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La Marca: Tatuaje made in Cuba
29/01/2015 - 12:59 La Marca quiere hacer del tatuaje cubano un sello; mientras que este financie actividades comunitarias y socioculturales. La Marca también será, en breve, espacio para talleres creativos con niños, workshop , intercambios, presentaciones de libros, películas y hasta tendrá una biblioteca para consultas gratuitas sobre artes gráficas, dibujo y tatuaje. El nuevo espacio para el tatuaje en Cuba se inaugura esta semana con la exposición de carteles cubanos “Dulce Dolor-carteles tatuados”. Por Marta María Ramírez “Todo está bien”, me dice Anais Pradas apenas me contesta al teléfono. Su cuerpo es el de las fotos aquí arriba. En su abdomen lleva su marca: un tocororo, rara ave endémica de Cuba que pocos archipieleños han visto más allá de las fotos y dibujos que ilustran los símbolos nacionales, entre los que figura por sus colores rojo, azul y blanco, como la bandera cubana. “Fue fugaz. Pero lo vi posado en una rama”, me cuenta con emoción. Anais no se inició hace una semana en el mundo de los tatuajes. Con apenas 12 años se hizo los primeros, que fueron 4 pequeños: una rosa en su abdomen, muy cerquita de la ingle, y un león con una rosa en el coxis (los que me mostró). Hoy quiere taparlos porque ya no significan lo de antes y, en la isla, no hay servicios para su eliminación con rayos láser, que suelen ser caros, dolorosos y prolongados; aunque se sabe de personas que intentan borrarlos con los láseres que se usan para depilación permanente. La joven de 25 años piensa que tatuarse es un arte y le gustan grandes, como el pájaro que comienza a nacer en su vientre y que dentro de 10 días deberá lucir todo su plumaje tricolor.
Ella es una de las que estrenó La Marca en vísperas de su apertura. En su mochila, todo estaba listo para la primera sesión: agua bien azucarada por si sentía fatiga y un paño para protegerse del frío del salón que es necesario para mantener a raya a los microorganismos. Su cabeza, preparada para resistir el dolor. “La zona abdominal es muy dolorosa y bien difícil de trabajar porque tiene incluso movimientos involuntarios”, explica el experimentado tatuador cubano Leo Canosa mientras la “pica”, término popular sinónimo de tatuar. Ella resistió, más de lo que imaginamos. 4 horas de trabajo ininterrumpido, de dolor constante. Como ella, cada vez más personas en la isla se acercan al tatuaje como arte, como marca, como forma de dotar a su cuerpo de expresiones artísticas o cosméticas o para tapar antiguas huellas.
El nacimiento de una marca Muy cerca del puerto capitalino, donde no parecen querer confirmarse los vestigios de locales para tatuar, Canosa funda su estudio-galería. “En los 50´s, me cuenta un amigo, hubo un estudio de tatuajes frente al puerto de La Habana. La clientela fundamental eran estibadores y marineros”, repasa el líder de La Marca. Canosa que, desde 1995 debe haber tatuado a unas 22.000 personas, un promedio de 3 por día, encontró en el polémico arte “una forma diferente de expresarme”. “Es un soporte diferente. La gente lo ve más. Un cuadro se queda en una casa o en una galería. El tatuaje sale a caminar. El que tatúa tiene conocimiento de anatomía para poder saber cómo se modifica su imagen con los movimientos de una persona”, confiesa sus motivaciones.
La comunicadora y codueña de La Marca, Ailed Duarte acota que “es un artista menos aislado”. “Claro”, la secunda Canosa, pero “el tatuaje te encierra más con el cliente y no puedes hacer lo que tú quieres. Tienes que conformarte y hacer lo que este quiere”. Mauro Coca, por su parte, ha tatuado menos. Pero se dedica a esto desde los 13 o los 14 años. Ahora tiene 23, “trabaja bien y tiene aptitud para ser un buen tatuador”, asegura Canosa que lo ha invitado a participar del sueño de La Marca. Más allá del Dulce Dolor
No es casual que la galería expositiva abra con la exposición de carteles cubanos Dulce Dolor-carteles tatuados. La muestra curada por Pepe Menéndez incluye 12 carteles que se valen del tatuaje en sus composiciones. Paralelamente, Canosa y Mauro estarán tatuando en vivo a 2 personas voluntarias, con imágenes salidas de los carteles expuestos o los flashes divulgados con anterioridad por las redes sociales. La propuesta, además, se reconoce militante. Ya se han sumado a la campaña mundial #JeSuisCharlie, después del atentado contra el semanario satírico francés Charlie Ebdo, y comunican su adscripción a causas como la lucha para erradicar la homofobia y alcanzar la equidad de género.
El estigma de La Marca El tatuaje en la isla, además del sambenito común al mundo occidental, fue estigmatizado en personas amantes del rock´n roll o con actitudes extranjerizadas, en un proceso revolucionario en cuyos inicios lo “de afuera” y “capitalista” era sinónimo de enemigo. “No existe permiso para tatuar. No está ni comprendido en el listado de oficios por cuentapropia que el Estado ha aprobado”, explica Canosa. En septiembre de 2014, 476.000 personas se habían acogido a la modalidad del trabajo por cuenta propia, según cifras oficiales. Mientras que, hasta febrero de ese mismo año, el listado era encabezado por negocios como la “elaboración y venta de alimentos”; “transporte de carga y pasajeros” y “arrendamiento de viviendas, habitaciones y espacios”. En este contexto, oficios y profesiones no avaladas comienzan a buscar su subsistencia legal. Como consecuencia, La Marca se define como “independiente”, hasta que “venga alguien y nos ponga una pauta”, sopesa su creador. Su legalidad se basa en que los papeles de la casa están en regla y en que este sea un estudio-taller, denominación avalada solo para artistas pertenecientes al Registro del Creador, una oficina donde se decide qué es la creación artística, quizá ante la falta de legitimación en un mercado nacional real.
“Tampoco existen permisos para galería. Incluso me comentan que la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC, que agrupa a los consagrados) no quería galerías independientes”, advierte Ailed. Y detalla que “el artista que pertenezca al Registro puede tener su estudio taller, en el que puede vender su obra sin organizar exposiciones”.
Dada la situación alegal, el otro inconveniente está en la importación de materiales, ninguno producido en las tímidas industrias locales. “Todo se consigue fuera y lo que aparece aquí son productos chinos de muy mala calidad y muy caros porque son comprados para revender”, explica Mauro. Se trata de garantizar las mínimas condiciones “para hacer el trabajo básico bien y para cumplir con todas las condiciones higiénico sanitarias que lleva”, conviene Canosa. A esto se suma que “ellos también se han visto afectados por el embargo que Estados Unidos impone a Cuba desde 1961”, según Ailed. “Teníamos un proveedor en China. La segunda vez que intentamos pagar por PayPal para que hicieran el envío a Cuba, los estadounidenses le cerraron la cuenta al amigo que nos hacía el favor”, ejemplifica. Los gestores de La Marca, como muchos en la isla, cifran sus esperanzas en la normalización de relaciones diplomáticas y comerciales y en el fin de la política de embargo. Sobre la autora: Feminista, periodista, activista sociocultural, consultora en temas de género y tatuada.