J. HUMBERT. Syntaxe Grecque. Les cas

J. HUMBERT Syntaxe Grecque. Les cas Edición y revisión por Jordi Cors Traducción española de Ingrid Saura Bellaterra 2012 (reimp. corr. de 2004) Universitat Autònoma de Barcelona Departament de Ciències de l’Antiguitat i de l’Edat Mitjana CAPÍTULO IX LOS CASOS Generalidades § 403. Prolongando las teorías estoicas, retocadas por Dionisio de Tracia (siglo I a.C.) y codificadas por Apolonio Díscolo (siglo II d.C.) la gramática griega distingue tradicionalmente cinco casos (ptw/seij). Pero estos casos, mejor dicho sus nombres, originalmente debieron de tener una analogía con el juego de los dados; de hecho han variado a la vez su número y contenido: por ejemplo, sabemos que el filósofo Crisipo de Soles (siglo III a.C.) distinguía cinco casos (perì tw=n pe/nte ptw/sewn), entre los cuales, un «caso adverbial», mientras que en el siglo VI a.C. Anacreonte, en una breve poesía, parece ser que atribuye tres casos a la flexión –otro término empleado: kli/seij, de donde el latín adopta la palabra declinationes– en el siguiente orden: genitivo, dativo, acusativo. En realidad el nominativo, considerado como la norma y la base del nombre, no ha sido considerado desde antaño como un caso, ya que es por su relación con él que se definen estas variaciones que efectivamente son los casos; cuando se hizo un caso del nominativo, llamado ptw=sij orqh̀ o eu)qei=a, se había perdido completamente, como lo remarca M. Schwyzer (Sch. Debr. P.53), el significado de ptw=sij y de kli/sij, que implican el hecho de alejarse de una línea recta, es decir de la norma. Desde entonces, se puede oponer a un nominativo, propuesto como caso directo, los otros casos, considerados como laterales (pla/giai) u oblicuos (casus obliqui). Dionisio de Tracia tiene la responsabilidad de haber añadido a estos cuatro casos, que permiten entrever una construcción lógica por los antiguos gramáticos y brillantemente restituida por M. L. Hjelmslev 1 , un quinto caso, el vocativo, al que los Estoicos llamaban justamente prosagoreutikòn pra=gma, y que no contaban entre los casos, igual que los gramáticos indios, los cuales no se han dejado engañar por una forma cercana frecuentemente al nominativo, dejándola fuera de la flexión. § 404. Los ocho casos del indoeuropeo no tienen nada de homogéneo y tampoco constituyen más un sistema que el verbo una conjugación. Entre ellos, hay de antiguos, en los que parece haber habido una gran solidez, y de tardíos, que temprano dieron signos de debilidad. En particular, los casos llamados concretos (locativo, instrumental, ablativo), que parece ser que se han desarrollado en un período relativamente reciente del indoeuropeo, han sido también los primeros en ceder: los sincretismos, realizados a partir de los casos más abstractos, les han absorbido en tanto que son formas independientes y, en el interior de los nuevos casos, han debido utilizar a menudo soportes, que son las «preposiciones». Así pues, en griego antiguo, el dativo engloba bajo una única forma el locativo y el comitativo instrumental: no es un azar si, en primer lugar para el locativo y el comitativo, más tardíamente para el instrumental, la lengua ha tenido que reforzarlos y precisarlos a través de diferentes preposiciones; lo mismo sucede con el ablativo, sincretizado en el genitivo, que denuncia desde un buen principio su debilidad por el uso de preposiciones, mientras que el genitivo propiamente dicho jamás las usa. 1 L. HJELMSLEV, La catégorie des cas (Acta Jutlandica, VII, 1, 1935). 1 § 405. La historia de la lengua, desde la época antigua hasta la época moderna, muestra la solidez de la relación directa, es decir nominativo-acusativo, que es sin duda la más antigua y la más abstracta, mientras que el caso de los «sincretismos» por excelencia y el más cargado de concreto, el dativo, ha desaparecido completamente de la lengua hablada; no es un simple azar si, en la historia misma de dativo, las funciones más concretas del locativo y del instrumental se han apagado en primer lugar, mientras que el dativo propiamente dicho resiste con ventaja. En griego moderno, el genitivo – cuyas partes más concretas, que corresponden al partitivo o al «ablativo», están constantemente sostenidas por preposiciones– da signos de debilidad: en el plural, apenas se le emplea o incluso nada en absoluto y, en ciertos dialectos, existe la tendencia, incluso en el singular, de ser sustituido por una perífrasis introducida por apò (seguida, como toda preposición de hoy en día, de acusativo). En cambio, toda la vitalidad del sistema flexivo del griego moderno reposa sobre la oposición del nominativo-acusativo: a pesar del número y variedad de empleos, el genitivo (singular), hoy en día despojado de sus valores preposicionales, permanece muy lejos detrás del acusativo, pero muy lejos también delante del vocativo, ya que la lengua ha conservado, por lo menos parcialmente, el uso de este «caso» pretendido. § 406. Aunque debemos ser muy prudentes 2 en toda tentativa de sacar de los casos del griego los principios que expresan la unidad de cada uno de ellos bajo diversos aspectos a veces irreductibles en apariencia, es posible, y puede ser incluso necesario, por lo menos hacerse una idea del sistema que ellos constituyen. Cada lengua posee el suyo, que le es propio, pero reposa sobre elementos heredados; por ejemplo, el análisis agudo que R. Jakobsohn dio de la teoría general de los casos rusos (Beitrag zur allgemeinen Kasuslehre, Gesamtbedeutungen der Russischen Kasus, en los Trabajos del círculo lingüístico de Praga, 6, 1936, pág. 240-287) es particular de esta lengua: pero podemos extraer de su estudio algunas nociones fundamentales que permiten reconstruir, dentro de su unidad funcional, el sistema de casos propio del griego. El nominativo no es un caso, sino es la base sobre la cual se organiza la flexión: expresa la función de nombrar en ella misma: mientras que los otros casos implican una relación entre dos términos, –relación de verbo a nombre o de nombre a nombre– 2 Cf. Schw.-Debr., p. 67, Vorbemerkung. 2 el nominativo sólo comprende uno de los términos; puede ser representado por una recta trazada en un plano. Supongamos, ahora bien, un objeto representado por un círculo trazado en el mismo plano que la línea recta que representa el nominativo. El acusativo –que podemos representar por una línea que desciende perpendicularmente hacia el objeto– lo alcanza de la manera más directa y totalmente: según el caso, es el complemento de objeto directo, o el movimiento dirigido, o la medida de la duración, de la distancia, de la modalidad. Del genitivo Jakobsohn decía, con razón, que comporta «el límite de la participación del objeto designado en el contenido verbal de la expresión»: puede estar representado por una línea oblicua que conduce a un círculo coincidente parcialmente con el mismo objeto sobre el cual el acusativo ejercía una eficiencia completa: esta noción de participación y de limitación asociadas son válidas de la misma manera para explicar tanto los valores partitivos (cosa evidente) como los valores adnominales. En cuanto al dativo, está representado por una línea más oblicua aún; ésta, susceptible de desplazarse en función de su radio, puede, ya sea acercarse al objeto hasta que el círculo que la termina sea tangente con el círculo del objeto, ya sea alejarse de este objeto: es el caso que al mismo tiempo da a alguien y que quita a alguien: M. Jakobsohn justamente lo ha llamado Randkasus «caso límite». En cuanto a los casos concretos –ablativo, instrumental y locativo– que por razones formales están sincretizados con el genitivo o con el dativo, en su función no conciernen (se refieren) al nombre que expresan: así, en el ejemplo del pan que nosotros hemos elegido, las siguientes frases: «Los versos surgen del pan», «El hombre vive de pan», «El cuchillo está en el pan» interesan diversas modalidades de los sujetos señalados, pero no la noción de pan. Observaciones.- En la etapa actual de la lengua, el dativo, que ha desaparecido como forma, coincide ya sea con el genitivo, ya sea con el acusativo. Toda la rección (régimen) de las preposiciones, antiguamente tan variada, sólo conoce el acusativo. El genitivo siendo poco frecuente en el plural y a menudo atacado en el singular por una perífrasis con la ayuda de a)pò (cf. § precedente), la lengua moderna, entregada a ella misma, tendería a un sistema de relación única, el acusativo, opuesto al nominativo no implicado, al lado del vocativo, siempre al margen de la flexión, pero siempre vivo… I. Nominativo § 407. Mientras que los casos implican una relación entre dos términos, el nominativo coloca su objeto por él mismo, de forma absoluta: expresa de lo que se trata en una frase respecto a la cual él es lógicamente anterior. Este es el «caso» que, en las lenguas flexivas, se parece más al nombre de una lengua sin desinencias, es decir, concebido como independiente de toda relación sintáctica. Dadas estas características, observamos que el nominativo sirve para presentar al sujeto de una proposición, o una cualidad afirmada como perteneciente al sujeto (atributo). En una frase verbal como: o( basileùj a)/rxei «el rey gobierna», la noción de rey es expresada independientemente de toda relación; en una frase nominal (cf § 100), como kre/sswn basileu/j «el rey (es) el más fuerte», las dos nociones de rey y de superioridad están yuxtapuestas. Seguramente, con el desarrollo del verbo «copulativo» ei)=nai y de sus equivalentes, puede parecer que haya, como se ha dicho, acuerdo entre el atributo y el sujeto, entre el nominativo del uno y el nominativo del otro; de hecho en desarrollos secundarios, como la oración infinitiva fhmì a)/nqrwpon qnhtòn ei)=nai «yo declaro que el hombre es mortal», todo ocurre como si el atributo qnhtòn concordase con el sujeto de la proposición, el acusativo tòn a)/nqrwpon; pero 3 este acuerdo no tiene nada de esencial. Podremos representar así los dos ejemplos dados: «el rey: él gobierna» y «el rey: (él es) superior en fuerza». § 408. El nominativo sujeto es un tipo muy variado, gracias a las facilidades que da el artículo, y a razón de la abundancia de formas nominales de los verbos (infinitivos y participios). Así pues, además de los casos comunes donde el sujeto es un sustantivo, o un pronombre, o un numeral, o una oración relativa (a)pe/qanon oi(\ a)/ristoi h)=san «han perecido aquellos que son más valientes»), el griego puede transformar en un verdadero sustantivo, con la ayuda del artículo, o un adjetivo (tò eu)sebe/j = la piedad), o un infinitivo (tò ti/ktein = la maternidad), o un participio (oi( fqonou=ntej = los celosos) o incluso un adverbio oi( pa/lai = oi( palaioi/, las gentes de otro tiempo, o o( pa/nu = o( e)/ndocoj «el famoso»). También es posible (cf. § 80) hacer de toda una oración – generalmente una citación– el sujeto de otra frase a condición de que sea introducida por el artículo; así el fragmento de Menandro: Tò Gnw=qi seautòn pantaxou= )sti xrh/simon «la máxima: Conócete a ti mismo siempre es útil». § 409. Aunque el atributo haya acabado por concordar con el sujeto al que califica, en cualquier caso en que este sea utilizado, siempre se encuentra el nominativo esencial, que pone la cualidad por ella misma: así Δ 350 poi=o/n s ) e)/poj fu/gen e(/rkoj o)do/ntwn; «¿Cuál es la palabra que ha franqueado la barrera de tus dientes?» equivale a tò e)/poj o(̀ e)/fugen... e)stì poi=on; «¿es de cuál naturaleza?», o Esq. Prom. 322 e)/moige xrw/menoj didaska/l% «si tu me aceptas como tu maestro» equivale a e)moì a)\n xrw/menoj w(/st ) e)mè dida/skalon gene/sqai soi/ «en aquellas condiciones tales que yo sea tu maestro». § 410. Junto con la frase propiamente nominal, la frase con el verbo ser (expresado o no), existe una gran cantidad de verbos, en poesía o en prosa, que

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J. HUMBERT

Syntaxe Grecque. Les cas

Edición y revisión por Jordi Cors Traducción española de Ingrid Saura

Bellaterra 2012 (reimp. corr. de 2004)

Universitat Autònoma de Barcelona Departament de Ciències de l’Antiguitat i de l’Edat Mitjana

CAPÍTULO IX

LOS CASOS Generalidades § 403. Prolongando las teorías estoicas, retocadas por Dionisio de Tracia (siglo I a.C.) y codificadas por Apolonio Díscolo (siglo II d.C.) la gramática griega distingue tradicionalmente cinco casos (ptw/seij). Pero estos casos, mejor dicho sus nombres, originalmente debieron de tener una analogía con el juego de los dados; de hecho han variado a la vez su número y contenido: por ejemplo, sabemos que el filósofo Crisipo de Soles (siglo III a.C.) distinguía cinco casos (perì tw=n pe/nte ptw/sewn), entre los cuales, un «caso adverbial», mientras que en el siglo VI a.C. Anacreonte, en una breve poesía, parece ser que atribuye tres casos a la flexión –otro término empleado: kli/seij, de donde el latín adopta la palabra declinationes– en el siguiente orden: genitivo, dativo, acusativo. En realidad el nominativo, considerado como la norma y la base del nombre, no ha sido considerado desde antaño como un caso, ya que es por su relación con él que se definen estas variaciones que efectivamente son los casos; cuando se hizo un caso del nominativo, llamado ptw=sij orqh̀ o eu)qei=a, se había perdido completamente, como lo remarca M. Schwyzer (Sch. Debr. P.53), el significado de ptw=sij y de kli/sij, que implican el hecho de alejarse de una línea recta, es decir de la norma. Desde entonces, se puede oponer a un nominativo, propuesto como caso directo, los otros casos, considerados como laterales (pla/giai) u oblicuos (casus obliqui). Dionisio de Tracia tiene la responsabilidad de haber añadido a estos cuatro casos, que permiten entrever una construcción lógica por los antiguos gramáticos y brillantemente restituida por M. L. Hjelmslev 1 , un quinto caso, el vocativo, al que los Estoicos llamaban justamente prosagoreutikòn pra=gma, y que no contaban entre los casos, igual que los gramáticos indios, los cuales no se han dejado engañar por una forma cercana frecuentemente al nominativo, dejándola fuera de la flexión. § 404. Los ocho casos del indoeuropeo no tienen nada de homogéneo y tampoco constituyen más un sistema que el verbo una conjugación. Entre ellos, hay de antiguos, en los que parece haber habido una gran solidez, y de tardíos, que temprano dieron signos de debilidad. En particular, los casos llamados concretos (locativo, instrumental, ablativo), que parece ser que se han desarrollado en un período relativamente reciente del indoeuropeo, han sido también los primeros en ceder: los sincretismos, realizados a partir de los casos más abstractos, les han absorbido en tanto que son formas independientes y, en el interior de los nuevos casos, han debido utilizar a menudo soportes, que son las «preposiciones». Así pues, en griego antiguo, el dativo engloba bajo una única forma el locativo y el comitativo instrumental: no es un azar si, en primer lugar para el locativo y el comitativo, más tardíamente para el instrumental, la lengua ha tenido que reforzarlos y precisarlos a través de diferentes preposiciones; lo mismo sucede con el ablativo, sincretizado en el genitivo, que denuncia desde un buen principio su debilidad por el uso de preposiciones, mientras que el genitivo propiamente dicho jamás las usa. 1

L. HJELMSLEV, La catégorie des cas (Acta Jutlandica, VII, 1, 1935).

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§ 405. La historia de la lengua, desde la época antigua hasta la época moderna, muestra la solidez de la relación directa, es decir nominativo-acusativo, que es sin duda la más antigua y la más abstracta, mientras que el caso de los «sincretismos» por excelencia y el más cargado de concreto, el dativo, ha desaparecido completamente de la lengua hablada; no es un simple azar si, en la historia misma de dativo, las funciones más concretas del locativo y del instrumental se han apagado en primer lugar, mientras que el dativo propiamente dicho resiste con ventaja. En griego moderno, el genitivo – cuyas partes más concretas, que corresponden al partitivo o al «ablativo», están constantemente sostenidas por preposiciones– da signos de debilidad: en el plural, apenas se le emplea o incluso nada en absoluto y, en ciertos dialectos, existe la tendencia, incluso en el singular, de ser sustituido por una perífrasis introducida por apò (seguida, como toda preposición de hoy en día, de acusativo). En cambio, toda la vitalidad del sistema flexivo del griego moderno reposa sobre la oposición del nominativo-acusativo: a pesar del número y variedad de empleos, el genitivo (singular), hoy en día despojado de sus valores preposicionales, permanece muy lejos detrás del acusativo, pero muy lejos también delante del vocativo, ya que la lengua ha conservado, por lo menos parcialmente, el uso de este «caso» pretendido. § 406. Aunque debemos ser muy prudentes 2 en toda tentativa de sacar de los casos del griego los principios que expresan la unidad de cada uno de ellos bajo diversos aspectos a veces irreductibles en apariencia, es posible, y puede ser incluso necesario, por lo menos hacerse una idea del sistema que ellos constituyen. Cada lengua posee el suyo, que le es propio, pero reposa sobre elementos heredados; por ejemplo, el análisis agudo que R. Jakobsohn dio de la teoría general de los casos rusos (Beitrag zur allgemeinen Kasuslehre, Gesamtbedeutungen der Russischen Kasus, en los Trabajos del círculo lingüístico de Praga, 6, 1936, pág. 240-287) es particular de esta lengua: pero podemos extraer de su estudio algunas nociones fundamentales que permiten reconstruir, dentro de su unidad funcional, el sistema de casos propio del griego. El nominativo no es un caso, sino es la base sobre la cual se organiza la flexión: expresa la función de nombrar en ella misma: mientras que los otros casos implican una relación entre dos términos, –relación de verbo a nombre o de nombre a nombre–

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Cf. Schw.-Debr., p. 67, Vorbemerkung.

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el nominativo sólo comprende uno de los términos; puede ser representado por una recta trazada en un plano. Supongamos, ahora bien, un objeto representado por un círculo trazado en el mismo plano que la línea recta que representa el nominativo. El acusativo –que podemos representar por una línea que desciende perpendicularmente hacia el objeto– lo alcanza de la manera más directa y totalmente: según el caso, es el complemento de objeto directo, o el movimiento dirigido, o la medida de la duración, de la distancia, de la modalidad. Del genitivo Jakobsohn decía, con razón, que comporta «el límite de la participación del objeto designado en el contenido verbal de la expresión»: puede estar representado por una línea oblicua que conduce a un círculo coincidente parcialmente con el mismo objeto sobre el cual el acusativo ejercía una eficiencia completa: esta noción de participación y de limitación asociadas son válidas de la misma manera para explicar tanto los valores partitivos (cosa evidente) como los valores adnominales. En cuanto al dativo, está representado por una línea más oblicua aún; ésta, susceptible de desplazarse en función de su radio, puede, ya sea acercarse al objeto hasta que el círculo que la termina sea tangente con el círculo del objeto, ya sea alejarse de este objeto: es el caso que al mismo tiempo da a alguien y que quita a alguien: M. Jakobsohn justamente lo ha llamado Randkasus «caso límite». En cuanto a los casos concretos –ablativo, instrumental y locativo– que por razones formales están sincretizados con el genitivo o con el dativo, en su función no conciernen (se refieren) al nombre que expresan: así, en el ejemplo del pan que nosotros hemos elegido, las siguientes frases: «Los versos surgen del pan», «El hombre vive de pan», «El cuchillo está en el pan» interesan diversas modalidades de los sujetos señalados, pero no la noción de pan. Observaciones.- En la etapa actual de la lengua, el dativo, que ha desaparecido como forma, coincide ya sea con el genitivo, ya sea con el acusativo. Toda la rección (régimen) de las preposiciones, antiguamente tan variada, sólo conoce el acusativo. El genitivo siendo poco frecuente en el plural y a menudo atacado en el singular por una perífrasis con la ayuda de a)pò (cf. § precedente), la lengua moderna, entregada a ella misma, tendería a un sistema de relación única, el acusativo, opuesto al nominativo no implicado, al lado del vocativo, siempre al margen de la flexión, pero siempre vivo…

