JORNADA ESCUELA FAMILIA Y COMUNIDAD SALTA, COMUNIDAD DE LECTURA

JORNADA ESCUELA FAMILIA Y COMUNIDAD SALTA, COMUNIDAD DE LECTURA El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la provincia de Salta, en su afán

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JORNADA ESCUELA FAMILIA Y COMUNIDAD SALTA, COMUNIDAD DE LECTURA El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la provincia de Salta, en su afán de propiciar la ejecución de las líneas prioritarias de acción del Plan Nacional de Educación Obligatoria y Formación Docente, se suma a la realización de la 4ª Jornada “Escuela, Familia y Comunidad”. Ésta tendrá lugar en toda la provincia el día jueves 09 de octubre del corriente año y, atendiendo a las necesidades específicas de la jurisdicción, se define como eje central de trabajo el de “Lectura y Tradición Oral”. Consideramos que la tradición oral es una manifestación cultural de singular importancia, tanto en el arte como en la educación, y constituye un instrumento disparador de diversas actividades en distintos campos que involucran el uso de la palabra. Es por ello que pretendemos reforzar el incuestionable valor de la palabra tomada desde una perspectiva socio- cultural, teniendo en cuenta a la oralidad y la tradición como elementos centrales para la transmisión de la cultura y para la difusión del libro y la lectura; ya que el encuentro que implica el relato de historias, leyendas, cantos, coplas y poesías posibilita que el patrimonio literario salga de los estantes y se convierta en palabra dicha y difundida. La tradición oral, entonces, puede ser pensada a partir de su importancia en la comunicación y transmisión de valores, cultura e identidad y, por supuesto, de su gran valor formativo en el desarrollo de diversas capacidades imprescindibles en la educación de niños y adolescentes. Pensemos en la capacidad de expresarse oralmente, de enriquecer el pensamiento y la imaginación, de mejorar la conceptualización, de formar un espíritu crítico, de organizar la realidad a través del discurso, de mejorar la lecto- escritura, acceder con placer al mundo de los libros y crear y afirmar la propia identidad. Cada escuela tendrá, como lo marca el espíritu de las Jornadas en todo el país, autonomía para delinear las actividades concretas a realizar ese día. Sin embargo, desde el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la provincia de Salta, sugerimos que las actividades se concentren en las aulas. Podrán realizarse en un módulo o durante toda la jornada, pero esperamos que sea el aula el espacio primordial del trabajo y del encuentro entre la escuela y la comunidad. La selección del material a trabajar se realizará teniendo en cuenta la amplísima cantidad y diversidad de textos literarios y no literarios con los que cuentan las escuelas actualmente, fomentando el uso de las Colecciones Literarias de Aula (Nivel Inicial y Primer Ciclo) y las Colecciones Literarias de Nivel Secundario. Además, desde el Plan Provincial de Lectura y a través de la página web del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología se brindará asistencia y se acercarán sugerencias de actividades para que las escuelas puedan considerarlas en su planificación particular. Deseamos que estas Jornadas sean valiosos espacios de escucha, reflexión y reconocimiento del otro junto a la comunidad que nutre la vida cotidiana de la escuela. Las lecturas compartidas serán una oportunidad para imaginar, explorar y disfrutar colectivamente, y para construir y re construir lazos sociales sólidos y fértiles, que abreven en la memoria colectiva para crecer hacia un futuro mejor para todos. Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología CPN Roberto Dib Ashur

