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ITALIA (VENECIA, MURANO, BURANO, TORCELLO y PADUA) FICHA TÉCNICA DEL VIAJE PREPARACIÓN DEL VIAJE Viernes: CÁDIZ – SEVILLA – BARCELONA – VENECIA (ITALIA) MALCONTENTA 05/02/05, Sábado: MALCONTENTA – VENECIA - MALCONTENTA 06/02/05, Domingo: MALCONTENTA – VENECIA - MALCONTENTA 07/02/05, Lunes: MALCONTENTA – MURANO – BURANO – TORCELLO - VENECIA MALCONTENTA 08/02/05, Martes: MALCONTENTA – PADUA – VENECIA - MALCONTENTA 09/02/05, Miércoles: MALCONTENTA – VENECIA - BARCELONA (ESPAÑA) – SEVILLA – CÁDIZ 04/02/05,
VALORACIÓN FINAL DEL VIAJE
FICHA TÉCNICA DEL VIAJE FECHAS: del 4 al 9 de febrero de 2005. TOTAL DÍAS: 6
PREPARACIÓN DEL VIAJE Se acercan nuevamente los carnavales y eso significa que tenemos unos días libres que queremos aprovechar disfrutando del Carnaval de VENECIA. Aunque ya conocíamos VENECIA, Lola no había estado nunca en su carnaval, aunque Jose sí estuvo con unos compañeros de trabajo en el año 1985, hace nada menos que 20 años. En la Web de lastminute.com contratamos dos vuelos con Iberia SEVILLA-BARCELONA-VENECIA, ida y vuelta, por un precio total de 493,66 €. No recordamos en qué Web, contratamos el Hotel Palladio, situado en la localidad de MALCONTENTA, a 7 Km. de VENECIA pero muy bien comunicado con ésta a través de un autobús. La habitación doble, durante 6 noches, en régimen de alojamiento y desayuno, nos cuesta 482,61 €. Echamos en las maletas algo de comida, con la intención de hacer las cenas en la habitación del hotel, unos planos de la ciudad que teníamos (aunque en esta ciudad no sirven para mucho), la guía City Pack de Venecia, del 2004 (Ed. El País-Aguilar), bastante
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completa, y alguna información que nos bajamos de Internet sobre las actividades que se celebran durante el Carnaval.
04/02/05, Viernes. CÁDIZ – SEVILLA – BARCELONA – VENECIA (ITALIA) MALCONTENTA Salimos de casa alrededor de las nueve y media de la mañana, con buen tiempo, y vamos en coche hasta el Aeropuerto de San Pablo, en SEVILLA, en cuyo parking dejamos el coche. Facturamos con Iberia y el avión despega puntual, a las 13:45, con destino al Aeropuerto de El Prat, en BARCELONA, donde llegamos a las 15:30. Justo a tiempo de subir al avión que nos llevará hasta VENECIA, que sale a las 16:05 y llega al Aeropuerto de Marco Polo, en VENECIA (ITALIA) a las 18:00 horas. Al salir del aeropuerto, es de noche cerrada y hace algo de frío. Le decimos a un taxista que queremos ir al Hotel Palladio, en MALCONTENTA, pero pone cara de no saber; le pregunta a otros taxistas, que se reúnen entre ellos, discuten, gritan, y finalmente, vuelve diciendo que sin problemas, que ya sabe como llegar. Efectivamente, en poco más de un cuarto de hora circulando por carreteras comarcales absolutamente oscuras, nos deja en la puerta del hotel. El taxi nos cuesta 32,00 €. Entramos en el hotel, entregamos el bono y el amable recepcionista, en un español bastante bueno, nos da la bienvenida, nos explica dónde se encuentra el restaurante para el desayuno, y nos dice que para ir a VENECIA el autobús para justo delante del hotel, que el billete cuesta 1,00 € por persona y trayecto y que podemos comprarlo en la misma recepción sin coste adicional. También nos da información sobre los actos que se celebran en la ciudad con motivo del Carnaval. La habitación está bien, propia de un hotel de 3 estrellas. Nos duchamos, comemos unos bocadillos y nos acostamos.
05/02/05, Sábado: MALCONTENTA – VENECIA - MALCONTENTA El desayuno en el hotel es tipo buffet y está correcto. Nos abrigamos bien, cogemos las cámaras y la información, compramos 4 billetes de autobús en la recepción del hotel (1,00 € cada uno) y salimos fuera. Cruzamos la carretera y caminamos unos 100 m. hacia la derecha, donde se encuentra la parada del autobús que va a VENECIA, haciendo algunas paradas por el camino. El autobús pasa cada hora y tarda unos 20 minutos en hacer el trayecto, cruzando MESTRE y el Puente de la Libertad (Ponte della Libertá), de 3,8 Km., que une VENECIA con el continente. A la entrada de la ciudad se encuentra la Piazzale Roma, donde para el autobús. Esta plaza es fea, fea con ganas. Aunque hace frío, el día luce espléndido y soleado. VENECIA (VENEZIA), la capital de la región de VÉNETO, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto con su laguna, es una ciudad única en el mundo, por diversos motivos: •
Está formada por 118 islas, separadas por 177 canales o ríos que son cruzados por 354 puentes. En otras partes del planeta hay muchas ciudades con canales, que son
