LA CAMA PARA LOS BROILERS

LA CAMA PARACARNE LOS BROILERS PRODUCCIÓN DE LA CAMA PARA LOS BROILERS José A. CASTELLÓ • Director Real Escuela de Avicultura jacastello@avicultura

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LA CAMA PARACARNE LOS BROILERS PRODUCCIÓN DE

LA CAMA PARA LOS BROILERS José A. CASTELLÓ



Director Real Escuela de Avicultura [email protected]

Muy posiblemente, uno de los temas que más se han tratado en avicultura – principalmente en la de carne – es el de la yacija o cama de los gallineros. Aunque no lo parezca, la bibliografía sobre el mismo es abundante, quizás no excesiva a nivel experimental, pero sí desde un punto de vista de divulgación. No obstante, reconocemos que, tras una revisión de esta bibliografía, las dudas que tenemos son mayores que al empezar. Veamos, por ejemplo, concretándonos solo al empleo de la cama para broilers, algunos de los puntos sobre los que hay más fuertes discrepancias: - La influencia que puede tener sobre el material a elegir el tipo de suelo, bien pavimentado, bien de tierra apisonada. - La re-utilización, o no, para varias crianzas sucesivas, como es habitual, por ejemplo, en Estados Unidos. - Los peligros potenciales como contaminante de los terrenos y la capa freática. - La utilidad posterior de la cama usada, habitualmente como fertilizante, pero... - La posibilidad de mejorar su estado mediante la incorporación de diversos aditivos. - La elección del material, en base a su disponibilidad, calidad/aptitudes, precio, etc. - Las cantidades a utilizar, bien por el volumen a repartir, bien por su peso. - La evolución de la humedad al transcurrir la crianza y los factores que influyen en la misma. - Etc. Incluso es posible que nos quedemos cortos con esta enumeración de los puntos de discusión en torno a la cama de las granjas de broilers. Pero como no es cuestión, ahora, de escribir un tratado sobre el tema, nos centraremos en lo que se refiere a algunos materiales a utilizar y su empleo, que no es poco a discutir…

Fig. 1. Una nave de pollos, preparada para la entrada de éstos, con una cama de viruta, ya extendida (Foto gentileza de TIGSA)

Pero, ante todo, unas precisiones De todas formas, antes creemos necesario exponer nuestros puntos de vista, resumidos, sobre algunos de los primeros aspectos que hemos enumerado, comenzando por el tema del tipo de suelo del criadero, pavimentado o no. Aun sabiendo que esto último es habitual en Estados Unidos —el “dirt floor” o suelo sucio— e incluso hasta cierto punto en Francia (1), nuestra recomendación es contraria al mismo, por obvias razones higiénicas, principalmente por no poder asegurarse el éxito de la desinfección entre manadas. Y por parecidas razones, de tipo sanitario, también somos contrarios a la re-utilización de la cama durante varias crianzas consecutivas, pese a la ventaja que ello tendría, tanto desde un punto de vista económico por el ahorro del nuevo material, como para evitar su retirada al final de cada engorde. Un inciso que debemos hacer sobre este último tema es referente a la actual polémica planteada en Estados Unidos sobre la sobrecarga de material orgánico en los suelos por el repetido abono de los suelos con las camas de las granjas de pollos y pavos. En el Estado de Arkansas, concretamente, la pasada primavera se ha planteado un pleito contra 8 importantes integradoras por su contaminación ambiental —suelos y aguas— por el esparcido de las camas en los campos .

(1)

Ver un artículo publicado en el número de febrero de 1996 sobre el tema.

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Otros aspectos también relacionados con el destino de las camas son: - Su empleo para la producción de electricidad, bien demostrado (2). Sin embargo, la circunstancia de restringir su aceptación a que la cama entregada a la planta eléctrica no tenga una excesiva humedad —máximo un 40-45 % —, el imparable aumento de coste del combustible necesario para su secado y, posiblemente, las grandes inversiones requeridas para el montaje de aquellas han hecho que la experiencia, según nuestras noticias, se hubiera limitado a las pocas instalaciones que han entrado en funcionamiento en el Reino Unido, Italia y Estados Unidos - Su utilidad como “materia prima” para la alimentación del ganado, concretamente rumiantes, como fuente de proteína. Sin embargo, también aquí nos encontramos con un “handicap”, al menos en España y la UE: la prohibición de su uso, al no estar reconocido por la legislación actual, por obvios argumentos relacionados con los residuos que pueden encontrarse en las camas. Y, en fin, otro punto de discusión que no podemos olvidar es el de la posibilidad que algunos han apuntado, y que hemos visto en algún lugar, de adicionar a la misma, durante la crianza, algún producto para mejorar su estado y minimizar el desprendimiento de amoníaco. Así, según las referencias en nuestro poder, sabemos que se han ensayado desde superfosfato de cal, hasta paraformaldehido, sulfato de aluminio, zeolitas, inhibidores de hongos y diversos productos comerciales.

