INFORME DE RESULTADOS

MUJERES, SEXUALIDAD, CUIDADOS Y VIH-SIDA. PRÁCTICAS Y SIGNIFICADOS EN TORNO AL USO DEL PRESERVATIVO FEMENINO REPUBLICA ARGENTINA, 2012. Dirección de

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MUJERES, SEXUALIDAD, CUIDADOS Y VIH-SIDA. PRÁCTICAS Y SIGNIFICADOS EN TORNO AL USO DEL PRESERVATIVO FEMENINO REPUBLICA ARGENTINA, 2012.

Dirección de Sida y ETS, Ministerio de Salud de la Nación de la República Argentina

INFORME DE RESULTADOS

Dra. Maria Laura Recoder Lic. Natalia Sosa Loyola

Agosto de 2012

Índice

Resumen……………………………………………………………………………………………………………………………………

4

I. Introducción …………………………………………………………………………………………………………………..………

6

Preservativo masculino, preservativo femenino y políticas públicas de prevención de la infección de VIH e ITS …………………………………………………………………………………………………………………….

7

Categorías de integración analítica ....……………………………………………………………………………………

8

Metodología y diseño del estudio …………………………………………………………………………………………

10

II. Mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH ………………………….

16

1. Las mujeres ………………………………………………………………………………………………………………………………..

16

2. Métodos anticonceptivos y/o de protección, cuidados y prevención …………………………………….…… 19 3. Sobre el preservativo masculino …………………………………………………………………………………..……………. 23 4. Ideas y conocimientos sobre el preservativo femenino (previos a su uso) ………….………………

29

5. Sobre el uso del preservativo femenino: opiniones, sensaciones y percepciones de las mujeres…………………………………………………………………………………………………..……………………………. 35 Las mujeres que no utilizaron el preservativo femenino ……………………………………………………….. 45 6. Sobre el uso del preservativo femenino: opiniones, sensaciones y percepciones de los varones …………………………………………………………………………………………………………………………………………………….…. 47 7. Género, sexualidad y cuidados ……………………………………………………………………………………………......

50

8. Responsabilidad, autonomía y diferencias de género en los cuidados en las relaciones sexuales …………………………………………………………………………………………………………………………………….…..

52

9. Mujeres con VIH, sexualidad, cuidados y uso de preservativo …………………………………………….……..

56

10. La posibilidad de adopción del PF como método anticonceptivo o de protección en el Futuro ……………………………………………………………………………………………………………………………………..…….. 65 11. Síntesis I………………………………………………………………………………………………………………………….……….

67

III. Mujeres trabajadoras sexuales ……………………………………………………………………………………………… 71 1. Las mujeres ………………………………………………………………………………………………………………..………………

2

71

2. Métodos anticonceptivos y/o de protección, cuidados y prevención …………………………………………. 74 Sobre el preservativo masculino …………………………….……………………………………………………………..

77

3. Ideas y conocimientos sobre el preservativo femenino (previos a su uso)……………………………

81

4. Sobre el uso del preservativo femenino: opiniones, sensaciones y percepciones de las Mujeres ………………………………………………………………………………………………..……………………………………….. 86 Valoraciones del PF en su uso con clientes……………………..……………………………………………………… 84 Valoraciones del PF en su uso con parejas/novios/clientes de confianza/amigos ……………….…

89

Las mujeres que no utilizaron el preservativo femenino …………………..…………………………………… 93 5. Sobre el uso del preservativo femenino: opiniones, sensaciones y percepciones de los Varones………………………………………………………………………………………………………………………………………….. 96 6. Responsabilidad, autonomía y diferencias de género en los cuidados en las relaciones Sexuales…………………………………………………………………………………………………………………………………………. 99 7. Posibilidad de adopción del PF como método anticonceptivo o de protección en el Futuro…………………………………………………………………………………………………………………………………………….. 102 8. Síntesis II…………………………………………………………………………………………………………………………………….. 103

IV. Bibliografía.…………………………………………………………………………………………………………………………… 106

3

Resumen Presentamos a continuación los resultados de un estudio exploratorio y descriptivo cualicuantitativo sobre prácticas y significados respecto al uso del preservativo femenino (PF) en 235 mujeres que viven en contextos de vulnerabilidad al VIH/sida e ITS en 4 ciudades Argentinas (Buenos Aires, Córdoba y Mendoza). Se trató de una investigación desarrollada conjuntamente por organizaciones de la sociedad civil (AMMAR, Red Bonaerense de personas viviendo con VIH; Red Norte de personas viviendo con VIH y Redes Nueva Frontera), la Dirección de Sida y ETS del Ministerio de Salud de la Nación y UNFPA, entre agosto del 2011 y julio del 2012. Se realizaron 470 entrevistas cerradas a: 80 mujeres trabajadoras sexuales, 71 mujeres sin diagnóstico de VIH, 74 mujeres con VIH. El diseño de investigación contempló la realización de una entrevista inicial de presentación del PF, la entrega de PF para su uso y una segunda entrevista para discutir y evaluar la utilización del mismo. Complementariamente se realizaron 10 talleres de discusión sobre el uso del PF de los que participaron 103 de las mujeres entrevistadas. Se manifestó una utilización importante y elevada de métodos anticonceptivos y/o de protección que vario según los grupos analizados entre el 70% y el 99%, siendo el PM el más utilizado. En este punto es importante atender a los sesgos del estudio descriptos en el informe. En líneas generales la evaluación del PF fue positiva en los tres grupos siendo que cerca de la mitad de las entrevistadas lo califico como “bueno” o “muy bueno”. Entre el 41% (mujeres sin diagnóstico) y el 75 % (mujeres TS) de las mujeres manifestó que podrían utilizar el PF como método de cuidado. Como principales desventajas se refirieron la cuestión estética, el tamaño, el ruido que produce y el desconocimiento del insumo. Desde una mirada de género y atendiendo a su dimensión relacional destacamos que: a) la iniciativa para la utilización del PM recae, según las mujeres entrevistadas, en la mujer (aunque reconocen que no debería ser así); b) en las valoraciones realizadas por las mujeres sobre el PF aparece marcada y transversalmente la comodidad/practicidad/conveniencia del varón como foco de atención y definición; c) se destacó la potencialidad del PF para brindar mayor autonomía a las mujeres, haciendo énfasis en la importancia de ésta principalmente en situaciones en las cuales la negociación del uso del preservativo resulta dificultosa. En el caso de las mujeres viviendo con VIH (quienes comparativamente mostraron mayores expectativas respecto a la adopción del insumo), las nociones sobre los cuidados, la sexualidad y el uso del PF se inscribieron en el marco de su padecimientos, los debates sobre el “gerenciamiento del secreto” con sus parejas y la negociación del uso del preservativo masculino.

4

Al interior del grupo de las mujeres TS se observo la asociación entre PM y trabajo y su negativa repercusión en los cuidados al interior de las parejas. Muchas mujeres TS afirmaron que el PF puede constituirse en una buena opción para los clientes que no quieren usar PM. Estos resultados colocan al PF como una herramienta de prevención alternativa y/o complementaria al PM que puede fortalecer la autonomía de las mujeres (mujeres con y sin VIH y mujeres TS) y facilitar sus prácticas de cuidado. En colectivos como el de las mujeres trabajadoras

sexuales

y/o

mujeres

con

VIH

puede

contribuir

especialmente

al

“empoderamiento” y la toma de decisiones respecto a los cuidados en las prácticas sexuales. En mujeres viviendo con VIH puede contribuir además, a alivianar un conjunto de tensiones y conflictos vinculados a la relación entre padecimiento, sexualidad y la necesidad de cuidado en las relaciones sexuales. No obstante es necesario un profundo trabajo de promoción y capacitación para que mujeres y varones se familiaricen con el mismo y así puedan optar (o no) por su utilización.

5

I. Introducción Los años 90 evidencian en la República Argentina un aumento significativo y constante en las cifras de mujeres infectadas por el virus del VIH/sida. En la última década (2001-2010) 20.335 mujeres se infectaron con el virus, 3.111 en el período 2009-2010. El 89% de las mujeres infectadas adquirió el virus través de una relación sexual no protegida (Ministerio de Salud, DSyETS, 2011)1. Estas cifras demandan sin duda, el desarrollo de estrategias y actividades de prevención que contemplen las especificidades de las mujeres, sobre todo aquellas en contextos de vulnerabilidad incrementada al virus.

En el marco de las sociedades Latinoamericanas, Argentina se caracteriza como una sociedad signada por la desigualdad en las relaciones de género. Estas relaciones definen y condicionan las características de lo femenino y lo masculino, sus roles y las formas de relacionarse en la vida cotidiana. Mientras los estereotipos de género asocian lo femenino al cuidado, la responsabilidad, la sensibilidad, el afecto y el dialogo, entre otros; lo masculino, en oposición, refiere a los rasgos estereotipados de valentía, fortaleza, riesgo, osadía y virilidad. Estas características se traducen en roles y prácticas diferenciales para cada género que se complementan subordinadamente estableciendo relaciones de desigualdad entre mujeres y varones. Estas relaciones de desigualdad atraviesan la sexualidad condicionando las posibilidades de cuidado durante las relaciones sexuales. Así las mujeres se ubican en una particular situación de vulnerabilidad al VIH y otras ITS en la medida en que no poseen el poder suficiente para negociar prácticas de cuidado, entre ellas el uso del preservativo masculino en la relación sexual.

1

Hoy nuestro país presenta una epidemia concentrada en los principales aglomerados urbanos de todas las jurisdicciones. Se estima que 4 de cada mil adultos están infectados con el virus (Ministerio de Salud, DSyETS, 2011). De los diagnósticos de nuevas infecciones producidos los dos últimos años, dos tercios son hombres, en promedio tienen 36 años los varones y 33 años las mujeres, el 20% son menores de 24 años y el 21% mayor de 45 años. El 35% vive en el área metropolitana de Buenos Aires y esa proporción asciende al 67% si se suma el resto de la región central del país. El 48% de los varones y el 63% de las mujeres no completaron la escuela secundaria. El 89% de las mujeres y el 86% de los varones se infectaron durante una relación sexual desprotegida. En el caso de los varones, el 48% contrajo el virus durante una práctica sexual con una mujer y el 38% con otro varón. Hasta el 30% de los varones y el 15% de las mujeres fueron diagnosticados en etapas sintomáticas de la infección (Ministerio de Salud, DSyETS, 2011). La relación entre la cantidad de varones y mujeres diagnosticadas en el ámbito nacional fluctúa a lo largo de la década entre 1,6 y 1,8 varones por cada mujer diagnosticada. Sin embargo, este indicador presenta grandes diferencias regionales. En el período 2009-2010, CABA y Cuyo mostraron valores más elevados para este indicador, 2,7 y 2,2 respectivamente. (Ministerio de Salud, DSyETS, 2011). Durante el año 2009, el 24,8% de los diagnósticos fueron tardíos, el 28,5% en el caso de los varones y el 14,9% en el de las mujeres, proporciones que se han mantenido prácticamente sin cambios a lo largo de toda la década (Ministerio de Salud, DSyETS, 2011).

6

Las dificultades en la incorporación del preservativo masculino en las relaciones sexuales (tanto heterosexuales como homosexuales) vienen siendo documentadas en nuestro país (JORRAT y Col., 2008, COMAS y Col., 2008, PECHENY, 2008, 2012) colocando importantes desafíos tanto a las actividades preventivas existentes, como a las futuras propuestas de prevención del VIH e ITS. En esa dirección es fundamental resaltar la importancia de crear estrategias de prevención que tengan en cuenta las relaciones de poder cotidianas en las dinámicas de las relaciones sexuales.

Tomando estos datos como punto de partida, realizamos el estudio, que presentamos a continuación, sobre prácticas y significados en torno al uso del preservativo femenino (PF) en mujeres en diversos contextos de vulnerabilidad al VIH/sida. El objetivo del mismo fue comprender las modalidades de cuidado existentes y las posibilidades del uso del PF. La inquietud que orientó la investigación fue saber si el preservativo femenino podría funcionar como una tecnología especifica que permitiera reducir los márgenes de desigualdad en las relaciones sexuales entre varones y mujeres, particularmente respecto a las prácticas de cuidado.

Preservativo masculino, preservativo femenino y políticas públicas de prevención de la infección de VIH e ITS. Nuestro país ha tenido, desde el año 2007, una política fuerte y sistemática de distribución y accesibilidad al preservativo masculino (PM). Desde su incorporación en el mercado nacional, este producto se vendió en farmacias, kioscos, supermercados, estaciones de servicio, entre otros. Por su parte el Estado Nacional, a través de la Dirección de Sida y ETS (DSyETS) del Ministerio de Salud de la Nación, desde hace 5 años, comenzó a tener una respuesta sistemática de compra y distribución de PM2. Esta Dirección distribuye en la actualidad alrededor de 4 millones de preservativos mensuales en todo el país, llegando a todo el territorio nacional. Se distribuyen, vía una cuidada logística, a través de hospitales, centros de salud, organizaciones comunitarias, y un conjunto de otras organizaciones de la sociedad civil e instituciones. 2

También el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable provee preservativos masculinos a efectores públicos de salud. Desde la implementación de este Programa en 2003 el preservativo masculino forma parte de la canasta de métodos anticonceptivos y de cuidado, que se ofrece de forma gratuita, incluyendo a población con seguro privado de salud y cobertura de obra social.

7

La historia del PF en Argentina se remonta a finales de los 90, cuando se introduce en el mercado el “Female Condom”. Estos PF, de elevado costo y sin una campaña de publicidad que comunicara la existencia del producto, se vencieron en los anaqueles de las farmacias y en dos años el producto se extinguió del mercado argentino. Una partida de PF fue distribuida por el Proyecto Argentina del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, en el marco de distintos proyectos preventivos llevados adelante entre el 2003 y el 2005. En 2008 la empresa CIDAL S.A. hizo un nuevo intento, importando otro modelo, el “DKT Internacional”. Este segundo modelo de PF tampoco tuvo una promoción y distribución adecuadas en el mercado, sufriendo la misma suerte que el primer modelo.

En aquella ocasión el Ministerio de Salud de la Nación, a través de la DSyETS adquirió 800 unidades que fueron distribuidas como material didáctico e informativo para el trabajo preventivo de los equipos de salud3. La falta del preservativo en el mercado hizo que la DSyETS acordara con UNFPA una donación de 10.000 PF (FC2) para poder continuar incorporándolo como material didáctico en su programa del “Maletín Preventivo”. Parte de esos PF fueron utilizados en la realización de este estudio.

A comienzos del 2012 UNFPA efectuó una nueva donación de PF a la DSyETS que será distribuida focalizadamente a través de organizaciones de la sociedad civil con trabajo en prevención del VIH e ITS. Paralelamente la DSyETS comenzó los procesos de compra pertinentes para adquirir el producto y garantizar su distribución en el futuro. El producto sigue sin ser comercializado en el mercado argentino.

Categorías de integración analítica. A continuación puntuaremos el conjunto de categorías integradoras que nos permitieron desplegar los resultados e integrarlos en un análisis preliminar, subrayando que estas categorías son construcciones sociales, producto de relaciones sociales históricamente situadas y determinadas.

3

Desde los equipo de Prevención y Comunicación de la Dirección de Sida y ETS se elaboró un “Maletín Preventivo” destinado a equipos de trabajo en salud, sexualidad e ITS en donde se incluyen preservativos masculinos y femeninos, materiales gráficos y distintos anticonceptivos. El preservativo femenino es un material de suma importancia para el trabajo preventivo de los equipos de salud ya que forma parte de las herramientas para las actividades de formación.

8

El género en tanto categoría social, remite a los rasgos y funciones psicológicas y socioculturales que se atribuyen a cada uno de los sexos en cada momento histórico y en cada sociedad. Entendemos al género como construcción social e histórica, como el conjunto de ideas, prescripciones y valoraciones sociales sobre lo masculino y lo femenino que se elaboran a partir de la diferencia sexual (Lamas 2006). El género es una construcción relacional que reconoce la existencia de relaciones de poder asimétricas entre grupos de varones y mujeres siendo estas históricamente desfavorables para las mujeres. Estas relaciones constitutivas de las personas atraviesan toda la sociedad en articulación con otras relaciones sociales como la clase, la etnia, la edad, la religión, etc.

La noción de contextos de vulnerabilidad refiere al conjunto de relaciones y condiciones de desigualdad económica, sociales, políticas, culturales y ambientales que impactan negativamente en sujetos y grupos sociales provocando específicos procesos de fragilización, reconociendo la centralidad de estos condicionamientos en el proceso de salud, enfermedad y atención. Reconociendo también, la importancia de las instancias de protección social, los soportes, las redes y las estrategias que posibilitan afrontar, resistir o modificar las condiciones de precariedad (Grimberg 2003) frente a la enfermedad y la muerte. Pensar en contextos de vulnerabilidad supone comprender que la posibilidad de enfermar o morir de los sujetos y grupos sociales es el resultado de un conjunto de aspectos, individuales, colectivos y contextuales que se combinan en una mayor vulnerabilidad a los padecimientos, y que inseparablemente, supone también el mayor o menor acceso a los recursos para protegerse.

La accesibilidad, es una categoría relacional que involucra, personas, servicios y recursos. En el caso de los servicios de salud indica el grado de facilidad con que las personas obtienen recursos y cuidados de salud. Se la concibe como la resultante de la interacción entre un individuo que procura cuidados y profesionales que lo conducen dentro del sistema. Algunos autores, ponen el énfasis en las características de la oferta de los servicios que facilitan o limitan su uso potencial por parte de los usuarios (Travessos 2004). Así para mejorar los niveles de acceso a estos servicios y a la oferta de cuidados es preciso colocar los recursos cerca de las personas y los grupos involucrados. Se requiere de intervenciones centradas en las personas que promuevan la construcción de ciudadanía, desde el derecho y estimulando la autonomía. Se trabaja a partir de la construcción de acuerdos y compromisos entre los “actores instituciones” que participan en la respuesta. La accesibilidad involucra tanto una dimensión geográfica como socio-económica y organizacional.

9

La noción de auto-cuidado es un proceso estructural en toda sociedad, una actividad básica del proceso salud/enfermedad/atención. Es el conjunto de representaciones y prácticas que la población utiliza a nivel de sujetos y grupos sociales para diagnosticar, explicar, atender, controlar, aliviar, aguantar, curar, solucionar o prevenir los procesos que afectan su salud, sin la intervención central, directa o intencional de curadores y/o profesionales; aun cuando estos puedan ser la referencia de la actividad de la auto-atención. El auto-cuidado puede ser entendido en sentido amplio y en sentido restringido. En sentido amplio el auto-cuidado supone las representaciones y prácticas requeridas para asegurar la reproducción biosocial de sujetos y grupos sociales. En su sentido restringido involucra específicamente a las representaciones y prácticas aplicadas intencionalmente al proceso de salud, enfermedad y atención (Menedez 2006).

Metodología y diseño del estudio Desde el Área de Prevención de la DSyETS llevamos adelante un proceso de gestión coparticipado con los programas de VIH-sida de las distintas jurisdicciones provinciales y municipales y con organizaciones de la sociedad civil (OSC) vinculadas al trabajo en VIH-sida. La co-participación supone una responsabilidad compartida respecto a los problemas de salud, enfermedad y atención vinculados al VIH/sida. Esto significa que tanto las jurisdicciones como las OSC son colaboradoras y garantes de la búsqueda de los objetivos propuestos. Esta coparticipación nos habla de una responsabilidad compartida, pero diferenciada: el Estado garantizando un ambiente estable, en cuanto a seguridad jurídica y pública, así como conocimientos, recursos y capacidades; y los distintos sectores de la sociedad civil aportando experiencia, conocimiento, experticia, vínculos con las comunidades y sus necesidades. Incentivándose siempre, el trabajo conjunto.

Desde esta modalidad de trabajo fue que propusimos un proceso de investigación vinculado directamente a la producción de información pertinente para los objetivos de una gestión coparticipada en el área de prevención; y fundamentalmente significativa para los distintos actores que en ella intervienen. Esto significó iniciar un proceso de participación con distintas OSC con trabajo en prevención y la generación de consensos respecto la importancia de realizar el estudio, la delimitación del problema a ser estudiado, su jerarquización y las formas posibles de su abordaje. El diseño de esta investigación es el resultado de un conjunto de

10

encuentros entre OSC, representantes de distintas instituciones de salud y representantes de la DSyETS, comenzado en 2009, a partir de la discusión sobre la mejor utilización posible de la donación de los 10.000 preservativos femeninos realizada por UNFPA ese mismo año. Después de un proceso de discusión y selección conjunto fueron 4 OSC las que desarrollaron el estudio conjuntamente con la DSyETS y UNFPA. - AMMAR (Filiales: Córdoba y La Plata) - Red Bonaerense de personas viviendo con VIH (Zona Oeste GBA) - Red Norte de personas viviendo con VIH (Zona Norte GBA) - Redes Nueva Frontera (Mendoza) Por su parte UNFPA brindo apoyo técnico y financiero al proyecto.

Así, propusimos realizar un estudio exploratorio y descriptivo de carácter cuali-cuantitativo cuyo objetivo general fue, describir y analizar las prácticas y significados en torno al uso del preservativo femenino (FC2) y las condiciones de su aceptabilidad en distintos grupos de mujeres que viven en diversos contextos de vulnerabilidad al VIH/sida y ETS en distintas ciudades Argentinas. La investigación se realizó entre los meses de agosto de 2011 y julio del 2012.

Elegimos como estrategia de investigación la triangulación de métodos (Minayo 2005), lo que supuso la combinación de abordajes cualitativo y cuantitativo con el objetivo de potenciar los abordajes y producir datos con mayor pertinencia para nuestro objetivo preventivo.

Realizamos 470 entrevistas cerradas a 235 mujeres usuarias de los servicios públicos de salud (dos entrevistas por mujer) y 10 talleres de discusión con un promedio de 8 mujeres por taller (80 mujeres).

Dividimos nuestro universo en tres grupos según criterios epidemiológicos de vulnerabilidad diferencial a la infección (y re-infección) de VHI/sida e ITS:

Grupo I: mujeres trabajadoras sexuales (80 mujeres) Grupo II: mujeres sin diagnóstico de VIH4 (71 mujeres) Grupo III: mujeres con VIH (74 mujeres).

4

Nos referimos a “mujeres sin diagnóstico”, al conjunto de mujeres que refieren no tener VIH, independientemente de que se hayan realizado el test de VIH o no. Son “mujeres sin diagnóstico y no mujeres con un “resultado negativo” de VIH.

11

El total de las participantes se distribuyeron de forma homogénea entre los 18 y 65 años

Otros criterios de selección fueron: haber iniciado su vida sexual, no desear tener un hijo en los próximos 4 meses, participar en todas las etapas de la investigación y la firma de un consentimiento informado.

Se realizaron entrevistas estructuradas y cerradas a mujeres y talleres de discusión del PF teniendo en cuenta las siguientes dimensiones de exploración y análisis:



Sexualidad femenina/masculina (prácticas/significados/deseos/valores/expectativas)



Experiencias en el uso del preservativo femenino (dispositivo/cuerpo/pareja sexual)



Prácticas sexuales y prácticas de cuidado en relación con el VIH/sida y las ITS



Condiciones de acceso a los servicios de promoción, atención y cuidado de la salud

El reclutamiento de las entrevistadas participantes del estudio, así como la realización de las entrevistas cerradas estuvo a cargo de las OSC mencionadas. Cada organización recibió una capacitación para la organización del reclutamiento, el manejo del cuestionario y la presentación del PF a cada una de las mujeres entrevistadas. Conjuntamente con la capacitación se les dio herramientas para el trabajo (modelo pélvico, folletos de PF, presentaciones en power point, y video educativo). Cada entrevistada recibió un pago por gastos de movilidad y alimentación.

La cantidad de mujeres entrevistadas en cada uno de los grupos fue definida por las OSC en función de su capacidad de reclutamiento, así la distribución fue la siguiente:

Organización

AMMAR AMMAR Red Bonaerense de personas viviendo con VIH Red Norte de Personas viviendo con VIH Redes Nueva Frontera Total

Localización

Córdoba Capital La Plata Zona Oeste GBA Zona Norte GBA Ciudad de Mendoza

Mujeres entrevistadas Mujeres Mujeres Trabaja (VIH) doras sexuale s 40 40

Talleres de discusión 1°



15 10

12 7

21

29

-

8

15

23

27

-

12

12

27

18

-

7

5

71

74

80

52

51

12

El diseño de los instrumentos de indagación estuvo a cargo del equipo de la DSyETS y fue consultado con las OSC. Se diseñaron dos tipos de cuestionarios: uno para encuestar a mujeres sin diagnóstico de VIH y con VIH y otro para encuestar a mujeres trabajadoras sexuales.

Así, el diseño del estudio previó la realización de dos encuentros con cada una de las mujeres encuestadas: uno antes del momento de conocer el PF y otro después de haberlo utilizado. Para cada instancia se diseñó un cuestionario distinto.

-

En el encuentro 1 (inicial) se informó a las personas sobre las condiciones del estudio y se le hizo firmar un consentimiento informado. Posteriormente se le entregaron 10 preservativos femeninos brindándoles información sobre el mismo. Finalmente se le realizó un cuestionario y se arregló un próximo encuentro a los 30 días. Algunas de ellas participaron del taller de discusión inicial

-

Encuentro 2. Este segundo encuentro fue de carácter obligatorio para todas las entrevistadas. Se aplicó un segundo cuestionario. Algunas de ellas fueron convocadas a participar del segundo talleres de discusión.

Día 1

Descripción

PF Entregados

Instrumento/ operación

Taller de discusión (Presentación del PF)

-

2 horas reunión

Encuentro 1 (inicial)

10 unidades

Cuestionario 1

10

40

45

Encuentro 2 (final) (obligatorio)

-

Cuestionario 2

Taller de discusión (intercambio de experiencias sobre el uso del PF)

-

2 horas reunión

Material/ muestra

Responsable del desarrollo

1 registro (escrito y grabación) 235 cuestionarios Mujeres

Investigador ONG/Institución

235 cuestionarios Mujeres

Investigador ONG/Institución

1 registro (escrito y grabación)

Equipo DSyETS

Equipo DSyETS

Los talleres de discusión estuvieron a cargo del equipo de la DSyETS y se desarrollaron seleccionando a mujeres encuestadas. La selección de las mujeres para cada taller estuvo a cargo de cada OSC. Para cada encuentro fueron convocadas entre 5 y 15 mujeres. Se realizaron dos talleres por cada organización en las localidades correspondientes. Se realizaron 4 talleres con mujeres trabajadoras sexuales y 6 talleres con mujeres con y sin diagnóstico de VIH. En el

13

primer encuentro se les presentó el insumo y se converso sobre las expectativas respecto al mismo. En el segundo encuentro se discutió sobre su uso y las experiencias de cada una de las participantes. Los encuentros fueron grabados y desgrabados. El objetivo de estos talleres fue profundizar los núcleos de sentido relevados de los cuestionarios cerrados, así como explorar otros significados a la sexualidad y el uso del PF.

El procesamiento de los datos, análisis de resultados y escritura del informe final también estuvo a cargo de la DSyETS. El material cuantitativo producido (470 cuestionarios) fue procesado con el programa estadístico SPSS. El material cualitativo producto de los 10 talleres de discusión (20 horas de grabación) fue desgrabado y procesado en el programa Excel. Con el procesamiento se realizó un análisis de contenido que dio carnadura y voz al informe final.

