La fe práctica de Abram:

La muerte de Sara y la elección de esposa para Isaac Capítulos 22:20 - cap. 24 La fe práctica de Abram: Abram había obedecido el llamado de Dios y es

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La muerte de Sara y la elección de esposa para Isaac Capítulos 22:20 - cap. 24

La fe práctica de Abram: Abram había obedecido el llamado de Dios y estaba donde debía estar. Abram había entendido que su obediencia va sujeta a la presencia activa del Señor. Abram había aprendido que la obediencia precede a la bendición. Abram había aprendido que la fuente de toda su seguridad es el Señor. Abram había afirmado en la práctica que los suyos tienen valor. Abram había desarrollado un testimonio al dar a conocer públicamente su obediencia, integridad y filiación con el Señor.

Abram había aprendido que el Señor es sensible y atento a sus más íntimos pensamientos y sentimientos. Abram había aprendido que el Señor está dispuesto a clarificarle cualquier duda, siempre y cuando él se mantenga con una actitud obediente y dependiente. Abram había aprendido que darle al Señor la gloria debida a su nombre es esencial. Nuestro deber es adorarle y esperar en la obra completa del Señor a nuestro favor.

Abram había aprendido que no se puede suplir con ayuda humana el cumplimiento de sus promesas porque un sustituto produce pobreza y no riqueza, tristeza y no gozo. Abram había aprendido que uno debe recibir con humildad la disciplina de Dios y debe buscar con humildad y sometimiento el orden establecido por el Señor. Abram aprendió que el cumplimiento de las promesas no depende de sus circunstancias y que el tiempo está únicamente en las manos del Señor. Abram aprendió que el Señor llama las cosas que no son como si fueran y que nosotros debemos honrar su carácter en fe y esperanza.

Abraham había aprendido que Sara tenía que estar en la “misma pista” con él ya que ambos eran receptores de la promesa. Abraham aprendió que las bendiciones recibidas no lo hacen señor, sino siervo de los demás. Abraham aprendió que la gracia derramada sobre él lo obliga a interceder también por los demás. Abraham aprendió que el Señor no tendrá por inocente al culpable, pero que su gracia y su compasión es sin medida. Abraham aprendió que el Señor no hace acepción de personas y que si se suelta del Señor simplemente será un humano más, digno merecedor de las consecuencias de sus malos actos.

Abraham había aprendido que el Señor es siempre soberano, fiel , puntual y que siempre cumple sus promesas. Abraham había aprendido que toda decisión difícil en la vida no puede tomarse solo por presión, sino buscando y esperando la voluntad de Dios. Abraham aprendió que el Señor no hace acepción de personas al verlo encargarse personalmente de Ismael a pesar de que no era el hijo de la promesa. Abraham había aprendido que aun en nuestro obrar secular debemos ser capaces de levantar un altar al Señor en el mismo centro de nuestras actividades, reconociendo públicamente que es a Él a quién servimos y honramos.

Abraham había aprendido que el Señor “probaría” su carácter, su fidelidad y su confianza en Él. Abraham había aprendido que el Señor no espera probarnos solo emocionalmente en una respuesta rápida y pasional. Abraham había aprendido que “El Señor Proveerá” es una afirmación de confianza en un Dios que es, ha sido y será siempre bueno. ABRAHAM APRENDIÓ A TEMER AL SEÑOR. Cuarenta años después, el Señor pudo decirle: “… ahora sé que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tú único” (22:12)

La vida continúa (22:20 - 25:10):

SARA CUMPLE SU TIEMPO

La vida continúa (22:20 - 25:10): La primera parte de esta sección (22:20 - 24) nos informa que Abraham se entera que su familia también se había extendido a través de su hermano Nacor. El punto importante de esta noticia es la existencia de una joven a la que llamaron Rebeca (22:23). Ella es hija de Betuel, por lo tanto, sobrina nieta de Abraham. El nombre “Rebeca” se puede traducir literalmente como “amarrada” o “segura”.

La vida continúa (22:20 - 25:10): La muerte de Sara es descrita muy brevemente (23:1 - 2). El texto dedica mucho espacio a las negociaciones para la compra del terreno en donde será enterrada Sara. Hasta este momento, el patriarca Abraham no poseía tierra alguna en Canaán. La cueva de Macpela le pertenecía a los hititas (hijos de Het). Abraham no quería solo un pedazo de tierra, sino una tumba cavada que sirva a su familia por generaciones.

La vida continúa (22:20 - 25:10):

La insistencia de Abraham era consecuencia de que, “… estaba negociando para el largo plazo. Si hubiera estado dispuesto a aceptar la tierra como donación, la tierra pudiera haber sido reclamada por las generaciones futuras o en tiempos difíciles. Por el contrario, Abraham la quiere ‘… en posesión’ (23:9)” (Zondervan) No sabemos si el precio concordado era excesivo o justo. Lo que si sabemos es que el salario promedio en ese tiempo era alrededor de 10 siclos por año. El entierro de Sara es el primer entierro detallado en la Biblia y la primera transacción comercial con detalle.

