Cristo, El Misterio de Dios
CUADERNILLO SINODAL
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Jesucristo, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre
A Dios nadie lo ha visto nunca;
Nota: Recordar de enviar lo antes posible las propuestas a la parroquia y una copia a la Secretaria del Sínodo o al Obispado o al e-mail:
[email protected]
el Hijo nos lo ha manifestado. Jn 1, 18 A Dios nadie lo ha visto nunca; si nos amamos Dios permanece en nosotros 1 Jn 4, 12
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4. ORACIÓN PRESENTACIÓN Como Iglesia diocesana que realiza memoria agradecida de su caminar durante estos 50 años iluminada por el Concilio Vaticano II y las conferencias Generales de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida, queremos profundizar en la experiencia de fe para ser testigos de esperanza, profetas de la dignidad y servidores fieles y eficaces de excluidos y marginados. Al iniciar este camino de oración, reflexión, estudio, discernimiento y propuestas a través de los Grupos Sinodales empezamos por ahondar y hacer nuestra la fe en Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo que nos une a Él en el Espíritu. Lo hacemos en medio de la encrucijada que ahora, aquí, en nuestro Departamento de Cortés, presentan los diversos caminos que encontramos como alternativos para nuestro ser discípulos misioneros del Señor.
1. ENCRUCIJADA (Mirar la realidad) Continuamente nos encontramos con ciertas expresiones religiosas, escritas mayormente en los buses y taxis que, si las vamos leyendo con atención, nos presentan imágenes de Dios a las que vale la pena dedicar un momento de reflexión. De igual manera, tenemos en nuestro lenguaje otra serie de expresiones que responden a modos especiales de pensar sobre Dios, a todas estas formas de pensar las vamos a llamar “caminos” que presentamos brevemente:
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Ante la imagen del crucificado recitamos juntos el Credo en su formulación niceno-constantinopolitana: " reo en un solo Dios, C Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros lo hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Y, guiados por el Espíritu, nos damos la paz y nos sabemos en camino. 15
1. El camino de la protección
3. EN CAMINO (Actuar: Nuestras Propuestas) En el tema 0 citábamos el Reglamento de los Grupos Sinodales: La finalidad última de los grupos es elaborar propuestas que sirvan de guía al camino de la Iglesia Diocesana en los próximos años. Las propuestas deben ser fruto de un discernimiento que toma conciencia de la realidad y que busca cómo hacer presente en ella el Reino de Dios. Cada Grupo Sinodal debe dar su aporte señalando:
La situación a la que se quiere responder.
El fundamento en la Palabra de Dios, acogida en la tradición viva de la Iglesia.
La propuesta concreta.
Las actitudes, cauces y líneas de acción que la hagan operativa. Art. 10.
Nos disponemos para elaborar esas propuestas con el esquema recién recordado. ¿Sobre qué aspectos hacer estas propuestas? Hemos de centrarnos en lo que está más directamente relacionado con el tema y tener en cuenta que seguiremos reflexionando y proponiendo sobre otros catorce. Ahora podemos centrarnos, por ejemplo, en :
Religiosidad y devoción popular. Cambios culturales y fe. Lenguajes religiosos. Presentación de Jesucristo como nos lo enseña el Evangelio frente a expresiones de las sectas. Lugares, tiempos y signos religiosos. Revisión de los métodos de evangelización. ¿Cómo fomentar la espiritualidad profunda y autentica? 14
Encontramos frases como estas: “Cubierto con la Sangre de Cristo”, “Protegido de Dios”, “Dios está conmigo”, etc. Es cierto que “Dios protege a todos aquellos que le buscan y confían en Él”. Ahí no está el problema sino en pensar que esta protección es “mágica”, es decir, que, independientemente de cómo maneje o cómo yo me comporte con los demás, Dios tiene que cuidarme y protegerme automáticamente. En este caso Dios es “algo”: una fuerza o un poder al que yo puedo manipular y, en algunos casos, hasta lo puedo comprar. Esta manera de pensar termina reduciendo a Dios a nuestros criterios humanos y caprichosos, olvidándosenos que Dios es Dios.