I. Nominativo § 407. Mientras que los casos implican una relación entre dos términos, el nominativo coloca su objeto por él mismo, de forma absoluta: expresa de lo que se trata en una frase respecto a la cual él es lógicamente anterior. Este es el «caso» que, en las lenguas flexivas, se parece más al nombre de una lengua sin desinencias, es decir, concebido como independiente de toda relación sintáctica. Dadas estas características, observamos que el nominativo sirve para presentar al sujeto de una proposición, o una cualidad afirmada como perteneciente al sujeto (atributo). En una frase verbal como: o( basileùj a)/rxei «el rey gobierna», la noción de rey es expresada independientemente de toda relación; en una frase nominal (cf § 100), como kre/sswn basileu/j «el rey (es) el más fuerte», las dos nociones de rey y de superioridad están yuxtapuestas. Seguramente, con el desarrollo del verbo «copulativo» ei)=nai y de sus equivalentes, puede parecer que haya, como se ha dicho, acuerdo entre el atributo y el sujeto, entre el nominativo del uno y el nominativo del otro; de hecho en desarrollos secundarios, como la oración infinitiva fhmì a)/nqrwpon qnhtòn ei)=nai «yo declaro que el hombre es mortal», todo ocurre como si el atributo qnhtòn concordase con el sujeto de la proposición, el acusativo tòn a)/nqrwpon; pero 3

este acuerdo no tiene nada de esencial. Podremos representar así los dos ejemplos dados: «el rey: él gobierna» y «el rey: (él es) superior en fuerza». § 408. El nominativo sujeto es un tipo muy variado, gracias a las facilidades que da el artículo, y a razón de la abundancia de formas nominales de los verbos (infinitivos y participios). Así pues, además de los casos comunes donde el sujeto es un sustantivo, o un pronombre, o un numeral, o una oración relativa (a)pe/qanon oi(\ a)/ristoi h)=san «han perecido aquellos que son más valientes»), el griego puede transformar en un verdadero sustantivo, con la ayuda del artículo, o un adjetivo (tò eu)sebe/j = la piedad), o un infinitivo (tò ti/ktein = la maternidad), o un participio (oi( fqonou=ntej = los celosos) o incluso un adverbio oi( pa/lai = oi( palaioi/, las gentes de otro tiempo, o o( pa/nu = o( e)/ndocoj «el famoso»). También es posible (cf. § 80) hacer de toda una oración – generalmente una citación– el sujeto de otra frase a condición de que sea introducida por el artículo; así el fragmento de Menandro: Tò Gnw=qi seautòn pantaxou= )sti xrh/simon «la máxima: Conócete a ti mismo siempre es útil». § 409. Aunque el atributo haya acabado por concordar con el sujeto al que califica, en cualquier caso en que este sea utilizado, siempre se encuentra el nominativo esencial, que pone la cualidad por ella misma: así Δ 350 poi=o/n s ) e)/poj fu/gen e(/rkoj o)do/ntwn; «¿Cuál es la palabra que ha franqueado la barrera de tus dientes?» equivale a tò e)/poj o(̀ e)/fugen... e)stì poi=on; «¿es de cuál naturaleza?», o Esq. Prom. 322 e)/moige xrw/menoj didaska/l% «si tu me aceptas como tu maestro» equivale a e)moì a)\n xrw/menoj w(/st ) e)mè dida/skalon gene/sqai soi/ «en aquellas condiciones tales que yo sea tu maestro». § 410. Junto con la frase propiamente nominal, la frase con el verbo ser (expresado o no), existe una gran cantidad de verbos, en poesía o en prosa, que aportan un matiz particular a la cualidad atribuida al sujeto. En efecto, esta puede ser fundamnetal (te/tugmai «yo soy hecho»), fortuita (kure/w «encontrarse»), real (fai/nomai «yo aparezco»), aparente (dokw= «yo parezco»); puede ser considerado, ya sea como un resultado adquirido (kaqe/sthka «yo estoy allí»), ya sea como una finalidad (a)pobai/nw «yo acabo por ser»), ya sea como un devenir (gi/gnomai «llegar a ser»). A esto hay que añadir los verbos que presentan estas cualidades, ya sea como una convención de orden social (o)noma/zomai «ser designado con un nombre», o α)ποδείκνυμαι «ser nombrado para un cargo»), ya sea como una opinión personal y subjetiva (nomi/zomai «ser considerado», kri/nomai «ser juzgado»), etc. § 411. Lo que constituye un título, es decir un nombre que no forma parte de la frase, se coloca en nominativo: así el nombre de una obra (Nefe/lai), o el nombre grabado en una estela conmemorativa ( )Aristonau/thj )Aristonau/tou). Sucede lo mismo cuando, para citar una expresión empleada, se extrae de la frase donde figuraba, liberándola de las funciones que ejercía: por ejemplo, Sóf. (Ant. 566), Creonte responde así a la pregunta de Ismene: Ti/ ga/r mo/n$ th=sd ) a)/ter biw/simon; )All ) h(/de me/ntoi mh/ le/g )· ou) ga/r e)/st ) e)/ti «¿Hay para mi una vida posible, sola, sin ella? –No digas más ella; pues ella ya no existe»; sabemos que el pronombre o(/de no se puede aplicar sino a seres presentes: ahora bien, Antígona está ya como muerta. Otras veces, para producir un efecto, el autor mismo destaca una palabra de su frase, de la cual hace una especie de definición: Esqns. 2,99: a)nh\r de\ geno/menoj prosei/lhfe th\n tw=n ponhrw=n koinh\n e)pwnumi/an sukofa/nthj «llegado a la edad de hombre, él recibe el nombre que se da generalmente a los pícaros: sicofante». 4

§ 412. A menudo un nominativo es como lanzado a la cabeza de una frase, cuyo desarrollo exigiría lógicamente otro caso: en realidad, cuando el sujeto está puesto de esta forma, el giro de la frase aún no está fijado en el espíritu. Este giro debía de ser mucho más frecuente en la lengua hablada; sin embargo la lengua escrita nos ofrece algunos ejemplos: Jen. An. 2, 5, 41 Pro/cenoj de\ kai\ Me/nwn pe/myate au)tou\j deu=ro «Pero a Próxenes y Menón… los enviaron aquí». Inversamente, en las aposiciones demasiado largas, el vínculo que une los numerosos términos de la enumeración al nombre del cual dependen parece que se relaje, y aparece el nominativo; no es una frase sino una enumeración: Dem. 23, 207 ta/ de/ th=j po/lewj oi)kodomh/mata... toiau=ta, new/soikoi, stoai/, Peiraieu/j «todas nuestras construcciones… (él las ve) como ellas son, los Propileos, los arsenales, los pórticos, el Pireo». Observaciones. – Es conveniente distinguir de estos nominativos lanzados a la cabeza de una frase que no está aún construida otros ejemplos que se explican de forma diferente. Por ejemplo, en a 51 nh=soj dendrh/ssa, qea/ d ) e)n dw/mata nai/ei, se debe considerar las dos primeras palabras como una frase sin verbo: «(esta) es una isla arbolada y la diosa la habita». Por otro lado, un nominativo en el curso de una frase puede explicarse, en particular en una oración de infinitivo, por un acuerdo kata/ su/nesin: así B350-353 fhmi/... kataneu=sai u(permene/a Kroni/wna... a)stra/ptwn e)pide/ci ), e)nai/sima fai/nwn «digo… que el Crónida todopoderoso nos ha dado una seguridad… lanzando un relámpago a la derecha y dejando relucir los signos favorables». Se piensa, a pesar de la declarativa, en la realidad constatada: Kroníwn kate/neuse a)stra/ptwn.

§ 413. Precedido o no de w)/ (que debe ser distinguida de w)= seguida de vocativo), el nominativo es empleado en las exclamaciones: se constata con sorpresa, o entusiasmo, la existencia de un objeto a de una cualidad: así Ar. Ran. 652 a)/nqrwpoj i(ero/j «el santo hombre» o w)̀ e)/benoj, w)̀ xruso/j «Oh! el ébano!, el oro!» en Thcr. 15, 123. Es difícil de establecer una distinción entre el nominativo exclamativo y el genitivo, igualmente exclamativo, que reposa sobre un ablativo de punto de partida y de causa: así Sóf. Ay. 340 oi)/moi ta/laj «¡Oh, que desgraciado que soy!», o El.1179 oi)/moi talai/nhj... th=sde sumfora=j «¡Oh, triste destino es el mío!». § 414. En fin, el nominativo sirve para interpelar. Aunque, en los detalles, la separación no siempre es fácil de establecer entre el nominativo interpelativo y el vocativo, esta función del nominativo no existe menos, y es muy antigua: incluso cuando son de tipo temático, los pronombres demostrativos como ou(=toj no han tenido jamás vocativo, como los pronombres personales, que son de otra estructura; sabemos, por otro lado que hace falta descender hasta los Setenta para ver atestiguados los vocativos qee/ o lae/. § 415. Parece que el uso indoeuropeo, conservado regularmente en védico (vāyav indraśca), haya sido, en una invocación a dos personas unidas por la partícula *kwe (scr. ca, grg. te), emplear el vocativo para la primera y el nominativo para la segunda. Algunos citan la forma sacramental conservada en G 276 Zeu= pa/ter… )He/lio/j te «Zeus padre… y tu Sol», a la cual casi no se puede (sino) comparar –bien que trata de numerosos objetos y que la enumeración es larga–, la fórmula final del Contra Ctesifón de Esquines (§ 260) e)gẁ… w)= gh= kaì h(/lie… kaì su/nesij… beboh/qhka «Para mi, vosotros, Tierra y Sol… y tú también, Inteligencia, … ¡este es el encuentro que os aporto!». Pero prácticamente encontramos el orden contrario (Ar. Cav. 273 w)= po/lij kaì dh=m ) «¡Oh ciudad, oh democracia!») y las combinaciones más variadas, sobre todo 5

en poesía. Así Esq. Prom. 88-90 w)= di=oj ai)qh/r... pammh=to/r te gh= «Divino Éter… y tú, Tierra, Madre universal» sorprende tanto más que el vocativo no se refiere sino a lo que puede pasar por el contenido atributivo (Tierra, que es la madre universal); más lógico parecería el empleo en Eur. Supl. 277 w)= fi/loj, w)= dokimw/tatoj (Ella/di «tú que eres mi amigo, tú que eres el hombre más querido de toda Grecia», lo que no excluye el empleo de un vocativo solo con valor atributivo, como Esq. 2, 152 w)= pròj... tà mega/la... tw=n pragma/twn pa/ntwn a)nqrw/pwn a)xresto/tate «tú que, de todos los hombres de la tierra, eres… el más inútil para las grandes cosas». El vocativo esta excluido de una frase estrictamente interpelativa, como Plat. Banq. 172 A )=W Falhreu/j... ou)=toj )Apollo/dwroj, ou) perime/neij; «¡Eh, allí, el hombre de Falereo!, ¡Eh, Apolodoro!, ¿qué no me esperas?». Hemos podido observar en los ejemplos donde el nominativo acompañado del artículo figura al lado de un imperativo la determinación de una especie de contenido atributivo; así, Ar. Ach. 242 pro/iq ) ei)j tò pro/sqen o)li/gon, h( kanafo/roj «adelántate un poco hacia delante, (= tú que eres) la canéfora (la que lleva una cesta)». Es preferible ver en este nominativo una interpelación sin réplica: así Ar. Ran. 521 o( pai=j, a)kolou/qei deu=ro tà skeu/h fe/rwn «Hijo mío, ven aquí y llévame mis aparejos».

II. Acusativo § 416. Es imposible de dar a este caso una definición que responda a todos sus empleos. Sin embargo podemos decir que es una relación inmediata (cf. § 406) establecida entre dos términos, de los cuales el primero es esencialmente un verbo y el segundo un nombre. Expresa sin especificación particular la relación de verbo a nombre: por ejemplo, si consideramos el objeto animado de la acción verbal, la expresión ba/llw tina «yo alcanzo a alguien con una piedra» pone en relación directa el verbo y su objeto, mientras que la relación no es total en ba/llw tinòj kata/ ti «yo alcanzo una parte del cuerpo de alguien sobre un punto en particular» o en ba/llw tinì deir$= xei=raj «yo rodeo a alguien por el cuello con mis brazos (lit. lanzo... mis brazos alrededor del cuello)». § 417. El verbo del primer término puede expresar un estado así como una acción: la relación no es menos directa entre a)lgw= y toùj o)do/ntaj «yo tengo mal de dientes» que entre r(h/gnumi y o)do/nta «rompo un diente». Pero pasamos fácilmente del estado, que puede expresar un verbo, a la cualidad, que es frecuentemente expresado por un adjetivo; resulta que a veces, y muy a menudo, los dos términos tienen una apariencia nominal; así en el acusativo llamado de relación: platùj toùj w)/mouj «ancho de espaldas». A pesar de la extensión tomada en griego por este giro, no debemos equivocarnos, ya que desde su punto de partida existe una relación del verbo al nombre. § 418. En sí mismas, las relaciones

e/)xein = retener , nika=n = vencer , to\n i(/ppon el caballo ni/khn en una victoria i(knei=sqai = alcanzar , a)pe/xein = estar alejado , diafe/rwn = diferente , a/)lsoj un bosque pollou\j stadi/ouj muchos estadios th\n fu/sin de carácter e)bi/w = ha vivido , e)/th e)nenh/konta noventa años son de la misma naturaleza: es únicamente el contenido

de la idea verbal que cambia, y quien autoriza a hablar de acusativo de objeto directo (construcción transitiva), de objeto interno, de dirección, de extensión espacial o 6

temporal, de relación. Hay que ver aquí sólo etiquetas cómodas, pero convencionales; éstas no designan funciones diferentes aportadas por el acusativo, sólo una misma relación directa verbo-nominal, cuyo primer término presenta valores variados. A. ACUSATIVO DE VERBOS EN FUNCIÓN TRANSITIVA § 419. Los verbos pueden ser utilizados transitivamente, es decir comportar con un nombre una relación inmediata; pero no existen verbos que sean transitivos por ellos mismos. Si, por el hecho de su propio sentido, muchos de entre ellos, que implican un acción sobre una persona o sobre un objeto, se construyen frecuentemente con un acusativo, nada les impide de poder ser utilizados intransitivamente: así poiei=n tan frecuentemente usado transitivamente (por ejemplo: eu)= poiei=n tina «hacer el bien a alguno») es intransitivo en un giro como ei)si\n plou/sioi kai\ kalw=j poiou=sin «ellos son ricos y tanto mejor para ellos (lit. y hacen bien)». Recíprocamente, un verbo que no comporta objeto directo, como o)lofu/romai «se lamenta» en F 106 tih\ o)lofu/reai ou(=toj; «¿por qué gimes de esta manera?», admite uno en Q 245 to\n... path\r o)lofu/rato «el Padre (de los Dioses)… gime por su destino». Por otra parte, en francés mismo, pasamos constantemente, con un mismo verbo, de una construcción transitiva a una construcción intransitiva: no tenemos ninguna dificultad para decir «¿conducís vosotros?» después de haber dicho «¿conducís vosotros el coche al garaje?». El griego tiene también posibilidades fuertemente extendidas para afectar de un acusativo (y al mismo tiempo de un pasivo) a verbos impersonales que en nuestra lengua serían irreductiblemente rebeldes: Heródoto puede decir (4, 151) ou)=k u(=e th\n qh/rhn «(durante siete años) no llovía sobre Thera» como en (4, 31 d) ta\ kaqu/perqe tau/thj th=j xw/rhj ai)ei\ ni/fetai «nieva (está nevado) constantemente sobre esta región». § 420. La noción misma de objeto directo de un verbo transitivo es doble. En efecto, la acción expresada por el verbo construido transitivamente puede afectar a una persona o a un objeto que le son exteriores y existen independientemente de ella «yo golpeo a Pedro» o «Pedro golpea la puerta». Pero también puede, por su eficiencia, crear ella misma su objeto, como en no/misma ko/ptein «acuñar moneda», donde la pieza es el resultado del golpe. Esta segunda variedad de objetos directos hace por así decir de transición entre el acusativo del primer tipo y el acusativo llamado de objeto interno, que será examinado más abajo (cf. § 427). § 421. Guardando siempre en el espíritu estas observaciones sobre la noción de verbo transitivo y sobre la doble naturaleza del objeto directo que se relaciona con él, podremos considerar que admiten generalmente acusativo los verbos que pertenecen a las siguientes categorías: a) Los verbos que expresan los diferentes medios de ejercer una acción –benefactora o nociva– sobre una persona: eu)= kakw=j poiei=n «hacer el bien/mal a», o)nina/nai «ayudar», w=felei=n «ser útil a», qerapeu/ein «servir», lo mismo que bla/ptein «perjudicar a», a)dikei=n «ser injusto con»; kolakeu/ein «halagar», como loidorei=n «injuriar». Jen. Men. 2, 3, 8 pw=j d ) a)\n e)gw\ a)nepisth/mwn ei)/hn a)delf%= xrh=sqai, e)pista/meno/j te kai\ eu)= le/gein to\n eu)= le/gonta kai\ eu)= poiei=n to\n eu)= poiou=nta;

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«¿cómo podría no saber comportarme con mi hermano, ya que sé hablar bien de quien habla bien de mi, y hacer el bien a quien me lo hace?». Plat. Rep. 334 B w)felei=n me\n tou\j fi/louj (dokei=) h( dikaiosu/nh, bla/ptein de\ tou\j e)xqrou/j «la justicia (encuentra legítimo) mantener a sus amigos y perjudicar a sus enemigos». Jen. Cir. 1, 4, 8 oi( fu/lakej e)loido/roun au)to/n «los guardias le hacían vivos reproches». Pero w)felei=n o bla/ptein admiten igualmente un dativo de persona (Esq. Pers. 842 toi=j qanou=si plou=toj ou)de\n w)felei= « las riquezas a los muertos no les sirven de nada», o Eum. 661 oi(=si mh\ bla\y$ qeo/j «cuando la divinidad no cause daño»; a)dikei=n puede construirse con perì, ei)j o pròj (Plat. Leyes.845 E); y es suficiente que loidorein= pase a medio para que le sigua un dativo (Ar. Cav. 1400 tai=j po/rnaisi loidorh/setai «insultará a las prostitutas»). § 422. b) Los verbos que indican que uno alcanza su objeto, o bien que no lo alcanza –el objeto pudiendo ser creado por la actividad misma, o existir de forma independiente, o encontrarse representado por una persona. Este resultado, si se trata de una cosa, o este contacto, si se trata de una persona, puede ser obtenido (o evitado), aceptado (o temido); podemos adelantar a otra persona en esta realización (o hacernos aventajar por ella); podemos llegar a un resultado sin sospecharlo (o sin que otros lo sospechen). Tales verbos son numerosos y su construcción con la ayuda de un acusativo es tanto más convincente cuando se trata de verbos más concretos (este es el caso de los últimos de la lista siguiente: fqa/nein, e)llei/pein, lanqa/nein). Podemos citar u(fai/nein «tejer», que crea el objeto, u(fi/stasqai «afrontar un peligro» que supone un objeto exterior, y feu/gein «evitar» que se aplica tanto a un obstáculo material como a una persona, y así también los verbos del mismo sentido; de/xomai «aceptar» así como fobei=sqai «temer»; e)lpi/zein «esperar cualquier cosa» tanto si se trata de una esperanza como de un temor; fqa/nein «obtener un resultado antes que otro» y e)llei/pein «no obtener un resultado»; lanqa/nein «obtener un resultado a las espaldas de…», etc. Z 456 kai/ ken e)n )/Argei e)ou=sa pro\j a)/llhj i(sto\n u(fai/noij «y quizás en Argos bajo las órdenes de otro, tú tejerás una tela». Compararemos, para señalar el sentido de la creación del objeto, las expresiones tales como u(fai/nein o)/lbon «crear felicidad», u(fai/nein u(/fasma «tejer una tela». Tuc. 4, 59 oi( de\ kindu/nouj e)qe/lousin u(fi/stasqai «ellos quieren afrontar los paligros». a 11 o(/soi fu/gon ai)pu\n o)/leqron «aquellos que han escapado del precipicio de la muerte» como Eur. Med. 561 pe/nhta feu/gei pa=j tij e)kpodw\n fi/loj «el pobre ve huir a todos sus amigos». x 91 a)ll ) a)/ra min fqh= Thle/maxoj kato/pisqe balw/n «pero Telémaco lo adelantó hiriéndole por detrás». Dem. 18, 295 e)pilei/yei me le/gonq ) h( h(me/ra ta\ tw=n prodotw=n o)no/mata «la jornada no será larga (= me faltará día) para decir el nombre de todos los traidores». Tuc. 8, 10 o(/pwj mh\ lh/swsin au)tou\j ai( nh=ej... a)formhqei=sai «para que las naves no puedan zarpar de la base… a sus espaldas». § 423. c) Los verbos que indican una actitud moral delante de una persona. Así ai)dei=sqai «sentir respeto o vergüenza», dedoike/nai «tener miedo», e)kplh/ttesqai 8

«estar afectado por el espanto», e)leei=n «tener piedad de alguien», qarrei=n «no tener miedo», penqei=n «estar de duelo». Señalaremos que estos verbos expresan un sentimiento de inferioridad, a excepción de qarrei=n, que él mismo es la negación de un sentimiento de temor: muchos de sus contrarios, que indican la alegría, el orgullo, la seguridad, como xai/rw «regocijarse», a)ga/llomai «estar orgulloso de», pe/poiqa «creo en», se construyen con el dativo, que expresa el medio gracias al cual se realiza el sentimiento feliz. Sin embargo, produciéndose intercambios constantes entre los contrarios, vemos a la vez giros tales como: Eur. Hip. 139 tou\j ga\r eu)sebei=j qeoi\ qn$=skontaj ou) xai/rousi «los dioses no quieren ver morir a los hombre piadosos» o Ar. Nub. 992 toi=j ai)sxroi=j ai)sxu/nesqai «tener vergüenza de los que son vergonzosos». Jen. Cir. 8, 1, 28 ma=llon tou\j ai)doume/nouj ai)dou=ntai tw=n a)naidw=n oi( a)/nqrwpoi «la gente muestran más consideración por aquellos que tienen el sentimiento del honor que por aquellos que están desprovistos de él». Dem. 4, 45 oi( me\n e)xqroi/ katagelw=sin, oi( de\ su/mmaxoi teqna=si t%= de/ei tou\j toiou/touj a)posto/louj «mientras que nuestros enemigos se burlan de nosotros, nuestros aliados mueren de miedo delante de un tal cuerpo de expedición». T 225 gaste/ri d ) ou)/ pwj e)/sti ne/kun penqh=sai )Axaiou/j «no es con su vientre que los aqueos pueden llorar su muerte». Observaciones I. – Cada uno de los verbos citados han podido extender por la analogía su construcción a los verbos vecinos: así, sobre el modelo penqei=n tina, decimos ko/ptesqai nekro/n «herirse ritualmente el pecho (en honor de un muerto)» o ti/llesqai nekro/n «estirarse el cabello (en honor de un muerto)». Observaciones II. – Los verbos de juramento o)nu/mai en particular, se construyen generalmente con acusativo de la divinidad invocada (o)nu/mai Di/a). De hecho, el ritual es considerado que actúa sobre la persona divina o sobre el objeto sobre el cual se apoya el juramento (cf. E. Benveniste RHR 1947, 81-91, L’expression du serment dans la Grèce Ancienne).

