LAS FALACIAS LIGADAS AL CONCEPTO DE AHORRO GENUINO

LAS FALACIAS LIGADAS AL CONCEPTO DE AHORRO GENUINO Campos temáticos : Q0, Q2 Lic. Héctor Pistonesi Castelli1 Lic. Carina Guzowski2 Valentina Viego3

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LAS FALACIAS LIGADAS AL CONCEPTO DE AHORRO GENUINO Campos temáticos : Q0, Q2

Lic. Héctor Pistonesi Castelli1 Lic. Carina Guzowski2 Valentina Viego3

Proyecto de Investigación : Cuentas Patrimoniales para Agrosistemas

Departamento de Economía Universidad Nacional del Sur Bahía Blanca, Agosto de 1997.

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Profesor Titular, Depto. de Economía, UNS, 12 de Octubre y San Juan, 7mo. Piso, 8000, Bahía Blanca, Telefax : 091 25432; Presidente de la Fundación Bariloche, 8400, Bariloche, E-mail: [email protected] Ayudante A, Depto de Economía, UNS, 12 de Octubre y San Juan, 7mo. Piso, 8000, Bahía Blanca, Telefax : 091 25432, E-mail : [email protected] Ayudante B, Depto. de Economía, UNS, 12 de Octubre y San Juan, 7mo. Piso, 8000, Bahía Blanca, Telefax : 091 25432, E-mail : [email protected]

ABSTRACT The objective of the paper is to make a critical analysis about some recent publications on sustainable development which incorporate the concept of genuine saving as an indicator of the environmental performance of the countries and its capability to maintain the natural capital. The focus is directed to put some light about the fallacies related to this concept, which introduces some problems relative to a theoretic-methodological character. The absence of the considerations about the impacts of the actions of certain regions over others in the definition of the concept of genuine saving, leads to conclusions of dubitable validity, with serious implications concerned with the allocation of the responsibilities for the ecological damage between countries. The paper tries to put a rigorous discuss about the use of the concept of genuine saving as an indicator of sustentability. The main criticism is directed to the definition of the domain of the environmental recourses. The proposition of the paper is only an accountable exercise in order to demonstrate that the specific treatment of property rights of the environment can lead to different ecological performance for the various countries, particularly when potential compensations are considered. If natural recourses are considered to be of the worldwide population, the estimation of the recompenses shows a potential reversion of the financial flows between the developing countries and the developed ones if the environmental problem is to be considered. RESUMEN El objetivo de este trabajo es realizar un análisis crítico a la propuesta de algunas publicaciones recientes acerca del desarrollo sustentable que incorporan el concepto de ahorro genuino como indicador del desempeño medioambiental de los países y su capacidad para mantener el capital natural. El enfoque se dirige a clarificar las falacias relacionadas con este concepto, que introduce algunos problemas de carácter teórico-metodológico. La ausencia del impacto de las acciones de ciertas regiones sobre otras en la definición del concepto de ahorro genuino conduce a conclusiones de dudosa validez, con serias implicancias relacionadas con asignación de responsabilidades por el daño ecológico entre los países. El trabajo trata de introducir una rigurosa discusión sobre la utilización de la noción de ahorro genuino como indicador de sustentabilidad. La principal crítica se dirige a la definición de dominio de los recursos naturales. La propuesta de este trabajo es sólo un ejercicio contable para demostrar que el tratamiento específico de los derechos de propiedad del ambiente puede conducir a un desempeño ecológico diferente de los distintos países, particularmente cuando se considera la posibilidad de compensaciones entre ellos. Si se considera que los recursos naturales son de la población mundial, la estimación de las compensaciones muestra una posible reversión de los flujos financieros entre los países en desarrollo y los desarrollados, si se tuviera en cuenta la problemática medioambiental.