Finalmente nos gustaría explicitar algunos posibles sesgos para tener en cuenta en la lectura de los resultados, producto de la modalidad de trabajo elegida: una “investigación participativa”. Consideramos que la muestra conformada determina algunos límites a los resultados obtenidos: a) la construcción de la muestra dependió de las posibilidades de las organizaciones involucradas en el estudio de convocar mujeres para participar del mismo. Esto dio como resultado una elección arbitraria de ciudades y un número arbitrario de participantes por ciudad; b) las mujeres convocadas forman parte o tienen vinculación con las organizaciones convocantes lo que supone un grado mayor de trabajo y conocimientos sobre prevención y cuidados. Esto probablemente signifique mayores niveles de cuidado que la media poblacional; c) el hecho de que las mujeres formen parte de la organización pudo haber limitado su libertad de expresión respecto de las prácticas de cuidado que realizan o que no realizan. Tal vez algunas mujeres omitieron referir la realización de prácticas que no se condicen con el dictado preventivo, con el “deber ser”, por ejemplo, tener relaciones sexuales sin preservativo siendo VIH+ o realizar trabajo sexual sin protección; d) Finalmente y muy importante es alertar al lector que la vinculación de estas mujeres con las organizaciones convocantes y el nivel de conocimientos sobre prevención y cuidados tiene una relación directa con las expectativas positivas y los altos grados de aceptación del PF. Será necesario explorar en un futuro si los altos niveles de aceptación y predisposición para el uso del PF relevados en estos grupos de mujeres,

14

se mantendrían similares si las mujeres entrevistadas no tuvieran relación este tipo de OSC.

15

II. MUJERES USUARIAS DEL SISTEMA PÚBLICO DE SALUD CON Y SIN DIAGNÓSTICO DE VIH.

1. LAS MUJERES

Participaron del estudio mujeres usuarias del sistema público de salud sin diagnóstico de VIH (71) y mujeres usuarias del sistema público de salud viviendo con el virus del VIH/sida (74) de las provincias de Mendoza y Buenos Aires (zonas norte y oeste del Gran Buenos Aires).

Mientras en las mujeres viviendo con el virus del VIH/sida el grupo mayoritario pertenecía a quienes tienen entre 35 y 39 años de edad y 40 y 44 años (24,3%), en las mujeres usuarias del sistema público de salud sin diagnóstico predominó el grupo de 18 a 24 años con el 29,6%. En este grupo el promedio de edad es de 31,8 años y la mediana de 30 años, mientras que en las mujeres con VIH el promedio y la mediana son mayores: 35,9 años y 36 años respectivamente.

Edad 35 30 25 20

Mujeres (VIH)

15

Mujeres

10 5 0 14-17

18-24

25-29

30-34

35-39

40-44

45-49

50 o más

NC

Gráfico N°1. Edad en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145)

En cuanto al nivel de instrucción alcanzado por las entrevistadas, casi la mitad de las mujeres de ambos grupos alcanzaron el nivel secundario (completo o incompleto) aunque se evidencia una situación más ventajosa para las mujeres sin VIH ya que es mayor el porcentaje de quienes alcanzaron el nivel terciario/universitario (completo/incompleto): 33,8% contra el 10,9% de las mujeres con diagnóstico positivo.

16

Nivel de estudio alcanzado 35,0 30,0 Porcentaje

25,0 20,0 15,0 10,0 5,0 0,0

Pr

im

o m n c ar i i a

ta p le Pr

im

a et p l

ta ta p le p le mo mo c in c ia ar ra i a d n ta n d cu r si cu Se in v e Se /u r io a i rc Te Te

m co ra i a

o m n c or i i

a rci

to p le

rs iv e u/ n r io

m co ra i o it

to p le

ro Ot

s

Mujeres (VIH) Mujeres

Gráfico N°2. Nivel de estudio alcanzado en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145)

La mayor parte de las mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH residían en una vivienda propia: 43,2% y 67,6% respectivamente. La segunda frecuencia en ambos casos fue para “vivienda alquilada” (25,7% para mujeres con VIH y 15,5% para mujeres sin diagnóstico). Las entrevistadas restantes refirieron vivir en una pieza en hotel/pensión o en una pieza alquilada en casa.

Dominio de Vivienda 80,0 70,0

50,0 40,0 30,0 20,0 10,0 NC

Otros

Pieza/s alquiladas en casa

Vivienda propia

Vivienda alquilada

0,0 Pieza en hotel/pensión

Porcentaje

60,0

Mujeres (VIH) Mujeres

Gráfico N°3. Dominio de vivienda en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145)

17

Las entrevistadas de ambos grupos refirieron tener una pareja estable (conviviente o sin convivencia): 74,4% en mujeres viviendo con el virus y 81,7% en mujeres sin diagnóstico.

Situación de pareja

Porcentaje

60,0 50,0 40,0

Mujeres (VIH) Mujeres

30,0 20,0 10,0 0,0 Pareja estable sin convivencia

Pareja estable conviviente

Pareja ocasional

NC

Gráfico N°4. Situación de pareja en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145)

Respecto a la proporción de mujeres que desarrollan alguna actividad remunerada no se observan diferencias significativas conforme se consigna en la tabla que sigue.

Desarrollo de actividad remunerada SI NO NC TOTAL

Mujeres con VIH (n=74)

Total (n=145)

55

Mujeres sin diagnóstico (n=71) 53

74,3%

74,7%

74,5%

19

17

36

25,7%

23,9%

24,8%

0

1

1

1,4%

,7%

100,0%

100,0%

100,0%

108

Tabla Nº1: Desarrollo de actividades remuneradas

Finalmente las mujeres viviendo con el virus informaron tener más hijos que las mujeres sin diagnóstico con un promedio de 2,5 hijos en mujeres con VIH y 2,7 en mujeres sin

diagnóstico, y una edad promedio de los hijos de 10,6 años y 10 respectivamente.

18

2. MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS Y/O DE PROTECCIÓN, CUIDADOS Y PREVENCIÓN.

Cuando se les preguntó a las mujeres (n: 145) si actualmente usaban algún método anticonceptivo y/o de protección en sus relaciones sexuales, el 83% (120) respondió que sí mientras que el 17% (25) manifestó no utilizar ningún método.

Utilización de métodos anticonceptivos NO 17% SI

SI 83%

NO

Gráfico N°5. Utilización de métodos anticonceptivos y/o de protección en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145)

Estos valores manifiestan algunas variaciones según se trate de mujeres con o sin diagnóstico de VIH. Así el 70,4% (50) de las mujeres sin diagnóstico manifestaron utilizar algún método anticonceptivo y/o de protección, mientras el 29,6% dijo no utilizarlo. Entre las mujeres viviendo con el virus la utilización de algún método aumenta al 94,6% (70).

Utilización de métodos anticonceptivos. Mujeres sin y con VIH 70

70 60

50

50 40

SI 21

30

NO

20 4

10 0

Mujeres

Mujeres (VIH)

Gráfico N°6. Utilización de métodos anticonceptivos sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145)

19

Respecto a la elección del método utilizado, tanto las mujeres sin diagnóstico como las mujeres viviendo con el virus eligieron el preservativo masculino (PM) como primera opción (70% y 95% respectivamente) y los anticonceptivos orales en segundo lugar con 36% y 18,7% respectivamente.

Entre las mujeres sin diagnóstico el tercer lugar, a una distancia considerable del segundo, se ubicó la opción “DIU” con el 6%, y el 2% para cada una de las siguientes menciones: “ligadura de trompas o vasectomía”, “coito interrumpido” y “no contesta (NC)”.

Las mujeres viviendo con VIH manifestaron como tercera opción “ligadura de trompas o vasectomía” con el 5,7%. El cuarto lugar con el 1,4% fue para la mención “DIU”.

Es importante destacar que en ambos grupos varias mujeres refirieron utilizar doble método de protección, combinando el PM con algún otro, generalmente anticonceptivos orales o DIU; no obstante es significativa la diferencia entre mujeres sin VIH y mujeres con VIH. Así, entre las mujeres sin diagnóstico de VIH, sólo el 2% manifestó utilizar doble método de cuidado, mientras

el

24%

de

las

mujeres

viviendo

con

el

virus

refirió

utilizarlo.

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

Mujeres (VIH)

Coito interrumpido

Anticonceptivo de emergencia

Preservativo femenino

Ligadura de trompas

DIU

Anticonceptivos orales

Mujeres

Preservativo Masculino

Porcentaje

Método utilizado

Gráfico N°7. Elección de métodos anticonceptivos y/o de protección en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH que refirieron usar algún método anticonceptivo y/o de protección en sus relaciones sexuales (n: 120).

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Al indagar los motivos de la elección del método utilizado, el 88,2% de las mujeres sin diagnóstico manifestó utilizarlos para prevenir embarazos, mientras que un 33,3% mencionó usarlos “para prevenir la adquisición/transmisión del VIH” e igual porcentaje de respuestas “para prevenir adquisición/transmisión de ITS”. Las menciones “prevenir reinfecciones” y “NC” aparecen en tercer lugar con el 5,9% cada una. A las opciones “Otra” y “No sabe” les correspondió el 2% respectivamente.

Respecto a las mujeres con VIH, el 60% de ellas dijo usar el método de protección elegido “para prevenir reinfecciones”, mientras que un 54,3% mencionó usarlos “para prevenir embarazos”. Un 42,9% sostuvo que los usa “para prevenir la adquisición/transmisión del VIH”, seguido, muy de cerca, por la mención “para prevenir adquisición/transmisión de ITS” (40%). Varias mujeres reconocían en el PM una herramienta de cuidado para evitar embarazos y protección frente al VIH y/o ITS.

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

Mujeres (VIH)

NC

No sabe

Otra

Prevenir reinfecciones

Prevenir adquisicion/transmisión VIH/sida

Prevenir adquisicion/transmisión ITS

Mujeres

Prevenir embarazo

Porcentaje

Motivación para la elección del método

Gráfico N°8. Motivación para la elección de métodos anticonceptivos y/o de protección en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH que refirieron usar algún método anticonceptivo y/o de protección en sus relaciones sexuales (n: 120).

En la misma dirección van las opiniones, nociones y prácticas discutidas en los talleres, donde las mujeres perciben que la utilización del PM aparece frecuentemente vinculada -en la población general- con el “evitar embarazos” “Yo, de hecho, me cuido con mi pareja más que nada por no quedar embarazada”.

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“tanto hombres como mujeres lo usamos para prevenir el embarazo. Incluso en las encuestas nos pasaba que les preguntábamos y les decíamos para que elijan la repuesta, las opciones, pero en realidad lo primero que te dicen es por el embarazo”. Una mujer con experiencia en campañas de prevención del VIH-Sida, relató que le ha sucedido en varias ocasiones que “a muchos le ofrecés el preservativo y te dicen que no, porque toman pastillas”.

La prevención de ITS queda en un segundo plano para ciertas mujeres, y absolutamente relegada para otras como señalan los siguientes extractos: “La mayoría lo usa [PM] por el embarazo, no por la prevención del VIH. Los jóvenes no piensan que se pueden agarrar una blenorragia, o que se pueden agarrar una sífilis, que si no está bien curada puede ser una enfermedad grave. No piensan en eso, ellos piensan sólo en no quedar embarazada y a veces. Porque a veces ni se acuerdan si se pasaron a cuantos o si se pasaron a uno a dos o a tres”. “Con respecto a las enfermedades de transmisión sexual, es como ‘a mi no me va a pasar’, lo ven como algo… entonces el preservativo lo aceptan, pero para prevenir el embarazo”. En una distinción intergeneracional, la preocupación por evitar un embarazo es señalado con mayor énfasis en los varones “mayores”: “el hombre grande, el adulto, por lo único que se preocupa es por el embarazo”. En el caso de los adolescentes, se mencionó que observan una mayor utilización del PM debido a que generacionalmente ya lo tienen incorporado desde muy jóvenes: “hoy por hoy se cuidan más los adolescentes… nosotras ni hablábamos del preservativo, ellos ya lo tienen incorporado en la pareja”. No obstante, esta percepción no resultó del todo homogénea debido a que otras opiniones señalaron que actualmente “los chicos no quieren usar preservativos”.

El uso de métodos anticonceptivos y/o de protección estuvo asociado, en los talleres, a la información preventiva. Mientras algunas mujeres se mostraron críticas del modo que se difunde la información y la ausencia de ciertos contenidos, otras mujeres contrariaron esta argumentación al sostener que la misma existe y que los problemas surgen por la falta de responsabilidad e interés de cada persona. Los siguientes fragmentos dan cuenta de cada postura, respectivamente: “Hay información pero no está bien dada. Se informa, pero no se hace una prevención, una profundidad de información. Te dicen, te sale un cartel que dice: cuidate del HIV, cuidate de esto, pero no te enseñan otra cosa, porque no solamente está el peligro del

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HIV. También está la sífilis, las enfermedades… el HPV que yo no lo conocía, a mi me contó la amiga de mi hermana me contó que a los 15 años tuvo esa enfermedad y yo le digo ¿qué es el HPV?”. “Yo creo que hay información, yo creo, ahí pensamos distinto, hay información sobre los preservativos. Yo creo que es la responsabilidad de cada ser humano, porque ¡hay gente que no le interesa pero nada! ¡Nada le importa! Saben el para qué, por qué y es como que le decís a la pared… y ya es gente grande que ya no deberían estar diciéndole, ya lo tienen que saber”. A su vez, una participante señaló que la educación sexual que se brinda en los ámbitos escolares “pone mucho énfasis al tema de prevenir embarazo y no tanto a las infecciones de transmisión sexual”.

Otra mujer señaló que la adopción de ciertas prácticas de cuidado y anticonceptivas de las mujeres se inscribe en la experiencia que va adquiriendo cada una a lo largo de los años: “Las chicas de quince años o menos, que empiezan con relaciones sexuales, no tienen así como tanto acceso al preservativo (…) cuando uno es más grande, ya sabe de ciertas cosas, sabe cuidarse de otra manera, si has pasado por una relación, también ya sabes cómo cuidarte vos y te empezás a cuidar de ciertas cosas pero… evitar otras cosas que no son el embarazo.”

3. SOBRE EL PRESERVATIVO MASCULINO La elección del método anticonceptivo y/o de protección nos introduce en el uso del preservativo masculino ya que por un lado, el 83% de las mujeres entrevistadas refirió usar PM durante sus relaciones sexuales; y por otro, las principales referencias a las prácticas

anticonceptivas y de cuidados estuvieron asociadas, en los talleres de discusión, al uso del PM. Respecto a la frecuencia de su uso, las mujeres sin diagnóstico mencionaron usarlo “pocas veces” el 43,7%, “siempre” el 29,6%, “con frecuencia” el 19,7% y “nunca” el 7%. Entre las mujeres que viven con el virus el 73% mencionó usarlo “siempre”, “con frecuencia” el 13,5%, “pocas veces” el 10,7% y “nunca” el 1,4%. El 1,4% restante (un solo caso), no contestó.

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Frecuencia en el uso del preservativo masculino 80 70

Porcentaje

60 50 Mujeres (VIH)

40

Mujeres

30 20 10 0 siempre

con frecuencia

pocas veces

nunca

NC

Gráfico Nº9. Frecuencia en el uso del PM en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145)

Entre los motivos referidos por las mujeres infectadas con el virus para usar “siempre” el PM durante las relaciones sexuales se obtiene la mayor frecuencia para “no te gusta pero consideras que debes usarlo” (56,6%), seguida muy de cerca por “lo uso como método de protección contra ITS y VIH” (50,9%); en tercer, término, “lo uso como método anticonceptivo” (28,3%). En cuarto lugar, con el 13,2%, “es seguro y no me quita placer”.

Respecto de los motivos para no utilizar el PM es interesante ver como en los talleres de discusión aparecen, la mayoría de las veces, vinculados a la voluntad del varón. En esos encuentros se reconoció que muchos hombres “no aceptan el uso del preservativo”. A su vez, desde la experiencia de las mujeres, se señalaron los diversos motivos habitualmente esgrimidos por los mismos: “Empiezan con toda esa historia de que me aprieta, que me duele, que no me entra, que me queda chico…”; “que es muy ajustado”, “que incomoda”, “que se rompe”. Mientras que algunas mujeres afirmaron la veracidad de dichos argumentos, otras tantas sostuvieron que dichas razones eran una suerte de excusas infundadas para no utilizarlo. Entre las primeras se señaló que efectivamente: “Depende del tamaño [del pene] porque el hombre cuando tiene una erección y tiene un pene grande, tiende a romperse, como en el caso de mi pareja”. “Le pones el preservativo y no pueden”. “Se rompen porque el látex del anillo se rompe”.

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“Que le molesta, que esto, que lo otro (…). Pero para mí… sí es verdad, también hay hombres que le aprieta”. Las que se mostraron descreídas de dichos motivos, sostuvieron: “Es como que es más psicológico que otra cosa, como que ya se comentó entre todos los hombres, que aprieta, que le molesta, que le duele… y no sé…”. “Pero no es que apriete porque yo agarro el preservativo y me lo meto hasta acá, lo agarro así con las dos manos… no aprieta tanto ¿eh? porque el hombre, no se lo quiere poner porque quiere ser él y no negociarlo, o no quiere ponérselo”. En el marco de esta discusión, se expresó una noción que refería a que para ciertos varones [principalmente adultos] el uso del PM se asociaba con la falta de “hombría”: “Como si no se sintieran hombres si… si lo usan”. “Mi pareja lo usa, no tiene problema, pero sí, siempre me dice que es más lindo sin preservativo, es como todo hombre, le digo que porque a él le guste usarlo no deja de ser hombre”. “La mayoría de los hombres no quieren usar el preservativo, y usarlo con la pareja por ahí es muy difícil, y hay hombres que son demasiado machistas que no quieren aceptarlo”. Por otro lado, algunas mujeres narraron sus reacciones ante ciertas situaciones en las cuales el varón se negó a utilizar el PM: “A veces me he tenido que ir del hotel porque no aceptaba… no ha querido usar preservativo, no, no, no… había pactado que sí iba a usar preservativo y de repente no, y bueno, a vestirnos querido y nos vamos, si no te vas vos, me voy yo, es horrible…” Un rasgo ampliamente destacado por las mujeres refiere a que la utilización del PM no suele efectuarse a partir de la iniciativa del varón, sino que se realiza -en términos mayoritarios- por y a partir del requerimiento de la mujer: “A mi no me ha pasado que alguien me diga ‘no’, pero medio que si pueden hacer que pase… de hecho hay que decirle, pedirle, fue medio como condición para… y aceptan, tiene que aceptar”. “Como que te preguntan si tienen que comprar preservativo, o que te digan: tenías que haberme dicho antes, medio que ya no podes hacer otra cosa, le decís chau, te vas… o tenes que tener vos… pero sí, pasa frecuentemente que pueden hacerse los boludos tranquilamente”.

25

Los testimonios evidenciaron que en ciertas prácticas, como el sexo oral, no se utiliza ningún método de protección. Algunas mujeres acordando con esta afirmación argumentaron: “Tener sexo oral, (…) no contagia, es poco probable el contagio y eso lo sabemos todos acá, acá y en la China y Brasil”. Así expresaron de un modo consensuado que en el sexo oral no utilizan el PM, “en el momento del sexo oral no se usa…y después sí ‘ponete el forro, si no, no…’” Algunas mujeres mencionan que no se suele vincular el sexo oral con la transmisión de ITS: “tienen la creencia que con el sexo oral no pasa nada…”, “en el sexo oral ellos piensan que no pasa absolutamente nada”. Este rasgo es señalado tanto para los varones como para las mujeres: “las mismas mujeres creen que no pasa nada”.

Mientras ciertas mujeres mencionaron la falta de información al respecto, otras sostuvieron que la misma existe y que es conocida por la gente pero que sin embargo “hay muchos que no les importa tampoco, aprender nada, y que les da lo mismo…”

Cuando se indagó respecto a ‘¿cómo se sienten con el uso del PM?’, algunas talleristas expresaron no registrar demasiadas diferencias entre usarlo y no usarlo: “Cuando uno está en un momento con la persona que quiere estar, lo disfruta plenamente, para mí es igual, no hay ningún tipo de cambio”. No obstante, otras mujeres plantearon lo contrario, subrayando las dificultades vivenciadas en el proceso de incorporación del PM y la necesidad de imponerlo: “Es muy difícil, o sea… al principio no me podía acostumbrar, no me gusta, pero ahora sí para mí si hay cambio, pero no se negocia, en mi caso preservativo masculino no se negocia hicimos un logro, porque cuando vino, no usaba nada”. A partir de un comentario que subrayaba las beneficios del preservativo femenino porque posibilita “tomarse su tiempo para ponérselo”, varias mujeres señalaron las desventajas de la colocación del PM debido a que genera situaciones que van en desmedro del placer sexual: “corta todo, cuando estoy muy excitada y me enfrío soné”. A modo de ejemplo, como indica el siguiente extracto, se mencionaron instancias que advierten las impericias de los hombres en esos momentos: “La verdad es que con el PM, tenés que esperarlo que lo abra, que nunca puede abrirlo, porque casi siempre son unos bobos, y tenés un miedo que lo rompa con los dientes y

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estás así ¡dale, dale, dale pibe! y te dan unas ganas de irte a la cama con unas tijeras porque son re-bobos…”. Otra mujer agregó “te dejan dos horas mirando para arriba ‘¿y?’ le decís”.

Algunas talleristas, a partir de sus experiencias, mencionaron situaciones en las cuales vivenciaron ciertas dificultades en el uso del PM: “se rompió”, “se salió”, incluso una mujer señaló “a mi me ha pasado el tener que buscar un preservativo adentro mío”. En este sentido, varias mujeres reconocieron que durante la relación sexual están pendientes de que “no se salga”, “si está flojo”, “si lo puso mal”. Una participante directamente planteó: “a mi el [preservativo] masculino me parece horroroso, me mata, no me gusta”.

También se mencionaron -principalmente mujeres que han transitado la menopausia o sufridos ciertas intervenciones quirúrgicas- dificultades que surgen en el uso del PM vinculadas a la falta de lubricación, y a la “alergia”/ “urticaria” producida por el contacto con el látex.

Una mujer puso en discusión la mismísima noción de “negociación” del PM: “A mi mucho no me gusta la palabra negociación porque bueno, no me parece que tengamos que negociar el cuidado para los dos. Si se supone que yo amo a mi pareja y mi pareja me ama porqué tengo que negociar al bienestar para los dos, yo. Si el bienestar es para los dos tiene que ser mutuo el cuidado”. En uno de los talleres se hizo mención a las dificultades de muchas mujeres para adoptar el uso de del PM debido a situaciones de violencia. Como señala el siguiente extracto, la violencia pone en duda la misma posibilidad de negociación: “A parte es difícil ¿viste? Nosotras conocemos mucho, algunas compañeras que también están en situación de violencia y que eso también hace que la mujer no se pueda cuidar. Nosotras sabemos que hay muchas compañeras que les cuesta la negociación del preservativo (…) imaginate que nos pasa a nosotras que tenemos una pareja más o menos normal no, no sé como es la palabra… estable, a una pareja que tiene situación de violencia. Lo escuchamos, le cuesta muchísimo a la mujer que el hombre se lo coloque, y muchas de ellas son violentadas… “. Otra tallerista, que vive con VIH, fue más categórica al respecto señalando la imposibilidad de incorporar métodos “para cuidarse” ante situaciones de violencia y uso problemático de drogas. En el siguiente extenso fragmento lo expresa a partir de su vivencia personal: “Una persona que es alcohólica, violenta o… directamente, no va a usar ningún método para cuidarse. No te va a cuidar desde el vamos, no le interesaste. O sea, más allá de que vos le plantees tu situación (…) yo tengo una pareja cero discordante estuvimos 13

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años, tenemos dos hijas y jamás en la vida logré que se pusiera un preservativo y gracias a dios mi carga viral siempre fue[indetectable]y no se infectó hasta el día de hoy lo cual no quiere decir el día de mañana se agarre VIH, o que brote lo tenga o no lo tenga, o que no sepa que lo tenga porque tampoco ha sido concurrente para hacerse los test periódicos para controlarse. Pero bueno, el crear conciencia desde el uso del preservativo cuando hay otros factores que inciden, es imposible. El hombre nunca va a acceder digamos, si tiene abuso de drogas, si es violento o el factor que vulnera a la mujer, no va a acceder nunca a cuidarse. Porque tiene parte de la superioridad del machito de decir: no, yo no me cuido”.

Finalmente un punto indagado por las encuestas fue el lugar de acceso al insumo anticonceptivo/preventivo. Al consultar a las mujeres sin diagnóstico sobre el lugar donde obtienen habitualmente sus métodos de protección, se observa que el 41,2% dijo obtenerlos en la farmacia, el 23,5 % afirmó obtenerlos en el centro de salud y el 17,6% señaló la opción “es proporcionado por la pareja”. En cuarto lugar se ubicó la respuesta “en ONG/OSC” con un 11,8% a la que le siguió la mención “es proporcionado por un familiar/amigo” (9,8%). Un 5,9% corresponde a la opción “otros” e igual porcentaje para “hospital”. Finalmente, un 3,9% no contestó la pregunta.

Al comparar estos datos con el de las mujeres que viven con VIH, observamos una diferencia importante y significativa. El 52,9% de estas mujeres obtenía su método anticonceptivo en el hospital. El 38,6% afirmó obtenerlos en un centro de salud e igual porcentaje de respuestas obtuvo la mención “en ONG/OSC”. En tercer lugar se ubicó la respuesta “farmacia” con un 17,1%, seguido de “es proporcionado por la pareja” con el 7,1%. Por último, “es proporcionado por un familiar/amigo”, con el 1,4%.

Porcentaje

Lugar de acceso al método de cuidado 60 50 40 30 20 10 0 d c ia a lu m a e S d Fa r o n tr C e

Mujeres (VIH) Mujeres

ta l sp i Ho

a C . re j O S li.. p a G / m i a a N l f O n o r r u o p p o a d o n d io a o rc io n o rc ro p p p E s p ro E s

ro O t

s

NC

Gráfico N°10. Lugar de acceso al método de cuidado en % sobre base mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH que refirieron usar algún método anticonceptivo y/o de protección en sus relaciones sexuales (n: 120).

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Estos datos nos permiten sugerir por un lado el acceso/asistencia diferencial de las mujeres con VIH a los servicios públicos de salud, indudablemente debido a los cuidados necesarios para tratar y controlar el VIH. También la importancia que obtiene la vinculación con las organizaciones de la sociedad civil respecto al acceso a los preservativos para ambos grupos.

Las nociones y opiniones vertidas sobre los métodos anticonceptivos y/o de protección y sobre el PM son la base sobre la que se asientan y cobran significado las observaciones, valoraciones y discusiones del preservativo femenino. Como veremos a continuación, la constante referencia al PM y la comparación entre uno y el otro son testimonio de este horizonte de interpretación compartido.