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conocidas con el sobrenombre de “La Venecia de América”, “La Venecia del Norte”, “La Venecia africana”, “La Venecia de tal sitio”,… pero la auténtica, genuina y original, es ésta. La ciudad está asentada sobre palafitos de madera clavados en los lodos de la laguna. Es peatonal, los vehículos llegan hasta la Piazzale Roma, que está justo a la entrada, y ahí se quedan, en unos enormes edificios de aparcamientos. Para desplazarse por la ciudad hay que caminar (aunque es completamente llana, hay que subir y bajar tantos puentes que terminas con dolor de piernas) o coger algún vaporetto (barcos que son el equivalente a los autobuses urbanos) o algún taxilancha. Es la ciudad de las góndolas, unas características y tradicionales embarcaciones de madera pintada de negro, construidas artesanalmente siguiendo la tradición de hace siglos, en la que caben hasta seis personas, y que son impulsadas por una pértiga que maneja el gondolero. No se utilizan como medio de locomoción, debido a que son carísimas (unos 100,00 € por un paseo de 40 minutos, aunque se puede regatear) y lentas; su uso es casi exclusivamente turístico. Es una de las ciudades más bonitas del mundo, con un estilo arquitectónico propio, que sólo existe aquí y en los lugares próximos que fueron colonias del antiguo imperio veneciano (Serenísima República de Venecia). Por este motivo, es una de las ciudades más visitadas del planeta. Se calcula que, por cada veneciano hay dos turistas. En primavera y en otoño, durante más de 60 días, se produce el fenómeno conocido como Acqua alta (Marea alta), que inunda la Plaza de San Marcos y calles adyacentes dos veces al día (en casos extremos, como sucedió en 1966, se llegó a inundar el 96% de la ciudad, con el agua a casi 2 m. de altura). En estos casos, ponen unas pasarelas de madera para poder caminar por ellas. Venecia se hunde en la laguna entre 2 y 4 cm. cada siglo. Los planos de la ciudad no sirven de mucho (a no ser que tengan mucho detalle), ya que su trazado urbanístico es absolutamente laberíntico. Afortunadamente, hay carteles (o pintadas) indicando algunas direcciones: “Per Rialto”, “Alla Ferrovia”, “Per San Marco”, “Per Piazzale Roma”, que nos llevaran hasta estos destinos sin problemas. Las vías públicas venecianas tienen unas denominaciones características: o Campo. Son plazas. Las dos únicas plazas venecianas que no se denominan Campo son la Piazzale Roma y la Piazza San Marco. o Campiello. Son plazoletas o plazas pequeñitas. o Corte. Son placitas que, además de pequeñas, sólo tienen una entrada/salida, generalmente a través de un Sottopòrtego. Son algo parecido a los patios de vecinos, ideales para mantener relaciones sociales y disfrutar del cotilleo. No son fáciles de encontrar. o Sotopòrtego. Son callejones cubiertos y, a veces, sin iluminación, que permiten acceder a otras vías públicas. Abundan en la ciudad. o Fondamenta. Son las calles que discurren junto a algunos canales, como si fueran sus riberas. Suelen tener bastante actividad comercial. Hay que tener cuidado para no caerse a un canal, ya que la mayoría carece de barreras protectoras. o Riva. Son escalinatas de piedra situadas en las Fondamentas, que llegan hasta el agua, y que son usadas como embarcaderos, para acceder a los
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barcos. También se llama así a algunas Fondamentas que hay en el Canal Grande o Calle. Son calles normales (en italiano se diría Via). Si son muy estrechas, se llaman Callesèlle o Callètte. Algunas terminan súbitamente en un canal o en un río, por lo que no hay otra que dar la vuelta. o Salizada. Salizada significa pavimentada. Se llama así a las calles principales, ya que, al ser las más concurridas, fueron las primeras en ser pavimentadas. o Ramo. Son callejones sin salida, su única utilidad es proporcionar acceso a las viviendas. o Ruga. Son calles muy largas, con una intensa y antigua actividad comercial. o Canale. Son los cuatro canales más grandes, por los que circulan los vaporettos. o Rio. Son los canales más pequeños (todos excepto los cuatro de antes), aunque algunos también se llaman canales (es un lío difícil de explicar). Por supuesto, los turistas los denominan canales. o Ponte. Son los puentes que sirven para cruzar los canales o ríos. Por su culpa, al final del día terminas con las piernas destrozadas de tanto subirlos y bajarlos. o Sestiere. Son los barrios o distritos (en italiano se llaman quartiere) en que se divide la ciudad. Hay seis: tres al norte del Canal Grande (Cannarégio, Castello y San Marco) y otros tres al sur: Santa Croce, San Polo y Dorsoduro). o Los nombres de santos son habituales en el nomenclátor veneciano. o La numeración de las casas depende del barrio y no de la calle. Así, la dirección de un hotel puede ser: San Marco, 1435. Y ahora, a ver quién es el guapo que lo encuentra. Los venecianos tienen su propio dialecto (el véneto de laguna), que se deriva de la lengua véneto, que no proviene del italiano, sino directamente del latín. Este idioma se habla en la región italiana de VÉNETO y, curiosamente, en algunas pequeñas comunidades de lugares tan alejados como BRASIL o la ciudad de PUEBLA (MÉXICO). En la práctica, todos los venecianos hablan italiano perfectamente y, como viven casi al 100% del turismo, son capaces de comunicarse sin problemas, de palabra o por señas (casi siempre a gritos), en español o en cualquier otro idioma. En Venecia hay dos tipos de alojamiento: los que son malos y caros y los que son buenos y carísimos. Esto hace que la mayoría de los turistas opte por alojarse en los alrededores (Mestre, Marghera, Malcontenta,…) y desplazarse diariamente hasta Venecia en coche, autobús o tren (en cualquiera de los tres casos, sólo puedes llegar hasta la entrada de la ciudad); desde algunos sitios, se puede llegar vía marítima. Venecia es la ciudad más cara de Italia y una de las más caras del mundo.