Campos temáticos : Q0, Q2

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LAS FALACIAS LIGADAS AL CONCEPTO DE AHORRO GENUINO

I-

Introducción En algunos trabajos recientes sobre sustentabilidad del desarrollo se introduce la

noción de ahorro genuino atribuyéndole un carácter mas comprehensivo para el análisis de largo plazo de los sistemas socio-económico-ambiental a nivel nacional o regional.1 Con el uso de dicha noción se pretende representar el “esfuerzo” de una sociedad determinada para incrementar su capital total (es decir, su potencial futuro de desarrollo). Como elementos componentes de ese capital implícitamente se hace referencia a tres conjuntos de elementos de naturaleza diferente, pero igualmente esenciales para los procesos sociales de producción: el capital producido, el patrimonio natural y el capital humano. De acuerdo con el enfoque plasmado en estos trabajos, la noción de ahorro genuino debería ser, con relación al capital total, el equivalente a la de ahorro interno neto dentro de la contabilidad nacional tradicional, referida a los flujos resultantes de las actividades productivas. La preocupación esencial, implícita en el uso de dicha noción, es la consideración de los costos totales de las acciones de producción en su sentido más amplio (incluyendo el efecto de ciertos consumos finales), tratando de “internalizar” los impactos relativos al patrimonio natural y de incorporar las variaciones que afectan al capital humano. En tal sentido no cabe duda de que se trata de un esfuerzo ponderable en la dirección de identificar los factores de influencia decisiva en la dinámica de la riqueza de las naciones. Sin embargo, más allá de los serios problemas ligados a la valoración de los recursos o servicios que provee el entorno natural o de los aspectos que se vinculan con las potencialidades dinámicas de los cambios en el capital humano, el enfoque adoptado para la construcción del concepto de ahorro genuino plantea un conjunto de problemas de carácter teórico-metodológicos que dan origen a conclusiones de dudosa validez, especialmente por lo que se refiere a las comparaciones transversales o intertemporales de los niveles estimados de esa variable para diferentes países o regiones.

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II - ¿Cómo se definen las componentes del capital total de una sociedad? Cuando se hace referencia al capital o al patrimonio neto correspondiente a un espacio social determinado (país) se alude a un conjunto de elementos que pertenecen en dominio (propiedad) a los individuos o instituciones de ese espacio social, valorados de modo tal que posibilite su expresión en un agregado cuantitativo escalar. El agregado en valor constituye normalmente un requisito indispensable para toda construcción teórica sobre el funcionamiento y evolución de la actividad social de producción. Sin embargo, desde el punto de vista del concepto mismo de capital, es especialmente el concepto de dominio o de propiedad lo que resulta esencial. En consecuencia, puesto que la noción de ahorro genuino pretende aportar indicaciones acerca de las variaciones del capital total de una nación, resulta de particular importancia delimitar con claridad al conjunto de los elementos que forman parte de ese capital y que, consecuentemente, se ven afectados por tales variaciones. En particular importa saber de qué manera son tratados aquellos recursos que no son apropiables por los individuos o las naciones y que forman parte del patrimonio común a nivel planetario. También interesa saber cómo se incorporan en las variaciones del capital social total de un país cierto tipo de impactos, “externos” a los mercados, que se derivan de la acción o del patrimonio de otros países, al margen de las consideraciones sobre los recursos de dominio universal compartido. La literatura ligada a la teoría económica neoclásica se ha explayado largamente sobre las dificultades que plantean al modelo teórico básico la consideración de los bienes de propiedad social común que revisten las características de bienes públicos y el tratamiento de las interacciones directas que originan divergencias entre los costos individuales y sociales. En la presentación usual de esa teoría microeconómica del consumo, la producción y los mercados, la existencia de aquellos fenómenos de la realidad es negada a través de supuestos convenientemente formulados. Se trata de dificultades “inoportunas” para la deducción de los ponderables resultados de la teoría del equilibrio general o del óptimo global que permiten fundamentar la superioridad de la “mano invisible” corporizada en el libre juego de las fuerzas del mercado, como modo de organización de la actividad económicosocial.

