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Facultad de Letras Españolas
LA MIRADA FEMINISTA DE ROSARIO CASTELLANOS
MONOGRAFÍA
Para acreditar la Experiencia Recepcional de la carrera de Lengua y Literatura Hispánica
Iris Guadalupe Ruiz Martínez
Asesoras:
Dra. Magali Velasco Vargas Dra. Guadalupe Flores Grajales
Índice Agradecimientos ............................................................................................ 2 Introducción .................................................................................................. 3 Capítulo 1. Feminismo y Estudios de Género .............................................. 8 Género /Feminismo en el siglo XX ................................................... 10 La mujer y la Revolución Mexicana: El registro histórico y el registro en el imaginario cultural .................................................. 14 Panorama literario ................................................................................. 23 Capítulo 2. Teorías y referencias femeninas en dos ensayos de Rosario Castellanos .................................................................. 26 La mujer y su imagen ............................................................................ 27 Sobre cultura femenina ......................................................................... 34 Capítulo 3. Las féminas del Eterno ..............................................................41 Pelucas y roles femeninos .............................................................................. 42 Conclusión ................................................................................................... 56 Bibliografía ...................................................................................................61
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A mis mujeres: mi madre, Irma Iris Martínez Vleeschower, por mostrarme lo difícil de tomar decisiones y el valor para sostenerse en ellas, a pesar de la adversidad. Además por demostrarme cómo se vive el amor incondicional, la manera más efectiva de alejar las pesadillas y los monstruos bajo la cama; mi abuela, Antonia del Carmen Vleeschower Casillas ( agosto 1934 – noviembre 2013), por las historias interminables durante los viajes en carretera y el profundo amor hacia mi madre. A pesar de que ya no está conmigo, su esencia perdura en mi memoria y su amor en mi alma; mi abuela, Esther Velasco Aguilar ( marzo 1917 – septiembre 1971), a pesar de que jamás la conocí, aprendí mucho de ella a través de las anécdotas de mi viejito, quien la amó y la admiró hasta el final de sus días; y mi amiga-hermana-colega, Lucía Xilonen Téllez Jácome, con quien estoy muy agradecida porque me dio el privilegio de llamarme su amiga y pronto emprenderé otro de mis sueños junta a ella por ser a quien admiro por su humanidad, valor y virtud, a pesar de los obstáculos puestos por la experiencia. A todas ellas por ser mi fortaleza, mi ejemplo y mi guía en la larga vereda de la vida. A mis hombres: mi padre, Manuel Ruiz Velasco, por patrocinar a nivel emocional a esta pequeña niña con ganas de comerse el mundo a rebanadas, por las largas charlas donde me permite expresarle mis pequeñas victorias y derrotas, y subsana los daños con consejos llenos de sabiduría y amor incondicional. Por ser el caballero que jamás se rinde; mi hermano pichín, Moisés Alejandro Ruiz Martínez, por aceptarme tal cual soy y por dejarme tomarlo como mi modelo a seguir, mi caballero de la brillante armadura; y mi abuelo, Emilio Martínez Ordoñez ( junio 1924 – octubre 2003), por hacer de mi niñez la más extrañable y perdurable en la memoria, contar los cuentos más emocionantes y las anécdotas más divertidas sobre su largo caminar por todo el territorio chiapaneco. A todos ellos, por demostrarme que el amor no tiene prejuicios de género ni sexo, que un hombre completo es aquel que no tiene miedo de decir lo que siente y defender sus convicciones. No quiero dejar de lado a la Dra. Magali Velasco Vargas y Dra. Guadalupe Flores Grajales por la asesoría para crear este trabajo que me llena de satisfacciones. A todos ellos, mi gratitud infinita.
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Introducción Rosario Castellanos Figueroa fue una poeta, novelista, diplomática y promotora cultura nacida en la Ciudad de México el 25 de mayo de 1925. Se crió en Comitán de Domínguez, Chiapas en la compañía de su familia quienes eran originarios de dicha región. En 1950 se graduó como maestra en filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México y se relacionó con Ernesto Cardenal, Dolores Castro, Jaime Sabines y Augusto Monterroso. En Madrid complementaría su formación con cursos de estética y estilística con una beca del Instituto de Cultura Hispánica. En 1961 obtuvo un puesto de profesora en la Universidad Autónoma de México, donde enseñó Filosofía y Literatura; posteriormente desarrolló su labor docente en la Universidad Iberoamericana y en las universidades de Wisconsin, Colorado e Indiana, y fue secretaria del Pen Club de México. Escribió durante años en el diario Excélsior. Como promotora cultura laboró en el Instituto de Ciencias y Artes de Tuxtla Gutiérrez y dirigió el Teatro Guiñol del Centro Coordinador Tzental-Tzotzil, auspiciado por el Instituto Nacional Indigenista. En 1954 fue becada por la Fundación Rockefeller en el Centro Mexicano de Escritores. Dedicó una parte de su obra a la defensa de los derechos de las mujeres, labor por la que es recordada como uno de los símbolos del feminismo latinoamericano. En 1958 fue merecedora del Premio Chiapas por su novela Balúm Canán, y en 1960 al Premio Xavier Villaurrutia por Ciudad Real. Fue nombrada embajadora de México en Israel en 1971, y trabajó como catedrática en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Incursionó en la poesía, la narrativa y el periodismo. Falleció en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974. Su obra trata temas políticos, mediante la metáfora. Cada tema lo vinculaba con lo cotidiano y con el interés por el papel de la mujer en la sociedad 3
y por la crítica del enfoque sexista. Muchas de sus obras fueron nutridas por experiencias propias y por la obra de Virgina Woolf, Simone Weil, Simone de Beauvoir y la vida de los indígenas chiapanecos.¹ Rosario Castellanos fue leída por un público variado, en especial por colegas que compartían sus ideas y la situación que se vivía. Sus obras no fueron muy aceptadas pues presentaban una imagen femenina novedosa que ya había sido introducida por escritoras en diferentes partes del mundo. En México, con Elena Garro y Amparo Dávila; Delmira Agustini en Uruguay; en Chile, Gabriela Mistral; y con Charlotte y Emily Brontë en Inglaterra. Existen muchos textos sobre la vida y obra de Rosario Castellanos. En el Homenaje a Rosario Castellanos, Cuadernos de Literatura del Departamento de Letras. No. 4., se destaca que ella “Escribía para que las mujeres viéramos reflejadas nuestra posibilidades de vida, para que estuviéramos conscientes de que podíamos intentar otros caminos que no fueran la soltería ominosa, ni un matrimonio apresurado, ni una soledad mortal” (Guerrero, 20), ya que ella creó personajes que encarnan algunos de los estereotipos sobre el rol de las mujeres. Los critica y muestra al lector que, aunque esa sea la realidad, no representa la totalidad de las opciones que ellas tienen para desarrollarse favorablemente. En cuanto a su trabajo como poeta, el crítico literario Emmanuel Carballo entrevistó a Castellanos en 1964. Él preguntó “¿Se impone el deslinde entre poesía y filosofía?”, a lo que ella contestó que entre los géneros literarios el que más se aproxima a la filosofía es la poesía. Sin embargo, la diferencia radica en el lenguaje: “Si la filosofía tiene su principio de identidad, la poesía también lo tiene: ¹Biografía tomada del Diccionario de escritores mexicanos siglo XX: desde las generaciones del Ateneo y novelistas de la Revolución hasta nuestros días, volumen 6 (1998) de Aurora Maura Ocampo.
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es la metáfora. Para mí, la poesía es un ejercicio de ascetismo, un intento de llegar a la raíz de los objetos, intento que, por otros caminos, es la preocupación de la filosofía” (Carballo, 524). Rosario Castellanos se destaca como poeta que logra aliar los sentimientos con la asertividad de la filosofía, usando metáfora e ironías. La Doctora en Letras Modernas Margarita Tapia Arizmendi, en su ensayo “Rosario Castellanos: ser por la palabra” expresa: En su cuento «Primera revelación», se delinea el sentimiento de inferioridad que Rosario Castellanos aprendió en el seno familiar. Es su misma madre quien le reprende porque toca papeles que presumiblemente eran los títulos de las propiedades que estaban destinadas a su hermano Mario. Sus padres no le dijeron con palabras pero ella entendió que hubieran preferid su muerte a cambio de la de Mario. Al morir sus padres, Rosario Castellanos heredó bienes raíces, que luego decidió entregar a los indígenas de Chiapas (Tapia, 2006)
Para muchos autores, la vida de Castellanos fue una de sus inspiraciones, ya que padeció discriminación en casa y en el ambiente laboral por su condición de mujer. En una de las cartas que le escribió a Ricardo Guerra de julio de 1950 a diciembre de 1967, Rosario Castellanos afirma: “Usted sabe que tuve un hermano y que se murió y que mis padres, aunque nunca me lo dijeron directa y explícitamente, de muchas maneras me dieron a entender que era una injusticia que el varón de la casa hubiera muerto y que en cambio yo continuara viva y coleando” (Castellanos, 29). Este testimonio concuerda con lo expresado por Margarita Tapia. En la novela Balum Canán es evidente el conflicto que la muerte de su hermano le provocó, tanto que lo plasmó en su trama. Siguiendo con el contacto de la escritora con sus experiencias el poeta, narrador, ensayista y traductor José Joaquín Blanco en su libro Crónica de la poesía mexicana comenta: “…Sus retos narrativos y poéticos fueron grandes y los realizó con una actitud admirable tanto en la crítica a la vida en Chiapas como a la situación opresiva de la mujer mexicana en los 50’s que ella padeció, ninguneada 5
en los medios culturales por gente harto inferior a ella” (Blanco, 1977).Es por esto que la imagen de la mujer aparece como protagonista en gran parte de su obra aludiendo al papel que ésta representa dentro de la sociedad. Sin embargo, Elena Poniatowska, en su libro Las siete cabritas menciona: “Rosario puede pasar de la más pavorosa escena de celos a su mesa de trabajo. Y no se desfoga sobre el papel. Escribe. No se vuelca en catarsis psicoanalítica” (Poniatowska, 135). Considero que Rosario Castellanos, a pesar de no ser una autora que evidencie lo autobiográfico como sí lo fue Elena Garro, según la crítica, las experiencias vivenciales sí son retomadas como punto de partida en su literatura. El objetivo que me planteé en este trabajo recepcional, fue identificar y descubrir entre líneas, los hilos conductores que hacen de Sobre cultura femenina (1950), Álbum de familia (1971), Mujer que sabe latín… (1973) y El eterno femenino (1975), cuatro obras fundamentales para comprender la ideología de Rosario Castellanos respecto a la mujer, sus procesos y roles tanto en la sociedad moderna mexicana como retrospectivamente en la cultura. Me interesa develar los rasgos feministas de estas cuatro obras diversas genéricamente entre sí, con el fin de establecer un diálogo con algunas de las principales teorías y corrientes feministas modernas y contemporáneas. El presente trabajo está estructurado en tres capítulos. El primero inicia con definiciones sobre lo que es ser una mujer en diferentes momentos de la historia. Continúa con un recorrido histórico y cronológico sobre cómo se configuró el movimiento Feminista y los estudios de Género en Europa y Estados Unidos, además de hacer mención de sus principales características y el cambio que significó para las mujeres de aquel tiempo y que sigue repercutiendo en las de la actualidad. Posteriormente se sitúa en México, con el inicio de la 6
Revolución Mexicana. Este acontecimiento marcó una diferencia en la vida de las mujeres pues, por la ausencia de varones, ellas tuvieron que tomar las riendas del trabajo remunerado. El capítulo cierra con la introducción de las mujeres en la literatura, empezando por la autora Rosario Castellanos. El segundo capítulo es una cartografía que muestra las principales teorías sobre la femineidad introducidas por Rosario Castellanos. Dichas teorías se plasman en dos ensayos: “La mujer y su imagen” compilado en el libro Mujer que sabe latín…(1973) y “Sobre cultura femenina” compilado en el libro del mismo nombre (1950). Usando como ejemplo de estas teorías el cuento “Lección de cocina” compilado en el libro Álbum de familia (1971). El tercer capítulo es un análisis sobre el tercer acto de la obra de teatro El eterno femenino (1975) usando categorías de los estudios de género y el enfoque feminista propuesto por Graciela Hierro, Simone de Beauvoir, Adrianne Rich, Silvia Tomasa Rivera, Sergio González Rodríguez y Gayle Rubín. Para este trabajo se tomarán cuatro obras de la escritora Rosario Castellanos antes mencionadas, complementando esto con la base teórica extraída de las ideas de Simone de Beauvoir, Fernando Gómez Redondo, Judith Butler, Ángeles Mendieta Alatorre, Elena Poniatowska, Anna Macías, Sara Poot, Marta Lamas, Graciela Hierro, Adrianne Rich, Sergio Gonzáles Rodríguez, Silvia Tomasa Rivera, Gayle Rubin y la propia Rosario Castellanos.