Comenzamos la visita dirigiéndonos al Canal Grande, el principal y más transitado de la ciudad. En él se encuentran la mayoría de los grandes edificios venecianos. Aunque en algunos tramos hay fondamentas, no es posible recorrerlo entero andando. Cruzamos el Río Nuevo (Rio Nuovo) y seguimos junto al Canal Grande hasta llegar al Puente de los Descalzos (Ponte degli Scalzi). Aunque tradicionalmente en el Canal Grande sólo ha habido tres puentes (el de los Descalzos, el de Rialto y el de la Academia), en 2008 se inauguró el Puente de la Constitución (Ponte della Costituzione), del arquitecto valenciano Santiago
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Calatrava, cuya edificación ha originado mucha polémica debido a que su estilo difiere del resto de las edificaciones de la ciudad. Cruzamos el Puente de los Descalzos, construido entre los años 1932 y 1934 con piedra de ISTRIA (CROACIA) y llegamos al Barrio de Cannarégio, uno de los seis barrios (sestieres) con que cuenta la ciudad. A la izquierda se encuentra la Estación de Santa Lucía (Stazione Ferroviaria Santa Lucia o, simplemente, Ferrovia). A su lado está la Iglesia de Santa María de Nazareth (Chiesa di Santa Maria di Nazaretta) o de los Descalzos (degli Scalzi), del siglo XVIII. Siguiendo por la derecha, alcanzamos la animadísima y comercial calle llamada Lista di Spagna; hay muchos hoteles en esta calle, que nos lleva hasta el Campo San Geremia y, de aquí, al Canale di Cannarégio, uno de los cuatro que hay en VENECIA (los otros son el Grande, el della Giudecca), los demás “canales”, de menor tamaño, se llaman generalmente Rios. Este canal puede recorrerse íntegramente caminando por las fondamentas que lo flanquean, así que paseamos por una de ellas, cruzamos el canal por el Puente de los Tres Arcos (Ponte dei Tre Archi), y regresamos por la otra fondamenta. Esta zona es mucho más tranquila, sin apenas turistas. Entre los edificios que hay a ambos lados del canal, destacan varios palacios, como el Palazzo Suriàn Belotto, del siglo XVII, el Palazzo Nani, del siglo XVI, el Palazzo Savorgnàn, del siglo XVII, el Palazzo Manfrin Venièr, del siglo XVIII, el Palazzo Testa, del siglo XV, o el Palazzo Lábia, del siglo XVIII. Desde aquí, nos internamos en el Ghetto, donde fueron confinados los judíos venecianos a partir de su creación en 1516. Este fue el primer gueto de la historia. Los venecianos llaman a las sinagogas Scole. Caminamos sin rumbo, perdiéndonos por las tortuosas calles de la ciudad, visitando patios con Pozos de piedra que poseen blasones esculpidos en ellos. Llegamos a diversos canales, cruzamos puentes, caminamos por estrechas calles y por soleadas fondamentas. En esta zona abundan las casas en muy mal estado y la ropa tendida sobre las calles. No hay ni un guiri por aquí, sólo nosotros y los venecianos haciendo tranquilamente su vida cotidiana, apartados del ajetreo de las zonas más turísticas. Después de un buen rato paseando por este barrio desconocido, sin saber cómo, llegamos de nuevo al Canale di Cannarégio y a otro de sus puentes, el Puente de las Agujas (Ponte delle Gúglie), levantado en piedra entre los siglos XVI y XVIII, llamado así porque es el único puente de la ciudad que está adornado con pináculos o agujas. La mayoría de los visitantes que vienen a VENECIA se alojan en otras localidades (MESTRE, MARGHERA, MALCONTENTA, etc.), y se desplazan diariamente hasta la ciudad en coche, en autobús o en tren. En cualquier caso, deben quedarse a la entrada y, luego, coger un vaporetto (línea 1, con más paradas, o línea 2, con menos paradas) o caminar. Como los vaporettos son caros y caminar por VENECIA es una gozada, lo habitual es ir andando desde la Piazzale Roma o la Ferrovia (están al lado) hasta la Plaza San Marcos pasando por el Puente de Rialto. Hay dos caminos para hacer este recorrido: por el Barrio de Cannarégio, al norte del Canal Grande, o por los Barrios de Santa Croce y de San Polo, al sur del canal. Ya que nos encontramos en la ruta del norte, decidimos recorrerla siguiendo a las hordas de turistas cargados de cámaras de fotos. No hay pérdida, sólo hay que seguir a los miles de turistas que van y vienen por las calles que conforman esta ruta. Aunque la mayoría de estas calles son anchas, y repletas de restaurantes y comercios, en ocasiones, se forman auténticos tapones cuando se llega a una calle estrecha, y hay que esperar un rato hasta poder pasar como sardinas en lata.
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Lo más bonito de VENECIA es perderse por sus calles, descubrir detalles que aparecen en cualquier esquina o en cualquier canal: una puerta, una ventana, una farola, un Sottopòrtego que da acceso a un Patio de vecinos (Corte), una góndola que aparece detrás de una esquina, una calle que finaliza en un canal y te obliga a retroceder, un Palacio, la Torre de una iglesia,… Lo cierto es que no seguimos la ruta al pie de la letra, sino que, de vez en cuando, nos desviamos atraídos por algo que ha llamado nuestra atención. Comenzamos a ver gente disfrazada. El Carnaval de VENECIA tiene sus orígenes alrededor del año 1480, cuando a la nobleza le dio por disfrazarse para mezclarse con el populacho y, desde luego, no tiene absolutamente nada que ver con el de CÁDIZ. Aquí no hay chirigotas, pero abundan las personas que solas, en pareja o en grupo, se disfrazan con unos espectaculares y elaborados trajes de época, propios de mediados del siglo XVIII, y que llevan la cara tapada con unas preciosas máscaras. Estas personas pasean elegantemente y, sobre todo, posan; les encanta posar y que les hagan fotos, solos o en compañía de turistas. No piden dinero, no hay que darles nada (excepto las gracias), se conforman con posar para las cámaras o para las retinas desde el anonimato de sus máscaras. No hablan, no cantan, no actúan, simplemente posan con gran parsimonia y sutileza. A diferencia del Carnaval de CÁDIZ, que está basado en la