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INSTITUTO (ls MACIOAIAL ¿^ PREVI SIOAI AB8A

IHATERAAL

E í /M F A Ai T I L

Biblioteca-INSALUD INP 00522

LA VIDA E/i EL MWO ESPAÑOL

Publicaciones del Instituto Nacional de Previsión

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El primer semestre de la vida en el niño español POR LOS PUERICULTORES

Dr. LUIS TORRES MARTY

Dr. FÉLIX GIL OSSORIO

Profesor Auxiliar de Pediatría de la Facultad de Medicina

Médico-Puericultor

CON UNAS CONSIDERACIONES FINALES

por el Dr. JOAQUÍN ESPINOSA FERRÁNDIZ Inspector Médico Provincial en Barcelona.

S E G U R O O B L I G A T O R I O DE MATERNIDAD (Obra Maternal e Infantil.)

1 9 4 1 : — Núm. 5 2 2 .

Sobrinos de la Sucesora de M. Minuesa.— Miguel Seivet, 15. MADRID

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Todos los datos que corrientemente manejamos, referentes al desarrollo del niño normal, están tomados de una serie de estadísticas de procedencia extranjera, no adaptándose, por consiguiente, con exactitud a las peculiaridades específicas y raciales del niño español—que, v indiscutiblemente, existen—; y si .bien es verdad que, para las necesidades de la práctica, con ellas tenemos suficiente, también se comprende que sintamos la necesidad y la curiosidad de conocer cómo son y se desarrollan nuestros niños, tanto más cuanto que se conservan todavía en nuestra Patria dos características fundamentales—los elevados índices de natalidad y de lactancia materna—, que nos aseguran, de una parte, la casuística abundante, y, de otra, el observar el desarrollo del niño sometido a las condiciones naturales de la lactancia materna'. Sirvan estas consideraciones para justificar la necesidad que hemos sentido de aportar, con este modesto trabajo —antecedente de otros futuros—, nuestras observaciones, recogidas en. la asistencia de los primeros mil niños menores de seis meses de edad que h a n acudido a nuestro Servicio de Puericultura del Instituto Nacional de Previsión,, en Barcelona, durante el transcurso del año de 1940. Celebraríamos que esta necesidad fuera compartida por nuestros colegas en la Puericultura, con lo cual, al ir aumentando el número de observaciones publicadas, nos sería posible lograr el conocimiento perfecto del lactante español'en todos sus aspectos. Es, desde luego, una t a r e a pesada y de poco lucimiento, sobre todo, cuando se procura (como ha sido nuestra idea dominante) sacrificar en aras de la verdad toda otra posible idea, puesto que la recompensa que se obtiene, después del -manejo de centenares de fichas, queda concretada, a veces, a, un frío índice aritmético, o, todo lo más, a unas consecuencias que difieren ligeramente de las conocidas. No obstante, tenemos la seguridad de que, para aquellos que están

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versados en trabajos estadísticos, no. ha de pasar, inadvertida toda la labor previa de captación y manejo de datos que representa una absorción de tiempo bastante considerable, cuando se efectúa en un número crecido de niños, como tampoco que las muchas deficiencias que en este trabajo se puedan encontrar son debidas, en su inmensa mayoría, al período de organización por que atraviesa el Servicio, que no nos ha permitido todavía sacar del mismo todo el partido que en el futuro nos proponemos obtener. Por ejemplo, sólo nos es posible, de momento, ofrecer gráficos del crecimiento ponderal, y éstos sin distinguir entre los dos sexos ni entre los diferentes tipos de lactancia, como es nuestro propósito. También queremos consignar que, por la índole del material humano con el que trabajamos, nuestros resultados son un poco inferiores, si se comparan con algunas estadísticas conocidas de uso corriente, por lo que tenemos que advertir que los niños vistos por nosotros pertenecen a la clase obrera, predominando dentro de ésta el tipo que denominamos de clase obrera media, con>un nivel social y cultural, así como económico, bastante deficiente. Hechas estas consideraciones, pasamos a la exposición.

IDatos de peso recogidos en los seis primeros meses. No hemos podido transcribir los datos de peso referentes al nacimiento':- primero, por las dificultades materiales inherentes a la operación, ya que ni es posible trasladar al niño al Dispensario ese primer día, ni se puede ir a domicilio a recogerle, y segundo, por predominar todavía en España la para nosotros errónea costumbre de ser la especialidad tocológica, con sus diferentes ramas técnicas, la que se encarga del cuidado y peso del niño durante sus primeros días, punto este sobre el que insistiremos posteriormente, por creerlo de capital importancia, aunque adelantemos la tesis de que debe ser él puericultor el que reciba el recién nacido de las manos del tocólogo, encargándose, desde este primer momento, de todo lo concerniente a aquél. Merced, decimos, a esta costumbre, el dato inicial de peso que nos suelen dar las familias nunca se puede tomar en consideración, ya que, en primer lugar, se efectúa muy pocas