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Feminismo y estudios de género Marlene Don Santos menciona en su artículo “La mujer vista por Aristóteles, Platón, Hobbes y Stuart Mill” que en Grecia, en la época de Platón y Aristóteles, ser mujer era algo indeseable. Poseían el mismo estatus social que un esclavo. Carentes de participación social ni cívica, además de ningún papel en la vida política del estado donde residían. Platón, en su obra La República¹ reconoce a la mujer como un ser con las mismas capacidades que un varón. Aseguraba que si ambos sujetos recibieran la misma educación, el mismo tiempo y de la misma calidad, serían capaces de ser iguales. Sin embargo, el filósofo griego valora a los varones como seres superiores, como un ideal que la mujer debía inspirar pero jamás superar. El único rasgo concreto a rescatar de las mujeres, era su capacidad reproductiva . Para Aristóteles, la virtud más entrañable de la mujer era el silencio determinado por la sumisión. Una mujer callada y sumisa como símbolo de obediencia y, por tanto, de orden. Este filósofo creía que el principio de una sociedad descontrolada daría inicio cuando los varones tuvieran que partir y dejar a los hijos con la madre, incapaz de otorgar una educación completa e íntegra. El filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679), padre del absolutismo político, es de los primeros en utilizar la expresión “naturaleza humana”, sin distinguir el género. Hobbes criticó el sistema patriarcal y afirmó que si la mujer no tenía una participación activa en los asuntos de estado, incluso en sus decisiones personales, era porque no se lo permitían. Planteó la contraposición a todo lo establecido en cuanto a igualdad de género y dominio de uno sobre otro. 1 Compilado en el libro Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. Volumen IV (2003). Editorial Gredos.
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Creía que la manipulación del hombre sobre la mujer no era una ley natural, sino algo impuesto por el patriarcado¹. En el 2005 Marlene Dos Santos, en el periódico “Lazos de la red mayor” publicado por la Universidad ISalud, escribe un artículo sobre el papel de la mujer proyectado por filósofos destacados y afirma: Para muchos la dominación del hombre sobre la mujer es algo natural, pero Hobbes lo cuestiona, así como cuestiona la autoridad patriarcal. Esto quizá fue factor importante para los movimientos feministas de los años 70 […] En su obra Elemento de la Ley va a exponer los planteamientos iniciales en torno a la igualdad en el estado natural del hombre y de la cesión del poder por parte de la mujer al hombre en el estado civil […] Hobbes afirma que la situación del hombre y la posición que ocupa en el poder y en el gobierno es el resultado de la acción de las mujeres, que él llama “pacto” (Dos Santos, 2005)
Es obvio que la relación que mantienen hombres y mujeres, según Hobbes, es por común acuerdo. El filósofo afirma que el sistema patriarcal ha determinado el trato y rol de la mujer en la sociedad, desde el hogar, pero la mujer es quien alimenta esos estándares en el ámbito público. Stuart Mill (1806-1873), filósofo, político y economista inglés, propuso algo cercano al Derecho al Voto para la mujer. Él lo reconoció como una solución a los problemas políticos del sexo femenino, pues al tener una participación continua en los acuerdos de la nación, ella podía reconocerse a sí misma como un ciudadano que tiene voz y voto. Hablar del sujeto femenino involucra la nutrida documentación entorno al sometimiento, maltrato y discriminación contra las mujeres. Y a la vez, culturalmente, se le ha exigido cumplir con los roles de buena madre, buena 1 Patriarcado. Sociol. Organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aun lejanos de un mismo linaje.
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esposa, buena amiga, buena amante, buena cocinera, buena psicóloga, buena enfermera, buena terapeuta… la lista es interminable². El diccionario de la Real Academia Española define mujer como “Persona del sexo femenino. Que tiene las cualidades consideradas femeninas por excelencia. f. Criada que tenía a su cargo el gobierno económico de la casa. f. prostituta. f. Aquella cuyo poder de atracción amorosa acarrea fin desgraciado a sí misma o a quienes atrae. f. La que es valorada exclusivamente por su belleza o atractivo sexual.” Tal definición puede dar una “clara” idea de lo que una mujer debe ser en el mundo. Aunque no muchas encajen en esa descripción, están condenadas. Recupero las palabras de la Profesora Paula Rojas Munguía, catedrática de estudios de género en la Universidad Pedagógica Nacional, durante el XIV encuentro de género celebrado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en la mesa "Desarrollo académico y políticas de Género en las Universidades" el 26 de noviembre del 2012, pues comenta que una mujer que se encuentra activa en el ámbito laboral, en el mundo occidental al menos, cubre tres jornadas: Madre, Ama de casa y trabajadora. Cabe mencionar que no percibe un salario por los tres trabajos y tiene que cumplirlos con absoluta perfección. El problema de las féminas es la autoexclusión, basada en el poder de decisión de los hombres.
Género/feminismo en el siglo XX El feminismo es definido como un movimiento social que nace a la par de la lucha de la reivindicación de los derechos de las mujeres. Charlotte Broad cita en su libro La Idea en busca de su abrigo: ensayos sobre la obra de Virginia Woolf, a Catherine Belsey y Jane Moore cuando dicen “El feminismo es una política de lucha de las mujeres en favor de las mujeres” (Broad, 20). 2 Al través del mediador masculino la mujer averigua acerca de su cuerpo y de sus
funciones, de su persona y de sus obligaciones todo lo que le conviene y más. A veces menos. (Castellanos, 14).
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Los primeros indicios se suscitan en Europa en el siglo XVIII cuando aparece una vindicación de los derechos de la mujer, impulsada por Mary Wollstonecraft. Esta vindicación fue motivada por la Revolución francesa, la cual se sustentaba bajo las premisas de igualdad, libertad y fraternidad. Por las distintas guerras que se efectuaron en ese tiempo, en el siglo XIX la mujer tuvo que tomar las riendas de las industrias, pues todos los hombres servían como soldados en la guerra. Gracias a la Revolución Industrial entra en función la sindicalización de la mujer obrero, con el fin de exigir un trato igualitario al de los hombres pues trabajaban las mismas horas y no recibían las mismas prestaciones. En el siglo XX las sufragistas demandaron derechos como ciudadanas, es decir, derecho al voto. La idea central fue hacer de las mujeres un ciudadano que podía tomar parte en las decisiones del estado. En los 60’s inicia la revolución sexual, donde se reclamó el derecho al cuerpo. Una de las ideas principales era revocar el pensamiento de desligar la sexualidad de la mujer con la maternidad. La mujer europea comenzó a ir a la universidad. Por el conformismo de las mujeres, en los 70’s Kate Millett, con el libro Sexual Politics, recordaba a las feministas que aún había mucho por lo cual trabajar. Esta idea fue sustentada antes por Simone de Beauvoir en El segundo sexo libro publicado en 1949, donde de Beavoir se plantea “¿Qué es ser mujer?”. La reflexión será punta de lanza para el Neo feminismo propagado en Estados Unidos, que quería basar los derechos de las mujeres en las diferencias que tenían con el hombre, para llegar a una equidad. Durante los años 80’s se fortalecen los estudios de género. Con planteamientos como el sistema sexo – género de Margaret Mead (1935), la relación de parentesco de Claude Lévi – Strauss y la economía de Marx y Engels. El sexo será entendido como algo biológico que se forma a la hora del nacimiento y el género como algo cultural que varía con el tiempo y el espacio 11
donde se habite. Joan Scott marca una división sexual (gender) y una división cultural del sexo (genre). Cuenta con tres apartados: 1) Atribución, rotulación o asignación del género (hembra-femenino, macho-masculino); 2) Roles de género (actividades propias para cada sexo); y 3) La identidad de género, que se forma por el núcleo de la identidad que decae en la dicotomía femenino/masculino y la identidad propiamente dicha, que se compone de la raza, religión, lengua, cultura, etnia, edad, etc. Que darán como resultado una tipificación ideal de género. Lorena Hernández Reyes afirma: El género se construye y deconstruye en diversos ámbitos, como: mercado de trabajo, educación, comunicación masiva, política y en el arte. Así, la categoría analítica que existe entre lo femenino y lo masculino demuestra una compleja interacción de identidades sociales, donde las determinaciones se dan por medio de la clase social, de etnias, generaciones y de preferencia sexual (Hernández, 2007)
Michel Foucault habla de las biopolíticas donde se plantea que el saber es poder. Se dividían en tres partes: 1. La pedagogización de la sexualidad infantil; es decir, implementar en el imaginario de los infantes las diferencias sexuales existentes entre los individuos pero sin ahondar en el tema; 2. La histerización del cuerpo de la mujer, pues ésta es representada por su forma física por lo que deben dar sustento a sus diferencias y a su única función: la reproducción; 3. La medicación del placer perverso, haciendo consciente a la sociedad de que los cuerpos pueden generar placer, pero a la vez comunicando que, en ciertos casos, es prohibido y aberrante (Foucalt; 1998) Gómez Redondo en “Crítica literaria feminista” lo refiere como “la construcción cultural con base en las diferencias sexuales” (Gómez, 1996:320). Esto nos habla de una diferencia de identidad a través de las diferencias de sexualidad y género entres los individuos. Sin embargo, Judith Butler, en su libro El género en disputa, afirma: 12
El género sexual debe considerarse como la interpretación que se hace de la diferencia biológica como una condición que no es lo que somos, si no lo que hacemos. Nos convertimos en hombres o mujeres a través de la repetición de actos que, dependen de convenciones sociales. (Butler, 2007: 57)
Lo que Butler asegura es que son nuestras actitudes y prácticas las que definen nuestra identidad de género, una identidad existencialista
sublevada por el
hombre que es definida y diferenciada con referencias a él y, no él con referencias a ella; sin embargo, esto es un constructo social que durante años se ha tratado de modificar. Marta Lamas, doctora en Ciencias Antropológicas, comenta que el concepto de género se esclarece en los años noventa como: “La explicación sobre la desigualdad entre los sexos […] este concepto alcanza un gran impacto cultural y su uso se politiza” (Lamas, 91), es decir, el género se vuelve una manera de mediar la situación social de la mujer, se usa para callar las exigencias femeninas sobre una equidad y los reclamos ante una discriminación y desapego a los derechos de cada individuo. Sin embargo, el concepto llega a tener una trascendencia más allá de los claustros académicos, adquiere simpatizantes y se integra de tal manera que, como dice Lamas, hacia 1997 el género se encuentra integrado al discurso de los políticos y hasta el PAN lo usó en su proceso electoral y en el año 2000, en la toma de protesta de Vicente Fox como presidente de la república, comprometió a que su gobierno tendría “perspectiva de género” (Lamas, 92), como estrategia para ganar adeptos, pues el concepto era integrador y representaba las nuevas tendencias en el mundo, tomando en cuenta que Europa y Estados Unidos ya contaban con avances en lo relacionado a la equidad de género. Era una forma de estar a la vanguardia. Al final, más allá de la polémica que este nuevo concepto realizó, su objetivo era otro: 13
Su verdadero éxito radica en que la comprensión de dicha perspectiva implica un salto conceptual: reconocer que los comportamientos masculinos y femeninos no dependen de manera esencial de los hechos biológicos, sino que tienen mucho de construcción social. Así, con la idea de perspectiva de género se retoma lo central del discurso feminista. (Lamas, 92-93)
Fue un impulso al imaginario social para poder comprender que las verdaderas diferencias de capacidad entre los sexos eran impuestas por la sociedad más que por las limitantes físicas que cada uno tuviera. Una de las diferencias entre estos dos movimientos es que el feminismo defiende los derechos de la mujer basándose en las diferencias que tienen con los varones. En cuanto al estudio de género, analiza las características impuestas para diferenciar el género masculino del femenino, quiénes imponen estas reglas y qué pasa cuando no son llevadas a cabo.
La mujer y la Revolución Mexicana: El registro histórico y el registro en el imaginario cultural Las mujeres han tenido una participación activa en muchos momentos históricos de la humanidad. Se sabe de su participación en la Revolución Rusa de 1917, ya que sus movilizaciones fueron detonante del movimiento. El proceso europeo de principios del siglo XX dio origen a grandes mujeres revolucionarías como las alemanas Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo. Y en el México del siglo XVII con Sor Juana Inés de la Cruz, quien escribió sobre lo femenino, resaltando la competencia de las mujeres en oficios que eran vinculados sólo con los hombres. Sin embargo, uno de los papeles más representativos que tuvo la mujer fue en la Revolución Mexicana de 1910. Con el ingreso de las grandes industrias a suelo mexicano introducidas por Porfirio Díaz, la mujer tuvo un papel importante en las fábricas, talleres, comercios, oficinas públicas y en especial 14
amplió su participación dentro del magisterio. Toda esta contribución al crecimiento del país creó reacciones. El Clarín, periódico de Guadalajara, Jalisco decía: “Las señoras y señoritas de la capital muy activas, asaz varoniles que pronuncian discursos, componen piezas musicales y abrazan y besan en público […] esos arranques viriles del sexo débil, francamente no nos gustan; saquen ustedes a la mujer de su natural esfera de acción, sepárenla de la tarea de pegar botones, de confeccionar un guiso o de enseñarles una oración a los chicos”. Estas declaraciones no son más que un espejo de la impresión que creó la participación que estaba teniendo las mujeres en el escenario laboral y social del país. Alicia Sagra, en la revista de la LIT-CI, Correo Internacional (Nueva época), dice: Así fueron surgiendo mujeres intelectuales que se fueron sumando a la lucha contra el régimen y por la revolución. Ese fue el caso de Dolores Giménez y Muro, maestra y poetisa, presidenta de la Liga Femenina Anti-reeleccionista “Josefa Ortiz de Domínguez”, que tuvo el grado de coronela en el ejército zapatista hasta que fue asesinada en 1919. Estas mujeres fueron perseguidas, encarceladas, algunas fusiladas. Pero su labor se mantuvo y llegaron a cumplir un destacado papel en la elaboración de la nueva constitución que impuso la revolución (Sagra, 2011).