música y en las letras que interpretan las diferentes agrupaciones, con un ritmo característico, el de VENECIA está basado en la contemplación, en el lucimiento, en el posado, también con un ritmo propio, pausado, cadencioso, elegante, armonioso. El carnaval de CÁDIZ se distingue por el humor y la música, el de VENECIA por las poses y la vestimenta. Y la verdad es que el entorno arquitectónico ofrece un marco incomparable para el exhibicionismo visual. Hay cientos, tal vez miles, de personas disfrazadas; algunas llevan todo el año confeccionando su vestido, lleno de tules y sedas, y te los encuentras en el sitio más insospechado, no sólo en las zonas turísticas, sino en cualquier otra parte de la ciudad. También, obviamente, te encuentras con gente cuyos disfraces no son tan bonitos, y van vestidos de pierrots, payasos, demonios, etc., pero estos tienen menos aceptación entre los turistas. De vez en cuando, nos desviamos por un callejón y aparecemos súbitamente en el Canal Grande, lo que nos permite disfrutar de los precios Palacios que lo jalonan. Debido a que en el Canal Grande, que tiene una longitud de unos 4 Km., apenas si hay Fondamentas, para caminar por sus orillas, para poder apreciar sus palacios hay que asomarse continuamente al canal desde las calles que finalizan en él, aunque, sin duda, la mejor forma de contemplarlos es desde el vaporetto (línea 1), que tarda 40 minutos desde la Piazzale Roma hasta la Piazza San Marco. Sería exhaustivo enumerar, y mucho menos describir, las docenas y docenas de palacios cuyas fachadas dan al Canal Grande: aquí encontramos edificios de estilo bizantino-veneciano, de los siglos XII y XIII (Ca’ Farsetti, Ca’ Loredan, Ca’ da Mosto); otros de estilo gótico florido, con elementos típicamente venecianos, de los siglos XIV y XV (Ca’ d’Oro, el más famoso de la ciudad, el Palacio Ducal o la Ca’ Foscari, actual sede de la Universidad); entre los siglos XV y XVI se realizaron construcciones renacentistas (Palazzo Grimani di San Luca, Ca’ Dario, Ca’ Vendramin Calergi, que alberga el Casino, Palazzo Corner della Ca’ Granda), algunas con frescos en sus fachadas pintados por Tintoretto o Veronese, aunque se han perdido; los siglos XVI y XVII aportaron edificios barrocos (Palazzo Balbi, Basilica di Santa Maria della Salute, Ca’ Pesaro, Chiesa degli Scalzi); el siglo XVIII trajo el neoclasicismo (Palazzo Grassi, Chiesa di San Simeon Piccolo); en 1797 se produce la caída de la República de Venecia y se paralizan las construcciones, aunque a partir del advenimiento del Reino de Italia (1861) se reanudó la construcción de edificios en torno al Canal Grande, destacando de este período
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la Pescaria di Rialto. Algunos de estos palacios han sido transformados en hoteles de lujo, en museos o en salas de exposiciones. Y así, poco a poco, llegamos al Puente de Rialto (Ponte di Rialto), uno de los símbolos de VENECIA. Esperemos que no se caiga, porque está totalmente repleto de turistas. Este puente, con una longitud de 53 m. y una anchura de 22,90 m., se construyó entre 1588 y 1591, lo que le convierte en el más antiguo de los existentes en el Canal Grande y en el más turístico (además, pilla de paso entre la Ferrovia y la Piazza San Marco). Es un puente de un único arco y está hecho de piedra. Lo cruzamos y llegamos al Barrio de San Polo, donde se encuentra el Mercado de Rialto, en el que abundan las tabernas; en una de ellas nos tomamos unos vinos y aprovechamos para descansar un rato. Hay bastante animación. Aquí se encuentra la Iglesia de San Jacobo de Rialto (Chiesa di San Giacomo di Rialto), conocida popularmente como San Giacometo, edificada en el siglo XII en estilo gótico; en su fachada destaca un enorme reloj. Volvemos a cruzar el Puente de Rialto y caminamos por el Barrio de San Marco, perdiéndonos por sus bonitas calles, hasta llegar al Puente de la Academia (Ponte dell’Accademia), el único de los cuatro que hay en el Canal Grande que está construido de madera. Se inauguró en 1933 y, posteriormente, se le añadieron elementos de hierro. El puente nos conduce al Barrio de Dorsoduro, en cuyo extremo se encuentra la Basílica de Santa María de la Salud (Basilica di Santa Maria della Salute). Se construyó en estilo barroco, durante el siglo XVII, como promesa por haber finalizado la epidemia de peste que mató a 80.000 venecianos. Desde esta iglesia se disfruta de una de las vistas más bonitas de la ciudad, y a pesar de ello, esta zona no es muy frecuentada por los turistas. Hay algunas personas disfrazadas con hermosos trajes, posando para quienes estamos aquí. Al rato, vemos una regata carnavalesca que se adentra en el Canal Grande; curiosa forma de celebrar el carnaval. En los alrededores se encuentran algunos astilleros en los que fabrican y reparan góndolas, el medio de transporte típicamente veneciano; se trata de botes de madera de unos 11 metros de largo, pintados de color negro, con una forma estrecha y alargada, utilizados casi en exclusiva para pasear turistas a razón de unos 100 € los 45 minutos. Son conducidas por un gondolero que las impulsa con un remo que, a veces, usan como pértiga. Al parecer, se tarda más de un año en construir una y ya se utilizaban en el siglo XV, aunque con una forma diferente a la actual. Hay unas góndolas especiales, llamadas Traghetto, que se usan sólo para atravesar el Canal Grande de una orilla a otra; llevan hasta 14 personas y cuestan un par de euros. Regresamos al Puente de la Academia, volvemos a atravesar el Canal Grande, y caminamos por el Barrio de San Marco. Vemos el Campo Francesco Morosini, donde se alza la Iglesia de San Esteban (Chiesa di Santo Stéfano), construida entre los siglos XIII y XV, y que cuenta con un campanario inclinado. Cruzamos diversos puentes desde los que podemos ver multitud de góndolas llenas de turistas, así como bastante gente disfrazada. También vemos la Iglesia de San Moisés (Chiesa di San Moisé), edificada en el siglo X y reconstruida en el siglo XVII tras el incendio que asoló la ciudad; la iglesia muestra una admirable fachada barroca. Aprovechamos para comernos unos trozos de pizza en un restaurante de comida rápida. Poco a poco, llegamos al epicentro de VENECIA: la Piazza San Marco, construida entre los siglos IX y XII. Esta es la única plaza de la ciudad, ya que las demás reciben el www.losviajesdelolishy.com