4. IDEAS Y CONOCIMIENTOS SOBRE EL PRESERVATIVO FEMENINO (PREVIOS A SU USO) En este punto mencionamos las primeras impresiones referidas por las mujeres encuestadas respecto al preservativo femenino (PF) previas a su uso en el marco de este estudio. No desagregaremos entre mujeres usuarias del sistema de salud sin diagnóstico de VIH y con diagnóstico ya que no se observaron diferencias significativas en las respuestas obtenidas. También presentaremos las opiniones y nociones previas sobre el insumo, vertidas y discutidas en los talleres de presentación del PF realizados. Del total de las mujeres encuestadas (n: 145), 77 manifestaron no conocer el PF, 64 refirieron conocerlo, 3 no lo recuerdan y una no contestó.

Conocimiento del PF

no recuerda 0,7%

NC 0,7% si 44,1%

no 53,1%

Grafico N°11. Conocimiento del PF en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145)

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Al total de mujeres encuestadas que manifestaron conocer el PF (n: 64) se les preguntó dónde habían visto o escuchado hablar del mismo. 40,6% dijo haberlo visto o conocido en agrupaciones de personas viviendo con VIH; 21,9% lo conoció a través de familiares y/o amigas; 15,6% “en revistas/prensa escrita” e igual porcentaje de respuestas obtuvo “en televisión o radio”; las menciones “en centros de salud” y “en hospitales” aparecen en cuarto lugar con el 10,9% cada una. Las restantes mujeres entrevistadas se distribuyeron con bajas frecuencias en las categorías “en sindicatos de trabajadoras sexuales”, “en universidades”, “otros” y “NC”.

Lugar donde conoció el PF

En

N C

os O t r

re

v is ta s/ p r en En sa te es le cr vi ita s ió En En n o ag s in ra r di u di pa ca o c ió to s d n PV e Tr V H ab . Se En xu ce al nt es ro de sa lu En d ho s pi En ta un le s iv er Fa s id m ad ili es ar es /a m ig as

Porcentaje

45 40 35 30 25 20 15 10 5 0

Grafico N°12. Lugar donde conoció el PF en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH que manifestaron conocerlo (n: 64).

Al preguntarles a las entrevistadas que manifestaron conocer el PF (n: 64) si pudieron usar alguno alguna vez, el 82,8% contestó que no, mientras que el 14,2% dijo que sí. 3% no contestó.

30

Uso del PF (antes del estudio) NC 3%

si 14,1%

no 82,8%

Grafico N°13. Uso del PF antes del estudio, en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH que manifestaron conocerlo (n: 64)

Durante los talleres de presentación del PF las preguntas dirigidas a las coordinadoras al momento de exhibirlo estuvieron abocadas principalmente a la modalidad de uso del mismo. Incluso se formularon preguntas cuyas respuestas ya habían sido explicitadas al comienzo del taller: “¿Se usa como un preservativo de hombre, después ya está?”; “¿tiene más de un uso?. ¿Es uno? ¿En algún momento no había salido uno que era…?” . “¿Corre el riesgo que se salga como en el preservativo masculino?”. “¿Esto tiene que quedar así, o cómo queda adentro no tiene importancia?”. “¿Cuánto dura puesto?”. “¿Qué material es el aro?”. “¿Existe con el preservativo la misma sensación de bien colocado que como con un tampón? el tampón se siente cuando lo pusiste bien, se deja sentir ¿Pasa lo mismo acá?”. “¿El clítoris quedaba adentro o afuera del volado ese que queda afuera?”. “En el caso de que hay mujeres que tienen el útero con ciertas inclinaciones, que tienen el canal de la vagina y el útero desplazado hacia un lateral, ¿no corre riesgo de salirse de…?”. Un segundo grupo de preguntas remitieron a las condiciones de oferta del PF: “¿Esto se consigue en la farmacia, hoy?”. “Ponele que a todas les gustó ¿qué pasaría?.”

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“¿En otras partes esto se usa, ya está instaurado? ¿saben el porcentaje de mujeres que lo usan y lo solicitan? ¿los da el gobierno?”.

Con respecto a las primeras impresiones al verlo, no se registraron rechazos explícitos a su utilización. Sin embargo, mientras algunas participantes mostraron predisposición -con distintos niveles de expectativas- para “intentarlo”, “ver qué pasa”, otras expresaron cierta vacilación e incertidumbre. Entre las primeras podemos señalar los siguientes extractos: “a mí me pareció genial. Porque las personas que tenemos que usarlo permanentemente es ideal. Pienso que si no se lo pone desde… el varón, es importante ponérselo la mujer. Como dice ahí, contra todo tipo de enfermedades, (…) es importante, ya que no tomó la decisión el hombre, tomarla la mujer. Y sería buenísimo andar con el preservativo femenino en la cartera “. “a mí me da vergüenza, porque puede ser algo muy estimulante, como algo novedoso, y que… si resulta muy incómodo… puede ser fácilmente descartado; si resulta incómodo, si me duele, o si me molesta, o no me siento segura, o no sé… cómo se da la sensación. La primera instancia es… buenísimo, (…) pero bueno, supongo que después el uso…”. “No, no le encuentro nada para objetarle. Exceptuando el uso porque no conozco, pero suponiendo que el uso no molesta, me parece genial desde todo punto de vista. A su vez, se hizo especial énfasis en la utilidad que le podrían llegar a dar las mujeres con VIH: “Me parece que está bueno, las personas que viven con VIH, que lo tenés que usar sí o sí…, por ahí el hombre que lo tiene que usar en todas las relaciones, por ahí, ir intercambiando… está muy bueno eso”. Las participantes que mostraron cierta vacilación e incertidumbre hicieron hincapié en el desconocimiento del PF: “más que nada nunca ví, ni los había visto siquiera”, “me daría cosa [utilizarlo]”,“vergüenza”, “habría que probar”, “es algo nuevo, no sabés…”. Ciertas mujeres al visualizarlo señalaron disgusto con su estética del PF: “no me gusta lo del volado colgando, no sé, me da vergüenza”. Otras, expresaron su desconfianza sobre la aplicación del mismo: “un poco complicado va a ser eso de colocárselo”. En referencia al sexo oral una participante manifestó “olvidate, esto en la boca no lo pongo”.

Entre las ventajas vislumbradas enumeramos aquellas con más menciones:



“la mujer lo puede usar sin tener que pedirle a la pareja” (56,5%).



“brinda autonomía/libertad a las mujeres” (56,5%).



“los hombres no tienen que preocuparse” (24,6%).

32



“parece cómodo” (14,5%).



“no interrumpe la pasión en las relaciones sexuales” (12,3%).



“otros” (5,8%)



“aumenta el placer sexual” (5,1%).

Ventajas que puede tener el PF 60 50 Porcentaje

40 30 20 10 Otro

Parece cómodo

Brinda autonomía/libertad a las mujeres

No interrumple la pasión en las relaciones sexuales

Los hombres no tienen que preocuparse

Lo mujer lo puede usar sin tener que pedirle a su pareja

Aumenta el placer sexual

0

Grafico N°14. Ventajas que puede tener el PF en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145)

Como desventajas se mencionaron:



“es difícil de manejar” (43,5%).



“requiere de una explicación previa a la pareja” (41,3%).



“es estéticamente feo” (37%).



“a la pareja no le gusta” (13%).

33

Desventajas que puede tener el PF 50 45 40 35 Porcentaje

30 25 20 15 10 5 Otro

Requiere de una explicación previa a la pareja

Reduce la sensibilidad

Interrumple la pasión en la relación sexual

A la pareja no le gusta

Es estéticamente feo

Difícil de manejar

0

Grafico N°15. Desventajas que puede tener el preservativo femenino en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145).

Es notoria la cantidad de apreciaciones que se efectuaron en los talleres donde las valoraciones en torno a la utilización del PF estuvieron centradas en la conveniencia de los varones: “capaz al hombre le conviene más el preservativo [femenino]”. Esta noción estuvo asociada a la negativa o reticencia del varón a utilizar el preservativo masculino (PM): “Hay hombres, a mí me pasó, que no quiso saber nada [de utilizar PM], y capaz que a ese muchacho le vendría… le convendría usar esto”. “Yo creo que hay que esperar a usarlo y saber qué le pasa al otro también ¿no? Porque siempre está el hombre que te dice ‘no, el preservativo, no es lo mismo’ y qué sé yo… hay que ver lo que le pasa al otro con este preservativo ¿no? “. “Yo creo que primero, va a llamar la atención; porque te imaginás que si nosotras no teníamos noción, ellos menos. A sí que yo creo que con tal de no usarlo ellos…”. “También es una cosa que es una percepción, nada más, porque no lo he usado… no sé por qué me da la sensación, pensando en el varón… que le va a resultar más placentero, me da la sensación… o sea a él…”.

En la mayoría de los ejes de descripción y análisis de las valoraciones realizadas por las mujeres talleristas

sobre

el

PF

aparece

marcada

y

transversalmente

la

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comodidad/practicidad/conveniencia del varón. Lo que pretendemos señalar específicamente es que esta cuestión se manifiesta incluso previamente a la utilización del mismo.

Con respecto a la cuestión de “presentar” el PF a la pareja sexual se manifestaron diferentes posturas. Inicialmente se señaló que resultaría más fácil presentarlo a las “parejas estables” a diferencia de las “parejas ocasionales”. No obstante, esta distinción fue rápidamente relativizada: “Perdónenme pero no sé… no sé hasta que punto porque hay veces que las parejas estables te sorprenden, tanto estables, es más difícil”. Varias talleristas no se mostraron muy convencidas de mostrar el PF a sus parejas previamente a la relación sexual, manifestando que resultaría “raro”, “con vergüenza” o “habría que ver…” la situación. En menor proporción, otras mujeres se inclinaron por la necesidad de presentarlo planteando la posibilidad de introducirlo a modo de juego erótico: “Es mejor que se dé cuenta (…) me encanta que se dé cuenta, porque yo se lo voy a tener que mostrar, porque es una persona que está enfrente mío y que va a tener relaciones conmigo, se supone que tenemos que estar…”. Las distintas posturas permiten entrever, como señala explícitamente este último fragmento, diferentes modos de concebir los vínculos y las relaciones en las prácticas sexuales.

5. SOBRE EL USO DEL PRESERVATIVO FEMENINO: OPINIONES, SENSACIONES Y PERCEPCIONES DE LAS MUJERES A continuación desplegamos las opiniones, sensaciones y percepciones expresadas por las mujeres que, después del período pautado, utilizaron o intentaron utilizar alguno de los PF entregados. Nuevamente articularemos las respuestas cuantificadas obtenidas de las encuestas a las 145 mujeres, con los relatos de las mujeres que participaron de los talleres de discusión.

Entre las mujeres sin diagnóstico de VIH el 67% (47 mujeres) dijo haber podido usar el PF; 25% (18 mujeres) dijo que no y el 8% (6 mujeres) no contestó. Entre las mujeres con VIH el número de participantes que dijo haber utilizado el PF fue mayor, el 79% (58 mujeres). El 16% (12 mujeres) no lo utilizó y el 5% (4 mujeres) no contestó la pregunta.

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Uso del PF en mujeres sin VIH

No contesta 8%

Uso del PF en mujeres (VIH)

No lo usó 16%

No lo usó

No contesta 5%

25% Lo usó 67%

Grafico N°16. Uso del PF en % sobre base mujeres sin VIH que utilizaron el PF (n: 47)

Lo usó 79%

Grafico N°17. Uso del PF en % sobre base mujeres con VIH que utilizaron el PF (n: 58)

Las encuestas realizadas contemplaban una gran cantidad de preguntas para las mujeres que habían podido utilizar por lo menos una vez el PF.

Respecto a la colocación y el retiro del preservativo, entre las mujeres sin diagnóstico al 59,6% no le causó dificultad colocárselo, el 95,7% no sintió ningún dolor, el 59,6% no sintió ninguna incomodidad y el 93,6% no tuvo dificultad para retirárselo de la vagina. Valores similares refirieron las mujeres con VIH de las cuales el 65,5% expresó no haber tenido dificultad para colocárselo, 91,4% dijo no haber sentido ningún dolor, el 70,7% no sintió ninguna incomodidad y el 98,3% no tuvo dificultades para retirar el preservativo de la vagina.

Cuando nos adentramos en los relatos de las mujeres en los talleres observamos también que algunas mujeres señalaron no haber tenido ningún inconveniente en el momento de colocarlo: “no me costó nada”, “no me pareció difícil colocarlo”. Incluso algunas talleristas reconocieron que se lo hicieron varias horas antes de la relación sexual para “ver qué pasa”: “Me lo puse un par de horas antes… si, porque para mi era como que me iba a llevar un trabajo era como un proceso ¿viste? ¡Claro! Si yo nunca me puse un preservativo, yo lo conocía de vista nomás. Yo me lo puse antes porque yo no sé de qué forma iba a reaccionar ni nada. Yo dije: yo me lo pongo primero a ver que pasa y a ver como me siento yo. Pero era el sentir el preservativo. Y bien, no falló, y encajó lo más bien”. “Lo que yo hice fue usarlo antes, lo que yo quise saber era si se caía. Y a mi me daba la sensación de que se me iba a salir, por más que tuviera el anillo interno bien colocado, me daba la sensación de que me iba a provocar incomodidad. A si que probé

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ponérmelo un día antes (…) como vi que no, no era molesto tenerlo, que podía subir, podía bajar, podía agacharme y hacer gimnasia”. Sin embargo un grupo importante de mujeres expresó dificultades al momento de colocar el PF: “A mi también me costó muchísimo ponérmelo. No sé si soy estrecha o me lo puse mal porque, el látex estaba sobrepuesto y al meter los dedos me molestaba, sentía como el dolor, la molestia… pero cuando tuve la relación no sentí ningún dolor, ninguna molestia”. “me habían enseñado cómo se usa, pero eh… realmente como que no (...)sé que tenía que meter los dedos para acomodarlo bien, pero… me costó muchísimo, me costó muchísimo ponérmelo bien. Me iba haciendo una revisación en el espejo, me iba mirando, pero bueno, igual me costó”. “Me tiré a la cama. Me lo quise poner en la cama y dije no, mejor voy a buscar una silla. Busqué la silla y fue un quilombo. Bueno, no me lo puse, no hice como ella que se lo puso un par de horas antes… a veces cuando pinta, pinta (…) la experiencia fue buena, no tuve inconvenientes con la pareja ni nada, me sentí una boluda y me da vergüenza”. “Me dolió cuando, sentí que quedó mal colocado”. “Me sentí la más inútil en ese momento… “ . Incluso, ante las dificultades vivenciadas, varias mujeres requirieron la colaboración de sus parejas para colocárselo: “Yo usé 2 preservativos, uno para ver cómo se colocaba porque, si bien nos habían enseñado como se colocaba con una cosita de muestra, me costó mucho conmigo. En mi cuerpo me costó muchísimo ponérmelo. Bueno, y el otro (se ríe) fue con ayuda de mi pareja… lo pudimos introducir y bueno, pudimos utilizarlo en una relación sexual. A él no le gustó mucho la idea en un principio, hasta que bueno, lo convencí, se lo mostré y me ayudó en la colocación, me ayudó también en el momento de retirarlo (…) me resultó incómodo, no sé si habrá quedado bien colocado, pero… la verdad que me resultó bastante incómodo y en el momento de la relación sexual”. “La primera vez, me pasó que también me habían explicado todo bárbaro, a si que… no [pude], me puse mal y dije no, no. Y la segunda vez, él me ayudó. Me ayudó a colocármelo”. “Para mí era también una experiencia nueva y quería yo que los dos experimentemos. Y bueno, lo experimentamos, incluso él me ayudó a ponérmelo…”. “Yo pedí ayuda porque en ese momento estaba en pareja”.

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Con respecto al retiro del PF luego de su utilización -contrariamente a las diversas opiniones que se registraron sobre la colocación- se manifestó de un modo consensuado la facilidad para hacerlo: “Y, para sacarlo también es fácil, como para ponerlo”. “La verdad que no fue nada difícil de retirarlo, lo que me fue difícil fue la colocación” “Lo que sí es que al sacarlo no lo terminás de sacar más ¿viste?”. También se registró que algunas mujeres, ante los inconvenientes vivenciados en la colocación del PF, decidieron desistir de su uso: “tuve un intento de usarlo, intenté ponerlo pero… me incomodaba, estaba mal puesto, me incomodaba y… si, lo sacamos y usamos un preservativo masculino”. Al ser consultadas sobre las “sensaciones” y/o “percepciones” experimentadas con el uso del PF, la respuesta con mayor frecuencia de casos entre las mujeres sin diagnóstico encuestadas fue “es estéticamente feo” (36,2%) seguida de un 29,8% de “prefiero que mi pareja use el PM”. En tercer lugar, “más placer”, “nada en especial”, “fue muy complicado usarlo” (21,3%). El 12,8% para “seguridad” y “él no quiso continuar” y 10,6% para “fue fácil introducir el pene”. Las mujeres con VIH informaron con relación a las sensaciones que tuvieron al usar el PF: “más placer” (36%%) seguido de un 32,8% de “seguridad”. El tercer lugar de las menciones lo ocupó “prefiero que mi pareja use el PM” (29,3%). En cuarto lugar se ubicó la mención “fue muy complicado usarlo” con el 27,6% y 25,9% fue para “es estéticamente feo”.

La percepción de que el PF es “estéticamente feo” es compartida por todas las mujeres. En los talleres de discusión resultaron frecuentes diversas críticas al respecto. Estas opiniones se podrían agrupar en dos puntos, por un lado las críticas al modo en que queda expuesta la parte externa del PF -una vez colocado-; y por otro a las dimensiones del mismo. Con respecto al primer punto se señaló: “El preservativo femenino es feo”. “Siempre queda colgando bastante, muchísimo quedó colgando”. “A mi lo que me pasaba era que me daba miedo porque yo lo veía tan largo, y como yo en el embarazo de mi hija me sacaron el útero, pensé que por ahí no lo iba a poder usar. Me iba a sobrar un montón”. Por otro lado, fueron numerosas las valorizaciones negativas con respecto al tamaño del PF: “es muy guaso (risas) la forma, todo…”; “cuando lo vi dije ¿me cabrá?”; “a la vista es tan

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grotesco”; “mis hermanas no podían creer que esto te lo vas a poner ahí”; “lo vi medio grande”; “yo le decía: ‘ay, esto es muy grande”; “es como una campana”. Las opiniones sobre las dimensiones del PF estuvieron acompañadas de comentarios risueños así como también de sentimientos de vergüenza, como señalan los siguientes fragmentos respectivamente: “¡Lo mismo que cuando lo vi yo! yo decía, ese sobre gigante, sacás y es un coso así (risas) porque yo el asombro fue cuando lo vi que dije: ¿qué es esto? ¡Pero nos vamos de camping!”. “Cuando lo vi también me daba… dije ¿tan grande? Me daba cosa (…) primero me daba vergüenza”. Incluso en ciertas situaciones las valoraciones negativas sobre el tamaño del PF condicionó el uso, generando que algunas mujeres no se animen a mostrárselo a la pareja e inclusive desestimando la utilización del mismo: “Para mi es muy guaso (…) van a creer de que la tenga tan grande (risas) va a decir: ‘con semejante cosa que te ponés…’ no, pero no se lo mostré en ningún momento”. “Yo el tema mío es que no me animé a usarlo, es como que lo veo grande, como que digo me va a doler”. Otras mujeres señalaron que el diseño del PF va en desmedro del placer y los juegos eróticos previos a la penetración, argumentando que “el voladito que sobresale cortó todo”. Como señala el siguiente fragmento se visualiza cierta discordancia entre el diseño del PF y los juegos eróticos previos: “La argolla es bastante grande y te queda mucho colgando y te tapa todo y… perdés sensibilidad con eso, y también te corta ya definitivamente, ciertas distancias que uno puede ir variando. No toda la relación llega a la penetración y ahí se termina, digamos que uno podría hacer otras cosas, jugar y medio que el preservativo femenino no te deja, es feo, nadie va a jugar ni hacerte nada teniendo esa bolsa ahí: es fea… no sé, ¿entonces que? la sacás y la ponés, no podes hacer eso, entonces como que da un punto final”. Un dato significativo es la cantidad de mujeres de decidieron no “presentar” el PF a sus parejas previamente a la relación sexual: “Yo pienso que no hay que mostrarlo”. “Es para usarlo sin que nadie lo vea”. “Si [usarlo], pero que no lo vean, ¡que no lo vean!”.

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“Yo hice lo mismo, me lo puse y no dije nada”. “Me lo puse sin que se enterara y nunca se enteró (risas) yo no sé, porque nunca dijo nada. No preguntó nada”. “Lo probé y no me pareció mal. Ni lo mostré porque yo ya lo tenía puesto, me dice: “¿Dónde está?”, no, no está, después te lo muestro cuando sale”. “La primera vez no le dije nada de que me lo puse, porque quería ver si se daba cuenta. Y no se dio cuenta”. Entre los motivos señalados por las mujeres que no “presentaron” previamente el PF, se pueden mencionar el temor al rechazo o vergüenza: “Como yo que como mujer grande, como a mí me dio cosita dije, entonces a él también le va a dar. Entonces no lo quise mostrar. Sabía que me lo ponía pero yo para que no le cause lo mismo que a mi… verlo y… y que en vez de funcionar viste… ¡y yo me la puedo perder! Entonces dije yo: prefiero no mostrárselo. Comentarle pero no mostrárselo. En algún momento bueno! Pero ahora… y digo, la gente que a todos nos pasa lo mismo, nos causa mucha impresión, después nos acostumbraremos”. “A mí me dijeron que me lo pusiera antes de que el tipo lo viera, porque si no se iba a asustar”. “Me lo puse sin que me lo vieran, porque si a mi me daba cosita, era como que no quería que lo vea tampoco mi pareja…”. “Yo no le dije nada, no le dije nada, me lo puse y no le dije nada. Le digo: no te cuides, ‘¿por qué?, que raro’ dice, ‘¿por qué raro?’, ‘toqué algo muy grande’, dice. Le dije: ¿vos sabés?, que traigo esto puesto, dice: “¡¿qué es eso, qué es eso?!”. A su vez, también se han registrado unos pocos comentarios que se diferenciaban de esta actitud, evidenciando otro modo de concebir las prácticas sexuales: “Se supone que si vos estás compartiendo con alguien algo, el tipo debe de saber lo que vos estás usando. ¿O no? ¿Entendés? Y a la hora de un montón de cosas, la verdad, es una cagada”

Analizando las frecuencias relativas a las ventajas y desventajas en el uso del PF brindadas por las mujeres entrevistadas, nos fue posible construir los siguientes cuadros de respuestas:

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Mujeres Ventajas

Mujeres (VIH) Desventajas

“brinda autonomía a las “es feo” (48,9%). mujeres” (59,6%). “protección contra ITS” “el anillo interno o (55,3%). externo molesta” (36,2%). “se puede colocar antes “es ruidoso” (25,5 %) de la relación sexual” (31,9%). “es resistente” y “es “difícil de manejar” higiénico/evita el (25,5 %). contacto con el esperma” (23,4%). “no tiene efectos “a la pareja no le gusta” secundarios” (19,1%). (21,3%).

Ventajas

Desventajas

“brinda autonomía a las “es feo” (46,6%). mujeres” (65,5%). “protección contra ITS” “Difícil de manejar” (58,6%). (29,3%). “es higiénico/evita el contacto con el esperma” (44,8%). “se puede colocar antes de la relación sexual” (43,1%).

“el anillo interno o externo molesta” (25,9 %). “es ruidoso” (25,9 %).

“es resistente” (31%)

“genera más responsabilidad en la mujer” (17,2%).

En los talleres pudimos registrar las siguientes valoraciones y sensaciones positivas (ventajas) sobre el uso del PF: “Me gustó muchísimo, no sentí la diferencia”. “La verdad estuvo bueno, la pasamos muy bien”. “No perdí ningún placer, él la pasó bárbaro, la pasé bárbaro”. “Para mi estuvo muy buena la experiencia”. “Pareció cómodo a mi”. “Me quedo con este preservativo femenino”. “Me parece bueno el preservativo… sentí un poquito de cosquillas, de sentir la relación… sentí más, en ese sentido sentí mucho más que con el masculino”. “Para mi fue otra sensación… o sea, una cosa es estar sin preservativo que bueno, tenés otra sensación. Con el preservativo [M] es como que cuesta más, te lastima más. (…) para mí fue saludable, me impactó al verlo, medio como que me dio vergüenza pero bueno, lo probamos los dos ahí… Reina me explicó y yo le expliqué a mi marido. Y bueno, la verdad es que a mi me gustó”. De un modo consensuado se enfatizó la buena lubricación del PF: “el lubricante estuvo bien”; “la verdad que para mí, bárbaro, por la lubricación que tiene”. Incluso por sobre la del PM: “La lubricación que trae, está buena, tiene mucho más lubricante que el preservativo masculino”.

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Esta característica fue mencionada tanto por mujeres jóvenes como adultas. Entre estas últimas se destacó los beneficios de dicha lubricación: “Cuando nos venimos grandes, las chicas que estamos más grandes, se nos seca un poco la potota, vamos a ser sinceras, (risas) entonces tenemos que hacer juegos previos y un montón de cosas, ‘trampitas’ que tenemos que hacer para llegar a sentir cosas como sienten ellos, si uno quiere tener una relación linda con su pareja. Sea estable o no estable, disfrutar (…) entonces yo les decía a las chicas, cuando yo lo probé, como viene bien lubricado, entonces no es necesario otras trampitas que uno hace…”. A su vez, se mencionaron situaciones particulares en las cuales fue necesario incorporar más lubricante: “Tengo que contar una segunda experiencia, tuve que poner lubricante ¿por qué? Yo no tengo las glándulas que lubrican a la vagina, cuando me operaron me las tuvieron que sacar porque estaban tomadas. Entonces, yo no tengo lubricación normal”. “Mi problema es que como yo estoy en la menopausia tengo sequedad vaginal, entonces me lastima. Por más que él se ponía el gel, igual te irrita. Ese es mi problema”. De todos modos, se registró una valoración positiva y mayoritaria -con alguna excepciónsobre la lubricación del PF.

Las valoraciones y sensaciones negativas (desventajas) mencionadas por las talleristas fueron: “A mí no me gustó la experiencia”. “Muy feo, no me gustó, me dio como mucha incomodidad”. “No, no funciona. A mi no me gustó”. “Mi hija me dijo: ‘mamá… es una cagada’”. Además se mencionaron otros argumentos desventajosos sobre el uso del PF como la incomodidad, desconfianza, incompatibilidad con el placer, vergüenza, entre otros. Incomodidad: “Me resultó incómodo”. “La primera vez me impresionó, nos incomodó”. “Me resultó incómodo a mí al principio”.

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“Yo lo usé pero… la verdad que tampoco me gustó. Lo usé con mi pareja y… lo terminamos sacando directamente… (Risas) no, era así como que los dos estábamos muy incómodos, él no sentía nada…”. Desconfianza: “No podría decir que me quitó placer, porque el placer fue más o menos el mismo. Pero al estar pensando en que era algo totalmente nuevo puede eso jugar en contra (…) que no se me corriera, porque… por cualquier cosa, si no estaba bien colocado o que se mueva porque… en ese momento estaba más pendiente del preservativo que en la relación en sí”. “Yo desconfiaba de lo que quedaba afuera, de que se me meta para adentro, se me hizo raro, no es tan confiable como el del hombre que te queda ahí…”. “Yo tenía miedo de que se me saliera”. “Lo probamos pero… la primera, como que se corrió para dentro, y ahí me agarró un poco de desconfianza… quedó así… bueno, lo sacamos, lo armamos otra vez y… quedó. Se ve que como me lo puse acostada no quedó bien”. Incompatibilidad con el placer: “La verdad, que no calienta a nadie, que no encontraron forma de ponerlo, es muy grande, es molesto, dejame de joder, o sea, ya la manera en que te lo tenés que poner… luego a él, ¿lo viste?, además sentís cuando se le van las ganas de todo…”. Vergüenza “La verdad es que es algo fuera de lo común, es muy interesante, tampoco tuve problema, pero bueno, me dio un poco de vergüenza”. “Era la primera vez que lo usaba, no tuve dolor nada, pero si vergüenza…”.

