Semanario independiente, de Ciencias Sociales y Militares, Literatura y Artes

Semanario independiente, de Ciencias Sociales y Militares, Literatura y Artes. -ogygTTo»^- DIRECTOR, AÑO 1. NUM. 2 b . I Madrid. J Pi^opiETAF\i

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Semanario independiente, de Ciencias Sociales y Militares, Literatura y Artes. -ogygTTo»^-

DIRECTOR,

AÑO

1.

NUM. 2 b . I

Madrid.

J

Pi^opiETAF\io: D. ANTONIO

SE PUBLICA LOS DOMINGOS

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CñRDt^lú—LABOÍ^ATOÍ^IO

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ADMINISTRACIÓN MADERA: 6.

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CENTRAli t>E SANltSAb miLilTílR

GALERÍA DE MÁQUINAS (in'e;ior).

céntimos.

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LA NACIÓN MILITAÜ

^\Í) S U M A R I O #v© TEXTO Actnaüdad.—Trozos selectos: Es un día de fiesta en Roma, por Leopoldo Cano.-Una visita al Laboratorio Central de Sanidad Militar.—Revistas parlamentarias, por Cristóbal de Castro,—El vivo retrato, por .Antonio Baicázar,- Bibliografía.—Publicaciones -Secretaría de LA N»CI en su diadema. Perlas hay á sus plantas Tach^nanao el cojín, pero son tantas Y de moio tan triste resplandecen, Que torrentes de lágrimas parecen De las madres cristianas que han llorado A los pies del tirano despiadado. Cien mil espectadores Se agitan en la inmensa gradería; En él podium los graves senadores, Para ver más cerca la agonía De una niña, que, al medio de la arena, Empuja un gladiador. ¡Soberbia escenal La fiera va á salir, llegó la hora; Se aleja el gladiador, la niña llora; La plebe ruge, el bronce toca á muerte; El rey bosteza, el pueblo se divierte. ¡Impía Romal De tu ley severa Es digno ejecutor esa pantera. T u víctima sucumbe; un raudal brota Del niveo seno por la horrible herida, Pero toda esa sangre, gota á gota, Abrasará tu frente maldecida. El héroe muere, pero no su ejemplo, Lo que es circo, mañana será templo. No celebres tu efímera victoria. En ese Anfiteatro has erigido Un pedestal al.mártir, que ha ceñido El lauro inmarcesible de la gloria. Escucha el alarido de la guerra. El coloso de cieno se derrumba. ¡Pesa cnucho la losa de una tumba Que mártires encierra! ¡Roma cruel! No vistas férrea malla. Ni acudas presurosa á la muralla. Has de morir. ¡Herido está de muerte El pueblo que con sangre se divierte! LEOPOLDJ

CANO.

UNA VISITA AL LABORATORIO CENTRAL DE SANIDAD MILITAR Habíamos oído muchas veces que no debían llevarse ciertas recetas á la botica militar, porque se referían á medicamentos para cuya confección era necesario mucho esmero, exactitud y aparatos convenientes. Creímos al principio que por la crónica penuria de nuestro Tesoro su-

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frirían sus naturales consecuencias, no sólo las farmacias militares, sino aún más el Laboratorio Central que las suministra, y dimos por buena la caritativa y prudente advertencia. Observamos después que no todos decían lo mi=mo, y por ly tanto, que T\q era general la convicción de ac|uélloSj

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y una sospecha cruzó por nuestra mente. Acaso alguno querría favorecer á la respetable clase de farmacéuticos civiles, apartando al público militar de las farmacias, donde el precio de medicamentos es notablemente económico. Después de todo, no era más que una manifestación parcial de esas d|ferencias inexplicables y ridiculas entr§

LABORATORIO DE ANÁLISIS

los elementos civiles y el militar, que nos dividen y apartan hace muchos aflos de todo fin patriótico y nacional. Pero es justo dar á cada uno lo suyo y poner las cosas en claro y donde por derecho les corresponda. Invitados amablemente por el Sr. Vives, Director del Laboratorio Central,hemos tenido ocasión de visitar aquel

magnífico establecimiento, y no queremos contentarnos con admirarlo, sino exponer á los militares y sus familias las condiciones del mismo, sin alabanzas propias ni laudatorias exageraciones, que pudieran parecer interesadas. El asunto es harto serio por trascender á la salud y á la felicidad de nuestros compañeros, para que no se ajustara