son arriesgadas al menos por 2 razones: 1) por poder referirnos al producto en origen o en destino, lo que varía mucho en función de la localización de la granja; 2) por depender los precios, en gran medida, de la época del año, la cosecha de cereales, etc. En alguna ocasiónse ha clasificado a los materiales de posible uso como cama en dos grupos: los habituales y los de de raro empleo. Aunque ello es muy elástico pues depende del criterio del autor, nosotros diríamos que, entre los primeros, al menos en España, tenemos: - Paja de trigo - Cascarilla de arroz - Viruta de madera - Serrín (a veces) En cambio, la enumeración de los materiales del segundo grupo es amplísima, sirviendo como ejemplos – aunque sin referirnos a ellos – los siguientes: - Papel de periódico - Papel sanitario, en rollos - Zuro de maíz - Turba - Cáñamo troceado

Sin embargo, la circunstancia de que el éxito de tales productos sea muy discutible, bien por no haberse ensayado más que en determinadas circunstancias, bien por su precio o bien por la corta permanencia de la cama de los broilers – si hablásemos de reproductores tal vez sería diferente -, ha hecho que su empleo no se haya generalizado.

- Arena

Hablemos ya de lo nuestro: el material a utilizar

- Etc.

Entrando en materia, diremos que este estudio viene de nuestro interés por poder dar unas ciertas orientaciones sobre la elección del material a utilizar y su empleo, lo que cada día está tendiendo mayor importancia para los criadores de broilers, a la vista del tremendo incremento de costes que han tenido los diferentes productos en los últimos años, cuando no a su escasez. Sin embargo, nos mantendremos apartados de las consideraciones económicas referentes al coste relativo de un producto u otro. Éstas, aun siendo interesantes, (2)

Ver un artículo publicado en el número de setiembre de 1993 sore el tema.

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- Bagazo de caña - Cortezas de árbol - Cáscaras de cacahuete

A nuestro modo de ver, las principales características a tener presente en la elección de la cama serían: - un gran poder de absorción de la humedad - ausencia de microorganismos patógenos - mínima cantidad, o ausencia, de polvo - bajo coste, puesta ya en el criadero - disponibilidad local De nada nos serviría, por ejemplo, la elección de un excelente producto, cual pudiera ser la turba – según criadores británicos – si este material no lo tenemos disponible “in situ”, o bien si el coste de su acarreo lo

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hiciera inasumible. Y, al revés, un material de empleo obvio en una zona cerealista podría ser la paja, mientras que otro bastante lógico en el levante y el sur español sería la cascarilla de arroz... pero no viceversa.

El debatido tema de la humedad de la cama Sobre el primero de los requisitos indicados, la información de que disponemos es escasa y fragmentaria, aunque, de acuerdo con una referencia (3), podríamos clasificar los materiales antes citados, por el siguiente orden, de mejor a peor:

Fig. 2. Criadero de broilers de Ramón Salvía, en El Poal, Lleida, con ventilación mixta y una cama de paja.

1º. Viruta de pino 2º. Cascarilla de arroz 3º. Serrín de pino 4º. Paja de cereales Otra información más reciente, de origen francés, ya nos expone unas cifras concretas -tabla 1-:

Tabla 1. Comparación de características físicas de 3 materiales como cama (*) Materiales

Viruta

Serrín

Paja picada

14,6

16,9

11,6

89

176

65

litros/m3 de producto

228

447

111

litros/ton de producto

2.568

Humedad inicial, % Densidad, kg/m

3

Fig. 3. Detalle más cercano de la cama de paja en una zona cercana a los bebederos, en la misma granja anterior.

Capacidad de retención de agua:

2.534 1.708

(*) P.L.D., 2008

Un tema sobre el que no suele darse demasiada información es el de la humedad inicial del producto que adquirimos. Según datos propios, de muestras tomadas en diferentes lugares y materiales considerados en buenas condiciones —viruta de madera, paja picada de trigo y cascarilla de arroz—, los niveles de humedad, a la recepción en la granja, suelen variar entre el 5 y el 10 % ó, a lo sumo, el 15 % en algún caso. En este punto creemos necesario advertir sobre la posibilidad de una lectura engañosa de la humedad, cuando ésta se toma con una lanza térmica introducida (3)

«Producción de carne de pollo» (Castelló y col.), 2002.