2. El camino de la prosperidad Es cada día más usual encontrar algunas de las siguientes frases: “Regalo de Dios”, “Bendición de Dios”, “Prosperado por la Palabra”, etc. Es cierto que “Dios hace próspera las obras de las manos de aquellos que le sirven y le buscan con un corazón sincero”, pero la dificultad la encontramos cuando creemos que todo lo que tenemos viene inmediatamente de Dios sin importar cómo lo conseguimos. Este Camino de la prosperidad, es también conocido como “Evangelio de la prosperidad”. Éste es un conjunto no sistematizado de doctrinas de ciertos grupos religiosos que enseñan que la prosperidad económica y el éxito en los negocios son una "evidencia externa" del favor de Dios. Para este camino, todos los que son ricos y gozan de salud han sido bendecidos por Dios, y los que son pobres, enfermos, marginados o sufren es porque les falta fe o no tienen confianza en el Señor porque, de lo contrario, serían bendecidos por Dios. Y así, la religión se reduce a la alabanza y a la confesión pública de un Dios que garantiza la propia prosperidad. 3
por la dignidad, que recibimos también como tarea que debemos proteger, cultivar y promover. Lo bendecimos por el don de la fe que nos permite vivir en alianza con Él hasta compartir la vida eterna. Lo bendecimos por hacernos hijas e hijos suyos en Cristo, por habernos redimido con el precio de su sangre y por la relación permanente que establece con nosotros, que es fuente de nuestra dignidad absoluta, innegociable e inviolable. Si el pecado ha deteriorado la imagen de Dios en el hombre y ha herido su condición, la buena nueva, que es Cristo, lo ha redimido y restablecido en la gracia (cf. Rm 5, 12-21). DA 104.
En esta misma línea podemos situar la invocación del “Dios del Pacto”, con el que se negocia para que nos dé algo a cambio de unas oraciones acompañadas con la correspondiente ofrenda.
3. El camino popular ¿Cuántas veces empleamos expresiones como “Primero Dios”, “Si Dios quiere”, “Si Dios lo permite”, “Dios mediante”? Estas expresiones nos son muy cercanas, muy populares, al mentar a Dios. Podemos hablar de una “Teología popular”. Es cierto que Dios es un Padre providente “que cuida hasta de las aves del cielo y de las flores del campo”, pero la dificultad la encontramos cuando, fiados de su providencia, nos desentendemos de nuestras responsabilidades.
Alabamos a Dios por los hombres y mujeres de América Latina y El Caribe que, movidos por su fe, han trabajado incansablemente en defensa de la dignidad de la persona humana, especialmente de los pobres y marginados. En su testimonio, llevado hasta la entrega total, resplandece la dignidad del ser humano. DA 105. Bendecimos al Padre porque todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, puede llegar a descubrir, en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15), el valor sagrado de la vida humana, desde su inicio hasta su término natural, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho, se fundamenta “la convivencia humana y la misma comunidad política”. DA 108.
Al mismo tiempo que decimos “si Dios quiere”, observamos cómo triunfa lo que Dios no quiere: violencia, corrupción, desigualdad,… Si aceptamos y nos resignamos ante estas realidades tendremos que ir concluyendo que Dios no ha penetrado en nuestro corazón, que se ha quedado a un nivel expresivo “popular” pero que no existe un autentico conocimiento y seguimiento de su voluntad. Esta es una forma de tomar el nombre de Dios en vano.
4. El camino de la secularización Como reacción a los caminos anteriores nos encontramos otro nuevo que, poco a poco, se va dando en nuestra sociedad: más en las ciudades que el campo, más en los jóvenes que en los mayores, más entre los “instruidos” que entre la gente sencilla. Este camino es como un movimiento de ideas y costumbres, que insiste en la autonomía del ser humano. Es cierto que es voluntad de Dios que el hombre crezca, se multiplique y domine la creación, pero la dificultad la encontramos cuando se cierra el horizonte del ser humano y toda posibilidad de abrirse al 4
Para el diálogo:
Expresar aquello que nos ha quedado más claro de lo que hemos leído, escuchado y reflexionado. Dios se nos ha revelado en Jesucristo. ¿Qué nos dice esta expresión? ¿Qué imagen de Dios nos queda de lo que hemos leído? ¿Qué tendríamos que decir ahora recordando las expresiones que encontramos en buses o taxis, recordando las expresiones que nosotros utilizamos frecuentemente? 13
Jesús ha revelado que Dios es "Padre"en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto Creador, es eternamente Padre en relación a su Hijo Único, que recíprocamente sólo es Hijo en relación a su Padre: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar"(Mt 11,27). CIC 240. La verdad revelada de la Santa Trinidad ha estado desde los orígenes en la raíz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del bautismo. Encuentra su expresión en la regla de la fe bautismal, formulada en la predicación, la catequesis y la oración de la Iglesia. Estas formulaciones se encuentran ya en los escritos apostólicos, como este saludo recogido en la liturgia eucarística: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros"(2 Co 13,13; cf. 1 Cor 12,4–6; Ef 4,4–6). CIC 249. Durante los primeros siglos, la Iglesia formula más explícitamente su fe trinitaria tanto para profundizar su propia inteligencia de la fe como para defenderla contra los errores que la deformaban. Esta fue la obra de los Concilios antiguos, ayudados por el trabajo teológico de los Padres de la Iglesia y sostenidos por el sentido de la fe del pueblo cristiano. CIC 250.