§ 424. d) los verbos que, en su forma simple, sólo admiten débilmente un objeto directo o incluso parecen excluirlo pueden ser empleados en función transitiva cuando son precedidos por preverbios «vacíos» como a)po/, e)k y sobre todo dia/ y kata/. Estos, expresan el cumplimiento del proceso, ejerciendo sobre el verbo una función causativa. A continuación algunos ejemplos: a)poma/xomai/ ti «rechazar en combate» (Jen. Hel. 6, 5, 34) en vez de ma/xomai/ tini, pro/j tina, e)pi/ tini. e)ce/rxomai/ ti «llegar a realizar alguna cosa» (Tuc. 1, 70) en vez de e)/rxomai e)pi/ ti. diaptu/ein tina\ «abuchear a alguien» (Dem. 18, 258) en vez de ptu/ein ai(=ma (Y

697) «escupir sangre». katapolemei=n tina «batir a alguien en guerra» (Tuc. 2, 7) en vez de polemei=n tini, ei)/j o pro/j tina. kataboa=sqai/ tina «vencer a alguien a gritos». (Ar. Cav. 286) en vez de boa=n pro/j tina.

§ 425. A menudo confundimos (K. G. II., p. 300-301 y Riemann-Cucuel, p. 38) estos empleos con otros donde la función transitiva del verbo sólo es aparente, y depende en realidad de un valor concreto de un preverbio: así Tuc. 4, 92 to\n h(suxa/zonta e)pistrateu/ein «marchar contra un pueblo pacífico» equivale a 9

strateu/ein e)pi\ to\n h(suxa/zonta, o Plat. Fed. 85 D (dei=)… diapleu=sai to\n bi/on «(hace falta) hacer la travesía de la vía» a dei= pleu=sai dia\ to\n bi/on. Remarcaremos por otro lado, entre los verbos citados, un gran número de entre ellos que implican una idea de movimiento.

B. DOBLE ACUSATIVO § 426. Se agrupan bajo esta denominación giros bastante diferentes, que no tienen otro punto en común que comportar dos acusativos dependientes del mismo verbo: pero es una manera muy exterior de considerar las cosas y, a nuestro parecer, se debe reservar esta expresión a giros en los que el verbo admite a la vez dos relaciones directas. En consecuencia, hay que excluir de la categoría: 1º) los acusativos en función de atributo en relación con un complemento de objeto en acusativo, como Jen. Cir. 1,3, 18 ou)=toj tw=n e)n Mh/doij pa/ntwn e(auto\n despo/thn pepoi/hken «es él quien se ha convertido completamente en el maestro de la situación entre los medos». 2º) las perífrasis verbales que comportan un acusativo, y que, lógicamente, equivalen a un verbo determinando un solo objeto, como Esq. Ag. 814 qeoi/... )Ili/ou fqora/j... yh/fouj e)/qento «los dioses… han resuelto… la ruina de Troya (palabra a palabra: han puesto sus votos... la ruina de Troya)». Hay que distinguir los casos donde el verbo se aplica: a) a un objeto único, que es al mismo tiempo definido por otra relación directa b) dos objetos distintos a la vez. § 427. a) El objeto exterior puede ser determinado por otro acusativo expresando la consecución de la idea expresada por el verbo: el sustantivo puede pertenecer al mismo tema (figura etimológica), o a un tema de significado próximo: Plat. Ap. 19 A Me/lhto/j me e)gra/yato th\n grafh\n tau/thn «Méletos me interpuso este proceso». t 393 ou)lh/n, th/n pote/ min su=j h)/lase «la herida que, una vez, le había hecho un jabalí». El objeto exterior puede ser determinado por un acusativo, del mismo tema o de tema cercano, que exprese el contenido de la idea expresada por el verbo: o 245 o(/n... fi/lei Zeu\j pantoi/hn filo/thta «que Zeus ama… con todas las formas de afecto». Sóf. El. 1034 ou)d ) au)= tosou=ton e)/xqoj e)xai/rw se «yo no te odio, sin embargo, con tanto odio». Plat. Gor. 522 A polla\ kai\ h(de/a... eu)w/xoun u(ma=j «yo os obsequiaba… con muchos platos sabrosos». El objeto exterior es retomado por otra relación directa, que lo restringe o lo precisa: así pues se define exactamente, en una persona, el lugar que debe atraer la atención o, en un objeto dividido, el número de partes que comporta. Si el primer giro pertenece a la lengua poética, el segundo es corriente en la prosa ática, aunque la perífrasis introducida por ει̉ς le ha hecho una viva competencia. W 58 gunai=ka/ te qh/sato mazo/n «mamó a una mujer, (más concretamente) el seno (de una mujer)».

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Plat. Pol. 238 D die/lwmen auth\n du/o me/rh «dividámosla (la ciencia de la medida), (más concretamente) dos partes, es decir, “en dos partes”». § 428. b) Desde el indoeuropeo, los verbos que indican el hecho de enseñar (recordar), de pedir (exigir), de disimular, de quitar (desnudar, desvestir) comportan dos objetos directos exteriores –uno en relación con una persona y el otro en relación con una cosa. El valor de estos verbos es netamente factitivo (hacer que sea sabido, hacer que sea dicho o hecho, hacer que sea ocultado, hacer que sea quitado), podemos compararla con la construcción causativa del sánscrito, como ratham açvam vahayāmi «yo hago tirar de un carro al caballo» (palabra a palabra «yo hago tirar de un carro un caballo»). Hdt. 1, 136 paideu/ousi tou\j pai=daj... tri/a mou=na «ellos enseñan a sus niños… sólo tres cosas». Hdt. 3, 1 Kambu/shj... ai)/tee )/Amasin qugate/ra «Cambises… pedía a Amasis su hija (en matrimonio)». Lis. 32, 7 Diogei/twn th\n qugate/ra e)/krupte to\n qa/naton tou= andro/j «Diogitón ocultaba a su hija la muerte de su marido». Jen. An. 7, 6, 9 h(ma=j... a(posterei= to\n misqo/n «(Jenofonte) nos… priva de nuestro sueldo». § 429. A partir de estos valores fundamentales ha jugado la analogía. Así pues, al lado de διδάσκειν y de α̉ναμιμνήσκειν, vemos construir de la misma manera παιδεύειν «dar un educación», o e)qi/zein «acostumbrarse», que por otra parte tienen un sentido factitivo. Pedir va desde la simple curiosidad i(storei=n a la exigencia incondicional (ei)spra/ttein «exigir un pago»), pasando por la solicitud suplicante (li/ssesqai). Los verbos que expresan una idea de expoliación –que va desde desnudarse (e)kdu/ein) hasta el pillaje en el campo de batalla (sula=n, e)cenari/zein)– han arrastrado sin duda a sus contrarios, que indican sobre todo la idea de hacer revestir: Ar. Lis. 1021 th\n e)cwmi/d ) e)ndu/sw se «yo pondré sobre ti esta túnica». Los poetas han ido más allá en esta vía, y han empleado el doble acusativo con los verbos que comportan la idea de limpiar (salida de quitar/eliminar) o de vengar (salida de pedir, exigir reparación); así P 667 ai(=ma ka/qhron... Sarphdo/na «lava a Sarpedón la sangre que lo recubre» o Eur. Alc. 732 )/Akastoj ou)ket ) e)/st ) e)n a)ndra/sin, ei) mh/ s ) a)delfh=j ai(=ma timwrh/setai «Acasto ya no cuenta entre los hombres, si no venga sobre ti la sangre de su hermana». Observaciones I. – Estas construcciones no son las únicas posibles, incluso para los verbos que son «cabezas de fila» de la serie: Aristófanes puede decir: ( Nubes 382 ) ou)de/n... peri\ tou= pata/gou kai\ th=j bronth=j m ) e)di/dacaj «tú no me has enseñado sobre el estrépito del trueno»; Jen. (An. 1, 3, 16): h(gemo/na ai)tei=n para\ tou/tou «pedir un guía a este hombre…»; Jen. aún (Men. 1, 5, 3): oi( pleo/nektai tw=n a)/llwn a)fairou/menoi xrh/mata «la gente ávida, que obtienen a partir de los otros su fortuna…». Observaciones II. – En la pasiva, la cosa permanece en acusativo, mientras que la persona pasa a ser el sujeto del nuevo giro: Plat. Men. 236 A mousikh\n u(po\ La/mprou paideuqei/j «instruido en la música por Lampros». La activa correspondiente sería: mousikh\n e)me\ La/mproj e)pai/deuse.

C. ACUSATIVO DE VERBOS EN FUNCIÓN INTRANSITIVA Estos verbos excluyen por definición toda acción ejercida sobre un objeto: algunos de ellos comportan un objeto, mientras que otros expresan solamente las modalidades de la acción expresada por el verbo. 11

§ 430. El acusativo de dirección (ejemplo i(/keto ou)rano/n «el fue hasta el cielo») implica un objeto exterior –el cielo– que es el término del movimiento, sin que el movimiento actúe sobre él. El acusativo de relación (ejemplo: a)lgw= tou\j po/daj «tengo dolor en los pies») comporta también un objeto –los pies– que es afectado por la cualidad dolorosa que el verbo supone con relación al sujeto: admitido que éste sufre, se delimita el dominio de su sufrimiento. Al contrario los acusativos de objeto interno (eu(/dein gluku\n u(/pnon «dormir un dulce sueño»), de extensión temporal (e(/na mh=na me/nein «permanecer un mes») o espacial (de/ka stadi/ouj a)pe/xein «estar a una distancia de diez estadios»), así como todos los empleos adverbiales que se pueden vincular y no comportan objeto: fijan la modalidad particular de la acción, como lo haría un adverbio: así podremos reemplazarlos por otros tantos adverbios, como h(de/wj eu(/dein «dormir dulcemente», o polu\ a)pe/xein «estar demasiado alejado», o polu\ me/nein «permanecer durante largo tiempo». § 431. a) El acusativo de dirección no es suficiente por sí mismo en prosa, desde Heródoto debe ser precisado por las diferentes preposiciones que dan la ilusión de «querer» el acusativo, o por la partícula pospuesta –δε (tipo )Aqh/naze, poco a poco más adverbial). Pero, en la lengua homérica, el acusativo de dirección es constantemente empleado, tanto para las personas como para los objetos: la poesía ática ha hecho un uso más moderado, y limitado a los objetos. a 332 o(/te dh\ mnhsth=raj a)fi/keto «cuando ella llegó a los pretendientes». Puede equivaler a un acusativo objeto directo. Z 87 cuna/gousa geraia\j nho\n )Aqhnai/hj «reuniendo a los ancianos de (Troya) en el templo de Atenea». Eur. Med. 6 Ou) ga\r a)/n... Mh/deia pu/rgouj gh=j e)/pleus ) )Iwlki/aj «Medea… no hubiera navegado hacia las murallas de la tierra de Yolcos». b) Al considerar el número de acusativos de relación que se relacionan con los adjetivos, podríamos caer en la tentación de creer que el acusativo expresa aquí una relación nombre-nombre: así en po/daj w)ku\j )Axilleu/j «Aquiles el de pies rápidos», ninguna idea verbal interviene. La lengua ha dado una gran extensión a este empleo (de donde el nombre de acusativo griego que se le da a veces) y es difícil, tanta importancia tienen las innovaciones de la lengua, de hacer el enlace con aquellas expresiones de dimensión, como mh=koj «en extensión», me/geqoj «en magnitud», que tienen su equivalente en avéstico, y pueden remontarse al estado indoeuropeo. En todo caso, ya sea que la naturaleza de estas expresiones haya sido nominal ya sea verbo-nominal en origen, no puede dudarse de que en griego el acusativo de relación, considerado en su extensión, no esté atado al sistema verbal que el griego ha desarrollado, y en particular a su riqueza en participios. Meillet, citando en su Introduction (pág. 344) el ejemplo de Plat. Rep. 435 B diafe/rei gunh\ a)ndro\j th\n fu/sin, compara th\n fu/sin, ante diafe/rei, a o(do/n, ante e)lqe/menai, en la expresión o(do/n e)lqe/menai «estar en ruta»: de hecho diafe/rei y fu/sin están bien unidos el uno al otro en una relación inmediata, según la definición general del caso. Ahora bien, en una lengua tal como el griego, diafe/rwn th\n fu/sin tenía la suerte de ser particularmente frecuente, y el paso de esta forma mitad nominal a una forma totalmente nominal como dia/foroj «diferente» es tanto más fácil ya que, en esta última, el vínculo semántico subsiste con diafe/rw; después, de un sinónimo a otro, era natural pasar de dia/foroj a a)no/moioj, a)/nisoj, etc, y cortar así los lazos originales con el verbo. Los ejemplos siguientes, tomados de la lengua homérica, muestran como el deslizamiento ha podido hacerse: 12

a 208 ... kefalh/n te kai\ o)/mmata kala\ e)/oikaj kei/n% «por la cabeza y por tus nobles rasgos te pareces a aquel hombre de allí». Q 395 de/maj ei)kui=a Qev=si «por el porte parecida a las diosas». a 371 qeoi=j e)nali/gkioj au)dh/n «semejante a los dioses por la voz». Q 14 de/maj a)qana/toisin o(moi=oj «igual a los inmortales por la talla». Observaciones.- En el giro: Klu/klwpej d ) o)/nom ) h(=san, relacionado con los giros correspondientes en sánscrito y en persa (Meill. Intr., p.345), se remarca que o)/noma es un nominativo aposición: «Los Cíclopes –es su nombre– era» Podemos compararlo con esta frase de g. m. citada por Brugmann-Thumb (p. 437): mia\ fora\ h)/tane e)/naj basile/aj (/Upnoj t(o) o)/noma tou «Habla una vez un rey: Hypnos (era) su nombre».

§ 432. Si el acusativo de objeto interno expresa la modalidad de un verbo que, la mayor parte de las veces, no es, como se dice, transitivo, puede traducir igualmente la modalidad de un verbo ordinariamente transitivo, pero que entonces es empleado absolutamente: en este punto podemos verificar lo que se ha dicho más arriba (§ 419). Así pues, podremos meter bajo el mismo plano los ejemplos siguientes, en los que el acusativo de contenido se relaciona con un verbo «intransitivo», con un verbo «pasivo» y con un verbo ordinariamente «transitivo». Eur. El. 686 ptw=ma qana/simon pesv= «tú caerás en una caída mortal», equivale a qanasi/mwj pesv=. Hdt. 3, 154 lwba=tai lw/bhn a)nh/keston «se inflige mutilaciones incurables», equivale a a)nia/twj lwba=sqai. W 733 e)/nqa/ ken e)/rga a)eike/a e)rga/zoio «en el lugar donde trabajarás quizás de una manera indigna de ti», equivale a aei)kw=j e)rga/zesqai.

Hace falta, pues, que los verbos, independientemente de cual sea su régimen más frecuente, se comporten como intransitivos para que su contenido interior pueda ser explicitado; nada subsiste de las diferencias de caso que presentan los verbos en sus construcciones ordinarias: a pesar de e)ra=n tinoj «desear alguna cosa», se dice e)/rwta e)ra=n como, a pesar de douleu/ein tini «servir a alguien», decimos doulei/an douleu/ein.

§ 433. Este giro por más que sea muy frecuente en griego y dé la impresión de ser extremadamente libre, jamás, con tantos ejemplos, no se encuentra uno solo donde la presencia del sustantivo pueda parecer inútil, o servir únicamente, como se ha dicho algunas veces, para el refuerzo de la idea expresada por el verbo. El sustantivo se justifica siempre por una determinación en las modalidades del verbo. Los matices son innumerables: esta determinación a menudo es local (o temporal), cuantitativa, cualitativa y, en un gran número de casos, restringe las posibilidades múltiples del verbo a un caso definido. Dem. 59, 97 th\n e)n Salami=ni naumaxi/an naumaxh/santej «habiendo traído la victoria de Salamina». Eur. Med. 1041 ti/ prosgela=te to\n panu/staton ge/lwn «¿por qué me dirigís vuestra última sonrisa?». Dem. 50, 22 plou=n polu\n pepleuko/twn «después de haber hecho una grande travesía». Ar. Av. 71 no/son... o( path\r a)llo/koton nosei «el padre sufre… de un mal extraño». Jen. An. 1, 3, 15 w(j strathgh/sonta e)me\ tau/thn th\n strathgi/an... mhdei\j lege/tw «que nadie… me venga a hablar para tomar el mando». 13

Sabemos que el griego gusta mucho de las «figuras etimológicas», en las que se retoma la idea principal aportando al pensamiento un vigor particular: así, en Sóf. El. 1154 mh/thr a)mh/twr «una madre que no es más madre», es decir una «madre que no merece más este nombre». En consecuencia, muy frecuentemente el nombre en acusativo retoma, bajo una forma nominal, la misma raíz del verbo. Era natural pasar a continuación a sustantivos cuyo sentido es cercano al del verbo: incluso, cuando el sentido es suficientemente claro, la lengua economiza el nombre para retener solo lo que es necesario para determinar al verbo. i 303 au)tou= ga/r ke kai\ a)/mmej a)polo/meq ) ai)pu\n o)/leqron «pues en el campo nosotros también habríamos sido llevados al abismo de la muerte». a 166 a)po/lwle kako\n mo/ron «él ha perecido en un triste destino». Plat. Banq. 173 A ta\ e)pini/kia e)/quen «el ofrecía (su sacrificio) de victoria», que equivale a e)pini/kia qu/mata qu/ein. El estilo noble y, con intenciones paródicas, la comedia se saltan, como en un juego, los intermediarios de pensamiento que pueden ser fácilmente restablecidos: la modalidad de un verbo a menudo es expresada por un sustantivo, que contiene una comparación implícita, de carácter sublime o agradable. Este giro es particularmente frecuente con los verbos que describen las manifestaciones exteriores de la actividad humana: t 446 (su=j) pu=r dedorkw/j «(un jabalí) de mirada de fuego», que equivale lógicamente a de/rgma flogero\n dedorkw/j. Eur I.T. 288 pu=r pne/ousa kai\ fo/non «sólo respirando llamas y muerte». La expresión en francés pertenece al estilo noble por ella misma, y es debida a la imitación del latín spirare ignem (Virg.), probable calco del giro griego. Ar. Av. 455 (a)ndrw=n) dikai/wn kai\ blepo/ntwn ka/rdama «de hombres justos y que tienen ásperas miradas». Más concretamente «aquellos que tienen una mirada de berro»: en Aristófanes encontramos con ble/pein –en el sentido de ver y ser vistos– toda una serie de expresiones agradables en este sentido. § 434. El acusativo puede indicar, con o sin un verbo, la extensión espacial o temporal; pero que se trate de recorrer una distancia o de encontrarse a una cierta distancia de un punto dado, que sea necesario atravesar la duración o que sea separado por una cierta duración de un momento anterior, hace falta, una vez más, partir de verbos que, por su mismo sentido, impliquen estas nociones en su objeto directo: th\n eu)qei=an «todo recto» se ha sacado de construcciones como a)/gein th\n o(do/n «seguir su camino» y nu/kta «durante la noche» de giros como e(/na mh=na me/nein «permanecer un mes». § 435. Recorrer un espacio (seguir un camino) se expresa corrientemente en Homero, y también en Heródoto, por el simple acusativo; pero el ático, salvo en la expresión corriente plei=n qa/lattan «navegar por el mar», no conoce este giro, y los ejemplos que podríamos invocar son sospechosos de ser debidos a acusativos de contenido verbal. Es para expresar la distancia donde encontramos que el acusativo es empleado en ático: g 71 po/qen plei=q ) u(gra\ ke/leuqa «¿de dónde venís vosotros a través de los senderos húmedos (del mar)?» Hdt. 6, 19 tre/petai trifasi/aj o(dou/j «… se dirige hacia tres caminos». Jen. Cir. 2, 4, 27 ta\ du/sbata poreu/esqai «seguir un camino difícil»; la expresión puede ser comparable a du/sbata diabai/nein «pasar un pasaje difícil». 14

Tuc. 6, 49 Me/gara... a)pe/xonta Surakousw=n ou)/te plou=n polu\n ou)/te o(do/n «Mégara (Hiblea)… que no está muy lejos de Siracusa ni por mar ni por ruta (tierra)». Jen. Hell. 2, 4, 5 qe/menoj... ta\ o(/pla o(/son tri/a h)\ te/ssara sta/dia a)po\ tw=n frourw=n h(suxi/an ei)=xen «después de haber establecido… su campo aproximadamente a tres o cuatro estadios de los centinelas, él no se mueve más». § 436. El curso de la duración y su fin en un punto desde donde consideramos el tiempo anterior se expresan, tanto en ático como en Homero, por el acusativo. En el primero de los casos, cuando la duración es enumerada, nos servimos de un cardinal; en el segundo, determinamos a menudo el punto de partida (= después) por ou(=toj, y utilizamos el ordinal, que comporta en este caso una unidad más. Hdt. 2, 127 basileu=sai de\ to\n Xe/opa tou=ton Ai)gu/ptioi e)/legon penth/konta e)/tea «este Keops, decían los egipcios que reinó durante cincuenta años». Jen. Men. 3, 6, 1 ou)de/pw ei)/kosin e)/th gegonw/j «no teniendo aún veinte años». El participio perfecto excluye la idea de punto de partida; el sentido no es: «nacido después de veinte años», sino: «hace veinte años que vive» (cf. latín viginti annos natus). Lis. 24, 6 th\n de\ mhte/ra teleuth/sasan pe/paumai tre/fwn tri/ton e)/toj touti/ «en cuanto a mi difunta madre es (ahora) el tercer año (nosotros decimos: hace dos años) que he cesado de alimentarla». El ordinal expresa lo que en esta cuenta hay de subjetivo y personal, mientras que en el caso precedente, el número cardinal contaba de una manera objetiva: podemos comparar, en latín (Er. Th., pág 26: annum iam tertium regnat «hace dos años que reina» y decem annos regnavit, o triginta annos natus). Observaciones.- El empleo del cardinal para indicar el tiempo donde se produce un acontecimiento (lat. abhinc), señalado como extraño en algunas gramáticas, no parece existir en la realidad: en la ed. Thalheim, el ejemplo citado en todas partes de Lisias 7, 10 te/qnhke tau=ta tri/a e)/th «él ha muerto hace dos años» desaparece, y leemos te/qnhke! ka)=ta tri/a e)/th... e)misqw/sato.