La imagen femenina sufría un cambio que la dejaría marcada de por vida, dejando de lado los prejuicios y estándares que condenaban a la mujer en el papel de “sexo débil”. En los inicios de la lucha armada aparecen las soldaderas, más conocidas como Adelas. Eran hijas, esposas y/o amantes de los soldados que pelearon en la Revolución y muchas de ellas fueron grandes combatientes. Ellas fueron inspiración para la artista Frida Kahlo, al realizar un cuadro en su honor, además 15
del corrido “La Adelita” que refiere a una mujer de gran belleza, que le hace compañía al sargento y, por su valentía, es admirada por todos los hombres del batallón, dejando así un imaginario social de la Adelita mitificado: Junto a las grandes tropas de Francisco Villa, Emiliano Zapata y Venustiano Carranza, más de mil novecientos líderes lucharon en bandas rebeldes. Las soldaderas pululan en las fotografías. Multitud anónima, comparsas, al parecer telón de fondo, sólo hacen bulto, pero sin ellas los soldados no hubieran comido ni dormido ni peleado (Poniatowska, 1999)
Por las continuas bajas de soldados, las mujeres campesinas se enlistaban en los ejércitos del lugar donde vivían padeciendo raptos y abusos sexuales típicos de las guerras. Sagra, comenta: “Ellas continuaban en el campamento con las tareas de sus hogares, buscaban alimentos, cocinaban, cuidaban a los enfermos y heridos. Pero también peleaban” (Sagra, 2011). Otra forma de participación femenina fue a través de la voz de algunas periodistas y escritoras. Ellas integraron un grupo de mujeres en la actividad política y social, y fundaron periódicos de oposición al régimen y en defensa de las clases desvalidas. Se creó un grupo de conspiradoras. Hernández Reyes afirma: En los complots, paso de armas, correos y difusión de noticias, sobresalieron Carmen Serdán, hermana de Aquiles Serdán; Carmen Alatriste, su madre; y Francisca del Valle, su esposa; también se involucraron Guadalupe, Rosa y María Narváez, quienes coordinaron las operaciones en el estado de Puebla, imprimieron y repartieron proclamas, así como distribuyeron armas, para luchar contra el régimen de Díaz (Hernández, 2007).
Las mujeres se volvieron perfectas espías y estrategas, pues el enemigo no las visualizaba como un peligro, por la baja estima en la que eran colocadas. Existieron
asociaciones
femeninas
como
clubes
liberales
y
antirreleccionistas, que mantenían el espíritu de lealtad y protesta contra la 16
usurpación Huertista. A parte de defender a los presos políticos y difundir noticia y propaganda, todas las semanas organizaban manifestaciones ante la tumba del mártir Francisco I. Madero. Existieron también benefactoras que vendieron sus riquezas para contribuir con la Revolución: La carencia de fondos era extrema, pues ni para que se sostuvieran en San Antonio todos los emigrados había cantidad suficiente, siendo ésta una de las causas por las que entre algunos reinaba cierto descontento contra el señor Madero. Éste había escrito a su esposa para que vendiera sus alhajas para poder comprar armas que iban a necesitar en la expedición de Calixto Guerra. (Mendieta, 1961).
Una cantidad inmensa de féminas de posición acomodada, abandonaron los lujos e intentaron contribuir con la Revolución, quizá no con un arma, pero sí a nivel económico. Según los datos que aporta Lorena Hernández Rojas, a raíz de la participación activa de las mujeres durante la Revolución, fueron tomadas en cuenta demandas y algunas de ellas fueron incorporadas a la nueva legislación, por ejemplo, la ley de divorcio. Las iniciativas que se presentaron, relativas a imponer la pena de muerte por el delito de violación y el otorgamiento del voto femenino no fueron aceptadas. De esta forma fueron cuartadas las intenciones de las líderes femeninas de otorgar a las mujeres una identidad como ciudadana y borró la diferencia evidente en la participación de las mujeres durante el conflicto armado. Los derechos laborales sí fueron incorporados, ganando con esto, que las mujeres y los hombres obtuvieran el mismo salario, y trabajaran la misma cantidad de horas. Además se protegió la maternidad, pues los tres meses anteriores al parto, las mujeres no desempeñarían trabajos pesados, el mes 17
posterior disfrutarían forzosamente de descanso percibiendo su salario íntegro y conservando su empleo. Además, en 1939, el presidente Lázaro Cárdenas reconoció ampliamente la veteranía y la “Condecoración del Mérito Revolucionario” tanto a hombres como a mujeres. Hoy día estos mandatos no se cumplen, por lo que se confinaron a sólo palabras. Lorena Hernández Reyes, afirma: En México, se ha creado un ideal de cómo deben ser, actuar, pensar y sentir el hombre y la mujer según la sociedad: es decir, los roles de género. Se espera que las niñas sean amables, serviciales, débiles, pasivas, sumisas, dependientes emocionales, cariñosas, obedientes, sensibles, atentas y sacrificadas por sus maridos, hijos y hermanos; asimismo, que sus metas se dirijan a convertirse en esposas, madres y amas de casa. Sin embargo, las nuevas generaciones buscan cambios sociales que favorezcan la igualdad de género (Hernández, 2007).
Nuestro país ha sido reconocido por permanecer en el patriarcado que se ha tratado de eliminar desde hace medio siglo. Aún podemos observar maltrato, discriminación, desigualdad, incluso incredulidad hacía las mujeres. Sin embargo, existen mujeres intelectuales que han rebatido a México su falta de conciencia, empatía e ignorancia, escribiendo desde la mirada femenina y describiendo situaciones que anteriormente sólo podían ser detectadas mediante la mirada de un varón. Después de la detonación de los estudios feministas en Europa y Estados Unidos, México no se quedó atrás y los círculos universitarios empezaron a conocer a las voces femeninas que imponían una nueva forma de pensar.
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En su libro Contra Viento y Marea. El movimiento feminista en México hasta 1940, Anna Macías da un recorrido detallado sobre cómo se fue desarrollando la promoción de los derechos de la mujer en México, destacando que la sociedad no permitió que las mujeres participaran en asuntos públicos. Estas divisiones entre sexos fueron vigentes desde el virreinato. Las mujeres pertenecían al ámbito privado, ya sea en casa o en un convento (Macías, 25). Ejemplo de por qué mujeres como Sor Juana Inés decidieron tomar los votos, ya que no había otra alternativa, eran las únicas herramientas para pertenecer a un círculo social aceptable por las mayorías. Lizbeth Castillo Farjat, hace una reflexión en torno a las palabras de Macías y argumenta que una de las principales discusiones sobre la educación era si valía o no la pena educar a las mujeres. Los conservadores consideraron que no era necesario tal esfuerzo, pero los liberales creían que las féminas podían estudiar humanidades, un poco de ciencia y materias que fueran “propias de su sexo”, pues al ser las madres de familia, su deber era educar a las futuras generaciones y era válido darle herramientas para hacerlo de manera correcta. Todo esto, por supuesto, bajo la vigilancia incesante de los líderes masculinos. El Código Civil de 1884 estipulaba que las mujeres casadas eran “imbéciles por razones de su sexo”, por lo que no eran capaces de tomar decisiones o realizar acciones importantes sin la autorización de sus respectivos maridos (Castillo, 1). El nuevo código decretaba un cambio en la vida de las féminas, sin embargo el estatus de inferioridad imputado por los varones seguía vigente, mostrándolas como seres poco capaces de tomar decisiones por sí mismas y hacerse cargo de su vida y la de otros. Lo único que hacía valioso a las mujeres era su posibilidad de ser madres y educadoras de las futuras generaciones. Esta fue la razón de que se sugiriera que 19
ellas podrían tener una educación de alto nivel. La discriminación, aún con todo, fue completamente evidente. Castillo Farjat, con la ayuda del libro de Anna Macías, destaca que el movimiento feminista mexicano de principios del siglo XX fue impulsado por mujeres educadas que pedían más y mejor educación, oportunidades de trabajo, salarios justos y reformas al Código Civil de 1884 para beneficio de las féminas. En 1908, Dolores Correa Zapata y la Dra. Columba Rivera fundaron la revista “Mujer Mexicana”, con el fin de que las mujeres participaran en todos los ámbitos sociales. A partir de esta publicación las editoras pedían una misma moral sexual para los dos sexos (Castillo, 2), generando que las féminas tuvieran autonomía en decisiones relacionadas con su cuerpo, como la planificación familiar y la vestimenta. El movimiento feminista mexicano tomaba fuerza con las mujeres que destacaban y revelaban al mundo el hastío causado por la discriminación continuamente impuesto a las mujeres de la época. Se creía que las mujeres educadas podrían ser las que representarían la situación de todas, sin embargo, estas tenían oportunidades y recursos que la mayoría no poseía, por tanto esta mirada era parcial. El Código Civil se trató de modificar después de la participación femenina en la batalla de la Revolución Mexicana, sin embargo no se logró casi ningún avance. Dicho código se reforma hasta 1927. Castillo Farjat comenta que las reformas fueron, principalmente impulsadas por el feminismo yucateco. Salvador Alvarado, gobernador designado por Venustiano Carranza llegó al estado con varias ideas reformistas que fueron aceptadas por la sociedad yucateca educada. Alvarado llegó a la ciudad creyendo que hacía falta una campaña moralizadora y una pro feminista, pero se dio cuenta que ya existía un avance y la sociedad lo 20
respaldó. Anna Macías dice que Alvarado fue el único revolucionario que consideró primordial luchar por la emancipación femenina, como ayuda a los oprimidos (Castillo, 2). Fue un avance considerable la iniciativa de modificar la relevancia que tenían las mujeres en los asuntos sociales y cívicos de su nación y las feministas vieron en Salvador Alvarado un respaldo con suficiente poder político como para que eso sucedieran en un periodo corto de tiempo. Con el apoyo de Alvarado, se llevó a cabo el primer congreso feminista realizado en México. En enero de 1916, Mérida fue cede. En este congreso se discutió la única propuesta de moral sexual que se conocía, el atraso en la educación femenina, la necesidad de lograr equilibrio entre los sexos y las reformas al Código Civil de 1884. De aquí se destacaron tres grupos diferentes: mujeres de derecha, de izquierda y moderadas (Castillo, 3). Cada uno de estos grupos tenía ideas de emancipación diferentes. En realidad todas perseguían el mismo objetivo: equidad para las féminas. Sin embargo, la diferencia radicaba en la forma de llegar a dicho objetivo. Hubo enfrentamientos entre estos tres grupos de mujeres, los cuales también chocaron con los intereses de Alvarado, quien quería usar a las mujeres para fines proselitistas. Otro varón interesado en que las mujeres participaran activamente en el desarrollo del país fue Felipe Carrillo Puerto quién continuó con algunos de los programas propuestos por Alvarado, además de sacar los suyos. Él habló de amor libre y resistencia femenina. Al poco tiempo de iniciar su periodo de gobierno (1923), impulsó la ley de divorcio, que dictaminaba un cierto nivel de libertad para las mujeres; sin embargo, no cambiaba las condiciones de las mujeres en Yucatán, ya que no impugnaba la doble moral sexual, pues veían con indiferencia el adulterio masculino, al punto de serles indiferente, no así el femenino (Castillo, 3), el cuál era castigado por la justicia penal, sino también por 21
la sociedad. Lo que a primera vista se pensó como una oportunidad de sobresalir, se convirtió en un engaño para sacar provecho, creyendo que las mujeres eran un sector vulnerable que tomaba fuerza, pero también era numeroso, por lo tanto atractivo para fines populistas. Las mujeres seguían siendo una propaganda política para los varones que querían congraciarse con un grupo de resistencia que estaba causando revuelo y se estaba haciendo notar. A nivel nacional, también se observaban cambios: El gobierno reformista del general Lázaro Cárdenas permitió la organización de diversos frentes feministas… Destacadas luchadoras sociales miembros del Partido Nacional Revolucionario, del Partido Comunista o de sectores católicos fundaron en 1935 el Frente único Pro-Derechos de la Mujer (FUPDM) a pesar de la divergencia de sus tendencias políticas. Dicho Frente buscó mejorar las condiciones de vida de las mujeres mexicanas mediante la defensa de sus derechos civiles. Logró que se les concediera el voto y, con él, la oportunidad de decidir sobre la forma de gobierno más conveniente para el país. (Castillo, 3)
Cárdenas parecía ser el hombre que ayudaría a las mujeres a alcanzar el derecho al voto. Cuando él envió la iniciativa al congreso, recibió muchos elogios de parte de los grupos feministas y gobiernos del resto del mundo; sin embargo, Macías afirma que se generó un temor de que el voto femenino no apoyara a los candidatos del partido oficial. Esto fue lo que detuvo los avances de las feministas por conseguir el derecho al voto. Este derecho se consiguió hasta los años cincuenta. Tan actual es la problemática de la mujer en el campo laboral y social, que en el 2006, Marta Lamas sugiere que cuando el gobierno mexicano decida combatir la discriminación laboral de la que son victima las mujeres, deberá estar 22
dispuesto a revisar a fondo sus conceptos de justicia laboral desde una perspectiva de género (Lamas, 86), pues son las mismas leyes que rigen a la nación las que obstaculizan una equidad de género, manteniendo a mujeres y hombres en esferas diferentes. Han pasado poco más de 60 años desde que las mujeres pudieron asistir a las urnas electorales para elegir a las personas que los gobernarán, lo cual fue el primer paso para reconocer a la mujer como ciudadano, sin embargo aún se reconocen como actuales los “trabajos naturales de cada sexo” y la diferencia de capacidades a partir del género.
