. Empero, éste pusp término á la contienda, siendo no menos explícito en sus declaraciones. Estas se redujeron á breves palabras: • —Que no bajarla jdel coche ni por los catalanes. En vista de tan terminante resolución, quedó Félix por dueño absoluto de la jaca, pues Julián, que salía á su tía y era un poco romántico, según afirmaba don Félix, prefirió la amistad del bizarro Pepillo. Una vez colocadas todas las mujeres dentro del break, dijo Antonio á su hermana Dolores: —¡Ajajá, Mariquilla, mira que á gusto vas ahí como una señora! ^•¡Cabalitos! Y Dolores miró tímidamente á Blanca. —Anda, Antonio, sube tú también, dijo ésta. Sí hay sitio para todos, —¡Que no señora, señorita Blanca! contestó el muchacho. Y para dar más fuerza á su negativa, añadió: —¡Si yo en mi vida he montado en coche! —Pues alguna vez ha de ser la primera, insistió Blanca sonriendo. Anda, hombre, sube. —Vamos, Antonio, sube, que te lo manda la señorita, dijo su madre interviniendo. Antonio obedeció, tan subyugado por la bondad y llaneza de Blanca como por el mandato de su madre, José no quiso dejar á Félix solo con la jaca en el camino, y Blanca y don Félix no se atrevieron á instarle por temor de que la jaca tirara al muchacho, que era muy travieso. J. OETBOA. MüNlLLA.

(Continuará).

HISTORIA NATURAL DEL HOMBRE, D. XPAtt MONTSERRAT T ARCHS.

LOS ELEMENTOS EXTRANJERO^ EN AMÉRICA. (OORTINÜACION).

Por otro lado no puede tampoco negarse á los norteamericanos lo que han tenido todas las naciones civilizadas, la época de fusión de elementos heterogéneos y su trasformacion en un pueblo con su tipo particular que lo distingue de tpdos los demás, como sucede en Europa, donde difícilmente se tomará á un alemán , por un francés, ni un escandinavo ó inglés por un ita» liano ó español. Bien que gracias á la creciente comu-

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nicacion entre los diferentes pueblos dará lug-ar á nue- blación de todas las colonias es siernpre inferior á la de vos tipos más generales, quizás en decenas de siglos. la madre patria mientras depende de ésta. Mas esto no Las dos razas generales del porvenir se dividirán en una quita la trasformacion corporal, que es ley inherente á septentrional y otra meridional, pero en ambas prepon- todos los seres organizados, hombres, animales y planderarán la sangre europea y el tipo indio indígena, tas. Los animales del Nuevo Mundo, por ejemplo, se paporque este último es también resultado de las condiciones físicas del país que un pueblo habita. Este resultado final es inevitable, pero por lo pronto y para muchísimo tiempo es y será la población de los Estados Unidos una verdadera Babel. Los fundadores de esta nueva nación, los anglo-sajones, son á su vez producto de una mezcla de celtas, sajones, normandos y dinamarqueses, y los descendientes de esta nueva raza se han cruzado otra vez en América con franceses, alemanes, holandeses, irlandeses, indios, y en el norte, en Labrador, hasta con esquimales, formando así un nuevo caos que las incesantes inmigraciones de variados elementos tienen constantemente en m o v i m i e n t o ; pero á pesar de esto distínguense ya hoy dia subgrupos de tipos nuevos y especiales. El llamado yankee es conocido, pero prevalece más en los Estados que a n t e s componían la Nueva Inglaterra; al dirigirse de norte á sur se ven cambiar paulatinamente las fisonomías; las caras angostas yankees se vuelven más angostas y más amarillas; la barba típica que los yankees llevan y que parece hecha de madera, sin ir acompañada de bigotes, se vá reemplazando por éstos y la perilla; la nariz aparece más recta y antes de llegar á Nueva Orleans, ha tomado el tipo un aire más francés. Así es que hoy los habitantes del Maine se distinguen muy visiblemente de los que han nacido en la Carolina del Sur, é iguales diferencias se notan entre los del Ohio ó Illinois y los de Connecticut. A todos separan caracteres visibles y ocultos que no pueden ser mayores entre las diferentes n a c i o n a l i d a d e s europeas. Todos aquellos son ciudadanos de los Estados Unidos é hijos de América, pero no son iguales, y unos y otros se diferencian ya moral, intelectual y corporalmente de sus abolengos de Europa. Igual trasformacion se observa en los negros norte-americanos. En Australia sucede una cosa análoga, puesto que es una ley general la adaptación de las razas al país que habitan; allí desmerece la raza inglesa, los recen á los que habitan los continentes antiguos, pero jornaleros no trabajan tanto como en Europa, ios niños no son idénticos á éstos. Los monos y aligátores de que frecuentan las escuelas, bien que inteligentes, pier- América no son los monos y cocodrilos de África ni de den la gana de aprender llegando á cierta edad, lo cual Asia; los pumas y jaguares no son los leones ni tigres se puede atribuir sin embargo á otra causa que al país, de los continentes antiguos, y lo mismo puede decirse porque en la primera época de una raza trasladada á un del bisonte de las llanuras de la América del Norte y del país diferente es natural que experimente por lo pronto buey de almizcle de las comarcas más septentrionales un retroceso, lo cual explicarla el hecho de que la po- respecto al búfalo de África y el buey de Europa. El