§ 437. e) Incluso si eliminamos todos los adverbios neutros, como πολύ, πολλά que pueden reposar sobre acusativos, pero que reposan quizás sobre el «caso indeterminado» del neutro, y todos los adverbios sin duda neutros, como μικρόν, aunque la forma no sea característica del género, subsiste en griego un número bastante considerable de adverbios (en el sentido más general del término) que, formalmente, se presentan como acusativos femeninos: expresan una posición en el espacio –como τh\ν ευ̉θει̃αν «directamente», μακράν «lejos»–, o en el tiempo –como α̉ρχήν «en principio», α̉κμήν «recientemente»–, o una modalidad cualquiera –como προι̃κα «gratis», y su sinónimo δωρεάν, χάριν «a merced de», después «en favor de», πρόφασιν «so pretexto de», etc. En los últimos ejemplos, el acusativo está tan despojado de su valor concreto como es posible, y sólo representa una posibilidad de modalidad. § 438. Es a este valor que se vincula el acusativo absoluto. Éste es empleado para indicar una modalidad de carácter general, con el participio neutro de verbos que expresan una posibilidad, una conveniencia, una resolución que es, ha sido o será conveniente (cf. § 225). Estos participios son susceptibles de recibir todos los sentidos que tendrían en otras condiciones, con o sin a)/n. Plat. Men. 246 D h(mi=n e)co\n zh=n mh\ kalw=j, kalw=j ai(rou/meqa ma=llon teleuta=n «entonces que nosotros podríamos vivir de una manera que no es gloriosa, preferimos morir gloriosamente».

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Lis. 30, 4 o(/stij prw=ton me\n te/ttara e)/th a)ne/grayen, e)co\n au)t%= tria/konta h(merw=n a)pallagh=nai «el que, de entrada, durante cuatro años, hizo hacer la transcripción, cuando habría podido desembarazarse en treinta días». El acusativo absoluto es empleado –no únicamente en neutro, sino en todos los géneros– para expresar una modalidad posible particular en las oraciones introducidas por las conjunciones ω(ς «pensando que» o ω(/σπερ «como sí» (cf. § 225): uno se detiene en una representación posible de la realidad en un espíritu. Plat. Rep. 345 E Ta\j a)/llaj a)rxa\j ou)k ennoei=j o(/ti ou)dei\j e)qe/lei a)/rxein e(kw/n, a)lla\ misqo\n ai)tou=sin, w(j ou)xi\ au)toi=sin w)fe/leian e)some/nhn e)k tou= a)/rxein, a)lla\ toi=j a)rxome/noij; «De los otros cargos públicos, ¿no ves tú que nadie lo

quiere ejercer por placer, sino que reclaman ser pagados, pensando que el ejercicio del poder les servirá, no a estos que gobiernan, sino a aquellos que son gobernados?» Jen. Men. 2, 3, 3 oi( duna/menoi... fi/louj ktw=ntai w(j bohqw=n deo/menoi, tw=n d ) a)delfw=n a)melou=sin, w(/sper e)k politw=n me\n gignome/nouj fi/louj, e)c a)delfw=n de\ ou) gignome/nouj «las gentes bien colocadas (los poderosos)… se hacen amigos porque,

piensan, necesitan ayuda, mientras que dejan caer a sus hermanos, como si sólo pudiesen hacerse amigos entre sus conciudadanos y no entre sus hermanos». § 439. Los empleos precedentemente estudiados están lejos de expresar todos los valores que presenta en griego el acusativo: en particular, ciertos de éstos son difíciles de definir, sobre todo cuando conciernen a frases de tipo afectivo, donde no hay verbo: parece que el acusativo, conforme a su función, establece una relación directa entre el nombre y un proceso verbal bastante vago. Existen las elipsis del tipo Dem. 4, 19 mh/ moi muri/ouj mhde\ dismuri/ouj ce/nouj «nada de diez mil mercenarios, os ruego, o veinte mil» que pueden dejar entrever un le/ge o un pa/rexe; pero la interpretación es más complicada en la muy antigua fórmula de petición, donde el orden de las palabras es fijo, (cf. Latín: per te Deos iuro) que leemos por ejemplo en Eur. Med. 324: Mh\ pro/j se gona/twn th=j te neoga/mou ko/rhj «¡Ah, no (yo) te (suplico) por tus rodillas y por la joven esposa!» donde una atadura personal inmediata une al suplicante y a la persona divina (o humana), que pone por testigo. No es seguro que en nh\ to\n Di/a «sí, por Zeus» o en ma\ to\n Poseidw= «no, por Poseidón» el acusativo se justifique únicamente por la construcción de o)mnu/nai (cf. § 423 Rem. II). De hecho si, en griego a diferencia del latín, que hace un gran uso del acusativo exclamativo (cf. Er. Th. Pp 19 y 52), el genitivo (ablativo) está bastante extendido para realizar esta función, la frecuencia y la variedad del acusativo exclamativo en griego moderno puede dar que pensar que, en Ar. Ois. 1269 Deino/n ge to\n kh/ruka to\n para\ tou\j brotou\j oi)xo/menon, ei) mhde/pote nosth/sei pa/lin «Qué extraño es que este heraldo que ha ido hacia los hombres si no ha de volver de nuevo!», este acusativo está muy cercano al infinitivo exclamativo (cf. § 211). Cuando señalamos en griego moderno giros tales como νά τους «¡Helos aquí!», o a)na/qema/ ton pou\ )rice ta/ ma/gia sto\ phga/di «¡maldigo a éste que ha hechizado el manantial!», o, en la lengua de las nodrizas: na/ni th\ mpempe/ka «niño, a la cama... –?– », estamos tentados de ver en nh\ ma\ to\n Di/a, que se prolonga hoy en día en ma\ th\n Panagi/a «por la virgen», quizás otra cosa que una «elipsis» de o)mnu/mai (o de o)mw/nw) (cf. Tzartz. pág. 91 y 92). Observación general sobre la evolución del acusativo. En griego moderno, el acusativo, cuya importancia relativamente a otros casos se ha acrecentado enormemente, ha conservado generalmente las funciones que ejercía 16

antiguamente. El número de construcciones transitivas ha aumentado mucho: si bla/ftw «yo perjudico», o fobou=mai «yo temo» han guardado su complemento de objeto en acusativo, verbos tales como sugxwrw= «perdonar», a)kou/w «obedecer», son adquisiciones de este caso a expensas del antiguo dativo (o de sus sustitutos), o aún más, a expensas del genitivo, cexwri/zw «separarse de» o a)rxi/zw «comenzar»; para otros este deslizamiento ha sido favorecido por la extensión de preverbios «vacíos». La lengua siempre construye con dobles acusativos los verbos factitivos que implican la idea de pedir, de enseñar, de privar, e incluso ligeramente ha desbordado el dominio antiguo: decimos no sólo me\ r(w/thse to)/noma mou «el me pide el nombre», maqai/nw to\ gio\ ta\ e(llhnika/ «yo enseño griego a mi hijo» o to\n stereu/oune to\n u(/pno «le privan del sueño», sino aún, lo cual es nuevo, gemi/zw to\ stamni\ nero/ «lleno de agua el cántaro» o fortw/nw moula/ria a)/shmi «cargo la plata en los mulos». En un caso como poti/zw krasi\ to\n ce/no «yo doy vino a mi huésped» (palabra a palabra «yo sacio de vino a mi huésped») no podemos afirmar (cf. Schw. Debr. pág 79) si hay un objeto exterior, o dos, porque krasi/ puede ser considerado ya sea como contenido de la idea verbal (= poti/zw po/ton), ya sea como segundo objeto, como en el ejemplo anterior. El acusativo de contenido de la idea verbal permanece corriente (normal), como en koima=tai u(/pno baqu/ «duerme de un profundo sueño». Con todo un juego de preposiciones, él expresa, como en griego antiguo, la dirección; también sirve para expresar la extensión en el espacio –incluso la medida, que existe en latín, pero no en griego antiguo– o en el tiempo to\ sani/di ei)=nai trei=j ph/xej makru/ «la tabla tiene tres codos de largo», o koima=tai o(/lh th\ me/ra «duerme toda la jornada». Sólo el acusativo de relación, cuyo desarrollo en griego es un fenómeno secundario, no se ha mantenido: ya en el Nuevo Testamento el giro por dativo (Mat. 5, 18 kaqaro\j t$= kardi/#) hace grandes progresos a expensas del acusativo; hoy en día la lengua dispone de diversos giros: ancho de espaldas se dirá platu\j a)p ) w)/mouj y tengo dolor de cabeza (antiguamente a)lgw= th\n kefalh/n) se convertirá en: mou= ponei= to\ kefa/li mou «me duele mi cabeza».

III. Genitivo § 440. A diferencia del acusativo que nos ha aparecido detrás de una multitud de empleos, rellenando una función única, el genitivo responde –o parece responder– a tres funciones diferentes como genitivo propiamente dicho, puede ser ya sea partitivo ya sea adnominal: estas dos funciones, que coexisten en el genitivo desde el indoeuropeo, poseen un carácter abstracto y, como nosotros lo hemos brevemente esbozado anteriormente (§ 406), reposan sobre el principio único de la limitación, que podemos, según creo, encontrar en los usos más variados de dos funciones que estudiamos corrientemente de forma absolutamente separada. Al contrario, en tanto que representa un ablativo indoeuropeo, el genitivo griego no es más el caso gramatical y lógico que a menudo equivale a otros casos de la flexión: es concreto, vinculado al espacio, y secundariamente al tiempo que es la proyección de la duración en el espacio. Si las expresiones de partitivo y de ablativo hablando del genitivo no han sido discutidas por nadie, no es igual para el adjetivo «adnominal» que, en suma, define una función por una posición (ad nomen): así, M. Schwyzer en su libro (p. 117) utiliza un neologismo: pertinentiv, a partir del latín pertinet según el modelo de concupiscentivus /concupisco, para expresar «la noción de pertenencia en el sentido más amplio». No 17

parece muy útil, a pesar de reconocer la mediocridad del término corriente adnominal, que lo sustituyamos por una nueva denominación que no contribuye, más que la denominación tradicional, a restablecer la unidad, a mis ojos, fundamental, del «partitivo» y del «adnominal». El «partitivo» no parece distinguirse del «adnominal» sino porque uno supone una relación de verbo a nombre, mientras que el otro postula una relación nombre a nombre; pero esta diferenciación, prácticamente tan importante, no debe hacer olvidar que la noción de limitación es común a las dos funciones. Además, en el estudio tan completo que hace del genitivo, M. Schwyzer, que distingue por una parte y por otra los empleos nominales y verbales, no pone en duda, en los párrafos consagrados al Pertinentiv, la importancia de los primeros, puesto que ve en esta función un «caso nominal» por excelencia, mientras que los segundos están bastante reducidos; inversamente, si son considerados los desarrollos a los que ha dado lugar el partitivo, aparece netamente que son los empleos verbales los que dominan, relegando a un segundo lugar los empleos nominales, cuyo carácter secundario es a menudo evidente. En suma, el adjetivo adnominal, por lo menos, tiene el mérito de señalar, por su misma forma, la relación nombre a nombre que es su razón de ser, en frente del partitivo, que es verbo-nominal. § 441. Si es posible reconocer, en los empleos del genitivo griego, tres grandes líneas –dos son gemelas– que responden a las funciones, tan diferentes, del genitivo y del ablativo indoeuropeo, no hay que olvidar nunca que en el interior de una forma única las diferentes funciones que ejerce influyen las unas sobre las otras. Sucederá frecuentemente, en particular, que para un giro dado (garantizado por la comparación con otras lenguas), existe la indecisión, por ejemplo entre el genitivo propiamente dicho y el genitivo representando un ablativo: así, para el complemento del superlativo, (§ 469), es difícil de decir si tiene que ver con un genitivo partitivo e)lafro/tatoj petehnw=n «el más rápido de (= de entre los) pájaros», o con un genitivo ablativo «el más rápido de (= partiendo de) los pájaros»: el sánscrito conoce estas dos construcciones; el latín duda entre el genitivo y un caso preposicional (celerrima auium o ex auibus); los frecuentes pasajes del superlativo al comparativo (quien puede comportar un complemento en ablativo) y la construcción moderna de los dos grados de comparación a la vez (a)po\ de origen con acusativo) militarían a favor del ablativo. A. GENITIVO PARTITIVO § 442. Expresando esencialmente una toma hecha sobre un todo, un contacto limitado con una superficie, la elección de un individuo (o de varios individuos) en un conjunto, la localización que podemos precisar en un vasto espacio, el genitivo locativo que, por así decir, no retiene sino una parte de su objeto, comporta siempre, al menos implícitamente, una acción, es decir una idea verbal, que es la de separar o, por lo menos, de considerar una parte de un todo: e)sqi/w a)/rtou «comer pan» presenta la acción de comer como una toma limitada hecha sobre la materia indeterminada que es el pan considerado como alimento, y se opone a e)sqi/w a)/rton «comer pan, tener el pan como alimento». Seguramente en un giro tal que ei(=j tou/twn, parece que tengamos una relación nombre a nombre: pero en realidad, lo que hace el partitivo es la idea de que un individuo preciso y único es tomado en el grupo toscamente definido de personas que mostramos; lo mismo sucede con e)/pipton e(kate/rwn «caen la gente de los dos lados», el genitivo partitivo, que ejerce la función de un sujeto en la frase, comporta la idea verbal que uno toma en los dos campos de los combatientes que caen. 18

§ 443. Resulta de este valor fundamental que un genitivo partitivo puede en principio desempeñar la función de cualquier otro caso de la flexión; la idea de limitación que contiene se aplica lo mismo a un sujeto (nominativo) que a un objeto (acusativo), lo mismo a estos dos casos «abstractos» que a los casos «concretos» del dativo, es decir el instrumental y el locativo. Solamente el dativo propiamente dicho es reacio a esta sustitución, porque, del mismo modo cuando da que cuando quita, se aplica a una persona indivisible. Constataremos pues, si nos remontamos a las copiosas listas aportadas por Schw. Deb. (pág.101 y sig.), que el genitivo partitivo no alterna con un dativo sino en los casos de verbos que se refieren a cosas, que expresan por ellos mismos una idea de contacto y comportan un preverbio que trae consigo un dativo (que recubre en realidad un instrumental-comitativo, como su£n, o un locativo, como e)n). Si en época antigua, en Homero y la prosa de Heródoto, encontramos una gran abundancia de ejemplos del partitivo, sería un error creer que haya perdido terreno en toda la línea: en el nominativo concretamente, el uso del partitivo se extiende (cf. Schw. Deb. pág.102): N 191 a)ll ) ou)/ ph xroo£j ei)/sato «pero en ninguna parte apareció la piel». Podemos decir que la frase equivale lógicamente a: xrow£j ou)dam$= e)fai/neto; pero, en una frase negativa, el empleo de un partitivo, bien conservado en gótico y muy vivo en eslavo, se remonta al indoeuropeo; es solamente en jónico-ático que se desarrolla el partitivo en una frase positiva; así, Hdt. 3, 102: ei)si£ ga£r au)tw=n... e)nqeu=ten qhreuqe/ntej «existen ( hormigas gigantes)… que vienen de las regiones donde son cazadas», o en Jen. Hel. 4, 2, 20 e)/pipton e(kate/rwn ( citado en el § precedente ). C 121 )Adrh/stoio d ) e)/ghme qugatrw=n «él toma mujer entre las hijas de Adrasto». Equivale lógicamente a e)/ghme qugate/ra. F 560 loessa/menoj potamoi=o «(Héctor) habiéndose bañando en las aguas del río». Equivale lógicamente a lousa/menoj e)n t%= potam%= (locativo espacial). I 224 plhsa/menoj d ) oi)/noio de/paj «habiendo rellenado una copa de vino», puede ser comparado a Eur. Or. 1363 dakru/oisi ga\r (Ella/d ) ...e)/plhsen «ella ha llenado de lágrimas… Grecia»; pero siempre con los verbos de plenitud es la construcción partitiva –a la inversa que en latín (Er. Th., pág. 44)– la que es más usual, y no la construcción instrumental. t 306 tou=d ) au)tou= luka/bantoj e)leu/setai «él vendrá en un momento determinado de este mismo año». Equivale lógicamente a: e)n t%=de t%= e)/tei (locativo temporal). Hdt. 4, 140 lelume/nhj th=j gefu/rhj e)ntuxo/ntej «habiendo encontrado el puente cortado», frente a 4, 110 e)ntuxou=sai prw/t% i(ppoforbi/% «habiendo encontrado la primera tropa de caballos» sólo es posible en razón de la construcción partitiva de tugxa/nw y de la presencia del preverbio e)n (dativo locativo). A menudo en un mismo giro las dos construcciones –partitivas o no– coexisten y dan lugar a distinciones de sentido interesantes. La oposición es particularmente neta, en ático como en Homero, para los verbos del tipo beber o comer; cuando los alimentos o las bebidas son considerados por ellos mismos, o cuando el alimento es absorbido en su totalidad, se emplea el acusativo; por el contrario si se indica sólo la cantidad de alimento tomado de un todo emplearemos el genitivo: l 96 ai(/matoj o)/fra pi/w «a fin de que beba la sangre». Tiresias toma una parte de la sangre de las víctimas degolladas por Odiseo. l 98 e)pei\ pi/en ai)=ma kelaino/n «después de haber bebido la sangre oscura». Tiresias encuentra fuerza en esta bebida que es la sangre. 19

Jen. Hel. 3, 3, 6 h(de/wj a)\n kai\ w)mw=n e)sqi/ein au)tw=n «(dicen) que tendrían el placer de arrancar un pedazo de carne y comérsela cruda». Jen. An. 4, 8, 14 tou/touj kai\ w)mou\j dei= katafagei=n «estas gentes de allí, hace falta comérselos todos crudos». El preverbio kata\- implica la consumación total, excluyendo el uso del partitivo. § 444. El genitivo partitivo permanece vivo en ático, lo mismo propio que figurado. Indica una localización precisa en el espacio –o sobre un objeto concreto o sobre lo que puede ser comparado al espacio: designa al individuo tomado dentro de una categoría, lo mismo que un rasgo en una descripción, o una relación particular en una cualidad general. Es significativo que, a pesar de la importancia tan considerable de la oposición ei)j + acu. y e)n + dat., la lengua haya conservado el empleo frecuente de ei)j y de e)n con genitivo partitivo: el sentido primitivo, que se ha debilitado mucho al mismo tiempo que el giro se estancaba en una fórmula estereotipada, parece haber sido: «al lado de, en los parajes que …»; es evidente que, a pesar de la opinión en curso, jamás un nombre que signifique «morada» no ha sido «sobreentendido» no más que un nombre en el adverbio e)mpodw£n «lo que hace de obstáculo» salido de *e)n podw=n «(obstáculos) en la parte de las piernas». Sóf. Trac. 984 poi= ga=j h)/kw «¿a qué punto de la tierra he llegado?». Ar. Aq. 1180 kai\ th=j kefalh=j kate/age peri\ li/q% pesw/n «y él se hizo una brecha en la cabeza al caerse sobre una piedra». Sóf. Trc. 705 Ou)k e)/xw... poi= gnw/mhj pe/sw «yo no sé… en qué pensamiento detenerme». Jen. An. 4, 8, 4 tw=n peltastw=n a)nh/r «un hombre de la categoría de los soldados de infantería». Jen. Ec. 1, 2 oi)kono/mou a)gaqou= e)stin eu)= oi)kei=n to\n e(autou= oi)=kon «es (propio) de un buen administrador que administre bien su propia casa». Forma parte de la definición general de un buen administrador mostrar sus talentos en un caso particular, su propio dominio. Jen. Cir. 4, 6, 9 e)/sti... moi quga/thr... ga/mou h)/dh w(rai/a «yo tengo… una hija… que está apunto para el matrimonio». Este genitivo, al que llamamos a veces de «relación», precisa, en su estado general de madurez, un punto de vista particular, el del matrimonio. Plat. Prot. 325 D ei)j didaska/lwn pe/mpontej «enviando a casa de los maestros de la escuela» al lado de Plat. Alc. I 110 B sou= e)n didaska/lwn h)/kouon «yo te he oído decir en casa de los maestros de escuela». Este giro ha permanecido habitual con los nombres propios de persona (tipo: e)n )Aga/qwnoj «en casa de Agatón») o de divinidades (tipo: e)n Poseidw=noj «en el templo de Poseidón»). Observaciones. – Sería una quimera querer establecer una distinción completa entre ciertos partitivos y muchos de los usos adnominales. Así el ejemplo de Jen. Ec. 1, 2 comporta una idea de pertenencia, que es corriente en el tipo adnominal; a veces la misma expresión es susceptible de tener dos significados, de los cuales uno es partitivo y el otro no: cuando o( dh=moj tw=n )Aqhnai/wn significa la plebe ateniense –por oposición al conjunto de la ciudad– el genitivo es de naturaleza partitiva, mientras que o( dh=moj tw=n )Aqhnai/wn «el pueblo de Atenas» –en tanto que ciudad– puede ser considerado como extensión del genitivo adnominal (= esta ciudad, que está compuesta de atenienses) con el mismo título que po/lij )Aqhnw=n «la ciudad de Atenas».

