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Las “Memorias” de la marquesa de la Vega de Anzo Por JAVIER MORÁN
n “Dejé el Consejo de Asuntos Taurinos porque me opuse al resto de consejeros cuando 130 peñas de España, la Mesa del Toro o la Unión de Abonados nos pidieron que no renováramos a la empresa de Las Ventas porque había habido una feria mala. Yo, como no soy política, me puse a favor de los aficionados y fui la única que votó en contra de los tres partidos” n “En los años de mi juventud la afición al toreo era muy intensa, con tertulias y con la relación entre el mundo del toro y la cultura y el arte” n “El toreo que rompió moldes fue el del Cordobés. En España entera fue como un mito, para los que sabían y para los que no sabían”
n “Cuando un toro de cinco años se entrega con todo su poderío crea una faena bellísima y la exigencia es mayor y el triunfo es infinitamente mayor”
El diario asturiano “La Nueva España” ha publicado en tres capítulos una larga entrevista con Pilar González del Valle, marquesa de la Vega de Anzo, en la que realiza lo que bien podría considerarse como un adelanto de sus Memorias: desde su infancia hasta la actualidad, con un gran número de recuerdos y vivencias relacionadas con la Fiesta. En este documento se reproduce el texto integro de estas entrevistas.
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Bisnieta de Emilio Martín
González del Valle y Carbajal, primer marqués de la Vega de Anzo desde 1889, nieta de Martín González del Valle y Fernández Miranda, e hija de José María González del Valle y Herrero, Pilar González del Valle García de la Peña es quien ostenta en la actualidad el título de su familia, cuyas raíces se hunden en Asturias, particularmente en Oviedo y Grado, y se desarrollan entre Madrid y Extremadura. Acreditada experta en toros y toreo, Pilar González del Valle es fiel cada año a la feria taurina de Begoña, en Gijón, momento que ha aprovechado para contar sus «Memorias» a LA NUEVA ESPAÑA, que serán publicadas en tres entregas. Juan Plaza/LNE
María del Pilar González del Valle nace en San Sebastián, lugar de veraneo de sus abuelos paternos y de los maternos, pero su ciudad de residencia será Madrid, donde estudia en el Colegio de las Irlandesas. Durante su infancia los períodos vacacionales se distribuyen entre Grado y Extremadura, ya que en Almendralejo es donde la familia de su madre tiene fincas, y su abuelo, Félix García de la Peña, es ganadero y cría toros bravos. «Me acuerdo de toreros desde que tenía siete u ocho años, especialmente de los Bienvenida, porque eran los que más iban a tentar a la finca de mi abuelo». Aunque sus padres no quieren que su hija Pilar, y su hermana Paloma, abuse de la afición taurina, las dos jóvenes se abonan a la «catedral del toreo», la madrileña plaza de Las Ventas, donde con el tiempo heredarán el palco 9, célebre por haber pertenecido antes a Juan Belmonte, José María de Cossío o Domingo Ortega. Su afición taurina se irá incrementando y también sus conocimientos sobre la fiesta nacional, de tal modo que es la primera mujer que preside la peña taurina de «José y Juan». También ha sido vocal en el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, cargo que abandonó por discrepancias sobre la contratación del empresario de Las Ventas.