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esta descripción á la mis severa y concienzuda exactitud, que puede comprobar cualquiera, viendo los elementos que allí se han reunido con un celo, inteligencia y constancia dignos del mayor encomio. El número de medicamentos que constituyen la terapéutica de los hospitales miliures, es de 1.038, y de estos 483 se elaboran ó purifican en el establecimiento; los emplastos, ceratos, aguas destiladas, etc., se elaboran en las farmacias; y las cortezas, raices y otros productos se compran, pero sometiéndolos á minucioso análisis, por ser muy frecuentes las falsificaciones en el comercio de drogas medicinales, ascendiendo á 433 las que son objeto, anualmente, de esmerado reconocimiento, con lo cual se benefician los intereses del Estado y se consigue que los medicamentos tengan las mejores condiciones de actividad terapéutica. Otra función imporuntisima del Laboratorio Central es el anilisis quimico-l^gal que se hace por mandato de los jueces: de visceras, alimentos, bebidas, manchas de sangre en ropas, líquidos abortivos, etc. También se analizan: porciones de aire confinado de dormitorios en ciertos cuar teles; de ranchos, harinas, pan de munición y muestras de galletas alimenticias ó de extractos, de vinos, aguas potables y mineromedicinales, de tejidos para uniformes, ó para ropas de cama, de específicos, petardos, caldos de cultivo del bacilo coma, de productos patológicos y remedios secretos. Ascienden á más de 12.000 análisis los verifica los en el Laboratorio, y por la ligera enumeración que hemos hecho, puédense comprender los relevantes servicios que con ellos se ha prestado á la humanidad y á la justicia. El servicio se divide en cinco secciones: la primera está constituida por el gabinete de análisis, galería de miquinas y taller de envasados; la segunda se dedica á la elaboración de productos químicos y purificación de los del comercio; la tercera á la elaboración de medicamentos oficinales; la cuarta á la di especialidades farmacéuticas, como esparadrapos, pastillas, grajeas y curas antisépticas, habié idose preparado para la última campafia 190.000 metros de gasas de todas clases y 40.000 paquetes de curación individual; por último, la quinu sección se dedica al despacho de los pedidos de medicamentos, su envase, empaque ó embalaje, según la diversa naturaleza de los mismos. Aparte de estas secciones existe la oficina necesaria para la múltiple documentación que tan heterogéneo servicio requiere, y para formalizar todas las operaciones administrativas consiguientes. Con la buena organización del Laboratorio y de las farmacias militares, se ha calculado que el ejército recibe los medicamentos necesarios, con la más perfecta elaboración y con un ahorro para el Estado de 1.176.652 pesetas aauales durante un período de diez y siete aflos. En la antigua casa de baños de Guardias de Corps se ha iastalado, tan bien como se ha pedido, el Laboratorio Central, que consta de seis laboratorios, la galería de máquinas y el departamento de curas antisépticas. El primer laboratorio contiene los hornos de reverbero y los hornillos de calefacción necesarios para algunas operaciones; un horno de viento para las fusiones y calcinaciones; un aparato destilatorio de Bitter, gran modelo; una estufa para desprendimiento de gases y seis dializadores de cristal. El segundo laboratorio contiene: ana e»tufa de desecación; un alambique de Soubeiran para las destilaciones; un baño de marla de cobre para la obtención de las sales dobles de hierro, de los tartratos dobles y extractos; nn horno de viento, tres de llama envolvente para calefacción de calderas con cocimientos; nn horno para la calcinación del carbonato magnésico; una caja de reactivos y una balanza. El tercer laboratorio tiene cuatro hogares de circulación de llama para calderas de gran eapaddad; un homo espe-