PROPUESTAS PARA NIVEL INICIAL

PROPUESTAS PARA NIVEL PRIMARIO

PROPUESTAS PARA NIVEL SECUNDARIO

TALLERES Y ACTIVIDADES PROPUESTAS POR EL MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN PARA EL NIVEL INICIAL

LECTURAS Y ARTE 1- A partir de personajes de cuentos (como monstruos, hadas, duendes, superhéroes y otros) identificar las características de su aspecto físico, vestuario, semejanzas y diferencias, su comportamiento, etc. Invitar a la comunidad a crear junto con los chicos nuevos personajes, dibujarlos o pintarlos, hacerles una ficha, inventarles una historia. Como cierre de la actividad, pueden exponerse los personajes inventados o armar un libro de “Monstruos” o “hadas” que pueda circular por las casas y se incorpore a la Biblioteca del jardín. 2- La propuesta de Museo Itinerante para primaria, puede ir también para Inicial. 3- Seleccionar de las Colecciones de Aula aquellos libros relacionados con arte y pintura, música y canciones, obras de títeres, etc. Por grupos, podrán elegir un tema y leer con las familias esos libros para cantar una canción, jugar alguna obra de títeres, inventar una historia a partir de un cuadro, etc. LECTURA Y VIDA COTIDIANA 1- Se puede pedir a las familias, que envíen por escrito juegos reglados o se acerquen a enseñarlos al jardín. El grupo de niños, junto a su docente, podrán armar un fichero de Juegos incluyendo nuevos juegos inventados por ellos y también los juegos de mesa de las Ludotecas institucionales. Durante la jornada, podrán compartir con la comunidad algunos de estos juegos. POESÍA 1- Inventar poesías y textos poéticos agrupados por familias. Luego de haber transitado un recorrido de lectura de diversos textos poéticos, se puede invitar a los chicos junto con sus familias a crear su propia poesía: puede ser a partir de una imagen, algún personaje, de paisajes, de alguna situación curiosa u objetos. Se podrán hacer algunas preguntas para guiar la construcción de sentidos, como: ¿A qué huele? ¿Qué sabor tendrá? ¿Tiene colores? ¿Cuáles? O invitar a hacer comparaciones “es verde como…” ; “es suave como…” “es alto como…” Creando personajes imaginarios. Inventando historias El arte visual y la narración nos acercan a variados personajes imaginarios que nos invitan a conocer otros mundos y vivir experiencias maravillosas. Una posibilidad puede ser observar obras de personajes raros, con características extrañas para inventar historias en pequeños grupos entre los niños y/o con las familias. También resultará interesante invitar a las familias a escuchar alguna historia y a partir de la misma crear un personaje imaginario utilizando distintos materiales, soportes y herramientas.

Podrá realizarse una galería con la muestra de los trabajos o la recopilación de las historias en una carpeta para que circule por las casas de todos los niños. Hacemos publicidad La propuesta consiste en poner a disposición de los niños distintos tipos de folletos que muestran como se dan a conocer los negocios del barrio y otros productos. Se podrán observar, leer, clasificar y relevar aquellos que tenga información interesante para los niños y sus familias. A partir de esto se favorecerá la escritura de folletos que cuenten a los demás algunas actividades que se realizan en el jardín como la biblioteca o la juegoteca. En una jornada compartida se invitará a los familiares a mirar y leer los folletos y también podrán escribir algunos junto a los niños. Juguemos a la ronda mientras… Las rondas permiten la posibilidad de compartir con otros momentos de juego maravillosos. Cantar, girar, reír, detenerse, bailar y conocer - variadas rondas tradicionales de esta y otra épocas - donde la poesía y la rima tienen un lugar central habilitando el jugar con el lenguaje y la apropiación del mismo a los niños pequeños. Se podrá jugar con los niños en distintos momentos y espacios, invitar a familiares y profesores especiales a que se sumen a la propuesta con la posibilidad de que ellos enseñen alguna ronda. Compartir con otras salas y las familias un día de rondas para jugar todos juntos como un modo de recuperar el valor cultural del juego. Caperucita Roja ¿Cómo es? Los cuentos tradicionales han ido cambiando a través de los tiempos y las generaciones. Existen variadas versiones sobre Caperucita Roja que se pueden trabajar con los niños para conocer en que se parecen y en que se diferencian. Luego con ayuda de las familias se recopilarán otras historias sobre este personaje. Los niños y sus familiares inventarán finales para el cuento de Caperucita Roja y se realizará una cartelera para compartir las historias.

TALLERES Y ACTIVIDADES PROPUESTAS POR EL MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN PARA EL NIVEL PRIMARIO

MUSEO ITINERANTE Proponemos trabajar sobre un recorrido de libros por tema o género (podemos elegir los cuentos clásicos, o leyendas y cuentos del mundo o historias de la mitología o aparecidos). A modo de ejemplo, sugerimos el abordaje de los libros que presentamos en la propuesta de textos de las Colecciones de Aula. Si bien están en las colecciones de 1º ciclo, son libros abordables también en el 2º ciclo, por la multiplicidad de miradas y lecturas que ofrecen. Se puede realizar una mesa de libros e invitar a todos a leer, comentar, discutir sobre las diferentes versiones, poner en común lo trabajado. Después de la lectura, los chicos pueden recrear personajes u objetos y, a partir de ellos, inventar nuevas historias entre varios: cambiar finales, sugerir nuevos conflictos. En la Jornada se pueden exponer las producciones. POESÍA QUE FLORECE. POESÍAS DE TRADICIÓN ORAL. POESÍAS DE AUTOR QUE RECREAN LA TRADICIÓN ORAL. Es interesante que los niños y niñas, al inicio, se zambullan en poesías, las lean a su ritmo, las disfruten. Pueden explorar libremente los libros dispuestos en una mesa. Cada uno puede hacerlo solo, en parejas o en pequeño grupo. Pueden tomar los libros que deseen, hojearlos, leer algunas páginas o leerlos completos, devolverlos a la mesa cuando quieran.