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No obstante, «entre mis actividades, aparte de los toros, de lo que más orgullosa me siento es de colaborar con ONG importantes», comenta Pilar González del Valle, quien reconoce haber tenido la «suerte de haber vivido una infancia y una juventud felices». Sin embargo, «no todo en la vida es tener, y he sido hasta hace poco vicepresidenta de Nuevo Futuro, creada por mi tía Menchu Herrero, la hija del marqués de Aledo y tía de Ignacio Herrero». La marquesa de la Vega de Anzo reflexiona: «Menchu era joven, guapa, rica, pero se dedicó toda su vida a defender y cuidar a la infancia». ---
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Ancestros taurinos en Perú. «Las raíces asturianas de mi familia están en Oviedo y Grado, aunque mi bisabuelo, Emilio Martín González del Valle y Carbajal nació en La Habana, en 1853, hijo de Anselmo González del Valle, que estaba casado con una cubana de la familia que tenía los tabacos Cavanas y Carvajal. El apellido González del Valle es de origen asturiano y leonés y esta datado desde el siglo X o XI. Es curioso que un antepasado lejano ya estaba vinculado el mundo de los toros, algo que a mí me llega por parte de mi madre, de familia de ganaderos, pero también por parte de mi padre, que era un gran aficionado. Pero lo que yo no sabía es que ese antepasado, el virrey Amat, hizo la primera plaza de toros de Hispanoamérica, la plaza de Acho, en Perú». La casa de Grado. «Mi bisabuelo, que fue profesor de Derecho en la Universidad de La Habana y diputado por la provincia de Pinar del Río, volvió después a España y se casó con mi bisabuela, Julita Fernández Miranda, que se murió muy joven, al tener su sexto hijo. Mi bisabuelo tiene la casa familiar de Grado, que iba a ceder como asilo de ancianos, pero como la bisabuela le tenía especial cariño a la casa, Emilio Martín se quedó a vivir en ella. Fue entonces cuando mandó pintar la capilla, y en una parte están retratados mi bisabuelo con mi abuelo Martín, que era el mayor de familia, y en otra parte hay una crucifixión pintada por Uría, en la que los rostros de los personajes son los de la familia Cores Uría». Escuelas del Sagrado Corazón. «De mi bisabuelo resaltaría que hizo cosas importantes por Grado y por Vega de Anzo, como la traída de aguas. Por eso cuando le dan el marquesado es con el nombre de Vega de Anzo. Se lo otorgó la reina gobernadora, María Cristina, en la infancia de Alfonso XIII, por todos los servicios a la Corona y a su tierra. Mi abuelo Martín González del Valle y Fernández Miranda, el segundo marqués, continuó con esas labores. Ahí están las escuelas del Sagrado Corazón de Grado, un edificio precioso que ahora es Conservatorio de Música y él donó a una fundación de la Iglesia y del Ayuntamiento». El comandante Franco. «Mi abuelo Martín nació en 1882, en Oviedo, y estudió Derecho en su Universidad, para después doctorarse en la Universidad Central de Madrid. Fue gentilhombre del Rey y lealísimo a la Corona. Y hay también una anécdota de
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cuando Franco, como comandante, estuvo destinado en Oviedo, en 1917. Mi abuelo fue a Capitanía a ofrecer su coche y conoció a Franco, al que invitó a comer a casa. En esa cita conoció a Carmen Polo en casa de mis abuelos, porque mi abuela Pilar Herrero Collantes era amiga de Laína Vereterra y de Carmen Polo». Actividad cultural y humanitaria. «José María González del Valle Herrero, hijo de mi abuela Pilar y de mi abuelo Martín, es mi padre. Todavía me emociono recordándole. Fue un financiero importante, por familia, pero, ante todo, era un hombre culto y sencillo, del que jamás he oído una crítica desfavorable. Mi padre se murió de repente en 1992, a los 72 años, de un infarto, a los pocos días de volver de Oviedo a Madrid. Cuando aparecieron las necrológicas en los periódicos, salieron las actividades profesionales que había hecho, como consejero del Banco Herrero, o consejero de Hidrocantábrico, o consejero de Campsa. Pero también figuraban sus actividades culturales y humanitarias, y nos quedamos sorprendidas porque no sabíamos todo lo que hacía en esos campos. Mi padre no lo decía». Perfume el humo. «Recuerdo especialmente la necrológica que