Panorama literario En el ámbito literario, a mediados de 1949 la Editorial Cvltvra daba por concluida la impresión de la primera parte de Literatura mexicana siglo xx 19101949 de José Luis Martínez, al mismo tiempo daba a conocer una lista de libros que tenían en venta en su esquina comercial de Guatemala y Argentina de la ciudad de México (Poot, 35). En este tiempo escritoras como Guadalupe Amor, Nellie Campobello, Adela Formoso de Obregón, Sara García Iglesias, Julia Guzmán, Guadalupe Marín, entre otras, dieron a conocer sus obras³. Rosario Castellanos fue poeta, ama de casa, madre y feminista. Muchos la recuerdan por su trabajo como indigenista, por su trabajo como feminista o por Ricardo Guerra, su esposo. Sobre todo por el nombre y la pinta que ella misma se formó y que la hace ser una escritora reconocida. José Joaquín Blanco la recuerda: “Sus retos narrativos y poéticos fueron grandes y los realizó con una actitud admirable tanto en la crítica a la vida en Chiapas como a la situación 3 No obstante el porcentaje de representación femenina en el contexto literario nacional era del 10% (Poot, 37).
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opresiva de la mujer mexicana en los 50’s que ella padeció, ninguneada en los medios culturales por gente harto inferior a ella” (Blanco, 205). Fue de las primeras escritoras que decidieron levantar la voz y hablar en nombre de todas, declarando libertad de pensamiento y cuerpo, sin embargo muere prematuramente sin que el tiempo le permitiera ser testigo de la inspiración que tuvo su obra en generaciones posteriores a la suya. Ella misma padeció la discriminación impuesta a la mujer profesionista “descarriada”. Además fue criticada por su ideología con respecto a la situación de la mujer mexicana, pues aseguraba que las féminas se mantenían en un sitio muy cómodo al acatar los estereotipos que les imponía la sociedad, en vez de luchar por liberarse. Actualmente, algunas feministas y estudiosas de los géneros han rebatido esta idea asegurando que las mujeres no sabían cómo liberarse, por lo que se mantenían bajo el dominio masculino. Entre sus obras más importantes se encuentra: Balum Canán (1957) donde recupera la temática de los indígenas en Chiapas y brinda una visión de la vida que tuvo en su niñez; Ciudad Real (1960) es un texto realista y crudo sobre la división por grados sociales y la repercusión en los individuos; Álbum de familia (1971) es un libro de cuentos con temáticas feministas que reflejan el modo de vida de las mujeres; Los convidados de agosto (1974) donde habla de lo costumbrista de la sociedad y la marginalidad; Mujer que sabe latín (1973) es una recopilación de ensayos donde Rosario hace una fuerte crítica y una reflexión sobre la situación femenina en su tiempo; El eterno femenino, obra de teatro póstuma, publicada en 1975, donde Castellanos relata los distintos roles asignados a la mujer y cómo afronta eso una chica que está a punto de casarse. Existe también una recopilación de las cartas que Rosario Castellanos le escribió a su esposo Ricardo 24
Guerra de julio de 1950 a diciembre de 1967, las cuales están reunidas en el libro Cartas a Ricardo publicado en 1994, en él se muestra a una Rosario mujer afectada por la relación con su esposo y con su hijo, Gabriel. Castellanos tiene una voz que muda y se transforma como ensayista, cuentista y dramaturga, siempre siguiendo una línea inmutable: la ironía. Su obra destaca sus experiencias como escritora, madre y mujer. La finalidad del recorrido histórico presentado anteriormente es resaltar las bases sobre las que se cimientan las teorías de Castellanos y cómo desarrolla su pensamiento en torno a lo femenino.
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Teorías y referencias femeninas en dos ensayos de Rosario Castellanos Rosario Castellanos es reconocida como una escritora brillante y objetiva, pero ante todo mordaz. Aunque jamás admitió abiertamente ser una feminista, la ginocrítica¹ la ha considerado como una de las principales representantes del feminismo en México. Sus ideas sobre el género femenino se translucen en su obra, principalmente en sus ensayos, donde fundamenta los arquetipos con base en el imaginario colectivo y la sociedad utópica. Castellanos defiende la libertad de las mujeres y sus derechos, pero sin dejar a un lado el grado de responsabilidad de las mujeres ante la discriminación y violencia a las cuales son sometidas. En su trayectoria como cuentista y novelista, se puede rescatar una Rosario que echa mano en muchas ocasiones de la ironía total, burlándose de la forma de vida y prejuicios de la sociedad. A continuación haré una recopilación de las principales teorías que ella asociaba a la mujer en “La mujer y su imagen” compilado en el libro Mujer que sabe latín (1973) y “Sobre cultura femenina” compilado en el libro del mismo nombre (1950), el cual fue su tesis de maestría. Ejemplificaré con el cuento “Lección de cocina” compilado en el libro Álbum de familia (1971) el cual habla de una recién casada quien hace un recorrido de su vida deteniéndose en ciertos pasajes que la incitan a reflexionar sobre su rol social y el de pareja, destacando momentos de inconformidad secundados por una resignación ante la imposición de las circunstancias sociales de su condición femenina.
¹Estudio de la literatura escrita por mujeres, sus contextos, temas, tradiciones y la trayectoria de su evolución (Showalter, 1979)
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Con el análisis de los dos ensayos se puede destacar la siguiente cartografía: La mujer y su imagen
Sobre cultura femenina
La mitificación de la mujer
Los oficios femeninos
La sumisión de las féminas
El matrimonio
La belleza física y la pureza: Razones de exaltación Represión sexual femenina
Las escritoras La mujer y su identidad
Supuestos instintos femeninos Independencia femenina
La mujer y su imagen En el libro Mujer que sabe latín, Rosario Castellanos nos muestra un panorama sobre el papel que ha jugado la mujer en su tiempo y cómo es vista desde la perspectiva masculina. Echa mano de la ironía para destacar su rechazo ante aquellas que han aceptado gustosas este rol; pues desde su perspectiva las mujeres han colaborado a que la discriminación y las ideas machistas sigan vigentes, al formar madres que enseñan a las futuras generaciones etiquetas sociales que no son naturales, es decir, que son impuestas por la sociedad y no provienen de algo palpable. En el ensayo “La mujer y su imagen”, Castellanos despliega diferentes temas que giran en torno a las féminas del siglo XX, concepto que a mi parecer sigue vigente. Inicia describiendo a la mujer como un mito. El creador y espectador es el varón quien ya no la ve como un ser real, de carne y hueso, con características biológicas, fisiológicas y psicológicas, mucho menos con rasgos de un sujeto con dignidad, sino que advierte únicamente la encarnación de algún principio, en su mayoría maléfico, fundamentalmente antagónico (Castellanos; 27
2003, 9). Por tanto configura la imagen estandarizada, pues socialmente es aceptado que sean los varones quienes construyan el estereotipo con el que son reconocidas todas las mujeres. Como la sociedad acepta que los sexos no son iguales, sino más bien contrarios, como en el reino animal, luchan por una superioridad. Castellanos continúa su ensayo asegurando que los varones tienen el poder, por lo que tratan de abolir a las mujeres; sin embargo, al darse cuenta que no es posible, imponen un control, previniendo una rebeldía por parte de ellas. Las enclaustran en lugares cerrados haciéndolas creer que su lugar es el interior, como los gineceos, las iglesias y los prostíbulos (Castellanos; 2003, 10). Reafirman la única misión que ellos les asignaron a las mujeres, que es procrear, implantando la idea de la reproducción y con el fin de que sean ellas mismas las encargadas de transmitirla a otras la cultura patriarcal,
la cultura de madres a hijas. Esto las vuelve
incubadoras que sólo son valiosas cuando llevan un hijo dentro. En las universidades donde se les permite ir brindan información manipulada por el grupo poderoso (los varones), por lo que no se puede reconocer muchos textos escritos por otras mujeres, los cuales defiendan un espacio de importancia en la construcción del mundo, más que para entregar eslabones que la integren. En el cuento, “Lección de cocina”, la protagonista demuestra conocer la regla social que confina a la mujer a los espacios cerrados: La cocina resplandece de blancura. Es una lástima tener que mancillarla con el uso. Habría que sentarse a contemplarla, a describirla, a cerrar los ojos, a evocarla. Fijándose bien esta nitidez, esta pulcritud carece del exceso deslumbrador que produce escalofríos en los sanatorios. ¿O es el halo de desinfectantes, los pasos de goma de las afanadoras, la presencia oculta de la enfermedad y de la muerte? Qué me importa. Mi lugar está aquí. (Castellanos, 1971: 7).
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Ella se percata de que su lugar es ahí, en la cocina, “como todas las mujeres”. Trata de ver el lugar con un grado de admiración y conformidad. Castellanos expone que una de las razones de exaltación de la mujer es por su belleza física, la cual es atribuida a un estereotipo impuesto por el machismo, que corresponde a una serie de requisitos, y cuando una mujer llena todas estas normas es bien declarada como una cosa. Los atributos que en el hombre son bien vistos, como los pies grandes y vigorosos, en la mujer no lo son. En ellas lo más bello es el pie pequeñito, como es apreciado en las culturas orientales, donde se define cuán es delicada y bella una chica por el tamaño de su calzado. Las mujeres se prestan para ser observadas portando un calzado que resalte la belleza de sus pies, pero que además lo modifique, sin pensar en el dolor físico que esto implica (Castellanos; 2003, 11). Es cuando son obligadas a modificar su cuerpo con tal de ser reconocidas como “bellas”. Para ello, muestran a estas mujeres como modelos a seguir, para que otras las imiten y así mantenerlas controladas.
En el cuento, la protagonista se da cuenta de esta condición: Pero es mentira. Yo no soy el sueño que sueña, que sueña, que sueña; yo no soy el reflejo de una imagen en un cristal; a mí no me aniquila la cerrazón de una conciencia o de toda conciencia posible. Yo continúo viviendo con una vida densa, viscosa, turbia, aunque el que está a mi lado y el remoto, me ignoren, me olviden, me pospongan, me abandonen, me desamen. (Castellanos, 1971: 10)
Es de esta manera que la mujer se transforma en una muñeca de aparador que sólo sirve para ser vista y contemplada, y que con eso debería de bastarle. No tiene derecho de sentir rechazo o dolor por su condición de “cosa”, simplemente debe someterse al juicio del varón.