Fig. 4. Una crianza de codornices de pocos días, en una granja de Lleida, sobre una yacija de serrín. Obsérvese la desnudez de algunas zonas.

en una bala o una paca muy prensada, que nos puede marcar incluso “0”, cuando el producto, una vez esparcido, nos mostrará a buen seguro algunos puntos por encima, aun estando bien seco. SELECCIONES AVÍCOLAS • SEPTIEMBRE 2008



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Luego, a medida que transcurre la crianza y a consecuencia de la humedad desprendida por los pollos a través de su respiración y sus deyecciones, aun contando con una buena ventilación de la nave, la humedad de la cama irá aumentando de la siguiente forma:

que se reciben con una elevada humedad, como pasa, a veces, con el serrín. Una forma de asegurarse la calidad del material, bajo este punto de vista, sería adquirir un producto que haya pasado por un proceso de deshidratación-desinfección, como hemos visto recientemente con una paja picada y posteriormente deshidratada en una secadora de Tabla 2. Evolución de la humedad de la yacija en una crianza (*) harina de alfalfa que, sometiéndola a unos 150-200 ºC de temperatura, la convierte Semanas 2ª 3ª 4ª 5ª 6ª 7ª en algo prácticamente esterilizado. Humedad, %

15-20

18-24

21-28

24-32

(*) Castelló y col., 1991 En relación con esta última tabla, hemos de hacer observar que los datos se refieren a viruta de pino, habiéndose tomado las muestras de yacija en distintos lugares del local, desde el más húmedo —bajo los bebederos— hasta el más seco —cerca de las ventanas . En general y aun obviando la diferencia en el tiempo, por la mayor duración de las crianzas en la época en que fueron tomados estos datos, nuestras observaciones nos indican que, al final del engorde, una cama en buenas condiciones podrá tener, de promedio de las distintas zonas del local, alrededor de un 25-30 % de humedad. En cambio, se podrá llegar al 35-40 %, ó incluso más, en aquellos casos peores en los que haya habido derrames de bebederos, la ventilación sea deficiente, se críe con una elevada densidad de población, ocurra un proceso patológico de tipo entérico, etc. Y, como ya es sabido, en este último caso las consecuencias de las zonas de verdadero barrizal que a veces se forman en los criaderos, no se harán esperar: aumento de desprendimiento de amoníaco, “quemaduras” en los tarsos de los pollos, mayor incidencia de vesículas pectorales, más decomisos por “segundas” en el matadero, etc.

Comparando materiales

27-36

30-40

Otro requisito es la ausencia de polvo, con el que nos podemos encontrar cuanto menor es el tamaño de la partícula, que es el caso del serrín. E incluso en algunas virutas, posiblemente el material más “clásico” en cuanto a las preferencias de los criadores, de no haberse cribado bien, también es posible encontrarse con un exceso de polvo, reconocido como molesto agente irritante de las vías respiratorias. Obsérvese que el tema de la densidad del producto es algo que no hemos mencionado entre los requisitos de los materiales. En este aspecto, pese a que las informaciones son muy dispares, aun considerando el producto “suelto”, es decir, no en las balas o pacas en las que, a veces puede entregarse, nos atrevemos a exponer la siguiente tabla, como resumen de los datos que hemos hallado:

Tabla 3. Densidades de algunos materiales empleados como cama Material Paja picada de trigo Cascarilla de arroz Viruta de madera Serrín

kg/m3 35 - 60 40 - 70 60 - 90 120 – 200

Si nos detuviéramos en los datos expuestos en la tabla 1, es posible que se concluya que el peor material es la paja, por su menor poder de absorción de humedad. Si bien esto se ha indicado por algunos, el tema no es tan simple, habiendo otros aspectos a considerar.

De estos datos, lo primero que se desprende es que el producto realmente diferente del resto es el serrín de madera, por su mucha mayor densidad, detalle que lo convierte, junto con lo antes indicado, en algo que tal vez debería pasar a engrosar la ya citada relación de los de raro empleo.

Un tema capital, en el caso de la paja —y concretamente la de trigo— es el tamaño de la misma, para lo cual se recomienda siempre que se utilice un producto “picado” o triturado, con unas fibras que, a lo sumo no superen los 5 cm de longitud. Ello tiene un efecto doble: asegurarse una mejora de su poder absorbente de la humedad y facilitar su reparto en el gallinero, algo conflictivo en el caso de un material sin haber pasado por este tratamiento.