le escribió Manuel Valdés en LA NUEVA ESPAÑA, una necrológica en la que utiliza una carta que le había escrito mi padre unos días antes, como una premonición. Mi padre le había escrito que "la vida es humo, pero es consentimiento sumo que tenga perfume el humo". Le gustaba vivir, estar con sus amigos, con su gente. Era un conocedor de Asturias imponente. En esa carta también le cita mi padre los versos de Jorge Manrique: "Qué señor entre señores, que amigo entre los amigos"». Veraneo en San Sebastián. «Nací en San Sebastián porque mis padres y mis abuelos, tanto los paternos, Martín y Pilar, como los maternos, veraneaban allí. Mis padres estaban recién casados y se van con mis abuelos a veranear a San Sebastián. Nací el 12 de julio, y como mi madre me esperaba, se van un poco antes. Mi madre, Josefina García de la Peña, es hija de Félix y Leonor, una familia de Extremadura. Después he vivido en Madrid y estudié en el Colegio de las Irlandesas. Mi hermana Paloma, la segunda, y yo tuvimos la enorme suerte de poder hacer el ingreso y el primero de Bachillerato en el Instituto de Beatriz Galindo, examinándonos por libre, porque el mes de abril entero y la mitad de mayo lo pasábamos con mis abuelos, Félix García de la Peña y Leonor Díez Madroñero,
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en Extremadura, donde mi abuelo era ganadero. Allí teníamos contacto con los toros, con los caballos y con todo el ambiente del campo. Pero al mismo tiempo mi padre era también un gran aficionado a los toros, junto al conde Valle de Pendueles y Leopoldo Mato, sus dos amigos completamente taurinos». La respuesta de Abelardo. «Mi abuelo Félix, de madre sevillana, era hijo único. Su padre tenía cierta inquietud cultural y lo había enviado a estudiar a Francia al colegio del padre Lagarder, jesuita. Después, mi abuelo se afincó en Almendralejo, donde la familia tenía fincas. Le gustaba el campo y toda su vida la pasó en contacto con él. En esa rama de la familia también hay intelectuales y políticos, por ejemplo Carolina Coronado, la escritora, o Abelardo López de Ayala, político y escritor, que siendo diputado en las Cortes, en el siglo XIX, dijo aquella frase en respuesta a otro diputado. Este diputado le había dicho: "Quien chupa un espárrago y bebe cerveza y come níspero y besa a una vieja, ni chupa, ni bebe, ni come, ni besa". Y Abelardo le respondió: "Si es maduro el níspero, rubia la cerveza, de mayo el espárrago y madre la vieja, se come, se bebe, se chupa y se besa". Esa fue la respuesta de mi antepasado Abelardo López de Ayala». Título heredado. «Mi abuelo hacia muchísimas visitas a Sevilla y tenía toros bravos en sus fincas. Y allí íbamos nosotras por el invierno, a pasar la Nochebuena y la Navidad, o las vacaciones de Semana Santa. El resto del tiempo vivíamos en Madrid y en verano seguíamos yendo a San Sebastián, hasta que se murió mi abuelo Martín, muy joven, con unos 62 años. A mi padre le dejó la casa de Grado y desde entonces vinimos a Grado a veranear. Mi padre, al ser el hermano mayor, había heredado el título de marqués de la Vega de Anzo y mi tío Martín González del Valle Herrero, el de Barón de Grado. Mi abuela, la hija de Policarpo Herrero, María del Pilar Herrero Collantes, estuvo muchísimos años sin tener hijos, como nueve o diez, y entonces se encomendaba a San José en Oviedo para tener hijos y vino mi padre y por eso le llamó José María. Después vino tía Julita, tío Martín?» Xiringüelo y Vito Vito. «Tengo una gran añoranza de mi infancia, porque fui muy feliz. Tengo recuerdos muy gratos tanto de Grado como de Extremadura, aunque eran ambientes muy diferentes. En Extremadura íbamos a ver los caballos, acudíamos a tientas para probar los toros y conocíamos a los toreros. En Grado nos pusieron clase de bailes asturianos y bailábamos desde el Xiringüelo al Vito Vito. También íbamos a romerías, a bañarnos al río Cubia, en Llantrales, a la playa de Aguilar, cuando todavía no tenía malecón ni paseo. Íbamos cuatro familias porque nadie conocía la playa. Jugábamos en el jardín de Grado con las bicicletas, y subíamos a Castañeo o a Picaroso. En Extremadura cogíamos flores en el mes de mayo y montábamos en una charrete que tenía el abuelo y nos íbamos a dar paseos por el campo».