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nombre de Campo. No cabe ni un alma, ¡qué cantidad de gente hay aquí! En ella, además de innumerables palomas, se encuentran algunos edificios muy conocidos, entre los que sobresalen la Basílica de San Marcos (Basilica di San Marco) y el Palacio Ducal (Palazzo Ducale), que visitaremos mañana. Frente a la basílica, en la plaza, se alza su Campanario (Campanille), de 98,6 m. de altura. Comenzó a construirse en el siglo IX y tuvo que ser reconstruido varias veces debido a los daños producidos por rayos y terremotos, adoptando su forma actual en 1514; el 14 de julio de 1902 se derrumbó completamente y fue nuevamente levantado en 1912. Se puede subir a lo alto del campanario usando un ascensor, que cuesta 8,00 €. Le preguntamos al taquillero que cuánto tiempo podemos estar arriba y nos contesta que todo el que seamos capaces de aguantar; cuando llegamos arriba entendemos las palabras del taquillero, y es que sopla un viento gélido que hace que dedicamos a la visita sólo el tiempo justo. Las vistas que hay desde aquí son magníficas; subir es caro, pero merece la pena porque las panorámicas de la ciudad, de la laguna y de varias islas son impresionantes. Después de hacer algunas fotos y muertos de frío, cogemos de nuevo el ascensor y bajamos a la plaza. Una vez aquí, nos dedicamos a fotografiar a las docenas y docenas de personas disfrazadas que están posando para los objetivos de los turistas. Poco a poco va anocheciendo (son poco más de las cinco) y el ambiente se va difuminando, así que caminamos hasta la Piazzale Roma. Para regresar al hotel, cogemos el autobús que pone “Padova-Via Malcontenta”, que para en la puerta (hay que estar atentos para solicitar la parada y que no se la pase de largo). Muy cerca del hotel hay un bar-pizzería en el que entramos a tomarnos unos vinos de la tierra y de paso ver cómo se relacionan los paisanos entre ellos. Tras los vinos, vamos al hotel, nos duchamos y cenamos en la habitación. Estamos agotados de tanto caminar y subir y bajar puentes. Aunque ha hecho frío, el día ha estado soleado.
06/02/05, Domingo: MALCONTENTA – VENECIA – MALCONTENTA Hemos dormido muy bien. Desayunamos, compramos los billetes de autobús en la recepción del hotel y nos vamos otra vez a VENECIA. Vuelve a lucir el sol, qué bien. El autobús nos deja en la Piazzale Roma y comenzamos a caminar por los Barrios de Santa Croce, San Polo y Dorsoduro, perdiéndonos por sus calles que, a esta hora, se encuentran casi desiertas. Vemos las bonitas fachadas renacentistas de la Escuela Grande de San Roque (Scuola Grande di San Rocco) y de la Iglesia de San Roque (Chiesa di San Rocco), patrón de la ciudad, situadas ambas en el Campo del mismo nombre. Los dos edificios fueron construidos en el siglo XV y albergan pinturas de Tintoretto. Como están cerradas, nos tenemos que conformar con verlas por fuera. Continuamos paseando, hasta llegar al Canal Grande, junto al Puente de la Academia. Aquí se encuentra uno de los WCs públicos de la ciudad (de pago); hay varios estratégicamente distribuidos y la verdad es que son un alivio, porque los dueños de los bares y restaurantes no son proclives a que sus cuartos de baño sean utilizados por personas que no son clientes de sus establecimientos. Desde aquí vemos una de las “atracciones” del carnaval veneciano: una cabalgata acuática por el Canal Grande, formada www.losviajesdelolishy.com
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por diversas barcas en las que los remeros van disfrazados. La verdad es que no le vemos la gracia y muy poca gente está pendiente de ellos. Desde el lugar en el que nos encontramos, al pie del Puente de la Academia, podemos divisar bonitos palacios venecianos, como el Palazzo Cavalli-Francetti, que desde hace años es la sede del Instituto Veneciano de las Ciencias, las Letras y el Arte (Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti), o el Palazzo Barbaro, ambos construidos en el siglo XVI en estilo gótico veneciano. Seguimos paseando por el Barrio de Dorsoduro, disfrutando de sus preciosas calles y de sus hermosos canales (rios) y viendo algunas de las impresionantes fachadas que hay en el Canal Grande. ¡Qué bonita es VENECIA!, posiblemente, la ciudad más bella del mundo, junto a PARÍS, BANGKOK y ESTAMBUL. Volvemos a cruzar el Puente de la Academia y nos internamos en el Barrio de San Marco. Hacemos muchas fotos a la gente que va disfrazada, a las que les encanta que les hagan fotos; te acercas a ellos, les haces señas de que los quieres fotografiar, y de inmediato adoptan una pose más que estudiada para que les hagas la foto. También les encanta que te pongas junto a ellos para salir en una foto compartida. Son unos exhibicionistas, aunque se comprende teniendo en cuenta la cantidad de horas que han tenido que trabajar para confeccionar esos trajes de época tan conseguidos y esas máscaras tan misteriosas. Nos sentamos en un restaurante, nos pedimos unas pizzas y, como era de esperar, nos clavan. ¡Qué caro es todo en esta ciudad! Finalmente, llegamos a la Plaza San Marcos, en la que, además de innumerables palomas y turistas, se encuentran algunos edificios muy conocidos, entre los que sobresale la Basílica de San Marcos (Basilica di San Marco), cuya construcción se llevó a cabo entre los siglos XI y XVII, y que muestra elementos románicos, bizantinos y góticos, aunque son sus rasgos bizantinos los que más destacan. Como en la mayoría de las iglesias italianas, está