La maestra presenta algunos de los libros a manera de recomendación; ella decidirá cuáles de los libros con los que cuenta quiere resaltar. En esta actividad es importante la selección previa que hace el docente y la organización de la presentación de los libros –en las bibliotecas institucionales y de aula cuentan con abundante material-. A partir de esta actividad, que es deseable realizar más de una vez, es posible armar entre todos una carpeta con los poemas que más les gustan, aquellos que quieran compartir con sus compañeros y compañeras, los que recuerden porque se los cantaba o recitaba su mamá, su papá o alguna persona importante. Cada uno tiene que elegir una canción, poesía o verso, copiarla prolija, clara, sin faltas de ortografía, acompañarla con una ilustración si quiere e incorporarla a la carpeta. La carpeta “viaja” de casa en casa para que agreguen textos: cada uno puede llevarla semanalmente o con otra frecuencia, leerla, compartirla con sus familias y agregarle el material que deseen. Cada vez que la carpeta vuelve a la escuela para que pase de manos, leen, presentan y comentan las nuevas hojas. La maestra también selecciona lecturas para incorporar. En la primera jornada con la familia y la comunidad, pueden presentar la carpeta y leer parte del material recopilado. Por otro lado, luego de la “zambullida” en poesías los niños y niñas pueden crear las propias para incorporar a la carpeta. Una posibilidad es realizar esta actividad en la segunda jornada con familias. Se pueden ofrecer dos consignas de escritura para que cada uno elija la que le guste. Buscan un lugar cómodo en el que quieran escribir; puede ser el banco, el piso, en el aula o fuera de ella. Luego de la elaboración de borradores, cada uno presenta su escritura para comentar y hacer sugerencias. Así, llegan a las escrituras finales. SUSURRADORES Los susurradores son herramientas que sirven para narrar, de manera íntima, textos breves y poemas cortos. Supone que la palabra viaja desde la boca hacia el oído, directa, profunda, entre dos. Consiste en un tubo de cartón duro, de 60 cm como mínimo (cada uno lo decide a su gusto) decorado de diferentes maneras: con dibujos, pintado, con telas, con collage de distintos materiales, intervenido con cartapesta, etc. En el comienzo de la secuencia, es importante dedicar tiempo a susurrar y “ser susurrado”; es central el disfrute y la exploración, el probar sonidos, voces, distintos susurradores y maneras de decir, susurrar de a uno, de a dos y de todas las maneras que surjan. No se trata sólo de una técnica sino que es atravesado por el juego y los sentimientos. En simultáneo a los momentos de exploración y juego con susurradores, la maestra con los niños y niñas pueden construir los propios. Esto puede llevar más de un encuentro y pueden colaborar profesores de otras áreas como Plástica. Los niños y niñas pueden elegir poemas que ya conocen para susurrar (por ejemplo, los leídos en la actividad Poemas que florecen de este material); también pueden buscar otros. Pueden armar un repertorio según un tema dado o poemas sueltos; pueden memorizarlos o leerlos. Cada uno elegirá la manera en que se encuentre más cómodo. Entre todos, pueden armar recomendaciones para susurrar como, por ejemplo, cuidar de no gritar, combinar sonidos con texto, practicar, decirlo lento y muy claro, utilizar silencios, etc Antes de la jornada con las familias y la comunidad, se podría organizar una “susurrada” por la escuela. Además de susurrar, es necesario también practicar cómo abordar a una persona para proponerle un susurro; puede ocurrir que sientan vergüenza o que no se animen o que no sepan cómo presentarse. En la primera jornada con las familias y la comunidad, los niños y niñas pueden susurrarles y, luego, contarles cómo los construyeron, las recomendaciones que pensaron e invitarlos ellos mismos a susurrar. En la segunda jornada, podrían salir a susurrar con las familias a la plaza del barrio o a algún otro lugar que elijan. NANAS El trabajo con nanas puede comenzar por recordar aquellas canciones conocidas por los chicos para dormir. Las recitan o cantan (completas o la parte que sepan), las comentan, las repiten. Pueden organizar un espacio en el aula para que queden escritas al alcance de los chicos. A su vez, la maestra puede ampliar el repertorio y enriquecer con la presentación de algunas, además de las tradicionales, que le gustan y que canta. En la jornada con las familias y la comunidad, podrían presentar las nanas que recordaron, cantar todos y grabar las que más les gusten. También, a partir de los dos primeros versos del Arrorró tradicional, entre todos podrían inventar un Arrorró del grado.