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Boda joven. «Ya digo que estudio con las Irlandesas, y que el ingreso y primero de Bachillerato, esos dos años, nos dejaron que estudiáramos con los abuelos, pero no te podías examinar en el colegio. Entonces íbamos mi hermana y yo muertas de pavor al Instituto Beatriz Galindo a examinarnos por libre. Tenías que obtener unas notas bastante buenas, porque no eras ni del instituto ni del colegio; eras como una paria. El Colegio de las Irlandesas era bilingüe, con profesorado inglés. De todas maneras, mis padres nos mandaron a Francia en los veranos a estudiar el idioma. También nos pusieron una profesora en casa, que era francesa, de modo que cuando éramos pequeñas en el colegio estudiábamos inglés y en casa hablábamos francés. Y después al acabar el Bachillerato me fui un año a Inglaterra, cuando tenía 16 o 17 años. Al volver de Inglaterra hice secretariado de dirección bilingüe en Madrid. Después me casé jovencísima, con 19 años, y tuve mis dos hijos, María y José María, los dos buenos estudiantes. María hizo Económicas y Administración de Empresas y José María estudió en Nueva York la carrera y después hizo un máster en gestión». Padre y marido. «Mi padre tuvo un papel muy importante en mi juventud. El día de su fallecimiento, que se murió repentinamente, en media hora, nos quedamos todos estupefactos y yo me sentí especialmente sola porque me había separado a los 29 años de mi marido y mi padre fue absolutamente mi marido, mi padre y mi hermano. Se ocupó de ayudarme en la educación de mis hijos. Mi hija quería estudiar ciencias puras, Biología, porque quería irse a una plataforma, a una granja marina. Hizo el COU de Ciencias y yo le comentaba a mi padre que esta niña no se iba a ir nunca a una plataforma en medio del Atlántico o del Pacífico a estudiar la fauna. Y la convencimos para que estudiase economía o algo parecido. Mi padre me ayudaba en todas esa cosas. La circunstancia de casarme tan joven era frecuente en aquella época. De las ocho o nueve amigas de mi edad, la que mayor se casó lo hizo con 21 años. Otra se casó con 18, y yo con 19. "Por favor, no te cases tan pronto", me decían mis padres. Mi esposo, Rafael Ureña Francés, era una persona brillante,
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ingeniero de Caminos y economista, y fue subsecretario del Ministerio de Obras Públicas con 27 años. Ahora estoy viuda, ya que él falleció hace dos años». Proyectarse hacia Madrid. «En el presente, mi hermana Paloma se ocupa de los asuntos del campo, junto con mi hermana Belén, y de las cosas de mi madre. La familia ya no tiene las actividades de tiempo atrás, como era el Banco Herrero, Asturbega o Hidrocantábrico. Nos hicieron unas opas monumentales y aunque toda la familia éramos un paquete fuertísimo, cuando te hacen una opa ni mandas ni intervienes. Mi bisabuelo, que era un gran financiero, y mi abuelo siempre dijeron que tenían que proyectarse hacia Madrid. La prueba es que mi abuelo y mi tío Ignacio eran consejeros al mismo tiempo del Banco Hispano, pero hubo algunas personas de la familia que prefirieron quedarse en el nivel local. Y sucedió que los bancos pequeños no tienen razón de ser; a todos les ha pasado lo mismo. También hubo un momento en el que había muchas mujeres en la familia y, antes, los consejos de administración los tenían los hombres. De hecho, mi padre fue consejero del Banco Herrero, de Hidrocantábrico y al mismo tiempo de los Ferrocarriles Económicos y de Campsa». Confianza en el Herrero. «Y en cuanto a Hidrocantábrico, no es lo mismo que una empresa la tengan tres, como en la época de mi abuelo, de mi tía María Teresa y de mi tío Ignacio, a que haya siete hijos de mi padre, más los de sus hermanos. Nadie quería vender, pero cuando una gran empresa hace un opa te quedas desprotegido. No es importante que las personas quieran o no quieran, sino que los bancos y empresas pequeñas, aunque fueran fuertes, porque Hidrocantábrico iba fenomenal, y como está pasando ahora con las cajas pequeñas, no tienen razón de ser. Me acuerdo del Banco de Asturias, de Ángel Varela, por ejemplo. Todos han desaparecido, y eso que los compradores pidieron que se siguiera llamando Banco Herrero, porque la gente confiaba en el Banco Herrero, y sigue confiando». El palco nueve. «Conocí a toreros desde que tenía siete u ocho años, especialmente a los Bienvenida, porque eran los que más iban a tentar a la finca de mi abuelo. También íbamos a verles a la plaza de toros de Madrid. Mis padre iban a las corridas buenas y mi hermana y yo veíamos también todas las corridas malas. Mi padre no quería que fuéramos a la feria entera, pero con el dinero que ahorrábamos nos comprábamos un abono en la parte más alta de la plaza, arriba del todo. Después ya fuimos a un palco, al número nueve, que es un palco histórico porque primero fue de Juan Belmonte, y después de José María de Cossio y de Domingo Ortega. Después, lo heredamos Paloma y yo». Toros y artes. «Conocí la "época de plata" del toreo español, aunque para mí fue de oro, con unos toreros imponentes, como Antonio Bienvenida, Paco Camino, el Viti, el Niño de la Capea, el Cordobés, Antonio Ordóñez?, los mejores. Propiamente, la