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Rosario Castellanos menciona otro método de selección para las mujeres: la pureza. Las doncellas no pueden ser tocadas ni vistas por mucho tiempo, pues pertenece a los cielos y su cárcel es el cuerpo, el cual hay que procurar que sea lo más frágil, vulnerable e inexistente posible. Cuando no todas pueden cumplir estas reglas, hay que someterlas a fajas asfixiantes y dietas extenuantes (Castellanos; 2003, 11), reglamentan a la mujer a que cuente calorías como una calculadora portátil y se preocupe por no usar una talla menos de pantalón cada mes. Además confunden la fragilidad femenina con la completa dependencia a otro ser en teoría superior. En el cuento esta situación se ve ejemplificada: La mujer es incapaz de recoger un pañuelo que se le cae, de reabrir un libro que se le cierra, de descorrer los visillos de la ventana al través de la cual contempla el mundo. Su energía se le agota en mostrarse a los ojos del varón que aplaude la cintura de avispa, las ojeras, la palidez que revela a un alma suspirante por el cielo, el desmayo de quien no soporta el contacto con los hechos brutales de lo cotidiano (Castellanos; 2003, 11-12)
Es convertida en una figura coleccionable que no puede ser tocada por el sol ni por las preocupaciones que atañen a los varones, quienes valientemente luchan por mantenerlas en la posición que les corresponde. Todo alude a una desinformación de la mujer. Castellanos dice que una dama no sabe ni siquiera cómo es su cuerpo, pues al ser un ídolo femenino y un espíritu puro y complaciente, tiene pudor y asco de su anatomía y lo refiere como algo sucio e imposible de ver (Castellanos; 2003, 13). Se ejemplifica en la ignorancia de la mujer ante su propia anatomía. Ellas están obligadas a seguir un régimen en cuánto a su cuerpo, pero como un instrumento del cuál no saben nada, la única información que se brinda es que sirve para cargar crías, pero se les niega la posibilidad de conocerlo a fondo, sin pudor ni desagrado. Al no conocer otra utilidad para el cuerpo, no desafían a la autoridad de los varones y otras 30
féminas cuándo dicen que el cuerpo es un templo que no puede ser explorado por las mujeres, sólo puede ser descubierto por los varones. A través del hombre, la mujer averigua sobre el cuerpo y sus funciones, puesto que es mediante la unión con éste que la mujer experimenta nuevas cosas y se configura en otros papeles, como el de madre y esposa. Todo lo que le concierne y a veces más, o menos. Depende de la generosidad y sapiencia del varón que la guíe (Castellanos; 2003, 14). Así crea una dependencia total hacia el varón, haciéndolo indispensable en su vida y aportándole características de un ser salvador que rescata a una pobre alma de las garras de su propia ignorancia. Es así, que desde que una mujer nace, la educación que se le proporciona es para formarse como ente moralmente aceptable, es decir útil. Se le despoja de la espontaneidad para actuar, se le prohíbe la iniciativa para decidir y a obedecer los mandamientos de una ética que le es absolutamente ajena y que no tiene otro fin más que atender a los intereses de los otros (Castellanos; 2003, 14). Las mujeres se vuelven un sirviente, un adorno y un estorbo para los otros. Ella sólo tiene que preocuparse por verse bonita y servir para algo, aunque eso no le traiga satisfacciones propias. Las féminas esperan, y esa es una virtud más valiosa. Aguardan a que llegue el hombre perfecto, la edad adecuada, el cuerpo bello y la pureza deseada. La alegoría perfecta a esta situación: La bella durmiente. Se le ofrece a las mujeres una oportunidad de traspasar sus límites en un fenómeno que si no borra, al menos atenúa los signos negativos con los que están marcadas: la maternidad. En este momento la mujer es una deidad superior a cualquiera. Se pretende que por nueve meses se mantenga en total reposo, sin necesidad de moverse y con todos sus antojos satisfechos. Castellanos afirma: 31
“Nueve interminables meses de reposo, de dependencia de los demás, de precaución, de ritos, de tabúes. La preñez es una enfermedad cuyo desenlace es siempre catastrófico para que la padece. Parirás con dolor, sentencia la Biblia. Y si el dolor no surge espontáneamente, hay que forzarlo” (Castellanos; 2003, 15). En esta parte del ensayo Castellanos juega un poco con el concepto casi divino al que supuestamente una mujer es inmiscuida, pues usa elementos sarcásticos para burlarse de la imagen de la madre de familia que se siente incapaz de realizar cualquier tipo de movimiento brusco, además de vestirse con batas inmensas que le permiten lucir su embarazo a todo color y que la sociedad pueda darse cuenta que ella ya cumplió su papel social. De manera contradictoria, en el ambiente médico, cuando una mujer da a luz, se dice que “se alivió”. Si nos ponemos estrictos el Diccionario de la Real Academia Española define “aliviar” como disminuir o mitigar las enfermedades, las fatigas del cuerpo o las aflicciones del ánimo. Por lo que se cae en una contradicción cuando se asegura que un hijo es un regalo y termina siendo una dolencia de la que todas las mujeres somos presas. La tortura no acaba ahí. Rosario Castellanos menciona también a las madres abnegadas que dan la vida entera por sus hijos a pesar del desapego de éstos. Es por esto que las madres se volvieron una imagen tan reconocida y consagrada para la sociedad mexicana, pues son los seres que aman incondicionalmente y entregan la vida por los otros (Castellanos; 2003, 15). Por esto mismo, a cierta edad las mujeres son obligadas socialmente a tener un hijo, ya que a partir de esto cubren su deuda y se vuelven seres venerables. En el cuento, la protagonista dice: ¿Cuánto tiempo se tomará para estar lista? […] Naturalmente, el texto no especifica. Me supone una intuición que, según mi sexo, debo poseer pero
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que no poseo, un sentido sin el que nací que me permitiría advertir el momento preciso en que la carne está a punto. (Castellanos; 1971, 13)
Se afirma que todas las mujeres venimos al mundo sabiendo cuánto tiempo debe de estar la carne en la parrilla, o qué quiere el niño que llora desde hace tres horas, o por qué el marido llega molesto a casa. No sólo deben ser madres, amigas, amantes, esposas, además adivinas. En el aspecto intelectual Rosario no profundiza mucho, pues afirma de manera irónica que las mujeres no reciben educación porque
no tienen la
capacidad de asimilar ni de comprender ideas y conceptos complejos. Cita a Moebius quien dice que la mujer es una “débil mental fisiológica”. En una sociedad común las personas son englobadas como inteligentes o estúpidas, refiriéndose a la capacidad de análisis y crítica que tengan. Sin embargo, esto también fue asociado al volumen del cráneo, pues obviamente al ser pequeño, encierra un cerebro pequeño. Y el cráneo de la mujer es muy pequeño o eso es lo que se pensaba antiguamente (Castellanos; 2003, 16). A veces esta supuesta falta de capacidad en las mujeres es justificada al decir que un hombre no busca una mujer inteligente sino bella, y muchas mujeres lo acatan como una salvación, pues se le hace creer que no necesita otra cosa. Pero cuando aparece una mujer con una capacidad mental superior a un varón promedio es degradada, se le arrebata su identidad de género al llamarla una no-mujer. Me parece que el miedo del sistema machista a una rebelión de sus esclavas voluntarias se ve representado en estas mujeres que logran sobresalir al promedio conformista. Sin embargo, pese a todas las técnicas, tácticas y estrategias de domesticación usadas en todos los lugares y en todas las épocas por los varones, Rosario afirma que las mujeres siempre serán mujeres y tratarán de destacarse del resto y coordinar su propio sistema de valores (Castellanos; 2003, 17). A pesar de 33
todo, siempre habrá rebeldes que le muestren a la mayoría que no todo lo que dice la sociedad es correcto o inamovible: Yo seré, de hoy en adelante, lo que elija en este momento. Seductoramente aturdida, profundamente reservada, hipócrita. Yo impondré, desde el principio, y con un poco de impertinencia, las reglas del juego. Mi marido resentirá la impronta de mi dominio que irá dilatándose […] Forcejeará por prevalecer y si cede yo corresponderé con el desprecio y si no cede yo no seré capaz de perdonarlo. Si asumo la otra actitud, si soy el caso típico, la femineidad que solicita indulgencia para sus errores, la balanza se inclinará a favor de mi antagonista […] que aparentemente me destinará a la derrota y que, en el fondo, me garantizará el triunfo por la sinuosa vida que recorrieron mis antepasadas, las humildes, las que no abrían los labios sino para asentir. (Castellanos; 1971, 21)
En esta parte del cuento, la protagonista se siente liberada, completa y decidida a renovar su vida y sus costumbres. Desapegarse de las reglas impuestas por la sociedad y forjar un futuro de narcisismo puro donde sólo importe el yo.
Sobre cultura femenina El libro Sobre cultura femenina es la tesis de maestría de Rosario Castellanos, donde asegura que a mujeres y hombres se les impone una cultura, la cual representa modos de vida que son bien vistos por la sociedad. El tercer ensayo, “Sobre cultura femenina” incluido en el libro, hace un recorrido sobre los oficios que a las mujeres se les enseña que tienen predestinado seguir, los mitos y verdades que rondan al matrimonio, cómo es ser escritora y las repercusiones que conlleva esta labor, y finalmente cierra con cómo se identifica una mujer a sí misma. Castellanos inicia su ensayo mencionando a Sigmund Freud quien demostró que el insuficiente desarrollo de la personalidad femenina, de su capacidad para amar e incluso de su desenvolvimiento intelectual, se debe a las inhibiciones que pesan sobre el conocimiento y la práctica sexual, y no es como 34
que esto estuviera íntimamente ligado, sino que al suprimir un instinto tan básico del ser humano como lo es el sexo, entonces inhibe todos los demás impulsos dejando así una limitante para el desarrollo de la cultura (Castellanos; 2005, 202). Al final, el objetivo era impulsar a que la mujer disfrutara de los placeres básicos de la vida y se convirtiera en un ser de mente abierta e intelecto desarrollado; que se deleitará con cosas que le habían sido restringidas. La protagonista del cuento “Lección de cocina” busca una buena cena para su marido que está a punto de llegar a casa. Mientras trata de cumplir su obligación como “ama de casa” recuerda ciertos pasajes de su vida que la tienen inconforme: […] Del mismo color teníamos la espalda, mi marido y yo después de las orgiásticas asoleadas en las playas de Acapulco. Él podía darse el lujo de “portarse como quien es” […]. Pero yo, abnegada mujercita mexicana que nació como la paloma para el nido, sonreía a semejanza de Cuauhtémoc en el suplicio […]. Boca arriba soportaba no sólo mi propio peso sino el de él encima del mío. La postura clásica para hacer el amor. Y gemía, de desgarramiento, de placer. El gemido clásico. Mitos, mitos. (Castellanos, 1971: 9)
Ella no sólo debe de aguantar el dolor que provoca la frotación de la piel quemada contra las sábanas, sino también fingir que le gusta para que su pareja se sienta como el macho dominante que debe ser. Esto nos lleva a pensar que una mujer no sólo tiene que apegarse a un código que le indica qué debe de sentir, sino que también debe de esperar la aprobación social para ejercer su sexualidad porque no es una decisión de ella. En este juego de dominación también están inmersos algunos varones. La heteronormatividad¹ afecta de igual forma a los varones quienes son 1 Es un régimen social, político y económico que impone el patriarcado y las prácticas 35 sexuales heterosexuales mediante diversos mecanismos médicos, artísticos, educativos, religiosos, jurídicos, etc. DRAE.
encaminados a ser el prototipo de macho dominante. Él debe elegir una hembra virgen a quien dominar y aparentar experiencia para no ser ridiculizado. Quienes no cumplen estos requisitos sociales son tachados de no-varones, y son despojados, como las féminas, de su identidad sexual. Y refiriéndome a lo último, la protagonista toca otro tema en su discurso: ¿Y tú? ¿No tienes nada que agradecerme? Lo has puntualizado con una solemnidad un poco pedante y con una precisión que acaso pretendía ser halagadora pero que me resultaba ofensiva: mi virginidad. Cuando la descubriste yo me sentí como el último dinosaurio en un planeta del que la especie había desaparecido. Ansiaba justificarme, explicar que si llegué a ti intacta no fue por virtud ni por orgullo ni por fealdad sino por apego a un estilo. (Castellanos; 1971, 13)
En esta parte del cuento la protagonista menciona sentirse avergonzada por la reacción de su pareja ante su virginidad. Cuando ella dice “sino por apego a un estilo” demuestra la regla social implícita de que las mujeres deben llegar vírgenes al matrimonio por tradición, y no por decisión propia.