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cial con caldera para la preparación del kermes; otra cónica truncada para la digestión de ciertos materiales; otros para la purificación de metales y obtención de los trisulfuros de potasio y so lio, aislados estos últimos convenientemente; una barrica para la precipitación del nitrato bismútico; toda la instalación necesaria para hacer licor de brea y dos lexiviadores de hierro. El laboratorio para envasado, encorchado, capsulado y etiquetado de todas las substancias que se remiten á las farmacias, tiene los necesarios casilleros, mesas, estantes, cajas, cápsulas, papeles episoásticos, tubos, frasquerías, fregaderos, una máquina de Kuntz para el lavado interior, un secadero, etc. En este laboratorio se hacen mensualmente, por término medio, 10.000 encases. En el laboratorio de esaecialidad^s se preparai los esparadrapos, y se encuentran las máquinas sigu:ientes: una para obtener pastillas timbradas, un grajeador, una máquina Derriey para obtener magdaleones, otra con la que se pueden hacer 20.000 oíldoras diarias, nn hogar para preparar papel Fayard y Blavn, nn secadero para tabletas y un gran bastidor para hacer tafetán adhesivo. El laboratorio de anlHMs merecería por sí so^o on artículo extenso; tanto es el interés que inspira aun al más profano. La sala principal recibe hermosa luz por una gran claraboya de siete metros de largo por tres de ancho, y está rodeada de un poyo de fábrica, donde se encuentran los hornillos de evaporación, estufas, pipetas, campanas, matraces graduados, reactivos, una lámpara de esmaltar y una magnífica estufa de desprendimiento de gases. En otra mesa central, con estantes, se guarda todo el pequeño y variado material, picknómetros, vasos de vidrio de Bohemia, matraces de Erlenmayer, copas de ensayo, crisoles, tubos de ensayo, etc. Existen también dos hornos de incineración, un aparato Fletcher para la obtención inaUntánea del agua hirviendo, un homo Perrot para fusiones, otro Hoffmann para combustiones, otro Bercelins para calcinaciones, estufas Wiesneg, Ivon y Cou'ier, un horno Pasteur para esterilizar, tma antoclara de Chamberland y otros mil aparatos que sería largo enumerar. En otro salón está la biblioteca científica, una soberbia y exactísima balanza con cimiento aislado, nn barómetro Fortín y nn catetómetro de Picart. Otra habiución está destinada á las observaciones microscópicas, polarimétricas y espectroscópicas, y además hay una cámara obscura. Los microscopios son: un stativ VI de Zeiss y un stativ I del mismo autor,' de Jena. Además hay una estufa de cultivos con regulador de D'Arsonval, un sacarímetro de Latirent y un espectroscopio horizontal. Lo que más llama la atención en aquel templo de la den* cía, es la elegante galería de máquinas, formada con artísticas verjas y cristalería. Aparte del motor, se ven hábilmente colocados: dos juegos de morteros Beyer para pulverización mecánica, una maquinita Palan para hacer pas tillas comprimidas, una tamizadora ron veloddad de 105 revoluciones por minuto, un molino para semillas, un aparato para emulsiones, una prensa hidráulica, nn filtroprensa, un aparato para extractos al vacío, otro de lexiviadon continua, una quebrantadura, un alambique, calderas basculantes y fijas, y por último, el magnífico aparato de lexiviación, Egrot, que produce 1.000 kilogramos de extracto de quina ó de otra subsuncia en viintidnco días de trabajo. El laboratorio de cura anti!>ép ic* ofrece parecidas curiosidades, é instalado recientemente hay el propósito de mejorarlo todavía. En los almacenes se observa igual orden que en los laboratorios, y al salir del esubledmiento se siente cierto orgullo satisfecho de que en España también se encuentran cosas dignas de tanta admiradón como puedan ofrecer las del extranjero.

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LA NACTÓN MILITAR

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REVISTAS PARLAMENTARIAS

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NVITADOS, con invitación honrosa, por el señor Director de LA NACIÓN MILITAR, para exponer en crónicas