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"época de oro" fue la de Joselito y Belmonte, y el Gallo y Sánchez Mejías, pero en los años de mi juventud la afición al toreo era muy intensa, con tertulias y con la relación entre el mundo del toro y la cultura y el arte. Ya digo que mi familia tuvo especial vinculación con los Bienvenida, con Antonio y su hermano Manolo Bienvenida, que toreaba Juan Plaza/LNE divinamente, pero se murió con 24 años. Y sus hermanos, como Pepote Bienvenida, eran los mejores banderilleros que había en España. Y luego estaban las relaciones entre toreros, artistas e intelectuales. En mi palco, y puede que parezca un mausoleo, hubo un momento en que se sentaban el artista Sebastián Miranda, asturiano, José María de Cossío, Ernest Hemingway, el marqués de Amboage, Domingo Ortega, Garrigues el mayor, el embajador?, y un montón de personas del mundo del toro y de las artes. Ahora, aunque menos, también hay toreros con esa vinculación, como Enrique Ponce, que es académico en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba (el primer torero académico de la historia) y recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, en 2007, también el primero en recibirla. Pero en aquella época eran muchos los toreros que se ocupaban del arte, de la pintura o tenían gran interés por adquirir cultura. Por ejemplo, Ortega tenía una colección fabulosa de cuadros de Zuloaga». Comprender los toros. «Y había más tertulias taurinas, para las que ahora parece no haber tiempo, aunque yo tengo en mi casa una tertulia, una vez al mes, con empresarios, toreros y ganaderos. Antes había tertulias en los hoteles, en Chicote, o en un restaurantillo que había al lado de hotel Victoria, o en la Casa de Ávila. A ellas asistían aficionados a los toros que se ponían a hablar con ganaderos y toreros, y también acudían los que después serían los grandes críticos del toreo. Yo frecuentaba esas tertulias, primero de oyente y después ya activamente. A valorar el toreo se aprende comparando. Soy también muy aficionada a la ópera y si escuchas cantar "Recóndita armonía" de Tosca una vez no tienes elementos de juicio, pero la oyes en la voz de Pavarotti, de Raimondi, de Plácido Domingo o de Mario del Mónaco y ya tienes elementos de juicio y sabes qué te gusta más. He visto mucho toreo y sé un poco de la técnica, pero creo también que comprender los toros es un don. Tengo conocidos que han estado viendo toros conmigo toda la vida y no saben lo que
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está pasando allí, pero, a lo mejor, vienen unos ingleses a la plaza y les explico un poco lo que ha pasado en esa corrida y están encantados y lo entienden». Toreo de virtuosismo. «Me gusta el toreo de arte, que lo encarnó en aquella época Antonio Bienvenida, que nunca fue tan figura del toreo como lo era Ordóñez, pero fue un gran torero. Y luego, el toreo que rompió moldes fue el del Cordobés. En España entera fue como un mito, para los que sabían y para los que no sabían. Recuerdo el día que toreó por primera vez en Madrid y se televisó la corrida, aunque esto no era habitual todavía. Se pararon todas las actividades para que la gente pudiera ver al Cordobés. Era un toreo muy espectacular, muy de poder. Pero, ya digo, a mí me gusta el arte en el toreo, el virtuosismo, como en la música. El Cordobés no era virtuosista, sino tremendista, y se agarraba a los pitones de los toros o hacia el salto de la rana. Pero ése no es el toreo que entra dentro de mis cánones, sino el de Bienvenida y Ordóñez, o Pepe Luis Vázquez o Manolo Vázquez, que mimaba la muleta, mimaba el pase y entendía el toro, lo que no quiere decir que el Cordobés no lo entendiera. Pero es como si tienes un ramo de flores guapísimas y las desparramas, queda horrible, pero si pones un ramo colocado, aunque tengas menos flores, queda más hermoso». Peña Julián Cañedo. «A las ferias a las que voy ahora especialmente son las de San Isidro, en Las Ventas, Sevilla, San Sebastián, Valencia... y, por supuesto, Gijón. Antes iba a Oviedo, con la que tuve mucha vinculación porque asistía a una peña por excelencia taurina y cultural, la mejor que ha habido en Asturias: la peña Julián Cañedo, un torero de Oviedo que tenía un toreo práctico. La Feria de Oviedo desapareció por varios motivos. Porque la plaza estaba en mal estado y dijeron que la iban a arreglar, pero no fue así. Y porque yo pienso que para el Norte era una feria tardía, en septiembre. Y también porque a los dirigentes de los festejos les tienen que gustar los toros y les pareció mejor hacer otras cosas y fue decayendo. Fue una pena porque Oviedo en sus mejores épocas era una feria tan importante o más que Gijón. Y era cuando vivía Manolo San Román, el ganadero asturiano. Ahora mismo, Gijón es la segunda o la tercera feria del norte de España. La primera, por excelencia, es Bilbao. El toreo en España es Madrid y Bilbao, y después, las demás. Y digo que Gijón es la segunda o la tercera porque también están San Sebastián o Santander. Pero en la Feria de Begoña se están dando carteles maravillosamente concebidos y el empresario lo ha hecho de miedo. Ha habido llenos totales, y viene gente de toda España. La Feria de Gijón tuvo una época muy mala, pero desde hace unos diez años, cuando la cogió Carlos Zúñiga, ha remontado y este año ha habido tres cuartos de plaza casi todos los días, y más de la mitad de los días hubo lleno total. Cuando se hacen las cosas bien, la gente responde. El día del Juli, que diluviaba y entramos con chubasqueros en la plaza, ante mi asombro, quedaban sólo cien entradas por vender».