El manejo de la
sexualidad tiene una gran variación entre los género. A los varones no se les exige guardar su virginidad, pero a las mujeres sí, por lo que para el esposo de la protagonista que ella “se guarde” hasta el momento culmen de su relación es poco relevante, ya que en la cultura masculina no tiene ningún valor. En la actualidad se puede ver esta misma situación, pues si un varón es virgen a determinada edad es considerado homosexual, débil o feo, pero en una mujer esta misma situación demuestra recato y pureza. En cuando al instinto maternal mencionado en el ensayo “Sobre cultura femenina”, Rosario Castellanos comenta que en el escenario de las guerras, éste se ve mermado. Asegura que las mujeres no querían traer hijos al mundo para que luego fueran enviados al campo de batalla y muertos en combate, además que muchas mujeres se quedaban sin esposo antes de poder procrear. Esto forma 36
a nuevas mujeres que salen al mundo a luchar con las armas de los varones, pues creían que era la única forma de sobresalir. Cuando ellas llegan al límite se abren dos caminos: la histeria y la cultura. En la primera podemos encaminar a las solteronas locas y amargadas, pero la segunda es aún más siniestra (Castellanos; 2005, 197-198). La autora llama siniestra al camino de la cultura pues se trata de una adecuada a las mujeres, que las forma como seres complacientes y destinados a fines específicos, como ya se ha comentado con anterioridad, que las remiten a vivir bajo la sombra del género masculino. En cuanto al segundo camino, en los años de la Primera y Segunda Guerra Mundial las mujeres tomaron el control de las industrias y las minas pues no había varones que las trabajaran ya que todos estaban en la batalla. Fue ahí cuando las féminas decidieron exigir derechos laborales justos para poder sostener a sus familias o sostenerse solas. Trabajar no es sólo una manera de obtener ingresos, también es cuestión de autonomía. La protagonista del cuento dice: “He de mantener la casa impecable, la ropa lista, el ritmo de la alimentación infalible. Pero no se me paga ningún sueldo, no puedo cambiar de amo” (Castellanos; 1971, 15). Hoy en día ser ama de casa se considera un trabajo equiparable con ser chef, piloto de autos o actor. Las mujeres que se dedican al hogar, en el cuadrito de los formatos donde indica “profesión” ya pueden poner a lo que se dedican, lo cual es tan honroso como cualquier otro trabajo, pero ello no reinvindica el derecho a recibir un pago por su trabajo. En el terreno de la unión de hombre y mujer, Castellanos menciona que la monogamia permitía un mayor control sobre las mujeres y más seguridad con respecto a la paternidad, que para los varones siempre fue una preocupación, y a la vez reducía los gastos de sustento (Castellanos; 2005, 194). Éste fue el 37
precedente para lo que hoy conocemos como matrimonio, la cual es regida por la fidelidad de ambos cónyuges, aunque muchas veces la fidelidad de ella es más exigida que la de él. La protagonista del cuento es lista y sabe que no está de acuerdo con su rol pero ese es “el que le tocó” Tal como podemos observar a continuación: “[…] Prefiero creer que lo que me une a él es algo tan fácil de borrar como una secreción y no tan terrible como un sacramento.” (Castellanos; 1971: 11). El matrimonio se volvió una institución que aprisiona y limita derechos individuales, en especial los de las mujeres, pues más que una unión se vuelve una posesión: “Gimes inarticuladamente y quisiera susurrarte al oído mi nombre para que recuerdes quién es a la que posees” (Castellanos; 1971, 14). El matrimonio se torna como un sinónimo de pertenencia: Gracias por haberme abierto la jaula de una rutina estéril para cerrarme la jaula de otra rutina que, según todos los propósitos y las posibilidades, ha de ser fecunda. Gracias por darme la oportunidad de lucir un traje largo y caudaloso, por ayudarme a avanzar en el interior del templo, exaltada por la música del órgano. (Castellanos; 1971, 12)
En esta parte del cuento, la protagonista menciona de forma irónica el agradecimiento que cualquier mujer podría demostrar ante el varón que la eligió como propia y le ofrece comodidades, pues según la cultura de las féminas que las rige, el desenlace de una vida vinculada al matrimonio es lo esperado. Por ser las madres las encargadas de educar en el hogar a las futuras generaciones de seres sociales, se le daba educación. Rosario Castellanos menciona a Virginia Woolf cuando afirmaba que la única educación que no se le negaba a la mujer era la literatura, pues a las damas de sociedad (que representaban un número muy reducido de la población) al menos se les enseñó 38
a leer y escribir, por lo que algunas mujeres decidieron tomar el oficio de la escritura. Algunos pensaban que la novela era el género ideal, y otros que la poesía lírica pues era la adecuada para quejarse sin aburrir. Cuando encontraron el medio de publicar, la crítica masculina exigió que tuvieran un estilo propio, un efecto único en las mujeres: el narcisismo (Castellanos; 2005, 206-208). Las mujeres eran juzgadas por imitar, sin embargo sólo leían a varones, los cuales eran impuestos por otros varones. Además, al sólo conocer el panorama que se les otorgaba, el hogar, escribían sobre él y sobre sí mismas, por lo que su estilo de escritura se consideró narcisista. En el cuento, la protagonista es una mujer que trabaja pero, además, es una lectora: Yo anduve extraviada en aulas, en calles, en oficinas, en cafés […] Abro un libro al azar y leo: “La cena de don Quijote”. Muy literario pero muy insatisfactorio. Porque don Quijote no tenía fama de gourmet sino de despistado. Aunque un análisis más a fondo del texto nos revela, etc., etc., etc. (Castellanos: 1971: 7-8)
Se observa el grado intelectual que posee este personaje del cuento al conocer la obra emblemática de Cervantes Saavedra y sugerir un análisis más a fondo del texto en cuestión, pero enfocándolo a la cena, que es su preocupación en ese instante. El sentido de pertenencia era ajeno en las féminas. La guerra por el cuerpo de la mujer siempre ha sido un tema de polémica. Castellanos dice “No es un yo hago: pienso, siento, digo. Es un yo soy: yo soy mi cuerpo. Y en ocasiones, para despistar, tú, ellos, aquel lugar, pero en relación conmigo” (Castellanos; 2005, 211). El narcisismo era necesario para desarrollar un estilo propio en la mujer,
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pero si ésta no comprendía nada relacionado con su cuerpo, pues no podía escribir nada a partir de él. Castellanos concluye mencionando que esta cultura que se presume es femenina, es transmitida de madres a hijas haciendo una larga línea de mujeres educadas para servir al otro. Menciona que no sólo se debe superar la violencia y discriminación de los varones hacía las mujeres, sino también la que se da entre nosotras mismas.
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Las féminas del Eterno La obra de teatro El eterno femenino se edita e imprime en 1975, un año después de la muerte de Rosario Castellanos. Esta obra fue un pedido de la actriz Emma Teresa Armendáriz y su esposo, el director Rafael López Miarnau a Castellanos. Es reconocida como la única obra de teatro escrita por Rosario, sin embargo existe otra obra llamada Tablero de damas la cuál fue publicada en el número 68 de la revista América en junio de 1952. El eterno femenino se divide en tres actos. En el primer acto se presenta a la protagonista, Lupita, que es una mujer que está a punto de contraer matrimonio y va a una estética a que la arreglen para el gran día. En dicha estética llega un nuevo producto que, al colocarlo en las secadoras de cabello, da a las clientas una visión de su futuro. Lupita es tomada como “conejillo de indias” y esto le permite dar un recorrido por la vida que tendrá al ser una mujer casada, empezando por la luna de miel, su primer embarazo, la infidelidad de su marido, la rebeldía de su hija y su solitaria vejez. Después da un recorrido por un museo de cera donde se topa a Eva, la Malinche, Sor Juana Inés de la Cruz, Doña Josefa Ortiz de Domínguez, la emperatriz Carlota, Rosario de la Peña y la Adelita, quienes le relatarán su verdadera participación en los momentos históricos más destacados. Y finalmente le transmiten las ocupaciones que en sociedad una mujer puede/”debe” tener: la mujer trabajadora pero soltera, la prostituta, la amante, la mujer profesionista pero que acata las reglas estereotípicas de la sociedad y la mujer catedrática que discrimina a otras mujeres. Así es como Rosario Castellanos nos regala una obra de teatro donde se plasman los estereotipos, prejuicios y la discriminación enclavados en la cultura patriarcal. Como conclusión de su dramaturgia, se burla de sí misma y de la
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crítica que ha recibido por parte de otras escritoras, lo que hace que esta obra sea considerada como satírica¹. En este capítulo analizaré el tercer acto de la obra El eterno femenino destacando los estereotipos que a Rosario Castellanos le interesó explorar. Me apoyaré en Graciela Hierro, Simone de Beauvoir, Adrienne Rich, Silvia Tomasa Rivera, Sergio Gonzáles Rodríguez y Gayle Rubin.
Pelucas y roles femeninos En el tercer acto, después de un apagón que arruinó el cabello de Lupita, una de las peinadoras de la estética le sugiere usar una peluca. Cada uno de los modelos tiene un nombre diferente. El primer modelo que la protagonista se prueba es “La jornada de la soltera”. Esta peluca hace que Lupita tenga una visión de sí misma si en lugar de casarse, decidiera ser soltera. Lupita se vería como una mujer desmejorada y triste. La caracterización es precedida por un texto en el que se describe a la soltera como un ser sin principios y faltante de un “otro” para sentirse valiosa frente a la sociedad: Da vergüenza estar sola. El día entero Arde un rubor terrible en su mejilla […] La soltera se afana en quehacer de ceniza, En labores sin mérito y sin fruto […] De noche la soltera Se tiende sobre el lecho de agonía […] Y el vacío se puebla De diálogos y hombres inventados. Y la soltera aguarda, aguarda, aguarda. Y no puede nacer en su hijo, en sus entrañas Y no puede morir En su cuerpo remoto, inexplorado. (Castellanos; 1975, 142-143) ¹ El Diccionario de la Real Academia Española define como sátira a una composición poética u otro escrito cuyo objeto es censurar acremente o poner en ridículo a alguien o algo o como un discurso o dicho agudo, picante y mordaz, dirigido a este mismo fin.
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Posterior a este texto hay tres escenas más: en la primera Lupita es una maestra, en la segunda una secretaria y en la tercera, enfermera. En todas es evidente el descontento que el personaje siente por su profesión. Ella desea lo que toda mujer debería querer: una familia. La escritora francesa Simone de Beauvoir afirma: “¿La mujer? Es muy sencillo, dicen los aficionados a las fórmulas simplistas: es una matriz, un ovario; es una hembra, y basta esa palabra para definirla.” (Beauvoir, 35). En este punto las féminas pueden pensar que si no tienen un esposo a quién atender ni un hijo que criar, entonces son nada. En el capítulo anterior hablé ampliamente de la imagen de la mujer como madre y de la maternidad como posibilidad, mas no como obligación. En esta escena se describe a la solterona como el personaje que espera, como los múltiples estereotipos de la damisela que aguarda a ser rescatada. No es capaz de darle sentido a su vida si no hay un sujeto masculino. La idea del ser para otro se finca en el contexto de la cultura femenina como lo determina la filósofa Graciela Hierro: “La situación de las mujeres se engloba en la categoría del «ser para otro» puesto que se le impone la conciencia masculina, la cual le impide «ser para sí», condición necesaria para alcanzar la categoría moral de persona” (Hierro; 1998,9). Las mujeres se vuelven un objeto inanimado que necesita de otro para sentirse un ser humano y cumplir un fin. Cuando no cumplen dicho objetivo (mujer-madre o mujer-esposa) se vuelven inservibles, incluso desechables para la sociedad. En la obra de teatro, Lupita rechaza la peluca de “La jornada de la soltera”. Inmediatamente le colocan otra peluca llamada “La flor del fango”. En la siguiente escena, Lupita es una prostituta.
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En el sentido estricto de la palabra, una prostituta es una mujer que ofrece su cuerpo a cambio de dinero. Se considera un oficio polémico y no es bien visto por la sociedad, como lo describe el ensayista mexicano Sergio Gonzáles: La prostituta y sus atributos de perversa, contagiosa, histérica, al igual que el delincuente, encarnan la idea de auto esculpir un Yo siniestro que incluye el vagabundeo de lo público a lo privado por los prostíbulos y los antros, la vida bohemia, el desgaste del alcohol y las drogas, los asesinatos pasionales. El cuerpo se vuelve el mundo sobre el que se tatúa una escritura de riesgos, y la existencia una aventura volátil que obliga a un itinerario de contrastes entre lo diurno o normal y lo nocturno o proscrito (Gonzáles).
Todos los días muchas mujeres de todo el mundo ejercen la prostitución con el fin de obtener un bien monetario y con el objetivo de conseguir, quizá, una independencia del individuo masculino, pero eso no siempre se logra. Muchas veces las trabajadoras sexuales son sometidas a maltrato, humillación y desaprobación por parte de los varones, los mismos padrotes que las manejan y el resto de la comunidad que se cataloga como “buenas conciencias”. Graciela Hierro opina que: “La sexualidad femenina se reglamenta por la comunidad, la sexualidad masculina podrá ser objeto de elección personal” (Hierro, 1985: 108). Por lo que es inaceptable que una mujer ejerza su sexualidad para obtener un beneficio económico, pero es aceptado que un varón pague para obtener sexo, ya que él puede elegir, ella no. Rosario Castellanos juega con su protagonista y la trasviste de prostituta cliché parada frente a un poste cuando es interceptada por el Cinturita, un varón que le indica cómo moverse en el medio y le ofrece protección de los peligros de la calle: CINTURITA: […] Ay, señorita, señorita, por más prisa que uno se da, siempre se corre el riesgo de llegar demasiado tarde. LUPITA: ¿Tarde para qué?