“Después de esto, Abraham sepultó a Sara su mujer en la cueva de Macpela, frente a Mamre, esto es, Hebrón, en la tierra de Canaán. Y el campo y la cueva que hay en él fueron cedidos a Abraham en posesión para una sepultura, por los hijos de Het” (23:19 - 20) La Mezquita de Abraham en Hebrón

La vida continúa (22:20 - 25:10):

ESPOSA PARA ISAAC

La vida continúa (22:20 - 25:10): El patriarca Abraham prevé la elección de una esposa para Isaac, quien ya debe tener más de 37 años. Abraham establece dos condiciones para el matrimonio de su hijo: 1. La novia no podrá ser cananita, sino que será elegida entre sus parientes en Mesopotamia (24:4, 10) 2. Isaac no debe volver a la tierra de sus ancestros. Por el contrario debe permanecer en la tierra de la promesa (24:5 - 8)

La vida continúa (22:20 - 25:10):

“Y ella dijo: Bebe, señor mío. Y enseguida bajo el cántaro a su mano, y le dio a beber.

Aunque no vemos que Abraham haya recibido del Señor el mandato de buscarle esposa a Isaac, si es evidente la providencia del Señor al responder la oración del mayordomo (24:12 - 14). “Y sucedió que antes de haber terminado de hablar, he aquí que Rebeca, hija de Betuel, hijo de Milca, hijo de Milca, mujer de Nacor, hermano de Abraham, salió con el cántaro sobre su hombro. La joven era muy hermosa, virgen, ningún hombre la había conocido…” (24:15 - 16a)

Rebeca y Eliezer por Bartolomé E. Murillo (s. XVII)

Cuando había terminado de darle de beber, dijo: Sacaré también para tus camellos hasta que hayan terminado de beber” (24:18 - 19)

La vida continúa (22:20 - 25:10):

La vida continúa (22:20 - 25:10):

La prueba del mayordomo no sólo era una prueba de azar.

El mayordomo, al enterarse del origen familiar de Rebeca, adora al Señor, reconociendo su “misericordia” y “fidelidad” (verdad).

El Señor guió providencialmente al mayordomo hasta la ciudad de Nacor y hasta el pozo en donde se encontraban las mujeres, “a la hora en que las mujeres salen por agua” (24:11). El pedido del mayordomo no era subjetivo o “mágico”. Por el contrario, sería una demostración de carácter, generosidad diligencia y amabilidad. Todos estos valores muy preciados en una esposa.

Estos son los dos elementos que siempre van juntos como características indisolubles de la persona y el obrar de Dios (Sal. 86:15; 89:14; 100:5; 108:4). “Alabad al SEÑOR, naciones todas; alabadle, pueblos todos. Porque grande es su misericordia para con nosotros, y la fidelidad del SEÑOR es eterna. ¡Aleluya!” (Sal. 117)

La misericordia permite el acercamiento a Dios a pesar de nuestra miseria; y la verdad lo catapulta a establecer un plan que vaya más allá de una lástima infructuosa.

La misericordia es el reconocimiento sensible de lo que somos, pero la verdad es la afirmación certera de la razón de nuestra condición.

Un Brazalete para Rebeca por Benjamin West (1800)

La vida continúa (22:20 - 25:10): La MISERICORDIA está fundada en el amor de Dios producto de nuestra fragilidad y pecado. Pero no es simplemente una reacción emotiva ante nuestra necesidad sino que se nutre de su sabiduría, su plan de redención, su fidelidad y su carácter justo. La VERDAD hebrea no sólo se manifiesta con declaraciones que se ajustan a la realidad, sino también se relaciona con un comportamiento veraz que se ajusta a lo que afirma, cumple lo que promete, actúa con justicia y sinceridad. De allí que verdad y fidelidad sean sinónimos.

“Labán y Betuel respondieron, y dijeron: Del SEÑOR ha salido esto; no podemos decirte que está mal ni que está bien. He aquí, Rebeca está delante de ti, tómala y vete, y que sea ella la mujer del hijo de tu señor, como el SEÑOR ha dicho” (24:50 - 51)

24:63 - 67

El Encuentro de Isaac y Rebeca por Friedrich Bouterwek (1841)

La vida continúa (22:20 - 25:10): “… debe observarse que Isaac no fue obligado por un mandamiento tiránico de parte de su padre para que se case; sino que después de haber escuchado la historia la tomó libremente, y de corazón le dio la seguridad de fidelidad conyugal” (J. Calvino) ¡La misericordia y la fidelidad del Señor siguen en acción!

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