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Arte y torismo. «A Madrid le llaman la cátedra del toreo. Cuando un torero triunfa en otras plazas es un hecho importante, pero cuando triunfa en Madrid eso le proyecta en su carrera para siempre. Y los que están arriba, cuando hacen una buena faena en Madrid, eso es lo que les eleva el caché. Es el triunfo más importante y el más exigente, porque son 31 días de Feria de San Isidro con lleno total, 24.000 espectadores. En un partido Madrid-Barcelona hay 70.000 espectadores, pero aquí estamos hablando de 31 días seguidos y con público de todas las partes del mundo: franceses, mexicanos, colombianos, de Quito? Bilbao es una plaza muy torista, aunque no me gusta la expresión, y en Sevilla, como dicen ellos, les gusta el toro bonito y el torero con arte. ¿Qué pasa? Que en Bilbao viene el toro fuerte, que crea emoción. Y no es lo mismo. La emoción del toro de lidia..., cuando un toro de cinco años se entrega con todo su poderío crea una faena bellísima y la exigencia es mayor y el triunfo es infinitamente mayor. Sevilla, la tercera plaza de España, es diferente; puede equiparase a Bilbao, pero les gusta Morante, les gustan los toreros de arte, con el toro más pequeño. Bilbao es el toro duro, y Sevilla, el arte. Y Valencia es una feria buena en una plaza de primera, aunque más amable, más facilona. Pero lo que me ha sorprendido de Gijón es que los toreros que han venido aquí parecía que estaban toreando en Madrid, Bilbao o Sevilla, dándolo todo». Feria en declive. «Y en Cataluña se han suprimido los toros. Asistí al foro que organizó "Abc" en el Liceo de Barcelona. Fuimos diferentes gentes de España a hablar de los toros y acudieron políticos. Les interpelamos y ante mi sorpresa ninguno de ellos dijo que quería abolir la fiesta de los toros, ni CiU, ni el PP, ni el PSOE, ninguno; todos aseguraban que querían defender la fiesta. Encima de nosotros, en la cúpula había un cartel que ponía: "El arte no tiene patria". ¿Y entonces qué ha pasado? Que ha sido una cosa política y además los taurinos hemos tenido mucho la culpa de que eso ocurriera. La Feria de Barcelona estaba en declive, aunque recuerdo que en 1969 había más toros en Barcelona y Olot que en Madrid. Fue decayendo porque los taurinos descuidaron la fiesta, y una feria decae con toros que no tienen interés y toreros que tampoco lo ponen. Y la gente se aburre, como en todo».