¿Cuánto colocamos y cómo?

La ausencia de hongos, parásitos y microorganismos patógenos es un requisito ineludible de todos los materiales, siendo un riesgo presumible en el caso de algunos productos

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Ésta es, posiblemente la cuestión más difícil de resolver pues, aparte de que “cada maestrillo tiene su librillo”, al menos conocemos dos formas de calcularlo: por volumen ó por peso. Bajo la primera, el volumen viene expresado en base a la altura de la cama sobre el piso, hablándose así de “poner una capa de x cm”, generalmente entre 2 y 10 - yendo hacia los extremos - y en función del material. Y bajo la segunda, el cálculo es diferente por creerse conocer, de

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memoria, que “para mi criadero de x m2 voy a necesitar recibir un camión con x toneladas del material elegido”. En este segundo caso es obvio que una simple división nos daría la cantidad a colocar en el gallinero, en kg/m2 ...

2. En el caso de la paja, creemos necesario insistir en que ésta se halle bien troceada y, a ser posible, tratada como se ha indicado o, en su defecto, habiéndosele aplicado un fungicida (4). En este caso, el cálculo más habitual es el basado en extender una capa sobre el suelo similar a la indicada para la viruta, lo que, debido a su menor densidad, equivaldría a una carga de unos 2 a 4 kg/m2.

Nosotros no entraremos en la discusión sobre que sistema de cálculo es mejor pues creemos que ambos son buenos mientras que se haga lo correcto: colocar la cantidad justa de la cama elegida, y obviamente no un exceso de ella que a nada conduciría, como no fuese a incrementar los costes de la crianza.

3. La cascarilla de arroz es un producto que, recibido generalmente a granel, se extiende muy fácilmente en una altura algo superior que la de los anteriores materiales, entre 6 y 12 cm. Si se recibe en pacas, resuelta bastante más cara y al estar muy compactada, requiere más trabajo para poder extenderse bien.

Pero, llegados a este punto y puestos a concretar, reconocemos francamente que se nos hace difícil dar una recomendación clara para cada tipo de material pues ni hay dos gallineros iguales ni dos sistemas de manejo idénticos. En otras palabras, lo que intentamos explicar es que, partiendo de la base de que la cama se mantenga en las mejores condiciones posibles durante toda la crianza, hay una serie de factores que influyen en la cantidad de ella a colocar, como son:

4. En el caso del serrín, lo que sucede con él es que, de utilizarse, se suele colocar en una capa minúscula, dada su elevada densidad, no más de unos 2-3 de grueso, lo que, traducido en peso, nos daría una carga de unos 3 a 6 kg/m2. El problema, aparte de los inconvenientes ya citados de este producto, es el de su nivelación, algo difícil por tratarse de una capa tan fina, lo que puede representar la presencia de alguna que otra zona “desnuda”.

- el tipo y/o la calidad de la ventilación del criadero - la densidad real de población

Corolario

- la cantidad y distribución de comederos y bebederos

Llegados a este punto, sentiremos defraudar a quienes tal vez estuviesen esperando una clara recomendación a favor de un producto y/o una técnica determinada en relación con la cama de los criaderos de pollos. Nosotros, tanto por experiencia personal como por visitas a muchos gallineros, en muy diversos climas, circunstancias y sistemas de manejo —buenos, mediocres y malos—, hemos de reconocer que, al final, no podemos dar “una fórmula mágica” que sirva para todos pues si en un caso hemos salido convencidos de que la clásica viruta era lo mejor, al día siguiente hemos visto que una buena paja picada era, al menos, tan buena como ésta y, además, mucho más barata …. en aquellas circunstancias.

- el realizar, o no, la crianza en “pollera” - la misma experiencia del criador - etc. Para resumir y aunque nos cueste dar una recomendación clara, quisiéramos puntualizar algunos aspectos: 1. En el caso de la viruta de madera, lo aconsejable sería colocar unos 4 kg/m2 de superficie del local, lo que, contando con un buen material y las densidades citadas en la tabla 3, equivaldría a una capa sobre el piso de unos 4 a 6 cm. Una experiencia nuestra, colocando un 50 % más y sin variar ni la densidad de población ni ningún otro aspecto del equipo y/ o del manejo de los pollos, no nos mostró ninguna ventaja.

(4)

Ver el artículo publicado sobre el tema en el número de junio pasado.

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