prohibido entrar mostrando las rodillas, los hombros o el escote, aunque ahora, como hace frío, no hay problemas porque vamos bastante vestidos. Tampoco permiten entrar con mochilas. La entrada es gratuita (aunque las visitas al museo, al tesoro y a la pala de oro son de pago) y hay unas colas enormes, así que toca armarse de paciencia hasta que conseguimos entrar. Esta basílica es preciosa y tiene más de 4.000 m2 de mosaicos, algunos del siglo XIII. Justo al lado de la Basílica se encuentra el Palacio Ducal (Palazzo Ducale). Se construyó en los siglos X y XI, con forma de fortaleza con torres, aunque ha sometido a diversas remodelaciones; su aspecto actual, gótico flamígero (aunque el patio es renacentista), data de los siglos XIV y XV. En el siglo XVI se le añadió la Escalera de los Gigantes (Scala dei Giganti), y en el XVII el barroco Puente de los Suspiros (Ponte dei Suspiri) por el que pasaban los condenados camino de las prisiones. El palacio ha cumplido diversas funciones a lo largo de su historia: residencia de los dux, sede del gobierno, sede de la corte de justicia, prisión y, actualmente, museo. La entrada cuesta 16,00 € e incluye también la visita a tres museos existentes en la plaza. Primero visitamos el Palacio y luego la Basílica, desde cuyo balcón podemos ver un partido de futbito que están jugando dos equipos vestidos con traje de época. La plaza está atestada de gente. Seguimos haciendo fotos a la gente disfrazada y, cuando comienza a atardecer, nos vamos caminando tranquilamente hacia la Piazzale Roma, dejándonos seducir www.losviajesdelolishy.com
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por los encantos de esta ciudad única. En cualquier esquina te encuentras un canal por el que navega una góndola (eso sí, con los pasajeros tapados con mantas, debido al frío). Una vez en la plaza, subimos al autobús que está repleto, se nota que hoy es el día grande del carnaval y ha venido más gente que nunca; vamos literalmente aplastados unos contra otros. Al llegar a nuestra parada, tocamos el timbre para que pare y vamos al bar-pizzería que está junto al hotel para tomarnos unos vinos. Están muy buenos. Luego, regresamos al hotel, nos duchamos y cenamos en la habitación. Hoy ha vuelto a lucir el sol, aunque ha hecho fresquito.
07/02/05, Lunes: MALCONTENTA – MURANO – BURANO – TORCELLO – VENECIA MALCONTENTA Un día más, repetimos el ritual de bajar a desayunar, comprar los billetes del autobús y desplazarnos hasta la Piazzale Roma. Hoy queremos visitar algunas de las islas que se encuentran en la Laguna Véneta, para ello, vamos al embarcadero y compramos dos billetes que nos permiten subir a todos los vaporettos que queramos durante 12 horas (cada billete cuesta 10,00 €). Al poco, subimos al vaporetto nº 41 que, pasando por el Canal Grande y por el Canale di Cannarégio, se adentra en la Laguna Véneta para llevarnos a la isla de MURANO (4.500 habitantes), situada a 1,2 Km. de VENECIA. En realidad son siete islas, dos de ellas artificiales, separadas por canales y unidas entre sí por puentes, algo parecido a lo que sucede en VENECIA, ciudad de la que dista 1 Km. aproximadamente. El viaje en el vaporetto proporciona una panorámica diferente de la ciudad. Una vez en MURANO, desembarcamos y caminamos por la Fondamenta dei Vitrai, que discurre junto al Rio homónimo; este nombre se debe a que la principal producción de la isla, desde finales del siglo XIII, es el vidrio, hasta el punto de que sus artesanos vitrales están considerados los mejores del mundo. Por todas partes hay fábricas de vidrio y tiendas donde venden multitud de objetos de impresionante belleza y laboriosidad, elaborados artesanalmente con este material. Un poco más adelante, se encuentra la Iglesia de San Pedro Mártir (Chiesa di San Pietro Martire), edificada en estilo renacentista a comienzos del siglo XVI, sobre los restos de otra iglesia que fue totalmente destruida por un incendio; junto a la iglesia sobresale su espigado Campanario (Campanile). Frente a ella, al otro lado del río, en el Campo San Stéfano, se alza otro solitario Campanario. En este punto, el río confluye con el Canal Grande de Murano (Canale Grande di Murno), el principal de la ciudad. Lo cruzamos por el Puente Vivarini y caminamos a lo largo de la Fondamenta Cavour, hasta adentrarnos en el Canal de San Donato. A los pocos metros, llegamos al Campo San Donato, donde está enclavada la majestuosa Basílica de Santa María y Donato (Basilica dei Santi Maria e Donato), construida entre los siglos VII y XII en estilo románico. De la basílica destaca su enorme y precioso ábside. Lamentablemente, está cerrada de 12:00 a 16:00 horas y no podemos contemplar el mosaico que posee en el interior del ábside. A su lado se encuentra su Campanario. Seguimos vagando por esta pequeña ciudad, perdiéndonos por sus calles y viendo los escaparates repletos de filigranas hechas de vidrio. Evidentemente, MURANO no posee, ni de lejos, la belleza de VENECIA, aunque es mucho más tranquila ya que apenas si hay turistas. www.losviajesdelolishy.com