§ 445. Un gran número de verbos, que implican una noción de limitación, se construyen ordinariamente con el genitivo partitivo: daremos en los parágrafos siguientes aquellos que pueden ser considerados como «cabezas de fila». Ni que decir 20

tiene que conviene añadirles los adjetivos que están emparentados con estos verbos –sea que sean derivados, como me/toxoj «quien participa en» (mete/xw), sea que, al contrario, hayan dado nacimiento a verbos denominativos, como koinwnei=n derivado de koinwno/j. De la misma forma los nombres abstractos que expresan bajo otra forma la misma idea; por ejemplo en Dem. 18, 128 Soi/ d ) a)reth=j … ti/j metousi/ia; «¿Qué participación en la virtud … fue la tuya?». Construiremos con genitivo partitivo: § 446. a) los verbos que expresan una participación, que puede ser tomada, ofertada, reivindicada, etc. Esta será la construcción ordinaria de mete/xein, sullamba/nein «tomar su parte de», metadido/nai, koinwnei=n «dar una parte de, hacer participar en» a)ntipoiei=sqai, metaitei=n «arrogarse una parte de, reclamar su parte de». Eur. Med. 946 sullh/yomai de\ tou=de/ soi... po/nou «yo te ayudaré… tomando mi parte en esta empresa». Jen. Mem. 2, 7, 1 xrh\ tou= ba/rouj metadido/nai toi=j fi/loij «hace falta dar a sus amigos una parte de su carga». Hdt. 4, 146 th=j basilhi/hj metaite/ontej «reivindicando el trono». § 447. b) los verbos que expresan un contacto efectivamente realizado, ya sea, por lo demás, momentáneo o duradero: así a(/ptesqai «tocar» yau/ein «tocar ligeramente» e)/xesqai «estar en contacto permanente, atarse a»; por transacciones insensibles se pasa al sentido de «meterse en», «comenzar a». Jen. Mem. 1, 4, 12 th\n glw=ttan tw=n anqrw/pwn e)poi/hsan oi(/an a)/llote a)llax$= yau/ousan tou= sto/matoj «(los dioses) han creado la lengua de los hombres dándole la capacidad de tocar, unas veces una parte de la boca, otras veces la otra parte». Plat. Banq. 217 D a)nepau/eto... e)n t$= e)xome/n$ e)mou= kli/n$ «él reposaba… en la cama contigua a la mia». Tuc. 1, 78 tw=n e)/rgwn... e)/xontai «ellos se ponen… a actuar (a la acción)». Tuc. 8, 3 w(j eu)qu\j pro\j to\ e)/ar e(co/menoi tou= pole/mou «como la gente que tiene la intención de meterse en la guerra desde la primavera». Jen. Hell. 4, 1, 31 meta\ tou=to h)/rcato lo/gou «enseguida empieza a hablar». § 448. c) los verbos que expresan el hecho de tender hacia un contacto, que el fin sea alcanzado como en tugxa/nei, stoxa/zesqai, o fallido como en a(marta/nein. En figurado, se construyen de la misma forma que aquellos que comportan una aspiración hacia un objeto –en particular el deseo, el amor– como en e)piqumei=n «desear» o e)ra=n «amar» (que implica una atracción física por oposición a filei=n «tener cariño por»). Jen. Cir. 4, 1, 2 ni/khj te tetuxh/kamen kai\ swthri/aj «hemos conseguido (nuestros objetivos) la victoria y la salud». K 372 e(kw\n h(ma/rtane fwto/j «adrede no alcanzó al guerrero». Plat. Banq. 181 B e)rw=si tw=n swma/twn ma=llon h)\ tw=n yuxw=n «ellos se enamoran del cuerpo (= desean un contacto físico) más que del alma». § 449. d) Los verbos que indican el hecho de llenar (pi/mplhmi), de cargar un animal (sa/ttein), de estar lleno (ge/mein) en el sentido propio y, con un valor figurado, el goce (a)pola/uen) o la saciedad (kore/nnusqai). En efecto, para llenar el objeto considerado, se puede sacar de una materia, igual que uno puede servirse de ella (dativo

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instrumental) como en Hdt 3, 80 u(/bri kekorhme/noj «colmado (palabra a palabra: saciado) de ultrajes». Dem. 8, 74 ou)k e)mplh/sete th\n qa/llatan trihrw=n «¿no vais a cubrir (=llenar) el mar de los trirremes?». Jen. Banq. 4, 64 sesagme/noj plou/tou th\n yuxh\n e)/somai «conservaré para siempre el alma cargada de riquezas». Jen. Mem. 4, 3, 11 ai)sqh/seij... di ) w(=n apolau/omen pa/ntwn tw=n a)gaqw=n «los sentidos… gracias a los cuales nosotros gozamos de todas las cosas agradables». Observaciones.- Aunque los verbos contrarios que expresan la hambruna y la indigencia se construyen con un genitivo-ablativo, podemos pensar que el genitivo partitivo no ha estado sin influencia sobre su construcción. El griego, que no distingue los dos casos, no prueba nada; pero la indecisión del latín entre egeo panis et egeo pane es significativa.

§ 450. e) los verbos de percepción auditiva que, desde la época indoeuropea, oponían a un genitivo partitivo, indicador de la persona de donde surge el ruido, un acusativo que se relaciona con el ruido en sí. Todo ocurría como si la voz de una persona fuera considerada como una parte de ella misma, pero que no la entregaba completamente. Delante de védico vcam śṇō/ti «el oye una voz» y devásya śṇō/ti «el oye a un dios», el griego opone de la misma manera D 455 dou=pon e)/klue poimh/n «el pastor oyó un ruido» y A 357 tou= d )e)/klue po/tnia mh/thr «su augusta madre le oyó». Si, con los verbos tales como a)kou/w, esta doble construcción siempre se mantiene, también se ha tendido a precisar a través de preposiciones el origen del ruido: lo leemos ya en Z 524 ai)/sxe ) a)kou/w pro/j Trw/wn «yo oigo a los troyanos injuriar» (palabra a palabra: «viniendo de los troyanos»). Además, el paso está fácil entre el genitivo de la persona y el genitivo del ruido mismo, considerado como emanación de la persona: en Χ 447 h)/kouse... oi)mwgh=j a)po\ pu/rgou «ella oyó… los gemidos que venían de la muralla» equivale a h)/kouse oi)mwzou/shj. § 451. Pero a partir de esta antigua construcción –para la cual, por otro lado, es imposible determinar en qué medida había permanecido sentida en griego ático– la analogía se ejerce en dos direcciones diferentes: los verbos de intelección y los verbos de sensación. Transiciones insensibles conducían de la percepción auditiva propiamente dicha a los verbos que indican el hecho de informarse, de conservar (bien o mal) en su memoria y de una cara más general, de comprender por la inteligencia: es suficiente pensar en los múltiples sentidos que toma « entender » en castellano. Así se construyen verbos tales como punqa/nomai «informarse, oír decir», me/mnhmai «guardar en el espíritu» y lanqa/nomai «olvidar», ai)sqa/nomai «captar» y manqa/nw «comprender». Ar. Aq. 204 to\n a)/ndra punqa/nou tw=n o(doipo/rwn a(pa/ntwn «infórmate del hombre de parte de todos los transeúntes». Him. Apol. 1 Mnh/somai ou)de\ la/qwmai )Apo/llwnoj «lejos de olvidarlo, pensaré en Apolo». Plat. Fil. 51 B ei)/ mou manqa/neij «si tu me comprendes». Hdt. 1, 47 kai\ kwfou= suni/hmi kai\ ou) fwneu=ntoj a)kou/w «entiendo al sordomudo, y escucho a aquel que no habla». § 452. Por otra parte, el genitivo partitivo, que sirve naturalmente para la expresión de oír (a)kou/w), de tocar (yau/w), de gustar (geu/omai), naturalmente se ha extendido a 22

otros sentidos que comportan sólo débilmente (o incluso la excluyen) una idea partitiva. Podemos admitir que o)sfrai/nomai «percibir un olor, sentir» se construye con un partitivo, ya que el objeto no se revela más totalmente por el olor que por el sonido, como en Ar. Ran. 654 krommu/wn o)sfrai/nomai «yo siento las cebollas»; pero cuando se trata de una emanación de perfume, como en o)/zw «exhalar un olor, sentir» no se percibe nada de partitivo: Ar. Ach. 196 au)=tai o)/zous ) a)mbrosi/aj kai\ ne/ktaroj «ellas os exhalan un perfume de néctar y ambrosía». El genitivo partitivo ha sido sentido como una de las características de los verbos de sensación hasta tal punto que «ver», que normalmente se construye con el acusativo y que, en sí mismo, da del objeto el conocimiento menos parcial y menos comparable a un contacto, se puede construir con este caso: Plt. Rep. 558 A h)/ ou)/pw ei)=dej e)n toiau/t$ politei/# a)nqrw/pwn katayhfisqe/ntwn qana/tou h)\ fugh=j ou)de\n h(=tton au)tou= meno/ntwn; «¿no has visto jamás, bajo un régimen de este género, hombres que, condenados a la muerte o al exilio, permanecen, sin embargo, en su ciudad …?». § 453. Los verbos que expresan una solicitud, la preocupación (o la indiferencia, la negligencia) admiten un genitivo partitivo porque se une atentamente a un objeto, mientras que toda la realidad de donde está sacado es vista con indiferencia: así e)pimelei=sqai, kh/desqai «ocuparse de», fronti/zein «preocuparse por», a)frontistei=n «no ocuparse de» o)ligwrei=n «descuidar», me/lei moi «tengo cuidado de» y a)melw= «me despreocupo de». Es probable que los verbos del tipo «recordar a, pensar en» han ejercido igualmente una influencia. Sóf. El. 341 Deino/n ge/ s ), ou)=san patro\j ou(= su\ pai=j e)/fuj, kei/nou lelh=sqai, th=j de\ tiktou/shj me/lein «es terrible que tú, siendo hija del padre del cual naciste, le hayas olvidado, para cuidar sólo a tu madre!» Jen. Men. 2, 4, 3 o(ra=n tinaj e)/fh... tw=n fi/lwn o)ligwrou=ntaj «el decía que veía a la gente… menospreciar a sus amigos». § 454. Hasta aquí, las funciones examinadas se justifican completamente a partir del genitivo partitivo; pero hay otras para las que debemos hacer un gran lugar, ya sea al genitivo adnominal –es decir una relación nombre a nombre–, ya sea al ablativo que en griego está sincretizado con el genitivo. Así se comportan: a) un cierto número de verbos que expresan los sentimientos del alma, como admirar (qauma/zein), tener piedad (oi)ktei/ren), envidiar (zhlou=n, fqonei=n), irritarse (o)rgi/zesqai, xolou=sqai), reprochar (o)neidi/zein) o perdonar (sugxwrei=n), que ponen en genitivo el motivo del sentimiento experimentado: así, en un giro como qauma/zw se th=j i)sxu/oj «te admiro por tu fuerza», podemos admitir que es este hecho de aislar un rasgo característico lo que justifica al genitivo partitivo; pero es posible partir del ablativo: «te admiro a partir de (= a causa) de tu fuerza». Es incluso probable que, cuando estos verbos se construyen con un genitivo del objeto o de la persona, la interpretación por ablativo es la más verosímil. L 703 tw=n... e)pe/wn kexolwme/noj «irritado contra las palabras (= a partir de)», o Sóf. Fil. 1362 sou= d ) e)/gwge qauma/saj e)/xw to/de «sobre este punto estoy sorprendido respecto a ti». Al contrario, los ejemplos siguientes parecen de naturaleza partitiva: Sóf. El. 1027 zhlw= se tou= nou=, th=j de\ deili/aj stugw= «te envidio por tu prudencia, pero te odio por tu cobardía». Plat. Eutid. 306 C suggignw/skein me\n ou)=n au)toi=j xrh\ th=j e)piqumi/aj « hace falta, al contrario, perdonarles esta ambición». El objeto de un perdón es una cosa parcial. 23

Tuc. 3, 62 ou)d ) a)/cion au)t$= o)neidi/sai w(=n mh\ meta\ no/mwn h(/marten «no tienen el derecho de reprochar (a esta ciudad) las faltas cometidas cuando no estaba bajo las leyes». § 455. b) los verbos tales como comandar (a)/rxein), ser señor de (kratei=n), que desde el indoeuropeo, se construyen con el genitivo. De hecho, la supremacía es una especie de yugo, que pesa sobre la nuca de los sujetos: se alcanza así la noción de contacto parcial. También Plat. Men. 239 E nausi\ th=j te qala/tthj e)kra/tei kai\ tw=n nh/swn «con sus naves era el señor (maestro) del mar y de las islas» responde exactamente a v. h. a. waltan himiles «ser el señor del cielo». Pero un gran número de estos verbos son denominativos, como a)na/ssein, basileu/ein, «reinar sobre», strathgei=n «mandar a título de general», xoregei=n «dirigir a título de corega», sin hablar de los adjetivos particularmente numerosos, tales como e)gkrath/j «maestro de (sus pasiones)», ku/rioj «maestro (de otro)». Es probable que, en estas condiciones, el genitivo adnominal haya ejercido su influencia, y que haya habido pasaje constante entre «reinar sobre» y «ser el rey de»; es suficiente comparar a 401 o(/stij... basileu/sei )Axaiw=n «quien… reinará sobre los aqueos» y k 110 o(/stij tw=nd ) ei)/h basileu\j kai\ toi=si a)na/ssoi «quien será su rey y a quienes gobernará». Observaciones.- Los verbos que indican inferioridad, como h(=tta=sqai «ser vencido» lei/pesqai «ser inferior a», u(sterei=n «llegar detrás» se vinculan al ablativo, que mide la distancia del vencedor al vencido.

B. GENITIVO ADNOMINAL § 456. Sería vano querer agrupar, bajo secciones que multiplicaríamos sin llegar a comprender la totalidad de los hechos, todos los empleos a los que da lugar el genitivo adnominal. Puede expresar no importa qué relación de nombre a nombre. Por este hecho puede, no solamente equivaler a todos los casos de la flexión, sino incluso expresar las relaciones que los casos no expresan; sirve para expresar una cualidad atribuida a un objeto –por estar muy próximo a un adjetivo– y, como un adjetivo, es susceptible de ser empleado en función calificativa o atributiva. § 457. Hemos dicho más arriba (440) en principio que el genitivo, «partitivo» o «adnominal», comportaba una limitación del objeto; ahora bien cuando la relación no es más de verbo a nombre, sino de nombre a nombre, esta limitación toma la forma de determinación. Así pues, en la frase qigga/nw tou= oi)/kou «yo toco la casa» tengo sobre el objeto una toma limitada a una parte de su superficie; pero si digo qigga/nw tou= tw=n a)rxo/ntwn oi)/kou «yo toco la casa de los magistrados», limito también, pero de otro modo, la extensión de la palabra oi)/koj: esta palabra es sólo admisible para la única casa determinada por el genitivo. Me parece pues indispensable ceñirse, sin dejarse engañar por las apariencias, a la oposición de los dos tipos de relaciones –verbo a nombre o nombre a nombre– tanto más que los dos tipos de genitivo reposan bajo un principio común. Hemos visto anteriormente e)gkrath\j tw=n h(donw=n «señor de sus pasiones» como sus sinónimos, comporta, a pesar de su apariencia doblemente nominal, la relación verbal-nominal, que está presente en kratei=n tw=n h(donw=n «dominar sus pasiones». Inversamente, numerosos ejemplos de genitivo, que son de tipo adnominal, comportarán verbos y podrán hacer creer en una relación de verbo a nombre: así los verbos que indican el estado –ser en primer lugar– devenir, ser llamado, ser 24

considerado como, ser evaluado, etc. Siempre tienen en la base una limitación de un nombre por un nombre. Encontraremos constantemente frases de tipo: o( a)nqrwpo/j e)sti tettara/konta e)tw=n «el hombre es (de edad) de cuarenta años»; pero se ha de partir de a)/nqrwpoj tettara/konta e)tw=n «un hombre de cuarenta años», es decir de una limitación de la extensión de a)/nqrwpoj, poniéndonos en el punto de vista de la edad, como, por otro lado, en el punto de vista del valor, o de toda otra determinación. § 458. Algunos ejemplos serían suficientes para demostrar que el genitivo adnominal puede equivaler a todos los casos de la flexión. La distinción tradicional de un genitivo del objeto y de un genitivo del sujeto recubre una oposición de acusativo a nominativo. Así fo/boj polemi/wn «el temor a los enemigos», que corresponde a fobei=tai/ (tij) tou\j polemi/ouj, es representado por un acusativo; al contrario fo/boj polemi/wn «el temor que experimentan los enemigos», será representado por oi( pole/mioi fobou=ntai/ (tina) y un nominativo. En otra parte, como en no/sou cunousi/a (Sof. Fil. 520) «la costumbre de la enfermedad», el genitivo responde a un dativocomitativo: to\ sunei=nai t$= no/s%; también, en otro giro, tal como h( th=j paidogoni/aj sunousi/a (Plat. Leyes. 838 E), el genitivo equivaldría a un acusativo de destino dirigido: «las relaciones en vista de la procreación». Pero el genitivo adnominal sirve para traducir las relaciones más complejas que hacen pensar, no más en la flexión, sino en la composición: la expresión homérica e(/rkoj o)do/ntwn «la barrera de los dientes» implica en realidad una comparación «los dientes que son como una barrera» y es cercana a r(ododa/ktuloj «cuyos dedos son como las rosas». En la expresión de Sóf. O. R. 523 to/lmhj pro/swpon «una cara de audacia», sería factible querer encontrar aquí un genitivo de materia o de cualidad: es simplemente una forma más fuerte de decir tolmero\n pro/swpon, y que se parecería más bien a un compuesto, como sería *qrasupro/swpoj, hecho sobre el tipo qrasumh/dhj o de Qrasu/maxoj. Sabemos que la aposición y el atributo no poseen un caso que les sea propio y que siguen, uno y otro, los casos de la palabra de la cual son solidarios: así en Sóf. El. 1241 perisso\n a)/xqoj gunaikw=n «la inútil carga de las mujeres», el genitivo equivale a una aposición tal que gunai=kej, perisso\n a)/xqoj «las mujeres –esta inútil carga». El mismo genitivo realizará la función de atributo de un sujeto o de un objeto en Lis. 30, 5 sautou= nomi/zeij ei)=nai ta\ th=j po/lewj «tú crees que la ciudad te pertenece (= tú crees que la ciudad es tuya) o Jen. Ag. 1, 33 th\n )Asi/an e(autw=n poiou=ntai «ellos reducen Asia a su discreción (= ellos la fuerzan a convertirse en su cosa)». § 459. Las grandes categorías que nos complace distinguir dentro del genitivo adnominal proporcionan medios de clasificación de los que no discutiremos su valor práctico; nos es cómodo el hablar de un genitivo posesivo, o causal, o de materia (y de contenido), o de medida (y de valor): pero estas distinciones no tienen por ellas mismas de ningún valor; se trata siempre de dos nombres en relación, pero la significación de la relación varía según la significación de los mismos términos. No es el genitivo quien, por el mismo, implica posesión, o causa, o medida, sino que la determinación de una superficie por un nombre que implica una medida o la determinación de un ser viviente por una unidad de tiempo crean lo que se llamará en seguida genitivo de medida o genitivo de tiempo. § 460. El genitivo posesivo, del cual se conoce su gran extensión en la lengua, no tiene nada de posesivo por sí mismo: algunos ejemplos del tipo más frecuente muestran que la noción de posesión, que el genitivo se considera que expresa, se nos desliza entre 25