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La eliminación de supuestos de entidad semejante a la de los que se ha mencionado, enfrenta a ese modelo básico con la necesidad de buscar soluciones de “segundo mejor” de muy dudosa validez, aun dentro del plano de su propio contexto teórico. Por lo que se refiere específicamente a la consideración de los fenómenos mencionados (recursos de propiedad común y efectos externos) es ampliamente conocido el debate entre las propuestas pigouvianas, basadas en impuestos y subsidios dirigidos a eliminar las diferencias entre costos sociales y privados, y las correspondientes a los propulsores de la creación de los mercados inexistentes, fundada en la apropiación arbitraria (acumulación primitiva) de los bienes de propiedad compartida, de acuerdo con el enfoque planteado por Coase.2 La noción de ahorro genuino supone, por una parte, la necesaria delimitación de los elementos que forman parte del capital social total de las naciones, como paso indispensable para determinar la naturaleza y magnitud de las variaciones que afectan a ese capital y obtener de ese modo la cuantificación de la variable de flujo que corresponde a aquella noción. Esa delimitación implica la necesidad de establecer algún tipo de criterios para abordar el problema de la consideración de los recursos de propiedad compartida, que se utilizan y son afectados por las actividades de producción y consumo propias de cada nación. Por otra parte, es también necesario definir las bases teóricas y los procedimientos metodológicos para incorporar en la determinación del flujo de ahorro genuino las interacciones directas entre el capital total de un país y las actividades de producción y consumo que se realizan en otros países. La resolución de estas cuestiones resulta esencial si es que se pretende evitar caer en falacias en las comparaciones internacionales de los niveles de ahorro genuino. En la práctica, el cálculo de ahorro genuino está limitado por la disponibilidad de datos sobre los diversos parámetros considerados en el modelo formal y detrae del nivel de ahorro neto de una región o país la valuación correspondiente de las rentas de los recursos no renovables, del desgaste de los bosques tropicales y del costo marginal social de las emisiones de CO2. Dentro de la contabilidad nacional tradicional, la noción de ahorro neto representa de manera adecuada las variaciones del capital físico producido, dentro de un período 5

determinado, alcanzando incluso a aquellos bienes que integran el patrimonio común de la sociedad (más allá de los problemas ligados a la estimación de la depreciación de ese capital, cuya valoración no constituye una tarea simple, tanto desde la perspectiva teórica como metodológica). Los problemas mencionados previamente se presentan esencialmente con relación a las variaciones en el patrimonio natural: ¿de qué modo se incorporan dentro de las cuentas de un país las alteraciones que se producen en el patrimonio de propiedad compartida como consecuencia de los actos de sus habitantes o de las acciones de los actores sociales de otros países? ¿en qué forma se traducen en dichas cuentas los perjuicios o beneficios, que afectan al patrimonio o a las actividades de producción y que se canalizan a través de interacciones directas? Es decir, se trata de evaluar en qué medida las comparaciones en los niveles de ahorro genuino que se plantean en los trabajos mencionados toman en cuenta el tipo de fenómenos que se describen a continuación. i)

A través de sus actividades de producción y consumo el país A provoca un deterioro mucho mayor en el patrimonio de propiedad común que el país B con las suyas. Es claro que en tal situación A obtiene comparativamente mayores resultados económicos provocando un mayor impacto en el patrimonio compartido, sin que ello se traduzca en una compensación efectiva a los demás copropietarios que impactaron en menor medida.

ii)

El país C realiza acciones productivas o de consumo que deterioran indirectamente el patrimonio natural del país D (emisiones producidas en un país que provoca lluvias ácidas sobre el territorio de otro), sin que exista algún flujo compensatorio efectivo.

iii)

El capital

natural propio del país E tiene efectos benéficos comparativamente

mayores sobre el patrimonio universal común o sobre el correspondiente a regiones colindantes, sin que se le reconozca por ello ningún crédito específico. Es claro que todas estas situaciones afectan el nivel de ahorro genuino de A, B, C, D y E. Sin embargo, no parece que las mismas sean tomadas en cuenta en la construcción y desarrollo del concepto de ahorro genuino y, por tanto, no se encuentran reflejadas en las estimaciones que presentan los mencionados trabajos.