3. El encuentro con Jesús, el rostro humano de Dios, reorienta nuestro camino
encuentro de algo más que el consumir, producir, buscarse a sí mismo, etc. De ahí que en la vida práctica Dios no tenga cabida. 5. El camino de las emociones “Como busca la cierva la fuente de aguas vivas”. Los seres humanos no somos solamente cabeza y razón. Los sentimientos y los deseos forman parte de nuestra esencia. Las emociones, la necesidad de sentirnos amados, los temores y las alegrías forman parte de nosotros mismos. Pero para muchos la búsqueda de Dios corre el peligro de reducirse solamente a la búsqueda de lo emocional, y a la liberación de temores frente a espíritus y fuerzas sobrehumanas. Para este camino todo lo que resulta raro, extraordinario, “milagroso” o sorprendente se convierte en el único cauce de encuentro con Dios, y de ahí la necesidad de multiplicar eventos, acciones impactantes, sanaciones…y de ahí, también, el sincretismo – la mezcla- de propuestas más o menos “religiosas” de raíz cristiana, budista, gnóstica…
Para el diálogo:
¿De estos caminos, cuál nos parece más frecuente entre nosotros y entre las personas de nuestro entorno?
¿Qué aspectos, de unos y de otros, están más presentes en la vida y en las decisiones ordinarias?
¿Qué otras expresiones y comportamientos podemos señalar, además de las aquí presentadas?
Lo expresamos con Aparecida en forma de alabanza que recitamos juntos: Bendecimos al Padre por el don de su Hijo Jesucristo, “rostro humano de Dios y rostro divino del hombre”. Bendecimos a Dios por la dignidad de la persona humana, creada a su imagen y semejanza. Nos ha creado libres y nos ha hecho sujetos de derechos y deberes en medio de la creación. Le agradecemos por asociarnos al perfeccionamiento del mundo, dándonos inteligencia y capacidad para amar; 12
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2. BRÚJULA Y MAPA (Juzgar: Conocer la enseñanza de la Iglesia) 1- Esta diversidad de caminos no es nueva Ni es nueva, ni es nuestra solamente. Todos los hombres, en todo lugar, se han preguntado y se preguntan por el sentido de sus vidas, y por si en ellas está presente Alguien que pueda responder a su búsqueda de felicidad y de plenitud. Surge así la experiencia religiosa y la diversidad de religiones que son una realidad humana pero no simplemente humana porque si Dios no estuviese en el fondo del hombre dándose permanentemente, revelándose constantemente, el hombre no hubiese podido ser religioso. Conscientes de esto, hemos de reconocer que nuestro hablar de Dios, nuestro pensar en Él, nuestra experiencia religiosa es nuestra. Y lo nuestro, lo mío, no es Dios. Dios es siempre mayor. Debemos orar como Eckart, el gran maestro espiritual: “Dios mío, líbrame de mi Dios” y, al mismo tiempo, recordar la expresión que Pascal pone en boca de Dios: “No me buscaríais si no me hubieseis encontrado” Antes de que nosotros busquemos a Dios, Él ha salido ya a nuestro encuentro. Lo recordamos con la carta primera de Juan: “En esto está el amor: no es que nosotros hayamos amado a Dios. Sino que Él nos amó primero” 1 Jn 4, 10.