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CINTURITA: Para protegerla. ¿Cómo se le ocurren tamañas imprudencias? […] Cualquiera puede equivocarse y tomarla por lo que usted no es. LUPITA: Pero sí soy. Tengo mi licencia de Salubridad y todo. CINTURITA: Digo… equivocarse pensando que es usted una estudiante, una secretaria, una hija de familia. No todos tienen el ojo clínico que tengo yo. LUPITA: Y suponiendo que se equivocan ¿qué? CINTURITA: […] Pueden robarle el reloj… o lo que traiga. Las mujeres, como usted sabe por experiencia, no deben de andar solas, sino siempre bajo mano de hombre […] (Castellanos, 146-147)
Aún en una actividad tan polémica como la prostitución por todo lo que la renta del cuerpo conlleva, la mujer necesita el respaldo de una figura masculina que la proteja y, supuestamente, apoye a sacarle el mejor provecho a su cuerpo. Eso, como una prueba más de que es por medio del varón que la mujer tiene acceso a su cuerpo. La escena continúa y aparece un nuevo personaje. Es una prostituta que agrede a Lupita. Están a punto de llegar a los golpes cuando el Cinturita impone su rango. Al hacer esto le deja claro a Lupita que se tiene que acomodar al sistema que él ofrece, de lo contrario, deberá marcharse al otro sector de la ciudad, donde habrá más de lo mismo: LUPITA: (La cuota) ¿La establecemos y cobramos? Eso me suena a desfile. ¿Quiénes? CINTURITA: Usted y yo. […] CINTURITA: Si hago un buen trabajo ¿por qué no he de ganar un buen sueldo? LUPITA: No más por vigilar CINTURITA: Y también por proteger. […] CINTURITA: Si le gusta el producto, lo compra LUPITA: ¿Y si no? CINTURITA: Se va a otra área de influencia… organizada exactamente igual que ésta. ¿Y cuál sería la ventaja? La competencia es la misma, el jefe de vigilancia tiene las mismas funciones y exige el mismo pago. Eso en lo
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que se refiere a nosotros: la cabeza. En cuanto a ustedes, el hecho de andar de un lado para otro… (Castellanos, 151-153)
Entonces, en el panorama más realista de las cosas, a donde quiera que Lupita vaya se encontrará con el mismo sistema donde el varón domina sobre el cuerpo femenino y su tiempo, en resumen, su vida. Graciela Hierro comenta: “La autoridad moral de los hombres se deriva, en primera instancia, de su mayor poder físico y de su poder económico; y persigue el objetivo de conservar el orden existente” (Hierro, 109). De esta manera las mujeres jamás se liberan del yugo masculino y su rol, en esencia, no deja de ser el mismo. Prostituta también, socialmente será condenada a la mujer que disfruta abiertamente de una libertad sexual, que no se redima a los lineamientos que la moral le impone. Se le atribuye un aspecto negativo de desobediencia y promiscuidad. Estas mujeres también son llamadas putas, facilonas, mala hierba, viudas negras, entre otros términos cuyo uso alimenta el odio de género. En la obra de teatro, cuando el Cinturita se aleja para continuar con sus rondines, la prostituta le pregunta a Lupita por qué cayó en ese mundo. Lupita le contesta que por simple gusto, y ella la censura afirmando que eso no es lo que quieren escuchar los hombres: PROSTITUTA: ¡Shhh, cállate! Eso no se dice. LUPITA: ¿Por qué? PROSTITUTA: Porque desanimas a la clientela. El cliente es un enemigo. Y lo que le gusta es pensar que te está chingando. Tan desdichada que, aunque sea un desdichado cabrón, seas tú la que provoque lástima, no él… […] LUPITA: Lo que no alcanzo a comprender es cómo los clientes pueden ser tan pendejos de pensar que uno viene aquí porque no hay de otra. ¿Y los demás trabajos?
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PROSTITUTA: Los probaste todos y no te dio chispa ninguna […] En cambio aquí… Aquí, chiquita, se cobra por adelantado. Porque luego te salen con el cuento de que olvidaron la cartera en el otro pantalón […] LUPITA: ¿Y no es verdad? PROSTITUTA: Claro que no, taruga. O te ponen los ojos verdes de que te están probando a ver si te redimen y se casan contigo… (Castellanos, 154156)
En esta parte, Castellanos se burla del papel de los hombres frente a las prostitutas. En lo general, se cree que los varones recurren a las prostitutas para conseguir algo que no obtendrían gratis: sometimiento total y placer sexual sin restricciones. Hierro lo menciona de la siguiente forma: “Se acepta moralmente que los hombres ejerciten su sexualidad puramente para obtener placer. En el caso de las mujeres se da una reglamentación estricta para la obtención de la satisfacción sexual” (Hierro, 1985: 107). Basándose en lo anterior, se esperaría que la mujer no sintiera ningún placer al tener relaciones sexuales, y eso es lo que deben simular las prostitutas, a pesar de que ellas puedan sentir algún placer. Es como vender un show preparado para hacer sentir cómodo al espectador. Así como lo asegura Graciela Hierro: “El elemento biológico, el equilibrio de poder entre los sexos, así como la educación formal e informal femenina, condicionan en todos los casos la doble moralidad sexual” (Hierro, 1985: 106). Esta doble moral respalda la idea del sometimiento y control sobre la mujer y sus deseos. Tampoco podemos ignorar que hay muchas mujeres que son estafadas y/o secuestradas y explotadas en el mundo de la prostitución y trata de blancas, no cuentan con ninguna seguridad médica, mucho menos psicológica y son maltratadas cruelmente. Las mujeres deben tener derecho a decidir sobre su cuerpo, apreciarlo y conocerlo. A partir de que la mujer decide sobre su vida y se permite tomar decisiones sobre sí misma, podrá llegar a tener una plenitud
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emocional física y sexual 4. Continuando con la obra de teatro, después de despertar del sueño de la prostituta, Lupita arroja la peluca pues considera que es demasiado vulgar. De inmediato se cuestiona si no será una señal los inconvenientes que anteceden a su boda, pero una clienta le asegura que “Entre vestir santos y desvestir borrachos no hay ni a cuál ir” (Castellanos, 1975: 158) refiriéndose a la soltería y el matrimonio, y cómo ambos son igual de terribles. La peinadora llega con Lupita y le presenta una nueva peluca llamada la “Usurpadora”. En esta escena la protagonista es la amante. La escena inicia con Lupita hablando a una estación de radio donde cuenta la historia de su jefe en el trabajo. Ella es su secretaria y está enamorada de él. Asegura que él tuvo que casarse con su esposa porque la dejó embarazada, sin embargo no es feliz. Lupita siente pena por él. En esta escena Lupita es seducida por la idea de que un hombre dependa completamente de ella, sin embargo se dará cuenta que no es así. Se puede apreciar que el Señor ya no llega a la casa de su amante, y hay sospecha de que tiene otra. Tal como lo comenta la escritora y activista Silvia Tomasa Rivera: “Esto es lo que sucede con la pasión de los amantes: dura lo que dura el amor en su pureza y sin transformación” (Rivera, 2001). Las amantes dejan de serlo cuando ya no son necesitadas, por tanto ya no son amadas. El varón se posiciona como el objeto de deseo inalcanzable pero que le permite a su espectadora verlo como indiferente.
4 “Escribir «mi cuerpo» me sumerge en la experiencia vivida, en la particularidad: veo cicatrices, desfiguraciones, descoloramientos, daños, perdidas, así como lo que me agrada” (Rich, 35). Cita perteneciente al ensayo “Apuntes para una política de ubicación” de Adrienne Rich.
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Hierro comenta: “Existen elementos básicos que explican la moralidad vigente en torno a la condición femenina: la biológica de las mujeres; la autoridad que ejerce el sexo masculino sobre el femenino, y en forma indirecta, la que se da a los hombres. (Hierro; 1985,106). En el seno de la cultura patriarcal la mujer se clasifica en función de su contrario masculino. El matrimonio, a nivel social, es un modo de mantener la monogamia como forma de organización, entonces, se espera que las mujeres continúen en equilibrio esta organización educando a los hijos y atendiendo al marido proveedor. Lupita se quita la peluca y decide que esa no usará. Le muestran otra que lleva por nombre “Mujer de acción”. Con ésta Lupita es una reportera. Castellanos inicia la escena haciendo una burla a la libertad de prensa, pues antes de que Lupita entreviste a alguien lee un guión donde se especifica que ella no puede disponer del contenido de sus entrevistas, sino que todo pasará a manos del jefe de redactores quien decidirá qué se publica y qué no. Posterior a esto nuestra protagonista lee una invitación a una reunión para celebrar la libertad de prensa, donde le es requerida una cuota. Lupita entrevista a su primera invitada. Es una pianista que gana un concurso en Moscú. Esta mujer se sienta a lado de su esposo, quien afirma ser su administrador, consejero y guardián de sus bienes materiales. Ella no menciona gran parte del trabajo por considerar que su esposo puede explicarlo mejor ya que “su marido es más objetivo, más inteligente” (Castellanos, 1975: 171). Lupita se centra en preguntar sobre su vida personal: por qué no tienen hijos o si están formalmente casados. A todas las preguntas es el marido quien contesta.
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Las luces se apagan y Lupita aparece frente a una servidora pública. En este caso la servidora recita de memoria un discurso dado por viejos miembros del partido político. Como es costumbre, Lupita le pregunta sobre su vida personal y ella afirma que no tiene esposo, sin embargo no cree que el puesto le reste feminidad: “FUNCIONARIA: De ningún modo. Cada vez que el Partido me deja libre un rato corro a meterme a la cocina. Y hago unos chiles en nogada como para chuparse los dedos. Si quiere, le doy la receta.” (Castellanos, 1975: 174). Este parlamento es un ejemplo del rol socialmente impuesto a las mujeres sobre su obligación de ser quienes cuidan y elaboran los alimentos del resto de la comunidad. Cocinar o no, tener el gusto de hacerlo o no, actualmente, no puede significar más una división de géneros. La mujer entrevistada, continuando con Castellanos, muestra no tener ningún conocimiento con respecto al manejo de la política, a pesar de ser la primera mujer, según Lupita, en ocupar un cargo como gobernador de un estado. La funcionaria se fía de la decisión de los miembros de su partido. Para reforzar esta idea, al final Lupita le pide que le relate una anécdota, y la funcionaria le pregunta qué es una anécdota. Las luces se desvanecen nuevamente y Lupita aparece frente a una astrónoma. Esta mujer le menciona sus hallazgos, una nueva estrella, a la que nombra como a su madre: Amparo. Menciona que su oficio no le gusta pero fue su padre quien le enseñó aún en contra de la voluntad de su hija. Además le comenta a Lupita que espera que el descubrimiento haga que el gobierno le repare el techo de su casa. En las tres historias pasadas se destacan mujeres expuestas en varios campos laborales pero sin la pretensión personal de hacerlo. Dos de las tres entrevistadas no tienen una pareja, por lo que se alejan del estereotipo femenino 50
común, y la que sí la tiene depende de él en su totalidad y de sus decisiones. Castellanos evidencia la “naturalización” del rol. Me parece que lo destacable de esta parte es la naturalidad con la que aceptamos lo femenino frente a la dominación masculina, por supuesto, desde la subordinación. Detrás de la pianista está un esposo, detrás de la servidora hay un grupo de hombres pertenecientes al Partido y detrás de la astrónoma está el recuerdo de un padre. La cultura patriarcal rige la cultura femenina. Con la liberación femenina se institucionaliza la incursión de la mujer en el mundo laboral. Trabajar no es sólo un modo de subsistencia, también es un modo de liberación: La mujer ha superado en gran parte la distancia que la separa del macho, por medio del trabajo, el único que puede garantizar una libertad concreta. En el momento en que deja de ser un parásito, el sistema fundado sobre su dependencia se derrumba; entre ella y el universo ya no resulta necesario un mediador masculino. La maldición que recae sobre la mujer vasalla es que no se le permite actuar […] Productiva y activa, tiene noción de trascendencia (Beauvoir, 535).