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En caso que los efectos indicados en i) a iii) fueran relevantes, tal como ocurre en la realidad concreta, ¿sería válida la comparación de los niveles de ahorro genuino mencionados? La respuesta parece ser claramente negativa. Es probable que, ceteris paribus, los niveles de ahorro genuino de los países A y C, según el cálculo planteado por K. Hamilton, sean mayores que los correspondientes de B, D y E. Pero ¿qué interpretación podría darse a esa comparación? Conociendo la existencia de los fenómenos i) a iii), lo único que se podría afirmar con certeza es que A y C no estarían internalizando ciertos costos que, como contrapartida, deberían implicar compensaciones a B, D y E. Es claro que, si tales compensaciones se hicieran efectivas (más allá de la forma de calcularlas), la posición relativa de las curvas que muestran la evolución histórica del nivel de ahorro genuino para las distintas regiones dentro de los trabajos mencionados sería significativamente diferente. ¿Cuál de esos dos tipos de trayectorias habría que tomar en cuenta para evaluar la sustentabilidad de los patrones de desarrollo? Este tipo de cuestiones asumen especial relevancia si las situaciones i) a iii) se han mantenido por un período histórico prolongado dando lugar a efectos acumulados, muchos de ellos irreversibles. ¿Cómo se incorporan o deberían ser consideradas las ventajas relativas acumuladas por los países A y C (y los perjuicios correlativos de B, D y E) en los niveles actuales de ahorro genuino? Es claro que este tipo de preguntas exceden largamente los aspectos puramente cuantitativos, colocando en el centro de la discusión las cuestiones teórico-metodológicas que están en la base de la noción de ahorro genuino.

III -

Ahorro Genuino, Deuda Financiera y Deuda Ambiental Al margen de los mecanismos perversos del funcionamiento del mercado financiero

internacional que facilitaron la generación de la cuantiosa deuda externa de los países en desarrollo3, es claro que el pago de los servicios de la deuda ha provocado -directa e indirectamente- una reducción de los niveles de ahorro genuino de la mayor parte de los países en desarrollo durante la década de los ´80. De esta forma, para América Latina, el pago de esos servicios junto con las remesas de utilidades implicó a lo largo de esa década 7

un flujo neto negativo de alrededor de 30.000 millones de dólares al año. ¿Qué parte de ese flujo neto se vincula con las asimetrías planteadas en i) a iii), acumuladas históricamente, aun cuando solo se considerara el período 1970-1996? Por supuesto no se pretende dar aquí una respuesta cuantitativa a ese interrogante. Pero es claro que esas asimetrías en favor de los países del Norte han existido y existen, mas allá de su apreciación cuantitativa. ¿Cómo se modificarían la curvas de evolución del nivel de ahorro genuino de las regiones en desarrollo si se hubiese efectivizado el pago de las compensaciones mencionadas previamente? En la estimación de los niveles de ahorro genuino dentro de los trabajos mencionados, se incluye como partida negativa la valorización de las emisiones de CO2 (20 u$s de 1990/ton), diciendo que ello representa el valor de los costos externos impuestos a otros países y que deberían, al menos conceptualmente, ser aportado a un fondo para compensar a aquellos países negativamente afectados4. Es claro que, procediendo de este modo se pretende incorporar, al menos en parte el tipo de fenómenos que se han descripto más arriba. Sin embargo y más allá de las limitaciones de considerar a las emisiones de CO2 como único aspecto relevante, es claro que este modo de proceder tiene al menos dos problemas. En primer lugar y aun quedándose en el plano puramente contable, aquella partida que se consigna con valores negativos para los países emisores debería ser incluida como partida positiva en los países perjudicados ya que, en caso contrario se estaría contabilizando un “pago” que nadie recibiría; lo cual contradice el principio de la partida doble. Por otra parte, y aún más importante, no parece razonable que las operaciones efectivas, ligadas con los bienes producidos o con las inversiones en capital humano -y aún las partidas vinculadas a explotación de recursos naturales agotables- se computen junto con operaciones puramente contables. Es claro que las primeras tienen efectos dinámicos que realimentan a la evolución del ahorro genuino. Las segundas no tienen este tipo de efectos sobre dicha variable, ya que ellas no significan una inversión y, por tanto, no tienen influencia sobre la evolución del patrón de acumulación de las economías.