rapidísimas los varios aspectos con que las cuestiones militares son tratadas en nuestras Cortes, procuraremos hacerlo en consonancia con la índole de este Semanario, es á saber: alejando de ellas todo juicio político y examinándolas tan sólo bajo el punto de vista social, en lareladón íntima y necesaria que el Ejército ha de guardar con el Estado, relación que en sentir de eminentes tratadistas —Marselli entre ellos—es como el tipo y la norma de la esubilidad social de los pueblos. En el nuestro, por desdicha, hase dado en agitar cierto impulso loco de gente maleante, con afanes desatentados de grosera populachería, ante la cual rinden pleitohomenaje servil una taifa de hampones del arroyo, de políticos de callejuela^ de gentes sin otro amor que el de su persona, con el fin maldito de lanzar so/bre el Ejército español toda la escoria de miserias que flota en el ambiente. Apóstoles risibles, santones de unas horas de duración, en lo estéril de su trabajo odioso llevan el justo castigo. Hoy se alzan tobre el pavés y maftana son olvidados. Olvidan á sn vez ellos que no basta la locura de un deseo para que el deseo llegue á $er posesión... Hasta lo augusto del Parlamento no han llegado sino ráfagas escasísimas, atenuadas quizá por nobles propósitos, envueltas con amores por la patria, de ese aire mefítico. Con todo, bueno sería que las válvulas abiertas á los aires sanos de la opinión, se cerraran por completo á ese ambiente miserable.

Oía 70, no ha mucho, el discurso sensacional del SR. SOL V ORTEGA, amigo mío queridísimo, y lamentaba profundamente esta manera de ser nuestra, tan deshilvanada, tan voluble, tan poco dada á lo serio y á lo reflexivo, enemiga ái\3. voluntad constante y perpetua {\yisxXc\i, según Ulpiano). y enemiga de la justicia, por consiguiente. Moderno Jeremías, el Sr. Sol y Ortega angustiaba al Congreso con sus Trenos desgarradores, anunciando, como el profeta del dolor, al llorar en Jerusalén, que de esta patria desdichadísima no quedaría piedra sobre piedra. La sensación de sus profedas macabras llegaba á poner los rostros graves, alejaba las sonrisas..., pero no ahondaba en el corazón. No se admite, así como así, que un pueblo se disuel va como un terrón de azúcar, ni que se desvanezca como la» vistas de un cinematógrafo... Hablando del Ejército, el Sr. Sol y Ortega que hallaba lesionados todos nuestros órganos sociales, tuvo frases de consoladora justicia, citando que el núcleo de él, que la parte mayor no estaba exenta de vida y de salud. Señaló, ciertamente, defectos y vicios; pero encaminándolos alas altaras, viéndolos en las regiones elevadas. No indicó remedios, no prescribió tratamiento alguno. El del Sr. Sol y Ortega fué un discurso de puro diagnóstico...

Soy de los jóvenes á quienes el Sr. Romero Robledo honra con una amistad cariñosa, circunstancia que me impediría juzgar de sus actos políticos. Pero, felizmente, he salvado antes tal consideración, pues al hacer estas crónicas, el terreno de la política me está vedado. La apocalíptica oración del Sr. Sol y Ortega huyó, con Loa parlamentarios escarceos del CONDE DR LAS ALHE- sus negruras, del horizonte parlamentario, apareciendo NAS inquieto procer que resucita las justas y torneos me- con luces de consuelo y de esperanza el discurso del señor dioevales, adorador de aquella justicia distributiva de ROMERO ROBLEDO. Por lo que á nosotros respecta, sólo heTriboniano, aegAn la cual los premios y los castigos han mos de examinar el tan comentado discurso por lo que de darse conforme á los merecimientos de cada uno, lleva- toca á su trascendencia sodal, haciendo, como de pasada, ron al Senado corrientes de sensación. El CONDE DE LAS ligeras observaciones á los juicios del Sr. Romero Roble ALMENAS se dolió de las Injusticias reinantes, pidió la horca do sobre el presupuesto de guerra. para los culpables de nuestra situación angastiada, seftaEl discurso del ex-ministro tuvo un amarguísimo tono lando como el clou, como la causa enciente de todo ello, socialista; reflejó aquella gran parte de opinión desvalida el derroche de recompensas concedidas .. Y llegado al te- é inerme que ve al rico enseñoreado y despótico y al porreno de las pruebas, involucró las cifras, sumó como ho- bre abatido y descontento. Fué algo sincero, algo sano, mogéneas cantidades de espede varia, y aterró al buen pú- algo "verdad,,, dicho y sentido de manera gallarda. Al atablico de las tribunas con una toulidad inexacta, y por lo car, con empuje brioso, la obradel general Polavieja,el seinexacu injttsu, y por lo injusta censurable y odiosa.—En ñor Romero Robledo no tuvo otro argumento que la palaaquella ocasión S. S. se olvidó de Triboniano. Pero hasta bra sacrificio. Reconoció con justicia que el elemento miel buen público de las tribunas hubo de sentirse amargado liur no habría de oponerse á él; pero al decir que llevaba por las frases del conde de las Almenas... "Los fusiles de la opinión de machos Generales, Jefes y Ofiziales, coníornuestro ejército han vuelto vírgenes de América.^ Esto mei en la necesidad de que lo presupuestado para material que, si no fuese injuria, sería por lo menos inexactitud do- de artillería y defensa de costas debiera suprimirse, el loroso, no necesita juicio ni comentario. Vea S. S., sefior fogoso político exageró, sin duda alguna. Y su exageración conde, el discarso de un político más liberal que S. S , el fué patente al añadir: "¿Para qué? ¿Para qué artillar y SR. SilNCHBz GUERRA, al apoyar su proposición en pro de defender las costas? ¿Para luego entregarlas como las la viada del general Vara de Rey... Y, de paso, S. S., fer- de la Habana?„—^o, Sr. Romero Robledo. viente católico, acuérdese del pasaje del Eclesiastis: ¡Ay . La opinión del Ejército, y aun la del país—y estaba por del que siembra la ciMaña en el campo de sus hermanos!,,. decir que la de S. S.—es otra. Si se hace un presupuesto "verdad», si los cañones son del mejor sistema, si las defensas son formidables, conj arreglo á los últimos adelas-