EL MUNDO ILUSTRADO. papiellp se ha trasformado en llama y alpaca, el jabalí en tapir, el oso pardp en el ceniciento y el rengífero en caribú. Lo mismo pasa al hombre; y el europeo, quiera ó no, se hará hombre americano. -; Egto respecto al físico j §Q ouanto á la parte moral se

observa en los yankees un carácter apresurado, febril, muy diferente de la calma y genio reñexivo de los ingleses de Europa. Esta nervosidad americana se ha pronunciado tanto en los últimos cincuenta años, que los médicos aconsejan estudiar seriamente este cambio para combatirlo antes que llegue á un extremo fatal. Beard en su obra: La Nervosidad americana; su filosofía y tratamiento, escrita en inglés y publicada en 1879 en el Thj

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Monthly journal of Science, cita como síntomas de esta sensibilidad excesiva del sistema nervioso, dolores violentos de cabeza, dispepsia nerviosa, neuralgias, y sobre todo la neurastenia y el agotamiento nervioso bajo todas las formas posibles. Este fenómeno morboso puede ser y será indudablemente consecuencia del género de vida y afán de llegar á una civilización exagerada; pero la trasformacion que se opera en los idiomas es debida, por lo inconsciente é irresistible, a l a influencia del país: el inglés pierde su pureza á pesar de los grandes esfuerzos de la gente erudita, y este nuevo dialecto, en el cual se encuentran hasta huellas de idiomas indios, se introduce más y más en el periodismo. En la gran Enciclopedia americana de Appleton ocupa tres columnas de letra pequeña una lista de los angloamericanismos más u s u a l e s , que w iJ podría alargar muchísimo más sin p forzar mucho la memoria cualquiera a persona bien impuesta en el inglés a de Europa. Igual cosa sucede, como n todos s a b e m o s , con el español é o inglés. o < El carácter corresponde en cada o región al de los primeros colonos I que formaron los respectivos núcleos de población. Hoy todavía se distinü gue en él sudoeste de los Estados -^ Unidos el carácter inglés, como en o los trece Estados primitivos de la Union el de los colonos ingleses que en su mayor número habían sido perseguidos y oprimidos en su país y habían, después de una vida de penalidades, buscado allí una nueva « patria, lo que no impidió que en O ü ella oprimiesen á su vez á los que no eran ni pensaban como ellos. Hoy H O todavía se conoce que la gente de Boston tiene otro carácter de la de Pí Nueva Orleans, y la de Filadelfia ü otro de la de Nueva York. Cada nacionalidad componente de la gigantesca mezcla del pueblo blanco norte-americano, ha contribuido á formar esta nueva raza, sin que se pueda sin embargo trazar su huella en el conjunto. El carácter norte-americano no es el inglés, ni alemán, ni irlandés, etc., sino un tipo psicológico independiente y nuevo, como la constitución física es también distinta de todas las de los citados pueblos europeos. Viajsudo por los Estados Unidos se encuentran ingleses, alemanes, franceses, irlandeses, pero ninguna Inglaterra, ni Alemania, ni Francia, ni Irlanda. Allí no se ve el genio alegre, impetuoso, sentimental, generoso, comunicativo ó meditabundo de las naciones europeas; los norte-americanos no buscan recreos ni placeres para el espíritu; carecen de instinto musical, y para animarlos se necesitan medios estimulantes como bebidas alcohólicas, discursos ó piezas de teatro de sensación y otros por el estilo: allí