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Sangre mezclada. «No soy torista ni torerista, aunque tengo mis preferencias en toros y toreros y me gusta el toro con emoción porque es un animal que en sus genes tiene la embestida. El toro nace embistiendo desde el primer día de su vida, y el que no tiene acometida me resulta sin interés. Prefiero toros encastados y que creen emoción, y después, cuando un torero le puede a ese toro y crea arte, como el otro día el Juli en Gijón, es como hablar con Dios y verle en un buen momento. Lo que pasa es que ahora todos los ganaderos nuevos han comprado mucha sangre de Juan Pedro Domecq o de Jandilla y está mezcladísima la sangre, pero todavía hay encastes muy puros, como el Nuñez, el Alcurucén, los Mihura o los Santa Coloma. Una corrida de Vitorino Martín puede costar, y voy a hablar en pesetas, porque la gente del toro sigue hablando en pesetas, 30 millones; las demás rondan los 12 o 16 millones. Pero se han creado demasiadas ganaderías y hay toros que valen muy poco. No es lo mismo un ganadero que un aficionado que se compra una punta de vacas, pues eso, de Juan Pedro, y se han querido hacer ganaderos y sacar dinero». Cambio, no desaparición. «Los antitaurinos se hacen notar, pero hay muy pocos. La historia del toro y del toreo está en la historia de España desde siempre. En el claustro de Santo Domingo de Silos hay figuras que lancean toros y toreros, que no lo eran aún, obviamente, con capas y citando al toro, y Felipe el Hermoso lanceaba toros. Miles de veces se ha dicho que la fiesta desaparece, y lo que sí pienso es que puede haber modificaciones, como cuando se introdujeron los petos de los caballos o se hicieron los burladeros, porque Belmonte no tenía facultades para saltar la barrera. O cambios como que las muletas al principio eran blancas, y como se manchaban de sangre las pusieron después en verde, en azul y finalmente en rojo. O que en época de Joselito y Belmonte no había puyas con tope, sino que se le metía y se le sacaba rápidamente al toro porque no resistía que se acercara al caballo, ni se pegaban esos topetazos. Pero con las puyas de ahora, he visto toros indultados y curados en los que cabe más de un puño en la herida. Puede haber modificaciones, pero hay toros en toda Hispanoamérica, en Francia, en Portugal?, y en California tienen trece ganaderías. Veo difícil que desaparezca. Estoy en contra de las autonomías en todos los sentidos, porque creo que son el cáncer de la economía en España. Y también porque cada autonomía tiene su reglamento taurino. Por ejemplo, en Sevilla no se puede salir por la puerta del Príncipe sin haber cortado tres orejas, dos en un toro y una en el otro. En Madrid es una y una. Esto tiene que ser generalizado, como muchas otras cosas, con un único reglamento. El de 1974 no está mal hecho, pero se ha de aplicar, por ejemplo, impidiendo que el picador no tape la salida de los toros, porque colocan el caballo de tal forma que cuando el toro quiere salir no le deja. O haciendo el tercio de banderilla bien hecho, o prohibiendo a los toreros que peguen latigazos para tirar al toro, porque el toro embiste con el cuello y en lugar de hacer una verónica hacen un pase brusco y el toro cae».
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Mujer y toros. «Pertenezco a varias peñas taurinas y de la que más orgullosa estoy es de la de Joselito y Belmonte, formada por cincuenta números clausus y una de las más antiguas de España y, desde luego, la más importante. Es una peña tan purista que si tienes una bola negra para el ingreso ya no puedes entrar y de ella sólo sales por fallecimiento o por mal comportamiento y expulsión. Somos tres mujeres y 47 hombres y tuve el honor de ser su presidenta durante seis años, aunque lo dejé cuando me hicieron miembro del Consejo de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. En la peña José y Juan tenemos un ciclo de conferencias fantástico, publicamos libros de toros y promocionamos a jóvenes toreros. También creé la peña Majas de Goya, una peña femenina, y fui la primera mujer en pertenecer al jurado de los premios «Mayte», que se dan en la Feria de San Isidro. Antes, en el mundo del toro a las mujeres se nos Juan Plaza/LNE miraba de reojo. Las mujeres únicamente acompañaban a los hombres a la plaza para llevar mantillas y estaba muy mal visto una mujer entre toreros, un mundo de hombres, o no se les dejaba saludar a los toreros, por ejemplo en la habitación del hotel. Pero la verdad es que a mí me han respetado muchísimo y no he tenido ningún desplante, aunque Domingo Ortega, siendo mi compañero de palco y queriéndonos a rabiar a mi hermana y a mí (ya digo que nos dejó el palco a las dos cuando se murió), nunca quiso que fuese miembro del jurado de los premios «Mayte», porque era mujer; y no lo fui en un principio». Un voto en contra. «Me nombraron miembro del Consejo de Asuntos Taurinos de Madrid, por designación de Esperanza Aguirre, y lo fui durante seis años, hasta el pasado.