Todas las mujeres coincidían en que el PF produce “ruido” durante la relación sexual. Algunas mujeres tomaron el hecho con humor, para otras resultó una molestia. “Estábamos con el preservativo los dos, y a veces sentíamos un ruidito y nos reíamos, festejábamos, nos dio mucha gracia. Pero en definitiva tuvimos el orgasmo, todo bien”. “No cuesta tanto ni sacarlo ni ponerlo. La cosa es entre el medio ¿no? en el momento. Es como que surge esto del ruido”. “La primera vez fue raro porque estaba asustada y sentí la diferencia, sentí ruidito y todo eso. Y mi pareja, también, como que no me movió mucho, sentí la diferencia bastante, sentía que tenía puesto el preservativo y se sentía bastante ruido y mi pareja me comentó que él sentía como que estaba dentro de una bolsa” .

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Como señala el testimonio anterior, aparecieron menciones sobre el PF que referían a una “bolsa”: “Le digo a mi hija, Si vos la querés probar, probalo. Entonces me cargaba: ¡qué voy a andar con esa bolsa!”. “Sentí así como aire, como que es un poco extraño la verdad, como una bolsa…”. “El anillo”. Mientras que varias mujeres señalaron que “el anillo/argolla” les generó ciertas molestias, otras talleristas expresaron que le produjo placer: “Estimula el clítoris”. “Se siente distinto al del hombre, al tener el aro adelante, tiene como otras sensaciones que nos ayuda a tener…”. “Me gusta más el preservativo de mujeres que el de hombres. Siento más placer. El primero que me puse, me parece que lo puse mal porque… se desbordó todo (risas) pero a mí me gusta más en el sentido de lo que yo siento, me excita más… y ayer casualmente hablaba con él y le comentaba, y él entendió más ¿viste? Porque me dice: ¿qué es lo que a vos te calienta más? Ese coso de cuello duro (risas) y me dice ¿qué querés decir? ¿Qué el mío no es duro?”. Más allá de las ventajas y desventajas, de las valoraciones positivas y negativas, algunas mujeres no expresaron una definición al respecto: “Ni fu ni fa, sinceramente”. “No me parece malo ni me parece muy bueno”. Mientras que otras talleristas manifestaron no percibir diferencias relevantes en comparación con el PM. “Casi lo mismo, si, como era con el preservativo [masculino]”. “A mí me pareció… normal, como un preservativo masculino”. En esta dirección reproducimos algunos testimonios que manifiestan sensaciones encontradas respecto al uso del PF. “Estoy de acuerdo con la idea del preservativo y mi pareja también… pero en el momento, terminamos por sacarlo. No daba la situación. Y después lo quisimos volver a intentar pero tampoco… la verdad es que me sentí mal porque me encanta la idea, me parece muy importante y por ahí la propuesta… que he hecho también ha surgido de mi misma entonces también, en lo práctico no está tan bueno”.

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“El primero no me gustó, como que necesitaba ayuda, me sentía molesta, lo que pasa a las mujeres que le sacan el útero, una cree… yo creía que no lo iba a poder usar o que me iba a molestar, y la verdad es que no. A mí me parece muy diferente, como que una siente más satisfacción, más placer… es otra cosa. Aparte la libertad que una tiene, de no estar pensando: se le rompió, se le romperá, se lo irá a poner. Ya una se queda tranquila, se lo pone y listo. No tenés que estar pensando si se lo pone o no se lo pone”. “Tuve diferentes sensaciones: fueron raras, pero, la segunda me gustó más que la primera y que la última pero… digo que sería bueno seguir experimentando con eso”.

A todas las mujeres encuestadas se les solicitó una evaluación del preservativo femenino. Las mujeres con sin diagnóstico de VIH tuvieron una valoración más baja respecto a la opinión de las mujeres viviendo con VIH. Así el 36,2% de las mujeres sin diagnóstico lo evaluó como “bueno”. El 29,8% lo evaluó como “regular”. La respuesta “muy bueno” aparece tercera con el 27,7%; 4,3% lo evaluó como “malo”. 2% no contestó. Entre las mujeres con VIH en cambio el 58,6% lo evaluó como “bueno” y el 24,1% lo evaluó como “muy bueno”. La respuesta “regular” aparece tercera con el 12,1% y un 5,2% lo evaluó como “malo”.

Evaluación del preservativo femenino 40 35 30 25

Mujeres Mujeres (VIH)

20 15 10 5 0

Muy bueno

Bueno

Regular

Malo

NC

Gráfico N°18, Evaluación del preservativo femenino, en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH que usaron el preservativo (n: 105)

Las mujeres que no utilizaron el preservativo femenino. De las 145 mujeres encuestadas 30 no utilizaron el PF, 18 de ellas eran mujeres sin diagnostico de VIH y 12 eran mujeres viviendo con el virus.

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De las 18 mujeres sin diagnóstico, 12 dijeron no habérselo podido colocar, mientras que 6 refirieron que sí.

De las 12 mujeres que no se lo pudieron colocar, cuando se les preguntó por qué, 8 dijeron que no porque “cuando lo abrí y lo vi no me gustó”; 4 refirieron que era porque “no supe colocarlo”; 4 dijeron “no me gustó tener que tocarme los genitales para colocármelo”; y eligieron la opción “me generó mucha vergüenza tratar de ponérmelo”. De las 6 mujeres que sí se lo pudieron colocar, cuando se les pregunto por qué no pudieron usarlo en la relación sexual, la mitad mencionó el motivo “a mi pareja no le gustó y me pidió que me lo saque” y “a mi no me gustó y me lo saqué”; 2 mujeres eligieron la opción “me daba vergüenza frente a mi pareja”.

Entre las 12 mujeres que viven con el virus y no consiguieron usar el PF, 10 no se lo pudo colocar y 2 si consiguieron colocárselo sin embargo refirieron no haberlo utilizado. De las 10 mujeres que no se los pudieron colocar, cuando se les preguntó por qué, la mayor frecuencia de menciones fue para “cuando lo abrí y lo vi no me gustó” y “otros”. En segundo lugar se ubicó “no me gustó tener que tocarme los genitales para colocármelo”.

De las 2 mujeres que sí se los pudieron colocar, cuando se les preguntó por qué no consiguieron usarlo en la relación sexual, una dijo “a mi pareja no le gustó y me pidió que me lo saque” y la otra dijo “a mí no me gustó y me lo saqué”.

Respecto a las mujeres que no utilizaron el PF, destacamos dos testimonios relevados en los talleres de discusión: el primero de una mujer con “pareja estable” con los temores que le generó el PF, y el segundo señala las dificultades para implementarlo en una relación ocasional: “Lo primero que le pareció es que se iba a salir y que no íbamos a saber si teníamos la sensibilidad de darnos cuenta y pensamos que era una prioridad. Eso es lo que más miedo nos dio y no lo usamos. Lo hemos intentado varias veces, lo agarramos y no, ahí quedamos en la prueba”. “Podría haberlo usado un par de veces pero como que no daba la situación para yo estar haciendo todo el despliegue de preservativo, con alguien que difícilmente tuviera la tolerancia para una situación nueva… o sea, no tengo una pareja estable… este tipo de cosas me parecía difícil de introducir con alguien así muy ocasional. Entonces, no lo usé en esas dos oportunidades y sólo lo probé yo, (…) la situación no me permitía a mí usar algo que es nuevo y que el otro desconoce enteramente. Le tendría que haber dicho: no, bueno, esperá. Era más fácil que se lo pusiera él y punto (…) no es vergüenza

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porque… bueno, en ese momento y con esa persona no era el momento. En otra situación probablemente sí”.

6. SOBRE EL USO DEL PRESERVATIVO FEMENINO: OPINIONES, SENSACIONES Y PERCEPCIONES DE LOS VARONES

Sin duda, la problemática del la prevención y los cuidados vinculados a la sexualidad están determinados por las relaciones de género. La necesidad de una mirada relacional que intente comprender las constitutivas e intricadas relaciones entre mujeres y varones, entre lo femenino y lo masculino es fundamental. Así en este estudio, tanto en la encuesta cerrada como en los talleres de discusión se generaron preguntas y espacios para relevar, a través de las propias mujeres participantes del estudio, las opiniones de sus parejas varones respecto al uso del PF. El resultado es la obtención de un conjunto de datos en donde explícitamente se narran las observaciones y experiencias de las parejas sexuales de estas mujeres. Son estos resultados los que desplegamos a continuación.

Al analizar cómo evaluaron al PF los varones parejas sexuales de las mujeres sin diagnóstico encuestadas, la categoría “bueno” obtuvo el 59,6%, mientras que aquellos que lo consideraron “regular” representaron un 25,5%. Al 12,8% le pareció “malo”. 2,1% lo consideró “muy bueno”. Entre las parejas de las mujeres viviendo con VIH la valoración positiva fue más alta. Así la categoría “bueno” obtuvo el 39,7%, mientras que aquellos que lo consideraron “regular” representaron un 27,6%. Al 17,2% le pareció “muy bueno”; 8,6% lo consideró “malo”. Por último, un 6,9% no contestó.

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Evaluación de los varones parejas de las mujeres entrevistadas sobre el preservativo femenino 28

30

23

25 20 15

12

10 10 5

Varones pareja de Mujeres

16

6

Varones parejas de Mujeres (VIH) 5

1

4 0

0

Muy bueno

Bueno

Regular

Malo

NC

Gráfico Nº 19. Evaluación de los varones parejas de las mujeres encuestadas sobre el preservativo femenino sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH que usaron el PF (n: 105)

Cuando analizamos las ventajas y desventajas manifestadas por los varones parejas de las mujeres encuestadas, respecto al uso del PF, obtenemos las siguientes frecuencias relativas que presentamos a continuación, en forma de tabla:

Varones parejas de Mujeres Ventajas “los hombres no tienen que preocuparse por esas cosas” (36,2%) “no aprieta el pene” (34%). “es cómodo”. (19,1%)

“para colocárselo no hace falta que el pene esté erecto” (19,1%) “brinda autonomía a las mujeres” ( 17%). “es resistente (14,9%).

Desventajas

Varones parejas de Mujeres (VIH) Ventajas

Desventajas

“es feo” (48,9%).

“no aprieta el pene” (65,5%)

“es feo” (34,5%).

“hace ruido” (31,9%).

“es cómodo” (43,1%).

“hace ruido” ( 32,8%)

“reduce la sensibilidad” (12.8%).

“los hombres no tienen que preocuparse por esas cosas” (36,2%) “era resistente” (32,8%).

“el anillo interno o externo molesta” (20,7%).

“el anillo interno o externo molesta” (12.8%). “se corre durante las relaciones sexuales” (12.8%). “vergüenza” (10,6%)

“para colocárselo, no hace falta que el pene esté erecto” (31%).

“no interrumpe la pasión en las relaciones sexuales” (14,9%).

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Los relatos de las mujeres que participaron en los talleres respecto a las opiniones de sus parejas una vez utilizado el PM van en la misma dirección que las frecuencias presentadas arriba. Entre las valoraciones y sensaciones positivas sobre el uso del PF que las mujeres relevaron se encuentran la de “comodidad”, “mucha sensibilidad”, “más libertad”, “más placer”, “ningún problema”, “le gustó”, “normal”. “Si, si, le gustó, fue más como pedirle un favor, ya es una relación de muchos años, no hay tantos comentarios”. “Yo, es más, a la persona que estuvo conmigo le pregunté si perdió sensación o algo y me dijo que no. Que se sintió más libre. Al no tener el preservativo y no estar ajustado el miembro, es como que tener más libertad”. “Lo miró como diciendo ¿qué es esto? Pero no, no tuvo ningún problema. Salió un poco del asombro, lo mismo que cuando lo vi yo”. “A él le gustó, estaba todo bien, pero tampoco tuvo interés en verlo ¿eh? porque en realidad, lo tocó así y entonces la verdad que mucha intención de verlo la verdad que no”. “La verdad que mucha sensibilidad y para él también, a él le gustó… porque tuvo más sensibilidad porque a ellos también el preservativo es como que les quita sensibilidad”. “Después le gustó, le gustó porque le da más placer, más lubricado”. “Me dice, estuvo buenísimo, ponételo vos que a mi me gustó”. “Al final le pregunté si no sentía alguna molestia y para ellos es más cómodo”. “No me comentó para nada, fue algo normal”. Entre las valoraciones y sensaciones negativas relevadas por las mujeres se destaca la estética del PF. “Al hombre no le gustaba estéticamente eso colgando”. “A mi pareja estéticamente no le pareció el tema del preservativo pero… bueno, aceptó. Aceptó y dijo: bueno, esta vez y chau”. “Mi pareja me dijo una vez nada más y chau…”. “Me dijo ‘nena, pero… ¿qué tenés ahí adentro’?”. “Se lo dí a mi hermano, me dijo: ‘Laura está embarazada, imagínate si le pongo una cosa de esas, me muero’”. “Mi marido pregunto si todo eso me lo iba a meter adentro”.

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Destacamos de entre los testimonios arriba desplegados aquellos en donde evidencia una clara concesión por parte de la pareja para experimentar el PF, “(…) Aceptó y dijo: bueno, esta vez y chau”, “Mi pareja me dijo una vez nada más y chau…”, “Si, si, le gustó, fue más como pedirle un favor”. Nuevamente el ruido producido por el PF y la sensación de “bolsa” se mencionaron como desventajas “La sensación esa de que estaba dentro de una bolsa, que sentía el ruido y la molestia como de una bolsita, eso es lo que me dijo, la diferencia que él sintió. Pero si me lo quiero poner, él lo acepta lo mismo, puede usar femenino y masculino, no tiene ningún problema”. “Mi pareja le da lo mismo el usar este o el otro, pero le gusta más el masculino, por la bolsa”. Finalmente destacamos un conjunto de valoraciones negativas en donde el rechazo es el elemento principal, tal vez asociado a lo novedoso, a lo desconocido del insumo.

“Mi marido me dijo: “esto es una cagada”, cuando lo vio, ¡peor! Me dijo: “¿Esto te vas a meter ahí adentro?” “Le agarró el complejo de inferioridad, así de simple. “Se me va a perder ahí a dentro”, me contestó”. “Total rechazo, total rechazo. Es más, es como que, perdimos toda la magia, fue todo como, crear una expectativa, tratar de armar toda una historia para que no tenga ninguna, porque yo sé como es mi marido, y no, no, es como que le tiré un balde de agua helada, así de gorda, no quiso saber, dijo: “no, sacá esto, ponemos lo otro, porque yo no fumo cualquiera”. “Él usa preservativo. Siempre, siempre. Es lo más confiable para él [el PM] que esto que llevé yo ahora… ¿y esto qué es? dijo”. “Mi marido me dijo eso: vos te vas a poner eso ¿y los jueguitos que tenemos que pasa?”

7. GÉNERO, SEXUALIDAD Y CUIDADOS Una cuestión que apareció de modo recurrente en los talleres, fue que cuando se les preguntó a las mujeres por la sensibilidad y el placer vivenciado durante el uso del PF, muchas

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respondieron en función del placer sentido por el varón. Incluso la evaluación que realizaron del PF fue efectuada -en términos mayoritarios- a partir de las valoraciones de los varones. Esta situación generó que las coordinadoras de los talleres tuvieran que repreguntar en varias ocasiones, para distinguir a quién correspondían dichas apreciaciones: “¿a vos te resultó incómodo o a él?”. A su vez, como se señaló en otro eje, resultaron frecuentes las menciones que evidenciaban la falta de interés de los varones por el placer de las mujeres durante las relaciones sexuales. Esto emergió principalmente cuando muchas mujeres reconocieron que no le presentaron el PF a sus parejas, algunas de las cuales ni siquiera advirtieron su colocación: “A él con tal de ponerla no le importa nada”. “Como vos ya venís preparada, ellos ni se enteran…”. “Ya dentro de la bolsa, se olvida de que es un conejito de prueba”. “Los que lo hacen con la luz apagada, ni se enteran”. En relación al último fragmento, una tallerista expresó la siguiente reflexión en torno al modo en que es vivenciada la sexualidad y el propio cuerpo: “Hablábamos de cosas tan comunes, como por ejemplo cómo nosotras teníamos una relación con la luz prendida o con la luz apagada. Todas con la luz apagada. ¿Por qué teníamos la relación con la luz apagada? Porque no queríamos que nos vieran, porque nos daba vergüenza. Entonces, ante esas historias que nos van pasando… es esto, si yo no me animo a prender la luz, si yo no me animo a mirarme al espejo, si nunca me la vi, si no la conozco… (risas) y aparte se entiende meterme en la relación… tiene que ver con nuestro proceso, de poder hablarlo, de poder conocerme y de poder ir metiendo otras cosas en la relación”. El siguiente extenso fragmento perteneciente a una tallerista, desarrolla una interesante reflexión sobre el modo en que lo hombres vivencian la sexualidad, hilvanando en su argumentación ciertos prejuicios, preconceptos y fantasías que se ponen en juego en las relaciones de género: “[los varones] asumen cosas como que si ellos no han estado con otras mujeres en el corto plazo, está todo bien (…) me salen casos como por ejemplo uno que se acaba de separar, vivió cien años en pareja ¿no? y ahora está saliendo al mundo y entonces su idea es: ‘pero si yo no me he acostado con nadie más’. Y ni siquiera les cabe en la cabeza que vos como mujer podes tener una decisión digamos, de libertad sexual que los afecte. Hasta en eso llega su machismo porque, ellos son la solución o el problema, pero a vos ni te ven. Entonces cree que no se tienen que cuidar porque él no se acostó con nadie más, no puede ni pensar qué hice yo. Entonces es tan riesgoso que imaginate, entonces si te encontrás con una pareja más o menos consciente como yo, me voy a cuidar. Pero si se encuentra con una

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que es igual que él, chau. Pero no pueden ver a la mujer tampoco en ese lugar. Entonces sí, seguramente un poco tiene que ver con el placer, nosotras no experimentamos de físico lo que ellos sienten cuando se ponen un preservativo, entonces es difícil saber si es o no es así. Pero me parece que también tiene que ver con una cuestión de con qué cosas los hombres disfrutan sexualmente. Y el preservativo en un momento coarta esas cosas. Por ejemplo, dónde, cuándo y cómo eyacular. Es todo un fetiche para los hombres esas cuestiones, entonces, un instrumento que ya es un tema, y después por la paranoia que tienen siempre: si van a perder la erección o no. También, si no hay erección no hay nada. Agota las opciones de qué podes hacer, no es solo digamos que objetivamente pierda el placer sino eso, toda su fantasía alrededor de por dónde tiene que pasar su placer y porque creen que la mujer siente también con lo que le pasa a él…”.

Por otro lado, algunas mujeres señalaron que ciertas condiciones de vida -como el hacinamiento- o incluso el vivir con muchos hijos adolescentes, condiciona el modo en que vivencian las prácticas sexuales. Mientras que ciertas mujeres sostuvieron que estas situaciones van en desmedro de “la intimidad” de la pareja, otras enfatizaron la necesidad de ser creativas para buscar/crear los espacios adecuados.

También se mencionó que la utilización del preservativo, en ocasiones, suele acaparar toda la atención de las mujeres durante las relaciones sexuales: “yo lo que tengo en la cabeza es que el preservativo se le va a salir”.

8. RESPONSABILIDAD, AUTONOMÍA Y DIFERENCIAS DE GÉNERO EN LOS CUIDADOS EN LAS RELACIONES SEXUALES Cuando se les preguntó a las mujeres (n: 145) quién tenía que hacerse cargo del cuidado en las relaciones sexuales, 90,5% respondió que ambos; el 6,7% respondió que los varones, y las restantes mujeres entrevistadas se distribuyeron con bajos porcentajes en las categorías “mujeres” y “NC” (1,8% y 1% respectivamente).

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Responsabilidad por el cuidado durante las relaciones sexuales NC 1%

Varones 6,7%

Mujeres 1,8%

Ambos 90,5%

Gráfico Nº 20.Responsabilidad por el cuidado durante las relaciones sexuales en % sobre base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH (n: 145).

En el transcurso de los talleres se destacaron expresiones que, de un modo mayoritario, subrayaron la potencialidad del PF para brindar mayor capacidad de autonomía a las mujeres: “Me parece que es buenísimo como una herramienta que nos da mucha autonomía… porque no estamos dependiendo que el hombre traiga o no traiga, que quiera usar o no quiera usar, de romper ese hábito en el cual uno siempre deja en el otro la iniciativa, poder tomarla uno”. “Es parte también de la feminidad y del feminismo, parte de hacerse cargo de todo. ¿qué te importa si el otro se cuida o no se cuida? Ya te estás cuidando vos”. “La verdad que me parece una herramienta bastante buena que les da autonomía a las mujeres, pero a la vez pienso que también estaría bueno que nos educaran a las mujeres y educaran a las mujeres que vengan, en que ellas puedan respetar su cuerpo y decir bueno, tener la decisión de decir bueno, si no querés usar el preservativo femenino tenés que usar el masculino en una relación sexual: no la vamos a hacer sin protección”. “Capaz que te querés cuidar, pero como él no tiene preservativo, decís: bueno, no importa, y ya está. En cambio es como si vos decís: bueno, listo, yo me llevo mi preservativo en la cartera y listo, ya está”. A su vez, se hizo especial énfasis en la importancia de esta autonomía principalmente en situaciones en las cuales la negociación del uso del preservativo resulta dificultosa: “Porque es muy difícil poder negociar el preservativo con la pareja… es muy difícil, porque el hombre como él es macho… no quiere, claro, es muy difícil negociar. Y nosotras las mujeres que en los momentos decimos…”.

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“A veces me he tenido que ir del hotel porque no aceptaba, no ha querido usar preservativo, no, no, no… había pactado que sí iba a usar preservativo y de repente no. y bueno a vestirnos querido y nos vamos. Si no te vas vos, me voy yo. Es horrible…” “Dejate de joder” te dicen. Es verdad, me ha pasado”. “Yo todo el día estoy viendo situaciones y es como que cuesta muchísimo insertar el preservativo, a nivel mujer. Por más que, yo no sé si es la concepción de la mujer sobre sí misma, con el hombre, no sé si viene por ese lado”. Vinculada a las expresiones en torno de la autonomía que permite el PF, emergió la noción de responsabilidad de la mujer en el uso del preservativo: “En esto se le está dando la responsabilidad a la misma mujer de poder cuidarse y de no poder decir que no a esas situaciones que te incomodan en el momento que vos te querés imponer “es sin o es nada”…y a veces una dice, ahora no pero antes decía, “Bueno, dale”, ahora no”. “La responsabilidad queda en la mujer, está bueno, porque para las chicas que van a bailar, que no tiene una pareja estable (…) en esas situaciones que vos decís, más de una vez tienen que decir: “pará, pará, ponete algo”. “Por eso yo creo que esto está bueno, porque la mujer es más responsable. La mujer es más responsable que el hombre. Ahora es más por cuidarnos, por decir por ejemplo, a mi tampoco me gusta ponerme un preservativo. Pero pienso que somos más responsables, por cuidarnos lo vamos a usar”. Resultó interesante una discusión que se originó en uno de los talleres en torno a la responsabilidad de la mujer en el uso del preservativo. Luego de que una participante subrayó que con el PF “el control podría estar más de nuestro lado”, otra tallerista la contrarió problematizando la noción de responsabilidad como señalan los siguientes fragmentos: “Sabés que yo no creo así… por ahí disiento. Porque vos decís: “yo tengo” ¿quién es el que tiene el control, el dueño del preservativo? Yo creo que es mi responsabilidad y quiero que se lo ponga también. A ver ¿quién es el responsable? Por ahí yo pienso mal porque yo estoy mal de la cabeza, pero… es así”. “No es el dueño del preservativo. Aparte la responsabilidad es que se lo ponga alguien, pero que se lo ponga. Alguno de los dos… que se ponga”. De este modo, surgieron expresiones que enfatizaron la necesidad de una responsabilidad y cuidado compartido: “Me parece que tiene que ver con las ganas de uno y del tipo de relación que tenga uno con tu pareja… el cuidado que sea de él… o de una, es exactamente lo mismo. Para mí… no importa quién se pone al hombro el cuidado, el tema es que estén los dos de acuerdo y que los dos sepan por qué se hace”. “Los responsables son dos personas que son las que van a tener la relación sexual”.

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En esta tensión que se presentó entre autonomía y responsabilidad, o quizás entre responsabilidad y responsabilización, pudimos registrar un amplio abanico de significaciones que permiten entrever ciertas nociones, diferencias y roles asignados a los hombres en torno al uso del preservativo. Entre estas apreciaciones de género se destacan las siguientes: “Hay que obligarlo”. “Al varón hay que obligarlo, ellos no son responsables. Habrá responsabilidad, ¿pero por ellos? No”. “De por sí al hombre no le gusta cuidarse casi. Se cuida obligado. La mujer se cuida porque se quiere cuidar”. “Son unos irresponsables”. “Para mí es buenísimo [el PF] aparte es más seguro porque los hombres son unos irresponsables, unos descarados”. “De eso se ocupa él”. “Principalmente a mi marido le daba miedo que se salga [el PF] y, en este punto, voy a ser feminista. Yo creo que de eso se ocupa él. Si se sale o si no se sale, él tiene la sensibilidad para darse cuenta si se sale o si no se sale el preservativo (…) en mi caso sí, entonces, como que me dio un poco de miedo de que tengo que ser yo la que tengo que estar atenta si se sale [el PF], si no se sale, que se yo. No me dio ganas por ahí”. También se expresó que el PF permitía modificar los roles asignados al hombre y a la mujer en el uso del preservativo: “aparte cambian los roles: me lo pongo yo, me pongo el preservativo y se acabó acá”.

En el caso de las mujeres viviendo con el VIH y en el de las parejas discordantes surgieron distintas nociones y experiencias en torno a las responsabilidades y prácticas adoptadas en el uso del preservativo, las cuales serán abordadas en el eje 10. No obstante, copiamos a continuación dos fragmentos que evidencian diferentes actitudes asumidas por sus parejas (varones) frente a la utilización del preservativo: “Mi pareja es una persona muy cuidadosa, pero somos discordantes también. Si yo me olvidé de eso, él se ocupa de eso y, la verdad que es divino”.

“En el caso de mi marido, como los dos tenemos HIV me dice: pero no es necesario. No, no es así, le digo. Porque nosotros nos estamos haciendo daño uno al otro le digo yo. O al que tiene menos virus lo jodemos. Yo te puedo contagiar, pasar los virus que tengo yo a vos y vos pasármelo a mí. El hombre cree que ya por tener una pareja estable no

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necesita cuidarse. Mi marido piensa eso. ¿para qué? Dice, si ya lo tenemos. Le digo, no, no pensás que podemos tener un hijo, no es tan fácil”.