los dedos, porque la determinación nominal varía hasta el infinito según el sentido mismo de los nombres que se encuentran en relación. Podremos hablar de posesión cuando se trata de objeto (o de una cosa) que pertenece a alguien, como en patro/j oi)=koj «la casa de mi padre»; pero sería necesario debilitar demasiado la significación cuando se trata de una persona y su filiación, como en Swkra/thj Swfroni/skou «Sócrates (hijo) de Sofronisa»; pero tendríamos que vaciar al epíteto «posesivo» de todo contenido en los giros tales como poi/hsij (Omh/rou «poesía de Homero» y, sobre todo, en grafh\ prodosi/aj «acusación de traición». No queda más que multiplicar las etiquetas –que no han faltado– y poner un genitiuus auctoris para el primero, un genitivo de causa para el segundo. ¿Quién no ve, sin embargo, que es la limitación de la creación literaria (poi/hsij) por un nombre propio singular ( (/Wmhroj) que engendra el «genitivo de autor», como aquella de la di/kh por la prodosi/a da nacimiento al «genitivo de causa»? § 461. De tal forma podemos explicar, según creemos nosotros, en su origen los genitivos de materia, de contenido, de valor y de medida o de tiempo: es la puesta en relación de un objeto y de una materia, de un recipiente y de un líquido, de un objeto (concreto o abstracto) y de una unidad de peso (o de valor), de un objeto concreto mesurable con una unidad de longitud (o de superficie), de un ser viviente con una unidad de tiempo. f 7 kw/ph d )e)le/fantoj e)ph=en «había un mango de marfil (sobre la llave)». b 340 e)n de\ pi/qoi oi)/noio palaiou= h(dupo/toio «había dentro jarras de vino viejo y agradable de beber». Tuc. 7, 2 ... e(pta\... stadi/wn h)/dh e)petete/lesto toi=j )Aqhnai/oij... diplou=n tei=xoj «una doble muralla… de siete… estadios está ya acabada por los atenienses». Ar. Nub. 470 w(ste... pollou\j... ei)j lo/gon e)lqei=n pra/gmata ka)ntigrafa\j pollw=n tala/ntwn «de tal manera… que mucha gente… vendrán a hablarte de sus asuntos y de expedientes de numerosos talentos». pai=j pe/nte e)tw=n «un niño de cinco años». Es, según creo, de tales ejemplos que hay que partir para expresar todos los empleos «adverbiales» del «pertinentivo» estudiados por M. Debrunner. Cuando pasamos de xwri/on de/ka mnw=n «un campo de diez minas» a to\ xwri/on e)sti\ de/ka mnw=n «el campo tiene diez minas» o a po/swn mnw=n e)sti/ to\ xwri/on «¿de cuántas minas es el campo?», el genitivo adnominal ha aflojado notablemente sus lazos originales con el nombre que limita; cuando decimos po/sou to\ xwri/on; «¿a cuánto el campo?», el «genitivo de estimación» ha conquistado su autonomía. Los empleos verbales no hacen más que extenderse, en sentido propio o figurado, con este nuevo valor: podemos decir Lis. 19, 48 diakosi/wn tala/ntwn e)timh/sato ta\ au(tou= «el ha evaluado su fortuna en doscientos talentos» que Plat. Prot. 328 D pollou= poiou=mai a(\ a)kh/koa Prwtago/rou «hago mucho caso de aquello que he entendido que dice Protágoras». Observaciones I.- El griego, al confundir en una forma única el genitivo y el ablativo, no distingue el valor del precio: dice de la misma forma pollou= poiei=sqai «hacer un gran caso de» y pri/asqai draxmw=n ...e(ch/konta (Ar. Paz 1241) «comprar…sesenta dracmas». Por el contrario, el latín mantiene la distinción atendida, y dice magni aestimare, en frente de emi virginem triginta minis «compro a la joven por treinta minas» (Plaut. Curc.343-4; cf. Er. Th. Pág. 80). Observaciones II.- Ciertos empleos difíciles de definir del genitivo, llamados de «relación» o de «motivo» (Sch. Debr. Pág 130) son frecuentes en la lengua jurídica. Un giro muy conocido fo/nou di/khn feu/gein «ser perseguido por la muerte», que explica su contrario fo/nou diw/kein «perseguir, por la

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muerte», debe de tener su origen en el nombre mismo de este género de acción judicial: di/kh fo/nou «proceso de muerte / homicidio». Parece que este título ha podido ser sentido como significativo: «proceso donde se trata de la muerte»; en todo caso, este valor particular resta confinado en la lengua de las inscripciones; por ejemplo en Gortyna: katadikacato tō e)leuqerō deka stateranj, tō dolō pente (átc.: katadikasa/tw (tij) tou= e)leuqe/rou de/ka stath=raj, tou= dou/lou pe/nte) «que todos condenemos al culpable, cuando se trata de un hombre libre, a diez estateras (de multa), cuando se trata un esclavo, a cinco estateras».

C. GENITIVO ABLATIVO § 462. Representando a un ablativo indoeuropeo, el genitivo expresa un punto de partida: precisa el origen de la acción, y también la medida de la distancia que separa el punto de partida del punto de llegada, es decir el alejamiento. Caso concreto, sincretizado con el genitivo, el ablativo es a menudo sostenido y precisado por una preposición, que normalmente es a)po\. En ático al menos, podemos afirmar en principio que el ablativo, cuando tiene un valor concreto, va generalmente precedido de una preposición; al contrario, si las nociones que expresa están tomadas en sentido figurado, el caso se basta a sí mismo 3 . Es una de las características de la lengua poética, que prescinde a menudo de preposición, en los casos más concretos. Pol. 2, 11 polisma/tion a)nakexwrhko\j a)po\ th=j qala/sshj «una pequeña villa alejada del mar». P 628 ou)/ toi Trw=ej o)neidei/oij e)pe/essi nekrou= xwrh/sousi «no serán las palabras injuriosas las que harán que los troyanos se alejen del cadáver», giro que no excluye la posibilidad de una preposición, pero sin que esta preposición sea necesaria: S 243 a)po\ kraterh=j u(smi/nhj xwrh/santej «se retiran de una contienda brutal». Jen. Hel. 6, 2, 1 pau/sasqai tou= pole/mou «cesar la guerra», es decir, en figurado «apartarse de la guerra». Una preposición será insólita, y el uso de la prosa no se diferencia del de la poesía; H 376 pau/sasqai pole/moio. Un verbo, tal como a)/rxw / a)/rxomai «comenzar por», que en ático tiene a la vez un sentido abstracto y concreto, tendrá, pues, dos construcciones 4 –con o sin preposición–, mientras que en poesía habrá una. Plat. Gorg. 471 C a)po\ sou= a)rca/menoj «empezando por ti» (sentido concreto). Tuc. 2, 53 h)=rce t$= po/lei a)nomi/aj to\ no/shma «la epidemia fue para la ciudad el inicio del desorden» (sentido abstracto). I 97 e)n soi\ me\n lh/cw, se/o d ) a)/rcomai «acabaré por ti, y empezaré por ti» (sentido concreto). B 433 mu/qwn h)=rxe... Ne/stwr «Néstor… se puso a hablar» (sentido abstracto). § 463. Un gran número de verbos, o de adjetivos vinculados a estos verbos, o adjetivos emparentados por el sentido con los anteriores, se construyen con un genitivo que recubre un ablativo tomado en sentido figurado, al menos en el uso de la prosa. Distinguiremos pues: § 464. a) verbos que expresan alejamiento en sentido propio y figurado –como la distancia de un punto a otro, o el hecho de retirarse de un punto o de una posición 3

Naturalmente siempre es posible, para hacer aparecer de manera más sensible el punto de partida figurado, hacer preceder el ablativo de una preposición; pero no hay ninguna necesidad. 4 Además de la construcción «partitiva» de este activo y de este medio en el sentido de «comenzar a, meterse en». (Cf. supra § 441.)

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cualquiera por razones morales: así a)pe/xein «ser distante de», ei)/kein «alejarse de para ceder el lugar», paraxwrei=n «desistir de». Tuc. 6, 97 to\n Leo/nta kalou/menon, o(\j a)pe/xei tw=n )Epipolw=n e(\c h)\ e(pta\ stadi/ouj «el burgo que llaman León, que está alejado de las Epípolas seis o siete estadios». Hdt. 2, 80 oi( new/teroi au)tw=n toi=si presbute/roisi suntugxa/nontej ei)/kousi th=j o(dou= «ellos, cuando los jóvenes se encuentran con los mayores, les ceden el paso (palabra a palabra: el camino)». Dem. 18, 68 th=j e)leuqeri/aj paraxwrh=sai Fili/pp% «abandonar a Filipo la causa de la libertad». § 465. b) verbos que indican separación –que sea considerada como la privación de ventajas anteriormente adquiridas, o como la liberación de una coacción existente, o como la insuficiencia de lo que falta, o como el cese de un estado en general, sin apreciación cualitativa: así a)posterei=n «privar de», e)leuqerou=n «liberar», apolei/pesqai «carecer de», pau/esqai «detenerse en». Jen. Men. 1, 2, 63 ou)de/... ou)de/na a)nqrw/pwn... a)gaqw=n a)peste/rhsen «jamás ha despojado a una persona de sus bienes». Jen. Ar. 6, 6, 15 a)polu/w u(ma=j th=j ai)ti/aj «yo os libero de la acusación». Tuc. 1, 80 poll%= e)/ti ple/on tou/tou e)llei/pomen «pero de aquella (= de plata) tenemos aún más carencia (falta) ». Jen. Hel. 6, 2, 1 e)pequ/mhsan pau/sasqai tou= pole/mou «ellos desearon acabar (cesar) la guerra». § 466. c) un gran número de verbos que expresan los sentimientos que experimentamos respecto de alguien o a propósito de la situación en la que se encuentra: partimos de una persona o de un estado dado. Todos los verbos de sentimiento, que implican una causa exterior al sujeto (y que le afecta), son susceptibles de esta construcción: admiración y reproche, compasión, cólera, envidia son los principales. Por otro lado, es imposible hacer la distinción entre el genitivo ablativo y el genitivo partitivo, como lo hemos señalado anteriormente (§ 454). Sin embargo, cuando la persona está en genitivo, o cuando el sentimiento experimentado está en genitivo sin que la persona sea complemento de objeto directo, es probable que nos encontremos con un genitivo-ablativo. Lis. 12, 41 e)qau/masa th=j to/lmhj tw=n lego/ntwn «yo estoy sorprendido de la audacia de aquellos que hablan…». Tuc. 3, 62 ou)d ) a)/cion au)t$= o)neidi/sai w(=n h(/marten «nadie tiene el derecho de reprocharle las faltas que ha cometido…». Sóf. Ant. 1177 patri\ mhni/saj fo/nou «irritándose contra su padre a causa de esta muerte». Eur. Hec. 1265 h)= me paido\j ou)k a)lgei=n dokei=j; «¿crees qué no sufro a causa de mi hija?». Plat. Eutic. 297 B mh/ moi fqonh/s$j tou= maqh/matoj «no me rechaces este conocimiento». El primer significado, que explica la construcción, es el siguiente: «no tengas malos sentimientos respecto a mí a partir de este conocimiento» –malos sentimientos que se traducirían en rechazo. § 467. d) los verbos que expresan una comparación, es decir poniendo una cualidad en relación a una persona o a un objeto, o incluso una cantidad: se tratará de una 28

superioridad (proe/xein) o de una ventaja en número (peritteu/ein), de una inferioridad (u(sterei=n), o de una insuficiencia numérica (e)llei/pein), de una diferencia (dia/ferein) que constate una distancia irreductible entre los dos objetos considerados. Tienen que distinguirse de los verbos de mando, cuyo genitivo es de tipo partitivo: no es ya cuestión de un contacto que se hace que pese, sino de una superioridad (o de una inferioridad) que es afirmada a partir de otro sujeto. Hdt. 5, 28 Na/coj eu)daimoni/$ tw=n nh/swn proe/fere «Naxos superaba en fertilidad a las otras islas». Jen. An. 4, 8, 11 peritteu/sousin h(mw=n oi( pole/mioi «los enemigos nos desbordarán». Eur. Alc. 697 gunaiko/j, w)= ka/kisq ), h(sshme/noj «tú que te muestras inferior a una mujer, ¡cobarde!». Ar. Nub. 503 ou)de/n dioi/seij Xairefw=ntoj th\n fu/sin «por tu paso, no te diferenciarás de Querefonte». Observaciones.- Particularmente son numerosos los adjetivos que, sin tener ninguna vinculación con los verbos precedentemente citados, indican la idea de estar apartado, de estar vacío de o puro de alguna cosa, de ser diferente de: así decimos fi/lwn e)/rhmoj «privado de amigos», keno\j e)pisth/mhj «vacío de ciencia», kaqaro\j fo/nou ta\j xei=raj «las manos puras de sangre derramada», a)/lla tw=n dikai/wn «cosas diferentes de la justicia».

§ 468. El valor de la comparación, que el ablativo tiene de su significación fundamental, está en la base de la construcción más frecuente del comparativo en griego; esta ha podido secundariamente ejercer una influencia sobre el superlativo. Sabemos que los dos sufijos, que sirven para formar el comparativo, es decir -i/wn y -teroj, no implicaban por ellos mismos ninguna noción de comparación: el primero definía cuantitativamente una modalidad interna, el segundo cualitativamente una modalidad externa (cf. E. Benveniste Noms d’ agent et noms d’ action, pág. 115 y sig.); uno era «valorativo», el otro «separativo». El ablativo indicaba, en el tipo -i/wn, el patrón de donde se partía; en el tipo -teroj, la cualidad, considerada convencionalmente como referencia, de donde se partía para oponerle el objeto. En todo caso, no había una comparación preferencial, estando esta expresada por una construcción totalmente diferente, con la ayuda de la partícula h)/, en la que el genitivo–ablativo no participa. Tal estado aún lo encontramos en griego homérico; es evidente que, posteriormente, numerosas interferencias se han producido entre los dos tipos como entre las dos construcciones: A 249 me/litoj gluki/wn r(e/en au)dh/ «salía una voz más dulce que la miel» reposa sobre: «dulce (más o menos, cantidad variable) cuando partimos del patrón mismo de la dulzura, la miel». W 94 tou= d ) ou)/ ti mela/nteron e)/pleto e)/sqoj «no hubo un vestido más negro que este (velo)» reposa sobre: «ningún velo fue de color negro –opuesto a blanco– cuando se parte de este velo (considerado por convención como el parangón del negro)». § 469. Si estamos de acuerdo en ver en el genitivo de comparación un antiguo ablativo, es difícil pronunciarse en lo que concierne al superlativo: ¿tiene que ver con un genitivo-partitivo o con un genitivo-ablativo? El testimonio latino: altissima arborum es formal, y concuerda con la construcción en scr. sarveṣām putrāṇām pratamaH «el primero de todos los hijos»; sin embargo, un giro como visvasmād adhamah «el más bajo (lit. = a partir de) de cada cosa», es decir, «el más bajo de todo» 29

(sin hablar de los cambios constantes entre los dos grados de la comparación) indica la posibilidad del ablativo. En griego, si el genitivo partitivo 5 parece estar en el origen de un gran número de construcciones probablemente hay otras –sobre todo en los ejemplos mixtos– donde el ablativo de punto de partida se justifica mejor. X 139 e)lafro/tatoj petehnw=n «la más rápida de las aves». El latín escoge entre celerrima avium, inter aves, ex avibus y en época baja de avibus; aquí podemos llegar a pensar en el ablativo «la más rápida cuando se parte de (otras) aves»; pero se justifica el partitivo. A 412 o(/ t ) a)/riston )Axaiw=n ou)de\n e)/tisen «porque él ha tratado sin honor al más valiente de los aqueos». Podemos afirmar que, en este caso, el genitivo es partitivo. Tuc. 1, 1 e)lpi/saj (to\n po/lemon) me/gan te e)/sesqai kai\ a)ciologw/taton tw=n progegenhme/nwn «habiendo previsto que (la guerra) sería importante y la más considerable (palabra a palabra: de las precedentes)». Aquí, estamos casi obligados a suponer un ablativo de comparación: «la más considerable partiendo de las guerras anteriores». Observaciones.- El griego moderno no da ninguna indicación decisiva, ya que a)po\, que continúa los empleos antiguos del genitivo ablativo y del genitivo partitivo a la vez, es empleado tantio con el comparativo (pio\ plou/sioj a)p ) to\n Pe/tro «más rico que Pedro»), como con el superlativo (o( pio\ plou/sioj a)p ) o(/louj «el más rico de todos»). Sin embargo, al parecer es el ablativo de comparación que, en griego antiguo, ha arrastrado al genitivo del superlativo.

§ 470. Sólo es al final del estudio del genitivo que podemos poner la compleja cuestión del genitivo absoluto, del cual ya hablamos a propósito del participio (§ 224): parece en efecto que diferentes tipos de genitivo formando parte de la frase ha podido, ayudando el sentido, ser abstraídos y, con la ayuda del participio, constituir una especie de oración independiente: el genitivo absoluto. Es probable que sean algunos genitivos, partitivos o adnominales, acompañados por participios cualificativos que, ya sea en cabeza de frase, ya sea en la cola, han podido dar la impresión de una determinación accesoria susceptible de desprenderse. El genitivo partitivo ofrece ciertos giros favorables, sea con verbos que indican a la persona que se alcanza, sea en algunas determinaciones temporales; en otros casos es el genitivo adnominal que, acompañado de un participio, da la impresión de estar a punto de desprenderse; pero es sin duda el genitivo ablativo el que ha contribuido más a la formación de un giro autónomo. En efecto, la noción de punto de partida, que se aplica igualmente a personas o cosas, se prestaba tanto en sentido concreto como en sentido abstracto, a las circunstancias temporales como a las circunstancias de manera: se podía partir de una persona como de una actitud, de un momento como de una causa o de una hipótesis. Q 118 tou= d ) i)qu\j memaw=toj a)ko/ntise Tude/oj ui(o/j «contra aquel que arremete furiosamente contra él Tideo lanzó su jabalina». Era fácil el pasaje al siguiente sentido: «como aquel arremetía furiosamente…». Plat. Prot. 310 A th=j parelqou/shj nukto\j tauthsi/... th\n qu/ran t$= bakthri/# sfo/dra e)/kroue «durante la noche anterior (gen. de tiempo)… él golpeaba violentamente la puerta con su bastón». El genitivo de tiempo es casi siempre destacado, podemos deslizarnos fácilmente al siguiente significado: «habiendo pasado la noche…». 5

La importancia relativa del genitivo partitivo se encuentra aumentada si vemos en el sufijo *to un sufijo que indica que la cualidad es impulsada a su grado más alto (cf. E. Benveniste, l. l. pág. 163 y ss.)

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I 462 e)/nq ) e)moi\ ou)ke/ti pa/mpan e)rhtu/et ) e)n fresi\ qumo\j patro\j xwome/noio kata\ me/gara strwfa=sqai «entonces mi corazón ya no se contenía en sus entrañas en absoluto a vivir en (girar por) el palacio de un padre encolerizado». Patro\j xwome/noio muestra, al final de la frase, una cierta independencia en relación con la palabra me/gara, de la cual depende gramaticalmente: estamos en el camino de un valor explicativo del genitivo absoluto: «mi padre estando irritado». M 392 Sarph/donti d )a)/xoj ge/neto Glau/kou a)pio/ntoj «Sarpedón sintió pena de la partida de Glauco (palabra a palabra: viniendo de la partida de Glauco)». Hace pensar en numerosos verbos, que indican la causa exterior de un sentimiento, que se construyen con un ablativo de punto de partida. Observación general sobre la evolución del genitivo. § 471. Si el genitivo, en griego moderno, ha incorporado gran parte del antiguo dativo propiamente dicho, no por esto resulta menos como muy empobrecido cuando consideramos lo que han llegado a ser hoy en día sus funciones antiguas. Además, si permanece muy vivo en singular en la mayor parte de los dialectos, solo es, por así decir, empleado en el plural en las expresiones hechas. Los empleos adnominales han permanecido intactos, en particular aquellos que expresan la pertenencia o la cualidad: así to\ bibli/o tou= daska/lou «el libro del maestro» o e(/na kape/llo th=j mo/daj «un sombrero a la moda». El genitivo se ha conservado una doble posibilidad de ser subjetivo u objetivo, por ejemplo ta\ kla/mata th=j ma/nnaj «las lágrimas de la madre» al lado de h( sullogh\ tou= ko/smou «el pensamiento del mundo», es decir «el hecho de pensar el mundo» Nada subsiste de los empleos partitivos, que son reemplazados por el acusativo, precedido o no de preposiciones tales como a)po\ y gia\. Decimos trw/gw ywmi/ «como pan» y no e)sqi/w a)/rtou; «uno de los hijos» se dice e(/na a)po\ ta\ paidia/ y no ei(=j pai/dwn; un verbo como «acordarse de» se construye con gia\: qumou=mai gia\ th\n patri/da «me acuerdo de mi país», en vez de me/mnhmai th=j patri/doj. El destino del genitivo representando el ablativo es comparable: los verbos que expresan un sentimiento son convertidos en transitivos, o su objeto está precedido por a)po\: qauma/zw th\n o)morfia/ thj «admiro su belleza» en lugar de qauma/zw tou= ka/llouj au)th=j y leute/rwse/ ton a)po\ to\ qa/nato «el lo libra de la muerte» en lugar de h)leuqe/rwse au)to\n qa/natou. Hemos visto en § 469 (N.B) que los complementos del comparativo y del superlativo son igualmente expresados con la ayuda de a)po\.