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tos, ¿qué duda cabe, Sr. Rom:ro Robledo, de que las costas no habrán de entregarse tan así como así? Lo que no defienden las costas son los pechos generosos, por generosos que sean. Decía el Sr. Romero Robledo que pueden hacerse economías en el personal, señalando esos inútiles centros qne son carga para el presupuesto, y á la vez estorbo y obstáculo para la rápida tramitación. Y ¡Lñadla.:—"Mi ideal seria un ejército de voluntarios „—Sólo que, convencido de su error del momento, hubo de subsanarlo en seguida, haciendo hincapié en que, por el contrario, "la brillante Oficialidact española está muy mal retribuida, en tanto que el Generalato cobra pingües sueldos „

Aguardábase con gran expectación el discurso del señor CANALEJAS, y hay que reconocer que el joven ex ministro demócrata ha respondido de manera brillante. Nun-a habló el Sr. Canalejas como en la tarde del miércoles, jamás rayó á tan envidiable altura. Usando de los tonos sinceros y valientes qne el Sr. Romero Robledo empleó con provecho tanto, atacó los presupuestos en general, examinando el de Guerra bajo un punto de vista enteramente nuevo. "Vosotros, señores diputados—decía—no votaríais una disminución en los gastos de carreteras, ni en el de escuelas públicas. ¿Cómo habríais de hacerlo en el de material y artillado v deíensa de costas!* Lo que es, que estáis enseñados tristemente; lo quers, que teméis que se repita el hecho de que el pueblo psgue cañones buenos y baques inmejorables, y luego los cañones sean inservib'es y los buques combustible para un incendio „ Y proseguía el fogoso orador: "Se dice que, de recargar los tributos se sublevaría el Ejército... cuando el Ejército está á punto de sublevarse si los tributos no se recargan, si el sacrificio no se impone á todos por igual El Sr. Cinalejas pide que las recompensas sean revisadas, no por mu cnas, si no por insuficientes y por ir^ negarlo? sentí que en mi corazón reverdecían de pronto los siempre gratos recaerdos de mis primeros amores. Ambos quedamos mirándonos de hito en hito, y así hubiéramos continuado hasta la consumación de los siglos, sí