9. MUJERES CON VIH, SEXUALIDAD, CUIDADOS Y USO DE PRESERVATIVO. En el caso de las mujeres viviendo con VIH, las nociones sobre los cuidados, la sexualidad y el uso del PF se inscribieron en el marco de su padecimientos, los debates sobre el “gerenciamiento del secreto” con sus parejas y la negociación del uso del preservativo masculino. A continuación desplegaremos una serie de testimonios, alguno de ellos extensos, que nos alertan sobre la complejidad de la problemática y sus múltiples dimensiones. En los intercambios y discusiones que se sucedieron en los talleres, el PF se instaló, en clave esperanzadora, como un insumo preventivo que podría aportar una mayor autonomía y empoderamiento a las mujeres viviendo con el virus. Esta idea fue el telón de fondo sobre el cual emergieron diferentes problemáticas vinculadas a vivir con VIH, ser mujer y transitar una sexualidad placentera y con cuidados. “Ah, y eso es otra cosa, que ustedes estaban diciendo que nos facilitaría más a las mujeres con VIH o no. Eh… hay mujeres que todavía, piensan que por tener VIH eh… se les priva de tener relaciones sexuales. Entonces, tal vez esto ayude a que piensen que por ahí, en adelante, te podés cuidar…, (…) el daño ya está hecho, por ahí se animan un poco más con esta herramienta. Es la única diferencia que le podríamos encontrar a todo esto, a la población general, como a favor”. “Esta idea, [PF] sería una idea bárbara, como uno… para uno, de poder decidir qué es lo que quiere hacer uno, por lo de uno. Los demás, que cada uno pueda decidir ¿no? Es la parte del libre albedrío, digamos, que cada uno decida cómo… cómo quiere tener su sexualidad, y cómo la quiere disfrutar, pero bueno, (…), que se pueda hacer cargo de lo de uno es un poco más liberador”. “Nosotras, que lo tenemos que usar, si no lo usa el varón lo tiene que usar la mujer, sí o sí. Y si podemos evitar enfermedades, nos guste o no tendremos que usarlo. Si no lo negocias con tu pareja, usarlo nosotras, aunque sea… digo… el preservativo femenino no…” Es interesante cómo esta autonomía es significada por algunas mujeres como la posibilidad de cuidarse pero también de cuidar al otro. En el testimonio que sigue, las actitudes y acciones “egoístas” planteadas por la tallerista, son a la vez, en las constantes e insistentes referencias a la pareja, acciones cuidadoras y protectoras del otro, una especie de dialéctica del cuidado

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“Mi caso particular, en el momento que yo me enteré qué me pasó, que yo estaba con un hombre casi 15 años más grande que yo, conviví un año, y después del año me entero de lo que me pasa, me entero que me quedé embarazada, de ahora mi, marido; desde ese momento tuve una actitud egoísta, porque ahora pienso en mí. Yo me cuido y a la vez te estás cuidando vos; pero primero me estoy cuidando yo. Es así. O sea… de esa manera, primero me cuido yo y a la vez te estás cuidando vos. O sea, no es que estoy pensando siempre en la otra persona, porque antes no pensaste primero en mí. O sea… a eso es lo que yo llamo egoísmo. Que ahora sí, pienso primero en mí y después pienso en vos. ¿Entendés? Si tuviese una relación ocasional, pero… porque en el momento en que vos me tuviste que cuidar, no me cuidaste. Acá es lo mismo, o sea, el preservativo femenino…, estoy pensando, te estoy cuidando a vos. Cosa que con el otro no se puede… no podés tomar esa responsabilidad de decir me estoy cuidando yo y también te estoy cuidando a vos. Acá me estoy cuidando yo y vos también… te estoy cuidando a vos. El control podría estar… más de nuestro lado, con el preservativo femenino”. La posibilidad de cuidarse en los relatos de estas mujeres siempre estuvo relacionada al uso del PM, ya no a la utilización de métodos anticonceptivos orales o inyectables. Sin duda esto tiene que ver con su condición serológica, la necesidad de cuidarse de las reinfecciones y la responsabilidad/responsabilización que se les imputa por la transmisión de la infección a otros. “Ahí sí habría que hacer hincapié… Están comprometidas a cuidarse, y a cuidar al otro, más que cualquier otra mujer, que sabe que no lo tiene y que por ahí está con su pareja estable, y bueno… usás otro método de anticoncepción. Pero sino no, la mujer con HIV, tiene la obligación a cuidarse”. “Yo… yo lo manejo como una obligación…Para mí… es fácil porque --- yo soy soltera, no, o sea… Pero yo a lo que voy es que yo ya lo tomé y lo adopté así, porque yo cuido al papá de mis hijos, porque él está sano, gracias a Dios y… yo pienso en ellos… ¿entendés? Más vale que él también piensa en él y obviamente se va a cuidar… Pero también o sea, yo lo veo como mi responsabilidad también es cuidarlo a él, por más que él se acepte y tenga su responsabilidad y su obligación…Es un acto de amor, también…” Desde otra mirada, la “obligación”, que supone una responsabilización por la acción correcta o incorrectamente realizada, es superada por un planteo de responsabilidades compartidas, a la vez que desmonta el argumento de grupo de riesgo sobre el cual se monta, en parte, la postura de la obligatoriedad. “Escuchaba que decían, mis compañeras, que las mujeres también tienen la obligación de cuidarse. No, la obligación de cuidarse, en todo momento es de la pareja no sólo de las mujeres que viven con VIH. Cuando hacen este tipo de distinciones, es como que… que está haciendo eso, le están echando el fardo de que porque viven con VIH se tienen que cuidar sí o sí. En realidad se tienen que cuidar cualquiera, porque vos… yo la miro a ella…, la miro a la otra… Yo no sé quien tiene hoy en día VIH, acá o afuera. No es algo que se ve, ni la sífilis salvo que esté avanzada… (Se superponen en los comentarios) (…)

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Es más, persona puede ser, que no esté enterada de su serología. Entonces, el hacerse cargo de, porque vos tenés VIH, y el otro qué. Las relaciones son de a dos, los cuidados son de a dos. No es necesario tirarnos una carga más sobre todo lo que ya llevamos encima…“Ya bastante la mochila es pesada”. En el marco de estas valoraciones de los cuidados para si y para los otros, la negociación del uso del preservativo para estas mujeres tiene implicancias y significaciones muy distintas de la de las mujeres sin diagnóstico de VIH. Al respecto algunas talleristas han manifestado una postura indeclinable en donde, como uno de los testimonios que presentamos a continuación, el uso del preservativo no es negociable “Pero la mujer, en esto, tendría que ya… no ser un tema de negociación en la pareja, sea estable o sea… ocasional. Ya no… debería (…) Porque la realidad es que sea una pareja estable o una relación ocasional, siempre es el hecho de discutir si te lo ponés, me lo pongo, te lo pongo… Es así, el hoy en día, acá, allá y en cualquier lado (…) Yo cuando he tenido una relación ocasional no le preguntaba… no pactaba; no pactaba nada… “No voy a pactar nada con vos. O sea, yo voy a acostarme con vos si…” No sé, por lo menos yo porque tengo un carácter bastante… Qué se yo. Yo no tengo que pactar nada antes de… Ni me tengo que exponer”. (Bromas y risas). “Me gusta este tipo y tengo la posibilidad de estar con él, listo voy. No le voy a andar haciendo el chequeo anterior. O sea, no sé si tiene o no tiene. Yo voy, acá tengo [preservativo masculino] lo… ¿entendés?”. “Cuando fuimos al hotel que, los profilácticos ahí, y cuando salí del baño me dijo “¿y eso?” y le digo “bueno…”, “pero si vos ya no vas a quedar embarazada”… Y me agarró de acá todo… me agarró de acá y me dice “no, a mí se me cae el pajarito” Y yo dije “no, pero…” Ah, ¿viste?, “vamos a jugar, qué se te va a caer, no se te va a caer nada” (Comentan todas juntas) Bueno estábamos ahí jugando los dos… Porque a mí no me dieron a elegir de decir bueno “vamos a usar esto o el otro” No fue así, entonces yo dije no, mirá, no, sin eso no lo vamos a hacer. “Bueno” me dijo “está bien”. No lo hicimos. Se terminó el turno y me dice… Antes me traía hasta Moreno, me dejó en Once. Me dejó en Once a las, ningún llamame, nada. Se le fue la mano. (…)”. “Hace 6 años que vivo con esta situación. Antes también me cuidaba pero bueno, de distinta manera porque tenía una pareja estable… y con la que conviví 8 años. O sea… no tenía mucha experiencia con parejas ocasionales. Entonces, bueno, fui aprendiendo, fui aprendiendo y me han tocado esos que “no, no, no…” y… bueno… decir como vos “bueno, está bien” y de decir: “no, entonces nada” Me ha pasado tener que vestirme y un beso en la frente y a casa”. Las experiencias entre mujeres con pareja estable y sin pareja estable son distintas y delimitan las formas de negociación y las posibilidades de cuidado. En los testimonios anteriores la ocasionalidad de la relación da a las mujeres grados de libertad para la negociación en donde, como muestran los testimonios, existe siempre la posibilidad de no mantener la relación sexual si el varón no accede a usar el preservativo:”(…) Me ha pasado tener que vestirme y un beso en la frente y a casa.” No parece ser la misma la situación de las mujeres con pareja

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estable. Entre ellas un denominador común fue las dificultades y los límites a la hora de la negociación. La incorporación del preservativo en la relación sexual supone para ellas un arduo y constante trabajo que va desde la palabra y el intento de convencimiento a la incorporación de juegos eróticos. “¿Me entendés? Ya tiene que estar incorporado, y decir, “vamos M. y lo hacemos”, dame el preservativo, se lo pone y lo hacemos. Esa…, a mí me parecía…, me parecería que para mí sería lo ideal. Y no yo tener que empezar, a sacarlo yo del cajón, dejarlo abierto, ponerlo arriba de la almohadita,…. En un momento pasa… “te estoy haciendo todo fácil” ¿me entendés? Entonces pasa todo por mí. Yo, abrírselo, yo, ponérselo, yo… ¿me entendés? Entonces a mí esto me parece bárbaro porque es una segunda opción que… una ya se evita todo lo otro”. “Yo te juro, yo estuve 2 años en pareja después de tener el VIH, con, no pude implementar el preservativo. ¿Sabés cuándo…? Y eso que acá estamos entre amigas, ¿sabés cuándo lo pude implementar? Cuando yo le propuse jugar con el preservativo, ponérselo yo. Así solamente lo pude implementar en mi pareja, solamente así”. “(…) Pero fue con mucho trabajo de mucho tiempo, porque…”. “Eh… sí, porque a él le cuesta bastante. Ya te digo, terminábamos la relación y decía “Ah…” y se lo sacaba protestando. ¿Viste? y yo decía, “recién terminamos de hacer el amor, no puede sacárselo así y decir todo esto…” Pero bueno… y sí, es así… Sí, a las puteadas. Pero bueno ahora ya no. ¿Viste? pero igual siempre está esa… “¿lo tenemos que usar?” ¿viste?, “obvio, lo tenemos que usar” (…) Son esas cosas que tienen ¿viste? que todo tenés que hacer por ellos, siento yo a veces… Vos sabés… Tenés que ponérselo, tenés que dárselo, por poco no me dice que se lo saque, le haga un nudito y lo tire yo también, ¿viste? yo… esa parte te la dejo para vos, por lo menos. Pero bueno, es muy difícil. Pero logré tener una buena relación, y que sea satisfactoria esa parte”. “No, para mí, en mi caso estaría… está mejor [el PF] porque yo tengo… tiene eso de que él no se quiere cuidar. Entonces a mí me cuesta un montón, y… me parece que le va a gustar, pienso [el PF] (…) Yo no… pienso… O sea, discutimos ¿entendés? Porque si él dice “si ya está”, te dice eso. Y a mí me cuesta un montón. Pero no sé, para mí… (Ruido de fondo)… todo. El negociar”. “Bueno, y ponérselo, es un caos… “y pero yo también me quiero contagiar” te dice. Y, es complicado”. Los límites de la negociación se expresan con crudeza en el siguiente relato donde la eventual violencia y abuso expresan el fracaso de la negociación “También puede llegar a ser muy traumático… O sea, en mi caso, por ejemplo, en mi pareja siempre fue serodiscordante, y hasta el día de hoy, gracias a Dios, nunca se infectó de VIH. Llevo 13 años, no logré nunca en mi vida que se cuidara, jamás y tengo tres hijos. Y lamentablemente es así, ¿entendés? Y no accede, por más que le diga que trate de ceder, que, durante un tiempo le podés decir “hoy no lo hago”, ¿cuántas veces te podés levantar de la cama? Una, dos, tres, hasta que la tercera te cazó de los pelos y te termina abusando, porque es así, ¿entendés? Porque vos… o sea, estás cediendo,

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tenés una relación… cuando no vas a estar conforme, porque sabés que no se está cuidando y le puede pasar algo, y te vas a hacer responsable vos ¿entendés? Entonces, ya por último ya después decís y bueno, que sea lo que Dios quiera ¿entendés? Y gracias a Dios, hoy por hoy no tiene nada, pero es también la parte… la parte vulnerable que sufrimos, si lo planteás porque lo planteás, sino no lo planteás porque no lo planteás, si los querés cuidar porque los querés cuidar, si no lo decís porque no lo decís… Son situaciones que son de mucha problemática”. Para muchas mujeres con parejas estables los sentimientos de miedo y culpa son el trasfondo de esta negociación, sobre todo cuando se trata de parejas serodiscordantes “Es ‘te ponés o te ponés’, pero cuando se pone denso… ya directamente no. Tengo demasiado ya. Porque él no tiene VIH, ¿entendés?, Imaginate yo, estar con él y encima ponerle el… el, es difícil. (Se superponen)… que encima yo… sumarle esto. Pero es más miedo, o sea yo tengo miedo, por él”. -“¿Y a vos no te gusta… tener relaciones con preservativos?”. -“Y ahora, lamentablemente, desde que me enteré, sí porque tengo miedo de de contagiarle a él” (…) “A él no le gusta” [pero] “Y yo le digo, “pero ponele, yo me muero” le digo “, no juguemos con esto, las nenas, no, queden solas, aunque sea uno, que vos no lo tenés” “y pero esto…” “Entonces no se hace nada”. “Pesa mucho, y ya que no se quiera cuidar, es… Bah, a mí me pasa… porque él no vive con VIH. Entonces me cuesta un montón, porque él… la mayoría de las veces, no se quiere cuidar. Y yo, entre que tengo la culpa de que yo lo tengo… imaginate que es feo, o sea… y más por cuidarlo a él, porque el tema está en él, no… “. Un punto de discusión importante en los talleres fue el gerenciamiento del secreto sobre el diagnóstico a la hora de establecer una relación erótico-afectiva con un varón.

El

develamiento del diagnóstico se postulo como una instancia prácticamente necesaria para tener éxito en la negociación y mantener relaciones sexuales protegidas. Así lo plantearon algunas mujeres: “Pero para el otro… para el otro parece que cuando vos decís: “ponete un forro”, es “che, si yo no tengo nada…”, “bueno, pero yo sí”. “A mí me pasa por ahí que ya estoy en mi intimidad con la persona que esté y le digo: ‘no, usemos… cuidémonos…’, y me dicen: ‘no pasa nada…’, ‘no, yo te estoy cuidando a vos. Yo sí tengo algo y no te quiero contagiar’, y es como que ahí automáticamente… ‘bueno sí nos ponemos… (Risas)”. “Claro, le tenés que decir como que… claro… sí, sí ‘yo te estoy cuidando a vos… como que tenés que llegar a esa situación para que se pueda cuidar. Ya me divierte esa situación. Al principio no me divertía, voy a ser sincera. Pero ahora ya sí me divierte. Sí, porque es como que hasta que no les decís, ¿viste? Les cambia la cara, todo ¿viste?… como que se asustan…“¿Qué tenés?” ¿Viste? “Pongámonos 5?” (Risas)”.

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La fuerte asociación que vimos entre mantener relaciones sexuales protegidas y prevención de embarazos, minimizando o desconociendo la prevención de ITS o VIH coloca a las mujeres con VIH de más de 50 años en la necesidad de tener que explicar por qué quieren usar preservativo en las relaciones. Esta clase de confrontaciones son las que, según algunas talleristas, las coloca frente a la necesidad de develar su diagnóstico. “Y él me decía: “pero vos, escuchame, tenés 51 años, no menstruás más, tenés las trompas ligadas, ¿por qué tenemos que tener relaciones con preservativo?” Y me lo preguntaba… porque yo tardé 2 meses y medio para poder acostarme con él, hasta poder decirle en realidad qué era lo que pasaba. Bueno hasta que “mirá”, le dije, “me pasa esto… Si querés, vamos, sino… nada, olvidate.” Bueno, y sí, es feo tener que estar explicándole, y a mí, a lo mejor como… como a, me hubiera gustado, más la… y… A otros que conocí, les dije lo mismo, pero viste… Igual no pasó nada con ese hombre, pero no puedo estar… conozco a uno, conozco a otro, o a todos los que me gusten y estar diciéndoles: “no, mirá, tenés que ponerte porque…” Y tienen miedo igualmente, con preservativo y todo. “ “Pero te preguntan, los tipos te preguntan, “¿a ver, por qué vos, una mina grande, querés garchar con un preservativo?” (…) lo que digo es, ¿no alcanza decir “porque quiero cuidarme, no sé qué tenés vos, no sabés qué tengo yo, listo?” Digo, ese argumento no alcanza…No…, no… No alcanza”. No obstante, opiniones opuestas a la necesidad de develamiento fueron contra -argumentadas por un grupo de mujeres: (…) “Vos ahora te reís pero antes no te reías… claro, si cada una de las relaciones sexuales que quiero tener, tengo que exponerme…”. “Me parece que no… con lo que decía ella, que le decía ella a su pareja que se cuide porque tenía algo; me parece que el cuidado viene de los dos, la relación es de los dos… (…) No es necesario exponerse… qué es lo que tiene uno…”. “Obvio, no te podés exponer. Pero no te podés exponer con nadie. Porque una no sabe lo que tiene ahí adelante”. “Claro, porque por ahí tiene vergüenza o temor o no quiere hablar… hablar del tema (…) y no tiene por qué, aparte”. “Es cómo dice la compañera, yo no me voy a ir con un cartel, “tengo VIH”, no”. El PF resolvería la situación de tener que develar el diagnóstico a una pareja ocasional sin preocuparse porque el varón quiera o no quiera usar preservativo “[el PF] en realidad también te serviría para… digamos, en estas relaciones, digamos, que pasan a ser de tipo ocasional, no tenés que plantear una situación de que si no lo ves más, le tengas que estar planteando a todo el mundo que sos una persona viviendo con VIH porque por ahí es de un día y no lo ves nunca más. Entonces, para esa… para

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este tipo de circunstancias a una le saca un peso. Te cuidás vos, sabés que cuidaste al otro, que no le va a pasar nada, que no te va a pasar nada a vos, otra cosa más, anexa a lo que ya tenés, a tu problemática y es una forma, digamos, de mantener en equilibrio, digamos, una vida organizada y libre”. Sin embargo, y más allá de la necesidad de negociación del preservativo o no, la disyuntiva sobre el develamiento permanece en tanto esa relación hoy ocasional en el futuro pueda convertirse en una relación más duradera. Este es uno de los conflictos, a veces por años insalvable, con el que se enfrentan o son enfrentadas las mujeres con VIH al momento de iniciar una relación amorosa. Tener que decirlo, las implicancias, los miedos, las dudas, las culpas. -“¿Pero, tenés que decirle? ¿Creen que tienen que decirles?” -“O sea, cuando vos tratás de apuntar a otro tipo de relación, digamos… De formalizar algo más y ya es como que… ¿viste?” (…) Es inevitable. Pero yo… (Se superponen) “Porque necesitamos saber que la gente, si bien te dice que está todo bien, y son pocos los que tienen, en ese sentido. Y todavía seguimos siendo una sociedad que es muy discriminativa con este tema, ¿entendés? Y así todos nosotros…, yo por lo menos que ya hace casi 20 años que tengo VIH, este… es un conflicto grande arrancar de nuevo, y empezar de nuevo ¿entendés?... con cada relación, ¿entendés?”. “Yo tengo una… un, que no está infectado. Yo le dije cuál era mi problema y él siempre… Primero no me animaba a decirle y yo decía que… (Ruido)… tenía que usar preservativo siempre para (no se entiende) Y bueno, sí se lo puso, sin quejarse y bueno, después cuando le dije, mucho más. Pero yo creo que me voy a sentir más aliviada también si… si puedo tener yo uno mío… O sea, no porque él se queje…”.

“A mí me cuesta mucho… Yo… yo me separé hace un año y medio, y en realidad, recién ahora… Y me cuesta mucho el planteo… O sea, por eso digo que tengo mucho en mi relación, empezar a decir… porque antes, tener que cambiar una situación que ya para mí se me empieza a tornar incómoda… y la termino… Prefiero que la pase mal ¿entendés?… O que pase algo y que no te vea nunca más… porque no… no me animo a decirle que tengo VIH.” Otro núcleo de significados sobre el que se dialogó en los talleres fue la disrupción que provoca el diagnóstico en la vida cotidiana de las personas con VIH. Todas las mujeres infectadas plantearon un antes y un después de conocer su diagnóstico. Como vimos hasta aquí, en el marco de las necesidades de cuidado que tienen estas mujeres, las relaciones eróticas y afectivas ya sean ocasionales o estables resultan mas difíciles de llevar adelante a partir del diagnóstico, sobre todo en los primeros tiempos. Emocionalmente costosas, cada mujer debe enfrentar dilemas, disyuntivas y desafíos que vinculan su padecimiento, el gerenciamiento de su secreto, la necesidad de mantener relaciones sexuales protegidas y los deseos de una vida sexual y afectiva placentera.

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“uno se reprime por el hecho de los miedos mismos de uno”. “Ya no tenés la misma libertad… o sea, perdés como la libertad sexual…“. “(…) cuando hablamos y nos metemos en la parte sexual, como después del diagnóstico modificaba mucho nuestro deseo sexual, y sumarle ese digamos, deseo sexual… No es lo mismo, antes del diagnóstico que siempre, porque no sé si el VIH vino por la relación o qué, pero siempre hay un cambio en el cuerpo…, en el cuerpo, en el pensamiento. Y veíamos y charlábamos mucho sobre este tema como uno hoy disfruta de la relación después de un diagnóstico y cuántas… cuántas de nosotras que tiene un diagnóstico, dejamos de disfrutar de la relación, que sólo lo hacemos porque hay que tener una relación para satisfacción casi del hombre, y bueno… y si te pasa algo bueno… bueno como que es algo de yapa, y como nos costaba en este caso, a eso sumarle toda esta cuestión del cuidado que es como… que no hemos podido negociar antes y mucho menos, creo, después... no sé, de las chicas que hemos hecho la entrevista… o la encuesta que estamos trabajando… de 10, 8 nos decían que no podían… no podían cuidarse ni sentir nada con la relación”. “y cuando [se enteró del diagnóstico] chau, ahí sentí otra vez que todo se me vino abajo… y bueno, de a poco, uno va de a poco empezando a activar eso que… que supuestamente se perdió. Que fue tener relaciones como las tiene todo el mundo, libremente”. Pero también el quiebre y los cambios producidos a partir del conocimiento del diagnóstico de VIH, les ha proporcionado a algunas mujeres, nuevas formas de encarar la vida, nuevas relaciones, y formas de organización, modos diferentes de comprender las relaciones eróticas y afectivas así como las relaciones de género y la adquisición de herramientas para su desarrollo personal, entre otros. Algunas de las nuevas experiencias resultan así, para estas mujeres, positivas y superadoras respecto de la vida previa sin VIH. Después del diagnóstico, con el paso de tiempo y mucho trabajo algunas de ellas lograron un (re) conocimiento del propio cuerpo y el (re) encuentro con una sexualidad más placentera. Estos son parte de los cambios mencionados y veamos como se los vincula como la adopción de prácticas de cuidado “Bueno, a mí me pasó una cosa al revés, que yo…, yo estuve casi 17 años de pareja y no conocía… el forro, en mi vida… no existía el forro. Y muchas veces he tenido relaciones con mi marido, forzada como dijo R., no sentía nada, solamente los golpes, y también es como una devoción, pero uno… o sea, que mi cuerpo se había acostumbrado a eso, yo no lo veía como una cosa mala…. Bueno, cuando yo supe mi diagnóstico… yo bañándome, encontré sensaciones de grande, porque yo tengo 60, hace 5 que estoy, así que conocí cosas de grande, yo jamás en mi vida pensé que iba a sentir cosas sola y he disfrutado más que con mi marido, sola, porque he encontrado mi vuelta a mi cuerpo. Por eso le decía a las chicas, eh… yo no sé si será malo o bueno, pero a mí me pasó eso”. “Volver a nacer, a tener ganas, lo aprendí, lo estoy aprendiendo. Y ahora es como que tengo de vuelta la sensación. Pero llegar ahí, me costó, me costó horrores. Por eso yo le decía a ella que hay que implementar, antes, antes, porque a lo mejor, no sé si a todas

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nos pasa, pero cuesta un poco más llegar al orgasmo y… que sé yo… yo opino por mí. Muchas veces, hasta por mi pareja he tenido que mentir que he llegado… no llegué nunca a ningún lado. (Risas) Bueno, yo por lo menos, lo digo así. No sé (Se superponen) O sea, no sé si me pasa a mí. Por eso, esto del preservativo femenino, me parece otra cosa… sensaciones… ¿A ustedes, no les pasó?”. “Hay que aplicar un poco la imaginación, la imaginación y que cada una sea creativa con una misma, que cada una trate de sentir o de buscar lo que tiene ganas de sentir, en ese momento, ¿entendés? Y que le ponga todos los adicionales que se le encuentren, manteca, mermelada, miel, crema, lo que se le ocurra”. “Somos discordantes también, si yo me olvidé [el preservativo] él se ocupa de eso y, la verdad que es divino (…) si vamos a tener sexo es muy libre, muy abierto (…) tenemos esa libertad, nos tomamos un tiempo”. En el siguiente testimonio placer y uso de preservativo se asocian a través del juego previo, la estimulación y el erotismo (re) creando la relación sexual y mejorando la sexualidad al interior de la pareja. “yo implementé el preservativo masculino con mi pareja, eh… las primeras veces… a mí… yo bien, todo bien pero él siempre terminaba diciendo, “ay, esta porquería, que esto…” como que a él le costaba disfrutar de la relación por… Pero bueno, eso fue los primeros momentos, los primeros días que lo usábamos. Después ya… después cuando yo empecé a adoptar cuestiones para que a él no le pase eso…, porque aparte de hacerme responsable porque yo quería disfrutar de esa relación, también buscaba la forma de que él también disfrute de esa relación cuidándonos (…) “pero hay que hacerle juegos, incorporarlo con juegos, que esto, que…” Lo escuchaba en muchas reuniones de mujeres. Entonces yo decía…, porque nosotros somos dos personas grandes, hace 15 años que estamos juntos y nunca usamos preservativos, jamás en nuestra relación. Entonces, incorporar esto… ¿no? Y aparte, que tuvimos muchas limitaciones en nuestras relaciones ya. Ya había muchas formas de tener relaciones que ya no las hacíamos más. Se descartó, era solamente la necesidad fisiológica y punto, ¿entendés? Nada de juego, nada de esto, nada de nada. Nada de nada. Entonces de a poco lo fui implementando y así era que las compañeras me decían… “bueno, gordito…” y le hacía la previa, “hoy a la noche…” (…) Y bueno, y después, cuando usamos el preservativo, que fue una sola vez, usamos el preservativo femenino, también lo mismo, “bueno gordi, mirá lo que traje hoy…” Siempre voy y le digo “hoy vamos a hacer esto…” Después de muchos años de no tener relaciones orales tampoco, un día nos habían dado una donación de preservativo masculinos saborizados, “mirá gordo, lo que traje hoy…” Y bueno, así… Y empezamos a disfrutar más los dos de… de la relación. Pero fue difícil, pero hoy te puedo decir que tenemos, digamos, una relación...”. Una ultima observación, es la clara definición de los roles de género respecto al cuidado en las relacione sexuales, que atraviesa todos los testimonios, en donde como ya dijéremos en apartados anteriores, la “conciencia”, la “responsabilidad” y el “cuidado” recae en la mujer a la vez que la valora positivamente.