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veces el peso del niño en condiciones técnicas irreprochables, y la mayoría, o lo es con primitivos instrumentos del tipo de romana, con ninguna precisión ni sensibilidad, o se calcula aproximadamente por la comadrona, y siempre con exceso de fantasía y de una manera halagadora para los familiares. Sobre este punto nos permitiremos insistir, por la importancia práctica que tiene, ya que produce, por regla general, una decepción en la madre y siembra la duda sobre su capacidad de lactancia, cuando la primera pesada exacta practicada en el Dispensario da un resultado muy inferior al que le dijeron tenía en el nacimiento. Insistimos, pues, sobre el hecho de la pérdida de peso fisiológico y sobre el cálculo erróneo del primer peso, para atenuar esta decepción materna, primera dificultad con la que tropezamos. Por esta razón antepuesta, se- comprenderá que en muy contados casos tenemos ocasión de ver un niño antes de las dos semanas (no obstante, todos los niños que lo requieren son visitados por nosotros en la Clínica contratada, e incluso intervenidos, si está indicado; esta visita podrá ser consuetudinaria en cuanto la nueva Clínica propia entre en funcionamiento), de cuya fecha son los primeros datos de peso que poseemos, que es posible coincidan con los de nacimiento, caso de cumplirse también, de una manera exacta,'en los niños españoles la recuperación de la pérdida inicial de peso en las dos primeras semanas. Este peso que hemos encontrado corresponde a un promedio de 3,360 kilogramos a los quince días de edad;

y aunque, como veremos luego, demos poco valor a la expre-, sión del peso por su promedio, como no poseemos todavía las gráficas de la variabilidad normal del peso que a esta edad corresponde, tenemos que aceptarlo de momento. Ló mismo podríamos decir del peso medio del niño al final de la tercera semana, para el que hemos obtenido un valorde 3,430 kilogramos. Hemos podido estudiar más detalladamente los pesos obtenidos al final del primero y segundo mes, y los resultados de este estudio vienen expresados en las gráficas de las figuras 1.a y 2. a , sobre ías cuales se pueden hacer algunas consideraciones. , y •' Como puede verse sobre la línea de abscisas, hemos registrado los pesos de 100 en 100 gramos, y sobre la de ordenadas, el número de niños, de uno en uno; y así, nos hemos encontrado clasificados los niños de uno y dos meses por grupos de pesos, al mismo tiempo que hemos hallado los promedios

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que correspondían; y, al analizar ahora la gráfica obtenida, nos encontramos con los siguientes datos, calculados sólo para los niños de un mes: Con un peso inferior a 3 kilogramos encontramos un 12,96 por 100 de niños; Con un peso superior a 3 kilogramos, un 87,04 por 100.; Con un peso entre 3 y 4 kilogramos, un 67,74 porlOO, así como hemos obtenido un peso medio de 3,600 kilogramos para el final del primer mes. Ahora bien: estas cifras nos han llevado al convencimiento de que es imposible y poco exacto referir a una sola cifra el peso normal de los niños a una edad determinada, puesto que la zona de normalidad orgánica tiene una extensión 'superior a la que puede indicar una sola cifra. Por lo tanto, consideramos necesario expresar los límites máximos y mínimos de la normalidad, o, lo que es lo mismo, hallar la variabilidad normal dehpeso para una determinada edad, concepto que viene expresado siempre por las dos cifras máxima y mínima de la normalidad. En el caso anterior, por ejemplo, que comprende a los niños de un mes, hemos obtenido un peso medio sobre una casuística de 347, resultando de 3,600 kilogramos. Ahora bien: si se lee la gráfica y se hace una sencilla operación aritmética de regla de tres, podemos darnos cuenta de que únicamente un 7,5 por 100 de los referidos niños tienen dicho peso medio, lo que nos indica el error que supondría la aceptación de dicha cifra; en cambio, entre 3 y 4 kilogramos se encuentran incluidos el 67,74 por 100, lo cual nos hace considerar como más exacta la expresión de que el peso normal de los niños, al final del primer mes, tiene un amplio margen de oscilación entre 3 y 4 kilogramos, toda vez que ha sido normal el desarrollo posterior de todos ellos. Encontramos también un 13 por 100 de niños con un peso inferior a 3 kilogramos, y los niños que forman este grupo tienen dos orígenes: ' o son niños prematuros, o son niños distróficos;

y como, según veremos luego, tenemos afortunadamente un alto porcentaje de lactancia materna, puede ser explicado este hecho por la frecuencia con que hemos encontrado una

- 9 hipogalactia transitoria al iniciarse la lactancia, sobre todo -en las madres primíparas. Con un peso superior a 4 kilogramos liemos hallado un 19,30 por 100 de niños que tienen también dos procedencias: o son fenotípicamente de talla superior, o son niños con tendencia a la obesidad. Todas estas mismas consideraciones que acabamos de hacer con la gráfica núm. 1 podemos repetirlas con la gráfica número 2, la que nos permite, entre .174 niños, al final del segundo mes, aceptar como variabilidad normal del peso,, al final del segundo mes, la que oscila entre 4,200 y 5,200 kilogramos, siendo el promedio obtenido, p a r a el repetido final del segundo mes, de á,580 kilogramos. P a r a los meses posteriores no hemos hallado, en la actualidad, las gráficas de la variabilidad normal del peso, por estar esperando reunir un número mayor de datos para que el resultado tenga' una base más sólida, y únicamente podemos exponer los promedios encontrados, los que pueden servir como punto de partida para calcular de una manera aproximada la ya tantas veces mencionada variabilidad normal del peso, con tal de considerar como normales todas aquellas cifras que oscilan en períodos de 400 gramos, por exceso o por defecto del promedio que se considere como normal para una edad determinada, pues a este resultado llegamos generalizando los datos reunidos para el segundo y tercer mes, en los cuales se observa que la cifra promedio* viene a quedar, con respecto a la máxima y mínima, en esta situación de 400 gramos, por exceso ó por defecto indicada. Los promedios obtenidos para tós meses tercero, cuarto, quinto y sexto son, respectivamente, los siguientes: 5,170 kilogramos. 5,702' — 6,450 — 6,850 — Queremos insistir una vez más en la importancia que para nosotros tiene ,el concepto de la variabilidad normal del peso, al cual pensamos supeditar, de ahora en adelante, nuestros trabajos, por considerarle más exacto e interesante que el simple promedio normal hasta ahora usado, y que creemos haber demostrado es sólo aplicable a u n número muy pequeño de niños.

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