Otra posibilidad de trabajo con relatos de tradición oral consiste en recopilar las historias que circulan en la comunidad. Antes de la segunda jornada con las familias, los niños y niñas pueden investigar y compartir los relatos en el aula. Luego, pueden escribirlos e ilustrarlos. En el encuentro con las familias y la comunidad, presentan sus producciones a la vez que, entre todos, pueden enriquecerlas, comentarlas, presentar otras versiones y compartir información sobre las historias (quién se las contó, si los personajes son de la comunidad, si conocen los lugares que se mencionan, etc). PAYADAS Proponemos trabajar con payadas como otra forma de poesía de transmisión oral. Sugerimos comenzar por la lectura de payadas típicas que también pueden buscarse para ver videos en Internet. (Hay payadas, contrapuntos y décimas de artistas reconocidos como Atahualpa Yupanqui, José Larralde, Horacio Guarany, Rafael Obligado, José Hernández, Hilario Ascasubi entre otros). Entre todos, pueden reflexionar sobre las características de estas poesías. Por otro lado, es interesante encontrar puntos en común entre las payadas y los raps actuales. Estos pueden ser muy cercanos y conocidos para los chicos y chicas y pueden aportar mucha información. En Internet pueden encontrarse diversos materiales de duelos entre payadores y raperos. Además de escuchar y mirar videos, pueden proponerse duelos en vivo.

TALLERES Y ACTIVIDADES PROPUESTAS POR EL MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN PARA EL NIVEL SECUNDARIO

1- LECTURAS Y ARTE Fotonovela En pequeños grupos realizar una serie de fotos sobre un tema de interés. A partir de las fotos escribir una historia que combine la imagen y el texto. Luego intercambiar entre los grupos solo las fotografías para que escriban una nueva historia. La actividad final consistirá en leer las historias surgidas de las fotos compartidas. De esta manera se verá cómo impactan las imágenes de modo diverso en los/as estudiantes. Cartas Encadenadas Proponer un intercambio epistolar en soporte papel dentro de la escuela. Para que todos y todas participen (adultos, jóvenes) se recomienda sortear quién escribirá a quién. Luego el intercambio se inicia con un fragmento que les haya gustado mucho de cualquier tipo de texto (poesía, cuento breve, teatro, canción, novela) sin que se especifique título y autor/a. Quien recibe la carta continúa el texto con otro fragmento de una obra que recupere la idea del texto recibido y la complete para volver a enviarla a su remitente. Se sugiere al menos dos envíos por persona. Una vez finalizado el intercambio se comparten las producciones finales y se develan los datos de los autores y las obras. 2- LECTURAS Y VIDA COTIDIANA Leer y escribir instrucciones II Otra posibilidad para trabajar luego de leer las instrucciones de Cortázar es seleccionar detalles de las Normas de Convivencia de la escuela o del Régimen Académico y redactarlos siguiendo el estilo de las instrucciones. Como cierre se puede hacer una presentación mural, o compartir en una lectura entre diferentes grupos de la escuela. 3- LECTURAS Y LITERATURA. POESÍAS Amor y política Versos enamorados, versos comprometidos. Los poemas transpiran sentimientos profundos, íntimos, convicciones, declaraciones de amor, pasión, ideales.

Luego de la lectura de los poemas, en grupos buscar palabras en diarios y revistas que les resulten atractivas por el sonido o porque les remiten a una imagen o a una historia. Luego mezclarlas en una bolsa y sacar de a una para ir formando un poema. La idea es dejarse llevar por el sonido y por las imágenes que transmiten esas palabras sacadas al azar. La actividad final consistirá en armar murales con los poemas producidos. También pueden fotografiarse esos murales y hacerlos circular por Internet a través de un blog o de las redes sociales para que circulen masivamente. “ (…) Salude usted de mi parte, si lo ve, al tal Benedetti. Dígale usted, por favor, que sus letras, puestas por mi boca en el oído de una mujer, arrancaron alguna vez un suspiro como esos que echan a andar a la humanidad entera.” Nota al pie de una carta escrita por el Subcomandante Marcos al escritor Eduardo Galeano.