2- Dios se hace camino Y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados. Así continúa el texto de Juan. Reconocemos en Jesús a Dios mismo que se nos hace camino. Por eso queremos revisar nuestro caminar para que esté cada día más de acuerdo con el de Jesús y pueda ser camino para que todos lo reconozcan como su vida y verdad. No queremos hacer publicidad de “nuestra religión”, ni presumir porque nuestra iglesia es la mejor. Queremos ser auténticos discípulos que comparten la alegría de su fe. Nos sabemos Pueblo de Dios que camina y, por eso, hacemos ahora memoria de cómo Dios ha dirigido el caminar de su pueblo en diversas ocasiones y bajo diferentes formas hasta que nos habló por medio del Hijo. 6
desafíos para mantener la fidelidad al Dios que ama a cada hombre; que se identifica con los crucificados; que a todos llama hijos. ¿Realmente este hombre Jesús es Hijo de Dios? ¿Realmente es hijo de mujer desde su concepción? ¿Realmente es María Madre de Dios y no simplemente madre del Mesías? ¿Realmente es totalmente Dios y totalmente hombre? Y el Espíritu ¿es simplemente una dimensión de Dios o es como el Padre y el Hijo? Responder a estas preguntas no era una mera cuestión de teorías. Se trataba de modos de entender a Dios y al hombre. Se trataba de modos de vivir y, por tanto, de convivir en dignidad, en justicia, en paz. La diversidad de mentalidades y los intereses contrapuestos crearon tensiones y enfrentamientos. Los primeros Concilios tuvieron la tarea de discernir y de expresar la fe en nuevos modos. Nicea, Constantinopla, Éfeso, Calcedonia, fueron las ciudades sede de esos cuatro primeros concilios. El credo “largo” que recitaremos al final de la reunión es el credo “niceno-constantinopolitano”. Con él confesamos el misterio de Dios que es en sí mismo amor y comunión. Que es Unidad y Trinidad. Que nos incorpora a su amor, a su comunión. Que en el Espíritu del Hijo nos hace hijos y nos da libertad para invocarlo como Padre. Que nos congrega en un solo pueblo de hermanos. Que nos llama a vivir sabiendo que no tenemos aquí ciudad permanente sino que buscamos la futura en la que no hay templo alguno porque el Señor Dios todopoderoso y el Cordero son su templo; en la que no hay muerte, ni pena ni llanto, ni dolor; en la que todo lo antiguo ha pasado. Hb 13; Ap 21. El Catecismo de la Iglesia Católica nos sirve de recordatorio de lo que los primeros concilios y toda la tradición viva de la Iglesia ha ido expresando: Al designar a Dios con el nombre de "Padre", el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. CIC 239.
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2.5- Jesús, es Señor para gloria de Dios Padre A la luz de la resurrección los discípulos entendieron -y entendemos - las Escrituras. Metiendo los dedos en la mano del crucificado y la mano en su corazón traspasado pudieron decir -podemos decir“Señor mío y Dios mío” y reconocer cómo es Dios el que en la cruz está reconciliando al mundo consigo, haciendo llegar lo nuevo, transformándonos en criaturas nuevas. Con asombro nos acercamos al misterio de amor que es Dios, con no menor admiración contemplamos el misterio de la nueva humanidad. 2 Cor 5, 17-21. Pablo va recordando todo esto en sus comunidades. Desde su experiencia del amor del Padre que le reveló a su Hijo –Gal 1, 15- se sabe elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios- Rm 1,1-4- y para exhortar, con un himno ya conocido por la comunidad, a mirar a Cristo Jesús: El, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre. Fil 2, 6-11.
2.1- Dios mira, Dios oye Recordamos al Señor que sale al encuentro de Moisés y, como él, nos sabemos invitados a descalzarnos, a caminar en humildad y sencillez. Con Moisés escuchamos: He visto la humillación de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas cuando los maltrataban Ex 3, 7 ¿Por qué mira Dios, por qué escucha? No porque sea el pueblo más numeroso, ni por sus méritos - Dt 7, 7; 9, 6- sino por el amor que tiene, por su fidelidad. Él, por pura iniciativa suya, saca a su pueblo del país de Egipto para que no sea más esclavo. Él rompe el bastón de los vigilantes para que camine erguido. Lv 26, 13.
2.2- Los profetas y la denuncia de los caminos falsos Cuando el pueblo olvida esto, y se comporta como si Dios necesitara algo: sacrificios, alabanzas, ofrendas; como si estuviera ciego y sordo al grito del pobre y del humilde; como si, al igual que un hombre prepotente, se interesara por imponer su fuerza; cuando el pueblo crea “ídolos” y construye imágenes y se cree seguro en sus templos, suscita Dios a los profetas para recordar que:
2.6- La comunidad cristiana se asombra y contempla el misterio de Dios
No soporta sacrificios y fiestas. Sus ceremonias se han vuelto un peso porque ve la sangre en sus manos, mientras que su llamada es a hacer el bien, a buscar la justicia, a dar su derecho al oprimido Is 1, 11-20.