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En un embarcadero, cogemos el vaporetto nº LN que nos lleva a otra de las islas de la laguna, la de BURANO (2.700 habitantes), situada a unos 6 Km. de la de MURANO. En realidad, BURANO está formada por 4 islas separadas por canales y unidas por puentes, al igual que MURANO o VENECIA. Lo que más llama la atención son los colores vivos con que están pintadas las fachadas de las casas, cada una de un color distinto. Otra característica de esta ciudad son los encajes, que venden en tiendas y puestos callejeros. Su único templo es la Iglesia de San Martín (Chiesa di San Martino), del siglo XVIII, cuyo Campanario, de 53 m. de altura, está inclinado debido a que han cedido los palafitos sobre los que se asienta. La verdad es que la ciudad es muy pequeña y se ve en poco tiempo. Eso sí, es muy bonita. Regresamos al embarcadero y cogemos el vaporetto que nos lleva a la cercana isla de TORCELLO (18 habitantes). Caminamos unos 500 m. por un camino enlosado que discurre junto a un canal, hasta llegar al pueblo. Lo más importante del mismo es la Basílica de la Asunción (Basilica di Santa Maria Assunta), que antiguamente fue catedral; comenzó a construirse en el año 1008, en estilo bizantino, sobre una anterior iglesia del siglo VII, lo que la convierte en el templo más antiguo de la laguna. Como está cerrada, no podemos ver sus mosaicos bizantinos de los siglos XI y XII que guarda en su interior. En esta isla también venden encajes por las calles. Junto a la basílica se alza la Iglesia de Santa Fosca (Chiesa di Santa Fosca), edificada entre los siglos XI y XII, en estilo bizantino, que también se encuentra cerrada. Tras la visita, en la que no vemos a casi ningún turista, entramos a comer en un restaurante pensando que aquí serían más baratos que en VENECIA: craso error, aquí también resulta caro comer. Volvemos al embarcadero y cogemos el vaporetto nº 12 que nos lleva, previa paradas en BURANO y en MURANO, a VENECIA, concretamente a la Fondamenta Nuove, en el Barrio de Cannarégio. Nos dedicamos a vagar por este barrio veneciano tan poco turístico, pero con rincones llenos de encanto, hasta llegar poco a poco al Puente Rialto que, como es habitual, se encuentra superanimado. De hecho, esta zona, junto con la Plaza San Marcos, concentran el mayor número de visitantes a la ciudad. Damos un paseo por los alrededores del puente, perdiéndonos por sus callejuelas y deleitándonos con sus canales (en realidad, son rios), en los que no faltan las típicas góndolas llenas de turistas. En el Canal Grande, numerosas personas disfrazadas suben a góndolas, suponemos que para preparar un desfile acuático multicolor. Aprovechamos para hacerles fotos, algo que agradecen posando gentilmente para nosotros. Después de un buen rato caminando por los alrededores, nos acercamos poco a poco a la Plaza San Marcos, donde el ambiente no decae nunca. Cuando empieza a anochecer, caminamos lentamente hasta la Piazzale Roma, donde tomamos el autobús (hoy no hay tanta gente) que nos lleva hasta el hotel. Como es habitual, vamos hasta el bar-pizzería que está al lado y nos tomamos los vinitos de rigor. Estando aquí, y dado el buen olor que sale de la cocina, decidimos sobre la marcha comernos unas pizzas que están riquísimas. Después de la exquisita cena, volvemos al hotel, nos duchamos y a dormir.
08/02/05, Martes: MALCONTENTA – PADUA – VENECIA - MALCONTENTA
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Hoy es el último día de nuestras cortas vacaciones y queremos visitar alguna otra localidad de la región de VÉNETO, cuya capital es VENECIA. Aunque en un principio queríamos ir a VERONA, la ciudad de Romeo y Julieta, finalmente, acordamos ir a PADUA, la ciudad de San Antonio. El autobús se coge frente al hotel, pero todavía faltan tres cuartos de hora para que llegue, así que nos vamos a dar un paseo por los alrededores, para conocer algo de MALCONTENTA. Pronto llegamos a las orillas del Canal Brenta, donde giramos a la derecha y caminamos un poco hasta llegar a la Villa Foscari, también conocida como “La Malcontenta” construida entre 1550 y 1560 por Andrea Palladio. Al igual que otras villas de este arquitecto, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. No está abierta, así que la vemos por fuera, desde la carretera que discurre paralela al canal. Compramos los billetes para el autobús en un estanco cercano, siguiendo las indicaciones del recepcionista del hotel. Regresamos a la parada del autobús, que llega pronto, y subimos. En poco más de una hora llegamos a PADUA (PADOVA), que cuenta con 214.000 habitantes. Una vez aquí, damos un agradable paseo hasta llegar al monumento más famoso de la ciudad: la Basílica de San Antonio de Padua (Basilica di Sant’Antonio di Padova), construida entre 1238 y 1310, en una mezcla de estilos románico, gótico, bizantino y morisco, y convertida en un centro de peregrinación para muchas mujeres que buscan novio. Las reliquias del santo, que así es como se le conoce en la ciudad, se encuentran aquí. Visitamos su interior, en el que lo más remarcable es la parafernalia que hay en torno a las reliquias de San Antonio. En el exterior destacan sus ocho cúpulas. Tomamos la Via Beato Luca Belludi, que nos lleva hasta el cercano Prato della Valle, la plaza más grande de ITALIA y una de las mayores de Europa, con una superficie de 88.620 m2. En el centro hay una superficie ovalada ajardinada, llamada Isla Memmia, que está circunvalada por un canal cruzado por cuatro puentes. Este óvalo está rodeado por un doble anillo de 78 estatuas de padovanos ilustres. La plaza data de finales del siglo XVIII. Entre los bonitos edificios que la conforman, destacan la Abadía de Santa Justina (Abbazia di Santa Giustina), del siglo XVII, que guarda los restos de diversos santos, y la Loggia Amulea, un palacio neogótico del siglo XIX. A sólo unos metros se encuentra el Jardín Botánico (Orto Botanico), declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se inauguró en el siglo XVI, lo que lo convierte en el más antiguo de Europa. Regresamos al Prato y tomamos la Via Umberto I, luego Via Roma, que nos conducen hasta el Palazzo del Bo, sede de la Universidad desde 1943. Entre 1592 y 1688, fue costumbre que cada profesor o alumno, al terminar su relación con la Universidad, colocara un emblema sobre las paredes (escultura o pintura); cuando el número ya alcanzaba los tres mil, tuvieron que prohibirlos porque ya no cabían, pero muchos de ellos se conservan en la actualidad. En la misma calle se encuentra el Caffè Pedrocchi, construido en 1831 en estilo neoclásico y conocido como el “Café sin puertas” ya que hasta 1916 no cerraba nunca. Esta cafetería-restaurante, que posee un impresionante pórtico neogótico, fue punto de encuentro de intelectuales y políticos.