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Aún si las compensaciones se hubiesen efectivizado cuando hubiere correspondido, este agregado ex-post no daría una justa medida de la influencia dinámica que se hubiese tenido. Por otra parte, frente al fenómeno de deslocalización de la producción industrial, (y por tanto de mayor emisión por unidad de producto), la astringencia financiera derivada de la demanda y el deterioro de los términos de intercambio, durante los ‘80 los países en desarrollo recibieron la transferencia de una parte considerable de las industrias intensivas en energía (y por tanto de mayor impacto ambiental). Ante la necesidad de recuperar algún dinamismo de crecimiento, la recogida de esas industrias y la sobre-explotación de los recursos naturales, fueron dos características usuales de las economías en vías de desarrollo con abundante dotación de ese tipo de recursos. No sería legítimo afirmar que aquellas fueron las únicas causas de estos comportamientos, sin embargo, no cabe duda que tuvieron una influencia importante para ello. Estos fenómenos constituyen tan sólo un ejemplo de las posibles consecuencias dinámicas de no haber contado con una compensación efectiva de las mencionadas asimetrías que podrían haber afectado de modo significativo el fondo de inversión de los países en desarrollo. De cualquier modo, puede resultar interesante realizar el ejercicio puramente contable de incorporar ex-post las compensaciones derivadas de tener en cuenta únicamente las asimetrías ligadas a los volúmenes diferenciales de emisiones de CO2, tomando como valor unitario el que se consigna en K. Hamilton (1995). Sin embargo, la inclusión de las emisiones de CO2 en el análisis resulta de particular interés, ya que explica una parte importante del fenómeno de calentamiento global o el denominado efecto invernadero.5 Las emisiones humanas al medio incluyen una amplia variedad de componentes, emitidos a la atmósfera y a las extensiones de agua y de tierra. Las emisiones de interés particular para evaluar el impacto medioambiental global incluyen a los gases con efecto invernadero, especialmente al dióxido de carbono. El CO2 es el principal gas directamente producido por las actividades humanas entre aquellas emisiones con efectos climáticos, contabilizando en 1990 mas del 98% del total de emisiones de los cinco principales gases con efecto invernadero. Adicionalmente, se estima que el 54% del aumento en la temperatura global se debe a las mayores concentraciones del CO2. 9

Los datos sobre emisiones contaminantes son de gran utilidad, valor integrador y significatividad. Generalmente forman parte del enfoque de las políticas medioambientales internacionales. Hay estimaciones que sugieren que para evitar que las concentraciones sigan aumentando, es necesaria una reducción inmediata del 60 al 80% de las emisiones.6 En el siguiente cuadro se observan las emisiones de CO2 y la población total por regiones.

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Cuadro 1. Emisiones de CO2 por región. 1980 Región

1990

1995*

CO2

Población

CO2

Población

CO2

Población

en miles de

en miles

en miles de

en miles

en miles de

en miles

ton

de pers.

ton

de pers.

ton

de pers.

OECD

10424000

1025646,1

10739000

930341,6

11286000

971211,3

UE

3412000

354380,3

32480000

337042,8

3307000

357433,8

USA

4987000

227707,8

5085000

249958,1

5343000

263422,1

Japón

1004000

116842,9

1167000

123552,3

1245500

125527,3

Centro-Este

1174000

117537,3

1020000

123371,7

945000

124548,1

Ex URSS.

3303000

265090,9

3710000

289645,0

3268500

295519,3

Am. Latina

592000

276833,9

689000

340598,3

821000

375969,2

Africa

440000

476190,5

689000

628421,1

803000

735992,7

2425000

2221875,0

4083000

2656140,4

4928000

2901188,5

China

1488000

964285,7

2398000

1125000,0

2808000

1208796,3

Medio Or.