Lo que Simone de Beauvoir menciona es que, al haber una independencia económica, también existe una libertad de acción, pues la mujer ya no necesita de la manutención de un varón. Sin embargo, aún hay casos de mujeres, que al salir al campo laboral, se encuentra bajo el yugo de un varón, como en los tres casos anteriores. O mujeres a las que no se les permite trabajar por la idea de que su lugar está dentro del hogar. Los inicios de lo que hoy conocemos como feminismo tuvieron mucho que ver con la defensa de los derechos de las mujeres trabajadoras dentro de las fábricas. Actualmente las mujeres, en varios sectores, incluso rebasan en número a trabajadores del género masculino, sus opciones se han ampliado, pero aún existe desigualdad de derechos entre géneros. 51
Continuando con la obra de teatro, la escena vuelve al salón de belleza donde Lupita regresa, una vez más, la peluca que le dieron para prueba. Con un último esfuerzo la peinadora le ofrece la última peluca que tienen a la venta, esta lleva por nombre “Al filo del agua”. En la escena siguiente, Lupita es una catedrática y da clases a mujeres de clase alta que desean comentar lo último en el campo de la literatura y las artes. En ese día el tema a discutir es una obra de teatro donde se ensucia el buen nombre de la mujer mexicana volviéndola objeto de burlas y malos entendidos. La obra se llama El eterno femenino y es de una tal Rosario Castellanos. Lupita asegura que el libro avergüenza a la mujer mexicana y mancha su buen nombre. Las señoras que la escuchan pregunta si su autora es soltera, como una explicación a tanto odio contra ellas. Lupita asegura que no es soltera, es aún peor: divorciada. Las señoras proponen hacer un baile de beneficencia para recaudar fondos y mandárselos al ex esposo de Rosario por aguantarla por tanto tiempo. Las señoras reflexionan sobre la condición de las mujeres en la vida social, se dicen esclavas de las calorías, los maquillajes, las píldoras, las mascarillas rejuvenecentes, entre otras cosas. Lupita asegura que hay que ser atractivas para tomar al pie de la letra el papel femenino como preservadora de la especie. Las señoras aseguran que ya existen diferentes métodos para tener hijos sin necesidad de un hombre. Se menciona los movimientos europeos y norteamericanos de mujeres que salieron a las calles a luchar por sus derechos, y las señoras reflexionan sobre lo que hace falta para que México haga esto mismo. Una de las señoras comenta: “SEÑORA 4: […] No basta adaptarnos a una sociedad que cambia en la superficie y permanece idéntica en la raíz. No basta imitar los modelos que se nos proponen y que son la respuesta a otras circunstancias que las nuestras. No basta siquiera descubrir lo que somos. Hay que inventarnos” (Castellanos, 1975: 194). 52
En esta parte Rosario hace una burla sobre sí misma al poner en la mesa de discusión su propia obra de teatro. Lupita representa a las mujeres machistas que inculcan a las nuevas generaciones el papel que la mujer debe ejercer frente a la sociedad. Es una crítica también, a algunas mujeres intelectuales que en su afán de escapar del cliché recaen en el estereotipo. A pesar de que, en derechos, la condición de la mujer ha avanzado considerablemente, aún se pueden apreciar discrepancias sobre el valor de éstas en el mundo intelectual. La filósofa Graciela Hierro comenta: “La meta última de esta educación (La educación para las mujeres) no hace hincapié en el crecimiento intelectual de las colegiales, sino en su ajuste, en su adaptación a su papel sexual ancestral de madre y compañera de un hombre. Esto es lo que se conoce con el título de «educación para la femineidad»” (Hierro, 1998: 110). Es por esto que ha sido muy difícil que las mujeres puedan salir y defender sus derechos, pues incluso dentro de las escuelas, las cuales deberían de ejercer una equidad de género que haga a la mujer más segura sobre su valor, son estas instituciones las que la discriminan y violentan. Tampoco debo dejar de lado la continua problemática que existe entre el feminismo de la academia y el resto de las mujeres. Este feminismo es considerado poco incluyente, pues abarca las vidas y situaciones de un sector reducido de las mujeres. La propia Rosario Castellanos recibió críticas por incluir sólo a las mujeres heterosexuales universitarias de clase media que están dentro del sistema de la educación, ya que no todas las mujeres entran en estos parámetros. Otro punto que destaco como importante es la diversidad de movimientos feministas que existen en el mundo; es un error creer que sólo un feminismo 53
puede cubrir las necesidades de todas las mujeres. Cada movimiento se destaca por defender al sector que se encuentra menos atendido. Desde las primeras revoluciones femeninas han resaltado el feminismo de la igualdad, de la equidad, el de las mujeres obreras, el de las lesbianas, entre otros. El punto central no es integrarte a un grupo de mujeres por “simpatía con el mismo género”, sino comprender y atender las necesidades de todas para crear un feminismo más incluyente. Para finalizar el tercer acto, Lupita se quita enfurecida la peluca de la cabeza y la destroza. La dueña del salón se molesta y la corre del establecimiento. Lupita está a punto de casarse y no está peinada. A modo de conclusión, en este tercer acto de la obra de teatro, Rosario Castellanos nos regala un recorrido por algunos roles estereotipados de las mujeres occidentales además de la distancia y confusiones existentes y vigentes sobre solidaridad femenina, toma de conciencia de la autonomía y responsabilidades compartidas. Lupita pudo recorrer todas las posibilidades que su sexo le ofrece, además de la variedad de caminos que puede tomar el matrimonio, sin pasar por alto la visita de mujeres ilustres en un museo donde tuvo la oportunidad de conocer su historia sin dejar de lado su importancia en la historia del país. Me parece que el punto fundamental es reconocer que no tenemos un papel fijo dentro de la sociedad. Convencer de una vez que no venimos al mundo con una lista de instrucciones a seguir, esas reglas son determinadas por la sociedad y tienen la opción de seguirlas o abandonarlas. La antropóloga cultural Gayle Rubin afirma: 54
¿Qué es una mujer domesticada? Una hembra de la especie. Una explicación es tan buena como la otra. Una mujer es una mujer. Sólo se convierte en doméstica, esposa, mercancía, conejito de Playboy, prostituta o dictáfono humano en determinadas relaciones. Fuera de esas relaciones no es la ayudante del hombre igual que el oro en sí no es dinero (Rubin, 36)
Es responsabilidad de las mujeres decidir las relaciones que quieren formar para así desarrollar un papel que refleje los ideales que tendrán a lo largo de su vida. Cuando todas entendamos el poder sobre nuestro cuerpo y nuestras decisiones, entonces podremos tomar el rumbo que se desee dar a nuestra vida y las enseñanzas que heredaremos a las futuras generaciones.
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Conclusión Rosario Castellanos falleció hace 40 años y algunas de sus teorías sobre el género femenino aún siguen vigentes. Ella describe en sus textos a una mujer víctima de su propia educación machista, que heredará a sus hijos quienes repetirán las conductas de sus padres. Culturalmente, es muy difícil desligarse del contexto en el que se vive y de las costumbres que nos son implantadas como comunes. Castellanos sólo definió a las mujeres que pertenecían a su entorno, dejando de lado a las que estaban fuera de su alcance. La crítica más contundente fue hacia la mujer universitaria de clase media porque ellas tienen la oportunidad de romper con la cultura falocrática¹, con las prácticas machistas y misóginas toda vez que están obligadas ya que han tenido acceso al conocimiento. Por su estatus privilegiado serían las universitarias quienes podrían contribuir con un cambio. En la actualidad se escucha a diario sobre la violencia que la sociedad patriarcal ejerce sobre las mujeres. Los feminicidios, la violencia física, psicológica, económica, la violencia que las mujeres ejercen sobre sí mismas, entre otras. En muchas ocasiones las víctimas son culpadas al sugerir que incitan al victimario. Un ejemplo son los casos de violación donde ellas son señaladas como incitadora al usar una vestimenta específica que, según dicen, motiva al varón a violar. Este escenario es ridículo, pues las mujeres deben ser libres de vestir como más les guste y ser respetadas; por otro lado, cuando se sugiere que las mujeres deben cuidarse de cualquier hombre pues puede violarla, el varón es tratado como un animal irracional que no puede evitar violar. ¹ Se le denomina falocracia al dominio del hombre sobre la mujer en la vida social. Definición del Diccionario de la Real Academia Española.
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A mediados del siglo XX las mujeres obtuvieron el derecho de asistir a las universidades para poder ejercer una profesión, como los varones. Hoy, aunque la matrícula para alumnas ha aumentado, no todas pueden asistir a los recintos. Si bien muchos varones no puedan asistir por falta de recursos económicos, ellas no pueden por creer que “la escuela no es para mujeres”, por ser madres solteras adolescentes o por confinarlas al cuidado de otros (hijos, sobrinos, padres, abuelos). Sin duda el contexto marca el rumbo de los acontecimientos propios de una persona, pero es la misma sociedad la que decide no refutar estos estereotipos. Deseamos vivir en una sociedad libre de violencia, aunque cada día existen más mujeres que maltratan a sus esposos y a otras mujeres. La violencia constante de la que es víctima la sociedad en general no justifica reacciones agresivas. Queremos vivir en una sociedad basada en la igualdad pero aún se le exige al varón que cargue con los gastos familiares y a la mujer con los oficios del hogar. Los hombres que se quedan en casa mientras ellas trabajan son menospreciados por sus congéneres y por las mismas mujeres que usan términos como “mandilón”, “mantenido” o “marica” para referirse a ellos. La solidaridad entre géneros es casi nula, ya que es una regla de la sociedad el marcar como “raro” o “distinto” a quien no se comporte bajo el régimen. Es común que los individuos discriminen a aquellos a quienes no pueden entender. Todas estas actitudes provocan un conflicto de identidad que concluyen con el descontento del individuo. A raíz de ello se implementa la idea de que es mejor ser aceptado por el conjunto social a aceptarse uno mismo. 57
Al quebrar la identidad del individuo negándole el derecho a tomar decisiones, éste se vuelve un objeto que copia y reproduce reglas. Es importante amar, respetar y cuidar lo que es nuestro. La sociedad no es otra cosa más que el conjunto de una mayoría que forman todos los individuos. La educación, información y respeto es lo que traerá consigo la aceptación entre iguales y contrarios. Con todas estas ideas en mente inicié la tesis. Lo primero que quise fue conocer a Rosario Castellanos como se conoce a un nuevo compañero en la escuela. Empecé con su fecha de nacimiento, sus estudios, su ciudad natal y la procedencia de su familia. Descubrí que fue una escritora que abarcó muchos géneros literarios. Escribió ensayo, novela, cuento y teatro. Leer toda su obra fue todo un reto, el cual resultó muy motivador y divertido. Me cautivó su manera de narrar y las similitudes que encontraba entre ella y yo: Mujeres, literatas y chiapanecas. A la largo de la investigación para este trabajo me topé con muchos obstáculo, por ejemplo definiciones de feminismo y estudios de género que contrastaban con mi visión del mundo. A partir de la indagación en los temas de equidad entre géneros pude notar los estereotipos, características y roles más comunes dentro de la sociedad actual, por tanto, de la literatura. Aprendí que los seres humanos repetimos los mismos patrones de conducta de manera mecánica, sin reflexionar si esos actos forman parte de nuestras decisiones o los reproducimos porque alguien nos enseñó que así debía ser. Comencé a cuestionar mis actos, mis creencias y modelos a seguir. Cuando empecé a leer a Castellanos me di cuenta que ella también se lo cuestionaba y lo planteaba como un problema que ameritaba reflexión.
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La revisión de textos más extensa fue para el primer capítulo, pues deseaba realizar un recorrido histórico de los inicios del feminismo y los estudios de género para, finalmente, enlazarlos con las ideas de Rosario Castellanos. Me topé con una cantidad extensa de lecturas sobre los derechos de las mujeres, la discriminación de la que han sido presa por tantos años, el sabotaje del machismo y la educación implantada a las féminas con el fin de que reproduzcan los estereotipos de siempre. Durante el siglo XX, uno de los eventos que marcaron la diferencia en la conciencia femenina fueron las Guerras Mundiales y de Revolución. Cuando ellas tomaron el control de las industrias, trabajaban las minas y comenzaron a percibir un salario. Inician las revueltas por los derechos laborales, sociales (como al voto) y reproductivos. En México, con la Revolución Mexicana donde las mujeres tuvieron un papel destacado como guerrilleras y financiadoras del movimiento. Me pareció extraño que esta parte de la historia no sea contada en los libros de texto de las escuelas de nivel básico, donde la mujer sólo es nombrada por medio de las Adelitas. En la literatura, la figura femenina resalta con autoras como Virginia Woolf, Helene Cixous, Simone de Beauvoir, entre otras. En el segundo capítulo introduje a Rosario Castellanos. Usé dos ensayos, los cuales me parecieron más representativos de sus ideas sobre la figura femenina y, como a mí me ayudó a comprender mejor sus teorías, usé un cuento de la misma autora para ejemplificar lo antes expuesto. Mi interés fue exponer a Castellanos haciendo un mapa con sus ideas principales, con el fin de dar un panorama de los conceptos que usaría para sustentar mi trabajo. Para el tercer capítulo tomé su segunda obra de teatro, pues desde que la leí por primera vez me hizo reír de principio a fin, además de parecerme la obra culmen donde Rosario Castellanos usa la ironía y convierte su texto en una crítica con humor ácido. El tercer acto muestra todos los papeles que, según la sociedad, 59
las mujeres pueden desempeñar, desde la solterona hasta la catedrática que reprime a las escritoras que tratan de salirse del canon. Me divertí mucho trabajando con esta obra. En este tercer capítulo afronté otro obstáculo: la visión que tenían otros escritores sobre Rosario Castellanos. Encontré mucha crítica sobre su ironía, lo complejo de su poesía y la construcción de sus personajes, pero muy poca sobre su trabajo relacionado a las mujeres. Estoy consciente que esta tesis no logró abarcar todos los temas que la autora desarrolla, sin embargo es mi deseo retomar este trabajo en el posgrado, donde espero sí hacerle justicia a todas las teorías que ella maneja. Los temas que dejo en el tintero son: La relación de la vida personal que Castellanos imprime en las cartas que le envió a Ricardo Guerra, con su trabajo de ficción; y los personajes femeninos que protagonizan los otros dos cuentos del libro Álbum de familia: “Cabecita blanca” y “Álbum de familia”, entre otros. Mis reflexiones finales sobre este trabajo son que Rosario Castellanos usó su oficio de la escritura como un espejo en el que se reflejaba ella misma, mujer. Como escritora, ella defendió los derechos de las mujeres, sin embargo se conoce que en su vida personal fue víctima de un marido violento y tenía poco apego por su hijo Gabriel. Ella dotó a sus personajes de ficción con atributos que ella misma perseguía y deseaba acatar como propios. Además me quedo con las teorías de género y feminismo que desarrollé en el primer apartado de mi trabajo, las cuáles aplicaré a mi vida personal y laboral.
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