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A unos metros se halla el Palacio de la Razón (Palazzo della Ragione), edificado entre los siglos XIII y XIV. Aunque no podemos verlo por dentro, sabemos que su interior alberga la habitación sin columnas más grande del mundo: el Salone, que mide 81 m. de largo, 27 de ancho y otros 27 de altura. Tanto las paredes como la bóveda están recubiertas por frescos del siglo XV. Este palacio separa la Piazza dei Frutti de la Piazza della Erbe, en la que se instalan mercados ambulantes desde hace ocho siglos. Aprovechamos para tomarnos unos vinitos padovanos en una tasquita. Muy cerca, se encuentra la Piazza Duomo, en la que se alzan la Catedral de la Asunción y el Baptisterio. Desde aquí, la Via Monte di Pietà nos conduce hasta la Piazza dei Signori, donde se encuentra la Torre del Reloj (Torre dell’Orologio), que muestra los meses, los días, las horas, los minutos, la posición del sol, del zodiaco y la fase lunar; todo eso en un único reloj. Y con esto damos por concluida la visita a esta bonita ciudad. Volvemos a la parada del autobús y vamos directos hasta VENECIA. Hoy es nuestro último día de vacaciones y queremos darle un vistazo final a esta extraordinaria final y a su fabuloso carnaval. Como siempre, el autobús nos deja en Piazzale Roma y, desde aquí, caminamos hasta el Puente Rialto, que se encuentra tan animado como siempre. Hay una luz muy bonita para hacer fotos por esta zona. Vamos ahora hasta el Teatro de la Fenice, el mítico teatro lírico de la ciudad, inaugurado a finales del siglo XVIII; en diciembre de 1936 un incendio lo destruyó, pero fue reconstruido un año después. En 1996, el teatro volvió a ser destruido por un incendio provocado y reconstruido nuevamente en 2003. Aquí se estrenaron grandes óperas, como Tancredi, de Rossini, o Rigoletto o la Traviata, de Verdi. Como está cerrado, nos tenemos que conformar con verlo por fuera. Seguimos paseando por esta mágica ciudad, perdiéndonos por sus rincones, hasta llegar, una vez más, a la Piazza San Marco, que se encuentra abarrotada. Al igual que en días anteriores, hay mucha gente disfrazado y posando para las cámaras. Paseamos a lo largo del Canal Grande y subimos al Ponte di Páglia, desde el que se obtiene la mejor panorámica del Puente de los Suspiros. Después de un buen rato caminando, subiendo y bajando puentes, viendo canales y disfrutando del ambientazo que hay, decidimos regresar, poco a poco, hasta la parada del autobús que nos ha de llevar hasta el hotel. ¡Qué bonita es esta ciudad! Da igual que vengas en verano o en invierno, siempre es bonita. De vuelta en el hotel, cenamos algo en la habitación y preparamos el equipaje porque mañana volvemos a casa. ¡Qué cortas se nos han hecho estas vacaciones y cuánto las hemos disfrutado!
09/02/05, Miércoles: MALCONTENTA – VENECIA - BARCELONA (ESPAÑA) – SEVILLA – CÁDIZ Desayunamos, compramos en la recepción, al igual que todos los días, dos billetes de autobús y caminamos con el equipaje hasta la parada, que está enfrente del hotel. Cuando llega el autobús, subimos a él y nos bajamos en la parada que hace junto a la Estación de Ferrocarril de MESTRE. Aquí tenemos que coger otro autobús que nos llevará hasta el Aeropuerto de San Marco; su parada está enfrente, por lo que cruzamos la calle. Le www.losviajesdelolishy.com
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preguntamos a un señor que está en la parada dónde podemos comprar los billetes y nos dice que en el bar que está justo delante; efectivamente, es en este bar donde venden los billetes del autobús que va al aeropuerto, que también cuestan 1,00 € cada uno. Llegamos al aeropuerto, facturamos y nos comemos unos bocadillos que llevamos. A las 13:45 despega el avión que nos lleva hasta BARCELONA (ESPAÑA), donde aterriza a las 15:30. Una hora más tarde, tomamos el vuelo que va a SEVILLA, donde llegamos a las 18:00 horas. Intentamos pagar el parking del aeropuerto con tarjeta, pero no nos deja porque el importe es muy alto, así que tenemos que regresar al aeropuerto, sacar dinero de un cajero, y regresar al parking para pagar en metálico. A las 8 de la noche llegamos sin novedad a casa. Todavía tenemos tiempo para disfrutar de la segunda mitad de la semana de carnaval de CÁDIZ. De momento, mañana tenemos que madrugar para ir a trabajar. Hay que pensar ya, en preparar el próximo viaje.
VALORACIÓN FINAL DEL VIAJE COSAS POSITIVAS: • • • •
A pesar de estar en febrero, hemos tenido buen tiempo, soleado y sin lluvia, aunque con frío. Los disfraces, las máscaras y la gente posando. Venecia, Murano, Burano y Torcello son ciudades peatonales. En todo momento nos sentimos muy seguros, aunque suponemos que habría muchos carteristas aprovechando las aglomeraciones de público.
COSAS NEGATIVAS: •
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Los precios: Venecia es una de las ciudades más caras del mundo. Todo es caro: hoteles, restaurantes, bares, vaporettos, entradas a lugares de interés, recuerdos,... Estos precios tan elevados obligan a alojarse fuera de Venecia, ya que los hoteles que están dentro, o son muy cutres o tienen unos precios prohibitivos. Demasiados turistas, en ocasiones se formaban tapones de personas para poder cruzar un puente.
LO IMPRESCINDIBLE DEL VIAJE: • •
Venecia entera, tanto los barrios turísticos como los que no lo son. Burano y sus casas de colores.
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