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10. LA POSIBILIDAD DE ADOPCIÓN DEL PF COMO MÉTODO ANTICONCEPTIVO O DE PROTECCIÓN EN EL FUTURO Cuando a las entrevistadas se le preguntó si continuarían utilizando el PF cómo su método de cuidado nuevamente las mujeres sin diagnóstico de VIH fueron menos receptivas a la posibilidad de su adopción que las mujeres viviendo con VIH. Así entre las primeras el 45% dijo que si, el 30% que no, y el 25% que no lo sabía. Entre las segundas las respuestas afirmativas ascendieron al 59%, las negativas se ubicaron en el 14% y las que no sabían en un 25%, al igual que las mujeres sin diagnóstico. Un 2% no contestó.

Adopción del PF como método anticonceptivo y/o de protección 34

35 30 25 20

21 15

15

Mujeres

14 8

10

Mujeres (VIH)

12

5 1

0 Si

0 No

No sabe

NC

Gráfico N°21. Adopción del PF como método anticonceptivo o de protección. Base total mujeres usuarias del sistema público de salud con y sin diagnóstico de VIH que utilizaron el PF (n: 105).

Ante la misma pregunta efectuada durante los talleres las mujeres se manifestaron algunas a favor, otras en contra y un tercer grupo con cierta indecisión. Entra las primeras, se visualizó al PF como una “alternativa” al preservativo masculino: “Si, me parece que sí que lo usaría. No se si todo el tiempo usaría eso, pero… sí saber que está, que lo puedo tener, puedo variar incluso, cuando la situación lo requiera. También puede pasar eso, que estés totalmente cómoda con un preservativo masculino, y en otra situación no, y bueno, tenés una alternativa que no te implica quedarte desprotegida, porque también pasa ese tipo de cosas que una bue… a veces muy erróneamente, deja pasar situaciones que no debería dejar pasar. Entonces, está bueno esto: tener más de una alternativa está bueno, para adecuar cada alternativa a cada situación”.

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La incorporación del PF fue condicionada a la posibilidad de “conseguirlos”: “deberían promocionarlos”; “estaría bueno que los pusieran a la venta”; “que esto salga y que lo pueda tener todo el mundo”. A su vez, las mujeres perciben que dicha implementación es más probable en “ciertos sectores”, entre los que se mencionó a las trabajadoras sexuales, las PVVS y las embarazadas. Incluso plantearon la necesidad de incorporar ciertas modificaciones al diseño actual del PF: “que lo hagan un poco menos grueso”; un poco más discreto”; “manden a achicarlo”; “que se pueda conseguir”; “que garanticen su distribución”. Un señalamiento que emergió con fuerza y de un modo mayoritario en torno a la posibilidad de adopción del PF, consistió en la necesidad de “darle tiempo” a su incorporación. De este modo aparecieron distintas expresiones: “Tiempo, la adaptación de uno, para todo hace falta un tiempo…”. “Yo creo que a la larga, le encontrás la vuelta, es como todo”. “Capaz que con la práctica… y es cuestión de acostumbrarse también”. “Tiempo para acostumbrarnos… es como todo lo nuevo…”. “Yo creo que con el tiempo, por ahí, me puedo llegar a acostumbrar, pero…”. “Es hasta que uno se acostumbre, como toda cosa nueva al principio molesta, como ponerse algo en la boca…”. Copiamos a continuación otros fragmentos que pusieron énfasis en esta idea: “Yo creo que si vos esto lo imponés en una generación nueva y los acostumbrás o los concientizás, (…) yo creo que generacionalmente, más adelante, esto tiene que ser un boom (…) Si esto funciona ¿no? Me parece que a largo plazo es ese el resultado”. “Como la primera vez que te ponés un tampón, que primero decís: no voy a poder, no voy a poder y después te acostumbrás al tampón”. “Es algo que tenemos que asumir, que tenemos ese machismo social de rechazar ciertas cosas que, es como todo, a la larga lo vamos a ir superando”. Al subrayar esta necesidad de dar tiempo para su incorporación, estas mujeres introdujeron un paralelismo con la historia de la adopción del preservativo masculino: “A todos nos pasa lo mismo, nos causa mucha impresión, después nos acostumbraremos, no es normal todavía como el otro preservativo, es costumbre, y va a ser costumbre después”.

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“Yo creo que esto es cuestión de varias pruebas y, a la larga, lo superás como lo superamos con el preservativo masculino, porque todos tuvimos rechazo al preservativo masculino, si no, no tendríamos lo que tenemos”.

11. SINTESIS I.

A continuación sintetizamos los resultados más destacados del informe distinguiendo entre mujeres usuarias de servicios públicos de salud (sin diagnóstico de VIH) y mujeres usuarias de servicios públicos de salud (con VIH):

A) Mujeres usuarias de los servicios público de salud (sin diagnóstico de VIH) 1) El 70,4 % (50) manifestaron utilizar algún método anticonceptivo y/o de protección, mientras el 29,6% dijo no utilizarlo. El método mas utilizado fue el preservativo masculino con 70% y los anticonceptivos orales en segundo lugar con 36%. El 88,2% manifestó utilizarlos para prevenir embarazos, mientras que un 33,3% mencionó usarlos para prevenir la adquisición/transmisión del VIH/ITS.

2) Sobre la frecuencia en el uso del preservativo masculino: el 43,7% dijo utilizarlo “pocas veces”, 29,6% “siempre”, el 29,6%, “con frecuencia” el 19,7% y “nunca” el 7%.

3) El lugar de acceso al insumo anticonceptivo/preventivo: 41,2% dijo obtenerlos en la farmacia, el 23,5 % afirmó obtenerlos en el centro de salud, el 11,8% “en ONG/OSC” y un 5,9% en hospitales.

4) Utilizaron el PF el 67% (47 mujeres), el 25% (18 mujeres) dijo que no y el 8% (6 mujeres) no contestó.

5) De las 18 mujeres que no utilizaron el PF, 12 dijeron no habérselo podido colocar, mientras que 6 refirieron no utilizarlo porqué no les gusto a ellas y/o a sus parejas.

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6) Colocación y el retiro del PF. Al 59,6% no le causó dificultad colocárselo, el 95,7% no sintió ningún dolor, el 59,6% no sintió ninguna incomodidad y el 93,6% no tuvo dificultad para retirárselo de la vagina.

7) “Sensaciones” y/o “percepciones” experimentadas con el uso del PF: “es estéticamente feo” (36,2%), seguida de un 29,8% de “prefiero que mi pareja use el PM”. En tercer lugar, “más placer”, “nada en especial”, “fue muy complicado usarlo” (21,3%). El 12,8% para “seguridad” y “él no quiso continuar” y 10,6% para “fue fácil introducir el pene”.

8) Evaluación del PF: el 36,2% lo evaluó como “bueno”. El 29,8% lo evaluó como “regular”. La respuesta “muy bueno” aparece tercera con el 27,7%; 4,3% lo evaluó como “malo”. Frente a la posibilidad de adoptar el PF como su método de cuidado el 45 % dijo que si, el 30% que no, y el 26% que no lo sabía.

9) Evaluación del PF por las parejas varones: el 59,6% lo evaluó como “bueno”, el 25,5% como “regular”, all 12,8% le pareció “malo” y 2,1% lo consideró “muy bueno”.

10) Posibilidad de adopción del PF en el futuro el 45% dijo que si, el 30% que no, y el 25% que no lo sabía.

B) Mujeres usuarias de los servicios público de salud (con VIH) 1) La utilización de algún método anticonceptivo o de protección fue del 94,6% (70). El método mas utilizado fue el preservativo masculino con 95% y los anticonceptivos orales en segundo lugar con 18,7%. El 60% de ellas dijo usar el método de protección elegido para prevenir reinfecciones, un 54,3% mencionó usarlos para prevenir embarazos y 42,9% sostuvo que los usa para prevenir la adquisición/transmisión del VIH/ITS.

2) Sobre la frecuencia en el uso del preservativo masculino: el 73% mencionó usarlo “siempre”, “con frecuencia” el 13,5%, “pocas veces” el 10,7% y “nunca” el 1,4%. El 1,4% restante (un solo caso), no contestó.

3) El lugar de acceso al insumo anticonceptivo/preventivo: El 52,9% en el hospital, el 20,6% en un centro de salud, el 18 % en alguna OSC., y el 17% en una “farmacia.

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4) Utilizaron el PF, el 79% (58 mujeres), el 16% (12 mujeres) no lo utilizó y el 5% (4 mujeres) no contestó la pregunta.

5) De las 12 mujeres que no utilizaron el PF, 10 no se lo pudieron colocar y 2 si consiguieron colocárselo sin embargo refirieron no haberlo utilizado. De las 2 mujeres que sí se los pudieron colocar, cuando se les preguntó por qué no consiguieron usarlo en la relación sexual, una dijo “a mi pareja no le gustó y me pidió que me lo saque” y la otra dijo “a mí no me gustó y me lo saqué”.

6) Colocación y el retiro del preservativo el 65,5% expresó no haber tenido dificultad para colocárselo, 91,4% dijo no haber sentido ningún dolor, el 70,7% no sintió ninguna incomodidad y el 98,3% no tuvo dificultades para retirar el preservativo de la vagina.

7) “Sensaciones” y/o “percepciones” experimentadas con el uso del PF: “más placer” (36%%) seguido de un 32,8% de “seguridad”. El tercer lugar de las menciones lo ocupó “prefiero que mi pareja use el PM” (29,3%). En cuarto lugar se ubicó la mención “fue muy complicado usarlo” con el 27,6% .

8) Evaluación del PF: el 58,6% lo evaluó como “bueno” y el 24,1% lo evaluó como “muy bueno”. La respuesta “regular” aparece tercera con el 12,1% y un 5,2% lo evaluó como “malo”. Frente a la posibilidad de adoptar el PF como su método de cuidado el 59% dijo que si, el 14% que no el 26%, no lo sabían. .

9) Evaluación del PF por las parejas varones: el 39,7% lo evaluó como “bueno”, un 27,6% como “regular”, al 17,2% le pareció “muy bueno”, un 8,6% lo consideró “malo” y un 6,9% no contestó.

10) Posibilidad de adopción del PF en el futuro: 59% respondió afirmativamente, el 14% dijo que no, el 25% y un 2% no contestó.

c) Otros núcleos de significados destacados. 1) Un rasgo ampliamente destacado por las mujeres refirió a que la utilización del PM no suele efectuarse a partir de la iniciativa del varón, sino que se realiza -en términos mayoritarios- por y a partir del requerimiento de la mujer.

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2) En la mayoría de los ejes de descripción y análisis de las valoraciones realizadas por las mujeres

talleristas

sobre

el

PF

aparece

marcada

y

transversalmente

la

comodidad/practicidad/conveniencia del varón. A su vez, como se señaló en otro eje, resultaron frecuentes las menciones que evidenciaban la falta de interés de los varones por el placer de las mujeres durante las relaciones sexuales.

3) Se destacó la potencialidad del PF para brindar mayor autonomía a las mujeres, haciendo énfasis en la importancia de ésta principalmente en situaciones en las cuales la negociación del uso del preservativo resulta dificultosa.

4) Vinculada a las expresiones en torno de la autonomía que permitiría el PF, emergió la noción de responsabilidad de la mujer en el uso del preservativo. Así se observa una tensión entre autonomía y responsabilidad, o quizás entre responsabilidad y responsabilización de la mujer por los cuidados de ella y de los otros.

5) Surgieron expresiones que enfatizaron la necesidad de una responsabilidad y cuidado compartido

6) En el caso de las mujeres viviendo con VIH, las nociones sobre los cuidados, la sexualidad y el uso del PF se inscribieron en el marco de su padecimientos, los debates sobre el “gerenciamiento del secreto” con sus parejas y la negociación del uso del preservativo masculino.

7) Estas mujeres (sin diagnóstico de VIH y con VIH), viven y desempeñan roles de género vinculados a valores determinantes de los femenino y lo masculino respecto a la sexualidad y los cuidados que las colocan en situaciones de vulnerabilidad mayor frente a la posibilidad de adquisición de ITS y VIH.

70

III. MUJERES TRABAJADORAS SEXUALES (TS)

1. LAS MUJERES Participaron del estudio 80 mujeres trabajadoras sexuales de las ciudades de La Plata y Córdoba cuyo promedio de edad es de 35,4 años y la mediana de, 33 años. El grupo mayoritario pertenece a quienes tienen entre 30-34 años representando el 25% de la población entrevistada5.

Edad

18-24

8,8% 15%

1,2%

25-29

10% 20%

30-34 35-39 40-44

10% 10%

45-49

25%

50 o más NC

Gráfico N°22. Edad en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80)

El nivel de instrucción alcanzado por las entrevistadas fue: el 47,4% cursó estudios primarios (completo o incompleto), el 41,3% llegó al nivel secundario y solo el 11,3% cursaron estudios terciarios o universitarios (11,3%).

5

De una trabajadora sexual no se cuenta con información sobre la edad.

71

Nivel de estudio

Pri mari a i ncompl eta Pri mari a compl eta

8,8% 2,5%

23,7%

12,5%

Secunda ri a i ncompl eta Secunda ri a compl eta

23,7%

28,8%

Terci a ri o/uni vers i tari o i ncompl eto Terci a ri o/uni vers i tari o compl eto

Gráfico N°23. Nivel de estudio alcanzado en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80).

Respecto al dominio de la vivienda el 43,8% de las entrevistadas refirió ser inquilina, y la cuarta parte dijo habitar en una vivienda de su propiedad, distribuyéndose las demás respuestas entre las categorías pieza en hotel/pensión (10%), casa de algún familiar o pareja (7,5%), lugar de trabajo (6,3%), pieza alquilada en casa, (3,7%) y “otros” (3,7%).

Vivienda

Pieza/s en hotel/pensión Vivienda alquilada

7,5% 6,3% 3,7%

10%

Vivienda propia

3,7%

Pieza/s alquiladas en casa

25%

43,8%

Casa de algún familiar o pareja Lugar de trabajo Otros

Gráfico N°24. Dominio de vivienda en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80)

La información referida a la situación de pareja reveló que el 36,3% de las mujeres TS expresaron ser “soltera”; 26,3% dijo tener una pareja estable conviviente; 16,3% mencionó

72

tener una pareja ocasional; un 11,3% señaló la opción “pareja estable sin convivencia”; 7,4% correspondió a la respuesta “otros”, y 2 mujeres no contestaron (2,4%).

Situación de pareja Pareja estable sin convivencia Pareja estable conviviente

2,4%

11,3%

36,3%

26,3%

Pareja ocasional Otros

7,4%

16,3%

Soltera NC

Gráfico N°25. Situación de pareja en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80)

En cuanto a la cantidad de tiempo realizando trabajo sexual el 30% lleva entre 0 y 4 años y el 16,2% lleva entre 5 y 9 años lo que indica que casi la mitad de las entrevistadas lleva menos de 10 años realizando trabajo sexual. Se destaca que 16 entrevistadas (20%) no contestaron la pregunta.

Tiempo realizando trabajo sexual

0-4 20% 30%

5-9 10_14

1% 4%

15-19 20-24 25-29

5%

35-39 8% 10%

16% 6%

40 o más NC

Gráfico N°26. Cantidad de tiempo realizando trabajo sexual en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80).

Finalmente el 85 % de las entrevistadas mencionó tener hijos (promedio de hijos 2,8) con una edad promedio de 15 años.

73

2. MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS Y/O DE PROTECCIÓN, CUIDADOS Y PREVENCIÓN. Se les pregunto a las 80 mujeres TS qué conocimientos tenían sobre infecciones de transmisión sexual (ITS) y VIH, si habían padecido alguna de ellas y cuáles eran sus métodos anticonceptivos y/o de protección.

El 85% refirió haber escuchado alguna vez sobre ITS y VIH, el 13,8% dijo nunca haberlo hecho y un 1,2% manifestó no saber. Cuando se les preguntó si habían sufrido infecciones de transmisión sexual, el 75% (60) dijo que no, el 23,7% (19) dijo que sí y el 1,3% (1) no contestó.

Mujeres que alguna vez sufrieron alguna ITS NC 1,3%

Si 23,7%

No 75%

Gráfico N°27. Haber tenido alguna ITS, alguna vez, en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80)

Entre las 19 mujeres que refirieron haber sufrido alguna ITS, observamos que la infección con mayor frecuencia fue “sífilis” (47,4%), en segundo lugar “tricomoniasis” (18,2%) y en tercer lugar con el 15,8% se ubicó “herpes genital”.

74

Tipo de ITS mencionadas 60 50 40

Porcentaje

30 20 10 0

Herpes genital

Condilomas Uretritis Sífilis (HPV) VIH Tricomoniasis Hepatitis B

Otra

Gráfico N°28. Tipo de ITS en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que refirieron haber sufrido alguna (n: 19).

Respecto a la utilización de métodos anticonceptivos y/o de protección el 98,8% (79 mujeres) refirió usar alguno, mientras que el 1,2% dijo no hacerlo.

Mujeres que utilizan algún método anticonceptivo y/o de protección No 1,2%

98,8%

Si

Gráfico N°29. Utilización de métodos anticonceptivos y/o de protección en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80)

De las 79 mujeres que manifestaron utilizar algún método de protección, el 100% refirió usar PM; el 10,1% anticonceptivos orales; el 7,6% anticonceptivos “inyectables”, el 7,6% “ligadura

75

de trompas”; el 5,1% DIU y el 1,3% “anticoncepción de emergencia”. El 29% de estas mujeres refirió utilizar doble protección durante las relaciones sexuales.

Método utilizado Porcentaje

120 100 80 60 40 20 0 Anticonceptivos orales

Ligadura de trompas

Preservativo masculino

DIU

Anticoncepción Inyectables de emergencia

Gráfico N°30. Elección de métodos anticonceptivos y/o de protección en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que manifestaron utilizar alguno (n: 79).

Al indagar los motivos de la elección del método utilizado, el 83,8% de las mujeres participantes dijo usar los métodos de protección para prevenir la transmisión de ITS, mientras que un 77,5% mencionó usarlos para prevenir la transmisión del VIH. Un 58,8% sostuvo que los usa para prevenir embarazos; y un 12,5% lo usa para evitar reinfecciones.

Motivación para la elección de métodos anticonceptivos y/o de protección 90 80 70

Porcentaje

60 50 40 30 20 10 0 Prevenir embarazos

Prevenir Prevenir Prevenir reinfecciones adquisición/transmisión adquisición/transmisión de ITS VIH/sida

Gráfico N°31. Motivación para la elección de métodos anticonceptivos y/o de protección en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que manifestaron utilizar alguno (n: 79).

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El alto porcentaje reutilización de PM, así como la necesidad de prevenir ITS y VIH como principal motivo para su uso, nos advierten sobre la necesidad de remarcar que las mujeres convocadas para participar del estudio fueron, en su gran mayoría, mujeres TS vinculadas de formas diversas a la asociación de Mujeres Meretrices Argentinas (AMMAR). Estas mujeres, ya sea por formar parte de la organización, participar de talleres, ir a buscar los PM a la organización o conocer de su existencia y demandar ayuda cuando es requerida, tienen mayor acceso a la información y los recursos preventivos, a distintas instancias de contención, de apropiación de conocimientos y empoderamiento. Así los demuestran testimonios relevados en los talleres de discusión realzados en La Plata y Córdoba: “Yo no me cuidé nunca con las parejas, no me cuidé ni con los clientes hasta que entré a AMMAR, hasta que entré a AMMAR. A mí me decían, “te doy $20 más”, “bueno, vamos.” Hasta que entré a la organización, ahí me empecé a cuidar, con los clientes y con la pareja”. “Tengo para decir que hace 10 años que estoy en AMMAR, y desde ahí que aprendí a cuidarme y me cuido siempre”. Consideramos probable que si el estudio se hubiese realizado con TS sin vinculación al trabajo de AMMAR, los porcentajes sobre el conocimiento de ITS y la necesidad de su prevención, el uso de métodos anticonceptivos y de protección y especialmente la utilización del PM hubieran sido significativamente más bajos.

Sobre el preservativo masculino El uso de anticonceptivos entre las TS que participaron del estudio se vinculó, - a diferencia de los otros dos grupos de mujeres (con y sin diagnóstico de VIH)-, en primer lugar y directamente a la prevención de ITS y VIH, lo que coloca al PM como la principal herramienta de cuidado “No tomo pastillas, no uso DIU, nunca jamás me puse una inyección… O sea, antes de estar en AMMAR, obvio, no me cuidaba ni con pareja. Me daba igual, sinceramente, me daba igual. Pero después de estar en AMMAR, y los talleres, y que vas viendo… Y aparte experiencias de vida, que yo tengo amigas que tienen VIH porque las contagió el marido… yo hace un rato que vivo ya en pareja, 6 años, y nos hemos varias veces los dos, ir y hacerme el VIH, todo los análisis, todo… 3, 4 veces hicimos para encargar al Camilo, y ahí fue la única vez que lo hicimos sin preservativo”. Respecto a la frecuencia de su uso, cuando se les preguntó a las mujeres con qué frecuencia usaban el PM con sus clientes, el 90% (72) de las TS mencionó usarlo “siempre”. El 7,5% dijo usarlo “con frecuencia”. El 2,5% dijo usarlo “pocas veces”.

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Esta misma pregunta pero referida al uso del PM con su pareja/novio/cliente de confianza/amigo/otros , muestra una diferencia importante y significativa ya que el 45% dijo usarlo “siempre”; el 36,3% dijo no usarlo “nunca”; el 7,5% dijo usarlo “pocas veces”; el 2,5% dijo usarlo “con frecuencia” y el 8,7% no contestó.

Frecuencia en el uso del PM 100

Porcentaje

80 60

Cliente Pareja

40 20 0 Siempre

Con Pocas veces frecuencia

Nunca

NC

Gráfico Nº32: Frecuencia en el uso del PM sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80)

De las 72 mujeres que refirieron usarlo siempre, el 84,7% dijo que lo usas “como método de protección contra ITS y VIH”; 45,8% dijo que lo usa siempre porque “lo usa como método anticonceptivo”; 22,2% dijo que “no le gusta pero considera que debe usarlo”. 13,9% dijo que lo usa siempre porque “le gusta”. El punto de partida de los comentarios y discusiones en los talleres sobre el PM fue siempre su uso inevitable y saludable y la habilidad en el manejo del PM, una estrategia adquirida que les otorga poder y libertad de acción en las relaciones con sus clientes. “La que sabe colocar con la boca un preservativo masculino, también es como que en el tema de la negociación… ya no existe porque ya lo sabés colocar”. “Y depende de cómo también, a parte lo naturalizas al preservativo masculino. A mí ya me es indiferente porque ya es como que ya forma parte del, tenerlo en la boca, constantemente o saberlo colocar con la boca… es como que ya me es indiferente, el tema de negociar o no negociar con uno o con el otro ¿me entendés? Porque en el mismo juego ya cuando él se da cuenta, ya lo tiene puesto. Pero ponele, el Prime… los detesto, porque los prime con espermaticida ese me mata, me mata a mí eso… Ya viene con Prime… no, el gusto ya es imposible… ya olvídalo. Como que… ¿viste? Tenés que… o saco yo uno de los míos, pero eso…”.

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Estas mujeres enfrentan cotidianamente, con estrategia y éxito, situaciones y problemáticas vinculadas al uso del PM y a las negativas y “mañas” de sus clientes: “No… porque me lo pongo y se me baja, te dice…que es duro, que es blando ¿no? bueno… eso es maña”. “Hay gente… que dice “me pongo el forro” y cuando van a… se lo sacan. Eso pasa, pasó… Sí, se lo sacan. Se lo sacan o lo rompen, y vos te das cuenta porque viste… viste que se está poniendo el preservativo y se siente el tac… Se siente, “Uy, está roto…” No, olvidate”. “Hay clientes que te ofrecen más plata, para no ponerse él”. “Me parece bárbaro. Porque hay otros cuando vos no te das cuenta lo pellizcan, cuando vos no te das cuenta, lo rompen [el PM] y ahí te la mandaron. Entonces para ser vivo, te colocás el preservativo femenino y ahí…”. Pero no todas las TS tienen esta capacidad de imposición, los lugares y las condiciones de trabajo y las condiciones de vida son muy variados a lo largo del país y condicionan las posibilidades de muchas mujeres de imponer el uso del PM a sus clientes “Antes yo no tomaba ninguna conciencia. Me decían ‘te doy 30 más, te doy…’ pero más vale….-Sigue todo eso todavía…En todos lados”. “Qué se yo, no sé. Como decía E., hay situaciones en donde no se maneja nada”. Las diferencias generacionales y los contextos urbanos también repercuten en las posibilidades de incorporar el PM “Antes era imposible colocar un preservativo, porque ellos no se hacen cargo de nada. Yo te digo, porque la última vez que fui a España, me volví por eso. En el año ’88, ’89 me volví porque no… no podía trabajar, nadie quería usar preservativo (…) hay algunos kamikazes que sí… siguen teniendo pero tiene que ver con el tema de las edades, más que nada”. “A los chicos, a la juventud le cuesta menos… o sea está más naturalizado, te lo acepta… a los de 40 para arriba, son generaciones que no le enseñaron el sexo con… Los jóvenes hoy empiezan el sexo con preservativos. Es mucho más fácil…”. “Yo siento que también en las ciudades más chicas cuesta mucho más… instalar el preservativo. En la ciudades grandes es como que está más instalado, Rosario, Mendoza, Córdoba. Yo soy de Rafaela y vos hablás de forro y te dicen ¿Qué es eso? Digo, y no te lo dicen solamente los tipos grandes, ni…los jóvenes también”. “Digo, porque en los pueblos pasan estas cosas. Como son más conservadores, más machistas… y los pibes jóvenes se crían con la, de sus viejos machista. Entonces, como que cuesta más… mucho más hablar del preservativo en sí… hablar de sexo”.