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no hay individualidades ni rasgos originales; todos son yankees, todos tienen las mismas ideas y el mismo objeto; su cuerpo y alma forma una máquina compuesta para producir y ganar, ya sean productos agrícolas, ya acciones de ferro-carriles ó dinero. Si en la masa general sale algún otro pensamiento ó sentimiento de otro mundo de ideas, son importados de países lejanos, y si echan algunas raicillas enclenques en el suelo enjuto y delgado, quedan luego cubiertas por el polvo gris y uniforme de la vida americana y nadie los reconoce ya. Así sucede á despecho de las diferencias locales en el Mediodía y en el Norte, en el Este y Oeste de este dilatadísimo país. Las tempestades y corrientes que provocan las fuerzas brutas y fatalistas así morales como físicas de la naturaleza humana en otros países, apenas rizan aquí ó acullá la monótona y nivelada superficie muerta de la sociedad ó humanidad norte-americana. Todas las nacionalidades tan abigarradas que se precipitan cada año en esta inmensa caldera, se disuelven en pocos años y adquieren el color común gris amarillento del polvo psicológico norte-americano; Así lo dice Maximiliano Eyth,—y citamos la opinión de este observador inteligente porque bien que un poco recargada es en el fondo cierta,—pero para quien conoce bien el estadio del desarrollo etnológico en que se hallan aun hoy las grandes masas de los pueblos germánicos, y hasta en otras naciones neo-latinas donde prevalece este mismo elemento en la población, como por otro lado el de la raza celta en Irlanda y Escocia, no tiene este resultado nada de extraño; y el etnólogo sagaz, ingertando teóricamente una parte de sangre de piel roja en estas razas que en gran parte se hallaban hace mil años y méíios en casi idéntico estado qué los indios pieles rojas actuales, podría muy bien haber calculado a pñoH loa cualidades y característica de la nueva raza yankee, como se podría calcular el carácter de la futura ráaá criolla de la América Central y del Sur, conociendo á fondo la índole de los pueblos español, portugués y dé los pueblos indios de América. No menos singular y significativo es otro hecho revelado por las estadísticas respecto á la fecundidad de la población norte-americana, publicadas por el ramo de instrucción pública del gobierno de los Estados Unidos. Resulta, pues, que el número de nacimientos disminuye constantemente en todos los Estados de la Union, en él de Arkansas como en el de Alabama, en Masáachüssets como en Connecticut, en Michigan é Indiana, en Pennsylvania y Nueva York. En las familias inmigrantes exceden, los nacimientos en mayor proporción á las defunciones que en la población aclimatada ya, pero aun en aquellas no llegan al tipo de los pueblos de Europa, sin exceptuar siquiera Francia en sus períodos más estériles que tanto preocuparon á sus gobiernos. El resultado final de este retroceso salta á la vista. Cuando habrá cesado la inmigración del elemento europeo en grande escala, irá caducando el elemento blanco en el Norte de América, como sucede con los criollos españoles y portugueses en el centro y sur. En el dia es ya evidente la degeneración de la raza blanca tanto en lo intelectual como en lo físico en los Estados Unidos, como lo prueba Juan White, y corrobora otro observador eminente en un artículo publicado en el número 116 de í&Át7¡femeine Zeitung correspondiente al 26 de abril de 1864, que entre otras cosas dice: «Los verdaderos norteamericanos van perdiendo en las cualidades del alma lo mismo que degenera su físico, su salud, su vigor y fecundidad. Las últimas estadísticas publicadas en Boston relativas á la población del Massachussets evidencian que los (fesceódientes de los primeros inmigrantes se

van extinguiendo rápidamente. En los 87 distritos de la ciudad citada corresponden por término medio á cada matrimonio sólo 1 7, nacimientos, de los cuales fallece la tercera parte antes de llegar á 5 años, de modo que sólo un individuo llega en cada familia á la edad adulta. En los otros Estados septentrionales resultan números algo más favorables al aumento ó conservación de la población, pero no por esto dejan de exceder las defunciones en las familias anglo-americánas á los nacimientos en un 2 por ciento, de modo que en 50 años no existirá ya ningún descendiente de los antiguos puritanos. Esta disminución de la población americanizada atribúyenla muchos, porque data ya de unos 75 años, á la constante emigración de los hombres robustos, dejando atrás los individuos débiles, otros al paulatino emperoramiento del clima que positivamente se vá volviendo lenta pero constantemente más inhospitalario, como algunos quieren haber observado en Europa; bien que en América no perjudica en nada á los nuevos inmigrantes que prosperan físicamente y se multiplican; pero á nuestro entender la c%usa de la degeneración es el espíritu puritano con su devoción hipócrita y estúpida que desde la primera infancia se infiltra ya sistemáticamente y si conviene á palos en los niños matando su corazón, su espíritu y su cuerpo. Las ímuchachas se vuelven figurines de moda de pésimo y ridículo gusto, y los machatíhos no se desarrollan como deberían. A esto se agrega" la aversión de todas las mujeres norte-americanas y en general las de raza germánica de las ciudades, siempre que lo permiten sus medios, al trabajo verdadero, efectivo, material y prosaico, en el cual figura cabalmente la educación de los hijos. Cuando pueden viven las familias americanas en casas de pupilaje qué allí han tomado un desarrollo estupendo, contribuyendo no poco á la desmoralización de la níujer y de los hijos^: mientras el hombre se consume en la ca^i de los aegociosyel combate por la existencia acomodada y si puede ser rica, de modo qué hí unos ni otros pueden esparcirse plácidamente y respirar y moverse ancha y sosegadamente al aire libré y puro.» Hepworth Dixon atribuye la degeneradora caducidad de los yankees á condiciones ridiculas é irracionales que rigen en las relaciones entre los dos sexos. En una palabra, á la raza yankee fáltanle las dos G^II- . diciones fundamentales de la prosperidad de las raráls: la fuerza física y el exceso de los nacimientos sobre íes defunciones. Por lo pronto suplen abundantemente á la decadei^oia;

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