Mario Benedetti ¿Cosecha de la nada? De El olvido está lleno de memoria. Hay quienes imaginan el olvido como un depósito desierto / una cosecha de la nada y sin embargo el olvido está lleno de memoria hay rincones del odio por ejemplo con un rostro treinta veces ardido y treinta veces vuelto a renacer como otro ave fénix del desahucio hay arriates de asombro con azahares sedientos de rocío / hay precarias lucernas del amor donde se asoman cielos que fueron apagados por la huesuda o por la indiferencia y sin embargo siguen esperando aunque nada ni nadie los desangre en voz alta ni el desamparo ni el dolor se borran y las lealtades y traiciones giran como satélites del sacrificio en el olvido encallan buenas y malas sombras huesos de compasión / sangre de ungüentos resentimientos inmisericordes ojos de exilio que besaron pechos hay quienes imaginan el olvido como depósito desierto / una cosecha de la nada y sin embargo el olvido está lleno de memoria. Galeano, Eduardo, Fuegos Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. De "El libro de los abrazos" Miguel Hernández, Atraviesa la calle Atraviesa la calle, dicen que todo el barrio y yo digo que nadie. Pero escuchando, ansiando, oigo en su mismo centro el alma de tus pasos, y me parece un sueño que, sobre el empedrado, alza tu pie su íntimo sonido descansado. 4- LECTURAS Y TRADICIÓN ORAL ¿Es un cuento o es verdad? El miedo paraliza, confunde, no permite distinguir fantasía de realidad. Algunas personas afirman que quien puede lograr que otros tengan miedo, tendrá poder. En nuestro país hemos vivido muchos momentos en los que quienes detentaban el poder, impartían miedo para dominar a la población. En un nivel más cotidiano, las leyendas que asustan tienen un mensaje sobre cómo debemos comportarnos.

Las leyendas inspiran a muchos autores a escribir relatos similares. Les proponemos leer el texto de Carlos Drummond de Andrade para realizar una actividad en la que los y las jóvenes reconstruyan cómo y con qué fin se transmiten las leyendas de su localidad. El intercambio de estas producciones permitirá contrastar diferentes versiones, debatir sobre su verosimilitud, reflexionar sobre los usos de las leyendas.

BRASIL: Carlos Drummond de Andrade, “Flor, teléfono, muchacha”, de Narradores de América, Buenos Aires, Editorial El Mangrullo, 1976. No, no es cuento. Yo soy uno de esos tipos que a veces escucha y otras no escucha, y así va tirando. Aquel día escuché porque era una amiga la que hablaba y hace bien oír a los amigos, aunque no hablen, porque un amigo es capaz de hacerse entender hasta sin señales. Hasta sin ojos. ¿Se hablaba de cementerios? ¿De teléfonos? No me acuerdo, pero fuera de lo que fuese, mi amiga —ah, sí; ahora me acuerdo, hablábamos de flores— de pronto se puso seria y bajó la voz. —Sé el caso de una flor, ¡pero es tan triste! Y sonriente: —Además, estoy segura de que no lo vas a creer. ¿Quién sabe? Todo depende de quién lo cuenta y de cómo lo cuenta. Hay días en que ni de esto depende: es cuando estamos poseídos de una credulidad universal; pero, argumento máximo para mí, ella aseveraba que la historia era verdadera. —La muchacha vivía en la calle General Polidoro —empezó diciendo—. Cerca del cementerio de San Juan Bautista. Como has de saber, los que viven por ahí, quiéranlo o no, se familiarizan con la muerte. No hay hora en que no pase un entierro y termine por interesarnos. No es tan fascinante como ver pasar navíos, o casamientos, o la carroza de un rey, pero siempre vale la pena mirarlos. La muchacha, naturalmente, prefería ver un entierro a no ver nada. Menos mal que el desfile de tanto cadáver no la deprimía. Si el entierro era muy importante, de esos, sabés, con un obispo o un general, la muchacha se quedaba a la entrada del cementerio para ver mejor. ¿Te has fijado cómo la gente se impresiona con las coronas? Demasiado, ¿no? Y se muere de curiosidad por saber qué hay escrito en las cintas. El muerto que da verdaderamente pena es el que llega sin acompañamiento floral, tanto da que sea por decisión de la familia o por falta de medios. Las coronas no sólo confieren prestigio al difunto, sino que hasta lo acunan. A veces ella entraba al cementerio y seguía al séquito hasta el lugar de la sepultura. Así adquirió, seguramente, la costumbre de pasear por allí dentro. ¡Dios mío, con tantos lugares para pasear como hay en Río! Y en el caso de esa muchacha, de haberse aburrido mucho, no tenía más que tomar el tranvía que va a la playa, bajar en el Morisco y apoyarse en el murete. Tenía el mar a su disposición, a cinco minutos de su casa. El mar, los viajes, las islas de coral, todo gratis. Pero, por pereza, o por su interés en los entierros o... qué sé yo, le dio por ir al San Juan Bautista, a contemplar bóvedas. ¡Pobre! —En el interior eso es muy común... —Pero ella era de Botafogo. —¿Trabajaba? —En su casa. Pero no me interrumpas. Ni me pidas el certificado de su nacimiento ni que te describa su físico. Para el caso que te estoy contando, eso no interesa. El hecho es que, de tarde, solía pasearse —o mejor dicho, “deslizarse”—, ensimismada, entre las callecitas blancas del cementerio. Leía una inscripción, o no la leía, descubría una figura de angelito, una columna trunca, un águila; comparaba las tumbas ricas con las tumbas pobres, hacía cálculos sobre la edad de los difuntos, miraba retratos y medallones —sí, ha de haber sido esto lo que hacía, porque allí, decime, ¿qué más podía hacer?—. Quizá llegó a subir el cerro, donde está la parte nueva del cementerio, las tumbas más modestas. Debe de haber sido ahí donde, una tarde, recogió la flor. —¿Qué flor? —Una flor cualquiera. Una margarita, por ejemplo. O un clavel. Para mí era una margarita, pero esto es puro pálpito, nunca lo averigüé. La tomó con ese ademán, vago y maquinal, que en ese caso todos hacemos, se la acercó a la nariz — como era de esperar, no tenía aroma—, después machucó la flor distraídamente y la arrojó hacia un costado, pensando en otra cosa. Tampoco sé si la muchacha tiró la margarita al pavimento del cementerio o al de la calle, de vuelta a su casa. Ella misma trató, más tarde, de esclarecer este punto, pero no pudo. Lo cierto es que ya estaba tranquilamente en su casa desde hacía unos minutos, cuando sonó el teléfono. Ella lo atendió. —Hola.