370200

97887,3

697300

137288,1

750750

164072,1

18728200

4481061,1

21627300

5105806,0

22802250

5568501,2

de Europa

Asia

TOTAL

Fuente: European Commision, European Energy to 2020. A Scenario Approach, Directorate General for Energy (DG XVII),1996 * Nota : Los datos de 1995 fueron extrapolados de las proyecciones para el año 2000, suponiendo una tasa de crecimiento anual media proporcional a la tasa estimada para el año 2000.

Agrupando los valores en dos grandes regiones se puede observar en el siguiente gráfico que los países desarrollados, o del hemisferio Norte (OCDE, Centro-Este de Europa, antigua Unión Soviética) eran responsables del 71% de las emisiones totales de CO2 y detentaban el 26% de la población mundial en 1990, mientras que los del hemisferio Sur emitían en conjunto el 28% de CO2, aunque sólo les correspondía el 74% de la población mundial.

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PORCENTAJES DE HABITANTES Y DE EMISION DE CO2 POR HEMISFERIO, 1990

0.8 0.7 0.6 0.5 0.4 0.3 0.2 0.1 POBLACION

0 HEMISF. NORTE HEMISF. SUR

EMISIONES DE CO2

En particular, solamente Estados Unidos posee el 5% de la población mundial y produce el 23% de las emisiones globales de dióxido de carbono, mientras que Latinoamérica emite menos del 4% y tiene poco más del 6% de la población mundial. Con estos datos podría calcularse un cociente de localización de las emisiones, tomando el cociente entre el porcentaje de emisiones de CO2 y el porcentaje de habitantes correspondientes a cada región. Los valores de este cociente pueden verse en el siguiente cuadro.

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Cuadro 2. Localización relativa de las emisiones de CO2. COCIENTE DE LOCALIZACIÓN DE LAS EMISIONES, REGIÓN

-% DE EMISIONES DE CO2 / % DE POBLACIÓN1980

1990

1995

2,43

2,73

2,84

UE

2,30

2,28

2,26

USA

5,24

4,80

4,95

Japón

2,05

2,23

2,43

Centro-Este de Europa

2,39

1,95

1,85

Ex- URSS

2,98

3,02

2,70

América Latina

0,51

0,48

0,53

Africa

0,22

0,26

0,27

Asia

0,26

0,36

0,42

0,37

0,50

0,57

0,91

1,20

1,12

OECD

China Medio Oriente

Existe otro aspecto relevante al análisis relacionado con el patrón de consumo de los países. En general, los países del Norte tienen sus necesidades básicas ampliamente satisfechas y generan un cúmulo de nuevas necesidades accesorias que dan lugar a un esquema de producción que incrementa el nivel de desechos producidos y acentúa el efecto invernadero. Al mismo tiempo, los países del Sur son proveedores mundiales de materias primas (agroindustriales o mineras) que provienen básicamente de la explotación de sus recursos naturales. Esta modalidad de desarrollo resultó ser el pilar fundamental de supervivencia que, dentro del actual esquema de división internacional del trabajo, le ha permitido su incorporación al mercado mundial. La estrategia exportadora, tal cual está planteada hoy, ha aumentado la crisis ambiental de los países de la región, básicamente porque sigue siendo proveedora de recursos naturales hacia los países del norte. Como criterio para calcular las compensaciones puede tomarse el promedio mundial de emisión per cápita como nivel de referencia, de modo tal que los países que lo exceden tendrán un cargo negativo en la estimación de ahorro genuino (costo) y los países que no alcanzan dicho nivel recibirán una compensación. 13

Existen varios criterios de apropiación de los recursos, entre ellos el de extensión territorial y el del tamaño de población. En este análisis, se considera más apropiado tomar el segundo criterio, ya que el medioambiente está íntimamente relacionado con el bienestar de las personas. La base para calcular la compensación relativa a cada país o región será entonces la población (copropietarios en última instancia de los recursos naturales de propiedad compartida -se supone que ellos habrán de velar por conservar ese patrimonio para sus descendientes-). Cuadro 3. Tasa de emisión per cápita de CO2, 1990 REGIÓN