IV. Dativo § 472. El dativo griego es el caso más heterogéneo de la flexión, ya que los sincretismos han reunido bajo una forma única un caso abstracto –el dativo propiamente dicho– y dos casos concretos –el instrumental y el locativo. Hemos visto (§ 406) que la originalidad del dativo consiste en un movimiento pendular que se aproxima a su objeto hasta que lo toca, pero puede también, cesando de estar tangente, retomar su primera posición: es a la vez dar y quitar, parecerse y diferenciarse, ordenar y obedecer. Aunque a primera vista el dativo llamado de dirección parece cercano al acusativo cuando es el término de movimiento dirigido, los dos casos se oponen al máximo: el acusativo de un verbo de movimiento toma inmediatamente (y totalmente) posesión del objeto, mientras que el dativo de dirección, en marcha hacia el 31

objeto, no podrá más que rozarlo (y también romper a continuación el contacto). El locativo sitúa al objeto en el espacio o en el tiempo; no se excluye el movimiento en sí mismo, excluye la dirección del movimiento; decimos pues: peripatei= e)n t%= kh/p% «el se pasea por su jardín» porque el movimiento que se da no está orientado hacia un destino y no sobrepasa los límites del jardín. El sincretismo del dativo y del locativo tiene pues esta consecuencia curiosa que el mismo caso es apto para expresar la dirección hacia el objeto, la dirección del alejamiento del objeto, y la ausencia de una dirección tomando posesión del objeto. En cuanto al instrumental, expresa las modalidades de la acción; en primer lugar, el medio al cual recurre para realizarse, después las diferentes circunstancias que la acompañan (instrumental comitativo). A. DATIVO PROPIAMETE DICHO § 473. Una de las funciones más evidentes del dativo –a la que ha dado nombre–, es que expresa el hecho de dar (dido/nai ti/ tini). Pero, al llamarlo, como hacen algunos, datiuus dandi, indicamos una parte de la realidad: el dativo es igualmente el caso del rechazo, como en (fqonei=n ti/ tini). Seguramente, los verbos que implican un movimiento hacia adelante son más numerosos que aquellos que comportan un movimiento hacia atrás: pero no debemos olvidar que hay un datiuus inuidendi al lado de un datiuus dandi, como se distingue a la vez un dativo de interés y un dativo de detrimento. El dativo cuando expresa las relaciones de persona a persona, estas pueden ser positivos y negativas, no sólo en el movimiento que implican, sino en su mismo objeto: podemos ofrecer una ventaja (o traer un perjuicio), de la misma forma que podemos rehusar una ventaja (o rechazar un perjuicio). § 474. Los principales verbos que implican estas disposiciones negativas o positivas se vinculan a los tipos siguientes: aportar y quitar (fe/rein, a(fairei=sqai), ayudar y estorbar (bohqei=n, e)noxlei=n), obedecer y sublevarse (pei/qesqai, stasia/zein), decir, ordenar (le/gein, e)piste/llein), encontrarse a la disposición de, pertenecer a (ei)=nai «estar en», u(pa/rxein seguidos del dativo de la persona con un sujeto de cosa). Plat. Leyes 835 B t$= po/lei ke/rdoj h)\ zhmi/an fe/rein «aportar al estado un beneficio o un perjuicio». a 9 au)ta\r o( toi=sin a)fei/leto no/stimon h)=mar «pero él [Poseidón] les privó del día del retorno». Hdt. 1, 82 bohqhsa/ntwn )Argei/wn t$= sfete/r$ a)potamnome/n$ «al correr los argivos a defender el territorio que se les había quitado (tomado)». Jen. An. 2, 5, 13 oi)=mai a)\n pau=sai e)noxlou=nta a)ei\ t$= u(mete/r# eu)daimoni/# «pienso que podría poner fin a lo que perturba vuestra felicidad». Sóf. Ant. 67 toi=j e)n te/lei bebw=si pei/somai «obedeceré a los que están en el poder». Jen. An. 2, 5, 28 ei)dw\j au)to\n kai\ suggegenhme/non Tissafe/rnei... kai\ stasia/zonta au)t%= «puesto que sabía que había tenido una entrevista con Tisafernes... y que preparaba una sedición contra él». A 295 a)/lloisin dh\ tau=t ) e)pite/lleo «da a otros tales órdenes». Y 173 e)nne/a t%= ge a)/nakti trapezh=ej ku/nej h)=san «el soberano tenía nueve perros domésticos».

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§ 475. Entre la idea de destinación (positiva o negativa), que el dativo expresa, y la dirección que expresa el acusativo, existen contactos naturales, igual que en las lenguas que no poseen (o no poseen ya) estos dos casos que se oponen: ¿no decimos, en castellano, «voy hacia Grecia», como, por otro lado, en griego moderno feu/gw gia\ th\n (Ella/da?. La lengua de la poesía, como es también el caso del latín (Virg. En. 2, 553 lateri capulo tenus abdidit ensem «él clavó hasta la empuñadura la espada en su flanco»), ha hecho de este giro un gran uso; por el contrario, la prosa lo utiliza muy raramente, por lo menos cuando el verbo no es precisado por un preverbio. Por otro lado, muchos ejemplos pueden ser explicados por una idea de intención, amical u hostil. e 374 prhnh\j a(li\ ka/ppese «saltó de cabeza al mar». E 174 Dii+\ xei=raj a)nasxw/n «elevando sus manos a Zeus». No hay sólo un gesto, hecho en dirección a Zeus, sino también el deseo, por este gesto, de llamar su atención. Podemos remarcar, además, que, incluso en estos ejemplos poéticos, los verbos poseen a menudo preverbios. m 257 xei=raj e)moi\ o)re/gontaj «tendiendo los brazos hacia mí». Parece bastante diferente de O 371 xei=r ) o)re/gwn ei)j ou)rano/n «elevando las manos hacia el cielo», que es más espacial. Tuc. 3, 33 w(j g$= e(kou/sioj ou) sxh/swn a)/ll$ h)\ Peloponnh/s% «como si voluntariamente no fuese a tocar otra tierra que el Peloponeso». Este uso técnico es de los raros ejemplos de dativo de destinación con un verbo simple en prosa ática. Plat. Cárm. 155 C e)mble/yaj au)t%= ei)=pen «después de echarle una ojeada, dijo». § 476. El doble valor de movimiento adelante y atrás, cuando se aplica al espacio, se torna alejamiento, aproximación, cercanía (paraxwrei=n, a)panta=n, plhsi/on ei)=nai): la última noción comporta las posibilidades normales de aproximación que podemos efectuar, rechazar, o dejar en estado de virtualidades. Pasando al terreno figurado 6 , tendremos la diferencia y la semejanza (o(moi=oj, a)no/moioj), la conveniencia y la inconveniencia (pre/pei, a)preph/j), la igualdad y la desigualdad (i)/soj, a)/nisoj), etc. Jen. Hel. 5, 4, 28 tw=n qerapo/ntwn t%= deome/n% parexw/rei «cedía el sitio al que, entre los clientes (de su padre), se lo pedía». M 112 su\n au)toi=sin (toi=j i(/ppoij) pe/lasen nh/essi qo$=sin «se acercó con sus propios caballos a las rápidas naves». Eur. If. Ául. 1551 h( de\ staqei=sa t%= teko/nti plhsi/on «deteniéndose ella junto a su padre». Jen. Cirop. 5, 1, 4 o(moi/an tai=j dou/laij ei)=xe th\n e)sqh=ta «llevaba un vestido parecido al de las esclavas», como en Jen. Mem. 3, 8, 9 pw=j to\ t%= kal%= a)no/moion kalo\n a)\n ei)/h; «¿Cómo podría ser el bien aquello que es distinto del bien?». Plat. Ap. 36 D ti/ ou)=n pre/pei a)ndri\ pe/nhti; «¿Y qué conviene a un ciudadano pobre?». Isócr. 4, 13 xalepo/n e)stin i)/souj tou\j lo/gouj t%= mege/qei tw=n e)/rgwn a)neurei=n «es difícil encontrar discursos iguales a la magnitud de los hechos». § 477. No hay, entre el datiuus dandi y el datiuus commodi, ninguna diferencia fundamental, sino una diferencia de grado: el primero implica una estrecha relación entre la idea expresada por el verbo y su objeto, mientras que la acción verbal, en el segundo caso, se enriquece de una idea de destinación que no es necesaria a su expresión. Seguramente, podemos decir ei)=pe «el dice», pero esperamos que la palabra 6

Como se trata entonces de cualidades, tenemos más adjetivos que verbos.

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sea dirigida hacia una persona; al contrario, en P 242 e)m$= kefal$= peridei/dia «temo por mi propia cabeza», e)m$= kefal$= se añade a lo que expresa peridei/dia. De hecho, muchos verbos que se construyen con dativo revelan más bien un dativo de interés que un dativo propiamente dicho (dotikh/): así e)painei=n (o me/mfesqai) «aprobar, reprobar» están más estrechamente ligados a su objeto «dar o rehusar su aprobación a alguien», que eu(= (kakw=j) fronei=n «tener buenos (malos) sentimientos hacia alguien». Será lo mismo para a)mu/nein, que significa «dar su apoyo a alguien», en vez de su sinónimo a)peru/kein «tener un daño lejos de alguien». A su vez, el dativo de interés se degrada insensiblemente en dativo de punto de vista, dativo expletivo –así llamado porque nuestra lengua encuentra poco útil expresar una notación de persona, cuando esta no juega un papel en la acción. El dativo de interés permite la expresión de cantidad de matices, que se sacan del mismo contexto, gracias a esta libertad del complemento respecto del verbo que nosotros señalamos al instante. Seguramente, existen grupos particularmente frecuentes como dika/zein tini/ «juzgar a favor de alguien», yhfi/zein tini/ «votar por la moción de alguien», xoro\n i(sta/nai o e(orth\n a)/gein qew= «instituir los coros» o «celebrar una fiesta religiosa en honor de un dios». Pero lo que es característico del dativo de interés, es que el sentido que da a la frase se deduce de la frase misma. Y 677 Eu)ru/aloj de/ oi( oi(=oj a)ni/stato «y tan sólo se levantó para [luchar contra] él Euríalo». Nada en a)ni/stamai indica necesariamente la hostilidad o rivalidad que opone Euríalo a su adversario, pero, al tratarse de un combate, se sabe que los dos hombres se dirigen el uno contra el otro. A 68 toi=si d ) a)ne/sth Ka/lxaj «se levantó Calcante para [arengar]les». El mismo verbo indica aquí que Calcas se levanta para hablar a los aqueos; se sabe porque Aquiles acaba de sentarse después de haber públicamente pedido los consejos de los adivinos; sin duda, hay también un matiz como: «para el bien de todos, Calcas se levantó» (cf. v. 73). § 478. El dativo de punto de vista es aún menos acentuado: no se trata tanto de interés o de detrimento, sino de un punto de vista desinteresado. Uno se coloca, sea en su punto de vista personal, sea en el de otro y, muy a menudo, en un punto de vista general: Eur. Med. 580 e)moi\ ga\r, o(/stij a)/dikoj w)\n sofo\j le/gein pe/fuke, plei/sthn zhmi/an o)fliska/nei «para mí, el hombre injusto que es hábil hablando merece la pena más severa». Y 595 ...dai/mosin ei)=nai a)litro/j «ser culpable ante las divinidades». Sóf. Ant. 904 kai/toi s ) e)gw\ )ti/mhsa toi=j fronou=sin eu)= «pero yo te honré debidamente en opinión de los sensatos». § 479. Es el dativo de interés, y más aún, el dativo de punto de vista, que explica la construcción ordinaria de los adjetivos verbales en -to/j y -te/oj; es el mismo dativo que expresa, al menos aparentemente, el agente de la acción dependiente de un tema de perfecto. Decimos generalmente que el dativo equivale a u(po\ seguido de genitivo en los otros temas: pero en realidad, el perfecto expresa un estado adquirido y, así ta\ pepragme/na h(mi=n no puede significar: «las cosas que hemos hecho por nosotros mismos», sino: «el trabajo hecho en lo que a nosotros nos concierne, por nuestra parte». De la misma manera los adjetivos en -to/j, -te/oj indican una posibilidad a considerar o una necesidad a la que se debe hacer frente –posibilidad y necesidad que conciernen al interesado. 34

Hdt. 6, 123 w(/j moi pro/teron dedh/lwtai «tal como se ha indicado / demostrado anteriormente por mi parte» o «como se ha establecido por mi demostración». Ar. Lisís. 656 a)=ra grukto/n e)stin u(mi=n «¿Acaso tenéis algo que gruñir?». Jen. Mem. 3, 6, 3 w)felhte/a soi h( po/lij e)sti/n «la ciudad debe ser beneficiada por ti / en lo que concierne a ti». § 480. El dativo «expletivo», que es llamado más justamente dativo ético, debía ser particularmente frecuente en la lengua de la conversación: es una llamada llena de vivacidad al interés que el interlocutor puede aportar personalmente en/a la acción o la persona de que se trate: Hdt. 5, 30 )Artafre/nhj u(mi/n (Usta/speo/j e)sti pai=j «Artáfrenes, lo sabéis, es hijo de Histaspes». Plat. Rep. 343 ei)pe/ moi... ti/tqh soi e)/sti; -Ti/ de/; h)=n d ) e)gw/! ou)k a)pokri/nesqai xrh=n ma=llon h)\ toiau=ta e)rwta=n; - (/Oti toi/ se, e)/fh, koruzw=nta perior#= kai\ ou)k a)pomu/ttei deo/menon, o(/j ge au)t$= ou)de\ pro/bata ou)de\ poime/na gignw/skeij

«–Dime... ¿tienes nodriza? –¿A qué viene esto?, pregunté, ¿Acaso no convendría más que respondieras que no que me hicieras estas preguntas? –Porque, dijo, ella te deja moqueando y no te limpia los mocos cuando lo necesitas, es decir, para ella (en lo que la concierne) no sabes distinguir entre las ovejas y el pastor». Observaciones.- La partícula toi, al principio del ejemplo precedente, debe su existencia a un valor «ético» del dativo átono de la segunda persona toi, pasado secundariamente a soi (cf. § 764).

B. DATIVO INSTRUMENTAL § 481. El instrumental indoeuropeo indica con quien (o con que) es hecha la acción: la significación primitiva del caso era la de una persona que se asocia a la acción, o de una cosa que sirve a la acción: después esta asociación y esta utilización han sido consideradas como medios de realizar la acción. Un giro como e)/tuye pai=da t$= r(a/bdw «el hirió a un niño con su bastón», significa menos «sirviéndose de su bastón» que «el hirió a un niño, con el bastón en la mano». Así muchas de las lenguas indoeuropeas que conservan el instrumental lo emplean muy frecuentemente como comitativo; el griego mismo, cuando el dativo ha sido alcanzado morfológicamente, ha recurrido a la perífrasis con la ayuda de meta\, es decir, de una preposición de sentido comitativo, para expresar el acompañamiento y el instrumento todo a la vez. Examinaremos sucesivamente los valores comitativos y los valores instrumentales. § 482. Los verbos y adjetivos que expresan una comunidad entre personas, o una mezcla si se trata de objetos, se construyen con dativo comitativo. Esta comunidad puede ser concreta –como en e(/pesqai «seguir» (es decir «ir en concierto con alguien»)–, pero más a menudo se utiliza en sentido figurado, como en koinou=sqai «ponerse de acuerdo», o(mologei=n «entenderse», o(milei=n «tener relaciones con»; puede ser amistosa, como en los últimos ejemplos, u hostil: una lucha, una rivalidad son comunes a los dos adversarios que ellas oponen –así en los verbos como ma/xesqai «combatir», e)ri/zein «luchar con» 7 . En cuanto a la mezcla de objetos, podrá ser expresada por verbos como mignu/mai «mezclar», kerannu/nai «mezclar», etc.

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El dativo de hostilidad puede haber jugado también un papel en estas construcciones.

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P 154 o(\j kai\ qnhto\j e)w\n e(/peq ) i(/ppoij a)qana/toisi «[corcel] que, no obstante su condición de mortal, seguía a los caballos inmortales». Jen. Mem. 1, 2, 60 toi=j mh\ e)/xousi xrh/mata dido/nai ou)k e)/qelon diale/gesqai «no querían hablar con los que no tenían dinero para pagar». Tuc. 1, 73 fame\n Maraqw=ni mo/noi prokinduneu=sai t%= barba/r% «afirmamos, ciertamente, que en Maratón nosotros solos afrontamos el peligro ante los bárbaros». Himn. Dem. 209 mei/casan glh/xwni terei/n$ «después de haber hecho una mezcla (agua y harina) con menta suave».

§ 483. Caso esencialmente concreto, el comitativo podría expresar las circunstancias unidas a la acción con una libertad de la cual los casos gramaticales, que expresan las relaciones lógicas, no son susceptibles. Además, sus posibilidades han sido constantemente disminuidas y reducidas a poco: cuando se trataba de cosas concretas, el comitativo ha tenido la tendencia cada vez mayor a apoyarse en una preposición; cuando era cuestión de cualidades abstractas, el comitativo veía borrar su valor de caso y confundirse este valor con las formas estereotipadas que son los adverbios. § 484. Se ha mantenido en griego un antiguo uso (frecuentemente atestiguado en las lenguas indoeuropeas: cf. latín omnibus copiis proficiscitur) que consiste en emplear el comitativo sin preposición para designar las tropas (u otros medios militares) con las que opera el comandante de la guerra. Fuera de casos de este género, el ático no conoce más que una forma de emplear el comitativo sin preposición cuando se trata de personas o de objetos; es la de asociar al dativo con el pronombre de identidad au)to/j. Jen. An. 7, 3, 43 e)gw\ me\n h(gh/somai toi=j i(/ppoij «yo iré delante con la caballería» o Jen. Hel. 1, 4, 11 )Alkibia/dhj kate/pleusen ei)j Pa/ron nausi\n ei)/kosin «Alcibíades navega hacia Paros con veinte naves». Tuc. 4, 14 pe/nte (nau=j) e)/labon kai\ mi/an tou/twn au)toi=j a)ndra/sin «apresaron cinco naves, una de ellas con toda su tripulación». Observaciones.- Incluso en esta expresión, sentía a veces la necesidad de reforzar el valor comitativo del caso con la ayuda de una preposición: así Jen. Hel. 4, 8, 21 Tigra/nhn... lamba/nei su\n au)t$= t$= gunaiki/ «se apodera de Tigrane … con su mujer».