—¿Qué es de la flor que sacaste de mi sepultura? La voz era distante, pausada, sorda. Pero la muchacha rió y, comprendiendo a medias, preguntó: —¿La qué? Cortó. Volvió a su cuarto, a sus obligaciones. Cinco minutos después, el teléfono llamaba de nuevo. —Hola. —¿Qué es de la flor que sacaste de mi sepultura? Cinco minutos bastan para que la persona menos imaginativa se haga una composición de lugar. La muchacha rió de nuevo, pero prevenida. —La tengo aquí: vení a buscarla. En el mismo tono lento, severo, triste, la voz respondió: —Quiero la flor que me robaste. Dame mi florcita. ¿Era hombre? ¿Era mujer? Imposible adivinarlo por esa voz distante que, sin embargo, se hacía entender. La muchacha siguió su juego: —Ya te he dicho: vení a buscarla. —Sabes muy bien, hija mía, que yo no puedo buscar nada. Quiero mi flor y es tu obligación devolvérmela. —Pero ¿quién habla? —Dame mi flor, te lo suplico. —O me decís quién sos o no te la doy. —Dame mi flor. Tú no la necesitas y yo sí. Quiero la flor que brotó en mi sepulcro. La broma era estúpida, machacona. La muchacha, aburrida, cortó la comunicación. Se quedó tranquila el resto del día. Pero al siguiente, a la misma hora, el teléfono volvió a sonar. La muchacha, con toda inocencia, fue a atenderlo: —¡Hola! —¿Qué es de la flor...? No oyó más. Irritada, colgó el receptor. ¡Qué ganas de embromar! Con rabia, volvió a su costura. Apenas se sentó, la campanilla sonó de nuevo. Y antes de que la voz quejumbrosa recomenzase, ella advirtió: —Oiga, cambie de disco. Ya estoy harta. —Tienes que devolverme la flor —retrucó la voz doliente—. ¿Por qué razón te entrometiste con mi tumba? Tienes todo en el mundo, y yo, pobre de mí, he terminado. Me hace mucha falta esa flor. —Bueno, déjate de embromar. Cortó. Pero al volver a su cuarto, ya no iba sola. Llevaba consigo la idea de aquella flor, o, mejor dicho, la idea de la persona idiota que la vio arrancar una flor en el cementerio y ahora la cargaba por teléfono. ¿Quién podría ser? No recordaba haber visto a ningún conocido; era distraída por naturaleza. No sería fácil adivinar por la voz. Claro, era una voz camuflada, pero tan bien que no podía saberse si era de hombre o de mujer. Una voz extrañamente fría. Y llegaba de lejos, como de fuera de la ciudad. O de algún lugar más distante aún... ¿Te darás cuenta de que la muchacha ya empezaba a tener miedo? —Yo también. —No seas sonso. Bueno, el hecho es que esa noche a ella le costó dormirse. Y de ahí en adelante no durmió nada. La persecución telefónica no cesaba. Siempre a la misma hora, siempre en el mismo tono. La voz no amenazaba, no subía de volumen: imploraba. Parecía que la maldita flor era, para ella, la cosa más valiosa del mundo, y que su eterno descanso —admitiendo que se trataba de una persona muerta—dependiera de la restitución de una humilde florcita. Pero sería absurdo admitir tal cosa y, por lo demás, la muchacha no quería dejarse abatir. Al quinto o sexto día, escuchó firme la cantilena de la voz y, a continuación, le dijo de todo: que se fuera al demonio, que dejara de ser imbécil (palabra excelente porque se adecuaba a ambos sexos) y que si no se callaba, ella tomaría las medidas pertinentes. La medida consistió en avisarle al hermano y después al padre. (La intervención de la madre no había conmovido a la voz.) Por el teléfono, el padre y el hermano cubrieron de improperios a la voz suplicante. Estaban totalmente convencidos de que se trataba de alguien que quería hacerse el gracioso, sin tener pizca de gracia, pero lo raro era que, al referirse a él, decían “la voz”. —¿La voz llamó hoy? —preguntaba el padre, al volver del centro. —¡Mira que no! Es infalible —suspiraba la madre, desalentada. Por lo visto, con enfurecerse no se sacaba nada. Era menester usar el cerebro, indagar, hacer averiguaciones en el vecindario, vigilar los teléfonos públicos. Padre e hijo se repartieron las tareas. Lo primero fue frecuentar los comercios, los cafés más próximos, las florerías, los marmolistas. Si alguien entraba y pedía permiso para usar el teléfono, el oído del espía se afinaba. ¡Pero qué...! Nadie reclamaba una flor de sepultura. Quedaba la red de los teléfonos particulares. Uno en cada departamento, diez, doce en el mismo edificio. ¿Cómo descubrirlo?