TASA DE EMISIÓN PER CAPITA -EN TONELADAS POR PERSONA1980

1990

1995

10,163

11,543

11,621

9,628

9,637

9,252

21,901

20,343

20,283

8,593

9,445

9,922

9,998

8,268

7,587

12,460

12,809

11,060

América Latina

2,138

2,023

2,184

Africa

0,934

1,096

1,091

Asia

1,091

1,537

1,699

1,543

2,132

2,323

Medio Oriente

3,782

5,079

4,576

PROMEDIO MUNDIAL

4,179

4,236

4,095

OCDE UE USA Japón Centro-Este de Europa Ex- URSS

China

Puede observarse que los países en desarrollo no superan la tasa promedio de emisión per cápita mundial, de manera que deberían ser compensados por los desarrollados que, en todos los casos, evidencian una tasa de emisión per cápita superior a la promedio.

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TASA DE EMISIÓN PER CAPITA, 1980-1995 14,00 OECD 12,00 CENTRO-ESTE EUROPEO ANT. UNIÓN SOVIETICA

10,00

AMERICA LATINA

8,00

AFRICA 6,00 4,00 2,00 0,00 1980

1990

1995*

Los resultados del Cuadro 3 muestran claramente que son los países desarrollados los que emiten a una tasa mayor en términos per cápita y que los países menos desarrollados no superan la tasa promedio mundial. De tomar este criterio como válido, queda claro qué países deberían realizar las compensaciones y quienes serían los compensados. Si bien, el análisis hasta aquí realizado tiene en cuenta el valor absoluto de las emisiones, si se razona en términos incrementales a futuro, sin duda las diferencias en el grado de desarrollo de los países del Sur introducen una dinámica creciente en la problemática ambiental. Normalmente el tipo de políticas propuestas a nivel mundial para esta cuestión se basan precisamente en esta figura y no en términos absolutos. A los efectos de ejemplificar una política diseñada en base a un criterio que considere los valores absolutos, se tomaron las emisiones de CO2 por región y se calculó una tasa promedio de emisión per cápita a nivel mundial. De esta forma, las compensaciones podrían calcularse en base a la diferencia de la tasa de emisión per cápita observada con respecto a la tasa promedio mundial. Las regiones/países que excedieran dicha tasa promedio deberían compensar a las regiones de menor tasa de emisión per cápita. El costo marginal social de una tonelada métrica de CO2 es el mismo considerado por K. Hamilton (1995), de u$s 20). La fórmula empleada para calcular el valor de las compensaciones es la siguiente : 15

α *(Yi - Ÿ) * Pi donde : α = costo marginal social por tonelada de emisión de CO2 Yi = tasa de emisión per cápita de la región i Ÿ = tasa de emisión media mundial Pi = población correspondiente a la región i Este cálculo se efectuó para los años 1980, 1990 y 1995. A los efectos de mostrar el valor acumulado de las compensaciones entre 1980 y 1995, se tomó el promedio 1980-1990 y el promedio 1990-1995 para cada una de las regiones consideradas. Estos valores se suponen representativos para estimar el valor acumulado en este período de 15 años. Los resultados del cálculo de costos y compensaciones para el período 1980-1995 se muestran en el siguiente cuadro:

Cuadro 4. Valor de las Compensaciones VALOR DE LAS COMPENSACIONES DEBERIAN COMPENSAR

OECD

en millones de u$s 1.998.926,8

Centro-Este de

%

164.638,8

DEBERIAN SER

en millones de

COMPENSADOS

u$s

69,51 América Latina 5,73 Africa

%

205.484,7

7,15

561.491,3

19,52

2.108.903,3

73,33

Europa Ex- URSS Medio Oriente TOTAL

694.894,2 17.419,5 2.875.879,3

24,16 Asia 0,60 100,00 TOTAL

2.875.879,3 100,00

Si el método de compensación propuesto se hiciese efectivo, el monto que recibirían regiones como Africa o América Latina -aún sin tener en cuenta la capitalización de las 16

compensaciones- supone un porcentaje significativo de la deuda financiera que actualmente tienen algunos de sus países. Tomando una tasa de interés del 8% anual, la capitalización de la deuda ambiental para América Latina, en particular, estaría en el orden de u$s 650.000 millones, un porcentaje significativo de la deuda financiera actual. Esto muestra claramente y sólo en parte- el cambio radical que podría darse en los flujos financieros globales si se tuviese en cuenta la compensación por el daño medioambiental.