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Al igual que en las encuestas realizadas, el no uso del PM estuvo en la mayoría de los relatos vinculados a las relaciones de pareja. La convicción sobre la necesidad de cuidados decae cuando se habla de pareja, novio, cliente de confianza, amigo así como la capacidad de imposición/negociación “Yo no me cuidaba (…) No, nunca me cuidé. Me hicieron 7 chicos. Imaginate si me voy a cuidar… (Risas)”. “A veces” [usa PM]”. “No, antes no”. “No me gusta usar preservativo con mi pareja… Porque no sentí nada… Es un plástico que vos tenés… tenés relaciones con un cliente, que comprás preservativos, que tener sexo con tu pareja. Es muy distinto, porque…” (Risas). “Sí, ella asocia: preservativo, cliente; placer sin… el placer sin forro. Preservativo, cliente, trabajo. No es una cuestión… Por eso ella dice que a ella no le gusta usar con su… su pareja”. “[no utiliza PM porque] Aparte como que yo ya me cansé de trabajar, es como que…”. “Para mí es un peligro. Porque si tu pareja, o la persona que esté con vos está con otras minas… y te podría contagiar algo. Es un peligro… por más que sea tu pareja”. Destacamos en estos testimonios cómo la asociación entre PM y trabajo repercute negativamente en los cuidados al interior de las parejas. Parece haber una cierta necesidad en demarcar con claridad y distancia las diferencias entre el trabajo y el placer, entre las formas del trato con los clientes y las formas del trato al interior de la pareja; y en esta distinción, para algunas mujeres TS el uso del PM marca una diferencia. Fueron pocas las mujeres TS que manifestaron usar el PM con sus parejas con “gusto” y “placer”. “A mí personalmente me gusta más (…) Sí, con preservativo, ya sea con mi pareja o no. Me gusta mucho más… es como hablábamos el otro día (…) Y así me cuido más también, porque yo no sé a donde se mete él (…) Uno nunca sabe, prefiero cuidarme…No me molesta. Ya está tan incorporado que… al contrario… me gusta más”. “Porque igualmente, digo, no es solamente poner un… el preservativo… También vienen los geles, que vos le ponés… Hay como otra sensación de usar el preservativo, digo… ahora (…) entonces hay otra sensación… Porque vos le ponés el lubricante… Digo, en la pareja uno busca el juego… Saquemos el trabajo, estamos hablando de la pareja, en la pareja… busca el juego”. No relevamos testimonios y discusiones sobre la negativa de las parejas de estas mujeres a usar PM, como así lo relataban extensamente las mujeres con y sin diagnóstico. Subrayamos entonces como todas las mujeres del estudio (sin diagnóstico de VIH, con VIH y TS), viven y

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desempeñan roles de género vinculados a valores determinantes de los femenino y lo masculino respecto a la sexualidad y los cuidados que las colocan en situaciones de vulnerabilidad mayor frente a la posibilidad de adquisición de ITS y VIH.

Finalmente un punto indagado por las encuestas fue el lugar de acceso al insumo anticonceptivo/preventivo. De las 79 mujeres que refirieron usar algún método, el 87,3% dijo obtener sus métodos de protección en “ONGs de TS”; el 20,3% en “centros de salud”; el 10,1% en “farmacia”; el 5,1% fue para cada una de las siguientes dos menciones: en “hospital” y “otros”; finalmente el 1,3% fue para la opción “es proporcionado por la pareja”.

Lugar de acceso al método de cuidado 100 90 80

Porcentaje

70 60 50 40 30 20 10 0 Farmacia

Centro de Salud

Hospital

ONG/OSC

Es proporcionado por la pareja

Otros

Gráfico N°33. Lugar de acceso al método de cuidado en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que manifestaron utilizar alguno (n: 79)

3. IDEAS Y CONOCIMIENTOS SOBRE EL PRESERVATIVO FEMENINO (PREVIOS A SU USO) En este punto mencionamos las primeras impresiones referidas por las mujeres encuestadas respecto al PF, previas a su uso en el marco de este estudio. Del total de las mujeres encuestadas (n: 80), 45 (56,2%) manifestaron conocer el PF, 33 (41,3%) refirieron no conocerlo y 2 (2,5%) no lo recuerdan.

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Conocimiento sobre el PF

no recuerda 3% no 41%

si no si 56%

no recuerda

Grafico N°34. Conocimiento del PF en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80)

A las mujeres encuestadas que manifestaron conocer el PF (n: 45) se les preguntó dónde habían visto o escuchado hablar del mismo. El 44,4% dijo que fue en el “sindicato de TS”; el 31,1% eligió la mención “familiares/amigas”; el 13,3% “en televisión o radio”; el 8,9% “otros”; el 4,4% dijo en “hospitales” e igual porcentaje de respuestas para “en revistas o prensa escrita; el 2,2% fue para cada una de las siguientes menciones: “en agrupación PVVIH” y “NC”.

Lugar donde conoció el PF 50 porcentaje 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 Hospitales PVVIH Televisión oAgrupación radio Familiares/amigas Revistas/prensa escrita Sindicato Trab. Sexuales

Otros

NC

Grafico N°35. Lugar donde conoció el PF en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que manifestaron conocerlo (n: 45)

Entre las entrevistadas que manifestaron conocer el PF (n: 45) solo lo utilizaron el 22,2%. Poco más de las tres cuartas partes (75,6%) expresó no haber usado nunca un PF.

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Uso del PF (antes del estudio) NC 2,2%

Si 22,2%

No 75,6%

Grafico N°36. Uso del PF, alguna vez, en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que manifestaron conocerlo (n: 45)

En los talleres de discusión se realizaron numerosas referencias al conocimiento y/o uso del FC1, modelo de PF anterior al FC2, utilizado en este estudio. Las mujeres que lo habían utilizado compartieron sus experiencias con aquellas que recién lo estaban conociendo: “Yo porque lo usé chicas. Al principio es como…cuando se va estirando el látex adentro, digamos, en el canal… es como que hace ruido, como que embolsa y más con el movimiento, hace un poco de ruido, como sopapa, chicas… es la verdad. Pero después, una vez que te acostumbraste es como que…”. “El otro era más duro (…) mucho más duro”. “Incluso, venía hasta como secante…”. “El otro era como que se te iba un poco de la mano. Era muy duro, entonces era como que… Este…era como que tenías que estar luchando bastante”.

Al igual que en otras oportunidades, muchas de las mujeres que participaron del estudio, conocieron el PF por primera vez en la organización y en el marco de los talleres de presentación del PF. Las ideas y conocimientos (previos al uso del PF en el marco de este estudio), referidos, se distinguieron entre las mujeres que habían utilizado el modelo anterior y aquellas mujeres que nunca lo habían utilizado o que directamente no lo conocían. “Está bárbaro. Para nosotras va a ser… si nos resulta cómodo… fabuloso”. “Está bueno eso de ponértelo [antes]…”. “Y vamos a probar, después vamos a opinar. Ver para creer”. “Está súper lubricado”.

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“Yo creo que a él, saber que no se van a poner nada ellos, van a estar chochos también. Lo que pasa es que es una comodidad para ellos… que ponerse ni sacarse nada, por ahí se les hace más fácil”. “Me parece que es más plantearlo como otra alternativa nada más, para ver qué se siente… o como una previa. Me preocupa ver qué le parece a él y qué nos parece a nosotras, como una alternativa nueva”. “Pero está bueno eso, porque a los hombres que la tienen muy chiquita y que por ahí les es difícil el tema del preservativo, esto también puede ser una solución”. “yo me voy a cuidar” le voy a decir. Está bueno, es cuestión que a uno… no le moleste, no sé cómo a cada uno, cómo le va a caer… Hay que probar”. En estas primeras impresiones sobre el PF, no se registraron rechazos explícitos a su utilización. Cautas y con expectativas las mujeres manifestaron que lo iban a “probar”, para después poder “opinar”. Desde el inicio el PF fue visto como una alternativa, como un complemento para las prácticas de cuidado ya realizadas.

Entre las dudas que surgieron durante estas presentaciones del PF, después de haber visto, tocado y explicado su colocación, destacamos aquellas que se vinculan con las características del PF y con cuestiones respecto a su uso: “¿Y cómo queda el semen?; ¿Y no chorrea el semen?”. “¿Por qué razón? [no se puede usar junto al PM]” “¿Ese aro que está allá arriba?”. “¿Cómo queda afuera?”. “Este no sirve más ¿no? ¿Para una sola vez es?”. “¿Posibilidad de romperse seguido, esto?” “¿Se puede usar para sexo anal?”. “¿Qué pasa si nos acostumbramos a usarlos, y no conseguimos ni en la farmacia?”. “¿No hay posibilidad que se quedara adentro?; ¿Si el aro más grande tiene posibilidad de que entre adentro también?; en el hospital cuando lo mostramos muchas mujeres preguntan esto, si en la fricción no se puede entrar esto, y quedarse adentro…”. Una de las cuestiones que se discutió en estos primeros talleres fue el de la relación entre imposición/negociación y presentación del PF. Mientras algunas mujeres se preguntaban cómo se lo presentarían a su cliente, otras en cambio refirieron que se lo colocarían sin

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decirles nada. Todas ellas concordaron en que el PF podía ser una buena herramienta para utilizar con aquellos clientes que no quieren usar PM, “los mañosos”. “Una se la ingenia para poner el preservativo… Hasta ahí está todo bien, ¿no, es cierto? Pero yo… a mi me preocupa… ese condón justamente ¿no? para los mañosos (…) cuando viene un cliente que es mañoso, de por sí, para usar preservativo, entonces digo, cómo me la ingeniaré para poder decir que tengo un preservativo [F]; porque lo más lindo sería que se enteren ¿no? que tenés el preservativo”. “Entonces también se puede engañar a la persona… engañar… es decir, hay gente que no se quiere poner preservativo. Te ponés vos o… yo te voy a preparar… Es buena idea, esa… Esa es la idea. Porque hay gente que no quiere a veces, bueno y nosotras… Yo no me daba cuenta, pero si ustedes se ponen a interpretar y hay gente, hombres que no lo quieren usar… es muy importante eso… Esa es mi opinión. Es muy importante. Porque yo tengo mucha gente… Hay gente que de hace años… que no se usa… O sea, lo vamos a engañar”. “No, está bueno la verdad. El preservativo femenino está bueno. Porque hay clientes que son medio quisquillosos, no quieren usar el masculino,… tal vez si le decís del femenino te dicen que no, entonces, calladita la boca, lo uso. No digo nada. Me parece bárbaro”. “Para mí está pensado por todas estas situaciones, también. Para trabajadoras sexuales, cuando los clientes no quieren ponerse, para mujeres que por ahí no… (Se superponen) O sea, hay muchos casos que la mujer no puede decidir, “te ponés el forro y te lo ponés”. Y es una opción para poder decidir una, también. Me parece que eso es lo importante…”. Muchas de las expectativas de estas mujeres TS rondaron en la posibilidad de utilizar el PF sin que el cliente lo sepa, sin tener que exigir que se coloque el PM, desterrando así la instancia de la imposición/negociación.

Finalmente otra cuestión que emergió como duda fue la relación entre el manejo del PF, el campo de látex y el PM para la realización de sexo oral “Vamos a quedar entrampadas solamente con el femenino, y el tipo te va a terminar pidiendo que le hagas sexo oral sin… que le tires la goma sin… el [preservativo] masculino… “. “Y lo único que… en que no acompaña en el femenino que cuesta mucho, es el tema de hacer el campo látex. Digo… porque te cubre… te cubre una parte no más… si vos querés tener sexo oral y hacer el campo látex, tenés que estar como muy sosteniéndolo así… y es más lo que te acalambrás los brazos”. “No dá… porque tenés que estar vos, te terminás contracturando y no… no terminás gozando…- una nueva posición para el Kama Sutra, sería (Risas)….- ahí el placer se va”.

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Finalmente, analizando las frecuencias relativas a las primeras impresiones y opiniones respecto al PF de las TS nos fue posible construir los siguientes cuadros de respuestas:

En las relaciones sexuales con los clientes Ventajas “es una alternativa cuando no quieren usar el PM” (66,3%) “la mujer lo puede manejar sin tener que pedirle al cliente” (41,3%) “brinda decisión propia/libertad a las TS” (32,5%) “parece cómodo” (20%). “no interrumpe la pasión en las relaciones sexuales” (16,3%).

Desventajas “difícil de manejar” (36,3%) “requiere de una explicación a los clientes” (27,5%) “es estéticamente feo” (18,8%). “ninguna” (11,3%)

“otro” (10%)

En las relaciones sexuales con sus parejas Ventajas “la mujer lo puede manejar sin tener que pedirle al cliente” (30%) “los hombres no tienen que preocuparse” (24,3%) “brinda decisión propia/libertad a las TS” (22,9%) “no interrumpe la pasión en las relaciones sexuales” (21,4%). “parece cómodo” (15,7%). “aumenta el placer sexual” (15,7%).

Desventajas “Difícil de manejar” (33,3%). “es estéticamente feo” (20%).

“requiere de una explicación a la pareja” (18,8%). “ninguna” (14,5%)

“no sabe” (11,6%).

4. SOBRE EL USO DEL PRESERVATIVO FEMENINO: OPINIONES, SENSACIONES Y PERCEPCIONES DE LAS MUJERES A continuación desplegamos las opiniones, sensaciones y percepciones expresadas por las mujeres que, después del período pautado, utilizaron o intentaron utilizar alguno de los PF entregados. Nuevamente articularemos las respuestas cuantificadas obtenidas de las encuestas a las 80 mujeres, con los relatos de las mujeres que participaron de los talleres de discusión. En esta ocasión se podrá apreciar que las respuestas dadas en las encuestas cerradas no siempre se condicen con las opiniones compartidas por las mujeres TS que participaron de los talleres.

El 88,8% (71 mujeres) dijo haber podido usar el PF; 11,2% (9 mujeres) dijo que no.

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Uso de preservativo femenino No 11,2%

Si 88,8%

Grafico N°37. Uso de PF en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales (n: 80)

Cuando se les preguntó con quiénes habían utilizado el PF, 32 los habían utilizado con sus parejas/novio/cliente de confianza/amigo/otros (45,1%); 25 mujeres TS sostuvieron haberlos usado con los clientes (35,2%) y 14 de ellas con ambos (19,7%).

Con quién usaron los PF

Ambos 19,7%

Clientes 35,2%

Pareja 45,1%

Grafico N°38. Con quién usaron los PF en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que usaron los PF (n: 71).

Las encuestas realizadas contemplaban una gran cantidad de preguntas para las mujeres que habían podido utilizar por lo menos una vez el PF.

Así, respecto a la colocación y el retiro del preservativo, al 66,2% no le causó dificultad colocárselo, el 85,9% no sintió ningún dolor, el 67,6% no sintió ninguna incomodidad y el 93% no tuvo dificultad para retirárselo de la vagina.

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Sin embargo las mujeres que participaron de los talleres refirieron dificultades en la colocación e incomodidad “Yo usé nueve. Pero me tardo más. Lo hago así como un ocho para ponérmelo, pero me tardo, o sea, me cuesta, me cuesta. Igual es el único problema. Es el único problema”. “Si, adentro no hay drama. El problema es ponerlo. Se tarda mucho”. “No sé, es medio incómodo. También para ponerlo, como que… cuesta, cuesta… es muy lubricado. Prefiero el masculino”. “Me pareció difícil ponérmelo, porque resbala mucho, resbala mucho”. “Uno se me rompió” (…) No me lo podía poner, no podía, no me lo podía poner. Lo hice para acá, para allá… y entonces, uno se me rompió. Yo le decía al cliente… le expliqué todo y bueno dijo que está bien. En ese momento estás apurado y… No sé si será incómodo como dicen, pero si necesitas ponértelo rápido no se puede”. Las menciones de dificultad y tardanza están vinculadas con la especificidad del trabajo y los distintos lugares en donde lo realizan. Al respecto, las referentes de la organización que estaban encargadas de realizar las encuestas y capacitar y entrenar a las mujeres en el uso del PF comentaban: “Si. Yo creía que era más fácil. Viste, como que nosotras lo estábamos explicando: si, lo ponés en ocho, lo mandás y tuc, lo empujas y listo y… no, en el momento de usarlo no es tan fácil la historia. Te complicás un poco más. A mi se me complicó mucho para ponérmelo y además me parece que no me quedó bien porque me quedaba ahí incómodo. Y el otro me decía: pero mi hija, esto. Y no, también me molestaba la argolla, al no quedar bien, molesta”. Otras mujeres también manifestaron sentir dolor e incomodidad, posiblemente, como ellas mismas refirieron, por la mala colocación “Bueno, a mí… eh… al cliente, le encantó pero a mí me…, el aro de adentro, el interno, me lastimó, me jodió bastante (…) era una molestia… ¿viste que cuando vos tenés relaciones, es horrible, tener una molestia, de sentir que te está tocando y que te pase… viste? (...) Claro, a lo mejor yo no me lo he puesto bien, también. O el aro, medio éste…. tampoco fue un dolor de locos, ni nada… Pero una molestia… Incómodo, digamos”. Una mujer le sugirió a otra la mejor forma de colocarlo aludiendo a la necesidad de conocerse y tocarse para encontrar el lugar adecuado de cada una “Aparte yo soy liberada, yo me meto el dedo, me muevo, así, a ver… Y sí, y sí… porque sino es como un tampón, si vos te lo ponés mal, después te queda mal, te molesta y te es incómodo. Es igual, tenés que buscarle, porque se va adaptando eso. Yo lo… “a ver… un poquito más para acá…” y le meto el dedo, ah bueno y entonces…”.

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En general las mujeres coincidieron en la necesidad de practicar más su colocación, “acostumbrarse” al insumo, familiarizarse, darse tiempo para manejarlo mejor. “Al principio, la primera vez, te digo la verdad, también me costó y es como que… pero después, una vez que te vas acostumbrando…”. “Pero le digo: “te lo pusiste mal, boluda” (Risas). Sí, y bueno, pero pasa… y como era la primera vez (…) Pero el tema era, como era la primera vez… los nervios… qué sé yo…”. “Es novedoso, es novedad, y hasta que la gente se vaya acostumbrando… y qué se yo. Pero no es que está mal. Al menos, está… yo te dije, está dividida la cosa…”. “Claro, también… Claro, si nunca te lo pusiste, la primera vez…”. “Es cuestión de maña. Lo que pasa es que ahí abajo,… meterte algo adentro es… no es fácil, hay que tener… hay que acostumbrarse un poquito… Por eso, si nos cuesta a nosotros, imaginate a los clientes”.

Valoraciones del PF en su uso con clientes Al ser consultadas sobre las “sensaciones” y/o “percepciones” experimentadas con el uso del PF en sus relaciones sexuales con los clientes, la respuesta con mayor frecuencia de casos fue “nada en especial” (46,2%) seguida de un 28,2% de “seguridad”. En tercer lugar, “prefiero que el cliente use el PM” (17,9%). Luego, “más placer” y “fue fácil introducir el pene” (12,8% cada una). El 10,3% para “vergüenza” y 7,7% para “no me gusta tener que tocarme los genitales para ponérmelo”.

En los talleres se expresaron valoraciones positivas del tipo: “A mí me encantó”. “Yo bien yo. Todo bien, no me molesta, no es incómodo nada. Me quedó bien puesta la argolla. Y usé como siete u ocho (…) con clientes”. “No, pero está bueno. Yo prefiero usar el femenino que el masculino”. Entre las características positivas encontradas al insumo se encuentran la lubricación y la higiene “A mi me parece que es más higiénico, porque vos vas, te lo ponés y hacés todo limpio”. “Sabés qué, nos pasó también que nos… vieron que cuando trabajás, generalmente tenés que usar gel para poder… y con eso no, porque entra… de una. Claro, porque

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cuando una está seca y no puede, y por ahí cuesta, a veces… con el otro preservativo, cuesta mucho…”. Otra ventaja encontrada al PF fue que les brinda la posibilidad de trabajar aún menstruando “Pero cuando estás indispuesta lo podés usar. Es una alternativa”. “Que a las chicas les conviene [el PF] en el sentido de que cuando están indispuestas pueden trabajar igual, pero… tenés la otra consecuencia, que cuando estás indispuesta, eso te puede llegar a tocar y a doler un poquito, porque tenés todo inflamado adentro. Es normal, cuando estás indispuesta, pero te safa porque ahí no tenés ningún contacto con nada, a ese nivel digo yo. Y a nosotros también, obvio. A mí me re safa”. “Y ya, después bueno, me dijo que a los dos o tres días lo tuvo que usar, por eso de que estaba indispuesta y necesitaba la plata, y no le pareció tan complicado”. Dos mujeres refirieron sentirse más seguras con el PF “Digo, es mucho más cómodo y práctico para ellos. Porque a veces les aprieta o se rompe. Entonces, yo me siento más segura, con el preservativo femenino me siento más segura que con el masculino…”. “Es mucho más… mucho más seguro para la relación. A mí me gustó”. Muchas mujeres afirmaron que el PF se constituye en una buena opción para los clientes que no quieren usar PM por distintas razones. “Claro porque hay muchos clientes que no quieren usar preservativo, porque son incómodos, porque son alérgicos, porque les aprieta, así que…”. “No, está bueno la verdad. El preservativo femenino está bueno. Porque hay clientes que son medio quisquillosos, no quieren usar el masculino…”. Pero también se refirieron ventajas respecto a las prácticas sexuales y las características anatómicas de los clientes “Lo que tiene de bueno, es que la pueden… porque convengamos que hay tipos que tienen un pitito que no… pero que la pueden poner… esos, es más fácil ponerla con el forro femenino que con el forro masculino, que les queda grande… Ahí, por lo menos no se nota…”. “O cuando no…no tienen muy buena erección”. “Claro. Esa es la ventaja… que el preservativo, que me dijeron muchas chicas, que no estando el pene erecto, pueden… hacerlo igual y el tipo… el tipo queda chocho porque se… puede acabar. No tiene el pene erecto y puede acabar”. “Aparte hay mucha gente grande, por ejemplo, que igualmente viene… viene a salir con nosotras y que nunca se le para, jamás… Pero por lo menos, puede jugar. Es verdad. Y

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ya es otra posibilidad que tiene el tipo y de una de ganarse el mango y que el tipo pueda salir ¿viste? Porque, le hacés la francesa y chau, se cortó, pero así, por lo menos, pueden juguetonear un poco ¿viste? Y nosotros, es negocio, y es también…”. “No, es una alternativa. Aparte, a las minas que laburamos, a los tipos que les cuesta, que solamente les podemos hacer francesas, porque no te quieren poner, para… porque para ponerla no quieren, este… es una alternativa que a ellos también les… les sirve. ¿Viste?”. Las ventajas recién mencionadas tienen provecho importante e inmediato para las mujeres TS en la medida en que el uso del PF les permitiría ofrecer sus servicios a nuevos clientes a la vez que cotizar el trabajo realizado “Cuando ve que me lo estaba poniendo, me dice: “te ayudo, si querés” me dice… … y ahí entra el morbo del tipo, hay que jugar un poquito con eso también”. “Porque ya cuando el tipo te conoce, ya no sale con vos. Te dice: “no, ésta no sale conmigo porque no coge sin forro…” Entonces, hay que volver… ¿viste?... a… ¿Qué te parece…? Es difícil, pero bueno, de a poco…”. “…te dice ‘no, no usemos nada’… Hay que aprender a saber jugar y… a mentirles, como estamos acostumbradas… Claro, está bien. Estas cosas… que te lo podés poner sin que se dé cuenta…, o aunque se de cuenta, digamos, que te lo podés poner independientemente de él…”. “A veces, se dan cuenta cuando… cuando ya terminó todo. Claro, ahí se dan cuenta. “¿Qué tenés?”, me preguntó: “me mentiste”, “y sí, vos que te pensás, que yo no me quiero. Vos no te querrás, yo sí, cuál es. Ya está, ya fue”. Entre las valoraciones negativas o desventajas del PF mencionadas en los talleres destacamos la cuestión estética, el ruido, la incomodidad y las limitaciones para el sexo oral, entre otras. Así la opinión de que el PF es estéticamente feo fue generalizada aunque algunas mujeres le otorgan mayor importancia que otras al defecto. “Porque como que para ellos es novedad y para nosotras también, si da un poquito de vergüencita… yo sé que da un poquito de vergüencita porque estéticamente no es nada agradable…No, no es lindo”. “Es medianamente feo. Estéticamente… ---, diseñarlo ¿viste? (Risas)”. La incomodidad ocupó un lugar de importancia en los relatos, “Muy incómodo. Al mi no me gustó (…) [a los clientes] no les gustaron”. “No sé, es medio incómodo. También para ponerlo, como que… cuesta, cuesta… es muy lubricado. Prefiero el masculino”. “Una sola vez nada más. No, no me convence. Es incómodo”.

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“Porque es como si tuviera como cinco preservativos juntos (…) Es incómodo. La argolla de adentro, queda ahí y me molesta. Es incómodo”. “A mi se me complicó mucho para ponérmelo y además me parece que no me quedó bien porque me quedaba ahí incómodo”. La referencia y comparación con el PM fue una constante para todas las mujeres mientras que la preferencia por el PM fue la opción de algunas “Yo lo usé una vez. Prefiero el masculino (…) no me gustó. No, no, no”. “No sé, es medio incómodo. También para ponerlo, como que… cuesta, cuesta… es muy lubricado. Prefiero el masculino”. El ruido que suele provocar el PF durante la relación sexual nuevamente fue identificado como una desventaja del insumo “Y a veces hace ruido, también”. “Sí, hace mucho ruido. Hace mucha sopapa. Hay que poner música a full, ¿viste? (Risas). Sopapea mucho… ¿eh?”. “Sí, sí, sí, hace mucho ruido”. Otra desventaja mencionada y discutida fue la limitación del PF para el sexo oral. Algunas mujeres manifestaron preocupación e incertidumbre respecto al uso combinado necesario de PF y PM según la practica sexual que se realice “[con sexo oral] Yo lo probé, digo… Sí, cubre todo bien…No es lo mismo, chicas. Convengamos que no es lo mismo, pero bueno…”. “Lo que sí, ¿viste? En… en esos 5, o sea en esos 5 clientes que te decía, tuve que usar los dos, por el tema de… ¿para hacer el oral? Claro, eso es lo que va a pasar… Sí, eso sí. Obvio. El masculino…”. “No le podés tirar la goma. No hay que dejar olvidarse del preservativo masculino…”. “Es una buena alternativa ¿no? Pero como trabajo ha ido… a veces cuesta al cliente ponerle el preservativo… imaginate…Va a decir… a no, si ya tengo esto chupame la pi…”. “Si, lo que pasa que antes es complicado para el sexo oral, o sea, si están teniendo relación con sexo oral primero, que esto que lo otro…”.

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Las mujeres reconocen así al PF como una alternativa complementaria al PM que les puede brindar algunos beneficios, no obstante reconocen también que el PM es una herramienta indispensable para prácticas sexuales como el sexo oral.

Finalmente una mujer refirió que el uso del PF le provoco “hongos” “Bueno, yo lo probé. Bien, pero me hizo mal a mí. Me hizo… hongos. O sea, me hizo honguitos”. Si nos adentramos en las ventajas y desventajas en el uso del PF referidas por las mujeres encuestadas, nos es posible construir la siguiente síntesis:

Relaciones sexuales con clientes Ventajas “protección contra las ITS” (52,6%).