El hermano comenzó a llamar a todos los teléfonos de la calle General Polidoro, después a todos los de las calles transversales, después a todos los de la característica 2-6... Discaba, oía el “Hola”, verificaba que ésa no era la voz y cortaba. Tarea inútil: la persona de la voz debía de estar mucho más cerca: el tiempo de salir del cementerio y llamar a la muchacha. Y muy escondida tenía que estar ya que sólo se hacía oír cuando quería, es decir, a cierta hora de la tarde. Este problema de la hora le inspiró a la familia algunas diligencias. Pero infructuosas. Claro que la muchacha dejó de atender el teléfono. Ni siquiera con sus amigas hablaba. Entonces la “voz” que le pedía “dame mi flor”, le decía al que atendía el aparato: “Quien me robó la flor tiene que restituirla”, “quiero mi flor”, etc. ... No dialogaba con estas personas. Únicamente conversaba con la muchacha. Y la “voz” no daba explicaciones. Quince días o un mes así termina por enloquecer a un santo. La familia quería evitar el escándalo, pero tuvo que quejarse a la policía. O la policía estaba demasiado ocupada en detener comunistas, o las investigaciones telefónicas no eran de su incumbencia: el hecho es que no se averiguó nada. El padre, entonces, corrió a la Compañía Telefónica. Lo recibió un caballero amabilísimo que, rascándose el mentón, aludió a factores de orden técnico. —¡Pero se trata de la paz de mi hogar, eso vengo a pedirle! La tranquilidad de mi hija, de mi casa. ¿O me veré obligado a privarme del teléfono? —No, no vaya a hacer eso, mi estimado señor: sería una locura. Entonces sí que no sabríamos nada. Hoy en día es imposible vivir sin teléfono, radio y heladera. ¿Me permite un consejo? Mire, vuelva a su casa, tranquilice a la familia y espere los acontecimientos. Le prometo que haremos lo posible. Bueno, ya te habrás dado cuenta de que todo eso no sirvió para nada. La voz siguió mendigando la flor. La muchacha, perdiendo el apetito y el ánimo. Andaba pálida, sin fuerzas para salir a la calle o para trabajar. ¡Ni qué decir para ver pasar los entierros! Se sentía desdichada, esclava de una voz, de una flor, de un vago difunto que ni siquiera conocía. Porque —ya te dije que era distraída— ni siquiera recordaba de qué tumba había sacado esa maldita flor. Si por lo menos lo supiera... El hermano volvió del cementerio diciendo que por donde su hermana había pasado aquella tarde había cinco sepulturas con flores plantadas. La madre no dijo nada, bajó, entró a la florería más cercana, compró cinco enormes ramilletes, cruzó la calle hecha un jardín viviente y, con ademán votivo, esparció las flores sobre los cinco túmulos. Volvió a casa y quedó a la espera de la hora insoportable. El corazón le decía que aquel gesto propiciatorio aplacaría el ansia del enterrado —si es que los muertos sufren y a los vivos les es dado consolarlos, después de haberlos afligido. Pero la “voz” no se dejó consolar ni sobornar. Ninguna flor le convenía sino aquella menuda, estrujada, olvidada, que había quedado rodando en el polvo y que ya no existía. Las otras venían de otra tierra; no habían nacido de su humus — esto decía la voz, sin decirlo—. Y la madre desistió de las ofrendas que había proyectado. ¿Flores, misas, para qué? El padre jugó la última carta: espiritismo. Descubrió un médium eficaz a quien le expuso largamente el caso, pidiéndole que estableciese contacto con el alma despojada de su flor. Asistió a innumerables sesiones y grande era su fe de emergencia, pero los poderes so-brenaturales se negaron a cooperar, o son impotentes cuando alguien quiere alguna cosa en su última fibra: la voz continuó sorda, desdichada, metódica. Si era de una persona viviente (como a veces la familia todavía conjeturaba, aunque se aferraba cada día más a una explicación desalentadora que era la falta de cualquier explicación lógica), esa persona había perdido toda noción de misericordia. Y si era de una persona muerta, ¿cómo juzgar, cómo vencer a los muertos? De cualquier modo, en el llamado había una tristeza húmeda, una congoja tan honda, que hacía olvidar su crueldad y reflexionar que hasta la maldad puede ser triste. Esto era todo lo que se podía comprender. Alguien pide continuamente cierta flor, y esa flor no se le puede dar porque ya no existe. ¿No te parece que es el colmo de la falta de esperanza? —Pero ¿y la muchacha? —Carlos, te previne que este caso era muy triste. La muchacha murió, exhausta, al cabo de algunos meses. Pero quédate tranquilo, para todo hay esperanza: la voz no llamó nunca más.