§ 485. El empleo del comitativo para expresar las condiciones que rodean la acción ha permanecido más libre (y más vago): tales ejemplos han tenido la tendencia a desprenderse de la frase, en la que no estaban profundamente implicados, para convertirse en simples adverbios (precedidos o no de preposiciones). Es el uso que muestra si es posible o no el empleo del caso sin preposición: de los tres ejemplos siguientes el primero sería imposible en ático, el segundo insólito, aunque no expresan menos que el tercero las condiciones que envuelven la acción. A 418 tw= se kak$= ai)/s$ te/kon e)n mega/roisi «en hora aciaga te di a luz en mi palacio». Hdt. 6, 139 e)pea\n Bore/$ a)ne/m%... e)canu/s$ nhu=j e)k th=j u(mete/rhj e)j th\n h(mete/rhn, to/te paradw/somen «cuando, con el viento del norte... llegue una nave de vuestro país al nuestro, entonces ese día os lo entregaremos». Tuc. 8, 27 a)telei= t$= ni/k$ a)po\ th=j Milh/tou a)ne/sthsan «con una victoria inacabada, partieron (los atenienses) de Mileto». § 486. Cuando se trata de una actitud moral, es a veces imposible distinguir los dativos que aún son entendidos como casos, de otros dativos, que no son en realidad 36

más que adverbios. De los ejemplos siguientes, el primero es aún un caso, mientras que el segundo es ya casi un adverbio. Jen. Cirop. 4, 2, 21 i)/wmen r(w/m$ kai\ qum%= e)pi\ tou\j polemi/ouj «marchemos con fuerza y resolución contra los enemigos». Sóf. Edp. C. 759 h( d ) oi)/koi ple/on di/k$ se/boit ) a)\n, ou)=sa sh\ pa/lai tro/foj «pero tu (ciudad) natal puede con justicia ser más venerada, ella que desde antiguo te ha criado». § 487. El dativo instrumental expresa el medio, la materia, en sentido propio como figurado: no es solamente la herramienta de la que uno se sirve, ni la materia con la que está hecho el objeto; es también la causa de un estado, el precio por el cual se paga una compra (o por el que expiamos una falta), es el objeto de un sentimiento experimentado, su materia por así decir: muchos verbos se construyen con dativo por esta última razón. Ar. Avispas 222 h)/dh pot ) au)tou\j toi=j li/qoij ballh/somen «ahora nosotros los heriremos con piedras». t 563 ai( me\n ga\r kera/essi teteu/xatai, ai( d )e)le/fanti «una [de las puertas] está hecha de cuerno, la otra de marfil»: q 324 qeai\ me/non ai)doi= oi)/koi e(ka/sth «las diosas permanecieron, cada una, en su casa por pudor». H 473 oi)ni/zonto... a)/lloi me\n xalk%=, a)/lloi d ) ai)/qwni sidh/r% «[los aqueos] compraron vino... unos con bronce, otros con luciente hierro». Hdt. 6, 21 e)zhmi/wsa/n min... xili/$si draxm$=si «ellos le multaron... con mil dracmas». § 488. A esta idea de precio, gracias al cual adquirimos un objeto, se vinculan los sentidos de medida de la cual nos servimos para evaluar una magnitud y, en sentido figurado, la conjetura de la cual uno se ayuda para tratar de comprender lo desconocido. Hdt. 2, 6 o)rgui$=si memetrh/kasi th\n xw/rhn «han medido el suelo por brazas». Tuc. 1, 9 ei)ka/zein xrh\ kai\ tau/t$ t$= stratei/# oi(=a h(=n ta\ pro\ au)th=j «por esta expedición militar, asimismo, hay que conjeturar sobre las fuerzas militares que existían anteriormente». § 489. Los verbos que admiten un dativo instrumental que se aplica al objeto del sentimiento –que es su materia y su causa– son susceptibles de expresar todas las actitudes morales que podemos tomar: así alegrarse y afligirse (xai/rein, lupei=sqai), contentarse de y estar descontento de (ste/rgein, xalepai/nein), estar orgulloso de (e)pai/resqai), indignarse de y divertirse con (a)ganaktei=n, gela=n), etc. Jen. Mem. 2, 1, 16 a)/nqrwpon... polutelesta/t$ diai/t$ xai/ronta «un hombre... que se complace con una vida regaladísima». Jen. An. 5, 5, 24 xalepai/nontej toi=j ei)rhme/noij «irritados con lo que había dicho». e 176 a)gallo/menai Dio\j ou)/r% «[las naves]... ufanas con el viento favorable de Zeus». Plat. Leyes 716 h)\ xrh/masin e)pairo/menoj, h)\ timai=j, h)\ kai\ sw/matoj eu)morfi/# «exaltado por las riquezas, por los honores o por la belleza del cuerpo». Plat. Fedón 63 B ou)k a)ganaktw=n t%= qana/t% «... que no se irritara contra la muerte». 37

Observaciones.- El instrumental puede ser bastante débil para equipararlo a un acusativo de relación, como en Jen. An. 2, 6, 9 stugno\j h)=n kai\ t$= fwn$= traxu/j «el ha sido desagradable y rudo de voz». Ambos giros siempre han coexistido conjuntamente en griego clásico; pero, en la lengua de la Koinh/, el dativo de relación se desarrolla a expensas del acusativo del mismo tipo (así Mat. 5, 3 y sig.: ptwxoi\ t%= pneu/mati «pobres de espíritu», kaqaroi\ t$= kardi/# «puros de corazón», etc.) antes que ambos giros no sean igualmente heridos de muerte.

C. DATIVO LOCATIVO § 490. Ya en época antigua, el dativo locativo aparecía como más frágil que el dativo instrumental: el papel de las preposiciones (principalmente e)n) que lo sostienen y lo precisan desde un buen principio preponderante. Se relaciona no solamente con el espacio, sino también con el tiempo. Sitúa un punto en el espacio, un momento en el tiempo (o lo que podemos considerar como tal): como siempre en griego, es el punto de vista subjetivo que vence sobre el punto de vista objetivo. Poco importa que el punto sea móvil (o no); poco importa que el momento comporte (o no) un gran lapso de tiempo: lo que está excluido es que el objeto, si es móvil, sea dirigido; es que el momento, si se prolonga en la realidad, pueda desarrollarse en duración a los ojos de aquel que habla. § 491. Para el locativo espacial, el dativo sin preposición es empleado en ático en los nombres de lugar muy corrientes, cuyo carácter local no había necesidad de señalar con una preposición: así Maraqw=ni «en Maratón», Plataiai=j «en Platea», Delfoi=j «en Delfos», )Eleusi=ni «en Eleusis». Pero estos dativos casi no son formas casuales; tienen la rigidez de los adverbios: no podemos decir: *Lakedai/moni «en Esparta» como Maraqw=ni, ni *Surakou/saij «en Siracusa» como Plataiai=j. Además, incluso cuando se trata de las dos victorias constantemente asociadas de Maratón y de Salamina, existe la tendencia a variar el giro empleando e)n en el segundo caso: Tuc. 1, 73 fame\n Maraqw=ni mo/noi prokinduneu=sai t%= barba/r% «afirmamos, ciertamente, que en Maratón nosotros solos afrontamos el peligro ante los bárbaros». Plat. Men. 241 B tw=n te Maraqw=ni maxesame/nwn kai\ tw=n e)n Salami=ni naumaxhsa/ntwn «de los que combatieron en Maratón y de los que lucharon por mar en Salamina». Podemos medir la importancia del retroceso que ha sufrido el dativo locativo espacial, entre Homero y el ático, cuando vemos con qué libertad el dativo locativo sin preposición es empleado en la epopeya: Z 477 do/te to/nde gene/sqai pai=d )e)mo/n... a)riprepe/a Trw/essin «concededme que este hijo mío sea... ilustre entre los troyanos». Sin embargo puede ser entendido como un dativo propiamente dicho (= para). P 473 teu/xea d ) (/Ektwr... e)/xwn w)/moisin a)ga/lletai Ai)aki/dao «... y Héctor se vanagloria de llevar sobre sus hombros las armas del Eácida». § 492. Un objeto en movimiento, desde el momento en que el movimiento no está dirigido, está situado en el espacio con la ayuda del locativo (con o sin preposición, siguiendo la época); basta por el contrario, incluso con un verbo que exprese inmovilidad, que la idea de dirección sea pensada para que el acusativo resulte necesario:

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B 209 ku=ma polufloi/sboio qala/sshj ai)gial%= mega/l% bre/metai «el oleaje del estruendoso mar brama en la anchurosa playa». Las olas, en su movimiento incesante, permanecen, sin embargo, dentro de los límites de su dominio. Esq. Ag. 834 i)o\j kardi/an prosh/menoj «un dardo clavado en su corazón». Aquí vence la consideración de la dirección: el dardo ha ido a clavarse en el corazón. § 493. El dativo de tiempo se emplea sin preposición en ático para indicar una fecha, un momento, un tiempo, que están determinados, sea por ellos mismos, sea por indicaciones precisas que les acompañan. Así, una fecha en cifras, una fiesta que se repite regularmente llevan en ellas mismas su determinación; si se trata de un año, de una estación, de un acontecimiento, se ha de precisar de qué año, de qué estación, de qué acontecimiento se quiere hablar. Por el contrario, la lengua poética emplea a su gusto el locativo de tiempo, incluso sin ninguna de estas determinaciones. Dem. 19, 57 h( ei)rh/nh e)lafhboliw=noj e)na/t$ e)pi\ de/ka e)ge/neto «la paz tuvo lugar el día diecinueve del mes de Elafebolión». Lis. 1, 20 w(j Qesmofori/oij... %)/xeto ei)j to\ i(ero\n meta\ th=j mhtro\j th=j e)kei/nou «como en las Tesmoforias (decía ella)... (ella) había acompañado al templo a la madre de aquél». Hdt. 3, 131 prw/t% e)/tei u(pereba/leto tou\j a)/llouj i)htrou/j «en su primer año de estancia superó a los demás médicos». Tuc. 3, 54 ma/x$ t$= e)n h(mete/r# g$= genome/n$ paregeno/meqa u(mi=n «en la batalla, que tuvo lugar en nuestra tierra, nosotros os hemos socorrido». o 34 nukti\ d ) o(mw=j plei/ein «sino que tú sigue navegando de noche». Sóf. Ant. 336 tou=to (ge/noj) kai\ poliou= pe/ran po/ntou xeimeri/% no/t% xwrei= «esta raza cruza la extensión del espumoso ponto, bajo el noto proceloso». Observación general sobre la evolución del dativo. § 494. El dativo es el único caso de la antigua flexión que ha desaparecido completamente hoy en día de la lengua hablada. Vemos que, desde la época clásica, el dativo, en tanto que heredero del comitativo y del locativo, daba signos de debilitamiento y debía ser sostenido por las preposiciones. Todo sucede como si, de las funciones ejercidas por el dativo griego, las más concretas –el locativo y el instrumental– hubieran sido las primeras alcanzadas (heridas), mientras que el dativo –caso abstracto– ha ofrecido mucha más resistencia (cf. § 405). 1º A partir de nuestra era, la distinción entre la inmovilidad del locativo y el movimiento dirigido del acusativo, ha tendido a borrarse, en beneficio del acusativo: en los documentos los menos alejados de la lengua hablada, los Evangelios o los papiros privados por ejemplo, leemos testimonios tan netos como Marco (13, 16): o( ei)j to\n a)gro\n mh\ e)pistreya/tw ei)j ta\ o)pi/ssw «el que esté en su campo, que no retorne atrás» o Pap. Oxy. VI nº 929 (siglo II): tau=ta de\ pa/nta sunenh= ei)j to\n xitw=na «todo estaba junto, en la túnica». 2º Para precisar el sentido del instrumental propiamente dicho, la lengua ha ensayado diversas preposiciones: e)n, que aparece incluso alguna vez bajo la pluma de un aticista como Luciano (Dial. mort. 23, 3 kaqiko/menon e)n t$= r(a/bd% «tocado por la varita de Hermes»); dia\ «por el canal de» cuyas relaciones eran estrechas con el sentido general del instrumental, pero que la lengua debió abandonar porque esta preposición era llevada al nuevo sentido de «por»; en fin meta\, que daba una expresión común al comitativo y al instrumental: en el siglo III y en el IV, las recetas mágicas sobre papiro 39

emplean frecuentemente la expresión gra/fe meta\ me/lanoj «escribe con tinta » y, a partir del siglo VII, gra/fe meta\ me/lan. 3º El dativo propiamente dicho parece haberse mantenido hasta el siglo VII o el siglo VIII; pero podemos admitir que en el siglo X ya no es empleado: ¿no vemos dativos empleados sistemáticamente en textos bizantinos en lugar de acusativos, por ejemplo en la Vita Euthymii (cf. J. Humbert, Disparition du Datif, pág 187 sgs.)? § 495. El estado del griego moderno es el final normal de estas tendencias. Decimos hoy en día indiferentemente me/nw sto\ spi/ti y pa/w sto\ spi/ti «yo estoy en casa» y «yo voy a casa». El valor de acompañamiento y el de instrumento se expresan igualmente con la ayuda de me\, forma reducida de meta\: perpatw= me\ mpastou=ni «yo camino con una caña» y xtupw= me\ to\ mpastou=ni «yo hiero con una caña». El dativo propiamente dicho ha sido vencido por el genitivo, excepto en los dialectos septentrionales en los que el acusativo ha sido elegido, decimos: di/nw tou= pate/ra (dialectalmente di/nw to\n pate/ra) en lugar de di/dwmi t%= patri/. Sólo permanece en la lengua oficial y escrita, en la que aún es (y muy artificialmente) empleado.

V. Vocativo § 496. Tardíamente considerado como un caso por la gramática antigua (cf. § 403), el vocativo, cuyas características morfológicas son exclusivamente negativas cuando no se confunden con el nominativo, no existe en categorías tan importantes como los pronombres personales, los adjetivos posesivos, los adjetivos y pronombres demostrativos: este caso que, según su definición, sirve para llamar, falta en su/, como en e)mo/j o en ou(=toj. Constituye en realidad una proposición exclamativa, una suerte de inciso, que está en la frase donde figura como un cuerpo extraño: hay una pausa (o más bien dos) que, si bien son ligeras, ponen aparte el vocativo. Un signo seguro de esta autonomía puede ser visto en los ejemplos homéricos, en los que el vocativo está inmediatamente seguido de una partícula de enlace: así A 282 )Atrei/dh, su\ de\ pau=e teo\n me/noj «Atrida! Pon un tope a tu cólera». § 497. Hemos visto anteriormente (§ 414, ss.) que había desde el indoeuropeo, posibilidad para el vocativo de asociarse con el nominativo: formas parcialmente comunes en el singular, siempre comunes en el plural, les mantenían estrechamente en contacto, y también el hecho de que los dos casos, uno y otro, no están implicados en la frase. Circunstancias particulares o de orden más general justifican estas aparentes incoherencias. Es un hecho que el más grande número de ejemplos citados pertenece a la epopeya, y que los versos no habrían sido posibles si las formas normalmente esperadas hubieran sido empleadas: así en D 189 ai)\ ga\r dh\ ou(/twj ei)/h, fi/loj w)= Mene/lae «pueda ser así, ¡mi querido Menelao!», no hay medio de hacer entrar en el hexámetro w)= fi/le Mene/lae. En otro lugar, dos nominativos son arrastrados porque un adjetivo posesivo, desprovisto como tal de vocativo, les acompaña t 406 gambro\j e)mo\j quga/thr te, ti/qesq ) o)/nom ) o(/tti/ ke ei)/pw «mi yerno y mi hija, dad al (niño) el nombre que yo diga». Hemos visto que la separación entre el nominativo interpelativo (o exclamativo) y el vocativo era difícil de hacer, y que el contenido atributivo puede a menudo justificar un nominativo.

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§ 498. Sea como sea, no existen solo las intrusiones del nominativo a expensas del vocativo: este último puede hacer el oficio de atributo en un grupo de palabras relacionadas con un vocativo. Quizá hace falta ver la tendencia bien conocida de concordar casi mecánicamente el atributo con el sustantivo con el que se relaciona; puede ser que el escritor haya tenido el sentimiento de que la interpelación en vocativo, formando un todo, debía recoger en todos sus términos las características del vocativo. En todo caso, hay un cambio, no un deslizamiento: la evolución misma de la lengua nos demuestra la solidez del vocativo. Los ejemplos son bastante raros: Eur. Troy. 1221 su\ d ) w)= pot ) ou)=sa kalli/nike... mh=ter tropai/wn «y tú, [arma] en otro tiempo vencedora... madre de innumerables trofeos». Teocr. XVII, 66 )/Olbie, kou=re, ge/noio «¡Sé feliz, joven!». § 499. La historia del vocativo, de Homero a la Koinh/, está unida al extraordinario desarrollo que ha tomado la interjección w)=. Expresa sin duda por ella misma la insistencia, ha terminado por asociarse estrechamente al vocativo y por perder su autonomía. Presupone un cierto pie de igualdad con la persona a la que se dirige: a menudo remarcamos que, al menos en la epopeya, el poeta no usa jamás w)= cuando un hombre habla a un Dios, o un inferior a un superior. Como es poco empleada, guarda un valor expresivo: su presencia siempre tiene una significación. E 348 Ei)=ke, Dio\j qu/gater, pole/mou kai\ dhϊoth=toj «Abandona, hija de Zeus, el combate y la lid». Diomedes se dirige así a la diosa Afrodita, que, sin embargo, no duda en herir. A 158 a)lla\ soi/, w)= me/g ) a)naide/j, a(/m ) e(spo/meq ) «sino que te seguimos a ti, grandísimo insolente». Aquiles, fuera de sí, pierde el sentimiento de toda deferencia y cortesía hacia el jefe de la confederación. A 74 )=W )Axileu=, ke/leai/ me, Dii++\ fi/le, muqh/sasqai «¡Oh Aquiles, caro a Zeus! Me invitas a explicar...». Así se traduce la llamada de Calcas a Aquiles, de quien requiere la protección, antes de hacer las revelaciones que van a provocar la disputa. § 500. La situación es otra en Heródoto, en la obra del cual la proporción de w)= a un simple vocativo es de un 60%: si el historiador no utiliza w)= delante de un nombre propio (que es la designación oficial de una persona), la interjección resulta muy frecuente, incluso cuando es un súbdito quien habla a su soberano: Hdt. I, 108 (/Arpage, prh=gma to\ a)\n toi prosqe/w, mhdamw=j paraxrh/s$ «Harpago, no tomes a la ligera el encargo que te voy a dar», a lo cual Harpago responde: )=W basileu=... ou)... parei=dej a)ndri\ t%=de a)/xari ou)de/n «Oh rey... nunca jamás has advertido en éste tu siervo nada que pudiera disgustarte». § 501. En ático, en Platón en particular, w)= aparece como la cortesía más banal: en el Banquete, sobre 70 vocativos, existen 6 que no están precedidos por w)=. Es la ausencia de w)= la que es significativa: una emoción viva, una llamada patética, un vivo descontento, una parodia de gran estilo, o el deseo de tener, por una fórmula un poco seca, alguien a distancia (como se hace con un esclavo), o simplemente una brusca invitación. Compararemos frente a la pág. 194 A–E, donde todos los vocativos están precedidos de w)=, dos casos como: 174 E )=W, fa/nai, )Aristo/dhme, ei)j kalo\n h)/keij «Oh Aristodemo», dijo, «llegas en buen momento» y 175 A Su\ d ), h)= d )o(/j, )Aristo/dhme, par ) )Eruci/maxon katakli/nou «Pero tú, dice él, Aristodemo, colócate sobre el lecho al lado de Eurisímaco». Agatón ha acogido graciosamente a Aristodemo, a quien no había 41

invitado; pero, en su desengaño de no ver a Sócrates con él, le habla en seguida más secamente. 175 A Ou) ske/yei, e)/fh, pai=, kai\ ei)sa/ceij Swkra/th; «Esclavo», dijo, «¿quieres buscar a Sócrates y traerlo aquí dentro?». § 502. Este gran aumento, debido a la urbanidad de las formas áticas, del empleo de w)= disminuye rápidamente desde los inicios de la Koinh/. La interjección no aparece en los papiros más que en las formas de maldición solemne; en los Evangelios no está atestiguada más de 3 veces, y con un valor expresivo: Mat. 15, 28 w)= gu/nai, mega/lh sou h( pi/stij «¡Oh mujer, grande es tu fe!». Así se exclama Jesús, conmovido y sorprendido por la confianza de la cananea. Observaciones.- En la mayoría de los casos w)= precede a un sustantivo o a un adjetivo con el que se relaciona: w)= fi/le Mene/lae. Sin embargo, podemos encontrar, por lo menos en poesía, el orden: fi/loj w)= Mene/lae o w)= fi/loj w)= Mene/lae. Se ha querido ver un matiz, según que el sustantivo o el epíteto siga inmediatamente la interjección: en el primer caso se insistiría sobre el objeto, en el segundo sobre la cualidad: Sóf. El. 86 w)= fa/oj a(gno/n debería entenderse «luz, pura luz», mientras que Ay. 529 w)= fi/l ) Ai)/aj «tú, que yo amo, Ayax». Es posible que, de una forma más o menos consciente, así los autores hayan destacado lo que era más importante a sus ojos; pero puede ser peligroso buscar matices de sentido en giros que la prosa no ha atestiguado.

Observación general sobre la evolución del vocativo. § 503. Podemos pensar lo que ha sido el vocativo en griego como en la mayoría de las lenguas indoeuropeas modernas: aún vivo en el antiguo eslavo, por ejemplo, el vocativo sólo ha conservado un poco la vitalidad en las lenguas rurales, como el esloveno, mientras que ha desaparecido, en cuanto caso en ruso y polaco. En griego moderno, no sólo se mantiene, sino que se desarrolla: conservando la antigua oposición e)/mporoj e)/mpore en el tipo temático, la lengua, constituyendo tipos de nuevas declinaciones, siempre ha conseguido distinguir el nominativo del vocativo singular. Esta voluntad de distinguir los dos casos es tan poderosa que lleva a este resultado paradójico: el vocativo, que antaño, en la mayoría de los tipos, tenía forma común con el nominativo y se distinguían del resto de la flexión, hoy en día presenta a menudo las mismas formas del acusativo y del genitivo, y se separan del nominativo: pate/ra «padre» no se distingue de (tou=) pate/ra o de (to\n) pate/ra, pero se opone a o( pate/raj. No son sólo algunos tipos rejuvenecidos como pate/raj, que están en esta situación: nuevas declinaciones oponen pappou= «abuelo» a pappou=j o kafe/ «café» a kafe/j. Para conservar una categoría por la cual tenía interés, la lengua ha quebrado la antigua solidariedad morfológica que unía estos dos casos.

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ÍNDICE

CAPÍTULO IX: LOS CASOS Generalidades I. Nominativo II. Acusativo A. Acusativo ded verbos en función transitiva B. Doble acusativo C. Acusativo ded verbos en función intransitiva Observación general sobre la evolución del acusativo III. Genitivo A. Genitivo partitivo B. Genitivo adnominal C. Genitivo ablativo Observación general sobre la evolución del genitivo IV. Dativo A. Dativo propiamente dicho B. Dativo instrumental C. Dativo locativo Observación general sobre la evolución del dativo V. Vocativo Observación general sobre la evolución del vocativo

p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p.

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