IV- Conclusiones Este trabajo sólo ha pretendido plantear dudas acerca de la validez del concepto ahorro genuino, definido del modo que proponen K. Hamilton y J. O´Connor, como indicador de sustentabilidad; especialmente si se analizara la posibilidad de compensación entre países sobre el deterioro del patrimonio natural. En este sentido, la crítica se centra en un aspecto metodológico fundamental como el referido a los derechos de propiedad del capital natural de la humanidad. Sin hacer mención a los recursos de propiedad común, fenómeno que no es considerado en los métodos de valoración ambiental propuestos convencionalmente, es de destacar que el concepto de ahorro genuino no capta aún los efectos externos a los espacios en consideración -ya sean negativos o positivos-. Esto hace sumamente arbitraria la comparación de los niveles de ahorro genuino de los distintos países o regiones. A los efectos de demostrar una de las falacias ligadas al concepto de ahorro genuino, se ha tomado en consideración sólo el dióxido de carbono como indicador representativo de uno de los componentes con mayores efectos sobre una parte importante del capital natural. La propuesta no es mas que un ejercicio contable, pero es suficiente para mostrar que la asignación de valor al agotamiento de los recursos y la degradación del medio no son tareas menores, ya que implican un supuesto fuerte acerca de la propiedad de los recursos naturales y el medioambiente. En este sentido, si convenimos que la población mundial es la propietaria del capital natural universal, es conveniente tomar valores per cápita para componentes como las emisiones de gases con efecto invernadero. Los resultados obtenidos en función de este criterio de compensación indican potenciales flujos financieros que modificarían en forma sustancial las trayectorias de ahorro genuino, especialmente para los países del Sur. 17

Este criterio dista de ser una alternativa definitiva, pero sí constituye un punto de partida para un nuevo planteo sobre el rol de los recursos naturales y las medidas de política conducentes a un desarrollo sustentable. En este sentido, las métodos de valoración y compensación deberían ser pactados entre todas las regiones del mundo, tanto las de menor desarrollo como las desarrolladas, en busca de una justa y concertada solución. Por otro lado, no se puede ignorar la importancia que tiene la incorporación del agotamiento de los recursos naturales en el cálculo de las compensaciones. Un estudio de tal envergadura excede el alcance del presente trabajo pero señala una línea de investigación futura de interés particular. 1

Véase por ejemplo K. Hamilton “Genuine saving in developing countries”, mimeo, CSERGE, University College London and University of East Anglia, Octubre 1995; K.Hamilton, J. O’ Connor “Genuine Saving and Financing of Investment”, Environment Department, The World Bank, mimeo, 1994 2 Coase, R., “The Problem of Social Cost”, The Journal of Law and Economics, 3, 1960,pp. 1-44 ; Stiglitz, J., Economics of the Public Sector, New York, 1986, p. 182. 3 El calificativo de perversos se vincula la irresponsabilidad de prestamistas, prestatarios (en algunos casos, minorías que se beneficiaron con el mecanismo de endeudamiento) y de las entidades encargadas de vigilar el manejo de la liquidez a nivel mundial que hizo posible esos niveles insostenibles de endeudamiento, con las consecuencias ya conocidas 4 K. Hamilton (1995), op. cit. 5 El calentamiento de la atmósfera resultante de las emisiones gaseosas es un fenómeno ambiental especial, ya que tiene repercusiones a escala mundial y resulta irreversible 6 Santos, G., ‘Aspectos económicos del efecto invernadero”, mimeo Trabajo de grado, Mayo 1993; Cline, W., “Scientific Basis for the Greenhouse Effect”, The Economic Journal, Vol. 101, Nro. 407, Julio 1991; Nordhaus, William, “A Sketch of the Economics of the Greenhouse Effect”, The American Economic Review, Vol. 81, Nro. 2, Mayo 1991.

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