Las comunidades cristianas, en medio de persecuciones y represión, mantuvieron gozosamente su confesión de fe en el Dios Padre del Señor Jesús. Caminaron en su seguimiento guiadas por el Espíritu que les hace capaces de amar y de esperar un cielo nuevo y una tierra nueva en la que habite la justicia. Cuando cesa la represión y se tolera la fe de los cristianos, más aún, cuando el Imperio Romano hace suya esa fe, se abren nuevos retos para expresarla de modo comprensible para la cultura filosófica de la época y surgen nuevos
No es en el templo donde se encuentra la seguridad al tiempo que el templo se trasforma en cueva de ladrones sino cuando se mejora el proceder y se hace justicia a todos. Jr 7, 1-12. Porque cuando yo saqué a sus padres de Egipto no les hablé ni ordené nada referente a sacrificios y holocaustos. Lo que les mandé, más bien, fue esto: “Escuchen mi voz y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. Caminen por el camino que les indiqué para que siempre les vaya bien”. Jr 7, 22-23.
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Por eso:
2.4- Jesús, Palabra hecha carne
Al impío Dios le dice: «¿Por qué vas repitiendo mis preceptos, y andas siempre hablando de religión, tú que odias mis reprensiones y te echas mis palabras a la espalada? Si ves un ladrón, corres con él, Y entre los adúlteros tienes tu sitio. Das rienda suelta a tu boca para el mal y tu lengua urde el engaño. Si te sientas, hablas mal de tu hermano, deshonras al hijo de tu madre. Si tú lo haces, ¿tendré yo que callarme? ¿o piensas que yo soy como tú? Salmo 50, 16-23.
2.3- Jesús como profeta La llamada de los profetas se hace más radical en Jesús y en su llamada a buscar, ante todo, la voluntad del Padre: No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos, más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros. Entonces yo les diré claramente: Nunca les conocí. ¡Aléjense de mí, ustedes, que hacen el mal. Mateo 7, 21-24.
Un Padre que no necesita largos rezos sino que ya sabe de nuestra necesidad antes de que pidamos. Mt 6,8
Un Padre que no quiere sacrificios sino misericordia. Mt 9, 13; 12, 7
Un Padre que crea continuamente vida, libertad, dignidad. Jn 5, 17
Un Padre… (Recordemos juntos expresiones de los evangelios que tengamos más cerca de nuestro corazón). 8
Pero Jesús fue condenado como blasfemo por los que representaban a Dios en medio del pueblo, y crucificado en nombre de Dios por los que, al pie de la cruz, hacen burla de su confianza radical en el Padre. Pero, al pie de la cruz, un pagano, expresa lo que constituye el fundamento de nuestra fe: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. Mc 15,39. El evangelista Marcos pone en labios de este personaje lo que los apóstoles experimentarán al reconocer que Jesús vive. Más aún, que la Vida llena su ser, que él es Vida, que es y da Vida, que es Espíritu, que es Señor. Lo recordamos con un texto de Aparecida: Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, con palabras y acciones, con su muerte y resurrección, inaugura en medio de nosotros el Reino de vida del Padre, que alcanzará su plenitud allí donde “no habrá más muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo antiguo ha desaparecido” (Ap 21, 4). Durante su vida y con su muerte en cruz, Jesús permanece fiel a su Padre y a su voluntad (cf. Lc 22, 42). Durante su ministerio, los discípulos no fueron capaces de comprender que el sentido de su vida sellaba el sentido de su muerte. Mucho menos podían comprender que, según el designio del Padre, la muerte del Hijo era fuente de vida fecunda para todos (cf. Jn 12, 23-24). El misterio pascual de Jesús es el acto de obediencia y amor al Padre y de entrega por todos sus hermanos, mediante el cual el Mesías dona plenamente aquella vida que ofrecía en caminos y aldeas de Palestina. Por su sacrificio voluntario, el Cordero de Dios pone su vida ofrecida en las manos del Padre (cf. Lc 23, 46), quien lo hace salvación “para nosotros” (1Cor 1, 30). Por el misterio pascual, el Padre sella la nueva alianza y genera un nuevo pueblo, que tiene por fundamento su amor gratuito de Padre que salva. DA 143.
Las palabras de Jesús guían nuestro camino, nos orientan en la encrucijada. Acogemos sus palabras recordadas por los que acompañaron su caminar pero, sobre todo, acogemos el testimonio del Padre que, resucitando a Jesús, nos lo entrega como su Palabra Eterna. Jesús, el crucificado que vive, es el camino, la verdad, la vida; la Palabra hecha carne que habita entre nosotros. 9