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ella, más resuelta que yo, no hubiera roto aquel silencio que ya iba haciéndose embarazoso. Y después de los saludos de rúbrica en tales casos, me dijo: —Ya que la casualidad nos ha vuelto á reunir, deseo que hablemos... Tenemos que hablar muchísimo... Han pasado tantas cosas... En fin... ¿Te has casado? —No—la contesté. —Mira: vivo en la calle de... número... Te espero mañana á las once... ¿Irás? -Iré. Y con un inerte y expresivo apretón de manos nos despedimos. No necesito encarecer á ustedes la impaciencia con que aguardé la lleg:ada del siguiente día, pues el que más y el que menos se habrá visto en situaciones análogas ó parecidas. Aquella noche, como en mis buenos tiempos de enamorado, no pude conciliar el sueño. La perspectiva de una entrevista con una mujer hermosa siempre es motivo de desvelo. iTantas cosas podrían salir de aquella visita! Pasó la noche. Amaneció. Aquella mañana procuré vestirme con más esmero que nunca. El caso no era para menos. A las diez y media salí de mi casa, dirigiéndome seguidamente á la de Matilde. Apenas le anunciaron mi visita, me hizo pasar á un elegante y coquetón gabinete donde ella me esperaba. —Aquí me tienes—le dije tomando asiento á su lado. —Te agradezco la visita... Ya sabía yo que no faltarías. —Mucho decir es eso—añadí con marcada intención. —Fiaba en tu galantería. —Hiciste bien. —H* deseado vivamente esta entrevista para darte una explicación de mi conducta. —Explicación que yo no te pido—le contesté con cierta altanería. —Sin embargo, yo deseo dirt.la. —Si es tu gusto. —Has de saber que mi madre (q. e. p. d.) concertó secretamente mi boda con el hijo de un opulento banquero, con el cual me obligó á casarme, contrariando violentamente los impulsos de mi corazón. Doce años más tarde enviudé, quedando dueña de cuantiosas rentas. —¿Y no tuviste familia? —Sí, una niña que ahora tiene diez y siete años, á la cual te voy á presentar ahora mismo. Matilde hizo sonar un timbre eléctrico, y seguidamente se presentó un criado, al que le dijo: —Diga V. á la señorita Luisa que venga. Un momento después alzóse el elegante portier que cubría la puerta del gabinete, y confieso ingenuamente que no pude contener una exclamación de asombro, creyén. dome presa de un sueño. Pronto ante mis ojos apareció, no Luisa, sino Matilde, 1» propia Matilde, en la dichosa época de nuestros primeros amores. Era su vivo retrato; tenía su misma edad, su misma sonrisa, sus mismos ojos, la misma gallardía en el talle, la misma pureza de líneas... Matilde, apercibiéndose de mi asombro, me preguntó con ese orgullo propio de las madres. —¿Qué te parece? —{Preciosa, divina, ideal!... jSi eres tú misma, si es tu vivo retratol—le contesté con entusiasmo. Matilde y yo quedamos los mejores amigos del mundo. Yo la perdoné sus ingratitudes teniendo en cuenta las razones que la impulsaron á cometerlas. Creo ocioso decir á Vds. que Luisita me gustó tanto ó más de lo que me había gustado su madre diez y ocho años antes, y que mis visitas á su casa eran cada vez más frecuentes. Ambas me recibían siempre con ostensibles muestras de afecto, y esto me alentaba á emprender la conquista de la encantadora niña, para quien el objeto de mis asiduidades no era ya un misterio.

Y así fueron transcurriendo dulcemente días y meses, hasta que una tarde me dijo Matilde: —Tenemos que hablar de cosas seriaSi —Estoy á tus órdenes—le contesté, inmutándome ligeramente, pues me figuré que ella había adivinado mis propósitos. —Reconozco—continuó Matilde —que he sido una ingrata contigo, que te he hecho sufrir mucho, que agosté en flor tus más risueñas esperanzas. —No sé dónde vas á parar. —No me interrumpas. He adivinado el motivo de tus constantes visitas á esta casa... — ¡Ehi —exclamé poniéndome encendido como una amapola. —SI; las mujeres somos muy diestras para adivinar lo que pasa en el corazón de los hombres. —¿Luego tú?... —Lo sé todo; mejor dicho, lo sospecho todo. —De manera... —Que estoy dispuesta á resarcirte con creces de las pasadas amarguras, á darte el desquite de lo mucho que por mi causa has sufrido. —¿Luego tú no te opones?... —No. —¿De modo que estás dispuesta áser mi suegra? —¿Cómo? ¿Qué has dicho? - m e preguntó Matilde, poniéndose densamente pálida —¿Pero tú por quién vienes aquP ¿Por mí 6 por mi hija? —Por tu hija. — ¡Por ella! —exclamó con acento de infinita amargura al recibir aquel rudísimo golpe asestado á su amor propio, y cayó desvanecida sobre una butaca. Cuando, una hora más tarde, M4tilde tornó á la vida, y cerciorado de que el mal era pasajero, salí de aquella casa á la cual no he vuelto jamás. ANTO.MO B A L C A Z A R .