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Fue una actividad casi siempre gratificante. Se nos encomendaba supervisar los carteles de la Comunidad de Madrid y los pliegos para el concurso del empresario de Las Ventas. Nuestra misión era salvaguardar la pureza de las corridas y que se cumpliera el pliego. También organizábamos la corrida de la Beneficencia y la del Dos de Mayo, que quedaban fuera de la empresa adjudicataria. Y fui igualmente consejera de la Escuela de Tauromaquia de Madrid. Pero deje el consejo porque me opuse al resto de consejeros (nombrados por PP, la mayoría, y por PSOE e IU) cuando 130 peñas de España, la Mesa del Toro o la Unión de Abonados nos pidieron que no renováramos a la empresa de Las Ventas porque había habido una feria mala. Yo, como no soy política, me puse a favor de los aficionados y fui la única que votó en contra de los tres partidos, y dije que no rectificaba el voto a pesar de seguir siendo muy amiga de los empresarios. Así que salí de allí. El empresario era José Antonio Martínez Uranga, Choperita, y me une una relación con él fantástica. Este año ha hecho unos carteles muy buenos, pero aquel año tuvo un bajón. Toda mi familia ha seguido con vinculación al mundo del toro. Mi hija se casó con Miguel Higuero, hijo de ganadero y garrochista de acoso y derribo. Mi hermana María José se casó con un primo hermano mío que fue rejoneador, Diego, y mi hermana Belén está casada con Fernando Bautista, que compró la finca de Julio Robles, la Glorieta, en Salamanca. Y mis nietos, Miguel, Álvaro y Gonzalo, son totalmente taurinos». Hogares infantiles. «Colaboro desde hace más de treinta años con Nuevo Futuro, y es la actividad de la que más orgullosa me siento. Los hogares infantiles de Nuevo Futuro los funda Menchu Herrero Garralda, mi tía, hija del marqués de Aledo y hermana de mi tío Ignacio Aledo. Su creación es de 1968 y empecé a colaborar un poco más tarde, cuando tía Menchu nos pidió que pusiéramos un puesto asturiano en el Rastrillo de Madrid, porque necesitaba dinero para que los niños fueran de campamento a León y pasar el verano fuera de Asturias. Para todo aquello hacían falta unas 600.000 pesetas. Mi madre fue la que montó el puesto con sus amigas y mis hermanas y yo, y se llamó Las Xanas. Antes de abrir el puesto en el Rastrillo ya habíamos recolectado un millón de pesetas. Después seguimos colaborando con tía Menchu y al poco tiempo creamos otro puesto que se llamaba La Parrala, que era un puesto de flamenco. Con el tiempo, mi tía nos nombró a mi hermana Paloma y a mí vicepresidentas nacionales de Nuevo Futuro». Esfuerzo y ayuda. «Tía Menchu colaboró desde el comienzo con el padre Ángel, que después fundó Mensajeros de la Paz. Eran los dos muy jóvenes cuando comenzaron a trabajar con los niños en el hospicio provincial de Oviedo, en el edificio que hoy es el hotel de La Reconquista. Siempre estuvieron cerquísima y cuando necesitaba algo el padre Ángel, tía Menchu lo ayudaba y viceversa. Mi admiración es enorme por ella, que ya ha fallecido, y por el padre Ángel, que ya está canonizado en vida, porque es un santo y seguiré haciendo todo lo que pueda por él. En este momento, Nuevo Futuro tiene hogares para niños fuera de España, en Senegal, en Colombia y América del Sur, en Portugal y también
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en Eslovenia y Croacia. Mis hijos siguen por ese camino y me ayudan mucho. Mi padre siempre nos dijo que lo que valía la pena en la vida era el trabajo, el esfuerzo y, especialmente, ayudar a los demás y ser amable con ellos». © Javier Morán/ La Nueva España
Las versiones originales de estas entrevistas se pueden consultar en: Capítulo 1: http://www.lne.es/siglo-xxi/2011/09/04/he-conocido-toreros-bienvenida-tenia-sieteanos/1124812.html Capítulo 2: http://www.lne.es/asturias/2011/09/05/oviedo-tuvo-mejores-epocas-feria-taurinaimportante-o-gijon/1125077.html Capítulo 3: http://www.lne.es/asturias/2011/09/06/admiro-padre-angel-mensajeros-pazcanonizado-vida/1125512.html
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