5- TEXTOS Y CONTEXTOS. Anónimo En el vasto mundo de la literatura universal, encontramos obras cuyo autor es anónimo de las cuales buena parte fueron escritas en la Edad Media europea. ¿Cómo interpretar entonces el anonimato en las sociedades actuales? Principalmente es la escritura callejera, en los graffitis, encontramos textos anónimos. Les proponemos una actividad que permita reflexionar sobre algunos de los sentidos de los escritos de “anónimo”.

Parte 1: trabajo en común. ¿Qué escribió anónimo? ¿Es hombre o mujer? ¿De qué épocas son los escritos de anónimo? ¿Sigue escribiendo? ¿Qué escribe? ¿Qué nos dicen del contexto los textos de anónimo? Parte 2: trabajo en grupos Podemos pedir a los y las estudiantes que escriban una biografía de anónimo a partir de una selección de 5 poemas anónimos de los que podamos tener alguna referencia de cuándo fueron escritos. Parte 3: reunir y compartir las producciones en forma oral o escrita en algún formato que pueda ser luego leído por otros/as estudiantes y familias. - Historia y ficción. (Actividad: del contexto a una ficción)

Rodolfo Walsh, Operación Masacre En la introducción de Operación Masacre, el autor relata cómo a partir de algunos testimonios fue reconstruyendo la Masacre ocurrida en José León Suárez en 1955 en el marco de la autodenominada “Revolución Libertadora” y el derrocamiento de Juan Domingo Perón. El detalle permite analizar no sólo que la masacre fue planificada sino que quienes fueron fusilados en el basural eran dirigentes políticos peronistas. Además da cuenta de las dificultades que tuvo para editarlo y publicarlo. Esta información nos permite reconstruir el contexto de producción de esta obra de Walsh. Analizar los contextos de producción y cómo fueron recibidas diferentes obras nos permite integrar Historia y Literatura.

¿QUÉ LIBROS DE LAS COLECCIONES DE AULA Y DE LAS COLECCIONES LITERARIAS PODEMOS LEER?

TALLERES Y ACTIVIDADES PROPUESTAS POR EL MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE SALTA

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