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BIBLIOGRAFÍA Hemos recibido el folleto Protesta de I» Asociación general de Clases pasivas de Espaia contra el decreto de 4 de Abril de 1899. Dicho folleto, elegantemente editido, ha sid-) escrito por la comisión nombrada al efecto, ó sea por los Sre>. D. Ma. riano Síchar, D. Pablo Medina y D Ricardo García, si bien posteriormente ha hecho suya esta obra la Junta de Defensa de las Clases pasivas Aparece primero el decreto que niotiva el escrito, y después de breve prólogo y preámbulo, estudia detenidamente el asunto á que se refiere el citado decreto, no sólo desde el punto de vista doctrinal, sino desde el histórico y legislativo, económico y administrativo. Por último, establece las conclusiones que entiende justas dicha Asociación, y termina con una serie copiosa de datos interesantísimos para el completo conocimiento de esta materia, tan digna de estudio, por convenir á los que fueron fíeles servidores del Estado y á sus respetables familias. Felicitamos, pues, á la comisión redactora del folleto por la competencia y profunda inst.uccíón de que ha dadu muestra en el trabajo que nos ocupa, el cual, no sólo -irve para expo • ner las miras y aspiraciones de las numerosas clases pasivas, sino como útilísimo compendio de cuanto puede ilustrar para la justa resolución de los asuntos que á las mismas se refieran. ~"

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PUBLICACIONES La Revista Técnica de Infantería y Caballería correspondiente i I."de Julio publica los siguientes artículos; Vidrt militar en el siglo xvi, por Birado; El cuartel escuela de la patria, por Ibáñez Marín; La víspera de Jena, Trabajos de campaña y herramientas de la tropa de Infantería, por Gallego; Formas de la disciplina; Bibliografía.

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SECRETARÍA DE LA NACIÓN MILITAR Informaciones particulares. Sr. D. A G. de la T.—La instancia de V. se halla para su resolución en la Sección de Campaña.

raAi=»oi*T.AisrTE2 L o s seAores )iabscriptor«s q n e s a l d a n d e ÜU r e s l d e n c i n h a b t t B a l , r e c i b i r á n LA NACIÓN MILITAR, sin aumento

de pre-

cio, «n los puntoii q n e Indiquen, nvlc>audo á i a .44lminl§traclén las s e ñ a s e o n que deben r e m i t í r s e l e s tos H ú m e r o s .

Dos admirables colecciones de vistas artísticas de Portugal presentará esta semana el salón de la calle de la Montera, 16: La primera, que queda expuesta hasta el miércoles, conduce los numerosos aficionados á estos viajes í Lisboa; la segunda, del jueves al domingo, constituye una excursión en toda regia á los célebres palacios y conventos de Cintra, Monserrat, Mafra y Belem.

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28,

CORRESPONDENCIA CON NUESTROS LECTORES Cto. de B. 4." Z. M,—Barcelona.—Hecha subscripción. —Remitan importe en libranza. Sr. D. J. F . A.—Barcelona.—Hecha subscripción semestre. Se mandan folletines. D. M, V. T.—Alicante.—Hecha subscripción trimestre. Se mandan folletines. D. P. P. R.—Paymogo.—Tiene V. pagado hasta fin Agosto. Se tendrá en cuenta su deseo. D. A. Z. H.—Las Palmas.—El trimestre que pagó directamente fué el de i.° Enero á fin de Marzo, y el recibo que se le envió comprende de i.° Abril á fin de Junto. D. A. G. de la C—Valencia.—Hecha subscripción hasta i.° Octubre. Se mandan números de Julio. D. P. S,—Lérida.—Cambiada su dirección. D. J. P.—Andraitx.—Se le remiten libros y números que le faltan. Se le pasará cargo. B, A. de I.—Toledo.—Se remiten números 4 y 24, 36'.6.-A. Avrial, impresor, San Bernardo,!í2, Mzúná.-Teléf,

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