Desventajas

“es práctico” (50%)

“el anillo interno o externo molesta” (57,7%). “Es feo” (34,6%)

“es resistente” (44,7%)

“difícil de manejar” (26,9%)

“se puede usar cuando el pene no está “a los clientes no les gusta” (26,9%) erecto” (36,8%) “brinda decisión propia/libertad a las “es ruidoso” (19,2%). mujeres” (36,8%) “se puede colocar antes de la relación sexual” (31,6%). “es una alternativa cuando el cliente no quiere usar el PM” (31,6%).

Valoraciones del PF en su uso con parejas/novios/clientes de confianza/amigos Por otro lado al desagregar las “sensaciones” y/o “percepciones” experimentadas durante las relaciones sexuales con sus parejas/novios/clientes de confianza/amigos/otros, la opción más mencionada fue “nada en especial” (45,8%), seguida por “seguridad” (41,7%). En tercer lugar, “más placer” (31,3%). El cuarto lugar con el 25% fue para “fue fácil introducir el pene”. Le siguieron las opciones “prefiero que mis parejas/novios/clientes de confianza/amigos/otros usen el PM”, y “es estéticamente feo” con el 12,5% cada una.

En los talleres realizados las mujeres que participaron y estaban en pareja eran pocas. Por esta razón los relatos sobre las experiencias del uso del PF con sus parejas son escasos. No obstante esos pocos relatos describieron situaciones que van desde la vergüenza, pasando por la risa y

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hasta el placer. En términos generales las mujeres TS relataron que a sus parejas les gustó el PF: “Y en total, la pasamos bien. Más o menos… no estuvo tan… O sea, como fue mi primera vez, a… al poner el preservativo fue medio que me dio vergüenza a mí, pero a él le gustó”. “Yo también, al mío le encantó…, es otro el juego…”. “Sí, sí… A él le gusta”. Para algunos varones, en concordancia con la opinión femenina, el PF “es feo”. Otros encararon con humor la propuesta de usar el PF, según el relato de sus compañeras. “Con mi pareja, al principio no le gustaba a él, porque dice que es feo el aspecto”. “Se reía… le dio risa… No, yo le dije: ¿querés que usemos el preservativo femenino? Bueno me dijo (risas) le gustó (más risas)”. “¡Se cagaba de risa también, si! Como que dice: mirá esta loca lo que me hace hacer ¿no? vamos a usar el preservativo femenino le digo, vamos a ver qué onda. Y bueno… resignado (…)” Finalmente una dimensión que se hizo presente al momento de hablar de las parejas y su experiencia con el uso del PF fue el placer. Fueron varias las mujeres que manifestaron sentir mas placer con el PF “Hay una compañera que me contó que la argolla le daba más placer. Que le digo cuántos vas a usar, dice, no me des diez, dame veinte, porque a mi me da placer… le digo ¡ah bueno! (…) “Porque parece que al poner el preservativo, cuando entraba, la argolla le tocaba y eso le daba placer. El aro interno…Si te lo ponés bien, te masajea bien”. “Bueno a mí, yo sentí placer cuando me lo pusieron. Pero no sentí tanto placer así como dijo la compañera (risas) no. yo me lo hice que me lo pusieran, le expliqué. No, a mi no me molesta. No me molesta.” “Yo iba a decir eso, eh… Yo por lo… por lo general con… lo experimenté con mi pareja y con clientes. Con mi pareja, al principio no le gustaba a él, porque dice que es feo el aspecto, pero a mí me da más placer, y para él incluso es más cómodo ¿entendés? Porque es lo que dice ella, no está tan apretado ¿entendés? y es como que está más libre. Se siente más…”.

Analizando las frecuencias relativas a las ventajas y desventajas en el uso del PF en las relaciones sexuales con sus parejas/novios/clientes de confianza/amigos/otros, obtuvimos las siguientes respuestas:

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Relaciones sexuales con sus parejas Ventajas

Desventajas

“protección contra las ITS” (66,7%)

“es feo” (63,6%)

“cómodo” (64,6%)

“es ruidoso” (47,7%).

“es resistente” (62,5%)

“difícil de manejar” (29,5%).

“es práctico” (58,3%).

“el anillo interno o externo molesta” (27,3%).

“brinda decisión propia a las mujeres” (54,2%),

“tiene demasiada lubricación” (20,5%)

A todas las mujeres encuestadas que utilizaron el PF se les solicito que realicen una evaluación del mismo. Respecto a su uso con clientes el 41% de las TS lo evaluó como “bueno”, el 25,7% lo evaluó como “muy bueno”, el 17,9% como “regular” y el 15,4% lo evaluó como “malo”. En las relaciones sexuales con sus parejas/novios/clientes de confianza/amigos/otros, poco más de la mitad de las TS (56,5%) lo evaluó como “bueno” , mientras que las menciones “muy bueno” y “regular” disminuyeron al 19,6% y 17,4 % respectivamente. El 4,3% no contestó y el 2,2% lo evaluó como “malo”.

Evaluación del preservativo femenino 60 50

Porcentaje

40 Con sus clientes

30

Con sus parejas

20 10 0 Muy bueno

Bueno

Regular

Malo

NC

Gráfico Nº39., Evaluación del PF, en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que usaron los PF (n: 71).

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Las mujeres que no utilizaron el preservativo femenino. De las 9 mujeres TS que no usaron el PF, 5 no se lo pudieron colocar, mientras que 4 dijeron que sí. De las 4 mujeres que sí se lo colocaron, cuando se les preguntó por qué no utilizaron el PF, la mitad respondió que fue por “dolor/incomodidad”, mientras que la otra mitad optó por “a mí no me gustó y me lo saqué”.

De las 5 mujeres que no se lo pudieron colocar, cuando se les preguntó por qué, 3 optaron por la categoría “otros” (especificando: “Operación de vesícula, está convaleciente”; “Me daba cosa, miedo”; “Me dio miedo e inseguridad”). Las 2 restantes respondieron “cuando lo abrí y lo vi no me gustó” y “me generó mucha vergüenza tratar de ponérmelo”.

5. SOBRE EL USO DEL PRESERVATIVO FEMENINO: OPINIONES, SENSACIONES Y PERCEPCIONES DE LOS VARONES Al analizar cómo evaluaron al PF los clientes, la categoría “bueno” obtuvo el 31,6%, mientras que aquellos que lo consideraron “regular” representaron un 21,1% al igual que la categoría “no sabe la opinión del cliente”. El 18,3% fue para la mención “malo” y el 7,9% lo evaluó como “muy bueno”.

¿Cómo evaluaron el PF sus parejas? Poco más de la mitad de las encuestadas refirió que sus parejas lo consideraron “bueno” (56,5%). El 30,4% lo consideró “regular”. El 8,7% lo evaluó como “muy bueno”; el 2,2% lo evaluó como “malo” y el mismo porcentaje no contestó.

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Evaluación de los varones sobre el preservativo femenino 60 50 40 Clientes

30

Parejas

20 10 0 Porcentaje

Muy bueno

Bueno

Regular

Malo

No sabe la opinión del varón

NC

Gráfico Nº40. Evaluación de los varones (clientes y parejas de las mujeres encuestadas) en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que usaron los PF (n: 71).

Cuando analizamos las ventajas y desventajas manifestadas por los varones (clientes y parejas) respecto al uso del PF, según las respuestas de las mujeres encuestadas, obtenemos las siguientes frecuencias relativas que presentamos a continuación, en forma de tabla:

Varones clientes de Mujeres Ventajas “no aprieta el pene” (34,2%), “es cómodo” (26,3%). “es resistente” (26,3%)

“no sabe la opinión del cliente” (23,7%) “los hombres no tienen que preocuparse por esas cosas” (23,7%) “brinda decisión propia a las trabajadoras sexuales” (21,1%)

Desventajas “es feo” (30,8%). “no sabe la opinión del cliente” (25,6%) “hace ruido” (20,5%).

“otras” (10,3%)

Varones parejas de Mujeres Ventajas

Desventajas

“no aprieta el pene” (62,5%). “es resistente” (54,2%)

“es feo” (47,9%)

“es cómodo” (52,1%)

“el anillo interno o externo molesta” (20,8%).

“hace ruido” (43,8%)

“para colocárselo no hace falta que el pene esté erecto" (25%) “brinda decisión propia a las mujeres”. (20,8%) “aumenta el placer sexual” y “no interrumpe la pasión en las relaciones sexuales” (10,4%).

Comportamientos y opiniones de los clientes fueron uno de los temas de charla y discusión durante los talleres. Algunos clientes no quisieron experimentar el PF

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- “A mí lo que me pasó es que me dijo: ¿qué es lo que tenés ahí? (risas) sácate eso por favor”. -“Ah, ¿te dijeron eso? ¿y vos que hiciste?”. - “Y me lo saqué. Me lo saqué y le puse el masculino”. Otros accedieron y no les gusto “No, no le gustó al cliente… como que se sentía raro…”. “Algunos [clientes] no les gustó. Más les gusta el otro”. Menos placer, les da menos placer. Con el otro les gusta más, por ahí”. “Con Á. le gusta de entrada, que digamos ‘sí’. Te dice así, medio frío ¿no? Que lo vamos usar, sí, porque no queda otra, porque no hay otra, ese es el preservativo que hay. Entonces, lo vamos a usar ¿viste? Y entonces… “y bueno, si no hay otra”, te dicen. Sí, hay otros que les cae bien, y otros que no. Pero más que no les gustó. En general”.

Un tercer grupo accedió a su uso y disfruto de la experiencia: “Yo si, yo le dije: (inaudible) y le pregunté ¿querés que me ponga este? Y me dijo si. Dos me dijeron que si, les gustó. A parte también porque es más limpio”. - “Mirá, ¿y los otros sí?”. - “Los otros sí. Les gustó mucho más ese [el PF].” -“¿Les gustó más?”. -“Sí. Porque dicen… porque el otro como que les aprieta… claro, y les molesta. El masculino es como que vine de un cierto tamaño y ya…”. -“Yo cuando le dije: ‘mirá, tenemos dos opciones’ le digo, “ésta, que es el preservativo femenino, que está si lo querés probar, o está el masculino, el de siempre, que es lo mismo, digamos” “¿Y eso, qué es?, nunca lo sabía, nunca lo vi, ni siquiera lo escuché” Le digo :“¿qué hacemos, lo probamos”, le digo. “Y, sí, dale” me dice “Vamos a ver… qué onda”. -“¿Y les gusto a esos?”. -“A esos sí… “. El PF es una buena opción para los clientes que no les gusta usar el PM y que continúan ofreciendo resistencia a su uso “Y el primer cliente me dice a mi… porque a él no le gusta el preservativo masculino. Si vos no querés este yo tengo el preservativo femenino. ¡¿y cómo es?! dice. Me dice, ¿lo tenés? Si, le digo ¿lo uso? Bueno me dice. Y después me dice: mirá vos, yo no sabía que existía este preservativo. Digo, es mucho más cómodo y práctico para ellos”. “… pero no es una cosa… Pero ellos, a ellos sí. A ellos, a los dos que… Y si al tipo que no se tiene que poner nada le encanta”. “Porque yo siempre ando con uno que no le gusta usar forro. Entonces ahora yo me lo puse y me la mandé. Y me dice: me cagaste hija de puta (risas)”.

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Tres talleristas reflexionaron sobre la dificultad de incorporar lo nuevo, lo distinto y la necesidad de tiempo y acostumbramiento para la adopción del PF por parte de los clientes. En sus relatos apelaron a la comparación con la historia del PM “En el caso de los clientes, con los qué probé… No, no, sí, te dicen “no” y es no, porque vos tenés que avisarles. Yo tengo clientes de hace muchos años que… les aviso. Y después otros que no, que directamente le dije: “no, mirá, esto es una experiencia, qué se yo… Estoy haciendo unas encuestas…” les conté así más o menos… “Vamos a probarlo, qué se siente, porque yo me lo tengo que probar con el cliente”. Y algunos que medio “mmm, esto parece goma…” ¿viste? “mmm. va a hacer mucho ruido…” Pero, ¿viste? Son medio, que no están acostumbrados. Entonces, para mí que están acostumbrados… como que están acostumbrados a los… al masculino, por eso es que… Pero que le… pero después que empieza toda la cosa, el jueguito, toda la bola, ya después como que sí… como que arrancan. Pero al principio como que no, porque es algo novedoso, es algo distinto”. “Habría que aprender a jugar, también. Como es nuevo… digo. El preservativo masculino, por ahí, viene con muchos años de ya… mucha creatividad, para ponerle onda y esto como nuevo, habría que empezar a pensar si sirve ponerle onda… es posible que tengamos que hacer algo parecido con eso”. “Está bueno, como alternativa, está bueno. Tenemos que lograr que paren los tipos por… Claro, es hasta que se adapten. Como cuando salió el preservativo, que viste que habían clientes que te decían “no, ay qué mierdita”, porque, te decían “ay, no, que a mí el preservativo me irrita (…) chamuyo”.

6. RESPONSABILIDAD, AUTONOMÍA Y DIFERENCIAS DE GÉNERO EN LOS CUIDADOS EN LAS RELACIONES SEXUALES Cuando se les preguntó a las mujeres TS quién consideraban que tenía que hacerse cargo del cuidado en las relaciones sexuales con los clientes, un 69,2 % respondió que “ambos” (clientes y TS) y un 30,8% señaló que se debe hacer cargo “la mujer”. Cuando se les pregunto quién consideraban que tenía que hacerse cargo del cuidado en las relaciones sexuales con sus parejas/novios/clientes de confianza/amigos/otros, se vislumbran algunas diferencias ya que el porcentaje de mujeres que consideraron que “ambos” tenían que hacerse cargo del cuidado en las relaciones sexuales ascendió a un 87% mientras que un 8,7% señaló que se debe hacer cargo “la mujer”. El 4,3% eligió la opción “los varones”.

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Responsabilidad en el cuidado de las relaciones sexuales 100 90 80 70 Porcentaje 60 50 40 30 20 10 0

Con los clientes Con sus parejas

Mujeres

Varones

Ambos

Grafico N°41. Quién tendría que hacerse cargo del cuidado durante las relaciones sexuales en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que usaron los PF (n: 71).

Una de las cuestiones discutidas en los talleres iniciales, antes de la utilización del PF, fue la forma de presentación, ofrecimiento, imposición del PF al cliente. Aquellas primeras opiniones que ponía en tensión la necesidad/dificultad de presentación del PF vs. la utilización del insumo sin informar al cliente, se repitieron y reforzaron durante los segundos talleres después del uso del PF; colocando de alguna manera la cuestión de la autonomía y la libertad de acción en la relación comercial TS/cliente. En las mujeres TS la autonomía es un valor importante y una meta ya alcanzada con sus clientes. Como comentamos, muchas de ellas narraron un antes y un después del vinculo con AMMAR en sus prácticas de cuidado. La comprensión de la importancia de los cuidados y la adquisición de herramientas y habilidades para instalar el PM en las relaciones sexuales con los clientes, otorgo a estas mujeres importantes grados de autonomía respecto a la voluntad de los clientes. Así mientras algunas TS prefieren informar al cliente y brindarle la posibilidad de elegir el método de cuidado; otras ven en el PF la posibilidad de introducir una herramienta de cuidado sin tener que hablarlo previamente con el cliente; en ambos casos la autonomía se ve reforzada por utilización del PF. -“O sea, yo nunca le dije al… al cliente…Yo me lo puse… yo me cuido, chau. Justamente con esos que te dicen “no vamos a usar nada”, Y bueno, entonces yo te voy a demostrar que yo sí me cuido”. -“¿Y no… no se dieron cuenta?”. -“No, no porque yo… a mí me gusta… yo hago todo en la oscuridad”. “[propone no presentar el PF] porque los hombres… hay otros que están de acuerdo ¿no? Pero hay muchos que hay que engañarlos”.

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“Cuando dicen. “por fin, así yo no tengo que usar más” ¿les han dicho? “Ah, por fin así yo…”. “Sí, bueno, yo me lo he puesto en el baño. Y después me dijeron: “ay, mirá”. Para mí se me notaba. Aparte yo les digo, no es que no… Claro, “vamos a probar”. “Ahora, aunque no te lo pongas vos, yo me lo pongo…” Porque es re raro, y vos lo ves a eso y parece que fuera… es raro. Pero no… todo bien”. “Sí, y más cuando lo sacás. Uy, mirá cómo es… (Hacen bromas)”. Pero no todas las mujeres han logrado estos niveles de autonomía y decisión. Para las mujeres TS que viven en contextos socio-económicos empobrecidos y trabajan en condiciones de precarización y /o explotación el PF también puede ser una alternativa de empoderamiento. “Para mí está pensado por todas estas situaciones, también. Para trabajadoras sexuales, cuando los clientes no quieren ponerse, para mujeres que por ahí no… (Se superponen) O sea, hay muchos casos que la mujer no puede decidir, ‘te ponés el forro y te lo ponés’. Y es una opción para poder decidir una, también. Me parece que eso es lo importante…”. E inclusive respecto, por ejemplo, al accionar de la policía “Algunas por ejemplo en Salta, en la frontera, las compañeras trabajadoras sexuales que trabajan en la ruta, si la policía la encuentra con profilácticos, es sinónimo que estás ejerciendo el trabajo sexual, por… por lo tanto van presas las compañeras. Entonces para pensar que a lo mejor a esas compañeras si les va a servir, ¿me entienden? Porque esto uno se lo pone antes… 8 horas antes y lo levanta puesto. Después la chica puede ir al baño, se lo cambia o pone otro me entienden no tiene que ponérselo delante del cliente (…) hay lugares, por ejemplo prostíbulos, que no podemos llegar tanto, que muchas veces tiene que hacer lo que el patrón dice, no lo que ella quisiera. En la calle es distinto, ¿no? Uno atiende si quiere o no, al cliente. Pero algunos, en algunos lugares parece que es al revés. El cliente siempre tiene razón y las que nos jodemos somos nosotras”. Finalmente al igual que el resto de las mujeres que participaron de este estudio, las TS enfrentan dificultades a la hora de negociar el PM con sus parejas -“No es lo mismo una negociación con un cliente que con una pareja (...) es que es más difícil… con la pareja”. -“Con la pareja…”. -“Y en nuestra profesión más, porque si de repente dice y pero… porqué lo querés usar conmigo ¿entendés? y empieza todo un rollo…”. -“Es difícil eso…”. - “Yo ya quedé con ese miedo de que no confío en los tipos, no confío”. -“A eso es a lo que voy yo, a eso es lo que voy yo. No confío”. “Y vos después te quedás con VIH, o con sífilis, o con esto, o con lo otro, porque confiaste en una persona, ¿me entendés? Y yo creo que la fidelidad no existe… la fidelidad no existe”.

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Valores morales como la fidelidad son puestos en jaque en este último testimonio alertándonos sobre las dificultades que enfrentan estas mujeres al intentar introducir el PM en las relaciones sexuales con sus parejas. Al respecto presentamos dos testimonios opuestos “Porque le molestaba… pero es mi forma de protección. Yo no tomo pastillas ni nada, es forro o forro, de una. No hay tu tía. Más después de la experiencia que tienen unos amigos míos que tiene VIH que les han transmitido sus parejas. Sus parejas que convivían como parejas y no tienen VIH por un cliente sino por parejas. Entonces ahí, tuve un caso muy cercano y dije: chau! Yo hace cuanto que estoy con el otro y de ahí en fuera uso preservativo en todas las relaciones sexuales. En todas. Y a mí me gustó más que el masculino. Me gustó más. Me parece mejor, más cómodo”. “Personalmente, honestamente, me gusta sentir la carnecita (risas). Pero bueno… para una pareja… algo así, es esto ¿no? Ya cuando es el trabajo es distinto, pero digo, si yo tuviera que tener un placer, a mí me gustaría sentir esa carnecita viva… (Risas)”.

7. POSIBILIDAD DE ADOPCIÓN DEL PF COMO MÉTODO ANTICONCEPTIVO O DE PROTECCIÓN EN EL FUTURO Cuando se les preguntó a las mujeres TS si seguirían usando el PF en futuras relaciones sexuales con los clientes, el 74,4% respondió que sí mientras que el 12,8% respondió que no. El 10,3% no sabe y el 2,5% no contestó. La misma pregunta pero referida a sus relaciones sexuales con sus parejas/novios/clientes de confianza/amigos/otros, reveló lo siguiente: el porcentaje de las que dijeron que sí descendió a un 58,7%; un 13% dijo que no; un 26,1% respondió que no sabe y el 2,2% no contestó.

Adopción del PF como método anticonceptivo y/o de protección 80 60 Con sus clientes

40

Con sus parejas

20 0

Porcentaje

si

no

No sabe

NC

Gráfico Nº42. Adopción del PF como método anticonceptivo y/o de protección en % sobre base total mujeres trabajadoras sexuales que usaron los PF (n: 71).

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Varias talleristas manifestaron querer seguir utilizando el PF en el futuro, combinándolo con el PM “Yo voy a intentar” [seguir usándolo]”. “Yo sí. Yo… es más… lo voy a seguir usando, a mí me encantó. Lo ideal sería poder tener los dos, y que uno pueda elegir…”. “Claro, claro… la idea es nunca… ponele desde un principio uno tendría que tener eso, tendría que tener todos, tendría que tener el femenino, el masculino…, si querés para sexo oral, con gusto… uno tendría que tener todos, y usar según… según lo que necesite. Sí, el preservativo femenino es solamente para… para penetración, y sexo oral de él… que él te haga a vos. Pero si no, no, eso es verdad”.

8. SINTESIS II

1) Conocimientos sobre ITS y VIH: el 85% refirió haber escuchado alguna vez sobre ITS y VIH, el 13,8% dijo nunca haberlo hecho. Cuando se les preguntó si habían sufrido infecciones de transmisión sexual, el 75% (60) dijo que no, el 23,7% (19) dijo que sí y el 1,3% (1) no contestó.

2) El 99% de las mujeres TS refirieron utilizar algún método anticonceptivo y/o de protección y entre ellas el 100% refirió usar PM. El 10,1% anticonceptivos orales; el 7,6% anticonceptivos “inyectables”, el 7,6% “ligadura de trompas”; el 5,1% DIU y el 1,3% “anticoncepción de emergencia”. El 83,8% de las mujeres dijo usar los métodos de protección para prevenir la transmisión de ITS, un 77,5% mencionó usarlos para prevenir la transmisión del VIH, un 58,8% sostuvo que los usa para prevenir embarazos; y un 12,5% lo usa para evitar reinfecciones.

3) Frecuencia de uso del PM. Con los clientes: el 90% (72) de las TS mencionó usarlo “siempre”. El 7,5% dijo usarlo “con frecuencia”. El 2,5% dijo usarlo “pocas veces”. Con las parejas: el 45% dijo usarlo “siempre”; el 36,3% dijo no usarlo “nunca”; el 7,5% dijo usarlo “pocas veces”; el 2,5% dijo usarlo “con frecuencia” y el 8,7% no contestó.

4) El punto de partida de los comentarios y discusiones en los talleres sobre el PM fue siempre su uso inevitable y saludable y la habilidad en el manejo del PM como una estrategia adquirida que les otorga poder y libertad de acción en las relaciones con sus clientes.

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5) El no uso del PM estuvo en la mayoría de los relatos vinculados a las relaciones de pareja. La convicción sobre la necesidad de cuidados decae cuando se habla de pareja, novio, cliente de confianza, amigo así como la capacidad de imposición/negociación

6) Existe una asociación entre PM y trabajo que repercute negativamente en los cuidados al interior de las parejas. Parece haber una cierta necesidad en demarcar con claridad y distancia las diferencias entre el trabajo y el placer, entre las formas del trato con los clientes y las formas del trato al interior de la pareja; y en esta distinción, para algunas mujeres TS el uso del PM marca una diferencia.

8) El 88,8% (71 mujeres) dijo haber podido usar el PF; 11,2% (9 mujeres) dijo que no lo utilizó. 32 mujeres lo habían utilizado con sus parejas/novio/cliente de confianza/amigo/otros (45,1%); 25 mujeres TS sostuvieron haberlos usado con los clientes (35,2%) y 14 de ellas con ambos (19,7%).

9) Respecto a la colocación y el retiro del preservativo, al 66,2% no le causó dificultad colocárselo, el 85,9% no sintió ningún dolor, el 67,6% no sintió ninguna incomodidad y el 93% no tuvo dificultad para retirárselo de la vagina. Sin embargo en los talleres las mujeres manifestaron dificultades en la colocación e incomodidad.

10) “Sensaciones” y/o “percepciones” experimentadas con el uso del PF. Con los clientes: la respuesta con mayor frecuencia de casos fue “nada en especial” (46,2%) seguida de un 28,2% de “seguridad”. En tercer lugar, “prefiero que el cliente use el PM” (17,9%). Luego, “más placer” y “fue fácil introducir el pene” (12,8% cada una). El 10,3% para “vergüenza” y 7,7% para “no me gusta tener que tocarme los genitales para ponérmelo”. Con sus parejas: la opción más mencionada fue “nada en especial” (45,8%), seguida por “seguridad” (41,7%). En tercer lugar, “más placer” (31,3%). El cuarto lugar con el 25% fue para “fue fácil introducir el pene”.

Le

siguieron

las

opciones

“prefiero

que

mis

parejas/novios/clientes

de

confianza/amigos/otros usen el PM”, y “es estéticamente feo” con el 12,5% cada una.

11) Evaluación del PF. Con clientes el 41% de las TS lo evaluó como “bueno”, el 25,7% lo evaluó como “muy bueno”, el 17,9% como “regular” y el 15,4% lo evaluó como “malo”. Con parejas poco más de la mitad de las TS (56,5%) lo evaluó como “bueno”, mientras que las

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menciones “muy bueno” y “regular” disminuyeron al 19,6% y 17,4 % respectivamente. El 4,3% no contestó y el 2,2% lo evaluó como “malo”.

12) Muchas mujeres afirmaron que el PF puede constituirse en una buena opción para los clientes que no quieren usar PM por distintas razones.

13) La comprensión de la importancia de los cuidados y la adquisición de herramientas y habilidades para instalar el PM en las relaciones sexuales con los clientes, otorgó a estas mujeres importantes grados de autonomía respecto a la voluntad de los clientes. Así mientras algunas TS prefieren informar al cliente y brindarle la posibilidad de elegir el método de cuidado; otras ven en el PF la posibilidad de introducir una herramienta de cuidado sin tener que hablarlo previamente con el cliente, en ambos casos la autonomía se ve reforzada por utilización del PF.

14) Para las mujeres TS que viven en contextos socio-económicos empobrecidos y trabajan en condiciones de precarización y /o explotación el PF también puede ser una alternativa de empoderamiento.

15) Al igual que el resto de las mujeres que participaron de este estudio, las TS enfrentan dificultades a la hora de negociar el PM con sus parejas.

16) La adopción del PF en el futuro. Con clientes: el 74,4% respondió que sí mientras que el 12,8% respondió que no. El 10,3% no sabe y el 2,5% no contestó. Con pejas: el porcentaje de las que dijeron que sí descendió a un 58,7%; un 13% dijo que no; un 26,1% respondió que no sabe y el 2,2% no contestó.

17) Las mujeres reconocen así al PF como una alternativa complementaria al PM que les puede brindar algunos beneficios, no obstante reconocen también que el PM es una herramienta indispensable.

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IV. Bibliografía

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